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UNIDAD 5

La era del declive (1973-1991)


5.1. La crisis de 1973 y sus efectos económicos. La economía entre los años
setenta y los ochenta: la hegemonía neoliberal. Los inicios de la volatilización de la
economía mundial. El fin del “Estado Benefactor” y del pleno empleo.
 ANDERSON, Perry. “Neoliberalismo: un balance provisorio” en Sader,
Emir y Gentili, Pablo La trama del Neoliberalismo. Buenos Aires, Eudeba, 1999.
El neoliberalismo nació después de la Segunda Guerra Mundial, en una región
de Europa y de América del Norte donde imperaba el capitalismo. Fue una reacción
teórica y política vehemente contra el Estado intervencionista y de Bienestar. Su texto
de origen es Camino de Servidumbre, de Friedrich Hayek, escrito en 1944. Se trata de
un ataque apasionado contra cualquier limitación de los mecanismos del mercado por
parte del Estado, denunciada como una amenaza letal a la libertad, no solamente
económica sino también política. Hayek convocó a quienes compartían su orientación
ideológica a una reunión en la pequeña estación de Mont Pélerin, en Suiza. Entre los
célebres participantes estaban no solamente adversarios firmes del Estado de Bienestar
europeo, sino también enemigos férreos del New Deal norteamericano.
Allí se fundó la Sociedad de Mont Pélerin, una suerte de franco masonería
neoliberal, altamente dedicada y organizada, con reuniones internacionales cada dos
años. Su propósito era combatir el keynesianismo y el solidarismo reinantes, y preparar
las bases de otro tipo de capitalismo, duro y libre de reglas, para el futuro.
Con la llegada de la gran crisis del modelo económico de posguerra, en 1973
todo cambió. A partir de ahí las ideas neoliberales pasaron a ganar terreno. Las raíces de
la crisis, afirmaban Hayek y sus compañeros, estaban localizadas en el poder excesivo y
nefasto de los sindicatos y, de manera más general, del movimiento obrero, que había
socavado las bases de la acumulación privada.
Esos dos procesos destruyeron los niveles necesarios de beneficio de las
empresas y desencadenaron procesos inflacionarios que no podían dejar de terminar en
una crisis generalizada de las economías de mercado. El remedio, entonces, era claro:
mantener un Estado fuerte en su capacidad de quebrar el poder de los sindicatos y en el
control del dinero, pero limitado en lo referido a los gastos sociales y a las
intervenciones económicas.
La ofensiva neoliberal en el poder
La hegemonía de este programa no se realizó de la noche a la mañana. Llevó
más o menos una década, los años ‘70, Pero al final de la década, en 1979, surgió la
oportunidad. En Inglaterra fue elegido el gobierno Thatcher, Un año después, en 1980,
Reagan llegó a la presidencia de los Estados Unidos. En 1982, Kohl derrotó al régimen
social liberal de Helmut Schmidt en Alemania. En 1983, en Dinamarca, Estado modelo
del Bienestar escandinavo, cayó bajo el control de una coalición clara de derecha el
gobierno de Schluter.
El ideario del neoliberalismo había incluido siempre, como un componente
central, el anticomunismo más intransigente de todas las corrientes capitalistas de
posguerra.
Los años ‘80 vieron el triunfo más o menos incontrastado de la ideología
neoliberal en esta región del capitalismo avanzado
Ahora bien, ¿qué hicieron, en la práctica, los gobiernos neoliberales del período?
El modelo inglés fue, al mismo tiempo, la experiencia pionera y más acabada de estos
regímenes. Durante sus gobiernos sucesivos, Margaret Thatcher contrajo la emisión
monetaria, elevó las tasas de interés, bajó drásticamente los impuestos sobre los
ingresos altos, abolió los controles sobre los flujos financieros, creó niveles de
desempleo masivos, aplastó huelgas, impuso una nueva legislación anti sindical y cortó
los gastos sociales. Finalmente, y ésta fue una medida sorprendentemente tardía, se
lanzó a un amplio programa de privatizaciones.
La variante norteamericana fue bastante diferente. En los Estados Unidos, donde
casi no existía un Estado de Bienestar del tipo europeo, la prioridad neoliberal se
concentró más en la competencia militar con la Unión Soviética, concebida como una
estrategia para quebrar la economía soviética y por esa vía derrumbar el régimen
comunista en Rusia. Se debe resaltar que, en la política interna, Reagan también redujo
los impuestos en favor de los ricos, elevó las tasas de interés y aplastó la única huelga
seria de su gestión.
En el continente europeo, los gobiernos de derecha de este período a menudo de
perfil católico practicaron en general un neoliberalismo más cauteloso y matizado que
las potencias anglosajonas, manteniendo el énfasis en la disciplina monetaria y en las
reformas fiscales más que en los cortes drásticos de los gastos sociales o en
enfrentamientos deliberados con los sindicatos. A pesar de todo, la distancia entre estas
políticas y las de la socialdemocracia, propia de los anteriores gobiernos, era grande. Y
mientras la mayoría de los países del Norte de Europa elegía gobiernos de derecha
empeñados en distintas versiones del neoliberalismo, en el Sur del continente (territorio
de De Gaulle, Franco, Salazar, Fanfani, Papadopoulos, etc.), antiguamente una región
mucho más conservadora en términos políticos, llegaban al poder, por primera vez,
gobiernos de izquierda, llamados eurosocialistas: Mitterrand en Francia, González en
España, Soares en Portugal, Craxi en Italia, Papandreu en Grecia.
Al final de la década, el nivel de desempleo en Francia era más alto que en la
Inglaterra conservadora, como Thatcher se jactaba en señalar.
Alcances y límites del programa neoliberal
Lo que demostraron estas experiencias fue la impresionante hegemonía
alcanzada por el neoliberalismo en materia ideológica.
En los países del capitalismo avanzado, el neoliberalismo había tenido su origen
a partir de una crítica implacable a los regímenes socialdemócratas. Sin embargo, y con
excepción de Suecia y Austria, hacia fines de los años ‘80, la propia socialdemocracia
europea fue incorporando a su programa las ideas e iniciativas que defendían e
impulsaban los gobiernos neoliberales. Paradojalmente, eran ahora los socialdemócratas
quienes se mostraban decididos a llevar a la práctica las propuestas más audaces
formuladas por el neoliberalismo.
La razón principal de esta transformación fue sin duda la derrota del movimiento
sindical, expresada en la caída dramática del número de huelgas durante los años ‘80 y
en la notable contención de los salarios. Esta nueva postura sindical, mucho más
moderada, tuvo su origen, en gran medida, en un tercer éxito del neoliberalismo: el
crecimiento de las tasas de desempleo, concebido como un mecanismo natural y
necesario de cualquier economía de mercado eficiente.
Finalmente, el grado de desigualdad (otro objetivo sumamente importante para
el neoliberalismo) aumentó significativamente en el conjunto de los países de la OECD:
la tributación de los salarios más altos cayó un 20% a mediados de los años ‘80 y los
valores de la bolsa aumentaron cuatro veces más rápidamente que los salarios.
En todos estos aspectos (deflación, ganancias, desempleo y salarios) podemos
decir que el programa neoliberal se mostró realista y obtuvo éxito. Pero, a final de
cuentas, todas estas medidas habían sido concebidas como medios para alcanzar un fin
histórico: la reanimación del capitalismo avanzado mundial.
Cabe preguntarse aún por qué la recuperación de las ganancias no condujo a una
recuperación de la inversión.
Esencialmente, porque la desregulación financiera, que fue un elemento de suma
importancia en el programa neoliberal, creó condiciones mucho más propicias para la
inversión especulativa que la productiva.
El peso de las operaciones de carácter parasitario tuvo un incremento vertiginoso
en estos años. Por otro lado, y éste fue el fracaso del neoliberalismo, el peso del Estado
de Bienestar no disminuyó mucho, a pesar de todas las medidas tomadas para contener
los gastos sociales.
Dos razones básicas explican esta paradoja: el aumento de los gastos sociales
con el desempleo, lo cual significó enormes erogaciones para los estados, y el aumento
demográfico de los jubilados, lo cual condujo a gastar otros tantos millones en
pensiones.
Por fin, irónicamente, cuando el capitalismo avanzado entró de nuevo en una
profunda recesión, en 1991, la deuda pública de casi todos los países occidentales
comenzó a reasumir dimensiones alarmantes.
El segundo aliento de los gobiernos neoliberales
Sin embargo, más allá de estos éxitos electorales, el proyecto neoliberal continúa
demostrando una vitalidad impresionante.
La primera prioridad del presidente Clinton, en los Estados Unidos, fue reducir
el déficit presupuestario, y la segunda adoptar una legislación draconiana y regresiva
contra la delincuencia, lema principal también del nuevo liderazgo laborista en
Inglaterra.
¿Cómo explicar este segundo impulso de los regímenes neoliberales en el mundo
capitalista avanzado? Una de sus razones fundamentales fue, claramente, la victoria del
neoliberalismo en otra región del mundo.
Los nuevos arquitectos de las economías poscomunistas en el Este, gente como
Balcerovicz en Polonia, Gaidar en Rusia, Maus en la República Checa, eran y son
ardientes seguidores de Hayek y Friedman, con un menosprecio total por el
keynesianismo y por el Estado de Bienestar, por la economía mixta y, en general, por
todo el modelo dominante del capitalismo occidental correspondiente al período de
posguerra. Esos líderes políticos preconizan y realizan privatizaciones mucho más
amplias y rápidas.
No hay neoliberales más intransigentes en el mundo que los “reformadores” del
Este.
Debe decirse que la revolución thatcheriana, o sea, antikeynesiana o liberal,
apareció (con una apreciación positiva) en medio del camino de Europa Occidental, y es
preciso completarla”. Bien entendido, este tipo de extremismo neoliberal, por influyente
que sea en los países poscomunistas, también desencadenaron una reacción popular,
como se puede ver en las últimas elecciones en Polonia, Hungría y Lituania, donde
partidos ex comunistas ganaron, y ahora gobiernan nuevamente sus países.
La deflación, el desmantelamiento de los servicios públicos, las privatizaciones,
el crecimiento del capital corrupto y la polarización social siguen, un poco menos
rápidamente, por él mismo rumbo.
América Latina, escenario de experimentación
El impacto del triunfo neoliberal en el Este europeo tardó en sentirse en otras
partes del globo, particularmente aquí en América Latina, que hoy en día se convierte en
el tercer gran escenario de experimentación neoliberal.
Me refiero, obviamente, a Chile bajo la dictadura de Pinochet: aquel régimen
tiene el mérito de haber sido el verdadero pionero del ciclo neoliberal en la historia
contemporánea. El Chile de Pinochet comenzó sus programas de forma drástica y
decidida: desregulación, desempleo masivo, represión sindical, redistribución de la renta
en favor de los ricos, privatización de los bienes públicos.
La experiencia chilena de los años ‘70 interesó muchísimo a ciertos consejeros
británicos.
En ese sentido, Friedman y Hayek podían ver con admiración la experiencia
chilena, sin ninguna inconsistencia intelectual o compromiso de principios.
Si Chile fue, en este sentido, una experiencia piloto para el nuevo neoliberalismo
en los países avanzados de Occidente, América Latina también proporcionó la
experiencia piloto para el neoliberalismo del Este pos soviético. Aquí me refiero a
Bolivia. En Bolivia, la puesta en marcha de la experiencia neoliberal no tenía urgente
necesidad de quebrar a un movimiento obrero poderoso, como en Chile, sino de parar la
hiperinflación.
En otras palabras, América Latina también inició una variante neoliberal
“progresista”, difundida más tarde en el Sur de Europa, en los años del eurosocialismo.
Pero Chile y Bolivia eran experiencias aisladas hasta finales de los años ‘80.
El viraje continental en dirección al neoliberalismo no comenzó antes de la
presidencia de Salinas, en México, en 1988, seguido de la llegada de Menem al poder,
en 1989, de la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez en el mismo año en
Venezuela, y de la elección de Fujimori en el Perú en el ‘90. Ninguno de esos
gobernantes confesó al pueblo, antes de ser electo, lo que efectivamente hizo después.
Menem, Carlos Andrés Pérez y Fujimori, por cierto, prometieron exactamente lo
opuesto a las políticas radicalmente antipopulistas que implementaron en los años ‘90.
Salinas ni siquiera fue electo, apelando, como es bien sabido, a uno de los tradicionales
recursos de la política mexicana: el fraude.
De las cuatro experiencias vividas en esta década, podemos decir que tres
registraron éxitos impresionantes a corto plazo (México, Argentina y Perú) y una
fracasó: Venezuela. La diferencia es significativa.
A pesar de esto sería arriesgado concluir que en América Latina sólo los
regímenes autoritarios pueden imponer con éxito las políticas neoliberales. El caso de
Bolivia, donde todos los gobiernos electos después de 1985, tanto el de Paz Zamora
como el de Sánchez de Losada, continuaron con la misma línea, está ahí para
comprobarlo. La lección que deja la larga experiencia boliviana es clara. Existe un
equivalente funcional al trauma de la dictadura militar como mecanismo para inducir
democrática y no coercitivamente a un pueblo a aceptar las más drásticas políticas
neoliberales: la hiperinflación.
Un balance provisorio
La pregunta que queda abierta es si el neoliberalismo encontrará aquí, en
América Latina, más o menos resistencia a su implementación duradera que la que
encontró en Europa Occidental y en la antigua URSS.
La región del capitalismo mundial que presenta más éxitos en los últimos veinte
años es también la menos neoliberal, o sea, las economías de Extremo Oriente como
Japón, Corea, Taiwán, Singapur y Malasia.
En este sentido, cualquier balance actual del neoliberalismo sólo puede ser
provisorio. Se trata de un movimiento inconcluso.
Económicamente, el neoliberalismo fracasó. No consiguió ninguna
revitalización básica de capitalismo avanzado. Socialmente, por el contrario, ha logrado
muchos de sus objetivos, creando sociedades marcadamente más desiguales, aunque no
tan desestatizadas como se lo había propuesto. Política e ideológicamente, sin embargo,
ha logrado un grado de éxito quizás jamás soñado por sus fundadores, diseminando la
simple idea de que no hay alternativas para sus principios, y que todos, partidarios u
opositores, tienen que adaptarse a sus normas. Históricamente, el momento de viraje de
una onda es siempre una sorpresa.
 Arrighi, Giovanni. El largo siglo XX. Madrid, Akal, 1999. Cap. “ La
dinámica de la crisis global”
La gran crisis del régimen estadounidense entre 1968 y 1973 se produce
principalmente por tres causas:
-Militarmente: tenía cada vez más problemas en Vietnam.
-Financieramente: la Reserva Federal tuvo problemas y rompió la paridad dólar-
oro del sistema de Bretton Woods.
-Ideológicamente: la cruzada anticomunista perdió legitimidad en el interior y
exterior.
Durante la década del 70 las estrategias exteriores de EEUU fueron descuidadas
y se produjo un abrupto declive del poder y prestigio, que culminan con la Revolución
Iraní y la toma de rehenes en la embajada de este país en 1980.
El despegue de la actual fase de expansión financiera centrada en EEUU es un
aspecto central de esta crisis. Comienza en 1968 con una aceleración explosiva del
crecimiento de la colocación de los fondos líquidos de eurodólares en Londres. Como
respuesta a ese crecimiento explosivo, en 1971 el gobierno de EEUU abandona el
patrón dólar-oro, y a partir de 1973, la Reserva Federal y los Bancos Centrales admiten
que no pueden controlar las especulaciones contra los tipos de cambio fijos y pasan una
cotización flexible del dólar.
La formación del mercado de eurodólares o eurodivisas, empezó después de la
SGM con los depósitos de dólares de los países comunistas en bancos de GB para poder
comerciar con occidente. Pero la principal causa de la formación de este mercado de
eurodólares fueron los préstamos hacia Europa vía Plan Marshall, y la migración de
capital de EEUU a este continente a finales de los años 50 y 60, junto con los menores
controles para el capital financiero, que hicieron que el capital líquido fluyera hacia
Londres. Esto reforzó el papel del dólar como moneda mundial y facilitó la expansión
mundial del capital estadounidense, ya que seguía respaldado por las reservas de oro y
el superávit de la balanza de pagos a favor de EEUU.
Pero en 1963, la expansión de las corporaciones de EEUU en el exterior y los
mercados de eurodivisas entraron en contradicción con el poder central de EEUU.
Kennedy intentó contrarrestar el desequilibrio que ejercían los pasivos de EEUU frente
a las declinantes reservas de oro, restringiendo los préstamos y las inversiones en el
exterior, ya que a finales de los 50, los pasivos estadounidenses excedían las reservas de
oro. Esto fue contraproducente, porque para evitar los controles, el mercado de
financiación internacional en dólares se mudó de Nueva York a Londres.
Durante los años 50 y hasta mediados de los 60, el comercio y producción de los
países de Europa occidental, y en las ex colonias, estaba organizado por una mezcla de
capitalismo familiar y estatal que venía desde el mundo de mercado de fines del S. XIX.
Ante esto, las corporaciones de EEUU disfrutaron de una ventaja comparativa en la
conquista de los mercados de sus productos finales y en la obtención de materias
primas, gracias a su inversión directa y su integración vertical entre la producción y el
intercambio. Esta situación cambió a finales de los 60, ya que, por un lado, en los
lugares que una corporación tenía un monopolio, ponía barreras para que no aparezca
otra competencia; y por otro, las empresas europeas se reestructuraron copiando el
modelo estadounidense, y con el apoyo de sus gobiernos generaron una competencia
que desafiaba a las corporaciones de EEUU. Como consecuencia, entre 1967 y 1974 las
inversiones directas de EEUU disminuyeron en comparación con las europeas.
En la década del 50 y antes de 1968, los salarios de Europa occidental y EEUU,
habían subido, pero siempre por debajo de la productividad del trabajo o al mismo
ritmo, pero entre 1968 y 1973 se elevaron mucho más rápido, generando una reducción
de las ganancias empresarias.
En 1973 venían subiendo los precios de las materias primas y la crisis del
petróleo terminó de agravar la crisis de rentabilidad.
El poder de compra inyectado en la economía a partir de 1968, en vez de
provocar el crecimiento del comercio y producción generó inflación y la huida de
capitales a mercados monetarios extraterritoriales.
Después de la SGM, la supremacía política y militar de EEUU fue una
precondición para que las corporaciones de EEUU tuvieran el predominio mundial. Pero
también es cierto que esta expansión de las corporaciones estadounidenses es el soporte
de la posición internacional, política y militar que ocupa EEUU. Esta
complementariedad solo entró en conflicto en Japón, ya que los intereses de la política
exterior por Vietnam y China, llevaron a priorizar los intereses japoneses para
fortalecerlo ante sus vecinos.
Después de finalizar la SGM, el gobierno de EEUU preparó el terreno para que
sus empresas invadieran Europa, pero con el tiempo no pudo conservar el control sobre
la salida de capitales hacia Europa, y las subsidiarias europeas comenzaron a trasladar el
negocio financiero internacional a Londres. Ante esta pérdida del control del flujo de
capitales por parte de EEUU, y el desfasaje que esto generó entre las reservas de oro y
los dólares que circulan por el mundo, la Reserva Federal rompió el sistema de Bretton
Woods de paridad dólar – oro para recuperar la posición central de Washington en la
oferta de liquidez mundial. De esta manera, EEUU dejaba de lado la necesidad de
generar un superávit fiscal, porque ahora tenía la libertad de imprimir dólares sin
necesidad de respaldarlos con oro. Además, esto generó una devaluación del dólar que
le permitió que sus productos compitieran mejor en el mercado internacional y
recuperar su mercado interno eliminando la competencia de otras potencias, ya que
carácter autocéntrico de la economía de EEUU le permitía depender del mercado
interno y no de las exportaciones, como le pasaba a Europa y Japón.
Gracias a esta política monetaria, entre 1973-79 la economía estadounidense
mejoró mucho más que Europa y Japón.
La ruptura del tipo de cambio fijo dio un nuevo impulso a la expansión
financiera, ya que incrementaba los riesgos e incertidumbres para las actividades
comerciales e industriales. Ante las oscilaciones diarias en los tipos de cambio, las
empresas tuvieron que generar operaciones a futuro para protegerse contra posibles
déficits que pudieran producirse por las variaciones en la cotización. Además, estos
cambios generaban la modificación de los balances de un día para otro. Ante estos
problemas, los países del tercer mundo fueron los más perjudicados.
A partir de los 70, cuando sube exponencialmente el precio del petróleo, un
grupo pequeño de estados se encontró con una enorme “renta petrolífera” que no podía
ser utilizada inmediatamente y fue depositada principalmente en bancos de Londres.
Los países consumidores de petróleo aplicaron políticas deficitarias para bajar el
consumo o se endeudaron.
La política de tipos de cambio flexible aceleró la pérdida del control de estado
sobre la producción y regulación del dinero mundial. Sólo un pequeño porcentaje de la
liquidez se convirtió en producción y la mayoría fue al sistema financiero para
reproducirse y competir con los nuevos dólares emitidos por la Reserva Federal. Esta
gran liquidez permitió que muchos países del tercer mundo que no tenían superávit
accedieran a créditos baratos.
Esta situación llevo a que, en 1979, en el último año de la administración Carter,
la Reserva Federal con Paul Volker al frente, produjera un repentino cambio en la
política monetaria, dejando de lado la política laxa por una extremadamente estricta.
Estos cambios buscaban restaurar la confianza en el dólar y que los mismos retornen a
EEUU. Para esto se tomaron cuatro medidas:
-Se elevó la tasa de interés por encima de la inflación para que el capital mundial
sea invertido en EEUU.
-Se desreguló el sistema bancario estadounidense, lo que permitió que las
corporaciones de EEUU y no estadounidenses tengan una libertad de acción sin
precedentes.
-Se inició el mayor ciclo de endeudamiento público de la historia mundial, a
pesar de que Reagan ganó las elecciones prometiendo que iba a equilibrar el
presupuesto.
-Este incremento de la deuda estaba relacionado con la intensificación de la
guerra fría mediante un incremento del gasto militar y acciones de castigo ejemplar
contra regímenes del tercer mundo como Granada en 1983, Libia en 1986, Panamá en
1989, y en 1990-91 Irak.
Después de la derrota de Vietnam, a la crisis militar y de legitimidad del poder
mundial de EEUU, se le sumó las independencias de las ex colonias del tercer mundo.
La permanente carrera armamentista generaba presión sobre el abastecimiento
de materias primas y esto llevaba a reforzar la importancia del tercer mundo como
proveedor de materias primas y mano de obra. Una vez que el mayor aparato militar del
mundo fue derrotado por un país pobre como Vietnam, se produjo una crisis temporal
del rol de EEUU como policía del mundo. Esto fue utilizado por diferentes frentes de
liberación nacional para independizar las últimas colonias, como las portuguesas o
movimientos como el iraní.
Esta inversión repentina de las relaciones de poder en el sistema – mundo a
favor del tercer y segundo mundo, el “sur” y el “este”, constituyó una experiencia
preocupante para la burguesía occidental y estadounidense. Esta situación redujo la
rentabilidad del capital a niveles no aceptables.
Con el precio del petróleo subiendo en 1973, sumado al virtual reconocimiento
de la derrota en Vietnam y seguido por la pulverización del mito invencible de Israel en
la guerra de Yom Kipur, impulsaron a la OPEP a subir el precio del petróleo para
protegerse de la devaluación del dólar. Esta situación, combinada con los aumentos
salariales mayores al nivel de crecimiento de la productividad forzó a las empresas del
primer mundo a una competencia más intensa por la mano de obra y recursos
energéticos del tercer mundo. Estos mayores precios obtenidos por el crudo y otras
materias primas generaron una virtual inundación de capital en algunos países del tercer
mundo. Esto provocó que los países del primer mundo perdieran el control sobre el
poder adquisitivo mundial, generando que los estados del tercer y segundo mundo
tengan más poder.
La pérdida del régimen amigo del Sha en 1979 (que era la palanca del poder de
EEUU en Oriente Próximo) generó un nuevo revés para el poder estadounidense, que
tuvo como consecuencia una crisis de confianza en el dólar, una segunda crisis del
petróleo y la invasión de la URSS a Afganistán. Esta situación convenció a EEUU que
había llegado el momento de terminar el enfrentamiento con el capital financiero
originado en el New Deal y había que buscar una alianza para recuperar la supremacía
del poder global.
La recentralización del poder adquisitivo en los EEUU produjo un resultado
espectacular e instantáneo de las políticas monetarias restrictivas, los altos tipos de
interés y la desregulación estadounidense poniendo inmediatamente de rodillas a los
estados del tercer mundo, cosa que el poderío militar no había podido hacer. El
endurecimiento de las políticas monetarias recortó drásticamente la demanda de
suministros del tercer mundo y como consecuencia entre 1980-88 los precios de las
materias primas bajaron un 40 % y los del petróleo un 50 %. Al mismo tiempo, los
intereses de la deuda subieron estrepitosamente.
