5.1. La crisis de 1973 y sus efectos económicos. La economía entre los años setenta y los ochenta: la hegemonía neoliberal. Los inicios de la volatilización de la economía mundial. El fin del “Estado Benefactor” y del pleno empleo. ANDERSON, Perry. “Neoliberalismo: un balance provisorio” en Sader, Emir y Gentili, Pablo La trama del Neoliberalismo. Buenos Aires, Eudeba, 1999. El neoliberalismo nació después de la Segunda Guerra Mundial, en una región de Europa y de América del Norte donde imperaba el capitalismo. Fue una reacción teórica y política vehemente contra el Estado intervencionista y de Bienestar. Su texto de origen es Camino de Servidumbre, de Friedrich Hayek, escrito en 1944. Se trata de un ataque apasionado contra cualquier limitación de los mecanismos del mercado por parte del Estado, denunciada como una amenaza letal a la libertad, no solamente económica sino también política. Hayek convocó a quienes compartían su orientación ideológica a una reunión en la pequeña estación de Mont Pélerin, en Suiza. Entre los célebres participantes estaban no solamente adversarios firmes del Estado de Bienestar europeo, sino también enemigos férreos del New Deal norteamericano. Allí se fundó la Sociedad de Mont Pélerin, una suerte de franco masonería neoliberal, altamente dedicada y organizada, con reuniones internacionales cada dos años. Su propósito era combatir el keynesianismo y el solidarismo reinantes, y preparar las bases de otro tipo de capitalismo, duro y libre de reglas, para el futuro. Con la llegada de la gran crisis del modelo económico de posguerra, en 1973 todo cambió. A partir de ahí las ideas neoliberales pasaron a ganar terreno. Las raíces de la crisis, afirmaban Hayek y sus compañeros, estaban localizadas en el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera más general, del movimiento obrero, que había socavado las bases de la acumulación privada. Esos dos procesos destruyeron los niveles necesarios de beneficio de las empresas y desencadenaron procesos inflacionarios que no podían dejar de terminar en una crisis generalizada de las economías de mercado. El remedio, entonces, era claro: mantener un Estado fuerte en su capacidad de quebrar el poder de los sindicatos y en el control del dinero, pero limitado en lo referido a los gastos sociales y a las intervenciones económicas. La ofensiva neoliberal en el poder La hegemonía de este programa no se realizó de la noche a la mañana. Llevó más o menos una década, los años ‘70, Pero al final de la década, en 1979, surgió la oportunidad. En Inglaterra fue elegido el gobierno Thatcher, Un año después, en 1980, Reagan llegó a la presidencia de los Estados Unidos. En 1982, Kohl derrotó al régimen social liberal de Helmut Schmidt en Alemania. En 1983, en Dinamarca, Estado modelo del Bienestar escandinavo, cayó bajo el control de una coalición clara de derecha el gobierno de Schluter. El ideario del neoliberalismo había incluido siempre, como un componente central, el anticomunismo más intransigente de todas las corrientes capitalistas de posguerra. Los años ‘80 vieron el triunfo más o menos incontrastado de la ideología neoliberal en esta región del capitalismo avanzado Ahora bien, ¿qué hicieron, en la práctica, los gobiernos neoliberales del período? El modelo inglés fue, al mismo tiempo, la experiencia pionera y más acabada de estos regímenes. Durante sus gobiernos sucesivos, Margaret Thatcher contrajo la emisión monetaria, elevó las tasas de interés, bajó drásticamente los impuestos sobre los ingresos altos, abolió los controles sobre los flujos financieros, creó niveles de desempleo masivos, aplastó huelgas, impuso una nueva legislación anti sindical y cortó los gastos sociales. Finalmente, y ésta fue una medida sorprendentemente tardía, se lanzó a un amplio programa de privatizaciones. La variante norteamericana fue bastante diferente. En los Estados Unidos, donde casi no existía un Estado de Bienestar del tipo europeo, la prioridad neoliberal se concentró más en la competencia militar con la Unión Soviética, concebida como una estrategia para quebrar la economía soviética y por esa vía derrumbar el régimen comunista en Rusia. Se debe resaltar que, en la política interna, Reagan también redujo los impuestos en favor de los ricos, elevó las tasas de interés y aplastó la única huelga seria de su gestión. En el continente europeo, los gobiernos de derecha de este período a menudo de perfil católico practicaron en general un neoliberalismo más cauteloso y matizado que las potencias anglosajonas, manteniendo el énfasis en la disciplina monetaria y en las reformas fiscales más que en los cortes drásticos de los gastos sociales o en enfrentamientos deliberados con los sindicatos. A pesar de todo, la distancia entre estas políticas y las de la socialdemocracia, propia de los anteriores gobiernos, era grande. Y mientras la mayoría de los países del Norte de Europa elegía gobiernos de derecha empeñados en distintas versiones del neoliberalismo, en el Sur del continente (territorio de De Gaulle, Franco, Salazar, Fanfani, Papadopoulos, etc.), antiguamente una región mucho más conservadora en términos políticos, llegaban al poder, por primera vez, gobiernos de izquierda, llamados eurosocialistas: Mitterrand en Francia, González en España, Soares en Portugal, Craxi en Italia, Papandreu en Grecia. Al final de la década, el nivel de desempleo en Francia era más alto que en la Inglaterra conservadora, como Thatcher se jactaba en señalar. Alcances y límites del programa neoliberal Lo que demostraron estas experiencias fue la impresionante hegemonía alcanzada por el neoliberalismo en materia ideológica. En los países del capitalismo avanzado, el neoliberalismo había tenido su origen a partir de una crítica implacable a los regímenes socialdemócratas. Sin embargo, y con excepción de Suecia y Austria, hacia fines de los años ‘80, la propia socialdemocracia europea fue incorporando a su programa las ideas e iniciativas que defendían e impulsaban los gobiernos neoliberales. Paradojalmente, eran ahora los socialdemócratas quienes se mostraban decididos a llevar a la práctica las propuestas más audaces formuladas por el neoliberalismo. La razón principal de esta transformación fue sin duda la derrota del movimiento sindical, expresada en la caída dramática del número de huelgas durante los años ‘80 y en la notable contención de los salarios. Esta nueva postura sindical, mucho más moderada, tuvo su origen, en gran medida, en un tercer éxito del neoliberalismo: el crecimiento de las tasas de desempleo, concebido como un mecanismo natural y necesario de cualquier economía de mercado eficiente. Finalmente, el grado de desigualdad (otro objetivo sumamente importante para el neoliberalismo) aumentó significativamente en el conjunto de los países de la OECD: la tributación de los salarios más altos cayó un 20% a mediados de los años ‘80 y los valores de la bolsa aumentaron cuatro veces más rápidamente que los salarios. En todos estos aspectos (deflación, ganancias, desempleo y salarios) podemos decir que el programa neoliberal se mostró realista y obtuvo éxito. Pero, a final de cuentas, todas estas medidas habían sido concebidas como medios para alcanzar un fin histórico: la reanimación del capitalismo avanzado mundial. Cabe preguntarse aún por qué la recuperación de las ganancias no condujo a una recuperación de la inversión. Esencialmente, porque la desregulación financiera, que fue un elemento de suma importancia en el programa neoliberal, creó condiciones mucho más propicias para la inversión especulativa que la productiva. El peso de las operaciones de carácter parasitario tuvo un incremento vertiginoso en estos años. Por otro lado, y éste fue el fracaso del neoliberalismo, el peso del Estado de Bienestar no disminuyó mucho, a pesar de todas las medidas tomadas para contener los gastos sociales. Dos razones básicas explican esta paradoja: el aumento de los gastos sociales con el desempleo, lo cual significó enormes erogaciones para los estados, y el aumento demográfico de los jubilados, lo cual condujo a gastar otros tantos millones en pensiones. Por fin, irónicamente, cuando el capitalismo avanzado entró de nuevo en una profunda recesión, en 1991, la deuda pública de casi todos los países occidentales comenzó a reasumir dimensiones alarmantes. El segundo aliento de los gobiernos neoliberales Sin embargo, más allá de estos éxitos electorales, el proyecto neoliberal continúa demostrando una vitalidad impresionante. La primera prioridad del presidente Clinton, en los Estados Unidos, fue reducir el déficit presupuestario, y la segunda adoptar una legislación draconiana y regresiva contra la delincuencia, lema principal también del nuevo liderazgo laborista en Inglaterra. ¿Cómo explicar este segundo impulso de los regímenes neoliberales en el mundo capitalista avanzado? Una de sus razones fundamentales fue, claramente, la victoria del neoliberalismo en otra región del mundo. Los nuevos arquitectos de las economías poscomunistas en el Este, gente como Balcerovicz en Polonia, Gaidar en Rusia, Maus en la República Checa, eran y son ardientes seguidores de Hayek y Friedman, con un menosprecio total por el keynesianismo y por el Estado de Bienestar, por la economía mixta y, en general, por todo el modelo dominante del capitalismo occidental correspondiente al período de posguerra. Esos líderes políticos preconizan y realizan privatizaciones mucho más amplias y rápidas. No hay neoliberales más intransigentes en el mundo que los “reformadores” del Este. Debe decirse que la revolución thatcheriana, o sea, antikeynesiana o liberal, apareció (con una apreciación positiva) en medio del camino de Europa Occidental, y es preciso completarla”. Bien entendido, este tipo de extremismo neoliberal, por influyente que sea en los países poscomunistas, también desencadenaron una reacción popular, como se puede ver en las últimas elecciones en Polonia, Hungría y Lituania, donde partidos ex comunistas ganaron, y ahora gobiernan nuevamente sus países. La deflación, el desmantelamiento de los servicios públicos, las privatizaciones, el crecimiento del capital corrupto y la polarización social siguen, un poco menos rápidamente, por él mismo rumbo. América Latina, escenario de experimentación El impacto del triunfo neoliberal en el Este europeo tardó en sentirse en otras partes del globo, particularmente aquí en América Latina, que hoy en día se convierte en el tercer gran escenario de experimentación neoliberal. Me refiero, obviamente, a Chile bajo la dictadura de Pinochet: aquel régimen tiene el mérito de haber sido el verdadero pionero del ciclo neoliberal en la historia contemporánea. El Chile de Pinochet comenzó sus programas de forma drástica y decidida: desregulación, desempleo masivo, represión sindical, redistribución de la renta en favor de los ricos, privatización de los bienes públicos. La experiencia chilena de los años ‘70 interesó muchísimo a ciertos consejeros británicos. En ese sentido, Friedman y Hayek podían ver con admiración la experiencia chilena, sin ninguna inconsistencia intelectual o compromiso de principios. Si Chile fue, en este sentido, una experiencia piloto para el nuevo neoliberalismo en los países avanzados de Occidente, América Latina también proporcionó la experiencia piloto para el neoliberalismo del Este pos soviético. Aquí me refiero a Bolivia. En Bolivia, la puesta en marcha de la experiencia neoliberal no tenía urgente necesidad de quebrar a un movimiento obrero poderoso, como en Chile, sino de parar la hiperinflación. En otras palabras, América Latina también inició una variante neoliberal “progresista”, difundida más tarde en el Sur de Europa, en los años del eurosocialismo. Pero Chile y Bolivia eran experiencias aisladas hasta finales de los años ‘80. El viraje continental en dirección al neoliberalismo no comenzó antes de la presidencia de Salinas, en México, en 1988, seguido de la llegada de Menem al poder, en 1989, de la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez en el mismo año en Venezuela, y de la elección de Fujimori en el Perú en el ‘90. Ninguno de esos gobernantes confesó al pueblo, antes de ser electo, lo que efectivamente hizo después. Menem, Carlos Andrés Pérez y Fujimori, por cierto, prometieron exactamente lo opuesto a las políticas radicalmente antipopulistas que implementaron en los años ‘90. Salinas ni siquiera fue electo, apelando, como es bien sabido, a uno de los tradicionales recursos de la política mexicana: el fraude. De las cuatro experiencias vividas en esta década, podemos decir que tres registraron éxitos impresionantes a corto plazo (México, Argentina y Perú) y una fracasó: Venezuela. La diferencia es significativa. A pesar de esto sería arriesgado concluir que en América Latina sólo los regímenes autoritarios pueden imponer con éxito las políticas neoliberales. El caso de Bolivia, donde todos los gobiernos electos después de 1985, tanto el de Paz Zamora como el de Sánchez de Losada, continuaron con la misma línea, está ahí para comprobarlo. La lección que deja la larga experiencia boliviana es clara. Existe un equivalente funcional al trauma de la dictadura militar como mecanismo para inducir democrática y no coercitivamente a un pueblo a aceptar las más drásticas políticas neoliberales: la hiperinflación. Un balance provisorio La pregunta que queda abierta es si el neoliberalismo encontrará aquí, en América Latina, más o menos resistencia a su implementación duradera que la que encontró en Europa Occidental y en la antigua URSS. La región del capitalismo mundial que presenta más éxitos en los últimos veinte años es también la menos neoliberal, o sea, las economías de Extremo Oriente como Japón, Corea, Taiwán, Singapur y Malasia. En este sentido, cualquier balance actual del neoliberalismo sólo puede ser provisorio. Se trata de un movimiento inconcluso. Económicamente, el neoliberalismo fracasó. No consiguió ninguna revitalización básica de capitalismo avanzado. Socialmente, por el contrario, ha logrado muchos de sus objetivos, creando sociedades marcadamente más desiguales, aunque no tan desestatizadas como se lo había propuesto. Política e ideológicamente, sin embargo, ha logrado un grado de éxito quizás jamás soñado por sus fundadores, diseminando la simple idea de que no hay alternativas para sus principios, y que todos, partidarios u opositores, tienen que adaptarse a sus normas. Históricamente, el momento de viraje de una onda es siempre una sorpresa. Arrighi, Giovanni. El largo siglo XX. Madrid, Akal, 1999. Cap. “ La dinámica de la crisis global” La gran crisis del régimen estadounidense entre 1968 y 1973 se produce principalmente por tres causas: -Militarmente: tenía cada vez más problemas en Vietnam. -Financieramente: la Reserva Federal tuvo problemas y rompió la paridad dólar- oro del sistema de Bretton Woods. -Ideológicamente: la cruzada anticomunista perdió legitimidad en el interior y exterior. Durante la década del 70 las estrategias exteriores de EEUU fueron descuidadas y se produjo un abrupto declive del poder y prestigio, que culminan con la Revolución Iraní y la toma de rehenes en la embajada de este país en 1980. El despegue de la actual fase de expansión financiera centrada en EEUU es un aspecto central de esta crisis. Comienza en 1968 con una aceleración explosiva del crecimiento de la colocación de los fondos líquidos de eurodólares en Londres. Como respuesta a ese crecimiento explosivo, en 1971 el gobierno de EEUU abandona el patrón dólar-oro, y a partir de 1973, la Reserva Federal y los Bancos Centrales admiten que no pueden controlar las especulaciones contra los tipos de cambio fijos y pasan una cotización flexible del dólar. La formación del mercado de eurodólares o eurodivisas, empezó después de la SGM con los depósitos de dólares de los países comunistas en bancos de GB para poder comerciar con occidente. Pero la principal causa de la formación de este mercado de eurodólares fueron los préstamos hacia Europa vía Plan Marshall, y la migración de capital de EEUU a este continente a finales de los años 50 y 60, junto con los menores controles para el capital financiero, que hicieron que el capital líquido fluyera hacia Londres. Esto reforzó el papel del dólar como moneda mundial y facilitó la expansión mundial del capital estadounidense, ya que seguía respaldado por las reservas de oro y el superávit de la balanza de pagos a favor de EEUU. Pero en 1963, la expansión de las corporaciones de EEUU en el exterior y los mercados de eurodivisas entraron en contradicción con el poder central de EEUU. Kennedy intentó contrarrestar el desequilibrio que ejercían los pasivos de EEUU frente a las declinantes reservas de oro, restringiendo los préstamos y las inversiones en el exterior, ya que a finales de los 50, los pasivos estadounidenses excedían las reservas de oro. Esto fue contraproducente, porque para evitar los controles, el mercado de financiación internacional en dólares se mudó de Nueva York a Londres. Durante los años 50 y hasta mediados de los 60, el comercio y producción de los países de Europa occidental, y en las ex colonias, estaba organizado por una mezcla de capitalismo familiar y estatal que venía desde el mundo de mercado de fines del S. XIX. Ante esto, las corporaciones de EEUU disfrutaron de una ventaja comparativa en la conquista de los mercados de sus productos finales y en la obtención de materias primas, gracias a su inversión directa y su integración vertical entre la producción y el intercambio. Esta situación cambió a finales de los 60, ya que, por un lado, en los lugares que una corporación tenía un monopolio, ponía barreras para que no aparezca otra competencia; y por otro, las empresas europeas se reestructuraron copiando el modelo estadounidense, y con el apoyo de sus gobiernos generaron una competencia que desafiaba a las corporaciones de EEUU. Como consecuencia, entre 1967 y 1974 las inversiones directas de EEUU disminuyeron en comparación con las europeas. En la década del 50 y antes de 1968, los salarios de Europa occidental y EEUU, habían subido, pero siempre por debajo de la productividad del trabajo o al mismo ritmo, pero entre 1968 y 1973 se elevaron mucho más rápido, generando una reducción de las ganancias empresarias. En 1973 venían subiendo los precios de las materias primas y la crisis del petróleo terminó de agravar la crisis de rentabilidad. El poder de compra inyectado en la economía a partir de 1968, en vez de provocar el crecimiento del comercio y producción generó inflación y la huida de capitales a mercados monetarios extraterritoriales. Después de la SGM, la supremacía política y militar de EEUU fue una precondición para que las corporaciones de EEUU tuvieran el predominio mundial. Pero también es cierto que esta expansión de las corporaciones estadounidenses es el soporte de la posición internacional, política y militar que ocupa EEUU. Esta complementariedad solo entró en conflicto en Japón, ya que los intereses de la política exterior por Vietnam y China, llevaron a priorizar los intereses japoneses para fortalecerlo ante sus vecinos. Después de finalizar la SGM, el gobierno de EEUU preparó el terreno para que sus empresas invadieran Europa, pero con el tiempo no pudo conservar el control sobre la salida de capitales hacia Europa, y las subsidiarias europeas comenzaron a trasladar el negocio financiero internacional a Londres. Ante esta pérdida del control del flujo de capitales por parte de EEUU, y el desfasaje que esto generó entre las reservas de oro y los dólares que circulan por el mundo, la Reserva Federal rompió el sistema de Bretton Woods de paridad dólar – oro para recuperar la posición central de Washington en la oferta de liquidez mundial. De esta manera, EEUU dejaba de lado la necesidad de generar un superávit fiscal, porque ahora tenía la libertad de imprimir dólares sin necesidad de respaldarlos con oro. Además, esto generó una devaluación del dólar que le permitió que sus productos compitieran mejor en el mercado internacional y recuperar su mercado interno eliminando la competencia de otras potencias, ya que carácter autocéntrico de la economía de EEUU le permitía depender del mercado interno y no de las exportaciones, como le pasaba a Europa y Japón. Gracias a esta política monetaria, entre 1973-79 la economía estadounidense mejoró mucho más que Europa y Japón. La ruptura del tipo de cambio fijo dio un nuevo impulso a la expansión financiera, ya que incrementaba los riesgos e incertidumbres para las actividades comerciales e industriales. Ante las oscilaciones diarias en los tipos de cambio, las empresas tuvieron que generar operaciones a futuro para protegerse contra posibles déficits que pudieran producirse por las variaciones en la cotización. Además, estos cambios generaban la modificación de los balances de un día para otro. Ante estos problemas, los países del tercer mundo fueron los