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Bienvenida a las clases teóricas (abril 2020) - Claudia de Casas Prof.

Adjunta Ordinaria -
Luis Volta Prof. Adjunto Interino
“Teoría Psicoanalítica 2020, entre Coronavirus y Netflix.”

Les damos la bienvenida a esta primera clase teórica del año. Por razones de público
conocimiento nos hemos visto llevados a implementar una modalidad virtual de enseñanza y
transmisión del psicoanálisis. En circunstancias habituales, deberíamos haber arrancado el
teórico revisando los lineamientos del programa general de la materia, introduciendo algunas
problemáticas y discusiones que de a poco nos permitan ir desplegando el detalle de los
contenidos a trabajar. Pero este año el panorama se nos plantea de otro modo. Reflexionando un
poco sobre contexto en que nos toca llevar adelante esta tarea, me pareció que era posible
ubicarnos en el inicio de esta cursada, y a modo de presentación, “entre” dos temas.

- Por un lado la serie de ficción “Freud”, actualmente en el top 10 de las más miradas en Argentina
en la popular plataforma de streaming
- Por otro, la terrible pandemia del COVID-19 que nos ha dejado en cuarentena a nivel planeta,
enfrentándonos a algo completamente inesperado y para muchos angustiante o llegado el caso
atemorizante. Veremos que Freud hablaba de la hiperpotencia de la naturaleza, y de la fragilidad
de nuestro cuerpo como fuentes reconocibles del malestar para el hombre.

Respecto de la primera, no hay mucho para decir más allá de este Meme:

En efecto, si tuvieron la oportunidad de ver algún capítulo, la serie no nos aporta mucho
más que la figura de un Freud charlatán, cocainómano, ansioso por ganarse un lugar entre sus
pares y alejado de toda búsqueda rigurosa acerca de la causa de los síntomas neuróticos y de un
método apropiado para intervenirlos. Quizás sí se pueda rescatar el modo en que se muestra el
contexto socio-histórico del surgimiento del psicoanálisis, en una Viena de fines del siglo XIX, uno
de los “ombligos del mundo”, en tanto capital del importantísimo imperio Austro-Húngaro.
Pero el mayor problema es que la serie de Netflix está muy alejada sobre todo, de la propia
idea que Freud tenía acerca del psicoanálisis. Freud no consideraba que el Psicoanálisis fuera
una suerte de ficción ilusoria como pueden ser la literatura, el cine, las series, los videos de
Youtube, las stories de Instagram o Tik Tok, o incluso los ya clásicos posteos en redes sociales.
Sabemos que todos ellos, cada uno a su manera, suponen construcciones artificiales de sentido
que crean con palabras e imágenes realidades capaces de alejarnos, distraernos, soportar, velar
o incluso adormecernos cuando nos chocamos con alguna forma de malestar que quiebra la
tranquilidad de nuestras existencias. Veremos en las próximas clases que lo que Freud denomina
el “trabajo del sueño”, también supone en gran medida mecanismos creadores de una ficción que
se proyecta mientras dormimos, y que está motorizada por el deseo.
Por el contrario, para Freud, el Psicoanálisis no se ubica del lado de los somníferos ni de
las ilusiones que calman o alegran y que nos permiten seguir con el ritmo habitual de nuestras
vidas. ¡El Psicoanálisis se parece más bien al COVID-19! ¿En qué sentido? En varios….
En primer lugar, tal como cuenta la anécdota1, el 27 de agosto de 1909 Freud llega a
Estados Unidos para dar sus 5 conferencias en la Clark University en Worcester, Massachusetts
(conferencias que pueden encontrar en el tomo XI, AE). Iba acompañado de algunos discípulos:
Jung, Jones, Ferenczi, Brill. Cuando el barco ancló en el muelle de Nueva York, un grupo de
personas que ya conocía sus ideas lo esperaba aplaudiéndolo. Fue entonces, según cuenta la
anéctoda, que Freud le habría dicho a Jung: “No sé por qué me aplauden, si les traigo la peste”.
En palabras de Freud, el Psicoanálisis es una peste. ¿Por qué? ¿Cuál es la referencia? No se
trata, claro está, del libro de Albert Camus que fue publicado recién en 1947. Probablemente se
refería en su comparación a “la gran peste” (peste negra o peste bubónica) que azotó a Viena en
1679 y que dejó el saldo de 76.000 víctimas fatales2. Sabemos y estamos constatando una vez
más que las epidemias como la peste o el COVID-19 son irrupciones perturbadoras e
incalculables, susceptibles de subvertir los poderes de las normas, de la higiene de los cuerpos y
del orden social al que estamos acostumbrados. Quizás por ahí debamos acercarnos a la
comparación en cuestión.
¿Cómo funcionamos habitualmente? Aspiramos a vivir tranquilos y en paz, sin que nos
molesten, con la sensación de que las cosas marchan. No nos gusta que haya trabas, ni palos
que interfieran en las ruedas que giran y conducen nuestras vidas. Freud diría que aspiramos que
prevalezca el programa del “principio del placer”: mantener lo más bajo posible la cuota de
displacer en nuestras vidas. Cada quien a su modo, pero también de modo colectivo, busca el
modo de tener “la casa en orden”: trabajo, estudio, pareja, amante, familia, amigos, conocidos, la
salud del cuerpo, alguna forma de alimentación, alguna sustancia psicoestimulante, manejar las
cuentas y los gastos, disfrutar de algún hobbie, consumir o producir alguna expresión artística,
practicar un deporte, o alguna forma de espiritualidad, mantener los likes o views en redes, etc,
etc. El común denominador de todos estos modos, diferentes para cada quien, es que buscan
aportar cierta sensación de “dominio”: de sí, de su imagen, de su cuerpo, de sus satisfacciones,
de su lugar en las distintas situaciones y lazos sociales, etc.
Muchos “psicólogos mediáticos” y “coachs de vida” repiten en estos días que para esto las
“rutinas” son fundamentales, porque transmiten la idea de estabilidad, de equilibrio. En el fondo,