Así, la burguesía del mundo occidental comenzaba a disfrutar de una Belle
Époque con una prosperidad sin precedentes, pero que no había resuelto la crisis, sino
que la había desplazado. Esta nueva Belle Époque dura desde 1980 a 1988.

 WEBBER, Douglas. “La socialdemocracia y el resurgimiento del


desempleo masivo en Europa Occidental” en PATTERSON, William E. y THOMAS,
Alastair H., El futuro de la socialdemocracia, Valencia, Alfons El Magnánin, 1992.
Posiblemente no exista otra aspiración política con la que se hayan identificado
más plenamente los partidos socialdemócratas que con el logro o el mantenimiento del
pleno empleo.
Probablemente pocos socialdemócratas hubieran estado en desacuerdo con la
visión de Crosland, expresada en El futuro del socialismo de que en caso improbable de
que las presiones económicas endógenas hacia niveles altos de empleo se debilitaran
demasiado, las presiones políticas, sobre todo el temor a la derrota electoral, obligarían
a los gobiernos a intervenir para prevenir el crecimiento del desempleo.
Las formas como los partidos socialdemócratas han reaccionado por medio de
sus programas y política al resurgimiento de los altos niveles de desempleo han variado
considerablemente. Por lo tanto, el capítulo trata en primer lugar, de las diferencias y
similitudes de las respuestas de los gobiernos socialdemócratas al creciente desempleo o
a la amenaza del aumento del desempleo, los principales instrumentos políticos para
identificar algunos de los factores que pudieran explicar por qué algunos gobiernos han
tenido más éxito en este campo que en otros.
El efecto de los gobiernos socialdemócratas sobre el desempleo
Los gobiernos socialdemócratas de algunos estados son mejores a la hora de
frenar el desempleo que los gobiernos de similar tendencia ideológica de otros estados.
El desempleo abierto solo se ha mantenido en su nivel aproximado de pre-crisis en
Suecia y Austria.
En Suecia hubo una política de gasto financiero destinada a salvar la crisis. El
auge, sin embargo, cuando llegó fue más débil y fugaz de lo que exigía la política. En
1977-78 Suecia experimentó todo el peso del declive económico internacional.
Se dio mayor importancia a la colación de parados en el mercado abierto, en
oposición a los programas gubernamentales de empleo. Las demandas presupuestarias
de la Administración del mercado de trabajo no fueron atendidas. No obstante, el
alcance de los programas suecos de mercado de trabajo todavía iba mucho más lejos que
los de cualquier otro estado de Europa Occidental.
En Suecia el nivel comparativamente bajo de desempleo abierto no ha sido
asegurado solo por la puesta en práctica de amplios programas de mercado laboral. Un
segundo factor que ha contribuido a ellos fue la política de contrataciones en el sector
público. La principal y más incongruente innovación fue la nacionalización y masiva
subvención de numerosas empresas en aquellas ramas de la industrial q más duramente
fueron golpeadas por la crisis industrial.
Los gobiernos burgueses mantuvieron un desempleo abierto comparativamente
bajo en Suecia, a pesar de un continuo crecimiento de la fuerza de trabajo extranjera. El
coste de su defensa del empleo era, sin embargo, elevado. La economía sueca incurrió
en déficit por cuenta corriente desde el 74 al 81. El endeudamiento gubernamental ha
sido vertiginosamente, no obstante, la administración socialdemócrata elegida en el
otoño de 1982 optó por ejercer una política económica ambiciosa dando prioridad al
crecimiento económico y defensa del empleo.
El éxito de esta medida para aumentar la competitividad internacional de la
industria sueca la competitividad internacional sueca dependería en gran parte del
consentimiento de los sindicatos a recortes en los salarios reales.
Sin embargo, existe una fuerte oposición a estos planes por parte del capital
sueco, cuya cooperación el gobierno sabía que tenía que asegurar si se quería invertir la
tasa descendente de inversión, como reconoció el propio primer ministro
socialdemócrata.
Las limitaciones institucionales para la búsqueda de una política de una política
económica orientada hacia el pleno empleo son mayores en Alemania Occidental que en
Suecia. En primer lugar, la capacidad de maniobra del gobierno federal en la
formulación de la política económica está limitada por el papel del Banco Federal, cuya
independencia del gobierno está protegida por la ley. En segundo lugar, el gobierno
federal en una amplia gama de áreas políticas que afectan a su capacidad para dirigir la
economía, requiere el concurso de las administraciones locales y regionales, cuyo gasto
combinado excedía en mucho al de la federación.
La coalición Social-liberal no recurrió a las medidas de política de mercado
laboral como un medio para combatir el desempleo con la misma intensidad que la
administración socialdemócrata y burguesa sueca. La perspectiva de una aplicación
anti-cíclica de los programas de mercado laboral tiende a estar limitada en Alemania
Occidental por el hecho de que tales medidas son financiadas por la administración del
mercado laboral, cuya principal obligación es pagar los subsidios de desempleos.
En comparación con Suecia, el aumento del empleo en el sector público en
Alemania Occidental fue también moderado durante la coalición Social-liberal.
Efectivamente desde 1975 en adelante, el empleo en el gobierno federal decayó. La
política del empleo de la coalición Social-liberal se inclinó especialmente que la de
Suecia hacia la reducción de la oferta de trabajo mediante el fomento de la jubilación
anticipada y la exportación de los trabajadores extranjeros.
La coalición Social-liberal delegó mucho más la responsabilidad de crear
empleo al sector privado de la economía que los gobiernos burgueses suecos. El éxito
considerable obtenido con esta política entre el 76 y 80 puede atribuirse en gran parte a
la moderación ejercida en la negociación salarial por los sindicatos.
En Austria los socialdemócratas no han tenido que enfrentase con limitaciones
tan formidables en la búsqueda de una política de pleno empleo como las que tuvo que
soportar la SPD mientras estaba en el gobierno federal en Alemania Occidental. Desde
el 70 al 83 el SPO pudo gobernar solo. La moderación salarial ha dado una contribución
decisiva al mantenimiento de un alto nivel de empleo. Por otro lado, los austriacos han
practicado una política muy restrictiva hacia los trabajadores extranjeros.
Durante el período de 1974 al 79 en general los gobiernos laboristas de GB
practicaron una política presupuestaria más restrictiva que cualquier de sus homólogos
socialdemócratas de la Europa Occidental continental. Su perspectiva de combatir el
desempleo mediante una política expansionista de gestión de la demanda era más
limitada que las de las administraciones hermanas dada la situación económica heredada
de los conservadores en febrero del 74. En su primer año en el poder Wilson siguió una
política de gestión económica anti-cíclica que mantenía el crecimiento del desempleo
dentro de ciertos límites.
El gobierno parecía esperara que la restricción salarial sentaría las bases de un
proceso de crecimiento del empleo estimulado por la exportación cuando se reactivase
el comercio internacional. Ciertamente la estrategia industrial del gobierno reflejaba la
filosofía de que la fuente primaria de los nuevos empleos debería ser la inversión en la
industria manufacturera.
En la práctica, la principal prioridad de la política económica de los gobiernos
laboristas fue la reducción del nivel de inflación, que Wilson describió como “el padre y
la madre” del desempleo. El crecimiento del desempleo fue controlado, pero el nivel de
desempleo registrado casi permaneció estancado durante los últimos años del gobierno
laborista en mucho más de un millón.
En Francia el gobierno de coalición de la izquierda dirigido por los socialistas
que ocupó el poder en el 81 se fijó como primer objetivo luchar contra el paro. La gran
extensión del sector público en la industria y la banca llevada a cabo en los primeros
meses de gobierno fue legitimidad en términos del papel que jugaría la expansión del
sector público en la regeneración de la industria francesa y en términos de estímulo del
crecimiento económico y del empleo. También se adoptó una política de tratamiento de
la demanda extremadamente expansionista.
Este programa no resulto totalmente un fracaso en las primeras 18 semanas de
gobierno. El comparativamente bajo nivel de endeudamiento estatal en Francia podría
haber permitido una considerable expansión del déficit presupuestario del sector
público, pero la inflación comenzó a aumentar y en particular el déficit por cuenta
corriente francés creció fuertemente, disminuyendo la confianza internacional en el
franco francés.
Al igual que ocurre con el empleo en el sector público y el horario laboral, la
variedad de posturas políticas entre los gobiernos socialdemócratas de Europa
Occidental en relación con los trabajadores extranjeros ha sido muy amplia. En parte
estas diferencias pueden atribuirse a las características ideológicas.
Este análisis de la política de empleo y de los resultados de la misma en cinco
estados de Europa Occidental durante la crisis económica indica que, aparte de las
circunstancias económicas y niveles de empleo heredados, dos variables ejercen una
influencia particularmente fuerte sobre la capacidad para combatir el desempleo con
eficacia en los gobiernos socialdemócratas. La primera de estas es el tiempo de relación
de los partidos socialdemócratas con los respectivos movimientos sindicales nacionales
y el carácter de estos sindicatos. Donde estas relaciones son estrechas y los sindicatos
están centralizados y son cooperadores las condiciones para mantener un nivel
comparativamente bajo de desempleo son favorables (Alemania, Austria, GB). Sin
embargo, el que haya sindicatos dispuestos a cooperar y existan unas estrechas
relaciones entre los sindicatos y los gobiernos socialdemócratas no son condiciones
suficientes, ni siquiera necesarias, para el mantenimiento de un bajo desempleo. La
segunda variable que parece ejercer una poderosa influencia sobre la capacidad, o la
voluntad de tales gobiernos para mantener unos bajos niveles de desempleo es la fuerza
de la cultura socialdemócrata.
El impacto del desempleo sobre los partidos socialdemócratas
Los altos niveles de desempleo en Europa Occidental desde el 74 no han
provocado tanta inestabilidad y malestar como se temía cuando la crisis económica se
hizo sentir por primera vez. La depresión de los 30 generó radicalismo político, no se
han cumplido. Una serie de factores pueden ayudar a explicar por qué esto no ha
ocurrido.
En primer lugar, el período del tiempo en q la mayoría de las personas
desempleadas están sin empleo ha seguido siendo limitado. En segundo lugar, la
mayoría de los estados de Europa Occidental, el nivel de prestaciones de la Seguridad
Social para los desempleados es muy alto. En tercer lugar, las tasas de actividad eran tan
altas en la mayoría de los estados que la mayoría de las personas sin empleo podían
vivir en familias donde alguna otra persona estuviese trabajando.
Las potenciales repercusiones de políticas de los altos niveles de desempleo
dependen, en cuarto lugar, de la forma como se distribuye la carga del desempleo.
Contrariamente los grupos clave en los movimientos obreros y sindicales en la mayoría
de los E de Europa Occidental, como los trabajadores cualificados, generalmente han
mantenido una posición comparativamente fuerte en el mercado de trabajo. La
estrategia sindical puede haber estado influenciada por la creencia de que un gobierno
socialdemócrata o laborista todavía representaba el mal menos.
Obviamente los 5 factores podrían constituir juntos no más de un elemento en la
construcción de una explicación de por qué el empleo no ha tenido un impacto más
desestabilizador y radicalizador sobre la política de Europa Occidental.
Si el elevado desempleo no ha provocado ninguna inestabilidad política o
malestar significativo en Europa Occidental, entonces ¿ha tenido algún efecto
perceptible sobre la suerte electoral de los partidos socialdemócratas gobernantes o de
otros partidos o sobre el desarrollo de los sistemas de partidos de Europa Occidental? Si
bien los partidos socialdemócratas son vistos como el partido del pleno empleo
igualmente pueden haberse ganado esta imagen de competencia en política de empleo
sobre la base de su actuación o de sus partidos rivales. En tanto que el desempleo afectó
al resultado de las elecciones de 1979 es casi probable que beneficiara más al Partido
Conservador que al Partido Laborista.
Las expectativas populares con respecto al desarrollo de la economía y la
posición electoral del SPD mejoraron a la vez que es año se ponía en marcha una
recuperación económica.
Por lo tanto, la tesis de la teoría clientelista, en el sentido de que la presencia o
amenaza de alto desempleo debería beneficiar a los socialdemócratas o partidos
laboristas, no resisten bien el análisis, las conclusiones deben extraerse con un elevado
grado de precaución. La confianza pública en la competencia de las políticas de empleo
de los partidos puede verse afectada por la valoración general o la imagen que los
votantes tienen de ellos o por las predicciones o proyecciones económicas, así como, o
en vez de, por los cambios coyunturales en el mercado laboral.
Finalmente, el comportamiento electoral puede haberse vuelto más inestable y
sensible a las experiencias a corto plazo.
Tanto las tensiones internas como las internaciones que se producen en la
búsqueda de una política de pleno empleo son políticas e ideológicas, así como también
económicas por naturaleza. Allí donde las condiciones políticas para su eficiente
funcionamiento están presentes, los métodos de gestión económica ampliamente
keynesianos no son de ningún modo obsoletos, como la reducción del horario salarial,
aunque esto implica recortes en los sueldos, y otra área es la del gasto público/inversión
pública. Sin embargo, podrían encontrar resistencia dentro de los partidos
socialdemócratas y por parte de sus aliados de costumbre, los sindicatos.
El desempleo y los futuros de la socialdemocracia
El problema del desempleo se hizo cada vez más grave en Europa Occidental a
principio de los 80, a la vez que disminuía la capacidad de los partidos socialdemócratas
para solucionarlo. Sin embargo, las diferencias en cuanto a resultados de la política de
empleo han sido importantes y los que han actuado peor han sido castigados
electoralmente, en distintos grados, por su fracaso.
Austria y Suecia quedaron bastante bien para el 83, Alemania tenía menos
esperanzas y peor estaba Francia y todavía peor en GB.
El éxito o fracaso de los partidos socialdemócratas u otros para combatir el
desempleo no es sino una de las muchas variables que influirán en la evolución futura
de la socialdemocracia en Europa Occidental. Pero en la medida en que las tendencias
del desempleo y el futuro de la socialdemocracia están entrelazadas, es probablemente
que la socialdemocracia en Europa Occidental tenga una amplia diversidad de formas.

5.2. Las respuestas políticas a la crisis. El ascenso neoconservador y la Segunda


Guerra Fría. El Estado Nación Europeo: comunitarios y fragmentados. Japón y los
tigres del asiático.
 HARVEY, David. Breve historia del neoliberalismo. Madrid, Akal,
2007.
Cap. I “La libertad no es más que una palabra…”
Para que cualquier forma de pensamiento se convierta en dominante, tiene que
presentarse un aparato conceptual que sea sugerente para nuestras intuiciones, nuestros
instintos, nuestros valores y nuestros deseos, así como también para las posibilidades
inherentes al mundo social que habitamos.
La idea de dignidad y de libertad individual son conceptos poderosos y
atrayentes por sí mismos. En términos más generales, estos ideales atraen a cualquier
persona que aprecie la facultad de tomar decisiones por sí misma.
La idea de libertad, inserta en la tradición estadounidense desde hace largo
tiempo, ha desempeñado un notable papel en Estados Unidos en los últimos años.
Cuando todas las restantes razones para emprender una guerra preventiva contra
Irak se revelaron deficientes, el presidente apeló a la idea de que la libertad otorgada a
Iraq era en sí misma y por sí misma una justificación adecuada de la guerra. Los
iraquíes eran libres y eso era todo lo que realmente importaba. ¿A qué destino, por
consiguiente, se espera que encamine el pueblo iraquí el caballo de la libertad que se le
ha donado por la fuerza de las armas?
De acuerdo con la teoría neoliberal, el tipo de medidas perfiladas por Bremer
eran tan necesarias como suficientes para la creación de riqueza y, por lo tanto, para el
progreso del bienestar de la población en general. La suposición de que las libertades
individuales se garantizan mediante la libertad de mercado y de comercio, es un rasgo
cardinal del pensamiento neoliberal, y ha dominado durante largo tiempo la postura de
Estados Unidos hacia el resto del mundo. Evidentemente, lo que Estados Unidos
pretendía imponer por la fuerza en Iraq, era un aparato estatal cuya misión fundamental
era facilitar las condiciones para una provechosa acumulación de capital tanto por parte
del capital extranjero como del doméstico. A esta forma de aparato estatal la
denominaré Estado neoliberal. Las libertades que encarna reflejan los intereses de la
propiedad privada, las empresas, las compañías multinacionales, y el capital financiero.
Merece la pena recordar que el primer experimento de formación de un Estado
neoliberal se produjo en Chile tras el golpe de Pinochet el «11 de septiembre menor» de
1973.
El golpe contra el gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende fue
promovido por las elites económicas domésticas que se sentían amenazadas por el
rumbo hacia el socialismo de su presidente. Contó con el respaldo de compañías
estadounidenses, de la CIA, y del secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger.
Reprimió de manera violenta todos los movimientos sociales y las organizaciones
políticas de izquierda y desmanteló todas las formas de organización popular.
Conocidos como los “Chicago boys” a causa de su adscripción a las teorías
neoliberales de Milton Friedman, que entonces enseñaba en la Universidad de Chicago.
La historia de cómo fueron elegidos es interesante. Desde la década de 1950 Estados
Unidos había financiado la formación de algunos economistas chilenos en la
Universidad de Chicago.
Pinochet puso a estos economistas en el gobierno donde su primer trabajo fue
negociar los créditos con el Fondo Monetario Internacional. El fruto de su trabajo junto
al FMI, fue la reestructuración de la economía en sintonía con sus teorías. Revirtieron
las nacionalizaciones y privatizaron los activos públicos, abrieron los recursos naturales
(la industria pesquera y la maderera, entre otras) a la explotación privada y desregulada
(en muchos casos sin prestar la menor consideración hacia las reivindicaciones de los
habitantes indígenas), privatizaron la Seguridad Social y facilitaron la inversión
extranjera directa y una mayor libertad de comercio. El derecho de las compañías
extranjeras a repatriar los beneficios de sus operaciones chilenas fue garantizado. Se
favoreció un crecimiento basado en la exportación frente a la sustitución de las
importaciones. El único sector reservado al Estado, fue el recurso clave del cobre (al
igual que el petróleo en Irak). Esto se reveló crucial para la viabilidad presupuestaria del
Estado, puesto que los ingresos del cobre fluían exclusivamente hacia sus arcas.
La reactivación inmediata de la economía chilena en términos de tasa de
crecimiento, acumulación de capital y una elevada tasa de rendimiento sobre las
inversiones extranjeras, no duró mucho tiempo. Todo se agrió en la crisis de la deuda
que azotó América Latina en 1982.
El hecho de que dos reestructuraciones del aparato estatal que presentan una
similitud tan manifiesta, hayan ocurrido en épocas tan distintas y en lugares tan
diferentes del mundo bajo la influencia coactiva de Estados Unidos, sugiere que el
alcance inexorable del poder imperial estadounidense, podría obedecer a la rápida
proliferación de formas estatales neoliberales alrededor del mundo registradas desde
mediados de la década de 1970. Aunque sin duda esto se haya producido a lo largo de
los últimos treinta años, en ningún caso constituye toda la historia, como muestra el
elemento doméstico del giro neoliberal en Chile. Por otro lado, Estados Unidos no
obligó a Margaret Thatcher a adentrarse en la inexplorada senda neoliberal en 1979.
La reestructuración de las formas estatales y de las relaciones internacionales
después de la Segunda Guerra Mundial, estaba concebida para prevenir un regreso a las
catastróficas condiciones que habían amenazado como nunca antes el orden capitalista
en la gran depresión de la década de 1930. Al parecer, también iba a evitar la
reemergencia de las rivalidades geopolíticas interestatales que habían desatado la
guerra.
Tal vez, el mejor retrato del pensamiento de la época se encuentre en un
influyente texto escrito por dos eminentes sociólogos, Robert Dahl y Charles Lindblom,
que fue publicado en 1953. En opinión de ambos autores, tanto el capitalismo como el
comunismo en su versión pura, habían fracasado. El único horizonte por delante era
construir la combinación precisa de Estado, mercado e instituciones democráticas para
garantizar la paz, la integración, el bienestar y la estabilidad.
Todas estas formas estatales diversas tenían en común la aceptación de que el
Estado debía concentrar su atención en el pleno empleo, en el crecimiento económico y
en el bienestar de los ciudadanos, y que el poder estatal debía desplegarse libremente
junto a los procesos del mercado -o, si fuera necesario, interviniendo en él o incluso
sustituyéndole-, para alcanzar esos objetivos. Las políticas presupuestarias y monetarias
generalmente llamadas “keynesianas” fueron ampliamente aplicadas para amortiguar los
ciclos económicos y asegurar un práctico pleno empleo. Por regla general, se defendía
un «compromiso de clase» entre el capital y la fuerza de trabajo como garante
fundamental de la paz y de la tranquilidad en el ámbito doméstico.
Actualmente es habitual referirse a esta organización político-económica como
«liberalismo embridado» para señalar el modo en que los procesos del mercado, así
como las actividades empresariales y corporativas, se encontraban cercadas por una red
de constreñimientos sociales y políticos y por un entorno regulador que en ocasiones
restringían, pero en otras instancias señalaban la estrategia económica e industrial.
A finales de la década de 1960 el liberalismo embridado comenzó a
desmoronarse, tanto a escala internacional como dentro de las economías domésticas.
En todas partes se hacían evidentes los signos de una grave “crisis de acumulación de
capital”. Las políticas keynesianas habían dejado de funcionar. El oro no podía seguir
funcionando como la base metálica de la divisa internacional.
Una respuesta consistía en intensificar el control estatal y la regulación de la
economía a través de estrategias corporativistas Esta respuesta era alentada por diversos
partidos socialistas y comunistas en Europa. La izquierda congregó un considerable
poder popular detrás de estos programas, rozando el poder en Italia y ganándolo de
hecho en Portugal, Francia, España y Gran Bretaña, sin dejar de conservar su poder en
la península escandinava. Incluso en Estados Unidos, a principios de la década de 1970,
el Congreso controlado por el Partido Demócrata generó un enorme aluvión de
iniciativas de reforma legislativas.
Pero la izquierda no fue mucho más allá de las tradicionales soluciones
socialdemócratas y corporativistas si bien, a mediados de la década de 1970, éstas se
habían revelado incompatibles con las exigencias de la acumulación de capital. Esto
desencadenó una polarización del debate entre quienes se alineaban a favor de la
socialdemocracia y de la planificación central, por un lado, y los intereses de todos
aquellos comprometidos con la liberación del poder financiero y de las corporaciones, y
el restablecimiento de las libertades de mercado, por otro.
Cómo y por qué el neoliberalismo emergió victorioso como la única respuesta a
esta cuestión es el quid del problema que debemos resolver. Desde una mirada
retrospectiva puede parecer como si la respuesta fuese tan obvia como inevitable, pero,
al mismo tiempo, pienso que es justo decir que nadie supo o comprendió con certeza
qué tipo de respuesta funcionaría y cómo lo haría. El mundo capitalista fue dando
tumbos hacia la respuesta que constituyó la neoliberalización a través de una serie de
zigzagueos y de experimentos caóticos, que en realidad únicamente convergieron en una
nueva ortodoxia gracias a la articulación de lo que llegó a ser conocido como el
«Consenso de Washington» en la década de 1990. Por entonces, tanto Clinton como
Blair pudieron haber dado la vuelta sin problemas a la observación de Nixon y decir de
manera sencilla que «ahora todos somos neoliberales».
Sin embargo, hay un elemento dentro de esta transición que merece una atención
específica. La crisis de acumulación de capital que se registró en la década de 1970
sacudió a todos a través de la combinación del ascenso del desempleo y la aceleración
de la inflación. El descontento se extendió y la unión del movimiento obrero y de los
movimientos sociales en gran parte del mundo capitalista avanzado, parecía apuntar
hacia la emergencia de una alternativa socialista al compromiso social entre el capital y
la fuerza de trabajo. En gran parte de Europa los partidos Comunista y Socialista
estaban ganando terreno, lo q planteaba por doquier una clara amenaza política a las
elites económicas.
Una condición de acuerdo posbélico en casi todos los países, fue que se
restringiera el poder económico de las clases altas y que le fuera concedida a la fuerza
de trabajo una mayor porción del pastel económico.
Tener una participación estable de una tarta creciente es una cosa. Pero cuando
en la década de 1970 el crecimiento se hundió, los tipos de interés real fueron negativos
y unos dividendos y beneficios miserables se convirtieron en la norma, las clases altas
de todo el mundo se sintieron amenazadas.
El golpe de estado de Chile y la toma del poder por los militares en Argentina,
promovidos internamente por las clases altas con el apoyo de Estados Unidos,
proporcionaba un amago de solución. En efecto, los efectos redistributivos y la creciente
desigualdad social han sido rasgo tan persistente de la neoliberalización como para
poder ser considerados un rasgo estructural de todo el proyecto.
