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La radiación, de ciertas longitudes de onda, llamada radiación ionizante, tiene suficiente energía
para dañar el ADN y causar cáncer. La radiación ionizante incluye radón, rayos X, rayos gamma y
otras formas de radiación de alta energía.
En los entornos laborales pueden estar presentes tanto en el ámbito médico, de la investigación
como en el industrial. Un ejemplo de este tipo de radicaciones son los rayos X que se utilizan para
diagnóstico médico.
Consecuencias
Más allá de ciertos umbrales, la radiación puede afectar el funcionamiento de órganos y tejidos, y
producir efectos agudos tales como enrojecimiento de la piel, caída del cabello, quemaduras por
radiación o síndrome de irradiación aguda. Estos efectos son más intensos con dosis más altas y
mayores tasas de dosis.
En el ámbito laboral, las medidas preventivas que se aplican para proteger a los trabajadores
consisten en:
Radiaciones no ionizantes
Se considera radiación no ionizante al tipo de radiación de baja energía que no tiene suficiente
energía como para eliminar un electrón (partícula negativa) de un átomo o molécula. De esta
manera sus efectos sobre la salud son bastante distintos a los de las radiaciones ionizantes.
Dentro de estas radiaciones tendremos las generadas por: los campos electromagnéticos CEM
(eléctricos y magnéticos estáticos, las de extremadamente baja frecuencia ELF, las de muy baja
frecuencia LF, las radiofrecuencias RF, los microondas MO), y las ópticas (los infrarrojos IR, a luz
visible, la ultravioleta UV y la laser).
Consecuencia
Puede producir daños en la piel como quemaduras, erupciones e incluso provocar cáncer de piel.
Las medidas de protección ante las radiaciones no ionizantes son sobre todo las siguientes: