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1.

Aporte romano

La República de Roma dominaba una vasta extensión de tierra con


enormes recursos naturales y humanos. Como tal, la economía en la
antigua Roma se mantuvo concentrada en la agricultura y el comercio.
El comercio agrícola libre cambió el panorama italiano y, por el siglo i a.
C., las enormes haciendas dedicadas al cultivo de la vid, de los cereales
y de la oliva, propiedad de grandes terratenientes, habían estrangulado
a los pequeños agricultores, que no pudieron igualar el precio del grano
importado. La anexión de Egipto, Sicilia y Cartago (actual Túnez)
proporcionó un suministro continuo de cereales. A su vez, el aceite de
oliva y el vino fueron las principales exportaciones de Italia. Ya por
entonces se practicaba la rotación de dos hojas, pero la productividad
agrícola en general fue baja: alrededor de 1 tonelada por hectárea.

La agricultura era una actividad que estaba muy bien considerada dentro
de la sociedad romana, al contrario de lo que sucedía con la artesanía.
Roma, en sus orígenes, había sido una comunidad de pastores y
agricultores, por lo que la tradición hacía de esta actividad una profesión
casi sagrada. Incluso los Patricios se dedicaban al cultivo de la tierra y a
la cría del ganado: estos patricios eran propietarios de grandes
haciendas cuyo mantenimiento y explotación recaía en la mano de obra
esclava que vivía en estas fincas durante todo el año al cuidado de un
capataz que, a su vez, era un esclavo de confianza del propietario. Estas
enormes fincas producían todo tipo de alimentos.
El comercio romano fue el motor que condujo a la economía de finales
de la República y principios del Imperio. Modas y tendencias de la
historiografía y cultura popular han tendido a no ocuparse de la base
económica del imperio en favor de la lengua franca que fue el latín y las
hazañas de las legiones. Tanto la lengua como las legiones fueron
apoyadas por el comercio, siendo al mismo tiempo parte de su espina
dorsal. Los romanos eran hombres de negocios y la longevidad de su
imperio se debió a su comercio.

Debido a que, ya en el último siglo de la República (y no digamos en la


época imperial), la península italiana no podía mantener a una población
tan numerosa solamente con los recursos locales, se importaban los
productos necesarios para la manutención y el buen funcionamiento de
la industria y la vida romana de las provincias donde se producían.
Gracias a la denominada Pax Romana, el comercio se desarrolló en las
condiciones más favorables.

https://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_de_la_Antigua_Roma

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