1
Hay que aclarar que sobre esta anécdota hay discusiones en torno a su valor de verdad. Roudinesco, historiadora del
psicoanálisis sostiene que nunca sucedió tal y que se popularizó en función del escrito de Lacan que la relata. Esto re abriría en
otro momento para nosotros la discusión sobre el estatuto de la verdad y la ficción en psicoanálisis.
2
Se puede ver aún en el casco antiguo de esa ciudad una enorme columna conmemorativa levantada posteriormente
https://es.wikipedia.org/wiki/Pests%C3%A4ule
están de acuerdo con Descartes, punto de partida de la reflexión occidental moderna, cuando
postuló la equivalencia entre el “pienso=soy/existo”. Puedo dudar de todo, y el mundo puede
perder consistencia y desvanecerse frente a mis ojos, pero puedo encontrar en “mí mismo”, en la
conciencia de mi “propio” pensamiento, un punto de apoyo indubitable desde donde luego puedo
reconquistar mi lugar en el mundo y dominarlo. Yo, que me fundo a mí mismo a partir de mi
pensamiento, puedo luego decir: “En mi casa mando yo” o “Es mi cuerpo y puedo hacer lo que
quiera con él” (vacunarlo, tatuarlo, teñirme el pelo, ponerlo a dieta, entrenarlo, operarlo, someterlo
a rutinas, etc.). Sabemos que este punto de apoyo cartesiano es la base de todo el pensamiento
racional y de la ciencia tal como la conocemos hasta hoy. Es también el punto de apoyo de las
rutinas que nos aconsejan establecer para seguir sintiendo que somos dueños de nuestras vidas.
Es que el COVID-19, como la peste, es una amenaza no sólo para nuestro sistema
inmunitario. Todas las medidas de protección que se implementan para salvaguardar la vida
atacan paradójicamente los modos habituales en los cuales nos sostenemos, en nuestros lazos
de diversa índole. Por eso vemos a los científicos, a los médicos y a los gobernantes apurados
por encontrar la lógica de este “enemigo invisible”, “que desconocemos”, “que no sabemos cómo
evoluciona”, pero al cual le suponemos cierta racionalidad (Cf. Se despliega en una “curva”, hay
poblaciones de riesgo, “estamos probando medicación”, etc.) y respecto del cual pretendemos
entenderlo para liberarnos y poder continuar con “nuestras” vidas. Se trata de volver a recuperar
dominio, de que las cosas vuelvan a marchar a su ritmo habitual, de que el Yo en tanto conciencia
vuelva a ser amo y señor en un cuerpo y un mundo que pueda considerar su “propia” casa.
Pues bien, en las antípodas de esta perspectiva Freud pensaba que el psicoanálisis era
una peste. Tomando como punto de partida al síntoma histérico, va a ir progresivamente
elaborando algunas tesis que resultan aún hoy particularmente subversivas, “indigeribles” para el
orden social establecido. Será nuestro trabajo a lo largo de todo este año, ir reconstruyendo los
pasos freudianos, sus diferentes aristas y reformulaciones, encontrando las razones de las
mismas en la medida en que surgen de su esfuerzo por ajustarse lo más exactamente posible a
la estructura de la experiencia analítica.
La primera de ellas está referida a la existencia del inconsciente. Esta tesis hay que leerla
en términos de una oposición Freud vs Descartes. Mientras que Descartes hacía del
pensamiento, del cogito, la piedra angular de la conciencia y de su posición de conquista y
dominio frente al mundo, Freud va a plantear al inconsciente como una hipótesis o supuesto
necesario. Hay pensamientos que se piensan allí donde no soy Yo. Y este inconsciente no tiene
que ver con lo oscuro e irracional, sino que obedece, en sus tropiezos, a una legalidad específica.
Tendremos nosotros que revisar los pasos dados en su establecimiento, desde un inconsciente
