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Modelo de Solicitud de Control Judicial
Modelo de Solicitud de Control Judicial
SP21-P-0000-0000000
CIUDADANA:
Su despacho. -
3.- Es importante resaltar a este Juzgador que esta defensa técnica en el ejercicio de su
trabajo investigativo tuvo conocimiento de la existencia de dos (02) equipos celulares, que
se requiere sean incautados para que sean experticiados.
Todas estas pruebas son más que licitas, necesarias y pertinentes para la búsqueda de la
verdad. Pido que este Juzgador declare HA LUGAR EL CONTROL JUDICIAL Y
ORDENE LA PRACTICA DE LAS MENCIONADAS DILIGENCIAS DE INVESTIGACION.
Ahora bien el caso es que faltan solo dos (02) días para que culmine el lapso de la
investigación y la representación Fiscal no ha dado respuesta a la solicitud de
práctica de diligencias solicitadas ni de manera negativa, ni mucho menos de
manera positiva ordenando su práctica, en reiteradas oportunidades he acudido a la
sede del Ministerio Publico y no se me da respuestas a tan importantes actos de
investigación y tampoco se me permite tener acceso al expediente.
4. Ejercer en nombre del Estado la acción penal en los casos en que para intentarla o
proseguirla no fuere necesaria instancia de parte, salvo las excepciones
establecidas en la ley.
5. Intentar las acciones a que hubiere lugar para hacer efectiva la responsabilidad
civil, laboral, militar, penal, administrativa o disciplinaria en que hubieren incurrido
los funcionarios o funcionarias del sector público, con motivo del ejercicio de sus
funciones.
6. Las demás que establezcan esta Constitución y la ley (Resaltado del presente
fallo).
En atención a lo referido es necesario traer a colación lo que prevén los artículos 11, 24 y
108 del Código Orgánico Procesal Penal vigente:
“Artículo 24. Ejercicio. La acción penal deberá ser ejercida de oficio por el Ministerio
Público, salvo las excepciones establecidas en la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela y en la ley.
“Artículo 108. Atribuciones del Ministerio Público. Corresponde al Ministerio Público en el
proceso penal:
1. Dirigir la investigación de los hechos punibles para establecer la identidad plena de sus
autores o autoras y partícipes.
11. Requerir del tribunal competente las medidas cautelares y de coerción personal
que resulten pertinentes;
12. Ordenar el aseguramiento de los objetos activos y pasivos relacionados
directamente con la perpetración del delito;
13. Actuar en todos aquellos actos del proceso que, según la ley, requieran su
presencia;
14. .Ejercer los recursos contra las decisiones que recaigan en los juicios en que
intervenga;
De lo antes transcrito, puede observarse que el proceso acusatorio está dominado por el
principio enunciado en los términos nemo judex sine actore y la acción penal es la que
promueve la decisión del órgano jurisdiccional, por lo que el ejercicio de esta acción se le
ha atribuido al Ministerio Público y por ello se llama acción penal pública y oficial, pues, es
el encargado en representar el interés de la comunidad, por lo que en el proceso
acusatorio el titular de la acción penal es el Ministerio Público y es el que tiene que
realizar las labores de determinar el delito cometido: cómo?; dónde? y cuándo? se
cometió, quien fue su autor?, en que circunstancias? y si el autor tiene capacidad de
culpabilidad?. De lo antes expuesto, la doctrina moderna asume que el derecho de la
acción penal es un derecho fundamental que corresponde a toda persona. Esta
consideración del derecho a la acción penal como un auténtico derecho fundamental
genera un conjunto de consecuencias, especialmente en el orden procesal.
De las normas referidas, vislumbra esta Alzada que, el Ministerio Público no está obligado
a la practica de todas y cada una de las diligencias que soliciten el imputado o imputada o
las víctimas, sino sólo aquellas que considere “pertinentes y útiles”, pero en opinión
contraria o negativa de la practica de alguna de ellas, está obligado a “dejar constancia
expresa”, debiendo entonces, enunciar las razones y motivos por los cuales rechaza la
practica de tales diligencias, indicando el por qué considera impertinente, innecesaria o
inútil dicha actuación o diligencia investigativa.
De manera que, no puede el Ministerio Público, negarse a realizar la diligencia solicitada,
no dar la debida respuesta a la petición del imputado o imputada y de la víctima, omitir la
recabación de las diligencias que se ordenaron practicar, y en su defecto practicarlas de
manera tardía, ya que, en ese caso, no se estaría cumpliendo cabalmente con la referida
disposición legal, y se estaría ante un silencio u omisión de pronunciamiento, o ante una
negativa tácita e inmotivada, que no es lo que establece dicha norma, lo cual
adicionalmente transgrede las atribuciones a éste conferidas en el artículo 285 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a través del cual debe realizar la
investigación de los hechos catalogados por la ley penal como delito y el ejercicio de la
acción penal.
En otro orden de ideas, señala el Ministerio Público que actuó con notable diligencia al
proveer de inmediato lo solicitado por el imputado, siendo que en este caso en especifico,
el mismo tiene la carga de facilitar parte de los resultados de sus pedimentos, como son
las entrevistas de su progenitora y su hermana, quienes en principio no tienen el deber de
prestar declaración, según lo previsto en el artículo 210.1 del vigente Código Orgánico
Procesal Penal, resultando inapropiado que el Estado utilice cualquiera de los
mecanismos legales establecidos para obtener su comparecencia, siendo la voluntad de
los testigos con esta exención, la que determina su inclusión en el proceso penal; lo cual
se deriva del espíritu garantista de los derechos humanos, que nutre a nuestra legislación.