más perjudicados. A partir de los 70, cuando sube exponencialmente el precio del petróleo, un grupo pequeño de estados se encontró con una enorme “renta petrolífera” que no podía ser utilizada inmediatamente y fue depositada principalmente en bancos de Londres. Los países consumidores de petróleo aplicaron políticas deficitarias para bajar el consumo o se endeudaron. La política de tipos de cambio flexible aceleró la pérdida del control de estado sobre la producción y regulación del dinero mundial. Sólo un pequeño porcentaje de la liquidez se convirtió en producción y la mayoría fue al sistema financiero para reproducirse y competir con los nuevos dólares emitidos por la Reserva Federal. Esta gran liquidez permitió que muchos países del tercer mundo que no tenían superávit accedieran a créditos baratos. Esta situación llevo a que, en 1979, en el último año de la administración Carter, la Reserva Federal con Paul Volker al frente, produjera un repentino cambio en la política monetaria, dejando de lado la política laxa por una extremadamente estricta. Estos cambios buscaban restaurar la confianza en el dólar y que los mismos retornen a EEUU. Para esto se tomaron cuatro medidas: -Se elevó la tasa de interés por encima de la inflación para que el capital mundial sea invertido en EEUU. -Se desreguló el sistema bancario estadounidense, lo que permitió que las corporaciones de EEUU y no estadounidenses tengan una libertad de acción sin precedentes. -Se inició el mayor ciclo de endeudamiento público de la historia mundial, a pesar de que Reagan ganó las elecciones prometiendo que iba a equilibrar el presupuesto. -Este incremento de la deuda estaba relacionado con la intensificación de la guerra fría mediante un incremento del gasto militar y acciones de castigo ejemplar contra regímenes del tercer mundo como Granada en 1983, Libia en 1986, Panamá en 1989, y en 1990-91 Irak. Después de la derrota de Vietnam, a la crisis militar y de legitimidad del poder mundial de EEUU, se le sumó las independencias de las ex colonias del tercer mundo. La permanente carrera armamentista generaba presión sobre el abastecimiento de materias primas y esto llevaba a reforzar la importancia del tercer mundo como proveedor de materias primas y mano de obra. Una vez que el mayor aparato militar del mundo fue derrotado por un país pobre como Vietnam, se produjo una crisis temporal del rol de EEUU como policía del mundo. Esto fue utilizado por diferentes frentes de liberación nacional para independizar las últimas colonias, como las portuguesas o movimientos como el iraní. Esta inversión repentina de las relaciones de poder en el sistema – mundo a favor del tercer y segundo mundo, el “sur” y el “este”, constituyó una experiencia preocupante para la burguesía occidental y estadounidense. Esta situación redujo la rentabilidad del capital a niveles no aceptables. Con el precio del petróleo subiendo en 1973, sumado al virtual reconocimiento de la derrota en Vietnam y seguido por la pulverización del mito invencible de Israel en la guerra de Yom Kipur, impulsaron a la OPEP a subir el precio del petróleo para protegerse de la devaluación del dólar. Esta situación, combinada con los aumentos salariales mayores al nivel de crecimiento de la productividad forzó a las empresas del primer mundo a una competencia más intensa por la mano de obra y recursos energéticos del tercer mundo. Estos mayores precios obtenidos por el crudo y otras materias primas generaron una virtual inundación de capital en algunos países del tercer mundo. Esto provocó que los países del primer mundo perdieran el control sobre el poder adquisitivo mundial, generando que los estados del tercer y segundo mundo tengan más poder. La pérdida del régimen amigo del Sha en 1979 (que era la palanca del poder de EEUU en Oriente Próximo) generó un nuevo revés para el poder estadounidense, que tuvo como consecuencia una crisis de confianza en el dólar, una segunda crisis del petróleo y la invasión de la URSS a Afganistán. Esta situación convenció a EEUU que había llegado el momento de terminar el enfrentamiento con el capital financiero originado en el New Deal y había que buscar una alianza para recuperar la supremacía del poder global. La recentralización del poder adquisitivo en los EEUU produjo un resultado espectacular e instantáneo de las políticas monetarias restrictivas, los altos tipos de interés y la desregulación estadounidense poniendo inmediatamente de rodillas a los estados del tercer mundo, cosa que el poderío militar no había podido hacer. El endurecimiento de las políticas monetarias recortó drásticamente la demanda de suministros del tercer mundo y como consecuencia entre 1980-88 los precios de las materias primas bajaron un 40 % y los del petróleo un 50 %. Al mismo tiempo, los intereses de la deuda subieron estrepitosamente. Así, la burguesía del mundo occidental comenzaba a disfrutar de una Belle Époque con una prosperidad sin precedentes, pero que no había resuelto la crisis, sino que la había desplazado. Esta nueva Belle Époque dura desde 1980 a 1988.
WEBBER, Douglas. “La socialdemocracia y el resurgimiento del
desempleo masivo en Europa Occidental” en PATTERSON, William E. y THOMAS, Alastair H., El futuro de la socialdemocracia, Valencia, Alfons El Magnánin, 1992. Posiblemente no exista otra aspiración política con la que se hayan identificado más plenamente los partidos socialdemócratas que con el logro o el mantenimiento del pleno empleo. Probablemente pocos socialdemócratas hubieran estado en desacuerdo con la visión de Crosland, expresada en El futuro del socialismo de que en caso improbable de que las presiones económicas endógenas hacia niveles altos de empleo se debilitaran demasiado, las presiones políticas, sobre todo el temor a la derrota electoral, obligarían a los gobiernos a intervenir para prevenir el crecimiento del desempleo. Las formas como los partidos socialdemócratas han reaccionado por medio de sus programas y política al resurgimiento de los altos niveles de desempleo han variado considerablemente. Por lo tanto, el capítulo trata en primer lugar, de las diferencias y similitudes de las respuestas de los gobiernos socialdemócratas al creciente desempleo o a la amenaza del aumento del desempleo, los principales instrumentos políticos para identificar algunos de los factores que pudieran explicar por qué algunos gobiernos han tenido más éxito en este campo que en otros. El efecto de los gobiernos socialdemócratas sobre el desempleo Los gobiernos socialdemócratas de algunos estados son mejores a la hora de frenar el desempleo que los gobiernos de similar tendencia ideológica de otros estados. El desempleo abierto solo se ha mantenido en su nivel aproximado de pre-crisis en Suecia y Austria. En Suecia hubo una política de gasto financiero destinada a salvar la crisis. El auge, sin embargo, cuando llegó fue más débil y fugaz de lo que exigía la política. En 1977-78 Suecia experimentó todo el peso del declive económico internacional. Se dio mayor importancia a la colación de parados en el mercado abierto, en oposición a los programas gubernamentales de empleo. Las demandas presupuestarias de la Administración del mercado de trabajo no fueron atendidas. No obstante, el alcance de los programas suecos de mercado de trabajo todavía iba mucho más lejos que los de cualquier otro estado de Europa Occidental. En Suecia el nivel comparativamente bajo de desempleo abierto no ha sido asegurado solo por la puesta en práctica de amplios programas de mercado laboral. Un segundo factor que ha contribuido a ellos fue la política de contrataciones en el sector público. La principal y más incongruente innovación fue la nacionalización y masiva subvención de numerosas empresas en aquellas ramas de la industrial q más duramente fueron golpeadas por la crisis industrial. Los gobiernos burgueses mantuvieron un desempleo abierto comparativamente bajo en Suecia, a pesar de un continuo crecimiento de la fuerza de trabajo extranjera. El coste de su defensa del empleo era, sin embargo, elevado. La economía sueca incurrió en déficit por cuenta corriente desde el 74 al 81. El endeudamiento gubernamental ha sido vertiginosamente, no obstante, la administración socialdemócrata elegida en el otoño de 1982 optó por ejercer una política económica ambiciosa dando prioridad al crecimiento económico y defensa del empleo. El éxito de esta medida para aumentar la competitividad internacional de la industria sueca la competitividad internacional sueca dependería en gran parte del consentimiento de los sindicatos a recortes en los salarios reales. Sin embargo, existe una fuerte oposición a estos planes por parte del capital sueco, cuya cooperación el gobierno sabía que tenía que asegurar si se quería invertir la tasa descendente de inversión, como reconoció el propio primer ministro socialdemócrata. Las limitaciones institucionales para la búsqueda de una política de una política económica orientada hacia el pleno empleo son mayores en Alemania Occidental que en Suecia. En primer lugar, la capacidad de maniobra del gobierno federal en la formulación de la política económica está limitada por el papel del Banco Federal, cuya independencia del gobierno está protegida por la ley. En segundo lugar, el gobierno federal en una amplia gama de áreas políticas que afectan a su capacidad para dirigir la economía, requiere el concurso de las administraciones locales y regionales, cuyo gasto combinado excedía en mucho al de la federación. La coalición Social-liberal no recurrió a las medidas de política de mercado laboral como un medio para combatir el desempleo con la misma intensidad que la administración socialdemócrata y burguesa sueca. La perspectiva de una aplicación anti-cíclica de los programas de mercado laboral tiende a estar limitada en Alemania Occidental por el hecho de que tales medidas son financiadas por la administración del mercado laboral, cuya principal obligación es pagar los subsidios de desempleos. En comparación con Suecia, el aumento del empleo en el sector público en Alemania Occidental fue también moderado durante la coalición Social-liberal. Efectivamente desde 1975 en adelante, el empleo en el gobierno federal decayó. La política del empleo de la coalición Social-liberal se inclinó especialmente que la de Suecia hacia la reducción de la oferta de trabajo mediante el fomento de la jubilación anticipada y la exportación de los trabajadores extranjeros. La coalición Social-liberal delegó mucho más la responsabilidad de crear empleo al sector privado de la economía que los gobiernos burgueses suecos. El éxito considerable obtenido con esta política entre el 76 y 80 puede atribuirse en gran parte a la moderación ejercida en la negociación salarial por los sindicatos. En Austria los socialdemócratas no han tenido que enfrentase con limitaciones tan formidables en la búsqueda de una política de pleno empleo como las que tuvo que soportar la SPD mientras estaba en el gobierno federal en Alemania Occidental. Desde el 70 al 83 el SPO pudo gobernar solo. La moderación salarial ha dado una contribución decisiva al mantenimiento de un alto nivel de empleo. Por otro lado, los austriacos han practicado una política muy restrictiva hacia los trabajadores extranjeros. Durante el período de 1974 al 79 en general los gobiernos laboristas de GB practicaron una política presupuestaria más restrictiva que cualquier de sus homólogos socialdemócratas de la Europa Occidental continental. Su perspectiva de combatir el desempleo mediante una política expansionista de gestión de la demanda era más limitada que las de las administraciones hermanas dada la situación económica heredada de los conservadores en febrero del 74. En su primer año en el poder Wilson siguió una política de gestión económica anti-cíclica que mantenía el crecimiento del desempleo dentro de ciertos límites. El gobierno parecía esperara que la restricción salarial sentaría las bases de un proceso de crecimiento del empleo estimulado por la exportación cuando se reactivase el comercio internacional. Ciertamente la estrategia industrial del gobierno reflejaba la filosofía de que la fuente primaria de los nuevos empleos debería ser la inversión en la industria manufacturera. En la práctica, la principal prioridad de la política económica de los gobiernos laboristas fue la reducción del nivel de inflación, que Wilson describió como “el padre y la madre” del desempleo. El crecimiento del desempleo fue controlado, pero el nivel de desempleo registrado casi permaneció estancado durante los últimos años del gobierno laborista en mucho más de un millón. En Francia el gobierno de coalición de la izquierda dirigido por los socialistas que ocupó el poder en el 81 se fijó como primer objetivo luchar contra el paro. La gran extensión del sector público en la industria y la banca llevada a cabo en los primeros meses de gobierno fue legitimidad en términos del papel que jugaría la expansión del sector público en la regeneración de la industria francesa y en términos de estímulo del crecimiento económico y del empleo. También se adoptó una política de tratamiento de la demanda extremadamente expansionista. Este programa no resulto totalmente un fracaso en las primeras 18 semanas de gobierno. El comparativamente bajo nivel de endeudamiento estatal en Francia podría haber permitido una considerable expansión del déficit presupuestario del sector público, pero la inflación comenzó a aumentar y en particular el déficit por cuenta corriente francés creció fuertemente, disminuyendo la confianza internacional en el franco francés. Al igual que ocurre con el empleo en el sector público y el horario laboral, la variedad de posturas políticas entre los gobiernos socialdemócratas de Europa Occidental en relación con los trabajadores extranjeros ha sido muy amplia. En parte estas diferencias pueden atribuirse a las características ideológicas. Este análisis de la política de empleo y de los resultados de la misma en cinco estados de Europa Occidental durante la crisis económica indica que, aparte de las circunstancias económicas y niveles de empleo heredados, dos variables ejercen una influencia particularmente fuerte sobre la capacidad para combatir el desempleo con eficacia en los gobiernos socialdemócratas. La primera de estas es el tiempo de relación de los partidos socialdemócratas con los respectivos movimientos sindicales nacionales y el carácter de estos sindicatos. Donde estas relaciones son estrechas y los sindicatos están centralizados y son cooperadores las condiciones para mantener un nivel comparativamente bajo de desempleo son favorables (Alemania, Austria, GB). Sin embargo, el que haya sindicatos dispuestos a cooperar y existan unas estrechas relaciones entre los sindicatos y los gobiernos socialdemócratas no son condiciones suficientes, ni siquiera necesarias, para el mantenimiento de un bajo desempleo. La segunda variable que parece ejercer una poderosa influencia sobre la capacidad, o la voluntad de tales gobiernos para mantener unos bajos niveles de desempleo es la fuerza de la cultura socialdemócrata. El impacto del desempleo sobre los partidos socialdemócratas Los altos niveles de desempleo en Europa Occidental desde el 74 no han provocado tanta inestabilidad y malestar como se temía cuando la crisis económica se hizo sentir por primera vez. La depresión de los 30 generó radicalismo político, no se han cumplido. Una serie de factores pueden ayudar a explicar por qué esto no ha ocurrido. En primer lugar, el período del tiempo en q la mayoría de las personas desempleadas están sin empleo ha seguido siendo limitado. En segundo lugar, la mayoría de los estados de Europa Occidental, el nivel de prestaciones de la Seguridad Social para los desempleados es muy alto. En tercer lugar, las tasas de actividad eran tan altas en la mayoría de los estados que la mayoría de las personas sin empleo podían vivir en familias donde alguna otra persona estuviese trabajando. Las potenciales repercusiones de políticas de los altos niveles de desempleo dependen, en cuarto lugar, de la forma como se distribuye la carga del desempleo. Contrariamente los grupos clave en los movimientos obreros y sindicales en la mayoría de los E de Europa Occidental, como los trabajadores cualificados, generalmente han mantenido una posición comparativamente fuerte en el mercado de trabajo. La estrategia sindical puede haber estado influenciada por la creencia de que un gobierno socialdemócrata o laborista todavía representaba el mal menos. Obviamente los 5 factores podrían constituir juntos no más de un elemento en la construcción de una explicación de por qué el empleo no ha tenido un impacto más desestabilizador y radicalizador sobre la política de Europa Occidental. Si el elevado desempleo no ha provocado ninguna inestabilidad política o malestar significativo en Europa Occidental, entonces ¿ha tenido algún efecto perceptible sobre la suerte electoral de los partidos socialdemócratas gobernantes o de otros partidos o sobre el desarrollo de los sistemas de partidos de Europa Occidental? Si bien los partidos socialdemócratas son vistos como el partido del pleno empleo igualmente pueden haberse ganado esta imagen de competencia en política de empleo sobre la base de su actuación o de sus partidos rivales. En tanto que el desempleo afectó al resultado de las elecciones de 1979 es casi probable que beneficiara más al Partido Conservador que al Partido Laborista. Las expectativas populares con respecto al desarrollo de la economía y la posición electoral del SPD mejoraron a la vez que es año se ponía en marcha una recuperación económica. Por lo tanto, la tesis de la teoría clientelista, en el sentido de que la presencia o amenaza de alto desempleo debería beneficiar a los socialdemócratas o partidos laboristas, no resisten bien el análisis, las conclusiones deben extraerse con un elevado grado de precaución. La confianza pública en la competencia de las políticas de empleo de los partidos puede verse afectada por la valoración general o la imagen que los votantes tienen de ellos o por las predicciones o proyecciones económicas, así como, o en vez de, por los cambios coyunturales en el mercado laboral. Finalmente, el comportamiento electoral puede haberse vuelto más inestable y sensible a las experiencias a corto plazo. Tanto las tensiones internas como las internaciones que se producen en la búsqueda de una política de pleno empleo son políticas e ideológicas, así como también económicas por naturaleza. Allí donde las condiciones políticas para su eficiente funcionamiento están presentes, los métodos de gestión económica ampliamente keynesianos no son de ningún modo obsoletos, como la reducción del horario salarial, aunque esto implica recortes en los sueldos, y otra área es la del gasto público/inversión pública. Sin embargo, podrían encontrar resistencia dentro de los partidos socialdemócratas y por parte de sus aliados de costumbre, los sindicatos. El desempleo y los futuros de la socialdemocracia El problema del desempleo se hizo cada vez más grave en Europa Occidental a principio de los 80, a la vez que disminuía la capacidad de los partidos socialdemócratas para solucionarlo. Sin embargo, las diferencias en cuanto a resultados de la política de empleo han sido importantes y los que han actuado peor han sido castigados electoralmente, en distintos grados, por su fracaso. Austria y Suecia quedaron bastante bien para el 83, Alemania tenía menos esperanzas y peor estaba Francia y todavía peor en GB. El éxito o fracaso de los partidos socialdemócratas u otros para combatir el desempleo no es sino una de las muchas variables que influirán en la evolución futura de la socialdemocracia en Europa Occidental. Pero en la medida en que las tendencias del desempleo y el futuro de la socialdemocracia están entrelazadas, es probablemente que la socialdemocracia en Europa Occidental tenga una amplia diversidad de formas.
5.2. Las respuestas políticas a la crisis. El ascenso neoconservador y la Segunda