más “parlanchín” ligado al funcionamiento del deseo en su primer esquema metapsicológico,
hacia su revisión a partir de la nueva tópica introducida en 1923. Esta tesis es una “peste” por el
terrible descentramiento que produce, el empobrecimiento asignado a la conciencia en nuestras
vidas, y la inevitable pérdida en cualquier creencia en nuestra autonomía. El síntoma y demás
formaciones del inconsciente son la manifestación de una instancia, de un saber no sabido, fruto
de un no querer saber (la defensa) y que nos determina más allá de cualquier voluntad
consciente.
La segunda tesis, quizás aún más repulsiva, concierne al rol etiológico de la sexualidad.
Tendremos que seguirlo a lo largo del año, pero una constante reaparece permanentemente. La
sexualidad humana es profundamente disarmónica. Está, por así decir, “mal hecha”. No hay
instinto sexual en la especie humana. Al estar sometida solo a un régimen pulsional, la ausencia
de objeto predeterminado la marcará indefectiblemente con un menos. Esto también es una
“peste” que arruina para siempre toda idea de satisfacción plena y armónica a nivel del sexo, y
esto más allá de la diversidad de orientaciones sexuales, o “identidades de género” que al mismo
tiempo dicha disarmonía posibilita. El Psicoanálisis no es hétero-normativo, claro está, pero la
diversidad sexual no asegura tampoco ningún arreglo exitoso en la relación con el sexo.
¿Hay remedio para estas tesis infestas? Si leyeron el programa general de la materia,
habrán visto que hay un eje privilegiado: la cuestión del Padre, que funciona como un verdadero
punto de articulación de ambas “pestes”. Será parte de nuestra tarea revisar el modo en que
Freud construye la noción de padre en psicoanálisis, en su intento de nombrar aquello que busca
gobernar, poner orden y domeñar lo que en la sexualidad se presenta como problemático y que
Freud no deja de ligar, en diversas versiones, a “lo infantil”. Revisaremos diferentes momentos en
su teorización, desde un “padre garante” que como un buen gobernante o ministro de salud
ordena y nos protege del desastre de la pandemia, hasta un “padre inconsistente” que con sus
paradojas a nivel de la satisfacción lo conduce a postular la existencia de un “Más allá del
principio del placer” del que este año celebraremos sus 100 años de publicación. Resulta
interesante contrastar hoy en día el ideal de la salud, y de la vida como bien supremo con un
costado cernido por Freud a partir de los años ‘20 en el que un individuo atenta contra su propio
bienestar. Avanzaremos entonces más tarde con los conceptos de pulsión de muerte y superyó.
Todo esto irá además acompañado de un trabajo correlativo, el de pensar el lugar del
analista en la cura, junto a los problemas ligados al manejo de la transferencia. Está claro en la
ética freudiana que no se trata de ubicarse como un padre protector, ni como un médico que
busca curar, ni como un educador o gobernante que intenta poner orden en lo que desde el
síntoma insiste. No se trata de volver a lograr que “las cosas marchen como antes”. Se trata para
Freud, de intervenir al síntoma en un dispositivo en el que se hará un uso especial de la palabra,
para traer a la luz los conflictos que están en su base, y acompañar al paciente a revisar su
posición frente a la “peste incurable” que lo habita.
Ven entonces que tenemos mucho trabajo por delante. Sabemos que a lo largo del año, algunos
desarrollaran inmunidad y preferirán protegerse mirando a un Freud edulcorado a lo Netflix, pero
no pierdan de vista que tienen por delante una oportunidad única: la de dejarse inocular la “peste
freudiana”

