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CIHAC.

CM- Versión digital


E-68-31

AMÉRICA CENTRAL
ACADEMIA DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
DE COSTA RICA
Centro América en las vísperas de la independencia.
San José: Imprenta Trejos Hnos, 1971. 465 p. 
ACADEMIA DE GEOGRAFIA E HISTORIA DE COSTA RICA

EN LAS VISPERAS
DE LA

1821=1971

COMISION NACIONAL DEL SESQUICENTENARIO


DE LA INDEPENDENCIA DE CENTRO AMERICA
El pr~nto= volumen sobre Combo AmI!-
ric~ c:n lu VispcrOUl do= la Indo=p<=ndenda,
o:st~ integrado por trabajos do= reconocidos
e,audiosos do= t" H istori" Pa tri" y Cc:ntroa-
Im'rkana: El Prof. Llc. {jtl!>ritl tlrtiitl
)lfortllu. Académico, Pro-S<=ad"rio do= 11-
Junla Dir«tiv~, cxdir«tor del Liceo do=
Costa Riu, diurno y nocturno, Y autor do=
divo=fSOS estudkls, omlro= los quo= pu<=dm
du~ "Exploraciones iniei"les en 0=1 limi-
to= norlo= do= la Provincia do= úrt"go do=
1HO"' Y otro sobro= don Frandsoo Montftll
B"rnntcs.

!.iC 1I:0ltl ~"uiilU Morllltl, Académica,


FlKal, profdOQ do= la Universidad de Costa
Riea. Tic:ne dinrsos trabajos, tnlre ellos
uno sobre: <:1 Gobernador don Juan de
Oc6n y Trillo, otros sobre historia y geo'
grafía de Costa Rica y un magnífico es·
ludio sobre don Carlol> Cagini.

LIC. D9;n Cav<lllini de Amuz, estudi 6


en el Colegio de: México, Académica y
actual Vi<;epresidenta de la In"titución
Tiene valiosos t.~bajos sobre la Indepen·
dencia y uno sobre el Ciudadano don
P~blo Alvarado. Actualmente: profesora de
la Uninrsi<bd de Costa Rka.

~. S. ~f<tritl E"je"i/l. Bozzoli de 'Willt.


Acadtmka y Profesan de la Univcrridad
d" Costa Rica Autora de: notables trabajos
de ~nlropolosla (entre ellos uno presc:n-
lado como tésis a la Acadcmia sobre 10$
indios bribris) y el que u: publica. en
CSIO= tomo, muestra de su firme y autori-
zado conocimiento de la materia.

Xicm-do Blanco Sej"r<l, Académico, $c.


crc:urio d" la Junta Directiva ['spcdaliudo
en Historia Edesiástiu. Entre nll; obra,,:
Hi"toria E<:lesi~5tiea de Costa Rica, Obis-
pos y Anobispo$ de Costa Rica, Mon-
seño r Sanabria.

Cic. Carlos )lldlndr:: Cbavrrri, Aca-


¿emico, Prcsidc:nle desde 1969. Prof('5(l' de
1" Univcrsidad de Costa Rica. Entre: sus
obru: Juan Vhq~ de Coronado, Pres-
bítero y Doclo, José Matías Delgado, Dr
José María Montnle:gre, La Ilumación
en el Antiguo Reino de Gua.t~la, etc
Cf.¡'ITRO AMERICA EN LAS VISPERAS
DE LA INDEPENDENCIA
ACADEMIA DE GEOGRAFlA E
HISTORIA DE COSTA RICA

CENTRO AMERICA
EN LAS VISPERAS
DE LA INDEPENDENCIA

Edición Patrocinada por la


Comisión Nacional del Sesquicentenario
de la Independencia de Centro AmériC<l.

IMPRENTA TREJOS H NOS.


San José, Costa Rica
1 97 1
,

Hecho el depósito que manda la ley.


\

PRESENTACION

Como parte de los actos relativos a la conme-


moración del Sesquicentenario de nuestra Indepen-
dencia ( 1821-1971), la Academia de Geografía e
Historia de Costa Rica organizó, durante los meses
de Agosto a Noviembre de 1970, un primer ciclo de
conferencias.
El tema básico de este primer ciclo, versó acerca
de "Centro América en las vísperas de la Indepen-
dencia". Se buscaba brindar una fuente de infor-
mación general pero básica, que sirviera para lograr
la más clara comprensión de la realidad histórica
en todos sus aspectos, de la época de la 1ndepen-
dencia, enmarcada dentro del ámbito del Reino de
Guatemala.
Para ello se buscó la colaboración de un variado
número de personas, que de buena voluntad ofrecie-
ron su colaboración., pero que en todo caso fueron
consideradas desde antes, como las mayormente fa -
cultadas para tratar los temas de su especialidad.
Hoy se recogen las referidas charlas, en la publi-
cación que presentamos. Se hallan organizadas si-
guielUio un orden lógico, tal como fueron proyec-
tadas originalmente, el que no correspondió con toda
exactitwI en el momento de las charlas, por causas

7
1 '1
\I
I
¡ \tJ:q1 11cabl~s,
derivadas de problemas personales de
"
su..; Bxposllores.
\' La Comisión Nacional del Sesquicentenario de
la Independencia de Centro América ha dispuesto
su publicación, de m!flo que al efecto se han orga-
nizado los materiales, preparárulose a la vez una bi-
bliografia general, que corresponde a la total citada
por los autores en sus trabajos individuales.
Confiamos en que los referidos materiales cons-
tituirán una fuente importante de información, para
la comprensión de los hechos que se vinculan con
la efemérides.
La Academia de Geografía e Historia de Costa
Rica desea. de nuevo agradecer a los participantes
del ciclo en referencia, su eficaz colaboración, plas-
mada en esta obra particular. A la vez queda reco-
nocida hondamente con la Comisión Nacional del
Sesquicentenario, por la constante cooperación que
se ha servido prestarle, tanto durante el desarrollo
del ciclo de conferencias, como ahora en la edición
de los trabajos que se presentaron.

CARLOS MELENDEZ
Presidente de la Arademia de
geografí~ e llislori<l de Costa lUra

Mayo de 1971.
ESTRUCTURA POllTICA DEL REINO DE GUATEMALA

por Gabriel Ureña M orales

a - Jurisdicci6n territorial _ b _Divisi6n Política y adminis-


trativa: 1) Del Reino; 2) Provincial; 3) Subdivisiones.
e - Hacienda. - d - Justicia. _ c· Ejército.
Al desarrollar este lema, como parte del plan
de conferencias patrocinadas por la Academia de
Geografía e H istOl;a de Costa llica, con motivo de la
celebración del SESQUICE..NTENAlUO de la inde-
pendencia de Centroamérica, pretendo dar una idea
más clara y detallada de cómo estaba estructurado
el antiguo «Reino de Guatemala», que luego se
convirti ó en la República Federal de Centroamérica,
cuyo mal suceso todos conocemos. Quizá tendremos
que rectificar algunos conceptos repetidos con fre-
cuencia por historiadores centroamericanos, que no
han tomado muy en consideración el hecho de que
desde fin es del siglo XVIlI el Rei no de Guatemala
estuvo bajo «Régimen de las Intendencias», intro-
duc ido por la monm-qui<l española de la dinastía bor-
bónica, de tendencia cen tralizadora . Este sistema ad-
ministrativo, introdu cido por Carlos ID. fue el prin-
cipal impulso innovador dentro de las refonnas po-
liticas y administrativas del siglo xvm en las co-
lonias hispa noamericanas 1.
Las intendencias se intentan establecer desde
1770, pero es lill Buenos Aires donde primero fun -
ciona esta intitución, en 1782, cuando se asigna al
Intendente del Río de la Plata la suprema función
guberna tiva en justicia , policía, hacienda y guerra.

I UR~A M GABRIEL, 1947: gr.

11
Años después el régimen se extendió al Perú, Nueva
Granada. Nueva España_ el Reino de Guatemala y
otros territorios de Indias.
La s Ordenanzas de 1786. en su articulo 77. fue·
ron las que autorizaron la creación de varias inten-
dencias en el Reino de Guatemala: Sa n Salvador,
León d e Nicaragua. Comayagua y Chiapas. subdi-
vididas en partidos. Costa Rica fonnaba parte de la
intcndencia de León COIl. el rango de «Gobierno Po-
litico y Militar», y en Cartago residia un delegado
del Intcndentc para la administración de la Real
Hacienda, que en ningún caso podía scr el gober-
nador de Costa Rica. Guatemala en tanto, continua-
ba como la provincia principal del Reino, gobernada
directamente por el Capitán General y la Audiencia ,
que cran autoridades metropolitanas con mandato
en todo cl tcrritorio que se cxtendÍa desde Chiapas
hasta Costa Rica .

a - Jurisdicción territorial del Reino de Guatemala

Estc reino estaba comprendido dentro del vasto


Virrcinato de Nueva España, que limitaba por el sur
con el dc Nueva Granada, precisa menle siguiendo la
línea fronteriza de Costa Ri ca en el sector sureño. El
Reino dc Guatemala constituía la región meridional
del importante Virreinato que Hemán Cortés co-
menzó a dctenninar cn las primeras décadas del sÍ-
glo XVI, aunque él no fue nombrado virrey. El Rey
nombró a D. Antonio de Mcndoza pr-imer Virrey de
Nueva España, como su alter ego_ para el gobierno
de sus posesiones de ultramar. En 1535 Mendoza co-
menzó su labor brillante en sus múltiples flU1ciones
de gobernador. capitán general. presidente de la
Audiencia. que se había fundado en 1527. superin-
t ~nden le de la Real Hacienda y vlcepatrono de la
Iglesia. Sus expcriencias de gobierno serán tomadas
muy en cuenta por el Consejo Supremo de Indias,
para ll>gislar sobre la m:tteria y establecer en el fu-
turo nuevos virreinatos.
El virreinato de Nueva España fue ampliando
sus territorios hacia el norte en forma gigantesca,

12
pero hacia el Sur pronto fijó sus limites al crearse
el virreinato del Pcní en 1550, señalándose una
frontera que coincidía en parte con el famoso ducado
de Veragua, dado a la familia de Colón en 1536; esa
linea se iniciaba en la isla del Escudo en .el Atlán-
tico y terminaba en la boc:a del río Chiriquí en el
Pacífico. Este limite fue el mismo que tuvo el Virrei-
nalo de Nueva Granada y quedó definitivamente
establecido en .1739. Por tanto, desde esta fecha hasta
1821 , la s provincias de Costa Hica y Panamá t enían
frontera común, que separaba los reinos de Guate·
mala y Tierra Finne. pertenecientes respectivamen-
te a los territorios virreinales de Nueva España y
Tueva Granada Por 10 expuesto se concluye que el
limite sur del Heino de Guatemala era la línea que
iba de la isla del Escudo a la boca del Chiriquí, pocos
ki lóm etros al este de Punta Burica.
En cuanto al limite norte del Reino o C'lpitanía
General de Guatemala, como también se le llamaba ,
es el propio límite de la intendencia de Chiapas, cu-
ya capital era Ciudad Real. Por tal razón el Heino
limitaba con las provincias de Oaxaca, Tabasco y
Yucatán, pertenecientes a Nueva España o México.
En cuanto a la población y extensión del Reino
de Guatemala, el barón Alejandro de Humbolt en
1809, las calculó así:
Población: 1.200.000 h. Exlensión: 26.152 Leg. cuad.
Pero el mismo Humbolt, en un inlomle que
cnvió al presidcnte Simón Bolívar en 1822, recti-
ficó estos datos así: 1.600.000 h Y 16.740 Leg. cuad. 2.
Calculados estos tenitorios en kilómetros cuadr ados
en la actualidad, dan una extcnsión de 500.000 km 2 .

b • Diviii6n PolHica y administrativa de Centroamérica


antei de 1821.

La administración politica del Reino de Gua-


temala tuvo sus m arcadas variaciones, desde los tiem·
pos de Pedro de Alvarado y Pedrarias Dávila en el

t VILLACQRTA, 1960: 4. DIe un estudio h«ho por J~ c. del Valle,


en 1824.

13
siglo XVI hasta los dias de la Independencia. Quizá
la organización de la Reéll Audiencia y las funciones
del Capitán General n o variaron mucho, ni siquiera
con el régimen de lns intendencias. pero el resto de
los funcionarios y la estructura .r rango de los terri -
torios provincianos sí tuvieron suslanciales cambios.
Las provincias se denominaban, según su ca tegoria,
con los nombres de gobernación. alcaldía mayor, co-
rregimiento, intendencia y pal1:ido. estos dos últimos
al final de b Colonia. En un mismo territorio huho
denominaciones diferent~ a través de los tiempos;
citemos como ejemplo a 1 icoya que fue en 1554
corregimiento. pero luego fue alca ldía mayor, des-
pués corregimiento otra vez y por úJtimo partido en
1787, h asta la Independencia.
Dentro de estas provincias existían las jurisdic.
ciones correspon dientes a ciudades, villas y pueblos;
algun os de los pueblos pertenecían al Rey y le tri-
butaban por medio de les fra iles y corregidores, en-
cargados de recibir los tributos, pero otros pueblos
estaba n dentro de las encom iendas y tributaban a
los señores encomenderos.
El nombre de «provincia» se daba al territorio
:nandado por un gobernador ; calcaldía mayor» al
~erri torio en manos de un alcalde mayor; ccorregi-
'11iento» el que estaba en manos de un corregidor;
'{intendencia» la jurisd icción de un intendente y «par-
tido» el gobenwdo por un sub-delegado de inten-
dente. En este aspecto Costa Rica fue u n excepción
dentro del Reino de Guatemala: en 1540 se le de-
nominó provincia de Ca rtago, dada a Diego Gu-
tiérrez; en 1560 se le llamó alc<"lldía mayor de Nueva
Cartago y Costa Ri ca; en 1565 tuvo el rango de pro-
vincia cuando se nombró gobernador a don Juan
Vázquez de Coronado; .en 1568 ya se le llama pro-
vincia de Costa Rica, dada al gobernador Perafán de
Rivera. Al final d e la Colonia se l e con oce como
"gobierno político y militar de Costa Rica", y era
gobernada por un gobern ador y delegado de inten-
dente. pues pertenecía a la Intendencia de León.
Veamos algunos ejemplos de variación en la di-
visión política y admi nistrativa del Reino de Gua-
temala:

14
a) En el siglo XVI. el Reino tenía las pro-
vincias de Guatemala. Nicaragua. Costa Rica, Co-
mayagua. Chiapas y Soconusco; y las alcaldías ma -
yores de San Salvador. Tegucigalpa. Sonsonat~
Verapaz. Suchitepéquez. Nicoya. Amatique y Minas
de Zaragoza. Además. corregimientos. ciudades. vi-
llas y pueblos de indios l.
b) En la " Recopilación de Leyes de 1680" se
dice que la Audiencia de Guatemala tenía a cargo
las provincias de Guatemala, Nicaragua. Chiapas,
Higueras, Cabo de Honduras, Vcrapaz y Soconusco.
Se olvidan aquí de nuestra provincia de Costa Rica,
que lo era desde 1565, y tampoco se mencionan al·
caldías y corregimient os.

La verdad es que el rango de provincia que tuvo


Costa Rica, desde que el rey Felipe JI se lo dio al
nombrar gobernador a don Juan Vázquez de Coro-
nado. con un sueldo de 2.000 pesos anuales, fue una
fonna de pagarle al magnánimo conquistador lo que
había gastado de su propio peculio en la pacifica-
ción de Costa Rica, pues por su escasa población y
muy baja economía no ameritaba tener un gober-
n ador cuyo sueldo era mayor que el de Nicaragua.
Por .eso hu bo intentos posteriores de suprimir el
gobernador o de rebajar su sueldo. En 1626 se le
envió una cédula real a la Audiencia de Guatemala,
para que diese su parecer en el proyecto de suprimir
el gobernador de Costa Rica y agregar esta provincia
y Nicoya a la de Nicaragua. Dice el documento que
en Costa Rica son apenas 50 vecinos empobrecidos,
que los sueldos del gobernador y tesorero, más el del
alcalde mayor de icoya, suman 3.000 ducados anua-
les, los cuales paga la Real Caja de icaragua
casi en su totalidad. desde 1605 4 •
En 1645 otra real cédula dirigida a la Audiencia
sugiere que se le pague al gobernador de Costa Rica
solamente 1.000 ducados, igual al sueldo del gober.
nadar de Nicaragua , pues Costa Rica ap.'~nas tendría

J GARCIA PELAEZ FRANCISCO DE P., 194-4.


• LEON FERNANDEZ, 1889: I1j.

15
1.000 habitantes entre españoles, mestizos y natu~
rales, en tanlO que Nicaragua tenia unos 6.000 indios
y 400 españoles con tres ciudades, una villa, muchos
pueblos y buen comercio. En 1647 se vuelve a la
idea de suprimir el gobernador de Costa Rica y
unir esta prov incia a icoya, y ambas provincias
serían mandadas por un teniente de gobernador con
sede en Cartago y un sueldo d e 1.000 ducados ¡.

c) Veamos otro caso de variación administra-


tiva. En 1821 la división política de la Célpitanía
General de Guatemala l:.' ra muy diferente a las ya
conocidas: había Ulla provincia principal cuya ca-
pital era Guatemala, cuatro intendencias y el go-
bierno de Costa Rica. Las cuatro intendencias eran
Chiapas, San Salvador, Nicaragua y Comayagua II
Honduras, las cuales se su bdividían en partidos; la
provincia de Guatemala se su bdividía en alcaldías
mayores y corregimientos. El gobierno de Costa Rica
estaba supeditado en parte al intendente de Nicara-
gua. Ya se había creado la Diputación Provincial de
León donde habia dos delegados de Costa Rica; y en
ciertos asuntos, especialmente militares, el goberna-
dor de Costa Rica debía consultar al intendente de
León. Esta si tuación polí tica entre Costa Rica y Ni-
caragua exp li ca la actitud de don Miguel González
Saravia. Jefe Político Superior de León, de sen-
tirse COIl derecho a sugerir al Jefe Político Subal-
terno de Costa Rica. don Juan Manuel de Cañas,
y cabildos de las principales ciudades de nuestro
país, una política diferente a la tesis prevaleciente
en la asamblea de Guatemala, que había proclamado
la independencia de España el 15 de setiembre de
1821.
En el siguiente cuadro podemos apreciar la
estructura politica del Reino de Guatemala, al de-
clararse la independencia.

¡ FERNANDEZ lEON, 1889, 203

16
DIVISIO POLITICA y ADMINISTRATIVA DE
LA CAPITANIA GENERAL DE GUATEMALA,
EN 1821 '

1. PROVINCIA DE GUATEMALA.
Capital, la ciudad de Gu.ltemala donde tenia su sede la
Real Audiencia y el Capitán General, quien era don Gabino
Camza.
ALCALDIAS MAYOReS DE: Totonicapán, Suchitepéqucz, Sololá,
Chimaltenango, Sacatepéquez, Vcrapaz, Escuintla y Son-
sOnate.
CORREGIM IENTOS DE: Quezaltenango·y Chiquimula de la
Sierra.

1. LAS INTENDENCIAS.
CI/IAPAS: Colindaba con el Virreinato de Nueva España. Su
capital era Ciudad Real y tenía tres partidos : Ciudad
Real, T uxtla y Soconusco.
SAN SALVADOR: Colindaba con la alcaldía mayor de Sonso·
nale, Honduras y Nicaragua, golfo de Fonseca dt: por
medio. Su capital era San Salvador y tenía cuatro
partidos, Santa Ana, San Salvador, San Vicente y San
Miguel. El intendente era Pedro Baroer.
HONDURAS: Colindaba con Sonsonate y San Salvador al sur,
Chiquimula al oeste y Nicaragu:l al este, por medio del
río Segovias o Coco¡ al non e tenía costas del Caribe.
Su capital era Comayagua y el intendente don José
Tinoco. Tenía dos partidos; Comayagua y Tegucigalpa,
en el Real de M:nas.
NICARAGUA; Colindaba al norte COII Honduras y San Salvador,
golfo de Fonseca de por medio, al sur con Costa Rica y
tenia mares al este y al oeste. Su capital era León y el
intendente don Miguel González Sarnvia. Tenia cinco
partidos; León, con las ciudades de Granada y Nueva
Segovia, y los pueblos de Managua y Masaya¡ luego
Matagalpa, Realejo, Subtiaba y icoya.

3. GOBIERNO DE COSTA RICA.


Colindaba al norte con la intendencia de Nicaragua, al sur
con Colombia y tenia mares al este y ocste. Su capital era
únago y el jefe político subalterno era don Juan Manuel
de Cañas, cuyo gobierno eSl3ba supeditado en cierta forma

• VII..J..ACORTA ANTONIO, 1960; 1217.

17
a León. En la Diputación Provincial con sede ~n León, había
00s delegados coslarricenses. En Costa Rica residía un dele·
gado del imend enl~ de León para adminismu la Real
Hacienda.

Si comparamos este cuadl"O político administra-


tivo con los anteriores, nos damos cuenta de las
variaciones que existen en la división política, juris-
dicciones territoriales y cambio de categorías. y po.
demos explicarnos el papel que desempeñaron du·
rante la Independen cia ciertos grupos políticos qu<'
l·csidían en las capitales de las intendencias, en cada
una de las cuales había un gobierno militar y civil
de cierta significación. Recordemos la actuación que
tuvieron los precursores de la independencia en San
Salvador, León de Nicaragua y Ciudad Real: el 5
de noviembre de 1811 se dio el primer grito de rebel.
día contra el gobierno español, en San Salvador, bajo
la jefatura del padre José Matías Delgado; en León
de Nicaragua, ellO de diciembre del mismo año,
hubo un levantamiento que provocó la caída del
gobernador intendente, don José Salvador; en 1814
se repite la misma actitud en San Salvador. De la
Ciudad Real vinieron a la capital del Reino las
actas de proclamación de la independencia de Espa-
ña y la unión al Imperio Mexicano, que decidieron
al Capitán General, don Gabino Gaínza, para con-
vocar a cabildo abierto y considerar la independen·
cia del Reino de Guatemala, tal sucedió el 15 de
setiembre de 1821. También debemos anotar la po·
sición de rebeldía de San Snlvador y León ante los
hechos consumados en Guatemala, a partir de la
proclamación de la Independencia.

1. Administración polltica del Reino de Guatemala.

Dentro del Reino o Capitanía General de Gua·


temala existió Wl gobierno general o metropolitano
con sede en la ciudad de Guatemala, también llama-
da Santiago de los Caballeros. Este gobierno estaba
representado por la Audiencia de Guatemala. de
rango pretorial, y por el Gobernador y Capitán Ge .

18
neral, que era generalisimo del ejército de la zona
y presidente n eto de la Audiencia.
El Gobernador y Capitán General tenía una
fun ción política dentro de la provincia de Guatema-
la, pero también una función militar en toda la Ca-
pilanía General, en su carácter de jefe máximo en
la defensa del Istmo Centroamericano, cuyas costas
estaban am:mazadas por naves de piratas que tenían
su cen tro de operaciones en algunas islas antillana s.

La Audiencia de Guatemala

Fue fun dada por las Ordenanzas del 20 de no-


viembre de 1542 y Cédula Real de 13 de setiem-
bre de 1543, con el nombre de «Audiencia de los
Confines», por estar ubicada en la ciudad de Gracias,
Honduras, en los confines de 10 que fue Guatemala
y Nicaragua en sus primeras determinaciones terri-
toriales. Esta Au diencia tenía bajo su jurisdicción las
provincias de Tabasco, Chiapas, Yucatán, Cozumel,
Soconusco, Guatemala, San Salvador, Nicaragua,
Hondura s, Costa Rica y Panamá. Al crearse el Virrei-
nato del PClÚ en 1550, se rectificaron los territorios
y la Audiencia de los Confines perdió a Panamá,
Tabasco, Yucatán y Cozumel T.
Luego pasó la sede de la Audiencia a la ciudad
de Santiago de Guatemala , en 1549; se sup rimió en
1563, distribuyéndose los territorios en lr.e la Au-
diencia de Panamá y la N ueva Galicia de México,
cuyo l ímit e era u na linea que iba del Golfo de Fon-
seca al río Ulúa en Honduras. Pero se restableció
en la ciuda d de Guatemala a partir del 5 de enero de
1570 hasta la fecha de la Indepen dencia en 1821.
La Audiencia era un organismo de gran cate-
goría, a quien el Rey mandaba obedecerla y res-
petarla como si fuera su propia persona. De sus de-
terminaciones solo se podía apelar ante el Supremo
Consejo de Indias, con sede en España, y tenía fa -
cultades para h acer amonestaciones en privado a

1 PERALTA HERNAN G., 1968, 120.

19
virreyes, gobernadores y alcaldes mayores. Se apela.
ba ante la Audiencia, como alto tribwlal de justicia,
por disposicion es de los funcionarios antes citados
y de los cabildos, cuerpos que hacían justicia en las
ciudades y villas. Pero no solo recibía y atendía las
querellas de los súbditos -inclusive los indios- sino
qu e cada tres años enviaba a uno de los oidores in-
tegrantes para visitar los diversos territorios, con el
carácter de juez pesquisidor y con facultades para
sancionar y suspender a funcionarios que debían ser
juzgados ante la Audiencia. Esta tenía pues un papel
preponderante de justicia, pero también hacía labor
política.
Según la Colección de Leyes de Indias de 1680,
una de las doce Audiencia s y Cancillerías Reales del
Nuevo Mundo era la de Santiago de Guatemala, in-
tegrada por un Presidente que era el Gobernador y
Capitán General; cuatro Oidores, que eran a la vez
alcaldes del crimen; un Fiscal; un Alguacil Mayor;
un Teni ente de Gran Canciller y demás oficiales
reales necesarios. Esta organ ización se mantuvo hasta
1821.

Proyecto de una Capitanía General en Nicaragua.

Las colonias más lejanas de la ciudad de Guate-


mala no estaban muy cOlúormes con el gobierno de
la Audiencia y Capitán General, pues la lej anía y
malos caminos y el lento proceso de los asuntos so-
metidos a estos organismos por autoridades y ve-
cinos provincianos crearon sentimíentos antagónicos,
y hasta cierto punto odios, que dieron origen amo·
vimientos separatistas, como el caso de León de Ni-
caragua en 1813 y 1814.
El diputado a las Cortes de Cádiz por Nicara·
gua, don José Antonio López de la Plata, en 1813
presentó un proyecto ante la magna asamblea para
crear una Capitanía General en las provincias de la
Intendencia de León o sea Nicaragua y Costa Rica,
y talvez Comayagua. El diputado a Cortes argumen-
taba que era muy dificil al Capitán General de
Guatemala atender tan vasto territorio, pues un solo

20
jefe tenía a cargo lo militar, lo político, la justicia y
la sup.erintendencia general de la Real Hacienda,
Atribuía a estas con diciones de gobierno la pobreza
del Reino de Guatemala "que es gravamen del go-
bierno espaii.ol y sujeto a los socorros de la Real Caja
de México y tenía que mendigar su existencia po-
lítica de Nueva España". Se agregaba la opinión del
cabildo de León qu.e textualmente decía: "Sin po-
lítica, sin caminos, sin puentes, sin puel"tos comen-
tes, sin comercio, sin agricultura, y en una p:llabra
sin gobierno, el país más delicioso ( Nicaragua ) ca -
mina a pasos tiranos a ser habitación de bárbaros
hotentotes". (piratas). Si este era el concepto sobre
Nicaragua, ¿qué se podría pensar de Costa Rica ... ?
Como fracasó el proyecto en Cádiz, la Diputa-
ción Provincial de Nicaragua y Costa Rica, en 1814.
continúa las gestiones y agregan n uevos argumen-
tos y detalles: la nueva Capitanía General tendría
400 leguas de longitud y 200.000 h. La de Guate-
mala tenía 900 leguas de longitud. Se decía también
que la Audiencia administraba ju sticia muy lenta-
mente, pues h abía que espera r dos y tres meses para
sus resoluciones. Opinaban los diputados p rovincia-
les: "Se puede asegurar que el que emprende un
pleito queda envuelto con su contrario en la ruina
y la miseria ". Se hablaba también sobre la rivalidad
comercial entre Guatemala y Nicaragua y se acu-
saba a la primera de obstaculizar el comercio de
N icaragua 8 .
Estos problemas que presen taban Nicaragua y
Costa Rica enm comunes a las otras provincias de
San Salvador, H onduras y Chiapas, y es que la con-
dición de provin cia metropolitana le daba a Guate-
mala más prenogativas y privilegios en detrimento
de la s abandonadas y lejanas provincias d e la Capi-
tanía General.

8 FERNANDEZ LEON, 1889: 481.

21
2. Gobie rnos provinciales. .

Hemos dicho ya que además de la provincia de


Guatemala había varias intendencias subdivididas
en partidos; y quc Costa Ríca, como parte de la In-
tendencia de León tenía un rango cspecial con la
nominación de "Gobicrno Polí tico y Militar de Costa
Rica", L,s alcaldías mayores solo cxistían al final de
la colonia dentro de la provincia de Guatemala, com o
Totonicapán, Sololá, Verapaz. etc. y tambi én los co-
rregimientos como Quetzaltenango y Chiquimula.
Los alcaldes mayor,es y corregidores que gobernaban
estas provincias estab.:'ln supeditados al Capitán Ge-
neral y a la Audiencia . En cambio. los gobernadores-
intendentes tenhn mucho más independencia y en
cierta forma limitaron el poder del capitán general
y la audiencia.
Dice al respecto el hi storiador Lui s Alberto Sán-
chez:
"Las Audiencias, que conservaban sus prerroga-
tivas. trataban con los subdelegados por medio de
los Intendentes, convertidos así en jefes y fiscales de
todo lo concerniente a la administración pública ...
Las facultades de los I ntendentes eran políticas, ad-
ministrativas, judiciales, financieras y militares, a
punto tal «que hasta 10 relativo» a alimentación y
provi sión de tropas quedaba bajo su vigilancia" '.
Dentro de las in tendencias desapa recieron las al-
caldí as mayores y l os corregimientos y se crearon
las provincias menores lla madas partidos como Ni-
coya. Subtiaba, Matagalpa, San Vicente. Teguci-
galpa. gobernados por un csubdelegado de intenden-
te». En el caso de Costa Rica los gobernadores lle.
,vaban el título dc c D el e~ados de Intendente». como
lo fu e don José Perié. a quien se le llama "Coman-
dante de las Armas .Y Delegado de I ntendente", en
un documento de 1789. dos años después de h aber
entrado en vigencia las Intendencias en el Reino de
Guatemala H'. Afias después se les llamaba "Gober-

, SAXCHEZ LUIS A., 1942, Tomo 1- 219,


'0 FERNAl'\'DEZ LEQN 1889, 437.

22
n3dor Politico y Militar". como en los casos de d on
Tomás de Acosta y don José Vázquez y Tellez. Al
último gobernador costarricense, don Ju an Manuel
de Cañas, por su carácter interino, se le llama "Jefe
Político Subalterno". Le doy cierto interés a lo :le
nuestra Patri a, no por tal, sino porque fue una ver-
dadera c.xcepción dentro de bs diversas provincias
coloniales del Reino.

La Diputación Provin.cial de León

A la par de los Tntendentes, gobernaban en las


ca pitales de In tendencia l as «Dipu taciones Provin-
ciales». creadas por las Cortes de Cádiz en 1812 11 .
Estas diputaciones eran a manera de municipalid;:t-
des que colaboraban con el Intenden te, quien las
presidía de oficio.
La D iputación Provincial de icaragua y Costa
Rica fue erigida por el decreto de Cortes del 23 de
mayo de 181 2. en su artículo 19 Tenía diputados de
Nicaragua y Costa Rica. pero .estos en franca mi -
nona. lo cual provocó en 1820 una actitud de rebel-
día de los colonos ticos, al negarse a designar sus
prop ios diputados, por considerarlo de poca utilidad ,
tal lo dice el cabildo de Cartago: "¿Cómo podría pre-
valecer el voto de dos ind ividuos contra el de cinco
anta goni stas egoístas, como lo tienen acreditado?"
y añ ade : "¿Qué perjuicio no resultará a esta pro-
vincia de estar expatriando por dos años o cuatro,
a dos de sus mejores vecinos. a ser el ludibrio de lo'>
leoneses?" Tienen los vecinos de Cartago la convic-
ción de que los nicaragüens.es les tienen mala vo-
luntad y se oponen a su progreso u.
En esta actitud contra la Diputa ción Provin -
cial, integrada por siete mi embros, se nota un ló -
gico resentimi ento de los colonos costarricenses que
se ven a pa rtir de 1812 supeditados a Nicaragua,
mientras qu e antes tenían mayor autonomía y p.ra
de más categoría su gobi erno . Recuérdese que Costa

11 FERNANDEZ LEON, 1907; T X :581.


a FERNANDEZ LEON, 1889, 493.

23
Rica tuvo rango de gobernación desde 1565, mientras
otras provincias del Reino ap.e uas eran alcaldías ma-
yores y corregimientos durante los siglos XVII y
xvm; aunque l<imbién tuvo la pena de que desde
1605, en tiempos d e don Juan de Ocón y Trillo, la
. Caja Real de Nicaragua pagaba gra n parte del
sueldo del gobernador.

3. Autoridades su balternas de provincias menores

Durante el régimen de las Intendencias desa-


parecieron los alcaldes mayores y corregidores, pero
no así los tenientes de gobernador, alguaciles m,-
yor.es y alcaldes de indios en villas y pueblos. Tam-
poco desaparecieron los cabildos o ayuntamientos,
que tuvieron un papel relevante en los asuntos de la
I ndependencia. Digamos algo de estas autoridades:
En cada capital de Intendencia como León, San
S:llvador, Comayagua y Ciudad Real , gobernaba el
Intendente, pero en cada cabecera de partido había
un «subdelegado de intendente:t, como en los casos
de Nicoya _ San MigueL Tegucigalpa y Soconusco.
Dentro de estos partidos existían ciudades, villas y
pueblos y en cada uno de ellos había «al~aciJes
mayores:t, y «alcaldes de indios» para resolver los
asuntos judiciales de men or importancia. En el caso
de Costa Rica había «tenientes de gobernador», que
subsistieron en el régimen de la s Intendencias, como
lo dice el gobernador don T omás de Acosta en 1799.
Se nombraban por un año. previo pago de 27 pesos
por el impuesto de media aonata: tenían jurisdicción
real ordinaria y usaban bastón. pues tenían ranA"0
de jueces. Habia tenientes en San José, Alajuela.
Heredia y Bagaces. En 1802 los tenientes de gober-
nador o subdelegados eran: don José Santos Lombar-
do en San José; don Francisco Bonilla en H eredia;
don Ramón Gutiérrez en Alajuela y don Santiago
Bonilla en Eagaces ". Había en otras regiones lejanas
autoridades de menor categoría. con el rango de

11 FERNANOEZ LJ:ON, 188'9: 415.

24
«jueces pedáneos», dependientes de los tenientes,
como en Matina, Esparza, Escazú y Ujarrás.
En el caso de la provincia principal de Guate.
mala tenía subdivisiones con el rango de alcaldías
mayores y corregimientos, como en tiempos ante-
riores a las Intendencias. Por eso había gobernando
alcaldes mayores, corregidores, tenientes de gober-
nador, alcaldes de indios etc.

Los cabildos

Esta institución comunal, típicamente española,


tuvo gran importancia en la vida de la Colonia. En
las primeras fundaciones del siglo XVI ya aparece
el cabildo, con el fin de darle representación a los
vecinos que debían arraigarse y hacer progresar las
ciudades y villas. Así lo constatamos en la fundación
de la ciudad del Castillo de García Muñoz, primera
fundación de españoles en el Valle Central de Costa
Rica en 1561, por orden de Juan de Cavallón. Este
ayuntamiento fu e integrado en enero de 1562 por
don Juan Illanes de Castro, don Juan Mexía, don
Alonso Anguciana de Gamboa, don Francisco Xuárez
Grado y don Juan Turcios, personas de prestigio, cu-
yas actuaciones posteriores los llen aron de méritos.
En todas las ciudades v villas del Reino de
Guatemala existieron los cabildos, los cuales desem-
peñaron importante papel, inclusive cuando existían
los puestos vendibles para cabildantes, adquiridos por
personas de alguna capacidad económica y casi siem-
pre funcionarios públicos de otras ramas, sin el re-
quisito de elección. Esta situa ción terminó en 181 2
cuando las Cortes de Cádiz decretaron la abolición
de la venta de puestos concejiles y entonces los ca-
bildos fueron integrados por personas que en aquellos
días tenían ideas liberales. Estos ayuntamientos fue -
ron así cuerpos r epresenta tivos de los criollos que
deseaban hacer valer la soberanía popular. En actos
iniciales de la subversión contra las autoridades es-

H UREFl' A GABRIEL, 1947: 105.

25
pañolas. como el caso del leva ntamiento del 5 de
noviembre de 1811 en San Salvador y al nna l de ese
año y 1812 en León y Granada. los ayuntamientos
rarticiparon con eficiencia 11 .
Ya en 1821. son los ayuntamientos factores de
primer orden en todas y cada una de las comunida-
des que se plantearon problemas de liberación. Así
lo vemos en la actitud de los ayuntamientos de
Tuxt.la, Ciudad Real y Comitón de la intendencia de
Chiapas, que declaran la independ encia de España
y la unión al Plan de Igual a, proclam ado el 24 de
febre ro de 1821 por el General Agustín d e Iturbide.
.Y se lo comun ican al capitán general don Gabino
Ga ínza, al cabildo de ciudad de Guatemala, invitán-
dolos a seguir el ejemplo. Estos documentos llegaron
a la capital del Reino el día 14 y es indudable la
influencia que tuvieron en el ánimo de Gainza y
demás cuerpos representativos.
Recordemos también la actitud del ayuntamien-
to de Cartago y otras poblaciones costa rricenses a
partir del 13 de octubre de 1821, en que tomaron en
sus manos la determinación de la independencia de
la provincia, hasta lle!!ar a la pmdcnte fórmula po-
lí tica del «Pacto de Con cordia», emitido el 10 de
diciembre del m ismo año. Y si dedicáramos m ós
estudio a lo que sucedi ó en los ayuntamientos de
otras ciudades del Reino, veríamos la misma con-
ducta y responsabilid Ad de los cabildan tes de la época.
Tant'1 importancia se le daba a las opin iones
emanadas de los cabildos. representantes de la volun-
tad y poder del nueblo. Que la Junta Provisional
C.onsultiva que- /4ObeITlÓ a Guatemala después de la
proclamación de IndePendencia. cuando se le invitó
a unirse al Imperio Meiicano. proclamara por Ttur-
bi:lr> el 19 de ma,-o de 1821. consideró conveniente
hacer u nA consult a a todos los ayuntami entos del
Reino. y dispuso la unión de lorlas las nrovincias al
Imperi o una vez que juzgó habí a la m ayoría nece-
saria que apoyaban esta uni ón, la cual se acordó
en acta del 5 de enero de 1822.

26
H abía dos tipos de cabildo, el «ordinario» y
permanente, cuyos miembros eran electos cada 19 de
enero y atendía los aSlU1tos de la vida normal de
ciu dad y villas; y el cabildo abierto convocado para
tratar asuntos trascendentales y el cu al se refor-
zaba con personas conspicuas, fuesen políticos, reli-
giosos o de otra ín dole. Ellos fu eron los que inter-
vinieron en el proceso de la indepen dencia en todos
los países de América.
La integración de u n cabildo ordinario depen-
día del rango de la ciuda d. Los de ciudades metro-
politanas tenían doce regidores; los de ciudades dio-
cesanas tenían ocho y los de ciudades menores y villas
tenían euatro y cinco regidores. Los cabildos costa-
rricenses fu eron t odos de esta última categor ía. Ade~
más de los cabildantes, en los cabildos había otros
funcion arios. los {<alcaldes ordin arios» que presidían
el capUdo y también ha cían función de iusticia den-
tro de la juri sdicción municipal; eran electos por el
cabildo. Además se elegían los «alcaldes de herman-
dad», qu e atendían l os aS"lmtos de policía rural. Otros
funci onarios del cabildo eran el proeurador general,
el alguacil mayor y el alférez real. Algunos de estos
eran vendibl es y se adjudicab an al m ejor postor.
El historiador José María Ots de Capdequí, dice
que el cabildo fue en América "el vocer o del «estado
liana» para dar curso a su s aspira cion es soci ales y
defenderse contra los abusos de los privilegiados
señores y de l as <lutoridades de la Corona. cuando se
apartaban de 1<Is leves vir;entes". No en vano estos
organi smos fueron l o~ focos de don de salieron todos
los planteamientos y determinaciones de los criollos
revolucionari os de América. L-:lS Juntas de Caracas.
Santiago y Buenos Aires sali eron del seno de los ca-
bildos abi ertos de esas ciu dades, convocados para
buscar la libertad.

c - Hacienda.

D esde que las ti erra s de India s fueron posesión


española. se inicia la reglamen tación de ingresos y
egresos para la administración de las colonias. Ya en

27
los primeros años se estableció la «Real Hacienda».
organismo financiero que se entendía con el movi-
miento económico del gobierno colonial, al cual es-
taban supeditadas todas las agencias subalternas que
manejaban los ingresos y egresos de las Indias. La
Real Hacienda fisca lizaba las inversiones y cobranzas
y era el nexo entre la Metrópoli y las colonias u.
En cuanto a la contabilidad existían en las ciu·
dades virreinales. México. Santa Fe y Lima, los Rea -
les Tribunales de Cuentas. encargados de la super-
visión hacendaria, con funciones semejantes a las
contralorias de la actualidad. También se debía en -
viar información a la Casa de Contratación y al
Concejo Supremo de Indias.
Todos los funcionarios al servicio de la Real
Haci enda eran llam ados «oficiales reales», tales fue-
ron los tesoreros. veedores, factores etc., que estaban
bajo el mando de las Audiencias, las cuales tenían
un departamento adjunto llamado «Junta Superior
de Hacienda». integrada por el gobernador, un te·
sorero y un contador. En el Reino de Guatemala fun-
cionaba una de estas juntas con suficiente a utoridad
para manejar. controlar y recaudar fondos de toda la
región. Los oficiales reales exisitían en toda ciudad
importante. especialmente los tesoreros. Recuérdese
que en Costa Rica se suprimió el tesorero por consi-
derarse que no ameri taba tal funcionario para ma-
nejar las exiguas entradas y salidas de nuestra pro-
vin cia. Otros funcionarios de la Audiencia eran el
«Fiscal» y el «Juez Decano» que regulaban la polí-
tica fiscal de sus jurisdicciones.
Las rentas públicas de las colonias español as
al iniciarse la época de la independencia d e Amé-
rica, alcanzaban una suma global de 39 millones de
pesos. de los cuales 20 millones correspondían a la
Tueva España donde estaba incluido el Reino de
Guatemala. Los fondos excedentes de una provincia
pasaban a cubrir los déficit de otras. Fue corriente
que icara gua cubriera gastos administrativos de
Costa Ri ca; que Guatemala cubriera los déficit de la

11 SANCHEZ LUIS ALBERTO, 19"2 : 261.

28
Intendencia de León y que Mé:".i co cubriera las di-
ferencias .e n contra del Reino de Guatemala. Tam-
bién ,hubo fuertes sumas de dinero que pasaban de
las Cajas Reales de América a cubrir déficit presu~
puestarios de España.
De los 39 millones de pesos de rentas fiscales,
corresp ondían a los «estancos del tabaco» la fabulosa
suma de Z0Yz millones y le seguían la amonedación
e impuestos con 10 millones y la minería con 8Yz
millones de pesos 11.

Impuestos

Entre ellos citamos los «tributos» sobre l os in-


dividuos y la s tierras de indios, para el Rey o para
el señor encomendero y a veces para el cacique
respectivo. El «quinto real», que era la quinta parte
sobre minas y botines de las expediciones; el «diez-
mo» que era el 10% sobre las rentas a favor de
la iglesia, pero recogido por las autoridades civiles.
Había otros impuestos sobre el comercio como
la «alcabala» que era del Z y 4% sobre venta de
m ercaderías y el «a1mojarifazgo», impuesto portua-
rio del 5% sobre ingreso de mercaderías y Z%
sobre la salida de ellas. Otras entradas eran las con·
cernientes a la venta de «puestos concejiles» y otros
funcionarios.
Los gastos del Estado español en América obe-
decían al pago de la complicada y extensa red de
funcion3rios de toda índole; los gastos para la de~
fensa; para el fomento de la cultura en escuelas,
colegios y universidades; el mantenimiento de se-
minarios, templos y funcionarios eclesiástícos en vir-
tud del Regio Patronato Indiano; y el mantemiento
y construcción de vías públicas, incluyendo el gasto
que signi ficaba el mantener las flota s defendidas por
LUlidades de guerra, para proteger el comercio es~
pañol del ataque de piratas.

11 PEREYRA CARLOS, 1938, 358.

29
d • Justicia.

En los primeros tiempos de la ocupación hispá-


nica. la justicia se hacía por la ley del más fuerte
o aplicando la ley de Talión. Pero poco a poco las
autoridades españolas hicier on valer la justicia entre
pueblos, villas y ciudades.
Los cabildos fueron los encargados de velar
por la justicia a través de sus funcionarios especiales,
como los «alcaldes ordinarios», que eran dos, com o
voceros del ca bildo. De lo que ellos hacían podía
apelarse ante el ayuntamiento o ante la Audiencia,
según la cuantía de la demanda. El «j usticia mayor»
tenia a cargo la justicia en los corregimientos. El
«procurador general:. era el funcionario encargado
de representar al cabildo en los litigios en que éste
era parte. El «escribano mayar» del cabildo era el
encargado o.e archivar y custodiar los documentos
judiciales. También h abía un «defensor de indios».
nombrado por la Audiencia r espectiva, pero pagado
por las propias comunidades indigenas 1&.

lA justicia en la Audiencia

Sabemos que este organ ism o ten ía com o fin ali-


dad primordial impartir la justicia y tramitar las
apelaciones que llegaban desde los diversos lugares
de su jurisdicción, el e los fallos dados pos los fun-
cionarios judiciales.
La Audiencia de Guatemala era de tipo preto-
r ial. por presidirla un Capitán Gcneral 'D • Solamente
los cuatro oidores podían hacer justicia. pues el Pre-
sidente únicamente firmaba las resoluciones. La
presentación ante tan au gusto tribunal era m ajes-
tuosa y solemne. Todo se realizaba con la mayor
circunspección y respeto; además de los altos magis-
trados. presenciaban las deliberaciones el fisca l. el
alguacil mayor, el abogado de los pobres y el de-
fensor de los indios. También habia sitio especial para

SANCHEZ LUIS A., 1942; 274.


l~ PEREYRA CARLOS, 1938, 221.

30
olras autoridades, para los consejales y miembros de
la nobleza. Pero el proceso era lento y ya h emos
dicho .que a los colonos de provincias lejanas como
Costa Rica y Nicaragua, les era gravoso pedir justicia
por los gastos de traslado y m antenimien to en Gua-
temala. El «alguacil mayor» y su s subalternos eran
funcionarios de la Audiencia, encargados de ejecu~
tar las disposiciones y vigilar por las buenas costum-
bres de la ciudad. Las multas que imponía la Au-
diencia eran recibidas por los «receptores generales»
de la misma; y en ciudades, villas y pueblos lo hacían
los escribanos de cabildo y los corregidores.

e ~ El ejé rcito.

Bien sabemos que el sacerdocio y la carrera


militar eran profesiones muy apetecidas, especialmen-
te por los hijos segundones, que venían a América
con el fin de hacer fortuna y gana r méritos perso-
nales, ya qu e el mayorazgo n o les pennitía heredar
riquezas ni honores de su padres. Por otro lado, los
monarcas españoles tellÍan la n ecesidad de fuerza s
militares para " asegurar la paz en las Indias y para
combatír y detener a los corsarios enemigos", como
decía n la s disposiciones concernientes en la Recopi-
lación de Leyes de 1680, Libro 11I.
Por tales razones, tanto los españoles como los
criollos acogían la carrera de las armas con mucha
frecuencia. En el caso del Reino de Guatemala esto
era con mayor énfasis por encontrarse frenle al
mar de la s Antillas, refugio de corsarios que ataca-
ban barcos y puer tos como Veracruz, Santo Domingo,
Cartagena, Portobelo y Panamá.
El Capitán General de Guatemala tenía a cargo
la defensa de las costas del istmo desde Yucatán hasta
Panamá, en ambos m ares. La capitanía 'general fu e
establecida en 1573 y era la más importante de
América, en la lucha conlra Jos corsarios. El titular
de ella tenia libertad de acción y solo estaba supe-
ditado a la Junta de Guena de Indias.
Al final de la Colonia, la fuerza pública en
América tenia un total de 152.650 hombres, de l os

31
cuales 24.750 eran tropas regulares y 127.900 eran
milicianos . Dice don Manuel Montúfar y Coronado
en sus MEMOR I AS 20, que la fuerza militar del Rei.
no en las postrimerías del régimen español y en tiem-
pos normales n o pasaba de 1500 h , distribuidos en
LUl regimiento de infantería de linea de cinco com·
pafias fijas, situadas en puestos fronterizos, y una
brigada de arlilleria. Además había unos 12 mil
hombres en las milicias provinciales al cuidado de
los jefes e instructores permanentes. Estas fuerzas se
mantenían con la renta del tabaco, a razón de un real
por li bra, de venta en los estancos. El Capitán Ge-
neral era el Primer Inspector del ejército y había
sub-inspectores para la infan tería y la caballería. La
artillería tema un coronel jefe. Las fortalezas eran
construidas y reparadas por militares que conocian
la materia, pero no había cuerpo de ingenieros. Los
gobernadores intendentes de Nicaragua y H ondura s
gozaban del rango de coman dantes generales de
provincia, bajo la jefatura del Capitán General. Es-
tas fuerzas aumentaron durante los h echos de 1811
y 1814, así como cuando invadió Filísola el t erritorio
centroamericano.
Opina Luis A. Sá nchez, quizá con mucha ra-
zón, que los países militaristas de hoy tienen rela-
ción con las zonas m ilitarizadas de la época colo-
nial ll . Apliquemos éste al Reino de Guatemala: en
los países donde hubo intendencias (San Salvador,
H onduras y León) y naturalmente Guatemala, hubo
más contacto con la vida militar que en Costa Rica,
el país lejano y pobre, donde si lo n ecesitaba envia-
ban fuerzas de Nicaragua y Guatemal a a reforzar su
defensa, tal sucedió en los años siguientes a la in-
vasión de Mansf ield y Margan en 1666. Estamos in-
clinados a pensar, visto lo anterior, que el factor de-
terminante del militarismo centroam ericano es el
hecho de la tradición castrense que arranca desde
la vida colon ial.

20 MONTIlfAR MANUEL, 1963, 55,


!I SANCHEZ W IS A, 1942, 257 Tomo "

32
De las provincias del Reino, icaragua fue la
más apetecida por los corsarios, ya que la posesión
del Desaguadero de los lagos de Granada y Managua
les hubiera dado grandes ventajas. Por eso esta pro-
vinci:l. fue defendida con mayor atención. En el San
Juan o Desaguadero se construyeron dos fortalezas,
el Castillo de la Purísima Concepción., hoy Castillo
Viejo, hecho en 1660, y el Castillo de San Carlos de
Austria, construido en 1666, donde se inicia el río
Desaguadero . Este castillo fue destruido por el fi-
libustero Gallardillo en 1670 y poco después recons-
truido, por la necesidad urgente de la defensa. Re-
cordemos que Granada fue varias veces atacada por
los piratas y que el Castillo de la Purísima Concep-
ción fue escenario de Wl hecho heroico, cuando una
adolescente de 13 años lo defendió, en ausencia de
su padre don José de Herrera, cuando lo atacaron
unos corsarios que venían en una flota inglesa en-
viada por el gobernador de Jamaica, cuando España
e Inglaterra estaban en pie de guena. Esta h eroína
fue doila Rafaela de Herrera, cuyo relato lo cuenta
Fernández Guardia en sabrosa crónica 11.
La costa atlántica de Nicaragua fue h abita da
desde m ediados del siglo XVII por los zambos mos-
quitos, quienes hicieron amistad con los ingleses de
Jamaica, los cuales les ca mbiaban armas por cacao
y carey, productos que los zambos robaban en las
costas de nuestro país. Esto fue un grave problema
para la capitania general de Guatemala. Recordemos
que se construyó el fuerte de San Fernando en 1743,
pero años después lo destruyeron los propios piratas.
quienes continuaron entrando en Malina sin difi-
cultades. Al final de la Colonia las autoridades es-
pañoles optaron por tratar amistosamente a los
zambos para separa rlos de los ingleses. y práctica-
mente reconocieron la posesión de la M osquitia, desde
el San Juan hasta el Cabo Gracias a Dios.
El Intendente de León tenía a cargo la defensa
de toda esta costa atlántica de Nicaragua y Costa
Rica , y nuestro gobemador estaba bajo la jefatura

:2 FERNANNDEZ GUARDIA RIC ARDO, 1967, 171.

33
del in tendente. Citemos para muestra el hecho de
que don Tomás de Acosta en 1798, consultó al in-
tendente de León sobre la que debía hacer con unos
zambos que habían llegado en abril a Matina y
pedían regalos valiosos. El Intendente lo autorizó
a darles obsequios para evitar que saquearan el
valle. Y como csta exigencia era anua~ en 1802
don Tomás recibió orden del Capitán General en el
sen tido de que estos obsequios no debían ser ma-
yores de 100 pesos castellanos y además, que reti-
rara el destacamento que defendía Malina ti.
Los inten dentes eran los jefes inmediatos del
Capitán General de Guatemala, y tan to en León
como en las otras capitales de intendencia se dispo~
nia de importantes fuerzas y pertrechos de guerra.
Por eso los insurgen tes de 1811 en San Salvador
atacaron el cuartel pJ.ra apoderarse de 3000 fu sil es
y 200 mil pesos. con la mala fortuna que el plan
no tuvo apoyo de los partidos de San Miguel, San
Vícente y San ta Ana y le fue fáci l al coronel José
de Aycinena , enviado por el capitán general Bus-
tamante y Guerra, pacificar a los insurgentes de San
Salvador 2 0.

BIBLlOGRAFIA

CALVO JOAQUIN BERNANDQ, 1881.

FERNANDEZ LEON. 1889·1907.

FERNANDEZ GUARDIA RICARDO. 1967.

GARCIA PELAEZ FRANCiSCO DE P. 19+f.

MARURE ALEJANDRO. 1831.

MON'fUFAR y CORONADO MANUEL. 1963.

u FERNANDEZ LEON, 1889: 4B.


u MARURE ALEJANDRO, 1834: 7.

34
PERALTA HERNAN C. 1%8.

PEREYRA CARLOS. 1938,

SANCHEZ LUIS ALBERTO. 1941.

UREfilA MORALES CABRIa 1941.

VALDES OLIVA ARTURO. 1951.

VlLUCORTA J. ANTONIO. 1960.

35
LA POBLACION DE CENTRO AMERICA EN
VISPERAS DE LA INDEPENDENCIA

Lic. Rosa Greñas Morales.

"El hombre, gradas a la cultura por


él creada tiene mucha independencia
respecto al ambiente físico y por eso
es más móvil que cualquier otro
animal. Cuanto más humano sea,
esto es, más inteligente y más civili_
zado, mayor será esta inde~nden­
dencia. Más móviles que él son las
creaciones de su espíritu, que lo-
gran des prenderse de sus creadores
y emigrar sobre la fa z de la tierra".

IL SE $CHWILETZKY

Ethnobiografia, 1955, 84.


1I COM POSICION ,

Factores detenninantes de la formació n del pue-


blo centroamericano.
La población del antiguo Reino de Guatemala
se integró, por medio de un proceso constitutivo
similar al que se verificó en México o en la Amé·
r ica del Sur.
Inici almente los elementos étnicos básicos fuer on
dos:

1. El indígen a qu e poblaba el continente ameri-


cano y que como elemen to au tóctono fue una
poderosa base detenninativa de originales con -
diciones. ,
2. El español que colonizó lan desmesurados terri-
torios y que transplantó al n u evo medio el con-
junto de facto res repr esentativos de su raza y
su cultura, de sus virtudes y vicios.

Esta fusión dio fanna al m estizaje, que p ar-


tiendo del cruzamiento étnico constituye una co-
rriente general que se en cuentra en todos los órdenes.

39
Grupos étni cos:

1) EsPAÑOL:

Este grupo ocupó el primer lugar dentro de la


naciente sociedad americana, su dominio sobre el
indígena y su calidad de vencedor le dieron las fa-
cultades para ocupar esta posición.
Analizando brevemente este grupo, hay que
recordar que dentro de él había dos clases, con gran-
des diferencias entre sí:

a) Peninsulares: llamados también Chapetones o


Gachupines.
b) Criollos.

a) Chapetones:

Estos elementos eran los nac!'dos en Españ3.' y


que luego emigraron a la América. Gachupín se
aplicó generalmente en la América Septentrional y
el vasallo chapetón se aplicó en la América Meridio-
nal. En relación al ténnino gachupines, se conside-
ra que procede de 2 vocablos de los indios aztecas:
Cactli := calzado y de chopini = puntapie. Se con-
sidera que la acepción de este ténnipo tiene un
sentido despreciativo: persona que trata a los otros
a puntapiés.
Los peninsulares procedían desde luego de las
diferentes Provincias Españolas. así vemos como en
el caso de Costa Rica, llegaron a nuestro territorio
castellanos. andaluces, e..\:trem~ños, catalanes, astu-
rianos. gallegos, etc. '. En la Provincia del Salvador.
los espmioles que arribaron a esta reg:ón en los ini-
cios de la época colonial procedían de Extremadura.
Andalucía. Castilla y Vascuña.
LA condición social de los chapetones l es adju-
dicó injustamente determinados privilegios como ocu-
par importantes cargos públicos con jugosas remu-

1 QUIROS TUllA, 1954 : 86.

40
neraciones, poseer latifundios que explotaban con
cultivos, ganados y el provechoso beneficio del añil,
y con tar con el mayor número de indios para estas
labores. llegaron a Cílnst ituir el grupo aristocrático,
In. clase más poderosa en todos los aspectos.
Vivían holgadamente en elegantes mansiones,
atend idos por numerosos sirvientes, rodeados de lujo
y de comodidades: estas granjerías propias de su
condición social hicieron de los peninsulares un gru-
po orgulloso. Para ellos era fundamental que conti-
nuase el sistem a politico imperante que les garan-
tizaba sus privilegios, fu eron pues los primeros opo-
sitores de las nuevas corrientes ideológicas que des·
piertan la causa emancipadora.
Estos elementos, aun después de la I ndepen-
dencia persisten en su actitu d de oposición al nuevo
orden político, organizando revueltas: recordemos
que en Nicaragua estos levantamientos de los cha-
petones sumieron al país en lamentables luchas
fratricidas.

b) Criollos:

Eran los españoles n acidos en América . Se h abían


dedicado al comercio y a otras actividades afines.
logrando tener una buena posición económica, bas-
tantes de ellos poseían latirlmdios rivalizando social-
mente con los peninsulares. La mayoría de los criollos
eran capaces e instruidos aspirando a dirigir la s co-
munidades americanas. pero se sentían defraudados
al no ocupar los m ás im portantes cargos públicos
dentro de la administración español a.
En la personalidad del criollo se m anifestaba
un elemento nuevo. el propiamente americano, arrai-
gado desde su cuna. plasmando luego un h ondo sen-
timiento de nacionalidad.
Sin embargo la actitud de l os criollos ante el
proceso emancipador no fue uniforme, el mayor nú-
mero de ellos fueron fervientes gestadores de esta
causa, pero otros asumieron un comportamiento si-
mila r al lado de los peninsulares, para salvaguardar

41
sus intereses 2 . D espués de la Independencia la clase
cri olla ocupó el primer lugar,

Z) MESTIZO:

Este grupo fu e el tercero en el orden social, pues


la fu sión de españoles e indios fue gen eral en Cen-
tro América así como en l as otras áreas de la Amé-
rica H ispana,
Los m estizos corrientemen te eran resisten tes al
trabajo, inteligentes y con iniciativa, pero a menudo
inclinados a ciertos vicios,
No gozaban de los m ismos derechos de los es-
pañoles, com o por ejemplo no se les permitía tener
indios a su servicio, ú n icamente los podían tener
los m estizos hijos de matrimonio legítimo.
&tas diferencias entr e españoles y mestizos ori-
ginó una discriminación basada en prejuicios racia-
les, envolvió a los grupos étnicos, pero a pesar de
esto los d iferentes grupos se siguieron mezclando.
En la Provincia de Costa Rica, l os mestizos cons-
tituyeron.el grupo mayor, como puede apreciarse en
el siguiente dato del año 1801, en que habia 30.413
ladinos y mestizos, o sea más del 50% de la po-
blación total de la Provincia 3 . Se supone qu e de
este número, muchos mf.'stizos casi no tenían sangre
indígena y otr os eran de raza blan ca, pero por la
vida en el campo, y los trabajos agrícolas habían
tomado otro color en la piel, habiendo cambiado los
rasgos característicos del español.
Den tro del grupo mestizo. los m ás importantes
fueron los lcdinos, términos que tiene un origen
lingüístico, porque se aplicaba a los que hablaban
es pañol 4, También había ladinos entre los indios y
zambos, se les consideraba como la m ejor clase entre
los indios y llegaron a constituir grupos numerosos;
vemos así como entre 1803 y 1804 en el Reino de

2 ZELA YA CHESTER, 1965 12.


3 THIEL BERNARDO, 1951 : 3.
• ROSENBLAT ANGEL, 1954 , 11, 70.

42
Guatemala había 318.370 ladinos, 140.815 españoles
y 578.236 indios ",
Las diferencias éblicas fueron más marcadas
en el siglo XVIII, puede afirmarse que el color de
la piel .era determinativo de lo posición social, por*
que se daba importancia a la pureza de la sangre:
por ejemplo las personas con sangre indígena o ne-
gra no podían ascender en la carrera militar y les
estaba vedado ocupar cargos públicos.
En Nicaragua como en el resto del continente la
estratificación social se basaba preferentemente en
el color de la piel: los peninsulares y criollos cons-
tituían la primera clase y luego los niveles iban
descendiendo a mestizos, mulatos, indios, negros y
zambos. Estas cla ses sociales tenían un ordenamiento
vertical, de abajo hacia arriba, eran grupos distintos
sin unidad, por ello no llegaron a formar ese con-
junto cohesionado que se denomina pueblo,
También en Nicaragua los mestizos formaban
la mayor parte de la pobla ción, pero la p'osición
ideológica de ellos no fue igual, unos no apoyaron
decididamente el movimiento de Independencia y
los otros se plegaron a los criollos, esperanzados en
qu e el nuevo régimen les daría igualdad para ins-
truirse y desem peñar cargos políticos s,
Esta van idad en la pureza de la sangre, la en-
contramos también en la Provincia de Costa Rica ,
a pesar de ser la más pobre y aislada del Reino de
Guatemala, La sociedad costarricense se interesó por
tener una aristocra cia de sangre y después de 1750
se inscribieron los nacimientos en forma más cui- ,
dadosa. considerándose como españoles sólo a los
peninsulares o a los hijos de éstos. Esta medida hizo
qu e aumentara el número de mestizos en forma
notoria: en u n lapso de 20 años, el número ascendió
de 3.057 a 13.917 y a finale s del siglo XVIII, se
llegó a 30.413 mest izos. Desde Juego que este pro-
cedimiento rebajó el número de españoles que se
había obtenido anteriormente 1 ,

" ROSENBLAT ANGE L, 1954 JI , 69.


6 ZELAYA CHESTER, 1965 13.
THIEL BERNARDO, 1951
".
~.,.. - 43

3) ! N DJGEN AS:

El Reino de Guatemala 1 cuya jurisdicción se


extendía desde el Chilillo por el Norte. hasta Chi-
riqu i por el Sur. tenía a fin ales del siglo XVIII 15
Provincias 1 4 de ellas como Gobernaciones: Soco-
n usco, Comayagua. Nicaragua y Costa Rica: 9 Al-
caldías Mayores y 18 Corregimientos.
Los indios de este Rei no presentan caracterís-
ticas similares a pesar de su variedad de compo-
nentes; existían much os gn.tpos in dígenas. cada uno
con su lengua y costumbres, Cabe destacar que des-
pués de la conquista la región cat ólica fue el lazo
moral que unió estos diversos grupos aborígenes B,
Estos grupos indígen as constituyeron en el Rei-
no la ma sa de población más numerosa ; hay algunas
referencias interesan tes sobre ellos:
Los indios del Valle de Guatem ala eran muy
traba jadores, se dedicaban a la agricultura, a las
labores en los trapiches y en las haciendas gana-
d eras; com o eran n umerosos. había abundancia de
man o de obra .
Aun a mediados del siglo XVIII había en di-
versas regiones del Reino indios bárbaros. dispersos
por montes y selvas, que perjudicaban a los indios
ya reducidos por los españoles y que di eron gran
trabajo a las autoridades para concentrarlos en pue-
blos e incorporarlos a un a vida de orden y traba;o
como la de los otros pueblos de indios.
En la Provincia de Chiapas, l os in dios eran po-
derosos y cultos, se cree eran originarios de la Pro-
vincia de Nicaragua ~ y se decía que en épocas an-
tiguas comerciaron con los egipcios ' 0 , Este intere-
sante dato que consigna el Br. Domingo Juamos
en su obra 1 ésta fue aprobada por Fray Antonio
de Liendo y Goicoechea y fue por much os años la
única obra de consulta sobre estos aspectos de po-
blación.

s jUARROS, BR. DOMINGO, 1936 !I, 222.


9 jUARROS, BR. DOMINGO, 1936 JI, 49.
•0 jUARROS, BR. DOMINGO, 1 9 ~6 n, ~O.

44
En Escuintla predomina ha el grupo indígena,
luego seguían los mul atos y únicamente había al-
gunas familias de español es, lo mismo ocurría en
Guazacapán.
Verapaz era la que tenía mayor cantidad de
indios dentro del Reino, además estos indios tenían
capacidad para organizars~ por esto se considera que
comprendieron mejor la fe cristiana.
En la Provincia de El Salvadol', los indios se
civilizaron y hasta h ablaban castellano, pero como
en la mayor parte de América estos indios sufrieron
abusos, pues en el siglo XVIII, las mejores tierras
pertenecían a los peninsulares y los indios ocupaban
los territorios pobres y además alejados de los po-
blados.
En Nicaragua los indios presentaban caracterÍS-
ticas semejantes a las de los otros indígenas del Rei-
no: reacios a pagar tributos e inconformes con su
condición inferior. Tal actitud explica la razón por
la cual muchos de ellos apoyaroD las ideas de Inde-
pendencia, alentados por la posibilidad de contar
con horizontes más amplios para su vida.
Sin embargo no se puede hablar al respecto de
un criterio uniforme dentro de esta clase social,
porque muchos de estos naturales comprendían que
la autoridad real los protegía y les halagaba tener
una vida tranquila aunque modesta, como la que
llevaban en sus respectivas comunidades.
La explotación de que fueron objeto por parte
de algunos españoles y ladinos, los hizo desconfia.
dos y dudaban de las bondades de una emancipación
del Estado español.
Estos dos puntos de vista antag6nicos han sido
planteados por dos eminentes historiador.es nicara-
güenses: don Sofonías Salvatierra y don José Coronel
Urtecho. El primero de ellos afirma que los indios
apoyaban la tendencia separatista y el segundo con-
sidera que los indios de Nicaragua no se definieron
a favor de esta ca usa, por la incertidumbre que te ·
nían sobre los beneficios de este cambio.
En general se considera ha a los indios de esta
Provincia de Nica ragua como trabajadores, genero-
sos, respetaban la propiedad ajena, pacíficos; lo que
les hacía falta era instrucción, de modo que con una
acertada guía del espaflOl, podían realizar obras
magníficas,
Esta población indígena estaba concentrada en
regiones y suburbios como Natagalpa, Viejo, S.ub-
tiava, Masaya y también babia una importante con·
centración de indí genas en las regiones de ChantaJes
y Ma naguas, constituyendo en esL1.s dos últimas áreas
el 50% de la población. En relación al suburbio de
Subtiava, cercano a la ciudad de León, capital de la
Provincia, estaba fonuado por indios tejedores; y
liene importancia para los costarricenses por ser la
cuna del Br. Francisco Osejo, una de la s figuras po-
lítica s más destacadas en nuestro pais durante los
acontecimientos que siguieron al año de 1821.
Hab ía en Nicaragua esclavos que constituían un
elemento importante en la m 'lno de obra y llama la
atención que este sistema de esclavitud perduró en la
Provincia hasta '1824, en que fue abolido por l a
Asamblea Nacional Constituyente,
En esta misma Provincia de Nicaragua, en las
regiones de Taguzgalpa y Tologalpa, habitaban in-
dios infieles, enem igos entre ellos, como los xicaques
y los moscos,
En cuanto a Costa Rica, la región de Cartago era
la más poblada y a la vez la que tenia mayor nú-
mero de indios: 1.808 u ,

Explotaci6n del indio:

El indígena por sus condiciones fue criticado y


el español lo consideró un ser inferior del que podía
servirse, este criterio condujo a la explotación del
indío, porque la mayoría de los españoles abusaron
de la energía , de la pasividad, de la condición de
subordinado que tuvo el aborigen.
Estos abusos adquirieron caracteres graves en
diversas partes del continente y el Estado español,
ala nnando la situación del indio y comprendiendo lo

11 THIEL BERNAROO, 19H : 3.


inhumano de esta actitud proclive de much os es-
p añoles, legisló a favor del aborígen, incluso tom ó
fuerza la igualdad lega l entre españoles e indios, se
decía que tan súbito era el español como el indígena .
Este inter és y protección a los naturales, aminoró
la expoliación del indio t fu e una fuerza redentor a
de hondo significado en el desarrollo de América,
pero no logró combatir en forma efectiva ese com-
plejo problem a social. En este aspecto como en mu-
chos otros, las normas legales no se cumplieron y
los atropellos contra los indios continuaron hasta
provocar la extin ción de gran parte de la población
autóctona de América.
Surgen figuras protectoras del indio, qu e de-
nuncian la cmeldad del trato para con los naturales
y plantean las fatales con secuencias de esta situación:
F ray Bartolomé de las Casas, que encarna el sentido
más humano y valer oso ante esas odiosas servidum-
bres, Francisco de Vitoria, Pedr o de Gante, Fr. Ma-
tías de San Martín, Francisco Suárez, Fr. Juan de
Zumárranga, Vasco de Qu iroga, Fr. Bernardino de
Sahagún, J uan de Pala fax, etc.
Se dice que la acerba crítica a las instituciones
españolas que regulaban la vida del indio, despres-
tigiaron la obra colonizadora de España en América.
Como reacción a esto, surge una corriente pro-his·
pana, que trató de demostrar que la legislación es-
pañola y la form ación de organismos adecuados para
regir al indio, mejorar.on la condición del indígena.
Está d e más r ecor dar, que este asunto siempre causa
con troversia, aun entre los mismos autores y que la
opini ón entre españoles y american os disiente mucho
en torno a este aspecto.

Des poblac i6n del indfg e na e n e l re ino de Guatemala:

H ay varia s causas que explican la d isminución


de la población indígena dentro del antiguo Reino
de Guatemala, varias de ellas pueden generalizarse
a todo el cont inente. La explotación del indio fue
mayor antes de ponerse en vigencia las Leyes Nue-
vas, pero seri a ilógico a tribu ir como causa única de

41
la despoblación del indio, estos abusos; hay otros
factores que contribuyen al fenómeno. algunos de
ellas se presentan en los albores de la colonización,
otros perduran hasta 1821.
Enumeramos las principales causas sobre esta
despoblación:

a) Luchas entre indígenas y españoles.


b) Rivalidades entre Capitanes Españoles o entre
autoridades españolas.
e) Incursiones para llevarse indios para servicio
de las expediciones.
d) Guerras entre los diferentes grupos indígenas.
e) Afición al licor.
f) Sacrificios Humanos.
g) Pestes transmitidas por los europeos.
h) Epoca confusa que siguió a la Co"nquista.
i) Venta de indios libres.
j) Trabajo en las minas, en las explotaciones
de sal y de añil.
k) Repartimiento arbitrario de indios.
1) Repartimientos pequeños y no perpetuos.
m) Abandono de zonas pobladas.
n) Codicia de las mismas autoridades españo-
las.
ñ) Rebcliones de los naturales.
o) Vida salvaje de grupos indígenas.
p) Invasiones de piratas.
q) Invasiones de zambos-mosquitos.
r) Poca fcrtilidad de los matrimonios indígenas.
s) Estancamiento de núcleos indígenas.
t) Repoblación y mestizaje.

Como comentario a las causas de despoblación


del indígena, es muy elocuente el concepto de Barón
Castro que transcribimos a continuación:
" El indio si está som etido, hállase expuesto a
soportar no importa que expol iación, si r ebelde y
armado, peligra de caer en esclavitud, quemado con
el hierro" 1:.

11 BARON CASTRO RODOLFO, 1942 :

48
Hay que apuntar que pueblos enteros desapa-
recieron sin dejar casi vestigios, una aseveración de
esto la enconu"amos en el infonne de mayo de 1814 1
dcl Alcaldc Mayor don Ju an Antouio López, sobre
la pobl ac ión del Pa r tido de Suchitepéquez. que ca-
mcnta que de 28 pueblos florccientes que cxistían a
principios del siglo XVTTI, habían quedado única-
mente 17 y de éstos sólo 5 medianamcnte poblados U.
Este caso y otros similares cn el continente,
hacen afirmar que la población indígena d e Amé-
rica, casi se extin guió en los trcs siglos de vida
colonial ". Adcmás el siglo y med io de vida indc-
pcndiente. no ha traído transformaciones para el in-
dígena, continúa para estos grupos los problemas de
nutrición, de vivienda. de alcoholismo. educación,
moralidad 1 etc.
Sin embargo algunos autores opinan que n o
es ·c l todo aceptado hablar de una ext inción del indio,
sin o qu e cs más lógico comprender que lo que se
ha operado es una absorción del indio 16.
En América la suplantación de patrones cultu-
rales provenie.ntes de Europa, incorporó e.l nuevo
continente a la cultura occidental, perú dentro de
estos factores cu ltu rales aCluales, no todo lo indígena
ha desaparecido, por eso para a lb'Un os autores, es
posible esperar un renacimiento de la cultura autóc-
tona, un despertar del indio americano 1_.

Posici6 n d el in dio en las gu e rras de independencia:

Los próceres de la I ndepen dencia americana


trataron de darle al lndio par ticipación en estos mo-
vimientos, en relación a este propósito figuran en
primer lugar la actitud del venezolano Francisco de
Miranda "Maestro de Libertadores", la del eximio
Simón Bolívar. la de Manuel Belgrano, quien hasta
conci bi ó la idea de colocar un ascend iente de los

u JAUREQUI B., ANTONIO, 18<l4 , 117.


H JAUREQUI B., ANTONIO, 1894 , 118.
15 ROSENBLAT ANGEL, 1914 CH.
a ROSENBLAT ANGEL, 1914 , 124 .

49
Incas en el trono de América In dependiente " ; tam~
bién el gran Sa n Martín creyó que con esto se lo-
graría en parte la reivindicación del aborigen.
Desde luego que con esta actitud hacia el indio
se trató de ganar el apoyo de estas masas para la
causa emanci padora. Coincide esta actitud con la de
la emancipación del ind,io y de su igualdad jurídica
con el hombre blanco; se dan proclamas y decretos
aboliendo los tribulos, las mitas, las encomiendas,
la servidumbre person al y otras explotaciones que
pesaban sobre los in dios. Cabe destacar qu e esta nue-
va concepción socio-politica, fue más lenta en con-
ceder los mismos derechos para el negro.
La Junta de Bu enos Aires de 1810, abolió los
lributos y estableció In igualdad entre indio y blanco,
ratificada en el decreto, de la Constitución de 1819.
Tal actitud de los próceres sudamericanos es
también común a Hidalgo, que el 29 de noviembre
de 1810, en su cuartel de Guadabjara, abolió la es-
clavitud y los tributos de los indios y hasta dispu so
que las tieITas de lus comu nidades fue ran de los
indígenas. Morelos luego secundó estas disposiciones
de H idalgo.
Para entusiasmar al indio, varios decretos y
proclamas se escribieron en lenguas indígen as, y el
r esultado fue alentador : se sabe que en las fuerzas
de H idalgo y de MOl'e10S, adquir ieron r en ombre los
regimientos de indios mayos de Sonora.
Sin embargo muchos pueblos indígenas no com-
prendieron la idealidad de la revolución emancipa-
dora y ayudar on a los ej ércitos realistas; se conside-
ra qu e en parte esto ocurrió por la presíón de los
misioneros que como españoles apoyaban la inte-
gridad del gobierno español en América.

Otros grupos étnic os :

4) NEGRO:

F u eron introducidos al continente para realizar


labores duras como tra.bajos de minas, beneficio de

17 RüSENBLAT ANCEL, 1954 39.

50
amI, atención de las estanci as ganaderas, etc., se des-
tinaban especialmente a regiones cálidas y húmedas.
La mayori a d e estos negros ent.raron como es-
clavos y este comercio dio lugar a importantes mero
cad os en algunos puertos de la América Española .
El valor de es tos esclavos era variable, pero su venta
dejaba buenos ingr esos, por ello algunos traficantes
Jos introdudan de contrabando para obtener mejores
ganancias " .
En algunas áreas deJ contilLente la in fluencia
del negro fue determinante, más fucrte que la del
indio, como ocurrió en la América Antillana, donde
el n egro su stituyó casi por completo a los pueblos
aborígenes.
En Cel:t ro América el aporte negr o no fue tan
decisivo, porqu e l a afluenci a del n egro fue limitada,
por ejem plo en Guatcma la la entrada de n egros de-
pendió de la explotación de las minas. En Salvador
la población negra n o aumentó mucho y se fu e dilu-
yendo por la mezcla con las ot ras castas, se asentaron
preferentemen te en Ahuachapán , Sin Vicente, Zaca-
teroluca y la zona cacaotera de Sonsonate. E n Co-
mayagua , habí¡) un pueblo de n egros cerca de la
frontera de San Femando de Omoa, 1"e1a tivamentc
cerca de San P ed ro Sula, estos negros sí podían so-
porta r el cl ima tan cálido de esa zon a. Luego cerca
de Tru jillo, en Son agu era hahía pueb los de sólo
mulatos.
En Nicaragua, el número de negros fu e m enos
qu e el de los otros grupos étnicos, por esto fue una
clase carente de fuerza. En su ideología eran influen-
ciados por los criollos. L9S mism as características de
los negros las encontr amos en esta Provincia en los
grupos mulatos; ambas castas eran las que fom1a ban
la mano de obra de las h aciendas de ganado, su
ocupación y forma de vid<l hicieron que tuviesen que
vivir aislados, con p oca relaci ón entre ellos, ello ex-
plica por qué fueron grupos sin influencia d entro
de ese medio social.

18 BARON CASTRO ROOOLFO, 1942 , In.

51
En Costa Rica hubo muy poca población llegra~
entraron como esclavos y procedían corrientemente
de Nicaragua o de Panamá~ trabajaban especialmen-
te en las haciendas de ganado y de añil en Nicoya
y en Esparza. En 1801 había en Costa Rica sólo 30
negros de raza sin mezcla y vivían en Cartago .~. Se
cOn!tidera que en Costa Rica el negro desapareció
pronto por su mezcla con el blanco~ dando base a
la población mulata o parda. En la ciudad de Car-
tago, los mulatos vivían separados de los españoles.,
en el horno del santuario de la Virgen de los An-
geles, liamado " La puebla".
Algunos esclavos negros descontentos~ huían a
Jos montes, uniéndose para defenderse, a éstos se
les llamó negros cimarrones y contra ellos se dicta-
ron órdenes reales para procurar su captura y darles
su sal'íción.
Los esclavos negros se marcan CaD hierro can-
dente en la frente o en Las espaldas, esta práctica
tan inhumana se abolió por la real orden del 4 de
noviembre de 1784.
Había negros libres, pues los esclavos podían
adquirir su libertad por el consentimiento de sus
amos, con la carta de libertad o porque Los mismos
negros pagasen su valor; por lo común un esclavo
negro se compraba en 300 Ó 400 pesos.
Tanto en la sociedad como ante la ley, el negro
se consideraba inferior al indio, pero en la práctica
esto no ocurrió porque la posición económica del
negro por lo general fue mejor. Los esclavos n egros
habitabJIl en núcleos cercanos a los poblados blan-
cos, a los cuales scrvían~ esto fue lo que les dio una
posición mejor que la del indígena.
El aporte del negro en América no fue el de
una masa pasiva~ su personalidad se reflejó en sus
costumbres~ música, ritmo. lengua, vitalidad y su
alegría que la transmitía n a los núcleos de población
vecinos.

1_ THIEL BERNARDO, 19S1 3.

52
5) MULATOS:

Corrientemente se les llamó también pardos, la


situación de esta clase era semej :mte a la de los
negros, pero socialmente tenían algunas ventajas,
incluso que podían pedir por gracia real la dispensa
de su condición de mulato.
Por lo general su nivel soci al cst:tba por encima
de los indios y de los zambos ZO , y las con di ciones
morales de estos grupos mu latos se consideraban
mejores. pues la mayoria de ellos eran honrados,
activos, listos y con una delicada sensibilidad.
Los defectos que le atribu ían a los mulatos eran
comunes a los otros grupos. como afición al licor y
a los juegos de cartas y amigos de hacer trampa.
A fin es del siglo XVJIL muchos mulatos habían
logrado superarse, poseían importancia política, ca-
pital e instrucción, debido a esto la mayoría de ellos
eran libres por nacimiento o por manumisión ( se les
había dado la libertad ) .
Los mulatos corrientemente fonnaban la clase
obrera: zapateros, sastres, barberos, carpi nteros, etc.
y a sus hijos se les llamaba cholos. La s l eyes espa-
ñolas les garantizaban cier~s franquicias con la
finalid ad d e mantenerlos conformes dentro del sis-
tema colonial español, pero en la práctica. siempre
soportaron cierta discriminación por parte de los
blan cos. por ejemplo a las mulatas. algunas de la s
cua les llam aban la atención por SU belleza. no se les
permitía vestir como lo hacían las españolas, pero
estas diferencias no fueron generales en todas las
coloni as. porque en México, y en Guatemala. los
negros y mulatos vestían con luj o y a veces 10 hacían
por la protección de algún rico.
En Costa Rica los mulatos, zam bos y pardos
se incluían en un mismo grapo. eran descendientes
de los negros que penetr<lron al territorio en el siglo
XVI, para atender las explotaciones de añíl y hacien-
das de ganad o. Cuando decayó el cultivo del añil,
muchos de estos pardos se fueron a Cartago. ocu-

20 RQCENBLAT ANGEL, 1954 : 165.

53
pando el barrio de Nuestra Señora de los Angeles,
pasando luego I'n los siglos A'VIl y xvnr a los
valles de Barba y Aserrí.
El grupo lllulato fu e ademas numeroso en las
regiones de Nicaragua y Esparza.
La revolución que culminó con la Independen-
cia. aminoró en parte estas profundas divisiones
étnicas-socialcs.

6) ZAMftOS:

Estc lipo provcnicnte de la mezcla dc negro


e indio. fue el grupo más inferior dentro de la estra~
tificación social. por ello eran despreciados por los
españoles 21. La prohibición d" que los negros y nll1·
Jatos se mezclasen con indios, hizo del zambo un
elemento dc condición inferior ~~; el mismo ténllino
zambo se consideraba ofensivo. En algunas region cs
del continente se les daba otro nombre. por ejemplo
en México se les llamaba lobos o chinos.
El grupo más importante de los zambos lo en~
tontramos en la costa atlántica de 'icaragua; el
origen de este grupo se remonta a muchos años
atrás, cu:mdo indios rebeld es se concentr aron en las
montailas próximas al AtJántico y posteriormente se
pusieron en con ta clo a finales del siglo XVII con
negros evadidos ele las Antillas Inglesas que arriba-
ron i) esta región. Ambos grupos se mezclaron pro•
. fl1samente: negros antillanos e indios m osquitos,
dando JURar a un numeroso núcleo. los zambos mos-
quitos.
Estos zambos mosquitos constituyeron un grupo
muy particular en Centro América. como descen-
ciienl('<: de ingleses. no ('stuvieron supeditados a las
autoridadC$ españolae;. Los ingleses. por sus rivalida-
des con España. alen taron las pretensiones de estos
zambos, así fue fOlllO este Kmpo llegó a formar un
remc:-!o de Estado. con ejército y con algunas em·
barcaciones y esta fu erza les oio un carácter agresivo.

~l nM~OX CASTRO II:ODOLFO, 1')42 lB.


n ROSENBLAT ANGEL, I<)S4 11, 167.

54
Estos zambos-mosquitos, cometían depredacio-
nes continuas en los sectores vecinos, pe1iudicando a
pueblos de españoles y de indios del Oriente de Ni-
caragua y de esa costa oriental de Costa Rica. Re-
cuérdese que nuestros cultivos de cacao. stú-rieron
por muchos afios estas incursiones de zambos mos-
quitos que irrumpían foona sorpresiva en esas ha -
ciendas. robándose las cosechas y llevándose los es-
clavos n egros que manejaban esas fincas. Estas d e·
predaciones afectaron mucho nuestra economía, pues
el comercio del cacao era una de las pocas entradas
con que contaban nuestros colonos.
La posición de estos za mbos mosquitos en los
movimientos de la In dependencia fueron también
muy especial. porque como nunca fueron dominados
por los españoles, de hecho gozaban de autonomía
política, y no tuvieron ninguna participación en los
movimientos emancipadores.

Otros grupos étnicos

Además de los grupos étnicos mencionados an-


teriormente, se originaron etros resultantes de una
complicación de grupos entre sí. Estos subtipos se de-
signaban con el término general de castas de m ~zcla.
La diferencia entre estos grupos era importante
en las sociedades de la colonia 21, y se aplicaron a
estas castas términos especiales, var:os de ellos pin-
torescos y sugestivos. Por ejemplo al hijo de mes-
tizo y español... se le llamaba castizo, al hi jo de es-
pañol y mulata: mor isco; al hijo de español y mo-
risca : albino y así s«;,rruia este complejo cruzamiento_
dando origen a diversos tipos, ll egando a formarse
más de 16 tipos. Entre al guno de esos sugestivos
nombres a unos se les llam:Jba «torna a trás~ y a
otros «:no te entiendo».
H ay bastantes pintura s del siglo XVIII qu e repre-
sentan estos tipos étnicos: son interesantes, porque
además de determinar los nombres tan especiales

:3 ROSE.~BLAT ANGEL, 19H 11, 168

55
que se aplica ban a estas m ezclas, representan el co-
lor de b piel y otros rasgos fí sicos, el modo de ves-
tir y hasta las labores a las que se dedicaba cada
clase.
Varios de esos nombres eran regionales, o sea,
variaban de una zona a otra.
La diferencia entre las castas condujeron a in-
confonnidad de los grupos discriminados. Algunos
historia dores consideran que esta rea cción estuvo
l igada a las ca usas de la Independencia , porque por
ejemplo la subleva ción de Tupac Amaru en Perú en
j 780, luc IH'ovocada en parte por la lucha de castas
y por es Lo uno de los objetivos de esta subversión fue
la igualdad enLr ~ mestizos, indios, zambos, etc., por
sobre las diferencias étnicas y sociales, se levanta
con fuerza el espíri tu naciona l propiamente anti-
americano.
Como ya se mencionó anteriormente, el régi-
m en de castas se diluyó dentro del proceso del mes-
tizaje,
La Revolución de la Independencia Americana,
destruyó esas baneras tall marcadas, sin embargo
a pesar del rompimiento de esos conservadores mol-
des d e la sociedad colonial y del espíritu democrá-
lico que dio vida a la igualdad social, han perdurado
aun ha sta el presente, ciertos prejuicios derivados de
estas diferencias étnicas.

21 MIGRACIONES,

Las migraciones dur.m te el siglo XVIII, consti-


tuyen importantes fen óm enos en la forma ción de
Jos caracteres de la población de Centro América .
Por medi o de estas mi graciones llegaron al ist-
mo centroam ericano. puebles lejanos de muy diver-
SJS culturas cuya influenci a es manifiesta en det er-
minarla s áreas del antiguo Reino de Guatem<lla .
Varias de estas migracio nes fueron grupos indí-
genas que se movili zaban por mandato de las auto-
ridades o POI' movimientos espon táneos para obtener
mejores medios de vida.

56
Las rrngraciones más importantes fueron las de
los pueblos negros antillanos. estos últimos son más
importantes porque además de la mezcla de tipo
étnico. se realiza el trasplante cultural que dio nue~
vas modalidades a esos pueblos y que se proyecta
ha sta el presente. Las «Leyes de Indias» le dieron
importancia a los movimientos migratorios, hay 73
de estas leyes de varios monarcas tendientes a re-
glamentar la ent ra da de españoles a las Indias.
Las migraciones más importantes del siglo XVIII
son las siguientes:

a) Migraciones durante el siglo xvm en la


Provincia de El Salvador.
b) La traslación de la ciudad Antigua Guatema-
la a La Nueva Guatemala de la Asunción.
c) Migración de negros caribes a la Isla de
Roatán.
d) Migración de negros franceses a Honduras
a fines del siglo XVIII.

a) Migraciones durante el siglo XV[11 en la Pro-


vincia de El Salvador.

En este siglo los indígenas podían trasladarse


fácilm ente de una región a otra y ofrecieron a estos
pueblos la forma de no pagar los tributos estable-
cidos 2 j. Como estos indios vivían dispersos, estaban
poco controlados por las autoridades españolas y así
podían movilizarse fácilmente del pueblo al monte
y viceversa sin necesidad de licencia.
No sólo se movilizaban de un pueblo a otro, sino
que cambiaban de nombre y de estado civil, algunos
p3saban por indios libres siendo casados. Estas tretas
hacían a los naturales hipócritas y maliciosos y hasta
llegaban a burhrse de cómo podían engañar a los
españoles.
Entre los ladinos había también elementos re-
beldes que se movilizaban sim ilarmente a los otros
indígenas y formaban pueblos antojadizamente, en

2. MELENDEZ CARLOS, 1961 : 41.

57
esta forma lograban vivir independientemente, go-
zando de libertades y estando fuera de la subordi-
nación di.recta de los españoles.

b) Traslación de la ciudad de Antigua Guatemala


a la Nueva Guatemala de la Asunción.

El terremoto de Santa Marta del 29 de julio de


1773 que azotó la ciudad de Antigua Guatemala,
unido a otros factores dtl esos años, hizo que se pla-
neara la ll'aslación de esta ci udad a un nuevo asiento.
L1S primeras migracion es hacia el otro sitio se ini-
ciaron en 1774, aunque se tiene como fecha de fun -
dación de la nueva capital el P de enero de 1776.
Esta traslación se realiza por el empeño del Capitán
General don Martin de Mayorga y esta iniciativa
del citado funcionario se juzga desacertada porque
ocasionó a la población de la ciudad de Antigua
problemas morales y económicos. P or esta razón en
esos años muchos pobladores, entre ellos gentes que
desempeñaban cargos importantes, insistieron en con-
servar el antiguo asiento y más bien construir los
nuevos edificios contra temblores u , hasta ~legó a cri-
ticarse en forma fue rte esta di sposición de trasl ñclo 2G.
Entre los problemas morales que se presentaron
podemos cilar los de los pueblos de Ciudad Vieja y
Jocotenango. que fueron los más afectados con este
traslado.
En dichos pueblos gran cantid3d de mujeres.
niños y hasta hombres lloraban por ter.er que aban -
donar sus hogares., pidiendo se les pennitiese penna-
necer en esas tierras y manifestaban que preferían
irse a los montes que a la u ':!va Ciudad 1r. Este
tr~sJ a d~ Í1.le pues el origen de intensas e importa ntes
mIgraCIOnes.
Otro problema que no había obreros para levan -
tar las nuevas ed ificaciones y se r ecurrió al t.rabajo
de los indios y de estos los del va lle de Sacatepéquez

u PEREZ V. PEDRO, 1')601 : " 22-".


,.. PEREZ V PEDRO, 1964 ; 11, 338.
=~ PEREZ v. PEDRO, 1')601 : 11, 3H.

58
fueron llevados a trab:ljar, pero en tal forma l que n o
desc<lnsaban ni los domingos y esto los agotó l lle-
gando a en fermar. Muchos indígenas también en-
fermaron por males contraídos en la nueva ciudad
com o la msen terh y bastantes de ellos murieron,
especialm en te in dios de los pueblos de Cubulco y
de Rabional Z8.
Obl igados a estos trabajos, los aborígenes deser-
taban de las labores, emigraban a los montes o a
pu eblos lejanos, en esta forma no pagaban tributo
o se asociaban a las coop erativas religiosas para no
estar obli gados al censo en la ciudad.
P or las razones anteriores el traslado nun ca fue
total, pues muchos indios regresaban a su lug<lr de
origen, a pesar de las órdenes y am enazas 29 y los
pueblos trasladados nunca contaron con el desarrollo
que tenían an teriormente.
Las autoridades eclesiásticas se dolieron de la
situación de estos indios y el propio Ar zobispo Cor tés
y L,rraz elevó sus protestas, abogando por que no se
forza se a los aborígenes en este traslado.
Se consid er a que en 1773 la Antigua Guatemala
tenía como 60.000 habitantes y que gran parte de
ellos se movil izaron h acia fuera del país o a otros
pu eblos del mismo territorio. pero no se trasladaron
a la nueva capital, par que en 1804 la n aciente ciu-
dad apenas tenía 23.000 habita n tes 30.
Otro serio problema de orden económ ico fue
los elevados gastos en materiales de construcción, se
ab andonaron edificios en perfecto estado y hasta se
demolier on var ios de ellos 10 que acarreó gra ndes
pérd idas.
El Ayuntamiento comp rendien do todas estas
dificultades, tenía la esper an za de conservar la ca-
pítalidad en An tigua, pero las órdenes terminan tes
y h asta violentas del señor Gobernador Martín de
Mayorga. lo pr es ionaron obligándolo al traslado que

68 PEREZ V. PEDRO, 1964 : 11, 335.


"9 PEREZ V. PEDRO, 1%4, : !l, 337.
BD PEREZ V. PEDRO, 1%4 : l. 26.

fi Q
demandó enormes egresos para la administración es-
pañola.
A los que se oponí~lI1 al traslado se les llamó
tenonistas y a los que apoyaron el cambio se les
llamó traslacionistas 31.
A pesar de pensar y actuar opuestamente, ambos
grupos mantuvieron cordiales relaciones sociales y
económicas, porque com o ambos afrontaban proble-
mas, trataban de r esolverlos mediante la mutua
ayuda.
A los terronistas se les prohibió reparar sus vi-
viendas, carecían de productos alimenticios, en es-
pecial maíz; los segun dos padecían de la incomodi-
dad de las nuevas construcciones, de la falta de agua,
de alim entos y de los otros males propios de toda
ciudad nueva .
Esto explicJ que cuando ya la nueva capital
tenía dos años de fundada, los terronistas no querían
moverse aún de Antigua, era muy fu erte su unión
casi maternal al suelo que los vio nacer.
Este mismo sentimiento hizo que muchos ya
radicados en la nueva ~iudJd, la abandonasen y re-
gresaran a la Antigua Guatemala.

c) Migración de negros caribes a la Isla de Roalán:

Esta migr<tción tuvo como an tecedente u n a re-


vuelta de negros caribes en la isla antillana de San
Vicente, que era una colonia inglesa, el 10 de marzo
de 1795. Estos rebeldes fueron ayud ados por los fran -
ceses, que por rivalidad con Inglaterra, trataban de
perturbar el desarrollo de las colonias de esta nación.
Estos negros fueron derrotados porque los in-
gleses r ecibieron refuerzos en el verano de 1796 y
en noviembre de ese año, ya todos los negros caribes
estaban sometidos nuevamente y su obediencia ba-
sada en los términos que les estipuló el Comandante
Británico.
Per o la situación para los colonos ingleses er a
inquietante, porque los nuevos negros caribes con

31 PEREZ V. PEDRO, 1%4 : 11. 363.

60
sus mujeres e hijos alcanzaban los 5.000 y los blancos
difícilmente llegaban a los 1.000 y después de esta
revuelta los colonos ya no confiaban en la fidelidad
de esos negros.
Finalmen te los colonos decidieron desplazarlos
de San Vicente y con sus familias fu eron llevados
a la Isla de Roatán en la Bahía de Honduras It.
Esta isla fu e disputada varias veces entre es·
pañales e in gleses.
Estos n egros deportados pasaron primero a la
pequeña isla de Balliceau x, al Norte de las islas
Granadin as, donde embarcados en la nave Experi.
men t a las órdenes del Capitán Barret fueron lleva ~
dos a Roatán, ll egando a esta isla el 25 de febrero
de 1797. Juarros afirma que esta población negra
arribó a Roa tán en 1796 y que eran como 2.000 in-
dividuos .'.
Al respecto el historiador hondureño Durán,
afirma que sólo fueron necesarios dos militares y un
bergantin para re:llizar esta misión de conducir estos
n egros caribes y que la fecha de arribo fue en abril
de ese año de 1797.
Los rasgos físicos que presentan los negros de
Cen lro América y la apariencia h omogeneidad que
m anifiestan proviene de es 3. gran proporción d e san-
gre n egros caribes que ti ene en su mezcla .
La mayoría de estos depo¡·tados, no permane-
cieron en Roatá n, por iniciati va del Gobernador es-
pañoL pasaron al con tinente y ocuparon zonas al este
y al oeste de Trujillo.
Algunos de ellos sirvieron a las autoridades es-
pañolas como soldados, otros se fugaron a la costa
de Mosquitia pJra escapar al servicio militar.
Los negros ca ribes se extendieron por esa Costa
oriental de Centro América desde StaJUl Creek en
Honduras Bri tánica hasta Blocks River en H onduras.
Unos avanzaron a zonas más lejanas h asta Yuca tán
y al sur den tro de lcn itorio de Costa Rica;; también
un grupo se es tableció en Pea r} Logoan en Nicaragua .

Jt MAC ROE DOUCLAS, 1951 :J6.


» JUARROS, BR. DOMINGO, 1936 : 1, 37.

61
Thomas Young considera a estos negros caribes
como pacíficos, am igables, trabajadores, listos, preo·
cupados por su instrucción, celosos de la defensa de
sus derechos. mal vestidos y alimentados.
Además estos negros podian aprender fácilmente
oo·os idiomas, muchos de ellos hablab:lI1 español,
inglés y francés creole.

d) Migración de negros franceses a H onduras a


finales del siglo XV//l :

Los fundamentos ideológicos de la Revolución


Francesa que convulsionaron profundamente a Eu-
ropa y desencadenaron las luchas políticas de esos
años, son fen ómenos interesantes para Améri ca por
los acontecimientos que sucedieron en nuestro con·
tinente como derivación de estos h echos europeos.
Una de la s proyecciones más directas de la Re·
volución Francesa es esta migración de negros hai-
tianos a Honduras " .
Alentados por la efervescencia libertaria de Fran-
cia, los esclavos de la isla de Santo Domingo se le·
vantaron contra los blancos franceses y se inició una
s:mgrien ta lucha cntre cstos dos grupos.
En esos años. España. cama otras naciones de
Europa. estaba afrontando desde 1793 una guerra
contra Francia. Los cspél ñol cs trataron de aprove·
ch arse de esa situación y pretend ieron domina r toda
la isla, tomando la parte francesa y el ejército espa-
ñol recibió la ayuda de negros franceses rebeldes,
entre ellos los del Ger:eral Juan Francisco, principa l
Jefe de la luch a.
Pero los planes de España no llegaron a cuajar,
porque la decadente y debilitada monarquía rei-
nante no pudo resistir la guerra con Francia y tuvo
que firmar la paz mediante el Tratado de Basilea,
además España cedió a Francia la colon ia espa ñol a
cn la isla de Santo Domingo.

