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Universidad y humanidades

(Intento de una mirada desde la visión de otros)

Herman Hugo Hidalgo

La presente disertación intenta aproximarse a la discusión acerca de la pertinencia actual del constructo social
denominado universidad, esencialmente desde la concepción de universidad moderna observado en Heidegger
y Derrida, y la demanda que hace Martha Nussbaum, desde una concepción Platónica, de la Universidad que e
con la pretensión de coadyuvar en la compresión de lo que significa y representa la universidad actualmente y
ofrecer elementos conceptuales para su proyección futura en relación con las humanidades.

Iniciaré con la caracterización del imaginario moderno de universidad, basado en los planteamientos que
Martin Heidegger, expresa en su conferencia: ¿qué es la metafísica? realizada para tomar la cátedra de
filosofía en la Universidad de Friburgo, en sucesión de su maestro Husserl, en julio de 1929; posteriormente,
pasaré a lo expresado por Jacques Derrida, en la conferencia denominada: El porvenir de la profesión o la
universidad sin condición, originada para ser pronunciada en la Universidad de Stanford, California, en abril
de 1998, finalizaré, a manera de reafirmación, con el tipo de Universidad que demanda Martha Nussbaum,
específicamente en sus dos textos: El cultivo de la humanidades y Sin fines de lucro.

Es importante destacar las fechas de estos pronunciamientos dado que ambos autores se refieren a la
universidad moderna [ninguno habla de posmodernidad] aunque lo expresado por Heidegger fue realizado
antes de la hecatombe humana que significó la segunda gran guerra mundial, signada por la
instrumentalización de la razón puesta al servicio de la eficiencia a través de la optimización de los esquemas
burocráticos para el logro eficaz de los objetivos propuestos por quien regentaba el poder; acciones soportadas
en una moral de orden Kantiano, cuya máxima universal [de la que habla el imperativo categórico] consistía
en cumplir la ley [formalmente constituida], que conllevó a la construcción de las fabricas masivas de muerte
como solución final a la cuestión judía, con el concurso de buenos funcionarios, paters family, respetuosos de
la ley, dispuestos a cumplir sus funciones, con todo empeño, mientras sus acciones estuviesen amparadas por
la ley o la jerarquía que los regía. Dichas fábricas, expresión humana de la razón iluminada, ratificaron el
fracaso de la Modernidad, de su fe en el progreso constante hacia la perfectibilidad humana, que Freud ya
había observado al inicio de la primera gran guerra 1. En contraste, la conferencia de Derrida se expone ad-
portas del siglo XXI, en un mundo globalizado con el esquema estado-nación en crisis, en una era informática
caracterizada por la desmasificación del trabajo, que anuncia el fenecimiento de la era industrial, era última
que convirtió al mundo en una sociedad [en función] del trabajo, denominado por muchos como postmoderno,
en aceptación y afirmación del fracaso de la modernidad.

Concepción de la universidad moderna


Heidegger (1929) hace una crítica a la universidad que observa, caracterizada por la especialización y división
técnica en disciplinas de saberes, pero mucho más grave aún, orientada hacía búsquedas meramente
fenoménicas, dedicada fundamentalmente a dar respuestas al qué y al cómo de las cosas, que dejan al margen
lo esencial: la búsqueda del por qué, lo que él considera como la búsqueda metafísica por excelencia:

Los dominios de las ciencias están muy distantes entre sí. El modo de tratar sus objetivos es
radicalmente diverso. Esta dispersa multiplicidad de disciplinas se mantiene, todavía, unida
gracias tan sólo a la organización técnica de las Universidades y Facultades, y conserva su
significación por la finalidad práctica de las especialidades. En cambio el enraizamiento de las
ciencias en su fundamento esencial se ha perdido por completo. // La referencia al mundo en
cuanto tales, las hace buscar el ente mismo, para hacer objeto de escudriñamiento y
fundamentación, en cada caso el qué de las cosas y su modo de ser […] La existencia científica
1
Ver Freud, S. Obras Completas, Tomo XIV, La desilusión por la guerra (1915), Amorrortú, Buenos Aires, 2006
debe su simplicidad y su acuidad a la manera especialísima a como tiene que habérselas con el
ente mismo y únicamente con él // La presunta sobriedad y superioridad de la ciencia se
convierte en ridiculez sino no toma en serio la nada. Solamente porque la nada es patente puede
la ciencia hacer del ente mismo objeto de investigación. Y solamente si la ciencia existe en virtud
de la metafísica, puede aquélla renovar incesantemente su contenido, que no consiste en
coleccionar y ordenar conocimientos, sino en abrir renovadamente, ante nuestros ojos, el ámbito
entero de la verdad sobre la naturaleza y sobre la historia […] de la patencia de la nada, surge
el ¿por qué? Solo porque es posible el ¿por qué? en cuanto tal, podemos preguntarnos por los
fundamentos y fundamentar de una determinada manera. Sólo porque podemos preguntar y
fundamentar, se nos viene a la mano en nuestro existir el destino de investigadores// (…) el ir
más allá del ente es algo que acaece en la esencia misma de la existencia. Este transcender es
precisamente, la metafísica; lo que hace que la metafísica pertenezca a la “naturaleza del
hombre”// como la verdad de la metafísica habita en estos abismos insondables, su verdad más
próxima es la del error más profundo, siempre al acecho. De aquí que no haya rigor de ciencia
alguna comparable con la metafísica// la filosofía -eso que llamamos filosofía- es tan sólo la
puesta en marcha de la metafísica; en ésta adquiere aquella su ser actual y sus explícitos temas 2.

En relación con el propósito que me asiste, resaltaré la escisión entre las ciencias naturales y las ciencias del
espíritu, que podríamos ahora generalizar como humanidades, y aunque el rigor de las últimas es superior a la
exactitud de las primeras, nuestra sociedad moderna privilegió el auspicio de las primeras, poniéndolas al
servicio de la solución de problemas (fenoménicos) necesarios para el desarrollo eficiente de la sociedad del
trabajo que terminó regentándola desde el esquema de estado-nación, con el supuesto de fortalecer y
desarrollar tal esquema.

Tal escisión, a mi juicio, marco el derrotero de la situación actual, que evidencia un estado-nación debilitado
por la fuerza del capital transnacional, el cual establece las condiciones a los estados-nación acorde con sus
intereses presentes y futuros, y que demanda transformar la universidad, que concibe como una fábrica de
obra mano (como la había concebido en la era industrial), en un servicio (se dice también que estamos en la
era del servicio) que se pueda vender en las áreas de mayor demanda de acuerdo con las tendencias
potenciales del mercado, a todo precio y, fiado a largo plazo para mayor rentabilidad y dominio.

Por su parte Derrida, nos habla de una universidad moderna, expresando como tal, el modelo europeo
dominante desde hace dos siglos fundado en unos estados de tipo democrático. Esta universidad según él,
debe ser sin condición, con una libertad incondicional para cuestionar y proponer, e incluso con el derecho de
decir públicamente, todo lo que demanda una expresión de la verdad 3, con una aguda disposición crítica

2
. Heidegger M. ¿Qué es la metafísica? Párrafos: 5//6 y 76//76B, 76C, 77, 79, 79B y 80B; Editorial El Búho, Colombia,
2006, segunda edición.
3
Esta universidad sin condición no existe […] pero, en principio y de acuerdo con su vocación declarada, en virtud de su
esencia profesada, ésta debería seguir siendo un último lugar de resistencia crítica-y más que crítica- frente a todos los
poderes de apropiación dogmáticos e injustos // cuando digo más que crítica sobreentiendo “deconstructiva”. Derrida, J.
La universidad sin condición, edición digital, versión en español, traducida por Cristina Peretti y Paco Vidarte. Aquí
Derrida denota en su concepción esa descripción de la polis griega, que implicaba esa "noble urbanidad" con que Hegel
califica a todos los personajes de los diálogos de Platón, un saber conducirse que tiene como de sus principios,
reconocer a todo aquel con quien se habla una completa libertad para sentir y pensar como le parezca y expresar
opiniones sin coacciones, la libertad de contestar y contradecir, sin acudir al uso del "argumentum ad baculum". (Esa era
la expresión de sentir de la polis griega, ajena a las relaciones de fuerza que da entre barbaros).

2
[deconstructiva]4 hasta del mismo concepto de crítica y de la deconstrucción como método 5. Cuando se refiere
a «la universidad», hace énfasis en la distinción entre la universidad y las instituciones de investigación que
están al servicio de finalidades y de intereses económicos de todo tipo, sin que se les reconozca la
independencia de principio de la universidad, es decir, de decirlo todo, aunque sea dentro de ella misma. Pero,
como tal incondicionalidad nunca ha sido de hecho efectiva, lo que deja expuesta su impotencia, que
determina que tal incondicionalidad es a la vez, connotación de «sin poder» o «sin defensa»: porque la
absoluta independencia (excluye también al poder) es a su vez una inerme condición.

