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Efectos crónicos de la altura:

- Consideraciones fisiológicas de la altitud:

Las personas que son nativos en la altitud son sanas, pero están expuestos a la hipoxia
hipobárica que conduce a hipoxia crónica. Por arriba de los 2,500 msnm, la presión
barométrica y la presión inspirada de oxígeno disminuyen y el resultado es hipoxia alveolar e
hipoxemia, lo que deriva en vasoconstricción pulmonar hipóxica, esto es, se eleva en grado
moderado la presión arterial pulmonar y la del ventrículo derecho, pero es compatible con una
vida normal en alta altitud.

Otras diferencias que se han observado en el nativo de la altitud es que tiene menor
ventilación/minuto y menor respuesta de los quimiorreceptores periféricos (carotídeo y
aórtico) a la presión arterial de oxígeno (PaO2) y al bióxido de carbono (PaCO2) que el
observado en sujetos nativos del nivel del mar, lo que está relacionado con la génesis de la
hipercapnia y en forma secundaria a la hipoxemia.

- Características de la circulación pulmonar y del corazón derecho en la altitud:

En nativos de la alta altitud y a nivel del mar, en la vida intrauterina y hasta el momento del
parto, se describe por igual un patrón fetal de la circulación pulmonar que se caracteriza por:

- hipertensión pulmonar
- y aumento del grosor de la capa de células musculares lisas
- con disminución de la luz vascular,
- además de hipertrofia del ventrículo derecho.

A diferencia de los parámetros observados a nivel del mar, donde ocurre normalización de
estos en los primeros 4 a 6 meses de vida, en los nacidos en la alta altitud los cambios
posnatales persisten en la presión arterial pulmonar, en la estructura de las pequeñas arterias
pulmonares y en el ventrículo derecho. En estas poblaciones la presión arterial pulmonar
media es de alrededor de 60 mmHg y es similar a nivel del mar y en la alta altitud. Hacia las 72
horas de vida la presión arterial pulmonar media disminuye a 55 y 45 mmHg en los primeros 1
a 5 años de vida. En adolescentes y adultos se mantiene en 28 ± 10.5 mmHg.

- Correlación de la altitud con la presión arterial pulmonar, saturación arterial de


oxígeno y hemoglobina:

El nivel de altitud tiene una correlación inversa con la SaO2 y directa con la presión arterial
pulmonar. El impacto de la altitud en estos parámetros es evidente a partir de los 3,000 msnm.
A 4,540 msnm la SaO2 es 78.4 ± 4.93 % vs. 94.91 ± 2.12 a nivel del mar (p < 0.001). La
hemoglobina tiende a incrementar a 19.5 ± 1.97 vs. 14.7 ± 0.88 g/dl a nivel del mar (p < 0.001).

Es de considerar que la presión arterial pulmonar exhibe variabilidad importante, intersujetos e


interespecies. Esto explicaría por qué algunos recién nacidos y lactantes son hiperreactivos a la
hipoxia de la alta altitud y llegan a desarrollar hipertensión pulmonar severa e insuficiencia
cardiaca por el aumento de grosor de la capa de células musculares lisas en las pequeñas
arterias pulmonares.

- Hipertensión pulmonar asociada a la alta altitud:

Es un síndrome que ocurre en niños y adultos que residen por arriba de 2,500 msnm. De
acuerdo con el Consenso de Enfermedades Subagudas y Crónicas de la Alta Altitud publicado
en el año 2005, este síndrome se caracteriza por tener presión arterial pulmonar media > 30
mmHg o presión arterial pulmonar sistólica > 50 mmHg obtenida en su lugar de residencia en
la altitud; además de hipertrofia del ventrículo derecho, insuficiencia cardiaca, hipoxemia
moderada y ausencia de eritrocitosis excesiva, definida como un valor de hemoglobina < 19
g/dl en mujeres y < 21 g/dl en hombres.

- Mal de montaña crónico (Enfermedad de Monge):

El MMC posee diferentes expresiones clínicas. En inmigrantes y nativos del Himalaya,


expuestos en forma prolongada a alta altitud se suele presentar insuficiencia cardiaca
congestiva con escasa o moderada eritrocitosis. Por su parte, en zonas andinas de Perú y
Bolivia los pacientes reproducen un síndrome respiratorio de hipoventilación alveolar
caracterizado por severa hipoxemia e hipoventilación con hipercapnia.

Cefalea, mareos, tinnitus, disnea, palpitaciones, pérdida del apetito, tolerancia al ejercicio
disminuida, parestesias y enrojecimiento de palmas y plantas de los pies, fatiga física y mental,
concentración mental deteriorada, alteraciones del sueño, dolor muscular y de articulaciones.
Suelen revertirse por traslado a nivel del mar y la sintomatología reinicia al regresar la persona
a la alta altitud.

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