.. Anuopologíil t Historiil de GUiltemala, 1954, 6s".

62
Es oportuno recordar que esas luchas en la isla,
remat'lron luego con la proclamación de la inde-
pendencia de Haití en 1804_
Pero a la vez que los españoles se retiraron de
la isla_ brindaron protección a los negros guerrilleros
y Juan Francisco y demás aliados fueron llevados a
Cuba.
Es tos soldados Ilevüron esposas y fmnili üs, lle-
gando a fOl-mar- un grupo como de 780, que por su
número ca usaron dificultades de alimentación y vi-
vienda a las autoridades de Cuba y a finales de 1795,
307 de estos negros, entre los cuales estaba Juan
Francisco y su famitía fueron embarcados hacia
ciudad Tmjillo.
La protección española llegó hasta fijarles un
sueldo de 500 pesos anual~ al Genenl Juan Fran-
cisco y a su principal compañero General Bias.
Estos negros franceses causaron sensación en
Tmjillo por su habla francesa, la dislinción y buenos
modales que habbn adquirido en su con vivencia con
la aristocrática sociedad francesa de H aití.
Las autoridades españolas de Trujillo temieron
que las idcas de estos inmigrantes sublevaran las
clases bajas y desde luego que este temor no carecía
de fundo.mcnto, porque estos negros conocían las
nuevas ideas, sobre todo la exaltación libertaria de
los franceses, presente CJl la "Socielé des Amis des
Noirs" (Sociedad de Amigos de los Negros) ".
El Gobernador de Trujill0 con instrucciones
recibidas. prudentem en te les quitó las armas y los
separó para evitar que estuviescn unidos, se rep:l.r-
licron en grupos aislados, para que al fusionarse con
las mujeres del país, fueran absorbidos por la pobla-
ción de la colonia. Los que conocían algún oficio,
fueron enviados a diversos pueblos de Honduras y
Guatemala y Nicaragua como San Salvador, León,
Sonsonate, Granada, etc.
Estos negros eran fue rtes y traba jadores y el
Gobernador de Omexa pidió que se enviasen algunos
a este puerto, pero esta sugerencia no fue acogida

lO Antropologí.ll e Hislori.ll de Cu.lltem.llla, 1914, 61.

63
p::¡r temor a que estos negros sublevasen a los otros
grupos negros de esa cos ta.
Los que. permanecieron en Tnljillo ingresaron
al ejército espal1ol. I
Se supone que el Jefe Juan Francisco~ regresó
luego a su patria ya independientemente porque
existe en Príncipe una fami lia lean Francois.
La mayoría de estos inmigrantes negros per-
manecicron definitivamente en territorios centroa -
mericanos.

3I POLi TJ CA SOCIAL,

El derecho indiano constituye la más noble ex-


presión de la política de España en América.
El derccho social indígena se nutrió en la pro-
tección y guía del aborigen, en su comportamiento
como ente humano dentro de las nuevas colectivi-
dades. Como proyección de este derecho sociaL vemos
la elaboración de importantes planteamientos:

a) Estatutos de trabajo.
b) Derecho agrario.
e) Régimen de seguros sociales.
d) Régimen de asistencia pública.
e) Represión de vicios.
f) Fortalecimiento de la moralidad familiar.
g) Politica Integracic.rllsta.
h) Política Segregacionista.

Algunos estatutos "dativos al trabajo:


En r elación al dcrecho obrero se legisló sobre
jornales, estipulándose que dcbían ser justos, tasado
por las justicias y se ve el deseo que el indio fuese
bien pagado y bien tratado.
Se llegó a prohibir que el jornal se pagase en
espec ie ~6 .
En relación a jornada de trabajo~ hay una regla-
mentación del gobierno de Felipe TI que fijaba esta

~6 VI~AS y MEY, CARMELO, S7.

64
jornada en 8 horas: 4 por la mañana j' 4 por la tarde.
Le preocupaba que le quedase al indio horas libres
para el trabajo en sus propias tierras.
Rcgbm enlación justa en que debían pagárselc
en la .... las horas de ida y regreso de su trabajo.
Además del jorna L debía darle alimentación y
como al indígena y tener al servicio de éstos médicos
y medicinas.
Proh ibió que el indio de clima cálido fucse lle-
vado a trabaj::ar a clima frí o y caso in verso, también
por sus dañinas cons'!Cuencias se prohibió el trabajo
de aborígenes en desagües de minas y en pesquerías
de perlas.
Mención especia l merece la reglamentación cui-
dadosa que se h izo del traba jo de mujeres y niños;
los m enores de 18 años no estaban obligados a tra-
bajar, se cbserva que esta edad fue un poco e1evada u .
En cua n to a las mujeres. se legisló sobre el
servicIo doméstico. las casadas no podían servir en
casa de esp::a ñol, sa lvo qu e viviesen en ella con su
marido, las solteras podían trabajar con consenti -
miento de sus padres.
H asta se reglamen tó el serviCIO de nodri7...J<;.
pues se cstipuló que ninguna indh que criara su hijo.
podía amamantar hijo de español.

Régimen de Seguros Sociales:

La legislación de indios puede considerarse pre-


cursora de importantes aspectos de derecho obrero
y pl'cv isión social. como fonnaci6n de h ospitales.
solidarid ad socüll, protección al trabajador y prot"<:-
ción a la infancia.
Todo pueblo debía tener hospital. al respecto
apunta elocuen temente C. Viñas y Mey que la igle-
sia . municipio, escuela y el h ospital, fueron los cua tro
soportes de la obr a político-social de Espaii.a en Amé-
nca .

1: V I ~AS y MEY, CARMELO, ..... : 63.

65
Se le dio fue rza a la solidaridad social con la
creación de montes píos benéficos y esto se aplicó
a la fu ndación y sosten imien to de hospitales.
En las bases de esta POlitiC3 de asistencia social
se d estRcó la obra de Cristóbal Pérez de H errera.

Rég imen de Asistencia Pública:

La escuela española tuvo un carácter sociaL al


dan:;e protección a nii10s abandonados.
Se colocaban en asilos o en familias y lu ego se
crearon instituciones para niños y señoritas huér-
fa n as, se crearon también el r égim en de tutores y
conser jes de tutela.

Represi6n de vicios:

Los problemas morales inquietaron a las auto-


ridades del gobierno español, que trataron de velar
por la m oral pú blica y privada.
La vagancia fu e azote de varios n úcleos de p o-
blaci ón, p<J.ra evitarla ~ e estableció la obligación
individual de trabajo con el establecimiento de casas
de trabajo para delincuentes de ambos sexos.
· EI h ábi to del juego llegó a ser casi costumbre
de ciertas gentes; las consecuencias funestas que
trajo justificaron ci ertas medidas restrictivas, por
ejemplo a principios de siglo XVIII se prohibieron
las casas de juegos, también se prohibió a los Virre-
yes la palticipación en los beneficios de juegos y a
los oidores que tu viesen en sus domicilios casas de
Juegos.
Como los abusos continuaban se emitieron las
cédulas del 3 de agosto de 1745 y del 17 de diciembre
de 1746, que fu eron más terminantes pues orden aban
la su presión de todo juego de azar, pu ntu alizando
que las infracciones se castigarían con penas graves.
En fe brero. de 1768 se reafinnaron estas cédulas u.

n VII\IA5 y MEY, CARM ELO, 143,

66
El alcoholismo fue el más gra\e problema de
la soc iedad colonial. Desde los primeros años de la
dom inación española se organ izaron actividades co-
mo campañas anti alcohólicas. medidas preventivas
y medidas represivas.
Se prohibió qu e los indios tomaran vino, per o
esto no fu e efeclivo porque el aborígen fabr icaba su s
propias bebidas alcohólicas y era muy difícil el con -
trol de esta actividad; además la sidra y la cerveza
introducida por el hombre blanco. agradaron mucho
a los ind ígenas que tuvieron a su alcance más m edios
para embriagarse.
Entre las m edidas restrictivas había varias de
carácter policial como castigo de azotes, otras limi-
taron el número de expend ios del licor y otros ele~
varan los aranceles de éstos para mermar su u so.

Fortalecimie nto de la moralidad familiar.

Al respecto se dictaron leyes pertinentes para


mantener la unidad familiar, porquc muchos espa-
ñoles venían a la América dejando esposa e hijos en
España o cosa contraria. alglUlos regresaban a su
patria, dejando en el Nuevo Mundo su s hogares.
Se est ablcció que los hombrcs casados dcbí an
llevar sus esposas e hijos. las leycs en esta materia son
muy originales y de gran r ectitud . Se llegó hasta
lim ita r la libertad de circula ción y de residencia
p:u a cumplil· estas d ispos iciones.
También se trató de proteger en toda forma la
moral familiar y los derechos de la mujer casada.

Polltica Integracionista:

La u.rgencia de contar con elementos para la


colonización hizo que cl Estado Español fuese Oexi -
ble al permitir la fu sión étnica de español e indio.
se dio li cencia para efectuar m atri monios de estos
gmpos )' estas uniones e<luipararon a los realizados
entre españoles n.

~Q BARON CASTRO RODOLFO, 1942 149.

67
Paralelamente a la obra de colonización, el go-
bierno español concentró a los indios en I>ueblos, se
preocupó que los naturales tuviesen sus propios nú-
cleos y no fuesen desplazados ni por españoles ni
por negros.
En parte este propósito se debió al deseo de pre,
servar a los grupos indígenas de algunas viciadas
costumbres de eUl'Opeos y africanos.
Tal proc!Jdel' fue sensato, pues se sabe lo perju-
dicia l que fue llara los naturales, el adoptar ciertas
inconvenientes modalidades.
Pero con estas órdenes como en otros casos, ocu-
rrió que a pe~r de lo sano del principio estas dis-
posiciones no siempre se cumplieron.

polrtica Seg regltcionista:

En forma breve se expondrán algunas medidas


que se adoptaron para dar forma a la segregación
de gzupos étnicos. El gobierno español no fue par-
tidario de la entrada de numerosos grupos de n egros
a las colonias ameriCJnas, por ello en ciertas pro-
vincias se limitó O se prohibió la entrada de ele.
m entos de color.
Además se impuso al negro una serie de limi -
taciones, por ejemplo no podía recorrer de noche
los pueblos, ni llevar armas, ni tener indios a su
servicio. Las mujeres negra~ no podían usar joyas
ni sedas.
Los hijos de negros no podían asistir a los mis-
mos centros docentes para hijos de españoles; vemos
cómo la discriminación social es problema de antaño
en el continente. Las constituciones de las universi-
dades de la s escuelas, establ ~ ja la no asistencia de
n egros a estos centros t o.
También los negros debían trabajar en deter-
minad os oficios porque a los espaii.oles no les agra-
daba el contacto laboral con el negro. Esta discri-
minación fue más t ajante de las grandes urbes su·
ramericanas que en Mé:.:ico o en Centro América.

4 (, ROSE.'lBLAT ANGEL, 1914 : 11, 161.

68
En cuanto a mezcla de gentes de color con los
otros grupos. la legislación española reglamentó que
los negros debían casarse con muieres de su propia
raza y que no tuviesen promiscuid ad con las otras
castas., pero estas órdenes no surtieron efecto y las
me-t.:cla siempre ocurrieron.
Los españoles que basa ron muchos de sus prin-
cipios cn su condición étnica, tratarOn de mantener
la s divisiones de casta s. De hecho aunque las leyes
no fueron muy explícitas en estas relaciones, en la
prá ctica la segrcgación social fue definitiva y la s
clases aristocráti cas extrema ron esas divisiones. lle·
ga ndo hasta la prohibición matrimonial.

Aspectos Demográficos:

Las cifras de población, así como el conocimien.


to del proceso de desarrollo de las diferentes concen-
tra ciones humanas en América , fue una de las más
vigorosas inquietudes dcl gobierno de Carlos ill.
Este monarca, representativo de la corriente po-
lí tica del Despotismo Ilustr ado, deseoso de contar
con hU1damentos reales pma orientar su labor gu -
bernativa, orden ó en noviembre de 1776 el empa -
dronamiento y este mandato r eal se cumplió en todas
las colonias espai'lola s de Amériaa, siendo estos datos
de gran valor para oper acion es futuras.
Es obvio comprender que este censo tuvo li -
mitaciones como los fact ores geográficos y la capa-
cidad de los encargados de tal labor .
En el Rei no de Guatemala este empadrona.
miento lo reJli zó el Capitán General Martín de
Mayorga y los datos obtenidos alrededor dc 1777-78
fueron:
Población total del Reino dc Guatemala 797,214
habitantes de los cuales 103.005 eran indios tribu-
tarios.
Posteriormente el 23 de setiembre de 1803 se
dictó una ordenanza gener al, por medio de la cu:¡}
se ordenaba a Jos intendentes visitar sus territorios
e infonnar los datos obtenidos.

69
Varios intendentes se destaca ron en el cumpli-
mien to de esta M'len. ent re ellos el Intendente de
la Provincia de San Salvador don Antonio Gutié-
rrez Ulloa, que con una laboriosidad responsable.
hizo un informe muy completo.
GUliérrez Ulloa tuvo en el ejercicio de sus fun -
ciones graves razonamientos con la población sal-
vadorei13. recuérdese que es la autoridad represiva
riel movimiento del 5 de noviembre de 1811. Pero
hay que reconocer el esfuerzo y meticulosidad con
que realizó este trabajo. cuyos datos son de los más
completos y dieron un lotal de 165.278 habitantes.
en la Provincia de Sa lvador 54.1 % mestizos, 43.1%
indios y 28 % blancos. Se calcula que alrededor de
1821 la poblacirn de Salvador era de 200.000 h abi-
tanl es u.
Rosenbl at complementaba Su obra con algunos
cálculos dc población de las diferentes áreas dc'
América.
Según Pedro Torres Lanzas la población de
Guatema la con el itsmo en 1798 era igu31 a 800.000
h abitantes de todo el contincn te, se supone que estos
datos obtenidos con estimaciones de todo el cont i-
nent'? hieran por Francisco de Miranda y enviados
por éste al President e de E. U. A. John Adams.
Se cons idera que a fin ales del siglo XVIII la
era progresista que vivió España. hizo que aumen-
tara b población indígena ~1.
Durante la s guerras de independencia, desde
1810 h asla 1825, a pesar de las alteracion es política s
y económicas la población indigena pennaneció
estacionaria.
Walter Wilkox seña la que en 1800 la pobla.
ción ele América Cenl rll l era de 1.600.000 habitantes.
En rela ción a Nicaragua la Diputación Provincial
según cómputo de 1820, da a la provincia 149.781
habitantes.
En cuanto a Costa Rica, los principales datos
provienen de la obra de Monseñor Bernardo A. Thiel.
"Monografía de la Población de Costa Rica en el

., MELE~DEZ CARLOS, 1961 36.

70
Siglo XIX". En esta obra se asigna a Costa Rica
junto con el Partido de Nicoya. una población en
1801 de 52.591 habitantes", distribuída en dos ciu·
dades: Cartago y Esparza, 5 nilos, 5 anexos, 13
doctrinas y 3 lerritorios de indios no civilizados:
Talamanca, Bocas del Toro y Guatusa.
La composición étnica era la siguiente:

Españoles. 4.942.
Indios. 8.281.
Latinos y mestizos. 30.413.
,
Negros. 30.
Mulatos y Zambos. 8.929.

Cartago era la región más poblada: 15.338


habitantes con mayor número de indios, mestizos,
mulatos y za mbos, además los únicos 30 negros
consignados como la raza pu ra vivían en Cartago.
Uam a la atención que Cartago no fuese la región
en mayor número de españoles.
Por cifra de población a Cartago según San
José : 13.867 habitantes teniendo esta región más
españoles que Cartago. Seguja a estas dos regiones
citadas H eredia, con 10.530 hab itantes era el sector
con mayor número de población espa ñola . El cuarto
lugar correspondí a a Guanacaste: 5.429 habitantes
de los cuales como el 75% eran mulatos y 7.a mbos.
En quinto lugar estaba Ala juela: 3.822 habi .
tantes con mayor número de m estizos.
En sexto lugar Puntarcnas con 1.125 habitantes,
la mayoría de ellos indios y por último Limón con
1.180 habitantes, sin con tar con españoles ni m es-
tizos, su población estaba formada sólo por indios
y mulatos.
Los territorios de indios tenían conjuntamente:
1.300 aborígenes.
Por los da tos anteriores se comprende. que ca·
010 hoy día la zona má3 poblada cra la dcl interior
pues las costas tenían muy baja población n.

4~ THIEl BERNARDO. 1951 :J.


41 THIEl BERNARDO, 1951 04

71
En 1802 don Tomas dc Acosta, en su informe
a la rca l Academ;a de Guatemala, afirma que Costa
Rica sólo tcnía 8 pueblos de indios tributarios cuyo
númem era de 340 .indios".
El mismo Gobernador informa a la s Cortes
en 1809 que la población de Costa Rica era de
50.000 a 60.000 habitantes y en 1815 el Obispo Ni.
colás García Jérez asigna a nuest.ro territorio, una
población de 45.923 habitantes ocupando el pri mer
lugar la Parroquia de San José con 11.587 habitantes.
Las cifrJs anteriores nos revelan el fen ómeno so·
cial tan importante que se había operado en Costa
Ri ca. con la mayor concen tración de habitantes .
En San José, este núcleO: se perfila ya por su s
condiciones geográficas y socioeconómica s como el
primer c~ntro llamado a fungir como la futura ca-
pital del país.
Como comenta rio fina l a este panorama de la
población de Centro Amér ica, podemos afirmar que
los fac tores culturales le dan movilidad e indepen-
dencia al hombre, que por ley nahlral, la criatura
humana es transitoria. pero que por sobre su exis-
tencia, perduran las creac iones de su espíritu y la
inmor talidad de las ideas.

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.. CAVA LL1NI DE ARALlZ LICIA, 1948 272

72
LA DIFERENCIACION SOCIAL DE CENTROAMERICA
AL FINAL DEL SiGLO XVIII V DURANTE LAS
PRIMERAS DECADAS DEL SIGLO XIX

Maria E. Bouoli de Wille


Un modelo cónico puede aplicarse a la sociedad
dc Ccnlroamérica entre 1780 y 1840 aproximada-
mente. La iglesia jerárquica y la religión católica
romana, dan el cuerpo y amalgama del sistema. des·
dc la base hasta el vértice del cono; se imponen sobre
llna base irregular y segmentada en forma desigual.
Algunos d e los segmentos son parte del centro donde
culminan la vida urbana y los poderes políticos. eco-
nóm icos, reli giosos e in telectuales. Algunos de los
segmentos sólo alcanzan a relacionarse con el centro
débilmente.
Los sectores urbanos, aunque más poderosos. son
reducidos; los sector es rurales son amplios. .Los cen-
tros religiosos y del saber se identifican en un mism o
sistema y se ubican en las ciudades. Lo administra-
tivo y lo militar se fund en en ese sistema con asien-
to urbano. El comercio muy limitado. las artesanías
básicas. y los servicios, completan el cuadro de acti-
vidades urban as. El ritmo de la rutina diaria es
lento. La maYal' parte de la población está en el
ca mpo, en labores agropecuarias silvícolas o mineras,
pero enza rzadn en la s ramiIicaciones de la vida
urbana: sea sosteniendo económica mente esa vida.
sea manten iéndose en estado de alerta o de parti-
cipación en los crueles juegos militares ; sea por el
enlace de las instituciones reli giosas. El comercio en
el medía rural es aun más limitado que en las ciu-

75
dades. Más se intercambia la especie por otra especie
que por moneda.
El territorio no está homogéneamente integra-
do al sistema de gobierno que combina religión,
ilustración, milit:lI'ismo y administración. Este sis-
lcma se hace sentir en unas regiones más que en
otras. Los la zos fuertes o débiles que integran a los
segmentos culturales disímiles son líneas de auto-
ridad de dos sectores dominantes que compiten entre
sí: lo español y 10 criollo. esto último un resultado
loca l de la fusión de corrientes indígenas, europeas,
y africanas. En un momento domina un sistema.
lu ego el otro; casi siempre ambos ejercen el poder
en competencia y confusión. Ambos se defiend en
del mismo modo de un poder extranjero, el enemigo
común que ataca la s fronteras del territorio: el im -
perio británico.
Se ha señalado ( Lattimore, 1968 : 384) que a
partir de la era de los grandes navegantes. los po-
deres europeos se disputaban las fronteras que ha -
bían creado en ultramar, por lo menos aquellas
que estaban muy deshabitadas, o las que no estaban
organizadas en fuertes estados. La costa atlántica
de Centroamérica era ese tipo de frontera ultrama-
rina disputada por España e Inglatcrra. Las poten-
cias europeas trataban de reproducir en este tipo de
fronteras las instituciones económicas y sociales del
respectivo p..'1ís colonizador . Estas potcncias euro-
peas se habían establecido también en zonas dife-
rentes a las fronteras deshabitadas; habían conquis-
tado ZOnas de alta cultura y con instituciones esta-
tales; del mismo modo en estJ.s zona s se les puedc
señalar un proceder definido: se establecieron como
clase gobernante y tenazmente siguieron la política
de mantener dos diferenciales: el social. entre con-
quistadores y conquistados; y el diferencial econó-
mico, entre país conquistado y el país gobernante.
Este es el cuadro de la situación de España con res-
pecto al interior de Centrooméríca y su costa del
Pacífico.
Decía don Pedro Josji Malina en abril de 1821:
"D os especies de dominio puede tenel' un país sobre

76
otro. cl qu e le da el derecho dc conquista; y el que
le dan las necesidades del país sometido al que pueda
proveer a ellas. El primer dominio 10 tiene la Es-
paña, y se mantiene en pacifica posesión de él;
pues da a esta provincia, como a las demás de
Guatemala, su gobierno. El segundo dominio, desde
que la metrópoli por sus repetidos desastres e infor-
tunios perdió su industria. comercio y marina, lo
tiencn los ingleses que proveen las colonias espa-
ñolas de cuanto necesitan , casi exclusivamente, y
extraen de ella en cambio de sus manufacturas, la
moneda , y todo lo más precioso de sus producciones".
En la costa dc cstas provincias no tienen más que
dos pequeñas posesiones, Bnlfields y 'Walis ... " ( El
Editor Constitucional, IIJ, 1954: 551 ) . Hacía hin-
capié el prócer Malina en que Inglatcrra sólo poseía
dos pequeñas colonias. pero no podía cvitar admitir
que suplía a Centro:lmérica de cuanto necesitaba del
exterior. Al final de la colon ia, la influencia de
lnglaterra era algo más que la posesión de dos pe-
queñas posesiones.
Centroamérica entró a la vida independiente
en medio de una corriente intelectual que favorecía
la ilustración, la educación para todos, la igualdad
en tre todos los sectores sociales. Ya se había abolido
parcialmente la esclavitud. y gran parte. de la le-
gislación que resultaba desfavorable a ciertos sec-
tores. Los representantes de esta coniente segura-
mente serían pocos, dadas las dificultades para edu-
carse, pero eran influyentes en el gobierno de la
región.
Se trata de una sociedad inquieta por ser in-
d ependiente: por 10 menos desde la primera década
del XIX empezaron los encarcelam ientos (Valdés
Oliva. 1965 ) de rebeldes y la lucha por la indepen-
dencia no terminó en 1821. Más bien, a partir de
esta fecha se impuso la tarea de tomar conciencia e
interpretar el acontecimiento.
En este marco general vamos a examinar la
d iferenciación rural y urbana las diferencias de clase,
de estamento, de ocupación y de étnicas., y a con-
cluir con la más: general distinción en una situación

77
colonial: In di fe rencia en tre país colon izador y regio-
nal colonizada .

LA VIDA URBANA Y LA VIDA RURAL

En 1820 don Ped ro Malina se adhirió a esta


definición de ciudad :
"Ci udad es el con junto de ciudadanos, o lo que
es lo mismo, la asamblea d e los que tienen voto.
Esta persona pública que se fonoa así por la unión
de todos tenía en otros tiempos el nombre de ciudad;
dice un autor p olítico. República o cuerpo político,
es lo mismo qu e ciudad " ( El Editor Constitu cional.
I. 1954,22) .

La vida urbana

El asentamiento urbano en Centroamérica res-


ponde a la tradic ión de las primeras civilizaciones
en las cuales el núcleo urbano proveía al ár ea rural
de un cen tro de administración, de religión y de
refina m iento in telectu al. Los indígenas del n orte del
istmo y a lo largo de 1:1 costa del P acífico, habían
ya d esarrolla do este tipo oe asen tamiento, y el espa -
ñol, heredero de las tradiciones civilizadas del Me-
diterráneo, vino a reforzar el modo de vida que a
esas tradiciones parecian más digno y deseable, la
vida en pueblos y ciu dades. Ya desde sus primeras
exploraciones y conquistas, el hispano tuvo páginas
y páginas de elogios para los centros d e civilización
mesoamericana, pero par<l buenas descripciones de la
incomparable n aturaleza agreste y variada del terri-
torio, debemos esperar las descripciones llenas de
detalles y adm iración de la fauna, flora y geología,
de otros exploradores, principalmente anglosajones
y germanos.
No atra ía al español común aislarse en los cam-
pos o pagar por ellos; su principal preocupación
er a fundar y fonn ar ciu dades y pueblos, lo cual
hacía con formalidad legal. A cada núcleo se le
nombraban primero sus autoridades, quí enes debían

78
preocuparse de proveer plazas y fuentes., construir
iglesias, tener cabildo. organizar mano de obra, hacer
la carcel y logra r los títulos reales d e pueblos, villas
y ciudades. La preocupación o mentalidad urbanis-
tica del español es algo que no esca pa al que escu-
driña su labor en América (por ejemplo, véase To-
ledo Palomo. 1965 : 99-134) . De la antigua tradición
civilizada se derivaba el considerar los núcleos urba-
nos, especialmente la ciudad, como entidades políti-
cas autónomas, a ún a exclusión de los alrededor es
inmediatos. En Cen lroamérica, esta autonomía po-
Htica se revela en el hecho de que las ciudades tu-
vieron que aceptar por su cuenta el Acta de Inde-
pendencia y redactar una propia, y entrar en alian-
zas o en conflictos militares unas con otras.
"El miembro de una ciudad o mwlicipio logra-
bJ. más derechos y prerrogativas que el de una villa,
éste a su vez participaba en lo material y en la
fonnal de más comodidad y ventajas que el de una
aldea. Porqu e en una aldea o caserío todo era menos.
No había solnres en propiedad para habitación. sino
a merced del dueño de la tierra; no había sitios
de cría y sementera con perpetuid ad. sino por tiempo
y a condición de servicio; ni en fin tenemos de un
uso comim o exclusivo, sino todo precario, con que
ni la población ni los moradores gozaba n derechos
propios" ( García Peláez. llI. 1944 : 160) . A los im-
perios absolutistas centralizados convino el dominio
prebendal de la tierra, es d ecir, la tierra se otorga
en concesiones por sen>icios prestados y para usos
según necesidades del imperio y no hay énfa sis en
su compra y venta particular. propia del dominio
mercantil actual (\Volf, 1966: 51).

Ciudades y otros pueblos importantes por sus funciones


a fines del siglo XVIII y principios del XIX:

Para Centroamérica, en el año de su indepen-


dencia se estima su población en algo más d e ...
1.200.000 Y a veces hasta en 2.000.000 ( Chamarra,
1951: 2 1). La mayor parte vivía en lo que es h oy
Guatemala . Los habitantes agrupados en pueblos

79
pudieron haber sumado el 20%. La población a
fines del siglo )..'VIII estaba distribuida en 12 ciudades,
21 villas y 705 pueblos (Juarros, en Mata Gavidia,
1953: 266). La ciudad de Guatemala, la mús po-
blada en Centroamérica, tenía en 1782 más de 14.000
habitantes que proporcionaban la clientela de 26
tabernas ( Górncz Carrillo, 1905: 282). En 1795 se
contaron 23.434 habitantes ( Mata Gavidia, 1953:
266 ). Entre 1820 y 1839 la ciudad parece haber
fluctuado entre 20.000 (Mendieta, 1954: XIII) ,
32.000 (Stephen" 1, 1949 ,239) Y 40.000 (El ¡¡'h·
lar Constituciona l, In, 1954: 458 ) .
·La dudad capital de un reino español debería
contener, en palabras del Rey de España: "Conventos
de religiosos, y particularmente los de Religiosas, Co-
mwtidades, Obras pías, Capellanías, particulares,
comercios y todo lo demás que comprehendia una
ciudad Ca pital del Reyno" .. ( Real Cédula, 21 de
Julio de 1775).
De este modo, se prestó esmerada atención a la
nueva construcción de la ciudad a fines del siglo
XVIII, tanta que según Garda Peláez ( ID, 1944,
120) se descuidaba la defensa del imperio en la costa
Atlántica por los millones que estaba absorbiendo la
capital y qu e consideró erogaciones urbanas de im-
portancia secundaria. Ciertamente el trasla do de la
capital del reino es uno de los acontecimientos más
sobresalientes en relación con la vida urbana en Cen-
tro América en las últimas décadas del siglo xvm
(véase, por ejemplo, Pérez Valenzuela. 1934) .
La ciudad de Guatemala estaba en mayor con-
tacto con España y el resto de Europa que las oll·as
ciudades de Centroamérica, publicaba el único perió-
dico del reino y mantenía alguna actividad intelec-
tual ( Mendieta , 1954: XTII-XIV) . Viajeros la des-
criben ( Haefkons. 1969: 43, Stephens 1949: 152)
co r: plan de tablero, di señada en cuadras; con casas
hechas para resistir t emblo res de un solo piso, muy
espaciosas, con grandes puertas y ventanas y bal-
cones enrejados; sus interiores contenían patios or-
namentados alrededor de los cuales se hallaban las
salas. dormitorios y sitios de trabajo; de este mismo

80
modo se organizaba la ciudad alrededor de plazas
que daban adorno y servicio: servían de explanadas
a iglesias, de eSCenario para actividades religiosas,
para despliegues militares y para mercado. Sus fa -
milias principales tenían los monopolios de impor-
tación concedidos por España, se consideraban nobles,
se caracterizaban por el fanatismo religioso y tenían
el apoyo de la iglesia. Contaba también la ciudad
con una elite intelectual y anticlerica1. En el otro
extremo social parece haber padecido la ciudad de
un problema de homicidio. Más de una fuente n os
hace estimar un promedio de dos crímenes diarios.
Se celebraban procesiones muy a menudo, con carác-
ter religioso y festivo a la vez, con la participación
de todos los segmentos del pueblo. Allí, como en toda
Centroamérica rural y urbana, las damas fumaban
puros y cigarrillos, una costumbre de origen cen·
troamericano, que no dejaba de impresionar a los
europeos y norteamericanos de esos tiempos que vi-
sitaban Centroamérica. Los hombres llevaban es-
pada casi permanente y casi permanente también
h acían uso de ella. En peleas de gallos, y corridas
de toros se reunían, com o en las procesiones, todas
las clases sociales. La plaza de toros podía acomodar
una cuarta parte de la población; se amenizaba con
banda militar formada por indios y les curas podían
ser los dueños de los toros. Una parte de la gente
se podía entretener con el teatro; las damas también
ejercitaban sus dotes artísticas en arreglos norales
para santos d e sus casas e iglesias.
La ciudad Antigua, escdbia así don Pedro José
Malina en 1821, "se arminó el 29 de julio de 1773,
es cierto; pero acaso n o morirían mil personas en
las ruinas. Muchas casas. templos y edificios pú·
blicos cayeron del todo; otras muchas quedaron mal.
tratadas; otras hasta el día subsislen con poquísimos
daños. El terror de las gentes motivó más bien que
los estragos del tenemoto la traslación de la ciudad
y las órdenes estrechas del gobierno obligaron a
desampara..rla con harto dolor a otras muchas gentes
que amaban aquel suelo. Maderas, puertas y venta-
nas. rejas de hierro, y aún la piedra trasladaron sus

81
(:ueños a la nueva ciudad; y de aquí es que la Anti-
gua a~rece más escum brada que lo que la dejó la
mina; pero su tCITi torio no está cubierto de ninguna
l .va. Sus campos son h ennosos, siempre verdes y
fértiles. como que están regados de muchas y dife-
rc.l1t.;s aguas. T:Jmpoco se logró jamás su total des·
población, y en el d1a es la cab oc.era de la Alcal día
mayor de Socatepéquez. y tiene en su recinto tres
parroquias" ( El Editor Constitucion al, n, 1954:
550) .

A Esquipulas jamás se h olvidaba un quince


de enero y así decía un guatemalteco en 182 1: "Una
vez qu e fui a la feria de Esquipulas, en que la gente
por devoción suele irse a divertir en todos los ramos
del pbcer, vicio, o utilidad que se proporcionan, ya
se ve, como el concurso es tan grande, tienen el co-
,·regidor y demás justicias qu e estar muy alertas, es-
pecialmente para evitar los juegos, los robos, y cu-
chilladas que su ele haber. Para esto tienen unos
esbirros. o alguaciles armados con sendos aeíales,
que corren a la mayor voz que se les da y sin meterse
en averiguar el hecho, caen sobre los hombres y les
dan de una vez tantos y lan rccios azotes, que no
hay guapo que se defienda o se les resista. Estos
alguaciles se Human Aires. Son muy útiles y te-
midos en la feria; pero sus violentos procederes
apenas los permilen después de salir a la orilla del
pueblo por temor a la venganza de los vapuleados"
(Juan Tomás Chahajum, 18 de junio de 1821, en
El Editor Constitucional 1954, ID:636) .
En Guatemala en cada ciudad o pueblo de al -
gún tamaño, había siempre una impresiona nte igle-
sia; por todo el territorio se describen ruinas de im-
ponentes santuarios y de aldeas indigenas abando-
nadas en sus alrededores. por efectos de despobla-
mientos y terremotos; pero estaban en serv icio aun
en p equeii.as aldcas iglesias giga ntescas, y el repique
de campanas se Ola por 10 menos en la mañana, al
medio dí a y por la tnrde. Esqu ipula s tenia la sun-
tuosa iglesia del Cristo a cuya festividad acudían,
en tiempos de paz. hasta 80.000 peregrinos de toda

82
,
la América indoespañola ( Stephens, l, 1~9: 132-
133 ) . La ocasión servÍ:l para un activo intercambio
comercial tambi én. Habia un convento y otra ig~esia
espaciosa y OscUl'a que era la que más rrecuentab:m
los 1500 ind ígenas qu e constituian la población per-
manente.

Chiquimula tenía ulla gigantesca iglesia en rui-


nas. que se usab:l de cementerio; adentro se ubicaban
las sepulturas de los habitantes principales; en las
paredes había nichos para eclesiásticos; en las afue-
ras, bajo escombros embellecidos de plantas en nor,
se enterraba a la g ente común. La costumbre de en-
terrar dentro de las iglesias estaba siendo combatida
en todo el rei no con base en razonamientos, la higie-
ne y sal ud pública. Se trataba d e persuadir también
a la gente que era más bien irrespetuoso colocar
cad áveres en lugares de culto. Parece que el Pueblo
dc1 reino se resistia a acatar la medida y aceptar
la otra de que se hicieran los cementerios fuera de
los poblados.
Otros pueblos m ayores de Gu a.temala eran Gua-
lán, Salamá, TOlonicapán , San Marcos, H uechuele-
nango X Sololá. Cobán y Quewllenango tenían una
población superada en número solo por la ciudad de
Guatemala. Cuando menos unos veinte poblados de
entre 2.000 y 9.000 habitantes tenia ese país. ( Haef~
knel" 1969: 53 ) . En éstos así como en numerosas
a ldeas que contaban con cientos de indígenas, solo
el cura o los fra iles y unas cuant as autoridades
hablaban español. Su toponimia com binaba la de-
nominación indígena con el nombre de a lgún santo,
proporcionando nombres tan sonor~ s como Santa
María Chiquimula. San Cristóbal Totonicapán, Santa
Cruz del Quiché. Santo Tomás Chichicastenango.
En el territorio de H onduras h abía 139 pobla-
ciones en 1 784; su n úmero de feligreses se calculó
en 84.911. de éstos se atri buyeron a Comayaguo
5.006 y a Tegucigalpa 7.148 (Gómez Carrillo, 1905 :
266-267 ) . Ambos núcleos de población. que databan
del siglo XVI , aumentaron en habitantes con mucha
lentitud. pues un siglo después, en 1881, sus habi+

83
tantes se estiman en 10.000 y 12.000 respectivamen-
te ( Brigham, 1887: 15) . Comayagua se distinguió
por ser la sede de un obispado y por su seminario
conciliar ( Mendieta, 1954 : XIV) y después de 1821
por su papel político en la federación de Centroa-
mérica. Como todo asentamiento d e algún tamaño
en el istmo si no sufría los estragos de temblores y
terremotos, su:r:a la d evastación de las revoluciones.
pero aún quedan en Comayagua vestigios de los
intereses que animaron las gentes antes y después
de la Independencia: imágenes religiosas pintadas
por expertos de allí y de Guatemala; esculturas de
Gua temala o Cuzco. arquitectura colonial en los
templos, ma dera tallada en púlpitos y balcones, mu-
ros de piedra y de adobe, y alli en un museo se
revive ese pasado, humanizándolo con detalles tales
como el Acta de Matrimonio de Morazán, que nos
causa un curioso cosquilleo interno a los costarri-
censes pues nos recuerda que en nuestra tierra debe
haber quedado el acta de defunción .

Tegucigalpa fue creciendo como centro minero


y misional. Fue declarada Real de Minas en 1578,
Villa en 1762 y Ciudad en 1821 ( Guerrero, 1966).
Gracias mantenia importancia histórica como pri-
mera sede de la Audiencia de los Confines, pero se
h allaba en decadencia , Los Llanos, (San ta Rosa de
Copán) ya producía el mejor tab3co; Julicalpa era
WI0 de varios centros de grandes haciendas ganade-
ras y C/zoluleca un cen tro minero ( Mendieta, 1954:
XIV ) Trujillo era el único puerto centroamericano
importante como nucleo de población, pues los otros
fueron pequeñísimos caseríos que servian de cam-
pamento mientras los viajel'os se embarcaban o car-
gaban mulas.

San Salvador en el siglo XVI fue declarada vi·


lla, luego ciudad, trasladada, y en el mismo siglo
cambiado el nombre de Cuzcatlán por ese de San
Salvador (Villacorta, 1942 : 111; Guerrero, 19663.
Por esa época de la Independencia tenia cerca de
15.000 h9bitantes ( Gallardo, 1961 : 209). y con los

84
pueblos circunvecinos alcanzaba 40.840 habitantes
(El Editar Constitucional. JI, 1954: 485). Stephens
(1949. 1 : 36, 39) describe los arrab31es con árboles
fru tales en abundancia que ocultab:m las misera-
bles chozas de l os pobres; a mediodb se cerraban las
puertas y las ventanas de las casas, de los negocios,
de las tiendas de las mujeres en el mercado. y nadi e
salía. La institución de la siesta se respetaba, como
aun sucedía hasta recientemen te en todos nuestros
países. Había quiza una docena de comerciantes
extranjeros en la ciudad. a quienes no se apreciaba;
en particular no gustaban de los ingleses por haber
t"'mado Roalan.
Sonsonale se distinguía por tener siete costosas
iglesias y u n cura; casas blancas de un piso. algunas
muy gran des; y activo tráfico por estar cercana al
puerto de Acajutla (Mendieta. 1954 : XIV; Sthepens,
1949 : 261). El Salvador siempre ha sido el territorio
mas densamente poblado de Centroamérica. y su s
ciudades y pu eblos no se fundaron en territorios
vacíos sino cambiando de n ombre a algún pueblo
indígena o man ten iénd olo como en el caso de Son -
sonate.
San Miguel, cuya fundación y títu lo de ciudad
también da tan del siglo XVI. tenia qu izá una s 550
fami lias de españoles y ladinos y 5.539 habitantes
en las postrimerías de la colonia. En el año 1821
fa corona española honró ciudades y villas que se
mantuvieron leales a la politica monárquica del
momento, y San Miguf'l como Cartago en Costa
Rica. se agregó el tílulo de Muy Noble y Muy Leal
( Gallardo 1961 ,212 ) .
San Vicente de Lorenzana tenía en vísperas de
la Independencia, u n os 6.000 sujetos, 218 de los
cu ales eran españoles. es decir, tnenos del 4%. Su
fu ndación data del siglo XVII y su título de ciudad
del año 1812, lambién ampliado con el de Muy
Nobl e y M u y Leal (Gallardo, 1961 , 222).
Santa Ana, con número de población semejante
al de San Miguel y San Vicente, r ecibió el título

85
de villa en 1812. Se declaró ciudad después de la
Independencia, en 1824. En el año 1811 se amoti-
naron allí los barri os bajos contra la autoridad r eal,
exigiendo que se depositaran los cargos pú blicos en
los na i.uralcs, qu e entonces constitu ían el 37%, en
los ladinos que eran aHi los mestizos, e.n la p ropor-
ción de 56%, y en los espai'l.oles criollos, que eran
mcnos del 9%. Pedía n qu e se abolieran los tribu tos,
l.:>s estar.cos de aguard iente y de tabaco, y o tras r e-
fo r mas ( Gallardo, 1961. .225).
San Migucl , San Vicente y Smta Ana eran
c'}ntros como los otr os de Cen troamérica, rodeados
de aldeas indígenas.
León. era e:J imponancia administrativa la se-
gunda ciudad de Cen troamérica. Su fun dación data
de 1670. Era sede de obisp atlo, tenia semin ario con-
ciliar y Universidad (Mendieta, 1954 : XIV) . Corn o
todo núcleo poblado oe algún tamaño, estaba r odea-
(b de arrabales miserables, pero el centro reflejaba
vicja y aristocrática honorabilidad ; las casas eran
graneles, sus fach adas adorna das con estu co, las pla-
zas gnndcs. las iglesias magr.íficas; corno la ciu dad
de Guatemala , en L eón habia conven tos, m onaste-
rios, escucIas y élite intelectu al. La catedral era un
edificio diseñado en cruz como otr as iglesias colo-
niales; estaba rodeada de casas y jardines de clérigos;
no falfaba el cuartel y el cabi ldo, hab ía una cárcel
en la cual desde principios de siglo ya se podían en -
contrar encerr ados algunos simpatizan tes de la In -
dependencia.
Al aproximarse el año 1821 León ten ia unas
3 .000 viviendas contan do el centro y los arrabales.
Sus hAbitantes sumaban alrededor de 14 .000. Ade-
más de la catedral habia 8 iglesias. lJ>s días comun es
parecían consistir en comer, tornar, fu mar , dormir
una larga siesta en que n o se movía una alma, y
terminar en un paseo por la calle prin cipal en el
cual pa r ticipaban todas las clases sociales (Roberts,
1827: 2160. 222. 224.225).
Granada fue com ercialmente m ás activa qu e
ninguna otra ciudad centroa mericana. Con su activo

86
tnífico lacustre, fluvial y marítimo. y con su es-
píritu mercantili sta, lograha traficar, las más veces
por contnbando. con Jamaica, Belice, Cartagena y
la Habana ( M endieta, 1954; XIV ).
Era semejante a León en número de habitantes.
y en la presencia de españoles. crioUos. mestizos.
e indios. También tenía lo menos siete conventos y
monasterios, cuartel y varias iglesias; las calles am-
plias. empedradas; aceras levantadas sobre el nivel
de la calle. protegidas por aleros y balcones; tenía
fama por sus muebles y otros trabajos de ebanistería;
v.:lriedad de tiendas y almacenes que en arquitectura
un autor comparó con prisiones. El comercio estaba
monopolizado por españoles antes de 1821; habían
pulperías y mercados abiertos en la plaza pública.
Se vendían muy pocas medicinas, pero como en
León_ los merc1dos estaban bien provistos de ali-
mentos muy variados. Los residentes se paseaban por
la orilla del lago en las tardes, donde se podían ver
también en tre 100 y 200 lavanderas en su oficio.
Los temblores eran frecuentes y daban lugar a rezos
y procesiones. y en cada uno la gente se refugiaba
en las iglesias. Aun la gente principal comerciaba
en Granada; la espos1 del gobernador vigilaba la
venta de queso_ mantequilla y leche. Allí la princi-
pal razón de desear la Independencia era para ter·
minar con las restricciones del comercio ( Roberts.
1827: 234-240 ). Después de la Ind ependencia la
actividad mercantil se <lctivó con la presencia de ex-
tranjeros franceses, alemanes e ingleses. 1.0 demás
continuó igual: se podian admirar balcones con rejas
lorncad<is y aleros adornados con madera tanada:
al atardecer las indias seguían lavando ropa en el
lago. los hombres nadando. los sirvientes d::\ ndo agua
a los cabl110s y mulas y las pira~as ancladas
completaban el paisaje. 1\1asaya se conocía por sus
indios industriosos en artesanías v agricultura ( Men-
dieta. 1954: XTV): especialmente se veía n en mo-
vimiento las muieres. pues toda el agua que ese
poblado núcleo consumía. venía de su famosa laguna
sobre la espalda de las indias. en calabazas barni-
zados. pintados e incisos. colocados en bolsas soste-

87
nidas en sus frentes; el antiguo pueblo chorotega
de Managua alc- I ~ ~ó el título de villa en 1819; pero
aun despu~s de la Independencia y cuando se le
declar'ó ciudad en 1846, su diseno arqu.itectónico era
el de una aldea (Squier. 1970.. 170-173 Y 325-237).
N ueva Segouia albergó españoles que vivieron siem-
pre en ('1 temor de invasiones de zambos e ingleses.
( Bolt. 1888: 255 ). RilXiS era la villa Nicaragua: en-
t'lnccs. como ahora la gente pobre encendía su fuego
('n las calles para cocinar su cena (Stephens. 1949:
328) . En ('\ camino rea l h'lcia la fronlera sureste
del reino de Guatemala. su historia colonial está muy
ligada a la de Jos nrincipales núcleos de población
en el territorio rle Costa Rica: las Villas de Guann-
caste. hoy Libcria. de Nicoya y de Ba~aces; Santa
Cruz, Cañas y Esparza. Barrio de La L<ljuela. Villa
Vieja o r-Tcredi a y val le Hennoso. Finalmen te la
ciudad de Cartago y de allí al N. S. villas y aldeas
principalmente sirviendo de asientos misionales.
Cartago la única ciudad que se sostuvo en nuestro
territorio durante casi toda la colonia. pues San José
alcanzó ese rango ya al rinal en 1813, no alcanzó el
esplendor eJe las capitales provinciales más al norte.
No tuvo escuela elemental sino a partir d e 1782; su
arquítectura se desmoronaba con los frecuentes tem·
blores del mismo modo que le ocurría esto a casi to-
das las poblaciones coloniales. pero la provincia no
tenía los recursos humanos y económicos con que
<;c recuperaban los asentamientos de la s provincias
norteñas. Por 10 menos ganó el mérito del par de
adjetivos. Noble v Leal. en 1813. La más antigua
ciudad de españoles en Centroamérica. aun después
de la Independencia llamab1. la atención por su ex-
traordinaria quietud: la soledad de sus largas calles
se intermmpía en algunos momentos por el paso
de jinetes soli tarios, procesiones o entierros con mú-
sica de violín . (Stephens, 1841. 292·293). Se le
atribuyeron 8.714 J13bitantes en 1820 ( Fentández.
1907. X: 574-575 ). tamaño que se mantuvo muy
cstable hasta casi el final de siglo. pues en 1883 se
le atribuyen 10,000 ( Bri gham 1965: 22).

88
Barrio La Lauela fue villa a partir de 1813.
Al fin nl del siglo XVIII contaba con unas 100 fa-
milias. en 1785, en los cinco barrios de la región.,
a saber, Alajuela, Ciruelas, Targuases, Poás y Río
Grande, se contaron 268 hacendados (Femández, X,
1907,108-156).
Alajue1a estaba a fines del siglo XVIII en la
jurisdicción de Heredia. o Villa Vieja; este centro
tenía menos de 7.000 habitantes, principalmente
mestizos. Abarcaba esta jurisdicción desde el río Vi-
rilla hasta los Montes del Aguacate; en toda esta
zona se contaban como decía el cura " 18.000 almas";
estas almas no tenían ropa para venir a la misa en
Heredia, "la décima parte de ellas se podían pre-
sentar medianamente vestidas"; otra parte venía a
misa cuando conseguía un vestido prestado de esta
decima que podía prestar; la mayoría no prestaban
porque solo tenían un traje. Así pasaba con las
30.000 almas que había entre la Villa Vieja y la
Villa icaragua; de verdad que eran solo almas pues
su materia era bastante escasa (Fernández, X, 1907 :
108 -156: Montero Barrantes. 1892 : 142-144).
El Gobernador D. Tomás de Acosta infonna res-
pecto de la Villavieja de Hered.ia en el año de 1803
(Femández. 1907, X, 289-291),
" ... una parroquia de bajareque que por su
construcción y antigüed:ld está amenazando mina s,
por cuyo motivo se está fabricando otra al lado de
aquélla. pero de cal y canto. de regular arquitec-
tura y suficiente magnitud ... "
Hay así mismo una cárcel y casa que llaman
de cabildo para las juntas del vecindario, bastante
grandes, hechas de adobes y bien trazadas ...
Tiene dicha población una hennosa plaza y sus
habitantes ocupan diez calles que cOlTen norte sur y
otras tantas este oeste, cada calle con díez manzanas
de cien varas de frente y cada manzana dividida en
cuatro solares que están habitados, y las calles son
de ocho varas de ancho. De lo dicho se deduce que
la citada población ocup:t un espacio de mil ochenta
varas en cada uno de sus frentes.

89
Hay en este pueblo como ochocientas fam ilias,
algunas de ellas de España, que son los reputados
por n obles, y los demás de m estizos y mulatos, que
son los tenidos por plebeyos; pero hay a más como
otras tantas en los arrabales y campos del distrito.
y así éstüs como aquellas se ejercitan en la agricul-
tura y arriuía. ya rO l" sí ya por sus domésticos, y
"llgunos pocos en cría de ganado mayor y mulas.
Se ha medido el terreno que deberá servir de
ejido ... en cuya extensión pasturarán los ganados
que tienen para su uso y servicio diario, formarán
potreros y hnrán cercos para labranzas ... , y éstos
serán los que pagarán el derecho de ejido . .. , para
formar el fondo de propios y hacer los gastos co-
munes".
Valle Hermoso, aldea que databa de 1737, se
convirtió en la ciudad de San José en 18"13; ya en
1812 se había informado que era el núcleo más
poblad o del territorio ( Fernández, X, 1907: 367,
445, 574 ) . Mantuvo alr ededor de 11.000 a 12.000
habitantes en los años anter iores a la Independencia.
Su empuje inicial de estos años se reveló durante la
vida republicana en un <lparente empeño d e man-
tenerse económicamente más activo que los otros
núcleos urbanos de Costa Rica. Acontecimiento im-
portante en el crecimiento de la ciudad lo marcó
el legado de los ter renos del oeste que hizo su ben e-
fa ctor el Padre Chapu í de Torres.

PUERTOS

Según el grado de urbanismo que llegaron a


alcanzar los puertos de Centroamérica entre Gua-
temala y Costa Rica y qu e man tuvieron por muchas
décadas después de 1821. podemos llamarlas aldehue-
las o caseríos; solamen te se puede poner en distinto
nivel la ciudad de Trujillo en H ondu ra s. Quizá
hubiera sido otro el desa rrollo urbano de los puer-
los piratas y la annada inglesa no hubieran existido;
también contribuyó el escaso desanollo la política
de relaciones exteri ores y de comercio propias del

90
sistema imperial español, que era una de restric-
cion~. y que parecía manifestar un lema del siste.
ma : el imperio se bastaba a sí misnio.
En Guatemala. lzabal era un conjunto de cho-
zas, ron un golerón para m ercaderías, mulas, mule-
ros e indi os encUl'gados de transportar importaciones
y viajeros a través de la Sierra de M ico. Tenía plaza
con iglesia de cailas y teatro de paja, con una cruz
frente a ella. Había un recolector de impuestos, un
comandante. y soldados sin uniforme pobremente
vestidos y descalzos. Sin embargo Izabal y su ve-
cino Fuerte de San Felipe tuvieron momentos muy
interesantes como las campañas mi litares en defensa
del rei no, como la campaña de Gál vez, de 1780 a
1782. En H on.duras. Puerto Caballos ( hoy Puerto
Cortés) con la fama de las circunstancias de su
fundación en 1524. y Omoa, con su fuerte San Fer-
nando. tJ.mbién, se m : mtuvieron en perenne guerra
contra la armada y contra los piratas de Inglaterra .
Tru;illo. iJlcluyendo sus alrededores. podía contar
4.000 habitantes ( Hafkens. 1969: 287):; según una
obra de la época, "construida cerca de u n lago. en
que se \'en islas flo tan tes, pobladas de gra n des ár-
boles, y mudan de sitio, según el viento". y la única
ciudad española que logró mantenerse en la costa
Atlántica. Sin embargo. se poblaba de emigrantes
labradores de ambos sexos venidos de España (Gó-
mez Carrillo, 1905: 266; 1906: 85 ) pero estos se
mor ían o se trasladaban; u nos cuantos se mezclaban
con los indios y mulatos. Esta fue la suerte de colo-
nias europeas no españolas establecidas antes y des-
pués de la colonia en la costa Atlántica_ que gene·
ralmente no perduraron , quizá por haber estado
menos dispuestas a mezclarse con los naturales. En-
tre varios ejemplos. en extremos de tiempo y lugar,
mencionemos la colonia de escoceses de Nueva Ca-
ledonia ( Robe rts, 1827: 37) en Panamá que fra-
casó "o tunda men tc en '1698 -1699 Y la de belgas
en Santo Tomás, Guatemala, en 1843 ( Brigham,
1965: 36). En (>J PacíCico. Aniapala no alcanzó aún
la complejidad histórica d e la costa Norte de Hon-
duras.

91
En el Salvador, Acajutla. y San Carlos. Acaju·
tJa , quizá por servir tanto a Guatemala como a El
Sal va dor, cs el pucrto más mencionado.
Nical'agua con Blueficlds y San Juan del Norte
en su costa Atlántica no mostraba en esos pequeños
pueblos entonC!$ ni ahora los rasgos materiales de
un escenario hist órico tan variado como h a sido la
costa de Mosquitia desde la llegada de Colón. La
vida más act iva y aventurera de la época que nos
ocupa ocurría allí. donde solo había unas pocas
aldeas menores dc 2.000 habitantes a lo largo de la
costa, a toda la cual se le atribuían unos 15.000
habitantes en 1780 (Gómez Carrillo, 1905: 313) ;
pillaje, tráfico intenso, contrabando, conllictos bé-
licos entre indios y zambos y caribes, entre todos es·
tos contra los piratas; españoles contra ingleses; in.
dios y moscos contra españoles; luego de la Indepen-
dencia la situación sigue igual hasta mediados del
siglo XIX. La entrada por San Juan del Norte y el
río San Juan era el acceso más codiciado de los
ingleses hacia el interior del Reino de Guatemala;
llevaba sin dificultad a esos sajones n avegantes al
mismo centro de ese reino; pues la entrada por Ma-
tina los llevaba a los arrabales de la Capitanía, y la
entrada por Omoa, a sus mejores cañones. San Juan
del Sur y Realejo en el Pacifico recibían escaso trá-
fico de las provincias centroamerica nas y a veces el
resto elel mundo, tenían vida de estabilidad y rutina .
En Costa Rica. Malina tuvo importancia como finca
de cacao; se rehabilitó en t 811; Puntarenas, que
ni siquiera árboles de cacao tenía, se rehabilitó como
puerto en 1812.

LA VIDA RURAL

Para el fi nal del siglo XVIII. el barón Hum-


boh calcu ló la densidad de población de la Capitanía
General de Guatemala en 46 habitantes por legua
cuadrada. es decir, 46 habitantes por cada cuatro o
cinco l..-ilómetros cuadrados, dando una población
lotal de 1.200.000 (H umboldt, 1966 ,591 ). Est;ma-

92
mas que habitaban en ciudades y villas y pueblos
del 20 al 25 %; esto nos deja por lo menos 75 por
cien to de población su m am ente dispersa en el área
rural. en haciendas. granjas aisladas y pequeños ca-
seríos.
A m enudo los gobenladores mandaron concen-
trarse en pueblos a esta }.-oblación dispersa; sin em-
bargo, hoy sabemos que ciertas prácticas agrícolas
nccesariamente obligan a la fa milia a dispersarse y
a vivir un semi nomadismo. Un ejemplo costarricense
es l a agricultura en que se tala selva virgen haciendo
una abra y luego quemando para limpiar; las con-
di ciones de suelo y lluvia en los trópicos obligan al
abandono periódico de los campos de cultivo. Cada
vez las familias tienen que abrir montañas más lejos
de su vivienda original, y más lejos de otras familias;
así una concentración obligatoria de labradores no
podia durar más que pocos años porque muy pronto
los campos de cultivo alrededor del pueblo no iban
a producir nada . Tanto se i.ntentó reducir a poblado
a criollos y espaftoles labradores, como a indios, (Fer-
nández, X, 1907: 45-46; 575 ) , no solo con la inten-
ción de obtener los impuestos para sostener autori-
dadcs, sino tambi én porque se creía que en los pue-
blos y villas podíon tener más comodidades y me-
nos miseria . Sin emba rgo, en una sociedad agraria,
n o industrializada, podía consegu irse ventaja mate-
rial en los pueblos únicamente si los campos alrede-
dor conservab:lll su fertilidad.
Una de las instituciones rurales sobresalientes
fue la haciend a. In tentaremos describir algunas de
esas haciendas y sus servicios:
En Centroamérica. un viajero que desembarca-
ra seguía su viaje a una hacienda, donde observaba
paludi smo, ausencia de medicina y gan ado semi-sal·
vaje a cargo de un mayord om o. Luego podía encon-
trarse con una hacienda minera, que después de la
independencia le pertenecí a casi siempre a un euro-
peo no español ; como las haciendas de San Felipe
y de San Mateo en Costa Rica.
La hacienda ofrecía luga r para muleros, cono·
cido como "descansadero". Podía observar el viajero

93
que el dueilo de la hacienda VIVl8 en la finca con
más de una señora. Podía ver la manera de montar
n caballo, cl hombre y la mujer juntos, ella adelante,
y él con los brazos alrededor de la cintura de la
mUJer.
Oc vez en cuando llegaba a la gran hacienda
de u n español o criollo rico, de lrato refinado, y le
servía n la comida en platos y bandejas de plata,
especialmente si estaba via jando en Honduras o Gua~
temala. Si iba por Guanacaste, la hacienda Aran -
juez la podía describir así: la casa de alto, el piso
de abajo ocupado como bodega; por 'una escalera
externa se comunicaba este piso con el de arriba; lo
ocupaban un mayordomo mestizo y su esposa. El
mayordomo estaba ocupado haciendo nada, en lo
cual lo ayuclaban otros dos hombres; un corredor y
más all á un potrero, rodeaban la casa. La comi da de
arroz cocido con ma nteca se servía en huaca l, con
tortillas, y u na taza de ch ocolate. Por la noche los
hombres jugaban naipe a la luz de una lámpara
hech a de media tinaja llena de cera con una mecha
de algodón. La esposa se wúa al juego, fumándose
Wl puro como los hombres; luego se iban a acostar
en hamacas o en camas. Entre una hacienda y otra
entre Lagarto y Bagaces se podía encontrar el rancho
de u n ind io. con árboles, dc naranja donde se podía
com prar un pollo pagán dolo con pólvora. Sc cubria
uno de garrapatas viajando por Guanacaste, las cua-
Jes se sacaban tocóndolas con una bola de cera n egra.
En la H acienda Sant:l Teresa entre Lagarto y Ba-
gaces se podían contar 100 yeguas y 400 potros; el
dueño cazaba venados para cumplir con un contra-
lo de entregar 2.000 pieles. El venado casi no se
comía en Guanacaste. pero se mataba por su piel y
sus cuernos. H abía tam bién varios miles de cabezas
de ganado vacuno, que no valían porqu e no se
podía n vender. De ca mino se pod ía uno encontrar
con una caravana ele muleros qu e iba hacia Nicara-
gua a vender papas, pan y dulces; en el camino de
Nicaragua a León podía aparecer un comercia n te ar -
mado con pistolas, espada y espuelas, quien sufría
de paludismo. se cubría con un poncho de lana.

94
un sombrero de paja y pañuelo de algodón en la
cabeza. El comerciante viajaba con mulas de carga,
algún ayudante a rmado, y mozOs a pie con machete.
Como -no había agua en el camino. como sí la había
en Costa Rica. en Nicaragua se dependía de los pozos
de las haciendas. La hospitalidad de Centro Ammca
cstaba en el campo, en sus haciendas_ y rara vez
fallaba esa hospitalidad. En otras posadas se vendía
chocolate en jícaras; lo que no había eran bucnos
tiliches, comidas, especialmcnte frijoles, tortillas y
sitios para dormir, y había que hacerlos como los
habitantes, en hamacas o sobre cueros de animales.
Casi no había hacienda sin gran cantidad de ganado
en Cell troaméric1.; también podían contar con los
obrajes de añil, los ingcnieros, y la s facilidades para
el tabaco. En Guatemala se podían encontrar hacien-
das estilo mejicano, con castillo. iglesia y aldea en
La misma hacienda . (Stephcns, l . 949 : 281. 305. 306,
317.339, TI. 1949,13. 51. 84. 85 ).

95
ASENTAMIENTOS CON FUNCIONES IMPORTANTES,
ADMINISTRATIVAS O ECONOMICAS, AL A~O 1821.
r;N EL
TERRITORIO 30.000 il 10.000 il 7.000 il «'00 • 2.000 il MENOS
DE PAISES -10.000 :11.000 '.999 6.999 3,9<)<) 2.000
ACTUAlES
GUATEMALA Ciudad de Quctzaltenango Ant~ua Gua- Amatitlan Esquipulas.
Guatemala la Santo Domin- lan 5010l:\ Escuintta. (Centro de pe-
más poblada go de Cobán. Cornalapa To- Salama regrinación)
antes y des- lonicap.,ln Oli. Huehuetenango Puertos de
pués de 1821 quimuli1la Mazatcnango S;mlo Tomás e
Capital del rei- Chimaltenango I:z..,bal Pu.erto
oo. Oliquimula Izt;lpa (San
José) .
OTRAS CABECERAS DE TERRITORIOS lNDlGENAS
El SALVADOR San Salvador 5ant;¡ Ana Ahuachapán Chalatenango Puertos de
San Miguel Cojutepcque Acajutla y
San Vicente Melapán San Carlos
Sonson,ue. (La Uni6n)

HONDURAS ComO'lyagua Truji1lo Gracias Jlll icalpa¡


(Puerto ) Ololuteca Puerto
Los Llanos Amapala;
(Santa Rosa Puerto
de Copán) San Jorge de
01ancho
Pueno
Caballos
(Cortés)
Omo:'l,
EN EL
TERRITORiO
DE I)AISES
30.000 a 10.000 a 7.000 a 4.000 a 2.000 a ' 000
MENOS
40.000 21.000 9.999 6999 '.999
ACI'UALES
NICARAGUA León Nicaragua El Viejo San Juan
Cran;¡da ( Rivas) O, :nandeg;¡ del Norte y
Managua Nueva Segovia B!uefields
Masaya Mat;¡galpa (Puerto del
Atl{intico)
El Realejo,
(Puerto del
Pacífico)
San C1rlos
(Puerto
L1cllStre)
COSTA IH CA San José C1rtago Nicoya Puntarcnas
H credia U jards (C1Idera)
Alajuela . ( Puerto del
Pacifico)
Matin;¡
(Puerto del
Atl{intico)
G uanacasle
(Liberia)
Sagaces
Esparza
Al fin al de la colonia funcionaban como dudad, entre Guatemala y Costa Rica 12 asentamientos; había alrededor de 25
poblaclones Con título de 'VillA, y mis de 700 pueblos y eu'·rios La Población se ha es timado en los al~cdores de 1.300.000
RESUMEN DE HABITANTES Y mULOS DE
ASENTAMIENTOS C ENTROAMERICANOS
IMPORTANTES EN LA EPOCA
DE LA IN DEPENDENCIA.

Centroamérica: Cá lculos vadan en tre 1.287,1.91


Y 2.000.000 de habitantes para 1821 " Más de m eduJ
millón en Guatemala el p :l.Ís más pobbdo. y m cn" s
de 100.000 en Costa Rica, el más despoblado. En el
año 1778 un cálculo que incluye Chiapas sum;,;
805.339 ' . Ciudad de Gualemala: 14.000 o más el!
1782 3 ; 23.434 en 1795 \ 20. 000 en 1821 '; 40.000
en 1820 5 : 32.000 en 1839 ' , Traslación de 1771 ¡)
1776. Ciudad Antigua: 6.000 a 8.000 en 1821 r. Tras-
lación 1541. Quetza/tcnango: De 10.000 a 15.000
e n 1821 f . Villa; el 29 de octu bre de 1825 se le dio
título de ci udad. Nombre actua l data de 1521 ~1.
Coban: De 6.000 a 8.000 en 1821 '. A fines elel
XVIII y principios del XIX se le atl'ihuycn 12.000 1 °,
Com~lapa: Chiquimulilla. Totonicapán r SolornlÍ:
De 6.000 fl 8.000 r Título de ciudad para Totonic.,a ·
pá n el 8 de octubre de 1829 '. pal'a Solamá el 17
de enero de 1833 ' . Esquipulas r Chiquimula: Dc
4.000 a 6.000. Esquipulas tenía 1.500 indígenas en
1839 s. Chiquimub contaba con 2.885 habitantes (1
principios del siglo XIX ' G, Pa só de villa n ciudad

99
el 28 de agosto d ~ 1835 . M~tenango, Chimalte-
rumgo y Esquinlla: l\1ellos de 4.000 r. Ciudad San
Salvador: Fines del siglo XVIII, 12 .055 ~ ; la ciudad
ten ía 15.000 a 20.000 : villa en 1525; ciudad en
1543 o 1545 ~ ; traslación en 1545 ~ ; apelativo San
Sa lva dor data de 1569; dudas sobre fecha de tras-
lación 1*. Ciudad San Miguel: 4.000 a 6.000 en 182 1 r.
Fundación como vilb en 1530 1 \ ciudad en 1599
o 1513 11 . Ciudad San Vicente: 4.000 a 6.000 r. Fun -
dación 1635 " . Santa Ana: De 6.000 a 8.000 2 • Villa .
Sonsonate: De 4.000 a 6.000 r. Co;u1epeque: 4.00 a
6.000 :. Ahuacltapán: 4.000 a 6.000 ' . Villa el 22
de agosto de 1823 lo. Chala/enango: Villa el 16 de
lcbrero de 183 1 lo. Ciudad de Comayagua: De 6.000
a 8.000 en 1821 r. En el atlO 1784 se le atribuyeron
5.006 feligreses 3; capital de Honduras hasta 1880 '
Fu ndación en 1536 13 o 1540 11; titulo de ciudad en
1557. Ciudad Tru;illo: hasta 4.000 con sus ~lrede ­
dores en 1826. Fundación en 1524. Destrucción 1745;
rcpoblación por orden real, 1789, con 3 fuertes 1'.
Ciudad Gracias: FUJ;uación como villa en 1536; ciu-
dad en 1544 2 . ( Menos oc 4.000 habitantes). Tegu-
cigalpa: 40.000 a 6.000. alrededor de 7.000 lO. Real
dc Minas en 1578. villa en 1762. ciudad en 1821 u.
Puerto Caballos (Cortés): Fundación en 1536. Juli-
calpa: pueblo ~ recibió título de ciudad en 1835 '.
San Jorge de Olancho ": Fundación 1530. Ciudad
Granada: 8.235 antes de 1821 1' ; 6.000 a 8.000;.
Fundación 152 ~ u. Ciudad León.: 7.521 anles de
1821 10 ; 6.000 - 8.000 ;. Manogua: 4.000 a 6.000 :.
origin almcnte chorotega: villa en 1819; ciudad en
1846. Villa Nicaragua o Riuas: 4.000 a 6.000 :; 1717
villa; ciudad 12 de mayo de 1835 '. Nueva Segovia:
453 mulatos y 151 espa ñoles ID ( Menos de 4.000)
San Juan del Norte (Creytown) : Fundación 1512.
Puerto Real por cédula del 26 de febrero de 1796 12 •
( Menos de 1.000) Masara: 6.000 a 7.000 ID; año
1839: 20.000 ' . El Viejo: Filles del siglo XVIII,
2.868 1°. Chinandega, Matagalpa: Men os de 4.000 '.
a:udad Cartago: Año 1821: 12.109 habitantes; año
1820: 8.714 u ; fundación en 1574 n. primera en
Cenlroamérica. Ciudad San José: 4.869 en 1783 1 °;

100
11.136 en 1820 lO; 11.100 en 1821 '~ . Aldea en 1737.
ciudad en 18 13. Alajuela: 97 familias en 1782 "~
villa en 1813". Heredia: Año 1775: 6.572 habitan -
tes "; año 'J803: 4.000 H:; año 1820: 8.730 H. Villa
en 181 3. D 3ta de 1707 t. Guanacaste ( Liberia): pue-
blo. título de ciudad el 25 de agosto de 1836 '. Añ'J
de 1820, entre Guanacaste y Santa Cruz, 906 ".
Escazú: a principios del siglo XIX, 1.325 '~. U;ar rá~:
recibe título de villa en 1813 n. Nicoya: en el año
1820. 2.553 h abita ntes u ; viDa el 20 de n oviembre
de 1837 '. Espar:.n. con 50 a 60 vecinos en 1804 u:;
r
Cañas Bagaces juntas. en 1820 : 1.194 habitantes 1'.

La deligualdad lega r, econ6mica y educativa

En los documentos d ~ la época a parecen ex-


presiones que reve lan desigualdad de clases. Por
ejemplo, se lee p,·incipales. vecin os honrados, ve-
cinos de nombre e in flu jo. d e buena repu tación y
otros:; se mencionan estados medios de ingresos y
educación, pues se utilizan las expresiones pueblo
medio y cla se media; al extracto bajo se les deno-
minó plebe. pueblo, pueblo bajo, clase baja, clase
ín fim a y similares. ( El EditM Crrmt itucional, 1954;
Fem ández, 1929, ele.). La iglesia católica contribuía

NOTAS·

CHAMORRO, ¡q51 . '11 BRIGHAM, 1887


~ MATA GAVID IA, 19H 142, 266.
~ COM2 CARRILLO, 1905 233, 166-267.
• MENDIETA, 19H XIII
~ El Editor Conslitucion,', 19H 418·485,
• STEPHENS. 1949 02, 2~; 11, 3
PARKER, 1964 fl, 58
, M,\RUR E, 1956.
& SOLTERA. MARIA 1<'169.
10 V1 LLACORTA , 1942: 97.98, 10l: 110·l11
" URRUT IA, 1914 : 149·110.
'2 SQUIER, 1960 : 35
11 GUERRERO Y GUERRERO 1966.
lO FERNANDEZ X, 1907 : 9, lClH56. 283, 289, 300, 44S, 574·f7S
I~ RC'Vist.. de Cosb. Ric.. en el siglo XIX
,. MONTERO , 189'J 142
" HAEFKE.'iS, 1969.

101
<1 definir los pobres, pu es era costumbre darles l i-
mosna en dh s.-.'-!a lados, por ejemplo, el día del
Patriarca San José ( El Editor ConstitucionaL TI,
1954: 492 ) . Los intelectuales ilustrados abogaban
por abol ir la distinción rico-pobre y noble.plebeyo,
esp~ciaJm('nte si se basaban en riquezas mal h abi-
d,s. Se referían constantemente a " la virtud" y a
"los merecimientos" como base para distinguir. Re-
conocían que el pueblo trabajaba y " la clase dis-
tinguida" no lo hacía. El sislema de clases pudo
habrTSe hecho más sobrcs..lliente después de la Inde-
pendencia, cuando desflparecieron. en la teoría pJr
lo menos los estamen tos. Los esta mentos son órdenes
de justicia y k 1!islación especial~, y eran báslcos
en el sistema colonial. Los criterios de origen r.acio~
na l y de orig-en racial contribuían a definir los e,-
lamentos. y lo s ocu paciones se agrupl ban ia mb ié'l
según estamen tos: Veámoslo:

Los espmioles peninsulares eran los ca pitanes


generales. corregidores, alea ldes mayores, goberna -
dores y presidentes d';! la Audiencia ( Gómez Carrillo,
1886: 82-89). Los empIcados de orig-en español ejer-
cían mando e in fluen cia en la totalidad de las pro~
vincias (Valdés Oliva, 1965: 205 ). Sin em bargo,
algunos espailoles aún an tes del siRIo XIX ya no
sentían que lo eran tanto. y se desconfiaba de su
fidelidad <11 rey y al imperio. En Costa Rica se
invesf igó el contr<lbando Que comerciantes espa-
lioles practicnban jun to COn los ingleses (Femández.
X. 1907: 47-50) y además hubo sospechas de que
milicias blan cas eran pnrtidarias del rey de Ingla-
terra ( Fernández . X. 1907: 88). Al acercarse la
Independencia. las élites intelectuales tendían a in-
corporar al español al sistemA americano. como se
desprende de estos párrafos de El Editor Constitu-
cional.
" El europeo afecto al país que 10 alimenta. el
am ericano amante :¡l suelo en que h a nacido. ti"'·
!len unos mismos sentimientos. M engua es para u nos
y otros qu e se intente separarlos" ( Filántropo, T :
338).

102
"Soy de opin ión que ningún sistema de gobier-
no puede ser estable cuando de las clasificaciones que
comprende hay alguna a quien se haga injusticia .
La vulgarida d ha dividido a los habitantes de Amé-
rica en diferentes clases; de ellas las que forman los
gachupines es la mcnos numerosa ... Estos hombres
no deb:l.n considenrse aislados : casados con ame·
ricanas y con hijos. o unidos con los criollos ya por
los vínculos de la amistad. ya por los del interés
era imposible que la persecusión de un gachupín no
se llevara de encuer.tro diez o veinte americanos"
(F. M. de e., III : 702) . Y diálogos como los siguien-
tes aparecen en " El Editor Constitucional" y en " El
Genio de la libertad";

" Pedro Mulato: Pues quí qUiere su mercé que


le aconseje? No hay medio o se hace a comer tor-
tilla y aguacate, o marcha.

D on GÓmez. Yo haré lo que hagan mis paisanos


Los europeos.

Pedro Mulato. Pero en fin. mi amo. esto es 10


cierto se va o se queda? ¿Es por último criollo o
europeo? ( El Genio de la Libertad. Lunes 10 de
setiembre de 1821 . P. M. Diálogo Dan Goméz Gil
y Pedro Mulato).

"El esparlol: L1 suerte, amigo me ha confina-


do en estos paíscs para siempre. Aquí tengo bienes,
y familia: un modo de pasar ... mudar es siem-
prc traba joso. y algún tanto arriesgado. ¡Ah! Quién
pudiera volver a su pat ria; pero yo la amo: jamás
la olvidaré.

El americano: Tenéis razón, amigo. Es muy


propio de un español, e~ una virtud amar la pa-
tria ... Sin embargo: en América hallaréis muchos
que no la amon, y algunos que se avergüenzan de
haber nacido en su suelo" ( El Editor Constitucional.
6 de agosto de 1821. P. M. Diálogo entre un es~
pañol europeo y un americano) .

103
Los criollos tenían grados en las milicias, en el
°
clero. ocup ~ ban C2q;OS concejiles, de rectores ca te-
dráticos y en ayun tamientos (Gómez Carrillo, 1886 :
82-89). Conforme se fue perdiendo la distinción
racial y cultural entre criollo y mestizo ladino, para
darle énIasis al nuevo ser americano. encontramos
al criollo y al mestizo en casi todos los órdenes ocu-
pando desde oItos ca rgos hasta los más bajos; a me·
nudo, por no ser ni indio nj español peninsular, se
enco ntró en situación desventajosa. como cuando no
tenia tierras en qu e afinarse, porque el u su fructo de
la tierra se había definido según la división entre
eSI><1ñol peninsular e indio (Carda Peláez, 1944:
161 ) Y así le ~taba prohibido vivir con los indi os.
y en las villas las tierras pertenecían a peninsulares.

Los pardos O mlllatos eran principalmente ar-


tesanos: se les organizó también en grupos milita-
res; en ambos menesteres. a juzgar por las ala-
banzas que les dedicaron las autoridades, fu eron
sobresalien tes; su situación legal. sin embargo, era
desventajosa y continuó así hasta la fecha de fa
Ind ependencia; quizá por esto los mulatos juegan
un papel importante en las insurrecciones. Ejemplos :
"El espíritu de l ibertad trataba de imponerse en esa
época. y asL en enero de 1812 se sublevaron en
Comayagua (cuatro) .. . Estos, inconfonnes con los
a busos del régim en colonial fueron seguidos en su
intento por numerosos vecinos. ( El Gobernador)
infonnó que los principales promotores de la suble-
vación fueron los descendientes de africanos -no
esclavos- que reclamaban que se l es considerara
como ciudadanos para ejercer el derecho de sufragio
(Voldés Olivo. 1965, 206 ) .
"Se leyó el reclamo de los vecinos artesanos de
Sa n Miguel sobre llabérseles excluido del acto de
elecciones ... se acor dó: se manifestase al jefe del
partido previniera al expresado Ayuntamiento que
los llamados .oordos o mulatos no deben, por sola
est:'! razón ... .ser reputados como originarios de
Africa ... "

104
•.... se mandó: que se pusiesen oficios al in ten·
dente de Comayagua y alcalde mayor de Teguci-
galpa previniéndoles inteligencia a los respectivos
ayuntamientos de que el sólo concepto de pardos O
mulatos . .. " ( Párrafos del Acta de la Sesión 51 del
vientes 17 de noviembre de 1820, de la Diputación
Provincial. El Editor Constitucional. II: 496-497 ).
El originario de Alrica fu e privado de ciudada.
nía, y se dijo entonces:
" Así que, fieles las Cortes a sus princi pios de
proteger los derechos del hombre, de cuya dignidad
no estaban excluidos los indios. prohibieron que fue·
sen vejados en sus personas y propiedades: los exi-
mieron del tributo y los colocaron entre los demás
ciudadanos. abriéndoles 1'1 puerta de la ilustración.
de la magistratura y de los demás cargos que exi-
gían mayoría de edad; mi entras que la cerraban a
los oriu ndos de Africa, dejándoles sólo abierta la de
la virtud y del merecimiento" ( J. M. de la P. El
Editor Constitucional, 17 de agosto de 1820).
"Establecióse la Constitución en 1812. Mejora-
mos de suerte? respondo ingenuamente, que se mud ó
algo de nuestra condición. Se nos dio alguna parte en
la fonnación de leyes; más al mismo tiempo se
privó a una porción de nuestros compatriotas de
representación, dando por causal el ser originarios
de Africa. como si por ('Sta circunstancia dejasen
de ser hombres" ( P. M. El Editor Constitucional.
30 de jul;o de 1821 ).
El 12 de enero de 1812 fueron em:lI1cipados los
esclavos que pertenecían al Intendente de la isla d e
Cuba en la plaza de Omoa. El 25 de noviembre de
1821 se declararon l ibres del derecho de alcabalas.
las ventas. cambios y permutas de esclavos. (Real
Orden al Intendente de la isla de Cuba. El Editor
Constitucional 1. 1954: 241 - 242). En el bando de
Gabino Gaínza del 16 de setiembre de 1821 , trans-
cr ibiendo el Acta de Tndenendencia de Cent roamé-
rica, se concedió la ciudadanía a los originarios de
Africa.
El mulato. pardo, o neg-ro. por lo tanto. se veía
más afectado si había nacido fuera de América . En

105
su condición de obrero se halló desorientado y desor.
ganizado con la abolición de los gremios en 182 1
(Chamorro. 1951 ,33).
Respecto al indio, preocupaba en Centroamérica
en la Colonia hacer del indio u n cristiano; al final
de la Colonia y a principios de la vida independiente
hubo preocupaciones d ~ convertirlo en ciudadano;
en el actual siglo se han unido el interés de h acerlo
cristiano y .ciudadano. el que lo alcance el desJ.lTO-
110 económico. En otras palabras. el in dio fu e un
converso potencial para españo1cs, un votante y
partida ri o para indepen distas y hoy día un recurso
hum ,no para los centroa mericanos. No h a entrado
en los cálculos de europeos y cri ollos el pennitirle
ser indio. Para el ind io la cristiandad. para el indio
la ciudadanía. para el indio el desarrollo socioeco-
nómico, pero nada de esto se le ha otorgado como
obsequio, como se expon e adelante:
Debemos distinguir en Centro:tmérica dos gran-
des divisiones de 10 indí,:!cna: las tradiciones d e la
costa del Pacífico y las ne la costa Atlántica. En la
costa del Pa cífico estu vo la civilización; en la costa
Atlántica los pueblos pequeños. aislados. autóno-
mos. A la llegada de los españoles l os indios hacia
el Pacífico vivían en Poblados y sostenían cacicazgos
snmifeuda lcs o estados. A la corona española con-
venía esta organización ';1 los indios se mantuvieran
en pueblos y barrios que se pueden denominar co-
munidades corporativas: son comunidades como la
de Subtiaba en León. Jalteva en Granada, y las
much as que rodeaban las ci udad <::s .Y villas espafl.olas.
Tienen como característi ca la tierra en común, ad-
ministrada por autoridades locales, el palSO d e tributo
como comunida-i V no IXlr capito. y la definición
preciS(¡ de quienes son los miembros que la com-
ponen. Este tipo d e comunidad corporativo se man -
tuvo en municipios indí genas de las tierras altcl s de
Guatemah h asta el presente. Los frailes españoles
v otras autoridades por supuesto alteraron el diseño
arquitectónico de los poblados indios. hispanizá n-
dolos. Los frailes ponían iglesia mayor o menor se-
gún el número de vecinos, a su lado la casa del

106
padre delante una plaza; en frente la casa del
regim iento o consejo, junto a ella la cárcel; para
los fora sleros U Jl mesón o C:lsa de comunidad; el
poblado se lIividía oor cordel en cuadras. Para mu ~
d ar un pueblo se s~mbraban en el sitio escogido las
milpas: cuaudo maduraba la cosecha., se pasaban
todos en un día señalado, en que habían bailes y
fiestas. Al pueblo se le ponían alcaldes, regidores y
alguaciles ( Villacorla , 1941 : 91 ).
En la costa del Pacífico, entonces, en 1821 las
comunidades son corpor ativas; en la costa Atlántica
los pueblos están r educidos a m ed ias, están siendo
objeto de conqu ista, la cual. de hecho, no negó a
realizarse. De lo m ás sobresa lien te al fina l de la
colonia. son las entradas de misioneros y militares
a T alamanca. a Chontales, Matagalpa. Tologalpa.
y au n a la zona Noreste de Guatema la. H ay además
dos interesantes nacion es en la costa Atlántica que
revelan formas de transculturación de lo indígen a y
a fri cano: zam bos-m osquitos y caribes-negros.
De los escritos del año 1820 obtenemos los si~
guientes párrafos qu e revelan la situación legal d el
indi o al final de la colonia: La ciudadanía del / ndio
Español: "Son españoles todos los hombres libres.
nacidos y avecindados en los dominios de las Espa-
ñas. y los hijos de estos".
"Son ciud adanos aquellos esp<l ñoles qu e por
ambas lineas traen su ori gen de los D om inios espa -
ñoles de ambos hem isferios, y están avecinados en
cualquier pueblo de los mismos dominios" Artículos
6 y 8 de la Constituci ón (de la Monarquía Española
de 1820).
" ... el hombre público debe em plenr su s cono-
cim ientos en defensa de las leyes constituciona les.
e in teresar su pluma en el bienestar de sus conciu-
dadanos. Y hay airo más digno de esta liberal con-
sideración qu e el mi serable in dio, nu estro susten -
tador. nu cstro verdadero herm ano y antiguo señor
del suelo que pisamos? No es el ciudadano pred i-
lecto dE' la Constihlción?"
" Los a rtículos 5 y 18 de la Constitución ...
sacan al humilde indio de la obscuridad de su estado

107
y le presentan a la naclOn entre los ciudadanos de
la España americana. como suelo de su nacimiento.
de su vecindad. y de su origen cspañol por ambas
líneas. dcs 'le el siglo diez y seis, época en que des'l-
parecieron los Moctezumas. los Incas y los otros
Príncipes indios del hemisferio occidental"
" Mantener que al indio en tutela, bajo la fic~
ción de minoridad. a la sombrn de leyes que ya no
gobiernan. es cerrarle el cami no que le franqueó
la constitucionalidad para la ilustración. los empleos
y demás cargos públicos: es sumergible por tercera
vez en un piélago de ignorancia y de miseria: es
despojarle de los derechos que le da la Constitución:
es privar a la España americana de millones de ciu-
dadanos. cuyos descendientes deben ser útiles a l a
nación" ( El Editor Constitu cion al~ 17 de agosto de
1820; 1954, 1, 63-65 ) .

Abolición de las protecturías de indios: ..... la


ley le mantenía constantemente en la minoridad;
sin permitirle llegar a aquella época de la vida en
que hombre bien organizado desenrolla sus talen·
tos". " Sin embargo, de que desde 1811 estaban
abolidas las protecturias ( Ley de 9 de febrero de
1811 ) , se consideró necesario establecer en la Cons-
titución un princi pio o raíz, de donde emanasen los
derech os del indio. y de todo esp"lñol" "Y he aqu í
otra vez abierto el camino al ind io para que fran-
queando la barrera qu~ le pusieron las leyes muni-
cipales. pueda obtener los primeros empleos. Y podrá
v. q. ser regidor O diputado a Cortes estando en
tutela. cuando previene la Constitución que l os elec·
tos se') n mayores de 25 años?"
" Confinado el indio en su p<1rtido y obrando por
sí solo, no sacudirá la triste apa tía que le ha ins-
pirado el sistema protectoraI? Al con ocer sus dere-
chos n o depondrá aquella h u m ildad degradante. re-
servada a la esclavitud? No es tan claro como la luz
del día que la necesidad y el engnño le ha rán la-
borioso y advertido? El indio en tutela será siempre
inútil a la sociedad; el indio libre será la áncora de

108
la España americana" (El Editor Constitucional,
11 de setiembre de 1820; 1954, 1 : 117-121 ) .
El decreto de las Cortes de 1812 y la Real Or-
den de 1820 ofrecían lo siguiente :

"1. Quedan abolidas las mitas o mandamientos, o


repartimientos de indios y todo servicio personal
qu e bajo de aquellos u otros nombres presten a
los particulares, sin que por motivo o pretexto
alguno pue:la n los jueces o gobernantes desti-
nar o compeler a aquellos naturales al expre-
sado servicio.
2. Quedan también eximidos los indios de todo
servicio persond l a cualesquiera corporacion es
o funcionarios públicos, o curas párrocos, a quie-
nes satisfarán los derechos parroquiales como
las demás clases.
3. Las cargas públicas, com o r eedificación de casas
municipales; composición de cam inos, puentes
y demás sem ejantes se distribuirán en tre todos
los vecin os de los poblados, de cualquier clase
qu e sean.
4. Se repartirán tierras a los indios que sean casa-
dos, o mayores de veinticinco años, fuera de la
patria potestad , de las inmediatas a los pu e~
bIas ...
5. En todos los colegios de ultramar donde haya
becas de merced se proveerán algunas en los
indios (El Editor Constitucional 1954, 1 : 63-100
y 253-254 ).

En cu anto a la tasa de tributos qu e los indios


debían pagar, debe estarse a la providencia tomada
el 5 de abril de 1 779 (Instrucción N9 37). "Los
espai'l.oles, mest izos, mulatos y zambaigos, vaga bun-
dos y casados, son causa de m uchos daños y agra-
vios intolerables 8 los indios. Las instrucciones
habrian sido de la máxima eficacia si se hubiesen
practicado (Gallardo, 1961 : 264). En 1778 el inten-
den te Ortiz de la P eña se propuso pon er en apli-
cación la célebre ley Real Orden an za de Intendente
de 1786: Obligar '8 asistencia escolar a los indios.

109
castigando a los amos que no los enviaban; no se
suprimían los azotes pa r a los naturalos, pero se
recomendaba moderación, sin excederse de 50 azo-
tes y se prohibía el est ilo de colgur con las manos
en alto a los naturales para ejecutar dich os azotes,
se p r ohibía azotar a las mujeres. P erduró el uso de
repa rtimientos en teoría y en práctica. Se obligaba
a los ind ígenas a entregar en las Casas de Comuni-
dad la cantidad total de maíz y frutos que cosecha-
ran, sin qu e pudieran llevar cantidad alguna a sus
casas. Cada ind io debería manten er listos y culti-
vados los platanares y huertos que poseían en las
tierras de los ejidos, en donde a la sazón se sembra-
ban plá tanos, caña y hortalizas. A ese efecto, a cada
indio se l e seflalaba el terreno necesario para que
formase su huerto en el ejido. aclar ando que era
posible y p ermitida la transmisión de estos ejidos,
por h erencia de sus padres o adquisición por cual-
quier otro título. D isponía que cada indio tuvier a
los in st rum~n tos propios de su l abranza y que no se
vi eran en la n ecesidad de alquilarlos, como era cos-
tumb re~ que las indias casadas, viudas o sollera s que
viviesen solas tuv ieran crianza de cerdos y gallinas;
de éstas, 6 con su gallo, y de aquellos, macho y
hembra por lo menos ( Gallardo, 1961: 264).
Son frecu entes los casos de quejas por excesos
de tributos y ser vicios que los ind ios expusieron ante
alcaldes, d iputaciones provinciales y ante el Rey. D e
un info rme del presidente de la Aud iencia de Gua-
temala en 1818 sobre el estado de la Real H acien da
(F ernán dez, 1907; X: 517-545 ) se desprende que
11 .966 indios contribuían, por concepto de tributos,
con un 42% del total de ingresos del Reino; las
alcabalas producían el segundo r englón en cantidad,
es d ecir, 34 %. los indios p agaban 1% ele alcabala
en los efectos que com erciaban. bien podemos supo-
ner que en tre trece r englon es de ingresos que citan,
los indios sos tenían con dos de ellos el reino en
alrededor de un 50 % . Eslo sin tomar en cuenta los
ser vicios n o com putables en cifras.

110
LO$ zam bO$ y los mosquitos

Los mosquitos o misquitos y los zambos cons-


tituían dos naciones. La de los mosquitos era más
indígen a; la de los zambos más africana; mante-
nian una alianza en que estaban pr esentes las riva-
lidades por la hegemonía, qu e casi siempre la m an -
tuvo el " r ey" zambo. Aunque este cargo estuvo
ocupado por in dividuos cuya personalidad no era
la más apropiada para 1<1 jefa tura, los r eyes zambos
contaron con "generales" fieles, valientes y fieros.
El jefe de los moscos se denominaba " gobernador"
y el cargo estuvo ocupado por indios que impresio-
naron a espai'i.oles y a i.ngleses por sus cualidades más
sei'i.oriles que la de los reyes zambos. A principios
del siglo XIX, durante la minoría de edad de los
h ijos del fallec ido rey Jorge, la nación, que se exten-
día desde el norte de la LaglUla de las Perlas, por •
Cabo Gracias a Dios hasta el Río Tinto en H onduras,
se subdividi ó en dos; así, en los albor es de la In-
dependencia, el extremo oeste desde Cabo Román
hasta el Patuca lo atendía un " general"; de la La-
guna Cara tascn a Gracias a Dios y Sandy Bay, re-
sidencias reales, ejercía el man do un hennano d el
fallecido rey, con el título de coronel o " admiral" ;
entre Ptlllta Gor da y el Río Grande quedaba si.empre
el gobernador mosco. La jerarquía de ambas nacio-
nes se distinguía p or sus denonlinaciones militares,
com o coroneles o "almal'ales" , capitanes, sargentos,
cabos y soldados . Estos últimos podian tener sólo una
m ujer, los otros varias según el rango, y finalment e
el rcy y el gobernador podían tener todas las que
quisieran. El r ey Zambo de fines del siglo XVIII
par ece haber ten ido veintidós y el gobernador p or
lo m enos cuatro fijas. Este gobernador se cristianizó
por el amor de una criolla que se había robado, con
su enamoram ien to tuvieron que ver las principales
autoridades dc Nica ragua y Guatemala. Se casó con
toda la pompa en la Catedral de León y, por u n
tiempo al menos, pagó el precio de la monogamia.
Los jefes d e mayor autor idad teman medallas y otras
insignias de mQn do conocidas entre los súbditos y

111
vasallos y de ellas se servían para enviar mensajes.
El gobernador mosco ten ía medalla por el Rey de
España. y el rey zambo por el rcy de Inglaterra. pero
estos dos usualmente enviabJn un bastón, en la tra -
dición indígena de la c~ta Atlántica de Centroamé-
rica. Los jefes máximos recibían tributo de los in-
dios sometidos dcsde Bocas del Toro en Panamá casi
hasta Trujillo en Honduras, de espa ñoles, y de in-
gleses. En la costa de Nicaragua y parte de H ondu-
l'as en cada aldea se levantaba una Casa del Rey,
que la construía toda la aldea y se destin aba para
recepción del rey y sus invitados. En estas casas los
jefes locales o visitantes decidían controversias, le-
gislaban y celebraban fiestas; cntre una y otra aldea
habían plantaciones de ingleses y franceses mudos
con zambos y mosquitos; esclavos de estos planta-
dores, de los que se ha estimado tUl total de 4.000.
y otras gentes de las Antillas. Por la costa navegaban
los mel·caderes ingleses, quienes obtenian en Belice el
penniso del rey zambo para comerciar. Cálculos de
población val'ian entre 14.000 y 26.000 para toda la
cista. Tenían los moscos afición por la agricultura.
pero los zambos prcferían la pesca; en la organiza-
tas y en los Ílmcrales de ambos, se mezclaban cos-
tumbres indígenas y a fricanas ( Roberts. 1965 :116-
167 ) ; ( García Peláez. n, 1 944:120~140; (Gámez,
1915: 1929: 108-111 ; 147-173) . La posición de los zam-
bos y mosquitos con respecto a ingleses y españoles DOS
recuerda la de la liga iroquesa en orteamérica con
respecto a ingleses y franceses. Los iroquescs favo-
recieron a los primeros, quienes mantuvieron las
colonias de Nueva Inglaterra; en Centroamérica la
ayuda que los zambos mosquitos dieron a los ingle-
ses contribuy6 a su influencia en la costa Atlántica
y a problemas de las posleriores repúblicas indepen-
dientes con Ingla terra. La capacidad de los zambos
mosquitos para la trata de esclavos, p:lra arrasar puc-
bIas y exigir tributos, para dom inar los mares con
embarcaciones simples, para sustraer del refinamieu-
to de la vivienda y para las fiestas orgiásticas, nos
hace pensar en una versión en pequeña escala de

112
otro pueblo opuesto en geografía y en color de piel.,
') saber. los vikingos.

los caribes o gerífunas

La otra nación mezcla de africanos con indí~


gen as, la de los caribes o garifunas, era totalmente
distinta a la de los zambos mosquitos: se distinguía
por su laboriosidad y honradez, y por su lealtad a
tos español es. Sus aldeas consistían , como hoy día, en
una fila ordenada de casas fren te al mar qu e llama-
ban la atención por su limpieza ; al lado de cada
una había un huerto con cosechas variadas; criaban
gran díversidad de animales domésticos; el pan de
yuca que hacían tenía gran demanda y ellos lo iban
a vender desde Trujil10 hasta Belice, junto COD sus
otros productos. Los hombres se emple:tban por tem-
poradas en la tala de caoba, actividad muy impor-
tante en la región, estaban afiliados a la región
católica. Los ca ribes eran poligínicos; cada esposa
tenía su propio establecimiento y exigía participa-
ción justa e igual en todos los favores del marido; si
este hacía u n obsequio a una, estaba obligado a
hacerlo a las otras, y todas igualmente estaban listas
a unirse en contra de él en caso de infidelidad; la
división de deberes la hacían clara: cuando un ca -
ribe tomaba esposa, se obl igaba a constnúrle una
cas:t y limpiarle una parcela; hecho esto, ella debia
mantenerse a sí misma y a sus hijos; si deseaba la
ayuda del esposo en el cultivo, debía ella pagarle por
semana . Aunque el marido generalmente acompa-
ñaba a las esposas en sus excursiones comerciales,
él no llevaba carga ni intervenía en el trueque; casi
todo el trabajo de las aldeas correspondía a las mu-
jeres; los h ombres sólo cortaban caoba o construían
botes; en esta 81tesanía eran muy expertos ( Bard,
1955: 136·324; Solien de Gonzá lez, 1969).

Condici6n de esclavo

La esclavitud de africanos se había aliviado par-


cialmente en 1812, corno ya se indicó anteriormente.

113
pero no se abolió en Centroamél'ica sino en 1824; en
los dominios bl; tánicos de Cenlroamerica. en 1839
.r 1841. Después de la Independencia, aWl se acer·
caban a nuestras costas barcos con cargamentos de
esclavos africanos ( Stephens, 1, 1949: 9-268 ). La de
los indios en repartimientos y mitas tenninó antes de
In In dependencia en los códigos, pero en la prácticn
se preservó posterionnente en algunas partes de
Cen troamérica.

DIFERENCIACION LEGAL, ECONOM ICA, ETNICA,


EDUCATIVA

CLASES: n cos y pobres. ilustrados y rústicos; prin-


cipales y pueblo; descendientes de nobles y ple-
beyos; pueblo bajo, medio y alto; clase baja,
media y alta; aristocracia y pueblo. Distinciones
reflejan medios económicos J' educación.

EsTAMENTOS: eclesiástico y militar; eclesiástico y


seglar; español, criollo, indio, mestizo ladino,
castas de negros y mulatos. Distinciones refle·
jan orden legal, diferencias contempladas en có-
digos y ordenanUls para cada división.

CLASIF ICACIONES ÉTNICAS: 1) europeo, americano, y


africano; español peninsular, criollo, mestizo
ladjno, indio. pardo mulato, zambo. Enfasis en
nación de origen.
2 ) español e indio señalando grados de mesti·
zaje ( mestizo. castizo, chamizo, coyote, etc.);
español y negro señalando grados de mezcla
( mulato. pardo, morisco, chino, etc.) ; indio y
negro (zambo, pardo, cambru jo, lobo, ctc.);
mezclas en div ersos grados de los tres (salto
a trás, lobo, gábnro, albarazado, ba rnocino, zam-
baigo, ca lpamulato, etc.)
Enfasis en filiación racial.

OCUPACiÓN: divisiones por especialidad; división de


trabajo influida por clase, estamento y étnia.

114
SEIWlDUMlll\E OIlLIGATOR I A: esclavos, repartimientos,
m itas. Servidumbre contemplada en el or dena-
miento jurídico.

CASTAS: En sentido estricto, existen cas tas cuando


a los miembros de tUla cla se, estamento, étnia u
ocupación se les prohibe absolutamente colo-
carse por algún medio en u na división distinta
a aquella en que lKl.cieron . En este sentido es-
tricto, hubo casta en América en casos particu-
lares, per o no en general.

PRESTI GIO DE LA S CLASIFICACIONES

ALTO MEDIO BAJO

Gases Principales, Pueblo medio, Pueblo,


ricos Clase media pueblo bajo,
ilustrados, letrados, pobres,
pueblo a!to, plebeyos, etc. rústicos
origen noble, plebeyos,
letrados, etc. clase baja, etc.

Estamentos Español, Español Grados bajos


eclesiástico, eclesiástico, de milicias,
miliciano, miliciano, indio, "castas"
seglar criollo seglar, indio, de mulatos y
mulato, negros.
criollo
mestizo,
ladino.

Por naClon peninsular Peninsular Americano


de origen criollo Criollo Africano
europeo europeo ludio
americano Mulato
mestizo indio Mestizo
mulato

Por ascenden· Caucasoide Caucasoide¡ Zambos


ci3 racial poca ascenden_ cruces con Pardos
cia indígena o "blancos" i Mulatos
negra mestizos Mestizos
mulatos Indios
Negros, etc.

115
Ocupación Hacendado Hacendado Artesano
Capilán comerciante. peón
Ceneral cura labrador
anesano, etc. marinero
Rector etc. sirviente, elc.

Servidumbre Indios en
legal repanimienlos
y mita
esclavos
negros.

Indios de Guatemala

Pipiles, Pupulucas. Chañabal cs, Lacandones,


Quekchies, Poconchí es, Pocomanes, Chortis. Quichés,
Upanlecas, Cakchiqueles, Tzutuhiles, I xilcs, M anes,
Aguatateeas, Sincas, Alagüilac, Maya s de Peten,
Choles. (26 lenguas indigenas ) .

Indios de El Salvador

Pipiles (!zaleo, Nahuizalco: Nonualcos), Tla s-


ca ltecas ( B:lrrio Mejicanos de San Salvador) . Alre-
dedor de 200 poblados indígenas.

Indios de Hond uras

Jicaques, Lencas, Payas o Payas, toacas, Chortis,


Garífunas, Zambos, Mosquitos. BuluCÚS, Chorotegas.
Reducciones: Teguzga lpa, Togogalpa.

Indios d e Ni caragua

Ram as. Mosquitos, Zambos; sumus ( Motagalpa


o Chontalcs: Cuera, Ulúa. Toacas, Panamacas, Mel-
choras, Baacos, Jinotegas, Bahiuicas) ; Chorotega.
Diriá+Mangu c (Nequiranos ) ; Nagrando ( Maribio).

Indios d e Costa Rica

Reducciones, misiones y barrios: Atino. Tucu-


rriqu e. Real de Tuis, Real de San José Cabécar,

116
Chirripó, San Francisco de Térraba. Boruca, Nuestra
Señora del Pilar de Tres Ríos. San José de Orosi.
Nuestra Señora de Garavito, Curridabat, Aserri. Pa-
caca. Barba, Laborió Cot o Quircot, Tobosi.
Otros: Guatusos. descendientes hispanizados de
los Chorotegas. Cabécares., Biceítas. Térrabas.

RESUMEN Y CONCLUSION

¿Por qué miramos esa sociedad en el mom ento


en que empieza su actual independencia política?
Buena razón es hacerlo por ser nosotros los ciudada-
nos que la perpetuamos: debemos enterarnos de 13s
razones que motivaron a nuestros antepasados a
pensar que nuestro bienestar aumentaría siendo in-
dependientes. Si conmemoramos la ocasión es porque
estamos satisfechos de b decisión que entonces se
tomó.
Creemos que esto nos obliga a trat3r de com-
prender esa decisión por 10 m enos en algnna de sus
fases. Aparte de. nuestros intereses patrióticos y para
ampliar nuestra comprensión más allá de ellos, h e-
mos tratado de someter ese fragmento de la trayec-
toria human", a un a nális is.
Se puede ser más objetivo en el estudio de la
s;tuacién colonial mirándola a ciento cincuenta años
de dist,ncia . En los tiempos actuales el rstudio de
esa situación entre las sociedades colonizadoras y
las colonizadas, de colonización. se ha hecho princi-
palmente en el laboratorio natural que han presen-
tarlo Asia y Africa en este si¡:rlo. La contemplación
del caso sem ejante en el pasado n os resta datos pero
n os proporciona un mayor desprendimiento de la
subjetivi dad . 10 cual constituye un ingrediente igual-
m ente necesario para el a nálisis.
Tomando como ~ía al gun os de los puntos sin-
tetizados por Balandier en su defini ción de la situa-
ción colonial ( 1963: 3·38) intentaremos seguida-
mente resumir lo aplicable al caso centroamericano
en los alrededores de 1821.

117
úr.l.CIe.risricas de la Aplicabilidad a Ce mroam~ ­
silUación colo'lial: rica :

1. Sociedad que surge. a la l. Hisloria de la transcul.


independencia es produc- tu ración y del poder.
to dc una doble historia:
a. Resultado de la combi- a. D iferentes pueblos indi-
nación variable de pue· gen..s, africanos, euro_
blos diversos mezclados P'O'.
y superpuestos.
b. Dominación europea de b. Dominación española.
esa gama de pueblos di·
versos.

2. Sociedad colO'lizada y '2 . La herencia española in-


colonizadora fonnan un troducida.
conjumo ; ambas son par-
te de la situación ames y
después de la indcpen·
dc ncia.

3. La nación colonial se in- l . Esp:lña se insertó por lo


sena en el transcurso del eron6mico. administrati-
tiempo, por la acción vo y mision]!; además,
económ ica, adminisll<lri- hubo migración para co-
va y misional. lonización permanente ;
unión conyugal legal e
iles.. r con la población
..utóctona ¡ sistema de
educación fonnal hispano
y univers..llización del
idioma castellano.

4. $istC\11aS adm' nistrativos 4. No siemp re existió " la


económicos asegur;ln "la paz coloni..l", la cu..1 es·
paz colonial" par.. la taba España aun tratando
metrópoli buscando la de lograr cuando llegó b
renl..bilidad de la em- indepem:1encia . Gran par_
presa colonial. te del lucro no lo recibía
España sino que debía in-
vertirse. en la misma em-
presa.

5. La explotación económi- 5. Aparecen totalmente dcs_


ca se apoya en la lOma cordinados estos aspectoS
de. posesión politica. en la época que nos OCtl-

11 8
p.a., pues, lan empob-e-
cida se encontrab."1 Es-
p¡¡ñ;>, como C. A. Una
mala politic."1 económica
fue fact or impomnte en
resquebrajar y finalmen-
te terminar con el poder
político de España.

6. La naoón coloni::.ada ~ 6. Por lo general los csp,a·


instrumento: se observa ñoles reconocieron y aña.
en \;¡ politica de compro_ dieron títulos a los jefes
m ~ter a la aristocracia indígenas educaron sus
indi~na, interfiándola hijos y los hicieron me·
en los movimientos de di3dores para la obten-
pob\ación y reclutamien· ción de tributos, y mano
to de inano de obra para de obrll. Se utilizó a los
las neces:dad~ de la gran m:b inteligentes para
economía : desplazamien- ayudar a los misionerO'i
tO de población reservas, en las reducc'ones. Se
modificaciones en la ma_ sigui6 luego el sistema
nera de poblar, transfor - con los criollos y mes-
maciÓfl del derecho tra - tizos y aún con mulatos
dicional y de las relacio- posteriormente. La crisis
nes de autoridad; la so- lare nte no tennin6 des·
ciedad colonizada se en- pués de la independencia.
cuentra en ~t<tdo de cri-
sis latente.

7. La población autóctona 7. Puntos de mayor resis-


r~iste la presión externa tencia se ohsetvan en re-
de la sociedad colonial beliones, huidas, apego
en grados vari;>,bles. El a costumbres, refugios en
factor externo de trans- z.onas dificiles para el es-
formación paT3 un fact or pañol. La resistencia es
interno de resistencia di- menor en indios. mesti::.os
ferencial, de rechazo, de y criollos qtle aceptan y
nuevas conductas y adop_ prefieren las f01l1as his-
ciones. panas, reteniendo algo
de lo indígena pero otvi-
d'Hldo su oriRen¡ serán
estos los que buscarán y
!Ol!rarán la independen-
cia. La costa Atlántica
es la que más resistió
10 esp:lñol.

119
8. Acentuad .~ divergencia 1\ r:oflsti .ye esta divergen_
entre principios y prác- cia una fu ente perenne
(ic:'\s, "entre misión ci· de conflicto. Los dOC{I-
vilizadora" y "utilidad mentas muestra n cartas a
deseada" o sea la suma superiores jerárquicos en
de ventajas y provechos que se acusa a funcio-
para la metrópoli. La narios eclesiásticos, mi·
explotación pura y simple litares y administrativos
se justifica con principios de abusos cometidos en
humanitarios. Se mantie- contra de la población
ne la Ilación de superio- local, incluso son explo-
ridad racial, de incapaci· tados o perjudicados unOs
dad dt: indígenas para españoles por los otros.
dirigirse i se alienta la Existi6 la línea del color,
idea del despotismo de la minoridad o tutela, la
jefes tradicionales o au- exclusión de ciudadanía,
tóctonos ; lo de incapaci· se prohibieron cultivos,
dad de la población para se impusieron crueles sis_
aprov~char sus recursos temas penales obligacio-
natllr;lles ; la escasez. de nes militares, etc., en el
recursos financieros , la nombre de Dios, de la fé
necesidad de conservar el católica y de la civiliza-
prestigiu. Una imagen es- ción. Siin embargo, al -
tereotipada del indígena gunos grupos de penin-
apoya su explotación . sulares tienen conciencia
de la situación y la de-
nuncian.

9. En la sociedad colonizada 9. El comercio internacional


el comercio de importa. estuvo en m<l!lOS de es-
ción está en manos de pañoles principalmente;
"sociedades extranjeras". en menor grado, pero au _
mentándolo c\espués de
la Independencia, estuvo
controlado por ingleses
alemanes y franceses.

10. La pobreza de las masas 10. No disfrutaba ('1 autóc-


indigenas se acentúa con tOllO de todo el tiempo
la degr;ldadón de las para si y los suyos pues·
economías tradicionales. to que debía prestar ser-
V'lcios a los <Irnos; dcbía
distribuir cosechas y ga-
nancias COll los domina-
dores; se le impedía sem-
brar hasta sus propios

120
productos, como cacao y
añil. La poblaci6n rural
no indigena también era
pobre en extremo.

11 . Hay cambio ~n la t~ ­ 11 . Especialmente aplic.able


nenci.. d~ la ti~rra y des- en las áreas densamente
posesión qu~ Il~\'a a la pobladols de las antiguas
proletarización y desa - civiliZdcion~ indígenas
rraigo. en el centro y costado
del pacifico en Centro
América.

12. Surge burguesia agra ria 12. Hacendados.


en la sociedad colonizada.

13. Existt: la segr~gaci6 n te- 13. Ocurre esta segregaoon


rritorial. Topografía de en áreas urbanas donde
villas coloniales refleja se separan los barrios de
factor racial. El rncismo indios y pardos. En el
no da lugar a connictos sector rural oCUrre en las
abiertos más que cuando reducciones indígenas y
el colonizado trnta de en su desplazamiento ha~
emancipar su dependen · cia zonas menos fértiles.
cia. Qpañoles y criollos en
los centros.

14. Se¡"'Tegaci6n social y eco_ 14. Castas y clases imponen


nómica. limitaci6n en el ace:eso a
participaci6n limitada ~n
ocupauones y cargos,
la renta nacional.

15 . Bases raciales dadas a la 15. Blancos en posiciones


organización econ6mica. altas y con poder ttO-
n6mico ; gente india y
n ~g ra ~n ~l trabajo ma-
nual , agrícola y de s~r ­
vicios; no se m<lnifiesta
esto en forma absoluta,
sino como tendencia.

16. ~rucción de la unidad 16. No es aplicabl~ dado que


económica de la familia . la economía era <l1lf'3ria
y no industrial.

121
17. Exodo rural hacia la ciu. 17. No aplicable.
dad.

18. Mayor libertad de las ge. 18. No aplicable.


neraciones jóvenes.

19. La pacificación que im- 19. Se prefirió siempre en


pone la administración, Cenlroamérica habilitar
los caminos y carreteras vías que comunicaran los
que abre con mano de centros de administración
obra gratuita u obligada colonial. Acceso al exte-
sirven ante todo inter~ rior ft,e controlado des-
de compañias y comer- de la misma metr6poli.
ciantes.

20. Impuulo que cobra la 20. Aplicable sólo parcial.


adr.1inistración oblig<l al mente a la población cen_
indígena a buscar nume- troameric:ma, puestO que
ra rio y 10 pone en manos una de sus característi·
de compradores de "pro. cas fue un pobre deSa-
ductos". rrollo del comercio.

21. No se puede separar la 21. EfectIVamente, la admi·


sociedad indígena de la nistraci6n relacionada al
administraci6n colonial territorio es preocupación
territorial. sobresaliente antes, y
después de la colonia.

22. Polítíca de asimilación, 22. Politica de asimilación


asociación (desigual) o principalmente.
compromiso.

23. La colonización no tiene 13. Por ejemplo los sistemas


el mismo significado para educativos, jurídicos, re-
para los distintos pue· lig:osos y gran parte de
blos. Estructur<lS, contex_ los administrativos pero
tOS culturales, géneros de manecieron. D espués de
vida y modos de ~nsar la independenca las uni~
~ult<lntes de la acción dades administrativas bus ~
colonia!, si?-uen arraiga- C1n aun m<lyor autono-
dos incluso después de la mía. Federalizaci6n; ali-
independencia 'o que di_ neamientos o puestOS de
ficuln o impide los es- ciudades; rebeliones in-
fuerzos de unión, con~ dígenas de Guatemala y
trariados por evoluciones E Salvador. Rivalidades
divergentes. Arbitraria entre ladinos e indíos;

122
repartici6n territorial y entre criollos y mulatos;
divisiones administrati- eolre provincias y re·
vas. Se fragmentan etnias giones,
imponantes, se rompen
unida<ks políticas gnn-
des, se constituyen rea-
grupamientos anificiales.
Por eso cieno número de
iniciaávas tomadas por
pueblos colonizados apa·
recen como manifestaci6n
de una voluntad de reu-
nHicaci6n, Enemistades o
rivalidades entre los gru.
pos étnicos, conservadas
o aerivadas de fines ad-
ministrativos han impues.
to a los pueblos una his-
toria particular,

'24. Control político por in· 24. Durante toda la colonia.


tennedio ae jefes e ins-
tituciones indígenas; Cred-
ción de nuevas jefaturas.
Se mantienen sistemas
ocultos de jefatura indí-
gena tras los jefes "de
paja" y así coexisten dos
poderes, antagonistas, uno
sometido al otro. Se alte·
ra y desplaza el ~librio
político. Contra esta des-
natunlizaci6n política
reaccionan nacionalismos
nacien~ , los cuales por
lo mismo puttlen tener
un carácter étníco en so
origen. Al nacionalismo
de la unidad más amplia
se oponen tendencias a
reajustar viejas fidelida-
des tribales a nuevos
marcos cuyos límites son
dificiles ae fijar; rivali-
dades enm~ nacionalis-
mos tribales se manifies-

123
tan en partidos políticos
de base étnica.

25. Influencia de la cultura 2S. Por lo menos supnmlo


europea tiene como resul _ gran parte y modificó lo
tado la opresión del fon- reSlante.
do cultural autóctono.

16. L'\ sociedad colonizada 26. Se conoce como pluralis-


se compone de un núme- mo cultural esta reunión
ro de grupos de más o de culturas distintas qU~
menos concientes de su coexisten bajo un mismo
ex istencia, frecuentemcn- régimen político. Se apli_
le opuestos unos .. otros ca aun hoy día en Cen-
por el color, que procu - tro;unhia.
ran ¡,acer vidas distint<ls
dentro de Jos límites de
un marco político. Son
grupos distintos idioma,
con diferentes ocupacio-
nes, alimentación vesti-
dos, habitaciones, dioses,
tradiciones.

27. La minoria europea 0 0- '27. Más bien pa rece haber


minante es tanto más habido ambigüedad en ¡as
activa cuantO más arrai. reacciones de españoles
gada ; más rebelde .. la peninsulares, unos man-
fu sión en t:lOto se con- tenian la separación entre
sidera amenazada por el la metrópoli y colonia ;
impacto demográfico de otros veían en América
los coloniz:lclos. Ve su como otra provincia es-
situación como problema pañola más; OIros vieron
de minoría mientns que algo distinto y se unie~
la población sometida ve ron 31 movimiento de In_
en ello un problema co- dependencia.
lonial y de tutela.

28. La je~arquía de la situa- 28. La jerarquía es diferen-


ción colonial, a partir de te, excepto el primer es-
la sociedad colonizado- calón,
ra es, a. Sociedad colonial de pe-
¡t. Sociedad colonial, exclu- ninsulares y criollos pu-
yendo "extranjeros" blan- ros.
cos. b. M esti zos ladinizados.

124
b. Extranjeros de "raza c. Indios ("nativos").
blanca". d. Negros, mulatos, zambos.
c. Gente "de color" (mesti- El europeo no español se
zos extranjeros, memas halla siempre bajo sospe.
de color) cha y por 10 tanto su
d. Sociedad coloniuda de posiuón jerarquica es
" nativos" . ambigua ; fueron muy po.
Jer.uquía se basa en cri- cos además. B restO es
terios de raza de nacio- aplicable.
nalidad. Postulado: exce_
lencia de la raza blanca,
exactamente la de la na-
ci6n que coloniza¡ supre_
m"cía Se da como hecho
en la historia y en la na-
turaleza.

'29. Sociedad colonial es de '29. La saciedad (peninsulares


procedencia y adhesión y sus hijos nacidos en
metrOi!Olitana, es minoría Am~rica) mantuvo su
numérica, burguesa. ani· posición no sólo por 10
mada por la noción de militar y administrativo
supe rioridad heróica, cu- sino por lo religioso.
ya función es dominar
política, económica y es·
piritualmente; atemoriza·
da de ver restablecer una
jerarquia con base en el
número de dominados.
Mantietl'e posidón do-
minante haciendo actuar
maquinaria militar y ad-
ministrativa.

30. La sociedad colonizadora 30. Tendencia a ver el mo-


no entrevet: el vigor de la vimiento independist3 co-
descoloniución en ges- mo la obra de charlatd-
tación. nes, irresponsables y gen-
te de poca integridad.

31. La sociedad colonizadora 31. Aplicable sólo pard<ll.


se hace intocable redu- mente.
ciendo el contaCto mini-
mo (segregación) exhi·
bi_éndose como modelo
sin dar la menor posi-

125
bilidad para comprobarlo
(asimilación presentada
como condición de la
igualdad, porque se sabe
que es imposible o por·
que se la limila) ideo-
logías juslificando la po_
sición dominante¡ proce-
dimientos politicos des-
tinados a mantener el
equilibrio en favor de la
sociedad colonial y de la
metrópoli.

32. En igual medida que 32. Quizás los intentos de


liende a reducirse la dis· dar representación en las
tancia entre las civili-z.a- Cones a los Americanos,
ciones, la relación de ma_ o de extenderles la na-
sas actlla en forma más cionalidad española, fue_
efecliva, la fuerza no es ron eSlos medios indirec.
ya suficiente para mante_ tos.
ner el dominio, y son
también utilizados los
medios más indireclos.

33. La sociedad colonizadora 33. Espaiia tenía sus divisio-


no es homogénea: tiene nes y grupos más o me-
sus facciones y "clanes" i nos ttrrados unos a olros
política de dominación y y bilstil rivalizando elllre
presdgio exige que sea ce- si¡ cada unO con sus pro-
rrada y se mamenga dis- pias ideas sobre política
lante. Extranjeros de raza colonial, pongamos por
blana pueden tener ek;- ejemplo, los eslados mi-
vado Status socioeconÓ· litares y eclesiásticos. Es
mico, pero son minoría aplicable 10 referente a
en sentido numérico (po_ extranjeros.
cos) y sociológico (do-
minados); pueden estar
somelidos a servidumbres
administrativas, resultan
sospechosos en razón de
su nacionalidad, a veces
se les aisla de los colonia_
les, con frecuencia man-
tienen relaciones estre·
chas con los autoclonos.

126
Frente a ellos los indíge-
nas tienen reacciones am_
bivalemes: intimidad, fa-
miliaridad, desprecio, re.
sentimiento.

34. A medida que los de co- 34. Como ejemplo mulalOS y


lor adquieren importancia negros en la Constitución
económica dicho grupo 1812, pero no ocurrió
sufre más imensamente con los mestizos, quienes
su aislamiento, gracias a ~ntre más adquirian la
medidas disc riminatorias. cultura espailola más se
En los mestizos el aisla- admitían como parte de
miento es más absoluto lo hispano colonial. Lo
debido a su carácter de que sí sucede es que K
"compromiso racial". No mamienen en conflicto y
son " compromiso social". aparte de la socie<bd in-
No quieren confundirse dígena de la cual pro-
con su raza " de color" vienen; son dirigentes de
mientras que las puems su nueva mezcla ameri-
de la sociedad colonial cana, pero no lo son de
les están más o menos los coloniales puros o de
cerradas. Su alianza po- los indígenas puros.
lítica con la élite de la
sociedad colonizada no
es duradera; están más
en conflicto que en ac uer.
do con esa sociedad en
razón de una mejor con 4

dición económica y polí-


tica y del factor racial;
no son dirigentes en la
sociedad colonizada.

35. Cada sector de la socie-


dad colonial tiene la mi-
sión de asegurar la domi-
nación en un campo pre-
ciso y concreto (políti-
co, econ6mico, espiritual).
Subordinación de la so-
ciedad colonizada es abo
soluta durante mucho
tiempo, debido a carencia
de una técnica avanuda

127
y de poderio material que
no sea el número.

36. Para lodos los grupos de 36. Aplicable.


la sociedad colonial que
tienen prerrog;!tiva ery
alguna materia, la socie·
dad colonizada es un ins-
trumento creador de ri.
queza que rerien..: para
sí solo unil mínima pane.

37. Algunos grupos étnicos 37. Ejemplos de grupos tra·


son más asimilacionistas dicionalistas son los in-
y otros más tradiciona- dios que llegaron al siglo
listas. XX como tales.

38. Realmente la religión ca·


tólica introdujo homoge-
neidad. Otras fonna ~ de
Crlstlamsmo no fu ~ron
permitidas; las religiones
indigenas y "frican¡h se
sincretizaron con el cato-
licismo.

39. Colonización provoca di. 39. Estas divisiones existen


visiones entre urbanos y pero no se pueden atrio
campesinos, entre prole- buir al hecho colonial
tariado y burguesiil, entre en si; son propias de toda
Hites o" evolucionados" sociedad compleja a par-
y masas, entre genera· tir del neolitico.
ciones. Cada unil de estas
fracciones partiCipan de
modo diferente en la so-
ciedad global.

40. En fa relación colonial 40. Aplicable.


colonizada el lenguaje
manifesta la oposición
civilizado primitivo, pa·
gano, cristiano, civiliza-
ción atrasada.

128
41. Ocupacicip euro~ ha ~ 1. La practica militar la
suprimido expresión mi- regula el poder colonial;
litar de antagonismo y pero en la COSt<l Atlántica
conflictos tribales, pero de Centroamérica conti-
los ha utilizado para sus nuaron las guerras entre
fines comerciales y poli- pueblos y tribus.
ricos.

42. él la sociedad coloniza- 42. Especialmente la búsque-


da la búsqueda de sus da de otras normas ceo·
normas modernas coin- nómicas y politicas.
cide con la búsqueda de
su autonomía.

43. La sociedad dependiente 43. Centroamér'ic:a se divi-


exhibe caracteres tradi- dió entre monárquicos e
cionalistas y modernistas. insurgentes.

H. Aun después de haberse 44. Por lo menos en lo que


logr.ldo la independen- no tuvo que ver con la
cia, la sociedad sigue política.
siendo colonial.

4S. La personalidad modal 45. Posiblemente cada seg·


del colonizado: mento social refle~ ras-
"Complejo de dependen- gos de personalidad co-
cia, huida de la respon- munes a sus miembros y
sabilidad penonal". que los diferencian de los
Del que busca emancipa_ miembros de otros seg-
ción, "ha rOto lazos de mentos.
dependencia y se sitúa
en la in~uridad"
La ambigüedad se refleja
en el acelerar la evolu-
ción y echar de me nos
los tiempos pasados.
El europeo colonial a ve-
ces se siente superior a
europeos de la metrópoli.
Su papel dominante le
da ventaja psicológica.

46. El proceso de descoloni- <16. Surgieron en Centroamé-


zación da paso a la revo· ria los panidos políticos.
lución al cambio. e he- Se cambiaron sistemas de
cho de lOmar de nuevo administración antes y

129
la iniciativa se manifies- después de la indepen-
la en el campo político y dencia. Los movimientos
social. La descolonización innovadores en Centroa-
puede conlribuir a una mérica no son muchos
verdadera mutación: ~­ ni son arrolladores, quizá
noyac'ón de estructuras porque denrro de la toral
sociales y familiares; ~­ situación colonial esta re·
belión campesina; inno- gión era marginal geo-
vación político ~ligiosa , gráfica y econÓmicamen.
profética, mesiánica. En
la situación colonial han
".No observamos en esete
habido ant('«dentes en territorio los monwnen -
los nacionalismos inci· tos a la grandeza colo-
pientes, las tendencias a nial española de México
independizarse, las reac- y Perú; quizá ello 10
ciones raciales¡ los roo· liberó de los malos efec·
Yimienlos sociales, mesia_ tos del colonialismo puro,
nismos y transformacio- pero no está libre la his-
lIes clandestinas de las toria colonial centroame.
instituciones tradiciona- ricana de rebeliones y de
listas han sido hechos de intentos de cambios pro·
comra-acu!turación. In- fundos. El liberalismo y
fluencia marxista en la ilustración hicieron
nuestro siglo ha interve- surrir efectos compara-
nido en los conflictos de bles a las influencias
colonii2ción y descolo- marxiStas de hoy.
10nii2ción.

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131
RASGOS DE LA ECONOMIA DEL REINO DE
GUATEMALA A FINES DE LA EPOCA COLONIAL

Lic. Ligia Cavallini de ArmLZ


INTRODUCCION

No es posible hablar de la econom ía centroame-


ricana a fi n ales de la época colonial solamente, pues
ésta fu e el resultado de un largo proceso, basado
primordialmente en la agricultura .
La agri cultura fue 10 que el español encontró en
América, lo alim en tó en los primeros años de la
con quista, le proporcionó fuerzas para qu e después
obtuviera los metales preciosos qu e codióosamente
anhelaba.
Los españ oles qu e llegaron a Centroamérica
encontraron tierras fér tiles y cultivadas. Cultivadas
de pl'antas qlie hoy día siguen siendo la base de la
alim en tación del hombre cen lroamericano; plantas
y ' cultivos que el español n o logró transfonnar a
pesar de los tres siglos de dominar su su elo.
H ablamos de la «cu ltura del m aíz» cuando nos
referimos a la cultura indígena, pero este ma íz
pasó a la mesa del español, como pasaron otros
productos a las costumbres de los europeos: el tabaco,
el cacao, el añil, etc.
España aport ó a la agr icultura de Cen troamé~
rica muchos d e sus productos: H ernán Cortés, desde
1529 trajo a Hondur as lé~ caña de azúcar. Al res-
pecto escribió don Rafael Heliodoro Valle en su
Historia de las Simentales en Honduras:

135
··Yo ensalzo a Hernán Cortés, porque en 1529
hizo llegar a Tmjillo la caña de azúcar que cundía
en Santo Domingo_ y evoco agradecido a don Fran-
cisco de Montejo_ quien trajo las primeras vides".
España, país esencialmente agrícola, trasplantó
a Ccntroaméri ca, junto con la técnica para su cul-
tivo, las «plantas de Castilla » que enriquecieron
nuestros fértiles campos: el trigo, el arroz, el café.
la caña de azúcar e infinidad de frotas y verduras.
haciendo conocer a los indios la u tilidad de estas
plantas y también le enseflaron a conocer la utilidad
de sus propios cultivos.
El nativo aprendió a construir sus casas, con
nuevas técnicas, utilizando la madera de los árbolcs
de sus ticlTas: la caoba, el cedro, el roble. Pero tam-
bién se vio acosado por los españoles, especialmente
por los que vinieron a América a enriquecerse., a
obtener de sus suelos riqueza minera, usando los
propios dueños de las minas como esclavos. Se re-
parti eron sus territorios, se «encomendó» al indio
obligándolo a trabajar para el español Por esta razón
España se vio precisada a legislar para evitar graves
conflictos entre españoles e indios. Son muchas las
leyes que España trató de hacer cumplir a sus súb-
ditos. Son numerosas las leyes relacionadas con la
economía. Se establecieron instituciones económi-
cas en España y en América, que abarcaban el
territorio centroamericano. Con esta transculturación
va desarrollóndose la economia del Reino de Guate-
mala.
Por esta razón el primer capítulo de este estudio
va a tratar de las institucion es españolas implan-
tadas en Centroamérica. '
El segundo capítulo, el más extenso, será so-
bre agricultura. ganadería y minería.
El tercero sobre la industria. el comercio y la
navegación. I ncluyen un corto estudi o sobre la Casa
de Moneda.
El último punto será un breve comentario so-
bre la Sociedad Económica de Amigos del País.
donde se fragu aron, en parte_ la s ideas libertaria s de
Centroamérica.

136
C APÍT U LO 1

INSTITUCIONES ECONOMICAS ESPA~OLAS


IMPLANTADA S EN CENTROAMERICA
A pesar de la unidad de España, realizada
con el matrimonio de los Reyes Católicos, Castilla,
en la empresa descubridora y conquistadora tuvo
gran trascendencia en América ya que I sabel de
Castilla fue la que patrocinó los primeros proyectos
de Colón y sus contiuuadores.
Por eso se habla durante la Colonia de «Derecho
Castellano», de «lengua castellana» y hasta «frutos
y géneros de Ca~tilla». en vez de h ablar de España.
Se qui so organi zar a América bajo las nonnas
jurídicas de Castill a, pero la real idad am ericana, las
circu nstancias sociales. econ ómicas y geográficas tan
diCe"rentes en este nuevo mundo al mundo castellano
hizo que' se legislara por medio del «derecho India.
no»; así tenemos una magnífica colección «leyes de
Indias».
En esta colección encontramos establecidas los
principios económicos, o las leyes que sobre esta
materia estuvieron vigentes en América durante la
dominación española. Estas leyes a veces eran gen e·
rales para todas las Indias. pero tomaron ci~rtas
particularidad es. según las circunstancias imperan-
tes o las necesidades de cada región.
Entre estas instituciones económicas se encuen -
lran :

139
Son las mercedes reales o gracias que se hacían
en forma particular a los conquistadores y coloni-
zadores; se dieron regalías l ' de minas: de oro y
plata , canteras y caleras, yacimientos minerales d e
menor valor como el cobre, el plomo, el estaño, el
azufre y el alumbre.
2' el oro que se encontraba en los ríos o ver-
tientes.
3' La explotación de sal inas y azoques. El cul-
tivo de alg¡mas plantas. corno canela o pimienta,
se consideró como r egalias.
4' La propieda d de perlas, esmerald as y otras
piedras preciosas.
5' Los tesoros ocultos o enterramientos.
6' Los bienes «mostrencos» o sean los que no
tuvieron dueño como los esclavos huidos cuyo dueño
no los reclamaba, los bienes de los que fallecían
sin h acer testamento y no tenían herederos dentro
del décimo grado inclusive; ganado etc.
7' Todas las tierras, aguas, montes y pastos
que n o tuvieren legítimos poseedores.
Los españoles que recibían estas regalías te·
nían que pagar a la Corona la quinta parte de los
beneficios que obtenían; o sea el quinto real. En
cuanto a los tesoros ocultos que se descubriesen en
enterramientos de indios. templos dedicados al cser·
vicio de los ídolos:t. tenían que entregar la mitad
al Rey: la otra mitad era para el descubridor.

las Encomie ndas

Fue la institución reguladora del trabajo colo-


nial. Se ori gi nó en Las Antillas. Aunque n o fueron
aprobadas por la Corona, la que recomendaba un tri .
buto personal de los in dios y que se dejaran vivir
libremente "como nuestros vasallos viven en nues-
tros reinos de Castill a" los españoles se limitaron a
acatar pero no a cumplir con las órdenes reales.
Poco a poco los colonizadores fueron otorgán-
dose la s facultades de disponer de los indios, obli.

140
gandolos a prestar sus trabajos personales., tanto en
la agricultura como en la minería. Dice Sol6rzano
Fernández en su H istoria Económica de Guatemala:
"En un sentido económico esta institución no
"iene a ser sino la fonna de organizar en las colo.
nia s el reparto de una riqueza quizás mayor que
el oro y la plata, o sea el trabajo del indio, lográn-
dose en esa fonoa varios objetivos, en primer lugar,
el incremento de la producción., tanto en la riqueza
agrícola como en la mineral, y en segundo el arraigo
de los colonizadores median te el disfrute de sus
riquezas" .
España, ante la insistencia de los colonizadores,
se vio obligada a legislar para que se tratara bien
a los indios: por ejemplo en lo que se refi ere al
trabajo de los naturales en las minas, debería durar
cinco meses, luego tendrían 40 días de holganza
para hacer los trabajos personales. como recoger
la cosecha de su pueblo. Pasado el plazo de descanso
volvían los indios a las minas por otros cinco m eses.
Sobre los alimentos que debían recibir los indios que
tra bajaban en las minas dispuso la ley que "les den
pa n e axi. todo lo que hubiere menester y les den
una libra de came cada día , y el día que no fuere
de carne. les den pescado o sardinas o otras cosas
con que sean bien m antenidos".
El encomendero telúa que construir u na iglesia
para que los indios rezaran al anochecer y por la
mañana.
La metrópoli estaba lejos, y el abuso con los
indios se cometía por todas partes y ante las pro-
teslas de los defensores de los indios: Sepúlveda, Las
Casas y Vittoria, las encomiendas fueron suprimidas
en 1542 por medio de las «Leyes Nuevas». Desde
luego, los que poseían ya las encomiendas podían
disfrutarlas, pero ordenaban que al fall ecer "la per-
son a que tu viere los dichos indios, sean puestos en
nuestra Real Corona". Dice 015 C.lpdequí en su
obra del Derecho Español en las Indias que en éste
como en tantos otros aspectos de la colonizaci6n es·
pañola en Am érica una fue la doctrin a legal y otra
la r ealidad social imperante.

141
En los últimos años de la época colonial la
encomienda se encontraba completamente extingui-
da. Al respecto dice el historiador Silvio Zavala "en
los escritos del movimiento de Independencia de las
colonia s en los primeros años del siglo XIX se en-
cuentran pocas o ningunas alusiones a encomiendas
y en cambio muchas relativas al tributo personal
que los indios pagaban a la Corona en el cual se
habían refundido las antiguas rentas encomendadas.
El movimiento filosófico del siglo de las luces como
batió el tributo de los indios por estimarlo un vesti-
gio de instituciones de vasallaje, poco compatible con
la dignidad individual",

El régimen d e la tierra: agricultura, ganad er'a y mineria

Las tierras y sola res fueron repartidos entre los


españoles desde los primeros años de su dominio en
América. Estaban facultados para practicar esta re·
partición los virreyes, presidentes, gobenladores y
cab ildos, pero quedaban sujetos a superior confirma-
ción de la Corona. Las dificultades que ocasionaba
el tener que acudir a la Corte para conseguir la real
confirmación de las adj udicaciones hechas en las
indias, hizo que se obtuvieran las tierras sin «con-
firmación», haciendo caso omiso a lo dispuesto en
las leyes, por lo que en 1754 se aceptó que fueran
autoridades de su Di strito y demás Ministros, facul-
tados para otorgar estas tierras.
La condición para que se adjudicaran estos so-
lares era la de que el adjudicatario debía residir
en el sitio y cultivarlo, siendo así que la agricultura
tenía que convertirse en la principal ocupación
de los coloni zadores. También debían comprome·
terse a tratar bien a los indios; no podía ser de
otra manera cuando los indios eran los propios due-
¡los de las tierras que se le otorgaban a los españoles.
No existía por parte del gobierno español una
verdadera política agraria y ganadera, pero sí se
trató, una vez conocído el Continente, de reglamen-
tar estos aspectos, por 10 menos se trató de ver la
fonna más conveniente de h acerlo, tomando en cuen-

142
ta desde luego primero los intereses de España: se
fomentaban nuevos cultivos, se prohibían otros, se
dan órdenes de explotación ganadera o minera.
En cuanto El la mi neda, las mejores niñas "ricas
o de nación " se las reservaba el mon ar ca, las otras
de menor cuantía llamadas "ordinarias" se benefi.
ciaba n como «rega lías», pagando el quinto real. Qui.
zás considerando las vetas mineras agotadas, en la
última etapa de la colonia ya no se habla de "mi-
nas de Su Majesta d", han sido entregadas a parti-
culares, siempre separ ando el quinto real.
Por el solo título jurídico de la adjudicación de
tierra, ya sea por encomienda, por regalía o por
venta, no se adquiriría el pleno dominio sobre la
lierra adjudicada, era necesario que las tierras fu eran
cultivadas.
Se restringió la extensión de los lotes de tierras
adjud icables a cada propietario: n o más de tres peo-
nías (la tierra que se podía labrar en un dia ) ni de
cinco caballerías (esta m edida agrari a variaba de
una legua en contorno). Se obligaba a deslindar los
ingenios de azúcar ( en Cuba era de 13 H ectáreas,
mientras que en México o en Guatemala 42 Hectá ·
reas) ; tampoco podía tener la extensión de terreno
más de tres asien tos o hatos de ganado ( potreros, de
una legua en contorno). Se obligaba a deslindar las
tierras adjudicadas y a ra ti ficar los deslindes por
m edio de los propietarios colindantes.
Dice Ots Capdequí en su obra el libro citado
an terior mente El Derecho Español en las Indias.
"Si estos preceptos se hubieran cumplido fiel-
mente, las nu evas naciones independientes de Amé·
rica se hubieran encontrado sob eranas de un suelo
donde el aprovechamiento privado de la tierra n o
hubier a pr esentado la existencia de latifundios ni
se hubiera registrado un palmo de tierra pertene-
ciente al domin io privado que estuviera por culti-
var. y bien sab ido que la realidad ha sido otra".
A estos conceptos de 015 Capdequí agregamos
nosotros: si la ley se hubiera acatado y cumplido,
en estos momentos no tendría m os que pensar en
reformas agrarias.

143
Comercio y navegaci6n:

El régimen de comercio y navegación entre Es~


paña y las Indias fue basado en el principio del
monopolio, establecido primero en Sevilla y más
tarde en Cádiz.
Desde el punto de vista comercial, los mercados
de las Indias eran considerados como complemeD~
tano de los establecidos en España. Allá se vendían
los productos que su suelo no producía, mientras
que en América estaba prohibido p roducir lo que en
España se poseí a. Hubo leyes determinantes prohibi-
tivas en cuanto al cultivo de olivos y vides, pues el
aceite y los vinos se elaboraban en España y los
mercados estaban en las Indias.
E! transporte de las mercaderías tenia que hacer-
se en barcos españoles, que no pertenecían a la
Corona sino a grandes comerciantes establecidos en
Sevilla, los que se beneficiaron con este régimen de
monopolio.
En el año 1503 se esta bleció la "Casa de Con-
trataci ón de Sevilla", la que colaboró eficazmente
en mantener el monopolio comercial, convirtiéndose
en el centro de todo comercio de Ultramar.
Se reglamentó el comercio y la navegación
por medio del sistema llamado de "flota s y galeones"
para asegurar el monopolio comercial y para pro-
teger la navegación contra los ataques de los piratas
y corsarios. Las naves mercantes no podían viajar
solas, según las reglas de la Casa de Contratación de
Sevilla, la s flotas tenían que ir «armadas y pertre-
chadas». Quedó establecido que anualmente parti-
rían de Sevilla dos fl otas: una para Nueva España y
otra para Tierra Firme. La primera debía salir en
marzo (primavera ) llevando naves n o solo para Mé-
xico sino también para las Antillas y Centro Amé-
rica, tocando el puerto de Honduras.
La segunda salia en agosto hacia Panamá y la
América del Sur. Esta n ota que iba a Tierra Firme
era una verdadera armada, integrada por 6, 8 o
más buques de guerra, para proteger a los oavios y
asegurar el transporte de la s enonnes cantidades de

144
plata que llevaban de la Villa Imperial de Potosí
( Bolivia ).
Al principio no se permitía el comercio entre
las distintas regiones de Amél'ica por lo que se
rea lizó Lste con canícter clandest ino 1 y gran escal a,
principnlm ente en las costas del Caribe. Comercian~
tes ingleses. franceses. holandeses, fueron los palt.í-
cipes de estE' fra udulento comercio. contando siempre
con la sim¡)atía de los habitantes de las colonias, así
lograban obtener a m enos precios los artículos ne-
cesa r ios1 burlando el monopolio de los comerciantes
.:le Sevilla.
En el siglo XVII I España se vio precisada a
cambiar esta poLitica. dando más libertad para re¡¡~
lizar tanto el comercio como la navegación. En 1774
se pennitió el comercio intercontinentaJ entre Perú.
Nueva España 1 Nueva Granada y Guatemala. En
1778 se promulgó el reglamento de Aranceles reales
para el comercio li bre de Espai'la y Las Ind ias. A
finales del siglo decae la Casa de Contratación de
Sevilla. en el año 1790 se decretó su extinción.

Régi me n Tributario

L., primera fuente de ir::gresos de la Hacienda


españo la fue integrada por 10 que producían las
regalías. o sea el «quinto Heal» . Además de este in -
greso. las rentas de la Corona se vieron aumentadas
por numerosos impuestos. Este sistema tributario cs-
pañol establecido en América, afectaba tanto a es-
pañoles COmo a ind ios.
Los impuestos variaron según las necesidades
de la Metrópoli, entre los tributos debemos citar:
la alcabala, el amo;arifazgo. los oficios vendibles,
los tn'butos de los illdios. el papel sella10, los ramos
estancados, los diezmos. la bula de la Santa Cruzada.
la media al/ata, la mesada eclesiástica, los donativos
graciosos. los bienes de difunto, clc. En los últimos
años de la colonia estos tribut os se convirtieron en
pesada carga para las rliferentes regiones. Para el
Reino de Guatemal a los impucstos eran los siguien-
tes:

145
I
ALCABALA: Se pngaba por las transacciones que
hac:an les cspmlo1es, o sea un 2% sobre cu alquier
\ cota. hiel;es muebles ° inmuebles. Los indios no
pagaban alcabala. En 1591 se estableció la alcabala
de vjcn~o o almojarifazgo. impuesto que pagaban
la s mcrcaderías por entrar o salir de los pu ertos, el
5% del valor; este impuesto ad uanal se pagaba por
mit 1des. una mitad en Espa ila y otra mitad en
Centroamér:ca.
En el siglo XV1l 1 esta }'enta producía dos Cajas
n eal es de 200.000 pes;)s anuales. era recaudada por
el Cabi ldo. lo mismo que la alcabala. Cuando fue
destnúda la Antigua Guatemala. se cedió la recau-
dación de alcabalas, óurante IEl decen ia de 1775 -
1í-85, ¡Jara cons1ru ir los ed ifici os rea les, para comu-
ni dades religiosas y para ayudar a los particulares.

OFICIOS VENDlnLES o REMATES DE PUESTOS: Se-


gún la importancia de la región asi se pagaba el
ofi cio. Por ejemplo el pucsto de Alguacil Mayor en
Guatem ,la, fue relllata::lo en 14.000 p esos, los re-
gidores pagaban por 10 genera l 2.000 pesos cada uno,
mientras que todo el Cabildo dc Cartago r endia 2.820
p cws, y el Sa n Pcdro de Sula 465 pesos.

TRIBUTOS DE LOS INDIOS. También los indios, n o


cncomendados. tenía n que pagar un tributo personal,
alrededor de 2 p r::lSOS anuales. La constitución de
18 12. suprim ió este tr ibu to.

LA MEDIA ANATA. Este impuesto era sobre los


ofic ios importan tes (no de los obtenidos por remate.
sino nombrados por el Bey). Consist ía en pagar la
mitad del sueldo devengado en un año. A n adie, ni
a los Capitanes Generales se les daba posesión de
su cargo si no cum plían con este impuesto.

RAMOS ESTANCADOS. Fueron "ramos estancados"


durante la colonia: la fabrinción y venta de aguar-
dientcs. la sal. la pólvora. el taba co. los n aipes y
las pieles. El estanco que más deja ba era el del aguar.
d ient e. F.Jl 1744 en Guatpmala habían 26 taberna s

146
que pagaban t Oo pesos anuales. En el nño 1800
cadn esta nquillo o ta berna pagaba 50 pesos mensu a-
les_ ,o seél 600 pesos anuales.

Los DIEZMOS: no hay leyes reglamen tan do est e


impuesto, pero era cobrado por oficiales reales. Los
indios ten :un que pagar la déci ma parte de sus
pr imicia s o cosechas para la iglesia . Lo que se recau -
dabJ s:!: div idía en 4 par les, una para el Obispo,
otra para el Cabildo Eclesiástico; de la otra mitad,
7 novenos eran desti nados a la construcción de igle-
sias y culto; los 2 nOvenos resta n tes de esta mitad
(o sea 1 noveno de la unidad ) lo percibí:U1 las arcas
reales.

LA B ULA DE L A SAI'\ TA CnUZAD A: era un per-


m iso otorgado p OI' el Pa pa para eximirse de la
abstinencia. El producto de la ven ta de esta bula
lo percibía el Rey . H 1.bía bulas de tres ca tegorías y
tres preci os : las qu e tomaban los indios y n egros
\'alían 2 l-ea les, a los espa ñoles se les vendía en 8
rcales, los que tenían algún pu esto 2 pesos. Esta
curiosa tariía sufri ó diversas modificaciones y tam-
bi en di versos aL usos; los "buleros" eran los que las
vendí<El recorrían las ciuda des y los campos vendien-
do bulas (comprando conciencia s) e indulgencias,
pero no daban cu cnt~ de lo recaudado.

L A MESADA ECLESIÁSTICA: Era una con tribución


personal que pagaban los clérigos mcnsualmente
cuando obtenían del Pa pa, algún oficio o beneficio,
previa presen tación r eal.

Los DO NATIVOS GHAC IC SOS: los que voluntaria-


m ente da ban los vasallos al Monarca cuando éste lo
solicitaba; los bienes de difuntos, cu ando alguien
fallecía sin dejar hercderos ni h <lcer test amento.

EL PAPEL SEL I. A.OO. Se compraba el papel sella-


do para todo acto civ-il.
La guerra de España y Francia hizo necesario
situar una escuadra en el Mar de las An tillas y fue

147
sostenid:¡ por la llamada "A lcabala de Barlovento"
O sea un nuevo impuesto por los productos que
se cxportaban dc América . Para el Reino de Gua te-
ma la se fijó la siguiente tarifa: Por

I cajón de añi l . 4 reales oro


1 carga de cacao . 2 reales t
t a rroba de grana """ . 2 reales
cada p:el de ganado vacuno . 1 r eal
una petaca de brea . 1 real
1 petaca de tabaco . 1 real
por una petaca de zarzaparrilla . 1 real

Como puede observarse eran muchos los impues-


tos que se habían ido acumulando sobre Cenlroamé-
rica, que tuvo que soportar además graves contra-
tiempos, CO m O terremotos e incursiones de piratas.

148
CAPÍT U l.O 11

AGRICULTURA , GANADERIA Y MINERIA

,
Agricultura:

Como se dijo a l principIO. la agricultura en


Centroamérica al terminar el período coloníal estaba
fo rmada por dos grupos de plantas: las indígenas y
las de Cast!Ua . Entre la s primeras tenemos que citar:

EL MAíz (::.ea- rnap) que junto con los frijoles


constituye el al imento básico del pu eblo centroame-
ricano, verdadero legado de lluestra cu ltura nb origen.
No fue cl m aiz produ cto dc exportación pero sí de
gnlll con sumo interno y generalizado en todo el H.eino
de Guatema la. se producc cn todos los clim as, a veces
da 2 y hasta 3 cosechas anu, lcs. El consumo general
se hace. y se haCÍa en forma ,le tortillcs, tamales.
bizcocho y tolo;>ostes. Costa Rica exportaba a Por-
lobelo y Nicaragua ciert l cantidad de bizcocho.
En 1687. después del saqueo de Esparza y Nicoya
por los piratas_ de Pan amá se envió gen te armada
hacia Caldcra. y el gobernador de Costa H.ica con-
tribuyó con 178 quintales de bizcocho para ali mentar
a los hombres que se encarga rí an de perseguir a los
piratas.
El preci o del maíz no el-a fijo; en CostJ Hica. en
181 L una cajuela de m aíz valía un real, lo mismo
que la de fríj oles.

151
El CAC ,\O ( Theobroma cacao) este cultivo fue
muy importmte entre los indígenas y asimilado rápi·
damente entre Jos colonos. la "bebida de los dioses"
fue agradable en las COIies de España".
Esl e producto tropical se producía en: Escuintla.
Zacupa. Chiquimula. Son~onate, San Vicente. San
Miguel. Cholutecn. en Chinandega. Masaya. Rivas.
Guanaca ste. Punt,renas y cn la costa del Atlántico.
Según el his toriador guatemalteco Batres láureo
gui que había dos cla ses de cacao, el fino que se u saba
en varias bebidas y el ord inario llamado «pa taxtle».
de grano infer ior. servía para las transacciones. El
cacao 10 u saron como moncda los indios y los espa·
ñoles. por un conejo S" pagaban 10 granos. por un
esclavo JOO. Autorizado su uso en 1709. solo para
compra de víveres pcro se usó hasla para comprar
"oficios vendibles". En t 783. por una Real Cédula.
se prohibió. en 1783. que los oficios vendibles fu eran
adjudicados por cacao.
Durante la colonia el comercio del cacao fu e im -
portante. dt"l Rei no de Guatemala se enviaba a lleva
España y al Pelil. de aquí se m andaba a España.
Según parece el mejor cacao se producía en Soconu sco
"el cacao de Soconusco, el mejor del mundo apenas
alcanzabn para llf'varIo a M 'ld rid a servir de regalo
a la mesa de los reyes y de los gran des". Se calcula
que el Reino (le Guatemnln se exportaba anualmentf'
más de 50 mil cargas de cacao. En varias gobernacio,
nes constituía el princip"ll producto de exportación.
En Nicaragua. dice el Licenciado Zelaya Goodman
"el cacao era el producto que alcanzaba el primer
lugar en la producción agrícola. Los wandes cacao-
tales estaban <;itua"los principalmente en la región de
la villa d" Nicaragua" ... "el número de árboles que
había en la región era de 1.355.460 conesponrlientes
a 310 haciendas de cacao".
A fi n es del siglo XVITr en Costa Rica , en la re·
6"'¡ón del Atl~nlico. h <\bía un total de 368.254 á r'boles
sembra dos en unas 90 haciendas. Estos cacaotales
fu eron conslnntemente snqueados por piratas y zam·
. bos mosquitos. En 1711 , el Presidente de la Audiencia
de Guatemala. don T orib io Cossío, concedió penniso

152
a la Gobernación de Costa Rica de exportar cacao a
Nueva España. utilizando el puerto de Caldera. De-
bido a la política proteccionista de la Corona, se puso
un impuesto excesivo al cacao de Centroamérica. con
el fin de favorecer el cacao de Guayaquil y que éste
pudiera venderse en México. POr esta razón comenzó
a decaer este cultivo.

EL TAnA CO ( Nicoliana labacum). Es otro pro-


ducto indigena de gran importancia en el d esarrollo
ccon ómic') de Centroamérica durante la colonia.
Se producía en todo el Reino de Guatemala y se
exportaba a Nueva España.
En el siglo XVll1 se procedió a "estancar" el
tabaco. En 1766, para colmar la paciencia de los su-
fridos habitantes del Reino. se recibió la noticia de
que estab an en trámile los autos de fundación del
Estanco de Tabacos en Guatemala. Por medio de
pregón se dispuso en cuáles sitios se pennilÍa culti-
varlo. Nadie podía vender tabaco sim ple ni elaborado.
Las ganancias del estanco de tabaco ten ían que ser
enviadas. anu almente a España.
Fue la gobernación de Costa Rica la favorecida
con el estanco de tabaco. Por disposición del 13 de
abr il de 1787 se concedió este m onopolio. suprimiendo
a la vez las siembras en Sa n Salvador.. Valle de
Copá n. Gracias a Di os y Ciurl ad Real. Con este m ono-
polio se tratClba de ayuda r a la " pobre" gob ernación
rle Costa Rica.
L1 Factoría de Tabaco de Costa Rica se construyó
('n el sitio donde hoy está el Banco Central. Los veci-
nos del resto de la Capitanía pronto se quejaron d"
este monopolio. alegando que la m 'Jla cal idad del
tabaco de Costa Rica no era del agrado del consumi~
doroEn un infonne que el Consulado de Comercio de
Guatemala pr"paró para que el Dr. Larrazábal. pre-
se ntara en las Cortes el e Cádiz en 1810 dice:
"este Reyn o puede producir q uanto tabaco se
quiera: la N.E. y el Perú lo necesitan: a aquella se
suele remit ir por cu enta del Rey. y el Perú tiene
achlalmen te según se dice, celebrada contrata con la
Virginea para el de su consum o" ... "es contra ra zón

153
y muy doloroso, que a estos naturales se les prive de
un bien con que los convida su suelo patrio, y que
del Perú salgan los cauda les para países c),.'traños
pudiéndose quedar todo en la Monarquía".
Ya en los últimos años de la vida colonial el
tabaco se sembraba libremente.

PLA NTAS TEXTILES. Entre las plantas textiles in-


dígenas que contribuyeron al desenvolvimiento del
Reyno de Guatemala está el algodón. Poco se expor-
taba pero sí ayudó a que la gente pudiera an dar
decentemente vestida. Se cultivó en todo Centroa -
mérica. pero donde se fabricaban los más br illantes
tejidos fu e en la Antigua Guatemala . H oy día cons-
tituyen u na atracción turística los tejidos que se
fabrican alrededor de esta antigua capital.
Durante la colonia se hilaba, se t eñía y se tejía
el algodón siguiendo los mismos procedimientos de los
indios, en los últimos años de la Colonia, la Sociedad
Económica de Amigos del país, introdujo tornos para
hilar.
En Costa Rica, dice el inform e del Obispo M orel.
después de su visita pastoral. en 1751: "Las mujeres
se entretienen en teier ropas de algod6n y con la labor
de sus manos se viste. así a sus maridos y famili a" .
. . . "Se usa el tinte del caracol purpúreo con que el
hil o ennoblece, .también el pal o del Bras il con l os
colores amarillo y rojo" .
Por esta misma época se traían a Costa Rica
mantas de Masaya y algodón de Chinandega, por lo
que comprendemos que este cultivo se encontraba
bastante exten dido en Ccntroamérica.
Otra planta textil. utili zada principalmente en
cordelería era la c::'lbuya.
En 1725 exportaha Costa Rica a Panamá pita
torcida (cabuya ) . al precio de 4 reales libra.

EL .... ÑIL o X'QUILITE. Comienza a figurar de


TII:mera primordial en la vida económica de Cen.
troamérica , cuando los españoles no encontraron l as
tan ansiadas minas y se com'encen de que la riqueza
de la región estaba en la agricultura. Junto con los

154
productores indígenas que nbastecían el consumo
interno, como el maíz. algodón~ tabaco~ etc. aparece
el añil. Este producto llamó poderosamente la aten-
ción de la COI·om EspaflJlola, convirtiéndose en el
producto agrícola que más entradas dejo durante la
colonia.
El añil se cultivaba y se beneficiaba en todas
las provincias costaneras al Pacífico.
Es interesante el proceso de elaboración del añil.
Para hacer la tinta del ai,i l se tenían un as pilas en
los "o brajes". a modo de la gares. Se ponía a remojar
la hierba durante 25 o más horas en una pila. luego
sacaban el agua pasándola a otra pila más honda.
por medio de un m olíllo batían el agua. hasta levan.
tar con el movimi ento de la meda una espuma
amarilla con tonalidades azules, y cuando les pare-
cía que estabn de PUlltO. dejaban de 1)11irla deján-
dola aSentar. escurriéndola poco a poco. Luego la
colaban en un lien zo crudo o "melinge". haciendo
los panes los ponían en una tabla a secar al sol. Al
respecto d ic" el insigne poeta Ra fael Landivar en su
"Rú.stica Mexicana" "mas qué acaecería si ll ega r an
las lluvias en densas nubes. mientras se endurece al
sol el azul indiar.o. Irían las corrientes impregnadas
del glauco jugo y las partículas licuadas huirían
por los campos abiertos. Por esto. es n ecesa rio expo-
ner al sol la masa con guardias que alerlas exploren
sobre cuáles techumbres amenaz.an las tempestades
de Júpiter. adviertan i.l los compañeros de la inmi-
nente lluvia y con prontitud pongan la masa al
abrigo·'.
Una vez seco el añi l, se empacaban los panes
para su exportación.
De tma carga de hierba xiquilile se obtenía una
libra de añil o azul El bagazo se quemaba en
grandes hornos. inventados por el cura de Managua
Presbítero Alejandro Antonio de Secada .
Fue cos lumbre de los in ter mediarios o comer-
ciantes del Heino de Guatemala especialm ente l os
de la capital. dar dinero adelantado a los cosecheros
del añil comprometiéndose éstos a venderle sus co-
sechas. las cua les eran pagadas a gusto del pres-

155
tamista, también tenían que pagarle intereses por
el adelanto. Para tenninar con tanto abuso el Pre-
si dente de la Audiencia, don Matias de Ga lves
(quien más tarde fue Virrey de México) creó el
Monte Pío de Cosecheros d e añil, tomando de la
renta de tabacos cien mil pesos, destinándolos a
prést...-tmos a los agricultores. El Montepío abrió sus
puertas en 1783 y en menos de dos años dobló su
capi tal inicial. Los añileros lograron mejores precios
en sus productos. El Mont.epío se mantuvo durante el
resto del período colon ial; se extinguió junto con las
cosech as de ailil; este producto fue sustituído en
Europa por las anilinas que se inventaron en Ale-
mania.
EL B ÁLSAMO de El Salvador. fue otro producto
ind ígena explotado du rante la Colonia. Conocido
con el nombr e popular de "chirraca", este p recioso
árbol del Pacífico produce una resina utilizada para
cicatri za r h erídas, también contra la tos ; como resina
aromá tica. sustituyó a veces el incienso en las cere-
monias religiosas. Se le conoce con el n ombre de
bálsa mo del Perú. Di ce la Li c. Estr ada Malina " aun
cuando en el Perú no existe esta especie, se le co-
noce más por este nombre. que se orip;inó en el hecho
de qu e casi lA tot alid ad de la prod ucción cen troa-
mericana se remitía a El Callao, de donde a su
vez se enviaba a España.
L... ZARZAPARRILI.A de Costa Rica fue producto
de exportación , la raíz era utilizada en medícina.
PALO OE CAMPEC HE: los ingleses obtuvieron per-
miso de España de cortar, cargar u transportar el
pal o de tinle () Ca mpeche, en regi ón comprendida
entre los ríos Valis o Belize .Y Río H ondo, mante-
niendo España el derecho a la sobera nía de estos
territori os pues los ingleses no ten ían posesión legal.
Esta región se explotó durante la época colonial,
particulm'lnente en los últimos años.
Entre los cultivos que trajeron los españoles a
Centroamérica y que han formado base primordial
de su economía están: I

156
EL TIUGO: Se produjo maravillosamente en Cen-
troamérica. en algunos lugares se obtenian dos co·
secha:;; al ailo. una en agosto y otra en febrero. Al
Rein o de Guatemala lo introdujo el lesorcl'O Fran -
cisco de Castellan os. qu e vlno con don Pedro de
Alvarado.
Este producto se dedicó casi exclusivamente al
co nsumo interno. hay algunos documentos en que
se habla de ciert:l exportación de trigo, en grano,
de Costa Hica hacia Panamá y Nicaragua " más por
encargo que por comercio" como decía don Tomás
de Acosta.
La producción de trigo en nuestro territorio
fue considerable. Antes de la I ndependencia se cul-
tivaba desde Abjuela hasta Cartago. Estc cultivo
decayó co n el r.uge del café. y la facilidad de im·
panal' harina. a bajo precio, de Chile y California.
Además la gente consumia. y consume. en lugar de
pan de trigo. tortillas de maíz.

CAÑA OE AZÚCAR: También se p rodu cía en todo


Centroamérica. Con este cultivo se fabricaba el azú-
car, el dulce o I·epadura y el aguardiente. Fue in·
troducido por H cmán Cortés, en 1529, quien la hizo
IIcga r de S::mto Domingo a Honduras; casi al mismo
Liempo Pcdrarias Dávila, en 1530, la traía a Nica-
ragua.
Al prulclplO de la Colonia no se habían insta-
lado ingenios. pero sí trapiches, los dueños de éstos
tenían la costumbre de p3.gar a los indios por su
trabajo o part e de él, con "guarapo". Esta coso
tumbre la prohibió el Presidente de la Audiencia,
d e Guatemala, el 20 de mayo de 1585, bajo pena de
10 pesos de multa. Además del guarapo se fabri -
caban Jicores hechizos. aguardientes, roselíes, etc.
En 1636 ya había en Analitlán un ingenio de
azúcar en los sitios llamados Talcomunte y Macui1.
Se tienen noticias, por un testamento de 1697,
dc que en Costa Ri ca se fabricó azúcar. cuando se trajo
a un esclavo. José, quien era maestro azucarero y
quien fue vendido en Cuba y comprado en 500
pesos por el Capitán Matías González Camiño, due-

157
¡10 dc considerables cultivos de caña en la provincia
de Cartago. Antes de esta fecha ya se habían esta-
blecido los trapiches. Se cree que el primer trapiche
lo estahleció don Baltasnr de Grado, en 1643.
El cultivo d e la caña de azúcar fue intenso al
terminar el período colonial. pero sus productos sólo
abastecían el consumo in terno. Eventualmente, en
t820 se exportaron a Panamá 125 quintales de
azúcar.

CAFÉ: Este cultivo fuc intl'oduciclo al terminar


el período colonial, aunque en esta época apenas se
iniciaban las primeras plantacion es, ya se vislum-
braba, por la rapidez. can qu e se exportaron los
primcros sacos, que este producto iba a alcanzar el
renglón pri ncipal (>n la economía Cen troamerican a.
Lfls primcras plantacion es se hicieron en Alta Ve-
rapaz. las Cuchillas ( Nicaragua), en las faldas dc
la Cordillera coste ra de El Salvador y en el Valle
Cen tral de Costa Rica .
En 1820 Cost:! Hica exportó 2 quintales de café
a Panamá, cargados a lomo de muJa se llevaron
hasta Pwllarenas donde fu eron embarcados. El pri-
mer saco se envió en el pailebote "Nu estra Señora de
los Angeles" zarpó de Puntarenas el 12 de octubrc
d ~ 1820; el segundo quintal en el falucho "Jesús
Maria". el 21 de noviembre de 1820.
El monopolio establccido jX)r España. n o per-
mitió el cultivo de algunos productos que hubieran
prosperado en estos suelos. com o la vid, la oliva y ]a
Inorcea.

Ganaderla:

El ga nado 10 introdujeron en Centroamérica los


prim eros con quistadores .Y ráp idamente se extendió
en toda el área; el ganado no sólo vino a enrique-
ccr la alimentación. sin o que sirvió para la induSl'ria
y exportación. en forma de cueros y sebo, además
contribuyó a que el inrlio no fu era utilizado como
bestia de carga. Dice el historiador Mata Gavidia :

158
" HéctOJ' de Ba rreda, trajo a su costa una cierta
can tidad de vacas y las npacen tó en el valle, que por
eso se llamó d? Las Vacas, y que es el Ju gar actual
de la ciudad de Guatemala".
"el primer ganado qu e llegó a H onduras en
gran esca la se debió a Hernán Cortés, quien costeó
para Puerto Tru jillo cuatro navíos car gados de ye-
f,ru as, becerros, c~r dos y otros 8l ;im ales" "la gana-
derb hon dur eña llegó a superar en calidad al ganado
vacuno peninsular, así po r su tamaño como p or su
producción de leche".
Pero donde se desarrolló más extensamente la
ga nadería fu e en Nica ragua, especialmente en las
regiones de Chontales y Segovia. Esta gobernación
a veces proveía de ca rne a ob-as provincias. En el
Panido de Nicoya hab ia grandes haciendi:lS de ga-
nado, qu e según dice el Lic. Zelaya, pertenecían
principa lmente a personas ¡'csidentes en Rivas . En
es:a zon a de Guanacaste, se dedicaban principal-
men te a la extracci ón dc cebo que era exportado a
Panamá. En. un informe del Gobernador de la Haya
[.'ernández, en 1719. dccia que una vez obtenido
el sebo botaban la carn ~ porque no había quien
la comprara. En 1751, dice el Obispo M orel, antes
citado, sobre la ganad ería de Nicoya : "el sebo er a
' el produ cto con que entonces se u'aficaba, y como
la extracción producía frutos muy ventajosos, se die-
ron tan ta pri sa en la matanza de ganado vacuno
que las h aciendas q uedaron ar ruinadas" .
El Gobernad or Acosta in formó que en Costa
Hjca había 49 h aciendas de gan ado con u n total de
30.135 reses vacunas.
A Pana ma se exportaban de Centroa mérica,
mu las, para se r ocupadas en las feria de Portobelo.

M inerfa:

La ambición de los conquist adores españoles era


la de encon trar en suelo americano, grandes ca n~
lidades de oro. Con esta ambi ción llegaron a Cen-
troamérica los pr imeros conqui stadores. D esde Al-

159
varado hasta Diego Gutiérrez, querían obliga r a los
indios a entregar el oro que no poseiall "si no me
traeis el metal precioso que hay en todas vuestras
poblaciones. cnionces elegid. pues yo os quemaré
vivo y os ahorcaré" esta idea la repetía uno y otro de
los cor.quistJdores ha sta que se dieron cuenta de que
el oro no abundaba en esta región,
En 1579 el Cabildo de Guatemala comunicó
haber descubieno minas de plata " En algunas pro~
vindas del distrito de esta real audi en cia se ha des-
cubi el'lo mi no s de plata y se tiene por ricas, par-
llcularm ente las de H onduras, que p or ser tierra
pobre y de pocos natu¡'a les no se ha S<1cado mucha
plata" (Isagoge, p. 338).
En Honduras existían ricos yacimientos de oro
y plata localizados en Tegucigalpa, el Corpus y Yu-
catán. pero no se podian ex plotar por falta de mo-
neda para pagar los operarios. Al establecerse la
Casa de Moneda, en 1738. como veremos más ade-
lante. se dió impulso a la extracción de metales. los
que mantuvieron la acuñación de monedas,
Todo el Reino poseía pequeilas minas de oro y
plata, el mela l era fundido en barras o hecho en
monedas (desde luego pagando el quinto rea l) . Hubo
minas de oro y plata además de las cita das en H on -
duras. en Guatemala. Momostenango, Alotepeque,
Malacatán. Los E.sclavos; en El Salvador. en Meta-
pán. Sensulltepeque. Chalatenango. Ni en Nicaragua
ni en Costa Riel fUe rxplotada la minería. pero sí
se tenían noticias de la existencia de "grandes"
minas. En una exposición presentada ante las Cor-
tes de Cádiz~ en 1814. el Lic. Antonio López de la
Plata comentó que en Iicaragua había "cerros lle.
nos de minerales, casi pueJe asegurarse qu " en la
Nueva Segovia está uno de plata de nueve leguas
de circunferencia o que a Jo menos la décima parte
d e su mole es de este rico metal " (Zelaya Goodman).
En la provincia de Costa Rica no .se explotaron
min as en la época col on ial. a pesar de que todos los
gobernadores lo deseaban . En 1674 el Gobernador
Sáenz Vázquez, informó haber descubierto minas de
oro j" plata en el sitio llamado La Victoria d e Se-

160
rr-adilla . En 1679, el m ismo gobernador. dijo que l os
piratas ingleses inten taban apodera rse de h s "ric,s
minas de oro y otros m etales que tengo descubiertas".
En 1711 el Gobernador Gmnada y Balbín co-
metió actos d "' im:udita enteldad con los indios por~
que n :> con:es 1han cuales eran los cerros donde había
oro en la región c:e PaC<'1ca "desoll ándolos a azotes.
suspendiéndolos en 1"1 aire, pendientes todo el peso
d ~ los cu erpos de sus partes genitales".
En 1807 se presenta ron denuncias para explo-
tar las minas de cobre de las -'Cóncavas de Cartago;
también se creia encontrar oro en Santa Ana. en
el lugar llamado Río Oro y Brasi l.
En 1820, al delegado a las Co rtes de Cádiz, don
José María Zamora se le comisionó, entre otras co-
sas, para que consigu iera un minero inteligente que
reconociera las vetas de oro y plata descubiertas.
Como puede verse, en vísperas d " b Ind ependencia.
todavía se estaba t,·alancio de r econocer minas en
Costa Rica.

Industrias :

Como hemos venido comentando. la s industrias


de Ccnlroa m érica eran principa lmente las deriva-
d3s de la explotación agropecuaria.
La principal industria fu e la extracción de colo-
rantes o tintes. De mucha importancia fU e la del
laboreo de ai'i.i l, que como dij imos anteriormente
esta indu str ia se extendía desde GU¡ltemala h asta
Guanaeast':!. También se obtuvieron colorantes de
la grana o cochinilla y del murice. Las hojas del
nopal producían un gusano llam ado grana o cochi-
nilla. del que se oblenía un linte rojo O grana. El
gusano seco se exporta ba a España, donde era muy
apreciado. En 1787 se exportó del Reino de Guate-
mala 5.677 arrob 1s. cuyo precio era de 83.750 pesos
de oro. En las costas de Nicoya se obtenía otra clase
de tinte del caracol ll amado murice. cuya fama fue
con ocida fuera del territorio de Costa R ;Cl. Dice el
poeta Landivar, antes mencionado:

161
" Escondesc en las extremas playas de América
un gran pobhdo, que por medio de un río trafica
con el mal' del Su r y lanza ligeras embarcaciones
a la inmensidad. T órri do siempre por el aire cal·
deado, pero rico de m a n antiales, de campos en per-
petuo v~rdor , apJ.cibles sombra s de árboles que amor-
tiguan el fu ego solar y r efrigeradores frutos para
el ardiente calor. Los antiguos indígenas lo apellida-
ron N icoya, pero a la púrpur a debe su fama y me·
mora bl e nom bre",
Este pequeño ca racol todav ia se en cu en tra , tan-
to en el Golfo como en las costas de la Península
de Nicoya.
También se obtenian tintes del palo de Brasil y
del de Campeche.
Otro producto agricola que contribuyó mucho al
desarrollo i n ~l ustrial en est a época era la ca ña de
a zúca r. A pesOlr del sis tema prohibitivo que impedía
lrJ.er máquinas y enser es para fa br icar azúcar. ya
hemos visto a n ter ior mente que existían ingenios en
Centr Oéunérica. La prohibición subsistió hasta 1792,
por lo ta nto en los úlLimos años de la colonia, la
fab ricación de azúca r se in tensificó. También se fa-
bricab:lI1 l icores, a pesar de esta r prohibido, pues
pa ra consumo del Hcino eran suficientes los vin os
que se traían de Castilla.
Los expendios y la venta se r ealizaban en los lla-
mados estanquillos, por ser éste un ramo estancado
y a unque estaba proh ib ido, se vendía el a guardiente
producido en todo el Rein o de Guatem ala. cuya
producción y venta aumenta ba o dism inuía según la
severidad de las autoridades.
Las inciu strias extr;-¡ctiv ]s I"elacionadas con la
riq ueza del su elo y del subsuelo ya los hemos co-
mentado, minas de oro y plata que se explotaban
en casi todo Cer; troam érica. Además hay que citar
la sal común. que se obtenía tanto en las salinas
marí timas como en las minas de sal gema, El Río
Sa linas de Guatem ala lleva este nombre por en-
contrarse en su s márgen es minas de sal.
En Gua tcm 11a, qui zás por la influencia espa-
ñola. tomo gran desarrollo en esta época la escultura.

162
de camcter particu la rmcn te r eligioso. Fueron tan
mnnlVillosamente C'sculpidas las imágenC's que se re-
mitían al resto de Ccntroamérica y a México
"unica por Su magnificencia y por su humildad y
por la rareza cada vez más notoria, de sus ejempla.
res. la escultura religiosa de Guatemala es un ina·
got Jble acervo de belleza y el fruto eximio de la
paciencia con que los artifices de aquel Reino tra-
bajaron en la serenidad de su anonimia. En los
templos de Nueva España se ostentan aml algunas
de C5as obras sobre sus pelnas mordidas por el tielll-
po y en las ornacinas que ilustra noble pátina" .
En tre los llamados estofados. hechos en Guate-
mala en el r-eriodo colonial y que se encuentran en
México se deben citar los siguientes:
El Señor de Conhui la, el Señor de Esqu ipulas de
Qucrét'lfo. u na Concepc ión de tamaño natural de
la iglesia de las Ca puc h inas. un Señor San Jasó, eH
la capilla de las Vizca inas, una Virgen de la MercC'(\
e n la iglesia de Bel én oc Mcrc"da r ios.
Estas indu strias. dice el llistori2dor M :lta Ga .
vidia. vi n icron a prohar que los indios. muchos de
('llns ya desde antes de la dominación española, hábi.
les artistas o industrialcs. eran <:uceptibl "'s de mej o-
ramiento y culturización. Sin esa eap:lcidad artí<:·
tica y cultural del indígena jamás se hubiera podido
erigir los incemparables templos y residencias que
hoy día asombran por su belleza arquitectónica pues
los indios fueron los ... ,iccutor('s .y talladores .y aun
decOr<'dores de tan solY'rbias c onstrucciones.
Los mísionerO$ y curas ens"'ñ~ron a los indios nu-
merosas industrias. "para alejamos de la ociosidad"
en los ratos Que les dejaba libre la agricultura. Así
encontramos hoy día en a lgunos pueblos de C"'ntro.
nm érica donde sus habitantes viven de estas indus-
trias que aTJrend ierOIl a principios de la colonia y
q ue al l('rmi na r ésta cons litu1rm su s medios de subs is·
lencia . Se per feccio na ron como tejedores, sombrere-
ros, cesteros, alfareros. ebanistas. plateros, etc. Alre-
dedor de las ciudades importantes se crearon pueble-
citos q u e se especializaron en un oficio o una indus·
tria .

163
También CI1 Ccntroaméric'l SC realizó la industria
del curj:io de pieles, cuyo consumo fue grande en el
~1cino. en la fabricación de calzado, y en la oma-
mentac:ón dc mucbl ::s. forros de arcones. riendas.
""..ogas. además se exportaban los cueros curtidos a
España.

Comercio y nave gaci6n:

El comercio y la navegación en los primeros años


de Ja colonia se practiCllJ'on librem ente. Se constru-
yeron astillcros <:' n algunos puertos como Iztapa,
Acaputla. El Re:: le;o y en el Golfo de Nicoya. Se
comerciaba por el 1\1<11' del Su r con Perú, N ucva Es-
plii.:.! Y hasta con Fil ipinas. Algunas embarcaciones
que corncrciab"ln de Gu ayaquil a Acapulco hacían
escala en Ccntroamérica.
En el Caribe no estaba permitido el comercio.
'ia lvo el autoriza30 por la Gas:'! de Contratación de
Sevilla.
Eli7 de noviembre de 1704 se prohibió realizar
el comercio " libremente", en especial de los géneros
llamados de Castilla, estas sólo se pod ían adquirir de
las flotas y ga leones que venía n anualmente o a lo
su mo dos veces por año. El comercio dentro del Reino
de Guatemala cra b:lstan te activo, los productos que
llegaban de Espaila. de La H abana o de Guayaquil
no pennanecian en el puerto dc desembarquc, sino
que eran traslada dos, a lomo de mula, a las demás
regiones de CenlrCXDnérica. También las provincias
comerciaban sus productos entre sí. o los en viaban a
ferias que se rea lizaban en Guatemala.
Las casas com erciales o almacenes establecidos
en el Reino. ascendían a 30 o 35; en ellas se vendían
"demás de los productos centroamericanos, los veni-
dos de España , Perú. La Habana y Nueva España,
muchos de éstos productos del contrabando.
De Espai'la venja vino, aceite y telas elaborada s,
aprovechando la flotilla que llegaba a H onduras una
,'cz al año. A ,'cces csc:>S<?aba tanto el vino que no se
podía celebrar misa en algunos pu eblos.

164
Las costas de Honduras era n peligrosas por los
constantes asaltos de los piratas, por esta razón fue
suprim¡d, esta flota. acordándose realizar el comer-
cio con España por el Puerto de Veracruz que fue
junto con Cartagen8 de Indias el puerto mejor for-
tificado de A m &-ico. Inclusive los fondos reales del
Reino de Guotl'malo tenían que ser remitidos por
México. La mta terr~tre entre Guatemala y Veracm z
era bastante difícil. pero el comercio se vió obligado
a seguirla. aunque en este viaje p ~rdía la mayor
parte de sus ganancias.
Las guelTas sosten:dns entre España y otros p.:'1í -
ses europeos. re-lujo, y o veces inten umpió el com cr-
<'io con la M etrópoli; no habh es,eranzas de qu e los
productos cen troamericanos almacenados en Vera -
cruz pudieran cotizarse a buenos precios. lo que ne-
ces:lriamente produjo una aguda crisis económica en
lodo el Reino.
El monopolio que imponía o quitaba a su arbi-
trio la Corona; en los últimos años de la colonia s'"
va suprim ien do y todas las trabas que esle control
exigia van desapar eciendo. pero era larde par a que
Centroamérica llegara a la I ndependencia con la ri -
queza y prosperidad que su suelo pudo haberle pro-
porcionado.

Casa de Moneda

El poco comercio que el Heino de Gtl'Jtemala


rCiJ lizaba con las olras regiones fuera de su territorio
trajo como consecuencia la escasez de la mon eda. Dc
Perú se enviaba cierta cantid ld de monedas. los lla-
mados m ocIones. en un1 oportunidad los pesos peru·
leros resultaron falsos. lo que causó mucho daño al
comercio de Centroamérica.
Pa r 1 tratar de poner fin a tan difici l situación
que la ca rcst ia de m oneda causaba. el Ay untamiento
de Guatemala solicitó que se fundara una Casa de
Moneda. COrn') las que ya existÍln en otras regiones
de América, estableciéndose en 1731. De México se
envió a Guatemala todo 10 necesario para instalar esta
institución, de'ide los empleados hasta los troqueles.

165
"Llega'los el Ji de feb rero de 1733 fueron a ha-
cerles encu"ntro a' inmediato pueblo de Jocotenango,
gran número de vec:nos, el Ayuntamiento en cuerpo
y la nobleza. Tmíé.n consigo los cajones conteniendo
los troqueles y demás utensil ios para la acuñación de
moneda. los cuales Sf' trasladaron a la carroza del
Presidente, custodiada por una guardia de dragones.
Seguían las autoridades de los pueblos vecinos, con
atabales y pendones; luego el Ayuntamiento y la no-
hleza, pO I' úllimo los vecinos.
Al lleg8r la comitiva a la Pla::a Mayor, se oyó
tul repique general de campa nas en toda 18 ciudad
.v salvas de artillería. Bajó de Palacjo el Prcsidentf'
con los Ministl'os de la Real Audiencia a l'ecibir los
utensilios y nnteriales, cuyos cajones se depositaron
en las cajas reales.
Com o Direc tor de la Casa de Moneda se nombró
al Presbítero BachiUer don José Eust.aquio de León,
quien ll egó a Guatemala el 28 de f ~ brero del mismo
mio. El 19 de marzo, un mes después de llegado se
~cuñ1ron las primeras monedas consistentes en 5 do·
blones, con la cfigie del R ~y Felipe V en el anverso y
por el revcrso las armas reales de España.
En el ailo 1738, 5 años después quedó instalada
en la parle posleriOl' del Palacio · Heal, la Casa de
Moneda. El "di(icio y sus dependencias fu e bende-
cido el 13 (!e julio de 1738 por el Ilustrísimo señol'
Obispo de Guntemala, Fray Pedro Pardo dc Figue-
ma. cCl"emonin a la que asistiel'Oll el Presidente, los
Obispo ele Com;lyag:ua y NicClragua. el Ayuntamien ·
to. Jos prelados de las distintas órden es relig;osas y
la nobleza. Después se sirvió espléndido refr esco y
el Presidente repartió ('n tre la concurrencia monedas
nucvas cn reales.
En los primeros tiempos se acuñó mayor can ti-
dild de la moneda cortada llamada "macaca" o ma-
cuquina f'1hl"icándose en mCYJor escala la redonda ll a-
mada "cordoncillo".
A fin % de s·glo se legisló para que todas las mo-
neda~ de América y España fueran iguales, ya que

166
hasta la fcc ha las monedas tenían dilerente nombre
y valor: Don Tomás Solev Giiell, en su Historia Eco-
nómica r Hacendaria, r:~s dcscribe gran cantidad de
monedas que circulaban en este Reino, entre ellas:
El real cJ.stellano, el real de a ocho. el realete.
el rea lillo, el real de María, el peso, el duro, ]a onza,
el escudo. el escuc! iI O, el doblón. el ducado, y para
aumentar la confusión comenzó a circular la moneda
llamada macuquina o co rtada, irregulannentc labra-
da debido a las deficiencias de las casas de moned a.
Además circu laron en Centroamérica los llama dos
moclones y también los falsos citados anterionnente.
qu e recibí an el nombre de peruleros.

~oc iedad Econ6miCd de Amigos del Pah

Fue u na Institución cultural establecida en


Guatemala al finalizar el perío:lo colonial, trataba de
impulsar el adeI3nto de Guatemala en todos los as·
pectos de la actividad humana.
El <lr lículo 1 de sus estatutos d ice:
"El instituto d ~ la sociedad !:erá promover y fo-
mentar la agricultura , industrias, artes y oficios de
este reino especialm ente de la capit.l y su provinci:l.
en todos los ramos qu e sean compatibles con los de
la Mctrópoli, por me:iio de discursos, demostraciones.
pr:~ mios y demás que acostumbran las Sociedades en
Europa, mejorar la educación pública, desterrar la
ociosi dad y proporciona r ocupaciones y modo de sub-
sistir en qué estriba el fundamento genera l del au·
mento de la (X)blación",
Esta Sociedad fue "probada por Real Cédula , el
2 1 de octubre d'" 1795. Su plan era muy amplio. pero
lo iniciaron en fonna admirable: La primera actua-
ción fue la de promover la fabricación de tejidos. in-
troduciendo los tornos de hila r y enseñando a las hi·
landeras a servírse de ellos, premiando a la s que pre·
sentaban mejores hilados. Además promovieron las
siembras de algodón y cacao. Ofrecieron también
premios a los que ma yor número de estas plantas
sembrara,

167
Don José María Peinado "tra tó de implantar
una nueva indu5triLl: la ser icultura, para esto trajo
de OaxaCa los gLlsUlIOS de seda, enseñando com o se
sembraln la morera y COmo se cultivaban estos gu-
SJ.llOS. Por primera vez en Guatemala se obtuvo seda
natural. En 1798 presentó a 1<1 Sociedad el Padre An-
túnh Garcí<t TIl'dondo un estudi o sobre las caus:'\s d e
In decadencia del cult ivo del cacao y la manera de
p"nH:diaria . cr itica ndo a las <\lltoridades de la Me-
trópoli.
La Sociedad aumen tó de soci os en todo el Rein o,
ba jo el lema "el celo unido produce la abundancia "
Jo flm' atrajo la c!escon fianz, de la M etrópoli. c1aUSll-
ninrlose en el Rilo 1799.
Fue r establecida en 1811 , en mayo r entusiasm o,
con mayor número de socios. En esta. Sociedad P a-
triótica se agruparon los hombres que iban a luchar
por la l ibert,d de producción, por la l ibertad de co-
mercin. es decir. por la no intervención de la Me~
trópoli en la vida económica del Reino de Guatemala ,
en fin. desde ella se va a lu char por la libertad e Tn -
d ependencia de Centroaméri ca.

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168
LOS PROBLEMAS UE LA VIDA CULTURAL EN EL REINO
DE GUATEMALA EN LA EPOCA DE LA ILUSTRACION

Lic. Carlos Meléndez Chauerri


IN TRODUCC ION

Pa ra 1I11CIa r el presente trabajo, h e estimad o


conveniente com enzar con una breve con sideración
acerca de la evolución de las ideas que acerca del pe-
ríodo colon ial han existido. a partir sobre todo de la
época independiente. Ello nos permitirá adquirir una
perspectiva más clan y precisa acerca de cómo la his-
toriografía ha evolucionado hasta adoptar la posición
que actualmente tiene frente al problema del cono-
cimi ento histór ico sobre ese periodo.
Resulta evidente en primer lugar hacer destacar
que el fenómeno de la Independencia trajo consig-o
una violenta reacción anti-española, cuya gestación
venia produciéndose sin luga r a dudas desde mucho
tiempo antes. esti mulada en especial por el Abat e
Raynal , cuya Historia de Indias, publicada por vel.
primera en 1770. man tenía el mismo espíritu crít ico
para juzgar la obra de los españoles en América, que
había dejado sembrado ya en el siglo XVI Fray
13artolomé de las Casas con su Brevísima relación so-
bre la Destrucción de las Indias. El éxito de la obra
de Haynal fue lal. que en los restantes trein ta años
del siglo XVIII se hicieron no m enos de 54 ediciones
de su libro. Esta obra , denominada por Horace Wal-
pole " La Biblia de dos mundos", nos muestra lo qu e
los filósofos pensaban en ese tiempo acerca de la A·

171
merica H ispana. Ello quiere signi ficar, en otras pala-
bras, que la Ilustración europea no esp"lñola se in-
clinó en forma definida a respaldar una fase más
de la llamada leyenda negra española.
"Es desde este punto de viSl3 que podemos noso·
tros apreciar mejor que la Ilustración dá una nada
li"Onjera pintura de España y de su régimen en Amé·
rica. La presunción hmdamcntal de estos pintores
fue la oe que el Imperio español era un baluJrte del
eclesiasticismo y el oscurantismo, contra el que se ha ·
lIaban luchando por doqu icr" ('Vhitaker, Arthur P.
1963,9).
Somos del criterio que ese espiritu, reflejado en
forma viva por Raynal, fue hecho suyo por los ame-
rican os de la época de la Independencia. quienes a
menudo al referirse al período colonial, emplean los
mismos ténninos de oscurantismo y barbarie. Es en
este mismo sentido que consideramos seria de mucho
interés. la reali7.élción de un estudio -por caso reíe.
rido sólo a nuestro país o al mismo Reino de Guate-
mala- que nos llevara a adquirir una conceptuación
histórica acerca dr la idea que la sociedad df' la época
tuvo acerca del período que ellos mismos acababan
de abandonar con la Independencia. La trayectoria
es en t odo caso esquemáticamente fácil de rastrear
puesto que de esta fase ini cial anliespañola . derivada
de la Ilustraci ón europea. habrá pronto de pasa rse a
etapas menos apasionadas. de mayor objetividad y de
comecuente revalorización. que llegará a fonnas más
completas de maniíPStación al finalizar el síglo XIX.
Otra de las cuestiones de importancia que resulta
plantear en este enfoque. es la concerniente al grado
de importancia que los autores han dado a la influen -
el1 idcoló.,!ica "tiC h Inr'ependenda de los Estados
Unidos v la mismA Revolución Francesa ejercieron
para la consecución de la I ndependencia . Aunque re-
'm Ita 'in negable que muchos de l os precursor es ameri -
canos de la Ind ependencia, aun dentro del escenario
del Reino de Guatemala , conoc ieron el acta de inde-
p<:!ndencia de los Estados Unidos o la célebre Decla-
ración de Derechos del H ombre y del Ciudadano de-
cretados por la Asamblea francesa _ su trascendcncifl

172
debe ser analizada en la mejor forma. E n el estudio
que realizamos acerca del Padre Delgado, se han
esbozad o algun os aspectos que acercan el movimiento
de noviembre de 1811 en San Salvador, al acta de
Independenci:l de los Estados U n idos; es muy cono-
cido t ambién, que las " Instrucciones" r edactadas Píl -
ra el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala por
el doctor don José María Peynado, para remitir al
diputado a nte las Cortes de Cádiz, el Canónigo Larra-
zábal, hay un reflejo vivo dentro del escenario cen-
troamericano, del profund o conocimiento que se te-
lú a de la Declun.ción de Derechos del Hom bre. Y
éstos son sólo dos ejemplos de los varios que podría-
mos aportar para destacar eSÍ<1S influencias. Sin em-
bar go, resu lta demasiado unilateral la afirmación
excluyente de otras factores importantes para com-
prender el proceso de ma3uración ideológica que
condujo a nuestra Indepwdencia. Se hace necesaria,
en consecuenci:l, la adquisición de una visión más
global y amplia, que tome en cuenta la complejidad
del mundo cultural de aquella m em orable época.
En un valioso estuJio del historiador nortea me-
r :cano Griffin, hace él la observación de que en re-
cientes tiempos el péndulo de la in terpretación his-
tórica se ha desplazado del énfasis original que se
dio a la llustración, estudiada sólo en su ámbito
politico. Nos agrega que:
"gracias a los estu dios de Ernst Cassirer, Carl
Beck 3:r y otros, l a atenóón se ha desviado de los
aspectos poli ticos a los filosóficos y científicos, dentro
de la Ilustrac;ón, y que de Montesquieu, Voltail'e
y Rov'>seau, se ha pa sado a Descartes, Locke y New-
ton " ( En: vVitaker, Ar thur P. 1963: 121-122) 2.
El m ismo Griffin completa sus anteriores ideas,
al afirmar de seguido que el papel politico de la
Jluslración fue siempre en sentido favorable a la
revolución, pero que en ocasiones también no se
llegó a extremos tales sino que se cayó en reformas
al orden establecido o a un autén tico despotismo
ilustrado.
En todo caso, la historiografía moderna ha ido
abandonando la visión simplista del acaecer histó-

1 73
rico, para realizar nuevos y más importantes enfoques
que toman en cuenta elementos y factores otror a
marginados en este tipo de estud ios. Tal la modern a
preocu pación por la historia económica y social. En
efecto. los análisis económicos nos permiten llegar a
con ocer los conD ictos existentes entr e los d istin tos
grupos socia les, por caso los comerciantes y hacen da -
dos enfrentándose a la au toridad tradicional. El mis-
m o marxismo, dentro de l ámbito histórico, ha po-
dido brinda r nu evas perspectivas sobre los antago-
n ismos de los glUpOS étnicos y sociales frente al cam-
biante mundo cultural. De este modo se ha podido
ir llega ndo a una visión en cierto modo más com-
pleja pero a la vez inlegral y com pleta, más próxima
a las ver daderas razones del fenómeno de la Inde-
pendencia.

La ll ustra ci6 n.

Lo dicho ha sta aqui es una justificación para


que el conten ido de esta charla se oriente en forma
más direc ta y concr eta hacia el fenómen o del Des-
potismo Ilustrado espa ñ ol y de sus pr incipales m ani -
festaciones dentro del escenario del Reino de Guate-
mala. Sin emba rgo, antes de hacerlo, se hace indis·
pens3ble hacer un a ligera consideración sobre el
con cepto de " despotismo ilustrado", para que con
mó s cla ridad podamos entendernos.
L él. duda metódica car tesiana es el principio
fund a m ental de esta form a de pensamiento y acción.
El método es en consecuencia a n alítico y laico, es
decir , encierra en si mismo una idea seculizadora.
Existe pasión Clu téntica por las Ciencias Naturales;
hay una fe inquebrantable en el h ombre, en sus
ca pacidades, en su apti tud intelec tual, de modo que
cab~ plenamente pensar en la regeneración del h om -
bre por el hombre y desliga rlo a su vez del senti-
miento trá gico de la vida humana, su sten tado hasta
en tonces por el crist ianismo. Pero a la vez esta reno-
va ción se realiza al margen de la sociedad; la refor-
ma debe tender al cambio social pero sin la par-
ticipación de todos: todo para el pueblo, todo sin el

174
pueblo, es la idea fundamenta l del Despotismo iluso
trado.
Debemos r ecordar además que el Despotismo
ilustrado español es en mucho el fruto de una polí-
lica <ldoptada por la Casa de Barbón, que empezó a
reiear con el advenimiento del propio siglo XVITJ
en España. De este m odo aspiramos a dejar una
visión d e la cultura colon ial den tro del Reino de
Guatemala en dicha cen turia y en los albores de h
siguiente ; la realizaremos en forma concreta, sin
hacer rOl' ahora un análi sis más completo, por ca so
de los precursores de estas id eas, dado que ello n os
llevaría a una extensión temática que no iría acor-
de con el tiempo de que dispon em os pa ra tal pro-
pósito. Será este enfoque un verdadero m entís a
quienes piensan en la era oscura de los tiempos colo-
niales. del mismo modo como antes se creía en una
oscura Edad Media europea.
Ten emos en definiti va que la Ilustración en el
Reino de Guatemala fu e una mercancía legitima-
mente im portada de España por las vías gubernati-
vas y no u na mercancb ll egad a de con trabando en
u n siglo COmO el XVIII, que Se caracterizó en Amé·
rica casualmen te por esta práctica del comercio ilí·
cito.
Tampoco debemos considerarlo com o un fenó·
meno exclusivamente urba no. aunque es claro que
sus mejores representantes vivieron más en las ciu-
dades que en el cJ m po. Pero debemos darle a esta
corriente de pensamiento un ámbito mayor que el
que comunmente le reconocemos; Hum boldt por
caso llega a expresar con sorpresa al clarear el siglo
XIX.. que esa fuerza de la lIustración " se percibe
incluso. quien lo creyera , en las selvas de América"
(Citado por Valjavec, Fritg. 1964: 27) .
La ciudad de Guatemala en su asiento de Pan-
ch oy habrá de ser el principal Centro irradiador.
donde cl éri gos, funcionarios de gobierno y otros sec-
tores sociales, se impregnará n más fuertemente de
ese espíritu innovador. Habrá además otros centros
de im portancia. sobre todo León de Nicaragua y el
puerto de Trujillo en H onduras. Numerosas otras

175
poblaciones darán acogida a muy diversas formas de
pensamiento y expr esión, ligadas indiscutiblemente
a esa misma corrien te ideológica.
Com o la ideología de la Ilustración está nece-
sariamen te vinculada al mundo de la burguesía, re-
sultará evidente que las roinorlas cultas de los centros
w'banos prin cipales, serán las más activas en todos
estos hechos ligados a 13 Ilustración. Y habrán nece-
sariament e de evolucionar, de modos intelectuales
y en cierto sentido utópicos. a formas prácticas socia-
lizadoras, que llevarán a la adquisión de nuevas con-
cepciones cuyos límites empiezan a ser confusos. En
efecto, se inicia UD rompimiento de los moldes tra-
dicionales, los que necesa r iam en te condicionan un
nuevo conjunto cultural, que llevará indiscutiblemen-
te a la adopción de un nuevo estilo de vid a reñido
con el tradicional. Las supremas autoridades fre-
cu entemente renov3das, el claustro universitario, los
profesionales y comercian tes, serán siempre los gru-
pos mejores preparados para acoger la s nuevas ideas
y empezanín a su vez los rectores de las nuevas
corrientes de pensamiento y acción.
Si, como l o hemos expresado, existe una red·
proCJ relación entre la culrura y el hombre social,
no sólo ten dremos que hacer un somero análisis de
las formas estructurales de esa cultura, sino que
deberemos examinar la forma como los elementos
funcionan interaccionados. Al in corporal" estas crea-
ciones culturales del hombre con su propia antropo-
logía, podremos llegar más a lo hondo en este proble-
ma del conocim iento histórico.
Existe sin lugar a dudas una verdadera yautén-
lica "antropología filosófica", que se preocupa por
la esencia del hombre y busca sobre esa misma base,
llegar a resultados, mediante el conocimiento más
claro y . preciso de la realidad. El cambio d e ambien-
te, resultado de los· cambios en las diversas fonnas
de la vida cultur31, en este caso llevan a una expr e-
sión d ~ mayor confianza en la potencialidad huma -
na , en la que las posibilidades de un cambio dirigido
llevará a un mundo dorado, pletórico de progreso y
de p osibilidades. En consecuencia, unn de las prin-

176
cipalcs ha de ser la de buscar perfeccionar al indi-
viduo social -al puebl~ y orientarlo para que
pueda gozar de nuevas vivencias, de mejores condi~
dones. que 110 sólo lo eleven en su mundo ambiental.
sino que 10 hagan profundamente nuevo, activo,
formado plásticamente para la nueva época, que se
vislumbra como la soñada edad de oro que todas las
sociedades anhelan.
En defil:itiva, se sabe hacia dónde se marcha.
Se conocc el dcrrotero y se busca guiar a la sociedad,
al pueblo que no sabe hacia dónde dirigirsc, al
mejor goce de su felicidad.

En Guatemala.

Est3s ideas generales, las podcmos perfectamen-


te anali zar dentro del escenario que nos interesa.
como lo es el Rcino de Guatemala. Numerosos ejcm-
plos hay. que li gan los hechos del mundo p olítico.
con los factores socio-económicos y culturales.
En cuanto a lo polít ico, la afirmación dcl des-
potismo. fo rta lecido por la cOlTiente r egalista, accn~
lúan el absolut ismo, con miras a una más fuerte
acción ejcrc ida por las supl'cmas a utoridad cs. Quizás
la fOl"ma más cla ra y pl'ccisa quc podemos aportar
para ilustrar en el ámbito del Reino de Guatemala
esta actitud. es la llamada aplica ción d e la reforma
de Intendcncias. Representa un progresivo interven~
cionismo económico y político del Estado. hmdado
en la confianza en los individuos y en el opt imismo
de que tales reformas conduzca n al perfecciona-
miento anhelado.
A fines de 1785 sc ordenó la creación de la
Intendencia de San Salvador; un año más tarde se
autorizaron las de Chiapas. Nicaragua y Comaya-
gua, nos r ecuerda Navarro Carcía ( 1959: 50) ~.
Aunque la mayor parle de estas refonnas bus-
can fines económ icos, los cambios político-a dminis.
trativos vlencn a ser sustanciales:

"Aparte de la compleja naturaleza .v especial


Fisonomía de las Intendencias que no es del caso

177
tratar aquí debe entenderse que lo que entonces se
hiz.o llamar caus) de Justicia entre las atribuciones
c.!cl Intendente. las Gobernaciones tuvieron su con-
tin uación. En las provis iones se las denomin ó con
toda exactitud GobenuuJores-Jlllendentes, y más ade-
lar:te.. ya en el siglo XIX.. cuando se dio título aparte,
Gobernadores Politicos. Este último título se expedía.
no por la vía ministerial. sino a través de la Cámara
de Ind ias" ( Molina Argüello, Carlos. 1960: 116) ~ .