Y la exclusión del poder, tanto político como económico, aleja la universidad cada vez más del apoyo
económico estatal y la deja a expensas del patrocinio y control del capital privado 6, poniendo en riesgo de
perder, lo que Derrida describe como esa especie excepcional de soberanía que tiene la universidad.

Éste, precisa entonces la necesidad de la deconstrucción del concepto de soberanía, al constituirse una
situación antitética, de la afirmación de un principio y fuerza de resistencia a toda imposición, pero quedando
expuesta al riesgo de rendirse y capitular ante la mejor oferta.

¿Se puede ser soberano, siendo parte una estructura soberana? Si nos apoyamos en la “paradoja de la
soberanía” enunciada por Giorgio Agamben 7, salvo que se pueda relativizar la soberanía en autonomía, la
respuesta es negativa. En primer lugar porque la soberanía implica un poder político absoluto, afianzado en un
poder económico sino absoluto al menos supremo.

He aquí una cuestión paradójica dado en la asunción del concepto de autonomía como una condición especial
de soberanía (más cercana a una concepción de estado que a la consideración moral Kantiana) dentro de un
estado-nación soberano, es decir: la concepción de la universidad como una institución autónoma (ajena a
toda condición de fuerza) dentro de un estado-nación como institución soberana (fundado en el monopolio de
la fuerza)8, que lleva a los siguientes cuestionamientos: ¿puede la universidad ser soberana [absolutamente
autónoma] dentro de un estado-nación soberano [absolutamente independiente] que la instituye y la sustenta
(aunque no la financie completamente) en un modelo económico que a su vez subordina el estado-nación al
capital transnacional corporativo, globalmente soberano?. Pero sobretodo y actualmente ¿Se puede ser
autónomo (la universidad), siendo parte de un estado-nación [ya no tan] soberano?

Retomando a Derrida, éste afirma que esa fuerza de resistencia, de decirlo todo en el espacio público aunque
no tiene su lugar único y privilegiado en la universidad, se presenta en origen y por excelencia en las
Humanidades.9

4
La deconstrucción es el método de análisis utilizado por Derrida y atribuido originariamente Heidegger, que consiste
fundamentalmente en análisis etimológicos, para mostrar cómo se ha construido un concepto cualquiera a partir de
procesos históricos y acumulaciones metafóricas (de ahí el nombre de deconstrucción), mostrando que lo claro y
evidente dista de serlo, puesto que los útiles de la conciencia en que lo verdadero en sí, ha de darse, son: históricos,
relativos y sometidos a las paradojas de las figuras retóricas de la metáfora y la metonimia.

5
La universidad debería por tanto, ser también el lugar en el que nada esté a resguardo de ser cuestionado, ni siquiera la
figura actual y determinada de la democracia, ni siquiera la idea tradicional de la crítica,[…]por eso he hablado de
Deconstrucción. Derrida, J.
6
Las Humanidades son con frecuencia los rehenes de los departamentos de ciencia pura o aplicada que concentran las
inversiones supuestamente rentables de capitales ajenos al mundo académico. Op. Cit.
7
El soberano está dentro y fuera de la ley // Yo el soberano que estoy fuera de la ley, declaro que no hay afuera de la ley.
Agamben, G. Homo Sacer, el poder soberano y la nuda vida I, Editorial Pre-Textos, España, segunda reimpresión 2006.
8
Constituido sobre la base del temor, cuya máxima expresión es el temor a la muerte, sustento del estado Hobbesiano,
como medio para superar el estado de naturaleza, caracterizado por la guerra de todos contra todos.

