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Dificultades de creencias de primer orden dentro del juego simbólico de niños con

Trastorno del Espectro Autista nivel 1

Susana Velásquez Velásquez


Emmanuel Porras Valencia
Sara Barrero Carmona

Universidad de San Buenaventura


Facultad de Psicología (Medellín)
Psicología
Medellín, Colombia
2021
DIFICULTADES DE CREENCIAS DE PRIMER ORDEN DENTRO DEL JUEGO SIMBÓLICO... 3

1 Identificación y descripción del problema


El juego es uno de los elementos que permite el desarrollo social, emocional y afectivo en
los niños; es una acción empleada en gran medida en la educación primaria (Jaramillo, 2007).
Puntualmente, el juego ficticio debe cumplir con características como la sustitución de objetos,
atribución de propiedades y objetos imaginarios (Arbeláez et al., 2010), esta serie de cualidades
demandan ciertos mecanismos cognitivos, dentro de los que es posible mencionar la Teoría de la
Mente (ToM), entendida como la capacidad de comprender creencias y generar una predicción,
específicamente uno de sus subniveles: las creencias de primer orden (Téllez Vargas, 2006).
Debido a los vacíos tanto de literatura, en la intervención, como de estadísticos a la hora de
hablar de este tipo de población en Colombia (Beltrán Dulcey et al., 2016), se pretende describir
las dificultades en la producción de creencias de primer orden dentro del juego simbólico de niños
con trastorno del espectro autista nivel 1, esto enfocado en la tercera infancia, que abarca desde los
6 hasta los 10 años, ya que este tipo de juego es de suma importancia para el desarrollo no solo de
procesos cognitivos sino también del niño como sujeto social. Este rango etario es clave porque,
en la neurotipicidad se encuentra que ya se ha logrado alcanzar la capacidad de identificar creencias
falsas, demostrando competencia para la creación de meta-representaciones (Téllez Vargas, 2006).
Se considera relevante aclarar que la delimitación del TEA grado 1 obedece a un factor
cognitivo, debido a que la literatura menciona que es el umbral dentro del espectro que evidencia
menos compromiso de los procesos psicológicos, como lo es el lenguaje (Moliné, 2019), uno de
los elementos claves para la evaluación de la ToM. Adicionalmente, esto representa una mayor
accesibilidad a la población, facilitando las futuras evaluaciones e intervenciones de este proyecto.
Se espera que este informe teórico pueda no solo contribuir a futuras revisiones
bibliográficas, sino también impulsar a la creación de estrategias y herramientas pedagógicas que
propicien los espacios adecuados para la inclusión paulatina de los niños con TEA nivel 1 en los
espacios de juego, debido a la significancia de este.

