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JC era un joven músico talentoso que pasaba sus días tocando su guitarra en la esquina de

una calle concurrida. Aunque no era famoso ni tenía grandes riquezas, su música resonaba
en los corazones de quienes lo escuchaban. Cada nota que salía de su guitarra llevaba
consigo una pasión y una emoción que no podían ser ignoradas.

Una tarde, mientras JC tocaba una hermosa melodía, un anciano se detuvo frente a él. El
hombre llevaba una mirada melancólica en sus ojos, como si la música de JC hubiera
despertado recuerdos perdidos en su memoria.

Con una voz suave y temblorosa, el anciano se presentó como Diego, un famoso músico de
jazz que había sido aclamado en su juventud. Diego explicó que había dejado la música
hace muchos años, pero que al escuchar a JC, sintió una chispa de inspiración que creía
haber perdido para siempre.

Impresionado por el talento del joven, Diego propuso a JC una oferta inesperada. Le ofreció
su amada guitarra, una reliquia que había sido su fiel compañera durante toda su carrera.
Era un instrumento legendario, conocido por su sonido único y cautivador.

Al principio, JC se mostró renuente a aceptar el regalo. Sabía lo valiosa que era esa guitarra
y no podía imaginar desplazar a Diego de sus recuerdos. Pero el anciano insistió,
asegurando que su legado musical viviría a través de JC y su talento.

Finalmente, JC aceptó el regalo con gratitud y prometió a Diego que honraría su legado a
través de su música. Con la guitarra en sus manos, sintió una conexión especial con los
sonidos que emanaban de ella. Parecía como si la guitarra misma quisiera contar historias a
través de sus cuerdas.

A partir de ese día, JC se convirtió en un músico aún más excepcional. La guitarra de Diego
le dio una nueva profundidad a su música, y su fama se extendió rápidamente. Las personas
venían de todas partes para escucharlo tocar, y cada vez que lo hacía, parecía que un
pedacito del alma de Diego se transmitía a través de la música.

Pero JC nunca olvidó la generosidad de Diego y el legado que había heredado. En cada
actuación, dedicaba una canción a su mentor y compartía la historia de cómo había recibido
la guitarra que ahora era su tesoro más preciado.
Con el tiempo, JC se convirtió en una leyenda en sí mismo. Aunque nunca olvidó sus
humildes comienzos como músico callejero, su nombre se inmortalizó en la historia de la
música. Y así, el legado de Diego y JC se entrelazaron para siempre, mostrando al mundo
que la verdadera grandeza no se mide por la fama o la fortuna, sino por el amor y la pasión
que se ponen en cada nota de una guitarra.

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