Algunas de las medidas adoptadas en el c1mpo


económico, pennanecieron vigentes por mucho tiem-
po. y unas pocas de ellas. lo están hoy. Tal, por caso,
el estanco o monopolio del aguardien te, establecido
por la Corona espailob. en 1752 y que en Costa Rica
a través d e la Fábrica Nacional de Licores ha per-
manecido o estanco del tabaco, establecido en 1766
puede decirse que dio las bases para los comienzos
del desarrollo urbano y la hegemonía de la ciudad
de Sa n José en les albores del sigl o XIX, que le lle-
va ron a convertirse en la cap ital de Costa Rica. Su
espacioso edificio ubicado en la hoy manzana del
Banco Central. fue la primera y más importante de
las edificaciones públicas erigidas en nuestra capital
y la sede, a partir de la Independencia, de las prin.
cipales oficinas pú blicas de gobierno, inclu so del
Poder Legislativo.
Sabido es que muchas de estas medidas econó+
micas obedecen a las corrientes del fisiocratismo.
las que buscaban el bienestar social, no can el dinero.
el comercio o la industria, sino con la agr icultura.
Esto expl ica por qué la agricultu ra es una de las
mayores preocupaciones de los ilustrados.
Dentro de los numerosos ejemplos que para el
Beino de Guatemala podríamos aport:tr. para mos·
trar esta preocupación. se hallan los valiosísimos
ensayos por don J u an Orti1.. de Leton a en el puerto
de Trujillo. A él se debe la int roducción y en muchos
casos la difusión dentro del Reino, de la fruta de
p1n_ el alcanfor_ la poma. la canela. los caimítos
de Asia. el manz.ano de Tahití, la yerba de Guinea.
la caña de azúcar oc Barbón y Tah iti, y muchas

178
otras especies más. La introdu cción del mango a
Costa Rica cor responde asim ism o a esta misma r azón
y época, Lo mismo podemos decir del café, cuya
bebida se puso de moda en el Reino al finalizar el
siglo X'VIfL aun<¡ue se trajera de La Habana, Al
fisiocre tismo y al afr.lll cesam iento de la m oda den-
tl'O de este proceso de la Ilustración, es que comenzó
a utilizársele. Para el posterior establecimiento de
su cultivo CO ln O fuen te importante para el desarrollo
económico de Cen troamérica ('n mús de siglo y me·
dio. es de importancia hacer destacar aquí <¡ue don
Tomás de Acosta . llu('Slro STan gobernador colonial
y fi gu ra ind iscu ti blmn cn te il ustrada, fue <¡u ien la
trajo a Costa Rica en 1808. Lo importante fu e que
casi con la Independcncia, Costa Rica desarrolló su
cu ltivo y empezó a gozar de los bcneficios de que
no d ish1.ltabflll las dcmás partes del antiguo Reino
de Gu atema la. De modo que las demás naciones
optaron por imitar a Costa Rica y con ello fonnaron
un excelente fu ndamento a sus economías, inspirados
por el progreso de nuestro pais.
El incremento del cultivo del ai'lil, es otro rasgo
del progreso agrícola. de mucho significado en la
vi da eco nómica del Reino, a t 'JI grado que el jiquil ite
se consti tuyó en la mercancía de mayor demanda
e interés para el comercio exterior. Fue a su v~z
h base para una revolución del agro - no en todos
sus aspectos heneficiosa- darlo que la decadpncia de
la ganadería a finales del régimen colonjal. se halla
ligada en forma dirC<'la a la ('xpansión riel iiquilite.
esa planta tintórea cuyo cul tivo desapareció por el
desarrollo dI' los productos químicos síntéticos en el
siglo XIX.
No vamos a exlenr{crnos más cn estas aprecia-
cioncs sob re la vida econ ómica. Creemos sin em -
bargo con los ejemplos aportados_ haber dejado seña-
lado los estímulos exístentcs entonces para la adop-
ción de l os n uevos cult ivos, los que en el fondo no
son sino el refl ejo de una nu('\'ü concepción cultural
en este cam po. Quedan otros rasgos, ligados esta vez
a los animales, qu e rencjan la misma prcocupación.
Tal el caso de los ensayos de domesticación del

179
gusano de sedo, con miras al establecimiento de una
industria que no prosperó. Don Venhrra Batres, tras
vencer múltiples dificultades, trae en esa misma épo-
ca de L, Habana, las primeras colmenas habidas en
el Reino de Guatemala. hecho sin duda significativo.
Tampoco vamos aquí a analizar la influencia
que en todos estos campos ejerció la Sociedad de
Amigos del País, como agente de cambio. Como único
ejemplo citaremos la informaci6n que nos suminis-
tra don José Ceci lio del Valle, de que al finalizar el
siglo XVII1 ha bíall en Gua temala mil telares, y que
en doscientos días de trabajo al año, elaboraban dos
millones de varas de telas, que deman daban cincuen-
ta mil libras de hilo y ochenta mil arrobas de a lgo~
dón en rama, y que a la vez ocupaban a mil teje-
dores en estas mismas actividades (Citado por Sama-
yO<'"l Guevara. Héctor. 1962: 49) '.

Campo socia l y cultural

El incremento d ~ las actividades comerciales, la


ap:u ición de nuevas fo rmas de trabajo reñidas con las
traclicionnles, y el incremento de la demanda en cier-
tos campos de actividad, hicieron cambiar algunas
de las forma s de trabaj o institucionalizado, que estu-
vieron vigentes en la Colonia. Tal el caso de los gre-
mios., cuya corporoción fue debilitándose ante el ere·
ci miento progresivo de muchos campos de actividad,
ante los cuales el sistema gremial resultó perfecta-
mente anticuado y por ende innecesario. En la capital,
que era donde ellos tenían su cxistencia real, vino su
debilitamiento como resultado en mucho, de la tras-
lación de la capital al nuevo asiento del valle del
Canll en, su actual ubicación. Oigamos 10 que al res-
pecto nos dice Samayoa Guevara:
" La trll slución de la ciudad acarreó la desorga·
nización. empobrecimiento y casi total extinción de
muchos grem ios. La mayoría gentes de modestos re-
cursos que tuvieron que clausurar sus talleres, aban-
donar sus moradas. llevando consigo a sus familias,
haberes y herramientas de taller, y tras una larga y

180
penos ) jornada, se encontraban en una ciudad en
donde ni siquiera albergue hallaban" (Samayoa Gue-
vara, H éctor H., 1962:49) . (1)

La serie de transformadones económicas no s610


enriquecieron la vida rural sino que fortalecieron en
forma apreciable la fisonomía urbana, que en mu-
chos casos se ha mantenido hasta hoy. La Antigua
Guatemala, paralizada por el terremoto de Santa
Marta de 1773, nos muestra h oy la fisonomía de la
capital antigua y aunque bastante disminuida en po-
blación y área urbana a su forma original, es dabl e
todavía adquirir una adecuada perspectivJ de lo que
era la vida de una ciudad el pleno siglo XVIII. La
traslación de la capital al lbno del Carmen, trajo
con sigo todo un vasto proceso de planificación y cons-
trucción. Estas actividades se facilitaron con las ex-
periencias y aportes de los ingenieros Luis D iez Na-
varro. Francisco Xavier de Gálvez, Bernardo Ramírez
y otros más, cuyas obras son el mejor testimonio de
los avances qu e en esos campos se h abían experimen-
tado, y de los que no se hallaba ajeno el Reino de
Guatemala. AlUl las rest1ntes ciudades, como T egu-
cigalpa y Comayagua, León y Granada , San Salvador
y Granada, San Salvador y San José., ctc., llegaron a
modelar su fisonomía urbana con todos estos aportes
del progreso. El fenómeno por todos bien conocido,
d el desarrollo de los núcleos urbanos en Costa Rica,
en particular durante la segunda mitad del siglo
XVIII, obedece en mucho G la serie de factores eco-
nómicos y sociales contingentes. que se ligan necesa-
riamen te al tema en estudio.
En el campo de la medicina social, tenemos al-
gunos ejemplos importantes que ofrecer al r especto.
En el campo preventivo la vacuna m ostró ser uno
de los medios más eficaces p:tra el comba te de la vi-
ruela. Un guatemalteco, el médico Dr. José de Flo-
res, médico de cabecera del Rey Carlos IV, fue quien
sugirió el m étodo adecuado para poder hacer llegar
hasta América la vacuna conocida en España. Su a·
migo y colega el Dr. Na rciso Esparragoza será quien
se interese inicialmente por llevarla a Guatemala y

181
quien realiz'lrá los primeros ensayos de aplicación.
en mayo d~ 180·1. De allí se propagará a diferentes
partes del Reino. hlsta que en 1805 arribará exito-
samente a Costa RiCfl. Cuántas vidas se s3 lvaron en el
~e:no con la vacuna. imposible es saberlo. pero es im-
posible ta mbién. ignorar sus beneficios.
La hí drología, otra rama muy en boga en el siglo
XV III il u strado, hace su en trada en Cartago con el
doctor don Pedro Jimena. quien descubre en las ve·
cindades de Cartago las fuentes de Marte de Agua-
cJl ient". en donde hizo construir pilas y ga leras y
hasta un puente para llegar a ellas ( Femández" León.
1889A32). ') Cosa semejante parece haber ocurrido
en otrns parles. par caso en Amatitlán, en donde más
tard e el inglés 1 hompson hablará d e las vi rtudes de
sus agua s termales para el tralam iento de las enfer-
m edades cu táneas, la fecundidad y hasta el parto.
En 1797 el doctor Espanagoza realizará las pri -
meras operaciones de cataratas en los ojos. de que
hay n oticia en el Reino; el doctor Flores, quien es
un verdadero revoluciona dar de las ciencias médicas
a través en especial de sus cát<><lras universitarias, es
la figura más notable en este clmpo del progreso cien-
tífico ligado a la meclicina en Guatemala (Véase al
,-especto a Martínez Durán_ Carlos. 1964). (.)
Tampoco podemos extendernos en el tem;) de la
medicin a sochI. Bast e por ahora señalar que el nO lorio
aumento de la pob la ción del Reino, que pasó de poco
menos del millón p')r 17iB a más d"} mill ón tres-
cientos mil en 1821, no es sino el resultado del desa-
ITOllo econ ómico-social y d e la ~a lud pública .
La misma Corona trató de lograr una más certera
'lpreciacíón acerca dc sus propios territorios. mcdiante
la or ganización de ex pedicioncs cicntíficas. t'ln pre-
ciadas a los ilustres <'spañoles. Fruto de esta preocu -
paci ón. va (} ser la presencia del mexicano José Ma-
riano M oci ño en el Rcino. quicn vino a acompañar
al naturalista Jase Úln ginos. Largo fuc cl viaje d e
Mociflo por cl Rci no. pues llegó hasta N icaragua.
aunque don Ricardo Jinesta llegó a afinnar que se
halló además en el puerto de Puntarenas.

182
Un autorizado tratadista acerca d e esta expedi-
ción de Mociño, afirma que:
HUevó a cabo una labor científica muy impor-
tante ; fue el estudio acerca del cultivo y preparación
del añil. que fuc impreso y remitido a España y le
valió las felicitacio n es del Monarca. Hi zo el análisis
de las aguas potables de que entonces se proveía el
Heino de GU:llemala. observaciones sobre la rabia y
Ins virtudes de la escobosa para su curación y logró
como en todos sus viajes, aumentar considerablemente
los conligentes que con regularidad había, estan do
Sessé en Espai'la, de la flora y la fauna. En el aspecto
botánico. su labor quedó concretada en la " Flora de
Guatemala", obra exclusivamente suya" (Arias Di-
vito. Juan Carlos. 1968: 194). (,0)
Mociño se halló en 1798 en S,m Salvador, en
ocasión de un terremoto que allí sobrevino. La cir-
cu nstancia fu e propicia entonces para el ascenso a
ur:o de los volcanes. con intensa actividad en aqueo
Ilos momentos. A su esfuerzo se debió la creación en
b ciudad de Gua temala de un excelen te Gabinete
de H is tor ia Natural, con su Museo y Jard ín Botánico.
inaugurado en 1796 en d Palacio de los Capitanes
Generales. Este acontecimiento. de indiscutible im-
portancia dentro de la historia cultural del Reino. fue
celebrado con h adecuada pompa, lo que entre otras
cosas indica una conciencia socia l entre las clases di-
rigentes de la capital. acoree con la obra inaugurada.
De sobra está decir además. que tras Mociño, se ha -
Uabnn además los m iembros de la Sociedad Econó-
mica de Guatemala.
A la vez se abrió un Coliseo en la capital. con el
deseo de educa r a las gentes. y;
" a fin de suav izar las feroces costumbres de la
plebe de esta capital. sanguinaria hasta no más. j'
propensa a la embriaguez" ( En: García Peláez. Fran-
cisco de Paula. 1943-44. T1l: 193 ) . (U)

los centros promotores del cambio

Ya' hemos dicho que los ilustrados ti enen una


fe llUeva, mundana , de la cual se deriva el principio

183
fundamental de qu ienes actúan a su sombra, el poder
ilumin:ldor lel co::cc imiento de la cultura. Para lograr
el cambio se hace necesario luchar contra la ignoran-
cia. el atnso y la oscuridad. fuente de todos los ma-
les. De allj fe en la educación, arma para el com-
bate. Escuchemos por caso al Arzobispo de Guate-
m.. la Frar.cos y Monroy en 1i92 Y oigámosle decir :
·"Las revoluciones de los Imperios, las guerras que
los riegan de sangre humana. las novedades tan peli-
grosas a la religi ón y a las costumbres. qué otro ori.
gen tienen que la fa lta de ed ucación p ública, único
fr eno que debe moderar a tiempo las violentas pasio.
nes del hombre. si n el cual va este crecien do en tregado
a sí mismo y r1 ej do en las manos de su propio consejo.
Todas estas consideraciones nos hacían mira r con su·
mo dolor que esta misma causa Lenían los d elitos tan
frecuentes en esta capital. la embriaguez tan exten-
diJa. las riñas y pendencias acompañadas de palabras
e<.:candalos9.s e insolentes, las heridas y homicidios tan
repetidos, ejecutados los más por jóvenes de corta
edad. Desde luego concebimos la idea de remediar tan-
tos males en la fundación de escuelas públicas, único
medio eficaz para el que leníamos únictl mente ar bi-
Lrio" (Samayoa Glleva ra. I-l ée tor H . 1935:34) u.
Podríamos aporlar otros ejemplos para ilustrar el
mi smo coneeplo~ baste por aho ra destacar esta preo-
cupación_ que lleva rá a múlLiples formas de educa-
ción. d ~sde aquellas impartidas a los niveles bajos
para el pueblo, hasta hs de mayor jérarquía intelec-
tuaL ligados a centros como la s Universidades. En
<:Stas_ si ya existen. la preocupación habrá de ser
su transformación para lograr el cambio mediante
el abandono de los sistemas tl·adicional es.
A finales del siglo XVI II existirá sólo una Uni-
versidad en el Reino. la de San Carlos de Gualemala;
nI venir la Independencia existirán ya dos, ésta y la
de San Ramón Ncn ato de L ~ón. Johl1 T ate L1nn in g
ha dedicado dos espléndidas obras a estud ia r el im-
pacto de la I1ustnlción en el claustro de San Carlos.
Sus juicios. sólida mente documentados y ampliamen-
te analizados. tienden a hacer una valoración ade-
cuada a esta Universidad. poniendo de realce el grado

184
de av :mcc in telectual q ue all í se VlVla . Mata Gavi-
dia, altra tal" del mismo temA. nos dice de la de Gua-
temala que:
"Sus tesa ri os hablan de un emporio científico
donde t!'afican las ideologías d el pensamiento r ena-
centista y m oderno en co mpetencia -animosa a vc-
ces-- con el pasado qu e se derrumba por el débil ci-
miento de la vicja Fí sica aristotélica, mientras el'pre-
sente en sa nch a las fro n teras del conocimiento, de la
crHica. y busca una nueva senda m etodológica, que
hace del hombre el cen tro de su s investigacion es"
( Mata Gavidia , José 1948: 1) ('3).
Lanning, haciendo énfa sis en estas mismas cues·
tiones expresa con lodo acier to qu e:
"Los estudiantes de Gua temala en 1785, tenían
un a ilimita da varied:Id y adecuados alcances a los
problemas del mundo del conocimiento, mayor de los
que cualquier cienti fi co con experiencia en la ense-
ñanza puede esperar de los estudiantes avanzados de
hoy. Desde la duda metódica de Desca rtes, o la de
gravitación universal de Sir Isaac Newton, ha sta los
experim entos de Franklin sobre electricidad, o de los
últi mos avances de la hidráulica, h abía escasamente
un problema que n o fuera defendid o o analizado en
algún examen de la Universidad de San Carlos de
Guatemala en la últ.ima mitad del siglo d ieciocho"
(Lanning. John T ate. 1956: 11 5). (14)
El campo de la fi losofía en esta época era suma-
mente amplio, de m odo q ue muchas de las diserta -
ciones si bien comprenden los temas m etafísicos y
teológicos, a menudo trasponen este ámbito y son
más bien t.emas fí sicos geográficos y astronómicos.
La corrien te básica tra dicional de la enseñan za
giraba alrededor de las doctrinas aristotélico-tomis-
tas. Estas corrientes fueron impulsadas y dirigida s co-
múnm enle por las órdenes religiosas. Así hallamos
q ue Jos dominicos respaldaban la tradición tomista,
mien tras qu e los franciscan os se mantuvieron fie-
les a su lín ea, y seguían sobre lodo a Duns Scoto.
La Lógica , la F ísica y Sico logí a ari stotélica, parece
que fu er on las materias que ofrecieron particular a-
tención en el ám bito ur:iversitarío, en 10 que respecta

185
al campo de la Filosofia clásica. Se infiltraron ade-
más corrientes innovadoras, debilitándose paulatina-
mente el afán escolástico y b misma metafísica. para
adoptar principios más dinámicos. por ejemplo desa-
rrollándose el intHés científico.
Fueron los franciscanos los que se mostraron en
actitud intelectual más abierta al cambio_ ajustán-
dose con ello muchas veces a las peticiones de la mis·
m:!. Corona. fonnuladas en este sentido. Entre los re-
ligiosos de esta orden. fueron sin lugar a dudas Fray
José Antonio de Liendo y Goicoechea y Fray Antonio
de OreUana. quienes más activamente laboraron. pro-
piciando el cambio, abriendo la s mentes de sus discí.
pulas a las nuevas corrientes de per.samiento. en par.
ticular en el campo de la Física y de la Folosofía
( Lanning. John Tale. 1956: 124). C~)
Liendo y Goicoechea es la figura más alta de la
ilustración dentro del Reino nacida en Costa Rica y
una de las mentes más abierlas, progresistas e inquie-
tas de su 6empo. Su memoria necesariamente irá
ligada a la de sus discipulos. entre quienes figuran
los firmantes o más activos particip:!.ntes en la reu·
nión del 15 de setjembre de 1821 en Guatemala. Muer-
to el año de 1814. no pudo ver completada la obra
suya en sus discípulos.
A Liendo y Goicocchea se debe la introducción
de la Física experimental al Reino: fue él quien He·
gó a esbozar en 1782 un plan de refonnas para la
nivcrsidad. sumamente brillante para su tiempo .
De este plan Lanning llega a decir:
" lo que Gocicocchea recomendaba para Guate-
mala. era precisam ente los grandes trabajos de la
;ilosofía natural en boga en España, Francia. Italia.
Alemania e Tnglaten-a en el siglo XVIII. Difícilmente
pod;a haber estado más al día" ( Lanning. John Tate.
1956:70). (")
Para llegar a ser lo qu e fue. Liendo y Goicoe·
ch ea hubo de ser el menos costarricense de su época.
para convertirse en la gran figura celltroameriC<lna
de su tiempo.
Uno de los campos en los que los ilustres libra -
ron serias batallas, rue en el terreno de la adopción

186
del idi oma Castellano com o sustitutivo del Latín tra-
dicional d"l c1au~tro universitario. El Latín repre-
sentaba en cierto modo el espíritu e.xc1usivista de
ciertos sectores sociales, mientras que el Castellano
representaba un acercarse al pu eblo y una exten-
sión de la cultura. Cuando en 1769 el doctor don
Juan de Dios Juarros. profesor de Vísperas de Teo-
logia, ensayó impartir sus cursos en español, ello pro-
vocó muy serios disgustos, llegándose incluso a COJl+
si derarse la práctica como reilida con los propios es-
tatutos llllivcrsi ta r ios. Estas PI'cocupac iones se man-
tuvieron por largo tiempo, de m odo que la misma
Gaz.eta de Guatemala sostuvo u na polémica en con-
tra del Latín. cal ificado muchas veces de " árido. sc+
ca. metafísico y vcjatorio". Hubo momentos cn que
además se exaltaron las ventajas del conocimiento de
las lenguas vivas, como el francés y el inglés, por
sobre el propio laUn. La defensa del "sonoro, claro
y bello idioma de Castilla" se m an tuvo hasta las
primeras décadas del siglo XIX. Con todo, la idea
ll egó a penetrar. de m odo que los actos académicos
en castellano empezaron a gen eralizarse y a repre.
sen tar en definitiva el triunfo de las nuevas ideas.
En otros campos, tales como el estud io de las
Malemáticas. la Historia Natu ral, la Física expe-
r imental y la Astronomí a. lo mismo que la Medi-
cina y CilUgía, se proyectó muy hondamente la
Universid,d de San Carlos con su espiritu innovador.
No será sino hasta 18 16 en qu e empezará a fun-
cionar como Universidad. el antiguo Seminario Con-
ciliar de León de Nicaragua. De modo que concen-
traremos por ahora nuestra atención en el viejo
Seminario fundado en 1681 por el Obispo Navas y
Quevedo. Quiz.ás la presencia de una silla episcopal
y la consider able distancia en que se hallaba respecto
a la cabecera del Rein o, sea n a lgunas de las prin-
cipales razones para explicar su desarrollo y fl ore-
cimiento a fina les de la Colonia.
En efecto. varios de los señores Obispos fue ron
sus principales benefactores: Morel de Santa Cruz,
Vilchez, Villegas, de la Huerta y Caso_ entre otros.
figuran enll'e los más esclarecidos protectores de su

187
elevam iento culturaL Desde 1806 el Rector del Se-
minario Presbítero D. Rafael Agustín Ayesta apa-
rece promoviendo su conversión en Un iversidad, al
gestionar que allí se pudieran conceder grados ma-
yores y menores.
Nicaragua y a la vez la misma Costa Rica. por
ser su más inmediato foco de cultura, hubieron de
derivar del Semin ario enormes beneficios. No olvi-
demos que alli se formó don Florencia del Castillo.
nuestro di putado ante las Cortes de Cádiz; no olvi-
demos que el bachiller Osejo es h ijo indiscutido de
él y que don Ju an Mora y muchos otros prohombres,
cursaron alli sus estud ios. que dieron base al mejo r
desempeño de sus mnciones politicas a raíz de la
úldependencia. Señalemos estos ejem plos nada más,
porque cabría perfectamente extendemos en un aná·
lisis más pormenorizado, dada la importancia del
tema para nosotros los costarricenses.
Un hecho significativo para todos nosotros, a
la hora de enjuiciar el Seminario leonés, es saber
que en sus aulas tuvieron ya cabida los elementos de
otros grupos sociales no españoles. En 1808 "un ba-
chiller se quejó ante el Presi dente del Reino por
cuanto se había conced ido el grado de bachiller en
Filosofía a un mestizo. y pidió que se declarase
nulo el grado ya que la sangre mezclada no se
podia adm itir ni siquiera a 1:1 matrícula. Por fortuna
esas odiosas distinciones no prosperaron en el Co-
legio de San Ramón" (Sanabria, Víctor. 1929-32:
128) 11.

Dos indios. el Bachiller Tomás Ruíz y Juan de


los Santos Suazo. aparecen en 1804 frente a frente.
uno como examinador y otro como examinando, en el
Seminario leonés. Este solo hecho venia a poner
de manifiesto el espíritu imperante en aquel claus-
tro de estudios.
Estos solos detalles, creemos que ilustran su fi .
cientemente acerc) del ambiente imperante en Ni-
caragua bajo esta corriente irradiadora de la ilus-
tración.
No parece sin embargo que en el seno del Se-
mmano Conciliar de Comayagua. hubiese ocurrido

188
un fenómeno semejante. No hemos podido hallar tes-
timonio que pueda ll"vamos a afimlarlo. aunque
parece lo más probable que ello no ocurrió, por ra-
zones para nosotros desconocidas.
Hubo en la ciudad de Guatemala u n organismo
extraordinario en cuanto a dinamismo y modernidad,
equiparable en más de un caso a la misma Univer-
sidad. M e refi ero a la Sociedad Económica de Ami-
gos del País. órganos revisionistas de los ilustrados
españoles y americanos. Su objeto fundamental era
logra r la prosperidad del país, motivo por el que
sus programas de activldades se estructuraron esen-
cialmente con el fin de obtener resultados prácticos.
útiles y transformadores del orden vigente. Sin lugar
:lo dudas que estas sociedades contribuyeron en Amé-
rica a aumentar las distancias entre los intereses de
las colonias y los de la península. De modo que en
las mismas soci"edades se halla el germ en del es-
píritu de ca mbio que llevó a la Ind ependencia como
última alternativa.
La Sociedad Económica de Guatemala dio prin-
cipio a sus labores en 1794 por la ' inspiración de
don Jacobo d e Villaurrutia, Oidor de la Audien cia.
Podríamos fácilmente dedica r una sola charla a ana-
lizar los frutos de la actividad de esta benemérita
institución dentro del Reino. El tiempo en este caso
es nuestro enemigo. y habremos de conformarnos con
mucho m~nos. En general, puede decirse que fueron
tres los campos en que se desenvolvieron en forma
princi paL El pri mer campo fue el educacional Las
Sociedades actuaron como escuelas pennanentes, con
el ejemplo, el estimulo y la acción concreta. I nsis-
tirán mucho en la educación fa miliar; por ejemplo
en La Gaceta se publicaron artículos que señalan
las obligaciones de las madres respecto a sus hijos.
La educación social o pú blica. se la concebía en
función social, es d ecir en el trato con los demás, en
sus costumbres y opin iones. Por último se hallaba la
educación que se puede llamar específica: escuelas,
coleg ios, universidad.
La segunda t area fue la de atacar los problemas
de la vida econ ómica. En este sentido son meritorias

189
las obras de introducción de plantas nuevas y aun
de animales de importancia económica. como en el
ya dtado C3S0 de las abejas, o el mejoramiento de
la técnica y el uso de la maquinaria. Las preocu-
paciones en el campo del comercio son grandes, y
van desde la apertura de nuevos mercados, hasta el
mejoramiento de las vías de comunicación tanto para
el comercio externo como para el interno.
El tercer campo fue de la s Artes, no sólo como
goce estético sino en un sentido eminentem ente
prá ct ico. Pélra ello se bu scó estimular al artesano y
exaltar su oficio. tan denigrado por la sociedad
tradicional. Para ellos no había oficios indignos, todos
eran enaltecedores y debían ser estimulados.
Quizás es oportuno este momento para recordar
la labor de la Sociedad y en particular de don Pedro
Garci·A,guirre, en su Escuela de pintura y grnbado,
centro de grande s i ~ifi cación en la historia de las
artes en Centro América. D e allí salieron el pintor
y min iaturista Francisco Cabrera. dotado de extra·
ordinario talento en ese campo: de allí el excelente
g-rabador José Casildo España. quien nos dejó bellos
testimon ios de su arte: además cabe citar el pintor
Juan José Rosales y muchos otros más, que dejaron
su huella evidente en ese campo.
, El ex-rector de la Universidad de Guatemala.
don C.:trlos Martínez Durán. ha escrito refiriéndose
a esta Sociedad, lo que sigue:

"La Hi storia de GU<ltemala no podrá prescindir


nunca. cuando haga la historia de la cultura, no la
historia de sus guerras. pasiones, odios y venganzas.
de la Sociedad Económica de Amigos de la Patria.
cuyo celo unido se derramó en abundancia para
lograr la riqueza material y moral de Centroamé-
rica". ( Martínez Durán. Carlos. 1952: 130) u.

Ofganos de tanla importancia como la propia


Gazcla de Guatemala, de extraordinario valor para
comprender a fond o hasta dónde se llegó en el
campo de la ilustración en el Reino de Guatemala.
fueron obra también de espíritu s que se aglome-

190
raron en lomo a la Sociedad, Su cien-e en 1800
no es más que una manifestación extrema de las
fuer z~s retrógradas que siem pm buscan actuar para
sa tisfacción de sus mezquin os y r etrógrados intere-
ses. Aclos como eslos, no podían mellOS que exas-
pera¡" y llevar <.1 posiciones más radicales respecto a
las relaciones con la Corona. De allí que a menu do
aparezcan fo r mas diluídas d e este sentimiento anti-
progresis ta. Uno de los medios en donde este tipo de
conflicto tuvo su manifestación, fue en los cabildos,
sobre todo a partir de la vigencia de la Constitución
de Cádiz, en que la lucha entre criollos y p en insu-
la res alcan zó en ocasion es ver dadera pasión. La pro-
pia crisis que vive entonces la m onarquía, habrá
de ser el ambiente pl'Opicio para fort'l lecer los espí-
ritus más radicales, y llevarles a afanes más con-
cretos, en con tra del ord en estático que estaba lu-
chando por sob revivir fu era de época,
La misma Iglesi a hubo de desempeñar mu-
chns veces un papel esencialmen te conservador, de
modo que en este sentido muchas de las formas
polí ticas que sur girán en el futuro, se orientarán
sobre bases esencialmen te a n ticlericales, en ocasiones
hacia libr epensamiento, a menudo más por moda
q ue por convicción,
El constitu cionalismo gadi tano abrió las amplias
puertas de la libertad de impren ta, y con ello dio
luga¡" a un periodismo más independiente. ágil, en
ocasiones inclu so all'cvido, que fortal eció las con-
ciencias y sembró inquictudes nuevas, des<.rrollando
incluso, aun que fue¡'ü cn fomla incipiente, una na-
ciente conciencia nacional.
L1 cosa que más llama la atención al lcctor
modern o, es el hecho tan distante en el pcriodismo
actual, de ser formativo más que informativo. En
otras palabras que el periód ico se concebía en cierto
modo como una cátedra dedicada a ]a enseñanza y
formación del ciudadano. Quizás por esto mismo q u e-
I ~a hablar de un intclectualismo en tales periódicos,
de modo que resulla claro llegar al convencimiento
de que estaba destinado a u na m inoría culta, esen-
cialm ente u rban a,

191
Una de estas charlas estará dedicada a Wl aná-
lisis más particular sobre el periodismo en las vísperas
de la [ndependencia. de modo que este tópico no lo
vamos a ahondar más aquí.

La Independencia y la llustraci6n

La modernización de las ideas es quizás el ras-


go más salien te dc la herencia cultw'al de la Ilus-
tración. Significa ello un gran paso hacia adelante.
después de un periodo que algunos han llamado la
··siesta" coloniaL Los estudiosos habian hallado una
larga pero prometedora senda en los estudios aca-
démicos, en el conocimiento de los autores más en
boga en el mundo ilustrado europeo de finales del
siglo XVIII e inicios del XIX.
La generación que hubo dc cambiar los destinos
del Reino de Guatemala, fue una generación fonna -
da bajo los principios del despo tismo ilustrado, y
pese a sus ideas progresistas y de independencia,
mantuvieron siempre este esquema ilustrado, en mu-
chos de SllS rasgos todavía aristocratizan te.
Marginalmente debemos tocar aquí también el
tema de los movimientos precursores de la Indepen-
dencia dentro del Bein o de Guatemala, sólo para
decir que fueron realizados por los grupos más fuer-
temente influidos en estas corrientes innovadoras.
Los sansalvadorcilos de 1811 y 1814 fueron en
su mayor parte alumnos del Seminario Conciliar y
de la Universidad de San Carlos de Guatemala: los
presbíteros Delgado y Aguijares, Arce, Celis, etc.
L.os rebeldes de Nicaragua. en particular aquellos de
Granada habían sido estudiantes del Seminario de
León e incluso individuos como el prócer Manuel
Antonio de la Cerda. habían estado además en la
Universidad de Guatemala. Los conspiradores de Be-
lén en 1813 en Guatemala, habían bebido en las
fuentes universitarias ese espíritu que les llevó a
intentar la realización de un movimiento de rebel-
día. De modo que como conclusión general de esta
ligeri sima apreci ación sobre los movimientos pre-

192
cursores, está In de que [ue en tal medio donde se
conform ó el espíritu de rebeldía y de independencia.
Pero si bi en el espíritu buscaba metas superio-
res', es in negable además que se actú:¡ de acu erdo
con el criterio de que son ellos los llamados a dar
la orientación a !a sociedad, pero sin que ésta sea
participe. De illlí que el m ovimiento de 181 1 en
San Salva dor, se limite prácticamente al marco geo-
gráfico de la propi a ciudad; de allí también el ca-
rácter esencialmente urbano de las rebeliones de ese
m ism o afio y del sigu ien te en León, Granada y Ma -
say;). J...a misma conspiración llamada de Belén es
fraguada por una minoría que se reune en un con-
vento.
Había que darle la felicidad al pu eblo, p ero sin
la participación de él. Los pobres no estaban capa-
citados para tomar las resoluciones que se n ecesitaban
y por lo tan to no se requería su participación. Con
un tono de filantropía q ue hoy n os pa rece muy
poco democrático, los ilustrados luclm ban p or lle-
varle a la sociedad la m edicina que ellos habían
escogido, sin consu lt ar al paciente ni saber cierta.
m en te sobre sus afanes e ideales. El pueblo buscaba
liberarse de las cargas económicas, era ese el len-
guaje que estaba preparado a comprender. Las metas
eran otras en defin itiva, y raras veces pued e afír-
marse, llegaron a coincidir en sus verdaderos ideales.
Igualmente el sentimiento in digenista y de las
castas que expresaron en las Cortes de Cámz los
españoles americanos, reflejan un confuso sentimiento
filantrópico hacia los desheredados, m ezclado con el
afán de adquirir una mayor represent ación en dj~
ch us Cortes. Don Florencia del Castillo defendiendo
a los in digenas som etidos a la dura carga de las mitas,
Clctúa acorde con la ideología ilustrada, del mism o
modo como los asambleístas de la Constituyente de
1823-24 en Guatemala lograrán la em ancipación de
los esclavos, siguiendo esa mi sma in spiración.
Mata Gavidia, en un interesante art;culo acerca
de la Independen cia de Guatemala, destaca que, de
los signa tarios del acta de 15 de setiembre, con la
sola excepción de dos, los demás fu eron universita-

193
rios ( Mata Gavidia, José. 1949 : 48) . El hecho viene
a ratificar lo hasta el momento afirmado, de que
para una clara comprensión de la Independencia,
se hace necesario raslra er en el ambiente formado
del intelecto de sus principales actores.
Tampoco es del caso entretenernos aquí a ana-
lizar el acta de Independencia como un documento
representativo del espíritu ilustrado de los guate-
maltecos de 1821. Debemos sí señalar que en su
a veces oscura redacción, pareciera ponerse de mani-
fiesto que los notables de la ciudad capita l del Reino
han decidido la suerte de todo el territorio, aunque
luego su pediten todo a un Congreso que habría de
reun irse meses más tarde. Cabe pensar en un con-
flicto no bien decidido, entre las tendencias aristó-
cratas y l os idea les de fundamentación democrática,
expresada bajo la idea de un Congreso.
La m ism a reacción encontraremos al difundirse
el A~ta d e 15 de setiembre por todo el Reino. Los
ayuntamientos locales deciden la suerte de la región,
sin establecerse verdaderos enlaces entre estos orga-
nismos de gobierno comunal y el pueblo al que
represen taban . Se actúa bajo un criterio típico de
la ilust.ración, el de dar al pueblo lo que le conve-
nía, pero sin su participación.
Es t..,mbién oportuno el momento pJra señalar
que las divergencias de criterio que se verán apa-
recer entre los mismos grupos que lucharon por
obtener la In dependen cia. son el reflejo de las dife-
rencias de criteri o e ideología que animaban a estos
inspiradores. En cierto m odo el antagonismo eviden-
te entre quienes se agruparon alrededor de don Pedro
Malina con su periódico " El Editor COllStitucional»
y quienes 10 hicieron cerca de don José Cecilia del
Valle y su "Amigo de la Palria", puede servimos
como el ejemplo más ilustrativo para nuestra afir-
mación. La mentalidad fogosa y agresiva de M alina,
con trasta n otoriamente con el carácter reposado pero
progresista de Valle. Estas posiciones representan
ambas una fo rm a de ver l a Ilustración, ardiente la
primera. moderada la segunda, pero impregnadas
ambas ideas de un mismo espíritu, el de la llustra-

194
ClOn. La s metas sOn comunes, los medios son los
que acentú')n la aparente diferencia .
Tampoco podemos ari nnar categóricamente que
los que se agruparon alrededor de Molina o en torno
a Valle, tenían todos los mismos ideales. Las diferen-
cias se pondrán más ad~lante de manifiesto, y en
particular en torno a Valle brotarán otras ideologías,
a menudo más conservadoras. En efecto las ideas de
moderación sustentadas por Valle, bien pudieron ser
confundidas con un conservntismo que abogara por
permanecer siempre fieles a España. Tales no fueron
verdaderamente los ideales de Valle, pero sí de mu-
chos que se agruparon inicialmente a su derredor.
Nos esta mos alejando un poco de las metas que
nos hemos im puesto para este trabajo. Baste por ahora,
dejar a¡:enas señalado que el conillcto posterior entre
liberales y consen'adores, entre federalistas y cen-
tralistas. lo que hacen es complicar nuestra visión
sobre los ilustrados, que en el nuevo orden político
van evolucionando y adoptando sus pensamientos de
inspiración y base ilustrada, hacia nuevos derroteros.
Tampoco va m3S a intentar seguir la huella de
los ilustrados a lo largo del siglo XIX como del pre.
sente. Baste dceu' qu e llega en forma viva ha sta
nuestros día s.

literatura e llustraci6n

En esta serie de consideracion es que hasta el


momento hemos venido haciendo alrededor de la
Dustración en el Reino de Guatemala. no hemos
tenido oportunidad de referimos en fonna especí-
fica y particular a l tema de la Literatura. Antes de
aspirar dar ténnino a esta exposición. estamos en
el deber de r ealizarlo.
La imprenta, existente en la capital desd e 1660,
era el vehículo idea l para múltiples expresiones li -
lerarias1 d esde los nada tradici on ales géneros de poe-
sía ambientada en el propio escenari o guatemalteco
de Fray Carlos Cadena. quien en un soneto a la
muerte del monarca Culos nI. exclama:

195
"Encontraréis en mi. por sus arrojos.
Volcán de fuego si miráis mi pecho.
Volcán de agua si miráis mis ojos"

hasta aqu ellos moralizantes de Liendo y Goicoechea


saCre el perdón de las injurias que empiezan:

"Como el leño que viéndolo encendido


por el lado que no arde lo cogemos.
al enemigo así tratar debemos
por el ex tremo suave y comedido ... "

Se llega sin embargo ól la cúspide de la expresión


poética en la obra evocadora del antigüeño Landíval.
quien desde su exilio en el Viejo Mundo -recuér-
dese que es jesuíta de los expulsados-. (linta un
cuadro lleno de luz y color sobre su Querida Gua-
temala, y hasta el Golfo de Nicoya es recordad o en
su itin erante ambula r intelectu al por el Reino. Su
" Rusticatio Mexicana" es una evocación de su per~
dida Arcadia .

" Landivar canta la maravillosa na turaleza ame·


rican:!, sus alucinantes paisajes. su n ora y su fauna ,
las costumbres de sus pobladores. la vida del campo,
la agr icu ltura y la s industrias n ativas; mas no es
el fria intelecto descriptivo: llega por el sentimiento
n la esencia misma de bs cosas. y sus palabras
hieren en érgicamente nuestra imaginación porque
son el vehículo de un pensamiento que se ha iden-
tifi cado por entero con los tcrnas expresados; no el
pi ntor quc copi :t trasladando directam ente de la na-
turaleza al Jienzo_ sino el contemplativo que se fue
saturando de ambiente. y reconstruye después. con
todos los elementos a la mano para lograr una fi el
convergencia de los efectos. una armonia que se
entrega espontáne, mente a las solicitudcs del intento
es tético". (Vela. David . 1943, 1: 210) ~O.
Seguirá sonando siempre grato a nuestros oidos.
su canto evocador y sonoro:

"Salve, cara parens


du1cis Guathimala, Salve .....

196
y 9ué decir de fray Matías de Córdova, autor
del poema y fábula "La tentativa del león y el éxito
de su empresa". que es un poema profundamente
humanista. destiJlado a exaltar los valores supremos
y el triunfo de la bon dad? Es:

" La tentativa de abatir al hombre


que por su ingenio y su virtud se eleva ... "

y qué del gran fabulista Rala el García Goyena,


quien poseedor de grandes preocupaciones politicas.
hace de la fábula el arma dominante y efectiva, que
educa y censura, que se burla y hace mofa d e
aquellos que defienden la servidumbre con la sutil
arma de los animales parlantes y razonadores. Los
solos títulos de algunas de sus poesías ya nos lo
anunCian:

" Los sa na tes en consejo"


"Los animales congregados en Cortes".

Simón de Bergaño y Villeg:¡s es otro de los li-


bera les, no mell as diestros en el manejo de los apl)-
lagos, de los que dejó ejemplos admirables. y quien
alguna vez hubo de comparecer ante el Santo Ofi-
cio, acusado de volteriano y herético.
¿Cómo olvidar los méritos del Doctor D . José
María Alvarez, catedrático de Instituciones de lus·
liniano en la Universidad. quien en 1818 publicó
su li bro "Instihlciones de Derecho Real d e Castilla
y de Indias" . que alcanzó varias ediciones, incluso
en España?
Cómo desconocer los numerosos informes, ricos
en apreciacion es (' infonn aciones acertadas, salidos
de la pluma d el Obispo Morel de S:mta Cruz para
describir su jurisdicción de Nicaragua y Costa Rica,
o el extraordinario " DescI;pción Geográfico.Moral
de la Diócesis de Guatemala " d el Arzobispo Corlés
y Larra z, o el suscinto y serio "Estado General de la
Provincia de El Sa lvador : Reyno de Guatemala (año
de 1887) , de Gutiérrez y UUoa? y casos como estos,
podríamos citar muchos más, rescatados en obras que

197
son hoy verdaderos incunables americanos, o en los
periódicos "Gazeta de Goateroala". y los de Malina
y Valle. que hablan hasta la saciedad de un desarro-
llo intelectual, muy bien analizado por don Ramón
Sala zar en su atrayente obra "Historia del Desen-
volvim iento IntclectU<ll de Guatemala",

Conclusiones

La corriente del Despotismo Ilustrado represen-


la uno de los fcnómenos ideológicos más importantes
que se han experimentado a lo largo de toda la
historia de la América CentraL La ideología del
siglo XVIII echó en la conciencia social dentro del
antiguo Reino de Guo.temala, muy profundas raíces.
En consecuencia. bien puede arinnarse que su es-
p~ri tu está 'todavía presente en much as y muy va-
riadas formas actuales. Si bien esta ideologia se ha
mezclado con otras corrientes, tnl el caso del libera·
lismo, siguen siendo formas que pcrsisten en mo-
delar las facetas de nuestra realidad presente.
Es evidcn te que los ilustrados no pudieron pre·
ver los alcances de su manera dc pensar. Visto desde
hoy, su balance resultó esencialmente favorable. pe-
sc a los ycrros y equívocos que pud ieron haber ca·
metido en su nombre. Su mística, dcbe seguir activa.
brillante y orientadora en muchas dc las actividades
del hombre social.
o cabe hoy la menor duda de que entre la
nustración, que <lcogía en su seno la idea de la li-
bertad cconómiC<1, la libertad política y la libertad
de pensamiento y de expresión. y los nuevos tiempos,
era ya carla la clistancia. La burguesía preparaba
su imperio y su arma más efectiva era la razón.
En el siglo XVIII se h a escrito una historia que
será difícil de borrar. La ligada a lacio un complejo
de cultura, representa un estilo en que las formas
de vida se integran en un haz. Se aproxima a un
ularco cultural e h islór ico dc orientación l aica e
indudablemente illlelcetualista. Es arma que puede
servir a múltiples posibilidades, llamada a tener

198
una fundación determinada, la de interpretar en
nueva forma la vida.
Los funcionarios, los poetas y escritores, los ar-
quitectos son los deposi tarios del nuevo saber, son
los elegidos e incluso los padres de una obra que
será dificil de olvidar: la de nuestra propia vida
Independiente. Esto es cierto. Pero tampoco hay que
olvidar que es obra d e una élite y que se dirige a
una m inoría, aunque los fenómenos cu bran a toda
la sociedad .
¿Qué se hace y por qué? ¿Para quién se realiza
tal esfuerzo?

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199
LA IGLESIA Y SU SITUACION DENTRO DEL REINO
DE GUATEMALA EN EL OCASO DE LA DOMINACION
ESPAÑOLA

Ricardo Blanco Segura


América desde el descubrimiento estuvo impli-
cada en el ambiente religioso, propiciado no sola-
mente por la importancia que la r eligión tiene en
toda sociedad, sino por ser la nación descubridora
eminentemente católica.
Cierto es que los fin es específicos de la aventura
colombina no fueron misionales, Su objetivo fun-
damental fue comer cial, de índole económica, más
tarde traducida en intereses políticos de grandes al-
cances. Pero siendo España la nación católica por
excelencia en aquellos tiempos (y digo ((católica»,
porque esta condición ha sido más fu erte que la
de cristiana ) no p odía desligar la -religión de la
empresa descubridora y colonizadora.
Esto implicó una relación directa de la corona
española con la tiara pontificia, del estado civil con
el clero, del conquistador con el misionero y del
colon izador con el cura secular, de tales proporciones,
que ofrece un panorama 'i nteresantísimo: a veces tan
estrechamente u nidos que parecier an ser ambos po-
deres el balance el uno del otro; a veces tan sepa -
rados y en pugna, como cuando en los tiempos de
la independencia sobrevino la separación entre el
alto clero y el bajo clero por diversidad de opinion es
ante la insurgencia,
La exposición qu e haremos sobre la Iglesia, no
es directamente relativa a lo puramen te espiritual,

203
estudio que pertenece a otra clase d e discipliJl as,
ajenas a lo historia. La vamos a considerar como
simple Institución cuya realidad sobre la tierra es
innegable; cuya influencia en la conquista y colo.
nización de América fue en u n noventa por ciento
decisiva. Vamos a ver cual era su situación en Centro
América en las vísperas de la Ind ependencia y algu-
nas consecuencias del proceder de sus pastores en
aquel momento.

1. El Patronato

Para entender con cl ari dad el porqué de la


il.fluencia eclesiástica en la América colonial, hay
quc empezar desde la m isma raíz dc esa intervención:
el arma de dos lilos que fue el Patronato concedido
por los Pontífices a l os reyes de España. El rey era
cl «patrón» de la Iglesia en América, y a él dieron
los Papas una supremacía casi absoluta en asuntos
eclesiásticos. Fue, como lo dije antes, una arma de
dos filos: por una parte, la I glesia ganaba con él
grandes privilegios; por otra, abdicaba mucho de
su autoridad en manos del monarca.
El origen está en las bulas llamadas alejandri-
nas. Después del primer viaje de Colón y mientras se
preparaba para el segundo. España logró que el Papa
Alejandro VI expidicra cinco bulas en relación con
la s nuevas tierras. a fin de asegurarse respaldo
lotal a favor del descubrimiento. La primera de esas
bul as, "lnler Caeterd', fu e expedida entre el 28 Y el
30 de abril de 1493, y comenzó a regir el 3 de mayo
del mismo año. Basándose ún icamente en su poder
espiri tuaL sin mayor asidero jurídico o legal explica-
b le, Alejandro vr hi zo donación de l as nuevas tierras a
los l'cyes de España "con la plenit ud de nuestra po-
testad apostólica por la autoridad de Dios Omni-
potente".. otorgámosle "]os dominios de la s mis-
r
mas, con ciudades, fortalezas, lugares villas, dere-
r
chos, jurisdicciones todas sus pertenencias . .. " To·
do bajo condición de enviar a las lluevas tierras a hom-
bres doctos que instmyesen a los indígenas en el cris-

204
lianismo y propagasen la fe en todas las r egiones
por descubrir. ¡Qué habr ían dicho Atahu alpa y Moc-
tezuma, y en ellos los demás legiti mas dueños de l a
tierra, de haber estado presentes en tan sabrosa re_o
partición de bi enes! ( Gimén ez Fernández, 1944) . C)
A esta bub siguieron la "Piis Fidelium" del 25
de juni o del mism o año; "lnler Cetera", de 28 de ju-
nio, que amplía las anteriores; "Eximie Devotionis",
de 3 de julio y "Dudum Siquidem" de 25 de setiem-
bre, que culminó dando plenos poderes a los reyes
sobre lo que en el futuro se iba a llamar Améric,a.
H asta aqu í, pese al cariz religioso, el asunto tuvo
más características de respaldo para fu ndamentar la
acción política, que la astucia de los reyes cat ólicos
su po muy bien sacar al pontífice. Sin embargo, cons-
cientes sus sucesores de que la reli gión era elemento
fundamental a su servicio, per o al cual se debía do-
minar y sujetar para usa rl a com o insu·umento bien
aderezado a sus planes, pensaron entonces en la regu-
lación de la inger encia que iban a tener dentro de la
Iglesia.
Así n ació el Patronato, consecuencia de las bu-
las alej andrinas, qu e a través de centurias iba a cons-
ti tu ir par a la I glesia una fuente de privilegios y do-
lores de cabeza a la vez y que abarcar ía, exten dido a
otras naciones, desde la simple elección de un obispo
hasta la obstrucción de una elección pontificia, como
pasó al cardenal Rampolla a p rincipios de este siglo.
El 28 de julio de 1508 el Papa Julio TI expidió
la bula "Universalis Ecclesiae" y en ella estableció
u na ingeren cia total (excepto en cuestiones dogmá-
ticas, morales y d isciplinarias) de los ¡·eyes en la~
cu estiones de la Iglesia americana. Poco a poco l a
astucia de los soberanos españoles fue preparando el
ánimo de los pontífices, hasta lograr plen amen te el
objeto de su ambición: el dom inio casi absoluto sobre
la I glesa en las nuevas tierras, a cambio d e fa-
vores polít icos que no es del caso mencionar en este
trabajo. Las bulas "Eximiae Devotionis" y "Univer-
satis Eclesiae" coronaron la obra.

205
11 OrC'Janización

Sobre esa base del Patronato, se organizó el fun -


cionamiento de la Iglesia en América; una Iglesia
medrosa, que nunca pudo a través de sus pensadores
más audaces, enfrentar plenamente su doctrina y sus
convi cciones a la corona española. porque la sujeción
absoluta en que se la tenía era impedimento para
ello.
La organización de la Iglesia americana durante
los tres siglos de dominación hispánica, fue a grandes
rasgos si milar a la organización actual; las variacio.
nes se debieron más que nada a la falta de una legis-
lación canónica debidamente codificada. En realidad ,
el Derecho Canónico se basaba en aquellos tiempos
en la legislación existente y sucesiva, en la costumbre
yen la tradición , pero n o existía el orden l miento que
hay actualmente, fruto del empeño de Pío X y del
cardenal Gasparri. Muchas fundaciones, por ejemplo,
tenían el simple hecho por respaldo, como sucedió con
tantas parroquias a quienes se comenzó a llama r así
por costumbre, pero no existe el decreto de fundación
tal como hoy en d ía. De <l lli que aun en nuestra propia
patria hay muchas cuyo origen proviene de los siglos
XVI, XVII Y XVIII ; que comenz.aron como si mples
doctrinas y donde el aumento de la población y la
prosperidad material del lugar hizo que se les co-
menzara a llamar parroquias y así quedaron cons-
tituidas de hecho.
Había, de acuerdo a la disposición en b Iglesia.
Diócesis y Arquidiócesis. L1S diócesis por lo general
estaban sometidas él un a arquidiócesis metropolitma
a la cual iban los asuntos de especial importancia,
cuando el obispo no tenia facultades específicas para
resolverlos. A estas diócesis se les llamaba sufragáneas
y, en parte por la estabilidad de los pueblos y en parte
por orgullo de los prelados, eran pocas las ocasiones
en que el arzobisp:> m etropolitano tenía que interve-
nír en sus asuntos.
Solo en casos muy g raves y a petición de la au-
toridad civil. el arzobispo intervenía para pedir cuen-
tas a los obispos, o bien, en causas correspondientes a

206
la Inquisión o a los juzgados establccidos para diver-
sos asuntos que requirieran la atención del metropoli-
tano.
L J.s jurisdicciones episcopales de Centro Amé-
rica fueron:
1) Guatemala: Diócesis erigida por el Papa Pau-
lo III en 1534 y elevada a arquidiócesis por el Papa
Benedicto XIV en la bula "Ad Supremum Catholicae
Ecclesiae Culmen" de 16 de diciembre de 1743.
Comprendía todo el territorio de Guatemala y
El Salvador, dividido políticamente en la época in-
mediata a la independencia en la ciudad de Guate-
mala, las Alcaldías Mayores de Tgonicapán, Suchi-
tepéquez, Sololá, Chimaltenango, Sacatepéquez, Vc-
rapaz, Escuintla y Sonsonate; los Corregimientos de
Quetzallenango y Chiquimula de la Sierra y la Inten-
dencia de El Salvador, capital San Salvador y cuatro
partidos: Santa An<l, San Salvador, San Vicente y San
Miguel.
Dentro de esta división politica, lila división en
par roquias y pu eblos que solían llamarse " partidos"
o "provincias diocesanas".
2) Diócesis de León de Nicaragua (Nicaragua
r Costa Rica ): Comprendía todo el territorio de Ni·
caragua y de Costa Rica. Fu e Erigida por el Papn
Clemente VIII el 26 dc febrero de 1531 y plenamente
co nfirmada por PauIo II! en la bula "Aequum Re-
putamus" el 3 de noviembre de 1534. La sede epis-
copal era León y tenía cinco partidos bajo su admi-
n istración (divis:ón política ): León, con las ciudades
de Granada y Nueva Segovia y los pueblos de Mana-
gua y Masaya; luego Matagalpa , Realejo, Subtiaba y
Nicoya. Eclesiástica mente eran seis "provincias" si
se agrega a Cartago, que a barcaba toda la jurisdicción
de Costa Rica, cuyas dependencias principales eran, en
los años inmccuatos a la independencia San José, He-
r edia y Alajuela.
3) Diócesis de Comayagua (Honduras) : Funda-
da por Alonso de Cáceres en 1537 fue hasta 1880 la
capital de Honduras. La diócesis fue fundada en 1561.
La sede episcopal fue Comayagua y tenía dos parti-

207
dos: Comayagua y Tegucigalpa en el Real de Minas.
divididos entre parroquias y pueblos de misión.
4 ) Diócesis de Chiapas: Este territorio, conquis-
tado por don Pedro de Alvarado en 1534, fue erigido
en diócesis en 1538 y fue su primer obispo fray Bar-
tolomé dc Las Casas. Dividido en parroquias y pue-
blos de misión, no tuvo rasgos de especial importan-
cia para la iglesia centroamcricana propiamente di-
cha. Años después dc la erección diocesana, su terri-
torio fue segregado del resto dcl I stmo.
Desde su erección las diócesis de León (N icaragua
y Costa Rjca) y Comayagua fueron sufragáneas o de-
pendientes dc la arquidiócesis de Lima) en Perú. Pero
a partir d~ 16 de diciembre de 1743, cuando fue eri-
gida la arquidiócesis de Guatemala, pasaron a depen-
der de ésta. De todos modos, aun cuando fueron su-
fr agáneas de Lima, siempre llevaron por costu mbre
y cercania sus asuntos a l a metropolitan a de México
lo cual dcmuestra, además, la tendencia de estas na-
ciones hacia el norte. ( Blanco Segura, 1967_ págs. 52
Y 193).
La elección, nombramiento y consagración de un
obispo, tenía el sigu icnte procedimiento: el Rey es-
cogía el candidato, generalmente aconsejado por al-
gún protector de la corte, la influencia de alguna fa -
milia o el superior de la orden religiosa correspon-
diente. Lo presentaba al Papa, por medio de la em-
bajada de España en Roma o, en casos muy califica -
dos, de un enviado especial. El Papa daba el placet,
manifestando su asentimien to a la prcsentación y el
nuevo obispo, así lo deseaba, tomaba posesión de su
sede, urgido por la Corona en vista de la necesidad de
prelados que había en América. Tiempo después el
Sumo Pontífice enviaba las cartas ejecutoriales y las
bulas de nombramiento, a fin de que se ejecutase la
consagración episcopal y entrara el nuevo prelado en
uso total de sus facultades espiritu ales. Más de un
obispo no recibió nunca las ejecutoriales, quizá por
recelos de los Pontífices, ' que ejercían esta dilación
como escapatoria a las exigencias del Patronato, y
murió sin consagrarse, como el caso de Monseñor
Alvarez Osario, en Nicaragua; otros, murieron poco

208
despu és de h aber sido elec tos y las ejecutor iales lle-
garon después del fallecim ien to.
D espués de Jos Obispos, seguía el Cabildo Ecle-
siástico, hoy en db definido por el Del'echo Canónico
com o "Colegio Sacerdotal destinado a servir al culto
de la Catedr:11 y a asistir al obispo con su consejo o
asentimiento como Senado, y a gobernar la Diócesis,
Sede Vacante o impedida. (Cánon 391).
Antigu amente se llamaron también Capitulas
por el capítu lo de la Sagrada Escritura que se leía en
las sesion es, e históricamente provienen del grupo de
presbiter os qu e ayudab.1 01 obispo en su s funciones.
Sus m iem bros se ll amaban y se llaman aún canóni-
gos, ya fuese por su inscripción en la matr ícula de la
Iglesi a Ca tedl'81, lbmada Canon o porqu e vivían bajo
una regla ( en latín '·cánor:") . Los canónigos, asistían
al obispo en la ad ministración d e la d iócesis y tenían
una mayor est1 bilidad en el gobierno, como cuerpo
colegiado, ya que los obispos a veces no duraban mu-
cho, por m uerte o por renuncia . Estab3n, también.
más ic.en tificados con las n uevas n acionalidades, ya
que la mayoría de sus miembros eran criollos ilustres.
El nom bram :'en to de los canónigo:;, seguía un procedi-
miento dependiente del patronato, simila r al de los
obispos, :mnqu e más simp le.

-000-

Seguía después el Clero, dividido en alto y bajo


clero.
a ) El alto clero eswba integrado por los canó-
nigos y otros prebendados, de nombramien to r eal;
hoy en dia es el obispo quien nomhra sus canónigos y
lo comun ica a b Santa Sede. En aquellos tiempos era
el Rey quien presentaba el candidato al Obispo y éste
dcbia darle, sin objeción alguna, h institución canó-
nica bajo amenaza de que, cn caso d ::l no hacerlo en
el término de diez. díüS, la haría cu alquier otro obispo.
(Felice Cardot, 1959 ) .
b) El bajo clero estl.lVO in tegrado al princip io y
en casi su tota lidad, por mi.sioneros. clérigos regula-
res pertenecientes a las diversas órdenes religiosas qu e

209
intervmleron en América, especialmente Francisca·
nos, Dominicos, Mercedarios y Jesuitas. A la p:Jr dc
estas órdenes anduvieron también mi embros de otras
como premnstratentes y benedictinos. pero en nú-
mero r..1ás escaso.
Las dos principales fueron la de Santo Domingo
y la dc San Fr üncisco, q u e. aún ya pas:lda la épocn
d e la consquista y cuando el clero secular podía ofrecer
regular númcro de saccrdotes, todavía daban sus ser-
vicios a estas tierras.
Honrosos representantes de estas órden es reli.
g iosas y de la obra cristianizadora de España son
Fray Bartolomé de las Casas. Fray Antonio de Val.
divieso. Fray Antonio Margil de Jesús, Fray Pedro
de lletanzos, Fray Francisco de San José, Fray Pablo
de Hebullida, etc.
A través del tiem¡:o, el clero secular fue ocupando
el lug<lr de los religicsos. esp ecialmente en los luga-
res don de existía ya la parroqu ia. Este clero, que al
principio provino dir ectamen te de Esp:lña, se formó
en Centro América en dos lugares princi pales: la U·
niversidad de San Carlos, de Guatemala, y el Semi·
nario de León, en Nicaragua, ambos fundados en el
año 1680. Este último fue erigido en Universidad en
í.813. úC1sionalruente otros clérigos se trasladaban a
tenninar su formación en México; pero la mayoría
perteneció a los dos centros de cnscñanza citados.
Para ordenarse no bastaba a los candidatos la simple
vocJ.ción. com o sucede actualmente. Era necesario el
respaldo económico que garantizara el modus viven-
di del futuro sacerdote; de allí la institu ción de las
capellanías capital establecido por alguna persona,
par ien te o no del orden1ndo, a favor dcl sujeto en
cuestión y d el cual pudiese obtener una cóngrua de-
cente. Todo esto, por lo gencral condicionado a com-
promisos de índole espiritual con el donante. con-
sistcntes en su mayoría cn misas en sufragio del
mismo o persona determinada por él.
Esto causó muchas dificultades a los sacerdotes
que, como consecuencia de tener que vívir de la
si mple administración dc alguna parroquia, en ese
tiempo pobrísimas. se vieron "obligados a vivir erran-

210
tes por todo el Reino p:lfa adquirirse el sustento
necesario para la vida ... y muchos se ven precisados
a ren unciar para siempre a su patria, con abandono
hasta de sus m ismos padres" (Como dice el padre
don Ju :m Manuel Zamora en 1806. ( Blanco Segura.
1967. pág. 221) .
Después del clero, seguía el pueblo cristiano,
representado dentro de est a jerarqtÚa en instituciones
que tuvieron una fuerza e influen cia notorias du-
rante la dominación españo la : w Cofradías. Eran
éSl:lS una especie d e hcnnandad o asociación de per-
sonas cuyo fin era servir a la Iglesia bajo el patroci·
I:io de a lgún sa nto. f O puede negarse que el escaso
esplendor que la Iglesia tuvo y muchas de sus obras
positi vas se d f!bieron a la actividad de las cofradías.
La directiva la integraban varios diputa dos, un
prioste y un alcaHe, cuya elección la presidía el
Vicario Eclesiástico, si 10 había , o el cura de ciudad.
Cua ndo la población cstuvo muy difundida. se ele-
gían diputados delegados para lugares distantes. D e-
pendíar: de donacioncs c:lritalivas, especialmente bie-
nes inmuebles. que llegaron a producir grandes
capitales. En el siglo XVIII tuvieron extensas ha-
cien das de gan ado y cacaotales~ muchos de esos
ca pitales se usaban en la fundación de capellanías a
favor de sacerdotes de la liCITa. cuyo valor oscilaba
cntre los 100 y 500 pesos, y en la erección de lemplo'.:.
dotac ión de doncellas casaderas, actos d el culto. etc.
Tados cs'os elementos trab:ljaban mediante una
organiz.ación que iba desde el simple centro de mi -
sión o doctrina hasta la parroquia y la d iócesis.
Lo doctrina fu e en un principío una simple
agrupa ción de 12 a 15 fam ilia s ind íge n ~ s, u cal'go
de un misionero que se encargaba de instntirles :nn t":
en cuestiones de fe. como en el idioma y nlguna QW'
otra cier.cia. Con el correr del tiempo y si la doctrina
se agrandaba y of¡'ccía posib ilid ades para ello, se
transformaba en ayuda de parroqtúa, con una humil~
de enn ita. que sustituia al primitivo rancho pajiz.o
que hacía las veces de igl esia. La ayuda de parroquia
conti nu :lba a cargo del misionero o frai le regular o
se encargaba a un sacerdote secular. cura de alguna

211
parroquia cercana, qUIen visitaba el lugar cuando
podía.
El crecimiento de la ayuda de parroqui a, la
hJc1a convertirse "ipso facto" en parroquia, a veces
consid erada como tal de hecho, a veces erigida de
derech o por la curia respectiva.
" Oe acuerdo con las leyes españolas --dice
Aurelio Tió-- los pueblos nuevos obtení:m su auto-
r ización para constituirse en parroquias y munici-
pios autónomos mediante la cual los vecinos peticio~
narios otorgaban poderes a los funda dores para ges-
tionar su constitución como tal., pero hubo varia-
ciones en el proceso. Generalmente su g estación co-
menzaba con una cnnita erigida en un luga r cercano
a una región con pobla:l.orcs disp ersos en sus hatos.
Cuando el tam:lño del caserío lo justificaba, se cons-
tituía en parroquia, que era la jurisdicción eclesiás-
tica del territorio atendido por el cura de la ermita
o la iglesia. Aunque hubo excepciones, casi siempre
los l índeros de la parroqui1 coincidían con los mu-
nici pales y se establec:ian simultáneamente". (Tió,
1969, pág. 140) .
Las doctrinas y otros centros misionales más
grandes, dependían eclesiásticamente de los supe-
riores de las respectivas órdenes que los atendían,
sujetos a b. jur isdicción ep iscopal r espectiva. Las
parroquias dependían del Vicario Ecles iástico que
representaba al obispo en las Provincias. El Vicario
a su vez debía ren l ir cuentas al Prelado o a la Curia
si aquel estaba ausente o había sede vacante.
Para en terarse del estado de sus diócesis, los
obispos hacían visitas pastorales que aprovechaban
para administrar el sacramento de la confirmación
y poner en orden muchas cosas. Lamentablemente
las distancias y la falta de medios adecuados de
comunicación hicieron que estas visitas fuesen muy
escasas. En su lugar, solían enviar los obispos con
mayor frecuencia visitadores eclesiásticos con plenos
poderes, que luego rendlan un informe detallado a
la Curia.
Para b resolución de todos los asuntos de índole
judicial en que intervenía la Iglesia, existían los Juz-

212
gados Eclesi ásticos: a ellos iban los procesos contra
clér igos y allí se tramüaban lodas las gestiones re-
lativas a d ispensas m atri moniales, esponsales, limos-
nas, cobro de los diezmos, etc.
. A finales del siglo XVIII la Arquidiócesis de
Guatem::J.1a tenía diez provincias bajo su jurisdicción:
la primera dividida ' en dos alcaldías, con once cu-
ratos la primera y diez curatos la segunda. La segun -
da, con nuev e cu ratos; la tercera, S:m Salvador, con
26 curatos; la CUflrta, Chiquimula con diez curatos;
la quin ta, Guasacapán , con once curatos; la sexta,
S:m Antonio Suchitepeques, con siete curatos; la sé-
ti m a Tzololá, con ocho curatos; la octava , Totonica ~
pán, con once curatos; la novena, Qu esaltenango,
con cua tro curatos;; la décima, Verapaz, con cuatro
curatos, en total ciento on ce curatos más los de la
ciudad de Guatemala, que eran cua tro, lo cual da
un total de 115 curatos bajo el mando del Arzo-
bispo. ( Cor tés y Larraz, 1958, págs. 17 a 19) .
Al traba jo r eligioso de estas p1IToquias se unía
la acción de los conventos; entre las ódenes reli-
giosas que trabajaron en el antiguo Reino de Gua -
tem ala, estableci eron con ventos los franciscanos, los
m ercedar ios, los jesuitJ.s, los agust inos, los padres de
Sa n J uan de D ios, l os recoletos, etc. Los más i mpor~
tantes fu eron los de m er cedarios, dominicos, recole-
tos y fra nciscanos. El primer convento que h ubo en
Guatem ala fue el de Santo Dom ingo, que em pezó A.
edificar fray Dom ingo de Betanzos en 1529. Desde
el siglo XVIII hubo tamb ién cinco conventos de mon-
jas, 3 beater ías y dos colegios de educ::mdos. (Alva-
cado. 1954, pág. 101 ) .
En la diócesis de Nicaragua y Costa Rica había
cuatro ciudades principales de españoles, bajo la
jurisdicción del obispo de León: Gran3da, Nueva
Segovia, León y Carta go. y dos villas: Puerto Realejo
y Esparza, con u n total de unas cincu enta parroquias.
si se lom an como tales algunas que jurídicament e
podrían considerarse únicamente como ayudas u
oratori os. A finales del siglo XVIII había en Cost~
Rica siete parroqu ias debidamente estflblecidas : H e-
red ia 1706); San José ( 1736) ; Orosi ( 1756 ); La

213
U n ión ( 1760) ; AluJuela ( 1790) ; Liberia (1790) y
Escazú ( 1799) . L"s princip31es conventos estable-
cidos en esta Dióces:s fueron de Dominicos, M erce-
da rios y Franciscanos. En Costa Rica ún ica mente la
Ol'den franciscana pu do mantener firm emente los
suyos. debido a la pobreza de la tierra; un inten to
de fundar un conven to agusti no en el siglo XVII.
fracasó por rencillas en tre ambas órden es. Temporal-
mente t rabajaron aquí mi embros de otras congre-
gaci ones, como los padres de San Juan de Dios. que
a tendieron el Hospi tal del mism o nombre fundado a
rin;¡l cs del siglo XVIII . No hubo entre n osotros con·
ven tos de monjas,
El Obispado d e Comayagua, cuya 'sede fu e h asta
1558 la ciudad de TntjilJo. tení a tambi én su iglesia
c3tedral, conventos d e San Francisco y de la M erced,
h ospi tal y otras iglesias y ermitas. El Obispado de
H on duras tenía 24 pueblos de ind ios, iglesia mayor,
convento de Sa n Francisco, hospital y oU,as iglesias
y ermitas.
En cuanto a Chia pas, cuyo primer obispo fu e
Fra y Bartolomé de Las Casas. su diócesis fue segre-
gada del resto de la ju risdi cción eclesiástica de Cen-
tro América. Tenía catedral, iglesia, ermitas, y con-
ventos de San to Domingo. San Francisco y La Merced.,
En víspera s de la indepen dencia, la Provincia
Eclesiástica de Centro América estaba i n tegrada por
la Arquidiócesis de Guatemala, bajo el m ando de
M onseñor Casaus y Torres; la Diócesis de León (Ni-
ca ragua y Costa Rica ) . gobernada por Monseñor
Nicolás Gard a Jerez; y Comayagua, por Manuel
Julián Rodríguez del Barranco.
Fuera de 1:1s ca pellanias y bicnes de cofradias,
cuya ganancia se aplicaba a fin es especificos y par~
ticulares, la Iglesia contaba pa ra su ma ntenimiento
con los diezmos, J<lS prim icias y los donativos que se
le h acían . El di ezmo cra la décima parte de los
frutos que pagaban los fieles a la Igles'a; aun que su
origen es de inst itución eclesiástica, se hizo luego
un convenio con la Corona, mediante el cual se
dividía en cuatro part es: u na pa ra el Rey, otra para

214
el cabi ldo eclesiástico y las otras dos se dividian
entre la fábrica de iglesias y la Corona.
Las primicias eran parte de los primeros frutos
del campo y de los ganados que los fieles donaban a
los ministros del culto; se ofrecían uoa vez al año,
sin cantidad fija. Las Leyes de Indias dispusieron que
de seis fanegas en adelante se pagase m edia.
En terminos generales. la Iglesia también se
proyectó en otros campos ajenos a su misión especí-
fic:l; se preocupó de la educación y el noventa por
ciento de la s escuelas de primeras letras o de "lati-
n idad y gramática" cama se las llamaba , se deben a
su empeño. Ind iscutiblemente fue la precursora de
lo educación superior en el Itsmo, ya que aquelhs
escuelas se convirtieron luego en instituciones supe-
riores y universi dades. El ejercicio de la caridad.
estuvo representado en h ospitales, muchas veces fun -
dados del propio peculio de los obispos y sacerdotes
acaudalados, como el C'lSO del Hospital de San Juan
de Dios, en Cartago, institución en la que puso todo
su empeño Monseñ or Esteban Lorenz.o de Tristán .
Asimismo. fomentó el cultivo de las artes como la
imaginería. la arquitectura y la pintura, de las cua-
les nos han quedarto notables testimonios, especial -
mente en Guat~mala.

111. Creencias y prlJeticas religiosas

Este aspecto n o ofrece variedad dentro de la


concepción c3tólica de la vida, que abarcaba todo el
panorama E';SpirituaI de la Colonia. Muy de vez en
cuando estuvo en el Reino algún viajero de otra re-
ligión , (especialmente protestante) , pero su signifi-
cación fue pasajera, como pasajeros fueron también
s1cerclotes apóstatas O renegados, al estilo de Thoma s
Gage, que andu vi eron por estas lienas. El apego abso-
luto a la doctrina cristiana-catól ica fu e total, supues-
las las excepciones en que se guardaba hip6crita-
mente la apariencia, para no caer en manos de la
Inquisición. Los únicos que continuaron intimamen-
le con sus creencias, aunque aparentemente cristia-

215
nos. fueron los indi 'ls. A 6"tos supo acomodarse la obra
rle los mis;onercs tolera ndo ciertos usos y costumbres
adaptados al culto. y aWl estimulando esos usos para
incitar a los inJigen lS a la "ida cristiana. El indio.
por lo demás. n') corría el peligro de ir a la Inqui-
sición, en vista de c;u ignorancia y su condición de
neófito. A final"c; dC'1 siglo XVTTJ. con la decadencia
fle las misiones ("11 visperas de la independencia. la
preocupación por la eV"ln gelización de los indígenas
fue mayal". Puede decirse que a la cu estión y el in ·
terés indigenista los mantuvieron vivos el celo y la
dedicación de los misionel'os. Para los h ombr es de
la independencia el indígena fu e un pretexto que l es
tayó como anillo al dedo para invoc<¡r derechos y
libertades. Hav mucha diferencia en la sincera de·
fenc;a de Las Casas -con todo v sus defectos- y la
fl(' los proccr"'c; d(' la independencia cuyo objetivo
primordial era h definición de un estado de cosas en
pro"echo del "criollo" ameriCólno, aunque la exal-
tlción y la sensiblería tomasen al indio de p rf>-
texto. Consumada la :n-lep"ndencia, hubo t iempo
para todo, menos para el ind igena com o primordial
integrante de la n ueva sociedad.
Aun en m"dio de todos los defectos que puedan
achacárseles y a PCS<ll' de que entre ellos hubo malos
<,lementos, corrompido!; V crueles. fu eron los frail es
misionerO<i quicnC'c: realmente dieron en su inmen sa
mayoría. instmcción v ayuda materi ")l y espiritual
a los indios. Com') dice Remesal (lib. 6 cap. 10);
"peinábanles el c-:l bello. quitábansclo. cortábanles las
uiías. labábanle-s la cara y el cuerpo, vestianles C9-
misac:. ponícmlcs gregüe~cos o calzones. jWltábanl~
la ropa. ceiiíanc;c1a. enseñá hansela a cortar y coser".
( G"lrda Peláez. 1968. pá~. 230).
Y Humboldt agrega: "Los ecles¡ástícos, y en
parli cu lar los frailes misioneros han contribuido a
estos rápidos pl'Ogresos de la industría. Las huerta s
de los conventos y de los Cu ras h an sido otros tan-
tos criaderos de donde h an sali do los vegetales ú tiles
modernamente conn"lturalizad os" ( Ibídem. pág. 231).
Las co~tulllbres y prácticas r el igiosas, en lo que
se refiere a los int:ios. fueron las mismas de cualquier

2 16
cri stiano de la época, pero adaptadas a sus ancestra-
les ceremonias y usos externos, h ábilmen te aprove-
chJdos por los misioneros.
En cuanto a los cri ollos, la época nos ha dejado
va riados testi m onios en templos e imágenes, que ha-
blan de la sun tuosidad del culto extemo. Este con-
sistía especialmente en procesiones pomposas que, al
parecer, fueron el medio más apto de los colonos
para m anifestar su fe en actos masivos. Procesiones
de san gr e, procesiones del Silencio, procesiones en
honor a tal o cual santo; y muy especialmente el
culto a la Virgen M aría que tuvo en esa época un
esplendor pocas veces visto. En vísperas de la inde-
pendencia la Corona española habia dispuesto algunas
restriccion es a todas estas prácticas, movida p or los
abusos que se cometían so pretexto de las mi smas.
Pero el esplendor continuaba igual. Claro está que
este esplendor dependía de la s posibilidades econ ómi-
cas de cada Provincia. Costa Rica fu e, al respecto,
de las más pobres; y aun así se daba sus lujos de
vez en cuando .
Revestían especial esplendor actos como el r eci-
bimiento de un obispo en visita p astoral, la jura de
un nuevo rey o la celebración en honor de un santo
p<"ltrono. Entonces, salí 3.n a r elucir estandartes e
in signias de las diversas asociaciones religiosas. espe-
cialmente las cofradías y el clero sacaba lo mejor
de su s ornamentos . así como los colonos de su ves-
tuario.
No se creJ, si n embargo, y este es pu n to de vista
qu e hemos mantenido siempre a través de lo que
h emos escrito sobre esa época, que la Iglesia colo-
nial tanto en los principios de la dominación espa-
ñola como en vísperas de la independencia, fue un
mod elo de virtudes y vida cristiana. Se habla siem-
pre, a manera de ejem plo_ de los "viejitos del tiempo
oe antes" y de las sanas "coshlmbres antañonas".
Eso es producto de u na nostalgia qu e tiene much o
de refugio en otras épocas, pero que no r esponde a
la realida d hi st óri ca. Cierto es que la religión de
aquellos tiem nos parece más auténtica y que las
gentes la practicaban con mayor fervor ; pero este

217
fer\ ..f ' uvo mucho de externo, de pompa y ostenta·
cién. porque ser cristiano era ser católico y ser ca·
tólico era más un punto de honor, heredado de Es·
paila. que una convicción íntima que quizá, hoy en
d ía, tienen mejor cimentada muchas personas más
cultas que los viejillos d e la colonia. Estos, no pecaron
más porque les faltaban los medios; si se acostaban
temprano y rezaban el r osario y el bendito, en mucho
fu e porque no tenían otra cosa que h acer: sin luz
eléctrica, sin cine, sin televisión, sin un teléfono
para urdir algún chisme las mujeres. ¿qué otra cosa
podían hacer? Y sin embargo. son múltiples los
expedientes acerC3 de delitos contra la moral cris-
tiana , que delatan más que torcidas intenciones, igno-
rancia en grado sumo: adulterio, estupro, incesto, con-
cubinato, etc. son los más comunes; las famosas fies-
tas en los galerones anexos a la iglesia de Los Ange-
les, con licor, baile y cuartos a la orden para h acer
el am or, son testimonio suficiente de cuanto decimos.
y lo peor es que el clero era el que comenzaba dando
el ejemplo. No dudamos que entre los sacerdotes los
hubo virtuosos y hasta santos, tal y como la I glesia
concibe al sacerdote ideal; pero desgraci:tdamente
la mayoría fue muy poco edificant e : jugadores y
pleiti stas y sobre todo amigos de las falda s, afición
muy normal en hombre sin votos, pero m ás que es-
canda losa en quien los t iene y máxime en aquellos
días. Había, inclusive, un men or sentido de la res-
ponsabilidad respecto al cumpl imiento de los deberes
cristianos, estimulado P:Jr la ignorancia y en mucho
tambi én por las dificulta::les del medio ambiente. El
cumplimiento de los deberes plscuales. la asistencia
a la misa. la frecuencia de los sacramentos y otras
obligaciones eran muy descuidados; tanto, que la
constante ameml.Za de excomunión y ofros m edios
coercitivos cmple:tdos por los obispos parecían ser a
veces lA única manera de obli gar a la gente a fre-
cuentar la iglesia y comportarse como cristianos.
En general tan to las creencias religios<ts como
las prácticas adolec.:an d e los defectos de todos los
tiempos y estaban adornadas con las virtudes comu-
nes a todas las épocas; gente pract icante, y gente

218
indiferen te; ateos redomados y anticlericales de rom-
pe y rasga , al estilo de don Alonso del Castillo V
Guzmán. que no quedaría contento si no ahorca~
a doce frailes y a un Papa en medio de ellos, y
creyentes respetuosos y convencidos como don Diego
de la Haya Fernández. Mujeres consagradas a la
iglesia, honestas y pundonorosas; mujeres penden-
cieras. m al habladas y que tenían a carga insopor-
table el ser doncellas, como doña Manuela Femández
de la Pastora y doña Joaquina del Corral. Hombres
con clara concien cia crist ia n a, dotados de autén-
tica responsabilidad ante Dios y el prójimo, pro·
ducto de su formación cultural, tanto entre clérigos
como en laicos; y hombres cuya ignorancia , froto
de su rudeza y del medio ambiente que los mantenía
alejados en fincas y haciendas, los hacía llegar al
estrupro de sus propias hijas y a olvidar toda forma
de vida cristian3. En fin la grandeza y la fragilidad
de Ja naturaleza humana, manifiestas conforme a
los medios de una epoca, que, como todas las de
h h istoria. debe considerarse y analizarse en su
momento para que pueda ser inteligible.
El mal era común a todas las prov incias y fue
dolor de cabeza para tod os los prelados de entonces~
si Monseñor Tristán vio en las fiestas de la cofradía
de los Angeles peligro para las almas y las buenas
coshlmbrcs cn Costa Ric:\. no menor 10 vio Mon-
señor Cortés y Larraz en El Salvador, cuando en
su informe d" noviembrp de t 768 decía:
" En orden a embriagueces, juegos. y deshones-
tidades nadJdice, quando es notorio. quese juega con
exceso, y que el juego enesta ciudad es la perdición
de muchos Secubres y Ec1csiá sticos~ la deshonesti-
dad se halla tan dominante, que se dice, y se ha
pred icado públicamen te, que es esta ciudad la Sodom a
destas Provincias aun dominand o en todas clléls las
impurezas Can exceso escandaloso. Sobre la renta del
curato dice que ... no sa bia (el cu ra) del pJdrón de
la ciudad con dieziocho personas que resisten a cum-
plir por ignorar la doctrina Cristian a; y con otros
diez, que n o h l n muerto sin sncramentos por descuido

219
de llamar sacerdote, aunque del uno se duda" (Gar-
cía, 1952. págs. 220 ) .
y agrega. refiriéndo~ e a los velorios:
"Se reducen a passar la noche y muchas noches
desde que se acava la luz del día. hasta que viene la
del siguiente. concurriendo al Xacal o casa en donde
se hace el velorio. toda especie de gente en gran
multitud de hombres ... hay musica, comida, y be-
bida abundantemente, á cos ta de los concurrentes,
conversaciones y bailes; y así se pasan las noches en
bailes, embriaguezes y deshollcstidades ... Se hacen
velorios con las Ymagenes de los Santos en las casas
de los maiordomos. en la fiesta de las cofradías, en
la s de los titulares de los Pueblos. con el desacato
de tener presentes las Santas Ymagenes. con dos o
más candelas rcciviendo el medio".
Termina el An:obispo de Guatemala su lamen.
tación diciendo: "Se deja también ver que estas d e-
sembolturas no suceden solamente una, u otra vez,
sino con muchísi ma frecuencia; y se hallan tan ra-
dicadas que ya no hay medio, con que ocurrir a un
desorden tan mon struoso ... y para ello in ventan todo
género de arbitrios, ya sacando licencia para vailes,
que dicen honestos, ya retirándose a lugares en que
no sean hallados, ya alborotándose contra los curas
que los quieren impedir ya por otros medios que
solamente puede sugerirles el demonio".

IV. Actitud de 1" Iglesi,,:

¿Qué actitud ante todo esto mantuvo la Iglesia


como institución jerárquica? Tiene dos aspectos:
tolerancia e intransigencia.

1) Tolerancia:

Tomando en consideración las condiciones so-


ciales, económicas y culturales del Nuevo Mundo. no
puede negarse a la Iglesia el mérito de haber sido
tolerante en muchos aspectos. La adaptación de su
doctrina y de sus prácticas al medio americano. fue

220
b:lstante hábil, tomar.do en cuenta la época tan es~
tricta en materias dogmáticas y morales. En la
mayoría de las naciones, pennitió la continuación de
costumbres ancestrales de los aborígenes, adaptadas
nI cristianismo y aprovechó el culto a diversas mani-
festaciones de la naturaleza , como el sol, por ejemplo.
para darle un simbolismo cristiano que se acomodara
bien a la mentalidad indJgen a. Uno de los aspectos
mas interesn ntcs de esta tolerancia, fue el estimulo
que dio a la conservación de la s lenguas indígenas.
como medio de protección contra los vicios de los
europeos. Creía la I glesia que la conservación d e las
lenguas autóctonas y la difusión de su doctrina en
catecismos en la s mismas, resguardaba a los indios
de aprender doctrinas faIsas en españolo impregnar-
se de ideologías difundidas por los blancos. Sin em-
bargo, cooperó a la enseñanza de la lengua espa-
ñola, insistentemente pregonada por los reyes, y es
a la iglesia a quien se debe el establecimiento de
las escuelas de primeras letras en el nuevo mundo;
escuelas que fueron dcs :le el simple grupo reunido
alrededor del misionero cn las doctrinas, hasta el
aula universi taria, siempre bajo el patrocinio de la
misma institución . En gene ral y siempre y cuando
las prácticas cr i stian~s estuviesen en todo de acuerdo
con su doctrina, la Iglesia fue tolerante, especial-
mente en asuntos de índole externa. Sin embargo,
hubo aspectos en que alUl puede tachársela de in-
justa. no tanto porque la injusticia proviniese de su
propia doctrina, sino por plegarse a criterios gene-
ralizados. Tal es el caso, por ejemplo, de la ordena-
ción sacerdotal de indios, negros y mulatos, cuyo
bautismo les daba pleno derecho a recibir el orden.
pero a quienes se imponían dificultades originadas
en el color de su piel.
" La prop ia Iglesia reconocía la barrera del color
---dice Vivaldo Coaracy-. Ha sta principios del Siglo
XIX eran muy r aros los sacerdotes pardos, oponiendo
siempre les prelados toda clase de dificultades para
el ingreso de negros o mulatos en los scminarios
eclesiásticos. Cierto, que algunos, muy pocos por
cierto, fueron admitidos al sacramento del Orden.

221
pero en número muy reducido. Solo a fines del mi~mo
siglo, recibieron, negros puros, auténticos, la inves~
tidura sacerdotal y uno, solamente uno, llegó a ser
Canónigo debido a sus excepcionales virtudes. En
los conventos de Hermanas, nunca hubo un caso de
monja de color" (López Jiménez, 1967, pág. 207).
Para entender estos prejuicios, tan contrarios a
la igualdad proclamada J=or los der~chos humanos, es
n ecesario ponerse en el lugar de las personas que
hacían la historia hace más de doscientos años. El
atraso científico; el lento d esarrollo de las ideas; la
sujeción a dogmas establecidos y a principios polí-
ticos que hoy en día nos parecen absurdos, pero
cuya indiscutible est:<bilidad era total en la mentali-
dad de aquellos tiempos, hicieron a los hombres
actuar de la manera indicada.
Sería por lo tanto absurdo juzgar a los miembros
de una sociedad instituida sobre tales bases, con el
criter io con que juzgamos los diversos aspectos de la
actividad humana hoy en día. Ya desde el momento
del descubrimiento d e América, los aborígenes plan-
tem'on serios problemas o. los teólogos y políticos, al
punto de lleglr a discutir pensadores de la calidad
de un cardenal Cayetan o, Juan de Solórzano, Fran-
cisco 'de Vitoria, etc. sobre su condición humana y la
respectiva capacidad para recibir los sacramentos y
otros privilegios reser vados a los cristianos raciona-
les. Esta situación puso las bases para la elaboración
de un verdadero derecho internacional, a la cual
contribuyó, sean cuales sean sus fallas, el apasi ona~
miento del Padre Las Casas, que algún día íba a
desembocar en el concepto de soberanía popular fun-
dada en principios aquinianos, las Rel aciones de
Francisco de Vitoria, el De Legibus suareciano y el
De lustitia, de Soto.
Por lo tanto, si h oy en día n os parece u n acto de
intolerancia insoporw.ble el hecho de tomar en cuen-
ta el color de la piel para no otorgar un sacramento
como el Orden, puestos en el lu gar de aqu ellos hom-
bres, sometidos a ideologías establecidas, entende-
ríamos su asombro al ver a u n negro no solo sacer-

222
dote sino Ca rdena l de la Santa Iglesia Católica, como
sucede en la actualidad .
Hubo aspectos, sin embargo, en que la I glesia
se mostró tolerante y bien dispuesta, tomando en
cuenta la conveniencia espiritu al de los pueblos. Por
ejemplo, las facilidades dadas a los fi eles para el
cumplimiento de sus obligaciones espirituales, me-
diante la fundación de oratorios en lugares apartados
y la prórroga del tiempo establecido para esos fines.
el tomar en cuenta la pobreza de mucha s pobla-
ciones en el aspecto tribut81;o y la solución adecuada
de múltiples casos sacramentales, especialmente re·
lativos al vínculo matrimonial. Este sacra mento fue
de los que más problemas presentó. especialmente
por la variable condición anímic:l. de los indígenas,
nunca bien definidos como cristianos hasta el pre-
sente, y por lo tanto capaces de emitir y crear pro-
blemas respecto a sus mallimonios cristianos. Máx ime
por su tend encia a la poligamía.
La Iglesia llegó a extremos de excomunión y
aun a la agresión física masiva (quemar casas, por
ejemplo, de pobladores rebeldes) solo en casos extre·
mas, cuando la persuasión y los argumentos no ser·
vían de nada.

2) Intransigencia

La intransígencia o intolerancia de la Iglesia,


luvo práctica mente solo un objetivo: el apartamiento
ideológico de sus dogmas, impuestos sin posibilidad
de evasiva a todos sus fieles y castigado con dívers8s
penas que iban desde la amonestación, la penitencia,
la prisión temporal y el confi.namiento, como penas
menores, hasta la excomunión y el proceso ante el
Santo Oficio o TribW1al de la Inquisición. Claro está
que esa sujeción dogmática implicaba también la
obedien cio. y acatamien to de otras disposiciones rela-
tivas al poder temporal, apoyado, en cuanto a su
fuerza m oral. en un noventa por ciento de conside-
raciones filosófico-teológicas, cuya parte práctica te-
n ia su raíz en las bubs Alejandrinas, e ideológiC3
en la interpretación convencionl de las Sagradas Es-

223
crituras y el pensamiento de Santos Padres y Doc-
tores. entre quienes sobresJlía siempre Santo Tomás
le Aquino.
Un inslrumento decisivo en este plano de la
intransigencia, fue el Tribunal de la Inquisición o
Santo Oficio. Creado por el Papa Inocencia IrI ( 1198 ·
1216) para aca bar con la herejía de los albigenses.
se c,,:tendió luego a España y América con el objeto
de perseguir herejes de toda índole y seguir causas
de mayor cuantía a todos los que cometiesen delitos
contra la fe, d ignos de ser llcvados al Santo Tribunal.
Estaba exento de toda autoridad episcop:l1 y depen-
día de la inqu isición General , con sede en España,
que presidía el I nquisidor General (Consejo de la
Suprema); seguían los TriblUlales Provinciales (3
por lo general); oficiales, procurador, fi sca l, fami -
liares, ( especie de polida) Y otros funcionarios con
labores especificas, entre ellas la ingrata de delatar
y apresar a los presuntos culpables.
La s penas impuestas por la Inquisición consis-
tían generalmente en: rcconciliación pública o se~
creta; sumisión a peniten cias o vigilan cia; uso tem-
poral de la túnica amarilla con cruz roja ( sam-
benito) prisión y mUCl1e en la hoguera. Si el conde.
nado no se encontraba presente, se quemaba una
efigie y si ya habia muerto, sus restos. Las multas
impues tas por la Inqu isición pertenecían al rey,
pero una parte iba a las arcas del TribunaL En el
siglo XVIII comenzó la decaden cia de la odiosa ins-
titución, especialmente en las vísperas de la índepen-
dencia, que acabó de hecho con ella en América.
En España fue abolida definitivamente por decreto
del 15 de julio de 1834.
En Centro América el Consejo Superior o Con-
sejo de la Suprema regional, estuvo en la capital del
Reino y a partir de 1743 tuvo ingerencia en los
asuntos inquisitoriales de las demás prov incias, por
haber sido erigida la sede episcopa l en Metropolitana .
Anteriormente los aSWltos se enviaban para su solu -
ción a México, así como iban allí otros de diversa
:n:lole, según lo expusimos ya en páginas anteriores.
En Costa Rica C;\;stió comisaría de la Inquisición des-

224
de la segunda mitad del siglo XVII. La comisaría
era algo así como la ofici na encargada de investigar,
levanLlr expediente y enviar, con la ayuda del brazo
secular, prisionero e informes al Tribunal superior.
Generalmente al título de Vicario Provincia~ o sea
representante del obispo, iba unido el de Comisario
de la Inquisición, con el cu al más 'de un cura co-
metió abusos, prevaliéndose de sus atribuciones. El
caso más célebre en nuestra patria durante el siglo
X'VIII, fue el del Dr. Esteban Curti, acu sado de
hechicería y otras prácticas sospechosas, que al final
acabó en nada.
La intransigencia de la Iglesia se hizo más
notoria ante las reiteradas manifestaciones de libre-
pensamiento que iban preparanJo el camino al mo-
vimiento insul'gente que culminó con la separación
definitiva de Espaila. " Hegalistas por n ombramiento
y por la confusión existente entre las dos potestades,
los Obispos, en materias ajenas a los asuntos d ivinos,
eran los aliados naturales del Rey, y en todo m0 4

mento lo pusieron de manifiesto, sobre todo cuando


en el siglo XVIII, comenzaron a moverse las colec-
tividades americanas, buscando en la mejoría de las
condiciones económicas, la propia prosperidad gene-
ral del país. Aliados los úbjspos a la causa de la
monarquía. intervinieron directamente cada vez que
consideraban que algún acontecimiento, hábilmente
concebido, o simpl emen te real izado por obra de cir-
cunstancias ocasionales o espontáneas, podría menos-
cabar el dominio español en tierras americanas, o
establecer precedentes que a la postre, llegaran a de.
bilitarlo". ( Felice Cardal, MCMLIX, pág. 27).
En esta posición, tanto lo que fuera contra la
fe como contra la monarquía. caía bajo la condena
episcopal, man ifiesta en excomuniones y amenazas
contra los brotes de filosofismo, como llamó Mon-
señor de la Huerta Caso a los escritos circulantes
y seguida de epítetos comunes al vocabulario epjs-
copal de la époc.n: " papeles seductores" " inlieles"
"irreligiosos" "monstruos acompañados de una ga-
vill a de insensa tos" "erran tes del rei no" y "brutales.
semejantes a la piara de cerdos en que entró una

225
legión de demonios" como llamó a los insurgentes
el arzobispo de Guatemala, Mons. Casaus y Torres.
( Blanco Segura, 1967, pág. 268).
Y es que poco a poco la Corona había ido ce-
rrando el cerco a la Iglesia en el uso de sus atri-
buciol1 !:S, hasta el punto de obligarla a una depen-
dencia indigna y tan fuerte que hasta repercusión
tuvo en los primeros años de la independencia y en
los nuevos hombres de gobierno. Para reafirmar más
la posición real, en 1737 se negoció el Concordato
entre Felipe V y Clemente XII. que no satisfizo
mucho al rey cn cuanto a la definición del Patronato;
por tal motivo, le sustituyó el de 1753 entre Fernando
VI y Benedicto XIV.
En esa si tuación solo tres leyes limitaban el po-
der real: la ley de Dios, las normas de justicia natu-
ral y las instituciones fundamentales del reino. Se-
gún las doctrinas del derecho divino de los reyes.
el Rcy era "el ungido de Dios" , con poder absoluto
del cU:lI solo a este daba cuentas; era dueño de vidas
y hacjcmdas; cualquier atentado a su persona era
crimen de "lesa majestad". Gobernaba en nombre
de Dios y como representante suyo debia ser obede-
cido. De allí que el poder real, desde el punto de
vista religioso, fuese ilimitado para castigar a los
impíos y blasfemos y castigar las depravaciones he-
réticas. ( Mom et. 1954, págs. 11 -12).
Con muy justa razón el vocabulario insurgente
llamó "serviles" a los clérigos regalistas; ya que a
cambio de privilegios terrenos, muy ajenos a su fun-
ción espiritual, la I glesia abdicó sus legítimos dere-
chos de institución libre e indep endiente de irúluen-
cias temporales. Hasta tal punto que el papel del
Pontífice no iba más allá de la simple aprobación
de lo actuado por la Corona. Todas las dignidades.
títulos. prebendas, etc. dependían del nombramiento
real y en los últimos años la debilidad pontificia
llegó al punto de no oponer ni siquiera un pobre
argumento a su favor. El colmo fue la actitud de
Clemente XIV, el Papa Ganganelli, de cuyas manos
arrancó Floridablanca el Breve de extinción de los
Jesuitas. En 1790 se publicó un Indice de libros pro.