3
Propone entonces unas Nuevas Humanidades, que fieles a su tradición incluyan: el derecho, las teorías de la
traducción y la articulación original con la teoría literaria, la filosofía, la lingüística, la antropología, el
psicoanálisis, etc., que cuya responsabilidad recae sobre la profesión de profesar de los profesores, en el
profesar como actos de fe10 sus conocimientos, que implica un más allá de unos discursos constatativos, y aún
de los discursos performativos11, que producen acontecimientos posibles de control o programación dentro de
un horizonte pre-comprensible; Derrida le apunta a una profesión [declaración pública] de lo posible
imposible, de un posible-imposible que ya no se deja determinar por la interpretación metafísica de la
posibilidad o de la virtualidad12 Pero, advierte igualmente, que con la introducción de la virtualidad, la teoría
de los actos de habla que ha sido un gran advenimiento del siglo XX, realizado a través de las humanidades,
tiene un punto que fracasa que se burla del performativo como del constatativo: el lugar del tener-lugar del
poder performativo, donde habrá de sucederse el hecho. En este punto pone de presente el carácter dialógico-
presencial que tanto se reclama como ethos de la universidad. Aquí hace evidente referencia a la creciente
tendencia a la virtualidad en el ejercicio docente universitario (y fuera de él), que socava la dimensión de
espacialidad que ha caracterizado el campus universitario, desde sus orígenes cuando se asentaba en las
afueras de las ciudades como una carpa de circo, lo que a su vez, también constituyó el origen de su no
siempre bien ponderada autonomía.

La apuesta de Derrida por la universidad, está puesta de manera performativa en la fe por las humanidades, en
unas renovadas humanidades que produzcan más que acontecimientos para la humanidad, discursos de lo
posible imposible, como los clásicos dos ejemplos, suficientes, para sustentar su soberanía dentro de la
universidad: Los derechos humanos y los crímenes contra la humanidad. Pero, estas Nuevas Humanidades no
pueden considerarse como de los departamentos que por tradición la regentan, sino que deben permear las
demás disciplinas existentes dentro de la universidad13.

Dentro de los aspectos que enfatiza Derrida sobre la universidad, vale destacar lo que llama mundialización
(worldisation) que diferencia de globalization, en el sentido de darle a la primera una propensión intrínseca
hacia la humanización, afirmando que dicha mundialización se sucede dentro de la universidad, y dentro de
ella en las Humanidades por excelencia. Esta mundialización como efecto humanizante propia del acontecer
de la universidad, que la proyecta más allá de su especial soberanía y de la soberanía del estado/nación que la
sustenta.

9
Por lo menos desde este punto de vista, la deconstrucción (no me siento en absoluto incómodo por decirlo e incluso por
reivindicarlo) tiene su lugar privilegiado dentro de la universidad y de las Humanidades como lugar de resistencia
irredenta e incluso, analógicamente, como una especie de principio de desobediencia civil, incluso de disidencia en
nombre de una ley superior y de una justicia del pensamiento. Derrida. Op.Cit.
10
Profesar, esta palabra de origen latín que quiere decir hablar, de ahí procede la fábula y cierto como sí, significa
declarar abiertamente, públicamente//profesar consiste siempre en un acto performativo. Op. Cit.
11
Aquí hace referencia a la Teoría de los actos de habla, de John L. Austin, (How to do things with words, Oxford
University Press, 1962) quien plantea fundamentalmente que los enunciados no solamente tienen como función única la
descripción de un evento o del estado de o alguna cosa, sino que también producen acontecimientos, por eso establece
la existencia de dos enunciados: el constatativo que describe y el performativo que produce un acontecimiento. La
edición en español, “como hacer cosas con palabras” fue publicada inicialmente por Paidós, Buenos Aires y reimpresa
por Paidós, Barcelona en 1982.
12
ejemplos a partir de los cuales he tratado de hacer justicia a ese pensamiento (la invención, el don, el perdón, la
hospitalidad, la justicia, la amistad, etc.) Op. Cit.
13
Estas Humanidades por venir atravesarán las fronteras de las disciplinas sin que esto signifique disolver la
especificidad de cada disciplina dentro de lo que se denomina a menudo de modo confuso la interdisciplinariedad o
dentro de lo que se ahoga en otro concepto que sirve para todo, los “cultural studies”. Pero me imagino que muy bien que
departamentos de genética, medicina, de ciencias naturales e incluso de matemáticas, se tomen en serio en su propio
trabajo, las cuestiones que acabamos de mencionar. Op.Cit.

4
La gran conclusión en Derrida, sería la profesión de fe que tiene en las nuevas humanidades como salvaguarda
de la universidad como institución y de su hipotética absoluta incondicionalidad de decirlo todo de manera
pública y mundializada, y también deconstructiva. Pero, vale advertir que a partir de la gran eclosión del
modelo neoliberal en la década de los 80's, se ha invertido el orden de subordinación, pasando de la relación
de dominio del mercado por parte del estado al dominio del estado por parte del mercado, transformando las
instituciones, incluido el estado, (caracterizadas de manera general como aquellas establecidas para ofrecer
Bienes Públicos, sin afán de rentabilidad económica sin desdén del uso eficiente de los recursos) en
organizaciones (fundadas para ofrecer Servicios Públicos de manera rentable y eficiente) al servicio de las
exigencias del capital transnacional, lo que se traduce en una re-conceptualización del significado de las
instituciones.