Unidad Nº 1

En esta clase, nuestra primera transmisión de la propuesta de la cátedra, se comentarán y


ofrecerán algunos lineamientos para el trabajo de lectura que deberán hacer los alumnos en los
puntos señalados en la Introducción – Unidad 1 del Programa General de la materia: El
Psicoanálisis y su enseñanza.
1) El Psicoanálisis y su enseñanza
a) El Psicoanálisis: formalización de un procedimiento para abordar el padecimiento psíquico. Un tratamiento por la
palabra. El valor de la palabra y su dirección. Sugestión y transferencia.
b) El Psicoanálisis se enseña en contra de la formación previa. Ver versus escuchar. La conversación que no soporta
terceros. El Psicoanálisis se aprende uno a uno. ¿Cómo enseñarlo a “un curso entero”?
c) Las dos tesis que, según Freud, resultan injuriantes: “los procesos anímicos son inconscientes”, y “los impulsos
sexuales desempeñan un papel enormemente grande”. Las afrentas al narcisismo general.

Bibliografía obligatoria:
✔ “¿Pueden los legos ejercer el análisis?” (1926), cap. I y Epílogo, AE, XX, 173-8 y
235-244.
✔ Conferencias de introducción al Psicoanálisis (1916-7), 1ª conferencia: Introducción”, AE, XV, 13-21.
✔ “Una dificultad del psicoanálisis” (1916), AE, XVII, 129-135.
✔ 16ª conferencia: “Psicoanálisis y psiquiatría” (1916-7), AE, XVI, 223-234.

Bibliografía ampliatoria:
✔ “Tratamiento psíquico (tratamiento del alma)” (1890), AE, I, 115-132.
✔ “Sobre psicoanálisis” (1913), AE, XII, 211-217.

Proponemos allí una serie de textos como punto de arranque para hacer una introducción a la
materia. Algunos de ellos tienen la característica de ser escritos para transmitir frente a un público
o para ser leído por alguien que desconoce absolutamente de qué se trata esto del Psicoanálisis.
Nos referimos por ejemplo a algunas conferencias dadas por Freud, entre 1915 y 1916,
Conferencias de introducción al Psicoanálisis en la Universidad de Viena para un auditorio
con poca gente (por esa época nadie se interesaba en el Psicoanálisis). Otro texto, “¿Pueden los
legos ejercer el Psicoanálisis?” de 1926, es un texto muy interesante que Freud escribe en
defensa de un discípulo suyo, Theodor Reik, que estaba siendo enjuiciado por “ejercicio ilegal de
una profesión”, es decir por ejercer el Psicoanálisis sin ser médico. Aclaramos, lego es alguien
que carece de formación profesional, entonces se enjuiciaba a Reik por no ser médico, un
especie de curandero.
Tomemos la Primera conferencia, nos encontramos rápidamente con esta pregunta: ¿Qué es el
psicoanálisis? El supuesto allí en juego es que trata de una modalidad médica de tratamiento de
pacientes neuróticos. Pero el Psicoanálisis no es sólo un método de tratamiento. Algunos años
más tarde, en su artículo de enciclopedia, Freud dará una triple definición: 1) Método de
investigación (procedimiento que sirve para indagar procesos anímicos difícilmente accesibles por
otras vías), 2) método de tratamiento (de perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación),
3) Teoría o disciplina científica (una serie de intelecciones psicológicas, ganadas por ese camino
que poco a poco se han ido coligando en una nueva disciplina científica)