226
hibidos, se suspendieron los periódicos y en 1791 se
ordenó a los ex"tranjeros jurar fidelidad a la religión
católico¡ y a la soheranía del Rey. En 1792 el conde
de Aranda continuó la obra de Floridablanca, espe-
cialm ente en materia de impresos; Godoy, quien le
sucedió. siguió los mismos pasos pero con un espí-
ritu más débil, como que al fin y al cabo al Príncipe
de la Paz solo le interesa ron sus vent:ljas personales
que llevaron a la familia real al desastre, y no doctri.
nas y filosofías ( Figuera, MCMLX., págs. 67-68 ).
En Centro Amér ica co menzaron a circular folle -
tos y libros de tenden cia s subversivas desde finales
del siglo XVIII, que cau saron la emisión de cartas
pa storales condenatorias del Arzobispo de Guatemala
y del obispo de Nicaragua y Cost:. Rica . Hacia 1816
se acentuó más la tendencia hacia estas publica-
ciones y lecturas y de nada val ieron las constantes
amenaz,s de los prelados contra quienes las reci-
bieran.
La parte m ás apta de la sociedad ( por su cul-
tura ) para recibir esos medios de subversión y no-
vedad, fu e el clero. La cultura general en Centro
América era bastan te deficiente y no estaba la masa
popular preparada para asimilar debidamen te el con-
tenido ideológico de la protesta creciente contra el
régimen establecido. Sin embargo, ni aun el cler o
centroamericano, puesto en compar ación con el de
otras nacion es se vio extremamente implicado en el
asu nto. T en ían los sacerdotes su s bibli otecas. for-
madas por obras de índole religiosa: exégesis, dogma_
moral, patrística, ascétiC"l. etc. Los hubo de extraor-
dinaria cultura e influencia, com o el Dr. don Pedro
Jimena, Vicario General de Monseñor Esteban Lo-
renzo de Tristán o Fray J osé Antonio de Liendo y
Goicoechea . Pero ninguno de ellos fue un verdadero
problem a co mo ideólogo de la subversión, a la m :t-
nera de Cortés de Madari aga o Juan Germán Roscio
en Venezuela .
D e todo esto concluimos que la intolerancia ecle-
siástica tuvo dos aspectos fundamentales:
a) el asp ecto religioso o dogmático propiamente
dicho, que se oponía a toda idea que contradijese l as

227
doctrinas eclesiásticas, más propiamente católicas,
en cualqui er aspecto. Cualquier manera de pensar
de esa in dole era delito contra la fe; en consecuen-
cia, se dio también el rechazo de todo intento de
liberu:.d de cultos. La religión Católica fu e la dueña
absoluta del teneno espiritual antes y d espués de la
indep cn denci); no fue sino en cllento transcurrir de
los años que fue cediendo telTeno, especialmente a
través de hombres valientes, al estilo de Braulio Ca-
rrillo, que no tuvieron empacho en oponer la lógica
y la libertad de pensam iento a la hegem onía ecle-
siástica.
b) el aspecto político, basJdo en la parte dog-
mática que consideraba el Rey como ungido de Dios
y digno de toda obedien cia. Por lo tanto, para la
intol erancia religiosa todo escrito o pensa miento que
contradijese las reales disposiciones eran no solo sub-
versivos en el or den soci al, sin o peca min osos en el
orden moral.
T al manera de ver las cosas, condujo a la Igl esia
a su indigna dependencia del poder civil de qu e
hemos hablado anteriormenle, situ ación cr eada por
el Patronato, cuyo c3m promiso, sin em bar go, trató
de eludir más de u na vez la Santa Sede. Porque en
el fondo, los Pa pas y los obispos eran los primeros
en darse cuenta del lazo al cuello qu e era el Patro-
nato, sin poder hacer nada para evitar su s exigencias.
El 30 de enero de 1816 Pio VII publ icó el Breve
" Elsi Longissimo" contrario a las 'ideas independistas
y presionado por la fuerte insistencia de la Corona
española; sin embargo, tanto ese documento como
algunos posteriores, inclusive la encíclica "Etsi iam
diu" de León XII, de 24 de setiembre de 1824, en-
cierran una cierta dubitación y prudencia frente a
la independencia , como si los po ~: tifices previeran la
definitiva caída del dominio español, y comenzaran
a prepararse p J ra afrontar el nuevo estado de cosas.
Esta actitud se vio reforzada por el r esentimiento de
los Pontífices ante las crecien tes exigencias de la
corte española y los atropellos cometidos contra el
orden establecido de la Iglesia, ante los cuales toda
súplica fue inútil. "Las Cortes sigu ieron ---dice Gui-

228
Uermo Figucra- desatentadas su politica antirreli-
giosa . las admoniciones cayeron en el vacio, domi-
nado como estaba el Rey por sus fatales consejeros
del momento, que 10 obligaban a suscribir sus d e-
cretos amenazándolo con motines militares y alga-
ndas populares . .. el Br:we pontificio a los ameri-
canos, con paternales consejos de reconciliación , que-
da ba virtualmente revocado y. c :t mbia ~ os los tiempos.
las circunstancias, prescribía del fin con que se pro-
mul gó y de la intención con que 10 procuraron los
que en ello tení an rue!it :J.s tan in teresadas esperan-
zas" (Figucra, MCMLX, pág. 494 ) .
Tan fuert e fu e la influencia y arra igamiento del
Patronato. que aun después de b independencia con -
tinuó como patrimonio legado por la Corona espa-
ñola a los nuevos gobiernos. De suyo, con la caída
del régimen espa ñol debió ser abolido. El nuevo es-
tado de cosas exigía un ord enamiento jurídico en
múltiples aspectos, inclusive el eclesiástico. Sin em-
bargo, los n uevos gobernantes siguieron funcionando
ideológicamente como lo hacia España y creyeron
que la Iglesia les estnba ta n su jeta como lo estuvo
al Rey. En este aspecto Centro América ofrece dos
ejemplos d aros: la erección del obispado en El Sa l-
vador h echa po r el Congreso Constituyente en mayo
de 1824 y la erección de la Diócesis en Costa Rica en
1825. El primero con la r erSOln del Dr. José Matías
Delgado como rrimer ob:spo y la segunda con la
persona de Fray Luis García. de los cuales aceptó la
elección el salvadoreño. aun a sabiendas de la inva-
lid ez que llevaba implícita y la rechazó el prudente
Garda para Costa Rica.
Todo ello fu e fruto de haber sido " Pens')mi <:l nto
en algunas de las nuevas n.:lcionali dades americanas
y se presentó inclusive en la naciente República Fe·
deralla idea d e que el Patronato que h Jbía otorgado
el Papa a los Reyes de Espafla, había quedado insub·
sistente para este pAís al romperse el veh ículo político
con la Península. De hech o estas nacionalidades de-
bía n tener las mismas prerrogativas ... La Asamblea
acional Constituyente antes de disolverse, había
dejado bien claro señalado que era a la Nación y no

229
a ningún estado en par ticu lar, a quien correspondía
el derecho de pres-':1 tación para las Preladas y otras
altas dignid,des ecles iásticas siempre y cuando "pue-
da acordarse con la Silla Apostólica". ( Meléndez
ChJverri, 1962, pág. 285 ) .
Como se ve, esta ban con vencidos los hombres
de la I nd epen :lenci a de que la Iglesia les estaba tan
suje ta como lo estuvo 01. España; tanto que con la
mayor naturalidad se tomaron las libertades ante-
dichas, fruto en pa rte de la irreflexión y del orgullo,
pero t ambién de ' la bu ena intención guiada por un a
costumbre s~cul ar. Si el pu eblo era el depositario d e
la sobera nía, tal y como lo habían pr oclamado desde
siglos a trás pens l dores como Suárez y Soto, y aquella
volvía a manos del pueblo a través de sus represen -
tantes, éstos ten ían entonces tanta delegac ión di-
vina como el Rey.. y por lo tanto sus mism os atri-
butos espirituales. T an fuerte fue esta ten dencia y
convicción que no fue sino h ast :! m ediados del siglo
pasado cuando la San ta Sede com enzó a r eaccionar
fuertemente y aun en nuest ro país se sintieron las
consecuencias, cuando sucedió la extensa vacante de
la diócesis a par tir de 1871, por el empeño del poder
civil en colocar a su candidato en la silla episcopal.

v. Consec uencias de la acti t ud d e la Iglesia

Lo más interesante de todo esto es el análisis


de las consecu encias que tuvo tan to en el momento
de la independencia como en tiempos poster iores,
esta actitud y situación de la Iglesía.
Un ida estrcch Jmente a la Corona española, más
bien sujcla a su s caprich os y conveniencias, la Iglesia
no pudo asumir el papel que le corresp ondía ante
la independencia: papel concilia torio, justo, que afron -
tara la nueva realidad con v:ll entía . Como institución
se sometió a los caprkhos reales en virtu d de com-
promisos pr eviamcnte adqu iridos y de los cuales, en
el fondo de su conciencia, m ás de u n a vez ren egarían
los Pontífic ~ s; esto, u n ido a concepciones doctr inales
sob re el origen divino de la realeza, compl icó más

230
la situación ideológica de la jerarquia que, en su
gran mayoría, fue realista y por ende enemiga de
la independencia.
Resr:ecto a esta actitud, la rel cción no fue muy
uniforme ante el mo";m~ento libertador. Podría ha -
blarse de una división entre el alto y el bajo clero,
aquel como f<:vorecedor de la m on:lrquía y este como
favor able a la indcpend:mcia. S;n embargo, esa con-
sideración ofrece, como suele decirse, mucha t ela
que cor tar, porque tanto en la altura como en la
llanu ra, h ubo monárqu ;cos e independientes, luego
imperialistas o republicanos. En la reunión del 15
de setiembr e, de donde salió el <lct :.1 fa m osa , "el canó-
nigo doctor José María Castilla dio el primer voto
y el más pronunciado, después de haber hablad o en
contra su prelado el arzobispo doctor fray Ramón
Casau s" ( Montúfar y Coron Qdo, Git. Utpez Jiménez,
1968, pág. 55) Y en tre los m iembros de la Junta
Consuh iva P rovision al figuró el canón igo Angel Ma -
TÍa Can dina.
Cierto es qu e la mayoría del cler o, ya fuese por
temor a sus prelad os. Y"1 fu ese por convicc,ión o con-
veniencia, fue partidaria de la monarqu ía y adversa
a la independencia; pero lo que deseamos dejar bien
claro es qu e tar::t o en los visper<.1 s como en el instante
mismo del hecho separatista, hubo una especie de
liberi 'a d de pensamient o y de concienc ia de parte
de los sacerdotes en su fuero íntimo. para optar por
el cam ino que cr eyesen más conveniente. No se les
pla n teó, por decirlo así, un serio problema moral;
y asi como hubo aferrados realistas, del li pa de Mon -
señ or Casaus y Torres y sacerdotes empecinados a la
manera de fray Jacin to M :1 estre que se prcclamaba en
1823 "cura apostólico, ca tólico, romano e imperial"
dispu esto a " darle gu erra al infierno" (Archivos Na -
cionales, N 9 613, P ero Ind. ) o el fmibundo fray
Fr ancisco Quintana que h as1:1 a la Virgen ponía a
hablar en su n om bre, hubo t ambién independentis-
tas y republicanos como José Simeón Cañas, José
M atías Delgado, los Padres Aguil ar de El Salvador.
Miguel Bon illa y Vicen te Castro, de Costa Rica, éste
últim o p recursor del liberalismo en n uestra patria.

231
Las dos figura s más representativas para cal-
cular y analizar la s consecuencias de la actihtd de
la Iglesia ante la independencia, son en las vísperas
de la misma y en el momento en que ocurrió, el
Arzobispo de Guatemala Monseñor Fray Ramón
Casaus ;.' Torres y Monseñor Fray Nicolás García
Jerez , obispo de Nica ragua. En términos generales,
ambos realistas, apegados a la monarquía, de acuerdo
en todo con el sistema tradicional, en términos par-
ticulares, dos personalidades muy distintas, cuyo re-
flejo se dejó sentir hondamente antes y después de
la independencia.
Monseñor Casaus, representa el pensamiento
monárquico más absoluto, opuesto definitivamente a
~ oda ansia renovador.:l., convencido plenamente de
la injusticia e ilegalidad de la actitud insurgente.
Al punto de que, si se tratase de aceptar como un
hecho la caída del poder real, deberla buscarse siem-
pre el camino de alguna Corona. representado en
el Imperio mexicano. Para el arzobispo de Guate-
mala, en el momento de la independencia, todo lo
relativo a ésta, aun el mínimo de los intentos, ence-
rraba malicia ; en las vísperas mismas, todo aquel
que intentó lo contrario a su convicción, era "seme-
jante a la piara de cerdos en que entró una legión
de demonios". Todo aquel que ofreciese apoyo a sus
ideas era "un sujeto que ha brillado como modelo
de lealtad espail01a , de patriotismo verdadero y de
adhesión h eroi ca al legítimo Gobierno, a pesar de
lo que por estos nobles sentimientos ha tenido que
su frir por los tiros de la envidia .Y malignidad de
los propensos a la disolución del Estado m onárquico"
como dice de José Cecilia del Valle, al elogiar la
primitiva actitud realista del prócer. ( Rosa, Ramón ;
cita López Jiménez, 1968, págs. 18-20).
Ante tal actitud, se entiende de sobra lo que
José Oñate, comisionado del emperador Iturbide en
Guatemala, l e informa el 3 de diciembre de 1821
sobre los sucesos del 15 de setiembre: "En este mismo
día el Ilustrís imo Señor Arzobispo Dr. Don J. Ra-
món Casaus y TOITes porque no quiso jurar la Inde-
pendencia absoluta, si no unida a Méjico, fue ínsul-

232
lado por estos viles de palabras y hechos indecentes,
hasta t ~mer S. S. su muerte" ( López Jiménez. 1968,
pág. 110).
Consumada la independencia y ante lo inevi-
table., Casaus se convirtió en el aliado número uno
de la nobleza criolla, encabezada por el Marqués de
Aycinena. en sus ansias de anexión al Imperio y
seguido en este propósito por gran parte del clero de
los Provincias e inclusive de religiosas como la s del
convento de Nuestra Señora de los Dol ores de Reco-
letas Descalzas. de Guatemala, quienes públicamente
di eron su adhesión a lturbide.
E.'<pulsado por Morazán del territorio guatemal-
teco, Casaus y Torres fue llamado de Cuba durante
el régimen conservador de Carrera, pero no quiso
volver a su sede. Murió en La Habana. añorando los
tiempos de realeza.
Sobre decir que en tal actitud, fue Casaus ene-
migo acérrimo de cuanto clérigo o seglar contradi·
jese su pensamiento; uno de los puntos sobresalientes
de su notoria influencia fue su intervención en la
pretendida erección de la Diócesis de El Salvador,
median te infonnes presentados a León XII contra el
Padre Delgado.
De ideas parecidas, pero mucho más sutil y
prudente en el pensamiento y en el lenguaje., con
visos de mentalidad acomodaticia y convencional, a
la manera de José Cecilia del Valle que siempre
estaba donde m ás le calentase el soL, fue el obispo de
Nicaragua y Costa Ri ca Monseñor Fray Nicolás Gar-
da Jerez. nombrado en 1806. Su situaci6n era más
comprometida que la d ~ Casaus. porque desde el 14
de diciembre de 1811 presidía la Junta Gubernativa
de Nicaragua, a consecuencia de agitaciones que
ocurrieron con la caída del gobernador don José
Salvador el 13 de diciembre del mismo año.
Cierto es que de acuerdo 1I su condición de pre-
lado de nombramiento real y supremo funcionario
de una Junta que se decía aun leal a la Corona,
debió reprimir toda acción de los rebeldes y en más
de un a ocasión hizo su pmdencia y habitual modo
de ser a un lado, pasa ndo de la magnanimidad a la

233
violencia al llamar Iascinerosos a los rebeldes y ejer-
ciendo medidas coercitivas. Pero la actitud general
de Monseñor García Jerez no fu e tan extremista
como la de Casaus. Con mucha mayor visión que el
arzobispo de Guatemala, García Jerez tomó en cuenta
no solo el factor tra dicionalista favorable a l a Coro-
na, sino el político que acarreaba consigo la nueva
si:uación; y dentro de ésta, una vez consumada la
independencia, buscó la manera más conveniente de
medrar, dejundo a un lado consideraciones realistas,
imperialistas o republicana s. Mientras a Casaus le
preocupó el asunto como una obsesión realista o
imperialista, a García Jerez, con sentido más práctico,
le preocupó como problema interno. Muy hábil se
ve su influencia en el Act:l. de León, que es u na re-
solución franca de no som et erse a Guatemala "que
parece se ha erigido en soberana" y "esperar a que
se aclaren los nublados del día" para tomar resolu-
ciones. En posesión del poder civil, al par del ecle-
siástico, bien pudo prever García Jerez la posibilidad
de gobernar él y su Junta el istmo cen troamericano.
y a decir verdad, a cualquiera en su lugar le habría
pasado por la mente la idea: Casaus en GuatemaI".
empecinado en su realismo, dependiente de múlti-
ples intereses; Monseñor Rodríguez h abía muerto en
Comayagua, sin tomar arte ni parte; García Jerez en
León, con el gobierno civil en sus manos y sin mayo-
res estorbos era el único que podía acariciar la posi-
bili¿ad de mando dentro del nuevo orden de cosas.
A creer más en ello nos induce también el llamado
que el gobierno de Gua temala le h izo a Mons()ñor
García en 1825 so pret exto de conferenciar con él
respecto a la mejor administración de su Diócesis.
Alli murió el 31 de julio del mismo n.ño. Según Sofo ·
rúas Salvatierra, exilia do como víctima de su con-
ducta anárquica.
De todo lo expuesto se deduce que, si bien las cir-
cunstancias de aquel m omento histórico D O eran muy
propicias para una actuación definitiva acentuada
por el desc;)ntrol reinante, La Iglesi~, representada en
sus prelados, dejó escapar la oportunidad para sentar
las bases de una acción positiva de saludables conse-

234
cuencias. Es muy justo que se tomen en cuenta las cir-
cunstancias y los tiempos para juzgar la historia y
su s protagon istas; que no se considere a la luz de cri-
terios contemporáneos la actuación de tal o cual per-
sonaje y que el consuelo o paliativo para disimular
los errores históricos sea l a época. Pero cuando deter-
minada etapa ofrece contrastes, es indicio de que al-
gunas e.ctuaciones fueron premeditadas, producto
del empecinamiento algunas veces y por 10 tanto ple-
nam ~n te responsables de Lis consecuencias. Si José
Simeón Cañas, José M atía s Delgado, los Aguilar, Cas-
tilla, Candin a, Vicen te Castro, Miguel Bonilla y tan~
tos otros tuvieron mentalidad y disposición de ánimo
para aceptar y propiciar las n uevas ideas sin proble-
ma de conciencia y en aqu ellos tiempos, igualmen te
tu vieron mentalidad libre y responsable para impug-
narlas los Casaus y Torres. los Aycin ena y todo el resto
de clérigos realistas. No quisieron ver claro; cegáronse
en su apego al antiguo r égim en y a su falsa prolon-
gación iturbiJ ista y en gendraron, quizá sin inten -
tarlo, ese mon struo del conservadurismo que, junto
con el l iberalismo, azotó como un cáncer a Centro
Am¿ri ca . Solo Costa Rica fu e inmune a la contami-
nación, porque su formación p cculiarísima de la co-
lonia la h abía vacunado desde mucho antes.
Que Casaus y sus secu aces tuvieron la gran opor -
tunidad en la m ano, para ver claro, a 10 Matías Del-
gado, está fuera de duda. Los hombres de la indepen-
dencia no eran antirrel igiosos y m u ch o m enos anti-
católicos. La religión fue muy tomada en cuenta en
todo documento de t rascendencia que em l.nó de aque-
llos años y las doctrinas con que se trató de respaldar
el movimi ento rebelde eman aron en un gran por-
centaje de San to Tomás, Suárez, Domingo Sot o, So-
lórzano, etc. La creencia, muy difu ndida, de que
Rousseau y Voltairc fuer on los amos y señores dt.
aquellas inteli gencias, es muy relativa. Cier to que sus
obras circuluron; q ue el ejemplo de Francia fue un
estimulo y que el liberalismo de la Ilustración dejó
sen tir su influenci a. Pero el respaldo de las tesis pro-
piamente dichas, rela tivas a la soberanía popular y la
justificaci6n de la insurgeilCia, emanó del pensamien -

235
lo escolástico, resucitado y remozado adrede. Y ello
con mucha agudeza y visión, ya que la fuerza no
trató de encontrarse en ideologías contrarias a la f~
popular, sino en las fuentes mismas de ésta.
La Iglesia (y la guatemalteca especialmente) no
aprovechó esa actitud y bajo sus tiendas fueron a co-
bijarse todos los contrarios al movimiento libertario;
lo que tal vez comenzó por una sana convicción, equi-
vocada o no, tenninó en división y corruptela, euya
culminación fu e la administración de Carrero, a par-
tir de 1839.
Con indiscutible claridad, autoridad crítica yatil-
damiento literario, Hernán G. Peralta, nos pinta el
cuadro a escasos vei nte afIOS de efectuada la inde-
pendencia :
"Nadie sabía donde terminaban las fronteras
del Estado y donde comenzaban las fron teras de la
Iglesia. Sacerdotes iban indistintamente de los mi.
nisterios de Estado a las altas posiciones del Cabildo,
y el báculo arzobispal era codiciado por dos o tres fa -
milias que se lo disputaban no para seguir las huellas
del fundador del cristianismo, sino tan solo para auro-
lear el nombre de sus casas. No había en estos ape-
titos ni siquiera la dirección inteligente de una am-
b:'ción de mando para encontrar así el medio de lle-
var el bien a los que vivían sedientos de justicia...
L':1 Iglesia de Guatemala, culta y por ende más cul-
pable, arrogante, dominadora, enioyada con los pres-
tigios de la ciencia y de la dirección de la enseñanza,
un tanto olvidad izo de su misión espiritual y atenta
a los movimientcs de la polilica prtra que sobre su
orientación brillase el sello prelaticio; ganosa del PO+
der civiL usufructuaria ce una situación ensombre-
cida, hace el efecto, con templada al través de histó.-
ricos recuerdos en que la mente ofuscada por su ac-
tuación confUl:de en sus matices la grana y el car-
m esí, del abigarrado y policromo escenario en que
agonizaba la capital del orbe católico durante algu-
nos pontificados de no grata recordación" ( Peralta,
1968, págs. 45-46).
Tratá ndose de un repaso sobre la situación de la
Iglesia en el Reino de Guatemala en las vísperas de

236
la independencia, pueden parecer estos comentarios
fuel'a de lugar en el presente trabajo; pero como no
hay vísperas sin día siguiente, creímos necesario el
comentario cr:tico respecto a la actítud de la Iglesia
(rente al hecho independentista, por cuanto en his-
toria la import:mcia de los hechos radica fundamen -
talmente en sus consecuencias.

VI. Conclusiones

De todo lo dicho concluimos lo siguiente: En el


ocaso de la dominación espmola, la Iglesia presenta
un panorama impresionante por sus grandes realiza·
ciones. En todos los campos se nota su fuerte interven-
ción, estrechamente unida a la Corona española. E in·
discutiblemente si despojamos esa intervención de los
defectos que hoy ha borrado el tiempo, vemos que fue
il.menS1mente positiva: en la evangelización de los
indígenas y en la instauración del cristianismo como
base moral y cultural de la sociedad americana; en la
propagación de la cultura a través de escuelas, cole-
gios y universidades; en el fomento y estimulo dado
a las artes por medio de la arquitectura, la pintura y
la escultura, de las cuales nos han quedado notables
testimonios que son, en algunos casos, verdaderas jo-
yas. En las huertas de los conventos y parroquias,
donde se moldeó la mentalidad de los hombres que en
el futuro iban a llevar sobre sus hombros la responsa-
bilidad de forjar la nueva America. Y aún en la gesta-
ción del movim iento insurgente, que tuvo en muchos
clérigos conscien tes de su responsabilidad histórica el
má s decidido apoyo. Y si es dolorosamente cierto que
la partida de nacimiento del conservadurismo, más
tarde enfrentado a la racha liberal, lleva la firma
y la bendición de una jerarquía que no supo ver claro
el mom ento histórico, también es cierto que la obra
de la Iglesia, hechos a un lado los errores humanos,
fue admirable, y que su huella perdura hasta nues·
tros días. Tanto que, mientras otras instituciones e
ideologías han pJsado al olvido, la Iglesia ailll per-
manece como una fu erza viva, cuya innuencia es tan

237
grande que se la puede ver con amor o con odio, pern
nunca COn indiferencia.

BIBLlOGRAFIA

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238
LAS CORTES DE CADIZ y EL ESPIRITU LIBERAL

Lic. Gastan Fournier Facio

""'Ulla de las peCUliMidlldes de las


fl.'l101uciones consiste en que en el
momento mismo ('JI qUl' el Pueblo
parece estar a punID de dar cm gran
paso e inaugurar una nueva C'l'll, su·
cumbe a ilus iones del pasado y ponE'
todo el poder f! influjo laH casIo-
samenle conquistados en manos de
hombres que represenlnn. o se su-
pCJ1le representan, el movimiento po_
tmlar de u na época y a lerminndn"

Carlos MARX.
INTRODUCCION

Di ce Francisco López Cámara, que " ... la his-


toria de las ideas, como la historia en general, tiene
LUla p eculiar «objetividad», a la cual tiene que ple-
garse el historiador, pues es ella la que en definitiva
ha de ofrecerle a éste su estructura temática inma-
nente. Por otra par le, las ideas han de estudiarse
siempre a la luz de determinadas circunstancias
vitales que las han generado. Sólo en relación con
esas circunsta ncias adquieren su cabal sentido las
ideas". (López Cámara, Francisco 1954 : 10) 1.
Esta lesis habrá de servirnos de hilo conductor
en ]a elaboración de este trabajo, como precepto
histórico fundamental para poder hacer la valora-
ción de un movimiento de características tan teóri-
cas, a veces bastante alejadas de la realidad, como lo
fueron la s Cortes Españolas de principios del siglo
XIX.
A lo largo del periodo que analizaremos, y alre-
dedor del fenóme no de las Cortes, se van a producir
en España dos gran des revoluciones:

a) paso de la Monarquía Absoluta a la Monarquía


Constilucional.
b) paso de la Sociedad Estamental a la Sociedad
Clasista.

241
Para comprender las motivaciones de esas revo-
luciones, asi como para poder valorar la h ondura
de las mismas, es conveniente ver de pasada las
circunstancias que pudier on motivarlas.

a) La Monarquía Espaüola, que tradicionalmente,


y sobre todo desde el ascenso de los Borbones,
había logrado justificar su autoritarismo, em-
pezaba a tambalearse a causa de la degenera-
ción de sus representantes: un Carlos IV apa-
sionado por la caza y la relojería, habíase ale-
jado con franca indiferencia de todos los asuntos
estatales, dejando la vía libre para la dominante
María Luisa, y el ambicioso favo rito Godoy.
Esto acen tuó las crisis gubernamen tales, carac-
terizadas por poseer una crecida deuda (qu e n o
hizo sino empeorarse con el inten to empírico
de in troducción de la moneda fiduciaria). la
ausencia de una unificación jurídica en tre el
Derecho común y el foral, o la au sencia de una
equiparación de pesos, medidas y moneda; la
baja población, casi toda de n aturaleza rural,
y que aumentaba lentamente y sin que estuvie-
se acompañada de u n correlativo aumento en
el producto n acional. Todo ello estaba coronado
por una tota lmente desorganizada Hacienda P Ú-
blica, que pose.ía una percepción ilógica y ar-
bitraria, y que se encontr aba r educida a la
inmovilidad por el peso de una desmesurada
burocraci a, que sólo para el estanco del tabaco
ulilizaba 17.694 empleados.
b) D e una población activa de sólo tres m illones,
el porcentaje com prendido en los estamentos
altos era inconvcnientemellte desproporcionado.
Sólo la Iglesia poseía 150.000 miembros, siendo
la mayoría miembros tot almente pasivos: sólo
16.000 curas, dán dose el caso en algunas pro-
v.incias, de presenta rse mayor número de igle-
sias que de sacer dotes acti vos; el resto de los
miembros de esle estamento eran totalmente
inservibles, verdaderas «manos muertas» refu-
giados en 2.067 conventos de regulares. Algunos

242
ejemplos Concretos resultaban realmente escan-
dalosos. En Alcalá de Henares. población de
5.000 habitantes. existían: la Iglesia Magistral
con 6 dignidades: 29 canonjías; 58 racioneros;
54 capellanes; I9 conventos de frailes y 8 de
monjas.

Con respecto a la nobleza, que había originado


sus privilegios en la prestación de unos servicios
fundamentales -la guerra, la asistencia jurídica, y
el consejo al monarca-, en In actu al idad había sido
desplazada por la creciente complejidad del gobier-
no -tecn üicación de la guerra, restablecimiento elel
Derecho Homano y aparición de los juristas, y tec-
nificación de la administración- convirtiéndose en
un estamento totalmente inútil, sin justificación al-
guna por lo tanto para sus privilegios, que se con-
vertían así en insostenibles. Y sín embargo com-
prendia 500.000 miembros. Pero además de ser inútil,
estorbaba el desarrollo: considerando a la Tierra
como una fucnte de renta y no como un med.io de
cultivación directa, a través de los fueros había dado
nacimiento al señor mediancro, que llegó a produ-
cir una verdadera pirámide feudal, mati za da de
monopoli os sei'ior iales. que perjudicaban exagerada -
mente el desarrollo de la agricultura. Y además
impedían el levantamiento del sistema tributario,
ya que el 50% de las tierras estaban en manos de
los dos estamentos analizados, los cuales con base
en sus privilegios de mayorazgos, amortizaciones
eclesiásticas. etc., habían logrado hacer inajenables
esas posesiones, escapando al control pecuniario es-
tataL
y para rcmatar la eslnlctura, el sistema de esta-
mentalización del trabajo mantenía rígido el sistema
de gremios, que prohibia la posesión p erson al más
allá del marco de tUl t aller, con que se eliminaba.,
antes de su origen, al desarrollo indu strial. (eL
Arto!a, Miguel 1959,22-53. 60-77, 82-83 ) '.
Ambas estructuras inician una crisis. al empezar
a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XVITT

243
una verdadera revolución en la conceptualización de
esas realidades:

a) De la r azón «disciplina », deductiva, y por lo


tanto justificadora de las realidades existentes
a ba se de principios t eóricos arbitrariamente es-
tructur ados a priori -propia del siglo XVII-,
se levan ta en la segunda mitad del siglo XVIII
la razón «crítica», inspirada en las "Regulae
Philosophandi" de Newton, y cuya orientación
inductiva le hace creer, como muy bien clice
Cassirer, que "los fen ómenos son lo dado y los
principios lo buscado" (cit. por Artola, Op. cit.:
17). Este r etorno al análisis inductivo, hace que,
en relación con el anilisis del fenómeno político,
los individuos, en tanto que f enómenos dados
de esa realidad, retomen su importancia, al me-
n os en cuan to que serán conceptuados como la
base y objeto del Estado, principio abstracto que
constituye la suma de esos individuos. Se em-
pieza a prefigurar aquí el Despotismo ilustrado,
como sustituto del antiguo concepto patrimonial
del Estado, que poseía el Absolutismo, y concep-
tuado ya com o una imposición únicamente pro-
visional, mien tras las clases ilustradas capacitan
al pueblo l a plasm ación del aUla-gobierno. Es-
tamos aquí en realidad a u n paso del Constitu+
cionalism o.
b) Asi como l os vicios de la Monarquía dan naci-
miento a una revolución en su concepción t eó-
rica, que tiende a demoler los fund amentos
teóricos de su realidad, también los defectos de
la sociedad estamental empiezan a sugerir, por
contraste, nuevos enfoques. Se empieza a popu-
larizar la tesis de la necesidad de la desamor -
tización, así como la unifonnidad de las con-
diciones legales, que impliquen la desaparición
de la estructura foral. Jovellanos comienza a
difundir una llueva concepción o ideal de hom-

bre, el «ciudadano», "l honnite hommtf·, el
h ombre virtuoso, que en contraste con la nobleza
inútil y el clero ignorante, se distingue por su

244
productividad, su ilustración y su tolerancia. Y
hablar de ciudadano como el elemento funda -
mental constihlyente de la realidad política, es
estar hablando ya de igualdad civil, es decir, de
igualdad ante la ley, que supere las desigual-
dades n aturales y económicas que venga a des-
truir la multiplicidad de condiciones jurídicas
que implica la sociedad estamental del Antiguo
Régimen.

Sin embargo hace falta un estimulo que nos


l1aga transitar del plano de las ideas, al plano de los
hechos concretos. Y ese estímulo que impulse al
realista y tan respetuoso de las tradiciones Pueblo
Español, no será otro que la invasión francesa de
España.

La invasi6n francesa de España:

El ideal de una invasión a España constituía


una idea hacía tiempo presente en la mente de Na-
poleón. Su valor estratégico era fundamental, ya
que a través de ella lograría prácticamente el do-
minio de la costa atlántica europea, arma esencial
para la derrota de Inglaterra. Godoy, paródijamente
llamado el «Príncipe de la Paz» , tentado por Na-
poleón con la promesa de la creación del «Principado
de los Algarves» que lo haría constituirse en un
soberano. facilitó la firma del Tratado de Fontain-
bleau en 1807 ( Cf. detalles en Dman, C. W. s. f.:
78) ", que posibilita ba a Napoleón a introducir fuer-
zas militares en España, para la invasión de Portugal;
esto, combinado con el Complot de octubre de 1807
( Cf. Dman, s.f.:76) ~, decidió al Emperador a intro-
ducir, en el mismo año, 100.000 h ombres bajo Murat
(gran duque de Berg) en la península ibérica, pri-
mera avanzada del ejército francés, que no retiraría
sino hasta 1814. Acobardado el monarca, intentó \
huir hacia Sevilla , con la posterior posibilidad de
escapar a América; sin embargo el pueblo se levantó
en annas el 19 d e marzo de 1808, impidiendo su

245
huída en lo que se llamaron los "Motines de Aran-
juez, y que habrían de t ener una honda significación
en el desarrollo institucional de España. Después de
impedir la hLÚda del rey, presionaron su abdicación
e impusiéronle la corona al «Deseado» Fernando,
hijo de Carlos IV. Acontecimiento de fundamental
importancia, ya que constituye la primera vez en que
un rey borbón era impuesto por la presión de las
manifestaci ones populares. Comprendiéndolo así,
cuando el "Deseado" recibió su coron a como Fer-
nando VII, no hablará ya de ascenso por «Derecho
Divino», sino que por el contrario hace referencia a
la ratilicación nacional de su coronación.
Aparentemente los intentos de producir una va-
cante real en España se habían frustrado, ya que muy
al contrario de los deseos de Napoleón, no sólo Es-
paña no se encon traba acéfala, sino que por el con-
trario apareda gobernada por un líder entusiásti-
camente apoyado por las masas populares. Sin em·
bargo el maquiavelismo del Emperador superó rá-
pidamente la partida. En tanlo que Fernando VII
insistentemente le solicita su reconocimiento como
legítimo gobernan te de España, así como la mano
de una Princesa Imperial, Napoleón se escurre hábil-
mente. para ido atrayendo hacia España , prome-
tiéndole el reconocimiento si la abdicación de su pa-
dre fue espontánea. Al mismo tiempo consegu ía de
Carlos IV la "Protesta del 21 de marzo de 1808", que
a la letra decía así:
"Protesto y declaro que mi Decreto del 19 de
marzo, por el cual abdiqué la Corona en fa vor de
mi hijo, fue un acto verificado contra mi voluntad,
por precaver mayores males, y evitar la efusión de
sangre de mis amados vasallos. En su consecuencia,
debe ser mirado como nulo y de ningún valor" (cit.
por Zabala, 1955:196) "
!Agrando el viaje de toda la familia real a
Francia, se desenvuelve en 1808 la comedia de Ba·
yan a. por medio de la cual, después de varios saltos,
]a corona española termina posándose sobre la ca·
beza de José Bonapnrte, hermano del Emperador. Al
tiempo que Carlos IV, María Luisa y Godoy salían

246
en calidad de prisioneros disimulados hacia Fontain-
bleu, y Fernando VII hacia Valencay, finca de Ta-
lleyrand_ donde pennaneccrá por los próximos 6
años.
Sin embargo. fuera de lo que apoleón esperaba.
Fernando vn va a ser prácticamente endiosado en
su ausencia:
"El Pueblo, «]a canalla» - la palabra es de José
Bonaparte ... - , fiel a la trad.ición cristiana, patrió-
tica y monárquica. combate furiosamente a Napo-
león Bonaparte. símbolo de la irreligión. Qué le im-
porta a ese fogoso Pueblo la mediocridad de Fernando
VII? Sea como sea. es «el Rey». La silueta ridícula
del desterrado loma, con la distancia. las nobles di-
mensiones de un príncipe de leyenda. Se confunde
con la Virgen del Pilar. La sombra magnífica d e
los primeros Habsburgos., el restablecimiento de los
ruegos, el poder absoluto. la estrecha asociación de
la política con ]a religión". (Descola, 1963 :341 ) . ( Cf.
Gu;e,. 1968,rr,701).
Espíritu que se exteriorizará a través de los
heroicos acontecimientos del 2 de mayo, en que el
pu eblo, inútilmente, intenta por la fuerza restable-
cer sn soberanía perdida.
y el espíritu mítico sube de tono. como se
puede notar en estos fragmentos tomados de tm ca-
tecismo popular redactado en esa época:
"¿De qué origen proviene Napoleón? -Dcl pe-
cado. ¡Qué son los franceses? -Antiguos cristianos
que se han vuelto herejes. ,Es pecado haber nacido
francés? -No. un francés no está condenado hasta
los siete años. ¿Es pecado matar a un francés? -No.
es hacer obra meritoria y librar a la patria de sus
opresores". (Descola, 1963 :338).
Movimi ento algo paradójico, ya que mientras
se producían estas sinceras y desinteradas manifes-
taciones nacionalistas, las autoridades españolas da·
ban muestra s de tm servilismo propio de esbirros
(el., Maex. 1966 ,85, 88-89; Zabala, 1955,212-217,
221,256-257.259) . de los cua les el más vergonzoso
y patente fue sin duda el de Fernando VII:

247
"Mientra s los cspaiioles sacrificaban su s vida.;
en el altar del Deseado, él pasaba un dulce cauti-
verio en Valencay, sólo amargado por el miedo a
perder la vida. Na poleón lo rodeó de comodidades
y de distracciones. Uno de sus entretenimientos era
bordar. 10 que hacía primorosamente en estas
labor es de la aguja, impropias de su sexo Todo su
afán consistió en mostrarse el más sumiso y ferviente
adm irador del César francés. Escribe pordioseándole
que le de por esposa una sobrina, y le felicita por los
triunfos conseguidos por las tropas franceses contra
los españoles. También escribe a José por el adveni-
m ien to al trono de España y estampa palabras tan
repugnan tes como éstas: 'No podemos ver a la ca -
beza de la Nación española un monarca más digno
ni más propio por sus virtudes para asegurar su
felicidad'''. Terrero, 1958 :536).
y cuando se llevaron a cabo planes para libe-
rado, uno de ellos fue denunciado a los guardias por
el propio Fernando VII, repercutiendo el h echo en
contra de los sinceros patriotas que ansiaba n la re-
cuperación de su monarca.
Así, el levantamiento nacional, de caracterís.
ticas estrictamente populares, localistas y sin un di-
rigente reconocido. terminaba por ser vencido: el
6 de junio de 1808 José Bona parte era coronado
públicamen te como soberano de España .
Sin embargo Napoleón, comprendiendo que esta
imposición no era manera alguna de aprobación
popular, decidió organizar un Congreso en Bayona
( 15 de ju nio al 8 de julio de 1808) en el cual se
pla smaran en una estructlll'a jurídica, las ideas más
liberales y revolucionarias que estaban en boga en
aquella época entre los más destacados pensadores es-
pañoles. Nació así la Constitu ción de B3yona, que
entre otras cosas establecia las siguientes inn ova-
ciones:

a) garantías individuales (incluída la de libertad


de imprenta: artículos 39, 40-50.
b) inviolabil idad del domicilio: artículo 126.
c) defensa de la seguridad person al: articulo 127.

248
d) eliminación de las alcabalas; libertad de cultivo,
industria y comercio, recíproco con América:
artículos 88-90.
e) ciudadanía pareja con América: artículos 87,
91, 92, Y 95.
f) unificación jurídica: Título XI.
g) eliminación del Santo Oficio.

y cuando a consecuencia del triunfo de los es-


pañoles en la batalla de Bailén, el Emperador mis-
mo decidió viajar a la provincia para dominarlos él
mismo, una vez que lo hubo logrado, se aprestó in-
mediatamente a dictar nuevos decretos que amplia-
sen aún más el marco dado por ]a Constitución de
Bayona, y que llevan fecha de 4 de diciembre de
1808. A grandes rasgos, estos decretos establecían:

a) la eliminación de la Inquisición.
b) la eliminación de los Derechos feudales.
c) la eliminación de lU1 tercio de los conventos.
d) la eliminación de las aduanas interiores.

Sin embargo, a pesar del atractivo institucic-


nal que presentaban estas reformas, los españoles
continuaron desconfiando del extranjero, y como úni-
ca respuestas decidieron organizar el Movimiento
Juntista, a través del cual el Pueblo reasumió, im-
plicando de hecho, la destrucción de las tradiciones
que sustentaban al Antiguo Régim en.
Más que una influencia de las teorías que acerca
del "Contrat Sociale" habían elaborado l os franceses.
un poco desprestigiadas entre los españoles (Jove-
llanos, Aranda y Floridablanca ) por las consecuen·
cias negativas que habían tenido en la época del
"Terreur", debe verse aquí una influencia de Pufen-
dorl, Gracia, y sobre todo del escolástico espaílol
Suárez: de acuerdo con la tesis del "pacturo trasla-
tionis" (o "pactum sub;ectionis") de éste último, y
que con otra terminología sostienen los dos anterio-
res, en período de interregno, la autoridad vuelve al
Ptl.eblo, que queda entonces libre de ejercer l a Sobe-

249
rania directamente. (Cí. Stoetzer, 1966. 1:6567. 87,
95-97_ 200, 204-05. 215).
En esta fonna el Pueblo. en vez de tender hacia
un reconocimiento de las autoridades reales -ia
Junta Suprema. el Consejo de Castilla, etc.- que
habían trai cionado el alzamiento nacional al pasarse
al partido de los inva sores, decidió tomar la autoridad
en su mano, y darse una organización propia, que
al fin logró cierta organización el 25 de setiembre
de 180S, al surgir la Junta Central, que aparente-
mente venia a solucionar los problemas de ineficien-
cia que había causado el desorganizado localismo
de la protesta inicial.
Esta Junta Central constituirá un verdadero nue-
vo Estado Español:

a) por su origen: no recuerda en n ada la esLntctura


de la monarquin borbona, ya que está funda-
mentado en el poder popular delegado.
b) por su forma: no era. como muy pronto mani-
festaron sus enemigos, ni un Consejo de regen-
cia, por ser demasiado numerosa, ni unas Cortes,
por excesivamente escasa; ya que el número d e
sus miembros era de 35, y además estos estaban
concebidos coma iguales entre sí.
c) por sus fin('s: ya que buscaba asumir la totali.
dod de los pod eres soberanos.

Aunque tomó algunas medidas de carácter li-


beral (eliminación de las alcabalas, establecimiento
de la libertad de imprenta, convocación de Cortes
no estructuradas por brazos), en general su actuación
fue muy moderada, e incluso llegó a eliminar varias
medidas avanZ"l.das que habían establecido los mismos
borbones, tales como la destrucción de la Orden Je-
suíta, la venta de obras pías, y la eliminación de la
Inqui sición General. Además fue sobre todo un cuerpo
o asa mblea del iberante, que se estancó en prolonga-
das discusiones acerca de refonnas constitucionales.
('u ,·ez de haberse transformado en un órgano militar
contra los avances napoleónicos. que era lo que real-
mente urgía en ese momento en España, junto con

250
el nombramiento de un General en Jefe único, que
elimin ara la anarquía de l a defensa.
y para terminar de entorpecer el movimiento,
se desarrolló una fuC!·te campaña en su contra, orga-
nizada por el Consejo de Cast illa a la cabeza; las
otras Juntas que se sintieron en competencia con l a
Centra l; y la Embajada de In glaterra, que inter-
pretaba su aparición como un movimiento en contra
de su s intereses en España.
Así, pa ra el 30 de enero de 1810, la fallida
Junta Central era suplantada por una Regencia, q ue
gobernaría del 31 de enero, al 28 de octubre de ese
mismo año, de carácter conservador y r eaccionario,
y que hizo todo ]0 posibl e por atra sar la redacción de
los proyectos constitucionales, intentando mantener
así la antigua estmctura. Sin emba rgo esto reper-
cutió en su con tr a, ya que cua n do los acon tecimientos
la forzaron a convocar a Cortes, n o tenia ni ngún m::l·
terial teñido con sus tenden cias derechistas, y así
se hizo posible el inicio de esta Asamblea, libre de
sus negativos prejuicios.

LAS CORT ES: 24 de seti embre d e 1810 - 4 de setiem-


bre de 1813.

l .-Causas de su convocatoria:

El 30 de diciembre de 1808 había muerto Flo-


ridablanca; en su s últimos años había abandonado
su antigua tendencia progresista, y en esos momen-
tos, como miembro de la Junta Central, estaba im-
pidiendo la plasmación de las medidas liberales;
él su vez en esa época ingresó como miembro de la
Jun ta Central, el en tusiasta p r ogresista Calvo de
Rozas. Son estos dos hechos los qu e expH can las po-
cas medirlas liberales que surgieron del seno de
la Jun ta Central, entre las cuales se cncuentra la de
la Convocatori a de Cortes.
Sin em bargo la convocatoria n o se le d cbe por
com pleto a Calvo de Rozas, ya qu e tiene como im -

251
portante precedente, el Decreto del 5 de mayo de
1808 dictado en Bayona por Fernando VIl, y en el
cual demandaba la necesidad de su convocatoria,
para que, en su calidad de organismo soberano. se
encargara de organizar el reino durante su ausencia.
Finalmente puede citarse el hecho de que el
mismo conservador organismo como lo era el Con-
sejo de Regencia, se vio interesado en tal convoca-
toria, como una fo nna de contrarrestar las posibles
repercusiones liberales de la Consti tución de Bayona.
Cl. Sáenz, 195 7:408-10).

2.-Evolución histórica de las Cortes:

Las Cortes nacieron en España, en los Concilios


de León, de 1020 y d e 1037; se acordaba en ella
originalmente dos clases de resoluciones: los Orde-
namientos de suplicaciones, O sea las respuestas de
los reyes a las peticiones de las ciudades (algo así
como las Rescripta de los romanos) y los Ordena-
mientos de Leyes, dictados por los Monarcas motu-
propIO.
Durante l os Austrias, este organismo se crece,
ayudado por la vigente tradición isidoriana que es-
tipulaba: " Rex eris si recte lacias", rectitud fijada
por una serie de nonnas objetivas. reflejo del senti-
miento m oral del renacimiento español, anti-maquia-
vélico, que hacía del Rey el primero de los servidores
de su Pueblo y de Dios. Así Carlos V aguarda 15
días las deliberaciones de las Cortes, antes de poder
entrar en su seno p ara ser jurado Rey. previa pro-
mesa de respetar la voluntad de las Cortes. Así, la
guerra más grande que tuvo que sostener Carlos V
fue sin duda la lucha con las Cortes para lograr obte-
ner impuestos para sus guerras.
Sin embargo bajo los Barbones, en 1707 Felipe
V trasplanta a España el concepto absolutista de la
Monarquía de Derecho Divino. enseñada por Jacobc
1 de Inglaterra, y puesta en práctica por el Rey Sol.
abuelo del Rey Español. (Cl. H amilton, 1948:328.
384-86).

252
De ahora en adelante las Cortes sólo se reunirán
para fines dinásticos, tales como los juramentos de
los gobernantes. Y en el año de 1800 se reunirán las
últimas tradicionales, para jurar el Príncipe de As-
turias. futuro Fernando VII, y que fueron precipita-
damente disueltas por Carlos IV, temiendo que pu-
diese imitar la senda trazada por las Asambleas
Francesas. (Cf. Sevilla. 1966:19).

3.-0riginal estructuración de las Cortes de 1810:


Aunque más tarde -articulo 92 de la Consti-
tución de 1812- aparecerán rasgos destructores de la
igualdad civil -el sistema de estamentos era su-
plantado por el clasista. con la aparición de los pri-
vilegios burgueses en el artículo citado, que insti-
tuían el voto censitario-, la estructuración de las
Cortes de 1810 presentaron una serie de rasgos ver*
daderamente r evolucionarios de la tradición insti-
tucionalista de España:
a) Las Cortes por primera vez no eran convocadas
por el Rey, sino más bien por el Pueblo.
b) Las provincias privilegiadas eran desconocidas.
al constituirse el presente organismo como sÍm-
bolo de la representación nacional.
c) Las voces de los estamentos fueron acalladas.
al estructurarse la representación nacional en
proporción a la población, es decir, un miembro
por cada 50.000 alma s.
d) Finalmente, se estableció la universidad de con-
diciones para electores y elegibles. los cuales no
requerían prácticamente, como se decía por en-
tonces, m ás que el ser. para poder disfrutar de
sus derechos políticos. ( Cf.: H amiIton, 1948:
395; Artola, 1959,192, 282, 323-24; Sevilla,
1966,31 ) .

4.-Copciones contemporáneas sobre el objetivo de


las Cortes:
,
a) Fernando VII. el Consejo de Regencia, y todo
el resto de organismos e individuos de tendencias

253
tl'adicionalistas, consideraron que el objetivo de
las Cortes estaba en la defensa del territorio,
así como en la restauración de los antiguos fue-
ros y costumbres.
b) Jovellanos, intentando realizar el justo medio,
creía que su misíón radicaba en el restablecí-
miento de la antigua Constitución política es~
pailob, aunque ]a posibilidad de introducirle
las reformas necesarias para p od er adapta rla a
las necesidades de los nuevos t iempos.
c) Calvo de Rozas y el r esto de los extremistas,
finalmen te creían que no se luchaba contra Na~
poleón par a volver a poner su jndependencia
a libre disposición de una caprichosa Corte o de
ambicioso favorito. Más bien su misión era la
creación de un régimen constitucional que sir-
viera de garantía de los derech os del ciudadano.
(CI.: Z,bala, 1955:243-44).

5.-Grupos Ideológicos dentro dE las Cortes:

Eran fundamen talmente dos:

a) Moderados, dentro de los cuales se destacaban


sobre todo Jovellanos, y Serviles y Martinez
Marina.
b) Liberales, sobresaliendo Muñoz Torrero y Ar-
güelles .

A pesar de las apariencias, fue el grupo de los


liberales, incluso fa cción radical, el que tuvo predo-
minio en las Cortes. L..s explicaciones de este h ech o
son vanas:
"Las provincias reaccionarias -las del in te-
rior- no pudieron proced er a la elección de dipu-
tados a Cortes, excepto en unas pocas localidades.
Por lo que hace a los diversos reinos, ciudades y
villas de la vieja España en las que las tropas fran~
cesas hahianimpcdido la elección de diputados, así
com o a las provincias ultramar inas de la Nueva Es-
paña, cuyos diputados no h abían podido llegar a

254
t iempo, se eligieron .representantes suplementarios
entre las numerosas personas de esas provincias que
la confusión de la guerra había llevado a Cádiz, y
entre los numerosos suramericanos --<:omerciantes,
criollos y otros- cuya curiosidad o cuyos negocios
habían reunido también en la ciudad. Así ocurrió
que aquellas provincias fueron representadas por
hombres más amigos de innovaciones y más impreg 4

nadas de las ideas del siglo XVID de lo que hubiera


sido el caso de aquellas provincias hubieran estado en
situación de elegir ellas mismas sus representantes.
Fue también de decisiva influencia, por último. el
que las Cor tes se reunieran en Cádiz. pues la ciudad
era entonces n otoriamente la más radical del reino,
y más semejan te a LUla villa americana que a una
ciudad española. La población gaditana llenó l as
galerías d e la sala de las Cortes y dominó a los reac 4

dona rías cuando la oposición de estos resultó dema 4

siado injuriosa, con un sistema de intimidación y


presiones externas" . ( Mar x, 1966:130-3 1; Cf. tam 4

bién: Miranda. 1957: 189-90, 193 ) .


Sin em bargo no se vaya a creer que los refor-
madores constituían la m ayoría de las Cortes. Siem·
pre los serviles y moderados constituian una masa
mucho mayor; pero generalmente se vieron arras 4

trados por la actividad, el celo y el entusiasmo df'


la minoría liberal. Y además, los diputados eclesiás-
ticos, que formaban la mayoría del partido servil,
estuvieron siempre dispuestos a sacrificar las prerro·
gativas reales. un poco por la reminiscencia del anta·
gonismo existente entre la Iglesia y el Estado, pero
sobre todo para cosechar alguna popularidad que le
pudiera salvar así los privilegios y abusos de su
casta. Ya volveremos sobre este punto cuando tra-
tem os el t em a de la libel1.ad de imprenta en la Co ns~
litución de 1812.

6.-Primeros Decretos:

Después de todas las for malidad es del día del


inicio (Cf. detalles en Zabala, 1955 :259-61) , en esa

255
misma fecha , 24 de setiembre de 1810, don Diego
Muñoz Torrero, diputado por Extremadura, pidió
la palabra y pronunció una larga y filosófica oración
que resumida por don Manuel Luján en unas cuan-
tas proposiciones, dio lugar al Decreto del 24 de
setiembre de 1810, primero emanado de la autoridad
legislativa de aquel Congreso, y que vino a reflejar
claramente su espíritu:

a) En los Diputados Constitucionales en Cortes re-


side la soberania nacional.
b) Fernando VII es el único y legítimo Rey.
c) Es nula la renuncia a favor de Napoleón.
d) Se establece la separación de poderes del estado,
reservándose las Cortes el legislativo y asignan-
do el ejecutivo a la Regencia, interina hasta que
las Cortes elijan titular. si reconocen la sobera-
nía nacional de las mismas, y juran obediencia
a sus Decretos y leyes.
e) Se confirmaban a los tribunales de justicia como
depositarios del poder judicial. (Cf.: Zabala,
1955,261; Sevilla, 1966,33).

Apalte del citado Decreto, vale la pena citar


como disposiciones más importantes de las Cortes
instaladas en la Isla de León de Sevilla:

a) Igualdad entre peninsulares y americanos (15


de octubre de 1810).
b) Libertad d e imprenta ( 10 de noviembre de
1810) , importante disposición, aparte de su con-
tenido, por el hecho de que dividió por la vehe-
mencia que alcanzó la discusión, a todos los di-
putados en dos bandos claramente diferencia-
dos: el de los reformistas o liberales, contrapuesto
al de los antineformistas o serviles (tal como
los llamaba peyorativamente Eugenio Tapia ).
( Claro que podría citarse aquí también al par-
tido am ericanista, que giraba entre los dos an-
teriores; y que se distinguió sobr e todo en la
figura de José Mejia Lequerica, ecuatoriano.
que hacía gala de una brillante habilidad para

256
traer las discusiones más nacionales y espaflOlas.
al terreno de lo americano).
c) Nulidad de todo acto, tratado, convenio o tran-
sacción, quc otorgare el Rey mien h'as penua-
neciera fallo de libertad, bien en el extranjero,
bien dentro de España. De11 de enero de 1811.
Q

y que habría de tener gran importancia p...ra


anular el Tratado de 11 de diciembre de 1813,
que habría de firmar Fernando VII concen-
diendo " legalm ente" la soberanía de España,
a la corona france sa.
d) I gualdad entre peninsulares y americanos en las
Cortes. (CL Stoetzer, 1966, 1:68-9; Il:195-6,
210-11,213,223-24; Zabal. , 1955:261 -64,274-
75) .

El 20 de febrero de 1811 se celebró la última


sesión en León, trasladándose las Cortes a la I glesia
de San Felipe Neri, en Cádiz, donde permanecerán
legislando, desde el 24 de febre.·o de '1811, hasta el
4 d e set iembre de 1813. Sus disposiciones más im-
portantes en este segundo ciclo de ses iones serán las
siguientes:
" ... la Memoria, de lo que hoy ll amaríam os
presupues tos de ingresos y g1stos; la supresión dc las
pruebas de nobleza que se exigían a los aspirantes
a ingresos en las Academias y Colegías militares y
na\'ales; la abolición del Santo Oficio y del castigo
de azotes en las escuebs; la demol ición y supresión
de los signos de vasallaje, que hubiera en los muni-
cipios; ... la reglamenlaci ón ciel servicio de guerri-
llas; la concesión de liberlad a todos los españoles
y extranjeros para establecer fábricas y ejercer indus~
trias; la creación en las Universidades de cáted ras de
Economía; y en las capitales d e provincia de Escue~
las prácticas de Agricultura; la <1 bolición del Volo
de Santiago, y la orJen de que se abriesen las Sucie-
dades Ecor.Ómicas de Amigos del País ... " (Blan-
quez F raile, Agustín, "Historia de España", 1933:
632, ciL por Stoelzer, 1966; 11:196-97; CL además:
Zabala, 1955:264-65).

257
No obstante la fecu ndidad legisla tiva de las
Cortes e.l la ca pi tal gad itan a, la obra que logró atraer
d e modo más intenso la a tención d e los diputados
y el interú de la s clases cultas del país fue la Cons-
ti tución de 1812.

La constituc i6n de C & d i~

J.-Ext ensión:

La Constitución de Cádiz, redactad a f inalmente


por el elocuente escritor asturiano Agustín Argüelles,
llam ado " el Divino", resultó un exten so tratado de
384 artículos, algu nos de desm esu rada exten sión, que
hacen de ella, con ab ru m adora difer encia, l a m ás
larga de la Historia de España.
Una posible explicación para este h ech o r adica
en la circunst ancia de que, sien do la p rimera que se
redacta ba, debia necesariamen te estar inn ovando to-
dos los en foqu es que introducía. Además in tentó es-
pecificar punto por punto ex U'emos que más tarde
ser ía frecuente excluir de los códigos fu ndamentales
( Cf. el complejo capitulo dedicado a la legislación
cerca de las elecciones), posiblemente con el objeto
de evita r que se desnatural izara luego con la legis-
lación ordina r i:J.. Por ello se inten tó darle rigidez
legislativa a todos los principios r evoluc ionarios.

2.-Proceso para su reforma:

Com o un reflejo de lo an terior, se hizo de la


Constitución, una de eviden te carácter rígido, poco
transigen te, en que las dificultades que supon e ven-
cer para poderla vJriar. :intenlan hacer de ella algo
cas i inmutabl e.
D ejando a un lado la exigencia de los ocho
años de su «puesta en pr{lctica» para poder hasta
entonces em pezar a proponer alteraciones, el sistema
a seguir de ahí' en adelan te era ba stante costoso.
Leída por tres veces la proposición, con intervalo de
6 día s, y admitida a discusión , se pr ocedería com o

258
en los proyectos de Ley, y si los % decla rasen que
debía someterse a la próxima Di pu tación general,
pasaba a ella. Esta nueva Diputación y por % par tes,
determinaría si había lugar al alargamiento de po-
der es es¡)cc iales para la refor ma. Comunicado el re-
sultado a l1s provincias, se fija ría si había de ser la
pr óxima D ipulación o la siguien te la que h abía de
traer los po deres especiales. Finalmente S1 aquí se
aprobaba p :}r las % partes pasaría hastn entonces a
ser ley constitu cionaL que el Rey publicaría.
Como podemos observar, const ituye este un pri-
m e.r rasgo no liberal que p resenta esla Carta Cons-
titucional. A pesar de su contenido progresista, el
grupo de r edactor es consideró dogmáticamente que
los pr incipios por ellos estructur3do eran los únicos
posibles o convenien les, y entonces pretendieron dar-
le una estr uctura prácticam~nte inmutable, para
preservar invariable la eterna sabiduría que habían
logr ado verter en aquellos artícu los, ignorando un
p rincipio fu nda mental del espíritu liberal.. cual es
la concien cia de la evolución de la natm·aleza de
los procesos soc iales.

3.-Estructura de influencia francesa:

E.n contra de lo que piensan Sevilla (CF. : "La


Constitución Española de 1812 y la f rancesa de
1791") y Ar tola (1959_ 1:415), n os adher imos a las
tesis de Rafael Vélez ( ef.: "Apología del Alta r y del
Trono" ) y de vValTen Diem, los cuales sosticnen
que:
" La Constitución de 1812 tiene todas las apa-
ríencías de ser una combinación, en cuanto a su
eslfilctura externa, de las constitucion es francesas
de 1791 y de 1 795. Es })l'cciso situa m os en la época
de los .'eformador es espafloles pa ra apreciar las im-
plicaciones de esta afir mación. H an pasado poco más
de 20 años desde la Revolución F rancesa. En el
mundo entero hay exactamente cinco Const itucion es
escritas, cu atro de ellas francesas con espondien tes
a los años 1791, 1793, 1795 Y 1799, Y la norteame,

259
ricona [1787]. Dentro de aquellas se puede apreciar
un progresivo perfeccionamicnto lanto en cu anto a
la disposición de materias como a la estructura de
las mismas constitucioncs. Es un hecho evidente que
la Constitución española fue el primer intento cono-
cido de realizar scmejante obra dentro de los confi-
ncs de esta península. Si no hubiera otros preceden-
tes, difícilmente se podria explicar la relativa per-
fección y unidad que presenta. Por otra parte, si los
redactores no aprovecharon estos precedentes (como
afiJ'man una y otra vez al insistir en la originalidad
de su obra y la absoluta independencia de las cons-
tituciones francesas ) , es casi imposible explicar las
múltiples coincidencias o semejanzas..." ( DIEl\tl,
1967:365) .
Estos argumentos pueden fundamentarse mejor
recordando que en esta Constitución se legisló sobre
una serie de principios inexistentes en la antigua
legislación española, como son por ejemplo: la ciu-
dadania, las el ecciones, muchas de las facultarles de
las Cortes. la responsabilidad de los ministros ante
las Cortes. un fuero único para todo el Reino, la li~
bertad de imprenta, cte.
Aparentemente podría negarse esta tesis indi-
cando que la declaración de Derechos que encabeza
las tres primeras constituciones francesas citadas
está ausente en la gaditana. Sin embargo más bien
podría creerse que su exclusión fu e p recisamente pa ~
ra que no fu ese demasiado evidente su afrancesa-
m iento. lo que hubiese provocado una fuerte oposi-
ción al texto mismo de la Constitución. De ahí que
sc prefirió repar tirlos disCl'c tamentc den ll"O dcI texto
constitucional, dándol e así un matiz menos tajante.
De esta manera los articulos 3, 4. 7. 8, 13, 172-1 O?
317 Y 339 tienen como fuente principal y casi ex-
clusiva, las declaraciones de Derechos francesas.
y ya una vez revisando en detalle el texto, las
analogías r esultan tan evidentes. que sólo se pueden
explicar sosteniendo que los redactores tuvieron de~
lante de sí las copias de las constituci on es francesas,
fundamentalmente las de 1791 y 1795.

260
a) De lodo el texto, sólo quedan cinco capitulas
de la Constitución española que no aparecen aseme·
jarse en ningun3 forma a las Constituciones france-
<¡as citadas. a saber:
Título 1. Capítulo 1: "De la nación española"
( artículos 1-4) .
T. TI, C. TI: "De la religión" (art. 12).
T. III, C. X: " De la diputación permanente de
Cortes ( 157-60).
T. TII, C. XI: "De las Cor tes extraordinarias"
( a,ls. 161 -67).
T. IV, C. VTI: " Del Consejo de Estado" (arts.
231-41).
(el. detalles en: DlEM, 1967:365-83).

b ) De los 384 artículos que comprende la Cons+


titución. 26 poseen una total identidad con articulas
de las constituciones francesas referidas, cuya única
explicación aceptable es la de la traducción directa
del texto francés al castellano.
(CI. detalles en: Op. dt: 391-403).
c) Un tolal de 62 artículos muestran, si ya no
una copia directa, sí fuertes rasp;os de semejanza que
denotan una evidente in spi ración en los documen tos
citados (Gf. detalles en: Op. cit: 437-483).
Para terminar podría ohscrvllrse que en su es-
tructura se notan además influencias de Lo<;ke, en
la naturaleza misma del documento: es decir. en
cuanto que representa una racionalización de un or+
den político. pac;ando de las formas políticas traw +
cional es a la estructura modema de Constituciones
racionales abstractas. (Ce. STOETZER. 1966. II:
206-208; también 1:226-28) . Y a su vez de Rous-
scau, en la idea de igualdad como punto de partida
del pensamiento democrático, inspirada evidente-
mente en el " Discours sur l'Inégalité" del gincbrino.
y que en el Discurso Introductorio de la Constitu+
ción gaditana es recordado con frases como éstas:
Como principio de la "nueva ley fundamental", es-
tá "la igualdad legal de los españoles, la imparcial
protección que a todos dispensa la Constitución, y

261
los medios que sa nciona para ananzar la observa-
ción d,:, las leyps'· . La ley "ha de ser una para todos",
, eL STOETZER. 1066. 1l :203·05: también SEVI·
ILA. 1966:39).

'l.-Declaración de Derechos Individuales:

Como queda explicado anteriormente, si bien


no existf' en la Constitución Española de 1812 un
docu mento sistemá tko donde estén concentradas to-
(Lis las d isposicio nes r eferentes a las garantías il~di­
viduales, pue:len éstas halhrse en múltiples luga-
res a lo largo del texto,
Además de los artículos reff'ridos atrás (3. .t .
1. S. 13. 172-10~. 3 17 y 339), también pueden citarse
el 35. 247, 287, 290, 296, 297, 301-06, en los cuales
se establecen entre otros, la inviolabilidad de la vida
humana. de domicilio y propiedad; los derechos po-
l íticos, la sf'guridad personal salvagua rdada de de.
tcnciones arbitrarias o t.:"lstigos corporales injustos, a
bas::: del establecimiento d(' tribunales competentes
de existencia anterior a la producción del d('lito, y
de penas cstabl ccid<:ls también con anterioridad; i-
g-ualdad en las cargas del Estado y en disfrute de
esos derechos,
Aunque' vale la pena citar que en parte estas
garantías quedaron o5<'l1recidas con la ratifícación
de los ne~s en su condición de esclavos, dC"bido a
"su <'Stado de ci\-ilización" (ef.: ZABALA. 1955:
318).

5.-Dh:isióll de poderes:

Según MOlllesquieu, el antagonismo entre el


!,oder y In libertad ~e resolvia al dividir aquel, 10-
g r¡mclo que el poder SC" detenga a si m"ismo. Así la
Const itución justifi cJ la división de poderes diciendo
que " la experiencia de todos los siglos he demostrado
hasta la evidencia que no puede h aber libertad ni
segu ridad , y por lo mislllo justicia ni prosperidad, ell

262
un estado ~n donde el cjerClc10 de toda autoridad
está reunido en una sola mano".

6.-Poder E;ecutiuo:

Como primeras m edidas de carácter liberal con


respecto al Poder Ejecutivo pueden citarse la esta-
blecida en los articulas 174-176, en los que se elimi.
naba la Ley Sálica. fundamental par a iniciar la de.
fensa de la igualdad, sin distinción entre h ombres y
mujeres. induw desde la misma C<1be7..a del estado.
Pero resulta mucho más intl'resante observar el
desplome de la concepción mística o tradicional de
la Monarqu ía que tuvo lugar en esta época deno-
minado " Pensam ientos de un patriota espa ñol" , se
sostenía que si F ernando VII seguía siendo Rey de
España. se debía. no a la herencia. ni a unos dere·
chos que los absolutistas suponían imprcscindible~.
si no a la implícita elección que de él hicieron para
m onarca Ics Pueblos de España al levantarse contra
el invasor y proclama rlo como tal (CL ARTOLA
1959. T:185·86) Tendenci a que queda m :¡nifiesta en
el artículo 173 de la Constítución de Cádi7.., donde s('
establece en detall€' el juramento del Rey:
"El Rey. en su advenimiento al Trono. y si fuerro
m enor cuan do ('ntre a ¡tobernar el Reino, pr estará
juramento ante l as Cortes rCf. l a transfonnación su*
frida por los antiAUos Secretarios de Despacho, Que
se transfonnaron en Ministros rcspon<;ables ante Cor-
tcsl bajo la fónnula siguiente: 'N... (aquí su nom-
hre ). por la ~tracia de Dios y la Constitución de l q
Monarquía Espaiiola. Rey de las Espailas~ iuro por
Di os y por los Santos Evangel ios que defender é v con-
servaré la reli~ón católic<l. apostólicl. romana. sin
pennitir otra alfZ1.ma en el Reino ; que Iroardflré v
haré guardar la Constitución Política y leyes de la
Mon arquía Esp1ñola. no m irando en cuanto hiciere
sino el bi en y provecho de ell a: <¡ue no enajenaré.
cederé ni desmembraré parte alguna del Rein o~ que
n o exigiré. jamás a nadie su propi~dad. y que res-
petaré sobre todo la libertad palitiea de la Nación.
y la personal de cada individuo: y si en lo que h e

263
jurado, o parte de ello. lo contrario hiciere, no debe
ser obedecido. ant"s aquello en que contra\;niere. sea
nulo y de r.ingún valor. Así Dios me ayude y sea
en mí defen!\8; y si no. me lo demande".
Inusitada -histó rica mente- limitación del po-
der "cal en Es pai'la. quc nos r ecuerda la tesis de
Bentham de que todos los hombres son egoístas y el
manare':!. el que más, concepc ión que redundará en
limitaciones aún mayores en otros artículos de la
misma Constitución:
a ) En los articulas 146 a 150 se legislaba sobre
el Veto. indicándose que éste podía interponerse úni-
camente dentro de los 30 día s posteri ores a la ela ·
boración de la ley en di scusión. Yel mismo qucdnba
sin efecto, deslUés de la aprobación del principio
por ter'cera vez en Cortes. entendiéndose automáti-
camente, que el Rey d1.ba su aprobación.
b) En los artículos 170 y 171, se le impedía al
monarca:
-impedir sesiones de Cortes,
-ausentarse del reino sin su penniso,
-ceder territorios.
- hacer alianzas ofensivas,
-firmar tratados especiales de co mercio o d<'
subsidio.
-atentar contra la libertad individual o facul -
tades de las Cortes,
-contraer matrimonio.
Pudiendo real iza rse los puntos 2, 3, 4, 5, Y 7
~ólo con la previa aprobación de Cortes,

i .-Las Cortes:

A pesar de que J. J. Rousseau nunca llegó a tener


una gran popularidad en tre el Pueblo Español. a no
ser entre los afrancesados, y sobro todo en el Conde
F r ancisco de CabarrÚs. su inOuencia se dejó ver en
la Constitución de Cádiz. tal vez. indirectamente. a
través de las Constituciones franc~sas de 1791 y 17%.
Esta inOuencia resulta bastante clara en el al'·
linilo 3, en el que se establece que

264
"La Soberanía reside esencialmente en la Na-
ción. y por lo mismo pertenece a ésta e~clusi\'amen­
te el Derecho de est3blecer sus leyes fundamentales",
Artículo que Jovell anos acusara de "herej ia po-
litica", ya que investía a la Nación y no al Rey con
la Sobe.·anía Nacional. (el. STOETZER, 1966, II:
200-01). ya que paradójicamente para los ideólogos
conservadores, el súbdito se convertía en soberano y
el soberano en súbdito. Y en los artículos 27 y 100.
se decidía que las Cortes constituian "la reunión de
todos los Diputados que r epresentan la Nación", con·
fi gurados en cámara úni ca. y represen tando a la Na-
ción Espailola con mandato para resolver "cuanto
entendieren conveníente al bien general" . sin más
limite que de "derogar, alt..rar o modificar" la Cons-
titución según la fónnuh del poder.
El estableci miento del sistema unicameral era
una evidente influencia fnmcesa, y aunque algunos
del egados creyeron estar aprobando con ello una
antigua tradición medieval según la cual el clero, la
nobleza y el Pueblo estaban unidos en un solo cuer-
po, otros. como Jovellanos. pensaron que ésta fue una
dc las medidas más radicales contra la monarquía
tradicion al y el cuadro constitucional de España; mc-
dida democrática que terminaría por asentarse cuan-
do se suprimieran los privilegios de la nobleza. ( CL
STOETZER. 1966. !l: 205-06).

S.-Tribunales de Justicia:

Los Tribunal es de Ju sticia vlnlCron a suplantar


al antiguo Consejo dc Castilla. establecién dose. tal y
como lo establecía la Constitución fr2ncesa de 179t.
con independencia del legislativo .r del ejceuth·o.

9.-Liberlad de Imprenta:

La lib erlad de imprenta existía ya de hecho en


España, por la aparición de la Opinión Pública, ante
la polémica que se despertó entre 13s JUlltas y el
Consejo de Castilla; y la polémica sobre convoca-

265
taria y atribuciones de la Junta Central; discusiones
en las cuales había participado el pueblo a base de
innumerables folletos, hojns volantes y declaraciones
públicas que luego aparecieron en algunas encues·
tas realizadas en la época. De h echo estas manifes-
taciones habían dejado desde entonces sin sentido
la función del famoso Juez de Impren tas. (CL Anola,
1959. I:15~. 172 y s. p.).
Establecida en el Articulo 371, es esta una de las
disposiciones más famos1s de la Constitución, sobre
todo por la gran repercusión que habría de tener
posteriormente en el Continente Americano.
Típ:co reflejo de una mentalidad ilustrada, se
consideró por entonces que para posibilitar el desa-
rrollo de la razón. era fu ndamen tal producir la ilus-
Irdci6n; y para que esa ilustración se difundiera a
través d el apren diz.:'!je. deb!a rebasa rse el ámbito sub·
jetivo. ya que era precisamente en el choque de las
ideas en que se fortalecía la razón. Y ese enfrenta-
miento ideológico sólo puede capacitarse con una
a mplia libertad de prensn, que puede lleva r la con-
tienda mental al plano de la pública objetividad.
"Todos los españoles tien en libertad de escribir.
imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesi-
dad de licencia. revisión o aprobación alguna ante-
ri or a la publicación, bajo las rcstricciones y res-
ponsabilidad que eslablezcim las leyes".
Sin cmbargo, a pesar de su acentuado carácter
liberal. puede notarse en este artículo una gran li-
mit<lción. Como se recordará. se había explicado atrás
que los liberales en brran parte logr.::tron pasar sus
reformas referentes a las garantías individualcs y
limitación del poder real. gracias al apoyo recibido
del grupo ccle<;iástico. Sin embargo ese apoyo a su
vez los compromctió a entregarles ciertas concesiones.
El prcs"nte artículo es un ejemplo típico de ello.
Al di scutir se, los clérigos denunciaron el tex1.o ori-
ginal. alegando que era "contrario a la religión".
Tras tempestuosísimos debates y luego de haber de-
clarado quc todas las persona s tienen la libertad de
publicar sus ideas sin necesidad de autorización es-
pecial,

266
"las Cortes admitieron unánimemente una en~
mierda, que, al insertar la palabra políticas, reducía
esa libertad a la mitad de su extensión y sometió todos
los escritos sobre :lsuntos religiosos a la censura de
las au toridades eclesiásticas, de acuerdo con los de-
cretos del Concilio de Trento". (Marx, 1966:131 ).

lO.-Disposiciones burguesas:

Aparte de todas las ventajas de la Burguesía ,


como cla se en ascenso político en Europa, pudo de-
rivar de la limit,óón del poder real, de la libertad
de imprenta, elc.. es importante citar como disposi-
ciones f'spec.iale<;, la eliminación de los gremios en
nombre de la libertad de trabajo, y el cstablecimiento
del voto censitario. que reducía gran parte de los
derechos políticos a aquellos individuos que poseían
un alto ni\'el económico. (Cí. articul o 92. Decreto del
8 de junio de 1813).
Posterionnente se observarían otras medidas. El
8 de julio de 1813 las Cortes establecían la creación
de nuevas Sociedades Económicas. y de nuevas cá-
tedras de Economía Politi o en las Universidades.

ll .-Disposiciones religiOSas:

A pesar de la cantidad de movimientos ideoló-


gicos cont rarios al fanatismo religioso en boga dentro
de España por aquella época -hispanismo o episco-
palismo, regalismo, <'conomismo, antimonarquismo,
criticismo históri co, jansenismo y filosofismo francés
( Cí.: Zabala. 1955: 332434), la participación pre-
ponderante de la logia de los " Hijos de Egipto" en
las deliberaciones de las Cortes. y del espíritu. de los
liberales, muchos católicos. pero todos opu estos al
fanatismo y al fatalismo superticioso, (defensores del
libre exa men ). curjosumente la Constitución de Cá·
diz, en 10 que se refiere a religión práctícamente no
logró íntroducir ümovación alguna.
En realidad sólo hubo una medida anticlerical :
la abolición del tribunal de la Inquísición y la con·

267
fiscación de sus bienes a bcneficio del tesoro público,
además de la reducción del número desproporcio-
nado de conventos Cf. articulas 35-45).
Todo el resto de los preceptos religiosos están
alejados radicalmente de las tendencias liberales:

a) El preámbulo invoca el nombre de Dios Todo-


poderoso, Padre. H ijo y Espíritu Santo, autor y
supremo legislador dc la Sociedad, con lo que
que sc igno raba la tesis de Housseau y la Revo-
lución Francesa, de concebir al Estado como u na
realid ad terrenal y humana .
b) El art iculo 12 establecía que la Religión Ca~
tólica era y sería perpetuamente la de la Nación
Española, y obligaba a la ración a protegerla,
prohibiendo el ejercicio de cualquier otra. Ar-
t iculo por tanto, dcfensor de la intolerancia.
tradicional, pero ahora constitucionalmente es-
tablecida.
c) En los artículos 117, 173 Y 196, los diputados,
el rey y la rcgencia, respectivamente, juraban
defenderla .
d) En el 249 se establecía la conser vac ión del fue-
ro eclesiástico.
e) En el 366 se establecía la obligación de enseñar
el catecismo en las escuelas de primeras letras.
f) Además se establ cc ía la obligación de iniciar con
Misa Solemne las distintas reuniones electorales,
y tal parece que, como antecedente.,
" ... en la reuni ón de las Cortes de 4 de marzo
de 1811. los delegados solicitaron la Bula de la
San ta Cruzada, y el 27 de noviembre de 1810
d iscutieron si la Guerra de la Independencia era
u n castigo d e D ios o la prueba que distinguía
a un Pueblo escogido. Además las Cortes pro-
clamaron a Teresa de Jesús como Santa Patrona
de España (28 de octubre de 1811 )". (Stoetzer,
1966, II:221).

268
12.-ValoraciÓn:

Según Stoetzer.
<'LJ Constitución española de 1812 representa la
cumbre de las corrientes liberales de la España del
siglo XVIIl y de los comienzos del siglo XIX. Fue
la labor de las «élites» españolas, que progresiva-
mente habían adoptado ideas liberales durante la
última parte del siglo XVIII y de comienzos del
XIX, aún cuando estuvo influído también por dos
otras fuerzas más radicalcs, a mbas m a tizada s vigo-
rosamcnte con el espíritu democrático: los españo-
les exilados cn Francia, y los oficiales del ejército
de Napoleón". ( Op. cit., IU93).
Sin embargo, si recordamos lo expuesto en el
punto refcl'cnte a la religión, deberíamos concluir
que. desde el punto de vista teórico, la Constitución
no fu e del todo 1m documento liberal, sino más bien
hibrido, que en un esfuerLo de síntesis histórica,
hizo el intento de amalgamar en el mismo docu-
mento los sentimientos míticos del Pueblo, CaD las
ideas ilustradas de avanzada.
Además en el campo de los hechos tampoco se
mostró absolutamente l iberaL l...o que observáramos
respecto al capítulo de reformas, se repitió en la pe-
nínsula a la hora de poner en práctica el documen-
to. El Obispo de Oren se, por haber querido ju.rar
con restricciones la Constitución, fue condenado por
las Cortes a ser expulsado de España, y a la pérdida
de su nacionalidad española, por ser considerado
indigno de ella (Decreto del 17 de agosto de 1812;
el., Zabala, 1955,2(0).
Ahora bien, con respecto a los resultados de po-
sitiva innovación institucional que la Constitución
produjo, a pesar de que Diego Sevilla considera que
"la Constitución de Códiz fue la Carta Magna
de la revolución liberal europea, hasta 1848. No
sólo cn el constitucionalismo hispanoamel-ica no, sino
desde Portugal a Rusia, el peso de la Ley fun damen-
tal española de 1812 fue sensacionaL Como ejemplos
destacados se pueden señalar la Constitución portu-
guesa de 1822; la revolución napolitana de 1820, la

269
proclama COmo suya. la de Milán, C11 1821, y en
gencl"al, en to~¡o el proceso revolucionario de la pe-
n ínsula itálica", (Sevilla, 1966:47).
Creemos con Marx que, con respecto a Espaila,
'"Las Cortes."." reducidas a un aislado rincón
de la península, scparadas del cuerpo principal del
reino durante dos ailOs p or el acoso dcl ejército fran-
cés y representando la Esp"lña ideal m ientras la
España real se encontraba en plena lucha O había
sido ya conquistada freprcsentaban una -I España ...
dividida en dos partes. En la isla de León. ideas
acción; en el resto de España acción sin ideas".
(Mar x, 1966: 109).

El alzamie nto nac ional:

I niciado en foona desde el famoso 2 de mayo


de 1808, se habría de prolongar inintermmpida-
mente hasta el 19 de abril de 1814. fecha de 13
caída de Napolcón, después del Tratado de Fon.
tainbleau. que determinó su partida hacia la Isla de
Elba.
Es sin em bargo un movimiento paradójico si
recordamos parte del espíritu reinante en las Corles
Extraordinarias del reino. En efecto.
"mientras los guerrilleros, acorazados de imá·
genes santas y de relicari os, caen por Dios y por el
Hey, las Cortes, reunidas en la Iglesia de San Felipe
Neri. elaboran y proclaman una constitución ins-
pirada en la Revolución FrancCSc"l. No hay paradoja
más trágica que es..lS «menles ilustradas», esos «afran·
cesados» ediIicando un sistema político tomado de la
Convención a la vez que dirigen -jy con qué he·
roica terquedad!- la guerra contra los fran ceses".
(Descola. 1963 :341).
Es sin embargo esa la suerte de las ideas, que
una vez extravertidas hacio el exterior de su creador,
pertenecen al patr imonio público de la objetividad,
y pueden ser posesivamente utiliz.adas por la gene-
ralidad de los individuos.
y volviendo al tema del alzamiento, este se
ca racter izó por ser, a lo largo de casi toda su eX1S-

270
lcncia, absolutamente desorganizado. Pero p osible-
mente en esto radicó su efectividad. A pesar de la uti-
lidad de la ayuda de ' Vellington y su ejército inglés,
posiblemente no hubiese sido posible desalojar al fran-
cés sin la intervención de las guerrillas. Originarias
de España ter. Viriato, en el siglo II a. C.), fu e
una arm3 esencial en contra de los ejércitos napoleó-
nicos; amIa invisible que anulaba toda la estr ategia
cientifica militar. Era precisamente ese aspecto di -
fu so. inconexo, al~á rqui co, de la resistencia españo-
la lo que más tenía que desmoralizar a los soldados
imperiales formados en la discipli na d e las batallas
regulares. De qué servía en esto l a f amosa "fonn<J-
ción en cuadro"? El enemigo estaba a la vez en
todas partes y en ninguna. Miles de enemigos es-
laban al acecho si n que ni uno solo fu era descub ierto.
No se despacha ba u n correo qu e n o fu era capturado,
se envia ba n sumin istros que no fue ran interceptados;
en pocas palabras, cualqu ier mov imienlo ero espiado
por cien tos de ojos. Sin que ex istieran medi os para
combati r rndical m<}n te esle tipo de resisten cia, ya
quc los franceses se veían obligados a estar constante·
mente armados en contra de un enemigo que en
cada momento huía y reaparecía. presente en todas
partes y siempre invisible tras el telón de las m nn-
lañas, o se disolvia en cl Pueblo mismo. o cabía
duda de que el pueblo qu e supo oponer tal resis-
tcncia 1:0 era fácil qu e llegase a scr un súbdito pa-
sivo del emperador frances. Así no padia considerarse
conquistada u na región más que cuando estaba ocu -
pada por una gua rnición francesa en cada enCnt-
cijada . Ya que no bien l..s gua rniciones habían desa-
lojado una plaza, cuando surgían al instante go*
biernos independ ientes, rebeld es al conquislador.
Semejante costumbre habría de ten ':lr conse*
cuencias fu ncs tn s para el futuro de España: tras
haber figurado va r ios años en el escenario de aque-
lla s sangrientas lucha s. adquiricndo sus hábitos de va-
ga bundeo, librem Dn tc entregados a todas sus pasiones
de od io, venganza, band idismo, t ienen que const ituir
en tiempo de p :lZ un pe1igrosísimo elemento, siem-
pre d ispuesto a pronuncíarse a la menor ind icación,

271
en nombre de un partido o princIpIO, a echarse ade-
lan te al servicio de quicn sea ca paz de garantizar
buena paga o de ofrecer un pretexto de incursiones
y saqueos.
Sin embargo en el momento de la lucha contra las
fuer.las del emperador, lograron que medio ejército
francés estuviese siempre empleado en la infructuosa
tarea de cazar guerrillas. Es por ello que, teniendo
un aplastante ejército de 300.000 hombres, los fran-
ceses nu nca l ogra ron reunir en un solo bloque 100.000
soldados para luchar contra 'VeUington.
Por eso puede considerarse, sin duda alguna,
que la gucrrilla fue un elemento esencial cn la cam-
parla en pro de la independencio de España. (CL:
Descola, 1963:332-33; Marx, 1966: 113-16; Oman, s.
f.o 114. 153-54, 166) .
Pero además de un alzamiento n aciona l, fue sin
dudo un alzamicnto " rcHgioso".
"Para el español católico y monárquico, el em-
perador -hcredero de la Revolución Francesa- es
algo así como el Anticristo. Adcmás, su acción po-
litica se apoya en la masonerí a que no ticnc aún el
carácter antirreligioso que tendrá más tarde, pero que
se manifiesta ya profundamente anticlerical. Bajo
el im pulso del rey José prolif eran las logias. Murat
crea un Gran Ori en te de Espalia, que se instala en
Madrid_ en locales de la difunta Inquisición. De
hecho. las logias eran lugares de tertulia, en los que
se reunian oficiales imperiales. a falta de cafés o
de teatros. De alguna manera h abía que ma lar el
tiempo libre después de las h oras de servicio. Los
españoles que frecuentaban las logias eran pxos.
A ello se aventu raban, de pur::tillas. algunos josefi-
nos. A la guerra entre España y Napoleón se añade.
pues una lucha ideológica entre la masonería y el
catolicismo". ( Descola. 1963:334-35).
Así, el 19 de abril de 1814, después de la capi-
tulación de Napoleón el 11 de abril, en que suscri-
biera el Tratado de Fontainbleu, que reducía su gran-
deza a la modesta soberanía de la Isla dc Elba, "'e-
llir.gton acordaba con los gene rales franceses Soul t
y Suchet, Wla suspensión de h ostilidades, que v-ir-

272
tualmente ponia término a la porfiada guerra por la
independencia española. Guerra cali ficada de «san-
gría suelta)) pOI' el Emperador, ya que había tenido
a 200.000 veteranos del ejérci to imperial detenidos
duran te 6 años en la Península , sin otro resullado
que el de haber anulado unas fuerzas que le habrían
servido a Napoleón para dict81' la paz a Europa. (CL:
Zabala, 1955:250-53; Oman, s. L: 178).

Reacci6n absolutista de 18 f 4 - f 820

Fernando VII, liberado desde el 7 de m arzo de


1814, llegando al suelo español el 22.
A pesa r de toda la revolución que habían su-
frido las instituciones españolas, el pueblo español
era en el fondo de su alma, totalm ente realista: para
ellos, la Nación había de tener siempre un Rey, sin
el cu al la primera carecerí a de signif icado. Además
los reaccionarios protestaron qu e no habían tenido
oportllllidad de organizarse para participar apropia-
damente en las Cortes Extraordinarias. Y en todo
caso, como decía nuestro epígrafe:
"una de l as peculiaridades de las revoluciones
consiste en que en el momento mismo en que el pue-
blo parece estar a punto de dar un gra n paso e inau-
gu rar rula nueva era , sucumbe a ilusiones del pasado
y pone todo el poder e influ jo t,1n costosamente con -
quistados en mallOS de hombres que representan, o
se supone r epr esentan, el movimiento popular de una
época ya terminada".
(MARX, 1966:37 )

Así se inició una corriente de fortalecimiento


de las antiguas tradiciones reaccionarias, que iba del
pueblo al m onarca, y de éste al pr imero, en un ir y
venir que iba recrudeciendo el clima y afán de re-
tomo al pa sado.
En todo el camino de regreso a l a capital, los rea c-
cionarios le pedian insisten temente al "Deseado" el
rest ablecimiento del absolutismo. peticiones formal-
men te planteados en un estilo retrógrado único en

273
el famoso " Manificsto de los Persas", cntusiástica-
mente firmado por 69 diputados realistas.
Si a esto añadimos la caída de Napoleón, sobre
la cual no cabía ya la menor duda, al entrar el 23
de abri l las tropas aliadas en París, -evaporándose
asi el terror que amcd.ren taba al cobarde d e Fernando
VII relativo a una represali a del Emperador en con-
tra suya-, la desilusión sufrida por las ma sas popu-
lares al observar que la tan sonada Constitución no
había eliminado por arte de magia al instante t odos
los graves problemas que las aquejaban, éstas se lan-
zaron a las calles a gritar irracionalmente "Vivan
las Cader.as". y a destruir salvajemente toda la obra
de renovación efectuada por las Cortes:
"Pocas veces ha contemplado el mundo un es-
pectá culo más humillante. Al entrar Fernando en
Valencia el 16 de abril de 1814, 'el alegre Pueblo se
unció a su carruaje y mani fest ó en todo momento
de palabra y obra su deseo de volver a tomar el
vicjo yugo, gritar:do ¡Viva el Rey absoluto! y ¡Abajo
la Consti tución! En todas bs v illas de importancia
la Plaza Mayor había r ecibido el nombre de Plaza
de la Constitu ción, grabándose ese nombre en una
placa o mojón erigido en ellas. En Valencia se retiró
esa pIJca y se sustituyó con una provisional de ma-
dera que llevaba la inscripción Real Plaza de Fentán-
do VU. El populacho d e Sevilla depuso a todas las
autoridades existentes, eligió otras en su lugar para
lodos los cargos que habían existido en el antiguo
régimcn y pidió entonces a estas autoridades que res-
tableciera n la Inquisición. Desde Aran juez h asta Ma-
drid el carruaje de Fernando fu e arrastrado por el
Pueblo. Cuando el Rey se apeó, el populacho lo l e·
vantó en sus brazos y lo m ostró triunfalmente al in-
menso concurso {rente al p.:llacio y en brazos lo llevó
hasta sus habitaciones. La palabra 'Libertad' est aba
escrita con grandes letras de bronce a la entrada del
Palacio de las Corles d e Madrid; el populacho se pre-
cipitó hacia ellas para arrancarlas; se encaramaron
coq escalas y fueron alTanCJndo de la piedra una le·
tra tras otra; y cada vez que ca ía una a la calle los
espectadores renovaban sus exclamaciones de entusias.

274
mo. Reunieron luego cuantos diarios de sesiones de
las Cortes, periódicos y manifiestos liberales encontra-
ron. formaron una procesión con las comunidades re-
l igiosas, el clero regular y secular en cabeza, amon-
ton8l"0n aquellos papeles en Wla pla za y los quema-
fon en político auto de fe; tra s de lo cual se celebró
una misa solemne y se cantó un Te D eum en acción
de gracias por el triunfo".
(MARX, 1966,132-33 ) .
(Cf., SEVILLA, 1966,21 -22 ) .
(ZABALA, 1955, 273-77 ) .
MARX, 1966,90) .

POr todo ello fue lógico que Fernando Vil, des-


pués de algunas promesas iniciales de posibles medi-
das liberales (m antenimiento de las Cortes, de la li-
berta d de im prenta cor:stilucionalmente establecidas,
etc.), se desen masca rara, efectuando innumerabl es a-
rrestos. destierros y masivas ejecuciones de gran can-
tidad de afra ncesados y liberales en general. Además
publicó 6 volúmenes de " Decretos del Rey d on Fer-
Ila ndo Vil", en los que se fueron destmyen do con lujo
de detalles, U11a a una, tod as la s reformas introduci-
das por las Cortes Extraordi n aria s. (Cr.:ARTOLA,
1959, 10630-31; ZABALA_ 1955,277-81 ).
Así,
"cada uno de los años del primer periodo abso-
lutista registra una efeméride revolu cionaria".
(ARTOLA,1959,630-31)

Alzamiento liberal de 1820

Durante los 6 años de desbocado absolutismo del


Deseado Fern ando VII, la masonería jugó un papel
esencial en el m antenimiento de la conciencia revo-
lucion aria, estimulando la reali zación de gran can ti-
dad de levan tamientos en contra de la violación del
orden constitucional. efcctuados en los años de 1814,
1815.1 816.1 817 Y '1 819. que finalmente triunfaron
que ha sido conocido como el Trienio Constitucion al.

275
El cobarde gobernante, aterrorizado por la recu-
peración del poder por parte de los rebuldes, decidió
someterse servilmente, como era típico en su persona,
publicando el Decreto del 7 de m a.rzo de 1820, en el
que juraba la Constitución de 1812, manifestando pú-
blicamen te la con ocida frase: "Marchemos franca -
men te, y yo el primero, por la senda constitucional".
(CI. ; CHASTENET, 1967,220,223; STOETZER, 1966,
11,22; ZABALA, 1955, 284-88) .

Aparte de esto, disolvió la Inqu isición; convirtió


a los diputados de Cádiz arrestados, en Ministros;
etc. mientras las tropas del asturiano entraban en
Madrid y cantaban el " Himno de Ri ego", verdader a
Marsellesa liberal espaii.ola. Posteriormente se creó
una Junta Consultiva. que inten tó r etrotraer España
hasta el nivel de desarrollo institucional en que se
encontraba antes del regreso de Fernando VII en
1814.
CL DESCOLA, 1963,342-43; ZA BALA, 1955,
288, 319-320).

Repe rc usi 6n en América

Ante la crisis de la Monarquía Española in i-


ciada en 1808, Amér ica sufrió una anarquía ideo-
lógica, en la cual se debatían posiciones bastante
contradictorias:
a-Los reaccionarios y comodones, constituidos
fUll damentalmente por los funcio n arios españoles,
cre :an que la posición más legítima era seguír obe-
decimiento a Fernando VII, con el consecuente man-
tenimiento de las autoridades vigentes.
b--Los criollos, a pesar de que en su mayoría
defendían el principio de fidelidad al rey legítimo,
creían que debía de seguirse el ejemplo donado por
la Junta Central española, y const ituir a su vez, mo-
vimientos juntistas en el nuevo con tinente, que en
aplicación del "pac lum traslat ionis", establecieron
organism os soberanos en todos los n úcleos centrales

276
de América, aunque con el m anten imiento de cierto
vínculo con respecto a la Junta española.
c-Estando la infa nta Carlota Joaquina, herma-
na del cautivo soberano espai'iol, princesa españ ola
por tan to, aunque esposa del regente de Portugal
Juan VI, en estado de liber tad, y lo que es má s, en
continente americano ( Brasil ) , no faltó un impor-
tante sector que sostuvier a la legitimidad de sus D e-
rech os, con predomi n io sobre los de la Junta y los
del abdicante Fernando.
d-Los partidarios de la intervención francesa,
qu e constituían el grupo m enos numeroso, a pesa r
de que much os criollos seguían entusiásticament e
las ideas de la ilustración fran cesa.

(Cf.:SANCHEZ, 1967,1:553-54.
STüETZER, 1966, II: 256.
LüPEZ-CAMARA , 1954: 19-60, 130. 150, 150-1,
155,201-02, 231,
234-37, 79-80, 87 ).

El segundo gru po terminó constituy endo la ten-


dencia p redominante, que además se fa n atiznron con
la Con stitución de 1812; ésta eliminaba l os cabildos
oligárquicos y al alcance sólo de los peninsulares,
colocando en su lugar Diputa ciones P rovinciales de
elección popular. Ad emás en su Artículo 1'1 se est a-
blecía que la Nación Española era la unión de todos
los españ oles de ambos hem isferios: y en el 5'1 se
insistía en que todos 16s hombres libres nac idos en
la s Españas el'an españ ol es.
y a pesar de que en ella no se eliminaron los
impuestos desmedidos que pesaban sobre los ameri-
canos, ni se permitió el libre comercio, y de que
muchas de las r eformas pla nteadas eran de muy di-
fícil r eal ización, sobre todo en aquellos países donde
las au toridades se oponían abiertamente a semejantes
innovaciones ( recuérdese el caso típico del Capitán
General, presidente de la Audien cia de Guatemala.
don José de Bustamante y Guerra, apoyado en el
Arzobi spo don Ramón Casaus y T orres) ( Cf.: Sáenz,
195 7:418-20), sí se concedía la libertad de imprenta ,

277
que dio nacimiento a gran cantidad de periódicos
de amplia circulflción en el Nuevo Mundo, que
definitivamente contribuyeron a formar y estimular
la opinión.
Así, si bíen la reacción absoluta de 1814 acalló
algunas voces que apenas empezaban a levantarse,
por medio de un recrudecimiento de la represión
( eL Capitanía General de Gua temala), en otros
Jugares más bien sirvió para que los criollos n o
tuvieran que seguir usando más la careta del fide -
lismo al rey. y se pudieran lanzar abiertamente a
la guerra por la independencia. (Ce.: Stoctzer, 1966:
II ,223-24. 288. 229. 252) .

Reacci6n absolutista de J 823

Mientras tanto en España, después del triunfo


de la Revolución de Riego, empezó una época difi-
cil para los liberales:
"Mientras dos sociedades secretas, la de los
comunes y la de los carbonarías iban más lejos que
las logias masónicas y planeaban proclamar la re-
pública. los absolutistas organizaron un «ejército
apostólico» compuesto especialmente por religiosos,
campesinos y contrabandistas. Corría la sangre, l as
Cortes eran impotentes, el rey intrigaba en secreto
y se ponían de manifiesto los particularismos lo·
cales. España estaba al borde de la anarquía y evo-
"'aba la época medieval". (Chastenet, 1967:223).
y entonces. como una avalancha. se desploma
sobre la incipiente construcción la segunda oleada
de reacción absolutista, bellamente descrita por lean
Descola como sigue:
" ... la Santa Alianza se inquieta. ¡Con tal que
el movimiento revolucionario español no cruce los
Pirineos y no contamine. en un a dirección inversa
--fJuesto que de París procedía-, a la Fra ncia mo-
n á....q uica y después al resto de Europa 1 En el Con-
greso de Europa! En el Congreso de Viena se alza
la gran voz de Chateaubriand. La corona de Fer·
nando Vil está en peligro. ¡Hay que intervenir! Y
Luis XVIII, en su discurso del trono, proclama 50-

278
lemnemente: 'Cien mil franceses están dispuestos a
ponerse en marcha, invocando el nombre de San
Luis, para sostener en el trono de España a un nie-
to de Enrique IV'. A los diez años de haber pasado
de retorno la frontera franco.española las tropas del
emperador. de nuevo la cruza el ejército francés. El
duque de Angulem:t. jefe de la expedición. es re-
cibido como un libertador por los mismos h ombres.
--<:ampesinos, frailes y curas-- que habían sido el
alma de la resistencia contra Napoleón. Para ambas
par tes, el Cllcmigo ha cambiado. Ahora es a los
herederos espirituales de la Revolución Francesa, a
los 'afrancesados' de ayer. 'l iberales' hoy, a quienes
los soldados de Luis XVIII cmpujan hasta Andalu-
cia". (Descola, 1963,343-44).
Sin embargo para la mayoría del clero, los rea-
listas y el pueblo en general. este ejército no era ya
portador del ateísmo. sino de la fe de San Luis. Así
el ingreso del ejército del Duque de Angulema pare-
ció más un desfile militar que una invasión. teniendo
que desbandarse rápidamente las tropJs liberales.
Las Cortes abandonaron Madrid huyendo hacia Se-
villa y más tarde a Cádiz, llevando como rch én a
Fernando VII. Guarecidas en el mal defendido fuerte
de Trocadero, fueron vencidas fácilmcntc por los
franceses. que destruyeron ]a bandera l1ue ondeaba
en una de sus torres con la inscripción de "La Cons-
titución o la muerte".
De esta forma. para el 1" de Octubre de 1823.
Fernando es devuelto a las masas realistas. Embarca
en una falúa que le llevó al puerto de Santa M aría .
y de ahí a Madrid. donde entró como soberano. en
un carruaje tirado por 24 jóvenes.
y fiel a su tradición, el mismo l ' de Octubre.
pocas horas después de su liberación. el primer cui-
dado de Fernando VII fue e] de firmar un Decreto en
el que declaraba la nulidad de"
"todos los actos y decretos que se habían dado
en mi nombre durante los tres años que ha subsis-
tido el sistema de gobierno que me impusi eron y
me hicieron imponer a la Nación las bayonetas y
puñales de la facción revolucionaria". Cit. por:

279
Artola, 1959, 1:633. eL además: Chastenet. 1967:
223; Zabala. 1955 :295-30 1; Terrero, 1958:542).

El "t error blanco"

Mas no Se conten tó con eso FelTlando VII, go-


bet'nante bajo cuyo reinado se cometieron la más
grande cantidad de excesos con el manto de la po-
lítica. se derramó la mayor cantidad de san gre en
combates, se erigieron, sobre todo el mayor número
de cadalsos, se perdió el Imperio Colonial de Amé-
rica y se dejó planteada como herencia una guerra
civil. No podia el "Deseado" pagarle a los liberales
la revolución ('el 20 con un simple Decreto de
nulidad. En realidad fue mucho más allá, llegand o
a caer en tales excesos que bien puede dársele el
nombre de «Terror Blanco» a la época que vio el
nacimiento de la segun da reacción absolutista en
España:
" El gobielTlo legal dimite, las Cortes capitulan,
Fernando es 'libertado'. Tomará por fin una actitud
de rey? Nada de eso. Una vez más, el D eseado pre-
ferirá a la s soluciones nobles la de la venganza, Ven-
cedor en toda la línea -en gran parte gracias al
ejército del rey de Francia-. ¡le hubiera sido tan
fácil eligir la clemencia 1 Pero su mala índole es más
hICrte que todo. La depuración -la «purificación»-
será terrible. Ri ego. qu e personificaba la revolución,
es conducido al p fl tibulo en u n serón arrastrado por
un asno; después de ahorcarle_ descuar tizan su ca-
dáver 1. El Empecinado, gran héroe de la Indepen-
dencia. corre una suerte peor aún. En cerrado du-
rante diez meses en un calabozo, le sacan los d ías de
mercado para exponerle en una jaula a los insultos
del populacho . Ya camino del patíbulo, uno de sus
verdugos se mofa de él con la propia espada del
guerrillero que antaño se cubriera de gloria. El Em-
pecinado, loco de ira. sacude sus cadenas, las r ompe y
<tcomete al insoler.te. Pero tropieza, cae, le matan.
Los constitucionales son perseguidos; los masones,
decla rados enemigos del trono y del altar, reos de
pena de muerte. Es el Terror Blanco. Ln h eroína de

280
esta etapa es Mariana Pineda_ condenada a garrote
por haber heredado en la bandera de Castilla la s
palabra s nefandas: Ley, Libertad. Igualdad". (D es-
cola, 1963,344).
y asÍ, en un abrir y cerrar de ojos, los valores
más elevados, y los ideales más intensos del libera-
lism o español se esfuman una vez más del panorama
español, dejando una senda inútilmente sa ngrienta .
Sin embargo no todo ha sido en vano, y en realidad
la labor de los Constitucionalistas d el 1812 ha em-
pezado a dar sus frutos. Porque, dichosamente, ya
para entonces, gran cantidad del Continente Am ~­
r ica no se había independizado!