El otro aspecto que destaca Derrida es el fin del trabajo, nombre que toma prestado (así lo afirma) del título
de un libro de Jeremy Rifkin, al que no vacila de calificar como una gran Doxa, por el uso de palabras sin
concepto (como: fin, mundo, trabajo, mundialización), pero sin embargo lo considera acertado en la
apreciación acerca de la mutación del trabajo con tendencia al “fin del trabajo” que causa el advenimiento de
la era informática y de la automatización; por tanto la cuestión es ¿Cuáles serían las consecuencias de ésto
desde el punto de vista de la Universidad? Sobre todo cuando este fin del trabajo no es más que una
superación de la expiación de la culpa, que la tradición teológica sitúa su origen en el pecado original 14.

En clave Hegeliana, podríamos contestar que el fin del trabajo, sería parte del fin de la historia y la filosofía 15,
por tanto de la humanidad en cuanto tal, de la cultura (en clave Freudiana), de la universidad como agente
precursor de la humanitas, y por supuesto de la modernidad y de la post de una vez por todas; entonces ¿qué
universidad es la que pretendemos defender? Será que estamos defendiendo ¿la universidad del trabajo? o
siendo más humanos ¿el trabajo en la universidad?

Justicia Platónica vs justicia de masas


Pretendo brevemente contrastar la concepción Platónica del conocimiento al servicio de los reyes filósofos
versus la demanda/oferta actual de educación masiva al servicio del pueblo.

¿Puede una institución concebida para el vértice de la pirámide social responder a las demandas de su base,
que la demanda fundamentalmente para profesionalizarse, en un momento histórico caracterizado por una
tecnología orientada a la desmasificación de la producción y por consiguiente al fin del trabajo humano?

Parto de la hipótesis de que la concepción de la universidad está fundada en el ideal que se tiene de la polis
griega, del uso del diálogo como superación de la guerra o de la violencia, ajena a toda expresión de fuerza y
la abominación del uso del denominado argumentum ad baculum (el uso del bastón para influenciar en las
decisiones, propio de los bárbaros).

Vivir en la polis suponía la aceptación del logos en su triple acepción, de palabra, razón y reunión, y la
desestimación de la fuerza como medio de resolución de conflictos. Ésta era la gran preocupación de Platón, y
lo que Hannah Arendt observó como germen de lo que posteriormente constituyó la autoridad (auctoritas)
romana, que no demandaba coacción ni persuasión. Ese diá (orden) logos (razón), ese razonamiento ordenado

14
Mediante el sudor de tu rostro comerás el pan hasta vuelvas confundirte con la tierra del que fuiste formado (Génesis
III, 17) // y echole el señor Dios del paraíso de deleites, para que labrase la tierra de la cual fue formado (Génesis III, 23).
Textos de la edición impresa en 1884 traducida de la Vulgata Latina al español.
15
La desaparición del hombre al final de la historia no es, pues una catástrofe cósmica: el mundo natural sigue siendo lo
que es desde toda la eternidad […] lo que desaparece es el hombre propiamente dicho [...] en general el sujeto opuesto
al objeto. De hecho el final del tiempo humano o de la historia, es decir, la aniquilación […] del individuo libre e histórico
es la cesación de la acción en el sentido fuerte del término. Lo que quiere decir prácticamente la desaparición de la
guerra y de las revoluciones sangrientas. Y de la filosofía. Kojève, introducción a la lectura de Hegel, citado por Giorgio
Agamben, en Lo abierto el hombre y el animal, Pre-textos, Valencia, 2005, p.16.

5
es el que demanda la comunidad universitaria, en particular quienes tienen la autoridad formal cada vez que el
baculum los avasalla. La diferencia es que en los griegos de la polis era una teoría de lo que hacían, para
nosotros un teoría de lo que debería ser.

