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El lenguaje, «caballo de Troya» del adoctrinamiento

La fuerza que tiene el lenguaje en la conformación de las conciencias. Hace


maleables a las personas y prepara el terreno a las ideologías, que penetran
casi sin oposición en la sociedad consiguiendo su objetivo adoctrinador.

Hay que llamar a las cosas por su nombre.

Un aborto es un aborto, no ‘derechos reproductivos’. Una mujer es una


persona con útero y dos cromosomas X. ¿Y por qué ahora todos hablan de
‘géneros’ en vez de sexos?

Breve glosario

La utilización de unas palabras u otras no es casual. Hay una intención detrás,


ya sea la de adoctrinar o bien como muestra de una capitulación. Y lo abarca
todo, desde el ámbito médico, hasta llegar incluso a la Iglesia. Aquí, algunos
ejemplos:

Elle, nosotres, vosotres, todes: Con este empeño del lenguaje inclusivo,
¿qué pretenden? Eliminar los sexos y sustituirlos por géneros, que son tantos
como se quiera.

Sexo vs. género: El sexo viene marcado por la biología y la genética. Es


inmutable. Los géneros son “fluidos”. De ahí, la beligerancia en esta cuestión.

Educación “segregada”: Los que buscan acabar con la educación


diferenciada la denominan así con un tono peyorativo, insinuando que
margina a las personas.

Caridad vs. solidaridad: Se denigra el primero bajo la falacia de que quien


ejerce la caridad se siente superior, cuando en realidad es la muestra de amor
al prójimo.

“Interrupción voluntaria del embarazo”: Un clásico de los eufemismos para


ocultar la palabra “aborto”.

Vientres de alquiler vs. gestación subrogada: Hay un empeño entre sus


promotores de eliminar el primer término, pues evidencia que el bebé es un
objeto de compraventa.

Sustituir “bebé” por “feto” o “embrión”: Para justificar el aborto hay que
deshumanizar a la víctima, y es más fácil si se le llama “feto” o “embrión”.

“Pescadores de personas”: El lenguaje inclusivo también ha penetrado en la


Iglesia. La última edición de algunas Biblias llega a cambiar las palabras de
Cristo en la elección de sus discípulos.

Posverdad: Parece un término más amable, pues decir “mentira” pone en


evidencia que la verdad no puede cambiar

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