Estados Unidos no está solo en este proceso, ya que el 1 % superior de los
perceptores de renta en Gran Bretaña ha doblado su porcentaje de la renta nacional del
6,5 al 13 % desde 1982. Y si lanzamos nuestra mirada más lejos, vemos extraordinarias
concentraciones de riqueza y de poder emergiendo por todas partes (lo mismo sucedió
en China, Rusia y México).
Por lo tanto, la neoliberalización puede ser interpretada bien como un proyecto
utópico con la finalidad de realizar un diseño teórico para la reorganización del
capitalismo internacional, o bien como un proyecto político para restablecer las
condiciones para la acumulación del capital y restaurar el poder de las elites
económicas. En las páginas que siguen, argumentaré que en la práctica el segundo de
estos objetivos ha sido dominante. La neoliberalización no ha sido muy efectiva a la
hora de revitalizar la acumulación global de capital, pero ha logrado de manera muy
satisfactoria restaurar o, en algunos casos (como en Rusia o en China), crear el poder de
una elite económica. En mi opinión, el utopismo teórico del argumento neoliberal ha
funcionado ante todo como un sistema de justificación y de legitimación de todo lo que
fuera necesario hacer para alcanzar ese objetivo.
El ascenso de la teoría neoliberal
El neoliberalismo en tanto que antídoto potencial para las amenazas al orden
social capitalista y como solución a los males del capitalismo, había permanecido
latente durante largo tiempo bajo las alas de la política pública. Un grupo reducido y
exclusivo de apasionados defensores -principalmente economistas, historiadores y
filósofos del mundo académico- se había aglutinado alrededor del renombrado filósofo
político austriaco Friedrich von Hayek para crear la Mont Pelerin Society (su nombre
proviene del balneario suizo donde se celebró la primera reunión del grupo).
Los miembros del grupo se describían como “liberales” (en el sentido europeo
tradicional) debido a su compromiso fundamental con los ideales de la libertad
individual. No obstante, también se atenían a la conclusión de Adam Smith de que la
mano invisible del mercado era el mejor mecanismo para movilizar, incluso, los
instintos más profundos del ser humano como la glotonería, la gula y el deseo de
riqueza y de poder en pro del bien común.
Los neoliberales se oponían aún más fieramente a las teorías en torno a la
planificación estatal centralizada, como las propuestas por Oscar Lange, cuya obra se
aproximaba a la tradición marxista. Las decisiones estatales, argüían, estaban
condenadas a estar sesgadas políticamente en función de la fuerza de los grupos de
interés implicados en cada ocasión (como podían ser los sindicatos, las organizaciones
ecologistas, o los grupos de presión empresariales). Las decisiones estatales en materia
de inversión y de acumulación de capital siempre habrían de ser erróneas porque la
información disponible para el Estado no podía rivalizar con la contenida en las señales
del mercado.
Este marco teórico no es, tal y como varios analistas han señalado, enteramente
coherente.
El rigor científico de su economía neoclásica no encaja fácilmente con su
compromiso político con los ideales de la libertad individual, al igual que su supuesta
desconfianza hacia todo poder estatal tampoco encaja con la necesidad de un Estado
fuerte y si es necesario coactivo que defienda los derechos de la propiedad privada y las
libertades individuales y empresariales.
No obstante, este movimiento permaneció en los márgenes de la influencia tanto
política como académica hasta los turbulentos años de la década de 1970. En ese
momento, comenzó a adquirir protagonismo, particularmente en Estados Unidos y Gran
Bretaña, con la ayuda de varios think-thanks generosamente financiados (ramificaciones
de la Mont Pelerin Society, como el Institute of Economic Affairs en Londres y la
Heritage Foundation en Washington) así como también, a través de su creciente
influencia dentro de la academia, en particular en la Universidad de Chicago, donde
dominaba Milton Friedman. La teoría neoliberal ganó respetabilidad académica gracias
a la concesión del Premio Nóbel de Economía a Hayek en 1974 y a Friedman en 1976.
En mayo de aquel año, Margaret Thatcher fue elegida en Gran Bretaña con el
firme compromiso de reformar la economía. Bajo la influencia de Keith Joseph, un
publicista y polemista muy activo y comprometido que poseía conexiones muy
influyentes con el neoliberal Institute of Economic Affairs, aceptó que el keynesianismo
debía ser abandonado y que las soluciones monetaristas de las doctrinas “dirigidas a
actuar sobre la oferta” eran esenciales para remediar la estanflación que había
caracterizado la economía británica durante la década de 1970.
En una famosa declaración, Thatcher afirmó que no había «eso que se llama
sociedad, sino únicamente hombres y mujeres individuales»; seguidamente ella añadió,
y sus familias. Todas las formas de solidaridad social iban a ser disueltas en favor del
individualismo, la propiedad privada, la responsabilidad personal y los valores
familiares. El asalto ideológico alrededor de estas hebras que atravesaban la retórica de
Thatcher fue incesante «La economía es el método», señaló, «pero el objetivo es
cambiar el alma». Y la hizo cambiar, aunque de formas que en ningún caso fueron
exhaustivas ni acabadas, y mucho menos carente de costes políticos.
En octubre de 1979, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos
durante el mandato del presidente Carter, Paul Volcker, maquinó una transformación da
la política monetaria estadounidense.
El shock de Volcker, tal y como vino a denominarse desde entonces, ha de ser
interpretado como una condición necesaria pero no suficiente de la neoliberalización.
La victoria de Ronald Reagan sobre Carter en 1980 se reveló crucial, si bien
Carter se había desplazado de manera inquietante hacia la desregulación (de las líneas
aéreas y del transporte por carretera) como una solución parcial a la crisis de
estanflación.
Reagan se mostró implacable y contundente con la Organización de
Controladores Profesionales del Tráfico Aéreo (PATCO) en la prolongada y amarga
huelga que protagonizaron en 1981. Esta actitud anunciaba el asalto en toda regla a los
derechos de la fuerza de trabajo organizada en el preciso momento en el que la recesión
inducida por Volcker estaba generando elevados niveles de desempleo (10 % o más). El
prolongado ascenso de salario real comenzó entonces en serio.
Los nombramientos efectuados por Reagan para ocupar los cargos de poder en
materias relativas a la regulación del medioambiente, la seguridad laboral o la salud,
llevaron la ofensiva contra el gran gobierno a niveles nunca antes alcanzados. La
política de desregulación de todas las áreas, desde las líneas aéreas hasta las
telecomunicaciones y las finanzas, abrió nuevas zonas de libertad de mercado sin trabas
a fuertes intereses corporativos. El capital financiero buscó cada vez más en el
extranjero mayores tasas de beneficio. La desindustrialización interna y las
deslocalizaciones de la producción al extranjero, se hicieron mucho más frecuentes.
Y así fue como comenzó el cambio trascendental hacia una mayor desigualdad
social y hacia la restitución del poder económico a las clases altas.
Sin embargo, acaeció otro cambio concomitante que también impelió el
movimiento hacia la neoliberalización durante la década de 1970. La subida del precio
del petróleo de la OPEP que sucedió a su embargo en 1973, otorgó un enorme poder
financiero a los Estados productores de petróleo, como Arabia Saudita, Kuwait y Abu
Dhabi. Gracias a los informes de los servicios de inteligencia británicos, ahora sabemos
que Estados Unidos estuvo preparando activamente la invasión de esos países en 1973
en aras a restaurar el flujo de petróleo y provocar una caída de los precios.
La tradición imperial estadounidense había experimentado una lenta elaboración,
y en buena medida se había definido a sí misma en oposición a las tradiciones
imperiales británicas, francesas, holandesas, así como de otras potencias europeas.
Aunque Estados Unidos había jugueteado con la conquista colonial a finales del siglo
XIX, había evolucionado hacia un sistema más abierto de imperialismo sin colonias
durante el siglo XX. El caso paradigmático se ensayó en Nicaragua en las décadas de
1920 y 1930 (encontrar un hombre fuerte=Somoza=país abierto a las operaciones de K
estadounidenses).
En el periodo posbélico, gran parte del mundo no comunista se abrió al dominio
estadounidense mediante tácticas de este tipo. Éste se convirtió en el método preferido
para repeler la amenaza de las insurgencias y de la revolución comunista, que implicaba
desplegar una estrategia antidemocrática (e incluso más enérgicamente antipopulista y
antisocialista/comunista) por parte de Estados Unidos, que estrechó cada vez más su
alianza con las dictaduras militares y con los regímenes autoritarios represivos (de
manera más espectacular, desde luego, por toda América Latina).
Éste fue el contexto en el que los fondos excedentes que estaban siendo
reciclados a través de los bancos de inversión de Nueva York, fueron esparcidos por
todo el globo. Los países en vías de desarrollo, sedientos de financiación, fueron
estimulados a solicitar créditos en abundancia, aunque a tipos que fueran ventajosos
para los bancos de Nueva York. Sin embargo, dado que lo créditos estaban fijados en
dólares estadounidenses, cualquier ascenso moderado, no digamos precipitado, del tipo
de interés estadounidense, podía fácilmente conducir a una situación de impago a los
países vulnerables. Los bancos de inversión de Nueva York se verían entonces
expuestos a sufrir graves pérdidas.
Esta fórmula se convirtió en un protocolo de compartimiento después de que
tuviera lugar lo que Stiglitz denominó la «purga» de todas las influencias keynesianas
que pudieran existir en el FMI en 1982. El FMI y el Banco Mundial se convirtieron a
partir de entonces, en centros para la propagación y la ejecución del «fundamentalismo
del libre mercado» y de la ortodoxia neoliberal.
No obstante, el caso de México sirvió para demostrar una diferencia crucial entre
la práctica liberal y la neoliberal, ya que, bajo la primera, los prestamistas asumen las
pérdidas que se derivan de decisiones de inversión equivocadas mientras que, en la
segunda, los prestatarios son obligados por poderes internacionales y por potencias
estatales a asumir el coste del reembolso de la deuda sin importar las consecuencias que
esto pueda tener para el sustento y el bienestar de la población local.
El significado del poder de clase
¿Pero a qué nos estamos refiriendo exactamente con el término «clase»? Se trata
siempre de un concepto algo impreciso (algunos dirían que sospechoso incluso). En
todo caso, la neoliberalización ha implicado su redefinición. Esto plantea un problema.
Si la neoliberalización ha sido un vehículo para la restauración del poder de clase,
entonces, deberíamos ser capaces de identificar las fuerzas de clase que yacen detrás de
la misma y las que se han beneficiado de ella. Pero esto es difícil de hacer cuando «la
clase» no es una configuración social estable. En algunos casos, las capas
«tradicionales» se las han arreglado para aferrarse a una base de poder sólida (a menudo
organizada a través de la familia y el parentesco). Pero, en otras ocasiones, la
neoliberalización ha venido acompañada de una reconfiguración de lo que constituye la
clase alta.
No obstante, es posible identificar algunas tendencias generales. La primera se
refiere a los privilegios derivados de la propiedad y la gestión de las empresas
capitalistas - tradicionalmente separadas- para fusionarse mediante el pago a los altos
directivos (gestores) con stock options, esto es, con derechos de compra sobre acciones
de la compañía (títulos de propiedad). De este modo, el valor de las acciones y no el de
la producción, se convierte en la luz trazadora de la actividad económica y, tal y como
se hizo visible con la caída de compañías como Enron, las tentaciones especuladoras
que resultan de esto pueden convertirse en demoledoras. La segunda tendencia ha sido
reducir de manera drástica la laguna histórica entre los intereses y los dividendos
generadores de capital monetario, por un lado, y la producción, la industria o el capital
mercantil dependiente de la producción de beneficios, por otro.
A lo largo de la década de 1970 gran parte de este conflicto o bien desapareció o
bien adoptó nuevas formas. Las grandes corporaciones cobraron una orientación cada
vez más financiera, aunque, tal y como ocurrió en el sector automovilístico, estuvieran
insertas en la producción.
Todo esto estaba conectado con el fuerte estallido de actividad y de poder dentro
del mundo de las finanzas. Se produjo una ola de innovaciones en los servicios
financieros para producir no sólo interconexiones globales mucho más sofisticadas, sino
también nuevas formas de mercados financieros basados en la titularización,
instrumentos financieros derivados y en toda una gran variedad de operaciones
comerciales con futuro. En definitiva, la neoliberalización ha significado la financiación
de todo. Esto intensificó el dominio de las finanzas sobre todas las economías.
Por lo tanto, un notable foco del ascenso del poder de clase bajo el
neoliberalismo, debe atribuirse a los altos directivos que son los operadores decisivos en
los consejos de administración de las empresas, y a los jefes del aparato financiero, legal
y técnico que rodea este santuario de acceso restringido de la actividad capitalista. Sin
embargo, el poder de los auténticos dueños del capital, los accionistas, se ha visto en
cierto modo menguado, salvo que obtengan un porcentaje de votos suficientemente alto
como para influir en la política de la empresa. Pero sería un error reducir el concepto de
clase alta a este grupo únicamente.
Sin embargo, existe todavía otro enigma al que debemos prestar atención en el
proceso de reconfiguración radical de las relaciones de clase. Surge el interrogante, y ha
sido objeto de un amplio debate, de si esta nueva configuración de clase debe ser
considerada transnacional o bien si todavía puede ser concebida como algo basado
exclusivamente dentro de los parámetros del Estado-nación45. Expondré mi propia
posición al respecto. La tesis de que la clase dominante de cualquier país ha confinado
sus operaciones y definido sus lealtades con relación a un único Estado-nación, ha sido
en gran medida históricamente exagerada. Nunca tuvo mucho sentido hablar de una
clase capitalista específicamente estadounidense frente a una clase capitalista británica,
francesa, alemana o coreana. Los lazos internacionales siempre fueron importantes,
particularmente a través de las actividades coloniales y neocoloniales, pero también a
través de vínculos transnacionales que se remontan al siglo XIX, si no antes.
Dónde se adscriben específicamente es importante, pero ello no es más estable
que la actividad capitalista que desarrollan.
Aunque este grupo dispar de individuos insertos en el mundo de las
corporaciones y en el mundo financiero, comercial e inmobiliario, no necesariamente
conspira en tanto que clase, y aunque pueda haber frecuentes tensiones entre los
mismos, poseen, no obstante, una cierta acomodación de intereses que por regla general
reconoce las ventajas (y actualmente algunos de los peligros) que pueden derivarse de la
neoliberalización. Igualmente poseen a través de organización como el Foro Económico
de Davos, medios para el intercambio de ideas y para tratar y asesorar a los líderes
políticos. Ellos ejercen una inmensa influencia en los asuntos globales y poseen una
libertad de acción que ningún ciudadano ordinario tiene.
Perspectivas de libertad
Esta historia de la neoliberalización y de la formación de la clase, así como la
creciente aceptación de las ideas de la Mont Pelerin Society como las ideas dominantes
de la época, resultan especialmente interesantes cuando se colocan al trasluz de los
contraargumentos expuestos por Karl Polanyi en 1944 (poco antes de la fundación de la
Mont Pelerin Society). En una sociedad compleja, observó, el significado de la libertad
se convierte en algo tan contradictorio y tan tenso como irresistible son sus incitaciones
a la acción. En su opinión, hay dos tipos de libertad, una buena y otra mala. En este
segundo grupo se incluían «la libertad para explotar a los iguales, la libertad para
obtener ganancias desmesuradas sin prestar un servicio conmensurable a la comunidad,
la libertad de impedir que las innovaciones tecnológicas sean utilizadas con una
finalidad pública, o la libertad para beneficiarse de calamidades públicas tramadas
secretamente para obtener una ventaja privada». Sin embargo, proseguía Polanyi, «la
economía de mercado, bajo la que crecen estas libertades, también produce libertades de
las que nos enorgullecemos ampliamente.
La idea de libertad «degenera, pues, en una mera defensa de la libertad de
empresa» que significa «la plena libertad para aquellos cuya renta, ocio y seguridad no
necesitan aumentarse y apenas una miseria de libertad para el pueblo, que en vano
puede intentar hacer uso de sus derechos democráticos para resguardarse del poder de
los dueños de la propiedad».
El utopismo liberal o neoliberal esta avocado, en opinión de Polanyi, a verse
frustrado por el autoritarismo, o incluso por el fascismo absoluto.
Las buenas libertades desaparecen, las malas toman el poder
El diagnóstico de Polanyi parece peculiarmente apropiado para nuestra
condición contemporánea. Nos ayuda a avanzar un buen trecho en la comprensión de lo
que el presidente Bush quiere decir cuando afirma que «en tanto que somos la mayor
potencia sobre la tierra, nosotros tenemos la obligación de contribuir a expandir la
libertad».
Tal y como Polanyi podría haber observado, el neoliberalismo confiere derechos
y libertades a aquellos «cuya renta, ocio y seguridad no necesitan aumentarse», dejando
una miseria para el resto de nosotros. ¿Cómo es, entonces, que «el resto de nosotros»
hemos aceptado con tanta facilidad este estado de cosas?
 Finkielkraut: “La nueva derecha americana”
Introducción el complejo de Popeye: En el 78 nacía una nueva ideología en la
que se expresaba la impaciencia respecto a la administración Carter, la nostalgia de los
valores pioneros que crearon Norteamérica, ese movimiento recibió el nombre de nueva
derecha, en los años posteriores con Reagan esa doctrina será mayoritaria. Valores de la
moral familiar y el patriotismo volverán a la sociedad. El New Deal al revés.
1947 Truman dispone de una nueva estrategia militar llamada de
contención.1968, Nixon inicia el movimiento de apaciguamiento, seguridad por
encargo, ejemplo; el Sha de Irán.1976 Carter presidente de la decadencia, da mayor
importancia al eje norte sur que al conflicto este-oeste.
Hay una psicosis de pacifismo, los soviéticos se sienten poderosos (cubanos en
África,), y se lanzan más allá de lo estipulado por el pacto de Varsovia.
El culto de la bipolaridad ve en todo acontecimiento una peripecia de la lucha y
no concede ninguna autonomía a las realidades regionales; no se toma en cuenta otra
motivación que el avance del comunismo o la defensa de occidente. El resto es
desdeñosamente calificado de irracional, o de insignificante.
Watergate revisitado: hacia el 78 las izquierdas están exangües y el
conservadurismo lleva el viento en popa. Que predomine la derecha, solamente se
explica por la necesidad de afrontar los profundísimos efectos de la guerra de Vietnam,
de la contracultura y de todos los movimientos de los años 60. Derecha nacionalista
buscara borrar de Vietnam de la memoria de los americanos
La contraofensiva del hombre normal; es el hombre blanco heterosexual y padre
de familia. La derecha construye una forma de comunicación política basada en el
principio de guerrilla, usan un lenguaje ultrarradical apelan al pueblo, organiza
manifestaciones a Washington en la tradición de las grandes marchas de los años 60 y
ha sustraído a la izquierda sus tácticas extraparlamentarias más provech0osas,
consiguiendo una capacidad de movilización que no había tenido desde los tiempos del
macartismo.
La nueva derecha fiel a los principios de la derecha tradicional emprende
campañas contra acuerdo SALT y contra cualquier forma más o menos tímida de
desarme
La familia es la nueva ciudadela del nuevo conservadurismo que hay que
defender del homosexual que ha sustituido al rojo de macartismo, la mujer igual. Dentro
del campo conservador, la derecha clásica intenta diferenciarse de la derecha puritana
(que moviliza sus adeptos en torno a problemas particulares, a diferencia de la clásica.).
Uso del populismo ultracentralista en su funcionamiento, este movimiento usa el juego
democrático para rechazar sus reglas.
Las desventuras del estado asistencial: hoy en día la antigua mayoría silenciosa”
tiene la voz y se está movilizando el hombre normal defiende su normalidad en crisis al
reclamar menos impuestos, la clase media, convertida en políticamente mayoritaria y
capaz de expresarse, se ha negado a subvencionar el Welfare y cualquier programa de
ayuda a minorías.
Los dos partidos son máquinas vacías sin disciplinas y sin contenidos
diferenciados. La base, en este caso la clase media, manipula al político. Los grupos de
presión, los famosos lobbies, dirigen actualmente la política. Agencias de la sociedad
civil.
La decadencia de los partidos que ha permitido a Carter apoyarse en su propia
diferencia, le obliga ahora a dirigir una nación prácticamente ingobernable, para las
locuras dictatoriales de su predecesor.
La nueva derecha pone en práctica principios de la izquierda europea;
referéndums, activismo de barrio.
Se ha roto el consenso y toda una parte de la burguesía se alza contra el estado
porque en su opinión, el poder público es demasiado prodigo con los parados y las
minorías étnicas.
El capitalismo como utopía; El liberalismo avanza actualmente acompañado del
prestigio de la contestación y de la contracultura. Ser liberal ya no es defender o
justificar el estado de cosas presentes sino, al contrario, denunciar desde un punto de
vista tan moral como empírico sus insuficiencias y su inequidad.
Realizan apología del capitalismo contraponiéndose al orden establecido. El
pensamiento liberal rejuvenecido y desprovisto de complejos procede de
NORTEAMERICA, exactamente de en la universidad de chicago se ha puesto en
marcha, los Chicagos Boys critican al keynesianismo. En la época de intervencionismo
estatal el k esta moribundo.
Los lobbies dictan leyes, son innumerables, cada vez más variados. Decadencia
de partidos, ascenso de los grupos de presión; los neoliberales relacionan este doble
fenómeno con la ampliación de la presencia del estado. Combate vs el estado del
despilfarro
La nueva derecha americana procede del desarrollo y de la fusión de los grandes
principios liberales y del puritanismo.
¿Existió alguna vez una guerra del Vietnam?: en el 44 nació el imperialismo
para completar a escala mundial la política que había demostrado su plena eficacia en
los USA. Un único mundo, bajo la dirección americana era lo que se necesitaba según
Roosevelt y la izquierda liberal para evitar la reaparición de la guerra. Los republicanos
se propusieron a este programa. El imperialismo se consolida con el antisovietismo.
Con la guerra de Vietnam el imperialismo perdió la legitimidad que había
conquistado recién acabada la guerra. El peligro totalitario ya no justificaba los horrores
de Vietnam. Tres derechas ocupan la escena política; la derecha liberal, con su
vanguardia libertaria que atribuye al estado y a su Big Government las disfunciones de
la economía norteamericana y pide el retorno al mercado y libre prensa, 2-la derecha
puritana que defiende la familia vs sus múltiples asaltantes y 3- la derecha nacionalista
que pretende devolver a USA su seguridad y hegemonía. Estas tres se combinan de
diferentes formas.
Las luchas raciales en la Norteamérica post-racista: la segregación real ha sido
sustituida por una segregación de hecho, subterránea y mucho más compleja, más difícil
de combatir que el racismo abierto y consciente.
Hotel California: a partir del final de la guerra de Vietnam, y a partir del
momento de la sustitución del servicio militar por un ejército profesional, ni la política
ni la utopía consiguieron movilizar la masa de los estudiantes
Los años 70 o década de los terapeutas; en cada votación el pueblo brilla por su
ausencia. Para la mayoría de las personas la política no solo es inaccesible, también es
trivial.
Kennedy una leyenda maltrecha: en 1976 el gran tema electoral era la moralidad.
Demócratas y republicanos encuentran las mismas dificultades en dirigirse al
ciudadano. Kennedy no se enfrenta a Carter a partir de problemas o ideas precisas. Un
Kennedy según la imagen común de los yanquis, es u nombre de temple especial, figura
excepcional, un personaje de una talla muy diferente a la de un común de los mortales.
Los hermanos asesinados de Ted, son símbolo de la época de los 60 que ya no
gozan con el favor de la mayoría (la época). Por lo que Kennedy cortar puentes con el
pasado, pero por otra parte lo retoma.
 Joseph Picó - “Los límites de la socialdemocracia europea”. Cap. VI
– Los socialistas y la comunidad europea
Los partidos socialistas en la formación de la CE
La actitud de los partidos socialistas y socialdemócratas europeos respecto a la
Comunidad Europea ha sido muy variada en función de factores diversos. A su
ideología manifiestamente supranacional se han opuesto, en diversas ocasiones
momentos los intereses nacionales; su actitud pro europea, cuando han estado en el
poder, se ha contradicho a sus propias manifestaciones cuando han estado en la
oposición y a su vez ha sufrido la influencia de los sindicatos, sobre todo en aquellos
partidos en los que la componente sindical ha jugado un papel relevante. La iniciativa
para el establecimiento de lo que en un primer momento fue la idea de Europa no tuvo
un peso específicamente socialista, ya que se asocia a nombres como los franceses
Robert Schuman, Jean Monnet y René Pleven o a los belgas Paul-HenrySpaak o a
William Beyen y Sicco Mansholt, de los cuales sólo Spaak y Mansholt era socialistas.
