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Habermas, J. (2011).

Historia y crítica de la opinión pública/La transformación estructural de la vida


pública, Madrid, España: Editorial Gustavo Gili.

Nombre del capítulo: Introducción: Delimitación propedéutica de un tipo de la publicidad Burguesa.

Prefacio del autor a la 1ª edición:


Delimita el objetivo del mismo: Análisis del tipo «publicidad burguesa» y hace la observación del esfuerzo
multidisciplinar para lograr su objetivo. Desde la perspectiva metodológica, intenta separarse del esquema
estructuralista-funcional, pero advierte la orientación socio-histórica bajo el cual se desarrolla su investigación,
lo que implicará una mayor libertad en relación con lo histórico pero sometido a un análisis estructural de las
conexiones globales.

Señala JH que su investigación «se limita a la estructura y función del modelo liberal de la publicidad
burguesa, obviando por tanto desviaciones de expresión de tipo publicidad plebeya».

Se acoge la traducción del término original: Öffentlichkeit como publicidad, en su sentido castizo antiguo:
«estado y calidad de las cosas públicas», y no en el sentido actual, como «promoción y oferta comercial», con
excepción en el título del libro, a despecho del traductor, por decisión editorial, donde se traduce como opinión
pública.

Este primer capítulo comprende tres partes, constituido como sigue:

1. La cuestión de partida
Bajo la base de una aclaración sociológica del concepto, espera JH clarificar lo confuso del término, cuya
expresión, en contraste con lo privado, connota significados como: administración pública, bien común de
todos los ciudadanos; algunos paradójicos, como cuando se alude a instalaciones del estado, que congrega la
administración de asuntos públicos, pero cerrado, o de acceso restringido, para el público en general.

Lo público, como esfera antagónica de lo privado, emana de la tradición de la antigua Grecia (llega a la edad
media influido por la tradición romana, en el sentido de res públika) donde el ejercicio de la libertad entre
iguales implicaba una liberación de los asuntos privados (oikonos), pero en el sentido de delegación de su
quehacer, no así en su usufructo, dado que esto resultaba indispensable para el ejercicio de la ciudadanía en
el ágora: de la lexis, y praxis, cuando fuere necesario.

2. Acerca del tipo de publicidad representativa


La publicidad representativa implicaba el uso de la divulgación de méritos, como instrumento de validación,
reconocimiento social, y, por ende, de la capacidad de poder de influencia en la vida social, en cuanto al
sostenimiento y desarrollo de la vivencia en comunidad.

La publicidad representativa implicaba un ejercicio de re-presentarse que no era realizado por la misma
entidad que lo requería sino por una entidad alterna, que desde la alteridad le ofrecía el reconocimiento de
los méritos para lograr su re-conocimiento y legitimación en la participación del ejercicio de la hegemonía
del poder y dominio, en el sentido weberiano de los términos poder y dominio: el primero, como
probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y
cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad; el segundo, como estado de cosas por el cual la
voluntad manifiesta (mandato) de unos (dominador/dominadores) influye sobre los actos de otros
(dominado/dominados) de tal suerte que un grado socialmente relevante estos actos tienen lugar como sí los
dominados hubieran adoptado por sí mismos y como máxima de su obrar el contenido del mandato
(obediencia).
La iglesia como representante de la representación1 es el último bastión de esta expresión. Con la
introducción del humanismo, merced a los preceptores que se introdujeron para educar a los príncipes a
partir de 1.400, se da origen al cortegiano, humanísticamente ilustrado, que será la expresión observada en el
siglo XVI, lo que conllevó a que la publicidad representativa se concentrara en la corte del soberano, cuya
máxima expresión refinada se dio en el reinado de Luis XIV.

La sociedad aristocrática sin señorío feudal que representar, con la entrada y vigorización de la economía
mercantil precapistalista, se puso al servicio de la corte, paralelo al fortalecimiento de la sociedad burguesa,
siglo XVIII, que trajo como consecuencia la escisión de la vida pública y privada, en el sentido moderno.

El desarrollo de la complejidad del estado, con el auge del desarrollo capitalista, que implicó un
fortalecimiento de los asuntos relacionados con la administración pública, al tiempo con los asuntos privados
agenciados por la clase burguesa emergente, que la desligó cada vez más de la categoría de los maestros y
artesanos, fundadores de los burgos, contribuyó a la génesis de la sociedad burguesa, anclada en su ámbito
privado, y como categoría opuesta al estado.

Excursus: El final de la publicidad representativa ilustrado con el ejemplo de Wilhelm Meister.


Este ejemplo del uso de la representación como expresión del ideal clásico neohumanista alemán es la
expresión agonal de una clase alemana que se encontraba en medio de la condición superflua de una corte
afrancesa y una burguesía floreciente económicamente, que había encontrado como alternativa de identidad
nacional la elevación espiritual, del intelecto, en el cultivo de las artes y las humanidades, incluida la
filosofía. Expresión cultural observable no solamente en Nietzsche y Goethe, como lo expresa JH, sino
también en escritores como Thomas Mann, Franz Kafka, Hermann Hesse, entre otros, en cuya obra se
manifiesta dicho espíritu agonal.

