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Actividad nro 1 / 2020

EL FALSIFICADOR DE ARTE QUE ENGAÑÓ A LOS NAZIS *

Noah Charney

“Casi toda historia es de seguro algún tipo de mentira”


Orson Wells, en F for Fake

Fue uno de los juicios más extraños en la historia de los Países Bajos. El acusado, en este caso
de 1947, era un estafador que había falsificado pinturas valuadas en varios millones de dólares.
Pero él no se declaaba inocente; de hecho, su vida dependía de que fuera capaz de probar que había
cometido el fraude.
Como muchos falsificadores de arte, Han van Meegeren era un artista cuyas obras originales
habían fracasado en darle renombre. Resentido con el mundo del arte, van Meegeren se preparó
para burlarse de sus detractores.
Aprendió todo lo que pudo sobre los Antiguos Maestros: sus biografías, técnicas y materiales.
El artista que escogió para su engaño fue el pintor barroco del siglo XVII, Johannes Vermeer, una
decisión ambiciosa, dado que Vermeer era famoso por sus escenas domésticas cuidadosamente
ejecutadas y el empleo de técnicas brillantes.
El falsificador trabajó en secreto a lo largo de seis años para perfeccionó su arte, copiando
numerosas obras mientras practicaba. Mezcló sus propias pinturas, tras haber investigado las
materias primas y los pigmentos disponibles en la época de Vermeer. Compró lienzos del siglo
XVII, creó sus propios pinceles, envejeció las obras aplicando resina sintética y horneándolas para
que la pintura se secara y resquebrajara.
Un examen forense hubiese detectado la resina sintética, pero en aquel tiempo tales pruebas
no se encontraban todavía avanzadas en su desarrollo ni eran comunes, e incluso en la actualidad
la verificación de la autenticidad de las pinturas depende del escrutinio de especialistas en arte, de
modo que acaba tratándose de una cuestión que depende de su juicio subjetivo (tanto como su
reputación). Y es precisamente allí donde van Meegeren realmente superó con su engaño al mundo
del arte. Gracias a su investigación, sabía que los historiadores creían que Vermeer tuvo un periodo
temprano de pinturas religiosas influenciado por el pintor italiano Caravaggio. La principal
autoridad en el estudio de Vermeer, Abraham Bredius, era un gran defensor de esta teoría, aunque

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Este material es de estricta circulación interna. Ha sido transcripto y traducido con el objeto de facilitar el acceso
al material que se emplea para la actividad práctica nro. 1 del año 2020 de la Cátedra Análisis del Texto (Com. 2).

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ninguno de estos trabajos había salido a la luz. Así que van Meegeren decidió hacer una. La llamó
“Los discípulos de Emaús”.
Bredius declaró la falsificación de van Meegeren era la obra maestra de Vermeer.
La falsificación de van Meegeren no estaba del todo a la altura de los estándares técnicos de
Vermeer, pero estas inconsistencias podrían ser coherentes con la narrativa de su vida: se trataba
de una obra temprana, producida antes de que el artista llegara a ser el que conocemos. Con la
marca de aprobación del mundo del arte, la obra falsa se vendió en 1937 por el equivalente a lo que
hoy serían $4 millones de dólares.
El éxito impulsó a van Meegeren a crear nuevas obras falsas y a venderlas mediante distintos
distribuidores de arte. Por increíble que parezca, el mundo del arte continuó creyendo en su
autenticidad. Cuando los nazis ocuparon los Países Bajos durante la Segunda Guerra Mundial,
Herman Göring, uno de los principales generales de Hitler, se propuso adquirir un Vermeer para
su colección de arte saqueado de toda Europa. Van Meegeren lo complació vendiéndole una de las
supuestas pinturas tempranas de Vermeer llamada “Cristo con la adúltera”.
A medida que la tendencia de la guerra se invirtió, así lo hizo también la suerte de van
Meegeren. Tras la victoria de los Aliados, fue arrestado por haber entregado una invaluable pieza
de la herencia neerlandesa a los nazis, un acto de traición que se castigaba con la muerte.
Para probar que la pintura no era un tesoro nacional, explicó paso a paso cómo la había falsificado.
Pero tuvo que enfrentar un obstáculo inesperado: al mismo experto que había hecho posible su
estafa. Inclinado por proteger su reputación, Bredius defendió la autenticidad de la pintura.
Con pocas opciones restantes, van Meegeren se dispuso a trabajar en un “nuevo” Vermeer.
Cuando presentó la obra falsa en la corte, finalmente le creyeron. Fue absuelto de las acusaciones
de haber colaborado con los nazis, y sentenciado a un año de prisión por fraude.
Aunque no hay evidencia de que van Megeeren haya, de hecho, colaborado con los nazis, logró
convencer al público de que había engañado a Göring adrede, transformando su imagen en la de
un héroe del pueblo que había estafado a los nazis. Gracias a esta nueva notoriedad, sus obras se
volvieron más valiosas por derecho propio, tanto que luego serían falsificadas a su vez por su
propio hijo. Los mismos lienzos pasaron de ser clásicos venerados a falsificaciones despreciadas a
obras de arte respetadas por la habilidad y la notoriedad del falsificador.

REFERENCIAS

Charney, N. (2020). The art forger who tricked the Nazis [Video]. Recuperado de:
https://www.ted.com/talks/noah_charney_the_art_forger_who_tricked_the_nazis

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