El objetivo de este libro es trazar un esquema del cual ha sido el comportamiento
de estos partidos después de la Segunda Guerra Mundial respecto a la Comunidad
Europea, cuáles han sido los últimos pasos que han dado para la construcción
de la unidad europea y por último cuál ha sido comportamiento paralelo de
los sindicatos.
El Partido Socialista francés
Casi todas las opiniones concuerdan en que Francia es el país que más ha
influido en la creación de la Europa comunitaria. La declaración del 9 mayo 1950 con la
que Robert Schuman en ese momento ministro francés de asuntos exteriores, lanzó la
propuesta de la Comunidad Europea del carbón y el acero comenzaba así: "no es
posible salvaguardar la paz en el mundo de hacer esfuerzos constructivos. La
contribución que puede hacer una Europa organizada y vivas a la civilización es
indispensable para el mantenimiento de las relaciones pacíficas. Con este
objetivo en mente, el gobierno francés propone tomar medidas de ayuda en la
producción franco-alemana de carbón y de acero bajo una autoridad común.
Los franceses pensaban establecer un nuevo marco para las relaciones franco
alemanas, comenzaban a sentar las bases para la formación de la nueva Europa. Más
tarde, con motivo del nacimiento de la OTAN, Mollet recordó que la actitud del Partido
Socialista discurrió por obvias una pacífica y otra defensiva. Desde el punto de vista
pacifista del partido era consciente de la necesidad del desarme universal y el
establecimiento de negociaciones, pero desde el punto de vista defensivo se precisaba
un ejército fuerte que impusiese respeto en el orden internacional. Así, la mayor parte
del partido apoyó la
OTAN, en el Congreso en 1950 se habló de las naciones europeas con
Norteamérica basadas en la fraternal independencia poco después en el periodo de la
Guerra Fría se alineó con Estados Unidos.
Por su parte, la actitud de la derecha gaullista fue contraria a la integración
europea, pero perdió las elecciones de 1956 y esto dio pie a que Mollet y su gobierno
líder acento en las negociaciones que condujeron a la firma del tratado de Roma en
1957. El objetivo de Mitterrand era una Europa federada
en la renuncia a la soberanía nacional en los temas de defensa, política exterior y
moneda, pero esta actitud socialista no venció la voluntad de De Gaulle que se opuso
por segunda vez a la entrada delos británicos en 1967, y no se superó hasta que
Pompidou convocó un referéndum en 1972 para la entrada de Gran Bretaña, Dinamarca
y Holanda, referéndum al que se opuso frontalmente el Partido Comunista francés y
obligó al Partido Socialista a renunciar a su tradicional postura integracionista
aconsejando la abstención con la finalidad de no romper la unidad de la izquierda.
La postura de toda la izquierda comenzó a ser más convergente a partir del
programa común que con motivo de la campaña electoral de 1973, contenía un acuerdo
con los objetivos:
1. la participación en la construcción de la CE, sus instituciones y su política,
pero con una mentalidad para algunos muy izquierdistas, democratizando sus
instituciones y apoyando las reivindicaciones de los trabajadores
2. preservar la libertad de acción en el Mercado Común para la realización de su
programa político y económico. Esta declaración socialista fue la que forzó a los
comunistas a cambiar su visión antagonista.
En estos años socialistas siempre apoyaron el europea, pero desde
postulados ideológicos más radicales que los de sus homólogos. Esta actitud se hizo
todavía más patente en el Congreso en 1939, ante las elecciones europeas directas,
cuando el CERES mostró claramente su hostilidad a la extensión de los poderes del
Parlamento Europeo de una mayor integración. La convención nacional de 1980 el
partido todavía se radicalizó más en defensa de los intereses nacionales.
En el manifiesto del Partido Socialista francés para las elecciones europeas de
1984 se recordaba un gobierno bajo dirección socialista el que firmó el tratado de Roma
por parte francesa, pero que la CE, estaba ahora paralizada y dominada por fuerzas
liberales. El desempeño sólo sería vencido con un programa bloqueo concertado de
recuperación económica, también papel importante al sector público y un verdadero
mercado unificado. Este manifiesto de 1984 se refiere a una Europa sin fronteras, la
unificación monetaria, al apoyo al programa de renovación tecnológica Eureka que la
renovación de la PAC.
El partido Socialdemócrata Alemán
El partido socialdemócrata alemán tuvo en principio una actitud contraria a la
idea de Europa, debido sobre todo a que Schumacher, su primer secretario después de la
guerra, consideró la reunificación alemana como meta primaria. Así, el SPD
(Partido Socialdemócrata de Alemania) no estuvo oficialmente representado en la
conferencia europea de La Haya en 1948 y se opuso a la creación del Consejo de
Europa en 1949 porque veía en ello la consagración de la división de Alemania. Cuando
se inició el plan Schumacher los socialdemócratas se opusieron por considerar que
debería cubrir toda Europa y no sólo una parte de esa, mientras que los sindicatos
reaccionaron positivamente porque les atraía la idea del Comité consultivo de la
Comunidad Europea del carbón y el acero.
La firma del tratado sobre la unidad un momento crucial para el cambio de
postura del SPD. Algunos autores a su entender este cambio, como el hecho de que los
sindicatos habían estado a favor del tratado sobre el acero y el carbón, la popularidad
que iban adquiriendo el industrial europeo, el peso iba conquistando dentro el partido
del grupo parlamentario de los socialistas. A partir de aquí, apoyaron la creación de la
CEE y el EURATOM.
El programa de Bad Godesberg en 1959 proclamaba que el desarrollo
económico exigía la colaboración de los estados europeos que una Alemania unificada
debería llegar a ser miembro del sistema de seguridad europeo.
A comienzos de los años 60 presionaron para crear la Europa de los pueblos en
contraste con Europa de los estados, fueron los primeros en promover la ley para la
elección directa de los parlamentarios, trataron de potenciar el papel del parlamento
sugirieron procedimientos para resolver diferencias con él, Consejo de ministros.
Los socialistas fueron partidarios de ampliar la comunidad a otros países
europeos con la finalidad de no dividir Europa en dos grupos económicos competitivos,
por eso condenaron el veto de De Gaulle a la entrada de Gran Bretaña en 1963 y ante el
segundo veto que puso el general en 1967 el Congreso del SPD, que se celebró en
Núremberg al año siguiente, aprobó una resolución afirmando que persistía todavía en
la finalidad de extender la comunidad a otros países europeos, especialmente Gran
Bretaña, Irlanda y Escandinavia, para construir una comunidad política. En la cumbre
de La Haya de 1969, siendo ya Willy Brandt canciller, y habiendo sido sustituido De
Gaulle por Pompidou, presionaron para el ingreso del Reino Unido.
En 1970, declararon la voluntad de convertir la CE en el área social más
progresista del mundo real trascurso de esa década. La cumbre de París en 1972, en la
que Brandt tuvo una influencia crucial, fue todavía más ambiciosa y acordó que la
Unión Europea debería conseguirse para 1980.
Cuando en 1974 Schmidt sucedió a Brandt en el poder, la comunidad atravesaba
serias dificultades económicas, la crisis del petróleo entorpeció progreso hacia la Unión
Europea y monetaria y además los. Laboristas presionaban para renegociar los términos
de la entrada de Gran Bretaña desde 1972.
Schmidt apoyó las demandas inglesas y en 1974 expresó su acuerdo con la
entrada de Grecia, Portugal y España, después de la caída de las respectivas dictaduras y
concertó su mayor esfuerzo en el establecimiento del sistema monetario europeo, que
fue pactado finalmente en la cumbre de 1978.
El manifiesto de las elecciones europeas de 1979 el SPD debía una carta de
derechos civiles para proteger a los ciudadanos de todos los estados miembros
asegurándoles el pleno empleo, la democracia industrial de acuerdos económicos
para resolver las desigualdades sociales, reclamaba
Además, la unión económica y monetaria y aumentar el poder del
parlamento para controlar el presupuesto y aprobar leyes.
Después de haber perdido las elecciones de 1982, el SPD ha reflejado en sus
programas actitudes más progresistas. La cumbre de Milán de 1985 apoyó la Unión
Europea y subrayó su oposición al poder nuclear y al despliegue de los misiles.
El partido laborista británico
La formación socialista que ha presentado más problemas con la CE ha sido el
partido laborista, que ha mantenido posiciones contradictorias y ambiguas desde su
oposición a la iniciativa Briand en 1929 hasta su propuesta de retirar al Reino Unido de
la CD en 1980. Su política internacional se ha caracterizado más por la defensa de la
soberanía nacional y sus preferencias por el Commonwealth y Estados Unidos en
detrimento de la unidad europea.
Después de la guerra, el laborismo no vio con buenos ojos la unidad europea por
tres motivos:
a. no querían reconocer el peso de Alemania como socio legítimo y con todos los
derechos para emprender una nueva aventura.
b. por su deseo de mantener la soberanía e independencia en un continente
todavía devastado por la guerra.
c. los postulados de la unidad ponían de manifiesto un
reconocimiento insuficiente de la Commonwealth.
Los ingleses, por otra parte, estaban orgullosos de haber ganado la guerra,
aunque hubiese sido de la mano de su gran aliado americano así, el primer paso para la
constitución de una Europa unida, el plan Schuman de 1951, fue rechazado alegando la
forma en que había sido presentado por los franceses.
Esta oposición se evidenció de nuevo ante la propuesta de un plan de defensa de
la CE. Para los laboristas el establecimiento de un ejército europeo duplicaría el sistema
defensivo de la OTAN y además permitiría el rearme alemán.
Quienes primero hicieron una declaración de apoyo al proeuropeo gobierno
conservador británico, para establecer una amplia área de libre comercio, fueron los
sindicatos. En 1957 y 1962 apoyaron las negociaciones para la entrada en la Comunidad
Económica Europea.
En su documento "Labour and the Common Market", el partido laborista
subrayó cinco requisitos para entrar en la Comunidad Europea:
1. fuertes y vinculantes salvaguardas para el comercio y otros intereses de
nuestros amigos de la Commonwealth
2. libertad para seguir con la propia política exterior
3. cumplimiento de la promesa gubernamental para nuestros asociados del área
europea de Libre Comercio
4. el derecho a planificar nuestra propia economía, y
5. garantía para salvaguardar la agricultura británica.
No se puede observar, se trata de una declaración poco socialistas que se zanjó
con el veto de De Gaulle en 1963.
A pesar de que para los laboristas la primera responsabilidad de
todo gobierno británico era la Commonwealth, Wilson (Primer ministro) anunció
en 1966 su decisión de entrar conversaciones para ingresar a la CE, si los intereses
británicos y los de la Commonwealth eran salvaguardados, en 1967 el partido se
pronunció por una mayoría de dos tercios a favor de la entrada, pero mientras tanto, la
petición de ingreso fue vetada de nuevo por el presidente De Gaulle.
En 1971, Wilson se pronunció contra los términos negociados, pero no votar su
aprobación en la Cámara de los comunes, los laboristas se dividieron contribuyendo a la
división con los laboristas accedieron de nuevo al poder en 1974, Wilson renegoció las
condiciones de entrada y propuso un referéndum para el 5 junio 1975, pero ante este
referéndum los socialistas se volvieron a vivir esta contradicción entre la actitud del
partido y la del gobierno se agudizaba cada vez más debido al predominio creciente del
ala izquierda laborista. La presencia continua de este conflicto interno como resultado
que las elecciones europeas de 1979 los laboristas sólo lograsen 17 eurodiputados de los
78que correspondían a todo el Reino Unido, y esta victoria de los conservadores fue una
premonición delo que ocurriría dos meses después con el ascenso al poder de Margaret
Thatcher.
El Partido Socialista italiano
Featherstone afirma que los socialistas italianos fueron los primeros en discutir
las ideas sobre la unidad europea ya que antes la Primera Guerra Mundial, mientras los
socialistas en todas partes entablaban acaloradas discusiones entre nacionalismo
patriotismo e internacionalismo, el Partido Socialista italiano abogaba por una
opción europea, un plan de paz y el desarme pensando que de esta manera
disminuiría el riesgo de guerra sobre todo si progresaba el federalismo.
Pietro Nenni, que fue uno de los líderes indiscutibles del PSI hasta su muerte,
decía que Italia tiene que formar parte de un bloque neutral y rechazaba a
priori el anticomunismo, manteniendo buenas relaciones con la URSS por su
colaboración con el Partido Comunista italiano, el PSI fue expulsado de la internacional
socialista en 1949 y no volvió a ella hasta 1966.
Mientras tanto, el PSI y el PCI atacaron a la OTAN y el Consejo de Europa por
ser instituciones cuya finalidad era esencialmente mantener la división de Europa en dos
bloques y favorecer la hegemonía americana. El plan Schuman fue interpretado por el
PSI como un intento de vincular la producción industrial de occidente con los planes de
rearme del gobierno americano, y se Opusieron también al plan para la defensa de la CE
que suponía el rearme de Alemania. Además, Nenni pensaba que el Mercado Común se
convertiría en una zona de libre cambio más en un medio para establecer una política
económica y social nueva que evitarse el empobrecimiento de las zonas más
desfavorecidas.
El primer cambio de actitud en el PSI se produjo en el Congreso de Milán de
1961, pues, aunque la izquierda y la derecha del partido se encontraban divididas sobre
este tema, Nenni afirmó que se debía prestar mucha atención Europa participando en los
movimientos europeos.
A partir del Congreso de 1964 en Milán, el PSI propuso la entrada del Reino
Unido, Irlanda y Dinamarca y respaldó las elecciones directas al Parlamento Europeo.
Craxi ha sido partidario de la plena integración europea y 1985 un papel muy
importante en la cumbre de Milán, en las discusiones sobre la unidad europea,
proponiendo un tratado que extendiese las competencias de la CE, reforzarse la
Comisión y formalizarse la coordinación de la política exterior.
El Partido Socialista obrero español
En este grupo de cinco países, los socialistas españoles han sido una
excepción debido a las circunstancias políticas por las que atravesaron en la
dictadura. El régimen de franco, intentó directa o indirectamente recabar su
reconocimiento por parte de la Comunidad Europea. En 1962 pidió la integración
que le fue denegada, desde 1970 firmó un tratado comercial con la comunidad
económica europea después de la muerte del dictador, en 1937, España entró a formar
parte del Consejo de
Europa y ya bajo la presidencia de Suárez formuló la petición de ingreso. En
1982 tuvo lugar la entrada en la alianza atlántica bajo el mandato de Calvo Sotelo.
Cuando el PSOE accedió al gobierno del estado cambió de criterio y, al
convocar el referéndum al que se había comprometido, pidió el voto afirmativo a los
electores para integrarse en la estructura no militar y por una defensa que no utilizas
armamento nuclear, alineándose así con países como Francia o es. El punto de vista
económico, el ingreso de España en la comunidad tropezaba sobre todo con los
problemas de agricultura y pesca que afectaba a la economía francesa, de
ahí que los propios socialistas franceses se negasen a la entrada española. Sin
embargo, siendo François Mitterrand presidente del Consejo de ministros de la
Comunidad Europea fue cuando se decidió fijar enero de 1986 como la fecha definitiva
del ingreso.
El PSOE deseaba entrar a formar parte de Europa lo antes posible no sólo por
motivos económicos, sino también políticos, ya que supondría un factor de
estabilización democrática y un punto de no retorno. En la década de los 90 el
socialismo español se ha convertido en uno de los más firmes impulsores de la Unión
Europea
Los últimos pasos para la Unión Europea
La Segunda Guerra Mundial una conmoción general en el ánimo de la mayoría
de la clase política y de los ciudadanos europeos, tan profundo fue el derrumbamiento
moral que se extendió un hondo deseo de sustituir el sistema europeo de Estado-nación
rivales por una nueva forma de afrontar la política del viejo continente, de tal manera
que los europeos se convirtiesen en ciudadanos romanos. Cuando se elaboró el plan
Schuman en 1950, que tuvo como resultado la Comunidad Europea del carbón y el
acero, fue presentado como un primer paso para poder constituir en un futuro la
Federación europea.
Durante los primeros 20 años ha dado la impresión de que los estados han
considerado la continuación de la Comunidad Europea como lo estaba fuera de ellos y
no como parte su propia constitución esencial. Sólo recién, a principios de los años 70,
en la cumbre de La Haya en 1969, y la consiguiente ampliación de la comunidad a otros
miembros, se dio un vuelco los objetivos puramente económicos y comerciales para
caminar más allá hacia metas netamente políticas.
La Comunidad Europea se puede convertir en pocos años en un gigante
económico, en algunos aspectos mucho mayor que Estados Unidos. La Comunidad
Europea tiene un producto nacional bruto y una cuota de comercio internacional mucho
mayor que los Estados Unidos. Sus exportaciones de artículos manufacturados
representan el 26% de los de la OCDE (Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos) frente al 14% los Estados Unidos y el 17% del Japón. Desde
1983, Europa y un superávit en el comercio de mercancías frente a Estados Unidos.
El desarrollo político
En los últimos años de la década de los 80 el proceso ha sufrido un cambio
considerable en su evolución y aceleración. Dejando de lado los sucesos acaecidos en
los países del este, que aun siendo de crucial importancia, no cambiarían
sustancialmente estructura institucional de la CE, aunque pueden fortalecerla
considerablemente, al convertirse la Europa comunitaria en polo de atracción de toda
una serie de estados de Europa central y oriental como Polonia, Hungría o
Checoslovaquia.
Los principales acontecimientos de esta última fase han sido los siguientes:
a. el acuerdo de 1984 sobre la aportación presupuestaria británica
b. el fortalecimiento del poder de las funciones de la CE, que desembocó en el
borrador del tratado de la Unión Europea
c. el acuerdo de Luxemburgo sobre el acta única de 1985, para alcanzar una
Europa sin fronteras en 1992, y
d. el acuerdo que aumentó los recursos presupuestarios duplicando el volumen
de fondos y dándole entrada definitiva a España en enero de 1986
El fortalecimiento de las instituciones ha sido también un camino muy lento.
Durante muchos años no se había hecho ningún progreso hacia una mayor integración
comunitaria. Faltaba todavía el objetivo final de la unidad europea, suponía una
posición exterior común, mayor cohesión de la política económica interna, un acuerdo
compartido sobre sistema de seguridad, mayor armonización jurídica y legal mayor
cooperación científica y cultural.
A pesar de que la mayor parte de la población europea consultada ha sido
siempre favorable a la unidad, sólo en 1984, cuando François Mitterrand llegó a la
presidencia, sufrió un impulso decisivo.
Una de las cuestiones más importantes es el desarrollo de las instituciones su
nivel de integración del Parlamento Europeo se creó en 1958 y tomó el nombre de
asamblea como característica de la cámara donde se exponen y discuten los temas, pero
sin casi ninguna autoridad. Se trataba de una institución débil. Hasta los años 80 el
parlamento carecía de la mayoría de los atributos. Sus poderes legislativo y
presupuestario eran muy limitados. Poco a poco el parlamento tomó mayor
protagonismo. Al Parlamento acompañan con instituciones más representativas el
Tribunal de Justicia, árbitro de intérpretes de la legislación de la comunidad, el Consejo
Europeo como árbitro político, el Tribunal de Auditores como fruto de las finanzas
comunitarias y el Banco de Inversiones.
El desarrollo económico
La CE carece de un plan económico global y la atención del
Mercado Común se ha centrado principalmente en la eliminación de las
barreras del comercio y otras formas de discriminación económica que podían
afectar negativamente al comercio interior de la propia comunidad. No existe, por tanto,
ningún consenso sobre los objetivos macroeconómicos de la comunidad. Lo que sí se ha
puesto en práctica es una serie de instrumentos económicos para evitar acciones
nacionales que deformen la estructura competitiva del mercado, como las barreras
arancelarias, las ayudas estatales, o para facilitar el intercambio, como Sistema
Monetario Europeo, el Banco Central o la moneda común.
El artículo segundo del tratado de Roma establece los objetivos de la CE: "la
promoción de un desarrollo armonioso, una expansión continua y equilibrada, un
aumento de la estabilidad, un aumento acelerado de los niveles de vida unas relaciones
más estrechas entre los estados miembros".
En la década de los 80, con la tercera revolución industrial basada en el micro
electrónico y las tecnologías de la información, Europa tomó conciencia de que las
empresas japonesas y americanas eran muy superiores a las europeas de las nuevas
tecnologías. Este miedo al retraso rubio y su falta de dinamismo se imputó a la
fragmentación de la economía europea debido a la existencia de múltiples mercados
nacionales de ahí que una de las soluciones más importantes para hacer frente a esta
competencia se dice en la desaparición de las barreras aduaneras y la formación de un
mercado único, el libre tránsito de mercancías, trabajadores, servicios y capital,
poniendo una fecha definitiva a estas barreras en 1992, debido al elevado coste supone
este obstáculo administrativo.
Otro de los retos fundamentales que se le presentan a Europa en este final de
siglo es el de la creación asimilación de las nuevas tecnologías. La CE ya se percató de
este problema en el primer proyecto de Monet ha salido al paso con el proyecto ESPRIT
(Programa Estratégico Europeo para Investigación y Desarrollo en Tecnología de la
Información) y el Eureka (Agencia de Coordinación Europea de la Investigación).
De esta manera el programa ha generado expectativas para afrontar la
competencia que viene del Japón y Estados Unidos. Por su parte, Eureka es
primordialmente un programa de investigación civil y comprende diversos programas
de grandes ordenadores, la tercera generación de la robótica, empresas
automatizadas redes de investigación y equipamiento de altas tecnologías en las
empresas.
El desarrollo social
La entrada en la CE de los países del sur y sobre todo los más pobres añadió una
nueva dimensión a los problemas de la unidad, se trataba de la dimensión social. La
libre circulación de mercancías podía ir en detrimento de las regiones más pobres. Por
eso algunos gobiernos como el griego, el español y el portugués pidieron añadir
declaraciones separadas al acta única argumentando que el progreso hacia el mercado
único no debería perjudicar a los sectores sensibles y vitales de su economía y exigían
medidas para reequilibrar las regiones más pobres.
A mediados de 1980, la Comisión adoptó cuatro nuevas disposiciones ejecutivas
para simplificar y reformar los fondos estructurales estas disposiciones definen las áreas
de trabajo de los tres fondos (fondo social europeo, fondo de desarrollo regional
europeo y FEOGA), la coordinación entre ellos y el banco de inversión europeo. Desde
entonces la Comisión ha propuesto ya una serie de objetivos coordinados para aplicar
estos fondos, reservado 5 a principales de interés, que son:
1. el desarrollo estructural y el ajuste de las regiones más pobres
2. la reconversión de las regiones, que incluyen las áreas de empleo y las
comunidades urbanas afectadas seriamente por el declive industrial
3. combatir el paro de larga duración
4. la integración profesional de la juventud
5. el ajuste de las estructuras agrícolas y el desarrollo de las zonas industriales
El objetivo global de todo esto es asegurarse que la asistencia se dirige a las
zonas de mayor necesidad de modo efectivo y estable fondo social debe también
promover la formación más que la simple readaptación y reinstalación de los
trabajadores; reciclar a estos desempleados para afrontar el progreso tecnológico y
combatir el su empleo en la periferia.
La dimensión social del mercado único superior les planteó además problemas
muy importantes por los salarios, el empleo, el entorno laboral, las normas y los
dumpings sociales.
Los sindicatos y la Comunidad Europea
Hemos visto que los sindicatos, a diferencia de algunos partidos socialistas,
vieron el Plan Schuman para establecer la Comunidad Europea del carbón y el acero
(CECA) con un interés creciente, puesto que el plan implicaba a más de 2 millones de
trabajadores que quedaban afectados por los cambios estructurales que conservaría el
establecimiento de este amplio mercado. A su vez los sindicatos también fueron
considerados por Monet como miembros activos del Comité de acción para los estados
unidos de Europa desde su fundación.
¿Hacia una Europa socialdemócrata?
La pregunta que se han de formular por los socialdemócratas europeos es: ¿cuál
va a ser el papel de la socialdemocracia propia en este juego? Ahora bien, aunque la
unión política pudiera ser en 1933, los pasos decisivos para configurar un espacio
jurídico y político se han de dar todavía, y ahí es donde la socialdemocracia Lopera ha
de prestar mucha atención tres son los ámbitos en que se establecerán estas
coordenadas: la unión política, la unión económica y la carta social, a su vez, esta
conformación política marcará más pronto o más tarde su papel en el escenario mundial.
La socialdemocracia europea ha de ser consciente de que más que un
determinado tipo de alianza geopolítica un sistema monetario, lo que diferencia era el
modelo europeo del de otros continentes sea la carta de los derechos ciudadanos.
Solamente la política de equilibrio podrá fundamentar a la larga una CE que no muestre
las debilidades estructurales que hasta ahora presenta, usa fortaleza le permitirá jugar un
papel protagonista en el escenario mundial.