3. Sobre la génesis de la publicidad Burguesa


El tráfico de noticias y mercancías, que aparece con el surgimiento de técnicas mercantiles, aparición de la
bolsa y creación de ferias permanentes, y que hicieron de las ciudades una mera base de operaciones,
presentan su etapa revolucionaria en la fase mercantilista dando origen, finales del siglo XVI, a las
economías nacionales y a los estados modernos.

A partir de ese entonces, cobra nuevo sentido lo público, como dominio de quien tiene poder económico
frente a los otros privados, como sinónimo de marginados, y, por tanto, sometidos a los intereses de los
dominantes, en contraste con el uso del término: el público, como masa, para representar su sometimiento al
dominio señorial, amparado en y por el estado.

Con el tránsito del proceso mercantil al productivo, se da inicio al capitalismo como tal, que reflejará el
fortalecimiento del estado nación, en la medida del desarrollo del trabajo interno, y al florecimiento de la
sociedad burguesa como autoridad estatal, que trajo como consecuencia: el surgimiento de la sociedad como
expresión pública y la aparición del trabajo en la esfera pública, y por ende de la economía política; donde
política se hace sinónimo de público, en el sentido de competencia del estado, como ente regulador y
defensor de los intereses de la sociedad burguesa, dueña del capital. Y dentro de este marco se desarrolla la
prensa.

La prensa, en función de las necesidades de los capitalistas, se convirtió en una servidora de los intereses de
la nación pasando de privada a pública, en la medida en que esta comenzó a ser un instrumento útil para dar
órdenes e instrucciones al público, que iban aparejadas con las noticias mercantiles, pero esta no estaba
destinada al hombre común, sino al ilustrado: ¿Quiénes eran estos ilustrados? Los funcionarios de la
administración real, juristas reconocidos, médicos, curas, oficiales, profesores y sabios, que estaban por
encima de maestros y escribanos, quienes a su vez estaban por encima del pueblo.

1
Habermas, J. (2011). Historia y crítica de la opinión pública, Madrid, España: Editorial Gustavo Gili, p. 48.
Con el desarrollo auge de la economía, los grandes capitalistas, comerciantes, banqueros, editores y
manufactureros conformaron la sociedad burguesa, tan ajena ya al habitante del burgo, artesanos y maestros,
cuyos intereses entraron en tensión con los de la corte, que llevó a la sociedad burguesa a retomar la prensa
como instrumento de expresión de opinión pública; y, en consecuencia, al soberano, Federico Guillermo II, a
tomar las riendas de esa evolución, quien, en 1784, se pronuncia promulgando la prohibición a las personas
privadas de emitir juicios públicos; por consiguiente, no será mera coincidencia, que sea a finales de este
mismo año en que publique la célebre respuesta de Kant a la pregunta ¿qué es la ilustración? En cuya
respuesta aparece como manifestación de la dura represión de la época, a modo de digresión, la siguiente
expresión: «Solo un señor en el mundo dice razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis pero
¡obedeced!»2.

Reseña del segundo capítulo: Estructuras sociales de la publicidad


Este capítulo comprendido en 4 partes:

4. El elemento fundamental
La publicidad burguesa puede captarse como la esfera en que las personas privadas se reúnen en calidad
de público3, personas que desde su ámbito se expresan como público, pero que se reclaman como estamento
y demandan concertar las reglas en el tráfico mercantil y del trabajo social, generando así, una estructura de
oposición entre el estamento burgués y el poder público, que según señala JH se acudió al raciocinio, como
medio para la concertación.4

En la medida en que la connivencia de estos dos estamentos relativizó el poder, pero sin demanda de
dominio por parte de la sociedad burguesa, acogiendo y dando legitimidad al dominio del regente, surgió la
publicidad como tercer estamento, que el público burgués asume como principio antagónico al dominio,
como exigencia de poder sin dominio.

El punto de inicio del concepto moderno de publicidad, como expresión intima libre y plena, se da con el
desbordamiento del tráfico mercantil del ámbito familiar, el oikonos, paralelo con el surgimiento de la esfera
social y la entronización del trabajo dentro de esta, pasando de la economía doméstica a la economía
política, fenómeno que señala JH como la autocomprensión política de la publicidad burguesa.5

La cultura genuinamente germana, diferente en su agencia del concepto francés de civilización y concebida
como un interés privado por desarrollar el intelecto mediante la formación humanística y el cultivo
aristocrático de las formas de comportamiento, constituyo una cuerda tendida entre la decadente publicidad
representativa cortesana y la naciente publicidad burguesa. Contexto en el cual entre la relación estado-
sociedad se escinde la esfera pública del ámbito privado, limitando la primera al poder público, y dejando en
la otra esfera a la publicidad y a la sociedad burguesa, que comprende, esta última, el ámbito del tráfico
mercantil y la sociedad del trabajo. También le atribuye JH a la cultura, en particular al ejercicio de la
publicidad literaria el surgimiento de la publicidad política, que mediante la opinión pública media entre el
estado y las necesidades de la sociedad.