Guerra Fría. El Estado Nación Europeo: comunitarios y fragmentados. Japón y los tigres del asiático. HARVEY, David. Breve historia del neoliberalismo. Madrid, Akal, 2007. Cap. I “La libertad no es más que una palabra…” Para que cualquier forma de pensamiento se convierta en dominante, tiene que presentarse un aparato conceptual que sea sugerente para nuestras intuiciones, nuestros instintos, nuestros valores y nuestros deseos, así como también para las posibilidades inherentes al mundo social que habitamos. La idea de dignidad y de libertad individual son conceptos poderosos y atrayentes por sí mismos. En términos más generales, estos ideales atraen a cualquier persona que aprecie la facultad de tomar decisiones por sí misma. La idea de libertad, inserta en la tradición estadounidense desde hace largo tiempo, ha desempeñado un notable papel en Estados Unidos en los últimos años. Cuando todas las restantes razones para emprender una guerra preventiva contra Irak se revelaron deficientes, el presidente apeló a la idea de que la libertad otorgada a Iraq era en sí misma y por sí misma una justificación adecuada de la guerra. Los iraquíes eran libres y eso era todo lo que realmente importaba. ¿A qué destino, por consiguiente, se espera que encamine el pueblo iraquí el caballo de la libertad que se le ha donado por la fuerza de las armas? De acuerdo con la teoría neoliberal, el tipo de medidas perfiladas por Bremer eran tan necesarias como suficientes para la creación de riqueza y, por lo tanto, para el progreso del bienestar de la población en general. La suposición de que las libertades individuales se garantizan mediante la libertad de mercado y de comercio, es un rasgo cardinal del pensamiento neoliberal, y ha dominado durante largo tiempo la postura de Estados Unidos hacia el resto del mundo. Evidentemente, lo que Estados Unidos pretendía imponer por la fuerza en Iraq, era un aparato estatal cuya misión fundamental era facilitar las condiciones para una provechosa acumulación de capital tanto por parte del capital extranjero como del doméstico. A esta forma de aparato estatal la denominaré Estado neoliberal. Las libertades que encarna reflejan los intereses de la propiedad privada, las empresas, las compañías multinacionales, y el capital financiero. Merece la pena recordar que el primer experimento de formación de un Estado neoliberal se produjo en Chile tras el golpe de Pinochet el «11 de septiembre menor» de 1973. El golpe contra el gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende fue promovido por las elites económicas domésticas que se sentían amenazadas por el rumbo hacia el socialismo de su presidente. Contó con el respaldo de compañías estadounidenses, de la CIA, y del secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger. Reprimió de manera violenta todos los movimientos sociales y las organizaciones políticas de izquierda y desmanteló todas las formas de organización popular. Conocidos como los “Chicago boys” a causa de su adscripción a las teorías neoliberales de Milton Friedman, que entonces enseñaba en la Universidad de Chicago. La historia de cómo fueron elegidos es interesante. Desde la década de 1950 Estados Unidos había financiado la formación de algunos economistas chilenos en la Universidad de Chicago. Pinochet puso a estos economistas en el gobierno donde su primer trabajo fue negociar los créditos con el Fondo Monetario Internacional. El fruto de su trabajo junto al FMI, fue la reestructuración de la economía en sintonía con sus teorías. Revirtieron las nacionalizaciones y privatizaron los activos públicos, abrieron los recursos naturales (la industria pesquera y la maderera, entre otras) a la explotación privada y desregulada (en muchos casos sin prestar la menor consideración hacia las reivindicaciones de los habitantes indígenas), privatizaron la Seguridad Social y facilitaron la inversión extranjera directa y una mayor libertad de comercio. El derecho de las compañías extranjeras a repatriar los beneficios de sus operaciones chilenas fue garantizado. Se favoreció un crecimiento basado en la exportación frente a la sustitución de las importaciones. El único sector reservado al Estado, fue el recurso clave del cobre (al igual que el petróleo en Irak). Esto se reveló crucial para la viabilidad presupuestaria del Estado, puesto que los ingresos del cobre fluían exclusivamente hacia sus arcas. La reactivación inmediata de la economía chilena en términos de tasa de crecimiento, acumulación de capital y una elevada tasa de rendimiento sobre las inversiones extranjeras, no duró mucho tiempo. Todo se agrió en la crisis de la deuda que azotó América Latina en 1982. El hecho de que dos reestructuraciones del aparato estatal que presentan una similitud tan manifiesta, hayan ocurrido en épocas tan distintas y en lugares tan diferentes del mundo bajo la influencia coactiva de Estados Unidos, sugiere que el alcance inexorable del poder imperial estadounidense, podría obedecer a la rápida proliferación de formas estatales neoliberales alrededor del mundo registradas desde mediados de la década de 1970. Aunque sin duda esto se haya producido a lo largo de los últimos treinta años, en ningún caso constituye toda la historia, como muestra el elemento doméstico del giro neoliberal en Chile. Por otro lado, Estados Unidos no obligó a Margaret Thatcher a adentrarse en la inexplorada senda neoliberal en 1979. La reestructuración de las formas estatales y de las relaciones internacionales después de la Segunda Guerra Mundial, estaba concebida para prevenir un regreso a las catastróficas condiciones que habían amenazado como nunca antes el orden capitalista en la gran depresión de la década de 1930. Al parecer, también iba a evitar la reemergencia de las rivalidades geopolíticas interestatales que habían desatado la guerra. Tal vez, el mejor retrato del pensamiento de la época se encuentre en un influyente texto escrito por dos eminentes sociólogos, Robert Dahl y Charles Lindblom, que fue publicado en 1953. En opinión de ambos autores, tanto el capitalismo como el comunismo en su versión pura, habían fracasado. El único horizonte por delante era construir la combinación precisa de Estado, mercado e instituciones democráticas para garantizar la paz, la integración, el bienestar y la estabilidad. Todas estas formas estatales diversas tenían en común la aceptación de que el Estado debía concentrar su atención en el pleno empleo, en el crecimiento económico y en el bienestar de los ciudadanos, y que el poder estatal debía desplegarse libremente junto a los procesos del mercado -o, si fuera necesario, interviniendo en él o incluso sustituyéndole-, para alcanzar esos objetivos. Las políticas presupuestarias y monetarias generalmente llamadas “keynesianas” fueron ampliamente aplicadas para amortiguar los ciclos económicos y asegurar un práctico pleno empleo. Por regla general, se defendía un «compromiso de clase» entre el capital y la fuerza de trabajo como garante fundamental de la paz y de la tranquilidad en el ámbito doméstico. Actualmente es habitual referirse a esta organización político-económica como «liberalismo embridado» para señalar el modo en que los procesos del mercado, así como las actividades empresariales y corporativas, se encontraban cercadas por una red de constreñimientos sociales y políticos y por un entorno regulador que en ocasiones restringían, pero en otras instancias señalaban la estrategia económica e industrial. A finales de la década de 1960 el liberalismo embridado comenzó a desmoronarse, tanto a escala internacional como dentro de las economías domésticas. En todas partes se hacían evidentes los signos de una grave “crisis de acumulación de capital”. Las políticas keynesianas habían dejado de funcionar. El oro no podía seguir funcionando como la base metálica de la divisa internacional. Una respuesta consistía en intensificar el control estatal y la regulación de la economía a través de estrategias corporativistas Esta respuesta era alentada por diversos partidos socialistas y comunistas en Europa. La izquierda congregó un considerable poder popular detrás de estos programas, rozando el poder en Italia y ganándolo de hecho en Portugal, Francia, España y Gran Bretaña, sin dejar de conservar su poder en la península escandinava. Incluso en Estados Unidos, a principios de la década de 1970, el Congreso controlado por el Partido Demócrata generó un enorme aluvión de iniciativas de reforma legislativas. Pero la izquierda no fue mucho más allá de las tradicionales soluciones socialdemócratas y corporativistas si bien, a mediados de la década de 1970, éstas se habían revelado incompatibles con las exigencias de la acumulación de capital. Esto desencadenó una polarización del debate entre quienes se alineaban a favor de la socialdemocracia y de la planificación central, por un lado, y los intereses de todos aquellos comprometidos con la liberación del poder financiero y de las corporaciones, y el restablecimiento de las libertades de mercado, por otro. Cómo y por qué el neoliberalismo emergió victorioso como la única respuesta a esta cuestión es el quid del problema que debemos resolver. Desde una mirada retrospectiva puede parecer como si la respuesta fuese tan obvia como inevitable, pero, al mismo tiempo, pienso que es justo decir que nadie supo o comprendió con certeza qué tipo de respuesta funcionaría y cómo lo haría. El mundo capitalista fue dando tumbos hacia la respuesta que constituyó la neoliberalización a través de una serie de zigzagueos y de experimentos caóticos, que en realidad únicamente convergieron en una nueva ortodoxia gracias a la articulación de lo que llegó a ser conocido como el «Consenso de Washington» en la década de 1990. Por entonces, tanto Clinton como Blair pudieron haber dado la vuelta sin problemas a la observación de Nixon y decir de manera sencilla que «ahora todos somos neoliberales». Sin embargo, hay un elemento dentro de esta transición que merece una atención específica. La crisis de acumulación de capital que se registró en la década de 1970 sacudió a todos a través de la combinación del ascenso del desempleo y la aceleración de la inflación. El descontento se extendió y la unión del movimiento obrero y de los movimientos sociales en gran parte del mundo capitalista avanzado, parecía apuntar hacia la emergencia de una alternativa socialista al compromiso social entre el capital y la fuerza de trabajo. En gran parte de Europa los partidos Comunista y Socialista estaban ganando terreno, lo q planteaba por doquier una clara amenaza política a las elites económicas. Una condición de acuerdo posbélico en casi todos los países, fue que se restringiera el poder económico de las clases altas y que le fuera concedida a la fuerza de trabajo una mayor porción del pastel económico. Tener una participación estable de una tarta creciente es una cosa. Pero cuando en la década de 1970 el crecimiento se hundió, los tipos de interés real fueron negativos y unos dividendos y beneficios miserables se convirtieron en la norma, las clases altas de todo el mundo se sintieron amenazadas. El golpe de estado de Chile y la toma del poder por los militares en Argentina, promovidos internamente por las clases altas con el apoyo de Estados Unidos, proporcionaba un amago de solución. En efecto, los efectos redistributivos y la creciente desigualdad social han sido rasgo tan persistente de la neoliberalización como para poder ser considerados un rasgo estructural de todo el proyecto. Estados Unidos no está solo en este proceso, ya que el 1 % superior de los perceptores de renta en Gran Bretaña ha doblado su porcentaje de la renta nacional del 6,5 al 13 % desde 1982. Y si lanzamos nuestra mirada más lejos, vemos extraordinarias concentraciones de riqueza y de poder emergiendo por todas partes (lo mismo sucedió en China, Rusia y México). Por lo tanto, la neoliberalización puede ser interpretada bien como un proyecto utópico con la finalidad de realizar un diseño teórico para la reorganización del capitalismo internacional, o bien como un proyecto político para restablecer las condiciones para la acumulación del capital y restaurar el poder de las elites económicas. En las páginas que siguen, argumentaré que en la práctica el segundo de estos objetivos ha sido dominante. La neoliberalización no ha sido muy efectiva a la hora de revitalizar la acumulación global de capital, pero ha logrado de manera muy satisfactoria restaurar o, en algunos casos (como en Rusia o en China), crear el poder de una elite económica. En mi opinión, el utopismo teórico del argumento neoliberal ha funcionado ante todo como un sistema de justificación y de legitimación de todo lo que fuera necesario hacer para alcanzar ese objetivo. El ascenso de la teoría neoliberal El neoliberalismo en tanto que antídoto potencial para las amenazas al orden social capitalista y como solución a los males del capitalismo, había permanecido latente durante largo tiempo bajo las alas de la política pública. Un grupo reducido y exclusivo de apasionados defensores -principalmente economistas, historiadores y filósofos del mundo académico- se había aglutinado alrededor del renombrado filósofo político austriaco Friedrich von Hayek para crear la Mont Pelerin Society (su nombre proviene del balneario suizo donde se celebró la primera reunión del grupo). Los miembros del grupo se describían como “liberales” (en el sentido europeo tradicional) debido a su compromiso fundamental con los ideales de la libertad individual. No obstante, también se atenían a la conclusión de Adam Smith de que la mano invisible del mercado era el mejor mecanismo para movilizar, incluso, los instintos más profundos del ser humano como la glotonería, la gula y el deseo de riqueza y de poder en pro del bien común. Los neoliberales se oponían aún más fieramente a las teorías en torno a la planificación estatal centralizada, como las propuestas por Oscar Lange, cuya obra se aproximaba a la tradición marxista. Las decisiones estatales, argüían, estaban condenadas a estar sesgadas políticamente en función de la fuerza de los grupos de interés implicados en cada ocasión (como podían ser los sindicatos, las organizaciones ecologistas, o los grupos de presión empresariales). Las decisiones estatales en materia de inversión y de acumulación de capital siempre habrían de ser erróneas porque la información disponible para el Estado no podía rivalizar con la contenida en las señales del mercado. Este marco teórico no es, tal y como varios analistas han señalado, enteramente coherente. El rigor científico de su economía neoclásica no encaja fácilmente con su compromiso político con los ideales de la libertad individual, al igual que su supuesta desconfianza hacia todo poder estatal tampoco encaja con la necesidad de un Estado fuerte y si es necesario coactivo que defienda los derechos de la propiedad privada y las libertades individuales y empresariales. No obstante, este movimiento permaneció en los márgenes de la influencia tanto política como académica hasta los turbulentos años de la década de 1970. En ese momento, comenzó a adquirir protagonismo, particularmente en Estados Unidos y Gran Bretaña, con la ayuda de varios think-thanks generosamente financiados (ramificaciones de la Mont Pelerin Society, como el Institute of Economic Affairs en Londres y la Heritage Foundation en Washington) así como también, a través de su creciente influencia dentro de la academia, en particular en la Universidad de Chicago, donde dominaba Milton Friedman. La teoría neoliberal ganó respetabilidad académica gracias a la concesión del Premio Nóbel de Economía a Hayek en 1974 y a Friedman en 1976. En mayo de aquel año, Margaret Thatcher fue elegida en Gran Bretaña con el firme compromiso de reformar la economía. Bajo la influencia de Keith Joseph, un publicista y polemista muy activo y comprometido que poseía conexiones muy influyentes con el neoliberal Institute of Economic Affairs, aceptó que el keynesianismo debía ser abandonado y que las soluciones monetaristas de las doctrinas “dirigidas a actuar sobre la oferta” eran esenciales para remediar la estanflación que había caracterizado la economía británica durante la década de 1970. En una famosa declaración, Thatcher afirmó que no había «eso que se llama sociedad, sino únicamente hombres y mujeres individuales»; seguidamente ella añadió, y sus familias. Todas las formas de solidaridad social iban a ser disueltas en favor del individualismo, la propiedad privada, la responsabilidad personal y los valores familiares. El asalto ideológico alrededor de estas hebras que atravesaban la retórica de Thatcher fue incesante «La economía es el método», señaló, «pero el objetivo es cambiar el alma». Y la hizo cambiar, aunque de formas que en ningún caso fueron exhaustivas ni acabadas, y mucho menos carente de costes políticos. En octubre de 1979, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos durante el mandato del presidente Carter, Paul Volcker, maquinó una transformación da la política monetaria estadounidense. El shock de Volcker, tal y como vino a denominarse desde entonces, ha de ser interpretado como una condición necesaria pero no suficiente de la neoliberalización. La victoria de Ronald Reagan sobre Carter en 1980 se reveló crucial, si bien Carter se había desplazado de manera inquietante hacia la desregulación (de las líneas aéreas y del transporte por carretera) como una solución parcial a la crisis de estanflación. Reagan se mostró implacable y contundente con la Organización de Controladores Profesionales del Tráfico Aéreo (PATCO) en la prolongada y amarga huelga que protagonizaron en 1981. Esta actitud anunciaba el asalto en toda regla a los derechos de la fuerza de trabajo organizada en el preciso momento en el que la recesión inducida por Volcker estaba generando elevados niveles de desempleo (10 % o más). El prolongado ascenso de salario real comenzó entonces en serio. Los nombramientos efectuados por Reagan para ocupar los cargos de poder en materias relativas a la regulación del medioambiente, la seguridad laboral o la salud, llevaron la ofensiva contra el gran gobierno a niveles nunca antes alcanzados. La política de desregulación de todas las áreas, desde las líneas aéreas hasta las telecomunicaciones y las finanzas, abrió nuevas zonas de libertad de mercado sin trabas a fuertes intereses corporativos. El capital financiero buscó cada vez más en el extranjero mayores tasas de beneficio. La desindustrialización interna y las deslocalizaciones de la producción al extranjero, se hicieron mucho más frecuentes. Y así fue como comenzó el cambio trascendental hacia una mayor desigualdad social y hacia la restitución del poder económico a las clases altas. Sin embargo, acaeció otro cambio concomitante que también impelió el movimiento hacia la neoliberalización durante la década de 1970. La subida del precio del petróleo de la OPEP que sucedió a su embargo en 1973, otorgó un enorme poder financiero a los Estados productores de petróleo, como Arabia Saudita, Kuwait y Abu Dhabi. Gracias a los informes de los servicios de inteligencia británicos, ahora sabemos que Estados Unidos estuvo preparando activamente la invasión de esos países en 1973 en aras a restaurar el flujo de petróleo y provocar una caída de los precios. La tradición imperial estadounidense había experimentado una lenta elaboración, y en buena medida se había definido a sí misma en oposición a las tradiciones imperiales británicas, francesas, holandesas, así como de otras potencias europeas. Aunque Estados Unidos había jugueteado con la conquista colonial a finales del siglo XIX, había evolucionado hacia un sistema más abierto de imperialismo sin colonias durante el siglo XX. El caso paradigmático se ensayó en Nicaragua en las décadas de 1920 y 1930 (encontrar un hombre fuerte=Somoza=país abierto a las operaciones de K estadounidenses). En el periodo posbélico, gran parte del mundo no comunista se abrió al dominio estadounidense mediante tácticas de este tipo. Éste se convirtió en el método preferido para repeler la amenaza de las insurgencias y de la revolución comunista, que implicaba desplegar una estrategia antidemocrática (e incluso más enérgicamente antipopulista y antisocialista/comunista) por parte de Estados Unidos, que estrechó cada vez más su alianza con las dictaduras militares y con los regímenes autoritarios represivos (de manera más espectacular, desde luego, por toda América Latina). Éste fue el contexto en el que los fondos excedentes que estaban siendo reciclados a través de los bancos de inversión de Nueva York, fueron esparcidos por todo el globo. Los países en vías de desarrollo, sedientos de financiación, fueron estimulados a solicitar créditos en abundancia, aunque a tipos que fueran ventajosos para los bancos de Nueva York. Sin embargo, dado que lo créditos estaban fijados en dólares estadounidenses, cualquier ascenso moderado, no digamos precipitado, del tipo de interés estadounidense, podía fácilmente conducir a una situación de impago a los países vulnerables. Los bancos de inversión de Nueva York se verían entonces expuestos a sufrir graves pérdidas. Esta fórmula se convirtió en un protocolo de compartimiento después de que tuviera lugar lo que Stiglitz denominó la «purga» de todas las influencias keynesianas que pudieran existir en el FMI en 1982. El FMI y el Banco Mundial se convirtieron a partir de entonces, en centros para la propagación y la ejecución del «fundamentalismo del libre mercado» y de la ortodoxia neoliberal. No obstante, el caso de México sirvió para demostrar una diferencia crucial entre la práctica liberal y la neoliberal, ya que, bajo la primera, los prestamistas asumen las pérdidas que se derivan de decisiones de inversión equivocadas