 Historia general del siglo XX - Guiliano Procacci
Cap. XXXIII – Europa Occidental en los años 70
Fue una década difícil: final del sistema de Bretton Woods 1, devaluación del
dólar y revalorización del marco habían favorecido sus términos de intercambio, pero se
empeorarían por su dependencia de las importaciones de oriente medio. Se pasó de un
valor de 3 u$s del petróleo en junio de 1973 a 32.5 u$s en diciembre de 1980.
La RFA (La Alemania Occidental o Alemania del Oeste fue el nombre
extraoficial con el cual fue conocida la República Federal de Alemania) fue el estado
que mejor grupo sortear las dificultades de la coyuntura económica. El canciller
Schmidt puso en marcha con éxito una política anti coyuntural basada en la
concertación con los sindicatos. Pero esto se vio opacado por el terrorismo: grupo
Baader-Meinhof. Con la segunda crisis petrolera de 1979 3, la coyuntura económica
volvió a emplear y aumentó el número de desocupados. En 1982, asume como canciller
Helmut Kohl.
Francia padecerá una notable inestabilidad económica a partir de 1973. Ante ello
el primer ministro Raymond Barre en vez de recurrir a la concertación, depositó su
confianza en los recursos y los automatismos del mercado. Desde su puesto desarrolló
una política económica de austeridad, en una época marcada por la crisis económica del
petróleo de 1979. Su economía estaba agotada. En 1981 es elegido presidente el
socialista François Mitterrand 5.
Gran Bretaña va a sufrir un recrudecimiento de la cuestión de Irlanda del Norte.
Los temas dominantes del debate político inglés eran: la adhesión a la comunidad de
estados europeos y las relaciones entre el gobierno y los sindicatos. Aparecen en ese
tiempo los "euroescépticos".
Edward Heath, (gobierno conservador), después de la derrota conservadora en
1964, se convirtió en una figura importante de la oposición, siendo elegido líder de la
misma en 1965, obteniendo la victoria en las elecciones del 18 de junio de 1970
derrotando al laborista Harold Wilson. Nombrado primer ministro, tuvo que hacer
frente a la crisis del conflicto terrorista en Irlanda del Norte. Siguió impulsando la
entrada en la Unión Europea que consiguió en 1973. Tuvo que hacer frente en 1972 a
numerosas huelgas. La crisis económica dio al traste con los intentos por reactivar la
economía, lo que constituyó uno de sus fracasos fundamentales en política interior. Tras
el fracaso de las elecciones del 10 de octubre de 1974, fue sustituido por Margaret
Thatcher en 1975 como líder conservador.
Harold Wilson, (Gobierno laborista). Desde 1974 llevó a cabo la concertación
con los sindicatos. Desde1973 Inglaterra era parte de la comunidad de estados europeos.
La izquierda estaba en contra. Hay un aumento de la inflación, la balanza de pagos era
deficitaria, aumentan los desocupados. La esperanza era el petróleo del mar del Norte,
pero los costes de las inversiones eran mayores que los beneficios.
El primer ministro James Callaghan en septiembre de 1976 tuvo que recurrir al
Fondo Monetario Internacional por préstamos. Sus tres años en Downing Street, como
primer ministro, concluyeron en el llamado “invierno del descontento”, con el
país prácticamente paralizado por continuas huelgas sindicales, que dieron munición
a la oposición conservadora. Las huelgas estuvieron presentes desde 1978 a 1979. Una
moción de censura, que Callaghan perdió por un voto, precipitó la convocatoria de las
elecciones generales de 1979, que sellaron el ascenso de Margaret Thatcher.
Después de triunfar con su partido en las elecciones generales de marzo 1979,
Margaret Thatcher se convirtió en la primera ministra del Reino Unido. Después de
llegar al número 10 de Downing Street, Thatcher introdujo una serie de iniciativas
políticas y económicas para revertir lo que percibía como un precipitado declive
nacional en el Reino Unido.
Para el autor, la desindustrialización, aspecto visible de la Inglaterra de los 70,
no significa forzosamente decadencia, sino también una forma de reconversión.
Italia además de recesión económica tuvo una profunda crisis social y política.
Fue la época del terrorismo, conocida como los "años de plomo" 7. Fue la época de las
brigadas rojas 8 y otro grupo.
Después de la "primavera de Praga", el Partido Comunista italiano se distancia
de Moscú busca la coalición con las otras fuerzas políticas.
En 1978 se produce el secuestro y muerte de Aldo Moro.
También se producen importantes cambios en España y Portugal, de la mano de
Adolfo Suárez 10 y Mario Soares.
Chipre vivirá en punto su crisis durante 1973 y 1974 Grecia en 1974 pone fin a
la dictadura de los coroneles. El primer ministro será Constantinos Karamanlís. En 1981
ingresa a la CEE.
Las recetas keynesianas ya no funcionaban.
CEE: existe el riesgo que los países europeos recurrieran al proteccionismo. Pero
la CEE 12 soportó la prueba. El eje franco -alemán estaba consolidado. En el 1978 en
Bremer, la cumbre europea que para enero de 1979 un sistema monetario europeo
(todos se adhieren menos Gran Bretaña).
En cuanto a la integración política, en junio de 1979 se realizó la primera
elección con sufragio universal directo del Parlamento Europeo
La política que emprende la RFA bajo la dirección de Willy Brandt: la
"ostpolitik" tendrá como testigo el asignar Europa un papel activo, no sólo en la
distensión, sino en la promoción de una verdadera cooperación entre las dos partes del
continente. Pero la lógica de la guerra fría hizo que se impusiera el enfrentamiento
bipolar (los euromisiles y Afganistán).
Cap. XXXIV – El área del Pacífico en los años 70
El estado en más afectado en los años 70 fue Japón ya que
dependía casi totalmente de las importaciones de oriente medio para su
abastecimiento energético. La crisis del 73 afectó severamente su economía. Pero la
reacción fue muy eficaz. Los factores que permitieron superar la coyuntura fueron los
mismos de los años 50:
- bajo nivel de gasto militar
- relaciones industriales basadas en la contratación empresarial
- estabilidad política
A ello debe sumarse una reconversión del aparato industrial potenciando los
sectores de la electrónica y la robótica.
Se va a dar un contencioso acercamiento con Estados Unidos y la CEE. Para el
año 1975, se van superando las asperezas. Lo mismo va aumentar las relaciones
económicas con Corea del Sur, Taiwán y la ASEAN (Malasia, Tailandia, Singapur,
Indonesia, Filipinas). El problema era China, con quien no tenía relaciones diplomáticas
y su reconocimiento era incompatible con la alianza con Estados Unidos.
Por su parte, China era en ese momento una incógnita. Entre 1971-1978 hay una
lucha interna entre un desarrollo acelerado o un desarrollo gradual y sostenible (con
soluciones o variables intermedias). Tras la muerte de Zhon Enlai y ocho meses más
tarde la de Mao quedaba al frente del gobierno Hua Guofeng, surgiendo en su contra
Den Xiaoping. Hua Guofeng renunciará en 1979. Deng propone las cuatro
modernizaciones: industria, agricultura, ciencia y técnica y defensa. Pero faltaba capital
y tecnología. Por lo tanto, debía replantearse la política exterior. Entre el
"hegemonismo" de la URSS y Estados Unidos, China entiende que la URSS tiene una
política dirigida a aislar, burlar y debilitar a China, por lo cual inicia el acercamiento
con Estados Unidos.
Estados Unidos responde con el abandono de la "teoría de las dos Chinas". Ante
ello, Japón reconoce a China popular y clausura su embajada en Taiwán (eso no impide
la continuación de las relaciones comerciales). El ejemplo japonés es seguido por la
ASEAN.
En 1978 Estados Unidos y China reabren las relaciones diplomáticas.
Los tigres asiáticos rechazan el modelo de desarrollo basado en la sustitución de
las importaciones.
Adoptar el modelo japonés basado en la integración en el mercado internacional
y del papel popular delas exportaciones, basándose en un régimen de bajos salarios.
Como diferencia con Japón, estos países poseen regímenes autoritarios.

Características del ASEAN


Entre 1945 y 1990, en el contexto de la Guerra Fría, se los comenzó a ver como
potencias. Las principales economías que se han desarrollado tan vertiginosamente —
Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán— demostraron un crecimiento en
calidad, cantidad y bajo precio en sus productos alcanzando mercados internacionales.
A mediados de 1950, apuntaron a los avances tecnológicos y a políticas sustitutivas
de importación, orientándose luego a las exportaciones. Estos países han
cambiado paradigmas mundiales. Parte del éxito de estos países, se ha basado en:
a. La abundancia de mano de obra.
b. Salarios bajos (Con largas jornadas de trabajo).
c. La carencia de derechos laborales.
d. La creación de las zonas francas portuarias, donde las empresas están exentas
de impuestos, de aranceles aduaneros y se les ofrece una legislación especial en materia
laboral (como, por ejemplo, limitación de derechos sindicales), además de mejoras de
infraestructura a cargo del Estado.
e. La fuerte inversión estatal y el desarrollismo dirigido, llevando la contraria al
FMI (ver Ha-joon Chang).
Estos factores han contribuido a la deslocalización de muchas empresas e
industrias, concentradas en países desarrollados, que no necesitaban mano de obra
cualificada, por lo que han trasladado sus sedes a estos lugares.
En poco tiempo, los países del sudeste asiático pasaron a ser países de escaso
crecimiento como contrapartida de bajos salarios de los trabajadores, lo cual resultó
atractivo para empresas extranjeras que se instalaron en la región. La inversión
favoreció el resurgimiento de la economía, pero siempre y cuando éstas tendieran a
los intereses nacionales, a la competitividad y a las expectativas del
empresariado local.
Cap. XXXV – EE. UU. y Europa Occidental en los 80´ y 90´ –
Convergencias y Divergencias
En 1980 Ronald Reagan 18 es elegido presidente. Durante esta época Estados
Unidos poseía como característica una gran movilidad social que se basaba en
inmigrantes, una gran reestructuración y desplazamiento industrial modificado por su
geografía económica, una expansión del sector terciario, una alta tasa de mano de obra
femenina y mutaciones en el mercado de trabajo producto de la innovación tecnológica.
Consecuencia de esta movilidad social se presentan cambios en la familia
estadounidense. El tiempo de un gran déficit presupuestario. Bajo la presidencia de
Ronald Reagan y gasto militar fue cada vez más oneroso y la balanza comercial más
deficitaria por la sobrevaloración del dólar.
Hay factores psicológicos que también pueden ser mencionados durante esta
época: el conflicto que trajo aparejado la guerra de Vietnam la embajada de Teherán. Es
por eso que Estados Unidos comenzó a llevar a cabo una política de "enseñar los
dientes": se sintió la época de los misiles interestatales, misiles para submarinos,
bombarderos B1, el proyecto de SDI, la isla de Granada, la lucha contra los sandinistas,
el Irangate, la ayuda a los rebeldes afganos, el bombardeo a Libia. Conjuntamente la
URSS comenzó a verse como "el imperio del mal". Es el momento de la segunda guerra
fría.
Comunidad de estados europeos: durante esta época Europa tenía tras de sí
graves problemas laborales producto de la escasez de mano de obra, las amplias
migraciones en, la xenofobia que se complementaba con el bloqueo o la expulsión de
los migrantes.
También se dio una disminución de la tasa de mortalidad y
comienza a preocuparse todo lo concerniente al medio ambiente. Es el momento
de aparición de grupos o partidos ecologistas o" verdes". En la República Federal
Alemana tuvieron gran importancia.
En Gran Bretaña, Margaret Thatcher abandone los planteamientos keynesianos y
adoptó una política de tipo monetarista y liberalista. El resultado de todo esto fue la
reducción de la inflación (el resto fue negativo). Recibe apoyo con la guerra de
Malvinas (1982), que se traduce en una gran popularidad. Se alienta a la compra de
viviendas por los inquilinos. Se privatizar industrias nacionalizadas. También derrota al
sindicalismo. Finalmente, en 1990 renuncia.
Por su parte Alemania, bajo el mando de Kohl en 1983 introduce medidas que
son desgravaciones fiscales a favor de las empresas, hay un recorte del gasto público y
hay una concertación con los sindicatos.
Es una época de defensa del medio ambiente. El partido verde gana adeptos
Alemania continúa con la política de la "Ostpolitik".
En 1986 se firma el acta única, éste era un compromiso de transformar antes de
1992 la comunidad europea en un "espacio sin fronteras internas en el que estará
asegurada la libre circulación de mercancías, personas y capitales". Se dejaban de
lado sus barreras arancelarias, vinculaciones fiscales, jurídicas, etcétera. La
comunidad adquiere poderes propios en detrimento de la soberanía de los estados. Uno
de los problemas era la política exterior y la seguridad común (PESC): había dos
planteamientos.
a. Los "atlantistas": Inglaterra y Holanda eran partidarios de una estrecha
relación con la OTAN
b. los "europeístas": Francia y Alemania que buscaban revitalizar la
UEO (Unión Europea
Occidental) y constituir una fuerza europea de defensa autónoma.
Esto implicaba extintas relaciones con Estados Unidos. En 1992 se firman
tratado de Maastricht: se aprueba el tratado fundacional de la Unión Europea y se fija el
plazo para la adopción de la moneda única (1999). Pero hay varios problemas sin
resolver: libertad de circulación de mano de obra, inmigración y derecho de asilo.
5.3. Problemas y contradicciones del desarrollo económico en el mundo
socialista. La URSS: desde el “crecimiento declinante” de Breznev a la Perestroika de
Gorbachov. El derrumbe del Imperio soviético: Conflictos latentes y enfrentamientos.
China después de Mao: las reformas de la era Deng Xiaoping. La transición del
socialismo al capitalismo: elementos generales.
5.3. Problemas y contradicciones del desarrollo económico en el mundo
socialista. La URSS: desde el “crecimiento declinante” de Breznev a la Perestroika de
Gorbachov. El derrumbe del Imperio soviético: Conflictos latentes y enfrentamientos.
China después de Mao: las reformas de la era Deng Xiaoping. La transición del
socialismo al capitalismo: elementos generales.
 BAILEY, Paul J. China en el siglo XX. Madrid, Ariel, 2002.
Capítulo 7 “El orden posmaoísta”.
Tras un breve interregno después de la muerte de Mao en el que su sucesor Hua
Guofeng trató de continuar con las políticas maoístas en 1978 se dio inicio a un cambio
de dirección y desmantelamiento de la herencia maoísta. Algunos de los cambios o bien
recordaban a las iniciativas de principios de la década de 1960 o bien representaban la
consolidación de tendencias ya iniciadas durante los últimos años de Mao (ej: política
exterior), las reformas orientadas al mercado constituyeron una transformación lo
suficientemente drástica como para que un observador, a finales de la década de 1980
describiera el período posmaoista como una segunda revolución en donde el legado
maoísta había sido completamente enterrado.
Esos cambios vinieron acompañados por el rechazo de otras contraseñas
maoístas relativas a la enseñanza, a la naturaleza del ELP y a la política demográfica.
El proceso de reforma, no obstante, situaba al PCC ante dos dilemas
fundamentales dad su presuposición explícita de que la primacía del gobierno
monopartidista no se cuestionaría nunca. En primer lugar ¿cómo habría de actuar el
partido para alentar la participación de grupos más amplios de personas, revigorizar sus
instituciones políticas moribundas y diferenciar claramente el partido del gobierno sin
poner en peligro el control global primero? Y en segundo término ¿cómo actuaría el
partido para alentar la participación de grupos más amplios de personas, revigorizar
unas instituciones políticas moribundas y diferenciar claramente el partido del gobierno
sin poner en peligro el control global del primero?
El cambio de dirección histórico de 1978
Hua Guofeng fue el sucesor elegido de Mao, que disfrutó del honor de haber
salvado al partido y al país de las maquinaciones de la Banda de los Cuatro, incluso
hasta el punto de fomentar un mini culto a la personalidad de sí mismo.
La reunión de 1977 del comité central que aprobó la posición de Hua como
sucesor de Mao, aprobó también el retorno de Deng Xiaoping, que se convertiría en
miembro del Comité Permanente del Politburó. Deng estaba condenado a chocar con
Hua, que seguía identificándose con el legado maoísta y que había alcanzado un papel
prominente con la Revolución Cultural.
A principios del 78 Hua anunció un ambicioso programa decenal de desarrollo
industrial y agrario, redactado en términos maoístas que hacían hincapié en el papel de
espíritu revolucionario como guía de la modernización. Durante todo el 78 Xiaoping y
sus colaboradores socavaron la posición de Hua criticando implícitamente la obediencia
ciega al pensamiento de Mao y utilizando, irónicamente eslóganes tales como “la
práctica es el único criterio de verdad” y “busca la verdad en los hechos”, que se
inspiraban en los propios textos de Mao.
En vísperas del propio pleno (el tercero) el partido declaró que las protestas de
Tiananmen de abril del 76, que habían sido condenadas como contrarrevolucionarias,
eran de hecho revolucionarias, juicio que ponía a Hua en una situación incómoda, ya
que en aquella época él había estado a cargo de la seguridad y había sido el responsable
de reprimir las protestas. Durante el pleno el respaldo a la posición de Deng se
manifestó bajo la forma del movimiento de Muro de la Democracia. Un antiguo
activista de la Guardia Roja propuso que se instaurara la democracia como una Quinta
Modernización. Para Deng siempre temeroso del luan (desorden/caos) y de la ruptura
del control centralizado del partido, que había presenciado personalmente durante la
Revolución Cultural, tales ideas iban lejos y el movimiento fue reprimido en marzo del
79. Al igual que ocurriera tras la campaña de las Cien Flores en el 57 el partido impuso
límites a las potenciales críticas.
Entre el 78 y el 81 la posición de Guofeng se hizo cada vez más vulnerable.
Asimismo, en el 78-80 se dieron los primeros pasos para descolectivizar la agricultura e
introducir la autonomía de gestión en las empresas públicas urbanas. En el 80 Hua había
renunciado al cargo de primer ministro y era reemplazado de Zhao Ziyang. En el
transcurso del 80, asimismo varias destacadas víctimas de la Revolución Cultural, como
Liu Shaoqi, fueron rehabilitadas póstumamente. Así, las cuatro libertades, como el
derecho de huelga, se eliminaron de la constitución revisada de 1982.
Cuando se sometió a juicio a la Banda de los Cuatro entre noviembre de 1980 y
enero del 81 bajo la acusación de procesar a millones de personas durante la Revolución
Cultural, Jiang Ping desafió al tribunal especial de treinta mostrándose impenitente e
insistiendo en que ella y sus colaboradores sólo habían seguido las instrucciones de
Mao.
La condena de la Revolución Cultural hecha pública mediante el juicio perjudicó
aún más de Hua, pero el dilema planteado por las referencias de Jiang Ping a Mao
seguía vigente. La resolución dejaba claro, no obstante, que las aportaciones de Mao
superaban a sus errores, y que su pensamiento seguiría constituyendo la guía de acción
del PCC. No podría hacer sido de otro modo. Esta crisis de fe afectaba especialmente a
las personas cuya edad rondaba la treintena.
No obstante, la Resolución de 1981 había rechazado varias consignas
ideológicas maoístas, incluyendo las ideas de que la lucha de clases debía continuar tras
el establecimiento de un estado socialista de que debería surgir una clase burocrática en
el seno del partido, y de que habría que aparecer contradicciones entre el partido y el
pueblo. En el 81 se consideraba que el RPC se hallaba en el estado primario del
socialismo.
Asimismo, a partir del 81 se dio el espaldarazo oficial a la desmitificación de
Mao, que se había iniciado ya a finales de la década del 70. A principios de la década
del 80 se eliminaron la mayoría de los retratos de Mao de los lugares públicos. A finales
de los 80 y principio de los 90 sin embargo se había apoderado de la población de una
nostalgia de Mao, en parte como respuesta al creciente desencanto frente a la cada vez
mayor corrupción oficial que habían engendrado las políticas de reforma económica de
Deng.
El impacto inicial de la reforma
Fue el ámbito de la agricultura donde las políticas económicas de reforma
tuvieron su impacto más significativo. Las familias podrían ahora firmar contratos con
el equipo de producción, así como tomar tierras de éste en arriendo; todas las decisiones
relacionadas con la inversión y la producción se tomaban en la unidad familiar y, tras
cumplir con sus obligaciones para con el estado, esta podía disponer de sus cosechas en
un dilatado mercado libre rural. En 1985, las compras estatales obligatorias de algodón
y cereales se habían reemplazado por un sistema de contratos de adquisición más
voluntarios. Por otra parte, en las 84 nuevas regulaciones permitían que las tierras se
contratarán por un período de hasta quince años. Las reformas aprobaron también la
formación de familias especializadas en el campo.
Estas reformas tuvieron como resultado un aumento generalizado de la renta en
las zonas rurales a principios de la década de 1980, aunque inevitablemente surgieron
desigualdades. También llevaron prácticamente al desmantelamiento de la comuna y al
consiguiente declive de los servicios de bienestar colectivos.
La reforma urbana se inició con la reducción del número de productos
industriales vendidos a precios fijos y a continuación se permitió una mayor autonomía
de gestión y la retención de beneficios en las empresas de propiedad pública.
También surgió un sector empresarial privado en os centros urbanos, lo que
ayudó a abordar el desempleo surgido como resultado de la afluencia a las ciudades.
Asimismo, un número cada vez mayor de mujeres trabajaban en el servicio doméstico.
Distanciándose del concepto maoísta de independencia y en sintonía con la idea
de Deng de que la RPC había de incrementar sus vínculos con el mundo K, en 1979 se
aprobó una ley de empresas conjuntas, que permitía la inversión extranjera directa en
empresas chinas tales como hoteles. En 1980 se crearon las primeras Zonas Económicas
Especiales, regiones orientadas al procesamiento para la exportación utilizando K y
tecnología extranjeros, y en las que se podían establecer empresas de propiedad
extranjera (a los inversores extranjeros se les proporcionaban incentivos).
El establecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre China y EEUU en
1979 inició también un propio Deng de mayor interacción con la comunidad
internacional. La política exterior en general se hizo mucho más pragmática a partir del
78, resulta significativo por ejemplo que la Teoría de los Tres Mundos enunciada en el
74 por Den Xiaoping ante la asamblea general de la ONU como la visión que en aquel
momento tenía China del mundo apenas se mencionara después del 80.
También las políticas militares de enseñanza y demográfica se vieron afectadas
por el cambio de dirección realizado a partir del 78. Poco después de la visita de Deng a
EEUU en el 79 el ELP lanzó un ataque al Vietnam comunista tras un período de tensión
entre los dos países. El número importante de víctimas que había sufrido el ELP para
cuando se declaró el alto el fuego hizo que apremiaran aún más las voces que pedían la
revisión de la doctrina militar maoísta y la transformación del ELP en una fuerza
moderna y profesionalizada.
También la política educativa volvió la espalda aplazada de la Revolución
Cultural. Se dio una mayor preponderancia al papel económico de la educación y se dio
prioridad a la formación de una elite cualificada en colegios y universidades
competitivos. La segregación cultural entre ciudad y campo que Mao había condenado
se vio consolidada en muchos aspectos por estos cambios.
Se podía señalar que si bien la constitución de 1982 garantizaba por primera vez
la protección del individuo, el partido seguía reservándose el derecho a calificar de
contrarrevolucionarios a todos aquellos quienes considerar culpables de críticas
inaceptables.
Es importante señalar que no se aprobó ninguna ley nacional destinada a
imponer control de natalidad, fueron las provincias las que elaboraron reglamentos y
directrices para llevar a cabo dicha política. En general se utilizó un sistema de
incentivos y sanciones para alentar las familias de un solo hijo. La política de
planificación familiar establecida a partir del 80 se interesaba no solo por la cantidad
sino también por la calidad de la población.
Las tensiones de la reforma y el movimiento de protesta de 1989
Las reformas económicas iniciadas a partir de 1978 y el desmantelamiento
ideológico del maoísmo dieron lugar a una explosión de consumismo en la década del
80.
En general la agenda de reformas políticas de Deng Xiaoping incluía tomar
enérgicas medidas contra la corrupción y el burocratismo en el seno del partido,
separando claramente al partido del gobierno y limitando el control del primero sobre
las cuestiones económicas, haciendo hincapié en el reclutamiento de personal más joven
instruido para el partido y revigorizando las instituciones previamente inactivas.
La reforma del partido se concentró en aumentar la eficacia y erradicar la
corrupción antes que en fomentar cualquier forma de democracia interna.
Deng también ansiaba con fijar la edad de jubilación de los ministros del
gobierno. En cuanto propio partido, Deng insistía en el reclutamiento de tecnócratas
más jóvenes e instruidos para reemplazar a los cuadros más veteranos.
El cambio en el perfil educativo del partido se mostraba claramente en 1985 en
donde 75% eran miembros electos de comité central jóvenes universitarios.
En los inicios del programa de reformas de Deng si se hizo un intento más
sustancial de democratizar la política, cuando una Ley Electoral del 79 establecía por
primera vez elecciones directas a los congresos del pueblo cuyo ámbito superaba el
nivel básico municipal. Se crearon además numerosos institutos de investigación
política, encargados de redactar propuestas de reforma y realizar encuestas de opinión
públicas. Se reactivó la industria cinematográfica.
Estos cautelosos pasos hacia la reforma política y la libertad cultural a finales de
la década de 1980 se vieron ensombrecidos en gran medida, por la preocupación más
apremiante entre algunos ideólogos del partido de evitar las consecuencias ideológicas
insanas derivadas de las reformas económicas.
La primera de estas campañas, realizadas en 1981 promovía las virtudes de la
civilización espiritual socialista y estaba destinada a combatir el generalizado
escepticismo público surgido a raíz de los traumas de la Revolución Cultural, un
fenómeno catalogado como crisis de fe.
El objetivo ideológico de la campaña de 1981 pronto degeneró en un intento de
mejorar la conducta social y de potenciar la legitimidad del partido asociándolo
inequívocamente al patriotismo, el amor a la patria.
En 1983 los conservadores del partido expresaron su preocupación por las
dañinas tendencias ideológicas derivadas de las reformas del mercado, el contacto más
extenso con el mundo K y un mayor relajamiento en el ámbito cultural.
Una campaña más estridente contra la liberalización burguesa se desencadenó a
raíz de las protestas y manifestaciones estudiantiles de diciembre de 1986 en las que se
había exigido libertad de expresión, prensa libre y democracia.
A finales de los 80 los problemas y tensiones derivados de las reformas se
habían agravado. En el campo las desigualdades entre regiones se hicieron cada vez
mayores. El empobrecimiento de algunas áreas se había visto exacerbado por la
descolectivización. Paradójicamente la riqueza generada en algunas áreas rurales como
resultado de las reformas produjo un incremento de la inversión en propiedades
residenciales. Asimismo, a partir del 85 China se caracterizó por un malestar urbano.
Una gran parte del descontento urbano sin embargo se debía al sentimiento
generalizado entre los profesores, investigadores, empleados de organismo
gubernamentales y trabajadores industriales del sector público, de que las reformas
económicas les dejaban de lado.
Por otro lado, en las zonas urbanas se incrementaban el número de vagabundos.
Pero aún mayor que las quejas respecto a las reformas económicas y que la
impaciencia ante la falta de una reforma política fue el creciente desencanto público
debido a la incapacidad del partido para poner fin a la corrupción oficial que habían
alentado las propias reformas.
En 1985 algunos conservadores del partido vinculaban la corrupción a la política
de puertas abiertas, cuyos corrosivos efectos amenazaban con socavar el sistema
socialista.
Curiosamente un documental de televisión emitido en el verano de 1988 que
cuestionaba los objetivos y valores fundamentales de la nación.
Las cosas llegaron a su punto culminante tras la repentina muerte del
desacreditado Hu Yaobang. El suelo público no tardó en desencadenar un movimiento
de mayor envergadura, en donde los estudiantes se concentraron pidiendo una
valoración correcta de Hu, la divulgación de los salarios de los funcionarios, libertad de
prensa, etc.
La petición de los estudiantes fue rechazada por las autoridades, mientras Li
Peng denunciaba la protesta como un trastorno y como “antipatriotas”.
Zhao Ziyang a su regreso calificó las demandas de los estudiantes de razonables
lo que enfadó a sus colegas de la línea más dura. Además, se enemistó con la vieja
guardia cuando reveló en una conversación con el presidente Gorbachov que visitaba
China, que todas las decisiones se consultaban con Deng y a sus veteranos colegas, un
procedimiento que se suponía que se debía mantener en secreto.
Mientras varios estudiantes emprendían una huelga de hambre, el presidente de
la República, Yang Shanggkun dio instrucciones a la Comisión de Asuntos Militares de
que iniciaría los preparativos para concentrar tropas. El estudiantado en la plaza era un
“Estado dentro de un Estado”. Por otra parte, los estudiantes reflejando el tradicional
elitismo de la clase erudita, se distanciaron de los trabajadores, e inicialmente se
mostraron renuentes a aceptarlos en la plaza. A la represión se siguieron de inmediato
arrestos masivos por lo que el partido condenó.
El movimiento del 89 representó entonces el más serio desafío al gobierno del
PCC desde el establecimiento de la República Popular China. A las divisiones en el
seno del movimiento estudiantil, a la renuencia de los estudiantes a aliarse con los
obreros, al temor al desorden y al crecimiento económico previo, que proporcionó cierta
credibilidad al partido.
Si bien en su momento los medios describían a la protesta como una heroica
protesta a favor a la democracia una evaluación más equilibrada sostiene que con toda
certeza el movimiento no fue una manifestación de descontrol semejante a la
Revolución Cultural dado que los estudiantes mantuvieron el orden en todo momento.
Los estudiantes elevaron el principio de unidad por encima del gobierno de la mayoría,
tenían un matiz de elitismo. Los estudiantes se reconocían como patriotas que se veían
amenazados por la corrupción del gobierno.
Por otra parte, también se han descrito los acontecimientos del 89 como un
ejercicio de teatro político en el que los estudiantes recurrieron a “guiones de protesta”
conocidos.
La accesión de Jiang Zemin y la consolidación de la estrategia de reforma
de Deng Xiaoping
El destituido Ziyang fue reemplazado por Zemin, quien se propuso recuperar el
crecimiento económico y la estabilidad política tras la crisis de 1989 una tarea que,
según un reciente estudio, se había logrado ya en buena medida cuando se había muerto
Deng.
Quizá el acontecimiento más significativo a partir de 1989 fuera sin embargo la
continuación de la agenda de reformas económicas, que algunos conservadores del
partido cuestionaron a raíz de la crisis del 89. En el Congreso del 92 se decidió acelerar
las reformas.
En 1997 Xiaoping solo cuatro meses antes de que la colonia británica de Hong
Kong fuera oficialmente reintegrada a la soberanía china. Sin embargo y como en el
caso de Mao Zedong, el papel de Deng y de sus ideas fue elogiado por el PCC y el
presidente del partido, Jiang Zemin dejó claro que la visión de Deng de China como una
potencia económicamente vigorosamente bajo el disciplinado gobierno del PCC
seguiría guiando el futuro del país.
 HALLIDAY, Fred. “Los finales de la guerra fría” en Blackburn, Robin
Después de la caída. El fracaso del comunismo y el futuro del socialismo. Barcelona,
Crítica, 1993.
Los acontecimientos de la última mitad de 1989 representan un terremoto en la
política mundial. Han reafirmado la capacidad de la población para emprender una
acción violenta súbita, rápida e insólita. Ni la izquierda ni la derecha pueden atribuirse
el mérito de este cambio en los acontecimientos, aunque ambas lo pretendan. Es tiempo
no solo de grandes cambios en la situación mundial, sino de que el movimiento
socialista reexamine sus fundamentos (muchas veces implícitos).
Dicen que la Guerra Fría ha terminado, y q entramos a una época de mayor
seguridad y de interdependencia.
Esta declaración del final de la Guerra Fría es el resultado de algo más que el
colapso del sistema político de Europa oriental y de la expectación generada por la
perestroika. Al 1989 europeo le precedió otro año de transición de quizás igual
importancia: el 1988 del Tercer Mundo, el año en que, en diversos conflictos en Asia,
África y Latinoamérica, los procesos de negociación alentados por las grandes potencias
empezaron a surtir efecto en Camboya, Afganistán, el Golfo, el cuerno de África,
Angola, el Sahara, Nicaragua, y en otras partes. Mientras que Europa ha estado en paz
desde 1945 en el tercer mundo se han desencadenado más de 140 conflictos de carácter
anticolonial, antiestatal, de clases y étnico.
Se cree que más de veinte millones de personas murieron en los conflictos. En
Europa, la única contienda sangrienta comparable fue la guerra civil griega en la que
perdieron la vida ochenta mil personas.
Significados de la Guerra Fría
El término guerra fría puede usarse por lo menos de dos formas. Una para
referirse a períodos concretos de enfrentamiento intenso entre los grandes bloques de la
posguerra y, en particular a los años finales de los cuarenta y principios de los 50, la
primera guerra fría y a los de muy finales de los setenta hasta 1988. El otro uso es para
denotar la revitalidad esencial entre el comunismo y el K.
En términos generales (en relación al segundo uso del término) se puede decir
que en la bibliografía existente sobre la guerra fría y el conflicto Este Oeste, hay cuatro
explicaciones de porque el conflicto y de lo que los bloques han hecho.
Para una escuela asociada con el pensamiento realista, la rivalidad no es más que
otra versión del conflicto tradicional entre las grandes potencias.
Común entre los escritores liberales localiza el conflicto en el ámbito de los
errores políticos, de las oportunidades perdidas y de las percepciones erróneas por parte
de ambos bandos, el conflicto era inevitable.
Sostiene que lo q parecen ser rivalidades internacionales son el producto de
factores internos de esas sociedades, es decir, de factores económicos y políticos q
empujan a los estados en cuestión a competir entre ellos. La propia Guerra Fría es un
sistema más que una rivalidad entre dos sistemas.
El argumento de la rivalidad entre sistemas se ha debilitado por derecho propio.
Lo que le dio una fuerza especial fue su carácter intersistémico, el que expresase la
rivalidad de dos sistemas distintos. Ambos pretendían la hegemonía a escala mundial
para producir un orden homogéneo dentro de los estados y ambos negaban la
legitimidad del otro, incluso cuando se vieron obligados a establecer relaciones
diplomáticas y de otro tipo.
El fin de la Guerra Fría fue la homogeneidad sistémica, y el objetivo fue el
carácter socioeconómico y político de los E centrales de cada bloque.
Un contexto histórico triple
La afirmación de que la guerra fría ha terminado es, por tanto, una afirmación
ambigua que depende del sentido en el que se utilice el término. Para responder si ha
terminado y de qué forma ha terminado, hace falta examinar los tres contextos
históricos en los que se puede decir q residen los cambios del 88-89.
El primero y más evidente para los conflictos del Tercer Mundo y la carrera
armamentista es que la distensión de finales de los ochenta marca el fin de lo que se ha
llamado la segunda Guerra Fría.
El segundo significado de los finales de los ochenta es que marcan el fin del
sistema de posguerra que prevalecía en Europa (los 90 y sus sacudidas producirán un
orden nuevo al oeste de la frontera soviética.
Este cambio en Europa oriental va acompañado de, y comprende en su mismo,
otra modificación del sistema de posguerra; esto es, el fin del sistema bipolar y en
particular del sistema dominado por lo q parecían ser las superpotencias. El resultado de
1989, resumido en la cumbre de Malta, es que hay una sola superpotencia: EEUU
A este sistema de posguerra a menudo se la llamaba de Yalta, suponiendo q en
realidad lo estableció la cumbre de Crimea de febrero de 1945 (Yalta simplemente
reconoció el equilibrio de fuerzas que existían en Europa).
El molde de Versalles
Había por lo menos tres aspectos de Versalles.
La redistribución de los territorios coloniales: por lo menos dos de ellos,
Namibia y Palestina siguen siendo zonas conflictivas.
El establecimiento de un orden postimperial en la misma Europa (cayeron
imperios, se independizaron naciones nuevas, etc.)
Sin embargo, a Versalles no solo le preocupaba partir las colonias y dividir el
mapa de Europa otra vez, sino que
Estaba preocupada por otro legado de la primera guerra mundial: La revolución
bolchevique. Entre las ruinas de la guerra para terminar todas las guerras, 1919 vio la
construcción de dos sistemas políticos internacionales antagónicos: La Sociedad de
Nacionales y la Internacional Socialista.
El hecho de q no surgiera como una característica dominante del mundo hasta
1945 se debió a la relativa debilidad de la URSS hasta la segunda guerra mundial.
El futuro de la URSS es mucho más incierto que el de la Europa Oriental, pero
se ha abierto una brecha grande y probablemente irreparable en el sistema económico y
político que prevalecía en la URSS de los años 20. En política internacional Gorbachov
ha abandonado el compromiso de la competencia con, y oposición a, el Occidente J,
abandonando la lucha de clases en nombre de los valores humanos universales. En
suma, el nuevo rumbo que ha trazado Gorbachov, por muy incierto que sea su futuro,
representa una ruptura con el legado de la Revolución bolchevique, en el propio país y
en el extranjero. Viene a ser nada menos q la reorganización de la URSS en directrices
K.
La lucha de clases a escala internacional
Ahora, hay que preguntarse si la guerra ha terminado, la respuesta depende en
este caso de que significado de Guerra Fría se use.
Si nos quedamos con el segundo término la cosa se complica, los dos bloques
han hecho frente a dificultades en la segunda guerra fría y no han sido capaces de
predominar como hubieran deseado: los EEUU que pretendía agotar la URSS con la
carrera armamentista, han contraído el déficit presupuestario más grande de la historia,
se han convertido en la nación más deudora del mundo y han seguido perdiendo
competitividad frente a los japoneses y alemanes.
El K ha cambiado y seguirá haciéndolo. Pero es engañoso presentar el resultado
como si los dos sistemas se debilitaran por igual o como si los cambios actuales fueran
simétricos. Porque al fin de la guerra fría, en el primer sentido, y el clima de distensión
que prevalece en Europa y en la mayor parte del Tercer Mundo, se consiguen no por
una convergencia de los dos sistemas o de una tregua negociada entre ellos, sino por el
fracaso de uno frente a otro. Esto significa la derrota del proyecto comunista.
El proceso no está completo en lo absoluto. Todavía no sabemos qué aspecto
tendrá el mapa postelectoral de la Europa Oriental, pero pocos pueden creer que los
partidos comunistas permanecerán en el poder.
Según datos recientes solo cinco estados del mundo todavía se adhieren en la
vida política a un modelo ortodoxo; Cuba, Albania, Vietnam, Corea del Norte y China.
Países caracterizados por tener movimientos revolucionarios autóctonos con bases
sociales y carácter nacionalista, debiéndole poco al ejército rojo. Sin embargo, los
cuatro E más pequeños están cada vez más a la defensiva, frente a la creciente presión
externa. Cuba, Albania y Corea tienen crisis política, Vietnam está en proceso de
adaptación y, con una solución en Camboya, puede ser capaz de enderezar el rumbo. Es
el último de los 5, China, el que tiene los mayores problemas, sobre todo a raíz de lo
ocurrido en la Plaza de Tiananmen. Pero a China le resultará difícil resistir la presión
internacional a largo plazo, especialmente desde q su modelo es cada vez más
desconcertante por los progresos de la URSS.
La generosidad aparente de las reivindicaciones occidentales, según las cuales el
antagonismo entre ambos ha llegado a su fin, resulta una resaca triunfalista. Lo que
ahora presenciamos es una lucha de clases a escala internacional, puesto q la fuerza
superior del K occidental impulsa la apertura de las sociedades q estuvieron cerradas a
él durante cuatro décadas o más.
Complejidades del estancamiento
¿Qué fue lo q llevó a este cambio en la Guerra Fría? ¿Por qué sucedió cuando
sucedió?
La respuesta convencional es decir q el sistema comunista había fracasado: q su
economía había perdido toda dinámica, que perdió atractivo político porque no era
democrático y q no pudo equipararse a Occidente en las áreas que constituyen la
competencia internacional. El período de mayor represión en la URSS fue en los años
80. Sin embargo, el éxito industrial y militar del sistema soviético también se logró en
esa época mediante la movilización y el apoyo de la población soviética.
Si bien ahora es conveniente afirmar a q las economías comunistas son un
fracaso, los mismos soviéticos representaron eso a través del término estancamiento.
Sin embargo, la imagen es exagerada. Según el nivel de la mayor parte de la
población mundial, lo habitantes de la URSS viven comparativamente bien.
A nivel internacional, la situación es variada. En los 70 se dieron en el tercer
mundo la ola de revoluciones q marcó el final de la pax americana y una nueva
expansión internacional soviética. Norteamérica era débil, Occidente estaba en declive.
No obstante, la imagen del creciente poder internacional al soviético de los 70
no era del todo mítica o imaginaria, correspondía a avances reales de las capacidades
soviéticas (nota: ver quién es Brezhnev, porque fue el q más dificultades le causó a
Occidente fuera de Europa.)
La crisis Terminal
El sistema soviético no fracasó en un sentido absoluto: sus habitantes no se
sublevaron y sus economías proveían un suministro de artículos adecuado, aunque
restringido. Los niveles de desigualdad económica y de criminalidad eran más bajos que
en los E K desarrollados. Mostraba una capacidad considerable de acción política. Sin
embargo, la realidad es q a finales de los 80 el sistema estaba en la q parecía ser una
crisis Terminal, incapaz de desafiar al K internacional o de reproducirse a sí mismo en
la URSS.
Se me ocurren dos razones obvias del fracaso. La primera, la razón clásica
marxista es q a principios de los 80 Occidente lazó una ofensiva para debilitar y
paralizar a la URSS (campo nuclear, etc). Se creó la doctrina Reagan para justificar la
presión en los E revolucionarios del Tercer Mundo: se enviaron armas a guerrillas que
se oponían a los regímenes pro soviéticas.
El segundo argumento q se encuentra tanto en obras soviéticas como
occidentales, se concentra en un proceso interno, en una entropía. Es la idea de que la
URSS se quedó sin combustible en los años 80, agotado de cuatro a ocho décadas de
dinamismo.
Coincidiendo con este estancamiento económico, se manifestaron los problemas
ecológicos producidos por décadas de intensivo saqueo a la naturaleza. Los problemas
sociales también surgieron en estas décadas de negligencia: descenso de los índices de
natalidad, aumento de la delincuencia, disminución de la esperanza de vida.
Un fracaso internacional
Sin embargo, estos factores solos, subsumidos bajo el término gorbacheviano de
estancamiento, no pueden proporcionar una explicación adecuada del colapso del
comunismo a finales de los 80. Este estancamiento es un término simplista, q implica un
grado de homogeneidad dentro de los E comunistas. El grado de estancamiento no es
tan grande o tan exhaustivo como para llevarnos a estos resultados. Los factores
endógenos por si solos no pueden justificar el derrumbamiento final; lo que fue
determinante, y lo que hizo ver el estancamiento desde una perspectiva totalmente
diferente, fue el contexto global y en especial el historial particular del comunismo
comparado con el de su adversario, el capitalismo moderno. Esto, sobre todo, determinó
los acontecimientos de finales de los 80.
A nivel teórico, los partidos comunistas habían funcionado con dos supuestos q
mostraron su fatal imperfección: uno era el de la crisis inevitable y la decadencia secular
del K; el otro era el de la capacidad de los países comunistas para construir un bloque
alternativo rival y con recursos propios, independientes del mundo K.
La época de posguerra refutó los dos supuestos y al hacerlo, anunció lo q es el
fracaso central del marxismo. Es un tópico decir q la mayor equivocación del marxismo
fue subestimar el nacionalismo; esta es una afirmación dudosa, puesto q el liberalismo
también lo hizo. El gran error del pensamiento marxista y socialista no fue la
infravaloración del nacionalismo ni la sobrevaloración del socialismo y su capacidad,
sino más bien la infravaloración del mismo K.
El detonante internacional de la crisis no fue solo resultado de que el bloque
soviético no fuese competitivo, la misma crisis tuvo unas dimensiones internacionales
clave. En primer lugar, el derrumbamiento de la hegemonía del partido comunista en
Europa oriental. El cambio de política de Gorbachov fue fundamental y condición
previa indispensable para q se dieran los cambios.
Alternativas reales e imaginarias
Del fracaso comparativo del experimento comunista se siguen varias
consecuencias. La primera es que la alternativa convencional a la ortodoxia
brezhneviana, es decir el socialismo del rostro humano, fue poco convincente. El
partido comunista, ya tuviese un rostro humano o inhumano, o bien tenía que insistir en
que gobernaba solo, o bien tenía q permitir la posibilidad de que lo hicieran
abandonando el poder de una vez por todas.
La segunda consecuencia tiene q ver con el destino del comunismo fuera del
bloque soviético, y en particular en Europa Occidental. Se afirma que una apertura
política en el Este hubiese facilitado las cosas al eurocomunismo y a otras corrientes. La
historia nos dice lo contrario.
Por último, el rasgo más acusado de los actuales partidos comunistas de la
Europa Occidental no es su mayor capacidad crítica del pasado soviético, sino su falta
de toda hostilidad radical hacia el K en sí.
Nueva Era, viejos problemas
Las ansiedades que se expresan sobre el poder alemán y japonés difícilmente
prometen un siglo XXI tranquilo. El derrumbamiento del poder soviético ha ido
acompañado del estallido del nacionalismo y de los conflictos étnicos por toda Europa
oriental y la misma URSS, simultáneamente gran parte del Tercer Mundo poscolonial
está dividido por una violencia étnica q no presenta ningún indicio de su fin.
En el precipitado repliegue del comunismo ortodoxo se están abandonando
muchas cosas positivas y necesarias: por nombrar solo cuatro de ellas, el compromiso
con la justicia social, la insistencia en excluir la religión de la vida pública, la
promoción por parte del estado de la igualdad entre hombres y mujeres, del
internacionalismo y de la solidaridad. Tampoco de los partidos socialdemócratas de
Occidente ni de las reformas gorbachevistas del Este surge una crítica clara y verosímil
del K hoy en día.
Esta es una evolución curiosa y amenazadora, un triunfo de la simplificación
ideológica. Después de todo, fue el K el q en el siglo XIX nos trajo las masacres de las
poblaciones autóctonas en tres continentes y en este siglo dos guerras mundiales.
 LEFORT, Claude. “La descomposición del totalitarismo” en: Écrire. París,
Clamán-Lévy, 1992.
¿Qué es hoy el totalitarismo? La descomposición del Estado Totalitario está en
curso. Su aparición fue el acontecimiento mayor de la primera parte del siglo y caerá
definitivamente en los próximos años y será el mayor acontecimiento de este fin de
siglo. Nadie puede percibir el ritmo de este proceso.
El partido, antes glorioso, está convertido en un cuerpo sin ideas.
Es sobre todo el desmembramiento de la URSS, pues no habrá cambio durable
en la periferia del mundo totalitario en tanto que la potencia dominante quede intacta en
su centro.
Después de 1956 la derrota de Budapest, la lección está dada: la suerte del
totalitarismo se jugará en Moscú. Pues que la perestroika continúe, se amplifique a los
periféricos, se puede presumir que nada resiste al universo totalitario, en despecho de su
diversidad y la igualdad de sus divisiones, todo se tiene en él, esto es lo verdadero de la
atracción del modelo.
El trotskismo deposita otra vez sobre la lógica del desarrollo combinado para
anunciar el pasaje de países económicamente atrasados al socialismo.
Esto que pasa en la URSS ¿era previsible? A mis ojos sí y no. Después del mito
de que el socialismo se hunde, otra ilusión se ha revelado. El Estado Totalitario aparece
bloqueado, pero se le considera invulnerable.
Cosa curiosa, la visión todopoderosa del régimen soviético está unida a la visión
de una economía perpetuamente en desbande y de una población por siempre destinada
a vivir en la penuria.
Me pregunto ¿cómo creer que tal discordancia entre un E social arcaico y los
resortes más modernos de la técnica pueden mantenerse indefinidamente?
Más perspicaz, me digo hoy, se habría vuelto menos sorprendente el torbellino
en el cual se encuentra la burocracia. Lo que me parece extraordinario es que no
imaginaba que este torbellino se produciría por la instigación del secretario general del
Partido. Que una nueva generación de ingenieros, tecnócratas salidos de la universidad
fueron ganados en un sentido nuevo al realismo. La violencia solo podía venir desde
abajo y no de la fracción más esclarecida de la elite a remover.
El rol de Gorbachov invita a hacer algunas reflexiones, más cuando muchos
sostienen que no ha cambiado mucho la realidad de la sociedad soviética. Resumamos
su argumento: la política de Gorbachov es un espectáculo, se hace el reformador, es un
malabarista: se apoya sobre los partidarios del cambio para intimidar a los
conservadores y viceversa; sin duda quiere remediar la inercia de la burocracia, pero no
es el primer burócrata que saca provecho del proceso burocrático ¿cómo creer que
trabaja en la democratización de un régimen cuando se lo ve concentrar todo el poder en
sus manos? En fin, ¿es insensato imaginar que un individuo puede modificar el curso de
la historia?
¿Una política espectáculo? Todo debe hacerse signo de la cohesión social; toda
referencia a la realidad es intolerable y prohibida, si pone en falta la imagen de lo que
deberá ser y lo que debe ser, se sacude la idea de un orden irreversible. Así, cuando
Gorbachov decide la liberación de Saratov, este gesto no es solo espectacular, es un
gesto violento que hace vacilar la imagen q la burocracia dirigente hace de su autoridad.
Cuando decide dar libre curso a los debates de la intelligentsia es también un artificio.