5. Instituciones de la publicidad
El público como sujeto de las decisiones del aparato público, del regente, se desliga de este y comienza a
constituir un cuerpo autónomo que se fue perfilando mediante los salones, luego cafés, reunión de
comensales (tischgesellschaften), logias y sociedades secretas, en primera instancia constituido por
aristócratas e intelectuales burócratas, extendiéndose luego a las otras capas sociales inferiores, en la medida
que la publicación literarias, artísticas y eventos culturales entraran en la dinámica comercial del desarrollo

2
Kant, E. (1978). Filosofía de la Historia, México DF, México: Fondo de Cultura Económica, p. 28.
3
Habermas, J. (2011). Historia y crítica de la opinión pública, Madrid, España: Editorial Gustavo Gili, p. 65.
4
En nuestro uso lingüístico conserva esta palabra* perfectamente los dos polémicos matices: la llamada a la razón y, al mismo tiempo, su desdeñosa
rebaja a refunfuñante sutileza. Ibidem, p.65
5
Ibidem, p. 97.
del capital, y se ofrecieran como productos de mercado. Sin embargo, la clase noble burguesa se arrogó la
representación del público, no solo como representante sino como orientador y crítico del deber ser de las
expresiones culturales, dejando al margen la representación eclesial y cortesana para darle paso a la
entronización de la publicidad burguesa, que del tránsito de los aprendices iniciados a los profesionales de la
crítica de arte, y la posterior constitución de los jueces de arte, se consolida la crítica mediante la publicación
de periódicos y revistas, que terminaron asumiendo el rol de institución moral de la sociedad.

6. La familia burguesa y la institucionalización de una privacidad inserta en el público

Ideas de amor, libertad y formación nacidas de la experiencia de la esfera privada pequeño familiar,
elementos de desarrollo de la subjetividad que marca el inicio de la humanidad, son forjadas en la nueva
estructura familiar burguesa, con la mirada despreciativa de los cortesanos y aristócratas, que transformó la
misma estructura arquitectónica de la casas: en la creación de habitaciones intimas que se contrastaban con
la construcción de salones para la realización de recepciones públicas, publicidad burguesa, que fortaleció la
expresión publico privada desde la esfera familiar, y dentro de lo privado de la intimidad que fue
fortaleciendo su condición de civil aceptación mediante las publicaciones de orientación moral a través de
las expresiones de arte, literatura y filosofía.

7. La relación de la publicidad literaria con la publicidad política


La publicidad burguesa como regulación civil hace frente a la autoridad monárquica como defensa de sus
intereses, que da origen al surgimiento de la esfera social, cuyo centro es el trabajo como desarrollo y
acrecentamiento del capital, y el desarrollo de la subjetividad como expresión de humanismo lleva al
dualismo de la concepción del sujeto como propietario y hombre, en el sentido lockiano del término.

Pero esta defensa de los intereses de la alta burguesía considerada como política es totalmente ajena y
contraria al concepto original de política en el sentido de la antigua Grecia, dado que en el mundo antiguo el
ejercicio de la política implicaba libertad entre iguales, realizada en el ágora para discutir los asuntos de
interés para la ciudad, lo que demandaba una liberación del trabajo y de la labor; en tanto que en el mundo
burgués, la discusión política estaba centrada en la defensa de los interés económicos fruto de la riqueza
generada por el trabajo en una esfera social ajena y contraria a los intereses cortesanos y del pueblo.

Reseña del tercer capítulo: Funciones políticas de la publicidad (opinión pública)

8. El caso modélico de la evolución inglesa


En Inglaterra, entre los siglos XVII y XVIII, se produce un tránsito de la publicidad representativa al
concepto propiamente de Opinión Pública en el marco de una tensión entre hacendados y adinerados
(landeds vs moneyeds) a la que se superpondrá un nuevo conflicto entre los intereses restrictivos del capital
comercial y financiero versus el capital manufacturero e industrial en pleno auge de expansión. Habermas
señala tres eventos representativos que marcarán dicho tránsito: la fundación del banco de Inglaterra, la
abolición de la censura previa y la formación del primer gabinete de gobierno con paridad de miembros para
los Whigs.

