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“El Congreso de Tucumán tenía prioridades

establecidas. La primera de todas era la Declaración de la


Independencia que se había postergado desde aquel 25 de
Mayo de 1810. Esta, era la única manera de que las
Provincias Unidas del Río de la Plata fueran reconocidas
como Nación ante el mundo.
En 1816 existía la amenaza permanente de una
invasión de tropas españolas que buscaban recuperar el
poder perdido sobre nuestro territorio. Güemes y sus
gauchos apenas lograban controlar a las tropas realistas
que avanzaban desde el norte. Además, existían conflictos
internos, porque no se llegaba a un consenso respecto al
sistema político que se debería implementar. A pesar de
esto, los diputados reunidos en Tucumán y otros patriotas
como Manuel Belgrano y José de San Martín, sentían que
la decisión no podía esperar más.
Fue así que el 9 de julio de 1816 se abordó la cuestión
y un “¡Sí, quiero!” unánime retumbó en todo San Miguel de
Tucumán, firmándose el Acta de la Independencia. Este
hecho resalta la valentía que tuvieron los protagonistas de
nuestra historia para dejar de lado sus diferencias y luchar
juntos por el bien común.
Formar parte de un país que se construyó con la suma
de la participación de muchos nos debe llenar de orgullo y
nos debe impulsar a tomar iniciativas capaces de
transformar la realidad, resignificando aquellos saberes
que en estos 30 años de democracia hemos aprendido.
Invito a todos los presentes, en este año tan particular
para los argentinos, a elegir responsablemente el camino
que nos haga crecer como república.
¡Somos capaces! Solo debemos ser conscientes que, a
través del trabajo, la educación, la familia, los valores,
siempre respetando a los demás, podemos construir una
Nación más justa y solidaria para todos.”

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