mientras que, en la segunda, los prestatarios son obligados por poderes internacionales y por potencias estatales a asumir el coste del reembolso de la deuda sin importar las consecuencias que esto pueda tener para el sustento y el bienestar de la población local. El significado del poder de clase ¿Pero a qué nos estamos refiriendo exactamente con el término «clase»? Se trata siempre de un concepto algo impreciso (algunos dirían que sospechoso incluso). En todo caso, la neoliberalización ha implicado su redefinición. Esto plantea un problema. Si la neoliberalización ha sido un vehículo para la restauración del poder de clase, entonces, deberíamos ser capaces de identificar las fuerzas de clase que yacen detrás de la misma y las que se han beneficiado de ella. Pero esto es difícil de hacer cuando «la clase» no es una configuración social estable. En algunos casos, las capas «tradicionales» se las han arreglado para aferrarse a una base de poder sólida (a menudo organizada a través de la familia y el parentesco). Pero, en otras ocasiones, la neoliberalización ha venido acompañada de una reconfiguración de lo que constituye la clase alta. No obstante, es posible identificar algunas tendencias generales. La primera se refiere a los privilegios derivados de la propiedad y la gestión de las empresas capitalistas - tradicionalmente separadas- para fusionarse mediante el pago a los altos directivos (gestores) con stock options, esto es, con derechos de compra sobre acciones de la compañía (títulos de propiedad). De este modo, el valor de las acciones y no el de la producción, se convierte en la luz trazadora de la actividad económica y, tal y como se hizo visible con la caída de compañías como Enron, las tentaciones especuladoras que resultan de esto pueden convertirse en demoledoras. La segunda tendencia ha sido reducir de manera drástica la laguna histórica entre los intereses y los dividendos generadores de capital monetario, por un lado, y la producción, la industria o el capital mercantil dependiente de la producción de beneficios, por otro. A lo largo de la década de 1970 gran parte de este conflicto o bien desapareció o bien adoptó nuevas formas. Las grandes corporaciones cobraron una orientación cada vez más financiera, aunque, tal y como ocurrió en el sector automovilístico, estuvieran insertas en la producción. Todo esto estaba conectado con el fuerte estallido de actividad y de poder dentro del mundo de las finanzas. Se produjo una ola de innovaciones en los servicios financieros para producir no sólo interconexiones globales mucho más sofisticadas, sino también nuevas formas de mercados financieros basados en la titularización, instrumentos financieros derivados y en toda una gran variedad de operaciones comerciales con futuro. En definitiva, la neoliberalización ha significado la financiación de todo. Esto intensificó el dominio de las finanzas sobre todas las economías. Por lo tanto, un notable foco del ascenso del poder de clase bajo el neoliberalismo, debe atribuirse a los altos directivos que son los operadores decisivos en los consejos de administración de las empresas, y a los jefes del aparato financiero, legal y técnico que rodea este santuario de acceso restringido de la actividad capitalista. Sin embargo, el poder de los auténticos dueños del capital, los accionistas, se ha visto en cierto modo menguado, salvo que obtengan un porcentaje de votos suficientemente alto como para influir en la política de la empresa. Pero sería un error reducir el concepto de clase alta a este grupo únicamente. Sin embargo, existe todavía otro enigma al que debemos prestar atención en el proceso de reconfiguración radical de las relaciones de clase. Surge el interrogante, y ha sido objeto de un amplio debate, de si esta nueva configuración de clase debe ser considerada transnacional o bien si todavía puede ser concebida como algo basado exclusivamente dentro de los parámetros del Estado-nación45. Expondré mi propia posición al respecto. La tesis de que la clase dominante de cualquier país ha confinado sus operaciones y definido sus lealtades con relación a un único Estado-nación, ha sido en gran medida históricamente exagerada. Nunca tuvo mucho sentido hablar de una clase capitalista específicamente estadounidense frente a una clase capitalista británica, francesa, alemana o coreana. Los lazos internacionales siempre fueron importantes, particularmente a través de las actividades coloniales y neocoloniales, pero también a través de vínculos transnacionales que se remontan al siglo XIX, si no antes. Dónde se adscriben específicamente es importante, pero ello no es más estable que la actividad capitalista que desarrollan. Aunque este grupo dispar de individuos insertos en el mundo de las corporaciones y en el mundo financiero, comercial e inmobiliario, no necesariamente conspira en tanto que clase, y aunque pueda haber frecuentes tensiones entre los mismos, poseen, no obstante, una cierta acomodación de intereses que por regla general reconoce las ventajas (y actualmente algunos de los peligros) que pueden derivarse de la neoliberalización. Igualmente poseen a través de organización como el Foro Económico de Davos, medios para el intercambio de ideas y para tratar y asesorar a los líderes políticos. Ellos ejercen una inmensa influencia en los asuntos globales y poseen una libertad de acción que ningún ciudadano ordinario tiene. Perspectivas de libertad Esta historia de la neoliberalización y de la formación de la clase, así como la creciente aceptación de las ideas de la Mont Pelerin Society como las ideas dominantes de la época, resultan especialmente interesantes cuando se colocan al trasluz de los contraargumentos expuestos por Karl Polanyi en 1944 (poco antes de la fundación de la Mont Pelerin Society). En una sociedad compleja, observó, el significado de la libertad se convierte en algo tan contradictorio y tan tenso como irresistible son sus incitaciones a la acción. En su opinión, hay dos tipos de libertad, una buena y otra mala. En este segundo grupo se incluían «la libertad para explotar a los iguales, la libertad para obtener ganancias desmesuradas sin prestar un servicio conmensurable a la comunidad, la libertad de impedir que las innovaciones tecnológicas sean utilizadas con una finalidad pública, o la libertad para beneficiarse de calamidades públicas tramadas secretamente para obtener una ventaja privada». Sin embargo, proseguía Polanyi, «la economía de mercado, bajo la que crecen estas libertades, también produce libertades de las que nos enorgullecemos ampliamente. La idea de libertad «degenera, pues, en una mera defensa de la libertad de empresa» que significa «la plena libertad para aquellos cuya renta, ocio y seguridad no necesitan aumentarse y apenas una miseria de libertad para el pueblo, que en vano puede intentar hacer uso de sus derechos democráticos para resguardarse del poder de los dueños de la propiedad». El utopismo liberal o neoliberal esta avocado, en opinión de Polanyi, a verse frustrado por el autoritarismo, o incluso por el fascismo absoluto. Las buenas libertades desaparecen, las malas toman el poder El diagnóstico de Polanyi parece peculiarmente apropiado para nuestra condición contemporánea. Nos ayuda a avanzar un buen trecho en la comprensión de lo que el presidente Bush quiere decir cuando afirma que «en tanto que somos la mayor potencia sobre la tierra, nosotros tenemos la obligación de contribuir a expandir la libertad». Tal y como Polanyi podría haber observado, el neoliberalismo confiere derechos y libertades a aquellos «cuya renta, ocio y seguridad no necesitan aumentarse», dejando una miseria para el resto de nosotros. ¿Cómo es, entonces, que «el resto de nosotros» hemos aceptado con tanta facilidad este estado de cosas? Finkielkraut: “La nueva derecha americana” Introducción el complejo de Popeye: En el 78 nacía una nueva ideología en la que se expresaba la impaciencia respecto a la administración Carter, la nostalgia de los valores pioneros que crearon Norteamérica, ese movimiento recibió el nombre de nueva derecha, en los años posteriores con Reagan esa doctrina será mayoritaria. Valores de la moral familiar y el patriotismo volverán a la sociedad. El New Deal al revés. 1947 Truman dispone de una nueva estrategia militar llamada de contención.1968, Nixon inicia el movimiento de apaciguamiento, seguridad por encargo, ejemplo; el Sha de Irán.1976 Carter presidente de la decadencia, da mayor importancia al eje norte sur que al conflicto este-oeste. Hay una psicosis de pacifismo, los soviéticos se sienten poderosos (cubanos en África,), y se lanzan más allá de lo estipulado por el pacto de Varsovia. El culto de la bipolaridad ve en todo acontecimiento una peripecia de la lucha y no concede ninguna autonomía a las realidades regionales; no se toma en cuenta otra motivación que el avance del comunismo o la defensa de occidente. El resto es desdeñosamente calificado de irracional, o de insignificante. Watergate revisitado: hacia el 78 las izquierdas están exangües y el conservadurismo lleva el viento en popa. Que predomine la derecha, solamente se explica por la necesidad de afrontar los profundísimos efectos de la guerra de Vietnam, de la contracultura y de todos los movimientos de los años 60. Derecha nacionalista buscara borrar de Vietnam de la memoria de los americanos La contraofensiva del hombre normal; es el hombre blanco heterosexual y padre de familia. La derecha construye una forma de comunicación política basada en el principio de guerrilla, usan un lenguaje ultrarradical apelan al pueblo, organiza manifestaciones a Washington en la tradición de las grandes marchas de los años 60 y ha sustraído a la izquierda sus tácticas extraparlamentarias más provech0osas, consiguiendo una capacidad de movilización que no había tenido desde los tiempos del macartismo. La nueva derecha fiel a los principios de la derecha tradicional emprende campañas contra acuerdo SALT y contra cualquier forma más o menos tímida de desarme La familia es la nueva ciudadela del nuevo conservadurismo que hay que defender del homosexual que ha sustituido al rojo de macartismo, la mujer igual. Dentro del campo conservador, la derecha clásica intenta diferenciarse de la derecha puritana (que moviliza sus adeptos en torno a problemas particulares, a diferencia de la clásica.). Uso del populismo ultracentralista en su funcionamiento, este movimiento usa el juego democrático para rechazar sus reglas. Las desventuras del estado asistencial: hoy en día la antigua mayoría silenciosa” tiene la voz y se está movilizando el hombre normal defiende su normalidad en crisis al reclamar menos impuestos, la clase media, convertida en políticamente mayoritaria y capaz de expresarse, se ha negado a subvencionar el Welfare y cualquier programa de ayuda a minorías. Los dos partidos son máquinas vacías sin disciplinas y sin contenidos diferenciados. La base, en este caso la clase media, manipula al político. Los grupos de presión, los famosos lobbies, dirigen actualmente la política. Agencias de la sociedad civil. La decadencia de los partidos que ha permitido a Carter apoyarse en su propia diferencia, le obliga ahora a dirigir una nación prácticamente ingobernable, para las locuras dictatoriales de su predecesor. La nueva derecha pone en práctica principios de la izquierda europea; referéndums, activismo de barrio. Se ha roto el consenso y toda una parte de la burguesía se alza contra el estado porque en su opinión, el poder público es demasiado prodigo con los parados y las minorías étnicas. El capitalismo como utopía; El liberalismo avanza actualmente acompañado del prestigio de la contestación y de la contracultura. Ser liberal ya no es defender o justificar el estado de cosas presentes sino, al contrario, denunciar desde un punto de vista tan moral como empírico sus insuficiencias y su inequidad. Realizan apología del capitalismo contraponiéndose al orden establecido. El pensamiento liberal rejuvenecido y desprovisto de complejos procede de NORTEAMERICA, exactamente de en la universidad de chicago se ha puesto en marcha, los Chicagos Boys critican al keynesianismo. En la época de intervencionismo estatal el k esta moribundo. Los lobbies dictan leyes, son innumerables, cada vez más variados. Decadencia de partidos, ascenso de los grupos de presión; los neoliberales relacionan este doble fenómeno con la ampliación de la presencia del estado. Combate vs el estado del despilfarro La nueva derecha americana procede del desarrollo y de la fusión de los grandes principios liberales y del puritanismo. ¿Existió alguna vez una guerra del Vietnam?: en el 44 nació el imperialismo para completar a escala mundial la política que había demostrado su plena eficacia en los USA. Un único mundo, bajo la dirección americana era lo que se necesitaba según Roosevelt y la izquierda liberal para evitar la reaparición de la guerra. Los republicanos se propusieron a este programa. El imperialismo se consolida con el antisovietismo. Con la guerra de Vietnam el imperialismo perdió la legitimidad que había conquistado recién acabada la guerra. El peligro totalitario ya no justificaba los horrores de Vietnam. Tres derechas ocupan la escena política; la derecha liberal, con su vanguardia libertaria que atribuye al estado y a su Big Government las disfunciones de la economía norteamericana y pide el retorno al mercado y libre prensa, 2-la derecha puritana que defiende la familia vs sus múltiples asaltantes y 3- la derecha nacionalista que pretende devolver a USA su seguridad y hegemonía. Estas tres se combinan de diferentes formas. Las luchas raciales en la Norteamérica post-racista: la segregación real ha sido sustituida por una segregación de hecho, subterránea y mucho más compleja, más difícil de combatir que el racismo abierto y consciente. Hotel California: a partir del final de la guerra de Vietnam, y a partir del momento de la sustitución del servicio militar por un ejército profesional, ni la política ni la utopía consiguieron movilizar la masa de los estudiantes Los años 70 o década de los terapeutas; en cada votación el pueblo brilla por su ausencia. Para la mayoría de las personas la política no solo es inaccesible, también es trivial. Kennedy una leyenda maltrecha: en 1976 el gran tema electoral era la moralidad. Demócratas y republicanos encuentran las mismas dificultades en dirigirse al ciudadano. Kennedy no se enfrenta a Carter a partir de problemas o ideas precisas. Un Kennedy según la imagen común de los yanquis, es u nombre de temple especial, figura excepcional, un personaje de una talla muy diferente a la de un común de los mortales. Los hermanos asesinados de Ted, son símbolo de la época de los 60 que ya no gozan con el favor de la mayoría (la época). Por lo que Kennedy cortar puentes con el pasado, pero por otra parte lo retoma. Joseph Picó - “Los límites de la socialdemocracia europea”. Cap. VI – Los socialistas y la comunidad europea Los partidos socialistas en la formación de la CE La actitud de los partidos socialistas y socialdemócratas europeos respecto a la Comunidad Europea ha sido muy variada en función de factores diversos. A su ideología manifiestamente supranacional se han opuesto, en diversas ocasiones momentos los intereses nacionales; su actitud pro europea, cuando han estado en el poder, se ha contradicho a sus propias manifestaciones cuando han estado en la oposición y a su vez ha sufrido la influencia de los sindicatos, sobre todo en aquellos partidos en los que la componente sindical ha jugado un papel relevante. La iniciativa para el establecimiento de lo que en un primer momento fue la idea de Europa no tuvo un peso específicamente socialista, ya que se asocia a nombres como los franceses Robert Schuman, Jean Monnet y René Pleven o a los belgas Paul-HenrySpaak o a William Beyen y Sicco Mansholt, de los cuales sólo Spaak y Mansholt era socialistas. El objetivo de este libro es trazar un esquema del cual ha sido el comportamiento de estos partidos después de la Segunda Guerra Mundial respecto a la Comunidad Europea, cuáles han sido los últimos pasos que han dado para la construcción de la unidad europea y por último cuál ha sido comportamiento paralelo de los sindicatos. El Partido Socialista francés Casi todas las opiniones concuerdan en que Francia es el país que más ha influido en la creación de la Europa comunitaria. La declaración del 9 mayo 1950 con la que Robert Schuman en ese momento ministro francés de asuntos exteriores, lanzó la propuesta de la Comunidad Europea del carbón y el acero comenzaba así: "no es posible salvaguardar la paz en el mundo de hacer esfuerzos constructivos. La contribución que puede hacer una Europa organizada y vivas a la civilización es indispensable para el mantenimiento de las relaciones pacíficas. Con este objetivo en mente, el gobierno francés propone tomar medidas de ayuda en la producción franco-alemana de carbón y de acero bajo una autoridad común. Los franceses pensaban establecer un nuevo marco para las relaciones franco alemanas, comenzaban a sentar las bases para la formación de la nueva Europa. Más tarde, con motivo del nacimiento de la OTAN, Mollet recordó que la actitud del Partido Socialista discurrió por obvias una pacífica y otra defensiva. Desde el punto de vista pacifista del partido era consciente de la necesidad del desarme universal y el establecimiento de negociaciones, pero desde el punto de vista defensivo se precisaba un ejército fuerte que impusiese respeto en el orden internacional. Así, la mayor parte del partido apoyó la OTAN, en el Congreso en 1950 se habló de las naciones europeas con Norteamérica basadas en la fraternal independencia poco después en el periodo de la Guerra Fría se alineó con Estados Unidos. Por su parte, la actitud de la derecha gaullista fue contraria a la integración europea, pero perdió las elecciones de 1956 y esto dio pie a que Mollet y su gobierno líder acento en las negociaciones que condujeron a la firma del tratado de Roma en 1957. El objetivo de Mitterrand era una Europa federada en la renuncia a la soberanía nacional en los temas de defensa, política exterior y moneda, pero esta actitud socialista no venció la voluntad de De Gaulle que se opuso por segunda vez a la entrada delos británicos en 1967, y no se superó hasta que Pompidou convocó un referéndum en 1972 para la entrada de Gran Bretaña, Dinamarca y Holanda, referéndum al que se opuso frontalmente el Partido Comunista francés y obligó al Partido Socialista a renunciar a su tradicional postura integracionista aconsejando la abstención con la finalidad de no romper la unidad de la izquierda. La postura de toda la izquierda comenzó a ser más convergente a partir del programa común que con motivo de la campaña electoral de 1973, contenía un acuerdo con los objetivos: 1. la participación en la construcción de la CE, sus instituciones y su política, pero con una mentalidad para algunos muy izquierdistas, democratizando sus instituciones y apoyando las reivindicaciones de los trabajadores 2. preservar la libertad de acción en el Mercado Común para la realización de su programa político y económico. Esta declaración socialista fue la que forzó a los comunistas a cambiar su visión antagonista. En estos años socialistas siempre apoyaron el europea, pero desde postulados ideológicos más radicales que los de sus homólogos. Esta actitud se hizo todavía más patente en el Congreso en 1939, ante las elecciones europeas directas, cuando el CERES mostró claramente su hostilidad a la extensión de los poderes del Parlamento Europeo de una mayor integración. La convención nacional de 1980 el partido todavía se radicalizó más en defensa de los intereses nacionales. En el manifiesto del Partido Socialista francés para las elecciones europeas de 1984 se recordaba un gobierno bajo dirección socialista el que firmó el tratado de Roma por parte francesa, pero que la CE, estaba ahora paralizada y dominada por fuerzas liberales. El desempeño sólo sería vencido con un programa bloqueo concertado de recuperación económica, también papel importante al sector público y un verdadero mercado unificado. Este manifiesto de 1984 se refiere a una Europa sin fronteras, la unificación monetaria, al apoyo al programa de renovación tecnológica Eureka que la renovación de la PAC. El partido Socialdemócrata Alemán El partido socialdemócrata alemán tuvo en principio una actitud contraria a la idea de Europa, debido sobre todo a que Schumacher, su primer secretario después de la guerra, consideró la reunificación alemana como meta primaria. Así, el SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) no estuvo oficialmente representado en la conferencia europea de La Haya en 1948 y se opuso a la creación del Consejo de Europa en 1949 porque veía en ello la consagración de la división de Alemania. Cuando se inició el plan Schumacher los socialdemócratas se