Los intereses económicos que demandarán para su preservación la lucha por la hegemonía en los asuntos del
estado, de los dos intereses señalados anteriormente, que políticamente se representarán entre Whigs y
Tories, acogen como medio de influencia estratégico a la publicidad, que del tránsito de representación en el
tráfico mercantil, a su uso para expresión cultural y literaria, con el involucramiento de grandes cultores de
la crítica humana, como Swift, Gay y Defoe, entre otros, que con el fortalecimiento de los diarios como
expresión política, llega a conformar el cuarto poder en la sociedad inglesa, formalmente denominada
Opinión Pública, llevó, en paralelo, o como consecuencia, al paso de una opinión pública del sujeto al
objeto, como se puede ejemplificar con el Tamworth manifestum, como expresión del programa electoral del
partido conservador, y la exhortación de los Whigs de luchar por las cosas y no por los hombres. Era el
intento de fundación de una masa crítica mediante el periodismo político, en aumento, derivado de las clases
medias prosperas, consideradas como público raciocinante.

9. Las variantes continentales


El poder absoluto de los regentes en el continente, Francia y Alemania, fue causa principal del retraso del
cambio de la publicidad representativa en opinión pública. Tan solo después de la segunda mitad del siglo
XVIII vino a manifestarse este ejercicio a través de los clubes, que emergieron en Francia como una
extensión, de manera revolucionaria, del ejercicio de la opinión pública, cuyas instituciones, a diferencia de
Inglaterra, se establecieron también de forma revolucionaria, de una manera abrupta; y luego de la retoma
transitoria de la monarquía, y posteriormente con Napoleón, fue regulada mediante leyes estatales.

La enciclopedia sería el motor que impulsaría el ejercicio de la publicidad política. Los filósofos se
interesaron por la economía, lo que dio origen al movimiento económico de los fisiócratas, liderado por
Quesnay, inicialmente, y luego con Mirabot y Turgot. Pero fue la acción de Necker, al publicar el balance
del presupuesto nacional, que marcó el punto de partida del ejercicio de la opinión pública, y aunque fue
depuesto tres meses después, ya había quedado inaugurado el raciocinio político del público como instancia
de control del gobierno y vigía de los intereses burgueses. La esfera del público políticamente raciocinante
fue creciendo a la sombra de la nobleza con ayuda de la intelectualidad ascendente, cuya presencia ya
irreprimible condujo a la convocatoria de los estados generales en 1789, que no se reunían desde hacía 175
años, 1614, y que desembocó en la revolución.

Alemania tomó ejemplo de Francia adaptando, en primera instancia, el término de plubizität, para
posteriormente fundar el término Öfentlichkeit, pero a diferencia de esta, la opinión pública se agenció a
través de las tertulias literarias. Los burgueses mantenían su distancia con la nobleza, pues buscaban su
propia identidad nacional mediante la instrucción y formación intelectual, tomando distancia también del
pueblo y de los fundadores iniciales de los burgos. A fines del siglo XVIII se contaban 270 sociedades
lectoras, que dan inicio al ejercicio de la opinión pública interesada en asuntos políticos que provocó la
reacción violenta cortesana, lo que en contrario al interés de su represión logró potenciarla.

10. La sociedad burguesa como esfera de la autonomía privada: derecho privado y mercado liberalizado.
Señala Habermas que la naturaleza de la función política asumida por la opinión pública solo puede
entenderse en el contexto de la fase histórica de evolución de la sociedad burguesa donde el tráfico mercantil
y el trabajo emergen con la esfera social y se emancipan de las directrices estatales. La opinión pública,
entonces, asume el rol central como principio organizativo de los nacientes estados burgueses, tanto en
Inglaterra como en el continente.

La opinión pública, reconocida en su estatus normativo, sirve de instrumento de mediación entre los
intereses de la sociedad burguesa y el establecimiento estatal. El tráfico mercantil, en un mercado
liberalizado, asume su condición privada, privatizando con ello, la sociedad burguesa. Las relaciones
sociales pierden el carácter cuasi público que tenían; en tanto que las funciones políticas, administrativas y
jurídicas fueron acumuladas en la esfera pública. Pero la liberación del ejercicio del tráfico mercantil entre
privados, hizo uso del ámbito estatal para la reglamentación de sus relaciones, que en relación del sistema
unificador de las relaciones de mercado obra de manera positiva en función del desarrollo de las mismas, es
decir, que la naturaleza de la reglamentación emana del desarrollo liberalizado de las leyes del mercado, en
su fase propia de evolución. Y aunque el siglo XVIII pueda marcar el punto de partida del derecho privado
moderno, tuvo que luchar siglo y medio más para superar al menos en el continente, las ataduras del derecho
romano que traía el antiguo régimen, solo fue posible su consolidación con el desarrollo del modo de
producción capitalista propiamente dicho, a mediados del siglo XIX, que posibilitó la llegada de la opinión
pública política, ahora sinónimas, al estado burgués de derecho.