En relación al tratamiento, las cosas no suceden de la misma manera que en los tratamientos
médicos. Freud contrasta con la medicina y empieza diciendo lo que el Psicoanálisis no es.
Los médicos alientan al enfermo, dan seguridad al éxito de la cura, todo lo contrario a lo que
sucede en el psicoanálisis. Según el estilo de Freud, este le exponía las dificultades del método al
paciente, su larga duración (meses o años), los esfuerzos que se espera de él y en cuanto a su
resultado nada podía asegurarse. No se propone como un tratamiento ideal donde el éxito está
garantizado de antemano. Dependía de la posición de cada paciente, de su perseverancia y
aceptación del análisis, de la confianza en el analista.
En esta conferencia Freud se propone mostrar las dificultades en la trasmisión y enseñanza del
Psicoanálisis. Pero la primera cuestión que señala es la formación previa y los prejuicios que
cada uno trae a la hora de encontrarse con este nuevo campo del saber.
- La primera dificultad que señala con respecto a la instrucción, a su enseñanza, esto lo hace
comparando con la enseñanza de la medicina. Acá no hay nada para ver (cirugía, preparados,
presentación de pacientes por parte de la psiquiatría que hace una mostración de pacientes para
observar sus manifestaciones y así clasificar los cuadros)
En el Psicoanálisis sólo interesan las palabras, se escucha lo que trae el paciente, sus
dificultades, sus impresiones, sus vivencias pasadas y el analista hará señalamientos,
observando las reacciones de aceptación o rechazo. Se trata de un tratamiento por y a través de
la palabra, pero además, en él se hace un “uso de la palabra” diferente al que hacen otras
prácticas psicoterapéuticas. Podemos pensar en el uso que se hace del equívoco: por ej. El del
título de la unidad “El psicoanálisis y su enseñanza”.
A esto deberíamos pensar en agregarle una dificultad propia de nuestra época, caracterizada por
cierta degradación del valor de la palabra en provecho del ver y de la imagen. Los estudiantes en
su mayoría viven con el celular en la mano o alguna otra forma de pantalla. Suelen ser imágenes
que lo capturan en una lógica temporal muy breve (Ej videos cortos de las redes sociales), que se
contraponen al despliegue temporal de la palabra y a la escucha de su materialidad, lo que
permite dar una lectura diferente a lo que se escucha. Formarse en psicoanálisis supone
entonces también darse el tiempo necesario para escuchar y hacer una lectura de lo que se dice
cuando el paciente está hablando. Esta preferencia de la época por lo instantáneo de la imagen
en lugar de la palabra, puede arrastrar además a nivel de la cursada el problema pedagógico de
intentar sustituir la lectura de los textos por un tutorial de Youtube que lo explique rápido.
Una cuestión importante es que si queremos enterarnos de este intercambio , de lo que sucede
entre un analista y el paciente, esto será a través de quien informe sobre la cura, puesto que la
situación de análisis no admite terceros oyentes, no admite ser presentada en público
comunicaciones íntimas que sólo son dichas al analista.
La confianza en quien informe de esto es capital, acá Freud lo compara con la historia, los
investigadores de la historia no han conocido a Alejandro Magno por ejemplo, se ha trasmitido
hechos, acontecimientos, documentos diferentes fuentes, etc.
Entonces ¿cómo se puede aprender Psicoanálisis? Algo nada fácil pero existe un camino, Freud
creador del Psicoanálisis, señala en principio como aprendió él y dice se aprende de uno mismo,
siguiendo su propia experiencia, consiste en una observación de sí pero muy particular, existen
fenómenos conocidos por todos, que al tener una serie de intelecciones psicológicas, ganadas
por ese camino que poco a poco se han ido coligando en una nueva disciplina científica, pueden
volverse objeto de estudio. (Sueños, actos fallidos). Pero esto tiene sus límites. Es necesario
hacerse analizar y experimentar los efectos de un análisis para enterarse. Pero esto es para cada
caso nunca para un curso entero (él estaba hablando a varios en la conferencia) es decir, se
aprende uno a uno.
Podemos decir que la formación del analista tiene para Freud tres patas de apoyo: 1. El propio
análisis, 2. el estudio de la teoría y 3. la comunicación en encuentros con otros analistas sobre las
dificultades, descubrimientos y avances de la cura. Sea en el espacio de lo que se llama una
supervisión o control (término apropiado de la medicina, pero con otro alcance) donde se habla
con otro analista sobre la dirección de la cura que se lleva a cabo con determinado paciente. O en
las Instituciones psicoanalíticas, donde se producen encuentros de intercambio.