Desde luego esta polis implicaba una estructura orgánica jerarquizada en tres estamentos unidos en función de
la ayuda mutua y complementaria: los artesanos, campesinos y comerciantes cuya función era la producción y
la distribución y su virtud (areté) la templanza; los guerreros y guardianes cuya función era la defensa y su
areté el valor; y los gobernantes cuya función era la de gobernar y su areté la prudencia y la sabiduría, virtud
propia de unos pocos, los reyes filósofos, en consecuencia, la justicia consistía según Platón en “ hacer cada
uno lo suyo y no ocuparse de muchas actividades”16.

Según Hannah Arendt, Platón concibió el mito o alegoría de la caverna para una minoría capaz de acceder al
uso de la razón como medio para sustituir la persuasión y la coacción; en tanto que para la mayoría incapaz de
comprender la verdad filosófica, Platón hace uso del mito o alegoría del infierno (adoptado por el cristianismo
en el siglo V de nuestra era), donde destaca narraciones sobre un más allá con recompensas y castigos. Para la
transformación de las ideas en patrones y medidas, Platón se ayuda de analogías de la vida práctica: “las
medidas se convierten en patrones firmes absolutos del comportamiento y del juicio moral, en el mismo modo
en que la idea de una cama en general sirve de patrón para juzgar la buena calidad de todas camas que se
hayan fabricado”. Este planteamiento de ideas base para el desarrollo de cosas concretas, será característica de
las formas de gobierno autoritario17

Destaco lo anterior para señalar que si mi hipótesis de que el concepto de la universidad actual está basado en
el ideal de justicia platónica, sobre la cual se fundó la universidad decimonónica esencia del constructo actual
de universidad, que lleva intrínseca una jerarquía donde las prácticas dialógicas solamente son accesibles para
una minoría, resultaría vano y vehemente defender a ultranza una universidad estructurada para una élite, pero
que se reclama a sí misma, como una universidad de masas orientada a la mejora de la condición social y
económica de las clases sociales, es decir al ascenso social, por tanto igualmente excluyente.

Creo entonces que se debe aprovechar la coyuntura presente para hacer una reforma que responda a las
condiciones presentes (incluyente, de masas, humanista, creativa, que defienda o transforme el estado/nación,
etc.), pero sobre todo, que le asegure la posibilidad futura de marchar en su ritmo propio, con cierta ajenidad a
las circunstancias históricas de la humanidad, que le permita observar en retrospectiva el decurso de la misma,
para que como observador con cierta autonomía pueda contribuir al fin de la historia, opinando sobre todo lo
que sea y cuanto sea, pero ya sin obeceder 18; bien sea desde la filosofía y la literatura como lo proponen
Heidegger y Derrida o desde la poesía como propone Neruda 19 o bien desde la historiografía como en Arendt,
pero siempre y en todo caso desde las humanidades.
16
Platón, La Republica, Obras Completas, Aguilar, Madrid, 1977.

17
Arendt, H., “Entre el pasado y el futuro” parte III ¿Qué es la Autoridad?, Editorial Península, Madrid, 1996.

18
Me refiero a la frase pronunciada por Kant en ¿Qué es la ilustración? (Kant, E. Filosofía de la Historia, FCE, México,
1978, p. 28): “sólo un señor en el mundo dice: Razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis pero ¡obedecé! ,
referido a la libertad plena que demanda el uso público de la razón, pero que implica ciertas restricciones en su uso
privado, cuando se tiene la calidad de funcionario (en general, entiéndase como tal, las personas vinculadas formalmente
a una institución, dentro de la cual cada uno de ellos tiene asignadas funciones específicas que cumplir; en el caso de la
universidad, incluye las actividades docentes). Esto aplicaba para la sociedad donde vivía Kant en la cual, la jerarquía
(regida por los Federicos) imponía sus restricciones ad baculum; lo que no resultaría plausible para una sociedad
igualitaria como la actual, aunque dicha igualdad sea de papel.
19
[…] hay que desentrañar/rascar a fondo/y como en una tela/las líneas ocultaron,/con el color, la trama/del tejido,/yo
borro los colores/y busco hasta encontrar/el tejido profundo,/así también encuentro/la unidad de los hombres,/y en el pan
busco/más allá de la forma./Me gusta el pan,/lo muerdo,/y entonces/veo el trigo,/los trigales tempranos,/la verde forma/de
la primavera,/las raíces, el agua,/por eso/más allá del pan,/veo la tierra,/la unidad de la tierra,/el agua,/el hombre,… Pablo
Neruda, Oda al hombre sencillo.

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