11. La contradictoria institucionalización de la publicidad en el estado burgués de derecho.


La sociedad determinada por las leyes del libre mercado se presenta como una esfera libre de dominación y
exenta de poder. La seguridad jurídica que demanda del estado es la protección del mercado libre y de las
regulaciones establecidas para el ejercicio mercantil. Toda intromisión estatal sin autorización legal, esto es
sin mediación de la opinión pública, es rechazada en tanto que rompe la racionalidad y el cálculo de los
intereses capitalistas, de tal modo que las leyes del estado coincidan con las leyes del mercado. Bajo la
premisa de la autorregulación del mercado se concibe, desde la perspectiva de la economía clásica, una
apariencia de orden natural, en contraste con las leyes del estado que demandan una expresa restricción. El
estado burgués, al hacer de la opinión pública un órgano estatal de legitimación de la ley, configura su
contradicción institucional, al poner la aceptación de la ley en dependencia de la colaboración de la
representación popular, dominio de la ley que significa dominio de la representación popular. El dominio de
la ley lleva implícita la intención de disolución del dominio en general, ideal del estado burgués orientado a
la reducción, al máximo, de la intervención estatal en los asuntos privados; tan solo aceptable como marco
regulador y garantía de dichos asuntos. Pero la opinión pública sometida a la arbitrariedad no puede encarnar
el don supremo de la soberanía, que la pone por encima de las leyes, y rompe con el carácter racional que va
caracterizando el ejercicio de la acción política en la sociedad burguesa.

A diferencia de Inglaterra donde la ordenación legal-estatal fue fruto del desarrollo paulatino de formaciones
anteriores del estado estamental, en el continente, donde la fundación de los estados burgueses fue basado en
una ley fundamental o constitución, destaca su impronta el ejercicio de la opinión pública políticamente
activa, que trae como consecuencia la asunción de la opinión pública como principio organizativo de la
acción de los órganos estatales, incluida la justicia que mediante su injerencia se pone a salvo tanto del
ejecutivo como de la esfera privada; con menor influjo en la administración, que como instrumento del poder
soberano, también requiere de la opinión pública para su salvaguarda. En consecuencia, el estado burgués de
derecho pretende, basado en la opinión pública políticamente activa, organizar el poder público subordinado
a las necesidades de la esfera privada, que se concibe así misma neutralizada en relación con el poder y
emancipada respecto a la dominación.

La opinión pública, fundante de la ley fundamental, asume el principio de acceso general en la sociedad
burguesa; compuesta por una minoría, caracterizada por los criterios de instrucción y propiedad, ofrece al
vulgo, como mayoría, la promesa de ser pequeño burgués mediante el cumplimiento de los dos criterios
expuestos; promesa sustentada bajo los planteamientos de la economía política que deriva a su vez de la
observación teórica del ejercicio liberal del libre mercado, que ofrecía la posibilidad integradora, a diferencia
del estatus social antiguo, de ser hombre (miembro de la esfera privada) y ciudadano (como representante de
la esfera pública) y por ende de la defensa de su propiedad sin abandono de la condición privada, haciendo
del interés de clase un interés general. En la medida que la realidad no refleje estos supuestos públicos, pero
el público crea en ellos, afirma Habermas que podría hablarse de una ideología, pero solamente en ese
momento histórico.

Reseña del cuarto capítulo: Publicidad burguesa: idea e ideología-parágrafos 12, 13, 14 y 15.

12. Opinion public, opinión publique, öffentlich meinung, opinión pública: acerca de la prehistoria del tópico

Habermas inicia poniendo en evidencia la doble acepción del término opinión: la primera como doxa, juicio
inacabado y sin fundamento fáctico; la segunda, como reputación, reconocimiento, crédito y consideración
que se goza por parte del otro. Desde este último significado, identifica, se fundará el concepto de opinión
pública burguesa. Muestra el desarrollo paralelo de la opinión pública en Gran Bretaña y Francia, y una
adopción ulterior de Alemania, con influjo principalmente de corte francés, pero bajo la égida pedante de su
clase ilustrada, que excluía tanto a la corona como al vulgo.

En Inglaterra, bajo el fuerte influjo de la tradición parlamentaria que restaba el poder absoluto al regente, la
opinión pública se desplegó como un instrumento eficaz de mantener controlado el poder del monarca,
cogobernando con la clase burguesa que fue posicionándose en el parlamento, mediante el denominado
public spirit en tránsito al public opinion. A diferencia de Francia, donde la opinión pública mantenía
escindida su función crítica de su función legislativa, lo que solamente pudo fusionarse después de la
revolución. La controversia más ilustrativa de esta escisión se observaba entre las tesis rousseaunianas y las
de los fisiócratas. Para Rousseau prevalecía el ideal clásico griego del ágora, que hacía sinónimo place
publique con opinion publique, que demandaba el ejercicio de la participación popular de manera espontánea
sin mucha deliberación, en contrario con los fisiócratas que concebían la opinión pública como expresión de
un public éclairé, un público ilustrado, es decir un público burgués, que al amparo de la generalidad abogaba
por sus derechos y beneficios privados. Como sentencia Habermas: el primitivo acontecimiento de la
autoenajenación hay que cargarlo al haber del progreso civilizatorio. (El subrayado es mío).