Cuando decide la rehabilitación de revolucionarios de quienes el nombre fue por mucho
tiempo tabú, precipita y legitima una exigencia del conocimiento del pasado que se
formulaba en esos debates y esas revistas reservadas a los intelectuales. He aquí de
pronto el derecho a la memoria reconocida en el momento mismo donde se llama al
cambio. Y este derecho va a buscar mañana su expresión más vehemente en la
publicación de El archipiélago del Gulag.
¿Una táctica al servicio de la conservación del poder? Es cierto que la política de
Gorbachov inquieta. Ha acertado en esta hazaña de hacerse elegir a la vez cabeza del
Partido y del E. pero como no ver que, con este hecho, despoja al Partido de su
prerrogativa. La autoridad aparentemente extraordinaria que Gorbachov tiene es de otra
naturaleza q la de sus predecesores. Lo usar de otra forma, de una manera nueva. No
deja de hablar, de mostrarse, pero no es exhibicionista. El poder se ha vuelto visible,
identificable, susceptible de ser evaluado.
¿Será que un hombre excepcional puede cambiar el curso de la historia?
Supongo q la desconfianza que suscita Gorbachov procede de una repugnancia a tribuir
a un hombre una creatividad q no puede buscarse más que en las fuerzas sociales.
Respondamos con Maquiavelo ¿Cómo un pueblo acostumbrado después de largo
tiempo a vivir en la servidumbre puede volverse libre? La respuesta no está allí donde el
sentido de la ley, de la igualdad ante la ley, poco a poco, se ha borrado. Solo un hombre
de una ambición y talento extraordinario, salido de la capa dominante, es capaz de
restaurar su propia autoridad. Aunque el suceso es extraño, hasta el presente talento de
Gorbachov es manifiesto y la amplitud de la crisis del totalitarismo justifica nuestras
esperanzas.
 Saborido: “Historia de la URSS, Gorbachov de la esperanza al
derrumbe”
Gorbachov ascendió a la secretaria general del PCUS en medio de situación
problemática. Una revolución tecnología en la que dominaba el microchip antes que el
material minero de hierro y el plástico. La estructura industrial soviética se encontró
entonces incapacitada para enfrentar el desafío y ciertas circunstancias como la ciada
del precio de petróleo, por el aumento de la producción en arabia saudita.
Gorbachov era representante de la nueva generación, ajena al stalinismo. Era un
negociador, buscador de consensos lo cual lo diferenciaba de Kruschov a pesar de
compartir cosas en comunes como el origen campesino y la urgencia reformista.
La perestroika tecnocrática: 1980 había declinación económica. Unos
sostuvieron la carga de gastos militares, sin embargo, la mayor parte de los especialistas
sostiene que la causa principal de las dificultades económicas se encontraba en los
problemas generados por el sistema de planificación centralizada. El sistema mostraba
serios problemas cuando se trataba de impulsar el crecimiento incrementando la
eficiencia en el empleo de los factores productivos. El mantenimiento de precios fijos
para los alimentos, situados muy por debajo de los costos, obligaba al estado a otorgar
cuantiosos subsidios.
Gorbachov y su equipo iniciaron una gestión sin tener una estrategia económica
definida. En una opinión compartida con Andrópov, Gorbachov sostenía que uno de los
problemas de la estructura productiva residía en la falta de disciplina laboral, medidas
como restringir el consumo de alcohol no funcionaron. G no parecía innovar y ponía
más fichas al centralismo.
La segunda perestroika: G pensó que los cambios también debían ir hacia lo
político. Proceso de democratización. Transparencia informativa (glasnost). La
burocracia era parte importante de los problemas. La implementación de la glasnost
permitió a la difusión y discusión de temas antes vedados a los ciudadanos, el rumbo
económico y las bases del sistema comenzaron a ser objeto del debate:
Procesos: 1-la sociedad al ver qué partido no estaba en condiciones, comienza a
buscar líderes. 2-sectores dentro del PCUS comenzaron a sentir preocupación. 3-
radicalización de las reformas, con oposición de conservadores.
Chernóbil incrementa la dinámica reformista en el 86. La glasnost se convirtió
en el eje de la estrategia reformista ya que por medio de la libre discusión Gorbachov
podía lograr el apoyo de los sectores intelectuales críticos y combatir así la fuerza de la
burocracia que de alguna manera operaba en contra. Por la libertad, surgen asociaciones
que desarrollan actividades por fuera del control del partido
En el 87-89 se producen medidas tales; 1- medidas destinadas a descentralizar
economía de base estatal, 2-destinadas a legitimar actividades económicas no realizadas
por el estado, 3- orientadas a impulsar el comercio internacional y las inversiones
externas. Las medidas fuero decepcionantes, sin banco privados donde poner k y sin
mercados para acceder a materias primas o insumos, los empresarios se veían en difícil
posibilidad de tener éxito.
Mafias económicas desde la época de Breznev, vinculadas a esferas
gubernamentales, adquieren enormes dimensiones, enriquecen aprovechando el
desbarajuste.
Las transformaciones institucionales; Ligachov expresaba temor con respecto a
los cambios. Por su parte grupos reformistas extremos, estaba el secretario del partido
en Moscú, Boris Yeltsin, los cuales querían más velocidad en los cambios. Yeltsin
desde ese puesto participio en operativos anticorrupción y destituyo a funcionarios que
consideraba ineptos lo cual le dio apoyo de la ciudadanía.
En el 88 Gorbachov hará más reformas tendientes a disminuir el papel del
partido sobre el estado. El viejo soviet supremo fue reemplazado por el congreso de
diputados. Creación de nuevas instituciones elegidas por el pueblo.
En el momento en que se produjo el ascenso de Gorbachov al poder, la URSS
conformaba un imperio multinacional que se mantenía unido por una combinación de
instrumentos de coerción y mecanismos de adoctrinamiento ideológico. En la mayoría
de las repúblicas los reclamos se realizaban sim que hubiera una vocación mayoritaria
de secesión. En algunas repúblicas el nacionalismo fue impulsado por el accionar de
miembros de elite del PCUS que de agentes locales de Moscú pasaron a desempeñar el
papel de voceros de la resistencia loca. En lugar de negociar con estos, Gorbachov se
enfrentó a ellos ampliando la brecha que los separaba.
El despliegue del proceso de democratización puso en primer plan en algunas de
las públicas los conflictos entre minorías étnicas y el grupo nacionalista dominante. El
problema más grave para Gorbachov, fue la aparición de un movimiento nacionalista
ruso bajo el liderazgo de Yeltsin
Uno de los acontecimientos cruciales en el proceso que llevo a la desintegración
de la URSS fueron las elecciones legislativas celebradas en la república rusa en marzo
del 90, cuyo resultado produjo la elección de Yeltsin como presidente del soviet
supremo de la república rusa. Proclamo la soberanía rusa y anuncio que las leyes de la
república rusa iban a tener precedencia sobre las leyes de la unión soviética.
Nacionalistas vs comunistas conservadores.
La apertura informativa desplegada a partir del 87 tuvo un efecto
importantísimo; al tomar contacto con realidades antes escamoteadas, los ciudadanos
soviéticos empezaron a creer realmente que la situación se estaba modificando y se
produjo el surgimiento de una sociedad civil dispuesta a pronunciarse sobre todos los
problemas que los afectaban.
El fracaso de esta apertura, es que las medidas estuvieron acompañadas por una
evidente decadencia en el nivel de vida de la población, por lo que para muchos la
figura de Gorbachov fue asociada al deterioro económico general.
 HELLER, Agnes y FEHER, Ferenc. De Yalta a la glasnost. Madrid,
Pablo Iglesias, 1992.
“La Primavera de Praga en la tipología de las revueltas por la emancipación”
I En la Europa del Este postestalinista pueden distinguirse cuatro tipos
principales de conflictividad social. El primer tipo, caracterizado especialmente por
episodios de rebelión causada por la escasez, ha tenido como causas un período de
reajustes insoportables de la productividad en las fábricas o una reforma social. Son
abrumadoramente espontáneos. En ocasiones adoptan formas violentas, como en Berlín
y Poznan, donde el conflicto se resolvió en barricadas, pero no son revolucionarios.
Después de un breve período de transición, el levantamiento de Berlín condujo a un
control aún más firme de Ulbricht sobre Alemania Oriental.
El segundo topo está representado por un hecho singular: la revolución húngara
de 1956 que fue radical y total, cuestionó y finalmente rechazó al sistema comunista de
partido único. La revolución destruyó ese sistema. Precisamente por su inflexible
radicalismo, la revolución húngara no se convirtió ni podía convertirse en un paradigma
de acción para otras naciones de la región. Fue una especie de revolución antiautoritaria.
El tercer tipo fue el intento de reforma estructural que se acometió en
Checoslovaquia. Las peculiaridades de estos hechos se examinarán en detalle más
adelante, por lo que aquí solo señalaremos su presencia en nuestra tipología
En el cuarto tipo, ilustrado por los acontecimientos de la Polonia contemporánea,
observamos la culminación de una década de luchas sociales caracterizadas por batallas
desesperadas y a veces sangrientas entre el Estado y las grandes masas, en su mayor
parte industriales, de asalariados del Estado.
Al definir los hechos de Polonia como una rebelión de la sociedad civil contra el
Estado. Podemos señalar la simbiosis antagónica de una población amotinada, por una
parte, y un Estado totalitario a la defensiva, pero reivindicando firmemente su derecho a
gobernar, por otra. En cualquier momento puede inclinarse hacia un polo u otra causa de
un movimiento aleatorio d uno de los dos antagonistas. Esto genera un clima de
incertidumbre en la totalidad de la vida social, donde a los arrebatos de esperanza les
siguen profundas depresiones.
La verdad era sin embargo que en aquel momento la población carecía de la
esperanza y por tanto, de la audacia necesarias para ir más allá.
Esta extraña simbiosis, en la que ambas partes esperaban que ocurriera un
milagro social, no incluía los elementos específicos de la opción checoslovaca, es decir,
no albergaba ilusiones de reformas en y por el partido
II Los tipos segundo, tercero y cuarto poseen tres características comunes
En primer lugar, todos estuvieron precedidos por crisis económicas que, aunque
de naturaleza diferente, afectaron a la base del poder de sus respectivas sociedades.
En segundo lugar, tanto a nivel político como a nivel económico, las raíces de
estos hechos pueden encontrarse en una época muy anterior a su espectacular erupción.
Los tres países estuvieron precedidos por prolongadas crisis sociales durante las cuales
muchos actores sociales intentaron influir y erosionaron la base del poder de sus
respectivos regímenes en un grado importante, aunque variable.
Por último, todos compartieron un peculiar ritmo común. Tras un largo período
de apatía, durante el cual una cohorte numéricamente débil de militantes parecía
excéntrica en lugar de acciones sociales.
Debemos ahora ocuparnos de sus diferencias y rasgos opuestos.
Por un lado, están Checoslovaquia y Hungría, por otro Polonia. Los primeros, de
corta duración, fueron iniciados y consumados por comunistas reformistas y de la
oposición, pertenecientes a diversos niveles de la jerarquía social; en otras palabras, por
intelectuales sin poder y funcionarios bien situados. En cambio, después de que el
régimen de Gomulka traicionase sus promesas en el 56, el movimiento polaco a partir
de mediados de la década de 1960 dejó de albergar ilusiones comunistas reformistas. La
última expresión de autocrítica comunista en el proceso de radicalización polaco, la
carta abierta de Kuron y Modzelewski a los miembros del PC polaco, preconizaba un
levantamiento dentro del espíritu del socialismo contra la nueva clase.
Otra característica que distingue los movimientos de Hungría y Checoslovaquia
del proceso polaco puede encontrarse en el contexto de los acontecimientos
internacionales. La radicalización de Checoslovaquia y Hungría tuvo lugar ante un
cambio de dirección en la URSS. En el caso de Hungría este cambio señaló una
espectacular crisis en el vacío de poder postestalinista.
A modo de contraste en Polonia que padecía el conservadurismo de Breznev, la
década del 70 pareció ofrecer únicamente la oscuridad impenetrable de una inmovilidad
social osificada. El gran logro de los trabajadores y los intelectuales radicales polacos
fue encontrar el aguante, el valor y los métodos para llegar a la arrolladora victoria de
agosto del 80 y provocar con ella una crisis de legitimidad del régimen, sin
desencadenar la intervención soviética.
Por otro lado, hay un criterio de comparación concreto que nos permite
diferenciar las luchas: la conciencia desarrollada históricamente de los peligros
inherentes a una acción radical. Nacidos después de los hechos del 56 en Hungría, los
movimientos de Checoslovaquia y Polonia pudieron asimilar algunas lecciones de
Hungría. Dos de ellas son notables, la primera consistió en comprender que la URSS
intervendría con toda probabilidad si las dictaduras de los partidos comunistas se veían
amenazadas. En segundo lugar, sabían con una certeza razonable que las potencias
occidentales no emprenderían ninguna acción militar de peso para disuadir a los
soviéticos de intervenir.
A pesar de ciertos gestos que retrospectivas podemos calificar de eufóricamente
optimistas, la ingenuidad histórica y progresista del radicalismo húngaro estuvo ausente
de las aspiraciones checoslovacas y polacas.
Lo que sigue siendo indudable es que los dirigentes soviéticos siempre tuvieron
la intención de intervenir en caso de desestabilización en su esfera de influencia, sobre
todo si la intervención era posible sin excesivos costes. Pueden extraerse otras dos
conclusiones. Debemos considerar la irracionalidad e imprevisibilidad generales de la
actuación soviética tanto en los asuntos exteriores como en su política imperial.
Por otra parte, si ocupar los edificios del PC, armar a la población y exigir un
sistema pluripartidista constituye una revolución, los hechos acaecidos en
Checoslovaquia en 1968 no fueron una contrarrevolución, pero aun así se produjo una
intervención en este país
En segundo lugar, con independencia de la opinión de los dirigentes soviéticos
no hay nada más nocivo y paralizador para un movimiento de masas que el
convencimiento previo de su fracaso. Este sentimiento puede generar una grandeza
trágica.
III Debemos ahora, definir nuestra posición como espectadores
Las noticias sobre Checoslovaquia en el 68 generaron una inmensa sensación de
alivio en Hungría, especialmente cuando las reformas anunciadas en enero de 1968 se
convirtieron en la política oficial del PC Checoslovaco. Esta sensación de alivio afectó a
tres dirigentes diferentes: los dirigentes kadaristas, que apreciaban la idea de una
reforma económica (aunque cuando cayó Jruschov se sintieron aislados).
Aunque por razones distintas, la inteligentsia y los tecnócratas compartieron el
optimismo kadarista en las primeras semanas de las reformas de Checoslovaquia.
Aunque siempre conservaron sus recelos a veces incluso su odio, hacia el régimen
creado por Kruschov y Kadar, y aunque exhibieron grados variables de escepticismo, la
mayoría de los intelectuales admitieron no obstante la posibilidad de colaboración con
las aspiraciones reformistas de Kadar, siguiendo el modelo Checoslovaco.
El tercer grupo estaba formado por la tecnocracia no ideológica, es decir
intelectuales y directivos tecnológicos, se adhirieron a la alianza pro-dubcekista. Puesto
que carecían de poder político autónomo su única opción era negociar con la burocracia
del partido.
Los tres grupos de actores húngaros cada uno con sus propios objetivos, tenían
expectativas muy diferentes en relación con el curso de los acontecimientos de
Checoslovaquia. Los dirigentes kadaristas deseaban una simple duplicación de su propia
política.
Los ideólogos querían una “democracia socialista” con fundamentos teóricos.
Los tecnócratas, por su parte, nunca habían visto con excesivo entusiasmo la
participación popular en asuntos que, en su opinión, debían dejarse para los expertos.
La diferencia de expectativas en el seno de esta alianza casual creó
necesariamente tensiones internas que comenzaron a salir a la luz en junio. Cuando
llegó la invasión y el gobierno de Dubcek firmó el humillante “acuerdo de Moscú”, las
reacciones de los diversos actores húngaros ofrecieron drásticas diferencias. Los
pragmáticos perdieron la fe en todo cambio. Los dirigentes kadaristas capitularon aún
antes de las órdenes soviéticas. Por lo que respecta a observadores como nosotros, la
reacción fue rápida y tajante.
Después de la derrota y en gran medida después de la auto humillación del
reformismo Checoslovaco, nos sumimos de nuevo en la oscuridad de aquel túnel sin fin
en el que vivíamos antes de enero de 1968, y especialmente a comienzos del 60. Nos
sentimos envueltos en una nueva distopía. Teníamos la sensación de que nada podía
ocurrir ya en Europa oriental, y de que el reloj de la historia se había parado para
siempre en nuestra olvidada parte del mundo.
Desde el comienzo del experimento de Dubcek, tuvimos la clara conciencia de
que sólo el espectacular y tajante fracaso del jruschovismo podía polarizar las
tendencias del desarrollo social de Europa del Este. En virtud de la participación de
Kadar en el contingente intervencionista, aunque fuese a título simbólico, la suerte de
Checoslovaquia se convirtió también en una responsabilidad de Hungría.
Hungría quedaba aislada en un medio hostil a todas estas ideas. Sin embargo,
algunas acciones fueron contraproducentes para el kadarismo. En ningún momento
creímos que Husak pudiera consolidar su control sobre el poder del régimen como había
hecho Kadar a comienzos del 60. No queremos que esto se entienda como una
sobreestimación romántica de las reservas de la resistencia en CH ni como una
evolución apologética de la actuación de Kadar. En cuanto a los primero, los
estereotipos nacionales generalizados impulsaron el realismo. El contraste entre los dos
regímenes era evidente. Aunque tanto el liderazgo de Kadar como el de Husak fueron
creados por un ejército extranjero de ocupación, el primero nació después de una
revolución desesperada y global. En consecuencia, la población húngara estaba
resignada a la permanencia del terror Kadar tenía algo que ofrecer: la mitigación del
terror por su régimen.
Pasado a otra serie de contrastes, Husak era sin duda superior a Kadar en el
plano personal, más culto, igual de astuto y poseedor de un historial carcelario
incomparablemente las heroico. No podían ofrecer nada desde el punto de vista político.
Para nosotros, en Hungría, la Primavera de Praga planteó esta pregunta inicial:
¿era viable la reforma social en los países de Europa del Este a través de la reforma del
partido? ¿Además era una forma razonable de reforzar la sociedad? Obviamente
nosotros pensábamos en una solución social que crease institución es nuevas y más
aceptadas en un clima general del contrato social ya fuera tácito o explícito.
En tres ocasiones se perdió la oportunidad: la primera con Jruschov, la segunda
con Gomulka y la tercera con la Checoslovaquia de Dubcek. El singular carácter de la
reforma social desde arriba del movimiento checoslovaco puede comprenderse
considerándolo el penúltimo casi histórico de reforma social en la Europa del Este, un
ejemplo concebido y ejecutado básicamente con una reforma del partido.
La expresión de estas consideraciones y el descubrimiento del carácter
conservador de toda reforma social que sea esencialmente una reforma del partido
fueron sin duda una consecuencia no buscada en el movimiento checoslovaco en pro de
la reforma social.
También en este sentido la situación de Checoslovaquia era excepción y
especialmente instructiva. Hoy vemos que sin la intervención soviética los dirigentes
ducekistas habrían llegado en el mejor de los casos, a otra versión del titoísmo. Esto
habría sido muchísimo mejor que el mundo cínico, opresivo, moral y políticamente
repugnante del régimen de Husak, pero no es ciertamente un ideal que nosotros
defenderíamos.
Algunos dicen que si el régimen de Dubcek continuaba se habría llegado a un
consenso para implantar un sistema pluripartidista. El autor piensa que el carácter
excepcional de la primavera lleva a la conclusión opuesta. Si la iniciativa popular
apareció en Checoslovaquia manifiestamente al final de la era de Dubcek y no antes, es
una prueba de la incompatibilidad mutua entre la tutela de un partido liberal-reformista
y la emancipación de las masas.
Llegados a este punto crucial, hay que hacer una matización. Al defender la
inutilidad última de toda reforma social concebida exclusivamente, o incluso
básicamente como una reforma del partido y al emplear la Primavera de Praga como
ejemplo más ilustrativo no queremos decir que fuera superflua. Semejante afirmación
sería arrogante y carecería de sentido. Formular eso supondría arrogarse una posición de
inhabilidad con respecto a todos los protagonistas históricos y la afirmación carecería de
sentido en la medida en que equivaldría a hablar de los protagonistas desde la
perspectiva de un capítulo cerrado de la historia.
La Checoslovaquia del 68 todavía tenía derecho a pedir otra oportunidad (como
la República de Weimar o el PC de Francia)
Finalmente, acaso no es infundado decir que el lento proceso de la década de
1960 puede denominarse protoeurocomunista, es decir, una actitud caracterizada por la
recuperación de su conciencia y su sentido de la responsabilidad en relación al
estalinismo, etc. Estos factores constituyen un poderoso argumento a posteriori a favor
del comunismo Checoslovaco y su voto de confianza.
Pero en ciertas coyunturas históricas, los movimientos son como los individuos:
cuando no están dispuestos a sufrir un proceso radical de reaprendizaje, tiende a repetir
los errores fatales del pasado.
El derrotismo de los dirigentes checos fue un estímulo directo para el Buró
Político Soviético. Plenamente conscientes de la decisión de los checos y de su
determinación de no responder a la fuerza con la fuerza, el Buró sopesó las ventajas
frente a unas desventajas muy limitadas, en su mayor parte en forma de aireados
editoriales.
El año de 1948 brindó una oportunidad inicial, cuando un país tras otro cayó
bajo un poder totalitario en un ejemplo clásico de la teoría del dominó político. Pero los
partidos liberales y democráticos nacionales que podían haber participado en una acción
sincronizada en aquel momento no estaban preparados política e ideológicamente para
representar ese papel.
La segunda oportunidad se presentó unos meses después, con la excomunión de
los yugoslavos. La tercera en 1956 para naciones enteras, produjo al menos algunos
elementos de acción solidaria.
En agosto del 68 se planteó una situación excepcional que no solo ofrecía la
posibilidad de actos de solidaridad, sino que los exigía. Pero, sin embargo, esta
solidaridad no llegó, al menos no de una forma políticamente eficaz.
Los dirigentes soviéticos posteriores no especialmente versados en los clásicos,
consiguieron aprender no obstante tres palabras latinas que fueron la clave de su
dominación en Europa de Este: divide et impera. Y las fuerzas de un movimiento de
oposición deben tener presentes, siempre que otro país de la zona muestre turbulencia,
otros tres vocablos latinos: tua res agitur.

5.4. La fragmentación del Tercer Mundo. La crisis de los nacionalismos


reformistas en Oriente Medio y el surgimiento de los fundamentalismos. La Yihad
contra los soviéticos en Afganistán. La guerra en el Golfo.
 La globalización y sus efectos en las naciones del sur - Hugo Fazio
Vengoa
La globalización y sus efectos en las naciones del Sur
Una de las mayores dificultades que enfrentan los analistas internacionales en la
actualidad consiste en encontrar un mapa conceptual que permita interpretar y entender
el voraginoso presente. Si bien la mayoría concuerda en señalar que la caída del Muro
de Berlín, la desaparición del sistema socialista en Europa Central y Oriental y la
desintegración de la Unión Soviética han sido los acontecimientos capitales de este final
de siglo, y que sentaron las bases para poner fin a más de cuatro décadas de competición
intersistémico y de Guerra Fría, profundas diferencias se presenta n a la hora de
precisarlos factores que desencadenaron tal cambio.
Las lecturas fundamentales podemos resumirlas en dos corrientes interpretativas:
La primera asociada con la lógica del poder internacional, privilegió en las
décadas anteriores la competición intersistémica como vector principal de la vida
internacional, en el entendimiento de que ese eje estructurador de la política mundial no
sólo se mantendría durante largo tiempo, sino que actuaría de igual forma como garantía
par a la reproducción de aquellos elementos que prolongaban la superioridad
económica, política y militar de las dos superpotencias. Con la caída del Muro de
Berlín, se erosionaron los fundamentos de este discurso y de esta práctica política.
Como una forma de conservar su predominio, se pretendió proyectar un nuevo esquema
de supremacía con la introducción de la noción "nuevo orden mundial", en el cual las
antiguas potencias competidoras por la supremacía junto a los demás grandes Estados
actuarían en un marco de colaboración para solucionar los problemas más candentes de
la nueva configuración planetaria. Esta noción fue popularizada en el lenguaje político
por George Bush en relación con la Guerra del Golfo, ideas similares sostenían los
principales dirigentes soviéticos de la época de Gorbachov.
