Está en la página 1de 4

La imposibilidad del socialismo en la periferia capitalista

Humberto Trompiz Vallés - www.aporrea.org


08/12/22 - www.aporrea.org/ideologia/a317852.html
Hacia la segunda mitad del siglo XIX y como producto de un conjunto de fenómenos
históricos precedentes como las revoluciones agrícolas e industrial inglesas de los siglos
XVII y XVIII, la revolución francesa del siglo XVIII, la emergencia de la economía
política inglesa, el socialismo utópico francés y la filosofía clásica alemana, hizo su
aparición en el continente europeo, la esperanzas de la redención social para las clases
explotadas del capitalismo céntrico, de la mano de Carlos Marx y Federico Engels. La
posibilidad de superación de las miserias del capitalismo se hizo más patente en el
pensamiento de estos dos personajes, con la fallida experiencia histórica de la Comuna de
Paris de 1871, la efervescencia de lucha de clases del proletariado industrial y las crisis
cíclicas del sistema capitalista.

Para Marx lo revolucionario que trajo la burguesía, tal como lo dejo sentado en del
Manifiesto Comunista, fueron dos hechos históricos fundamentales: el desarrollo de las
fuerzas productivas como nunca antes lo habían logrados las clases explotadoras
precedentes y la creación del proletariado como clase convocada a ponerle solución de
continuidad a la explotación del hombre por el hombre. En el Manifiesto de la Primera
Internacional de Trabajadores de 1864, Marx trazo la hoja de ruta del asalariado en su reto
de derrocar a la burguesía.

El dueto Marx-Engels estaba convencido de posibilidad de derrocamiento de la burguesía


por el proletariado en aquellas naciones de mayor desarrollo burgués, cuando las fuerzas
productivas desatadas por el capital entraran en con contradicción con las relaciones de
producción capitalista.

Con la derrota de la Comuna de Paris, la división de la Primera Internacional entre


bakuninistas y marxistas, más el gran empuje del naciente capital imperialista y la gran
migración de europeos hacia el continente americano, la lucha de clases en el Centro fue
aminorada por el capital; pues, con la incorporación a la economía capitalista-mundo por el
capital monopolista de muchas regiones periféricas suministradoras de materias primas y
mano de obra barata, no solamente creció la tasa de ganancia en las economía
metropolitanas, sino que el salario también aumento sustancialmente.

En los años que corrieron entre 1850 y la Primera Guerra Mundial de 1914, Europa
Occidental experimento uno de sus periodos de más espectacular crecimiento económico.
Bajo este escenario se celebró en 1889 la Segunda Internacional de Trabajadores.

En las deliberaciones de la Segunda Internacional se profundizó la división del


movimiento socialista mundial que se había originado en la Primera Internacional.
Surgieron aquí dos tendencia irreconciliable: la revolucionaria encabezada entre otros por
Rosa Luxemburgo y la socialdemócrata encabezada por Eduard Bernstein. Luxemburgo
planteaba la vía revolucionaria para derrocar al capital, mientras Bernstein propuso la vía
pacífica para alcanza el socialismo a través de la democracia burguesa y de esa manera
mejorar la existencia de la clase trabajadora. La historia posterior demostraría que en
Europa occidental, Bernstein estaba más acertado que la Luxemburgo.

La Primera Guerra Mundial no solamente ocasiono el inicio del derrumbe de la hegemonía


inglesa en el sistema capitalista-mundo, sino que también origino la concreción de la
primera experiencia anticapitalista, guiada por los bolcheviques en el imperio ruso de los
Romanov en 1917.

El triunfo del partido bolchevique en Rusia impuso una doble visión histórica sobre el
futuro de las revoluciones socialistas: i) Se concretó la revisión que hizo Marx sobre el
futuro del movimiento revolucionario, consistente en afirmar que también era posible una
revolución socialista en países de escaso desarrollo capitalista como Rusia y ii) las
revoluciones socialistas se darían en los eslabones más débiles del sistema capitalista-
mundo, o sea, en la periferia del sistema. Esta tesis fue defendida tanto por Lenin como por
Trotsky. El advenimiento de la Primera Posguerra(1918-1939) trajo la entronización de la
tesis soviética del "Socialismo en un solo país", donde Stalin en oposición a Marx, Engels,
Lenin y Trotsky, propuso que el socialismo solo se desarrollaría en la URSS, olvidándose
del resto del sistema capitalista, tanto desarrollado como subdesarrollado.

La Segunda Guerra Mundial, la coexistencia pacífica pactada y la aniquilación atómica


asegurada entre las dos superpotencias triunfadoras de dicho evento (USA-URSS), alejaron
aún más la posibilidad de una revolución socialista, a tanto en el capitalismo desarrollado
como en el periférico. En el capitalismo desarrollado noratlantico el capital se blindo con
el Estado de Bienestar y la OTAN; y en la periferia se impuso la tesis del estalinismo,
consistente en alcanzar primero una revolución democrático-.burguesa que desarrollara las
fuerzas productivas, frenadas por el feudalismo reinante.

En contravía a lo planteado por el estalinismo, la revolución china de 1949, la revolución


cubana de 1959, la revolución vietnamita de 1975 y la revolución sandinista de 1979,
demostraron que si era posible un insurgencia revolucionaria contra el imperialismo
noratlantico en la periferia del sistema. Con estos eventos la esperanza de la redención
social de las clases explotadas alcanzo niveles siderales tricontinentales. La llegada de la
primera ola progresista en Latinoamérica en 1999 con Hugo Chávez la cabeza, reforzó aún
más esta percepción. Estos eventos parecían demostrar que si era posible instaurar un
proceso de cambio epocal hacia el socialismo en la periferia del sistema.