- La segunda dificultad que señala tiene que ver con la formación previa. Freud le hablaba a un
público con estudios en medicina, con una forma de pensar, de buscar el fundamento anatómico
de los síntomas con los aportes de la fisiología, la química, la física, etc pero nada saben sobre lo
anímico, ni tienen de dónde obtener ese saber. En nuestra clase ese problema no lo tenemos,
pero sí podemos pensar los prejuicios que traemos desde la psicología, y aproximaciones desde
el sentido común. Un estudiante de psicología puede llevar consigo prejuicios ideológicos,
morales, o religiosos, ligados a cierta voluntad de “querer el bien” para el otro. Muchas veces al
preguntar por qué te anotaste en esta carrera se escucha: “para ayudar”. Esto tiende a hacer de
algunos estudiantes de psicología alguien dispuesto a “encontrar sentidos”, convencido de que
“hablar con otro de por sí hace bien”, ubicado en una perspectiva en la que se busca “empatizar”
y “comprender al otro”. Esto, en Argentina, por la enorme difusión y penetración social que el
psicoanálisis ha tenido suele estar asociado a versiones románticas del inconsciente, y a la idea
de que los pacientes son víctimas de pasados traumáticos con heridas que curar… Cuestión que
deja al psicólogo en el imaginario social como un buen samaritano, en serie con la figura de
trabajadores sociales, asistentes terapéuticos o enfermeros caritativos. El psicoanálisis, por el
contrario, no es una hermenéutica, ni un humanismo, aunque como práctica necesita de la plena
vigencia de los derechos humanos para poder llevarse a cabo. Por otro lado, la pregnancia
contemporánea del discurso de la Salud Mental, y la promoción indiscriminada de los lazos
sociales como equivalente a salud, va a contrapelo del carácter radicalmente a-social del
problema de la satisfacción pulsional que encierra la fijación del síntoma.
Volviendo a la oposición con la medicina, Freud es categórico en afirmar que ni la ciencia médica,
la filosofía, la psicología descriptiva o la experimental (que se basa en la fisiología de los sentidos)
pueden decir algo útil sobre la relación entre lo anímico y lo somático o esclarecer alguna
perturbación anímica. La psiquiatría se ocupa de describir las perturbaciones y reunirlas en
grandes cuadros, clasificatorios. Pero los síntomas de esos cuadros no han sido individualizados
en su origen, mecanismo de formación, ni enlaces recíprocos, además de que estos no se
corresponden con alteraciones registrables en los órganos. La terapéutica que ofrecían en la
época de Freud eran baños, internaciones, retiros… Ahora tenemos los psicofármacos!
Alcanzará? veremos más adelante con que opera el Psicoanálisis

- La tercera dificultad y quizás la que más ha sufrido Freud en sus avances investigativos, es la
provocada por dos de las tesis del Psicoanálisis que resultan repulsivas o provocan rechazo.
(esto ya lo mencionamos anteriormente en la Bienvenida)
1) Gran parte de los procesos anímicos son inconscientes. Y los concientes son una parte quizás
menor de la vida anímica. Hasta el momento conciencia era igual a psíquico o anímico. Esta tesis,
la existencia de lo inconsciente, el arribo a su formulación la veremos en el recorrido de la primera
parte del programa, Cómo Freud encuentra mecanismos inconscientes en la formación no sólo
de los síntomas sino que también explicará otros fenómenos psíquicos. Y la 2da) es que las
mociones pulsionales sexuales tienen un papel enormemente grande en la causa de las
enfermedades mentales y más aún, estas pulsiones sexuales participan en las más elevadas
creaciones artísticas, culturales y sociales del ser humano.
La construcción de este concepto pulsión, y esta argumentación será a lo que nos avocaremos en
la segunda parte del programa.
Pero como hemos señalado Freud considera que este resultado de la investigación en
Psicoanálisis han originado las más grandes resistencias a lo que el Psicoanálisis tiene para
decir. Y puede explicarlo (fundamentalmente lo desarrolla esto en su texto Malestar en la cultura
que veremos algunos desarrollos en la 3ra parte del programa) de la siguiente forma: la cultura
fue creada a expensas de la satisfacción pulsional y esto mismo es recreado en cada individuo en
su ingreso a la comunidad, repite ese sacrificio en función del todo (las leyes, las instituciones,
regulan y coartan lo individual en beneficio del bien común).La pulsiones sexuales serán
sublimadas, desviadas de sus metas y dirigidas a otras (arte, etc.) pero no todo puede ser
dominado, El peligro está, y la sociedad no quiere saber nada de ello, no quiere reconocerse la
importancia de la vida sexual, tachando lo peligroso como incorrecto y así rechazando al
Psicoanálisis que viene con semejantes argumentos.
En otro texto, “Una dificultad del Psicoanálisis” de 1916 Freud menciona rápidamente su teoría
de la libido y presenta el dualismo pulsional que parte de una divisoria entre el hambre y el amor.
Esto dice lo ha tomado para esclarecer y eliminar las perturbaciones llamadas neuróticas. No
olvidemos nunca esto, el Psicoanálisis como una formalización de su propia práctica desde los
inicios. Con el hambre y el amor, armamos dos campos uno va en beneficio y preservación del
individuo y el otro de la reproducción de la especie. De acá surge su dualismo pulsional: pulsiones
de autoconservación y pulsiones sexuales. Del conflicto entre ambas surgirá la enfermedad, es
decir frente a la satisfacción sexual vivida como peligrosa se levanta una defensa y el
Psicoanálisis irá en dirección contraria, es decir propiciará el levantamiento del proceso represivo
(defensa) guiando hacia un desenlace más “saludable”. Acá Freud introduce un breve comentario
sobre el Narcisismo, amor al propio yo, libido en el yo, el mismo yo como objeto de la libido, que
luego veremos. Tomamos este texto para introducir lo que Freud consideró afrentas al narcisismo
universal, es decir el amor propio de la humanidad ha recibido tres grandes golpes:
La primera afrenta que llamará cosmológica, se la debemos a la revolución Copernicana que
contrario a lo que se pensaba, la tierra como centro del universo, garantía para el hombre de su
papel dominante en el universo lo que armoniza con sentirse dueño del mundo, viene a decirnos
que esto no es así.
La segunda afrenta biológica se la debemos a la teoría de la evolución de Darwin que termina
con la arrogancia del hombre al considerarlo dentro de la especie animal como un eslabón,
pariente próximo de otras especies, (monos)
Y por último, la afrenta psicológica novedad que trae el Psicoanálisis con los procesos anímicos
inconscientes y la dimensión pulsional que no puede domeñarse plenamente, esto equivale a
considerar que el yo no es el amo en su propia casa.