BIBlIOGRAFIA

ARTQLA, MIGUEL, 1959


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ZABALA y LERA. PIO, 19S5

" ante un a muchedumb re que le hab,a acompañado con insultos,


entre v; \' a ~ al rey absoluto; su~ restos fue ron repartidos por varias
localidades de España", "Las Comisioncs militares y las Juntas de
la Fe in iciaron, d'ce Bal1csteros, 'una :le Cf,mencs juridiCOl', de ase-
sinatos y pro«ripcioncs (alcanzaron a 100.000 pcrsonu ), que dcs-
dor.n los an,,'es de la dcs.enturad.-. EspMia'. 'El r~¡men .bsoluto
corncn~6 los liberal;:s eran ~idos como fteras !erOCdl,., ..
'Ciento doce personas fueron ahorcadas y fusiladas en 18 días, entre
dIos algunos j6vena; de 16 .-.ños'" (TCTTCro, 1958,H'2-43).

281
SUBYERSION EN LA CAPITANIA GENERAL DE
GUATEMALA

Pro/. José Luis Coto Conde


LA CAPITANIA GENERAL DE GUATEMALA


EN LA PRIMERA DECADA DEL SIGLO XIX

H acia 18 10 la Capitanía General de Guatema-


la había experimentado los efectos de una poderosa
corriente de europeización la que, incrustada en
cada población, grande o pequeña, ofrecía un pin-
toresco a la vez que complejo conglomerado humano.
Instituciones políticas, religiosas, económicas, socia-
les y culturales. en obligada competencia, crecían
y se desarrollaban . Capitanes generales, goberna-
dores, alcaldes mayores, obispos y arzobispos, con
toda su cohorte de funcionarios y servidores, se mez-
claban con elemen tos criollo e indígena , dando al
ambiente esa car acterística tan hispanoamericana a
u na sociedad que pugnaba por un afianzamiento en
el suelo de la Capitalúa General, desde Chiapas
hasta los limites de la Provincia de Costa Rica con
el Virreinato de ueva Granada.
Una pompa con mucho de cortesanía a la crio-
ll a, se desenvolv ía en la ciudad de Guatemala, centro
político y social de la Capitanía Gen eraL Allí, donde
la aristocracia peninsular tenía sus más conspícuos
representantes, el Capitán General, la Real Audien-

285
cia, el Cabildo y el ArLobispo constituían el centro
nervioso de ese vasto territorio.
La In tendenci a de San Salvador había adqu i-
rido cier ta importancia debido a su vecindad con
Guatemala. Muchos de sus elementos cultos habian
pasado por la Real y Pontificia Universidad de San
Carlos. El contacto con los guatemaltecos era fre-
cuente, casi obligado.
Las provincias de Honduras, N icaragua y Costa
Rica se desalTOllaban con más lentitud y menos ac·
tividad económica. Nicaragua, cuya Universidad de
León no se fundaría antes de 1816. tenía su obispo
y algunas ciudades y pueblos de alguna importancia,
pa recia d'O'stinada a u n halagüeii.o fu turo. Costa Rica
nutría su intelecto en la Universidad de San Carlos.
En Honduras el puerto de Trujillo era el más im-
portante de la zona. El elemento indígena seguía
siendo mayoritario en buena parte de la Capitania
General. Usos y costum bres autócton as privaban en
numerosos centros de población no muy alejados de
las ciudades más importantes y aun en ellas mismas.
i el idioma peninsular ni la reUgión divulgados por
los misioneros habían penetrado a todos los rinco-
nes del territorio. Extrañas mezclas de creencias bu-
llían en las mentes de mestizos e indígenas. U na
europeización americanizada diriase que alimentaba
buena parte del pensamiento del criollo.
Sin embargo, Universidad e Iglesia, unidas a las
experiencias de viajeros, iban transfonnando buena
parte del medio urbano y habían aparecido ciertos
núcleos de cultura super ior que, insensiblemente ad-
quiri eron cierta carta de ciud:ldanía, credencial su-
ficiente para ser respetados. Materialmente la Ca·
pita nía ertneral, no obstante tener innumerahles re-
cursos, la no explotación racional de los mismos,
unida a monopolios y prohibiciones irritantes, h acia
que la miseria, más que la pobreza, pasara sobre una
adecuada salubridad.
Cierto es que España había legislado con el
propósito de obtener para su mundo de ultramar una
mejor convivencia humana, pero la misma vastedad

286
del terr itorio h acía casi inoperante consider able parte
de aqu ellas leyes.
En la CapitaIÚa General como en el r esto de
Am érica, el sentimiento de arraigo a la t ierra habia,
por parte de criollos y mestizos, debilitado consi-
derablemente la fu erza de atracción que en alguna
época ejerció la Metrópoli y algo asi como «esta
tierra es m ia», fue creando una conciencia de los
derechos que nacían, vivían y morían en algo tan
prop io como la vida misma. Y de este pen samiento
h ubo de llegarse a la convicción de que era necesa-
ria una par ticipación más directa y efectiva en el
gobiemo y adm in istración de la provincia. La lucha
del cr iollo tendiente a obtener una repr esentación
en los cabildos fue ten az y constante.
El término «amer icano» comenzó a marcar di-
ferencias entre éste y el peninsular. Es posible que no
h u biera clara concien cia de h ermandad hispanoa-
merican a. No obstante, en la Capitanía General de
Guatemala se sentían las vibraciones de las guerras de
independencia en América del Sur y en México. Los
nom br es de Bolívar, San Martín, Morelos, H idalgo
y otros eran muy conocidos y sus ideas y aspiraciones
eran igualmen te com parti das.
El enciclopedismo penetró en toda la América
Española y contri buyó poderosamen te a romper con
el sometimiento del criollo al español. Estados
Unidos y después F rancia, señalaron derroteros de
triunfo libert:lrio. Y qué decir de los efectos de la
invasión francesa a Espaii.a? Las siniestras figuras
de Carlos IV y Fernando VII irrump en grotescamente
en el escenario español. Al descontento que en Amé-
rica produce la tragedia en la P enínsula, sigue la es-
peranza en las ju ntas patrióticas y la derrota de
Bail én en 1812 . La Junta Central de Sevilla asume
la soberania durante el cau tiverio del indigno Fer-
nando VII.
En los días de la entr ega en Bayona, era Ca-
pitán General de Gu atemala don An tonio GOllzález
M oll inedo y Saravia. A p esar de las dificultades eco-
nómicas, ordenó levantar una suscripción para ayu-
dar a España. Se obtuvo más de un' m illón de pesos.

287
La Junta Central de Sevilla fue sustituida en
1809 por un Consejo de Regencia. Este dispuso con-
vocar a Cortes para Lo que era necesario elegir un
diputado por cada capital de partido. Los ayunta-
mientos deberí<ln dar inSl1ucciones precisas a sus
representantes.
El Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala
nombró al canonigo Doctor don Antonio de Larrazá-
baI. Las instrucciones que llevó a las Cortes fu eron
redactadas por el regidor decano · don José Maria
Peinado y con tenían sugerencias notables en cuanto
a la forma de gobierno constitucional que adoptaría
la mon arqu ía esp añola. Ped ía igualdad de repre-
sentación para los países americanos y autonomía
gubernativa para éslos. El documento fue abierta-
men te aceptado por considerable número de ayunta-
mientos de Hispanoamérica.
En marzo de 1812 las Cortes, reunidas en Cádiz,
emitieron la Constitución que venía a resolver una
serie de problemas a los americanos. El canónigo
Larrazábal y el presbítero don Florencia del Cas-
tillo, éste representante de Costa Rica, tuvieron una
brillante actuación en las Cortes.
Con todos su defectos, la Constitución de Cádiz,
legitimó los Ayuntamientos y el criollismo vio al
fin coronnda una de sus aspiraciones: Las autorida-
des municipales serían producto de elecciones po-
pulares.

II

SUCESOS EN LA INTENDENCIA DE SAN SALVADOR

Después de 10 años de gobierno, el Capitán


General don Antonio González Mollinedo y Saravia
hubo de dejar su elevado cargo. Sin haber sido hom-
bre débil y tolerante, su gestión administrativa había
dejado impresión . Fiel a su alta inves tidura, acató
las disposiciones emanadas de la Metrópoli como la
relat iva a la libertad de imprenta. Por otra parte

288
cOlnbatió la indisciplina IX'lra lo que crcó el Tribunal
de Fidelidad.
En 1811 fue reemplazado por don José de Bus·
tam ante y Guerra. individuo que llegabi: precedido
de fama de hombre incorruptible a la vez que de
poseer un carácter fuerte. de ideas fijas, desconfiado
y ducho en la inquisi torial tarea del espionaje. Pro-
ced ía de Montevideo donde habí a dado pruebas feha·
cien tes de su inquebrantable lealtad a la Corona.
Con pocos días de diferencia, procedente de Nue-
va España donde ya habia puesto en relieve su de-
clarada enemistad con los insurgentes, se hizo cargo
del Anobispado de Guatemala el ilustrado dominico
fray Ramón Casaus y Torres.
Los sansalvadoreños venían resintiendo. desde
años atrás, la falta d e tacto de las autoridades espa-
ñolas en el tr ato de los criollos. Ciertamente éstos no
hablaban de independenc ia. Su malestar iba dirigido
al cambio de esas autoridades. Ya en 1810 el Tri-
bunal de Fidelidad h:l.bía enjuiciado a varios sansal-
vadorcños por considerarlos desleales a la monar-
quía.
El intransigente y desconfiado capitán general
Bustamante y Guerra tenia puesta su atención en la
Intendencia de San Salvador y encontró en don
Antonio Gutiérrez y Ulloa, su I n tendente desde 180S,
un eficiente colaborador desde que el carñcter e ideas
de éste se ajustaban en un todo al férreo conserva-
tismo de aquél.
La actitud del anobispo Cas:l.us y Torres frente
a sus subalternos los clérigos sansalvadoreños. hle
desd e el primer momento en que asumió su cargo.
de abierta imposición. Es de presumir que no igno-
raba ciertos rumores acerca de la rebeldía de algunos
de ellos, COm o los hennanos Aguilar quienes. en
efecto, repudiaban la inlolerancia y el poco tacto del
arzobi spo.
Un apreciable grupo de criollos enlre los que
estaba n don Juan Manuel Rodríguez, don Mariano
Fagoaga y don Manuel Morales, trataban de encon-
trar los medios para solucionar los serios problema~
que día con día se agravaban.

289
Ante la insistencia de que algo se tramaba en
San Salvador, Bustamante y Guerra optó por tras-
hdar a lugar seguro_ en agosto de 181 L más de
125.000 pesos de variada procedencia y 11.000 fu -
siles.
Ciertas publicaciones anti españolas pusieron d~
man ifi esto la presencia de un ambiente de h ostilidad
y rebeldía.
Ha quedado comprobado por quienes han pro-
hmdizado investigaciones en torno a los sucesos en
San Salvador, que la documentación que existe ('<:
sumamente escasa. Lo mismo sucede con relación a
los demás hechos acaecidos en el resto de la Capita-
nia General de Guatemala en el período que n,¡¡;l
ocupa.
No obstante, cabe h acer énfasis sobre el com-
portamiento de ciertos elementos del conglomerado
social de la época, los clérigos y los criollos seglares.
Los primeros_ cuya ilustración hacía parejas con su
prudencia debido a estar atados, por así decirlo, a
esa unidad Iglesia-Estado que les coartaba el libre
movimiento en el campo de las ideas. Aun los sacer-
dotes más avanzados no se atrevían a romper el
equilibrio, que no otra cosa era esa obligada fide -
lidad de la religión respetando al Estado y viceversa.
T anlo el presbítero José Matias Delgado como los
hermanos Vicente, Manuel y Nicolás Aguilar , (el
segundo residia en Guatemala) poseían espíritus
inquietos y comprendían que el estado de cosas ha~ta •
entonces imperante no era el más recomendable y
el cambio se imponía. Pero éste debería llegar po~'
otro conducto aún cuando ellos fu esen los princi -
pales promotores del mismo. Tanto los clérigos com'J
los criollos seglares sansalvadoreños a quienes "11
buena parle confiarían los primeros sus inquietudes,
estaban convencidos de que el dominio español h 3.bía
estorbado el na lural desarrollo y disfrute de tod,¡
clase de derechos. España había negado al pueblo
sansalvadoreño 10 que era lcgitimamenle suyo: su
soberanía. Y esta forma de ver la situación se d~ri­
vaba de un desgobierno nefasto que había llevado
la lnlendencia de San Salvador a un obligado rom-

290
pimiento con los españoles que tenían a su cargo su
administración.
En el fondo había Ulla protesta por los m ono-
polios que en mu chos aspectos de la econ omía tenia
el Estaclo Español, por los impuestos, por las alcaba-
las y estancos de aguardiente y tabaco. El pueblo.
ignorante e ignorado, satisfacía su disconfonnidad,
al menos en parte, entusiasmándose con las palabra s
de reivindicación quc a sus oídos pronuncíaban los
cr iollos más preparados. No siempre ese pueblo en-
tendía muy bien las cosas que se le decían. Su la s·
timoso estado intelectual lo hacía rehacio a los carh-
bias. Resulta difícil suponer en él un pensam iento
que tuviera como meta la separación de España.
La misma Metrópoli para una mayoría de ese puehIrJ
era algo tan vago e impreciso que su ima gen sólo lA
captaban los que sabían leer y escribir y eran ésto':
muy pocos.
El antiespañolismo popular, valga la expreslOn.
habíase despertado en fonna no muy ardorosa [lOt
cierto, y necesitaba siempre de la pennanente p3r-
ticipación de los cabecillas para mantenerse vivo.
El capitán genera l Bustamante y Guena, gnl -
cias a su eficiente servicio de información, sabía que
un movimiento rebelde se gestaba en la Intendencia
de San Salvador para los primeros días de enero de
1812. Esta situación, no ignorada por los sansalva-
dorei1os, unida a los rumores de que la seguridad de
los presbíteros José Matías D elgado, M anuel, Vi-
cente y Nicolás Agui18l' con·ia peligro, exaltaría 10:.
ánimos, recludeció el nerviosismo y precipitó los
sucesos.
Se afinna en el pueblo que se atentaría contrn
la vida del D octor Presbítero José Matias Delgadü.
Asimismo la prisión que sufría el presbítero dOIl
Manuel Agui lar en Guntcmala seguia siendo motivo
de profundo malestar. En la n oche del 4 de novíem-
bre el Intendente Gutiérrez y Dlloa tuvo qUl;! enfren-
tarse a un importante grupo de vecinos de la ciudacl
de San Salvador convocarlo al efecto por los scñor<'S
Arce, padre e hijo. Sobre la prisión del presbítero
Aguilar, el Intendente se lavó las manos pues res-

291
ponsabilizó dc ella al arLobispo Casaus quien era (·1
ún ico que podía decidir sobre el particular.
En previsión dc cualquier sorp¡·csa desagra rla-
ble, el Intendente dispuso estuviesen alerta las mi ·
licias.
El ambicntc de hosLilidad hacia los espaiíf\!cf,
parecía haccrse cada vez más tenso.
La residencia del presbítero Delgado fue desdc
las primeras horas del martes 5 de noviembre, ccntnJ
de conciliábulos entre importantes vecinos de la
ciudad, de idas y venidas de personajes quc estarían
estrechamente unidos a los disconformes con el e.c:tado
dc cosas a que se habia llegado después dc tantos
días de tensión entre criollos y cspañoles. Don Pcdr o
Alda ha dejado tcstimonio de algunos aspectos inte
resantcs de aquellas rcuniones. AIda habría llegaciJ
a casa del Doctor Delgado en compañía del conladUl
don José Mariano Batres. Estando alli, llegó clon
Manuel Delgado, hcrmano del presbitero y ha bri n
manifestado a éste que el Intcndcnte Gu tiér"cz y
UUoa no estaba dispuesto a ser apresado por dis-
posiciones populares y ser con ducido después al Ca-
bildo. Se habría acordado tomar presos a todos los
españoles. Para Alda aquello resllItaba algo inusitndo
y peligroso. Por esa razón habría traído a la m ('nte
de los presentes los trágicos sucesos de Nueva España.
El corrcgidor Moral es fue llamado a presenda del
doctor Delgado y demás asisten tes y allí se le habría
convcncido. pese a sus temores. para que pusiese a
los españoles en los conventos. en resguardo de su
scguridad. El propio Alda señala la certcza quc le
asistía para que qui enes tenían en sus manos el
mancjo de aqud la rebelión cra el grupo de criollos
más connotado y no la plebe.
Si era evidente que el principal propósito que sc
pcrscguia seria el dc obligar a renunciar :l. las
autoridadcs españolas.
Ante la constante preslOn de que era objeto,
pues la residencia del Intendente estaba rodeada por
va rios cicntos de disconformes aquél dispuso fur.ran
tocada s las campanas del Cabildo en la mañ,ma dc

292
ese martes 5 de noviembre. Hay que señalar que ese
era dia de reunión ordinaria de aquella institución.
Las autoridades peninsulares hubieron de en-
fren tarse a un pueblo dispuesto a llegar a extremos
insospechables si encontraba resistencia a sus pro-
pósitos.
En medio del calor popular, en el Cabildo se
designaron Alca lde de Primer Voto y Diputado de
la Plebe. Este últ imo tendría la representación po-
pular.
Ante los hechos consumados, los españoles qul.'
hasta entonces h abían ejercido la autoridad. venci
dos por el número de sus adversarios y temerosos d,~
represalias violentas, dejaron h acer sin otro interé-s
que no fuera el de salvar sus vidas.
Segu idamente se pasó a la Iglesia Parroqui 'll
donde se cantó un Te Deum, por el bUC'1l suceso quf'
constitu ía h aber obten ido tan importantes triun fo"
El 8 de noviembre se tomó una serie de acuerdos
en casa del diput1do de la plebe don Manuel José
de Arce.
Españoles con autoridad perderían buena parl~
de ésta segura m ente el dia 4. H ubo cierta prudenc ia
y comedimiento en el desa rrollo de los sucesos que se
narran . La actuación de los presbíteros Agu ilar no
se hizo sentir en la segunda reuni ón. El padre DcI-
¡sado. como invitado. se comportó con mesura. Los
denominados españoles americanos se mostraron se-
guros del respaldo popular. El Alcalde, según l a
" Rel ación H istór ica" que de los sucesos del 5 dC'
noviembre apa reció el día 8, recibió el apoyo del
pueblo. El historiador 1aru re señala que la con-
ducta de los sansalvadorcños en aquellos d ías debió
ser imita da en épocas posteriores. Don Manuel José
de Arce sería uno de los qu e habrían llamado 1I la
cordura y a l a calma.
El propósito de crea r cola Intendencia una
Junta Gubernati va Provincial queda de manifiesto
en la " Relación Hi stórica" atribuida a Manuel José
de Arce.
Los Ayuntamientos de Santa Ana y San Vi-
cente, desde el momen to en que conocieron de Jos

293 '
sucesos del 5 de noviembre en la ciudad de San
Salvador, pusieron cn relieve su discoruomlidad con
ellos y ex prcsaron la fidelidad a las instituciones
españolas. Más de media docena de poblaciones im-
portantes de la Intendencia como San Miguel y
J\letapá n, tambi én pennanecieron al lado de las auto-
ridades peninsulares.
Esta actitud. al menos en }><lrte, se explica por
el aprcsu ramicllto con que se llevaron a cabo los
acontecimientos. lo que no- pennitió hacer la pro-
paganda necesaria de los planes de acción. En varios
lugares se pensó en combatir con las armas el mo--
vimiento. En otras los pobladores tuvieron criterios
opucstos: unos a favo r y otros en contra del m ovi-
miento.
Con posterioridad al 5 de noviembre, hubo en
varias poblaciones de la Intendencia algunas refrie-
gas sin mayor trascendencia .
Al conocerse en Gua temab los sucesos d e San
Salvarlor ( 10 de noviem bre) el Ayu ntamien to se
muestra sorprend ido y acuerda enviar una diputa-
ción. El capitán general Bustamante propone a los
regidores don José María Peinado y don José de
Aycinena. A éste se le h abía confiado el gobierno de
la I nten dencia. El arzobispo n o se qucdó atrás y
env ió a fray Mariano Vidaurre como su represen -
tante. Los dos regidores "ran de reconocid a ten dencia
liberal.
Como las probabilidades de buen éxito en el
movi miento habíanse debil itado, los sansa lvadorcños.
con los presbíteros Aguilar y Delgado a la cabeza,
l poyados por los Arce. padre e hijo y otros, acordaron
recibir a los ('misarios de Guatemala para la pacifi-
cación.
Aycinena y Peinado estuvieron en varias po-
blaciones de la Intcndencia antes de la de San Sal-
vador. En Santa Ana se publicó el indulto para los
comprometidos el 5 de noviembre. Los mismos com-
prometidos fu eron a recibir a los enviados de Gua-
temala. quienes aceptaron la destitución del inten-
den le Gutiérrcz .Y UIlua a cambio de la disolución

294
de la Junta Gubernativa nombrada por los rebeldes.
Aycinen:l asumió el cargo de I ntendente.
La efímera libertad de que gozaron los san-
salvadoreños n o trascendió a la masa popular. El
propio Bustamante. actitud rara ('n él, no castigó a
los comprometidos.
M emorable fue el di scurso del doctor José Ma-
tías Delgado el 22 d e diciembre, una vez restable-
cido el orden en San Salvador, discurso conciliador
en el que in cluso censuró a qui enes tomaron parte
en los sucesos del 5 de novie mbre~ y felicitó a Gua -
temala por las med idas tomadas.
Sería hasta 1814 cuando un nuevo movimiento
anti español se gestaría en la Intendencia de San
Salvador con propósitos similares a los de 1811.

111

AGITACION EN LA PROVINCIA DE NICARAGUA

! o creemos del caso referirnos a los ~motina ­


mien tos que hubo en va rios pueblos de la Intenden-
cia de Sa n Salvador después del 5 de noviembre de
1811 pues ellos no ponen ele manifiesto las elevadas
mi ras de los sucesos de aquella fccln. Fueron mani -
festacion es popuJa res destin adas en buena parte a
entroni za r la confusión y 1-'1 anarquía para dejar
libre el camino a la usurpación y el pillaje.
Pero donde sí tuvieron resommcia y consecuen-
cias dramáticas los acontecimientos que habrían or-
ga nizado los presbíteros Delgado y A~uilar. don
José Manuel de Arce., don Juan Manu el Rodríguez
en San Salvador, fue en la provincia de Nicaragua.
El mercedario Benito Mil~uelena fue uno de
los principales promotores del movimiento anties-
pañol que estalló en la ciudad de León el lO de
diciembre de 1811, fecha en que ya eran muy co-
nocidos los sucesos de San Salvador . El descontento
de los criollos era general. El Intendente don José
Salvador, quien llevaba varios años de ocupar el

295

('argo, se habría hecho impopular. Se considcrab::t
una arbitrariedad la no inclusión de los criollos en
el gobierno ya que de esta negativa se derivaba Wla
serie de injusticias insoportables.
La Diócesis estaba encabez.ada por el obispo fra y
)l'icolás Garcia Jerez. furibundo enemigo de todo
cuanto fuera anLiespañol.
Los revoltosos llegaron a actuaciones que sor -
p ren d ie ron al Bri gadier don José Salvador qu ien tra-
tó de apacigu ar los ánim os. No l ogr ó su propósito y
hubo de renuncia r a su cargo. D c seguido se form ó
una Junta de Gobierno presidida por el obispo Ga rcia
Jerez m ed iador en el conflicto. En la primer a reu-
nión que hubo. a la que según se afirma, asistieron
más de cuatro mil personas., se acordó exigir a los
vocales el juramento al pueblo de prestar obediencia
y subordinación a la Junta. Se nombraron diputados
de los barrios. De éstos. la m1;yoría eran religiosos.
Se nombraron empIcados políticos y militares de
la Real Hacienda. A todos. incluyendo al obispo
Garcia Jerez. se les hizo pr estar el jurdmento de
rigor.
Resulta sign ificativo que la palabra "pueblo"
figura en los documentos con bastante frecuencia.
Diríase que se dcsc3ba dejar inequi voca constancia de
que al fin ese «pueblo» cra cl clector de sus gober-
nantes y administradores. No er a poco 10 que se
había conseguido: la renuncia del intendente don
José Salvador y la elección de una Junta Guber-
nativa.
El 24 de diciembre de ese mismo año. la ciu -
dad de Granada puso en evidencia su descontento
con las autoridades españolas al obligar a jefes y
subalternos peninsulares a hacer abandono de s u ~
ca rgos. siendo reemplazados por los criollos. Los
afectados con este estado de la situ ación tuvi er on
q ue abandonar 1<1 ciudad y rcfugínfse en Ma saYd.
Com o en León, .~f' nombró a.ml .TlIn ~a Gu bl?.rr: ativa y
se nombraron empIcados políticos y militares y de
el 8 de enero de 1812. los granadinos tom a ron la for -
taleza de San Carlos. Granada se unió a León en
intendente. Ambas Juntas de Gobierno aprobaron

296
suprim ir las alcabalas y los quintos y declararon
libertad de comercio en el Gran Lago y en el río San
Juan.
Son muchos los nombres de los granadinos que
lomaron parte en este importante suceso. Entre ellos
mencionaremos los de Juan Cerda, Telésforo Argi,ie-
no, Cleto Ben daña , Joaquín Chamono, Gregorio Bra-
camont e, Fausto Gómez, Gregario Robled o, Dolores
Espinosa. etc.
La gravedad de las convulsiones en Granada
preocupó sobremanera al capitó n genera l don José
Bustamante y Guerra. Su meditada y prudente reae·
ción ante los levantiscos sansalvadoreños no seria
llevada a la práctica esta vez. Ordenó el envío de
fuerzas armadas desde H onduras, al m :mdo del sar-
gento mayor Pedro Gutiérrez. Costa Rica prestó S1l
con tingente para combatir a los gra nadinos qu i en e~ .
con deci sión y coraje, se aprestBl'on a la defensa.
El 12 de abril de 1812 una avanzada de las
milici as españolas tuvo el primer encuentro con los
granadinos. Se sigu ieron en días sucesivos sangrien-
tos encuentros. La posición de l os granadinos se hacía
dificil Por ello el propio Ayuntamiento decidió en-
tablar conversaciones con el enemigo. El 25 se firmó
el documento que establecía la cesación de las hos-
til idades y el 28 las fuerzas del Capitán General en-
traban en ]a ciudad.
La capitulación de Granada se produjo en cir-
cunstancia s en que los rebeldes creyeron en las pro-
mesas, est ipuladas en el acto correspond iente.. de qU f'-
no habría represal ias para ellos. Los planes de Busta·
m ante y Guerra eran otros. Se dio comienzo en la
m isma ciudad de Granada a un juicio ri~roso R
cada u no de los principales comprometidos. Una
vez concluido. vein titrés de ellos fueron enviados a
Guatemala. El u'ayecto a pie fue un verdadero c;u-
plicjo. En el mes de julio de 1814 continuaban en
presidio y varios de ellos hIeran remitidos a Trujilb,
La Habana y Cádiz a continuar cu mpliendo su con-
dena. De nada sirv ió el indulto del 2 de setiembr:!
de 1814. Bustaman te y Guerra hizo gala de su arbi-
tariedad y ensañamiento.

297
Son muchos los documen tos que hablan de P;) ·
decimientos y torturas a que fu eron sometidos l os
granadinos en su prisión: celd as inmundas, salud
precaria, alimentación deficiente. La persecución ne-
gó a disponer fue ran embargados los bienes de los
comprometidos en los sucesos que hemos comentado

IV
LA CONJURA DE BELEN EN LA CIUDAD DE
GUATEMALA

La Constitución de Cádiz promulgada en 1812.


jurada en la ciudad de Guatemala el 12 de setiembre
de ese año, no hizo dar un paso atrás a don José ,-le
Bustamante y Guerra. Efectuadas las eleccion es para
la Diputación Provincia l, creyó seguir siendo amo
de la situación cuando en realidad dicha Diputaciól:
sólo era responsable an te las Cortes de Cádiz. Bus-
tamante atrasó, sin razones legales, la instalación de
aquell a Institución en Guatemala y dejó de lado
toda celebración que en homenaje a tal aconter;i-
miento era de esperar. Ante las repetidas y ya insc-
porta bies actitudes de irrespeto y soberbia del Ca-
pitán General, la Diputación Provin cial optó por de-
nunciar sus arbitrarierlades a la s Cortes. Pero la buena
estrella parecía seguir sien do favorable a los desig-
nios del Capitán General : el 4 de mayo de 18101-
Fernando VII, en la cima del poder. de un pluma?o
dejaba sin vigencia la Constitución de 1812 y el
absolutismo antiliberal volvió a gravita r sobre Es-
pañA y sus dominios de ultramar .
E] 4 de diciembre de 1812 tomó formal posesión
de sus funciones el nuevo ayuntamiento de la ciu-
dad de Guatemala . H abía sido elegido conforme a la
Constitución y lo integraban distingui dos elemen tos
como Eu!{enio Castillo. Al ejan dro Cabeza de Vaca.
Manuel Beltranen a, Sebastián M elón, Francisco Sal-
món, Antonio Juarroz. José Francisco Barrundi a, José
F rancisco Córdoba y otros.

298
Bustamantc y Guerra inició su serie de desa-
ciertos frente al nyuntatniento. Desde la negativa a
acatar la Real Cédul a que le obligaba a tratarle de
igual a igual, hasta creerse el dueño de la situación .
No comulgah.:'l. el Capitán General con el origen po-
pular de la elección de aquel Cuerpo.
Para fines de 1812 la ruptura entre Bustamante
y el Cabildo era inminente. Las respuestas del Capi-
tán General a los oficios del Ayw1tamiento eran
siempre en tono airado y soberbio. En oficio de 2 de
enero de 1813 a las Cortes, el Cabildo denuncia abier-
ta oposición de Bustamante a la exacta aplicación
de la Constitución del afio anterior. Se resentía del
lenguaje impropio empleado por la primera autori-
dad peninsular. Antojadizamente retrasaba todo 10
concerniente a elecciones que deberlan hacerse pre-
sentes en Cádiz. En 10 relativo a la libertad de im-
prenta declarada en la misma Constitución. Busta-
m ante exigía le fueran mostrados los escritos de su
publicación y. como si no fu era suficiente, de las
peticiones del Cabildo a las Cortes se desprende que
el Capitán General detenía en su poder las dispo-
sicionps em:madas de aquellas, razón suficiente para
solicita r se le enviaran direct.amente a dicho Ca-
bildo aquellas dispnsiciones a efecto de darlas a cono-
cer al pueblo.
El Capitán General intervenía hasta en aquellos
asuntos que no eran de su jurisdicción. Con respecto
a los prisioneros p:ranadinos llegados a Guatemala en
julio de 1812. el trato inhumano que recibieron
exasneró al Cabildo ¡n.¡atemalteco. quien destítuyó
al alcaide por sus cnlelrlades para con los detenidos
nicaragüenses.
y para rematar la situación. el arzobispo Casaus
y Torres se enfrentó a su vez al Cabildo al ne~ar a
éste el derecho a visitar los conventos donde huhies<'
presos por disposiciones eclesiásticas.
Hacia 1813 puede decirse que el Cabildo de la
ciudad de Guatemala tenía serios problemas con to-
dos los representantes españoles. No obstante esta
situación. bullía en la mente de los regidol'CS el deseo

299
de llevar a la práctica una serie de innovaciones que
encontraban su respaldo en la Constitución.
En los primeros días de agosto de 1813 el Ca-
bildo recibió respuesta a sus quejas contra Busta-
mante y Guerra. La misma con frases almibaradas,
dejaba la situación como estaba. En otro oficio, el
C3bildo pidió un pronunciamiento concreto sobre las
disputas con Bustamante.
De todos estos conflictos estaba enterado el pue-
blo quien compartía la indignación del Cabildo.
Poco a poco desde España fueron llegando no-
ticias desa1.entadoras. Las quejas de enero de 1813
contra Bustamante y el arzobispo Casaus no fueron
tomadas en cuenta. En la Península comenzaba a
r espirarse la vuelta al conser vatismo. La Constitu-
ción parecía t ambalearse.
Ante algunos comen tarios que corrían de boca
en boc<l sobre una posible continuación en el mando
de Bustamante y Guena, el Ayuntamien to optó por
escoger su propio ca n dida to en la persona de don
Vicente de Aycinena, quien había dado pruebas de
talento y hon estidad en los Ayuntamientos de 1809
y ISI0.
Bustamante se sentía muy seguro de su poder
sobre todo a partir de las nuevas instrucciones, mar-
cadamente conservadoras, que de España habían
llegaclo pan. los Cabildos. que disminuían las atri-
buciones de los regidores y fortalecían las del Ca-
pitán General. Este rudo golpe decepcionó a los crio-
llos al extrema de qu e el pr oyecto al que con tanto
entusill smo se h abían sumado todos para erigir un
momento a 1:1 Constitución, quedó r educido a la
colocación de una simple pla ca en la portada prin -
ci pal del Ayuntamiento.
En las elecciones de regidor es de diciembre de
1813, Bustamante se creyó autor izado para inter-
venir favoreciendo a amigos personales y per mitiendo
que un pariente distribuyera papeletas de electores
en contravención de todas las disposiciones vigentes.
Así las cosas cuando el infatigable don José de
Bustamante y Guerra fu e informado por sus soplo-

300
Des incondicionales de que se tramaba una conspi-
ración contra las autoridades españolas.
El convento de Belén fue sorprendido en la
noche del 21 de dicie:mbre de 1813 por la irrupción
que en él hi cieron los hombres de don José de Bus-
tamantc, irrupción que culminó con el apresamiento
de varios religiosos entre los que estaban el prior de
dicho convento fray Juan Nepomuceno de la Con~
cepción. el presbítero Tomás Ruíz y otros, acusados
de conspirar contra el gobierno.
En los día s siguientes se detuvo a considcrablc
número de civiles y m ili tares. Bustamante y Guerra,
el 14 de enero de 1814, inició causa contra el sín~
dico José Venancio López al mismo tiempo que pedía
fuera arrestado el regidor don José Francisco Ba-
rrundia, quien con otros ;nquietos guatemaltecos, se
había ocupado en sitio seguro. H ay ciertas eviden-
cias que han venido a demostrar, en alguna forma,
que de cuanto pasó en el Convento de Belén desde
el mes de octubre de 1813, no era secreto para DU~
merosas personas de la ciudad de Guatemala.
O c las declaraciones hechas por denunciantes
y testigos de los hechos, se desprenden dos versiones:

r'-Se dijo que la primera rewúón en el citado


convento había sido el 28 de octubre. En ella se
acorJ aria un plan d e conspiración que fue asegu-
rado para su realización mediante lill juramento. Una
segun da rewúón habríase r ealizado en casa de los
hermanos Bedoya, Cayetano y Mariano, cui'iados
del prócer don Pedro Molina. En esta ocasión se
habda nombrado jefe del movimiento al prior del
Convento de Belén fray Juan Tepomuceno de la
Concepción. Allí el presbítero doctor Tomás Ruiz..
ilustrad o y fogoso indígena, habría entusiasmado
a los presentes leyendo párrafos vibrantes del patrio-
ta m exicano Morelos. A esla reunión habrían asis-
tido dos tenientes del ba ta llón fijo, José de la Llana
y Mariano Sánchcz. Don José Francisco Barrundia
no estaba presente en esta oportunidad.
El teniente de la Uana , que con su colega Sán~
chez denwlció fl los «conspiradores», declaró haber

301
leído el plan de éstos que consistía en disparar un
cohete la noche del 24 de diciembre, scflal acordada
para iniciar la revuelta, la que sería apoyada por las
m ilicias ya ganadas a favor de los «conspiradores».
Se pasaría de inmediato a librar a los granadinos que
estaban presos. Se pediría la participación de algunas
poblaciones import3nles y desde luego, Bustamante
seria apresado, las cajas reales confiscadas y lodos los
espailOles que no secu n dasen el movimiento, serían
arrestados.

U' -La otra fonna de presentar los sucesos dada


por otros declarantes entre los que se encontraban los
h ermanos Badoya: no habría existido ninguna cons-
piración y todo scría producto de la fantas ía y mala
fe de 105 dcnunciantes. Si habrianse llevado a cabo
reuniones en el convento de Belén, pero ellas ten-
drían por objeto el juego de las cartas, a invitación
de (ray Juan Nepomuceno. A estas reuniones h abrían
concurrido jóvenes sin mayor influencia política y
sociaL Como sucede en estos casos, las conversaciones
habrían tocado muchos tcmas entre los que no podían
faltar los de la polítiCJ.. LJs Cortes de Cádiz y el
capitán general Bustamante ocuparían la atención
de los prescntes. Se indica en la declaración que nos
estamos refiricndo, que el n úmero de asistentes era
cada vez mayor y, al parecer. no se tomaba en cuenta
filiaci ón alguna para ser admitido. Esto pennitiría
quc allegados a Bustaman te tuvieran a éste informado
de cuanto allí se decía desde los primeros instantes,
agregando e in terp"etando palabras. Lo cierto es que
nunca se habría llegado a cpncretar n ada.
Como puede comprenderse, ambas versiones se
asientan sobre bases poco firmes. La delación no
puede tomarse sino como el resultado de una misión
cumplída por subalternos a superiores. Las decla ~
racioncs tomadas en el juicio pudieron ser la conse-
cuencia de un natural deseo de defensa propia. No
se encontraron plUebas escritas de planes. No obs-
tante, el Capitán General actuó con extrema rigidez.
Es posible, que la forma drástica se debiera más
q ue a la trascendencia y gravedad de la llamada

302
Conspiración o Conjura de Belén, a un deseo de dejar
clar amente señalado cuál sería el camino a seguir
si realmente llegare a producirse el movimiento in-
dependentistü. Los acontecimientos en la América del
Sur y México inquietaban a Bustamante desde que
la lógica decía cuán peligrosa el'a la situación. que
la Capitanía General no tardaría en seguir el ejem-
plo de los insurgentes que Bolívar, San Martin.,
Morelos. Hidalgo. y tantos otros estaban dando en
el imperio español americano.

v
OTRA VEZ LA SUBVERS iON EN SAN SALVADOR

A mediados de setiembre de 1812 don José de


Aycinena, coronel pacificador de San Salvador en
1811 , hubo de irse a España a ocupar un importante
cargo. Las funciones de Corregidor Intendente fueron
puestas en manos del coronel José María Peinado
por Bustamante y Guerra y esta dctenninación fue
aprobada por la Regencia . Era notoria en San Sal-
vador la actitud hostil hacia el capitán general de-
bido a las constantes arbitrariedades de éste. Pasó
algún tiem po sin que hu biesen síntomas de nuevos
disturbios.
Algunos rumores corrieron en los meses de mar-
zo a setiembre de 181 3. Entre éstos. se decía que el
pr esbítero don José Matías Delgado estaba preso en
la ciudad de Guatemala.
El l ' de mayo de 1813 unos sansalvadoreños
escribieron a José María Morelas en ueva España.
Lo hicieron don Juan Manuel Rodríguez. don San-
t iago José Celis y don Miguel Delgado. Se ídenti-
fican con los propósitos de Morclos y le piden les
comunique sus proyectos.
El 25 de diciembre de 1813 en la elección de
miembros del Ayuntamiento de la ciudad de San
Salvador, los criollos obtuvieron el triunfo.

303
La acclOn no del todo pública de los hennanos
y presbíteros· Aguilar fue tácitamente admitida por
el pueblo.
Era notoria la satisfacción popular. Por su parte,
cl Ayuntamiento metió sus manos cn cl llamado
Cuerpo de Voluntarios Honrados de Fernando VII.
Esto provocó la molestia de Bustamante y Guerra.
como era de esperar.
La situación se hizo más tensa cuando se supo
que el Ayuntamiento planeaba hacer de lado al
intendente Peinado. Este se les adelantó y el 23 de
enero hizo llegar a su casa a los miembros donde los
amonestó y recordó que él, Peinado, no era hombre
que se detenía ante nada cuand o se trataba de cu m-
plir con su deber.
La prisión de dos alcaldes de barrio vino a haccr
más difícil el estado del problema. Uegó incluso a
redactarse un proyecto de Constitución. Sc tiene casi
la cel1e7.a de que los presbíteros Aguilar cran los
principales propu lsores de ese nuevo movim ien to.
También intervinieron don Manuel José de Arce,
don Juan Manuel RodríguC'z, don Miguel Delgado,
don Santiago José de Celis y otros.
Lfl libertad otorgada a los alcaldes que habian
sido reducidos a prisión por supol":érselcs complicados
en proyectadas rcuniones contra la seguridad del go·
bierno. al parecer dio optimismo a muchos discon-
formes que habían intervcnido en conseguir dicha
l iberación. Algunos vecinos de import ancia de la
ciudad de San Salvador celebraron varias reuniones
y tomaron ciertos acuerdos que tendian a apoderar-
se de las annas de las miEcias de la Intendencia. Se
planeó impedir el acceso de alimentos a la ciudad
y se esperaba de esta medida obligar a una rendi.
ción sin mtlyor resistencia. Figuraban como activos
cabecillas don Manuel José de Arce, don Miguel
Delg1do. don Juan Manuel Hodríguez y otros.
La n oche del 24 de enero de 1814 hubo algunos
encuentros armados entre las milicias dc la Inten-
dencia y los revoltosos. Las bajas no se hicieron es-
perar y no obstante la violencia y arrojo que carac·
terizó el primer ataque de los rebeldes, éstos se des-

304
moralizaron y desde ese mOmento el Intendente, que
esperaba refu erzos pedidos a poblaciones vecinas, fue
dueño de la situación en el transcurso del dia 25.
Ese mismo día se procedió a la captura de mu-
chos comprometidos: el alcalde don Juan Manuel
Rodríguez. el síndico don Santiago José de Celis, el
padre don Mariano Lara, don Miguel Delgado, el
regidor Cr isógono Pérez, el escribano del Cabildo
don M ariano Fagoaga y una docena más de impor~
tan tes co m prometidos y sos pechosos . No obstante que
la ley marcia l fue decretada ese mism o dia, muchos
de los pa rticipantes en la asonada lograron escapar.
Entre ellos estaba don Manuel José de Arce quien al
fin fue apresado en mayo de ese año.
La información que se inició de inmediato, for-
zosam ente hubo de ser lenta: las pruebas y testi-
m onios no abundaban.
Los presbíteros Aguilar, don Nicolás y don Ma-
nuel, hicieron uso de una solicitud del Ayuntamien-
to, pronunciar on sermones alusivos a los aconteci-
mientos. El Intendente, que h abía sido el de la idea,
cr eyó que la paz y la concordia podrían llegar a tra-
vés de la pala bra sagrada. Pero ambos sacerdotes,
sobre todo don Manuel, pronunciaron fr ases de a bier-
ta censura a las autoridades por su falta al cumpli-
mjento de la Constitución . Como el padre Nicolás
Aguilar fungía como Vicario interino, el I ntendente
le pidió castiga ra a su hennano don Manuel por
haberse excedido en sus palabras. Ante una respues-
ta nada satisfactoria, Peillad o destituyó a don Ni-
colás el que huyó a Guatemala. Allí cayó en manos
de B ustamant~ quien extendió su mano de hierro
ha sta los otros henn an os, don Manuel y don Vicente.
Desd e esos días, la vigilancia sobre San Salvador
fue minuciosa y constante.
.La muerte m isteriosa en el calabozo de don
Santiago José de Celis deja pendiente lID cargo cri~
minal sobre los gua rdianes de tan ilustre ciudadano.
La Rea l Cédu la de 25 de enero de 1817 decretó
indulto para todos los prisioneros por asuntos po-
líticos. De él disfrutaron los reos nicaragüenses que
se encontraban en España. Pero estaba escrito que

305
el capitán general Bustamante y Guerra haría todo
cuanto de su parte estuviera por incumplir aquella
d isposición real, alegando esto y aquello y dejando
fuera de aquel derecho a muchos prisioneros entre
los que se encontraban los de Granada, ciudad de
Guatema la y San Salvador.
Mucho tiempo debería pasar antes de que todos
los compr.:ndidos en el indulto lograse su liberación.
Las quejas eran numerosas y frecuentes al Rey. Unos
pocos lograron lo que deseaban antes de 1818.
Después de siete años de gobierno, don José Bus-
tamante fue destituido por considerarse justas las
quejas de los guatemaltecos que pedían fuera sepa-
rado de su cargo. El 3 de marzo de 1817 fue nom-
brado en su lugar don Carlos de Urrutia quien en-
traria en sus funciones el 28 d e marzo de 1818, pues
recibiría el gobierno de manos de Bustamante. En
marzo de 1821, delegó el mando en don Gabino
Gaínza subinspector de hacienda.

CONCLUS IONES

Es evidente la importancia de los movimientos


acaecidos en la Cnpitanía General de Guatemala en
el período que se ha comentado. Se h a hecho refe-
rencia a lo de mayor significación por su contenido
y consecuencias. Fue una sucesión de hechos en donde
quedó manifestado el disconformismo con las auto-
ridades españolas desde Guatemala hast a Costa Rica .
Fue el sentimiento criollo oponiéndose a una discri -
minación que ya se hacía insoportable. Se pedía el
cambio de españoles por criollos. Uegado ese cam-
bio vendrían disposiciones nuevas en beneficio del
hispanoamericano, del mestizo y, tal vez, del indígena.
L:ls cambios los pedían en su mayoría quienes
tcnian un fuerte y determinante acervo cultural es-
pañol.
No estuvo presente en primer plano la idea de
la independencia absoluta de España. Fue el natural
rcsentimiento del que se ve pospuesto a un último

306
!ugar. Los documentos son escasos y los que han
llegado hasta nuestros días vagos. imprecisos. La in-
terpret::lción de alguna s frases y de algunos sucesos
que hace el investigador solo trata de hacer un poco
de luz y no siempre lo logra .
No contradice lo anterior la actitud asumida por
don José de Bustamante y Guerra. Lo acontecido en
San Salvador el 5 de noviembre de 1811 no fue re-
primido can energia. Había sido una sublcvación
donde no se habían escuchado diatribas con tra Es-
paña o contra el Rey. Vinieron los levantamientos de
L:!ón y Gl"anada en diciembre de ese mismo ailo. La
indiscipl ina estaba a 13 vista. Los cambios dc las auto-
ridades por medio de la fu erza no eran recomenda-
bles. Había que dar una lección sobre todo a los
granadinos más díscolos y agresivos. La prudencia
en San Salvador n o cabía observarla aquí. El Capitán
General no era un ingenuo. De estos hechos de ca-
rácter local podía llegarse a otros de mayor trascen-
dencia . Todo el mundo hispanoamericano estaba en
armrls conlra España. La Capitanía General de Gua-
tem ala no tenía que ser una excepción. Buena o ma-
la la medida, los grrln adi n os rumb3 ron a Guate-
mala a purgar sus falta s.
La llamada Con juración de Belén irritó más a
Bustamante y Guerra. Era en su propio vecindario
donde se atentaba contra cl gobierno y aún cuando
les planes no fucron encontrados en forma escrita,
pese a las contradicciones. algo se sacó cn limpio
para dar lugar a un proceso.
Cuacdo en 1814 por segunda vez San Salvador
puso de manifiesto que sus protestas y peticiones de
1811 seguían en pie, no se exteriorizó el anhelo d e
separarse de España. Y h acicndo gala de su inflexi-
bilidad, el Capitán General se dio a la para él grato.
tarea de castigar a los envu eltos en la asonada.
Por otra parte, son muchas y a veces inexpli-
cables las actuaciones dc los principales promotores
o presuntos promotores. La prudencia pudo ser factor
importante en su comedimiento. Hay casos en que
resulta bastante difícil apreciar la verdadera posi-
ción de los actores. Los procesos seguidos no nos per~

307
miten forma.rnos un juicio cabal de los ind ividuos
que fueron sometidos a ellos. Temores, presiones y
desconfianzas diríase que gravitan en las declara-
ciones.
L 1 duda persiste en numerosos casos. Si bien
los esfuerzos realizados por ese puñado de hom-
bres ilustres se vieron frustrados ante el empuje de
las milicias, no menos lo es que la Capitanía General
salió. aunque efímeramente, de un letargo de siglos
y más de uno de los que a ello contribuyeron, tu-
vieron en el mom~nto de la Independencia y poste-
riormente a 1821, brillante actuación de hombres
libres. Si entre 1811 y 1814 sus deseos de libertad
no parecen haber ido más allá de un gobierno local
crioUo. sin rompimiento con España, este ya es un
paso atrevido y audaz que, a no dudarlo. haría me-
ditar en algo más acorde con una total liberación.
y para lenninar y reafinnarnos en la presencia
de esa como nebulosa que todavía persiste en torno
al ideario de algunas de las m ás import:mtes figu-
ras de los hechos com entados, diremos algo sobre
un oficio de fecha 29 de diciembre de 1811, es decir,
algunos meses antes de la promulgación de la Cons-
titución de Cád.iz.
Se trata de una carta que el Ayuntamiento de
la ciudad de Sa n Salvador envía al de la ciudad de
Guatemala. un poco menos de dos meses despu~
de los acontecimientos del 5 de noviembre. Finnan
el oficio José Aycinena, José Maria Peinado, José
Matias Delgado, Manuel de Rosales, Juan Miguel
Bustamante, Bernardo de Arce. Juan Delgado, José
Inocente Escalón. Francisco de P aula Vallejo y Ma-
lina, José Día z del Castillo y Mariano Fagoaga. El
documento es el siguiente :

M. Y. S.

Apenas este Ayuntamiento esp eraba respirar de


la agitación en que los movimientos JXIPu]ares des-
graciadamente acaecidos en esta ciudad lo havian
tenido. cuando la llegada del correo de León ha lla-

308
mado toda su atención y dispertado sus cuidados.
La ciudad de León conmovida el 13 del corriente ha
mudado la forma legal de su Goviemo, y instalado
una Junta cuyo reconocimiento pretende. Asi consta
de los documentos que traxo a este Cuerpo el Sr.
Corregidor Intendente O. José de Aysinena, que h a-
viendo en el manifestado el Sr. Decanso de V. S. D .
José María Peinado los nobles sentimientos_ que
animan á ese . Cuerpo. y la necesidad de la per-
petua unión en todas las partes que forman el Rno..
este Ayuntarnto. que pretexta la suya inviolable a
V. S., y que en ningún caso separará su opinión ni
dros. de los de V. S. por la ciega confianza que le
asiste de las rectas inten ciones que animan á ese
Yltre. Cuerpo, y de su noble e inalterable a dección
á la justa causa. no ~e lo manifesto gustoso á la Di -
putación de V. S. sino que acordó h <>cerlo con la
remisión de la Acta cu vo testimonio acompaña .
San Salvador ti ene repetido a V. S. su gratitud
por el amor. y estimación que le ha manifestado
pa. recibir con el mayor aprecio su Diputación, y de
ello h9 dado las mas r elevantes pruebas entregándose
sin reserva en sus solicitudes ... en sus dros ... en
sus quejas ... en sus pretensiones a la prudencia, y
resalucion de eUa o de V . S. en su caso.

ltro. Sor. que. V. S. ms. as. San Salvador

Obre. 29 de t811.

José Aysinena José María Peinado


( rubricado ) ( rubricado)

José Matias Delgado Manuel de Rosales


( rubricado l ( rubricado)

Juan Mi gL Bustamante. Bernardo de Arce


(rubricado) (rubricado)

Juan Delgado José 'rnosente EScalan


(rubricado)

Franco de Paula Vallejo y Malina


( rubricado)

309
José Díaz del Castillo
( rubrQdo)

M. N. Y L. Ayun tamto Ma ri ano Faguagua


(rubricado) (rubricado)

Pued pn leerse los nombres de algunas de esas


importantes figuras de las que se afirma tuvieron
decisiva infiuencia el 5 de noviembre de 1811. Ahora
condcnan lo succdi do en León dc Nicaragua. Se la -
mentan de los movimi"ntos populares desgraciada-
ment e acaecidos en esta ciudad ( San Salvador el 5
de noviembre de 1811) . Se lamenta de que "La ciu~
dad de León ... ha mudado la forma legal de su
Gobienlo y in stalado una Junta euyo r econocimien-
lo. p retende". Con én fasis q ue no admite dud a se
a finuan a esa "perpetua uni ón en todas las partes
que forman el Rno" .

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RODR IC UEZ. MARIO, 1965.
SANCHEZ, LUIS ALBERTO, 1945.
SARAVIA, MIGUEL e., 1950.

SOLEY CUELL, TOMAS, 1941.


SOTO HALL, MAX1MO, 1901.
VAlJ)ES OLIVA, ARTURO, 1957, 1965, 1969.

310
REPERCUSIONES INMEDIATAS DE LA
INDEPENDENCIA EN CENTROAMERICA

Dr. Chesler J. Zelaya Goodman

"Antes del glorioso 15 de septiem-


bre la (opini611) de todos los pllebros
de lmesl ras provi'ldas cm decididll
por la jtldepend ~t1ci ll .. . A! procla.
mar 1<1 suya ywllemala , IInaie ¡mtl-
gilll1ba que pudiese haber Uf! solo
Pllllto en l/Uf! dejase de seguirse Sil
ejemplo , y esta confianza era tanto
más flltldada . ellmlto que la frall'
(/lle;:a de IIlH'stros principios, el de-
bido f ecollocimiell!o que desde IUI! -
!Jo hicimos de la jllsla liherlild tk
nuestros IJerml1nos de provincias y
los canDiles que les dirigió 'lUeslra
gobierno, pMece que debíatl produ -
cir el efecto de la deseada unión",
JOSé 1RA'NClSCO DE CORDO-
'VA, Discurso prolllmdado en la
1edulia Patriótica de yualellla/Il el
/0 de novié'll1 bre de 1821 1,
IN TRODUCC ION

La Independencia de Centroamérica en vez de


convertirse en un motivo que condujera a la unión
entre las diferentes parles que componían el Reino
o Capitanía General de Guatemala, vi.no a ser el pre-
texto para que cada una de esas porcion es diera rienda
suelta a senti mientos IDealistas y a aspiraciones pue-
blerinas reprimidos por largo tiempo. La Indepen -
dencia mas que unión produjo desunión. Más que
amor trajo odio. La guerra su stituyó a la paz. Pero
todo nacimi ~nto es doloroso y ¡qué dolor mas justi.-
ficado que el que nos dio libertad!
En el presente estudio nos proponemos analizar
las repercusiones inm ediatas que tuvo la D eclara -
toria de Independencia en la Ciudad de Guatemala
el 15 de setiembre de 1821 en las diversas regiones
de Centro.:tmérica, así como también el proceso que
nos condujo a la an exión al imperio mexicano. Con
esto pretendemos llevar a cabo una labor de articu-
lación dentro de un tema que por lo general es en-
focado parcialmente dentro de las historias nacio-
nales de cada uno de los países. La m ayor parte de
las fuentes usadas son bibliográficas, con excepción
de algunos documentos que estudiamos en 1965 en
el Archivo General de Centroamérica, en la ciudad
de Guatemala y qu e no h abíamos aprovechado en

3 13
nuestros an teriores trabajos. De todos es sabido que
el tema de la Independencia es uno de los que más
han merecido la atención de la historiografía cen-
troam ericana . Sin embargo. queremos con este mo-
desto trabajo contribuir en algo a la celebración del
Sesquicentenario de la Independencia de Centroa·
mérica.

Difusi6 n de la noticia de la Indepe ndencia

El artículo 2' del Acta del 15 de setiembre es*


tablecía : "Que desde luego se circulen Oficios a las
Provincias por Correos extraordinarios pa. q. sin
demora alguna se sirvan proceder á elegir Dipu*
tados y Representantes suyos, y estos concurran á esta
Capital á fonnar el Congreso q. debe decidir el
punto de independencia y fixar, en caso de acordar.
la forma de gobiemo y la ley fun damental q. deba
regir". Por otra parte. el artículo 18 de ese mismo
documento mandaba: "Que imprimiéndose esta acta.
y el manifiesto expresado se circule á las Exmas.
Diputaciones provinciales. Ayuntamientos. constitu-
cionales y demas autoridades eclesiásticas, regulares,
seculares, y militares pa. q. siendo acordes en los
mismos sentimientos q . h a manifestado este Pueblo.
se sirvan obrar con arreglo á todo lo expuesto" 2.
La noticia de lo acordado en la ciudad de Gua-
temala circuló con una rapidez extraordin aria, con-
sid erando la dificultad en las comunicaciones que
había en aquella época. En algunos lugares de la
Provincia de Gua temala y en vista de la cercanía.
se empezaron a tomar medidas y pronunciamientos
sobre eJ importante asunto de la Independencia, sin
siquiera haber recibido los documentos oficiales ema-
nados de las autoridades de la capital del Reino.
Tenemos por caso que el día 16 de setiembre el Ayun*
tam iento de Antigua Guatemala. se reunió en ca-
bildo extraordinario y considerando "que con m otivo
de sus diversos conductos se h a tenido noticia en
este suelo, de sujetos fidedignos, de que el día de
ayer luego de las noticias traídas por el Correo de

314
Oaxaca, el Sr. Jefe Politico Superior h3bia convocado
una Jilllta de todas las autoridades en la que se
había dispuesto jurar (como la quedó en el mismo ) .
la Independencia del Suelo Americano con España_
se vio estrechado por muchos sujetos a seguir su
ejemplo en esta cabecera ... "~. y habiéndosele pre-
guntado a los presentes si estaban de acuerdo en pro-
clamar la Independencia de España, tal y como lo
había hecho la c3pitat, manifestaron que sí. Inme-
diatamen te se procedió a tomarles jura mento al Al-
calde, Regidores, Síndicos, Comandan te de A.l:mas y
pueblo en general. Como era corriente en ocasiones
de tanta im portancia, se termin aron los actos con u n
Te Deum en la Iglesia ParroquiaL
Creemos necesario transcribir la fórmu la de ju-
ramento usada en esta opOl1unidad: "Jurá is a Dios
Nuestro Señor. por los Santos Sacr:lmentos guardar
y hacer guardar la Religión Católica, Apostólica.
Romana y sostener la Independencia del sucio ame-
ricano, «bajo el gobierno y reglas que se estab l e~can
en la Nueva Guatemala,,"·. Nótese la última frase.
En ella se ratifican los lazos de dependencia y suje-
ción que hacía con rcsf:ccto a la ciudad de Guate-
mala. Esta forma de juramento llegó a convertirse
en u n modelo, usado por todos aquellos pueblos
p3rtidarios de la I ndependencia absoluta y contra-
rios a la an exión a México.
En los rlemás parl idos de la Provincia de Gua-
temala: Quezalten an go. Verapaz_ Sololá Totonica-
pán. Suchitcpéquez, Chimaltenango, Sacatepéquez.
Chiquimula y Escuintla. al recibir los oficiales de la
ciudad de Guatemala. también se pronunciaron a
favor dc lo acordado el 15 d e setiembre ' . Sin em-
bargo. luego veremos que algunos de estos partidos
cambiaron de opinión y terminaron decidiéndose el
favor de la anexión al imperio m exica no.

la Ind epende ncia en El Salvador

El correo extraordinario que se mandó hacia el


sur, lleVAndo el Acta del 15 de Setiembre y el Ma-

315
niIiesto del Jefe Político Superior, don Gabino Gain -
za, llegó a San Sa lvador en la noche del día 21 de
setiembre.
Desempeñaba el cargo de Intendente el inte-
rino Dr. Pedro Barriere, el cual después de leer los
oficios recibidos y de común acuerdo con el Alcalde
Primero don Casimiro Garcia ValdeaveUano, dispuso
inmediatamente convoca r a los m iembros del Ayun-
tamiento, a los jefes mil itares, al señor Cu ra Rect(lr
y Vicario. a los Prelados Regulares y " a los vecinos
prin cipales, de todas clases, y que excitara a todo el
vecin dario. como se hizo. por repique de campanas,
músicas y fuegos artificiales" ·, Reunidos todos se
acordó como primera cuestión, pasar a la Iglesia y
ya en el templo el Coadjutor, Br. don José Crisanto
Salazar procedió a leer el acta recibida de Guate-
mala. "monumento sagrado de nuestra Libertad" .
Luego se cantó un Te Deum y la concurrencia re-
gresó al edificio del Ayuntamiento. Todo esto se
rea lizaba en medio de una gran gritería . vivas y
aclamaciones por parte del numeroso pueblo que se
había reunido.
En el Ayunta miento se proced ió nuevamen te a
darl e lectura al Acta y a petición del pueblo, el
Alcalde Primero procedió a tomarle juramento al
señor I ntendente Dr. Barri ere. el que juró "por D ios
uestro Señor, la Santa Cruz y los Santos Evange-
lios de guardar, y h acer guardar la Independencia.
«ser fiel a la monarquía AmcriCc1na., y observar el
Gobierno que se establezca y las leyes que se san-
cíonen" :. Es preciso llamar la atención sobre la
referencia que se hace de "la monarquía americana" .
Esto presagia la posición que luego adoptaría el Dr.
Barriere, el cual no era part idario de la I ndepen-
dencia absoluta y como un medio de esquivar res-
ponsabilidades hi zo el jur<lmento en la fonna antes
indicada.
En la mi sma reunión se acordó fija r la mañana
del día sigui ente, 22 de setiembre. para que los
miembros del Ayuntamiento, las corporaciones y los
empleados y oficinistas. prestaran su juramento.

3 16
Según aparece en el acta correspondiente, una
vez reunido el Intendente con los miembros del
Ayuntam iento. aquel procedió a tomarles el juramen-
to, pero lo interesante es que no se habla en esta
oportunidad de «monarquía american a» sino d el
«Gobiem o Americano que se establezca» Inmedia-
tamente. siguieron el Vicario y Cura Párroco, los
miembros del Ministerio General de Hacienda, la
Diputación Consular. el Administrador de la Renta
de Correos. el D irector Sustituto del Montepío de
Cosecheros de AIUl, los abogados de la Audiencia
Territorial y otros funcionar ios de menor jerarquía R.
El día 29 de setiembre, tal y como se había pre-
visto en la reunión del 21 se llevó a cabo la publi-
cación y solemn e proclamación de la Independen-
cia. Es necesario que desde la noche del 21 hubo
iluminac ión general y muchos de los vecinos ador-
naron sus casas con pinturas alegóricas, inscripciones
y versos t, El acto celebrado este día fue precedido
de "un paseo por las calles principales de la ciudad,
a que convidó a l vecindario el jefe politico y el noble
Ayuntamiento; sacando el pendón su Alcalde l' con
este lema : Religión. Indepen dencia y Unión, El do-
mingo 30 hizo el pueblo el juramento en la iglesia
parroquial. y en ella se ca ntó Wla m isa de g racias
para terminar con este acto religioso las justas de-
mostraciones con que la ciudad de San Salvador ha
celebrado la proclamación de su deseada libertad" 10.
Después de celebrado el acto de la proclamación
el 29 de seti embre, el In lendente y el Ayuntamiento
estuvieron de acuerdo en proceder a la elección de
una Jun ta Subalterna económica y consultiva. com-
puesta de siete individuos que cumplieron el mismo
cometido que estaba desempef18ndo la Junta Con-
sultiva de Guatemala. "Esta medida, dice el Lic.
Carlos Meléndez, iba sin duda a limitar las facul~
tades de don Pedro Barriere y en cierta fonna era el
primer paso hacia la total eliminación del jefe es-
pañol. La lucha por consolidar posiciones se esta-
bleció; el grupo españolista lo encabezó el Vicario
don Ignacio Saldaüa y don Juan Viteri; el liberal
lo encabezó don Manuel José Arce". Luego agrega:

317
" A la s once de la mañana del día 4 de octubre se
reunió el pueblo con el propósito de proceder a la
elección ar:Wlciada. El Jefe Polilico Superior, dis-
gustado con los sucesos hasta el momento ocurridos
y temi endo sin dudé! alguna que habrian de resultar
electas personas de su entero desagTado expresó pú-
blicamente que creía n o tener facultades suficientes
para autoriz ar el referido acto, se hizo otras indica-
ciones, a las que respon dió el pueblo con grito y
amenaztls" ". Ante la actitud resuelta del pueblo de
no deja rse quitar sus derechos, Barriere ordenó la
salida de la tropa de bhnquillos con annas, para
que dispersaran a la gente. Como se puede imaginar
la reun ión tenninó a la fuerza y a la fuerza fueron
llevados a la cárcel los principales líderes populares,
entre los que se encontraban don Juan Manuel Ro-
dríguez, don Manuel José Arce, don Domingo Lara
y otros más 12 .
Los graves hech os ocur ridos el dia 4 de octubre
en San Sa lvador llegaron a conocimiento de la Jilllta
Consultiva de Guatemala. Esta previendo peores con-
secuencias, acordó nombrar como comisionado suyo,
con plenos poderes, al Pbro. Dr. José Malía s Delgado,
que a su vez fo rmaba parte de la Junta, para que
se trasladara a San Salvador y trntara de restablecer
el orden.
Sobre la labor realizada por Delgado en El Sal-
vador, nos dice don Carlos Meléndez: "Delgado sa -
lió de la capiL:1l hacia San ta Ana y allí práctica-
mente comenzó sus labores de gobierno provincial,
al poner en libertad a Arce, Rodr íguez y L,Ma, quie-
n es se hallaban alli porque eran conducidos presos a
GU'ltemala". " El Padre Delgado entró triunfalmente
a San Sa lvador, en compañía de los recién liberados,
causando hondo regocijo su arribo . Barriere, com-
prendiendo su posición no puso obstáculos, recibió
su pasaporte correspondiente e hizo abandono de la
Inten dencia, dirigiéndose entonces a La H abana,
su luga r de origen" u. Por otra pa r te, Delgado di -
solvió las tropas de los "Voluntarios" y convocó al
pueblo a elegir los miembros de la Junta Provincial,
quedando integTada en h sigu iente fonoa: Como

318
Presidente el Pbro. Doctor José Matías Delgado y
como voca les. don Man uel José Arce. don Juan
Manuel Rod ríguez.. don Lea n dr o Fagoaga, don Mi-
guel José Castro, don M. F am as y el Presbít ero Ba-
silio Zeceiia. " En esta firma, concluye el Lic. Melén-
dez, se resta bleció la paz y pu do entonces Delgado
abocarse a las nobles tarcos de poner en m archa el
primer gobi em o eminentem ente nacion al h a bido en
este país" H.
Creemos qu e es el mom ento oportuno para hacer
referencia a u n a propuesta que el Ayuntamiento de
San Vicente, envió al Jefe Político Superior de Gua-
temala, don Ga bino Gaín za, con fecha 2 de octubre
de 1821, en lél que se tocan una serie de temas de
enorme int erés para todo el Reino. Señ :lla el aywlta-
mien to que par a resolver el problema de la inde-
fensión y la caren cia de fondos que había en ese
mom en to, sugería las siguientes medidas:

1) Contra tar un empréstito.


2) Que la mitad del diezm o se d estinara a engrosar
los fondos n acionales.
3) Que Jos dueños del M ontepío del añil se r eu-
n ieran y determinara n la parte de su s fo ndos
que pod rían donar.
4) Que se levan tara un ejército de cinco a seis mil
h ombres.
5) Que se fortüicaran los pu ertos, e n especial los
de Tru jillo y Omoa.
6) Que los princi pales puestos fueran ocupados por
personas cuyo pa triotismo no se pusiera en duda .
7) Que se estableciera n comunicacion es marítimas
"con todos los Estados independientes de Amé-
rica" .
8) Que se soli citara una a lian za ofensiva y defen-
siva con Iturbide y con Bolívar.
9) Que se decre tara la liber tad absoluta en el trá-
fico co mercial l~ .
Indurl a blem en te que el su gerir estas medidas,
el Ayunta m iento, de San Vicente da muestra de una
enorme ilustración y un gra n sentido político de
analizar las cosas.

319
la Ind ependencia e n Hondura,

Antes de referirnos a los hechos ocurridos (>10


Honduras después de recibirse la noticia de la Inde-
pendencia proclamada en Guatemala, es necesari o que
h 3blemos muy rápidamente acerca de la situación
que des:le el punto de vista político-administrativo
ocupaba esa región del Istmo dentro de la Capita. l
General de Guatemala.
En esta última habían Diputados que representa -
ban a la Provincia de Honduras y a la Intendencia
de El Salvador. Esa situación se mantuvo hasta
1814, cuando el Rey Fernando VTT desconoció la
Constitu ción y restableció en España el sistema de
monarqtúa absolutista.
En 1820 éll restablecerse la vigencia de la Cons-
titución de Cádiz, en H onduras se empezaron ha cer
todos los preparativos a efectos de nombrar al Dipu-
tado a Cortes así como tam bién al Diputado que re-
presentar.ía 13. Provincia an te la Diputación Provin-
cial de Guatemala . El 5 de noviembre de ese año.
se congregaron los electores en la ciudad de Coma-
yagua, capital de la provincia y procedieron a elegir
al Licenciado Juan Esteban 1illa y a don Dionisia
de Herrera, como Diputados propietario y suplente,
respectivamente, ante las Cortes de Madrid. Al día
siguiente, cuando los electores se encontraban nue-
vamente reunidos para escoger al Diputado ante la
Diputación de Guatem ala , el AYWltamiento de Ca-
mayagu:t presentó un memorial en el que proponía
la creación de tUla Diputación Provincial en Coma-
yagua, amparándose a 10 que establecía la Consti-
tuci ón vigente en su artículo 325: "En cada Pro-
vincia habrá una Diputación Provincial, para pro-
mover su prosperidad, presidida por el Jefe Supe-
rior" 1& .
Los argumen tos expucstos por el Ayuntamicnto,
así como las opinioncs expresadas por otras personas
entendidas en asuntos jurídicos, conven cieron a los
electores de dar ese paso trascendental en la vida de
la Provincia. Tal como lo disponía la Constitución,
la Diputación quedó integrada por siete miembros

320
y en la siguiente forma: por Comayagua. don Ni-
colás Irías; por Tegucigalpa. don José Serra Vigil;
por Gracias, don Jerónimo Zelaya; por Choluteca,
don Justo José Herrera; por Tmjillo, don Santiago
Gotay; por Olancho, el Coronel Don José María
Zelaya; y por Tencoa y Omoa, don José Francisco
Zelaya.
Las autoridades de la capital del Reino al tener
noticias de lo ocurrido en Honduras declararon a la
Diputación Provincial de Comayagua, nula, ilegal,
contraria a la Constitución, atentatoria y subver-
siva; exigía la elección del Diputado an te la Dipu-
tación Provincial de Guatemala: llamaba al orden
al Gobernador Intendente y se notificaba a los Sub-
delegados que debían desconocer todo 10 actuado por
la Diputación recién constituída. Desde luego, que
todo esto obed ecía a cuestiones de rivalidad y loca-
lismo, elementos que se maniIestarán muy clara-
mente después de la Independencia.
La disputa entre Guatemala y Comayagua tuvo
que ventilarse en las Cortes de Madrid. las que
terminaron pronunciándose el 8 de mayo de 1821,
a fa vor de la creación de la nueva Diputación Pro-
vincial. Noticia de ese acuerdo se tuvo en H onduras
hasta ell o de setiembre de 1821 " .
Ahora veamos cómo llegó la noticia de la Inde-
pendencia a la Provincia de Honduras.
El ayuntamiento de Gracias, población hondu-
reña fronteriza con El Sa lvador, recibió el correo de
la libertad. el día 22 de setiembre, o sea casi simul-
táneamente que la capital de la Intendencia de San
Salvador. .En un oficio fechado el 5 de octubre, el
Ayuntamientd' de Gracias se dirige al de la ciudad
de Guatemala en los siguientes ténninos: "Como este
cuerpo contempla reunida en V. E. las luces del siglo
presente, si V. E. h a jurado la Independencia qué
podría hacer este ayuntamiento, sino seguir las no-
bles huellas de V. E.? osotros que hasta ahora he-
mos suspirado en el rincón de nuestro retiro, por
tan deseado día ahora en voz en cuello decimos,
que viva la independencia, viva el Noble Pueblo de

321
Guatemala. Felicitamos a V. E. y nos damos a noso-
tros mismos la enhorabuena por tan fau sto día" 18.
A la capital de la Provincia de H onduras llegó
la noticia el día 28 de setiembre. Desempeñaba el
cargo de Gobernador Intendente, Comandante Ge-
neral y Jefe Político Su perior, don José Tinaco ".
Const) en el acta que se levantó ese día, que T inaco
después de hab ~r recibido el correo y leido las co-
muni caciones que traía " mandó a reunir a la Exma.
Diputación Provinci al, Noble Ayuntamiento y a
todas las Corporacion es eclesiásticas, seculares y de
Hacien da en la Sala Capitular del Ayuntamiento.
Luego "se leyeron los indicados papeles ( Acta del
15 de setiembre y Manifiesto de Gainza), y otros
de igual naturale7.a. e igua lmente la acta de oficio
del Ayuntamiento de Ciudad Real ... "H. Nos llama
enorm ~mente la atención el hecho de que en Coma-
yagua se tuviera lUla copia del Acta del Ayunta-
miento de Ciudad Real, ya que según h emos visto al
hablar de lo ocurrido en El Salvador, lo que se en-
vió desde Guatemala p:>r correo extraordinari o eran
únicamente el Acta del 15 de setiembre y el Mani-
fie sto de Gaín za. No obstéll1te cuál fue la forma en
que el J efe Polít ico Tinaco o los miembros de la Di-
putación Provincial de Comayagua, obluvieron ese
documento. Lo que sí es definitivo es que el cono-
cimien to del Acta de Ciudad Real ( por med io de la
cual esa ciu dad . declara ba la Independencia y se uní a
al imp::rio mexicano), fue detenninante para que las
autoriJades de Comayagua se inclinaran a adoptar
la misma posición.
Veamos lo que se acordó en esa magna reunión
celebrada el día 28 de setiembre en la ciudad de Co-
mayagua: "que por todos se jure la Independencia
de la Provincia de Comayagua, con la precisa con-
dición de que ha de quedar ú nica menle su jeta al
Gobierno Supremo qu e se establezca en esta América
Septentri onal, en todos sus Ramos, Políticos, Militar,
de Hacien da y Eclesiastico. Que la religión que han
de reconocer los habitantes de toda ésta Provincia
sea la Calólica, Apostólica, Romana que profesamos.,
y por Rey en la Capital de México al Señor Dn. Fer-

322
nando VII o en su defecto a Wl0 de los Serenísimos
S. S. In fantes, con la precisa condición y r eciproca
fraternidad que debe haber entre españoles_ Ame-
ricanos y Europeos; ó al Gobierno que acu erde el
Soberano Congreso Militar, Político y de H acienda.
con arreglo a Constitución. é independiente de Gua-
lem Jla ... guardando cOITespondencia con el Sr. Ca-
pitán General de Guatemala, sobre lo conveniente a
la realizaci6n de este Plan, y a la defensa de todo el
Reyn o, pues en este ramo h an de h acer causa co-
mún" 1 1.
Como se puede ver, la s autoridades de Comaya-
gua decidieron seguir el mi smo camino que les había
trazado el Ayuntamiento de Ciudad Heal, o sea de-
cla rar la Independencia d cl gobierno cspañol, pero
con la idea de entra r a fonnar parte del imperio
mexicano. contemplado en el Plan de Iguala. Esto
pone de manifiesto los verdaderos sentimientos que
a nima ban a Tinaco y a las principales autoridades
de Comayagua en relación a la Independencia, o sea
que ellos sinceramente no cstaban de acuerdo con
que esa- provincia se separara de España. Como se-
ñala el historiador hondureño Guillermo Mayes
" Veían estos personajes en el Plan de Iguala, una
Monarquía Constitucional que fa vorecía sus intere-
ses y que los protegía contra Guatemala ... En r e·
sumen las autoridades de Com ayagua, eran conser -
vadoras y por consiguiente monárquicas imperia-
listas, que en un momento dado supi eron conqu istar
al pueblo" Z~.
Por otra parte, encontramos en la actitud de
Comayagua el querer aprovecharse del m om ento
para sacud irse de la autoridad que desde Guatemala
ejercía el Capitán General y la Audiencia . Esto mís-
mo 10 veremos presen ta rse con r especto al Intenten-
te y Diputación Provincial de León. La s razon es que
aduce el historiador Mayes p ar a expli car esta riva-
lidad entre Com ayagua y Guatemala , son la s si-
guientes: "Una de las razones principales, a mi
juicio. de la separación entre Comayagua y Guate-
m ala fue el asunto de la instalación de la Junta Pro-
vincial en Comayagua, que las autoridades de Gua-

323
temala la declararon nula e ilegal " Además, ' 'Te-
gucigalpa que nunca estuvo de acuerdo con la Ca-
pital Provincial, se manifestó adicta y fiel a Gua-
tema la . Naturalmente todo esto dejó h ondos resen-
timien tos y gran amargura entre las autoridades de
Comayagua y las de Tegucigalpa y Guatemala, y al
efectuarse la Independencia, Comayagua prefirió ser
parte integr:mte del Imperio Mexicano, a seguir
siendo provincia explotada por Guatemala, criterio
que prevaleció en algunos políticos ... " ~'.
Pero continuando nuestra narración de la tra-
yectoria de la noticia de la Independencia, veamos
ahora lo que ocurrió en T egucigalpa, que en esa
época era la segunda población en importancia de
Honduras y que rivalizaba, como se ha visto, con
la capital de la Provincia. El Acta del 15 de se~
tiembrc llegó a la vi lla de Tegucigalpa el mismo
día que a Comayagua, es d ecir, el 28 de setiembre.
Después de recibir los documentos se reunió el Ayun -
t '"'m iento y acordó "que se publicase y circule inme-
diatamente (el acta del 15 de setiembre), que se
le de el obedecimiento debido". Se dispuso luego in-
vitar a esa "J unta" a las aUloridades eclesiásticas,
civiles y militares y a algunos vecin os de la villa.
Después de reunidos todos y leída que fue el Acta
" manifestaron unánimemente la mayor alegría y
dijeron : que están prontos a jurar la Independencia,
a contribuir a ella por cuantos medios sean a su al-
cance hasta sacrificar sus vidas y haciendas, a conser-
va r el orden público y unir sus votos con los del
pueb lo y autoridad de Guatemala ... ". El acta está
firmada a los veintiocho días del mes de setiembre
de mil ochocientos veintiuno y primero de la "li-
bertad" ,.,.
En esta forma vemos que el Ayuntamiento de
Tegucigalpa adoptó una posición diametralmente
opuesta a la de Comayagua. Es lo se debió en gran
parte a la rivalidad que existía entre estas dos pobla-
ciones se asemeja mucho a la que se planteó entre
León y Granada en icaTagua, o entre Cartago
y San José en Costa Rica. Esta división trajo como
consecuencia que las poblacíones menores de Hon-

324
duras se alinearan unas detrás de Comayagua (las
que. eran partidarias del imperio mexicano ) y las
otras detrás de Tegucigalpa (las que querían la in-
dependencia absoluta ) . "En Honduras, dice Mayes.
se form :tron dos grupos: unas poblaciones se agm-
paran con Comayagua y otras con Tegucigal¡lJ.
produciéndose la escisión que estuvo a punto de en -
sa ngrentar al país .. . " : 5. Entre las poblaciones que
estuvieron en un principio a favor de lo acordado por
Tegucigalpa están: Los Llanos de Santa Rosa que
proclamó la Independencia el 3 de octubre; Puerto
de Omoa (3 de octubre), aunque luego estuvo tem-
poralmente del lado de Comayagua; el Puerto de
Trujillo (4 de octubre) . donde ocurrió lo mismo
que en Omoa. En la población de Juticalpa situada
al Oriente del país. se recibieron los documentos el
4 de octubre pero no se hicieron públicos sino h asta
el 14 Y la jura se hizo hasta el 18 de noviembre. El
Ayuntamiento de Danli recibió los documentos a
principios de octubre, pero al i~al que en Juticalpa.
no se dieron a conocer sino en la sesión del 15 de
octubre en la oue acord6 proclamar la Indepen-
dencia . En el oficio que se dirigió a Guatemala. co-
municando la proclamación. se hacen serias reOe-
xiones sobre el acta de Comaya¡!!;ll8 y se pronun -
ciRron por Guatema la . se afirma Que 10 largo de las
distancias con México. no rpmcc1iaría en nada los
males de esa Provincia. Por último. el Ayuntamien-
to de Santa Bárbara en el Occidente de la Provin~
cia, juró la Independencia el 16 de ochlbrc u.
Mientras tanto. el Intendente Tinaco. instó a
las autoridades de TeguciA'alpa para que acataran 10
dispuesto por Com'lya~a. y que en caso contrario
serian sometidos a la fuerza. Esto motivó a Te~uci­
a:alpa ('n esta opol1unidad le valió el que la Junta
Consultiva de Guatemala. Esta acordó enviar tropas
d.. Guatemalll v San Salva~or a Tegucigalpa v Gra-
cias, porque Tinaco movió las suyas sobre estos pun ~
tos. Dichosamente. el choque entre ambas fuen as
no se produjo, ya que el Intendente desistió de su
empeño 21.

325
La actitud valiente y decidida asum ida por Te-
gucigalpa en esta oportunidad le valió al que la Junta
Consultiva de Guatemala le otorgará el titulo de «ciu-
dad» y a su Ayuntamiento el de «patri ótico» 928).
T odavía en enero de 1822, la hostilidad entre
Tegucigalpa y Comayagua persistía, h asta el punto
de que ésta última interceptaba los víveres que de
otras poblaciones iban destinados a Tegucigalpa 2V.

La In dependenc ia en Nica ragua

Como hemos dejado dicho más arriba, Nicara-


gua desde el punto de rvista político, constituida una
Diputaci ón Provincial, que incluía a la Provincia d e
Costa Rica. Se hace necesari o que nos r efiramos a la
situación que prevaleció en las relaciones entre las
autoridades de León y Guatemala, para que en ten-
damos lo ocurrido después de declarada la emanci-
pación política de estas provincias. .
Durante el primer periodo en que estuvo vigen-
te la Constitución d e Cádiz (1812 - 1814), las rela.
cion es entre Guatemala y León fu eron más o menos
amistosas, d ebido a que ocu paba el cargo de Gober-
nador Intendente de Nicaragua, don Juan Bautista
Gual, hombre bastante enferm izo y de poca activi-
darl, que no se preocu pó por reclamar los derechos
que la Constitución le otor gaba como Jefe Politico.
Esto evitó que se produjera un choque con las auto-
ridades de Guatemala. las cuales siguieron ejer-
ciendo la hegem onía sobre toda Centro'lmérica.
Cuando se restablecieron las Dipu taciones Pro-
vinciales en 1820, la situación fue diferente: ocupaba
el cargo de Inten den te de León, el Teniente Coro-
nel don Miguel González Seravia, hombre ambicioso
y dinámico, que dirigió su política en dos sentidos:
a ) sustraerse de la autoridad que d imanaba de Gua-
temala y asumir las funciones que le otorgaba l a
Constitc.ción, com o Jefe Político Superior y b ) ejer-
cer esas fimci ones plenamente en las provincias que
le estaban som etidas, principalmente en Costa Rica &0.

326
Esto desde luego causó muchos problemas entre las
autoridades de Guatemala. León y Cartago.
A lo anterior hay que agregar que las personas
que int~grflban la Diputación Provincial de León en
1821, se caracterizaban por tener ideas conservadoras
y eran unos fieles guard ianes de la autoridad espa-
ñola en Nicaragua.
L'Js primeras noticias acerca de lo aprobado el
15 de setiembre en la ciudad de Guatemala, llegaron
él la ciudad de León el día 22. Todo parece indicar

que lo que se tuvo en ese mOmento fue la noticia


escueta y n o propiamente el acta. En toda la actua~
cién que tuvo la Diputación Provincial de León en
cuan to a la Independencia, se pueden distinguir
claramente tres posiciones, que están determinadas
por tres fechas:

1) 22 de setiembre de 1821: Oposición absoluta a


lo acordado en Guatema la y ratificación de la
fidelidad al gobierno español.
2) 28 de set iembre de 1821: Independencia abso-
luta de Gu;¡t('mala e Independencia condicional
de España, " mif' n lras se acla ran los nublados
del día" .
3) 11 de octubre de 1821: Aceptación del Plan de
Iguala y el Tratado de Córdoba y por 10 tanto.
anexión al imperio mexican o $ 1.

Decíamos que el 22 de setiembre se recibieron


en la ciudad de León las primeras noticias de lo ocu-
rrido el 15 de setiembre. Reunida la D iputación Pro-
vin cial ese mi smo día acord ó d irigirse al Secretario
de Estado riel Gobierno Español para manifestarle
su desaprobación por los actos ocurridos en Guate-
mala y su oposición a los acuerdos allí tomados. Ade-
m ás. le ofrecía su cohboración y auxilios para lo que
tuv iere a bien d isponer. El ayun tamiento de la ciu-
dad por SU parte se negó a aprobar lo actuado por la
D iputación.
El correo conteniendo el Acta del 15 de setiem-
bre y el Manifiesto de Gaínza, llegó a la ciudad de
León el 27 de setiembre. El Intendente González

327
Saravia, sabiendo que ese correo podría traer noticias
muy importante". lo llevó directamente a su casa.
Abrió la corrcs¡xmdencia y encontrándose en ella
lo que temía, la interceptó. L.tego decidió convocar
a una reunión con la Diputación Provincial y el
señor Obispo Fray Nicolás García Jerez para tratar
ese asunto de lanta importancia. Esta reunión se
llevó a cabo el día sigui ente, 28 de setiembre. En
ella se discutió ampliamente el asunto de la Inde-
pendencia y despvés de analizarse los diferentes
puntos de vista se acordó redactar un oficio con el
objeto de remitirlo a todos los ayuntamientos de la
Provincia y en ei cual se expresa la manera de peno
sar de los miembros de la Diputación y la del
señor Obispo. Este documento es al que se le ha dado
en llamar "El Acta de los Nublad os''. por la famosa
fra se que en él aparece.
El primer acuerdo establecía: " La absoluta y
total independencia de Guatemala que parece se ha
erigido en Soberana". O sea, que la primera preocu-
pación de los miembros de la Diputación Provincial
de León fue la de sustrnerse de la autoridad de Gua-
temala, al igual como lo hi zo la Diputaci ón Provin-
cial de Comayagua.
El segundo acuerdo manifestaba lo sigui ente:
" La Independencia del Gobierno español basta tanto
que se aclaren los nublados del día, y pueda obrar
esta Provincia con arreglo a lo que exigen sus em-
peños religiosos y verdaderos intereses". Como se
observa, en lo que se refiere a la Independencia del
Gobierno español, la posición de la Diputación Pro.
vincial es bastante ambigua. Los otros acuerdos con-
tenidos en el acta se refieren a la pcnnanencia de
las mismas autoridades en sus puestos, al manteni-
miento del orden. etc.
Deseamos llamar la atención sobre el hecho de
que, cont¡'a riamente a lo que ocurrió en Comayagua,
las autoridades de León no conocieron, sino ha sta
más ta rde, las acta s en que algunos ayuntamientos
de la Provincia de Chiapas acogían el Plan de Iguala .
Esto explica la disparidad de posiciones habida entre
las Diputa ciones de León y Comayagua. Esto desde

328
luego tempomLmente. porque como ya sabemos, el
11 de octubre el organismo Leonés terminó adoptando
la misma actitud que la capital de Honduras.
Durante el tiempo que se reunió la Diputación
y el que se invirtió en saca r las copias del Acta de
los Nublados para ser envi<Jdas a todos los ayunta·
mientas de Nicm'agua y Costa Rica, los documentos
provenientes de Guatémala estuvieron retenidos en
m anos de la s autoridades de León. El propósito era
el de que el Acta del 15 de setiembre fuera cono-
cida simultáneamente con el Acta de los Nublados
y así evitar que fuera acogida en su totalidad.
El mismo día 28 se reunió el ayuntamiento leo·
nés y después de una serie de consultas con la Dipu-
tación Provincial y de recibir la visita del Intendente
Gon zález Saravia, fue aprobada por unanimidad una
proposición tendiente a acoger 10 r esuelto por la
Diputación y así comunicarlo a Guatemala.
EL dia 11 de octubre, la Diputación Provincial
de León, posiblemente teniendo noticia de 10 acordado
en Comayagua o en la Provincia de Chiapas. decidió
decretar la anexión de Nicaragua al Imperio mexi-
cano. Así, el artículo primero del acta levantada ese
día disponía: "Que se proclamase y jurase pública
y solemnemente la independencia absoluta de Nica·
ragua del gobiemo español, en los términos que la
h abía propuesto el Geneml don Agustin Iturbidc,
tanto en el Plan de Iguala como en el Tratado de
Córdoba". En cuanto a sus relaciones con las autori.
dades de Guatemala se decía 10 siguiente: "Que si la
capital de Guatemala juraba la independencia del
gobierno de la Península, en el concepto y sentido que
la declaraba la Diputación de Nicaragua, los pue·
bIas de esta Provincia se apresur arían a darle prue·
bas nada equívocas de unión ... que en caso contra-
rio, esta Provincia protestaba del modo más religioso.
conservar con aquella ciudad y demás pueblos qu e
fuesen de otra opinión. la buena cristiana annonía
que debe reinar entre hermanos". Por último se
acordaba "que a la mayor brevedad posible se pu-
blicase este acuerdo en todos los pueblos de la Pro-
vincia, se diese parte de él al Gobierno y al General

329
más inmedi ato de tropas imperiales pertenecientes
al ejército mexicano, protector de las tres garantías".
En León se juró la anexión me.xicana el día
13 de octubre, por parle de la Diputación Provin-
cial. El 14 se le tomó juramento al pueblo y el 18
lo hi zo el claustro de la Universidad 57 .
Por otra parte. el Secretario del Obispo Fray
Nicolás Garcia Jerez. envió a todo el clero secular
de la Diócesis. un decreto firmado por el Prelado
de fecha 13 de octubre, en el que ordenaba a todos
proceder a jurar b Independencia conforme al Plan
de Iguala SI. Por este medio el Obispo quería presio~
nar sobre los cleri gos y lograr que estos no se pro-
nunciaran por la Independencia absoluta. Sin em-
bargo, este decreto no fue acatado por igual en todas
partes. como luego veremos.
A Granada, segunda ciudad de Nicaragua en
esa época rival de la capi tal de la Provincia, llegó
la noticia el día 2 de octubre. Uegaron conjunta~
mente el Acta de Guatemala y el Acta de León. Des~
pués de haberse realizado un cabildo extraordinario,
como era lo corriente, se acordó el pronunci arse a
favor de lo que disponía el Acta del 15 de setiembre
y rechaza r el Acta de los Nublados. Con esto la ciu~
dad de Granada se colocaba de la capital provinciaL
lo que produjo una serie de dificultades y r encillas
que desem bocaron en una guerra civil. El día de la
proclamación de la Independencia hubo en Granada
repique de ca mpa nas. asistencia del cl ero secular, co·
munidades religiosas y varios vecinos respetables.
Luego se hizo un Te D eum en la Iglesia parroquial
oficiado por el Pbro. José Antonio Chamorro quien
habló a fnvor de )a justicia y conformidad de tales
actos 3t . El 4 de ese mes. se hizo el juramento res-
pectivo COIl la asistencia de las tropas de la ciudad
al mando del Coronel don Crisanto Sacasa, la s cua-
les hicieron tres descargas con sus fu~ües !~.
En Masaya se recibió la noticia de la Indepen·
dencia el mismo d:a que en Granada, o sea el 2 de
octubre. Consta en el acta que fue convocado un
cabildo al que asistier on el Ayuntamiento, el clero
y varios vecinos. Se conocieron las actas del 15 y del

330
28 d e setiembre, pero al no llegarse a ninguna re-
solución se acordó que el síndico informara en la
siguiente reunión sobre la actitud que en ese aspec-
to había seguido la ciudad de Gra nad a SG . El día 4
de octubre al recibirse la noticia de lo acordado en
Granada, Masaya decidió adoptar la misma actitud.
Sin embargo. varios días despu és, el 16 de ese mes
de octubre, al recibirse en Masaya lo acordado en
León el 11, se acordó revocar el acuerdo del día 4
pronunciarse a favor del Plan de Iguala, tal y como
lo hacía León 3T . Estc cambio de posición se realizó
debido a la actitud desarrollada por el Alcalde 2'
don Francisco Barrios, el Rcgidor Lcandro Abaunza
y por el Pbro. José María Zamora, quienes encabeza-
ban la facción en favor de León 38. Todavía el 26 de
octubre, un cabildo celebrado en Masaya acordó ra-
tificar el acuerdo del 4, o sen reconocer las autorida-
des existentes en Guatemala y se alegaba para esto
que la Diputación P rovincial de León, al acordar su
ind ependencia del Gobierno espaiiol y su separación
del de Guatemala para anexarse a México, no había
consultado la opinión de los pueblos de Nicaragua ".
Este acuerdo se logró gracias a la reacción por parte
del pueblo y por la destitución del Alcalde 2' Fran-
cisco Barrios y del Rcgidor Lcandro Abaw1Za 40.
Lo anterior pone de manifiesto la indecisión y
falta de crüerios finnes que había en csa época no
sólo en Masaya. sino que ta mbién en la mayoría de
los pueblos de Centroamérica. Tal y como se señala
en un documento de la época, l os partidarios de una
ti otra tesis. fi jaban sus miras principalmente en los
Alcaldes de los pueblos para seducirlos, "prevalidos
de la ignorancía y timidez de los Alcaldes a quienes
alucinan ... la estolidez y servidumbre en que han
estado los pu eblos amoldados. hace que no sea
otra cosa que 10 que quiere el inmediato que los
mand a .. . y así es, que la seducción por lo regular
no es con los pueblos si no con los Alcaldes" u .
El acta del 15 de setiembre y el Acta de los Nu-
blados llegaron a la villa de Nicaragua ( hoy ciudad
de Rivas) el día 4 de octubre. Sin embargo, en la
sesión celebrada por el Ayuntamiento ese día no

331
se llegó a ningím acuerdo respecto al tema de la
Independencia. Se decidió celebrar una nueva se-
sión el dia siguiente y que se citaran a los cu ras, a
los vecinos principales y representantes de los ayun-
tamientos de San Jorge, Potosí e Isla de Ometepe 42 •
En l a sesión del día siguien te, se acordó dirigirse
a las autoridades de la ciudad de Guatemala y pe-
dirles más información sob re el asunto de la Inde-
pendencia y a las autoridades de León, "rendirles
las gracias por el tino con que han obrado en asunto
tan nervioso y trascendental" 943 ).
En el Fuerte de San Carlos no se recibieron los
documentos oficiales de la Independencia hasta el
15 de octubre, fecha en la cual se hizo el juramento
respectivo. Según lo manifiesta el comandante del
Fuerte, don Juan Blanco, en comunicación dirigida
al Jefe Polí tico Superior de Guatemala, "se verificó
con todo el orden y tranquilidad dicho juramento
por las Tropas de esta Guarnición, haciendo salvas
de artillería y enseguid a se oyó la Misa de Gracias
que dijo el Padre Capellán quedando toda la Guar-
nición y el pueblo con el mayor sociego y tranqui-
lidad; sin que hava h abido ningún alboroto; y no
se han puesto las luminarias, que previene respecto,
a que esta población es toda de paja; por evitar en
semejantes lances un fuego o cualq uiera otra des-
gracia" H. En el oficio no se dice si la proclam ación
de la I ndependencia se hizo con forme al acta del 15
de setiembre o por el con trario, de acuerdo con el
Acta de los Nublados. Sin embargo, por el hecho
de que se le comunicara a Gaínza la resolución_
hace pensar que la proclama ción se hizo según el
Acta del 15 de setiemb re.
Al igual a como ocurrió en Honduras, en Nica-
ragua se formaron dos grupos de pueblos, unos que
se alinearon a favor d e León y otros a favor de Gra-
nada, es decir, unos a favor de la anexión a México y
los otros a favor de la I ndependen cia absoluta.
En la misma fecha en que la ciudad de Granada
llevó a cabo el juramento de Independencia, el Co-
mandante de las Armas de la ciudad, Coronel don
Crisanto Sacasa, se dirigió al Jefe Político Superior

332
de Guatemala , don Gabino Gaínza, inIonnándole
que por temor a un ataque de las autoridades leo-
nesas había mandado a poner sobre las annas a esa
ciudad. así como también a Masaya y Managua.
Gainza aprobó esta medida y no sólo, decidió
cr ear en Nicaragua otra provincia cuyo cabecera
estuviera en Granada. Esta nueva entidad estaría
gobernada por una Junta Gubernativa Subalterna,
integrada por cinco micmbros nombrados por los
electores que enviaran los ayuntamientos que siguie·
sen el sistema de Granada . La duración de csta Junta
seria hasta que los sucesos políticos fijaran la suerte
de los pueblos. La Comandancia General de las
Armas de la nueva provincia estaría en manos del
Coronel don Crisanto Sacasa, y su mando compren-
dería todo el territodo de Nicaragua donde se re-
conociera el Gobierno Provisional de Guatemala del
15 de setiembre.
La creación de esta Junta Gubernativa en Gea·
nada tuvo grandes repercusiones en el desenvolvi-
miento de los hechos históricos de los años subsi-
guientes. Con esto el pais quedó dividido, no sólo
lerritorialmente sino que también económica, polí-
tica y socialmente. Esta división se prolongó por
varios ailos y trajo funestas consecuencias para el
naciente pais.