13. La publicidad como principio de mediación entre política y moral (Kant)


Es Kant el pionero del desarrollo de la opinión pública, antes de la adopción y arraigo en el ámbito
lingüístico alemán, a través de la fundamentación de sus principios desde la filosofía del derecho y de la
historia. Con la adopción de la moral como reguladora de lo político, se funda la filosofía moral 6, que
mediante el ejercicio de la razón práctica permita la construcción de una estructura legal que pueda
contribuir a la paz, civil en el interior y cosmopolita en el exterior, intentando superar la autoridad,
fundamento de la tradición como fuente de legalidad, dejando en las leyes la capacidad del ejercicio de la
coerción, en tanto se conciban de orden universal. Fundamento del derecho positivo que sustenta el
liberalismo, como opuesto a la tradición, representado en ese momento histórico por el absolutismo reinante.

La filosofía, cultora de la razón pura y considerada una «facultad baja», acoge la opinión pública como
mediadora de la ilustración para superar la minoría de edad, instrumento para poder sacar a la luz pública la
verdad; la cual, identificada por una minoría ilustrada, que demanda una interacción escrita entre escritor y
público lector, se orienta hacia el conjunto social, de tal manera que el constante progreso de la humanidad
hacia mejor, como propósito de la ilustración, halla su sendero a través de la opinión pública. Con el
consenso de los raciocinantes, que se torna en juicio general mediante la publicidad, se impone el dominio
de las leyes del derecho, con la política traducida en moral, en reemplazo del dominio de la ley natural. Pero
ante el inminente imperio de la política como moral, Kant antepone la filosofía de la historia, el progreso
constante hacia mejor, que, a juicio de Habermas, no es una cantidad creciente de moralidad, sino
exclusivamente un aumento de los productos de la legalidad 7; advierte igualmente, que las dos versiones de
la filosofía de la historia que construye Kant, como alternativa de conciliar mediante la opinión pública al
hombre empírico con el hombre inteligible (el ámbito fenoménico con el nouménico) solamente es posible
acoplarlas mediante los presupuestos liberales de la opinión pública: la relación bourgeois-homme-citoyen,
como orden natural capaz de convertir vicios privados en virtudes públicas, mediante la promesa de
inclusión de todos los interesados en participar del ejercicio de la condición burguesa a través del tráfico
mercantil, y, en consecuencia, asumir la condición de propietarios, cualidad sine qua non para el ejercicio de
la ciudadanía y participación del interés público, que además de la condición de tener instrucción, eran los
dos elementos básicos para dicho ejercicio.

14. Sobre la dialéctica de la publicidad (Hegel y Marx)


Coincide Hegel con Kant, con sus matices, en la consideración de la opinión pública como expresión de
libertad pública subjetiva, de tal manera que los individuos puedan expresar sus juicios privados y
particulares en relación con los asuntos generales, desde su propia empiria. Pero en consideración de que la
opinión pública se halla en el ámbito de la opinión, doxa, por tanto, subjetiva, sometida a los giros de la

6
«La verdadera política no puede dar un paso sin haber previamente hecho pleito homenaje a la moral. La política, en sí
misma, es un arte difícil; pero la unión de la política con la moral no es un arte, pues tan pronto como entre ambas surge
una discrepancia, que la política no puede resolver, viene la moral y zanja la cuestión, cortando el nudo.» Kant, I. La Paz
Perpetua. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-paz-perpetua--0/html/fefe81ac-82b1-11df-acc7-
002185ce6064_7.htm. Agrego esta cita para dar cuenta de lo poco clara que aparece en la traducción del libro de Habermas,
que este transcribe en la página 136.

7
Página 142.
interpretación y expresión de acuerdo con la conveniencia. Hegel resalta la imposibilidad de que la ciencia
verdadera forme parte de este ámbito; la observación crítica hegeliana de las leyes de la sociedad civil
burguesa, tanto antagónicas como anárquicas, destruye las ficciones liberales sobre las que se basa la
autocomprensión de la opinión de pública como legitima razón; por cuanto, no solamente no contribuye a la
superación de la desigualdad natural, sino que también construye una estructura de desigualdad en relación
con el talento y la capacidad, incluso con la formación intelectual y moral, debido a que mediante la
demanda de intereses generales, la minoría burguesa fundamenta sus intereses particulares de riqueza
ilimitada, dando como consecuencia el crecimiento exponencial de la pobreza, con cada vez mayor
dependencia de la plebe al dueño del capital, reflejando el conflicto del interés común en relación con el
interés privado, en la medida que de este último emerge la opinión pública.