En ¿Pueden los legos ejercer el Psicoanálisis? Freud describe la teoría y práctica del
Psicoanálisis de una forma llevadera suponiendo como interlocutor imparcial, un juez ignorante de
lo que trata el Psicoanálisis.
Entonces la primera cuestión que plantea para ilustrarlo (al juez), sobre el tratamiento analítico
tiene un inconveniente que, como ya dijimos, no puede mostrársele una sesión porque no admite
terceros. Por tanto Freud se aboca a intentar informarle de que se trata. Para ello comienza con
la descripción de ciertos enfermos que al ir al médico son examinados sus órganos sin
encontrarles nada físico y se les indican, reposo, baños vigorizantes con un alivio pasajero, o
ninguno.
Dice que pueden presentar oscilaciones de estado de ánimo que no controla, timidez paralizante,
incapacidad para tomar una decisión, imposición de tareas ridículas como contar baldosas, sus
pensamientos parecen marchar solos. Otro ejemplo: la duda sobre ser el responsable de un
asesinato ¿no seré yo? aunque sabe que es absurdo, no puede evitar esa idea en la cabeza. O
un concertista de piano con gran experiencia que se le traban las manos a la hora de dar un
concierto. O ante una reunión social importante, se le imposibilita llegar por que le aparecen
dolores, en ocasiones desmayos, dificultades en la vida amorosa…
La medicina no tiene respuesta para ellos. No les queda otra que ir al analista. Que ocurre entre
analista y analizante: hablan, no hay medicamentos, ni indicaciones de baños, ni exámenes
físicos. Siempre que es posible se le pide al paciente que no cambie de ámbito y mantenga sus
relaciones habituales (no viajar no separarse o casarse, etc)
Se trata de palabras que no constituyen un ensalmo (modo sugestivo o mágico de curar con
oraciones que implica rapidez, efecto inmediato) Por el contrario los tratamientos analíticos llevan
tiempo no tienen nada de maravilloso ni de inmediato.
Esto sin desdeñar el poder de la palabra, que es un instrumento poderoso por medio del cual
damos a conocer nuestros sentimientos, influimos en otros, pueden resultar benéficas o dañinas.
Pero no se habla tan fácilmente sobre las intimidades, Freud habla de una preparación del
paciente, se le pide que no calle nada, que no reserve nada de lo que se le pasa por la mente y
que deseche todas las críticas o pensamientos que lo llevarían a descartar lo que tenga para
comunicar. Pero el paciente también sabe que hay cosas que ni siquiera él acepta, que quisiera
borrarlas de su pensamiento. Tarea difícil, desechar un pensamiento propio, porque a pesar de
todos sus esfuerzos, los pensamientos afloran igual. Se cae en la cuenta de algo propio y
diferente en su interior. Al aceptar la premisa de comunicarlo todo se encontrará con efectos
nuevos y raros.
Tampoco se trata de una confesión, se confiesa lo que se sabe y es absuelto por el cura y
además ninguna confesión ha traído alivio a los padecimientos neuróticos. En un análisis el
neurótico dice más de lo que sabe.
Tampoco se trata de hipnosis, si bien un hombre bajo hipnosis puede hacer o decir algo más allá
de su voluntad y la relación particular con el paciente puede tener efectos sugestivos, este no se
aplica para eliminar síntomas (como en la hipnosis) Por ejemplo: ante ese paciente que dice
sentirse culpable de algo ridículo la hipnosis actuaría intentando remover ese sentimiento –
“Usted es una buena persona, decente, cuando despierte no tendrá culpa alguna”- en el análisis
no intentamos convencerlo sobre su inocencia, él paciente también ya ha intentado eso, le
señalamos que una sensación tan intensa y duradera en el tiempo, sostenida debe fundarse en
algo real que puede descubrirse, “póngase a hablar”.
En este trabajo (“Pueden los legos”), y en relación a la formación en psicoanálisis Freud hace una
lista de las disciplinas que tendría que tener una “escuela superior psicoanalítica”: junto a la
“psicología de lo profundo”, una introducción a la biología, los conocimientos de la vida sexual con
la máxima extensión posible, una familiarización con los cuadros clínicos de la psiquiatría. Pero,
por otro lado, Freud agrega “historia de la cultura”, “mitología”, “psicología de la religión” y “ciencia
de la literatura”. Sin una buena orientación en estos campos, el analista quedaría inerme frente a
gran parte de su material.
Luego, en los años ’50, Lacan le agregó a esa lista: la retórica, la dialéctica, la gramática, la
poética y las llamadas “artes liberales” (una serie que incluye además la astronomía, la aritmética,
la geometría, y la música). Finalmente, en los ’70 incluyó la lingüística, la lógica, la topología y la
antifilosofía.