A pesar del triunfalismo socialista de finales de la pasada centuria, la caída del Muro de
Berlín en 1989 y del modo de producción asiático moderno en 1991, mejor conocido como
socialismo real, las esperanzas de instaurar el socialismo periférico comenzaron a diluirse.
Esta desilusión se agravo con el desarrollo espectacular del capitalismo chino, el enrumba
miento hacia la economía de mercado de Vietnam, la agonía económica del llamado
socialismo cubano y el matrimonio con la economía del capital de los países que
integraron la antigua URSS. Hacia la segunda década del presente siglo el desengaño
socialista se hizo más patente, cuando los gobiernos progresistas latinoamericanos
comenzaron a mostrar su verdadero talante, es decir, cuando evidenciaron que no eran más
que proyectos políticos administradores del capital con una retórica socialista.

Frente a los grandes fracasos por edificar el socialismo en los países subdesarrollados o
periféricos, la ciencia social latinoamericana, debe avocarse con urgencia dar una
explicación de semejante frustración histórica. Este reto debe comenzar por interpelar la
caída del socialismo real o modo de producción asiático moderno.

Como una aproximación hipotética a la imposibilidad de instaurar el socialismo en la


periferia del sistema, vamos a sugerir algunos de los grandes obstáculos que han impedido
lograr el cometido que veníamos comentando.

I.-UNA DOBLE CARENCIA TEÓRICA.

La masa explotadas nuestroamericanas hasta el presente ha carecido de una teoría que


alumbre el camino de la transición al socialismo. Con la Tercer Internacional se dispuso de
un aparataje teórico conocido como marxismo-leninismo, el cual demostró su ineficiencia
teórica cuando su praxis, la URSS, se fue por el albañal de la historia. Urge una nueva
teoría del poder, del partido y del estado periférico que cimenté la democracia socialista y
el poder obediencial.

Por otra parte, los países periféricos o subdesarrollados son exportadores de naturaleza, y
por consiguiente, son receptores de una renta del suelo internacional que les proporciona el
mercado mundial. Esta condición primario-exportadora impone el desarrollo de una
economía política de los recursos naturales que comienza a despegar de la mano de
Bernard Mommer, Guillermo Flichman, J. Iñigo Carrera, Rolando Astarita, entre otros. Sin
embargo falta mucho por hacer en la totalidad dé todos los países del continente.

Si la condición primario-exportadora reclama una teoría de la renta del suelo internacional


llevada a sus últimas consecuencias, el destino interno que se le ha dado as esta renta del
suelo presenta ausencias teóricas más acusadas. Para el caso venezolano, debemos
puntualizar que el economista Asdrúbal Baptista hizo un monumental esfuerzo en develar,
la especificidad del capitalismo creado con la renta petrolera, pero para del resto de
América Latina falta mucho por investigar. Siguiendo las ideas de Baptista y Mommer,
aprendemos que un país primario-exportador puede tener un intercambio desigual a su
favor y gozar de una copiosa renta internacional del suelo, pero a las vez, esto se convierte
en una rémora para el desarrollo capitalista, lo que los condena a una agonía económica
permanente. Sin una economía política de los recursos naturales no podemos proponer un
proyecto socialista en estas latitudes. La renta internacional de suelo no puede ser el futuro
de América Latina, pero sin renta del suelo no habrá futuro capitalista ni socialista.

II.-CARENCIA DE CUADROS REVOLUCIONARIOS

La ausencia de una teoría política para la periferia del sistema, así como de una economía
policía de los recursos naturales, impide la formación de cuadros políticos que despejen la
vía de la transición al socialismo en estos linderos. Muchos de los cuadros políticos del
movimiento revolucionario una vez en el poder, terminan como burócratas anquilosados
funcionales al capital o abrazan la tentación reformista socialdemócrata. Son muchos los
funcionarios revolucionarios que con el tiempo se transforman en un nueva burguesía.

III.-AUSENCIA DE ORGANIZACIONES VERDADERAMENTE SOCIALISTAS

A partir de la experiencia histórica del modo dé producción asiático moderno o socialismo


realmente existente, urge construir una nueva organización política que supere la
concepción leninista del partido y donde quede claramente plasmada la idea marxiana que
reza así: "solo la clase obrera salva a la clase obrera". Se debe erradicar de una vez por
todas, la idea de que la clase trabajadora necesita de un grupo de iluminados que le siembre
conciencia de clase. Al mismo tiempo, se debe tener en cuenta que en la periferia del
sistema, además de la clase obrera, hacen vida otros grupo humanos étnicos, sexuales,
religiosos que es de urgencia incorporarles a los proyectos revolucionarios. Por último, se
debe tener en cuenta que la revolución no será obra de una sola organización
revolucionaria, por lo que debemos inventar una vacuna antisectaria que permita la
pacífica convivencia entre las diversas organizaciones aspirante al socialismo.

En atención a lo expuesto y afincándonos en el caso de Venezuela, se nos presenta un


panorama político bien encriptado, pues, el país se debate entre: continuar con la agonía
del capitalismo rentístico, abrazar la receta diabólica neoliberal, intentar un proyecto de
modo de producción asiático moderno estilo fidelista-cubano o intentar un ensayo de
capitalismo nórdico tropicalizado. Descifrar esta incógnita a nuestro entender pasa por
volver a las grandes contribuciones al pensamiento político universal del dueto Marx-
Engels, a fin de superar las estrecheces teóricas del marxismo-leninismo, de la teoría de la
dependencia y de los diferentes marxismos y neomarxismos que han empantanado la
solución teoría del socialismo periférico.

También podría gustarte