La Indepe nde ncia en Costa Rica

Los pliegos conteniendo la nobCla de la Inde-


pendencia y el Acta de los Nublados según parece
salieron de la ciudad de León, el día 3 de octubre
por medio del correo ordinario 0 . Esto explica el
hecho de que los mencionados documentos llegaran
a la ciudad de Cartago hasta el día 13.
Ocupaba el cargo de Jefe Político Subaltemo de
Costa Rica, el Coronel don Juan Manuel de Cañas,
el cual después de recibir el correo convocó con ur-
gencia al ayuntamiento de la ciudad y a las prin-
cipales autoridades civiles, mili tares y eclesiást icas.
Los documentos que contenía el correo eran los si-

333
guientes: Acta del 15 de setiembre, Manifiesto de
don Gabino Gaínza, Oficio del Ayuntamiento de
Guatemala y el Acta de la Diputación Provincial
de León de 28 de setiembre de 1821 4 ' .
Después de algunas dcliberaciones el cabildo
reunido acordó accptar la propuesta de la Diputación
Provincial de León. Asimismo, se encomendó al Jefe
Político para que visitase personalmente los Ayun-
tamientos de San José, I-leredia, y Alajue1a y les
diese a conocer los documentos recibidos.
Mientras tanto en San José se había recibido el
mismo día 13 una copia del Acta dc los Nubla-
dos y una carta de don Pablo Alvarado, que desde
Guatemala instaba a la jura de la Independencia.
El 14 llegó el Coronel Cañas y dio a conocer los otros
documentos. Al igual quc en Cartago. se resolvió
acoger lo propuesto por la Diputación Provincial de
León 41.
Luego pasó el Jefe Político Subalterno Cañas a
Hercd.ia. El día 15 en la noche se convocó un ca-
bildo abierto para oir la s noticias y después dc una
larga deliberación se ücordó seguir el mi smo cri-
terio adoptado en Cartago y San José 41.
Señala el Prof. don Rafael Obregón Loría que
los documentos llegados dc Nica ragua fueron reci+
bidos en Cartago "sin ningún júbilo, no provocaron
entusiasmo patriótico alguno, antes bien fu eron vis-
tos con bastante recelo. Eso mismo podría decirse con
respecto a San José y demás poblaciones de la Pro-
vincia" n.
Mientras se encontraba el Coronel Cañas en
Hcredia, se llevó a cabo en la ciudad de Cartago un
nuevo cabildo abierto, y en él se acordó "no compro-
meterse en pro ni en contra de lo determinado en
Guatemala y León"".
El 16 dc octubre en la tarde, cuando Cañas se
disponía a emprender el viaj e a Alajuela, recibi ó la
noticia de 10 ocurrido en Cartago. Dispuso suspender
el viaje y enviar los documentos a Alajuela, junto
con una carta en la que pedía el Alcalde 19 que
convocase al Ayuntamiento y adoptaran una posi-

334
Clon al respecto. Reunido el Ayuntamiento se acor·
dó dar por recibidos los oficios y no tomar ninguna
providencia al respecto. Señala el ProL Obregón que
posiblemente ya el Ayuntamiento de Alajuela tenía
noticias del cambio de actitud habido en el Ayunta-
miento de Cartago u . Los demá s Ayuntamientos, sal-
vo el de H ercdia que se m an tuvo fi el a las autori-
dades de León, terminaron acogiendo la sugestión
h echa por Cartago.
Por otr a parle, el Ayuntamiento de San José
se diri gió con fecha 16 de octubre a los otros cabildos
proponién dose la forma de una Junta Provisional
Gubernativa que se encargara de ejercer la autoridad
superior en la Provincia. Para eso alegaba que al
haberse tomado la decisión de mantenerse al mar-
gen de lo acordado en Guatemala y León, la Pro·
vincia de Costa Rica se quedaba sin autoridad legí-
tima que la gobernara.
Esta propuesta d e San José fue rechazada de
plano por Hcredia e indicaba que la mism a era ab-
surda y que por lo tanto ratificaba su posición de
obedecer únicamente a las autoridades leonesas.
Cartago d ecidió variar un poco el plan pro.
puesto por San José y acordó invitar a todos los demás
Ayuntamientos para que cada una de ellos n ombrase
un legado o diputado con amplias facullades, los
cua les, reunidos con el de Cartago y el de Ujarrás
que d esde el 17 de octubre se encontraba en la ca-
pital de la provincia, dispusieran lo más convenien.
te para los intereses de todos los pueblos. El legado
por Ujarrás lo era el Br. Rafael Francisco Osejo, el
cual fu e el p rimer legado que se presentó en Cartago,
incluso antes d~ que esta ciudad nombrara el suyo n.
Los Ayuntamientos de San José, Alajuela y Es·
cazú aceptaron la idca de la Junta de Legados y nom·
braron al Pbro. Doctor Juan de los Santos Madriz.,
a don Gregar io José Ramírez y a don José Santos
Lombardo, respectiva mente. Barba, después de algu-
nos reparos nombró a don Bernardo Rodríguez. Car·
tago nombró también a don José Santos Lombardo.

335
Los legados concurrieron a la ciudad de Car·
tago y el 25 de octubre celebraron su primera reu-
nión. Estuvo presidida por el Alcalde 19 don San -
tiago Bonilla, a l haberse excusado por razones de
enfennedad el Jefe Político Subalterno, don Juan
M anuel de Cañas.
.En la segunda sesión celebrada por la Junta de
Legados, el 26 de octubre, se propuso la creación
de 1ma Jun ta Superior Gubernativa provisional que
se encargara de ejercer la máxima autoridad en la
Provincia u . A esta proposición se opuso el Legado
por Ujarrás, Br. Osejo, el cual sostenía que antes
de dar ese paso tan importante era necesario tomar
en cuenta la opinión del pueblo, "el único en quien
reside esencialmente la Soberanía, para qUE la ejer-
ciese eligiendo en los individuos de una Junta Supr.
de Prov. a J • • La tesis de Osejo fue rebatida por don
José Santos Lombardo, el cual alegaba que los le-
gados presen tes si tenían las facuItades necesarias
para constituir la Junta. Después de una larga dis-
cusión, terminó trimúando la tesis del Legado de
Ujarras. Es decir, la Junta de Legados acordó sus-
pender sus sesiones hasta tanto no se consultara con
los ayuntamientos comitentes, si residían en ellos fa·
cultades suficientes para nombrar la Junta Superior
Gubernativa propuesta. Oc tal manera entonces, esta
primera Junta de Legados tuvo una duración muy
efímera ya que duró solamente dos días 54.
Los aconteómielHos cambiaron de curso, al lle-
gar a Costa Rica la noticia de 10 acordado por la
Diputación Provincial de León el 11 de octubre, o
sea la anexión de México.
Resulta que en la noche del 28 de octubre, pasó
por Sa n José el correo que llevaba a Cartago el acta
de las autoridades leonesas. Según nos nalTa don
Hafael Obregón, el portador del correo "tuvo oportu-
nidad de conversar COll algunos vecinos de esta ciu-
dad (San José), y de manera infonnal les dio a
conocer los sucesos ocurridos en icaragua. Sin em-
bargo, o no dio los datos con claridad, o lo inter-
pretaron mal quienes lo oyeron, pero lo cierto es

336
que con gran rapidez comenzó a difundirse en la ciu·
dad la noticia de que tanto León como las demás
dudades de Nic'lragua habían proclamado su inde-
pen dencia absoluta del gobierno espariol, en los mis-
mos ténninos que lo había hecho Guatemala en el
m es de setiembre anterior. La noticia era inexacta,
pero así circuló"". Al día siguiente, 29 de octubre,
el Ayuntam iento acordó procla mar solemnemente la
absoluta independenc ia del gobierno de España , dis-
poniendo además que hasta tanto no se unifonnase
la opinión de los pueblos de la Provincia sobre la
forma de gobierno qu e habría de constituirse, ese
Ayuntamiento se subordinaría a la JlUlla Guber-
nativa cuya creación se había propuesto.
En la misma noche del 28 se recibieron en Car-
tago los papeles de León. Pero en la madrugada ocu-
rrió un hecho sumamente curioso: don José Santos
Lombardo y otras personas partidarias de la anexión
a México, se apoderaron del cuartel de la ciudad sin
necesida d de usar la fu erza. Este hecho pasó prác·
ticamente inadvertido, pero desde luego no dejó
de influir en la resolución que se tomó en un ca-
bildo abierto celebrado en las primeras horas de la
mañana del día 29. En él se acordó proclamar y
jura r el 19 de noviembre la Independencia absoluta
del gobierno español, obsenrándose rigurosamente la
Constitución y Leyes que promulgase el imperio me-
xicano "en el Cir me concepto de que en la adopción
de este plan consiste la felicidad y verdaderos inte·
reses de estas provincias"~.
El día 12 de noviembre se r eunieron en la sala
del Ayuntamiento de Cartago, los legados nombrados
directamente por el pueblo. Es decir, la que se ha
llamado tradicionalmente en la Historía de Costa
Rica la "Segunda Junta de Legados" y a la cual el
Pror. Obregón llama "Junta de Legados de l os Pue-
blos", para diferenciarla de la Primera Junta de
Legados que él denomina "Junta de Legados de los
Ayuntamientos".
Sobre esta segunda Junta de Legados nos dice
el cítado historiador: " La Junta de legados de los

337
pueblos estuvo constituida, casi en su totalidad, por
legados elegidos populannente. Fue pues, una autén-
lica repre~en tació n del pueblo, lo que justifica que
asumiese todos los poderes cuando acordó aceptar la
renuncia del g,bernador Cañas. Constituyó induda-
blemente el primer gobierno de carácter nacional
que luvo la provincia de Costa Rica ; pero hubo algo
más, pues a sus facultades ejecutivas, legislativas y
judiciales. agregó las propias de una asamblea cons-
tituyente, y así elaboró y emitió el Pacto Social Fun-
damental Interino, o Pacto de Concordia. considera-
do con muy buenas razones como nuestra primera
Constitución Política" ar.
Como escribíamos en otra ocasión, "ya en este
momento se pueden distinguir dos "tendencias" o
"m en talidades" que van a perdurar en Costa Rica,
dUrflnte los pr imeros años después de la Indepen-
dencia. Decimos tendencias o mentalidades, porque
no creemos apropiado hablar de "ideologías" o " par-
tidos", sobre todo si tomamos en cuenta que las mis-
mas, no estaban todavía muy claras en las mentes de
sus respectivos seguidores. La primera de estas ten-
dencias, que contaba con muchos adeptos en H eredia
y en Cartago. estaba a favor del sistema imperialista
que se acababa de formar en México. Sin embargo,
creemos que hay u na diferencia fun damental entre
las ac tividades de Hered ia y Car tago. Mientras la
primera obedecía los mandatos de las autoridades de
León. la segunda. por el contrario. quería sustraerse
de esa sumisión y aeia que adhiriéndose al Imperio
Mexicano. lograría más rápidamente su objetivo.
Creemos importantísimo no perder de vista esta distin-
ción. La segunda corriente de opinión, era la man-
tenida por San José y Alajuela, que perseguía esta·
blecer un sistem o de gobierno republicano e inde-
pendiente" 5!. Pod rí amos agregar que esta disparidad
de criterios fue lo que llevó a ambos grupos a en-
frentarse en la primera guerra civil que hubo en
Costa Rica, luchando por un imperio que había
dejado de existir hacía algunos días.

338
NOTAS ,

1 "El ~nio de la U!lf:n"d", T . 111, pill' 875.


I M;¡Lt c;;,vic!i;a, 1953, pip. m
y 311.
;1 ~t . angin .. l, RCPC N° 96, pill. :lO, $qI:ll'~t;a .
• ibidan.
• "El Genio ~ bo Li~d" . 1945, T. IIJ. pág. 844.
• Oocummt. original, RCPC N" 96, pill' 8, sq>aa~
1 ibidrm.
• Ib¡~
~ "EI Gmio de 1" Ulxn..d", 19H. T. 111, p,ig. S1 9.
10 Ihidml, pill. 820.
11 Mefmda, 1961, pill_ :284.
1t " El Gt-nio dI" 1;. Libf:n,d", 1954. T . 111, pigs. 8':J7·::l8.
11 Melénda , 1%1 , pip. 250-3.
H Ib ídem.
JI " El Genio de la Libertad", 1914, T. 111, p¡1gs. 831--4.
10 Alv,lrez Lejarza, 1958, pi ll' 287.
JT MayC$, 19H, págs. 287.
11 Ibídem, pág. H.
10 Ibídem, pág. 49.
tO Ibídem, pág. 94.
~I Ibídem.
~2 Ibídem, pág. SI,
u Ibídem.
2. Ibi<km, pág. 98.
:~ Ibídem, pág. Sl .
ti Ibídem, pill' 53.-4.
2T Montúbr y Coronado, 1963. T. 1, pág. 68.
18 Maya;, 1955, pág. 62.
ft Ibídnn. pig. 57.
so ZebYil, inédita, pjp. 138.9.
11 übya, 1%5, pá~ 25-8.
11 Ibidml, pigs. 29-30.
u Archivo G<:ncnl de Cmlroamérka, Guatem.tb., B S. 4, &p. 1366,
Lq¡:. S9, f. 2.
lo . AGC, B S.4, Exp. 1660, Lq¡:. 62, f. 3v.
u Zel.. y.., I%S , pJg. 28.
M AGC, B 5.<4, &p. H78, Les. 61, f. 1.
u AGC, B H , &p. 1690, Leg. 63, f. 1.
JI AGC, B 5.6, &p. 1689, LeS. 63, f. l.
.. AGC, B S.4, Exp. 1446, ug. 60, f. 1.
~G AGC, B 5.4, Exp. 1689, LeS. 63, f. Iv.
41 Oficio del Jefe Subalterno de Granada, don Víclor de la Guardi. ",1
Jefe Político Superior de Guatemala, don Gabino G",inn. ACC, S.<4 ,
Exp. 16n, ug. 62. f. 34-7.
t 2 ACC, B 4.2, Exp. 1193, Leg. 50, f. 44.
U Ibídem, f. 44".
tt Documen t. original, RCPC Nt 96, pag. 12, sep",rata.
U Ibídem, pag., 13, se parata.
t, Obregón, 1969, pig. 6.
H Ibídem. pigs. 15-8.
~. Ibídem, pJg. 19.
ti Ibíckm, pJg. 11.
60 Ibídem, pJg. 12.

339
u Ibldem, pi,o 21-
n Zel~y~ , inédil~ , P~II' 160.
u Obregón, 1969, P~8. 27 Y ' .•.
J' Zel~y~ , inédita, pi,o 162.
» Ob regón, 1969, pág. 3l.
se Ibídem, pág. 36-
n Ib ldem, pjg. H .
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340
INFLUENCIA DE MEXICO EN LA INDEPENDENCIA DE
CENTRO AMERICA

Prol. !talo López Vallecillo


I .-SITUACION DE CENTROAMERICA DE 1800 11 1808

111 Aspectos econ6mico-sociales

Al estudiar el desarrollo de la sociedad centroa·


mericana, il fines de la époc<'1 colonial se advierte:
1) persiste la división étnica. propia del carácter de
la conquista de un pais a otro; 2 ) es obvia la desi-
gualda d econ ómica entre los herederos de los con·
quistadores y los conquistados. sobre todo porque el
sistema feudal acen tuó la explotación de los segun·
dos en benef icio de los primeros; 3) hay categorías
o grupos raciales derivados del proceso demográfico
que intervienen como fuerzas intermediarias en el
desarrollo social. tal es el caso de los criollos y los
mestizos.
El factor Rencró los estratos siguientes:

---españoles nacidos en la Península (europeos) ;


- españoles-criollos ( hijos de españoles nacidos en
América ) :
- ladinos o mestizos ( hijos de español e indi gcna ) ;
-mulatos ( hijos de negro y blanco);
-negros ( provenientes de Africa);
- indios ( nativos puros) .

343
La anterior clasificación no debe tomarse en
forma irreductibJ '!. pues dentro de la organización
econ ómica_ estos núcleos juegan su propio papel,
independiente de la cuestión racia1. Son privilegiados
los españoles peninsulares, legítimos herederos d e
la empresa coloniza¿ora . Gozan de beneficio restrin-
gido los criollos o españoles americanos. estrato que
pugna en cste período por a1canzar el poder político
y económico. Son explotados. víctimas de las dos
agntpaciones anteriores. los mestizos, mulatos, n e-
gros e indios.
La clase explotada sufría toda suerte de exaccio-
nes. Los mestizos. estrato que se desarrolló mucho en
las postrimerías del período colonial, rara vez logra-
ron convertirse en pequeños propieta rios o emplea-
dos de categoría; a lo sumo. trabajaban como arte-
sa nos urbanos o peon es agrícolas. Los mulatos, en
escaso número, se asimilaban a los mestizos. los n e-
gros que por esta época se reducían a 600 en toda
el área. vi vían y laboraba n en las zonas costeras.
Los ind ios. establecidos en comunidades autosufi-
cientes. ten dían a desaparecer; posteriormente pasa-
rían a fonnar parte de la población mestiza, excepto
en Guatemal a_ en donde todavía son importantes los
asientos primitivos.
Esta división podría interpretarse en la lucha
social así: 1) la clase aue tenía el poder económi-
co y politico estaba constituída por terratenientes
esn'lñolcs-peninsulares v por españoles-eriolIos. au-
xiliados por altos funcionarios de l a Corona. Que
por su número y participación fonnaban un definido
es tamento y en el cual había, tambi én , europeos y
ameri can os. y 2) la clase d esooseída . mavoritaria y
en la mayor penuria_ intewada por mestizos_ mula-
tos, negros e indios.
La primera clase. administradora en nombre del
rey de l o~ medios de producción, controlab1. la a¡srj-
cultura_ la artesanía V el comercio; a ella perte-
n ecían los nobletes. el alto y mediano clero. propie-
tario ,le .qumc1es feudos. los comerciantes en .gran
esc-al a. los emple'ldos de la administrpción r e11 en stl~
dif<>ren tes ,grados los hacendados V los rentistas.

344
En 1800 había en Centro América una pobla-
ción menor del millón de habitantes, repartidos en
las categorías siguientes: españoles peninsulares:
5.000; eSJ}<'l.ñoles americanos o criollos: 45.000; mes-
tizos o ladinos: 300.000; indígenas: 600.000 l .
Sobre la ubicación geográfica de los diversos nú-
cleos poblacionalcs, cabe advertir que estos eran ma-
yores en el norte y menores en el sur de Centro
América , así en 1800 las cifras son elocuentes para
Guatemala, El Salvador, Nicaragua y H onduras, y
muy escasas para Costa Rica . He aquí algunos datos
estadísticos:

PROVINCIAS O LUGARES HABITANTES

Ciudad de Guatemala _ . 30.406


Ch imaltenango . 60.793
$ololá . 35.268
Queza Itenango . 39.196
Sacatepequez . 70.109
Verapaz _ _ : . 56.552
Sonsonate . 36.204
Escuintla _ . 27.869
Ch iqui rnula __ _ . 60.294
Suchil tepéquez . 21.140
Costa Rica . 27.065
Castillo de San Juan. San Felipe y H ornoa 1.366
San Salvador . 129.667
Nicaragua . 117.113
Honduras _ _ . 92.330
Partido del Petén . 4.409
Chiapas . 74.869

TOTAL 883.650

Es interesante anotar que en Centro Am érica


las clases dominantes se manhlvieron desde los ini.
cios del período colonial, hasta el ocaso del m ismo.
dentro de la economía feudal :. El rico filón del
comercio quedó para los espa ñoles residentes en
España y paro los intermedi arios también peninsu-
lares y meneaban los negocios en las principales
ciudades d e la Capi tanía General No pudo el Reino

345
de Guatemala desarrollar su capacidad de exporta-
ción en su propio provecho, pues cuando no se lo
impidió la legislación española, cautelosa y torpe en
estas cuestiones, se lo impidió el atraso en las vías
de comunicación. El aislamiento de los pueblos, vi-
llas y ciudades centroamericanas, debido en parte n
probl emns de m era geografía, y fundamentalmente
al abandono y desidia de los encargados del poder
público. El tráfico de una a otra población se h acía
por medio de mulas en caminos de herradura de
difícil acceso. Esta incomunic:acién física h izo que los
principales pueblos centroamericanos tuviesen una
vida económica y social autosuficiente, sin m ayores
contactos los unos con los otros. excepto en cuestiones
ecl esiásticas, administrativas y políticas, canalizadas
por las autori dades e~tablecidas en Guatemala. Con
el tiempo las provincias llegaron a recelar tanto de
la ciudad de Guatemala y sus vecinos, que en varias
ocasiones pidieron ser segregadas y formar unidades
independientes. tal el caso de N icaragua y Costa
Rica '.
Pesó más en el án imo de la clase dominante.
principalmente ubicada en Guatemala. el valor del
feu do y los m étodos de f."xplo tación laboral basados
en la servidumbre y el vasallaje que la expansión
comercial. Esta quizá sea la característi ca más im -
portante del régimen colon ial en Centro América.
aunque no ha y que nlvidar q ue Espaiia fue la que
trazó tal política econ ómica.
Los aionos se m anifestaron con dem asiada ti-
midez, ya Que ni internamente ni en lo tocante al
comercio cp-n la H abana. Cartagena de Indias. Pa -
namá y l ueva España pudi eron hacer valer SU~
derechos ante- la Metrópol i esp"lñola 4 , Las prohi -
biciones paraliza ron todo pro~reso, tod o posible paso
del feudalismo a la concepción y realización de una
economía liberal. La s innovaciones de Carl os TU n o
alca n zaron a modificar l a estructura económica v
social de esta parte d e su Reino. En el año 1808
la situación de los criollos no era nada hala~eña;
much os de los prin cipales productos a~colas h a-
bían oejado de ser r entables para la exportación .

346
El único sector que al comenzar el siglo XIX podría
hacer alarde de prosperida d era el clero.
El historiador Gage refiere que "las rentas del
clero no bajaban de 45 millones de pesos". La Orden
de Predicadores de Guatemala adm inistraba muchos
negocios y tenía una hacienda de trigo. un molino
de agua, un ingenio de azúcar y una mina de plata
de la que sacaba anualmente una renta no menor de
30.000 ducados de once reales cada uno, o sea 16.500
duros 5.
De igual manera la Orden Franciscana explo-
taba las mayores haciendas de lo que hoy son las
República de El Salvador, Nicaragua y Guatemala.
La Gaceta de Guatemala proporciona datos re-
veladores sobre las rentas del Arzobispo, las cuales,
en los últimos años del coloniaje, eran como siguen:

FUENTIS MONTO

Sobre vacantes _. 6.000 pesos


D iezmos en trece años ._ 306.876 pesos y 5 real es
Por curatos y vacantes .. 136.362 pesos y 5 reales
Por visitas pastorales .. 97.878 pesos y 5 reales

TOTAL 541 .117 pesos y 9 reales'

Aspecto de fundam ental importancia es la car-


ga tributaria impu esta por la Corona Española a
los habitantes de Centro América. Los impuestos más
significativos fueron los siguientes: a) la alcabala,
que se pa gaba para toda com pra-venta ; b ) a1ca·
bala de Barloven to, impuesto que se pagaba para
poder pasar por u n pu erto~ e) almojarifazgo, impues·
to aduanero en España, por derecho de salida de
cualquier producto; d ) quinto real; e) papel ge.
lIado:; f) las Anna tas ; g ) puestos vendibles:; h ) diez-
mos.
La Alcabala comprendía los objetos de labranza.
los tratos y ofi cios: plateros, boticarios, silleros, herre-
ros, zapateros y además oficial es~ el maíz. granos y
semillas. el vino de Cast illa y el de la tierra, sedas,
brocados, lien zos y demás m erca derías de Castilla.
el trigo, cebada , carne, pieles clUdas y curtidas, cebo,

347
lana, azúcar, miel, jabón, mantas, algodón, azogue,
plomo, cobre, hiena, acero, alambre, pescado, fra-
zadas, sayales, cáñamo, lino, cañabitola, gengibre
y otras drogas; añi r, zarzaparrilla, palo, cera, plumas,
piedras, perlas, vid rio, loza, jarros, t inajas, madera,
tablas y cosas hechas de ella; sal, piedra y arena,
casas, heredades, estancia s, chozas, esclavos y censos;
ajuar de casa, vestidos y demás cosas de venta y true-
qu e 1.
La Alcabala de Barlovento se impuso en 1636
a los principales productos de exp ortac ión , prove~
nientes de las colonias americana s:

OBJ ETO IMPUESTO

Un cajón de añil . 4 reales


Una carga de cacao . 2 reales
Una anoba de grama . 2 reales
Una arroba de zarza . 1 real
Cada cuero de gan ado vacuno . 1 real
Una petaca de brea . 1 real
Una petaca de tabaco . 1 real

Mata Gavidia, anota que "desde el año 1629


la Corona Española impuso al Virreinato de Nueva
España y a Guatemala un impu esto de 250.000
ducados anuales". La Ciu dad de Guatemala pagaba
4.000 ducados, para lo cual tuvo que aumentar la
tasa de la Alcabala ordin aria.
El Almojarifazgo era el impuesto que pagaba
todo producto que salia de España. La tasa era del
2 Vz sobre el valor de la mercancía, pago que se
hacía en puerto espa ñol, y del 5% al ser entregada
en puerto de América.
El Quinto Real consistía en entregar la qu inta
part e del oro, pla ta y perlas a la corona.
Papel sellado. para todo acto civil era obliga-
torio que los "autos" se h icieran en papel sella do,
cuyo producto o valor era para el Estado Español.
L1S medias annatas o natas obligaban a pagar
la mitad del sueldo de todo beneficio adquirido du-
rante el primer año del desempeño de oficios, honores,
mercedes, otorgados por el rey o el municipio.

348
El diezmo era una recaudación en efectivo o en
especie sobre los frutos o gra nos producidos, Dicho
impuesto era cobrado por la Real Hacienda, aunque
parte de él se destinaba para fábrica de templos y
ayuda a la iglesia.
Para la mejor administración de los impuestos
se estaulecieron los censos de población, que perió-
dicamente se hacían en los barrios.
Eran tan excesivos estos impuestos que las mu-
nicipalidades se vieron expuestas a grandes dificul-
tades, según lo señala García Peláez ' ,
"El efectivo de los impuestos -señala Mata
Gavidia- se destinaba al pago de las autoridades,
funcionarios., empleados coloniales, mantenimiento
de puertos, (lotas, fuertes y defensas, para fábrica de
edificios públicos, universidades, escuelas, conventos,
templos, curatos, h ospitales, etc, pero el principal
monto era para sostener e incrementar el poderío
español en sus lucha s contra los tw'cos que amena-
zaban a Europa, contra Francia e Inglaterra en las
numerosas guerras del siglo XVI al XIX" 1 ,
Los indígenas que no pertenecían a una enco-
mienda, eran tributarios del rey, considerados como
vasallos libres, El tributo anual para los indios era
el pago de tres tostones y dos para las mujeres, Pa-
gaban impuestos los comprendidos entre Jos 18 y
50 años.
García Peláez di ce que de 1603 a 1630 el tri-
buto fue aumentado a 4 tostones, "Tres reales para
el rey, Wla gallina para que abundasen y medio para
los jueces" lO,
Los impuestos son factores de consideración en
la lucha que sostienen los criollos por mejorar su
status económico. El florecimiento de España a costa
de la riqueza de las colonias, establece una situación
de privilegio a favor de los peninsulares; este aspec-
to determinará posteriormente la decisión de romper
con el gobierno español.
Don Manuel Abad y Queipo. describe con admi-
rable precisión la situación económico-social de las
colonias españolas en memorial que se conserva en
el Archivo de Indias: "Los españoles (criollos y pe-

349
ninsulares) comprendían un décimo total de la po-
blación y ellos solos tienen casi toda la propiedad y
riqueza del reino. Las otras dos clases que compren ~
den los nueve décimos, se pueden dividir en dos ter-
cios, los dos de castas (todos los mestizajes del pais)
y uno de indios puros. Indios y castas se ocupan de
ejercicios domésticos_ en los trabajos de agricultura
y en los rncnestel-es ordinarios de los oficios y artes.
Es decir, que son criados, sirvientes o jornaleros de
la primera clase. Por consiguiente, resulta entre ellos
la oposición de intereses y factores que es regular
~trc los que nada tienen y los que lo tienen todo.
La envidia, el robo, el mal servicio de parte de los
unos; el desprecio. la usura, la dureza de parte de los
otros. Estas reslLltas son comunes hasta cierto pun to
en todo el mun do; pero en América suben en muy '
alto grado, porque no h'l.Y g raduaciones o medianías,
son todos ricos o mi serables, nobles o infames 11.

'.-LA E SPA~A DE CARLOS IV V FERNANDO VII V EL


PROCE SO EMANC IPADOR EN AMERICA

Si Carlos JI! hizo que la Corona Española se


transformara mediante la libertad de comercio, el
fomento del bienestar de las clases trabajadoras, el
progreso industrial y la adopción de medidas reno-
vadoras en la enseñanza cclesiástica, su sucesor echó
por tierra la apertura de España hacia las nuevas
ideas. En lugar de una política unifonne, congruente
ante los sucesos que se desarrollaban en Francia,
Carlos IV que toma el poder en 1788. entrega el
. Imperio español al beneficiario directo de la revo-
lución francesa, Napoleón I.
Para formarse idea d e la situación política de
Centro América, en esta época convien e recordar
que con la llegada al pode r de los barbones en
España y en otros países de Europa, surge el movi ·
miento llamado "despotismo ilustrado".
Esta corriente aflora en la metrópoli española,
"gracias al desarrollo de un incipiente capitalismo.

350
a la influencia del movimiento filosófico que insur-
ge con el racionalismo. el empirismo y el materialis-
mo y a un cambio en el pen samiento religioso que
se inclina a la tolerancia en materia de cultos y
acepta lUla mayor intervención del Estado en las
cuestiones de la I glesia".
El absolutismo de C'lrlos III conllevó la rea-
lización de refonnas económicas, de clara inspira-
ción fisiocrática, en beneficio directo del poder cen-
tral. Sus medidas, en un principio, hicieron posible
un nuevo régimen administrativo y, con la creación
de las Int ~ndencias se modernizó un tanto el apa-
rnto político de la Corona_ alUlque aumentaron las
prohib ic iones y vigilancias sobre los h abitantes del
nuevo mundo.
No obstante el celo con que actuaban los capi-
tanes generales respecto a la lectura de t oda clase
de libros, es evidente que en Guatemala y en todas
Las provincias se conocia a los filósofos de la enci-
clopedia, y a los economistas ingleses más desta-
cados.
La Universidad de San Carlos de Guatemala,
al sufrir la influencia de las nuevas ideas. se trans-
(onnó en semillero de inquietudes y en la cuna
de los hombres de la independencia.
Se ha escrito mucho sobre el autoritarismo de
los barbones, y hasta se ha llegado a afirmar que
el uso fue un absolutismo sin ilustración. No estamos
enteramente de acuerdo. Dentro de una concepción
más limitada a la de Catania II de Rusia o Federico
U de Pmsia. Carlos IJI introdujo las ba ses de re-
forma del imperio español, aunque sin que éstas
llegaran a plasmarse por " culpa del tiempo y no de
España".
Tocó a González Mollinedo y Savaria afrontar
la crisis de la monarquía española de 1808 y mante-
ner el orden y la unidad de la Capitanía en torno a
la casa de los borbones, para la cual establece con-
tacto con las autoridad es de Nueva España y se ciñe
a las instru.ccioncs y noticias de la Junta Central
Gubemativa, presidida en España por Floridablanca.

351
En 1814 señala el ocaso del regtmen colonial y
el advenimiento del período pre-independiente en
América.
La inquietud y zozobra de la colonias españolas
en América es enorme. Supeditadas en todo a la
Corona, bajo un rígido aparato económico, político y
militar, tuvieron que asumir el papel de espectadores
ante sucesos de gran trascendencia, cuya cronología
nos parece obligada:

l-El ajustamiento de Luis XVI y María Antonie-


ta en 1793;
2-La actitud de Carlos IV (un rey Barbón) ante
el regicid-i o de su pa¡'icnte Luis XVI, con quien
estaba obligado p or pactos de familia;
3-La guerra de España contra Francia en repre:
sa lia por la muerte de Luis XVI ( guerra que
comienza en 1793 y termina en 1795) .
4-El fracaso espa ñol en dicha contienda que con-
duce, a la postre, a la firma de una alianza con
los revolucionarios france ses, que, poco a poco,
lleva a España a otras guerras, contra Portugal
e Inglaterra;
5-Las veleidades políticas de Carlos IV al cam-
biar a Floridablanca por el Conde de Aranda y
más tarde por Manuel Godoy, estos últimos,.
partidarios del acercam iento con Napoleón 1;
6--Espaii.a. unida a la política imperial de Napo-
león, sufre en 1805 la gran derrota de Trafalga r
ante los ingleses, con la cual pierde objetiva-
mente su fuerza marítima y su prestigio mili-
tar; y finalmenle,
7-La debilidad de Cal-los IV entrega España a
Napoleón mediante el tratado de Fotainebleau
en 1807.

En este breve recuento, hay que agregar que la


Corte de Portu gal decide abandonar el país y tra s-
ladarse con toda la familia real al BrasiL Napoleón
ha invadido Portugal y tiene los ojos puestos en el
['esto de la Península. Solo Carlos IV no ve en dicha
medida un claro anuncio de lo que vendrá después.

362
En 1808 las tropas francesas, bajo el pretexto
de la invasión de Portugal, entran a España y con-
vierten al Emperador en árbitro de los destinos de
la nación española. Arruinada económicamente, des-
prestigiada por 1:I.s alianzas políticas, socavada en
sus cimientos. dividida en el seno mismo de la fa-
milia real, España es presa de una verdadera ban-
carrota. Las diferencias entre Carlos IV y su hijo
Fernando servirán muy bien a los planes de Napo-
león, quien el 4 de mayo de 1808 obtiene de parte
de Carlos y Fernando la renuncia al trono español
y el establecimiento de una junta gubernativa pre-
sidida por Mural.
En [arma vergonz.osa el Consejo de Castilla, l a
Junta Suprema y el Aywlta miento de Madrid, acep-
lan como válidas las renuncias de ambos Barbones
y acatan a José Bonapmte como Rey de España. Ante
estos hechos, el pueblo españ ol se levanta en armas
contra los invasores y es el actor máximo de la gue.
rra d e liberación, que dura de 1808 a 1814.
Estos seis años son de extraordinaria importan-
cia en la historia de España; durante ellos se liquida
el Antiguo Régimen y la corriente liberal penetra
en todo el ámbito hipánico. Toma cuerpo el concepto
de autodeterminación del pueblo y se produce la
búsqueda por incorporar nuevas formas políticas y
económicas a la vida española, n o solo de la Metró-
poli sino de las tierras de ultramar.
Mientras en Bayona Carlos IV y Fernando en-
tregan el símbolo del poder al representante del
Nuevo Régimen, en Madrid, en Sevilla y en Aran-
jue7.., las muchedumbres se amotinan contra el ex-
tranjero y claman por la organización de juntas pa-
trióticas que buscarán el relamo de Fernando VII
y la proclamación de una constitución liberal, mo-
derna, que haga posible la unidad de espai'ioles y
americanos.
Entre 1808, y 1814 se operan los fenómenos de
mayor relieve en el proceso político de España y
América. En primer lugar, además de jugarse la
suerte del imperio, se registra el surgimiento de dos
tendencias: la innovadora (liberal ) , de raiz jansenista

353
y de inspiración francesa, y la tradicional (servil o
conservadora) que se opone a la limitnción del poder
real. Durante este periodo tienen lugar las Cortes de
Cádiz. inauguradas en setiembre de 1810 y euyos
lrabajos darán por resultado la controvertida cons~
tituciÓh.
De haber sido respetada dicha Carla Magna,
la unidad del imperio español habría sido conservada
y probablemente la independencia de América no
se habría producido.
El Código de Cádiz liene el mérito de haber
planteado por primera vez en España la idea cons-
titucional, sirviendo de tránsito entre la monarquía
absoluta y la democracia constitucional.
Los 384 artículos recogen las aspiraciones de
reforma , de cambios que fl otaba n en España y en
América. y con los que se pretendía sustituir toao el
andamiaje de la estructura del país, reconociendo
los derecho:; y ga rantías individuales, la división de
poci er~s y haciendo suyos los postulados de una so-
ciedad individualista e igualitaria.
Si como hemos estable<:ido, de 1808 a 1814 se
generan los hechos decisivos del Siglo XIX español,
de 1814 a 1822 se desarrollan los acontecimientos
más importantes en el nacimiento de la s lluevas re-
públicas latinoamericanas. Una etapa sigue a la otra ,
determin1ndo situclciones, perspectivas y volviendo
irrevisihle la emancipación. La actitud de Carlos IV
y Fernando VII, con el paréntesis de la hegemonía
napol eónica, traerá como resultado, como fin, la in-
dependencia de América.
La crisis monárquica de 1808 a 1814, la falta
de una dirección definida, el caos y el desorden en
el gobierno peninsular, conducirán a la organización
de movimientos de é1it ~, tendientes a posesionarse
del gobierno en todas las provincias americanas. Pa·
ra ello invoca n el derecho natural y señalan que,
ccn la ausencia ya prolongada de un rey legítimo
en España. la soberanía ha pasado de nuevo a manos
del pueblo. Los insurgentes afirman así las bases de
la revolución en América.

354
Es una reacción en cadena: el 25 de mayo de
1809 se da el pronunciamiento de Chuquisaca, el
19 de abril de 1810 el de Caraca s, el 22 de mayo de
1810 el de Buenos Aires, el 20 de julio de ese mismo
año el de Santa Fe de Bogotá , el 19 de setiembre
de 1810 el de Dolores, M éxico, y e1 18 de setiembre
de ese año el de S::mtiago de Chile.
Los m ovimientos revolucionarios, que teman en
el fondo lUla ra íz económica y social, cual es el as~
censo de los criollos al poder, y una base política
sustentada en la revolución francesa, se manifesta-
ban de d iversa manera. En a lgunas regiones fue
reacción ante el invasor francés, en otras, coyuntura
apropiada para h acer valer ante España los derechos
de los espailOles america nos, y en la mayoría, finne
actitud contra las instituciones liberales que intro·
ducía la Const itución de Cádiz. Se trata de una época
en la cual S~ entremezclan los intereses de peninsu-
lares y criollos.
La cronologia de lo que acontece en España de
1812 a 1823 nos dará el índice, la pauta, de 10 que
en respuesta sucedió en Hispanoamérica, en especial
en el Virreinato de Nueva España y en la Capitanía
General de Guatemala.
El año 181 2 se promulga, como hemos dicho la
Constitución de Cádiz. con la cual, los sectores libe·
rales de España pr ~ t end ían consolidar. dentro del
Nuevo Régimen la unidad del imperio hispánico.
En 1813 los franceses se ven obli gados a aban-
donar la Península. El poder napoleónico se de-
rnlmba, no solo en España sino en Europa. o obs-
tante, Fernando VII finna el 11 de diciembre de
ese año el tratado de Valencp.y, con el que se asegura
la paz y la amistad en tre su pueblo y el Emperador.
Este instrumento desdice de Fernando y constituye
una afrenta para los espOll01es que, con las armas
en la mano, h abían echado al usu rpador. El acuerdo,
dichosamente. no fue confirmado por la Regencia ni
por las Cortes bajo el argumento de que el rey estaba
preso y por lo tanto no tenía capacidad para suscribir
el tratado.

355
En mano de 1814 Fernando regresa del exilio.
No desconoce las corrientes políticas que han surgi·
do en su ausencia y está dispuesto a hacerles frente.
Todas sus medidas serán para restaurar el poder
absoluto.
Sin duda alguna, Fernando no comprende en
ese momento el papel de la s colonias en los su cesos
que acaban de ocurrir. Era obvio que en América
se pensara de otra maner a. Las reformas dictadas
por Carlos III, obstaculizadas por Carlos IV, habían
producido un leve estado de prosperidad y una ac-
titud politica que permitía la iniciativa propia~ que
distaba mucho de la que proponía el Deseado.
En 1814, Fernando se proclama Rey Abso-
luto, disuelve las Cortes, encarcela y persigue a los
diputados liberales y desconoce la Carta del año 12.
Desde esa fech a a 1820 Fernando gobierna al viejo
estilo. n o introduce cambios en ningún sen lido, y
sin una ideología política defin ida. va dando pie y
justificación a los di stintos pronunciamientos mili-
tares que se levantan en su contra.
E! ejército español., en esta época, es en cierto
modo liberal. Ha sufrido la infuencia del francés.
Los genera les se sublevan contra el rey. Piden el
restableci miento de la Constitución de Cádiz y una
nueva politica exterior . Entre los más destacados je-
fes se cuenta Mina , Porlier, Lasy~ Vidal y otros que
intervienen decididamente en los asuntos políticos.
Las colonias americanas con tinúan pendientes
de los sucesos de Espaila~ no ya a la expectativa. sino
tomando partido frente a las dos corrientes que pug-
nan por el poder en la Pen ínsula. Las Juntas defen-
soras de Femando VII, creadas a partir del año 1808,
se convierten en juntas patrióticas con clara tenden-
cia al autonom ism o. Comienza a ser ya una r ealidad
el abism o entre Am érica y el r ey español.
Fernando dispone que un gran ejército embar-
que con destino a América para reprimir las suble-
vaciones. El jefe expedicionario d e esta fuerza es el
General Rafael Riego. quien se levanta con sus tro-
pas y exige al rey el retomo a la constitucionalidad,
iniciada en 1812. El pronunciamiento de Riego es

356
inmediatamente imitado en todas las provincias es-
pañolas y Femando no tiene otra alternativa que
jurar nuevamente la Constitución en 1820.
Es muy tarde pan rectificar. La América espa-
ñola ha escogido su propio camino.

J.- INFLUENCIA DIRECTA DE MEXICO EN LAS LU-


CHAS DE INDEPENDENCIA DE CENTROAMERICA
11808-1823 1

En el estudio que nos ocupa, era necesario es-


hozar ligeramente los hechos sobresalientes de la
metrópoli para luego establecer las relaciones con
lo que acaece en la Capitanía General de Guatemala
y en el Virreinato de la Nueva España.
Por razones geográficas, y más todavía por su
propio desarrollo económico el Reino de Guatemala
no tuvo en la época colonial la importancia ni la
categoria de Cartagena de Indias, La Habana, Mé-
xico, Santa Fe de Bogotá, Buenos Aires y las otras
colonias españolas. El istmo centroamericano oCrecía
muy pocas ventajas a los comerciantes peninsulares;
sus exportaciones estaban reducidas al añil, cochi·
nilla, bálsamo, cueros. cacao, tabaco, algodón, mine-
rales y algunos textiles.
Los gra ndes terratenientes centroamericanos, en
su mayoría españoles y americanos o criollos. veían
con temor y recelo los acontecimíentos de España.
Sabían que la aplicación en b Metrópoli de las ideas
liberales, traería. como consecuencia el derrumbe
de muchos de sus privilegios, aunque no por ello
dejaban de aspirar a cierta autonomía y a alguna
libertad económica que les pennitiese operar en
igualdad de condiciones con los españoles europeos.
Mas como fuese , la Capitaní a General de Gua-
temala y las provincias que la integraban jugaron
el papel de espectadores frente a los cambios que
se efectuaban en Esp;aña. En parte por la carencia
de una fincada corriente política y en parte por la
falta de cohesión de un grupo que estuviese cons-
ciente del papel que deberlan seguir las provincias,

357
Centro América, como tal, era muy débil como para
traz')rse una ruta, y sus clases y estamentos no se
atrevían a introducir ninguna transformación, ex·
cepto las que adoptaban con éxito otros pueblos.
En tal sentido, el Virreinato de Nueva España
condicionó en buena medida el proceso político de
Centro América de 1808 a 1823. Es oportuno indi-
car, también, que los sucesos españoles del mismo
periodo, fuero n, como en toda América, los princi-
pales agentes de disolución.
Como lo dijimos oportunamente, gobernaron la
Capitanía Gen eral de Guatemala. de 1808 en ade-
lante: El Teniente General Don Antonio González
y Saravia ( de 1801 a 1811 ) , Brigadier José de Bus-
tamante y Guerra ( 1811-1817 ) , Don Carlos de Uml~
tia y Montoya (1817-1821 ) y Don Gabino Gainza
(1821-1823).
Trataremos, en 10 posible, de establecer l as con-
cordanCias necesarias entre los acont ecimientos cen L
troamericanos y los ocurridos en México en esta
época:
1808. La invasión de apoleón a España pro-
ducida este año. originó en Madrid, en sus propias
provincias y en las colonias de ultrarnqr, una vio-
lentisima reacción . El 19 de Julio de 1808 al tenerse
noticia en México de la deslmcción del trono espa-
fioL debido a las r enuncias de Carlos IV y Fernando
VII. y el t raslado de la Corona a manos francesas.
el Ayuntamiento de la Ciudad de México acordó
formar una Junta de Gobierno autónoma para la
Nueva España. La intewación de este cuerpo, simi-
lar a los que funcionaban en muchas ciudades es-
oañolas. no fue posible por la actividad y celo de
los españoles europeos residentes en México. Las
discusiones, alzamientos y motines dieron por resul-
tado l~ separaci'ón de don Joseph de Itu rrigaray del
ca rgo de Virrey, acusa do de propiciar l a mencionada
Junta.
Guatemala tuvo conocimiento de 10 que pasaba
en México. así 10 creemos, porque ese mismo año
los tejedores del barrio de San Sebastián acaudilla-
dos por Simón Bergaño y Villegas, se levantaron en

358
armas y pretendieron desconocer al Capitán General
Don Antonio González 1011inedo y Saravia.
1810. El 16 de setiembre de este año, el cura
Miguel Hidalgo y Costilla, secundado por Ignacio
Allende, M.1riano Abasolo, Ignacio Aldama y otros
dio comienzo a la lucha por la Indept>.ndencia de
México.
El pronunciamiento, conocido en la historia
como el "Grito de Dolores", fue ampliamente co-
men tado en Guatemala, León, Comayagua, San Sal-
vador, Cartap;o y otras ciudades centroamericanas.
El cura Hidalgo areng-ó al pueblo para que derribara
al mal poder y expulsara a los españoles que se
entregaban al dominio fran cés. Su fuerza inicial.
constituida por 600 hombres armados de fusiles. lan-
zas e instrumentos de labranza. tomó el pueblo de
Dolores. Luego. con mayor contingente, se posesionó
de Atoton ilco. San Miguel el Grande. Celaya y Gua+
naiuato, enarboland o la ima~n de la Vir~n de Gua+
dalupe. mientras se unían al ejército insurgente
millares de peones y criollos.
La revolución de Hidalgo duró de setiembre
de 1810 a marzo de 1811. Desgraci adamente los
acontecim ientos fuero n adversos y el cura Hidalgo
fue fusihldo el 30 de judio de 1811.
¿Qué ocurría en Guatemala, mientras tanto?
Ya hemos señalado, que. desde 1808 se adver ·
tian en todas la s provinci~ s centroamericanas sínto-
mas de rebelión. El año 1809 el peluquero Agustín
Vilchez incitaba a los artesanos a rebelarse contra
los españoles y proclamaba la necesidad de apoyar
a los franceses.
En San Salvad or, el año 1810, el Tribunal de
Fidelidad juzgó a los s~ñores Valentin Porras y Justo
Zaldívar por manifestar las ideas contrarias a la
monarquí.a, condenándolos a prisión y separándoles
de sus bienes.
Los procesos por in ~idencia que se sigu ieron en
la Capitanía General por orden del Capitán Busta-
mante y Guerra, arrojan datos de gran interés. En
la causa que se abrió contra el Presbítero Vicente

359
Aguilar, aparece que en los primeros meses de 1811.
su hermano Manuel Aguilar, también sacerdote,
mantenía correspondencia con los revolucionarios
que encabezaba el cu ra Hidalgo 12.
En Gua tem ala se procesa a varias personas por
expresar simpatía hacia los insurgentes mexicanos.
( Anexo 1). He aquí las denuncias. Sor Ana Ventura
de la Encarnación Pérez. del Convento de Santa Ro-
sa, acusó a Luis Cabrejo que residía en Chimalte-
nango. de ser partidario de Hidalgo. Cabrejo había
dicho: " El cura Hidalgo n o es hereje., tampoco malo.
pues celebra misa todos los días y quita algunos
caudales a los ricos, pero para dárselos a los pobccs 13.
Luisa Mirón fu e d elatada " porque estaba pi-
diéndole a Dios que viniera el Cura H idalgo que
era a favor de los criollos" l4.
A Josefa Paniagua y José María Montúfar y
Corona do, se les denun ció porque habían dich o " que
el cura Hidalgo no era lo que decía el Edicto del
Emplazamiento que se había publicado (en Méxi-
co) , porque enos ha bían visto cartas fidedignas que
refe rían lo contrario" IS .
Este clima de sospecha, de persecu ción a l a li-
bertad de imprenta y de palabra, agudizado por la
intolerancia del Capitán General, José de Bustaman-
te y Guerra. produjo el 4, 5 Y 7 de noviembre de
1811 el primer grito de independencia de Centro
América. dado en la ciudad de San Salvador. en
circunstancias parecidas al de Dolores.
El levanta miento de noviembre de 1811 estuvo
alen tado por Jos sacerdotes Manuel, Nicolás y Vicen-
te Aguilar. así como por el presbítero y doctor José
Matías Delgado, au xi liado por sus hennanos Miguel,
Juan y Francisco Delgado, así como por don M anuel
José Arce. quienes aparecen complicados en el res-
pectivo proceso.
Los fi nes de la in surrección del 5 de n oviembre
podrían resumirse:
1) Derecho del pueblo a asumir su propia so-
beranía, en vista de que no hay rey legítimo en
España;

360
2) Organización de Wla Junta Gubernativa ba-
JO la religión cristiana, las leyes municipales, la
superioridad de las Cortes en todo lo justo y bajo la
advocación de Fernando Vil, oponiendo la fuerza
a la fuerza , que quiera contrastar esta determ.ina·
ción" u.
Carlos Mcléndez Chavern. al estudiar la rela-
ción histórica publicada por los promotores de dicho
leva n tamiento, anota con pl'ecisión: "Los criollos,
después de desligarse de los vínculos con España,
tienen conciencia clara de su importancia para
hacer frente a los ejércitos que podrían enviarse de
Guatemala; ignoran además la suerte que el movi-
miento habría de cor rer y por ello vuelven atrás,
para d eclarar primeramente la fidelidad a l a reli.
gión, que es una fonna de obedecer al Estado, bajo
las leyes municipales". para justificar y fortalecer
las reuniones que hacen, que son a manera de cabil.
do abierto, al menos por su forma; "bajo la superio-
ridad de las Cortes en todo lo justo" , porque a pesar
de todo no era posible negar el espíritu liberal que
en ellas imperaba, que hacía además que se buscara
solución justa a los problemas fundamentales de las
colonias americana s; y " bajo el nombre de Fernando
VII", porque indudablemente había que amar a
quien ya era mito y porque su claudicación en Bayona
jullto con su padre, había permitido que el 'Pueblo
soberano reasumiera sus potestades legítimas, Es cla.
ro que esta última interpretación no salía a la luz:;
la forma exterior era la de prometer, si el rey deseado
volvía a Espa ña , su reincorpo ración, pu es no parecía
que eso h abría de ocurrir y había la esperanza de
que nunca sucediera. Bajo esa foona de fidelidad. se
escondían los verdaderos afanes libertarios; era una
verdadera mampara para ocultar los verdaderos afa-
nes que podrían con ducir, en un verdadero rompi-
miento con España sin con nicto armado, a lo que se
anhelaba , En el caso de que las autoridades se sin -
tieran ofendidas. la fidelidad demostrada al Rey Fer-
nando los ponía al margen de toda sospecha 11.
Naturalmente, los criollos de San Salvador, se-
gún se desprende de los Procesos por Infidencia ,

361
buscaban suprimir los gravosos impuestos, en espe-
cial las alcabalas. los estancos de aguardiente y ta~
baco, el fondo de reserva y en un sentido concreto,
deseaban obtener el poder económico y político para
asegurar mejor sus intereses, en contra de los penin-
sulares o chapetones.
No entraré en d etalles sobre la forma en que se
desarrollaron los hechos de 1811. Deseo advertir sí,
la influencia de Hidalgo en tal levan tamiento. No
solo por el paralelo que pudiera establecerse en tre
Delgado y el p rócer mexi cano, sino por introducir
en la política centroamericana un precedente extra-
ordinario, cual es la participación d el clero a favor
de la Independencia.
España sentó sus bases sobre un princlplO in4
con movible: la unid<¡d política y la unidad religiosa.
Toda su empresa colonizadora descansó en la iden-
tidad de la religión y la monarquía. Defensora y
propagadora del catolicismo durante más de tres si-
glos, España tuvo en la iglesia su mejor aliada.
Doctrina riamcntc, el Papa y el alto clero eran con-
trarios al Nuevo Régimen, al liberal ismo fra ncés, y
el hecho de que Delga do y los herman os Aguilar
acaudillasen la revuelta, indica meridianamente que
se había generado una nueva mentalidad, una acti-
tud similar a la adoptada por Hidalgo en México.
Recuérdese que ello ocurre, meses después que el
l íder mexicano ha sido fus ilado, 10 que podría expli-
car la forma oculta y hábil como actúan los sacer-
dotes salvadoreños.
En diciembre de 1811 y enero de 1812, como
consecuencia de 10 acontecido en San Salvador, ocu-
rren en León, NicaraguJ., similares pronunciamien-
los bajo la consigna de " no más europeos (chape-
tones) en el gob ierno".
El a ño 1812 se jur ó la Constitución de Cádiz,
en la que participaron activamente seis delegados
propietarios por Centro América. siendo ellos: Pres-
bítero Mariano Robles por Chiapas; Don Ignacio
Avila por San Salvador; D on Francisco Morejón por
Honduras; Don José Antonio de la Plata por Nica-

362
ragua; Presbitcro Florencio del Castillo por Costa
Rica y Don Antonio de Larrazábal por Guatemala.
No obstante haberse establecido la Constitución
que reconocía iguales derechos a peninsulares y
criollos, los brotes de sedición continúan en el Vi-
rreinato de Nueva España y en la Capitanía General.
En México, es José Maria Morelos y Pavón quien
prosigue la lu cha de independencia iniciada por
Hidalgo.
Las h9talla s dirigidas por Morelos son, en ver-
dad , ejempl o de tenacidad y empuje popular. Los
ejércitos revolucionarios coma ndados por H ermene-
gildo Galeana, Leonardo y icolás Bravo, el Cura
Mariano Matamoros, Ramón, Ignacio y José María
Rayón., Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria, se
cubren de gran prestigio en toda América .
La lucha frontal contra los realistas no fu eron,
en efecto, un éxito: La campaña libertadora de Ma-
rcIas llena todo un período, de 1811 a 1815, año
este en que, tras heroicos combates, es capturado el
prócer y, de acuerdo a la sentencia de un tribunal
mixto, fusilado el 22 de diciembre "como hereje for-
mal , n egativo, perturbador y persegui dor de la jerar-
qu:a eclesiást ica, tnlidor a Dios, al rey y al Papa".
Los centroamerica n os siguen paso a paso la
guerra emancipadora de M arcIas. En d iciembre de
1813 se produce l a Conjuración de Belén. con el fin
de deponer a Bustamante y Guerra. D escubierto el
complot, tanto el promotor, Fray Juan de la Con-
cepción, coma los otros complicados Manuel Julián
Ibarra, José Francisco Barnmdia, Juan Ruiz. Víctor
Castrillo, hIeran objeto de represalias. AlglU10S de
ellos fueron encarcelados y p"rmanecieron en prisión
h asta 1819. A otros se les decomisaron sus bienes y
se les extrañ ó del territorio.
Los crioll os salva doreños, ese mismo año de
de 1813, deciden comunicarse con Morelos, para 10
cual envían u na carta con persona de su confianza.
Dicho documento es probatorio de la actitud centro-
americana hacia el caudillo m exicano. La misiva.
fechada el 1 9 de ma rzo. dice : " Hace tiempo que los
vecinos de esta ciudad que suscribimos, meditába-

363
mas un medio de comunicaclOn con usted, no ha.
biendo logrado alguno exento de riesgo, nos valemos
del más atrevido, dirigiéndole este con expreso. Nos
lisonjeamos de nu estro arresto, y pues que nuestras
ideas son muy confomes a las de usted, no juzgará
ajeno de su plan, comunicamos el estado actual de
sus importantes negocios y la sucesión de ellos con
la frecuencia a que d en lugar los acontecimientos.
Esperamos esta satisfacción protestándole que la adhe-
sión a su persona es idén tica a la que tenemos a su
interesante y ju sta causa, asegurándole que traba-
jamos constantemente en mantener la alta opinión
que u sted goza en este Reino, que espera de usted
su bienestar; por 10 demás, el conductor le dará las
otras n oticia s que pueda conducirle. Esperamos igual -
mente que se designe comunicamos el plan de Cons-
titución adoptado por ese Imperio... ínterin, no!'
repetimos, adictos servidores que desean a usted, MS,
AS, Miguel Delgado. Juan Manuel Rodríguez, San-
tiago José Celis. Al Señor Morelos, General en Jefe
del Ejército de Dajaca" 18.
En enero de 1814 se levantan los insurgentes
salvadoreños contra el intendente Dr. José María
Peinado y más aún contra las medidas represivas
provenientes de la Capitanía General. Los direc~
tares del movimiento fueron los Presbíteros Vicen·
te, Manuel y Nicolás Aguilar, secundados por Juan
Manuel Rodríguez, Pedro Castillo, Manuel José Arce,
Santiago José Celis. Domingo Antonio de Lara, Ma -
liana Fagoaga y otros. La idea de la independencia
estaba ya arraigada en buena parte de la Capitanía
Gen eral. El móvil de la in surrección del año 14 era
el de declarar independiente la provincia de San
Salvador. bajo l1l19. Constitución de corte liberal en
la que se reconociera la soberanía popular y se cons-
tituyera una junta de gobiern o, electa por el pueblo Ja.
La intentona revolucionaria fracasó. La drasti-
cidad de las autoridades y la especial vigilancia a que
fueron sometidos en adelante todos los sospechosos,
hizo que por algún tiempo se paralizaran las conspi.
raciones. .

364
Contribuyó también al receso, la derrota de Ma-
relos en 1815, creando un temor justificado entre los
par tidarios de la Independencia. También es el caso
ce1acionar los sucesos d e España, donde Fernando
ha bía anulado la Consti lución del 12 y perseguido
a sus diputados, hechos que obligaron a los criollos
a cambiar de táctica y a esperar mejores oportuni-
dades.
El Capitán General., don Carlos de Urrutia y
Mon toya, fue realmente "tolerante y persuasivo. Aun-
que es indiscutible que, por esta época, es cuando
más conciencia se crea e n los criollos y en los es-
pañoles europeos, sobre l os medios para obtener la
independencia.
Españ a y México siguen siendo el ejemplo para
los insurgentes centroamericanos. Conviene anotar
que, gracias a l pronunciamiento del General Rafael
Riego, Fernando se ha vis to obligado a jurar de nue-
vo la Constitución de Cádiz, con lo cual r etorna a
las colonias el espíritu liberal y las aspiraciones legí-
tim as de los criollos a una mayor participación en
el poder político y económico.
Como ningún movimiento renovador se produce
puro, sino como producto de intereses encontrados,
de corrien tes disímiles que p ugnan por sobreponerse
la una a la otra, observarnos que si bien los sectores
liberales habían llegado a la conclusión de obtener la
independencia absoluta de España, los grupos con-
servadores pensaban más bien en una monarquía
constitucion al americana, y en el último ténnino en
rescatar a Fernando VII de la España libera l y colo-
carlo al frente de UDa corte ad hoc en México.
No todos querían la Carta de Cádiz. La mayoría
dudaba oe su efectividad., y otros. los realistas, la
tem ían. Así las cosas, Agustín de Iturbide toma el
poder en México y tras una serie de vocilaciones, el
24 de febrero de 182 1, h ace el plan de las tres garan-
tías: religión. indepPrn1.encia y unión, documento
de donde va a originarse la independencia de Centro
América. ( Anexo TI ) .
El plan de l turbide, conocido como Plan de
Iguala, pretendía:

365
a) Ccnservación de la religión católica;
b) Unión d e europeos y americanos;
e) Independencia absoluta de España;
d) Establecimiento de una monarquía constitucio-
nal americana.

Los hechos histórjcos nos demuestran que el


plan de las tres garantías creó una amplia base
favorable a la emancipación. Tanto liberales como
los conservadores de Centro América actuaron con
suma prudencia, rece1ándose los unos a los otros.
Los primeros temjan a Iturbide y los segundos no
encontraban plenamente afianzado el gobierno y el
movimiento de l turbide, como para adherirse de
inmediato.
De febrero a setiembre de 1821, los grupos
políticos tuvieron que tomar decisiones importantes,
pues los hechos se precipitan en España y en México.
La primer provincia centroamericana que pro-
clama su independencia es Chiapas., ]a cual lo hace
el 3 de setiembre de 1821, sumándose al Plan de
Iguala y dejando d e ser, desde ese momento, terri-
torio centroamericano.
Tal es la incertidumbre que priva en Guate-
mala, que el 14 de setiembre de 1821, WI dia antes
de la proclamación de la Independencia, el Doctor
Pedro Molina, reconocido liberal, escribe en El Edi-
tor Constitucional el siguiente articulo: "Anoche
llegó el correo de la canera de Oajaca y ha traído
las noticias siguientes: Un batallón de los indepen-
dientes de Oajaca vino sobre Tehuantepeque a hacer-
le jurar la independencia, según se verificó. Los
gobernantes habían res istido esta determinación.
A imitación de Tehuantepeque, la capital y
provincia de Ciudad Real, la ha jurado también, con
PlZ. con mucho júbilo, y sin ninguna efusión de
sangre.
Se dice que hay en México una división de
5.000 hombres destinada con el mismo ob;eto para
Guatemala. (el subrayado es mío).
Ciudad Real ha remitido pliegos a esta Dipu·
tación Provincial y Ayuntamiento. Desde luego se

366
dirigirán a invitar a esta Corporación a seguir su
ejemplo.
Guatemaltecos, unJan, prudencia, humanidad.
Podremos recomendar demasiado estas virtudes? Que
nuestra independencia lleve consigo su noble carác-
ter. Amigos europeos nueslra libertad se aproxima.
Queréis disnutar de ella con vuestros hermanos de
Guatemala ? Nada os lo impide. ¿ lO queréis? Dejad-
nos en paz, id a gozar vuestros bienes COll tranquili-
dad a donde os convenga y estéis gustosos. No exigi-
mos de vosotros que nos améis y cooperéis a nuestra
IeUcidad, " ¡Oh, cuánto os amaríamos si lo hiciéseis!
Solo os pedimos que no os opongáis imprudente-
mente a ella. Yo bien sé que si fuérais más poderosos
que nosotros nunca habria llegado el caso de po-
deros invitar a la paz y que esta misma mano que
forma hoy caracleres en favor de ella acaso ya no
exi sti era; pero, ¿Cuál es la vida del liberalismo?
La humanidad. Queremos conseguir nuestra inde-
pendencia, tenemos derecho a ello. Seremos de cual-
quier modo independ ientes. o obstante, si cami-
násemos todos de acuerdo de suerte que a nadie
le pudiese costar una lágrima, ¿No seria este el
d!a más glorioso para nosotros? Guatemaltecos, euro-
peos y criollos: Unión, prudencia, humanidad. Hasta
aquí bajo la dependencia" 20.
Artículo que revela, en el propio Malina, la
influencia de lo propuesto en el plan de l as tres
garantías por Iturbide.
Nótese que tambi én en dicho artículo se da
la noticia de que hay en México una división de
5.000 hombres, dispuesta a marchar sobre Guatemala
si no se adhiere a lo resuelto por lturbide. Es en
esas condiciones que los grupos se deciden a declarar
la lndependencia de Centro América, figurando en
primer término el propio Capitán General Gabino
Gaínza, mj}itar adicto a las idea s de Itur bide.
El Acta de Independencia de 1821, redactada
por ese espíritu sagaz que fu e Cecilio del Valle,
recoge las dudas y vacilaciones de todos los sectores
deseosos de la emancipación, tratando cada uno de

367
imponer su s propias fórmulas. U n breve análisis de
dicho documento nos conduce a establecer:

a) La Independencia se declara y no se declara ,


según lo dispusiese un congreso posterior;
b) Queda abierta la posibilidad de adherirse al
plan d e Iturbide, como en efecto 10 hacen los
interesados en el año 1822;
c) No se define con claridad la forma de gobierno
que se adoptaría;
d) Da pié a la forma ción de una jWlta provisional
consultiva, presidida por Gaínza, lo que deja las
cosas en el mismo estado o al arbitrio del p e-
queño grupo de influencia, en general partida-
rio de una solución como la propuesta por Mé-
xico.

La anexión de Centro América a México, dentro


de las fórmulas propuestas por el plan de Iguala,
traerá como resultado la oposición de la Provincia
de San Salvador, realm ente interesada en la Inde-
pen dencia absoluta y en la adopción de las formas
republicanas de gobierno. De 1822 a 1823, los salva-
doreños luchan desesperadamen te contra el pacto, al
grado de declararse estado independiente de la pro-
pia Guatemala.
El fracaso del Congreso Constitucional convo-
cado por Iturbide, la ambición de éste al convertirse
en Emperador y el surgi miento de las fuerzas mili-
tares liberales de México, que se oponen a la actua-
ción de Iturbide, son factores de gran influencia en
el destino centroamericano.
Desde luego, la actitud anti-anexionista de San
Salvador, es otro elemento importante en el desarro-
llo histórico. La actitud salvadoreña repercutía en
todo el istmo y aún en el mismo México. y hallará
justificación en los Gen erales Bravo, Guerrero y Vic-
toria.
Conviene tener presente que, a la caída de Itur-
birle, es un Brigadier del ejército mexicano el que
decide, bajo presiones muy leves, la suerte de Centro
América. Vicente Filisola, triunfador sobre los anti

368
anexionistas de San Salvador, pudo perfectamente
mantener la vinculación ya aprobada por los pue-
blos a favor de México. El hecho de dejar a los
centroamelicanos en libertad de escoger su fonna
de independencia, es otra muestra de cómo este pe.
riodo está ligado decisivamente a la historia de Mé·
xico. ( Anexo ro ).

DOCUMENTOS

ANEXO 11

El plan de lturbide

"Americanos, bajo cuyo nombre comprendido,


no sólo a los nacidos en América, sino a los europeos,
africanos y asiáticos que en ella residen: tened la
bondad de oirme. Las naciones que se llaman gran-
des en la extensión del globo, fueron dominadas por
otras; y hasta que sus luces no les permitieron fijar
su opinión, no se emanciparon. Las europeas que
llegaron a la mayor ilustración y policia, fueron
esclavas de la romana. y este imperio, el mayor que
reconoce la historia, asemejó al padre de familia,
que en su ancianidad mira separa rse de su casa a los
hijos y los nietos por estar ya en edad de fonnar otras,
y fijarse por sí. conservándole todo el respeto, vene-
ración y amor, como a su primitivo origen.
"Trescientos años hace la América Septentrio-
nal de estar bajo la tutela de la nación más católica
y piadosa y ma gnánima . La España la educó y en-
grandeció. formando esas ciudades opulentas, esos
pueblos hennosos, esas provincias y reinos dilatados
que en la historia del universo van a ocupar lugar
muy distinguido. Aumentadas las poblaciones y las
luces, conocidos todos los ramos de la natural opu·
lencia del suelo, su riqueza metálica, las ventajas
de su situación topográfica, los daños que origina
la distancia del centro de su unidad, y que ya la

369
rama es igual al tronco; la OpllllOll pública y la
general de todos los pueblos es la de independencia
absoluta de la España y de toda otra nación. Asi
piensa el europeo, así los americanos de todo origen.
Esta misma voz que resonó en el pueblo de los
Dolores, el año de 1810 y que tantas desgracias
originó al bello pJís de las delicias, por el desorden,
el ab.mdano y otra multitud de vicios, fijó también
la opiníón pública de que la unión general entre
euro¡.eos y anlericanos, cri ollos e indígenas, es la
única base sólida en que puede descansar nuestra
común felicidad. ¿Y quién pondrá duda en que des-
pués de la experiencia hOlTorosa de tantos desastres,
no haya uno siquiera que deje de prestarse a la
umón para consColTUir tanto bien? Españoles euro-
peos: vuestra patria es la América, porque en ella
tenéis a vuestras amadas mujeres, a vuestros tiernos
hijos, vuestras haciendas, comercio y bienes. Ameri-
canos: ¿quién de vosotros puede decir que no des-
ciende de español? Ved la cadena dulcísima que nos
une: añadid los otros lazos de la amistad, la depen-
dencia de intereses, la educación e idioma y la con-
fo rmidad de sen timientos, y veréis son tan estrechos
y tan poJerosos, qu e la felicidad común del reino es
necesario la hagan todos reunidos en una sola opi-
nión y en una sola voz.
Es llegado el m omento en que manifestéis la
uniionnidad de sentimientos y que nuestra unión
sea la mano poderos.:! que emancipe a la América
sin necesidad de auxilios extraños. Al frente de un
ejúcito valiente y resuelto, he proclamado la inde-
p ~ndencia de la América Septentrional. Es ya libre,
es ya seilora de sí misma, ya no reconoce ni depende
de la Espaila ni de otra nación alguna. Saludadla
todos como independiente y sean nuestros corazo-
nes bizarros los que sostengan esta dulce voz, unidos
con las tropas que han resuelto morir antes que
separarse de tan heroica empresa.
No le anima otro deseo al ejército, que el con-
servar pura la santa religión que profesamos, y hacer
la felicidad general. üid. escucJlad las bases sólidas
en que funda su resolución.

370
1. La religión católka, apostólica, r omana, sin
lolerancia de oll'a algtll1a. 2. La absoluta indepen.
dencia de este reino. 3. Gobierno monárquico, tem-
plado por una constitución análoga al país. 4. Fer·
nando VII, y en sus casos los de su dinastía o de
otra reinanlc serón los emperadores, para hallarnos
con un monarca ya hecho, y precaver los atentados
fWlestos de la ambición. 5. Habrá una jWlta. ínterin
se reúnen cortes, que haga efCCt1vo este plan. 6. Esta
se n ombra rá gubernativa, y se compondrá de los
vocales ya propueslos al señor Virrey. 7. Gobernará
en virtud del juramento que tiene prestado al rey,
ínterin éste se presenla en México y lo presta, y
hasta entonces se sllspen d ~án todas ulteriores órde-
nes. 8. Si Fernando VII no se resolviese a venir a
México, la Junta o la Regencia mandará a nombre
de la nación, mientras se resuelve la testa que deba
coron arse. 9. Será sostenido este gobierno por el ejér-
cito de las Tres Garantías. 10. Las Cortes resolverán
si hí:\ de continuar esta junta o substituirse una re-
gencia mientras llega el emperador. 11. Trabajarán
luego que se unan, la constitución del imperio me-
xicano. 12. Todos los habitantes de él, sin otra dis-
tinción que su mérito y virtud es, son ciudadanos
idóneos para optar cualquier empleo. 13. Sus perso-
nas y propiedades serán respetadas y protegidas.
14. El clero secular y rcgular, con servado en toclos
sus fueros y propiedades. 15. T odos los ramos del
Estado y empleados públicos subsistirán como en el
día. y sólo serán removidos los que se opongan a
este plan, y substituídos por los que m ás se distingan
en su adhesjón, virtud y mérito. 16. Se formará un
ejército protector, que se denominará: de las Tres
Garantías. y que se sacrificará del primero al último
de sus individuos, an tes que su frir la más Egera in -
fracción de ella s. 1 7. Este ejército observará a la
letra la Ordenanza: y sus jefes y oficialidad conti-
nuarán en el pie en que están, con la espectativa, no
obstante a los empleos vacantes., y a los que se es-
timen de necesidad o conven iencia. 18. Las tropas
de que se com ponga, se considerarán como de línea;

371
y lo mismo las que abracen luego este plan: las
que difieran y los paisanos que quieran alistarse,
se mirarán como milicia nacional, y el arreglo y
forma de lodas, lo dictarán las Cortes. 19. Los em·
picos se darán en virtud de informes de los respec-
tivos jefes, y a nombre de la nación provisional.
mente. 20 lnterim se reúnen las Cortes, se procederá
en los delitos con total arreglo a la constitución es-
pañola. 21. En el de conspil"ación contra la inde-
pcndencia, se procederá a prisión, sin pasar a otra
cosa hasta que las Cortes dicten la pena correspon-
diente al m ayor de los delitos, después del de lesa
Majestad divina. 22. Se vigilará sobre los que in-
tenten sembrar la división, y se reputarán como cons-
piradores contra la independencia. 23. Como las Cortes
que se han de formar son constituyentes, deben ser
elegidos los diputados bajo este concepto. La junta
determinará las reglas y cl tiempo necesario para el
efecto.
Americanos: He aquí el establecimiento y la
crcación de un nuevo imperio. He aquí lo que ha
jurado el ejército de las Tres Garantías, cuya voz
lleva el que tiene el honor de dirigirlo: H e aquí el
objeto para cuya cooperación os incita. No os pide
otra cosa que la que vosotros mismos debéis pedir y
apetecer; uni ón. fraternidad, orden, quietud interior.
vigilancia y horror a cualquiera movimiento tur-
bulento. Estos guerreros no quieren otra cosa que la
felicidad común. Uníos con su valor, para llevar
adelante una empresa que por todos aspectos (si no
es por la pequeña parte que en ella he tenido) d ebo
llamar h eroica. o teniendo enemigos que batir, con·
fiemos en el Dios de los cjércitos, que es también
de la paz, que cuantos componemos este cuerpo de
fu erzas combinadas de europeos y americanos, de
di sidentes y real istas, seremos unos meros protectores;
unos simples espectadores de la obra grande que h oy
he trazado. y que retocarán y perfeccionarán los
padres de la patria. Asombrad a las naciones de la
culta Europa; vean que la América Septl'ntrional se
emancipó sin derramar una sola gota de sangre.

372
En el transporte de vuestro júbilo decid: ¡Viva la
religión santa que profesa mos! ¡Viva la América
Septentrion al, indepen diente de todas la s n aciones
del globo! ¡Viva la uni ón que hizo nuestra felicidad!
- Iguala. 24 de Febrero de 1821- . Agustín de
lturbide".

ANEXO 111

Carta de lturbide al Marqués de Vjvaneo

" Excelentísimo Sr. - Desde el día en que por la


mayoría de votos resolvieron estas provincias su
adhesión al Im perio Mexicano, hubo un número de
pueblos, que queriendo su independen cia absoluta.
disintieron de la opini ón general, algunos de ellos.
como la cap ital de la provincia de San Salvador. de
acuerdo con algunos pueblos de su distrito, sostu-
vieron con las annas su p articular opinió~ de una
manera que ha sido necesaria la fuerza para atraer-
los al partido del Imperio,
Desde la fecha de su agregación por estas pro-
vincias, han proseguido la opin ión particular en
continuo choque con la general d e la adhesión; y
aunque por mi parte he sostenido por cuantos me-
dios á mi alcance 'el partido de la primera. no dejaba
de percibir el terren o que ganaba la segunda, á favor
de l a irresistible fuerza moral de la opinión, que
se propagaba en razón del pábulo que recibía de
algunos decretos del Gobierno d e la metrópoli .
La órden reglamentaria Im perial de 21 de Di-
ciembre. sobre el m odo de enju iciaL aboliendo las
fonnas constitucionales, é introduciéndose á p ertur-
bar los principios del derech o común : el arancel ge-
neral de aduanas del Imperio, inadaptable á los ele·
mentos que constituyen la awicultura y comercio
de este suelo; y la providencia de incomunicación
de estos puertos, con los de la nación española, que
destruye por su raíz ambos ramos con la roin a

373
general de estas provincias, han sido los apuntes de
los progresos de la independencia.
Es constante que la situación y calidades heteo
rogéneas en que ellas están constituid as respecto á
las del Imperio, no pueden jamás hacer regla comun
con eUas; y aunque se quisiera conceder que las
provincias citadas. y otras que en lo sucesivo pudiera
adoptar el gobierno, tuvieran el sello de la pública
conveniencia, siempre Guatemala habria de resen-
tirse por el principio de heterogeneidad indicada, á
ménos que una política, atenta siempre á remover
este inconveniente, dispusiese leyes peculiares á este
pais; operación que no era fácil desempeñar, aten·
dida la separacíon que este reino ha tenido del de
M éxico en el gobierno espa ñol, y la falta de d atos y
conocimientos que proceden de su desunión.
Por efecto de la extensión que la independencia
daba á la opinion. la provillcia de Granada dio el
grito que siguió Costa-Rica, aun despues de sujetada
la de San Salvad or con la s anTIas, aunque nunca COIl
el convenci miento, como me 10 hicieron conocer mu-
chos incidentes posteriores á su allanamiento.
Esta reunian de circunstancias acaecia en Gua-
temala, cuando el ejército de operaciones sobre Vera-
cruz. al mando del Sr. General D. José Antonio de
Echávarri, dió el grito de libertad en Casa-Mata. El
suc~ me fu é comunicado por el mismo Sr. Echá-
varri, con una comision que apénas me (lió luz del
proyecto.
Además. el oficio con que invitó, llegó á mis
manos abierto. y con todas las señales de apócrifo,
y con esta incertidumbre, le dí la contestación lo
mismo que al Sr. General D. Nicolás Bravo, sin que
posteriormente haya recibido otro aviso. y ninguno
anterior de V. E.; Y para acabarme de cegar. el Go.
bierno de Oajaca interceptó la correspondencia de la
Corte, con quien he seguido incomunicado.
Pero en medio de esta perplejidad, algunas cartas
particulares y papc1es públicos de Oajaca, y tambien
incitativas del Gobierno de esta ciudad, no me de-
jaron dudar de la realidad de la empresa de los
probJTesos del Ejérci to libertador, y del intento de

374
su plan, pr'rmitiéndome V. E. que al tocar este punto
note que ni los Sres. Generales Echávarri y Bravo
me repitieron la ocurrencia y su prosecución. ni mé-
nos V.E. se haya dignado daone aviso alguno, como
pudo hacerlo dirigiéndose á m.í, en lugar de haberlo
hecho á varias autoridades de estas provincias. con
los acuerdos de la Junta gubernativa de esta ciudad,
de que es V. E. su Presidente.
En esta situación. el público. sabedor de los he-
chos. dedujo consecuenc ias favorables a su indepen-
dencia : la opinión fermentó, y u n a represen tacion
de va rios individuos q ue d isfmta la aura popular,
prestand o voz y caucicn por el pueblo, me hicieron
en tender su resolución de recobrar la libertad que á
favor de la experiencia y del estado político de las
provincias de México consideraban cierta. de nece-
sidad .
La espada que desenvainé para defender la
libertad de México. no podía t eñirla contra la de
Guatemala. Un infructuoso esfuerzo debia cubrir de
luto al mismo Ejército libertador, que viéndose re-
cha zado por In opinión de Guatemala. no h ace otra
cosa que pedir la propia l ibertad que sus compañeros
solicitan para México. Con consejo y maduro exámen
cong regué una Jun ta de los A"c fes y o(icialcs de esta
guarni ción: oí el voto de la tropa, y el acuerdo tuvo
por resultado el plan que contiene el adjunto im-
preso, que mereció la aprobación de la D iputacion
Provincial y Ayuntamiento de esta Capital, y para
su realizacion lo he comunicado á todas las pro-
vincias que constituían el Reino de Guatemala.
V. E. en este procedimiento no hallará más que
el curso ordinario por donde la época y la natura-
leza de los acontecim ientos ordenan con un enlace
inevitable los destinos de los pueblos; y V. E. al im-
ponerse de esta exposicion, considero que hará jus-
ticia á mi manejo. presentán dole al Gobierno na-
cional como la segunda pmeba de la empresa de
la Casa-M ata , persuadiéndose al mismo tiem po, qu e
la división de mi mando no ha hecho más que seguir
las huellas que el Ejército libert~dor_ de que es parte.
le ha demarcado con lección del respeto con que de-

375
be reconoccrse la oplOlOn pública, sin que este paso
que yo contemplo c!e la aprobación del Gobierno y
dc v. E. mismo. haga deffilerccer ni á mí, ni á los
oiicia les de esta división, que como hermanos de los
que componen cl Ejército libertador, han imitado lo
generosidad dc sus filantrópicas idcas, dando un t es-
timonio dc qu e somos dignos de pertenecer á la
nacion m exicana.
Sírvase V. E. admitir la expresión de mi con-
sideración. y tener la bondad de contestanne con
órdenes de su agrado.
Dios guarde á V. E. muchos años. Guatemala,
1 ~ de Abril de 1823.
Vicente Filisola.

Excmo. Sr. Marqués de Vivanco".

NOTAS

juarros, Domingo. Compendio dt la 1I1$lor;<I de la CiMdad de


gllalt"'<lla. Tomo I y 11. 3. al. GUilterT\.illa, Tipografíil Nacional, 1936.
I Ello se debió al trasplante de las instituciones económiQS de Es·
p,¡oiia a Amena.. l.O$ coloniudores españoles se vieron obligados
al mestiujc y a utilizar al indio en ulidad de ~iel'\'o, de vuallo.
No sucalió lo mismo en Noneammeil, donde el c:oloniudor llegó
a construir su propio paí$. El "pionlff" ingl<5 llevó iI ro familia .1
suelo conquistado y empe%ó la obra con una filO$Olill y unll eco·
nomía diferente II las l'Spilñolas. "Hll)' que tomar en considel"llción
que la colonizilción l'Spilño la en Aml!rica es ob ra del ca tólico
intransigente y III norteamericana del protestantismo inoouctible.
El indígena centroarntrkilno estaba en situación su~rior al indio
norteamericano, pues este último era primitivo y aquel tenía una
ci\·Hiución y una CUrturll en mu<:hos aspectos ilvilnudas. Las
formas económicu inglesll$ introducidas en EEUU enn Yll parte de
la ~poca moderna, en cuanto a lu españolu ~lln todavíll b p~'
senda del paRdo. Estll ilcotación no excluye que el "pionter"
norttarntriCllno no hllYll utiliudo III tfClavitud en ti deunollo
colonial; el Sur de 10$ EEUU. es claro ejemplo de ello.
Sobre esta cuestión "separatista", recu~rdcse que en 1612 Corta
Rica solicitó a España que su territorio fuese agregado a la Audien·
Cill de Panamá. En 1814, jO$é Antonio Lópcz de liI Platll, diputado
a lu Cortes por Costil Ricll y NiClll"llgull, hizo gestión pau. que
dichas provincias formaran ro propio gobierno, inde~ndienttmtnte
de la Cllpitllnía Gmcrlll de GUlltemab. V~ast los archiVO$ del
Gobierno de GUlltanllla. Legajos rcfenntes a b a";tud de lar
Jiplnador a Cortes.

376
En N:alidad la política Kon6mica dd Imperio Español fUe contra-
dictoria e ineficiente, No hubo, por lo tanto, un desarrollo integral
en Centro América. Aunque en la teoría las regbmentacionts man-
daban impulsar la economía, la priaica fue denstrou_
• wge, Tomú. 'Nllt,,,. rel"ci6rr 4"e COrrfltNt los oj"jtf de TOINdJ
g"le ell 1" 'Nllel1" Esp"¡¡,,. Biblioteca Universal, Vol. 21. Mwco,
19J9.
g (jacrl" de !J1I"lemlllll Datos recogidos por Ramón A. SaInar en la
obra " Historia del desenvolvimiento intele<:tual de GuateflU;la"
(Epoc.. Colonial). Guatefl\illa, Editorial dd Ministerio de Educación.
1951.
r edre;a Pe!iez, ilfemor"IS pdra 'a hisloria dtl .4Nlil"o :Rri1l0 de
(jlla/tmal". Tomo 1, pAgo 203.
• ab. Cit. pig. 211.
D M.. ta Gavidia, Jos~ . Auolllciollts dt ¡Uslori" P"lria Cnlro .A":'tricaOla.
Gwotcm..la Editorial Universitaria, 1969. Pig. 2Q2.
11 ab. cit. pig. 224.
11 Cita tormda de: :Hu'oria dt /a NaciólI .)\'txic"Ol", tflC1'iu por Maria.no
Cuevas. Mb:i(o, Talleres Tipogrif,cos Modelo, 1!H0. Pig. 379-380.
12 Gareía, Miguel Angel. Procesos por 1Ol'idtOlcia COOllra los precllrsortS
s"luado rt¡¡os de la 1udepeOlI!eOlcia eOl Ctntro Amtricll dt lBll &/lSla
1B13. Diccionario Histórico Enciclopédico de la Rq¡ública de El
Salvador, Imprenu Nacional, 1940. Tomo 1, pAgo 178.
u Garda uguardia, Jorge Mario. PrUllrsorn icleo16lkos de 1.. 'Nde·
peOldeltoll elt CeNlro Amtricll. Sobretiro de Política y Sociedad.
Guatemala, Universidad de San Culos. Nov. 1979. Pig. 15-16.
H ab. cit. piS. 16
n Ob. cit. pig. 16.
l' Gw::ia, Miguel Angel. Dicciorrllrio 1fisl6rico lllcicloptdico de ,,,
Rep'¡lrlic" de El Salo..dOf'. San Salvador, Imprenta Naóona.l, 1930.
Tomo 1, correspondiente a José Mat;as Delgado. pago 60-61 .
1T Melénde1. Cha verri, Carlos. El ]>rts¡"iltro '1 Doclor 10ft ilfalíaJ
Delgado eu l" fora dt I~ "acio"~lid~d ct"'ro~meric~nll. San Salva·
dor, Ministerio de Educ:a.eiÓn, DirKci6n ~I de Publicaciones,
1962. piS. n4.
a Gareia., Miguel Angel. ab. al. pAgo 5fJT. Tomado de "u Anexión de
Centro Affil!rica a M~xico", de Ral;¡d Heliodoro Valle. Tomo 1,
P<iS. 1.
J~ FernándC"Z, León. DoclI,,,e,,'os rel~liuos 11 los mooi",,'t"'~s de i"de·
ptlldncia err ti Reilto dt (j1l~It",~I... San Saln.dor, Minislerio de
Instrucción Públiu, 1929. pig. 79.
:11 Molina., Pedro. " El Genio de 1.. Uberta.d". Número Extraordinario.
Sibado 15 de setiembre de IS21. N· 17, Tomo 11, Folio 129.

BIBLlOGRAFIA

ARCHIVO GENERAL DE GUATEMALA, Anexo.

BRARAS, CESAR. 1969.

C UEVAS, MAR INO. 1940.

GARClA, MIGUEL ANGEL 1939.

377
CARClA LACUARDIA, MARIO, 1969.

CARCIA PELAEZ, FRANCISCO DE PAULA. 19+1.

jUARROS, DOMINGO. 1936.

LAFUENTE, MODELO. 1889.

LIMITES ENTRE GUATEMALA Y MEXICO, 1964.

MARURE, ALEJANDRO. Isn·l87S

MATA CAVIDIA, JOSE. 1969.

MELENDEZ CHAVERRI, CARLOS. 1961.

MESTAS, ALBERTO DE. 1939.

MOLlNA, PEDRO. 19H.

SALAZAR, RAMON. 1951.

SAMAYOA CUEVARA . HECTOR HUMBERTO. 1918.

SAMAYOA GUEVARA. 1914.

378
"CENTROAMERICA EN LAS CORTES DE CADIZ"

Lic. Carlos Arara Pochet


t. Consideraciones previas

Este pequeño estudi o sobr e la participación cen-


troamericana en las Cortes de Cádiz, pretend e um-
cam en te sistematizar y esquematizar, la participación
del Itsmo en acontecimi ento histórico tan singular.
y es que, aunque aspectos parciales del lema
han sido tratados por la historiografía centroame-
ricana, resaltando actuaciones particulares o inheren-
tes a algún pais específico, 10 cierto es que escasos
son los esfuerzos que se han hecho por u na presenta-
ción integral de la posición centroamericana en
Cádiz.
Nuestro individualismo, nuestro regionalismo,
nos han llevado a exhaltar personajes y nos hemos
olvidado del sustrato común que indudabl emente 10
existe en este y en otros temas de la Hi stori a Centroa -
mericana. Así pues, resulta difícil lograr un equili-
brio objetivo, con la bibliogra fía existente. Sin em -
bargo hemos tratado de buscar ese denominador
común que sostenemos existe en la participación de
N uestros Países.
Mi agradecimiento al Presidente de la Acade-
mia de Geografía e Historia de Costa Rica, Lic
Carlos Meléndez Chaveni, quien me introdujo en
este interesante tema, ayudándome con una adecuada
bibliografía, así como con su siempre renovado con-

381
sejo sobre los nuevos derroteros de la investigación
histórica.
Este agradecimiento es también para el ProC.
.:afael OLregón uda, Director del Departamento de
Histoda y Geografía de la niversidad d e Costa
Rica. quien me ayudó a solventar dudas marcada-
mente específicas que sirvieron para llena r lagunas
de considerable importancia , especialmente en lo
relativo a Guatemala y El Salvador.

ti. Nuestros re presentantes

Como consecuencia del influjo del Despotismo


ilustrado, de la crisis d e la monarquia llevada a su
p unto culminante con la invasión de España por las
¡uenas napoleónicas y sobre todo por la concienti-
zación del pueblo español ante las n ecesidades de
refonnas, surge la orden dictada por la Junta Central
de Gobierno de Sevilla -ahora depositaria de la
legitimidad- de convocar a los pueblos de América
para elegir sus representantes. Luego la Junta es
sustituida por un Consejo Provisional de regencia ,
qu ien ratifica la dicha orden el 14 de febr ero de
1810 para que el 24 de setiembre en la isla de León
se procede a la apertura de Cortes 1. En lo rel ativo
a Centroamérica, la orden era aplicable a la elección
de un delegado para cada una de las municipalida~
des. "cabezas de provincia" de la Capitanía General
de Gua tema la. Estas eran la s correspondientes a la
Ciudad de Guatemala. San Sa lvador, Comayagua.
León, Cartago y Chiapas t .
No siendo posible la asistencia con l a exactitud
deseada, por razones de fá cil explicación, hubo de
darse representaci ón a las provincias cen troameri+
canas por medio de diputados suplentes, med iante
acta de 20 de setiembre de 1810, mien tra s llegab~n
los propietarios.

Branas, 1953, 39.


t Rodrigue:, 1 96~ : 80-81

382
Los designados provisoriamente por Cenlroamé-
rica fueron los hermanos, Manuel y Andrés del Llano
Nájera, oriundos d e Guatemala 3.
Don Manuel. nació en Santiago de los Caballeros
de Guatemala, el 18 de noviembre de 1765, de
padre pen insular. Asistió a escuelas de primeras
letras en su país natal. continu ando luego sus estu -
dios en España en el campo de la Ingeniería Militar
hasta ascender al grado de Coronel ·.
Su h ermano, Don Antonio. realizó estudios tam-
bién en Guatemala y España.
Los diputados electos a Cortes por el Reino d e
Guatemala con el carácter de propietarios fueron
los que a continuación citamos.
Por Chiapas, en ese momen to perteneciente al
Reino de Guatemala, fue elec to el Lic. Sebastián
Esponda, elección que no surtió efecto por haber
sido objetada, concurriendo en defini tiva el Prbo
Mariano Robles, quien había sido secretario del obis-
pado de Ciudad Real. Partió para España a princi-
pios de 1812 y sus credenciales quedaron aprobadas
definitivamente en octubre de ese mismo año 6.
Por Guatemala, resultó electo el Presbítero An-
tonio LaITazábal. oriundo de la capital del Reino,
donde nació el 8 de agosto de 1769. Estaba emparen-
tado, con las familias más importantes del p 'lís; había
realizado estudios en el colegio jesuita de San Fran-
cisco de Borja. Se graduó de Bachiller en Filosofía
en 1785 y en Teología en 1789. Siguió la carrera
sacerdotal y recibió la orden del subaconiado en
1790. En agosto de 1791 , se ordenó de diácono, pro-
siguiendo luego sus estudios, para obtener licencia·
tura en Teología en 1792 y de Leyes en 1793. Su
carrera intelectual cul minó en 1797 con la obtención
de su doctorado en Teología y Derecho Pontificio.
D esempeñó cargos eclesiást icos de significativa im-
por tancia . gam.ndo por oposición en 1803 la rectoría
del Sagrario de la Cotedral, siendo nominado en

a Valladares, 196'1, '179.


Valladares, 196'1: '159-'160.
~ Brañas, 1953, 40.

383
1810 como canónigo penitenciario en el cabildo eele.
siástico metropolitano. También en éste pasa al ele-
vado cargo de vicario capitular gobernador d e la
arquidiócesis. Como colofón de toda esta carrera,
siem¡..re en ascenso, resultó electo diputado a Cortes
el 24 de julio de 1810.
El cabildo de Guatemala, le confirió el 28 de
setiembre de 1810, poderes "amplios e ilimitados",
no obstante se le formularon ciertas limitaciones,
entre ellas las de que se conservaría como única la
religión católica, que se debía reconocer la legitimi-
dad de Fernando VII (a la vez que evitar el despo-
tismo por medio de una constitución formal. Se
pedía a Larrazábal además que siguiere una línea
que propiciara la igualdad de América y Europa.
Además era línea directriz del cabildo guatemalteco,
procurar la constitución de la guerra hasta la vuelta
de Fernando VII.
Finalmente parti ó Larrazábal hacia España, el
24 de octubre de 1810, llegando a Cádiz el 17 de
agosto de ese año · .
Por la Prov incia de San Salvador, fue designado
diputado o Cortes, el Presbítero José Ignacio Avila,
oriundo de San Miguel, donde según Gavidia, se le
recuerda su personalidad espectable arengando a l a
multitud y procurando calmarla con las luces de la
t;iencia moderna, en presencia del fenómeno aterra -
dor de una erupción volcánica":. Sus credenciales
fueron aprobadas el 7 de julio y tomó asiento el 11
de julio de 1810 '.
Por Honduras, fue designado Diputado Fran-
cisco Morcjón, quien salió para Cádiz el 7 de febrero
de 1811 • siendo sus credenciales aprobadas el 7 de
lulio y al igual que Avila tomó posesión el 11 de
julio 10.

• Br.llñas, 1913: 22·25


Gav¡dia, 1918: 340.
I Salvatierra, 1939 : 307.
v Brañu, 19$3, 40.
10 Salvaticrn, 1939, 307.

384
Nicaragua, se vio representada por el Prbo. An-
tOlUO López de la Plata. Se in corporó al igual que
sus compai'leros el 11 de julio.
Representó a Costa Rica, el Pbro. don Florencia
del Castillo, nacido en Ujarrás de Cartago, el 17 de
octubre de 1778. Estudió en el Seminario Conciliar
de León de Nicaragua la carrera eclesiástica, gra-
duándose de bachiller y ordenándose sacerdote en
1802. En León dict ó la cátedra de geometría en el
ci tado Semin ario . Con tales antecedentes regresó a
Costa Hica, siendo nombrado cura de Villahermosa
(Alajuela) en 1806. Volvió de nuevo a León en 1808,
en donde enseñó filosofia, ocupando cargos de rele-
vante mérito como los de examinador sinodal, pro-
motor fiscal vice-rector. Su ascenso moteorítico, le
valió integrar la terna de personas propuestas para
represen tarlo en Cádiz y el destino le confi r mó la
repres en tación de Costa llica an te las Cortes de Cádiz.
Desde su toma de posesión el 11 de julio de 1812.
demcstró su capacidad y dinamismo 11.
Es in teresante traí'.8r un cuadro general previo
de las características que presen taban nuestros repre-
sen tantes. La mayoría de ellos eran cl érigos, sin em-
bargo su pensa mien to no puede tildarse conselvador
ya que su formación correspondía al pensamiento
de la ilustración, y si bien no sostenían una línea
revolucionaria de corte francés, eran reformistas. con
clara conciencia y mentalidad criolla.
Esto es particularmente cierto en lo que se
refiere a los dos personajes mós conspicuos, Larra-
zábal y D el Cast illo ya que estos ejercieron acción
de Liderazgo sobre el resto de los representantes cen-
troamericanos. La pmeba mejor de lo anterior afir-
mado. nos 10 revela el hecho de que ambos ocupan
la presidencia de las Cortes, privilegio singular p, ra
un represen tante americano. que sólo pocos lograron
alcan zar.
Sobre el pensamiento ilustrado de Larrazábal
nos dic~ con toda propiedad. el historiAdor guate-
malteco César Brañas:

11 F<:m~ndez, 1925 , 13-14.

385
"impulsándolo un noble interés humanitario,
de hombre de bien, de eclesiástico rectilínco y de
español ame ricano e:l ucado bajo indudables inflllcn+
cias dc la Ilustración, con todo 10 buen o y pro~n,,­
si\,o y todo lo aventurado y discutido de In I1mtra-
ció n" l t .
y sobre don Florencia del Castillo, nos dice el
Dr. Constantino Láscaris:

" Indudablemente su actitud responde a las ideas


del siglo :A.'VIll ya divulgadas al considerar que las
diferencias entre los hombres se deben a la edu-
cación y no a la naturaleza" 11 .
Como podemos observar el pensamiento de la
ilustración, de ribetes reformistas, e influenciado
por el marco de las aspiraciones criollas, era el común
den ominad or de los representantes centroamericanos.

111. Ac ci6 n C e ntr o~me rjc~n~

La labor desarrollada por nuestros representan-


tes se puede orientar en dos acciones claramente
diferenciadas: una la de remozar la estructura ar-
ca ica del estado español, humanística y su relación
con ella, y otra la labor centroamericanista, que nos
permita ver el índice de las inquietudes refonnis-
las, en esta región de América.
En cuanto al primer aspecto, debemos tener
presente que se requería una acción legislativa que
colocara la acción política a la altura del desenvol-
vimiento económico, pues la disparidad entre las
esferas económicas y políticas era verdaderamente
dramática.
Dentro de esta orientación hubo u na serie de
aspiraciones comunes, ellU'c las que podemos desta-
ca r, la búsqueda de una igualdad en la represcn-
tación a Cortes para España y América, la lucha

lt BrOlñu, 1953, n .
11 UscOlris, 1964 : 37.

386
por la libertad de explotación agrícola e industrial..
la libertad de comercio, la supresión del estanco, la
libertad de explotación minera, la igualdad en la
distribución de empleos entre peninsulares y ame·
ricanos, la restitución de los jesuítas etc. Aspiraciones
que se podían reducir a la liberalización política y
económica 14.
Lo más relevante de la actuación centroame-
ricana, estuvo orientada en la participación sobre la
cuestión social, en donde destacaron Antonio Larra·
zábal y Florencia del Castillo, adhiriéndose general-
mente los otros representantes centroamericanos a
las tesis mantenidas por aquellos.
Así uno de los temas centrales fue la defensa
de la causa indigenista. La protección del indio, tra-
tando de aumentar la igualdad de oportunidades para
estos, ya que Aunque constituían la base de la po.
blación americana, eran -y son- elementos mar-
ginales en el aspecto socio-económico.
Dentro de este planteamiento general, Larrazá-
bal, defendió el establecimiento de escuelas para
indígenas en América, merecíendo dictam en favora-
ble, el 24 de junio de 1812, "para que en debido
cumplimiento del artículo 25 N9 6 de la Constitu-
ción Española, se construyan en todos los pueblos
de indios a que pertenezcan, seminarios o casas
donde se les enseñe idioma castellano, leer, escribir
y contar y el catecismo de la Religión Cristiana" 15.
La misma actuaCÍón en pro del indígena, la
encontramos en Florencio del Castillo, pues como
lo expresa Sofonías Salvatierra:

" ... Castillo que por lo menos en un momento


alcanzó, en la defensa de los indios, altura y ful-
gencia oratorias d e primera categoría : abolición de
las mita s o mandami entos, exención para los indios
del servicio a cura s O funcionarios públicos, repar-
tición de tierras a los indios casa dos o mayores de
25 años, para hacerlos propietarios, que en l os se-

ti Villoro, 1953: n .
a Bnñu, 1953, 122_123 .

