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Está presente en el mundo de los negocios desde tiempos "ancestrales" para quienes crecimos
con la televisión como el gran medio masivo y luego migramos a los canales digitales. Su
primer gran auge fue en medio de la democratización de los periódicos, revistas y diarios
impresos, durante el siglo XIX.
Cada “copy” o mensaje con fines de captar usuarios, promover una marca y destacar un
producto es, por supuesto, una forma de redacción comercial.
Y esta práctica experimenta un nuevo auge en estos tiempos, tomada de la mano del Marketing
de Contenidos y el Marketing Digital.
¡Jamás es forzada!
La redacción comercial no es una novela de suspenso ni un texto científico lleno de palabras
complejas y rebuscadas.
Su desarrollo parte de la simplicidad, sin que esto signifique poca profundidad. Es decir,
podemos dar un mensaje poderoso y mostrar datos duros, pero siempre plasmando todo de
manera natural y fácil de comprender.
Cautiva y convence
Una redacción comercial siempre va orientada a cautivar y convencer.
Por ello, como verás más adelante, no solo tiene un desarrollo narrativo, sino también uno
estratégico, lo cual incluye, por ejemplo, a los CTAs.
Es empática
La redacción comercial no es un disparo al aire ni una narración fría y lejana. Esta va
directamente enfocada a un público específico, que es valorado en cada párrafo, palabra y
propuesta.
Si no es relevante para el prospecto, pierde de inmediato su atributo comercial, y pasa a ser solo
texto.
¡Es sincera!
“Los clientes no esperan que seas perfecto. Lo que sí esperan es que arregles las cosas cuando
algo sale mal”, dijo en una ocasión Donald Porter, directivo de British Airways.
¡Y es totalmente cierto! Si dices que tu producto está blindado por todos los costados, que jamás
fallará, que cambia la vida de las personas de la noche a la mañana y muchas otras
exageraciones, tu texto deja de ser comercial y, para el usuario, se convierte en una potencial
estafa.
Ser implacable en la escritura: buena ortografía, sintaxis, gramática y fluidez debe ser el mantra
del redactor.
Conocimientos en SEO: si no posiciona en Google, un texto en Internet puede ser invisible, o al
menos no lograr todos los objetivos que debería.
Capacidad de estudio y comprensión de cada propuesta de valor: así como un agente comercial
no puede vender si antes no se “enamora” del producto, un redactor no enganchará al lector si
no entiende en toda su dimensión la propuesta de la marca.
Comprensión de la Buyer Persona: al igual que la propuesta comercial, es fundamental que el
redactor abrace el perfil de Buyer Persona durante el desarrollo del texto y la comprenda a la
perfección.
Rigor científico: hablamos de tener la capacidad de basarse en datos y tener una metodología de
trabajo que permita construir textos sólidos y no llenos de “humo”.
Creatividad: para que tu mensaje pueda ser realmente único y cautivador.