2 Descripción de saberes teóricos en la población objeto


El TEA hace parte de los trastornos del neurodesarrollo, los cuales tienen su origen en los
inicios de la infancia o lo que también se considera periodo de desarrollo (Bausela Herreras et al.,
2019). Estos trastornos se caracterizan por ciertos déficits que generan algunas limitaciones
específicas o globales en áreas como lo social, lo personal, laboral, etc. Por otra parte, entre sus
características también es posible encontrar una alteración en el desarrollo del cerebro y límites no
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muy precisos entre los trastornos debido a su alta heterogeneidad y la superposición entre ellos
(Artigas Pallarés et al., 2013). Teniendo esto en cuenta, es posible establecer que el TEA es un
trastorno del neurodesarrollo que afecta diferentes funciones cerebrales superiores como lo son la
inteligencia, la capacidad de usar el lenguaje, comunicarse e interactuar socialmente, esto junto con
la presencia de comportamientos e intereses repetitivos y restringidos (Mulas et al., 2010).
Al tener una definición de lo que es el TEA, es pertinente mencionar que se han llevado a
cabo diversas investigaciones, sin embargo, en la actualidad todavía existen múltiples incógnitas
en cuanto a varios aspectos del trastorno siendo uno de los principales y más debatidos su etiología.
Con el tiempo ha tomado fuerza el considerar una multiplicidad de factores a la hora de tratar las
causas del TEA, pero se pueden encontrar varias teorías que son importantes resaltar. Existen
explicaciones con un enfoque social, que dan gran trascendencia a la relación de padres e hijos o
de los niños con terceros en la patogénesis del trastorno (Rivas Torres et al., 2009). También se
encuentran hipótesis que se acercan al tema desde lo psicológico y por lo general psicodinámico
como la propuesta de Margaret Mahler donde plantea un autismo normal por el cual pasan todos
los niños. Este tipo de teorías no han tenido el amplio soporte empírico que, por ejemplo, las teorías
de corte genetista donde se sugiere que son varios genes que de manera independiente y
desconocida causan el autismo (Rivas Torres et al., 2009). Hay otro grupo de explicaciones
centradas en estudiar las causas del TEA desde ciertas alteraciones neuroquímicas proponiendo,
altos niveles de serotonina en la sangre como eje esencial del autismo (Rivas Torres et al., 2009).
Finalmente, aunque excluyendo otras teorías, una de las más debatidas es la de la Teoría de la
Mente, en donde se propone que el no poder atribuir estados mentales a los otros y a sí mismos en
su totalidad es la causa necesaria para “el síndrome conductual del autismo” (Rivas Torres et al.,
2009, p. 111).
Por otra parte, la conceptualización del autismo se ha transformado en el tiempo, y el último
de estos cambios significativos se dio en la publicación del DSM–5, donde los trastornos del
espectro autista incluidos en el DSM IV – TR quedan todos “englobados en una única
nomenclatura” (Hervás Zúñiga et al., 2017, p. 93), la cual es conocida como TEA. Con la nueva
clasificación y diagnóstico del DSM-5 se encuentra una conceptualización dimensional del
autismo, ya que se presenta una adición de grados de severidad en los comportamientos y síntomas
del trastorno (Hervás Zúñiga et al., 2017). Se proponen tres grados donde correspondientemente el
grado 1 necesita ayuda, el grado 2 necesita ayuda notable y el grado tres necesita ayuda muy notable
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(Asociación Americana de Psiquiatría, 2014). El TEA grado 1 es equivalente a lo que antes se


denominaba TEA de alto funcionamiento y en cierta literatura, síndrome de Asperger. Ciertas
características de este grado de severidad se manifiestan como dificultades a la hora de la expresión
emocional y de relacionarse socialmente (Cobo González & Morán Velasco, 2011). Más
específicamente, los niños con este grado de severidad suelen tener problemas al comprender las
reglas de la interacción social, sus intereses son centrados en áreas específicas, pueden mostrarse
perfeccionistas y rígidos a la hora de realizar tareas, y presentar dificultades en el uso social del
lenguaje, entre otros aspectos (Cobo González & Morán Velasco, 2011).
Como se ha mencionado, etiología del autismo ha sido atribuida a diferentes causas, entre
ellas se encuentra al déficit de un módulo cognitivo denominado como teoría de la mente (Leslie
& Frith, 1988). La teoría de la mente se entiende como la capacidad de comprender, predecir ideas,
pensamientos y conductas de otros sujetos (Rodríguez de Guzmán et al., n.d.). El concepto surge
de los estudios realizados por Premack y Woodroff donde buscaban evidenciar la capacidad de un
chimpancé para comprender la mente humana; después de realizar una serie de experimentos
comprobaron su hipótesis. A partir de esta presentan el término de ToM como la capacidad de
asignar estados mentales tanto a otros individuos como a sí mismo (Benavides Delgado &
Roncancio Moreno, 2001).
El término ha sido retomado por múltiples autores, los mismos que han planteado diferentes
modelos explicativos acerca de la ToM, entre estos se destaca el modelo modular, donde se
entiende a la ToM como un módulo mental capaz de generar meta-representaciones (Leslie & Frith,
1988) que obedecen a la lógica de creencias de primer orden, esta clase se creencias se denominan
como ideas o representaciones, y surgen de la idea que puede tener un individuo acerca de la
cognición de otro (Arbeláez et al., 2010). Las creencias de primer orden fueron estudiadas en
población autista mediante el juego simbólico o de ficción puesto que se considera que el elemento
fundamental para llevar a cabo el juego ficticio son las creencias de primer orden (Leslie, 1987).
Para que el juego sea considerado ficticio o simbólico debe cumplir con ciertas características como
la sustitución de objetos, atribución de propiedades y objetos imaginarios que indican la capacidad
del infante para transformar la información mental que da principio a la ToM (Arbeláez et al.,
2010). De hecho, el juego desde la perspectiva de la psicología del desarrollo se entiende como un
acto que promueve un avance o progreso en las áreas físicas, mentales, sociales y afectivas
(Monzón, 2020), también se sugiere que es una actividad íntimamente ligada a los procesos de
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interacción en infantes, puesto que por medio del juego los niños comienzan a tener amigos, esto
a su vez contribuyendo a la resolución de problemas e integración de normas.