387
minarios conciliares de América se proveyera indis-
pensa blemente en indios la cuarta parte de las becas
de la m er ced ... " 18.

D entro de esta p olítica en fa vor de la emanci-


paci ón del ind ígena, es laudable la participJ.ción
de don Florencia, en la abol ición de las onerosas
m itas, que pesaban com o resabio feu dal sobl'e el
indio. Los célebres discursos D el Castillo, mezclaron
admirablemente su m en talidad l iberül, con un acen -
drado espíritu de justicia cristiana. Así son célebres
sus palabras con ocasión de discutirse la der ogación
de tan opresivas instituciones:

"Todas la s leyes que atacan los principales de-


l'echos del hombre en sociedad son contrarias a los
fines de la misma socieda d, pues las mitas atacan y
desu 'uyen la libertad civil, el derecho de propiedad
y la seguridad i.ndiv idual de los infelices que gimen
bajo su yugo" 17.
y defe ndía su proyecto de abolición de las
mitas así:

" El objeto de mi primera proposlclOn se r educe


a que se prohiban a bsolutamente los repa r timientos
de indios que se hacen para trabajar en las minas
y haciendas . Semej antes repartimientos son una ga-
bela de sangr e humana" 18 .

Don Antonio Larrazál preocup óse también por


la abolición de las mitas, r eforzando las tesis de Don
Florencia, y fue así como p ronunció un discurso en
ese sentido, el 21 de octubre de 1821, con ocasión de
rendirse el dictamen de la co~isíón ultramarina que
recomendaba la abolición d e la referida inst itución IU.
Mas en la búsqueda de la defensa del indígena,
no se agotó la de fensa de las clases margi n ales como

18 Bra ñas, 1953: 131.


17 Fernández, 1915, 49.
I~ Fernándcz, 1915: 37.
ID Brañas, 1953: 158.

388
había ocurrido en el siglo XVI con Esp:tña, pues los
centroamer icanos lucharon por la reivindicación del
negro, con igual ahinco con que lo habían hecho
con el indígena, ú.sí, don Antonio L'1rrazá bal , pro-
nunci ó memorable discurso el 10 de enero de 1821,
cuando las Cortes dieron su aprobación por unani-
midad a un decreto del Gobernador de Guatemala_
en que se adelantó la libertad de 600 esclavos negros
que había n obsequiado de su s ahorros crmtidad con-
siderable para la guerra de liberación de España la.
Fue aquí donde definió su oposición a la institución
de la esclavitud :

" No es menester más para desterrar la esclavi-


tud de una Nación libre y gen erosa como la espa-
ñola , que atender a que ella es u n efecto vergonzoso
de las leyes dictadas contra la human ida d" 21.

Sobre la igualdad de los negros luchó ---aunque


sin éxito desgraciadamente-- Floren cia del Castill o
con tra el articulo 18 de la Constitución de Cádiz que
estableció al definir la cali dad de ciudadanos es-
pañoles que:

"Son ciudadanos aquellos españoles los que por


ambas líneas traen su origen de los dominios es-
pañoles de uno y otro hemisferios, y están avecina-
dos en cualquier pu eblo de los mismos dominios" ::.

Pareciole ilógico restring ir la ciudadanía para


los africanos que lo fueran por una sóla línea. ex-
presando finnemente :

"¿ Los españoles originarios por alguna línea del


Africa deben ser numerados en el censo? La negativa
es una inconsecuencia y una arbilraricdad" :3 .

" Bra ñas, 1953: 1:11.


" Bra ñas, 19n, 122.

..
" Alvarn, 1958. :154.
Fc:mindn., 19:15 : n .

389
Igualmente interesante fue la proposlclon de
don FloreJlcio del Castillo en que proponía que los
esp3ñoles originarios rlel Alrica, pudieran recibir
órdenes sagradas, así como ser admitidos para "ma-
trículas y grados" en las universidades, ser alumnos
de los seminarios etc., lo cual demuestra el interés
de don Florencia por abrir a los negros "las luces de
la educación" ti .

.También fu e destacada la actuación en pro de


la limitación del absolutismo, pues estu vo presente
en los represen tantes centroamericanos, la atenua-
ción de las hasta ahora omnímodas facul tades reales.
Como lo expresa César Brañas:
.
"Cuando en las Cortes se trató de la soberanía
del Rey, Larrazábal sostuvo que la soberanía residía
en la Nación y apoyó con toda energía la limi-
tación de las facultad es reales" :~ .

Idéntico criterio mantuvo don Florencia al res·


pecto, con u na clara concepción del Estado sometido
al Derecho, abogó en todo momento por el princi-
pio de la ortodoxia en la aplicación de las leyes
desechando la tesis absolutista de la aplicación a
discreción de la ley por parte del Rey. De allí que
sobre la aplicabilid.a d de la ley nos manifiesta:

"Cuando se formaban en la oscuridad las leyes,


cuando éstas no eran otra cosa que la voluntad del
monarca, está bien que se permitiese a los magistra.
dos obedecerlas y suspender su cumplimiento hasta
representando al rey los inconvenientes que se se~
guirían de su ejecución, este resolviese lo que se
debía prac.ticar. Pero ahora que las leyes se esta~
blecen por medio de la luz, ahora que son hechas
para la nación congregada en Cortes, donde, con~
cunen los diputados de todas las provincias, no pue·

:. fffni~, 19'25: 23.


:s B~Ui, 1953: 130.

390
de absolutamente tener lugar la doctrina de obedecer
las leyes y suspender su cumplimiento" ~'.

Como podemos ver el principio de la publici.


dad legal era para Del Castillo adecuado antídoto al
absolutismo. y en el furnro debía desterrarse el n o-
civo ejemplo de que la legisla ción ind iana "se acata
pero n o se cumple".
Innumerables son los ejemplos que se pueden ci-
lar de actuaciones de nuestros representantes en favor
de la probidad administrativa, pero por la índole de
este trabajo citaremos d os muy relevantes de La-
rrazábal. La intervención contra la venta de oficios
públicos de 10 de enero de 1812 y la lucha por la
abolición de la Inquisición. esto último que dice
basta n te de las actuaciones liberales de don Anto-
nio ~T.
Otro aspecto interesantísimo de l a actuación
centroamericana es la lucha en favor del robusteci.
miento de los Ayuntamientos. Estas instituciones de
honda raigambre democrática que encuentran su
origen en el medioevo español fueron desvirtuadas,
particularm ente por la veta de oficios que se hacía n.
A este efecto es in t~rc sa n tísima la proposición
presentada por los señores L'Jrrazábal, Avila, López
de la Plata y Del Castillo, en que puntualizaron
criticas sustanciales al modus-operandi del cabildo.
a la vez que proponían medidas tendientes a la
revitalización del mismo, en la siguiente forma:

"veamos que los ayuntamientos se han venido


reduciendo a ser unos simples pedidores que nada
determinan, sino que en todo obran por represen-
tación O consultas a los gobernadores, de suerte que
siguen los síndicos procuradores generales como antes,
y en real idad todo el cabildo o concejo no h a sido
más que un síndico y el gobernador determina en

2' eil. 1966: 14.


21 Femindeoz. 1m : 23.
z. Bt3¡¡u, 1953: 133-164.

391
todo cCo nforme o contrario a lo pedido por el cabildo
y esto se ejecuta" n.

En b:lsc a estas consideraciones de carácter


general propusieron. en relación a los ayuntamien
tos:
" 1-Que sus funciones, a más de las expresadas en
el articulo 319 sean las que por las leyes les
están designadas y no se reserva n a la di puta-
ción provincial.
2-Que el jefe politico no per turbe a los regi dores
en los acuerdos de sus cab ildos, dejándolo votar
con li bertad.
3-Que cuando presida los cabildos no tenga voto
para dirimir en discordia 10 .

Como se puede observar se pretendia lograr un


margen de autonomía en la esfera de poder del ca-
bildo. wbre todo en lo que hace a limitar la acción
riel Ejecutivo sobre el municipio. Como lo explicara
en aclminlble doctrina jurídica don Florencia del
Castillo:
"Quiero decir que no puede convenir absoluta-
ment ~ en que los jef ~ s políticos presidan a los ayun-
tamientos. La Constitución. Señor, es un sistema, por
consiguiente es mer.ester que el p1<m que V. M. ha
'1 doptado en grande se adopte en P'.Xlueño. V. M.
ha dividido el Poder Legislativo del Ejecutivo y
Judicial : ha proh ibido que el Rey asista a las se-
siones de Cortes, y lo que es más ha m'lndado que
los secretarios del despacho no se h allen presentes.
Pues estas mismas precauciones deben tomars':! res-
pecto de los ayuntamientos para que estos pu rd<>n
delibera r con libertad" ' 1.

Se puerle observar de lo anterionnente expup-<;to,


todos los esfuerzos de nuestros r epresentan tes se en-

~ FemíndCl: 1m, 30.


JO fffnínda, 1925, 3l.
JI fffníndn, 1925, '17.

392
caminaron hacia temas de interés universal; en pro
de una tra nsformación institucional abarcando los
más variados tópicos, que iban desde la transforma-
ción est.ructural de la política del Estado Español
hasta las posibilidades de integración a la sociedad
de las cla ses marginales.
Olro aspecto medular de la participación cen-
troamericana en Cádiz se refiere a la actuación de
nuestros diputados en temas de incumbencia directa
con nuestros países, lo que nos permite observar las
aspiraciones de los diputados sino también por la de
los cabildos que frecu entemente impartían instruc-
ciones a su s representan tes, en fonna tan detallada
que loda una nueva actitud se palpa en el Itsmo a
través de la correspondencia intercambiada.
Especial referencia merece a este r especto "Ins-
trucciones" que el Ayuntamiento de Gua temala gi r ó
a Don Anton io Larrazábal, que traducen inquie-
tudes sobre la necesidad de organización integral del
Estado Español, a tal punto llevadas a cabo que m e-
ran capaces los consejales guatemahecos de fonnar
un Proyecto de Const itución 32 .
Estas Instrucciones son esen ciales para el ad e-
cuado conocimiento de las actuacion es de Larrazábal.
pues sin lu gar a dudas estuvieron inspiradas en éstas
las brillantes actuaciones de aquél, al decir de Bra -
ñas:

"El conocimiento de esas Instrucciones, llam 3-


das por an tonomasia de Peinado, era i mprescindible
para conocer a la vez la forma en que L'lrrazábal
se condujo en el Congreso, pues es sabido que se
ciii:ó al espíritu y en muchos puntos a la letra de
esas I nstrucciones, lo cual fue en gran modo su
fuerza y su debilidad en el éxito de su gestión lo-
grando hostilidad cuando esos principios ch ocaban
con el absolutism o o el liberalismo ... "33.

32 Ayuntamien to de Guatemal a, 1953, 7.


:J Brañas, 1953, 76.

393
Las Instrucciones, constituyen a no dudarlo una
síntesis de las aspiraciones y tendencias ideológicas
de la Guatemala de esos momentos, pues el proyecto
de Constitución traduce en sus Garantías Individua-
les, la decisiva innuencia del liberalismo político,
hij o de la Revolución Francesa, al punto de que los
artículos pertinentes, son basados en la "Declara-
ción de los Derechos del Hombre y del C i udadano"~
sin embargo no debe pensarse en sólo una copia
literal del artículo, esto se hace evidente con sólo
observar dos artículos relativos a la religión. El que
declara que la religión es el mejor y principal apo-
yo del gobiemo y otro que afinna que la religión
católica "subsistirá invariable en todos los países que
comprende la m onarquía".
Coexisten entonces en un mi smo texto dos cri-
terios antitéticos en apa riencia. Sin embargo tal
antinomia se resuelve si pensamos, que la s corrien-
tes ilustradas prevalecientes en el Reino de Guate-
mala, no obedecían solamente al liberalismo an glo-
fran cés, sino que influía decisivamente, la adapta-
, Que
ción . de estlls ideas hizo la comunidad hispánica;
Simbolizadas en hombres como Campomanes y Jo-
vellan os e interiorizadas en el Istmo, por figuras de
la talla de Liendo y Goicoechea u.
En el terren o econ ómico, las I nst.ru.cciones son
suma mente interesantes, están inspirados en princi-
pios relativam ente avanzados de la fi siocracia y del
liberalismo econ ómko, como la idea de que la pro-
ducción constituye la mayor riqueza del Estado. los
incentivos para mejorar la agricultura, l a tendencia
anti-mercantilista que obstaculizaba la movilidad de
las riquezas, en sintesis libertad econ ómica aplica-
ble a productos. capitales, dinero, salarios e impues-
tos l~.
Es indudable, que todas estas ideas encuentran
su anteced ente y su germen con la Sociedad Econó-
mica de Amigos del País, fundada en Guatemala en

u Ayunumimlo d~ Guatamb, 19S3: 7.14.


u Bnfiu, 19H: 28.

394
1794 Y en la cual figuró la descollante figura de
don Antonio LaITazába18~.
Innegable es la proyección histórica de las re-
feridas "Instrucciones", pu es tras ellas se muestra
en fonna diáfana, la actitud ante problemas de vi-
gencia universal con 10 que exceden propiamente el
marco limitado de las aspiraciones regionales. Como
bien lo dice Brañas:

" . .. aquellas Instrucciones debieron ejercer in-


flu encia en la mente preparada de buen número de
los diputados americanos y peninsulares anti-absolu_
tistas. Y no debió dejar de parecer un tanto sorpren-
dente que desde rincón tan apartado de América,
llegase y se hicieren oir, con tanta autoridad voces
tan libres y sensatas, apoyadas por la acción inme-
diata y el talento eficaz de dipu tados como Larra-
zábal y Del Castillo 3, .

Es interesante destacar que esta actitud de beli-


gerancia observada por Guatemala traerá consecuen-
das represivas a partir de la restauración del absolu-
tismo, con la llegada de nu evo al trono de Fer-
nan do VII, figura caracterizada como la que más
por la miopía histórica; pues olvidaba qu e el hech o
histórico es esencialmente irreversible n.
A esta circunstancia externa, se unió la actitud
represiva de los representantes máximos del abso-
lutismo en Guatemala, el Capitán General, José de
Busta mante y Guerra y el Arzobispo Dr. Ramón
Casaus y T orres, pues se puede afirmar sobre base
cierta que:

" Ambos eran de carácter autoritario y si aca-


taron a las Cortes y contemporizaron con su s leyes,
como no podían menos, su s tendencias eran clara.
mente absolu tistas" 89 .

se Zebra, 1967: 5.7.


8T Brañas, 1953: 80.
n Brañas, 1953: 182.
S9 Brañas, 19$3: 183.

395
No entramos aqui al aná lisis de todas las con-
secuencias de estos acontecimientos, pues reba san las
posibilidades de este estudio 40.
Sin embargo es importante señalar que como
consecuencia de estos aconte<:imientos el Dr. Larra-
zábal fue a prisión. por in triga de Bustamante, y
si bien el Cabildo de Guatemala hizo esfuerzos por
liberarle, estas ges tion es las h izo en tono lastimero,
no estando a tono con su fond o ideológico hasta ahora
expresado, aunqu e tal vcz sí con el momento político,
ya que ellos expresaron en petitoria al Rey :

"Cua ndo su patria creía que concluido el tér-


mino de su misión . le volvería a ver su seno, la
voz pública ha hecho entender a este Cucrpo, que
es uno de los diputados que se hallan presos en esa
Cor te. El Ayunta m ien to, Señor, está muy lejos de
atreverse a juzgar de las dos causas que habrán m o-
tivado la prisión del D iputado Larrazábal no du-
dando. que si ésta es cierta. aquellas habrán sido muy
justas" u_

Sin embargo Larra7.ábal guardó pns10n hasta


1820. año en que nos encontrábamos experimen -
tando las benéfic9S consecuencias. del movimiento
que en España realizara Rafael de Riego .'.
En cuanto a H ondur as, las aspiracion es de este
país fueron más Iocalistas y se encaminaron a cu es-
tiones de tipo jurisdiccional, que tenian, no obstante
importancia en el aspecto económico.
El asunto más importante, tratado por el dipu-
tado hondureño. Don José Francisco Morejón, ante
las Cortes de Cádiz, estaba relacionada con la soli.
citud de Comayagiia para que se le devolviera a su
jurisdicción, los importantes puertos de Omoa y Tru-
jil1o, que desde 1782 se hallaba n bajo la di recta de-

4Q SobTe c:l particubtr aiste un estudio de señalada importancia, el


Lic. Carlos Mdénda sobre el "PTesbitero y Doctor José Matias
Delgado".
n Ilnti'iu, 1913 : 195 ,
u Vincms Vh-fS, 1967 11 : 2M _

396
pendencia de la Capitarua General. alcgándose que
por aquellos parajes se cometían toda serie de abu sos.
La solicihld fue acogid n con éxito pues por Real
Orden de 4 de agosto de 1813, Trujillo fu e también
es importante la solicitud tendiente a trasladar la
Ca!;a del Cuño de Guatem ala a Comayagüa, pues se
orig inab:t que la plata que producía Honduras era
la razón de magnífi ca calidad y la que abastecía al
Cu i'io ... declara de nucvo bajo la tutela administra-
tiva de H onduras" 3 •
En re1:lción a la Constitución de Cádiz en Hon -
duras, debemos manifesta r que fuc solemnemente
jurada en 18 de octubre de 181 2 por las autoridades
y pueblo, pero pronto se experimentó la general re-
presión que cono"a la mism a hubo en Centroamé-
rica u.
Asunto que a San Salvador interesó significa-
t ivamente fue la creación del Obispado m otivo de
discrepancia y luchas políticas u. La actividad del
diputado sa lvadoreño José Ignacio Avila fu e en ese
sentido como él mismo lo expresa fue casi su única
intervención original:

"Seilor, ocupado V. M. en asuntos muy inte~


rcsantes a la Nación entera me he abstenido de
distraer su atención a negocios par ticulares, pero
viendo que felizm ente va V. M . poniendo fin a sus
tareas, me es indispensable interrumpir el si lencio
[Iue he observado"·~.

Para la defensa del obispado de San Salvador


arguyó desde distintos pun tos de vista:

" La n u merosa población que tiene San Salvador,


la ex tensión de su terreno. su distancia de la me-
trópoli de Guatemala, en cu ya jurisdicción se halla

~3 Dur6n, 1917: 11:1.


H Salvatierra, 193 1, 348.
u Durón, 1977, 116.
u Sob~ cl pa.nia.clar vh5C la mcrida obra dc Carlos Mcléndez.
H Gavidia, 1?58: :135.

397
comprendida, el producto de sus diezmos y otras mu-
chas consideraciones ... La población que comprende
Olquél arzobispo (Guatemala pasa de 600.000 almas
¿y será posible que un solo Pastor por celoso que
sea pueda distribuir dignamente el pasto espiritual
a tan crecido número de ovejas ... los diezmos de
San Salvador son más que suficientes para dotarla
de mitra ... "fa.

El for ta lecimiento de la Iglesia, pareció ser el


tema básico que preocupó a San Salvador, pues tam-
bién Avila proponia la creación de un Sem inario,
"donde se educase la juventud" n.

La Constitución de Cádiz jurada el 9 de octubre


de 1812 en Sao Salvador, señaló la continuidad de
una lucha que iniciada antes -5 de noviembre
de 1811- continuará con gran ahinco hasta obtener
la independencia 60.
Las actividades desarrolladas por el represen-
tante de Nicaragua. López de la Plata, nos da una
idea muy acertada de la situación y de las aspira-
ciones d e esa Provin cia.
Así. de acuerdo a instrucciones generales reci-
bidas de Nicaragua, el diputado López de la Plata
solicitó al soberano que se consideraba el indulto a
los grandinos que habían sido presos y deportados a
Cádiz, como consecuencia del movimiento precursor
habido en icaragua en 1811 .1.
Otro anhelo nicaragüense cumplido en Cádiz
fue el que estableció la Universidad de León el 10
de enero de 1812.
Sobre los antecedentes de la creación de esta
importancia institucion al, nos dice al respecto, Ches-
ter J. Zelaya:

48 Gavidia, 1958 : 236.


4' Gavidja, 1958: 237.
~ Vidal, 1961 , 114.
n Salval~m1, 1939, 347.

398
" . en 1812. García Jerez sometió el asunto de
la Universidad. a la consideración de la s Cortes de
Cádiz. Estas por medio de la ley de 10 de enero de
1812. resolvieron la erección d e la Universidad. De-
bido a una serie de dificultades que se presentaron,
las mismas Cortes acordaron con fecha 19 de agosto
y a solicitud de los diputados López de la Plata y
Florencia del Castillo. enviar un oficio al Capitán
General de Guatemala. que entre otras cosas se dis-
ponía la creación de la Universidad. Se faculta al
Obispo de Nicaragua y al Intendente Gobernador de
la misma Provincia para elegir al rector de la nueva
Universidad entre los doctores que residiesen en la
ciudad de León .. _.. u.

De acuerdo a esto. el antiguo Seminario Con-


ciliar de León. se erigió~ en Universidad con la s mis-
mas facultades que las correspondientes americanas n.
Otro aspecto interesante relacionado con Nicara-
gua. fueron las instrucciones que de los Ayuntamien-
tos de León. Granada. Rivas y Segovia llevó el Lic.
Antonio López de la Plata relativas a convertir a Ni-
caragua en Capitanja General independiente de Gua-
temala. A esta petitoria, el diputado nicaragüense,
sumó a Costa Rica. quien quedaría incluida dentro de
los límites de la eventual Capitanía General $6.
López de la Plata. abundó en argumento como
los siguientes para justificar la pretención nicara-
güense :

"Será posible que un tan vasto territorio. divi~


dido en los ténninos expuestos pueda ser bien gober-
nado por un sólo individuo que residt; no en el centro
del Reino. sino en Wl ángulo al que está mi Provincia
y la de Costa Rica. ¿Será posible que Wl jefe que
cuida privativamente de tan diversos ramos de ad-
ministración pública en tan dilatado espacio pueda
dar a cada uno d e ellos la atención que necesita
para sus adelantamientos?

$O S...lvatieTnl, 1939, 349.


u Z~la)'a. 196,., 16.
u Salv.ti~tr.l. 1939: 248.

399
y concluía enfatizando petitoria:
"Nada me enca rgaron, con más instancia, nI
con más ardor mis comitentes en lo respectivo al
beneficio p¡¡ rticular que de su naturaleza refluye en
público. Sea pues. por la superior justificación de
V. A. el primer Capitán General el jefe que suceda
a l actual Gob :!mador Intendente de León" ~~ .
Es interesa nte hacer n otar que la petitoria de
otra Capitanja General en el Sur de Centroamérica,
fue defendida por el represen tante cos tarricense, don
Florencio del Castillo, de allí que la Nueva Capitanía
General no comprendiera tan sólo los límites de la
Provincia de Nicaragua, CO DílO estaba la propuesta
originalmen te, sino que dados los explicables vín-
culos que don Florencia tenía con Nicaragua se de-
cidiera a respaldar la proposición de López de la
Plata en los siguientes ténninos:
" propondré a V. M. una medida con l'especto
a Guatemala. que remueva en gran parte los obstá-
culos indicados a saber: que a más de la diputación
que debe haber en aqu ella capital se establezca
otra en la p rovincia de Nicaragua , agregándose a
esta las de Comayagüa y Costa Rica . Si V. M . reu-
niese a sus profundos conocimientos teóricos los
prácticos, sobre la loca lidad de aquél Reino, estoy
persuad ido de que no duraría en aprobar esta me-
dida" o,.

Como podemos observar, la tenden cia de Nica+


ragua a buscar ulla hegcmonja en el sur de Ccntroa-
mérica, const ituía su más sentida aspira ción.
En lo relativo a Costa Hica, las petitori as fueron
mucho más mOdestas, lo cual se puede explicar por
d os ca usas fund amentales: el aislaci onismo y la po-
breza, u nido a la falta de educación que era tipico
de la Costa Rica colonial y en segundo lugar que
si bien es cierto nuestro representante brill6 con luz

~~ Fl.'mandl.':t, 1939, 350.


u Fembde:t, 1925 , 34.

400
propia en las Cortes, lo hizo sobre temas de interés
más general que conllevaban una más estrecha re~
lacián con la problemática. americana concebida
como un todo.
Sin embargo, Don Florencia hizo varias gestio-
nes relacionadas directamente con el progreso y más
exactamente con la liberalización y mejoramiento
del comercio. Así, pidió que el peso fuerte que se
pagaba por cada quintal que se introducía por Ma-
tina. se rebajara a la mitad y que el excedente se
destinara a la sentida necesidad de mejorar las vías
de comunicación.
Manifestaba don Florencia, que desde largo
tiempo atrás, los vecinos habían ofrecido espontá-
neamente su contribución para mejorar los caminos
que conducían a los puertos de Puntarenas y Malina.
Nos hablaba además. don Florencia de que como
consecuencia d irecta de esta carencia de caminos, la
producción cacaotera, tan importante para el país
había disminuido para casi desaparecer en los inj.
cios del siglo XIX ST.
Con ocasión de la defensa de esta proposición,
el representante costarricense manifestó:

"Siendo conveniente para fomentar la agricul-


tura en la Provincia de Costa Rica dar fomento a
su comercio ... pido a V. M . se sirva habilitar el
puerto de Matina o el de Mohín que se hallaba en
la costa del arte de dicha provincia, pues así ten-
drán aquellos habitantes facilidad de exportar el
cacao, harina y demás granos y producciones de que
abunda el pais, que en atención a lo fragoso del
camino que hay desde la capital de la provincia a
dichos puertos y siendo este un nuevo proyecto que
necesita algún aliciente para que este se realice, pido
a V. M. se sirva conceder la gracia de la libertad
de todos los frutos de dicha provincia que se extrai-
gan por el nuevo puerto por espacio de diez años" 58.

n ~lvllt;"rrll, 1939: 347.


H F"mtn<in , 1m: :1.

401
, C:\be agregar qu e el dictámen que acogió la
proposición de don Florencio del Castillo sólo sufrió
pequeñas modificaciones, en cuanto a la habilitación
del puerto de Matin a y la consecu ente liber tad de
cQmercio .c:ue se wlicitnba. Sin embiJ rgo, en cu anto
<t Puh tarenas no pudo obtenerse la misma gracia sn .

IV. Conclusiones

,Creem os derivar com o conclusiones del presente


trabajo las siguientes :

1. Existió una unidad ideológica en las actuacio-


nes d e mi.éstr os representantes, la influencia del
pensa miento ilustrado que había p en etrado a
Centroamérica a fina les (l el siglo XVIII h izo
sentir su influencia, especialmente en las figu -
ras del r epresentante gua temalteco, don Anto-
nio Lanazábal y el costarricense, don Florencia
del Castillo. Sin embargo, sus actuaciones n o
sólo estuvieron condicionada s por el pensamien-
to ilustrado a la c Ul"op~a. antes bien, su m érito,
es a nu estro juicio el haber puesto en consonan-
cia aquellos planteamientos generales con la
. realidad americana y más específicamen te cen-
troamer icana .
2. Es evidente una d isparidad al evaluar las actua-
ciones de los r epresentantes cen lroamerican os,
pues l'as actuaciones de Larrazábal y D el Cast illo,
~s tllvieron caracterizadas en la mayoría de los
casos por ·un tinte universalista, que los hace
eleva rse por encima de los dem ás representantes
cen troamericanos. Problemas de vigencia con-
temporánea, como la limitación a la doctrina
del absolutism o político o la liberalización de
la economía, o la necesidad en lo social de la
in tegr ación cultural de las clases marginales.
fueron ' objeto de mociones, en donde los r epre-
sentantes de Guatemala y Costa Rica, ad ecuaron

sn Fcmándet, 1925: 25.

402
sabiam ente la doctrina a la praxis poUtica. En
tanto. las actuac iones de los representantes, Mo-
rejón_ Avila y López de la Plata, tuvieron una
orientación pragmática, en fWlCión de las ne-
cesidades específicas de la circunsclipción que
representaban.
3. Los representantes centroam ericanos no actua-
ron en un vacío social, y tra s sus actuaciones,
se encuent¡'a generalmente, la de en la ese mo·
m ento revi talizada institución del cabildo. A
través de las rela ciones entre el cabildo y los
representantes, nos podem os dar cuenta de los
móviles e inquietudes regionales que en ese
m omento interesaban especia lmente a las pro-
vincias del Reino de Guatemala.
4. L 9. actuación de Larrazábal, se encuentra alta-
mente condicionada por las ya l'ereridas "in s-
tmcciones". donde se pone en evidencia el sen -
tido un iversal ista del cabi ldo guatemalteco. Gua-
temala demostró ser el centro de m ayor impor-
tancia intelectual del I stmo. pues las más se-
lectas "el ites" tanto de los Ilustrados como de
los Absolutistas residían alli y la actuación de
esos sectores determinó no sólo la política de
la capital del Reino sin o la de toda la Provincia.
5. En El Salvador_ encontram os la tendencia a la
ri validad con Guatemala, en el aspecto eclesiás-
tico, mediante la constituci ón de un obispad.;:
es claro que opera una interrelación recípro-
camente de 10 civil y 10 eclesiástico y que tras
la disputa ecles iástica yace la actitud de un..
burguesía liberal dispuesta a emanciparse in-
tegralmente de la égida guatemalteca. Existe
como prueba de esto una estrecha correlacién
en tre el m ovi mi ento de 18 11, la actitud de Avila
y el m ovimiento de 1814.
6. En cuanto a H onduras, se tra sluce como punto
fundam ental de SllS aspiraciones la reincorpo-
ración de los puertos de Omoa y Trujillo, por
un lado y el estableci mi ento de la casa del cuño
en ese país.

403
Son claros los móviles esencialmente econó-
micos qu e motivaron 1::Is proposiciones concre·
taso Con sus gran:!es cn pla ta , H ondura s sufría
una cap itis-dim inutio en el plano político·admi-
nistrativo. pues sus recursos no le favqrccían
directamente, ya que no telúa el control sobre
los puertos ni podía negociar con sus r ecursos.
7. Nicaragua reproduce el patrón ya observado en
El Salvador de desafío a la hegemonía de Gua-
temala. Esto se realizaba pr incipa lmente a tra -
vés de dos direcciones, una la de mejorar la en-
señanza y dep :m der menos de gente eventual-
mente rermada en Guatemala, como es el sen-
tido dominante en la creación de la Universidad
de León y otra dirección aun m ás clar a, la de
establecer u na Capitení<l Gen eral en el Sur de
Centroamérica. independiente de la de Guate-
mala.
S. En cuanto a Costa Rica se refiere los aconteci-
mientos de Cádiz, tr<'dujeron aspiraciones más
hum il des, diríamos que más par ecid as a las de
Honduras. El si mple mejoramiento de las con-
diciones económicas. debilitadas por absurdas
disposiciones de política mercantilista, indujeron
a Costa Rica a plantear los cambios ya analiza·
dos, pe ro sin pretcnsion es importantes en el
or den político, com o no fuera el de incorporarse
a licaragua. según lo manifestó don Floren-
cia del Castillo.
9. Importa ahora correlaci onar la Constitución de
Cádiz con la problemática de la Ind ep endencia
Cen t roa mericana.

a) La primera relación fundam ental para Centroa·


mérica, fue el carácter catalítico. o de acelera-
ción hi stórica que se produjo con los aconteci -
m ien tos de Cádiz. Al ser em it ida la Con stitu-
ción, den tro de la concepción l iberal se vino a
llenar insti tucionalmente el vacío jurídico que
existía para que la burguesía creciente pudiera
·'legitimar.:e" ya no sólo en el terreno econó-
mico, sino ta mbién en el político. Mas al pro-

404
ducirse. la reacclOn de F ernando VIl, y encon-
trar eco en la Centroamérica que representaba
Bustamante y Guerra en lo político y Casaus
y Torres, en 10 religioso, las condiciones polí-
ticas se exacerbaron. .
Habiéndose dado libertad ... se quitaba la
misma al derogarsc la Constitución en 1814. Y
cuando en 1820 se restableció la vigencia de la
Constitución por el movimiento de Rafael de
Riego en España, cuand o en consecuencia como
m anifestación específica de esa Constihlción vino
la libertad de prensa, est.a fue utilizada para
concienlizar las élites de po:ler. en sentido fa-
vorabl e a la independen cia. "El Editor Consti-
tucional", creemos que constitu ye buen ejemplo
de lo a firmado.
b) La segunda relación fund am ental qu e encon-
tramos es la existente entre las aspiraciones re-
gionales centroamericanas que se discutieron en
Cádiz y su relación con la conformación y crisis
políticas que se produjeron al venir la indepen -
dencia y sus acontecimientos posteriores.
Los problemas de las luchas regionales se
encon traban ya planteados, como hemos visto,
en el año de 1812, sobre todo en lo que hace
a la disputa hegem ónica librada por las ciu-
dades de Guatemala, San Salvador y León, as-
pecto que influirá negativamente con el adve-
ni miento de la Independencia y la subsecuente
instauraci ón d e la República Federal Centro
american a. También es interesante observar
como prueba de los problemas Centroam erica-
nos que ya se vislumbran en Cádiz y que se
p royectarán con el advenimiento de la Indepen-
dencia; el relativo a la división en dos Capita-
nías Generales de Centroamérica~ una con sede
en Guatemala .Y otra en León; divisi ón que pro-
vocó la profunda secesión en los d ías posteriores
al 15 de set iembre de 1821.
e) La terccra relación fundamental que estimamos
importante es la de la supervivencia jurídica
de la Const itución de Cádiz en much as de las

405
Constituciones de los nuevos Estados, como es
evidente en el " Pacto Social Fundamental In-
terino de Costa Rica" o Pacto de Concordia.
d) La cuart:l. relación fund am ental, es que los
acontecimi entos de Cádiz fueron detenninantes
de la Independencia Centroamericana, no sólo
en los niveles de la abstracción ideológica, sino
también en la realidad fáctica d el ltsmo, con
todas las implicaciones tanto positivas como ne-
ga tivas que dimanaron para la Patr ia GrandE'
en los albores del siglo XIX .

BIBLlOGRAFIA

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ZELAYA, CHESTER. 1967.

406
LA INDEPENDENCIA EN LOS PERIODICOS DE
EUROPA Y AMERICA

Francisco Maria Núñez A10nge


l. Introducci6n

Vientos huracanados agitaban al mundo a fines


del siglo XVIII. Napoleón Bonapar te se constituía en
amo y señor del Universo. Las nuevas ideas filosó-
fico-político, imponían una transformación social y
económica. T oda trans formación tiene algo, cuando
no mucho, de revolución.
Desde el año 1722 la imprenta se había conver-
tido en palanca impulsadora del progreso y divul-
gadora de las ideas por las facilidades que ofrecia
para su conocimiento. El libro y el periódico fueron
eficaces instnJmentos para la acción, constructiva o
demoledora.
La España gloriosa que había extendido sus
dominios. tanto, ---que en ellos no se ponía el sol-o
sufría el acoso de Francia. Inglaterra, y también
el de Portugal. Esas naciones no se resignaban a
aceptar el prestigio y ren ombre alcanzado por la
Soberana, descubridora de un Continente, sojuzga-
dora de muchos pueblos, que acrecentaron sus fron-
teras y enriquecieron sus arcas.
Por otra parte, las nuevas ideas, los problemas
de administración y de lejanía, que se presentaban,
tanto como la situación creada entre los españoles
peninsulares y los criollos, o sea los españoles na-
cidos en las Indias, así como las justas aspiraciones

409
humünas a gobernar en la tierra dond~ se vive y
se trabaja, con anhelos de hacerla próspera y feliz,
dieron pábulo a las ideas independentistas, que co-
menzaron a tomar forma y gana r ten'eno en Am é·
rica. Fue como una chispa que dio origen él un
incendio voraz.
La palabra libertad se comenzó a conocer en 1<1
América lIispóma. después de la revolución indus.
trial de Inglaterra, la revolución política e ideoIó-
g-ica c1 .. Francia y el afianzamiento de las nuevas
instituciones ne cnrácter liberal el1 los I?....tados U n i-
dos dl"' Norte Amér ica , En la propia EspóJi'la prend ió
el fuego CluC' amc1<lz<1ba n lodo el mundo. La revo-
lución de Esp1ña hizo posih le 1<1 de H isp<1noamérica.
El fuego se propap;<1 fácilm",n tc, Los ecos sa ljdos de
las Cortes de Cádiz, de apasionan te liberal ism o, al.
canzaron hasta América.
Fue un proceso de años. Lo afirma y prueba
el tratadista español Jaime Delgado, que h a ah on-
da do mucho en este pasaje de la H istoria. Comenzó
el fuego en el Sur de nuestro Continen te y se fu e
extendiendo hasta renlizar la tot al separación po-
lítica de Espai'l a. Me reafirmo en el tesis de que la
liher tad no la inspiró F r ancia. A lo lar go de l a con-
quista y de la época colonial se proyect.Ó la lucha
entre los alent élrlores de las ideas genf'rosas de liber-
tad humana y los partidarios del orden reinante,
"Remontándome <1 antecedentes europeos, y par-
liculannente a tratadistas españoles, dentro y fu era
de la Iglesia. -establece Silvio Zavala-, que la
idea de la libertad no n ace con la I ndependencia,
pues tiene una pr olong-ad a raigambre que se enl aza
con las inquietudes univers11es de los derech os hu-
manos ('n el orden ne la comunidad poli tica y el de
la conveniencia de las naciones. ~'En las Cortes de
Cádiz se expr('saroll ideas libCliarias y. puedo afir-
mar. como ya lo dice en otra ocasión, qu e de España
nos U f'~Ó 11 aspiración él la indepen dencia.
¿Qué e<; la librl'tad?- El derech o a viVir ple-
namente. lihres de temores y de angustias. El dere-
cho de razonar. pensar, crear y hacer públicas J a~
ideas. El derech o que tienen los pueblos para gober-

410
narse a su manera, de realizar su propia historia, en
convivencia tranquila. pacífica. Fomentando la cul-
tura y el progreso material. Esos eran los anhelos en
la América Hispana.
El succso de B"))'ona pl'ccipitó la revolución ame-
ricana. Avivó la .. amias de libertad.. tanto, como
para conquistar la Independencia de España, a cual-
quier costo. Lo prucba el hecho de la llegada de las
notici::ts al Sur. donde prendió la mecha. Dos meses
después de la Abdicacilm , el 5 de julio de 1S0S.
el TIMES divulgaha la noticia en Buenos Aires. El
Tenientc de Navío d . . la Corveta LE SEUENT, Paul
Lamanon. fue el portador de cuatro documentos y
varios periódicos inglcscs, donde se infonnaba qUl'"
la Casa de los BorhOIlCs hahía temlinado sus papele.e:
y se anunciaba el advenimiento del príncipe José
Napoleón al trono de España. El Tenientc General
Casas tuvo que buscar traductor.
Lamanon permaneció tres días y luego siguió
hacia La Guaira para completar su misión. Allí lo
apresó un barco inglés. Pero dejó una efervescencia
contra Napoleón y contra Francia. Los americanos
preferían seguir sien:lo súbrlitos de Fernando. Se lan-
zaron vivas a Fernando VIl y mueras a Napoleón,
Cuenta Andrés Bello que en menos de media hora
se reunieron más de diez mil personas. Lamanon
pintaba con vivos colores la situación. los inJrlescs se
aprovecharían de la conht<iión y profanarían templos
y conventos.
Ni las primeras noticias de las revueltas de Mon-
tevideo ni las posteriores de Buenos Aires y Caracac:.
causaron mavor impresión. Llegaron tarde y di<=;+
luidas. En Españn se tenía la seguridad de qu" Amé-
rica no se senararía nunca. JU7.garon los sucesos sim-
I>Jes convulsiones locales, y las noticias de eXI.1/{eradas.
Se explicfl que. después de realizada la eman-
cipaci lm . y haciendo abandono de la p"imenl idcn
ele l a l"cconClui'>la por he: flrmflS todavía el 1 ~ ell'
febrero de 1822. las Cortl'S convinieron en dcspachar
nuevos Comisionados a América. con su pliego de
recomendaciones. para que trataran de persuadir a
las Colonias d ... la cnnvenicncia de restablecl"'r ('1 ord,.n

411
político. Fueron designados para VlSlrnr el Nuevo
Reino de Granada y Venezuela, Juan Ban-y y José
Sartorio. Fracasaron totalmen te, tal como la prensa
adelantó que sería.
Quizá htvo razón Jovellanos, cuando expresó:
"Tengo sobre mi corazón la insurrección de Amé-
rica. No son los pobres indios los que la promueven :
son los españoles criollos, que no pelean por sacudir
el yugo, sino por arrebatar un mando que envidian
a la Metrópoli. "r ecordemos a este propósito, la
opinión del Conde de Tor reno: "JoveUanos poseía
las virtudes del español del siglo XVI, unidas al
pensar moderno nuestro".
La Independen cia estaba consumada. Los h echos
históricos no podían borrarse n i ser reemplazados por
otros contrarios al sentir de los ciudadanos y la ur-
gencia de los tiempos. H abía costado much a san gre,
muchos sacrificios. No en vano los caudillos de esa
gesta libertaria pasaron a la Historia como héroe de
inmarcesible memoria .

2. La Prensa Ingl esa y la France sa informan sobre los


movimientos independentista s

Entro al t ema. La actitud de la prensa de Ingla-


terra, Fnmcia, España y Amér ica. frente a problema
tan grave y trascendental, como fue el de la emanci-
pación política de América. Había que abandonar
un orden de siglos. Era preciso convencer a los
timoratos o débiles. Romper los lazos existentes en las
personas encargadas de la adm inistración española
y sus propios intereses. La lucha fue dura en muchos
países. Inclusive luvieron que sufri r los primeros
in surgentes la mano dura de algu nas autoridades.
El periodista guatemalteco, Máximo Soto Hall, -a
quien recordamos en Cost a Ri ca-, en su página
INDEPENDENCIA, publ icada aquí en 1901 , recuer-
da al bárbaro Bustamante, de su patria, que extremó
la vigilancia y el rigor, cuan do se presentaron los
primeros brotes de insulTecci ón. Para hacer hablar
a los sospechosos, dice. apeló a la pen a de garrote

412
vil, la horca~ el presidio y el destierro. Los que n o
se ocultaron o lograron escapar~ tuvieron que sufrir
duras sentencias.
Hago la cita, para exaltar el patriotismo, la
tenacidad de los independentjstas, y también para
suavizar los cargos, las críticas que se hacen contra
algunos de los ciudadanos letrados, que tuvieron
sus dudas O sus cambios de pensamiento, -los que
pecaron d e prudente5-, en aquellos días trágicos en
que se plan teaban las nuevas palrias y se ensayaban
nuevos sistemas de gobierno, --ent.re las dudas de la
inexperiencia y la zozobra de una posible reacción
armada- , para restablecer los lindes del Imperio
Español.
Trataré de segu ir un orden cronológico, h asta
donde sea posi ble. resumiendo con la preocupación
de h'lcer una síntesis. --obligada por el factor tiem-
po--. que no deje dudas O conceptos truncos, oscu-
ridades que puedan crear confusión o tomen incom-
prensible el largo y doloroso proceso independen-
tista, que tanta gloria dió a l os caudillos que reali-
zaron la gesta que hoy nos enorgullece y que recor·
damos complacidamente, cantando loas a los héroes
a cuya tenacidad y sacrificio debemos la emancipa-
ción.
Pero aclaremos de ya, que la emancipación de
Espafla no obligó una sepa ración total ni dejó en-
conos tontos, que borraran el pa sado o sea el recono-
cimiento para La Madre que n os legó idioma costum-
bres, sa ngre y virludes. Ella nos acercó a la civili-
zación y sus ciudadanos generosos, también nos per-
mitieron apreciar lo que significa la libertad, el
anhelo de crear una patria m ejor, propia, resultante
del es fuerzo y dcl trabajo de sus ilustres varones.
Cada día que pasa. resalta más ese sentimiento de
gratitud hacia España y se exprcsa en fonna más
convincen te y afectiva, por l a u n idad de sentires
de aspiraci on es . Bi en se ha dicho que la separación
de España y América, no fu e otra cosa que el adiós
sollozante de la hija que llega a la mayoridad, a la
madre generosa. con qui.. . n la unen, por siempre,
la gratitud, la sangre.

413
Lo de Bayuna fue como una bomba. Tanto l a
pl·ensa inglesa como la francesa, en Sll afán noticioso
y también movida por otros fines inconfesables.,
trajo la nl, t;óa a América y la divulgó por el Conti-
nente Europeo. Las informaciones sobre lo ocurrido
en 1808 y 1810 en America no aparecieron primero
eH Es¡J:lña, como era 10 natural. sino en Londres.
La ¡,rerlsa e.pañola ¡es rffo~ió de la inglesa. El 6
de julio de 1810, cuando en España se peleaba con-
lra Napoleón. ya se conociall las lloticias que se
llamaron La Hevolución de Caracas, pero no se les
dio toda la importancia que merecían. Algo dijo
El Procurador General del Rey y de la Nación.
Inclusive pidió que se "ju ntasen las Cortes". Mas
tarde se publicaron las noticias de lo ocurrido el
23 de mayo en Argentina, Siempre tardía. En ese
mismo momento se aconsejaba pedir ayuda a Amé-
rica pam i.l lucha contra los franceses. No se tenía
Wla idea precie;.;, de lo que sucedía en nuestro
Continente. Así se lee en la Gaceta de la Regencia
{'\'? 47, en al·ticulo firolado por Manuel Vidaurre,
Todavía en julio y en agosto se h ablaba de los
donativos que envi<lrínn los americanos,
El ocho de octubl'e la Gaceta de Madrid se
daba por enterada de las revoluciones de Caracas y
Buenos Aires, Las noticias procedían de Londres,
con fccha 23 de junio, Un comentario: "Es digno de
admiración que este vasto territorio se haya man-
tenido con tanta constancia en la dependencia de la
:\lelTópoli cuando se considera la falta absoluta de
energía del Gobierno español".
Pero no se- concedía mayor importancia a la re-
\ue1trt de América Hispana. La Politica interior preo-
cupaba más. Se pensó ell serio. cuando llegaron las
nuevas noticias sobre lo de Caracas, También se
conocieron por medio de la prensa de Londres.
En Londres circula ba el periódico titulado El
Español, editado por un penínsular que vivía en aque-
lb. Metrópoli. Se llamaba J. Blanco, pero, 1>ritanizó el
apellido, ' Vhite. El primer número de ese periódico
tiene fecha 30 de abril de 1810. Una 501a frase
sirvió para informar sobre la gravedad del caso de

414
Caracas: "La tropa tomó el partido del pueblo".
Más adelante agrega: "El estandarte de la indepen-
dencia se ha comenzado a levan tar en América". Se
creía una detcl'minación tomada por la madurez.
OlTa frase digna dc citarse: No querían seguir cs-
perando gobierno y dirección de un país separado
por un mar".
A los partidarios de hl separación de España se
les llamó "facciosos" o sea rcbeldes.

3. Panorama de la Pronsa Espa ñola en ese moment o

No es posible citar todos los períódicos que cir-


cu laron en España entre 1810 y 1821. No tuve una
hemeroteca a mano. Pero si consulté publicaciones.
LJ Gaceta de la Regencia de España e Indias no pu-
blicaba Doticias dc América, salvo una que otra llega-
da de La J labana. Cuba, donde la Monarquía siguió
ma n dando por mucho tiempo. Como ya se dijo, al-
gunas otras las tomaba dc la prensa inglcsa. Pero
se manten:a el criterio dc que "eran exageradas y
pervertidas de malignidad". En la edición del 8 de
agosto se comentaron los sucesos de Caracas.
Como era lo tradicional hubo Gaceta y Gacetas
en algunos de los grandes p:líses, En Cádiz circulaba
El Observador. qu~ criticaba la política gubcrnamen-
tal, pero con respeto a la Constitución.
Desdc 1811 comenzó a usarse la voz Liberal en
Espai'ia. Dc allí pasó a Francia y también a Ingla-
terra. Lo afirmó Alcalá Galiana en 1864. Andrés
Bello había expresado antt>S. en 1&+2, que "La idea
liberal er~ un aliado extranjero que combatía bajo la
bandera de la independencia". En 1821 Bolívar era
el mensajero dc b América nuc\'a, liberal y revolu-
cionaria.
Cabe recodar al ilustrc Juan Bautista Alberdi,
qu ien establece: "La fi losofia dc una nación es la
serie de soluciones qu . . se han dado a los problemas
que interesan a sus destinos genenles". En América,
cada provincia trató de realizar su propia filosofía,
resolviendo ",us problemas, tras de liquidar el que
más preocupaba, el de la emancipación .

415
Andando el tiempo, La Gaceta dejó de ser ofi-
cialista, monótona, cargada de noticias ex-tranjeras
y se preocupó más por los asu ntos españoles. Su
ejemplo hizo aparecer otras Gacetas, en diferentes
ciudades del reino. La Gaceta de Madrid comenzó
a circular como semanario, se convirtió en bisemanal
y desde 1805 fue diario.
El per iódico, propiamente político, nació en Es-
pafla después de la independencia de América. Lo
hizo posible la declaración hecha por las Cortes de
Cádiz, de " Omnímoda L ibertad de escribir e impri-
mir, excepto en materias religiosas".
Como en Cádiz residia el Gobierno, allí apare-
cieron otros periódicos, entre ellos El Semanario
Patriótico, desde cuyas columnas se divulgaron no-
bles lecciones de patriotismo. Las Cortes p usieron las
bases para el mejor uso de la libertad de impren ta.
Su rgieron : El Zurriago, Ellndicafior, El Espec-
tador, El Universal r El Censor. H ubo fiebre de pu-
blicaciones periódicas, en tre 1808 y 1823 . De todos
los matices y tonos. Faltaban periodistas, pero los
sustituian los escri tores. Para Jovellanos, la prensa
fue "Cátedra de escándalo y mal ignidad". No educó
sino para la degradación y el delito. El sabría porque
lo deCÍa.
Pero el periodismo español volvió por sus fueros
y alca n zó prestigio, por su presentación tipográfica,
el material insertado y su influencia. Se convirtió en
veh ículo de las ideas.
El Observador, que se publicaba en Cádiz, en su
sección política, se ocupaba de los asuntos de Amé-
rica y rebatía a El Español. Lo presentaba como de-
fensor del "atentado que hace gemir a España por
la suerte futura de Caracas".
Le.... Gaceta, oficialista, comentaba en 1811 lo
ocurrido en México, diciendo: "Un cura sacrílego y
apóstata, el cura Hidalgo, y dos capitanes traidores
y oscuros, don Ignacio Allende y don Juan Aldama,
al mando de u na gavilla de forajidos, h abían some-
tido a saqueo y pillaje a Celaya, San Lu is de la Paz
y otras poblacion es. Agregaba que la reacción no
había podido ser más favorable y que se tomaron las

416
medidas oportunas para sofocar la rebelión. ( 15 de
enero de 1811).
·Más tarde llegarían las noticias de Chile sobre
la revuelta de julio de 1810. Aparecieron en La
Gaceta del 19 de enero. Llegaron de Londres.
Luego, el 20 de julio de ese mismo año 1811
publicó noticias llegadas de Montevideo referentes
a los movimientos de Río de la Plata. La Gaceta
anunció triunfos sobre los rebeldes.
La Gaceta publicó el 25 de en ero un artículo
tomado del Diario Político de Santa Fé de Bogotá,
donde se habla de "las ventajas obtenidas por l os
leales en América y de connivencias entre fran-
ceses y sublevados americanos". Aplau de la lealtad
limeña, ·el envío de donat!vos, en asocio de las pro-
clamas que las autoridades leales lanzaban a los
pueblos, llamando a la concordia y la obediencia.
En La Gaceta se publicaban hasta n oticias contra-
dictorias.
El lO de octubre de 1811 apareció en Cádiz el
p er iódico El Telégrafo Americano, del ex-funcionario
de Nueva España (México) , Juan López Candelada.
Posteriormente cambió de n ombre. En 1813 aparece
como Telégrafo Mejicano . An unciaba que publicaría
las noticias que aparecieran en el otro periódico, del
mismo n ombre, editado en México. (Telégrafo Me~
¡icano), que circulaba en Guadalajara de Nueva Ga-
l icia. Lo editaba un americano sepa rado de las hues-
tes del Padre H idalgo. Los propósitos de López Can-
delada fueron muy amplios. Le interesó la d efensa
de los europeos. También abusó anunciando la paci-
f icación. Mas tarde trató de examinar, atentamente,
el fenómeno de la independencia. H abía que recti-
ficar la actitud adoptada por España; aconsejaba
apelar a la fuer za annada. Lo ocurrido después pro-
bó su equivocación.
El Gobierno español, influido por los triunfales
partes de virreyes y" generales, y las voces de la
prensa oficialista, continU:Jba en su política optimista.
En octubre de 1812, declaraba que los buques podían
navegar libremente a Puerto Cab ello y restaba im-

417
portancia a los movimientos independentistas. Estos,
en tanto, tomaban fuerza.
El Conciso del 15 de noviembre de 1812 tras-
cribía noticias de Lima, refiriéndose a Chile, donde
había contiendas de pueblo a pueblo y aún de fa-
m :lias contra familias. El mismo periódico recono-
cía el 16 de mayo que unas informaciones se funda-
ban en hechos seguros y otras en dudosos. Tanto las
que venían por cartas como las de periódico. La di-
ficultad para tener buenas fuentes de información
se presentaban a todos los periódicos: El Conciso, El
Redactor General y El Amigo de las Leyes. Mien-
tras había esa conhlsión de noticias,los rebeldes avan-
zaban.
El Amigo de las Leyes fue un periódico liberal
que se publicaba t odavía el año 1814, en Madrid.
Por ese mismo tiempo apareció el Semanario Patrió-
tico, enfocó el estado politico de América, señalando
influencia de Bonaparte dentro los facciosos. Se habló
de el desembarco de quinientos franceses en Carta-
gena de Indias. También se ponderó la lealtad de
Gran Bretañ'a. El Diario Mercantil señaló la parti-
cipación de elementos coadyuvantes en el incremen-
to de la lucha.
Como se 'a cusara la ayuda de algunos clérigos en
VeracIUz, El Conciso reprodujo unos párrafos de la
Gaceta de Buenos Aires, donde se decía que los clé-
rigos eran los que habían tenido menos actividad
en la revolución.
En tanto unos aconsejaban apelar a la fuerza
para apaciguar la América, otros creían que lo inme-
diato era expeler de la Península a los franceses.
Se señaló la intervención de Inglaterra y de Portugal.
Había que impedir la acción napoleónica y evitar
una segura insurrección de esclavos negros. España
tenia que consti tuirse en protectora de América.
La posibilidad de una revolución negra fue co-
mentada en varios peJiódicos, entre ellos La Abe;a
Española. En su edición del 26 de diciembre de
1812 ciió a conocer unas cuantas normas para evitar
lan temido mal. Otra posible revolución. La idea
salió de un dueño de esclavos. La guerra ganaba

418
~10 mientras en España se pensaba en la victoria .
l.# Justa Causa, se repetía, triunfará . Con dieciséis
,dI gallegos que se hayan fuera de España es posible
¡ujetar a América, exponía algún iluso. Agregando
ue no se necesitaban escuadras. sólo buques de
~sporte y alianza con la Gran Bretaña para que
dieran pasar. La idea de la intervención mi·
~ en América prevaleció por muchos años. des-
te 1812 h asta el fin de la primera etapa de la
l"eJT8 liberal.
En el número 65 del periódico Revisor Polí-
~co. un señor Camero, decía que " una representa-
;ión general de las Am éricas en las Cortes de la
;Jen1nsula era lo más apropiado para conservar la
¡nielad de la Monarquía . La ley fundamental debia
ll!I' implantada en todos los reinos del Imperio, afir-
..ha La Abeia Española, en setiembre de 1812.
::oiDcidía con la idea de El ConCJ.·so. de la reunión
n una sola familia de todos los españoles. Ya era
arde el consejo.
Con el regreso de Fernando VII se inicia una
lUeva vida espa ñola . Se vuelve al ant iguo régimen
Ibsolutista. El Monarca asume todos los poderes y
)(me fin al afrancesamiento. Se suprimió la liber-
ad de ímprenta y desaparecieron much os periódi-
'OS. La Gacela oficialista ganó terreno El procurador
"kneral de la Nación y del Rey cambio de nombre:
'rocurador General del Rey y de la Nación. La
lI'ensa volvió a reflejar el absolutism o. Hubo una
,fensiva contra el sistema y los principios gubema -
ivos liberales. Se trató de borrar la división entre
tspaiia y sus posesiones de ultramar. que fomenta-
nn los liberales. según se apuntó. Mientras tanto, en
lrnérica se seguía luchando por la independencia.
Pasemos la vista por algunos de los periódicos
Ue circularon entre 1820 y 1823, en víspera s del
lUevo régimen ibérico.
. El Universal Observador Español apareció el
2 de mayo de 1820. En el prospecto, anunció que
! OCuparia de los sucesos de América. En el Número
se lee un a rtículo titulado " América Española " ,
lle se inicia así: "Nos p:lrece de gran importancia

419
para la Nación el conocimiento del origen de las
turbultncias Le vorios de las hermosas provincias de
tntramar, pues observamos can pena que los que
han hablado de la m i1 t ~ ria , todo el análisis para
señahr y distinguir sus males., lo reducen a decir
qU iS son consecuencia del despotismo pasado. Despo~
tisrno o injusticias. En América, se eIÚatizaba, hubo
arbitrariedad~s, debido al atraso de la legislación,
pel'O los abusos no fueron tan excesivos como en la
España europea. Hay que aclarar quienes eran los
oprimidos y quiénes los opresores. Es posible qu e los
opr esores más fuertes para explotar mas a los opri-
midos. Quienes hicieron los tumultos y quienes los
impugn Jron . Los lobos se convirtieron en guardianes
del rebaño. Comento: una actitud r evisionista ..
Hubo diferentes criterios sob¡'e el origen de la
revu elta, sosteniendo El Universal del 23 de diciem-
bre, que no se podía atribuir al despotismo y la
injusticia. El 14 de mayo de 1821 , ese periódico in-
~ertaba lUla carta llegad" de Santafé, donde se dice
que «los pueblos han estado a bandonados, d esde el
año 1808, por el Gobierno; faltos de un sistema
¡'egulador y garante de la libertad civil Esto permi-
tió que Bolivar triunfador, aprovechándose de nues-
tras desaveniencias con el Congl"CSO de Cundinamar-
ca, instalado en Tunja, nos redujera a la clase de
pueblos conquistaclos». Com enzaba a sentirse la mano
fuerte d el Libertador. Finalmente se planteaba queja
contra el gobierno español : la ceguera ante los pro-
blemas americanos y se elogia la Constitución li ~
beral de 1812.
El 27 de julio del propio año 1821, el de la in-
dependencia. inloonaba de la ocupación de Caracas
y de la s atrocidades com etidas por los triunfantes.
No hay erden, ni valor, ni libertad . La lucha es
entre gachupines y criollos. En la edición del 10 de
agosto ya se ocupaba del caso de Nueva España o
sea México. También de Iturbide. Dice que " resta-
blecen el antiguo despoti smo y destruyen el imperio
de la Constitución. Que h ay falta de madurez y en
vez de una mejoría quimérica, regresan a la bar-
barie. "Son extractos de 10 que comenta el periódico.

420
-¿Se er igirán dos o tres m on arquias o r epúblicas?
Se insiste en que la culpa era del despotism o sufrido.
d e parte de los virreyes. Contra la idea de El Un i-
versal, se irgu ió Miscelanea de Com ercio, Artes y
Literatura, que por esos días ca mbió de nombre: Mis-
celanea de Comercio, Política y Literatura. Cambió
Artes por Polí tíc9. Este peri ód ico abaRó por el cam~
bio de jefes y autoridades en América. Podía que
antes de en via r u n a escua drilla a América se l im -
piaran los m ares de corsari os. Recuerda que en
1810, al ini ciarse el r égimen l iberal, la s Cortes de-
cla r aron a Am éri ca parte in tegrante de l a Mo n a r~
quía . ( Mayo 23 de 1820). U egó a h ablarse de reco-
nocer la independencia com o base de u n entendi-
miento. Hacían falta fu erza s navales, por lo cual se
recomienda pa rlamen tar. Lo cierto er a Que los in -
surgen tes seguian ganando terren o y en Espa ña n o
se ponían de acuerd o respecto de l o que procedía
hacer para que el Im peri o no se d esm embrar a . Si
no se POdia lograr la reconqu ista , por lo m enos que
se traba jara por m a nten er la un ión entre los dife-
rentes pueblos d'J la m onarquía . opin aba n algunos.
Era un pleito en tre espa ñoles r especto a si América
debÍ'a de dejarse abandonada o si debla ayudarse nor
su inmarlurez política. Lq pren sa. POCf) a poco. se
fue desa tendi end o del problem a amer ica no.
Debe reconocerse Que la prensa de aquel m o-
m ento h istóri co. cumplió una (unción de infonna-
ción. combate y propaga n da. h asta don de le fue
posible. Luego le tocó hacer un ll am a mi ento de con-
cordi n y fra ternidad . Que se independi za ran los pue-
blos am ericanos sin guardar od ios ni s~ de ven ga nza
contra la Madre Pa tria .

4. l a primer" chispa pre nd e en Paraguay y Uruguay

Vi sto cóm o se produ jo la prensa de Españ a.


hacem os u n repaso del panora m a independista de
América. tal com o se presentó, de Sur a N orte.
La prim era chispa de r ebeldía y defensa de la
tierra, se produ jo en Pa raguay. Vari as r azas indí-

421
genas poblaban el territorio, siendo la más impo
tante, la guaraní. Asunción fue el centro de don
partieron las diferentes misiones exploradoras y e
quistadora s. Obligados los indios a hacer grand
jornadas, llevando cargas pesadas sobre su espal
y también a otros sufrimientos, propios de las In
chas forzadas, estalló la rebeldía. En 1603 asum'
la gobernación un criollo. Entonces se publicaron
primeras Ordenanzas que defendían al indio de 1
encomenderos. Paraguay, que había pertenecido
Virreinato del Perú, pasó a serlo de Buenos Ai
Más tarde se constituiría en Intendencia, una de 1
ocho en que se dividió el territorio del Plata .
.En 1730 se produjo otro movimiento de in
formidad. Fue el de los Comuneros contra las d'
disposiciones de la Corona. Repárese que la rcbel
se produjo entre los propios nativos. Se hizo pres
su derecho a la liberta d.
Las encomiendas, las mitas, causaban la
conformidad. En 1810, refiere el historiador arg
tino Lcvene, un fiscal especial, -un verdadero p
feta-, Victoriam de Villalba, en un discurso so
las Mitas, sostenía que la libertad del indio y
trato humanitario, se imponían y sugería refo
del Reino, España e Indias, No puede negarse q
hu ha injusticias, malos tra tos, explotación de bi
y personas.
Paraguay realizó su independencia en 1811.
noche del '14 de mayo hubo levantamiento con
el gobierno de Velasco y éste cedió, para evi
derramamiento de sangre. Sabía que los guaraní
eran guerreros amantes de su libertad. La Con
lución d e 1830 convirtió el Estado del Paraguay
República.
No tengo detalles sobre la primera prensa
Paraguay. Su territorio lo poblaban varias razas j
dígenas, entre ellas Guaraníes y Churrúas. EstOS
timos fueron los que más resistencia presentaron
los españoles. El 21 de setiembre de 1808 se fa.
una junta en Montevideo. En 1810 la revoluo
independentista se h abia extend ido a toda ]a ~
pe) R,ío de la Plata, culminando con la RevoluCl

422
de Mayo. La noche del 14 de mayo de 1811 se le-
vantó el pueblo contra el gobernador Bernardo de
Velasco, quien no opuso resistencia . Finalmente, el
Congreso, el mes de junio, proclamó la Independen-
cia y nombró una Junta de Gobierno.

5. La Gaceta de Buenos Aires, Argentina

En Argentina circulaba el periódico La Gacela


de Buenos Aires, entre los años de 1810 y 1821. En
junio de 1810 hizo u na publicación sobre la libertad
de escribir donde, entre otras cosas. se dice: "Desen-
gañémonos al fin , que los pueblos yacerán en el
embrutecimiento má s vergonzoso, si no se da una
absoluta franquicia y libertad para h ablar en todo
asunto que no se oponga en modo alguno a las verda-
des santas de nuestra religión, y las detenoinaciones
del Gobierno, siempre dignas de nuestro mayor respe-
to". Más adelante se agrega: "seamos una vez, menos
partidarios de nuestras envejecidas oponiones; ten-
gamos menos amor propio; dése acceso a la verdad.
y a la introducción de las luces y de la ilustración;
no se reprima la inocente libertad de pensar en asun-
tos del interés universal, etc....
Fijémos en que hay ansias de libertad de pen-
samiento, de imprenta. Se agrega: "La verdad, como
l a virtud, tienen en sí mismas su más incontestable
a~olog;a; a fuerza de di scutirlas y ventilarlas, apJ'l.-
recen en todo su esplendor y brillo: si se oponen
restricciones al discurso, ve¡retará el espíritu como la
materia y error, la mentira, la preocupación; el
fanatismo y el embrutecimiento. h arán h divisa de
los pueblos, y causarán para siempre su abatimi ento.
su ruina y su miseria". (Gaceta de Buenos Aires
de 21 de junio de 1810).
En la edición del 28 de noviembre de 1810
se infonoa sobre el Ejército en el Alto Perú y las
tropa s del marino Córdoba. Dirigió al ejército ven-
cedor, el Genio invencible de la libertad. Se capturó
la bandera del enemigo, que fue enviada a la Junta .

423
como el esta nd'l rte del dcspotjsmo. (7 de diciembre
de 1810).
Cabe explicar que fue en Francia donde primero
se usó el nombre GaU!lte para un periódico político.
Así como el Mercure tenía carácter literario. Ese
ténnino pasó a I ta lia y luego a España; finalm ente
a América. En Costa Ri ca fue costumbre popular.
cuando se quería llevar un periódico a la casa, pedir
una Gaceta o un Noticiero. Es que la Gaceta, perió.
dico oficial, insertaba noticias. en sus comienzos. Y
el periódico de los herro'mos Briceño se llamó El
Noticiero. Para las gentes. gaceta o noticiero, era si.
nónimo de periódico infonnativo.
Cito otros periódicos argentinos: El Censor, de
carácter oficial, que "se encargaba a un sujeto de
ilustración y talento" . Corría con los gastos el Ca-
bildo. Apareció el l ' de setiembre de 181 5.
Un año después de la independencia, todavía los
resquemores eran muy hondos, como se colige de
la nota inserta en El Censor, al celebrar el primer
aniversario ... " día en que se cortó para siempre la
funesta coyunta que nos unía al carro peninsular".
El Censor reemplazó a La Gaceta. Otro perió~
dico que debe citarse es Martir o Libre, que apareció
el 25 de mayo de 1812. Allí se publicó un Ensayo
sobre la Revolución del Río de la Pl ata. la de mayo
d e 1810. Tambi én pueden ci tarse: El Observador,
El Nacional. Telégrafo Mercantil, La estrella del Sur;
El Independiente; El Centinela; lA Prensa; lA Cró-
nica Argentina, etc,
Mas tarde el Gobierno suspendía los peri6dicos
semanales que se publicaban en la Capital, sus·
tituyéndolos por la Gaceta Municipal.
En la edici ón del 29 de mayo de 1812 se in-
forma que el Gobierno inglés nombró a M. Stcward,
Mini stro entonces, y El M. Morier, comisionados para
la Am érica Meridional cspañola, para que de acuer-
do con los nombrados por el Consejo de la Rcg-encia,
trataran de mediar ent¡·c la Metrópoli y sus colonias.
Los pel'iódicos no les auguraron buen éxito. Particu-
larmente en Venezuela, donde se había declarado la
independencia el 29 de marzo de 1819.

424
Un dato curioso de anotar es qu e El Censor fue
el primer periódico obligado a comparecer ante la
Jwlta Protecton de la Libertad de Imprenta. por
algunos escritos que molestaron al Gobierno.
Recientemente se ha procedido a reproducir las
prin ci pales publicaciones de aquella época. en que
se organizaban las lluevas patrias sudamericanas.
Hay que aplaudir esa iniciativa gubernamental.

6. Proclam llci6n de la Independencia del Pe rú

Del Perú cabe recordar El Mercurio Peruano,


órgan o de la Asociación Filarmónica, después trans-
formada en la Sociedad de Amantes del País. Con un
nombre u otro. estas asociaciones tuvieron mucha
participación en los movimientos independentistas.
Fueron tribunas de los patriotas.
En Cabildo abierto. todos los asistentes, más de
trescientos notables, suscribieron un acta expresando
que la opinión estaba "decidida por la independencia
de la adminación española y de cualquier otra ex-
tran jera" .
En Lima. San Martín. Montemira, los prelndos,
los títulos de Castilla. corporaciones, el ejército y la
gran masa popu lar. hicieron un corto desfile y en
plena Plaza de Armas, subiendo a un tabadillo. ex-
profesnmente preparado. José de San Martín ex-
clamó COn voz entrecortada por la emoción impe·
rante en su ánimo " El Perú es. desde este momento,
libre e indepen diente. por la voluntad general de
los pueblos y la justicia de su causa, que Dios defien-
de". Se produjeron los vitores más entusi:lstas: ¡Viva
la patria! ¡Viva 1.l libertad! ¡Viva la independencia!
Se enton ó un Te Deum; repicaron las campanas.
Según la Gaceta del Gobierno de 1821. San
Martín. el día 28 de julio de 1821, "enarboló el
pendón con el nuevo escudo de armas: un sol que se
levanta por el oriente, sobre los cerros extendidos a
lo largo de la ciudad y del Rimac, orlado de lau-
reles". San Martín creó la bandera, cuando se halla·

425
ha en Pisco, adoptando los colores blanco y rojo.
como el plumaje de los flamencos.

7. la Prensa y Venezuela. Nueva Granada (Colombia!


y Chile

Entre los periódicos de Venezuela, hay qUe:


dictar la Gaceta de Caracas, de 1918; El Lucero; Se.
manario de Caracas, El Patriota de Venezuela ; Mer.
cun'o Venezolano; El Publicista de Venezuela , ~
Circularon entre 1810 y 1812.
El M ercurio Venezolano ( 1811 ) fue de co~
duración. Peleó con la Gaceta. George Weil expr~
el año 1941, que el ténnino Mercurio llegó a ~
nombre común, como Gaceta. .
En esos periód icos se local izan infonnacion
sobre las rebeli ones de los conquistadores contra
que consideraban injusticias de la Corte Español
También noticias sobre los brotes r ebeldes de 1
indios, pese a la fonna despiadada de aplicar los ca
ligas a los insurrectos. La s ansias de libertad daba
ánimo y valor.
Tanto el indio. como el negro y principalmen
el mestizo. -nueva raza nacida de las tres on .
lcs-, ofrecen, a lo largo de la historia, ejemplos
su espíritu de rebeldía, que hizo posible la m
festación del sentido de independencia. Es claro q
hubo elementos acomodaticios, los que prefine
ponerse al margen, cuando no abiertamente d e pa
de la Corona, lo qu e hizo más sangrienta la lue
emancipadora .
Recuérdese la decepción de Bolívar, el Li
tador, en sus últimos días. y también la forma ni
en que se le censuraba. Alguna vez se publi
"Que el Lraidor Si món Bolívar h a sido derrota
completamente .Y un inglés que servía bajo sus ór
nes, en dos ocasiones se entregó ... " Muchas fue
las inculpaciones contra él. Duros los juicios conl
actos suyos, después de tanto sacrificio.
No podemos olvidar al Semannrio de Cara
de 1810; el periódico mejor concebido: bien bal

426
ceado, según la opinión de entendidos sobre la ma-
teria.
Ahora, el recuerdo de Nueva Granada. La Gran
Colombia. En el sur del Continente no existieron
periódicos sino hasta 1792. en que estableció el pri-
mero. Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz. de
efímera vida .
Los fomentos políti cos comenzaron el año 1802,
al fundarse la llamada Escuela de la Concordia, don-
de hubo debates académicos sobre el fomento de la
agricultura, de la manufactura , etc. De tanto en tan-
to h acía su aparición alguna referencia política.
Antonio Nariño, precursor de la emancipación
de Colombia. fue tipógra fo. Propietario de la segunda
imprenta que se establcció en Santafé, llamada lA
Patriótica. El nombre dice bastante de las ansias y
sentires de Nariño. En ese taller se hizo la primera
edición de los Derechos del Hombre r del Ciuda-
dano, en cantidad de cien ejemplares. Pero no cir-
culó, no sabemos el motivo. Se hizo otra en 1813.
Ese mismo año Nariño movilizaba una imprenta
para la campaña libertaria: la publicación de partes
de guerra.
En 1810 se iniciaron los síntomas insurreccio-
nales. Lo dice Antonio González. en infonne que
dirigió el Capitán General de Guatemala, con fech a
10 de setiembre, consignando: "Lo ocurrido en Car-
tagena de r ndias por el mes de junio llegaría a
.
noticia de S. M .. casi al mismo tiempo que la
.,
mla . . . .
Después hubo una verdadera explosición de pu-
blicaciones. en Bogotá, en Cartagena, en todo el país,
y cabe afinnar que el periódico fue, entonces y ha
seguido siempre. en Colombia, instrumento de pro-
greso. arma para la lucha por las ideas. luz para las
conciencias.
H abía dejad o a Chile. La imprenta llegó el año
1660. No tengo los nombres de los periódicos de los
primeros años. La prensa chilena se caracterizó por
su expresión satírica. " El humor, que va desde la
procacidad más violent:.. hasta la manifestación d e
opiniones que cacn dentro del terreno de la demo-

427
ledora oposición política". Esa rorma de prensa tuvo
la ventaja de estimular la tolerancia y de permitir
la convivcncia política.
Ricardo Donoso establece en su libro lA Sátira
Política en Chile, de 1950 " o es diHcil encontrar,
en la historia literaria de la colonia, algunas ma-
nifestaciones del género satírico. "La sátira es u na
form a de expresión del sentimiento público, que
debe tomarse muy en cuenta. Revela agudeza, talen-
to. Define a los hombres y su época.
La independencia de Chile se declaró el 18 de
setiembre de 1810. Una junta Patriótica asumió el
poder.

8. La revoluci6n e n Nueva Espa ña ( México l

Pasamos al Norte, al problema indepen dentista


de Nueva España o sea México. La imprenta llegó
el año 1536, por iniciativa del primer Virrey don
Antonio de Mendoza. La envió don Antonio Crom-
berger, célebre impresor de Sevilla, y l a puso bajo
el cuidado del impresor italiano Giovanni Paoli. o
sea Juan Pablos. en tierra americana.
Ya en 1722 circulaba en México La Gaceta,
como primer periódico inrormativo. El Comercio,
el año 1812, sc referí a a la nucva Constitución d e
Espai'ia, diciendo qUf' .. . "se había publi cado con
aquclla locura de entusiasmo y regocijo que es co-
mún en todos los verdaderos españoles que d esean
de corazón la libertad e independencia de la patria
común" etc.
Libertad o muerte era el grito que cundía entre
1810 y 181 2.
De los periódicos de ese momento, podemos ci·
tal': Diario de Méjico, El Verdadero Ilustrador de
Méjico; El Amigo de la Patria; el Correo de la Fe·
deraci6n.; El T elegralo me;icano; El Espectador Ame-
ricarw, etc.
También se produjeron pastorales eclesiástica s
qu e llamaban al orden a los sacerdotes para refrenar
a Hidalgo )' Morelos. que fueron los caudillos de l a

428
revuelta. Las logias masónicas tuvieron su participa-
ción en la lucha. Fueron como los "Soles de Bolívar"
y otrns sociedades, colaboradoras en la gesta inde-
pendentista .
Dw·a la lucha, pero se impusieron las ideas
libertarias y México ganó la independencia el 16 de
setiembre de 1821. Después siguió viviendo sus pro-
pios problema s, de acomodamiento y organización,
de ensayo de nuevos sistemas, hasta tomar posiciones
como país rector, con una pléyade de ilustres va-
rones, que d esta caron y destacan su personalidad
en las diferentes actividades humanas.
El Telégrafo Mejicano, el año 1821, impulsaba
el movimiento independentista. Con todo, en su ca-
rátula seguía luciendo la efigie del amado Fernando
Cabe una disgregación. Dos países del Caribe,
Cuba y Puerto Rico, no lograron, en aquella época,
su independencia. La situación de Cuba, particular-
mente, provocó problem as en México y Colombia
En 1824 el General Santa Ana pedía al Congreso
d e México envia r una expedición armada a Cuba.
Colombia cerró sus puertos a los hombres llegados
de Países enemigos. Uno de ellos cra Cuba y el
, otro Puerto Rico, a don de dispuso en viar sus armas.
No podemos entrar en detalles, pero queda probado
nuestro aserto anterior.
En carta de 17 de setiembre de 1824, el general
Daniel Florencia O' Leary, informaba: "Un buque
procedente, en derechura de La Habana, ha dado la
n oticia de ha berse desembarcado en Santiago de
Cub J., una división colombiana. ( Relaciones Diplo~
má ticas de Bolívar con Chile y Buenos Aires. Caracas.
1954).
En el interior de Cuba comenzaron a promoverse
movimientos a favor de la independencia. El Co-
mand ante español Angel Maria Espino fu e tomado
prisionero, acusado de in sun eccionar. Pedro Pascasio
Arias Céspedes, nativo de Puerto Príncipe, teniente de
las Milicias Disciplinadas, -más tarde impresor en
la Habana- , también fue acusado de conspirar,
aprovechando los Soles de Bolívar o sean las logias
de la independencia, pero pudo escapar. Más tarde

429
aparece en Colombia figurando en el Ejército Ex-
pedicionario del Perú y ganó nombre como valiente
en Cartagena y en el sitio d el Callao, en 1825. Es
uno del grupo de Héroes de la Nueva Granada y
1828 fu e condecorado con la medalla del Sitio de
Cartagena.
Pese al cierre de las puertas, a Colombia llega-
ron muchos ,,:ubanos, y se les daba acogida cuando
se constaba que " llegaban en" camino a ofrecer sus
servicios en la Campaña libertadora del Perú".
En una publicación oficial de México, del año
1824, se consignaba: "que para todos los hombres
públicos, la mayor amenaza que se cenúa sobre
la independencia nacional, consistia en la posesión
española de Cuba". Obligaba a mantener un ejército
numeroso, y eso resultaba más grave, porque se
seguía luchando por lanzar a los españoles fuera de
San Juan de Ulúa. Ese año México intentó invadir
a Cuba , pero puso marcha atrás por la amenaza de
España de proceder a la reconquista annada.
Oigamos una- expresión del General Páez: " Por
mi parte, yo me figuraba en el recinto del Morro,
dictando la ley de América a un Capitán General
de Castilla".
Finalmente, recordemos que uno d e los asuntos
que debía conocer el Congreso de Panamá, en 1826,
era "La cOlúederación de los Estados del Continente
Americano y la libertad de Cuba y Puerto Rico".
Lástima fue no haber podido revisar algunos
periódicos cubanos: La Discusión, de la Habana,
1825. El Indicador Constitucional, 1820. por ejem-
plo. Sólo tuvimos a la vista publicaciones de la Edi-
torial El Sol, hechas en la Habana en 1959, sobre
los Precursores de la Independencia de Cuba, inicia~
tiva de Juan Vivanco.
Cubo se independizó en 1898.

9. l os dos periódicos del Reino de Guatemala

En 1641. el franciscano Juan de Dios del Cid,


se refiere. fabricó una pequeña prensa en Guatemala.

430
IllJIlbién hizo tipos y tinta, logrando hacer un opú-
Clllo mal impreso. No hay mayores informes sobre
este ensayo. El Invento de Gutenberg llegó al año
1660. Fue la cuarta ciudad de América que recibió
t9t beneficio. En 1729 apareció la Gaceta de Goate.
(IJlda. Era un simple prontuario. En 1739 se llamó
eta de Guatemala, bajo la dirección de Ignacio
teta. que trató de imitar a El Mercun'o Peruano.
El l ' de mayo de 1815 apareció el Periódico
la Sociedad Econórn;ca de Guatemala; lo siguen
el A migo de la Patria, que editó Cecilia del Valle,
el 15 de agosto de 1820 y El Editor Constitucional,
!irigido por el Dr. Pedro Malina Flores. Hay pro-
;as científicas y literarias. Ambos periódicos caen
:ientro de la t endencia de partido. Los dos lucharon,
• tu modo, en favor de la independencia de España.
esos periódicos pueden leerse los pensamientos
e nuestro Fray Antonio Liendo y Goicoechea, "sa-
io y virtuoso, un verdadero patriota", según apunta
lAIis Antonio Díaz Vasconcelos-, auspiciaba un
;ambio de vida dentro de una orientación "ordenada
( metódica". "Preparó el movimiento separatista que
lOS sacar:a del dominio ibero", agrega el intelectual
~temalteco antes citado.
Se produjeron los primeros movimientos inde.
X!Ddentistas en Granada, Nicaragua, en 1810; en
)an Salvador, en 1811 y en Guatemala, en 1812 y
813, culminando estos últimos con la finna del
cta de la Independencia del 15 de setiembre de
82 1. Fecha que adoptaron las otras provincias del
leino, aunqu e la noticia llegara posterionnente.
. En San Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa
Uca no había imprentas ni periódicos, en esa fecha,
itro sí estaban organizadas las Tertulias Patrióticas,
°nde se prendió la chispa separatista. También en
'lS Cabildos se expresaron las ideas nuevas que lle-
<lron a la emancipación.
De las reuniones que se celebraban en la casa
d Canónigo José Mar:a Castilla, en la ciudad de
~11;l.temala, salió la idea d e fundar el Editor Cons-
'UCional, Castilla era hombre de pensamiento daro
carácter recio. En ese Periódico se publicaban noti4

431
cias gratas y otras no gratas. Las que iban llegando
del Sur. Se completaban las páginas con articulas
sobre educación fisica y moral. También doctrina
revolucionaria. A la sombra del periódico nació el
primer partido politico_
Enfrentándose a este periódico~ apareció el de
Valle, que 110 fue popular. Se ocupaba mucho de
problemas económicos, de los que el pueblo entendía
poco. Por otra parte, no se olvidaba que Valle era
Auditor de G u erra~ cargo oficial desde el cual se
hizo sentir. El Amigo del Pueblo dio origen a otro
partido poLítico, que fue apodado "españolista" o
Gasista, derivado de gaz, es decir, de aficionados a
Baca. Fue moderado en sus campañas.
Ninguno de los dos periódicos movieron la opi-
nión pública, lo suficiente, para enfrentarse a la
Administración E.spai'iola. El impulso llegó a Mé-
xico. Fue la actitud de Iturbide, alzado en 19ua1a~ el
24 de febrero de 1821, pidiendo el reconocimiento de
la independencia absoluta de México, la que im-
pulsó a los guatemaltecos a reunirse para deliberar
y llegar a la firma del acta separatista.
Con vista de los documentos llegados a Chiapas,
dando cuenta de la emancipación de España y de l a
adh esión al Plan de Iguala, el Síndico del Cabildo,
Mariano de Aycinena, pidió que se convoca ra a se-
sión extraordin:u;a para discutir la oporttulidad para
proclamar la indep"lndencia. Insistió la Diputación
Provincial y Gaínza accedió, disponiendo que se ve-
rificara en el Palacio, a las ocho de la mañana del
día quince. Alli se acordó la emancipación. Valle
pidió que se oyese, previamente~ el parecer de las
Provincias. pem su voz fue apagada por los vitores
de los independentistas. Después se fueron organi~
zando las nuevas naciones. Haciendo prácticas admi-
nistrativas; cultivando la tierra; desarrollando el co-
mercio, extendiendo la cultura. Como dijo el pró-
cer Valle : "La nación está en los surcos del campo,
en la cabai'ia del IaErador, en el taller del artesano".
Como periodista con experiencia de años, pue-
do decir que los dos periódicos, el de Valle y el de
Malina, fueron pobres. Se explica: no había perio-

432
distas, silla escritores. Fueron politiqueros. Era di-
ficil contar con colaboradores y el editor debía llenar
todas las páginas. En una edición de El Amigo de
la Patria se lee esta exhortación: "Que los hombres
nignos de escribir hagan a la patria el servicio que
debe hacer un sa bio: presentar sus pensamientos y
observaciones, indicar el mal de que puede hacer una
provincia mal combinada, o designar el bien que
pueden producir otras medidas". (J. de V. ) . No se
pedía ayuda económica, sino intelectual.
Refiriéndose a la independencia, localizamos
esta referencia, en un aniversario: "La América apa-
rece justa en todos los tiem pos, en todas las épocas,
en la minis terial y en la const itucional, en los siglos
oscuros y en los de luz".
En otra edición , al tratar de la legislación que
España dió a América, vlgente tres siglos, que se
juzga atrasada: " ... esto solo justificaría a los ojos
de todos los gobiernos la indepen dencia proclamada
por los americanos".
No se olvide que los redactores de periódicos
vi vían bajo la amenaza de las autoridades y también
de la Inquisición. Tenían que cuidarse mucho en
sus jui cios. Peligraban el cierre de sus modestas im-
prentas y sus vidas.
De Valle creemos interesante el escrito " Sonaba
el Abad de San Pedro, y yo también sé sonar". Un
tanto filosófico y especulativo. Hay que leer entre
lí neas. Como idea política, su excitativa para orga-
nizar un congreso en León o Costa Rica, semejante a
la de Bolívar. '
Valle era un sabio, no un político. Un intelec-
tual romántico que pensaba más en su bienestar
que en el triunfo de las ideas. Rehuía las responsa-
bilidades. Quizá por eso se han puesto reparos a
su vida, en l os últimos años.
Recojo éste pensamiento suyo: "Una lágrima
menos; una espiga más; el retoño de cualquier plan-
ta que no había cultivado antes, será el máximum
de mi felicidad". Hay una semejante de nuestro
Primer Jefe de Estado, el Ciudadan o Juan Mora
Fernández,

433
El doctor Molin a era más sereno, reposado y
reflexivo. No scria una luminaria, como Vallc_ pero
tenía más sentido de responsabilidad. Má.. científico.
En su periódico reproducia mucho sobr(' el proceso
separatista. Respecto a las revoluciones reprodujo
este concepto: " Las revoluciones que mudan )a for-
ma de gobierno. aunque necesiten de la fuerza, son
muy saludables a los pueblos, cuando la opinión
públ ico. las dirige ... ". Tomada de EL .cSPA&OL
CONSTITUCIONAL. y se agrega: "La nación espa-
fio la debe, además de evitar otro escollo n acido de
nuestra ignOl-ancia pasa da. La prohib ición de pensar
y escribir sobre materias políticas".

10. l a Provinci<J de Costa Rica a oscuras

El caso nuestro es el más singular. Una Pro-


vincia lejan a, pobre, sin medios de comunicación.
de escasa población, que vivía poco menos que ol-
vidada. Los peninsulares que llegaron, tuvieron que
dedicarse a trabajar para subsistir. Se convirtieron
en colonos. Se adaptaron al medio.
La noticia de la in depen dencia llegó el 13 de
octubre de 1821. Hubo dudas y n o pocos t emores,
pero se adoptó el 15 de setiembre como el de la
independencia . En muchos documentos se consigna
"año Primero de la Independencia" año segundo etc.
Costa Rica carecía de periódicos. L'l modesta
"prensa" que importó don Miguel Carranza no lle-
gó sino el año 1830. No fue sino el 4 de enero de
1833 que. don Joaquin Bernardo Calvo Rosales, tuvo
la feliz id ea de editar el NOTICIOSO UNIVERSAL.
No era un periodista, pero sí tenía grandes cualida-
des de escritor. Lo editó en la I mprenta de La Mer-
ced, adm inistrada por José Velarde. Es importan te
sClialar, qu~, en el prospecto, -era costumbre ade-
lantar una hoja volante estableciendo los propó-
sitos del editor-, se lee que se publicarían t odas las
n oticias que se pudieran recoger y que se conside-
raran de interés e influencia en el bien de la socie-
dad. Desde entonces se pensaba en el binomio; Pe~

434
riódico: periodicidad y noticia. También es grate
agregar que quienes se Janzaban a la aventw'a de
editar un periód ico, tenían como interés especial, el
de servir a la Patria. Ni lucro ni lauros. El periódico,
exigió sJcrificios. abnegación y desinterés.
No puede ignorarse que hubo preocupaci6n de
parte de los ciudadanos más capaces, mejor prepa-
rados. por la independencia y la organ.ización de la
nueva patria. En Guatemala, nuestros conciudada-
nos Antonio Liendo y Goicoechea y Pablo Alvarado
se adelantaron a hablar de la emancipación. Aqui
lo hizo el Bachil er Osejo. Son los precursores.
Don Pablo Alvarado escribía con fecha 22 de
setiembre del propio año 1821, haciendo esta ad-
monición: "Esperamos todos los costarricenses, ha-
bitan tes de esta capital, que V. S. hará que todas
las ciudades, villas, pueblos y aldeas de esa provin-
cia, jurarán luego la independencia, tanto interior
como exterionnen te". Y con un sentido profético
agregaba: "El cielo alumbre a V. S. y a toda la
provincia para que hagan lo que indico como hom-
bre americano, costarricense y cristiano, pues creo
es lo mejor y más sencillo".
Los organizadores de nuestra Patria procedie·
ron republicana mente, -pese a las ideas monárquica.!>
de otros-, con sencillez (sí, pero con mucho patrio-
tismo, legándonos una patria libre, progresista, ca-
paz de confiar más en la instrucción, la cultura,
que en las annas).
Recordemos al Bachiller Rafael Francisco Osejo,
de origen nicaragüense. ci udadano cap:n. inquieto,
como todo h ombre, con sus CITares y sus virtudes,
quien en un documen to de 1823, hablando como ex·
diputado por Ujanás. se dirige a la Junta Superior
Gubernativa, muy dolido de sus problemas, consig-
nando esta frase: "La quinta y cruda persecución
que se desplomó sobre mi, originada de haber sido
el único (o el primero por lo menos) en PROCLA·
MAR LA INDEPENDENCIA del gobierno español
y promover los derechos del pueblo, a quien pedí
se convocase como el único en quien reside esen -
cialmente la soberanía, para que la ejerciese eli-

435
gien do a los individuos de una Junta superior de
provincia ... " etc.
H.eparese que se insisitía en que lo procedente
era la separación de España y se proyectaba la or-
ganización de una nación democrática , donde el
pueblo fuera el único soberano.
Todas las dificultades poster iores, se produje-
ron porque h abía inopia de ciudadanos pr eparados
y se carecía de las experiencias logradas en los
pueblos más avanzados. Per o no podemos descon o-
cer, -sin hacer un cargo grave a n uestros antece-
sores-, que se procedió con patriotismo, supliendo
la falta de conocimientos, con un gran sentido co-
mún y un ejemplar civismo.
Con reverencia r ecordamos a nuestros Próceres
y exaltamos su s lúcidos 'a nhelos y sus patrióticos
sacrificios, en la modelación de la Patria.
En las tertulias patrióticas, las logias y los
cabildos, se hizo práctica republicana en en cendidos
debates de los problemas públicos y en particular de
los p olíticos. Tan importantes fueron las tertulias
p atrióticas que con fech a 23 de agosto de 1823, -a
tres años de la independencia-, se legaliza la or~
ganización de ellas con las poblaciones que tenían
municipalidad.
No ignoro que aquí hubo r enuentes a aceptar la
independencia, de jura rla . La h istoria recoge el caso
del sargen to mayor Agustín Barba, quien fue expul-
sado del país por su rebeldía. Pero la t otalidad de
la población celebró la independencia con repiques
de campanas, ilu minaciones, juegos de pólvora y
bailes públicos. Los programas favoritos de la época.
Andando el tiempo, cua ndo Cos ta Rica comen-
zaba a tomar auge y renomb l'e en el exterior, se pre-
sentó el problema de vVilliam Walker y sus filibus~
teros, que trataron de adu eña rse de Nicaragua, con
miras a ex"1ender su dominio a toda Centro América.
N u estro Presidente don Juan Rafael Mora y su
Ministro don Joaquin Bernar do Calvo Rosales, vie-
ron con claridad el problema, tomando buena cuenta
de que era una amenaza para la soberanía n acional.
Se prepararon. Anunciaron el peligro a los gobier-

436
nos vecinos y también hicieron llegar la noticia a
Europa.
Desd e el primer momento se dijo y así consta
en varios documentos, que Costa Rica estaba dis-
puesta a reafinnar la independencia política. cual-
quiera que fuera el sacrificio que se le impusiera.
El historiador, licenciado don Cleto González Ví-
quez, califica al Presidente Mora de "Paladín de
la indepcndencia centroamericana". ( Rcvista Athe-
nea, abril de 1919).
L.s tropas de los Mora, don Juan Rafael y don
José Joaquín y don José María Cañ as, integradas
por humildes labriegos rurales y modestos artesanos
de las ciudades. se cubrieron de gloria en los campos
de Santa Rosa. Rivas y San Juan . Con ellas colabo-
raron las tropas de los otros paí~es centroamericanos.
inclusive las de Nicaragua . bajo la comandancia en
Jefe del General Mora. don José Joaquín .
Entonces se ratificó la independencia nacional
y también la centroamericana. o se diga. pues.
que la independencia no costó nada a los costarricen-
ses. Hubo pérdidas de vidas en 1856 y 1857.; sacri-
ficios in cruentos.; demostración palmaria de patrio-
ti smo. Pudo lamentarse la falta de práctica en el artf'
de la guerra. pero sobraron civismo y valentía.
En esas jornadas libertarias se distinguieron
cuatro periodistas: Adolfo Marie. Emilio Segura, Jo·
sé Augusto Mendoza y Uladislao Durán. que redac·
taron boletines de guerra. impresos en los propios
campos de hataUa_ infonnaron en los periódicos
locales. Inclusive se imprimió uno bilingüe para en-
viar a Europa. Plenamente se reafinnó la indepen-
dencia Política .

Ir. Conclus ión

Hc tenido que pasar sobre la historia del aporte


del periodismo a la causa de la indepcndencia. muy
rápidamcnte. pero queda hecha una reseña de 10
ocurrido en todo el continente. Infonn6 y comentó.

437
Cooperó en la magna tarea de poner fin al colonia-
lismo.
El colonialismo se define: ausencia de perso-
nalidAd de un pueblo dominado por otro más fuerte.
Asi como la independencia es la aspiración a tener
una patria libre. con su gobierno propio, empeñado
en lograr el progreso nacional, o sea con cultura,
salud :r pan.
América, !Jornada el C..ontinente de la libertad,
debe realizar su destino, plenamente, a todo lo largo
y lo ancho de su s dimen sion es geográ fica s. terminan-
00 con el rezago de colonialismo, a ]a vez que con la
miseria extrema y la ignorancia supina. Los sables
deben ceder el campo a los arados.
Queremos una América para los american os, li-
bre. feliz, emporio de progreso. Donde el hombre
sea el hermano del h ombre.

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INDICE

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Pre~ntación . 7
Estructura polítiea d~1 Rdno &: Guatemala ._ __ . 9
La población de ú ntro América w vísperas de la Inde-
pendencia . 37
La diferenciación social de Cenlroamérica al final del siglo
XVIJI y durante las primeras décadas del siglo XIX 73
R~umen de habit<lntes y títulos de asentamientos Centroa·
mericanos imponames en la época &: la Independencia 99
Rasgós de la economía del Reino de Guatemala a fines
de la época colonial __ _ . 133
Los problemas de la vida cultural en el Reino de Guatemala
en la época de la Ilustración __ ..__ . 199
La Iglesia y su situación dentro del Reino de Cuatemala
en el ocaso de la dominación española . 201
Las COrtes de adiz y el espíritu liben.l . 239
Subversión en la Capitanía General de Cuatemala . 283
Repercusiones inmediatas de la Independencia en úntroa-
mé rica . 31 1
Innuencia de México en la Independencia de Centro América 341
Centroaméria en las Cortes de Cádiz _ . 379
La Independencia en los periódicos de Europa y América 407
Bibliografía General . 441

457
" Cenlro AmériCIl ell las lJiSperas
de ItI 1ndeperldenci,,"

" terminó de imprimir en el mI:$


de noviembre de 1971 m los
Talleres Criflcos de

TREJOS HERMANOS
Slon JO$i, Costa Rica, A. c.,
Injo la dirección y cuidado del
Profesor Ricardo Blanco Segura,
habiendo partidpado 10$ feilores
Carlos Hugo Navarro, linotipista; Gerardo
Nuanjo, compaginador y Eraín Carda,
prmsisla. Se hi%Q un liraje de
1.500 qm,plarct en papd
periódico utinado.
Prof. 1os~ [;llis Colo Cond~, Miembro
y E,,·Presidente de la Academia, Director
dd Archivo Nacional. EntTe sus esentos:
"Eran Otros Tiempos" sobre temas co-
loniales.

Lic. Y ..st6n 10urnier 1aeio, de la Uni-


versidad de Costa Rica. Entre sus estudios
el que se publica en este volumen, muestra
dc su laboriosa investigación sobre el
tema.

De Carles .Ara)'a Poehe!, dc la Univer_


sidad de Costa Rica. Se dió a conoce r,
espec ialmente, como investigador acuelo-
so COn su obra "Historia de los Partidos
Políticos" publicada en 1968 por la Edito-
rial Costa Rica,

Pedo,lista 1wnciseo Maria 'N~ii~ JJlon.


!lt. Miembro }' E"·Presidente de la Aca-
demia. Dc<:ano de la Prensa Nacional.
Actual Tesorero de la Academia. Ha pu.
blicado multiples artículos en la prensa y
en revistas nacionales y extranjeras. Es·
tudios sobre: Don Braulio Carrillo, Fran-
cioco Moradn, Dr. José María Castro
Madríz, don León Fem;índn, don Juli o
Acosta, don Ricardo Jiméncz, Monseñor
Sanabria, etc. Varios sobre su tÍCrra nativa,
Desampa rados; algunos sobre literatura:
Probanza sobre el Rocinante y el Rucio y
Panorama de la Novela Costarricense.

Prof. l/alo [;6pez 'Val/teilJos, Salvado·


reño, Académico Correspondiente. Resi-
dente en Costa Rica d~de hace varios
años, donde trabaja para la Editorial Uni-
versitaria Centro Americana (EDUCA) . Es·
critor e histori ador de notable cultura e
interés por el pasado centroamericano.

Lic. Cbrsltr 1. Zela)'a Yoodma". Aca-


démico y dc<:ano de la Facultad de Cien·
cias y Letras de la Universidad de Costa
Rica. Tiene diversos y notables trabajos
sobre la independencia, entre los que se
cuenta un estudio sobre ese aspecto en
la República de Nicaragua y su magnífica
obra en dos tomos "[1 Bachiller Osejo"
publicada por la Editorial Costa Rica en
197 1.

Diseño de la portada:
ALEJ ANDRO SANTAMA RIA

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