La segunda lectura, inspirada en una visión más totalizadora, constituyó, en la
época de la Guerra Fría, una mirada que centraba su atención en los nuevos elementos
que habían aparecido en la vida internacional y sobre todo en aquéllos que estaban
erosionando el poder de las grandes potencias. Aun cuando era mu y heterogénea,
agrupaba indistintamente concepciones que sostenían la interdependencia, así
como los trabajos que defendían la idea de un sistema mundial o reclamaban un nuevo
orden económico mundial. Esta lectura, centrada en lo económico y en una percepción
del poder que traspasa la actividad de los Estados, ha puesto su atención en las
tendencias que están dando origen a la conformación de un nuevo sistema mundial.
Si bien la mayoría de los estudiosos del mundo contemporáneo concuerdan en
señalar que la caída del Muro de Berlín fue un acontecimiento capital que sentó las
bases para poner fin a más de cuatro décadas de competición intersistémica y de Guerra
Fría. La caída del Muro de Berlín significó el fin de la bipolaridad y de la supremacía de
los vectores políticos y militares como elementos ordenadores de la vida internacional,
pero supuso igualmente la profundización y ampliación de otras tendencias de índole
económica, tecnológica y comunicacional que habían comenzado a constituirse y sobre
las cuales se ha empezado a establecer la matriz de la nueva configuración planetaria.
Pero el componente perdurable más importante que se derivó del
desvanecimiento del sistema socialista fue la desaparición del principal modelo
alternativo de organización de la sociedad, el socialismo soviético, lo que significó la
recomposición del escenario mundial. La desintegración del campo socialista se tradujo
en la eliminación del último gran obstáculo que existía para la universalización de
un modelo de acumulación que desde la década de los años setenta se encontraba en
ciernes: el capitalismo transnacional.
La naturaleza del capitalismo transnacional
Ya en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se observaron cambios
importantes en el funcionamiento del sistema capitalista internacional. Éste estaba
ingresando en una nueva fase de su desarrollo, caracterizado por el mayor dinamismo
que estaba comenzado a tener los procesos de índole internacional. El acuerdo de
Bretton Woods y la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco
Mundial, del GATT, e inclusive de la Organización de las Naciones Unidas, fueron
fieles testimonios de esta transformación. Esta internacionalización traspasó las
fronteras nacionales y vinculó a pueblos y civilizaciones diversas dentro de su propia
racionalidad. La mundialización, sin embargo, no pudo transformar totalmente el
espacio mundial porque chocaba con cuatro procesos que mantenían el perfil de la
anterior configuración:
En primer lugar, los Estados seguían siendo la articulación principal
de la vida internacional. Instituciones como las Naciones Unidas, se creaban con
base en acuerdos interestatales y en los Estados recaía la legitimidad de las mismas.
En segundo lugar, la tarea de reconstruir las economías nacionales en la mayoría
de las naciones desarrolladas llevó a que se fortaleciera el capitalismo dentro
de una modalidad "nacional”, que estimulaba el desarrollo económico básicamente
dentro de las fronteras territoriales de los Estados y favorecía principalmente el
crecimiento económico interno.
En tercer lugar, la universalización de esta modalidad capitalista enfrentaba un
serio obstáculo, debido a que coexistía con otros dos modelos de desarrollo que
pretendían competir por su liderazgo y hegemonía; las estrategias desarrollistas entre las
naciones del Tercer Mundo y el modelo soviético en los países del Este.
Y, en cuarto lugar, el surgimiento de dos superpotencias con pretensiones
hegemónicas a escala mundial frenó la tendencia hacia la mundialización porque centró
la actividad internacional en torno de la lucha intersistémica catalizada por el poderío
económico, político y militar de los grandes Estados.
Las relaciones internacionales en esta época se erigieron sobre una débil base
transnacional, pero mantuvieron como referente la actividad desplegada por los
Estados en torno de las directrices geopolíticas y militares de las superpotencias.
En este sentido, durante las dos primeras décadas posteriores al fin de la
Segunda Guerra Mundial se crearon unas situaciones que estimularon la consolidación
de factores y procesos internacionales pero que, debido a la dinámica política generada
por la competición Este-Oeste, no pudieron trascender la lógica interestatal de
funcionamiento de las relaciones internacionales.
Hacia mediados de la década de los años setenta, el período de expansión
posbélica llegó a su fin y nuevamente se produjo un paulatino deslizamiento del poder
internacional hacia los procesos y factores transnacionales. Esta reorientación fue
parcialmente el resultado del declive de la hegemonía de las dos superpotencias en
sus respectivas áreas de influencia y de la pérdida de importancia de los
mecanismos políticos y militares.
Los orígenes de la crisis del sistema soviético se remontan a finales de la década
de los años sesenta, cuando en los países occidentales se dio inicio a la llamada Tercera
Revolución Industrial, proceso que significó una renovación sustancial de la
producción, gracias a importantes avances tecnológicos.
Desde la década de los años cincuenta, la Unión Soviética y los países de Europa
del Este, bajo la égida de Moscú, se habían trazado como objetivo alcanzar y sobrepasar
a los países capitalistas en términos de desarrollo económico. Sin embargo, por razones
estructurales inherentes a las economías de estos países no pudieron dar el salto de un
desarrollo extensivo a uno intensivo. La profundización de la crisis durante la década de
los años ochenta hizo completamente inviable la actualización del modelo.
Una situación similar se presentó en muchos de los países del Tercer Mundo.
Con la excepción de aquellos Estados que podían extraer beneficios de la nueva
dinámica que estaba empezando a imperar a nivel mundial, debido a su, tamaño, como
la India y Brasil, y otros de dimensiones pequeñas pero que introdujeron una apropiada
estrategia orientada hacia la exportación (básicamente los Nuevos Países
Industrializados del Sudeste Asiático), el resto de los países del Tercer Mundo entró en
una etapa de crisis. El agotamiento golpeó por igual a las diferentes estrategias.
A pesar de sus logros iniciales, las políticas desarrollistas no pudieron romper el
círculo vicioso de la dependencia. La estrechez del mercado interno, la escasa
eficiencia, la insuficiente inversión productiva, el desarrollo deficiente de la
productividad a nivel internacional, las abismales diferencias sociales y económicas
condujo a una parcial desvinculación y pérdida de participación de los países del Tercer
Mundo en el mercado mundial.
Además, en algunas regiones del Tercer Mundo, la implantación de estos
modelos no se tradujo en un cambio radical con respecto a los esquemas imperantes con
anterioridad. En África, por ejemplo, este modelo no distó mucho de los
esquemas prevalecientes en el período colonial: el desarrollo de economías
agrarias de crecimiento extensivo y, consecuentemente, de débil productividad.
Además, este modelo de desarrollo no pudo romper con los marcos de la antigua
división internacional del trabajo.
Pero fue, sin duda, la crisis de la deuda externa lo que estimuló la veloz
transformación de los modelos de desarrollo de los países del Sur.
Como manifestación de los cambios que se estaban produciendo en las
propuestas de desarrollo páralas naciones del Tercer Mundo, en esta época, se puso en
boga tina nueva vertiente de la doctrina de la modernización: el neoliberalismo. Lo
mismo que ocurriera con la teoría de la modernización, popularizados años
atrás, esta concepción contenía un recetario que debía estimular el crecimiento y el
desarrollo entre las naciones atrasadas.
A pesar de las similitudes que existen entre la primera y la segunda ola de la
teoría de la modernización, subsisten, empero, significativas diferencias. La más
importante de todas es que mientras antes se argumentaba la necesidad de crear un
poderoso Estado que equilibrara el peso de los sectores público privado, en la década de
los años ochenta se ha respaldado básicamente el desarrollo del sector privado, el
mercado y las estrategias de desregulación de la economía. En general, este programa,
patrocinado por las grandes instituciones multilaterales internacionales, constó de tres
etapas. En la primera se propugnaba la introducción de políticas de estabilización
monetaria.
Después vinieron los programas de ajuste estructural, orientados a
poner en funcionamiento la economía de mercado a través de la eliminación de las
distorsiones a los precios y al mercado, la reducción del papel del Estado en la
economía, la desregulación del comercio y de las inversiones, la flexibilización de las
relaciones laborales y el impulso a la privatización de las empresas estatales. Por último,
se dio inicio a una tercera etapa caracterizada por el estímulo al
crecimiento de las exportaciones, a través de la incitación al desarrollo del sector
privado, el cual debía provocar la modernización de la producción y la diversificación
de la oferta exportable y de los mercados y propiciar el arribo de inversionistas
extranjeros, los cuales, por su parte, contribuirían con tecnología, capitales,
instrumentos y conocimientos para el acceso a los grandes mercados de los países
desarrollados.
La crisis de los modelos de desarrollo no fue, empero, un fenómeno exhaustivo
de los países del Este y del Sur. El mismo problema se presentó también entre las
naciones altamente industrializadas. Como es sabido, en el período de postguerra entre
los países industrializados se expandieron y fortalecieron el fordismo, como mecanismo
de acumulación intensiva sobre la base de la consolidación de las técnicas taylorianas y
de la automatización como paradigma tecnológico.
Desde finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta este modelo
industrializador entró en crisis como producto de la excesiva internacionalización de los
mercados y de los circuitos productivos, que al no acompañarse de una armonización
internacional en el plano salarial, favoreció la inclinación por el alimento de la
productividad en detrimento del crecimiento de los mercados internos, los cuales
prontamente llegaron a un nivel de saturación y de agotamiento de las reservas, lo que
agudizó el problema de la financiación de la inversión, a lo que se sumaron las
apremiantes innovaciones tecnológicas, las crisis fiscales y financieras y el shock
petrolero de 1973, que obligó a aumentar las exportaciones para cancelar las compras
del crudo.
A diferencia de los casos anteriores, la crisis del fordismo pudo ser superada al
encontrarse un sustituto en el capitalismo transnacional o "liberal productivista".
Al mismo tiempo, algunos de los puntos derivados del acuerdo de Bretton
Woods fueron reemplazados por un sistema de tasas de cambio flotantes. La anterior
asociación entre Estado-nación, economía nacional y capital productivo se desdibujó
completamente.
Como vemos, los cimientos de este nuevo orden se forjaron durante las décadas
de los años setenta y ochenta. Sin embargo, en ese entonces, su universalización era
poco probable porque existían factores políticos y militares que frenaban sus
posibilidades de expansión y hacían además que, para algunos, se mantuviera el sueño
de hacer realidad los anhelos de un orden más justo para el Tercer Mundo. Pero más
importante aún era el hecho de que los países desarrollados estaban en la obligación de
hacer grandes concesiones a las naciones del Tercer Mundo para impedir que éstas
pudiesen gravitar en la órbita de la URSS o utilizar la "carta" soviética.
Las transformaciones en el mundo de postguerra fría Con los cambios ocurridos
en la Unión Soviética, sobre todo desde el momento en que despuntó el Glasnost
internacional, la posterior crisis del socialismo en Europa del Este, la
finalización de la bipolaridad entre las superpotencias y de la competición militar y
nuclear, la posición marginal que desde ese momento pasaron a ocupar los
gobiernos revolucionarios en el Tercer Mundo, la reunificación alemana en
torno de la República Federal Alemana y la posterior disolución de la Unión Soviética,
se crearon las condiciones no sólo para poner fin a la Guerra Fría sino para universalizar
las potencialidades contenidas en el orden económico mundial que comenzaba a
definirse.
Con la reorientación de los antiguos países socialistas hacia la lógica del
mercado y las nuevas formas de vinculación de las naciones en desarrollo a la economía
mundial como resultado del agotamiento de su modelo anterior de desarrollo y el
impacto de la crisis de la deuda externa, se crearon las condiciones para la
universalización de esta nueva modalidad capitalista que desde la década de los años
setenta venía madurando entre las naciones altamente industrializadas: el
capitalismo transnacional.
La naturaleza de este capitalismo es, de la misma forma diferente al de las fases
anteriores, porque, además de tener una vocación universalizadora, ha introducido
transformaciones en la matriz misma del capitalismo, pues, ha desvinculado la
economía de los productos primarios de la economía industrial y el empleo de la
producción, y ha desligado los vínculos que anteriormente existían entre producción,
movimiento del capital y comercio internacional.
Con estas transformaciones, el mundo de Postguerra Fría atraviesa en la
actualidad por un período transitorio en el cual se está constituyendo esta nueva matriz
de funcionamiento del capitalismo, se están formalizando las nuevas relaciones de
fuerza y poder y se encuentran en proceso de maduración los valores y formas de acción
que estructuran la naciente configuración mundial.
La dimensión global del capitalismo transnacional
Esta transfiguración de los sistemas productivos nacionales y la
reconversión de los polos transnacionales en engranajes de una economía mundial
han dado lugar al surgimiento de espacios diferenciados pero interconectados de
articulación de los circuitos económicos. El primero de éstos se observa en la
consolidación de un espacio mundial o globalizado. Este ámbito, comúnmente definido
como globalización de los circuitos económicos, se caracteriza porque con
su densificación se contribuye a profundizar, acelerar y ampliar el radio de acción del
emergente sistema mundial.
En tal sentido, la globalización podemos definirla como un proceso
multidimensional que pone en interacción a los diversos Estados, sociedades y regiones
del planeta de una manera desigual, tanto a nivel internacional como nacional.
Esta globalización se profundiza, acelera y amplía a través de complicados
mecanismos que conjugan indistintamente interacciones y reacciones frente al sistema.
La globalización no debe ser interpretada como un proceso que se desarrolla de manera
rectilínea: se produce a través de situaciones que tienden a veces a una mayor
integración mundial y en otras hacia la fragmentación, es decir, la propensión a una
recomposición de los Estados o a la constitución de "bloques económicos" para
adaptarse al sistema; en ocasiones se gravita alrededor de un cierto universalismo(El
proclamado "fin de la historia", de Francis Fukuyama), o hacia lo que Ignacio Ramonet
denomina el “Estado globalitario", y en otras se estimula la búsqueda de la diferencia (la
defensa de la idiosincrasia francesa) o la constitución de un Estado cultural.
En tal sentido, la globalización, si bien en sus orígenes fue un proceso
básicamente estimulado por el desarrollo económico y las nuevas condiciones
tecnológicas, constituye una interrelación de diferentes ámbitos que van desde la
economía y los nuevos circuitos comunicacionales, pasando por la política, la cultura y
la ideología. La globalización, sin embargo, no borra las diferencias nacionales y
regionales, sino que se articula con ellas.
Existe la falsa inclinación a imaginar que globalización, uniformidad y progreso
son, en el presente, nociones prácticamente equivalentes. Globalización es también el
resultado del peso que actualmente tiene el discurso neoliberal, el cual no sólo asume
que la transnacionalización y la globalización constituyen procesos y estadios
inevitables y deseables para todos los pueblos, sino que pretende destacar que la única
forma acertada de inserción internacional se produce a través de la completa
liberalización y desregulación de los circuitos económicos.
Por último, la globalización se percibe en la constatación del peso que en los
noventa ha adquirido el imaginario de que con las tendencias actuales estaríamos
asistiendo a lo que Zaki Laidi, denomina "el tiempo mundial", el cual "mina la idea de
proyecto nacional histórico". "Pero la singularidad del tiempo presente es que esta
ruptura con el pasado no trae consigo ninguna idea de futuro.
Con los cambios económicos, tecnológicos y comunicacionales de las últimas
décadas se ha comenzado a producir una gran transformación cultural que ha
desplazado el tiempo de la política como vector estructurante por el tiempo de la
economía y, sobre todo, del mercado, el cual, a partir de la velocidad del consumo, de la
producción y de los beneficios, desvincula él presente del pasado, transforma todo en
presente e involucra los anhelos futuros en la inmediatez.
Esta interpretación neoliberal se articula en torno de la idea de que el libre
movimiento de capitales y bienes produce una distribución más eficiente de los recursos
y posibilita una mayor cooperación internacional como resultado de la interdependencia
que existe entre los Estados y pueblos. La globalización, por lo tanto, es
presentada como sinónimo de eficiencia, democracia, bienestar y progreso. Esta
interpretación altamente ideologizada pretende oscurecer la desigualdad que subyacen
el sistema actual porque ignora deliberadamente las asimetrías inherentes a los
procesos de globalización.
Este discurso igualmente pretende pasar por alto el hecho de que la
globalización reproduce nuevas modalidades de conflicto social y sobre todo una
agudización de "la principal contradicción de nuestro tiempo, el conflicto entre las
zonas de la humanidad integradas y las excluidas en la nueva división internacional del
trabajo".
Una de las más agudas tensiones que se desprenden de esta nueva realidad
mundial es que la consolidación de la democracia en numerosas regiones del Este y el
Sur no ha ido de la mano con la ampliación de las oportunidades.
Los principales agentes y beneficiarios de estos circuitos globalizados son los
actores transnacionales, los polos de eficiencia en el ámbito del comercio, las finanzas y
la producción y, de modo particular, las corporaciones transnacionales. En el nuevo
sistema mundial, las antiguas empresas multinacionales, se han transformado en
corporaciones transnacionales, es decir, en empresas que están localizadas en varios
países, abarcan diversos estadios de la producción y corporativamente se reparten los
beneficios
El poder de estas empresas es inmenso. Para finales de 1994 existían
aproximadamente cuarenta mil sociedades transnacionales, que tenían 250 mil filiales
en el extranjero. Cinco países —Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania y el Reino
Unido— disponían de 172 de las 200 empresas transnacionales más grandes del planeta.
En dicha lista no figuran empresas de ningún país en vías de desarrollo.
Pero su importancia no se mide únicamente en su crecimiento cuantitativo. Estas
empresas se han convertido en instituciones políticas que están rediseñando el panorama
económico y político mundial, en la medida en que han desplazado a los Estados de
algunas funciones económicas, han intensificado la internacionalización de las
economías nacionales, han introducido un quiebre en la reglamentación de las
relaciones laborales y han desvertebrado la articulación entre el Estado y las empresas
en el plano impositivo. Como señala Susan Strange, las empresas transnacionales se han
enquistado en el campo de poder de los Estados.
La dimensión regional
A continuación de los ámbitos globalizados, se encuentran los segmentos
intermedios, caracterizados por el surgimiento de los regionalismos multinacionales, del
tipo de la Unión Europea, el NAFTA, el Mercosur o el ASEAN. La amplia difusión de
estas modalidades de regionalización no es contradictoria con la globalización. Más
bien se puede argumentar que debido a la inexistencia de un único centro hegemónico y
a la aguda competición entre los polos económicos y comerciales mundiales se produce
la inclinación a asumir la globalización de modo interno o regionalizado,
Dos modalidades de regionalización caracterizan el mundo actual. De una parte,
se asiste a una nueva forma de regionalización, cuyas fronteras no están determinadas
por motivos políticos ni institucionales sino por una invisible normatividad económica.
A veces son regiones nucleares dentro de fronteras estatales (Sao Paulo en Brasil,
Cataluña en España, Alsacia y Lorena en Francia, Badén-Wurtembergen Alemania) y
en otras traspasan estas fronteras e interaccionan con regiones de dos o más países (San
Diego y Tijuana, Hong Kong y el sur de China).
La otra modalidad se produce a través de la celebración de programas de
integración, como el de la Unión Europea que se ha propuesto la creación de
instituciones que garanticen y posibiliten la viabilidad de la integración supranacional
de los Estados miembros. Estas regionalizaciones pueden asumir diferentes
modalidades: zonas de libre comercio que consisten en el compromiso, por parte de los
países que suscriben el acuerdo, de eliminar los aranceles y demás barreras no
tarifarias en su comercio mutuo; la unión aduanera, que se produce cuando a las
preferencias de la zona de librecomercio se le añade el establecimiento de una política
comercial con un arancel externo común; el mercado común, que es una unión aduanera
que establece una determinada liberalización de algunos factores, como productos,
capitales, personas, etc.; y, por último, la unión económica, que se orienta a establecer
políticas económicas comunes entre los países miembros.
A nivel mundial, la amplia difusión de estas regionalizaciones es una
clara demostración de las limitaciones del actual sistema internacional para integrar
una economía mundial. La inexistencia de un poder dominante que establezca formas
consensuales de orientación económica y política explica la inclinación de numerosos
Estados por la regionalización, por ser ésta una fórmula a través de la cual se busca la
adaptación al sistema y, al mismo tiempo, se defienden sus más inmediatos
intereses nacionales.
A partir de estos espacios diferenciados, la globalización desarrolla un esquema
piramidal de relaciones internacionales desde los primeros núcleos
transnacionalizados. Es un esquema asimétrico de relaciones de poder, en el cual
se destacan los principales centros o polos económicos y financieros de alcance mundial
(Estados Unidos, la Unión Europea y Japón), las regiones integradas a los mismos (el
NAFTA, los países de la EFTA y el Sudeste Asiático, correlativamente), los países o
regiones que por razones comerciales o estratégicas pueden suscitar la atención de los
respectivos vértices (el Medio Oriente, los países más desarrollados de América Latina
y parte del Asia Meridional) y, por último, las regiones marginadas, en las cuales se
incluyen una parte de los países latinoamericanos menos desarrollados, los países del
Acuerdo de Lomé y varias islas del Pacífico.
La dimensión nacional
En tercer y último lugar, a continuación de los espacios globalizados y las
macro-regionalizaciones, tenemos los espacios nacionales, es decir, los lugares donde se
sigue ejerciendo un poder político y jurídico explícito y donde se reproducen las
relaciones sociales. El Estado conserva su relación política: sigue siendo el lugar por
excelencia donde se constituye, reproduce y transforma el "bloque en el poder", se
organiza y expresa la sociedad, se corrigen las disfunciones económicas y sociales y se
estimula el capitalismo, aun cuando sea bajo una lógica transnacional.
En una economía globalizada, el Estado sufre una transformación radical. La
transnacionalización ha reducido sensiblemente la soberanía del Estado en el control
macroeconómico. Pero, de otra parte, el Estado se ha convertido en un vínculo que une
al respectivo país con la economía mundializada y actúa como agente de este proceso.
Una consecuencia que estos procesos de globalización han tenido para los países
en desarrollo es que han aumentado la vulnerabilidad del Estado.
Asistimos, por lo tanto, a un doble desbordamiento del Estado- nación. De una
parte, el espacio nacional se ha transnacionalizado para convertirse en una esfera de
acción y competencia de los grupos económicos transnacionales. De otra parte, el
Estado-nación ha sido rebasado hacia adentro "o sea hacia la articulación de las políticas
públicas y privadas en los mercados regionales a fin de generar procesos productivos
específicos que puedan ligarse directamente con el mercado mundial y para maximizar
la eficiencia de las inversiones públicas y privadas".
Por último, el Estado ha comenzado a perder su legitimidad en tanto que lugar
de identificación de consensos y de solidaridad funcional entre clases sociales
Todas estas transformaciones que apuntan a una relativa
"automatización" de las relaciones internacionales en relación con las actividades de
los Estados no significan, empero, que los Estados hayan dejado de ser los actores por
excelencia en los circuitos externos. Siguen siendo agentes importantes, pero su
naturaleza, interna y externa, está siendo objeto de grandes alteraciones y sus anteriores
actividades son competidas por parte de los actores y unidades transnacionales. El sur
en el nuevo sistema mundial
Ante estas profundas transformaciones, ¿cuál es el lugar de los países en
desarrollo en este nuevo sistema mundial? Desde un punto de vista global, el fin de la
Guerra Fría se ha traducido en una pérdida de significación de estos países. En la época
anterior, el antagonismo entre las dos grandes potencias se diseminó por todo el planeta
convirtiendo al Tercer Mundo en un escenario predilecto de competición entre los dos
sistemas. La importancia estratégica que el Sur tenía para las superpotencias se
convirtió en una garantía para la afluencia constante de recursos económicos,
financieros, políticos y militares. Por consiguiente, al desaparecer la Guerra Fría los
países del Sur perdieron su importancia estratégica y se restringieron los recursos
provenientes del Norte.
Quienes más duramente resintieron esta nueva realidad fueron los países en
desarrollo que gravitaban en torno de la órbita geopolítica de Moscú, por cuanto
tuvieron que realizar una drástica modificación de sus políticas para readaptarse a la
economía y política mundiales, dominada por las grandes naciones industrializadas de
occidente y acceder a condiciones impuestas por los organismos financieros
multilaterales para relanzar sus maltrechas economías.
Además del menoscabo de su significación estratégica, se observa también una
clara transformación de las relaciones Norte-Sur en favor del primero. Los países del
primer grupo gozan de un mayor poder negociador frente al Sur.
Por último, cabe recordar que como lo señalábamos anteriormente los países en
desarrollo, con la obvia excepción de los Nuevos Países Industrializados, no
representan un importante interés estratégico a nivel comercial ni financiero para los
tres polos económicos y financieros mundiales.
La desagregación de los espacios mundiales, los disímiles ritmos de interacción
de estos espacios en la economía mundial y la extrema diferenciación económica de
estos países ha introducido una excesiva desigualdad entre los países Tercer Mundo y
ha destruido la validez argumentativa de las nociones con las que anteriormente se
dividía el mundo, tales como "centro" y "periferia", "primero, segundo y tercer mundo"

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