La función de la opinión pública, de acuerdo con el modelo del siglo XVII, se define como racionalización
del dominio, de la que emerge la legitimación como principio del mundo moderno para el reconocimiento de
las cosas, que se expresa en el derecho positivo mediante el aparato judicial. Legitimación que en Hegel
significa el ejercicio de la autodeterminación de la voluntad en cuanto voluntad libre; desde esta perspectiva,
observa que la opinión pública como consciencia subjetiva objetivada, incapaz de acceder a la legitima
razón, por tanto, de nulo aporte a la coincidencia entre justicia y felicidad en el Estado, concebido como idea
moral para la realización del espíritu absoluto, debe apartarse de este como condición para su realización. La
opinion públique, entendida como raciocinio de un público capaz de juicio, entra de nuevo en el ámbito de la
opinión pública como un tránsito de la subjetividad individual, del monarca, a la subjetividad colectiva, de la
clase burguesa, con visos de interés general, ante lo cual Kant propone la moralización de la política como
instrumento de autoregulación, planteamiento que Hegel rechaza por superficial, y le antepone el
existencialismo histórico universal del espíritu popular.

Marx, desde su crítica a la economía política, pone en cuestión la idea del Estado neoestamental de Hegel, al
dejar en claro que el crecimiento y valorización del capital solo es posible mediante la apropiación de la
plusvalía de aquellos cuya única mercancía es su fuerza de trabajo; por tanto, no resulta posible el desarrollo
de un estado con pequeños productores, como agregados a los estados de propietarios ya constituidos, lo que
conllevaría a la constitución de un Estado compuesto por clases, en lugar de estamentos, dando lugar a unas
nuevas relaciones de poder entre propietarios y asalariados, desvelando el carácter de falsa conciencia
general de la opinión pública, máscara del interés de la clase burguesa. De esta lucha de clases se produce la
metamorfosis del interés privado al interés particular; que hace que la disposición sobre la propiedad privada
no sea el agente de libertad orientado a la constitución de hombres autónomos. Por el contrario, la autonomía
privada burguesa no contribuye al desarrollo y construcción de la libertad entre los hombres, sino que la
delimita a los intereses particulares de los propietarios, convirtiendo a los Derechos Humanos en los garantes
de los intereses burgueses.

La escisión del estado y sociedad, coincidente con la del hombre público y hombre privado, también
escisión entre homme y bourgueois, pone al burgués al margen de toda conciencia ciudadana para ponerse al
servicio de los intereses particulares; es decir, que lo correcto y lo justo para el interés general que la opinión
pública promete, resulta imposible de cumplir mientras las relaciones de poder [económico] estén mediando
la construcción y desarrollo de la sociedad civil, expresada en el estado, y la relación de opinión pública no
se correlacione con la razón pública; porque lo que se observa, con clarividencia, es la perpetuación de
poder feudal, como dominio político general, por otras formas de relación social, donde la separación entre
los ámbitos público y privado contribuyen a su perpetuación.

En las reformas del derecho electoral, Marx observa el precedente de la constitucionalización de la sociedad
burguesa, mediante la penetración del poder legislativo, como aspiración de su existencia política. Así
mismo, Afirma, en el 18 Brumario, que el régimen parlamentario vive de la discusión de cómo prohibir la
discusión, y se arroga la voz de la mayoría en la representación, para impedir acallar la voz y demandas de la
gran mayoría.
En contraste, advierte un proceso dialectico donde las capas no burguesas se apropiarán de la opinión
pública y volcarán contra la burguesía este instrumento bien afilado. Esto presupone la socialización de los
medios de producción, que conlleve a la superación de la escisión de las esferas pública y privada, por tanto,
de la diferenciación entre sociedad y estado, consecuentemente con la disolución del poder político en el
poder público. El tránsito del homme y bourgueois al homme y citoyen, donde la libertad individual ya no
estará en función de la propiedad sino en relación del rol social que se ejerza, con una opinión pública
orientada al fortalecimiento de la condición privada, caracterizada por el ejercicio de la libertad personal y
de la residencia, así como la disposición del tiempo de ocio propicio para la creación humana, libre del reino
de la necesidad, que caracteriza la emergencia de la esfera social y del trabajo como su elemento
representativo.

Con esta afirmación, Habermas reafirma la interpretación acerca del verdadero sentido del planteamiento
marxiano, que veía en el socialismo la potencialidad de la liberación del trabajo, no de la clase trabajadora,
como un tránsito a la libertad humana en un posterior estadio comunista. Afirmación que comparte Hannah
Arendt, que igualmente expresa ante la declaración de Marx, que, aunque él tenía clara la distinción griega
entre labor y trabajo, en su elaboración discursiva troca el término trabajo por labor, pues este último
término era el que representaba el reino de la necesidad en la antigua Grecia.