3 Reflexión
Teniendo presente la importancia del juego simbólico para la infancia, y que para su
realización es esencial que el infante tenga la capacidad de generar creencias de primer orden, las
cuales evidencian el desarrollo de la ToM, se considera pertinente profundizar en las
particularidades que los niños dentro del espectro autista grado 1 presentan respecto a este tema,
es decir, las dificultades en la interacción social.
Después de la revolución afectiva de los 90s, las emociones, paulatinamente, adquieren
gran relevancia dentro de la psicología. Múltiples investigaciones (Bal et al., 2010; Baron-Cohen
et al., 1997; ben Shalom et al., 2006; Fitzpatrick et al., 2018; Frith & Happe, 1999) comenzaron a
realizarse, en donde se destacan las enfocadas en la ToM, de las cuales, a partir de ella se focalizan
explicaciones acerca de las dificultades evidenciadas en la interacción social en el autismo. Los
primeros análisis realizados, estuvieron fuertemente influenciados por las neurociencias,
permitiendo acceder a las estructuras cerebrales de los sujetos a estudiar. A través de la Resonancia
Magnética se detectó la presencia de anomalías estructurales en varias regiones del cerebro con
pacientes dentro del TEA, específicamente en la corteza frontal y parietal, en donde prevalecen las
neuronas espejo (Guerra Rodríguez et al., 2021), reconocidas en el proceso de percepción-
ejecución-intención, es decir, cuando el sujeto observa a otro ejecutar una acción, dentro de este se
activan las áreas cerebrales equivalentes a esa actividad, evidenciando así una comprensión del
actuar de la otra persona, por ello se consideran claves en la vida social (García García, 2008). A
partir de diversos experimentos que se basan en comparar la activación neuronal entre niños
neurotípicos y con TEA durante la realización de tareas de Falsa creencia, los segundos
mencionados presentan insuficiencia a la hora de superar la prueba, a la vez que evidencian menos
activación de las neuronas espejo en áreas como el giro frontal inferior, la corteza premotora,
corteza cingulada anterior y lóbulo de la ínsula, que el grupo de control (García García, 2008). Es
por ello que en base a lo anterior se podría explicar la incapacidad de captar intenciones ajenas y
vivenciar la empatía en este trastorno (García García, 2008).
Por otro lado, autores como Arnaud (2020) cuestionan las teorías que hipotetizan que las
particularidades en el reconocimiento emocional en autismo se deben a una falla en la ToM. Desde
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el modelo explicativo Teoría de Teoría, se afirma la existencia de un módulo mental que dota a los
seres humanos de la capacidad para atribuir estados mentales a otros y realizar inferencias sobre
estos (Gordon, 1992), en este orden de ideas, las personas dentro del espectro presentan fallas en
este módulo (Baron-Cohen, 1997, citado por Arnaud, 2020). Las investigaciones que aportaron
para la construcción de estas conclusiones acontecieron bajo experimentos en laboratorios, en otras
palabras, en un ambiente controlado donde no se permite la expresión compleja de la interacción
humana en la vida diaria, por lo que este tipo de afirmaciones no poseerían la validez necesaria
(Arnaud, 2020). De hecho, el experimento llevado a cabo por Au et.al (2021) pone en evidencia
que los niños con TEA entre los 6 y 11 años efectúan identificaciones similares a los niños
neurotípicos sobre qué debería tener mente, entendiendo esta distinción como el primer paso para
comprender un contenido mental y posteriormente emplearlo con el fin de explicar y predecir el
comportamiento.
Dentro de los modelos explicativos de la ToM, también es posible encontrar la Teoría de
Simulación, la cual postula que la causa del déficit de ToM en el autismo se debe al no
autorreconocimiento del contenido cognitivo lo que a su vez imposibilita la identificación del
estado mental del otro (Arnaud, 2020). Varios estudios refutan la idea anterior, ya que se ha
encontrado que en autismo se tienen respuestas fisiológicas normales a las emociones, una vez
estas han sido reconocidas, lo que plantea que las emociones sí están involucradas en el