opusieron por considerar que debería cubrir toda Europa y no sólo una parte de esa, mientras que los sindicatos reaccionaron positivamente porque les atraía la idea del Comité consultivo de la Comunidad Europea del carbón y el acero. La firma del tratado sobre la unidad un momento crucial para el cambio de postura del SPD. Algunos autores a su entender este cambio, como el hecho de que los sindicatos habían estado a favor del tratado sobre el acero y el carbón, la popularidad que iban adquiriendo el industrial europeo, el peso iba conquistando dentro el partido del grupo parlamentario de los socialistas. A partir de aquí, apoyaron la creación de la CEE y el EURATOM. El programa de Bad Godesberg en 1959 proclamaba que el desarrollo económico exigía la colaboración de los estados europeos que una Alemania unificada debería llegar a ser miembro del sistema de seguridad europeo. A comienzos de los años 60 presionaron para crear la Europa de los pueblos en contraste con Europa de los estados, fueron los primeros en promover la ley para la elección directa de los parlamentarios, trataron de potenciar el papel del parlamento sugirieron procedimientos para resolver diferencias con él, Consejo de ministros. Los socialistas fueron partidarios de ampliar la comunidad a otros países europeos con la finalidad de no dividir Europa en dos grupos económicos competitivos, por eso condenaron el veto de De Gaulle a la entrada de Gran Bretaña en 1963 y ante el segundo veto que puso el general en 1967 el Congreso del SPD, que se celebró en Núremberg al año siguiente, aprobó una resolución afirmando que persistía todavía en la finalidad de extender la comunidad a otros países europeos, especialmente Gran Bretaña, Irlanda y Escandinavia, para construir una comunidad política. En la cumbre de La Haya de 1969, siendo ya Willy Brandt canciller, y habiendo sido sustituido De Gaulle por Pompidou, presionaron para el ingreso del Reino Unido. En 1970, declararon la voluntad de convertir la CE en el área social más progresista del mundo real trascurso de esa década. La cumbre de París en 1972, en la que Brandt tuvo una influencia crucial, fue todavía más ambiciosa y acordó que la Unión Europea debería conseguirse para 1980. Cuando en 1974 Schmidt sucedió a Brandt en el poder, la comunidad atravesaba serias dificultades económicas, la crisis del petróleo entorpeció progreso hacia la Unión Europea y monetaria y además los. Laboristas presionaban para renegociar los términos de la entrada de Gran Bretaña desde 1972. Schmidt apoyó las demandas inglesas y en 1974 expresó su acuerdo con la entrada de Grecia, Portugal y España, después de la caída de las respectivas dictaduras y concertó su mayor esfuerzo en el establecimiento del sistema monetario europeo, que fue pactado finalmente en la cumbre de 1978. El manifiesto de las elecciones europeas de 1979 el SPD debía una carta de derechos civiles para proteger a los ciudadanos de todos los estados miembros asegurándoles el pleno empleo, la democracia industrial de acuerdos económicos para resolver las desigualdades sociales, reclamaba Además, la unión económica y monetaria y aumentar el poder del parlamento para controlar el presupuesto y aprobar leyes. Después de haber perdido las elecciones de 1982, el SPD ha reflejado en sus programas actitudes más progresistas. La cumbre de Milán de 1985 apoyó la Unión Europea y subrayó su oposición al poder nuclear y al despliegue de los misiles. El partido laborista británico La formación socialista que ha presentado más problemas con la CE ha sido el partido laborista, que ha mantenido posiciones contradictorias y ambiguas desde su oposición a la iniciativa Briand en 1929 hasta su propuesta de retirar al Reino Unido de la CD en 1980. Su política internacional se ha caracterizado más por la defensa de la soberanía nacional y sus preferencias por el Commonwealth y Estados Unidos en detrimento de la unidad europea. Después de la guerra, el laborismo no vio con buenos ojos la unidad europea por tres motivos: a. no querían reconocer el peso de Alemania como socio legítimo y con todos los derechos para emprender una nueva aventura. b. por su deseo de mantener la soberanía e independencia en un continente todavía devastado por la guerra. c. los postulados de la unidad ponían de manifiesto un reconocimiento insuficiente de la Commonwealth. Los ingleses, por otra parte, estaban orgullosos de haber ganado la guerra, aunque hubiese sido de la mano de su gran aliado americano así, el primer paso para la constitución de una Europa unida, el plan Schuman de 1951, fue rechazado alegando la forma en que había sido presentado por los franceses. Esta oposición se evidenció de nuevo ante la propuesta de un plan de defensa de la CE. Para los laboristas el establecimiento de un ejército europeo duplicaría el sistema defensivo de la OTAN y además permitiría el rearme alemán. Quienes primero hicieron una declaración de apoyo al proeuropeo gobierno conservador británico, para establecer una amplia área de libre comercio, fueron los sindicatos. En 1957 y 1962 apoyaron las negociaciones para la entrada en la Comunidad Económica Europea. En su documento "Labour and the Common Market", el partido laborista subrayó cinco requisitos para entrar en la Comunidad Europea: 1. fuertes y vinculantes salvaguardas para el comercio y otros intereses de nuestros amigos de la Commonwealth 2. libertad para seguir con la propia política exterior 3. cumplimiento de la promesa gubernamental para nuestros asociados del área europea de Libre Comercio 4. el derecho a planificar nuestra propia economía, y 5. garantía para salvaguardar la agricultura británica. No se puede observar, se trata de una declaración poco socialistas que se zanjó con el veto de De Gaulle en 1963. A pesar de que para los laboristas la primera responsabilidad de todo gobierno británico era la Commonwealth, Wilson (Primer ministro) anunció en 1966 su decisión de entrar conversaciones para ingresar a la CE, si los intereses británicos y los de la Commonwealth eran salvaguardados, en 1967 el partido se pronunció por una mayoría de dos tercios a favor de la entrada, pero mientras tanto, la petición de ingreso fue vetada de nuevo por el presidente De Gaulle. En 1971, Wilson se pronunció contra los términos negociados, pero no votar su aprobación en la Cámara de los comunes, los laboristas se dividieron contribuyendo a la división con los laboristas accedieron de nuevo al poder en 1974, Wilson renegoció las condiciones de entrada y propuso un referéndum para el 5 junio 1975, pero ante este referéndum los socialistas se volvieron a vivir esta contradicción entre la actitud del partido y la del gobierno se agudizaba cada vez más debido al predominio creciente del ala izquierda laborista. La presencia continua de este conflicto interno como resultado que las elecciones europeas de 1979 los laboristas sólo lograsen 17 eurodiputados de los 78que correspondían a todo el Reino Unido, y esta victoria de los conservadores fue una premonición delo que ocurriría dos meses después con el ascenso al poder de Margaret Thatcher. El Partido Socialista italiano Featherstone afirma que los socialistas italianos fueron los primeros en discutir las ideas sobre la unidad europea ya que antes la Primera Guerra Mundial, mientras los socialistas en todas partes entablaban acaloradas discusiones entre nacionalismo patriotismo e internacionalismo, el Partido Socialista italiano abogaba por una opción europea, un plan de paz y el desarme pensando que de esta manera disminuiría el riesgo de guerra sobre todo si progresaba el federalismo. Pietro Nenni, que fue uno de los líderes indiscutibles del PSI hasta su muerte, decía que Italia tiene que formar parte de un bloque neutral y rechazaba a priori el anticomunismo, manteniendo buenas relaciones con la URSS por su colaboración con el Partido Comunista italiano, el PSI fue expulsado de la internacional socialista en 1949 y no volvió a ella hasta 1966. Mientras tanto, el PSI y el PCI atacaron a la OTAN y el Consejo de Europa por ser instituciones cuya finalidad era esencialmente mantener la división de Europa en dos bloques y favorecer la hegemonía americana. El plan Schuman fue interpretado por el PSI como un intento de vincular la producción industrial de occidente con los planes de rearme del gobierno americano, y se Opusieron también al plan para la defensa de la CE que suponía el rearme de Alemania. Además, Nenni pensaba que el Mercado Común se convertiría en una zona de libre cambio más en un medio para establecer una política económica y social nueva que evitarse el empobrecimiento de las zonas más desfavorecidas. El primer cambio de actitud en el PSI se produjo en el Congreso de Milán de 1961, pues, aunque la izquierda y la derecha del partido se encontraban divididas sobre este tema, Nenni afirmó que se debía prestar mucha atención Europa participando en los movimientos europeos. A partir del Congreso de 1964 en Milán, el PSI propuso la entrada del Reino Unido, Irlanda y Dinamarca y respaldó las elecciones directas al Parlamento Europeo. Craxi ha sido partidario de la plena integración europea y 1985 un papel muy importante en la cumbre de Milán, en las discusiones sobre la unidad europea, proponiendo un tratado que extendiese las competencias de la CE, reforzarse la Comisión y formalizarse la coordinación de la política exterior. El Partido Socialista obrero español En este grupo de cinco países, los socialistas españoles han sido una excepción debido a las circunstancias políticas por las que atravesaron en la dictadura. El régimen de franco, intentó directa o indirectamente recabar su reconocimiento por parte de la Comunidad Europea. En 1962 pidió la integración que le fue denegada, desde 1970 firmó un tratado comercial con la comunidad económica europea después de la muerte del dictador, en 1937, España entró a formar parte del Consejo de Europa y ya bajo la presidencia de Suárez formuló la petición de ingreso. En 1982 tuvo lugar la entrada en la alianza atlántica bajo el mandato de Calvo Sotelo. Cuando el PSOE accedió al gobierno del estado cambió de criterio y, al convocar el referéndum al que se había comprometido, pidió el voto afirmativo a los electores para integrarse en la estructura no militar y por una defensa que no utilizas armamento nuclear, alineándose así con países como Francia o es. El punto de vista económico, el ingreso de España en la comunidad tropezaba sobre todo con los problemas de agricultura y pesca que afectaba a la economía francesa, de ahí que los propios socialistas franceses se negasen a la entrada española. Sin embargo, siendo François Mitterrand presidente del Consejo de ministros de la Comunidad Europea fue cuando se decidió fijar enero de 1986 como la fecha definitiva del ingreso. El PSOE deseaba entrar a formar parte de Europa lo antes posible no sólo por motivos económicos, sino también políticos, ya que supondría un factor de estabilización democrática y un punto de no retorno. En la década de los 90 el socialismo español se ha convertido en uno de los más firmes impulsores de la Unión Europea Los últimos pasos para la Unión Europea La Segunda Guerra Mundial una conmoción general en el ánimo de la mayoría de la clase política y de los ciudadanos europeos, tan profundo fue el derrumbamiento moral que se extendió un hondo deseo de sustituir el sistema europeo de Estado-nación rivales por una nueva forma de afrontar la política del viejo continente, de tal manera que los europeos se convirtiesen en ciudadanos romanos. Cuando se elaboró el plan Schuman en 1950, que tuvo como resultado la Comunidad Europea del carbón y el acero, fue presentado como un primer paso para poder constituir en un futuro la Federación europea. Durante los primeros 20 años ha dado la impresión de que los estados han considerado la continuación de la Comunidad Europea como lo estaba fuera de ellos y no como parte su propia constitución esencial. Sólo recién, a principios de los años 70, en la cumbre de La Haya en 1969, y la consiguiente ampliación de la comunidad a otros miembros, se dio un vuelco los objetivos puramente económicos y comerciales para caminar más allá hacia metas netamente políticas. La Comunidad Europea se puede convertir en pocos años en un gigante económico, en algunos aspectos mucho mayor que Estados Unidos. La Comunidad Europea tiene un producto nacional bruto y una cuota de comercio internacional mucho mayor que los Estados Unidos. Sus exportaciones de artículos manufacturados representan el 26% de los de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) frente al 14% los Estados Unidos y el 17% del Japón. Desde 1983, Europa y un superávit en el comercio de mercancías frente a Estados Unidos. El desarrollo político En los últimos años de la década de los 80 el proceso ha sufrido un cambio considerable en su evolución y aceleración. Dejando de lado los sucesos acaecidos en los países del este, que aun siendo de crucial importancia, no cambiarían sustancialmente estructura institucional de la CE, aunque pueden fortalecerla considerablemente, al convertirse la Europa comunitaria en polo de atracción de toda una serie de estados de Europa central y oriental como Polonia, Hungría o Checoslovaquia. Los principales acontecimientos de esta última fase han sido los siguientes: a. el acuerdo de 1984 sobre la aportación presupuestaria británica b. el fortalecimiento del poder de las funciones de la CE, que desembocó en el borrador del tratado de la Unión Europea c. el acuerdo de Luxemburgo sobre el acta única de 1985, para alcanzar una Europa sin fronteras en 1992, y d. el acuerdo que aumentó los recursos presupuestarios duplicando el volumen de fondos y dándole entrada definitiva a España en enero de 1986 El fortalecimiento de las instituciones ha sido también un camino muy lento. Durante muchos años no se había hecho ningún progreso hacia una mayor integración comunitaria. Faltaba todavía el objetivo final de la unidad europea, suponía una posición exterior común, mayor cohesión de la política económica interna, un acuerdo compartido sobre sistema de seguridad, mayor armonización jurídica y legal mayor cooperación científica y cultural. A pesar de que la mayor parte de la población europea consultada ha sido siempre favorable a la unidad, sólo en 1984, cuando François Mitterrand llegó a la presidencia, sufrió un impulso decisivo. Una de las cuestiones más importantes es el desarrollo de las instituciones su nivel de integración del Parlamento Europeo se creó en 1958 y tomó el nombre de asamblea como característica de la cámara donde se exponen y discuten los temas, pero sin casi ninguna autoridad. Se trataba de una institución débil. Hasta los años 80 el parlamento carecía de la mayoría de los atributos. Sus poderes legislativo y presupuestario eran muy limitados. Poco a poco el parlamento tomó mayor protagonismo. Al Parlamento acompañan con instituciones más representativas el Tribunal de Justicia, árbitro de intérpretes de la legislación de la comunidad, el Consejo Europeo como árbitro político, el Tribunal de Auditores como fruto de las finanzas comunitarias y el Banco de Inversiones. El desarrollo económico La CE carece de un plan económico global y la atención del Mercado Común se ha centrado principalmente en la eliminación de las barreras del comercio y otras formas de discriminación económica que podían afectar negativamente al comercio interior de la propia comunidad. No existe, por tanto, ningún consenso sobre los objetivos macroeconómicos de la comunidad. Lo que sí se ha puesto en práctica es una serie de instrumentos económicos para evitar acciones nacionales que deformen la estructura competitiva del mercado, como las barreras arancelarias, las ayudas estatales, o para facilitar el intercambio, como Sistema Monetario Europeo, el Banco Central o la moneda común. El artículo segundo del tratado de Roma establece los objetivos de la CE: "la promoción de un desarrollo armonioso, una expansión continua y equilibrada, un aumento de la estabilidad, un aumento acelerado de los niveles de vida unas relaciones más estrechas entre los estados miembros". En la década de los 80, con la tercera revolución industrial basada en el micro electrónico y las tecnologías de la información, Europa tomó conciencia de que las empresas japonesas y americanas eran muy superiores a las europeas de las nuevas tecnologías. Este miedo al retraso rubio y su falta de dinamismo se imputó a la fragmentación de la economía europea debido a la existencia de múltiples mercados nacionales de ahí que una de las soluciones más importantes para hacer frente a esta competencia se dice en la desaparición de las barreras aduaneras y la formación de un mercado único, el libre tránsito de mercancías, trabajadores, servicios y capital, poniendo una fecha definitiva a estas barreras en 1992, debido al elevado coste supone este obstáculo administrativo. Otro de los retos fundamentales que se le presentan a Europa en este final de siglo es el de la creación asimilación de las nuevas tecnologías. La CE ya se percató de este problema en el primer proyecto de Monet ha salido al paso con el proyecto ESPRIT (Programa Estratégico Europeo para Investigación y Desarrollo en Tecnología de la Información) y el Eureka (Agencia de Coordinación Europea de la Investigación). De esta manera el programa ha generado expectativas para afrontar la competencia que viene del Japón y Estados Unidos. Por su parte, Eureka es primordialmente un programa de investigación civil y comprende diversos programas de grandes ordenadores, la tercera generación de la robótica, empresas automatizadas redes de investigación y equipamiento de altas tecnologías en las empresas. El desarrollo social La entrada en la CE de los países del sur y sobre todo los más pobres añadió una nueva dimensión a los problemas de la unidad, se trataba de la dimensión social. La libre circulación de mercancías podía ir en detrimento de las regiones más pobres. Por eso algunos gobiernos como el griego, el español y el portugués pidieron añadir declaraciones separadas al acta única argumentando que el progreso hacia el mercado único no debería perjudicar a los sectores sensibles y vitales de su economía y exigían medidas para reequilibrar las regiones más pobres. A mediados de 1980, la Comisión adoptó cuatro nuevas disposiciones ejecutivas para simplificar y reformar los fondos estructurales estas disposiciones definen las áreas de trabajo de los tres fondos (fondo social europeo, fondo de desarrollo regional europeo y FEOGA), la coordinación entre ellos y el banco de inversión europeo. Desde entonces la Comisión ha propuesto ya una serie de objetivos coordinados para aplicar estos fondos, reservado 5 a principales de interés, que son: 1. el desarrollo estructural y el ajuste de las regiones más pobres 2. la reconversión de las regiones, que incluyen las áreas de empleo y las comunidades urbanas afectadas seriamente por el declive industrial 3. combatir el paro de larga duración 4. la integración profesional de la juventud 5. el ajuste de las estructuras agrícolas y el desarrollo de las zonas industriales El objetivo global de todo esto es asegurarse que la asistencia se dirige a las zonas de mayor necesidad de modo efectivo y estable fondo social debe también promover la formación más que la simple readaptación y reinstalación de los trabajadores; reciclar a estos desempleados para afrontar el progreso tecnológico y combatir el su empleo en la periferia. La dimensión social del mercado único superior les planteó además problemas muy importantes por los salarios, el empleo, el entorno laboral, las normas y los dumpings sociales. Los sindicatos y la Comunidad Europea Hemos visto que los sindicatos, a diferencia de algunos partidos socialistas, vieron el Plan Schuman para establecer la Comunidad Europea del carbón y el acero (CECA) con un interés creciente, puesto que el plan implicaba a más de 2 millones de trabajadores que quedaban afectados por los cambios estructurales que conservaría el establecimiento de este amplio mercado. A su vez los sindicatos también fueron considerados por Monet como miembros activos del Comité de acción para los estados unidos de Europa desde su fundación. ¿Hacia una Europa socialdemócrata? La pregunta que se han de formular por los socialdemócratas europeos es: ¿cuál va a ser el papel de la socialdemocracia propia en este juego? Ahora bien, aunque la unión política pudiera ser en 1933, los pasos decisivos para configurar un espacio jurídico y político se han de dar todavía, y ahí es donde la socialdemocracia Lopera ha de prestar mucha atención tres son los ámbitos en que se establecerán estas coordenadas: la unión política, la unión económica y la carta social, a su vez, esta conformación política marcará más pronto o más tarde su papel en el escenario mundial. La socialdemocracia europea ha de ser consciente de que