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El mundo se va a acabar, y la culpa es tuya!

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La amenaza de extinción ha preocupado a los humanos durante mucho tiempo. Al principio, la


amenaza fue directa. Depredadores voraces, enfermedades, plagas e infecciones. La humanidad
convivía con la amenaza de una muerte inminente.

Con el desarrollo del lenguaje y, posteriormente, de las tecnologías para la protección de la


descendencia, la obtención de alimentos y el tratamiento de enfermedades, la humanidad
comenzó a vivir en grupos cada vez más numerosos, hasta la constitución de las ciudades.

Los imperios antiguos creían que los fenómenos climáticos y astronómicos dictaban catástrofes,
que se confundían con la ira de sus dioses.

En ese entonces, la amenaza del fin del mundo estaba relacionada con eclipses, asteroides,
conjunciones planetarias, glaciaciones, sequías prolongadas o períodos de intenso calor. Por
supuesto, los gobernantes de la época tenían grandes profetas y magos para apaciguar la ira de
estos dioses, y solo necesitaban un poco de sangre humana.

A medida que la humanidad ha aprendido a observar el cielo y a contar el tiempo basándose en la


luna, el sol y las estrellas, estos factores también han dejado de ser una amenaza.

Como el mundo no se acabó con depredadores, enfermedades ni supersticiones, llegamos a


Malthus.

A mediados de 1800, el "economista" Thomas Malthus predijo el fin del mundo debido a la falta
de alimentos. Según su hipótesis, la producción de alimentos aumentaría linealmente (progresión
aritmética) mientras que la población aumentaría exponencialmente (progresión geométrica). A
través de este razonamiento, Malthus concluyó que, en un momento determinado, faltaría
comida. ¡Era el agotamiento de los recursos de la tierra! Ya escuchaste esa historia, ¿verdad?!

Allí se lanzaron los fundamentos de las teorías eugenésicas, que consideran al ser humano un
problema en la Tierra y que tendrán mucho éxito en los siglos siguientes. En manos de
comunistas y nacionalsocialistas, esta teoría justificaría cientos de miles de muertes.

Contrariamente a lo esperado, la humanidad crece a ritmos cada vez más bajos y la producción
de alimentos aumenta drásticamente, con la expansión de las áreas agrícolas, las nuevas
tecnologías, tanto genéticas como en el uso de máquinas y, más recientemente, con el uso de la
electrónica y las computadoras.

Tras el alarmismo malthusiano vino el enfriamiento global de los años 60 y 70.


Sí, el mundo se iba a morir de frío, ¡todo se iba a congelar!

La Revista Times y muchos otros medios de difusión de la época (ver enlaces en la descripción
del video), publicaban efusivamente notas alarmistas, con predicciones catastróficas de
sobreenfriamiento del planeta.

Nuevamente faltarían alimentos, habría migraciones, escasez, hambre y riesgo de extinción de la


humanidad.

Como el mundo nuevamente no se acababa, el supuesto problema de los rayos ultravioleta llegó
en la década de 1980. En ese momento, el mundo se iba a acabar porque la capa de ozono, que
supuestamente bloquea estos rayos solares, estaba siendo consumida por los gases que salían de
los refrigeradores de la época y del trasero de vacas y cabras en Nueva Zelanda.

La hipótesis decía que, sin ozono en la atmósfera, la incidencia de los rayos ultravioleta
aumentaría y todos moriríamos de cáncer de piel. ¿Quién no recuerda el protector solar factor
5000 en la película Robocop de 1990. Resulta que el propio físico Joe Farman, quien propuso la
idea en 1985 mirando datos en la Antártida, terminó concluyendo que la formación de ozono en
la atmósfera es un fenómeno cíclico, y que los eventuales "agujeros" no son necesariamente un
problema.

Bueno, como el mundo no terminó con todos torrados, llegó el calentamiento global. Ahora el
mundo se estaba calentando irreversiblemente debido a las actividades humanas relacionadas con
la liberación de carbono a la atmósfera, especialmente la quema de bosques y combustibles
fósiles.

El calentamiento global sería implacable, incluso provocaría un cambio climático tan severo que
haría desaparecer las islas, las ciudades costeras se inundarían, la Antártida y el Ártico quedarían
libres de hielo. ¡Era el fin!

Pero nuevamente, la hipótesis no se confirmó. A lo largo del tiempo geológico, nunca hubo una
relación entre la temperatura en la superficie de la Tierra y la cantidad de CO2 (dióxido de
carbono) en la atmósfera. ¡Quizás por eso Río de Janeiro sigue siendo tan hermosa!

Aunque cualquiera de estas teorías apocalípticas tuviera un vestigio de verdad, tuviera al menos
una pizca de lógica, la acción de los políticos estatales, burócratas y pseudocientíficos terminó
por soterrarlas.

Sí, los agentes estatales han pervertido la ciencia, creando el cientificismo, ¡que no es más que
pura retórica revestida de lógica! Esto es todo lo que Aristóteles intentó a toda costa evitar en los
inicios de la ciencia. Por lo tanto no se trata de negacionismo, sino de la verdadera ciencia que se
basa en la duda, el cuestionamiento y la experimentación.
Vale recordar que, en última instancia, la ciencia solo quiere cumplir con su método de
elaboración y prueba de hipótesis. Cuando alguien está tratando de forzarte a hacer algo
declarándote que existe un “consenso científico”, no te dejes engañar, ¡eso no es ciencia! La
ciencia por un lado con la lógica, la política por el otro con la retórica, decía Aristóteles.

También es interesante notar que, frente a todas las amenazas modernas, solo hay una forma de
resolver los problemas: más poder para los políticos y más dinero para el estado.

Según la lógica austriaca, es fácil concluir que el estamento burocrático tiene incentivos para
mantener a la población atemorizada, utilizando la retórica de la extinción inminente. ¿Y ahora,
cuál será la próxima?

Bueno, parece que la creatividad de estas personas se está agotando, porque, como vimos en el
video “El regreso del Green New Deal”, del canal ANCAPSU, ahora quieren retomar la retórica
del calentamiento global. ¿Hasta cuándo? El profesor Luiz Carlos Molion ya nos enseñaba: "¡la
retórica del calentamiento global lo tiene todo a su favor, menos los datos"!

Finalmente, está claro que el discurso estatal está mejorando con el tiempo, tratando de crear una
amenaza sobre la cual los ciudadanos comunes no tienen control, ¡incluso convirtiéndolos en los
culpables!

Entonces, solo el estado puede salvarte, ¿verdad?

Observa cómo los gobiernos utilizan estas pseudo-amenazas como una estrategia para difundir el
miedo y culpar al ciudadano común.

Afortunadamente, o desafortunadamente, cuando llegue la extinción, ¡no será el estado el que te


salve!

Gracias por tu audiencia. Este artículo fue sugerido y escrito por Amazônia Livre, revisado por
Paulo Almeida, Traducido y Narrado por Separación Voluntaria (narrado por BabYoda) y
producido por Henrique L

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