15. La ambivalente concepción de la publicidad en la teoría del liberalismo (John Stuart Mill y Alexis de
Tocqueville).

No se cumplió la dialéctica socialista como Marx había proyectado. Tampoco la promesa burguesa de la
opinión pública, de la dominación de la opinión pública mediante la ampliación de la base del público de
propietarios privados. Agotada la promesa de la opinión pública de la presunta igualdad de expectativas para
acceder a la propiedad, con la exacerbación del liberalismo económico, obliga a sus defensores a negar a la
opinión pública burguesa, tal como fue inicialmente concebida, y de la cual emerge dicho liberalismo,
ocultando el conflicto estructural que de ahí se desprende, pero coincidiendo en dicha negación con los
auspices de la dialéctica socialista.

La reforma del derecho electoral fue el tema del siglo XIX. Los trabajadores, sin propiedad ni instrucción, se
agruparon como clase obrera para demandar la extensión de los derechos políticos, cuya prerrogativa estaba
manos de la burguesía y la aristocracia aliada, lo cual fue puesto de manifiesto a través del movimiento
Carlista en Inglaterra y de la revolución de 1848 en París, acaecida entre el 23 al 25 de febrero, eventos que
representaron la ampliación del público, ya no desde el ámbito y presupuesto de la opinión pública, es decir
que la base del público no solamente iba a estar constituida por personas privadas raciocinantes, sino,
además, por asalariados sin propiedad ni instrucción.

La opinión pública se transforma en instrumento de reivindicación de los intereses de clase, la cual se ejerce
bajo una disputa violenta, con la «presión de la calle», y no ya a través del consenso razonable de un público
privado raciocinante. Con una opinión pública escindida, al ampliarse la base, se troca su función de
regulación del poder por medio de la razón, en instrumento de coacción al servicio de los intereses de clase.
En esta apreciación coinciden Mill y Tocqueville.

Señala Mill que la opinión pública se convierte en un poder entre poderes 8 con la ruptura de la unicidad
racional del interés general, por la lucha de intereses de clase que se generó con la ampliación de la base del
público. Con la entrada de las masas, incultas y desposeídas, en el público, el liberalismo económico del
estado burgués asume una posición reaccionaria, y, ante la imposibilidad de refundar una nueva clase
aristocrática, propone la estructuración de una elite ilustrada para reducir la base del público y constituir una
opinión pública minoritaria en tránsito hacia la consolidación de una opinión pública representativa; por

8
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supuesto, de los intereses burgueses. Acorde con las circunstancias objetivas de su momento histórico, según
Habermas, la exigencia de Mill sería una opinión pública representativamente escalonada.9

Tocqueville, además de la preocupación de Mill acerca del poder de dominación de la opinión pública,
observa como manifestación complementaria a esto, el despotismo de un estado en creciente
burocratización, que pone en condición de minoría de edad a sus ciudadanos, al ejercer una tutoría de modo
educacional en todos aspectos de su vida, procurando un estado de bienestar, pero bajo una égida absoluta,
regular, previsora, y benigna; un interés por despojarlos del interés público, para que solo piensen en la
buena vida, y ninguna otra cosa más. En lo que también coincide la dialéctica del comunismo, cuyo
resultado sería terminar con el Estado fiscal en beneficio de una economía estatal, imponiendo el horror de
un mundo administrado. Si el Estado se convierte en empresa industrial, en consecuencia, único dueño de
todo, entonces se desembocaría al comunismo, sin revolución. Ya no desde las masas sino desde la
burguesía misma. Fenómeno que Tocqueville denominó «centralización del poder gubernativo», y resultaba
su gran preocupación.

Con los acontecimientos del golpe de estado en Francia por parte de Luis Bonaparte, 2 diciembre de 1851,
Marx, en su escrito denominado 18 de Brumario, observa el mismo fenómeno histórico planteado por
Tocqueville, el oprobioso desarrollo histórico hacia la «centralización del poder gubernativo», que junto con
los sucesos presentados en el evento de la Comuna de París, marzo a mayo de1871, le llevaron a plantear la
idea metafórica de la extinción del Estado y con la correspondiente asunción de la opinión pública
políticamente activa, que implica la destrucción de la maquinaria burocrática estatal para derrotar la amenaza
de trocar la política por administración, que era lo mismo que había observado Tocqueville desde la
perspectiva del modelo liberal, cuando este se había transformado en liberalismo.

Concluye Habermas, que esta idea marxista de retoma de la opinión pública políticamente activa, con la
eliminación del aparato estatal-burocrático, comparte la idea del paralelismo con el orden natural de la
reproducción social, que le habían atribuido los fisiócratas a la publicidad. Un siglo después con un
capitalismo organizado, los perfiles y la relación originaria entre opinión pública y esfera privada se
desfiguraron y disolvieron, pero ya ninguna de las dos dialécticas, ni liberal ni socialista, resultan adecuadas
para su diagnóstico: «La opinión pública parece ir perdiendo la potencia de su principio (…) a medida que
va extendiéndose como esfera y socavando el ámbito privado» 10.

Presentado por Hermán Hugo Hidalgo Zúñiga


Para el curso: Historia y crítica de la opinión pública
Al profesor Pedro José Posada Gómez
18 de diciembre de 2018

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