más que un determinado tipo de alianza geopolítica un sistema monetario, lo que diferencia era el modelo europeo del de otros continentes sea la carta de los derechos ciudadanos. Solamente la política de equilibrio podrá fundamentar a la larga una CE que no muestre las debilidades estructurales que hasta ahora presenta, usa fortaleza le permitirá jugar un papel protagonista en el escenario mundial. Historia general del siglo XX - Guiliano Procacci Cap. XXXIII – Europa Occidental en los años 70 Fue una década difícil: final del sistema de Bretton Woods 1, devaluación del dólar y revalorización del marco habían favorecido sus términos de intercambio, pero se empeorarían por su dependencia de las importaciones de oriente medio. Se pasó de un valor de 3 u$s del petróleo en junio de 1973 a 32.5 u$s en diciembre de 1980. La RFA (La Alemania Occidental o Alemania del Oeste fue el nombre extraoficial con el cual fue conocida la República Federal de Alemania) fue el estado que mejor grupo sortear las dificultades de la coyuntura económica. El canciller Schmidt puso en marcha con éxito una política anti coyuntural basada en la concertación con los sindicatos. Pero esto se vio opacado por el terrorismo: grupo Baader-Meinhof. Con la segunda crisis petrolera de 1979 3, la coyuntura económica volvió a emplear y aumentó el número de desocupados. En 1982, asume como canciller Helmut Kohl. Francia padecerá una notable inestabilidad económica a partir de 1973. Ante ello el primer ministro Raymond Barre en vez de recurrir a la concertación, depositó su confianza en los recursos y los automatismos del mercado. Desde su puesto desarrolló una política económica de austeridad, en una época marcada por la crisis económica del petróleo de 1979. Su economía estaba agotada. En 1981 es elegido presidente el socialista François Mitterrand 5. Gran Bretaña va a sufrir un recrudecimiento de la cuestión de Irlanda del Norte. Los temas dominantes del debate político inglés eran: la adhesión a la comunidad de estados europeos y las relaciones entre el gobierno y los sindicatos. Aparecen en ese tiempo los "euroescépticos". Edward Heath, (gobierno conservador), después de la derrota conservadora en 1964, se convirtió en una figura importante de la oposición, siendo elegido líder de la misma en 1965, obteniendo la victoria en las elecciones del 18 de junio de 1970 derrotando al laborista Harold Wilson. Nombrado primer ministro, tuvo que hacer frente a la crisis del conflicto terrorista en Irlanda del Norte. Siguió impulsando la entrada en la Unión Europea que consiguió en 1973. Tuvo que hacer frente en 1972 a numerosas huelgas. La crisis económica dio al traste con los intentos por reactivar la economía, lo que constituyó uno de sus fracasos fundamentales en política interior. Tras el fracaso de las elecciones del 10 de octubre de 1974, fue sustituido por Margaret Thatcher en 1975 como líder conservador. Harold Wilson, (Gobierno laborista). Desde 1974 llevó a cabo la concertación con los sindicatos. Desde1973 Inglaterra era parte de la comunidad de estados europeos. La izquierda estaba en contra. Hay un aumento de la inflación, la balanza de pagos era deficitaria, aumentan los desocupados. La esperanza era el petróleo del mar del Norte, pero los costes de las inversiones eran mayores que los beneficios. El primer ministro James Callaghan en septiembre de 1976 tuvo que recurrir al Fondo Monetario Internacional por préstamos. Sus tres años en Downing Street, como primer ministro, concluyeron en el llamado “invierno del descontento”, con el país prácticamente paralizado por continuas huelgas sindicales, que dieron munición a la oposición conservadora. Las huelgas estuvieron presentes desde 1978 a 1979. Una moción de censura, que Callaghan perdió por un voto, precipitó la convocatoria de las elecciones generales de 1979, que sellaron el ascenso de Margaret Thatcher. Después de triunfar con su partido en las elecciones generales de marzo 1979, Margaret Thatcher se convirtió en la primera ministra del Reino Unido. Después de llegar al número 10 de Downing Street, Thatcher introdujo una serie de iniciativas políticas y económicas para revertir lo que percibía como un precipitado declive nacional en el Reino Unido. Para el autor, la desindustrialización, aspecto visible de la Inglaterra de los 70, no significa forzosamente decadencia, sino también una forma de reconversión. Italia además de recesión económica tuvo una profunda crisis social y política. Fue la época del terrorismo, conocida como los "años de plomo" 7. Fue la época de las brigadas rojas 8 y otro grupo. Después de la "primavera de Praga", el Partido Comunista italiano se distancia de Moscú busca la coalición con las otras fuerzas políticas. En 1978 se produce el secuestro y muerte de Aldo Moro. También se producen importantes cambios en España y Portugal, de la mano de Adolfo Suárez 10 y Mario Soares. Chipre vivirá en punto su crisis durante 1973 y 1974 Grecia en 1974 pone fin a la dictadura de los coroneles. El primer ministro será Constantinos Karamanlís. En 1981 ingresa a la CEE. Las recetas keynesianas ya no funcionaban. CEE: existe el riesgo que los países europeos recurrieran al proteccionismo. Pero la CEE 12 soportó la prueba. El eje franco -alemán estaba consolidado. En el 1978 en Bremer, la cumbre europea que para enero de 1979 un sistema monetario europeo (todos se adhieren menos Gran Bretaña). En cuanto a la integración política, en junio de 1979 se realizó la primera elección con sufragio universal directo del Parlamento Europeo La política que emprende la RFA bajo la dirección de Willy Brandt: la "ostpolitik" tendrá como testigo el asignar Europa un papel activo, no sólo en la distensión, sino en la promoción de una verdadera cooperación entre las dos partes del continente. Pero la lógica de la guerra fría hizo que se impusiera el enfrentamiento bipolar (los euromisiles y Afganistán). Cap. XXXIV – El área del Pacífico en los años 70 El estado en más afectado en los años 70 fue Japón ya que dependía casi totalmente de las importaciones de oriente medio para su abastecimiento energético. La crisis del 73 afectó severamente su economía. Pero la reacción fue muy eficaz. Los factores que permitieron superar la coyuntura fueron los mismos de los años 50: - bajo nivel de gasto militar - relaciones industriales basadas en la contratación empresarial - estabilidad política A ello debe sumarse una reconversión del aparato industrial potenciando los sectores de la electrónica y la robótica. Se va a dar un contencioso acercamiento con Estados Unidos y la CEE. Para el año 1975, se van superando las asperezas. Lo mismo va aumentar las relaciones económicas con Corea del Sur, Taiwán y la ASEAN (Malasia, Tailandia, Singapur, Indonesia, Filipinas). El problema era China, con quien no tenía relaciones diplomáticas y su reconocimiento era incompatible con la alianza con Estados Unidos. Por su parte, China era en ese momento una incógnita. Entre 1971-1978 hay una lucha interna entre un desarrollo acelerado o un desarrollo gradual y sostenible (con soluciones o variables intermedias). Tras la muerte de Zhon Enlai y ocho meses más tarde la de Mao quedaba al frente del gobierno Hua Guofeng, surgiendo en su contra Den Xiaoping. Hua Guofeng renunciará en 1979. Deng propone las cuatro modernizaciones: industria, agricultura, ciencia y técnica y defensa. Pero faltaba capital y tecnología. Por lo tanto, debía replantearse la política exterior. Entre el "hegemonismo" de la URSS y Estados Unidos, China entiende que la URSS tiene una política dirigida a aislar, burlar y debilitar a China, por lo cual inicia el acercamiento con Estados Unidos. Estados Unidos responde con el abandono de la "teoría de las dos Chinas". Ante ello, Japón reconoce a China popular y clausura su embajada en Taiwán (eso no impide la continuación de las relaciones comerciales). El ejemplo japonés es seguido por la ASEAN. En 1978 Estados Unidos y China reabren las relaciones diplomáticas. Los tigres asiáticos rechazan el modelo de desarrollo basado en la sustitución de las importaciones. Adoptar el modelo japonés basado en la integración en el mercado internacional y del papel popular delas exportaciones, basándose en un régimen de bajos salarios. Como diferencia con Japón, estos países poseen regímenes autoritarios.
Características del ASEAN
Entre 1945 y 1990, en el contexto de la Guerra Fría, se los comenzó a ver como potencias. Las principales economías que se han desarrollado tan vertiginosamente — Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán— demostraron un crecimiento en calidad, cantidad y bajo precio en sus productos alcanzando mercados internacionales. A mediados de 1950, apuntaron a los avances tecnológicos y a políticas sustitutivas de importación, orientándose luego a las exportaciones. Estos países han cambiado paradigmas mundiales. Parte del éxito de estos países, se ha basado en: a. La abundancia de mano de obra. b. Salarios bajos (Con largas jornadas de trabajo). c. La carencia de derechos laborales. d. La creación de las zonas francas portuarias, donde las empresas están exentas de impuestos, de aranceles aduaneros y se les ofrece una legislación especial en materia laboral (como, por ejemplo, limitación de derechos sindicales), además de mejoras de infraestructura a cargo del Estado. e. La fuerte inversión estatal y el desarrollismo dirigido, llevando la contraria al FMI (ver Ha-joon Chang). Estos factores han contribuido a la deslocalización de muchas empresas e industrias, concentradas en países desarrollados, que no necesitaban mano de obra cualificada, por lo que han trasladado sus sedes a estos lugares. En poco tiempo, los países del sudeste asiático pasaron a ser países de escaso crecimiento como contrapartida de bajos salarios de los trabajadores, lo cual resultó atractivo para empresas extranjeras que se instalaron en la región. La inversión favoreció el resurgimiento de la economía, pero siempre y cuando éstas tendieran a los intereses nacionales, a la competitividad y a las expectativas del empresariado local. Cap. XXXV – EE. UU. y Europa Occidental en los 80´ y 90´ – Convergencias y Divergencias En 1980 Ronald Reagan 18 es elegido presidente. Durante esta época Estados Unidos poseía como característica una gran movilidad social que se basaba en inmigrantes, una gran reestructuración y desplazamiento industrial modificado por su geografía económica, una expansión del sector terciario, una alta tasa de mano de obra femenina y mutaciones en el mercado de trabajo producto de la innovación tecnológica. Consecuencia de esta movilidad social se presentan cambios en la familia estadounidense. El tiempo de un gran déficit presupuestario. Bajo la presidencia de Ronald Reagan y gasto militar fue cada vez más oneroso y la balanza comercial más deficitaria por la sobrevaloración del dólar. Hay factores psicológicos que también pueden ser mencionados durante esta época: el conflicto que trajo aparejado la guerra de Vietnam la embajada de Teherán. Es por eso que Estados Unidos comenzó a llevar a cabo una política de "enseñar los dientes": se sintió la época de los misiles interestatales, misiles para submarinos, bombarderos B1, el proyecto de SDI, la isla de Granada, la lucha contra los sandinistas, el Irangate, la ayuda a los rebeldes afganos, el bombardeo a Libia. Conjuntamente la URSS comenzó a verse como "el imperio del mal". Es el momento de la segunda guerra fría. Comunidad de estados europeos: durante esta época Europa tenía tras de sí graves problemas laborales producto de la escasez de mano de obra, las amplias migraciones en, la xenofobia que se complementaba con el bloqueo o la expulsión de los migrantes. También se dio una disminución de la tasa de mortalidad y comienza a preocuparse todo lo concerniente al medio ambiente. Es el momento de aparición de grupos o partidos ecologistas o" verdes". En la República Federal Alemana tuvieron gran importancia. En Gran Bretaña, Margaret Thatcher abandone los planteamientos keynesianos y adoptó una política de tipo monetarista y liberalista. El resultado de todo esto fue la reducción de la inflación (el resto fue negativo). Recibe apoyo con la guerra de Malvinas (1982), que se traduce en una gran popularidad. Se alienta a la compra de viviendas por los inquilinos. Se privatizar industrias nacionalizadas. También derrota al sindicalismo. Finalmente, en 1990 renuncia. Por su parte Alemania, bajo el mando de Kohl en 1983 introduce medidas que son desgravaciones fiscales a favor de las empresas, hay un recorte del gasto público y hay una concertación con los sindicatos. Es una época de defensa del medio ambiente. El partido verde gana adeptos Alemania continúa con la política de la "Ostpolitik". En 1986 se firma el acta única, éste era un compromiso de transformar antes de 1992 la comunidad europea en un "espacio sin fronteras internas en el que estará asegurada la libre circulación de mercancías, personas y capitales". Se dejaban de lado sus barreras arancelarias, vinculaciones fiscales, jurídicas, etcétera. La comunidad adquiere poderes propios en detrimento de la soberanía de los estados. Uno de los problemas era la política exterior y la seguridad común (PESC): había dos planteamientos. a. Los "atlantistas": Inglaterra y Holanda eran partidarios de una estrecha relación con la OTAN b. los "europeístas": Francia y Alemania que buscaban revitalizar la UEO (Unión Europea Occidental) y constituir una fuerza europea de defensa autónoma. Esto implicaba extintas relaciones con Estados Unidos. En 1992 se firman tratado de Maastricht: se aprueba el tratado fundacional de la Unión Europea y se fija el plazo para la adopción de la moneda única (1999). Pero hay varios problemas sin resolver: libertad de circulación de mano de obra, inmigración y derecho de asilo. 5.3. Problemas y contradicciones del desarrollo económico en el mundo socialista. La URSS: desde el “crecimiento declinante” de Breznev a la Perestroika de Gorbachov. El derrumbe del Imperio soviético: Conflictos latentes y enfrentamientos. China después de Mao: las reformas de la era Deng Xiaoping. La transición del socialismo al capitalismo: elementos generales. 5.3. Problemas y contradicciones del desarrollo económico en el mundo socialista. La URSS: desde el “crecimiento declinante” de Breznev a la Perestroika de Gorbachov. El derrumbe del Imperio soviético: Conflictos latentes y enfrentamientos. China después de Mao: las reformas de la era Deng Xiaoping. La transición del socialismo al capitalismo: elementos generales. BAILEY, Paul J. China en el siglo XX. Madrid, Ariel, 2002. Capítulo 7 “El orden posmaoísta”. Tras un breve interregno después de la muerte de Mao en el que su sucesor Hua Guofeng trató de continuar con las políticas maoístas en 1978 se dio inicio a un cambio de dirección y desmantelamiento de la herencia maoísta. Algunos de los cambios o bien recordaban a las iniciativas de principios de la década de 1960 o bien representaban la consolidación de tendencias ya iniciadas durante los últimos años de Mao (ej: política exterior), las reformas orientadas al mercado constituyeron una transformación lo suficientemente drástica como para que un observador, a finales de la década de 1980 describiera el período posmaoista como una segunda revolución en donde el legado maoísta había sido completamente enterrado. Esos cambios vinieron acompañados por el rechazo de otras contraseñas maoístas relativas a la enseñanza, a la naturaleza del ELP y a la política demográfica. El proceso de reforma, no obstante, situaba al PCC ante dos dilemas fundamentales dad su presuposición explícita de que la primacía del gobierno monopartidista no se cuestionaría nunca. En primer lugar ¿cómo habría de actuar el partido para alentar la participación de grupos más amplios de personas, revigorizar sus instituciones políticas moribundas y diferenciar claramente el partido del gobierno sin poner en peligro el control global primero? Y en segundo término ¿cómo actuaría el partido para alentar la participación de grupos más amplios de personas, revigorizar unas instituciones políticas moribundas y diferenciar claramente el partido del gobierno sin poner en peligro el control global del primero? El cambio de dirección histórico de 1978 Hua Guofeng fue el sucesor elegido de Mao, que disfrutó del honor de haber salvado al partido y al país de las maquinaciones de la Banda de los Cuatro, incluso hasta el punto de fomentar un mini culto a la personalidad de sí mismo. La reunión de 1977 del comité central que aprobó la posición de Hua como sucesor de Mao, aprobó también el retorno de Deng Xiaoping, que se convertiría en miembro del Comité Permanente del Politburó. Deng estaba condenado a chocar con Hua, que seguía identificándose con el legado maoísta y que había alcanzado un papel prominente con la Revolución Cultural. A principios del 78 Hua anunció un ambicioso programa decenal de desarrollo industrial y agrario, redactado en términos maoístas que hacían hincapié en el papel de espíritu revolucionario como guía de la modernización. Durante todo el 78 Xiaoping y sus colaboradores socavaron la posición de Hua criticando implícitamente la obediencia ciega al pensamiento de Mao y utilizando, irónicamente eslóganes tales como “la práctica es el único criterio de verdad” y “busca la verdad en los hechos”, que se inspiraban en los propios textos de Mao. En vísperas del propio pleno (el tercero) el partido declaró que las protestas de Tiananmen de abril del 76, que habían sido condenadas como contrarrevolucionarias, eran de hecho revolucionarias, juicio que ponía a Hua en una situación incómoda, ya que en aquella época él había estado a cargo de la seguridad y había sido el responsable de reprimir las protestas. Durante el pleno el respaldo a la posición de Deng se manifestó bajo la forma del movimiento de Muro de la Democracia. Un antiguo activista de la Guardia Roja propuso que se instaurara la democracia como una Quinta Modernización. Para Deng siempre temeroso del luan (desorden/caos) y de la ruptura del control centralizado del partido, que había presenciado personalmente durante la Revolución Cultural, tales ideas iban lejos y el movimiento fue reprimido en marzo del 79. Al igual que ocurriera tras la campaña de las Cien Flores en el 57 el partido impuso límites a las potenciales críticas. Entre el 78 y el 81 la posición de Guofeng se hizo cada vez más vulnerable. Asimismo, en el 78-80 se dieron los primeros pasos para descolectivizar la agricultura e introducir la autonomía de gestión en las empresas públicas urbanas. En el 80 Hua había renunciado al cargo de primer ministro y era reemplazado de Zhao Ziyang. En el transcurso del 80, asimismo varias destacadas víctimas de la Revolución Cultural, como Liu Shaoqi, fueron rehabilitadas póstumamente. Así, las cuatro libertades, como el derecho de huelga, se eliminaron de la constitución revisada de 1982. Cuando se sometió a juicio a la Banda de los Cuatro entre noviembre de 1980 y enero del 81 bajo la acusación de procesar a millones de personas durante la Revolución Cultural, Jiang Ping desafió al tribunal especial de treinta mostrándose impenitente e insistiendo en que ella y sus colaboradores sólo habían seguido las instrucciones de Mao. La condena de la Revolución Cultural hecha pública mediante el juicio perjudicó aún más de Hua, pero el dilema planteado por las referencias de Jiang Ping a Mao seguía vigente. La resolución dejaba claro, no obstante, que las aportaciones de Mao superaban a sus errores, y que su pensamiento seguiría constituyendo la guía de acción del PCC. No podría hacer sido de otro modo. Esta crisis de fe afectaba especialmente a las personas cuya edad rondaba la treintena. No obstante, la Resolución de 1981 había rechazado varias consignas ideológicas maoístas, incluyendo las ideas de que la lucha de clases debía continuar tras el establecimiento de un estado socialista de que debería surgir una clase burocrática en el seno del partido, y de que habría que aparecer contradicciones entre el partido y el pueblo. En el 81 se consideraba que el RPC se hallaba en el estado primario del socialismo. Asimismo, a partir del 81 se dio el espaldarazo oficial a la desmitificación de Mao, que se había iniciado ya a finales de la década del 70. A principios de la década del 80 se eliminaron la mayoría de los retratos de Mao de los lugares públicos. A finales de los 80 y principio de los 90 sin embargo se había apoderado de la población de una nostalgia de Mao, en parte como respuesta al creciente desencanto frente a la cada vez mayor corrupción oficial que habían engendrado las políticas de reforma económica de Deng. El impacto inicial de la reforma Fue el ámbito de la agricultura donde las políticas económicas de reforma tuvieron su impacto más significativo. Las familias podrían ahora firmar contratos con el equipo de producción, así como tomar