Por último en la “Conferencia 16” Freud demuestra con un ejemplo clínico las diferencias entre
el Psicoanálisis y la psiquiatría. Así se llama la conferencia: Psicoanálisis y psiquiatría.
Donde lo fundamental que podemos resaltar es que la descripción del síntoma y la explicación
mediante lo hereditario por parte de la psiquiatría no dan cuenta de la singularidad del síntoma
(por qué ese síntoma y no otro), del sentido del mismo (que está diciendo ese síntoma) de los
mecanismos de formación (cómo se produjo). Como el ejemplo que da es una celotipia (delirio de
celos, es decir toma un ejemplo de una paciente psicótica) no se diferencia de la psiquiatría en
cuanto a la posibilidad de la cura (recordemos que Freud crea el dispositivo de análisis para la
neurosis) pero invita a seguir investigando por que surgirá un poder hacer.
Pero también al principio de la conferencia (pág. 226-227) da un ejemplo de una “pequeña acción
sintomática” ejecutada por un paciente que al entrar a su consultorio deja la puerta abierta cuando
no hay nadie en la sala. Freud trae este ejemplo para señalar que dicha acción tiene un sentido y
un propósito, que está ligado a la vida anímica de la paciente y que nos anoticia de un proceso
psíquico ignorado por quien realizó la acción.
¡Los invitamos a leer!

(Sugerencia de lectura. Hay dos artículos del libro de cátedra que pueden acompañar esta unidad
introductoria N° 1.
Escars, C. La transmisión del psicoanálisis, libro de cátedra “Problemáticas del psicoanálisis,
Actualidad de los atolladeros freudianos”. Introducción, pp 6-11

Miranda, F. Algunas coordenadas freudianas para pensar la enseñanza del psicoanálisis en los
primeros años de la universidad, libro de cátedra “Problemáticas del Psicoanálisis 2 Vigencia de
la letra freudiana. Cap 1

http://blogs.unlp.edu.ar/teoriapsicoanalitica/materiales-de-catedra/)

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