Con respecto a ello, se debe acotar como lo refiere el Código Adjetivo Penal, que todo
habitante del país o persona que se halle en él tendrá el deber de ocurrir a la citación
practicada por un tribunal con el fin de que preste declaración testimonial, de declarar la
verdad de cuanto sepa y le sea preguntado sobre el objeto de la investigación, y de no
ocultar hechos, circunstancias o elementos sobre el contenido de su declaración.
Ahora bien, se desprende de las actuaciones que rielan a la Causa, que la Defensa
Técnica ofreció como medios de prueba para el esclarecimiento de los hechos las
declaraciones de los ciudadanos (SE OMITE NOMBRE) Y OTRAS DILIGENCIAS DE
GRAN IMPORTANCIA PARA LA BUSQUEDA DE LA VERDAD. Mas la representación
Fiscal no dio respuesta a las solicitudes presentada por este DEFENSOR TECNICO ni se
le dio acceso al físico del expedientes, allí que no fueron recabadas. Es necesario
resaltar que es deber del mismo como director de la acción penal, recabar los elementos
que incriminen al imputado de autos, así como aquellos elementos que lo exculpen,
máxime cuando es la defensa quien lo solicita, debiendo el Ministerio Público en atención
a la facultad que le confiere el Código Orgánico Procesal Penal, litigar de buena fe y
garantizar que se establezca la verdad de los hechos por las vías jurídicas y por es ello
que debe utilizar cualquiera de los mecanismos legales establecidos para obtener su
comparecencia.
“Artículo. 506.-. Los jueces o juezas en el ejercicio de las funciones de control, de juicio y
de ejecución de sentencia, según sea el caso, actuarán conforme a las reglas indicadas
en este código…”.
Así pues, es oportuno mencionar que si bien es cierto, la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, ha dejado sentado:
“… que el Ministerio Público goza plenamente de autonomía funcional, por lo cual éste no
puede ser obligado a que acuse o bien concluya la investigación de un modo particular…”,
no es menos cierto que, el Juez o la Jueza de Control, Audiencias y Medidas debe en
ejercicio de las facultades establecidas en el texto procesal penal, garantizar los derechos
de las partes intervinientes en el proceso, lo cual no trastoca el ejercicio de la acción
penal.
“Artículo 26. Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de
justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos, a la
tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente,
autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin
formalismos o reposiciones inútiles”.
El Debido Proceso constituye derechos y garantías inherentes a los actores o actoras en
el proceso y que le son aplicables en cualquier estado y grado del mismo, pues comporta
el trámite que permite oír a las partes, de la manera prevista en la Ley, y que ajustado a
derecho otorga a las partes el tiempo y los medios adecuados para imponer sus alegatos
de defensa y sean evaluadas sus pruebas.
Es necesario acotar, que el actual Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia
que caracteriza a esta República, propugna como valores superiores de su ordenamiento
jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, entre
otros, y en general, la preeminencia de los derechos humanos, siendo un fin esencial del
estado, la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad humana,
además de la garantía en el cumplimiento de los principios, derechos y deberes
reconocidos y consagrados en el texto fundamental, conforme se infiere de los artículos 2
y 3 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. De manera que, existen
valores axiológicos de diversos contenidos que constituyen los axiomas o principios de
carácter general sobre los que gravita el Estado en sentido latu sensu, lo cual abarca
tanto su estructura, órganos y régimen de actuación.
De allí que, la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia, mediante
Sentencia Nº 3, de fecha 11 de Enero de 2002, sostuvo:
“El proceso se presenta en consecuencia, como una garantía para todos los sujetos
procesales y no tan sólo para el imputado, sino también para todos aquellos que
intervienen en el conflicto penal planteado como consecuencia del hecho punible, en el
cual pueden intervenir el imputado, la víctima, la sociedad y el mismo estado
representado a través de cualquiera de sus órganos procesales…”.
En plena armonía con ello, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en
decisión Nº 1654, de fecha 25 de julio de 2005, señaló en relación al Debido Proceso,
que:
“…la garantía del debido proceso debe ser entendida en el sentido de que en todo
proceso, sea judicial o administrativo, deben cumplirse las garantías indispensables para
que se escuchen a las partes, se les permita el tiempo necesario para presentar pruebas
y ejercer plenamente la defensa de sus derechos e intereses, siempre de la manera
prevista en la ley; de forma tal, que la controversia sea resuelta conforme a derecho, en
aras de una tutela judicial efectiva…”
“(…) Seguridad Jurídica se refiere a la cualidad del ordenamiento jurídico, que implica
certeza de sus normas y consiguientemente la posibilidad de su aplicación. (…)
Estos otros dos contenidos generales de la seguridad jurídica (a los cuales como
contenido particular se añade el de la cosa juzgada), se encuentran garantizados
constitucionalmente así: el primero, por la irretroactividad de la ley sustantiva, lo que
incluye aspectos de las leyes procesales que generan derechos a las partes dentro del
proceso (artículo 24 constitucional); y el segundo, en la garantía de que la justicia se
administrará en forma imparcial, idónea, transparente y responsable (artículo 26
constitucional), lo que conduce a que la interpretación jurídica que hagan los Tribunales,
en especial el Tribunal Supremo de Justicia, sea considerada idónea y responsable y no
caprichosa, sujeta a los vaivenes de las diversas causas, lo que de ocurrir conduciría a un
caos interpretativo, que afecta la transparencia y la imparcialidad.
Por tal razón ciudadana Juez, acudo a su noble y digna autoridad para solicitar declare
CON LUGAR EL CONTROL JUDICIAL y ordene a la Fiscalía del Ministerio Publico para
que practique todas las diligencias de investigación solicitadas, a tal efecto se le conceda
un lapso perentorio para la práctica de las mismas.