tierras de éste en arriendo; todas las decisiones relacionadas con la inversión y la producción se tomaban en la unidad familiar y, tras cumplir con sus obligaciones para con el estado, esta podía disponer de sus cosechas en un dilatado mercado libre rural. En 1985, las compras estatales obligatorias de algodón y cereales se habían reemplazado por un sistema de contratos de adquisición más voluntarios. Por otra parte, en las 84 nuevas regulaciones permitían que las tierras se contratarán por un período de hasta quince años. Las reformas aprobaron también la formación de familias especializadas en el campo. Estas reformas tuvieron como resultado un aumento generalizado de la renta en las zonas rurales a principios de la década de 1980, aunque inevitablemente surgieron desigualdades. También llevaron prácticamente al desmantelamiento de la comuna y al consiguiente declive de los servicios de bienestar colectivos. La reforma urbana se inició con la reducción del número de productos industriales vendidos a precios fijos y a continuación se permitió una mayor autonomía de gestión y la retención de beneficios en las empresas de propiedad pública. También surgió un sector empresarial privado en os centros urbanos, lo que ayudó a abordar el desempleo surgido como resultado de la afluencia a las ciudades. Asimismo, un número cada vez mayor de mujeres trabajaban en el servicio doméstico. Distanciándose del concepto maoísta de independencia y en sintonía con la idea de Deng de que la RPC había de incrementar sus vínculos con el mundo K, en 1979 se aprobó una ley de empresas conjuntas, que permitía la inversión extranjera directa en empresas chinas tales como hoteles. En 1980 se crearon las primeras Zonas Económicas Especiales, regiones orientadas al procesamiento para la exportación utilizando K y tecnología extranjeros, y en las que se podían establecer empresas de propiedad extranjera (a los inversores extranjeros se les proporcionaban incentivos). El establecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre China y EEUU en 1979 inició también un propio Deng de mayor interacción con la comunidad internacional. La política exterior en general se hizo mucho más pragmática a partir del 78, resulta significativo por ejemplo que la Teoría de los Tres Mundos enunciada en el 74 por Den Xiaoping ante la asamblea general de la ONU como la visión que en aquel momento tenía China del mundo apenas se mencionara después del 80. También las políticas militares de enseñanza y demográfica se vieron afectadas por el cambio de dirección realizado a partir del 78. Poco después de la visita de Deng a EEUU en el 79 el ELP lanzó un ataque al Vietnam comunista tras un período de tensión entre los dos países. El número importante de víctimas que había sufrido el ELP para cuando se declaró el alto el fuego hizo que apremiaran aún más las voces que pedían la revisión de la doctrina militar maoísta y la transformación del ELP en una fuerza moderna y profesionalizada. También la política educativa volvió la espalda aplazada de la Revolución Cultural. Se dio una mayor preponderancia al papel económico de la educación y se dio prioridad a la formación de una elite cualificada en colegios y universidades competitivos. La segregación cultural entre ciudad y campo que Mao había condenado se vio consolidada en muchos aspectos por estos cambios. Se podía señalar que si bien la constitución de 1982 garantizaba por primera vez la protección del individuo, el partido seguía reservándose el derecho a calificar de contrarrevolucionarios a todos aquellos quienes considerar culpables de críticas inaceptables. Es importante señalar que no se aprobó ninguna ley nacional destinada a imponer control de natalidad, fueron las provincias las que elaboraron reglamentos y directrices para llevar a cabo dicha política. En general se utilizó un sistema de incentivos y sanciones para alentar las familias de un solo hijo. La política de planificación familiar establecida a partir del 80 se interesaba no solo por la cantidad sino también por la calidad de la población. Las tensiones de la reforma y el movimiento de protesta de 1989 Las reformas económicas iniciadas a partir de 1978 y el desmantelamiento ideológico del maoísmo dieron lugar a una explosión de consumismo en la década del 80. En general la agenda de reformas políticas de Deng Xiaoping incluía tomar enérgicas medidas contra la corrupción y el burocratismo en el seno del partido, separando claramente al partido del gobierno y limitando el control del primero sobre las cuestiones económicas, haciendo hincapié en el reclutamiento de personal más joven instruido para el partido y revigorizando las instituciones previamente inactivas. La reforma del partido se concentró en aumentar la eficacia y erradicar la corrupción antes que en fomentar cualquier forma de democracia interna. Deng también ansiaba con fijar la edad de jubilación de los ministros del gobierno. En cuanto propio partido, Deng insistía en el reclutamiento de tecnócratas más jóvenes e instruidos para reemplazar a los cuadros más veteranos. El cambio en el perfil educativo del partido se mostraba claramente en 1985 en donde 75% eran miembros electos de comité central jóvenes universitarios. En los inicios del programa de reformas de Deng si se hizo un intento más sustancial de democratizar la política, cuando una Ley Electoral del 79 establecía por primera vez elecciones directas a los congresos del pueblo cuyo ámbito superaba el nivel básico municipal. Se crearon además numerosos institutos de investigación política, encargados de redactar propuestas de reforma y realizar encuestas de opinión públicas. Se reactivó la industria cinematográfica. Estos cautelosos pasos hacia la reforma política y la libertad cultural a finales de la década de 1980 se vieron ensombrecidos en gran medida, por la preocupación más apremiante entre algunos ideólogos del partido de evitar las consecuencias ideológicas insanas derivadas de las reformas económicas. La primera de estas campañas, realizadas en 1981 promovía las virtudes de la civilización espiritual socialista y estaba destinada a combatir el generalizado escepticismo público surgido a raíz de los traumas de la Revolución Cultural, un fenómeno catalogado como crisis de fe. El objetivo ideológico de la campaña de 1981 pronto degeneró en un intento de mejorar la conducta social y de potenciar la legitimidad del partido asociándolo inequívocamente al patriotismo, el amor a la patria. En 1983 los conservadores del partido expresaron su preocupación por las dañinas tendencias ideológicas derivadas de las reformas del mercado, el contacto más extenso con el mundo K y un mayor relajamiento en el ámbito cultural. Una campaña más estridente contra la liberalización burguesa se desencadenó a raíz de las protestas y manifestaciones estudiantiles de diciembre de 1986 en las que se había exigido libertad de expresión, prensa libre y democracia. A finales de los 80 los problemas y tensiones derivados de las reformas se habían agravado. En el campo las desigualdades entre regiones se hicieron cada vez mayores. El empobrecimiento de algunas áreas se había visto exacerbado por la descolectivización. Paradójicamente la riqueza generada en algunas áreas rurales como resultado de las reformas produjo un incremento de la inversión en propiedades residenciales. Asimismo, a partir del 85 China se caracterizó por un malestar urbano. Una gran parte del descontento urbano sin embargo se debía al sentimiento generalizado entre los profesores, investigadores, empleados de organismo gubernamentales y trabajadores industriales del sector público, de que las reformas económicas les dejaban de lado. Por otro lado, en las zonas urbanas se incrementaban el número de vagabundos. Pero aún mayor que las quejas respecto a las reformas económicas y que la impaciencia ante la falta de una reforma política fue el creciente desencanto público debido a la incapacidad del partido para poner fin a la corrupción oficial que habían alentado las propias reformas. En 1985 algunos conservadores del partido vinculaban la corrupción a la política de puertas abiertas, cuyos corrosivos efectos amenazaban con socavar el sistema socialista. Curiosamente un documental de televisión emitido en el verano de 1988 que cuestionaba los objetivos y valores fundamentales de la nación. Las cosas llegaron a su punto culminante tras la repentina muerte del desacreditado Hu Yaobang. El suelo público no tardó en desencadenar un movimiento de mayor envergadura, en donde los estudiantes se concentraron pidiendo una valoración correcta de Hu, la divulgación de los salarios de los funcionarios, libertad de prensa, etc. La petición de los estudiantes fue rechazada por las autoridades, mientras Li Peng denunciaba la protesta como un trastorno y como “antipatriotas”. Zhao Ziyang a su regreso calificó las demandas de los estudiantes de razonables lo que enfadó a sus colegas de la línea más dura. Además, se enemistó con la vieja guardia cuando reveló en una conversación con el presidente Gorbachov que visitaba China, que todas las decisiones se consultaban con Deng y a sus veteranos colegas, un procedimiento que se suponía que se debía mantener en secreto. Mientras varios estudiantes emprendían una huelga de hambre, el presidente de la República, Yang Shanggkun dio instrucciones a la Comisión de Asuntos Militares de que iniciaría los preparativos para concentrar tropas. El estudiantado en la plaza era un “Estado dentro de un Estado”. Por otra parte, los estudiantes reflejando el tradicional elitismo de la clase erudita, se distanciaron de los trabajadores, e inicialmente se mostraron renuentes a aceptarlos en la plaza. A la represión se siguieron de inmediato arrestos masivos por lo que el partido condenó. El movimiento del 89 representó entonces el más serio desafío al gobierno del PCC desde el establecimiento de la República Popular China. A las divisiones en el seno del movimiento estudiantil, a la renuencia de los estudiantes a aliarse con los obreros, al temor al desorden y al crecimiento económico previo, que proporcionó cierta credibilidad al partido. Si bien en su momento los medios describían a la protesta como una heroica protesta a favor a la democracia una evaluación más equilibrada sostiene que con toda certeza el movimiento no fue una manifestación de descontrol semejante a la Revolución Cultural dado que los estudiantes mantuvieron el orden en todo momento. Los estudiantes elevaron el principio de unidad por encima del gobierno de la mayoría, tenían un matiz de elitismo. Los estudiantes se reconocían como patriotas que se veían amenazados por la corrupción del gobierno. Por otra parte, también se han descrito los acontecimientos del 89 como un ejercicio de teatro político en el que los estudiantes recurrieron a “guiones de protesta” conocidos. La accesión de Jiang Zemin y la consolidación de la estrategia de reforma de Deng Xiaoping El destituido Ziyang fue reemplazado por Zemin, quien se propuso recuperar el crecimiento económico y la estabilidad política tras la crisis de 1989 una tarea que, según un reciente estudio, se había logrado ya en buena medida cuando se había muerto Deng. Quizá el acontecimiento más significativo a partir de 1989 fuera sin embargo la continuación de la agenda de reformas económicas, que algunos conservadores del partido cuestionaron a raíz de la crisis del 89. En el Congreso del 92 se decidió acelerar las reformas. En 1997 Xiaoping solo cuatro meses antes de que la colonia británica de Hong Kong fuera oficialmente reintegrada a la soberanía china. Sin embargo y como en el caso de Mao Zedong, el papel de Deng y de sus ideas fue elogiado por el PCC y el presidente del partido, Jiang Zemin dejó claro que la visión de Deng de China como una potencia económicamente vigorosamente bajo el disciplinado gobierno del PCC seguiría guiando el futuro del país. HALLIDAY, Fred. “Los finales de la guerra fría” en Blackburn, Robin Después de la caída. El fracaso del comunismo y el futuro del socialismo. Barcelona, Crítica, 1993. Los acontecimientos de la última mitad de 1989 representan un terremoto en la política mundial. Han reafirmado la capacidad de la población para emprender una acción violenta súbita, rápida e insólita. Ni la izquierda ni la derecha pueden atribuirse el mérito de este cambio en los acontecimientos, aunque ambas lo pretendan. Es tiempo no solo de grandes cambios en la situación mundial, sino de que el movimiento socialista reexamine sus fundamentos (muchas veces implícitos). Dicen que la Guerra Fría ha terminado, y q entramos a una época de mayor seguridad y de interdependencia. Esta declaración del final de la Guerra Fría es el resultado de algo más que el colapso del sistema político de Europa oriental y de la expectación generada por la perestroika. Al 1989 europeo le precedió otro año de transición de quizás igual importancia: el 1988 del Tercer Mundo, el año en que, en diversos conflictos en Asia, África y Latinoamérica, los procesos de negociación alentados por las grandes potencias empezaron a surtir efecto en Camboya, Afganistán, el Golfo, el cuerno de África, Angola, el Sahara, Nicaragua, y en otras partes. Mientras que Europa ha estado en paz desde 1945 en el tercer mundo se han desencadenado más de 140 conflictos de carácter anticolonial, antiestatal, de clases y étnico. Se cree que más de veinte millones de personas murieron en los conflictos. En Europa, la única contienda sangrienta comparable fue la guerra civil griega en la que perdieron la vida ochenta mil personas. Significados de la Guerra Fría El término guerra fría puede usarse por lo menos de dos formas. Una para referirse a períodos concretos de enfrentamiento intenso entre los grandes bloques de la posguerra y, en particular a los años finales de los cuarenta y principios de los 50, la primera guerra fría y a los de muy finales de los setenta hasta 1988. El otro uso es para denotar la revitalidad esencial entre el comunismo y el K. En términos generales (en relación al segundo uso del término) se puede decir que en la bibliografía existente sobre la guerra fría y el conflicto Este Oeste, hay cuatro explicaciones de porque el conflicto y de lo que los bloques han hecho. Para una escuela asociada con el pensamiento realista, la rivalidad no es más que otra versión del conflicto tradicional entre las grandes potencias. Común entre los escritores liberales localiza el conflicto en el ámbito de los errores políticos, de las oportunidades perdidas y de las percepciones erróneas por parte de ambos bandos, el conflicto era inevitable. Sostiene que lo q parecen ser rivalidades internacionales son el producto de factores internos de esas sociedades, es decir, de factores económicos y políticos q empujan a los estados en cuestión a competir entre ellos. La propia Guerra Fría es un sistema más que una rivalidad entre dos sistemas. El argumento de la rivalidad entre sistemas se ha debilitado por derecho propio. Lo que le dio una fuerza especial fue su carácter intersistémico, el que expresase la rivalidad de dos sistemas distintos. Ambos pretendían la hegemonía a escala mundial para producir un orden homogéneo dentro de los estados y ambos negaban la legitimidad del otro, incluso cuando se vieron obligados a establecer relaciones diplomáticas y de otro tipo. El fin de la Guerra Fría fue la homogeneidad sistémica, y el objetivo fue el carácter socioeconómico y político de los E centrales de cada bloque. Un contexto histórico triple La afirmación de que la guerra fría ha terminado es, por tanto, una afirmación ambigua que depende del sentido en el que se utilice el término. Para responder si ha terminado y de qué forma ha terminado, hace falta examinar los tres contextos históricos en los que se puede decir q residen los cambios del 88-89. El primero y más evidente para los conflictos del Tercer Mundo y la carrera armamentista es que la distensión de finales de los ochenta marca el fin de lo que se ha llamado la segunda Guerra Fría. El segundo significado de los finales de los ochenta es que marcan el fin del sistema de posguerra que prevalecía en Europa (los 90 y sus sacudidas producirán un orden nuevo al oeste de la frontera soviética. Este cambio en Europa oriental va acompañado de, y comprende en su mismo, otra modificación del sistema de posguerra; esto es, el fin del sistema bipolar y en particular del sistema dominado por lo q parecían ser las superpotencias. El resultado de 1989, resumido en la cumbre de Malta, es que hay una sola superpotencia: EEUU A este sistema de posguerra a menudo se la llamaba de Yalta, suponiendo q en realidad lo estableció la cumbre de Crimea de febrero de 1945 (Yalta simplemente reconoció el equilibrio de fuerzas que existían en Europa). El molde de Versalles Había por lo menos tres aspectos de Versalles. La redistribución de los territorios coloniales: por lo menos dos de ellos, Namibia y Palestina siguen siendo zonas conflictivas. El establecimiento de un orden postimperial en la misma Europa (cayeron imperios, se independizaron naciones nuevas, etc.) Sin embargo, a Versalles no solo le preocupaba partir las colonias y dividir el mapa de Europa otra vez, sino que Estaba preocupada por otro legado de la primera guerra mundial: La revolución bolchevique. Entre las ruinas de la guerra para terminar todas las guerras, 1919 vio la construcción de dos sistemas políticos internacionales antagónicos: La Sociedad de Nacionales y la Internacional Socialista. El hecho de q no surgiera como una característica dominante del mundo hasta 1945 se debió a la relativa debilidad de la URSS hasta la segunda guerra mundial. El futuro de la URSS es mucho más incierto que el de la Europa Oriental, pero se ha abierto una brecha grande y probablemente irreparable en el sistema económico y político que prevalecía en la URSS de los años 20. En política internacional Gorbachov ha abandonado el compromiso de la competencia con, y oposición a, el Occidente J, abandonando la lucha de clases en nombre de los valores humanos universales. En suma, el nuevo rumbo que ha trazado Gorbachov, por muy incierto que sea su futuro, representa una ruptura con el legado de la Revolución bolchevique, en el propio país y en el extranjero. Viene a ser nada menos q la reorganización de la URSS en directrices K. La lucha de clases a escala internacional Ahora, hay que preguntarse si la guerra ha terminado, la respuesta depende en este caso de que significado de Guerra Fría se use. Si nos quedamos con el segundo término la cosa se complica, los dos bloques han hecho frente a dificultades en la segunda guerra fría y no han sido capaces de predominar como hubieran deseado: los EEUU que pretendía agotar la URSS con la carrera armamentista, han contraído el déficit presupuestario más grande de la historia, se han convertido en la nación más deudora del mundo y han seguido perdiendo competitividad frente a los japoneses y alemanes. El K ha cambiado y seguirá haciéndolo. Pero es engañoso presentar el resultado como si los dos sistemas se debilitaran por igual o como si los cambios actuales fueran simétricos. Porque al fin de la guerra fría, en el primer sentido, y el clima de distensión que prevalece en Europa y en la mayor parte del Tercer Mundo, se consiguen no por una convergencia de los dos sistemas o de una tregua negociada entre ellos, sino por el fracaso de uno frente a otro. Esto significa la derrota del proyecto comunista. El proceso no está completo en lo absoluto. Todavía no sabemos qué aspecto tendrá el mapa postelectoral de la Europa Oriental, pero pocos pueden creer que los partidos comunistas permanecerán en el poder. Según datos recientes solo cinco estados del mundo todavía se adhieren en la vida política a un modelo ortodoxo; Cuba, Albania, Vietnam, Corea del Norte y China. Países caracterizados por tener movimientos revolucionarios autóctonos con bases sociales y carácter nacionalista, debiéndole poco al ejército rojo. Sin embargo, los cuatro E más pequeños están cada vez más a la defensiva, frente a la creciente presión externa. Cuba, Albania y Corea tienen crisis política, Vietnam está en proceso de adaptación y, con una solución en Camboya, puede ser capaz de enderezar el rumbo. Es el último de los 5, China, el que tiene los mayores problemas, sobre todo a raíz de lo ocurrido en la Plaza de Tiananmen. Pero a China le resultará difícil resistir la presión internacional a largo plazo, especialmente desde q su modelo es cada vez más desconcertante por los progresos de la URSS. La generosidad aparente de las reivindicaciones occidentales, según las cuales el antagonismo entre ambos ha llegado a su fin, resulta una resaca triunfalista. Lo que ahora presenciamos es una lucha de clases a escala internacional, puesto q la fuerza superior del K occidental impulsa la apertura de las sociedades q estuvieron cerradas a él durante cuatro décadas o