reconocimiento de las mismas en los demás (Arnaud, 2020).
La Teoría de Procesamiento predictivo ha aportado de igual manera a la problemática
tratada a lo largo del texto. Esta, parte de la idea de que la mente funciona bajo la inferencia
Bayesiana, es decir, el cerebro actualiza constantemente la información procesada utilizando
predicciones que le permiten al individuo evaluar la probabilidad de una hipótesis (Arnaud, 2020);
siendo esto posible gracias a un modelo generativo que se construye de las interacciones del sujeto
con el mundo y que proporciona las causas potenciales de los datos sensoriales (Arnaud, 2020). La
calidad de las predicciones están determinadas por varios factores: a) los actos posteriores a un
Error de predicción, en donde el individuo evalúa si la no concordancia fue debido una imprecisión,
por lo que se procede a ignorarlo, o si es relevante actualizar el modelo generativo; b) cuando el
ser humano se enfrenta a información compleja, entendiéndola como las cualidades del mundo
externo que dependen de un contexto y de un numero de parámetros empleados por el sistema
cognitivo para construir cierto significado, en un principio las hipótesis son erróneas, pero es la
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familiarización la que permite el ajuste necesario (Arnaud, 2020). Las personas neurotípicas poseen
una jerarquización de los estímulos, priorizando los socioemocionales, los cuales con el tiempo se
simplifican permitiendo predicciones cada vez más acertadas. Por el contrario, las personas con
TEA han demostrado no tener preferencia por este tipo de estímulos, por lo que mantienen su
carácter complejo, teniendo como consecuencia un procesamiento tanto de la información útil
como no útil, explicando la hipersensibilidad; asimismo las emociones no adquieren la importancia
para ser procesadas automáticamente, por lo que este proceso debe realizarse de manera consciente
controlando la atención a los detalles, es decir, el procesamiento socioemocional no se da de
manera afectiva sino cognitivamente (Arnaud, 2020), implicando un mayor tiempo a la hora de
detectar los estímulos.
Los resultados de investigaciones, como la expuesta por Zuluaga Valencia et al. (2017)
sustentan lo mencionado en el párrafo anterior. Sus hallazgos demuestran que los niños dentro del
espectro tienen un mayor tiempo de respuesta para resolver tareas y preguntas que evalúen la ToM,
tales como el Test de expresiones faciales, Test de Sally y Ann (creencias de primer orden),
Historias extrañas de Happé, etc, además de requerir descripciones más detalladas para distinguir
la intencionalidad de los enunciados (Zuluaga Valencia et al., 2017).
Como se ha podido evidenciar, las asociaciones entre ToM y las dificultades sociales dentro
del TEA, es una temática que abarca gran complejidad y diversidad. A raíz de esto, es necesario
combinar las distintas hipótesis y modelos teóricos para generar un acercamiento adecuado a este
fenómeno (Tirapú Ustárroz et al., 2007) más que asumir una visión reduccionista y simplista
enfocada en una sola explicación.
A su vez, la relación entre ToM y el TEA grado 1, que en este proyecto están enfocadas en
el juego simbólico, que desempeña un papel fundamental no solo para el desarrollo de las funciones
psicológicas ya que dentro de este se estimula la competencia lingüística, el desarrollo social, el
pensamiento, sino también porque es la herramienta que emplean los infantes para apropiarse de la
realidad e identificar, en el momento en que interactúan con sus pares, que existen diferentes
formas de pensar y de sentir a las propias (Abad & Ruiz de Velasco, 2012). Al involucrar creencias
de primer orden, se le dificultará al niño con TEA emplearlo, pero como se ha desarrollado a lo
largo del trabajo, estos sí tienen ToM, pero requieren de ciertas particularidades para procesar los
estímulos socioemocionales, por lo que se plantea que en los ambientes escolares se incluyan
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estrategias y condiciones para que los niños dentro del espectro puedan involucrase junto con sus
pares en esta actividad tan importante como lo es el juego.

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