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Antes de que existiese la Tierra, según los mayas existían tres Dioses: Tepeu,
Gucumatz y Huracán.
Para los mayas cada uno de estos era el Dios de una cosa:
- Tepeu, del cielo.
- Gucumatz, de las tempestades, enseñó a los hombres como hacer fuego.
- Huracán, del aire tormenta y fuego.
Los dos primeros piensan que para que los Dioses sean recordados, tienen que crear
a seres para que les adoren y les recuerden. Por esta razón los tres Dioses empiezan
a crear la Tierra. Primero, crean a los animales, pero estos no hacen caso a los
Dioses, por lo que estos últimos se enfadan y hacen que los animales se peleen entre
si. El segundo intento fue crear al hombre pero como no sabían como hacerlo
realizaron varios proyectos: primero crearon un hombre de barro pero se deshacía;
más tarde crearían a un hombre de madera, pero no tenía sentimientos ni alma, por lo
que no podía adorar a los Dioses, por esta razón el Dios Huracán provocará la gran
inundación para deshacerse de ellos; por último crean a cuatro hombres con maíz,
llamados Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah y Iqi-Balam, pero con la ayuda de
más Dioses (trece en total).
Pero para los Dioses los hombres eran seres demasiado listos por lo que Huracán les
nubló la vista y no les dejó ver el Sol. Más tarde, los Dioses crearían a las mujeres.
Hombres y mujeres se comenzaron a relacionar y empezaron a tener hijos. Todos
ellos rogaban a los Dioses que saliese el Sol para poder volver a ver.
Mientras tanto Xbalanqué y Hunahpú que eran dos héroes gemelos, querían vengarse
de los Dioses de Xibalbá (conocido por nosotros como el inframundo o infierno).
Hunahpú e Xbalanqué vivían con su abuela y con sus primos, estos últimos eran
músicos y tenían envidia de los gemelos. Un día que fueron los primos y los héroes de
caza, los primos se transformaron en monos, y Hunahpú e Xbalanqué no sabían
porque, por lo que fueron a decírselo a su abuela pero ésta se rió. Días después
Hunahpú e Xbalanqué comenzaron a jugar a la pelota, por esta razón molestaron a
los Dioses de Xibalbá, y estos les mandaron un mensaje para que bajasen a Xibalbá a
jugar con ellos. Cuando Hunahpú e Xbalanqué bajaron al inframundo los Dioses de
ahí les intentaron matar pero no lo consiguieron, después de esto los Dioses les
preguntaron si querían jugar con ellos y Hunahpú e Xbalanqué accedieron
ganándoles.
Los Dioses al haber sido derrotados, imponen a Hunahpú e Xbalanqué una serie de
pruebas. La primera prueba fue entrar en la casa de las navajas, donde los Dioses
creían que Hunahpú e Xbalanqué serían despedazados pero estos últimos siendo
hábiles, esquivan todas las navajas y consiguen salir; la segunda prueba fue entrar en
la casa de los jaguares, pero Hunahpú e Xbalanqué echándoles un hueso a los
jaguares consiguen salir; la tercera prueba fue entrar en la casa de los murciélagos,
estos le arrancan la cabeza a Hunahpú pero Xbalanqué consigue recuperarla y se la
vuelve a colocar a Hunahpú dándole vida de nuevo. Por último los Dioses de Xibalbá
llevan a Hunahpú e Xbalanqué delante de una hoguera y los echan dentro, así
consiguieron los Dioses matar a Hunahpú e Xbalanqué, pero estos se reencarnaron
en peces, y luego a hombres pobres los cuales se mataban entre sí, y luego se
resucitaban. Por esta razón los Dioses piden a Hunahpú e Xbalanqué que les hagan
lo mismo pero cuando estos matan a los Dioses no los vuelven a resucitar. Así
Hunahpú e Xbalanqué consiguieron vencer a los Dioses de Xibalbá. Al final Hunahpú
e Xbalanqué se convertirían en el Sol y en la Luna dando visión a los hombres y
mujeres y recordando a los Dioses Tepeu, Gucumatz y Huracán.
Primero, en un rincón del infinito universo espiritual existe un océano. Allí está
acostada la más grande de las formas de Krishná. De su cuerpo emanan las
moléculas del aire que se respira en un universo finito.
Cada universo esférico está lleno de líquido hasta la mitad. Sobre ese océano está
acostado otra forma de Krishná acostada sobre la serpiente divina Ananta Shesha.
En su ombligo se forma un lago, y sobre ese lago nace una flor de loto. Cuando la
flor se abre, de ella nace el dios Brahmá.
Brahmá con su mente crea todo el universo: la Tierra y todos los planetas y
estrellas visibles e invisibles en el cielo, donde viven los dioses y otros seres. En
el quinto canto del Bhágavata Puraná se explica que los astros se mueven en el
cielo a veces de maneras retorcidas.
Según Hesíodo, en un principio sólo existía el Caos, solo era espacio, nada orgánico,
nada que pueda ser descrito. Luego, después de ese vacío, se dibuja la primera de las
realidades, que limita y comienza a darle un sentido: Gea (la tierra) de pecho ancho,
seguida del Tártaro (el inframundo), tenebroso de las profundidades, y Eros (el amor), el
más bello de los dioses, este es el motor universal; es quien provoca las uniones del
principio cósmico, los engendramientos que ni la imaginación concibe.
Pero bajo la Tierra seguía existiendo un espacio vacío donde todo era Caos. Ese Caos
engendra el Érebo, (las tinieblas) el vasto espacio subyacente, en que más tarde tendrán
su lugar los infiernos y Nix (la oscuridad o la noche).
Érebo y Nix tuvieron amorosos consorcio y originaron al Éter Y Hemera (el día), que
personificaron respectivamente la luz celeste y terrestre.
Con la luz, Gea cobro personalidad, pero como no pudo unirse al vacío Caos, comenzó a
engendrarse sola y así mientras dormía surgió Urano (el cielo estrellado) un ser de igual
extensión que ella, con el fin de que la cubriese toda y fuera una morada celestial segura
y eterna para los dioses.
Sin embargo Gea, después de haber engendrado a Urano, dio a luz a las
Montañas, para albergue grato de las Ninfas, que escogieron para ello frondosos
bosques.
Al ver a sus hijos prisioneros Gea decidió ayudarlos a vengarse de su padre. Ella lo
propuso a sus hijos, de modo que de sus entrañas hizo brotar una afilada hoz. Ninguno de
sus hijos era capaz de acometer la venganza, ninguno excepto Cronos, que tomo el hierro
afilado y, cuando su padre fue a fecundar a su madre, le cortó los testículos y los arrojo al
espacio.
De la sangre que se derramó sobre Gea nacieron las tres Furias que viven en el infierno,
los Gigantes, las Meliadas y Afrodita. Cronos pidió el poder, por haber sido él quien
derrotó a Urano y se convirtió en el gobernante de los dioses con su hermana y esposa
Rea como consorte y los otros Titanes como su corte.