más. Complejidades del estancamiento ¿Qué fue lo q llevó a este cambio en la Guerra Fría? ¿Por qué sucedió cuando sucedió? La respuesta convencional es decir q el sistema comunista había fracasado: q su economía había perdido toda dinámica, que perdió atractivo político porque no era democrático y q no pudo equipararse a Occidente en las áreas que constituyen la competencia internacional. El período de mayor represión en la URSS fue en los años 80. Sin embargo, el éxito industrial y militar del sistema soviético también se logró en esa época mediante la movilización y el apoyo de la población soviética. Si bien ahora es conveniente afirmar a q las economías comunistas son un fracaso, los mismos soviéticos representaron eso a través del término estancamiento. Sin embargo, la imagen es exagerada. Según el nivel de la mayor parte de la población mundial, lo habitantes de la URSS viven comparativamente bien. A nivel internacional, la situación es variada. En los 70 se dieron en el tercer mundo la ola de revoluciones q marcó el final de la pax americana y una nueva expansión internacional soviética. Norteamérica era débil, Occidente estaba en declive. No obstante, la imagen del creciente poder internacional al soviético de los 70 no era del todo mítica o imaginaria, correspondía a avances reales de las capacidades soviéticas (nota: ver quién es Brezhnev, porque fue el q más dificultades le causó a Occidente fuera de Europa.) La crisis Terminal El sistema soviético no fracasó en un sentido absoluto: sus habitantes no se sublevaron y sus economías proveían un suministro de artículos adecuado, aunque restringido. Los niveles de desigualdad económica y de criminalidad eran más bajos que en los E K desarrollados. Mostraba una capacidad considerable de acción política. Sin embargo, la realidad es q a finales de los 80 el sistema estaba en la q parecía ser una crisis Terminal, incapaz de desafiar al K internacional o de reproducirse a sí mismo en la URSS. Se me ocurren dos razones obvias del fracaso. La primera, la razón clásica marxista es q a principios de los 80 Occidente lazó una ofensiva para debilitar y paralizar a la URSS (campo nuclear, etc). Se creó la doctrina Reagan para justificar la presión en los E revolucionarios del Tercer Mundo: se enviaron armas a guerrillas que se oponían a los regímenes pro soviéticas. El segundo argumento q se encuentra tanto en obras soviéticas como occidentales, se concentra en un proceso interno, en una entropía. Es la idea de que la URSS se quedó sin combustible en los años 80, agotado de cuatro a ocho décadas de dinamismo. Coincidiendo con este estancamiento económico, se manifestaron los problemas ecológicos producidos por décadas de intensivo saqueo a la naturaleza. Los problemas sociales también surgieron en estas décadas de negligencia: descenso de los índices de natalidad, aumento de la delincuencia, disminución de la esperanza de vida. Un fracaso internacional Sin embargo, estos factores solos, subsumidos bajo el término gorbacheviano de estancamiento, no pueden proporcionar una explicación adecuada del colapso del comunismo a finales de los 80. Este estancamiento es un término simplista, q implica un grado de homogeneidad dentro de los E comunistas. El grado de estancamiento no es tan grande o tan exhaustivo como para llevarnos a estos resultados. Los factores endógenos por si solos no pueden justificar el derrumbamiento final; lo que fue determinante, y lo que hizo ver el estancamiento desde una perspectiva totalmente diferente, fue el contexto global y en especial el historial particular del comunismo comparado con el de su adversario, el capitalismo moderno. Esto, sobre todo, determinó los acontecimientos de finales de los 80. A nivel teórico, los partidos comunistas habían funcionado con dos supuestos q mostraron su fatal imperfección: uno era el de la crisis inevitable y la decadencia secular del K; el otro era el de la capacidad de los países comunistas para construir un bloque alternativo rival y con recursos propios, independientes del mundo K. La época de posguerra refutó los dos supuestos y al hacerlo, anunció lo q es el fracaso central del marxismo. Es un tópico decir q la mayor equivocación del marxismo fue subestimar el nacionalismo; esta es una afirmación dudosa, puesto q el liberalismo también lo hizo. El gran error del pensamiento marxista y socialista no fue la infravaloración del nacionalismo ni la sobrevaloración del socialismo y su capacidad, sino más bien la infravaloración del mismo K. El detonante internacional de la crisis no fue solo resultado de que el bloque soviético no fuese competitivo, la misma crisis tuvo unas dimensiones internacionales clave. En primer lugar, el derrumbamiento de la hegemonía del partido comunista en Europa oriental. El cambio de política de Gorbachov fue fundamental y condición previa indispensable para q se dieran los cambios. Alternativas reales e imaginarias Del fracaso comparativo del experimento comunista se siguen varias consecuencias. La primera es que la alternativa convencional a la ortodoxia brezhneviana, es decir el socialismo del rostro humano, fue poco convincente. El partido comunista, ya tuviese un rostro humano o inhumano, o bien tenía que insistir en que gobernaba solo, o bien tenía q permitir la posibilidad de que lo hicieran abandonando el poder de una vez por todas. La segunda consecuencia tiene q ver con el destino del comunismo fuera del bloque soviético, y en particular en Europa Occidental. Se afirma que una apertura política en el Este hubiese facilitado las cosas al eurocomunismo y a otras corrientes. La historia nos dice lo contrario. Por último, el rasgo más acusado de los actuales partidos comunistas de la Europa Occidental no es su mayor capacidad crítica del pasado soviético, sino su falta de toda hostilidad radical hacia el K en sí. Nueva Era, viejos problemas Las ansiedades que se expresan sobre el poder alemán y japonés difícilmente prometen un siglo XXI tranquilo. El derrumbamiento del poder soviético ha ido acompañado del estallido del nacionalismo y de los conflictos étnicos por toda Europa oriental y la misma URSS, simultáneamente gran parte del Tercer Mundo poscolonial está dividido por una violencia étnica q no presenta ningún indicio de su fin. En el precipitado repliegue del comunismo ortodoxo se están abandonando muchas cosas positivas y necesarias: por nombrar solo cuatro de ellas, el compromiso con la justicia social, la insistencia en excluir la religión de la vida pública, la promoción por parte del estado de la igualdad entre hombres y mujeres, del internacionalismo y de la solidaridad. Tampoco de los partidos socialdemócratas de Occidente ni de las reformas gorbachevistas del Este surge una crítica clara y verosímil del K hoy en día. Esta es una evolución curiosa y amenazadora, un triunfo de la simplificación ideológica. Después de todo, fue el K el q en el siglo XIX nos trajo las masacres de las poblaciones autóctonas en tres continentes y en este siglo dos guerras mundiales. LEFORT, Claude. “La descomposición del totalitarismo” en: Écrire. París, Clamán-Lévy, 1992. ¿Qué es hoy el totalitarismo? La descomposición del Estado Totalitario está en curso. Su aparición fue el acontecimiento mayor de la primera parte del siglo y caerá definitivamente en los próximos años y será el mayor acontecimiento de este fin de siglo. Nadie puede percibir el ritmo de este proceso. El partido, antes glorioso, está convertido en un cuerpo sin ideas. Es sobre todo el desmembramiento de la URSS, pues no habrá cambio durable en la periferia del mundo totalitario en tanto que la potencia dominante quede intacta en su centro. Después de 1956 la derrota de Budapest, la lección está dada: la suerte del totalitarismo se jugará en Moscú. Pues que la perestroika continúe, se amplifique a los periféricos, se puede presumir que nada resiste al universo totalitario, en despecho de su diversidad y la igualdad de sus divisiones, todo se tiene en él, esto es lo verdadero de la atracción del modelo. El trotskismo deposita otra vez sobre la lógica del desarrollo combinado para anunciar el pasaje de países económicamente atrasados al socialismo. Esto que pasa en la URSS ¿era previsible? A mis ojos sí y no. Después del mito de que el socialismo se hunde, otra ilusión se ha revelado. El Estado Totalitario aparece bloqueado, pero se le considera invulnerable. Cosa curiosa, la visión todopoderosa del régimen soviético está unida a la visión de una economía perpetuamente en desbande y de una población por siempre destinada a vivir en la penuria. Me pregunto ¿cómo creer que tal discordancia entre un E social arcaico y los resortes más modernos de la técnica pueden mantenerse indefinidamente? Más perspicaz, me digo hoy, se habría vuelto menos sorprendente el torbellino en el cual se encuentra la burocracia. Lo que me parece extraordinario es que no imaginaba que este torbellino se produciría por la instigación del secretario general del Partido. Que una nueva generación de ingenieros, tecnócratas salidos de la universidad fueron ganados en un sentido nuevo al realismo. La violencia solo podía venir desde abajo y no de la fracción más esclarecida de la elite a remover. El rol de Gorbachov invita a hacer algunas reflexiones, más cuando muchos sostienen que no ha cambiado mucho la realidad de la sociedad soviética. Resumamos su argumento: la política de Gorbachov es un espectáculo, se hace el reformador, es un malabarista: se apoya sobre los partidarios del cambio para intimidar a los conservadores y viceversa; sin duda quiere remediar la inercia de la burocracia, pero no es el primer burócrata que saca provecho del proceso burocrático ¿cómo creer que trabaja en la democratización de un régimen cuando se lo ve concentrar todo el poder en sus manos? En fin, ¿es insensato imaginar que un individuo puede modificar el curso de la historia? ¿Una política espectáculo? Todo debe hacerse signo de la cohesión social; toda referencia a la realidad es intolerable y prohibida, si pone en falta la imagen de lo que deberá ser y lo que debe ser, se sacude la idea de un orden irreversible. Así, cuando Gorbachov decide la liberación de Saratov, este gesto no es solo espectacular, es un gesto violento que hace vacilar la imagen q la burocracia dirigente hace de su autoridad. Cuando decide dar libre curso a los debates de la intelligentsia es también un artificio. Cuando decide la rehabilitación de revolucionarios de quienes el nombre fue por mucho tiempo tabú, precipita y legitima una exigencia del conocimiento del pasado que se formulaba en esos debates y esas revistas reservadas a los intelectuales. He aquí de pronto el derecho a la memoria reconocida en el momento mismo donde se llama al cambio. Y este derecho va a buscar mañana su expresión más vehemente en la publicación de El archipiélago del Gulag. ¿Una táctica al servicio de la conservación del poder? Es cierto que la política de Gorbachov inquieta. Ha acertado en esta hazaña de hacerse elegir a la vez cabeza del Partido y del E. pero como no ver que, con este hecho, despoja al Partido de su prerrogativa. La autoridad aparentemente extraordinaria que Gorbachov tiene es de otra naturaleza q la de sus predecesores. Lo usar de otra forma, de una manera nueva. No deja de hablar, de mostrarse, pero no es exhibicionista. El poder se ha vuelto visible, identificable, susceptible de ser evaluado. ¿Será que un hombre excepcional puede cambiar el curso de la historia? Supongo q la desconfianza que suscita Gorbachov procede de una repugnancia a tribuir a un hombre una creatividad q no puede buscarse más que en las fuerzas sociales. Respondamos con Maquiavelo ¿Cómo un pueblo acostumbrado después de largo tiempo a vivir en la servidumbre puede volverse libre? La respuesta no está allí donde el sentido de la ley, de la igualdad ante la ley, poco a poco, se ha borrado. Solo un hombre de una ambición y talento extraordinario, salido de la capa dominante, es capaz de restaurar su propia autoridad. Aunque el suceso es extraño, hasta el presente talento de Gorbachov es manifiesto y la amplitud de la crisis del totalitarismo justifica nuestras esperanzas. Saborido: “Historia de la URSS, Gorbachov de la esperanza al derrumbe” Gorbachov ascendió a la secretaria general del PCUS en medio de situación problemática. Una revolución tecnología en la que dominaba el microchip antes que el material minero de hierro y el plástico. La estructura industrial soviética se encontró entonces incapacitada para enfrentar el desafío y ciertas circunstancias como la ciada del precio de petróleo, por el aumento de la producción en arabia saudita. Gorbachov era representante de la nueva generación, ajena al stalinismo. Era un negociador, buscador de consensos lo cual lo diferenciaba de Kruschov a pesar de compartir cosas en comunes como el origen campesino y la urgencia reformista. La perestroika tecnocrática: 1980 había declinación económica. Unos sostuvieron la carga de gastos militares, sin embargo, la mayor parte de los especialistas sostiene que la causa principal de las dificultades económicas se encontraba en los problemas generados por el sistema de planificación centralizada. El sistema mostraba serios problemas cuando se trataba de impulsar el crecimiento incrementando la eficiencia en el empleo de los factores productivos. El mantenimiento de precios fijos para los alimentos, situados muy por debajo de los costos, obligaba al estado a otorgar cuantiosos subsidios. Gorbachov y su equipo iniciaron una gestión sin tener una estrategia económica definida. En una opinión compartida con Andrópov, Gorbachov sostenía que uno de los problemas de la estructura productiva residía en la falta de disciplina laboral, medidas como restringir el consumo de alcohol no funcionaron. G no parecía innovar y ponía más fichas al centralismo. La segunda perestroika: G pensó que los cambios también debían ir hacia lo político. Proceso de democratización. Transparencia informativa (glasnost). La burocracia era parte importante de los problemas. La implementación de la glasnost permitió a la difusión y discusión de temas antes vedados a los ciudadanos, el rumbo económico y las bases del sistema comenzaron a ser objeto del debate: Procesos: 1-la sociedad al ver qué partido no estaba en condiciones, comienza a buscar líderes. 2-sectores dentro del PCUS comenzaron a sentir preocupación. 3- radicalización de las reformas, con oposición de conservadores. Chernóbil incrementa la dinámica reformista en el 86. La glasnost se convirtió en el eje de la estrategia reformista ya que por medio de la libre discusión Gorbachov podía lograr el apoyo de los sectores intelectuales críticos y combatir así la fuerza de la burocracia que de alguna manera operaba en contra. Por la libertad, surgen asociaciones que desarrollan actividades por fuera del control del partido En el 87-89 se producen medidas tales; 1- medidas destinadas a descentralizar economía de base estatal, 2-destinadas a legitimar actividades económicas no realizadas por el estado, 3- orientadas a impulsar el comercio internacional y las inversiones externas. Las medidas fuero decepcionantes, sin banco privados donde poner k y sin mercados para acceder a materias primas o insumos, los empresarios se veían en difícil posibilidad de tener éxito. Mafias económicas desde la época de Breznev, vinculadas a esferas gubernamentales, adquieren enormes dimensiones, enriquecen aprovechando el desbarajuste. Las transformaciones institucionales; Ligachov expresaba temor con respecto a los cambios. Por su parte grupos reformistas extremos, estaba el secretario del partido en Moscú, Boris Yeltsin, los cuales querían más velocidad en los cambios. Yeltsin desde ese puesto participio en operativos anticorrupción y destituyo a funcionarios que consideraba ineptos lo cual le dio apoyo de la ciudadanía. En el 88 Gorbachov hará más reformas tendientes a disminuir el papel del partido sobre el estado. El viejo soviet supremo fue reemplazado por el congreso de diputados. Creación de nuevas instituciones elegidas por el pueblo. En el momento en que se produjo el ascenso de Gorbachov al poder, la URSS conformaba un imperio multinacional que se mantenía unido por una combinación de instrumentos de coerción y mecanismos de adoctrinamiento ideológico. En la mayoría de las repúblicas los reclamos se realizaban sim que hubiera una vocación mayoritaria de secesión. En algunas repúblicas el nacionalismo fue impulsado por el accionar de miembros de elite del PCUS que de agentes locales de Moscú pasaron a desempeñar el papel de voceros de la resistencia loca. En lugar de negociar con estos, Gorbachov se enfrentó a ellos ampliando la brecha que los separaba. El despliegue del proceso de democratización puso en primer plan en algunas de las públicas los conflictos entre minorías étnicas y el grupo nacionalista dominante. El problema más grave para Gorbachov, fue la aparición de un movimiento nacionalista ruso bajo el liderazgo de Yeltsin Uno de los acontecimientos cruciales en el proceso que llevo a la desintegración de la URSS fueron las elecciones legislativas celebradas en la república rusa en marzo del 90, cuyo resultado produjo la elección de Yeltsin como presidente del soviet supremo de la república rusa. Proclamo la soberanía rusa y anuncio que las leyes de la república rusa iban a tener precedencia sobre las leyes de la unión soviética. Nacionalistas vs comunistas conservadores. La apertura informativa desplegada a partir del 87 tuvo un efecto importantísimo; al tomar contacto con realidades antes escamoteadas, los ciudadanos soviéticos empezaron a creer realmente que la situación se estaba modificando y se produjo el surgimiento de una sociedad civil dispuesta a pronunciarse sobre todos los problemas que los afectaban. El fracaso de esta apertura, es que las medidas estuvieron acompañadas por una evidente decadencia en el nivel de vida de la población, por lo que para muchos la figura de Gorbachov fue asociada al deterioro económico general. HELLER, Agnes y FEHER, Ferenc. De Yalta a la glasnost. Madrid, Pablo Iglesias, 1992. “La Primavera de Praga en la tipología de las revueltas por la emancipación” I En la Europa del Este postestalinista pueden distinguirse cuatro tipos principales de conflictividad social. El primer tipo, caracterizado especialmente por episodios de rebelión causada por la escasez, ha tenido como causas un período de reajustes insoportables de la productividad en las fábricas o una reforma social. Son abrumadoramente espontáneos. En ocasiones adoptan formas violentas, como en Berlín y Poznan, donde el conflicto se resolvió en barricadas, pero no son revolucionarios. Después de un breve período de transición, el levantamiento de Berlín condujo a un control aún más firme de Ulbricht sobre Alemania Oriental. El segundo topo está representado por un hecho singular: la revolución húngara de 1956 que fue radical y total, cuestionó y finalmente rechazó al sistema comunista de partido único. La revolución destruyó ese sistema. Precisamente por su inflexible radicalismo, la revolución húngara no se convirtió ni podía convertirse en un paradigma de acción para otras naciones de la región. Fue una especie de revolución antiautoritaria. El tercer tipo fue el intento de reforma estructural que se acometió en Checoslovaquia. Las peculiaridades de estos hechos se examinarán en detalle más adelante, por lo que aquí solo señalaremos su presencia en nuestra tipología En el cuarto tipo, ilustrado por los acontecimientos de la Polonia contemporánea, observamos la culminación de una década de luchas sociales caracterizadas por batallas desesperadas y a veces sangrientas entre el Estado y las grandes masas, en su mayor parte industriales, de asalariados del Estado. Al definir los hechos de Polonia como una rebelión de la sociedad civil contra el Estado. Podemos señalar la simbiosis antagónica de una población amotinada, por una parte, y un Estado totalitario a la defensiva, pero reivindicando firmemente su derecho a gobernar, por otra. En cualquier momento puede inclinarse hacia un polo u otra causa de un movimiento aleatorio d uno de los dos antagonistas. Esto genera un clima de incertidumbre en la totalidad de la vida social, donde a los arrebatos de esperanza les siguen profundas depresiones. La verdad era sin embargo que en aquel momento la población carecía de la esperanza y por tanto, de la audacia necesarias para ir más allá. Esta extraña simbiosis, en la que ambas partes esperaban que ocurriera un milagro social, no incluía los elementos específicos de la opción checoslovaca, es decir, no albergaba ilusiones de reformas en y por el partido II Los tipos segundo, tercero y cuarto poseen tres características comunes En primer lugar, todos estuvieron precedidos por crisis económicas que, aunque de naturaleza diferente, afectaron a la base del poder de sus respectivas sociedades. En segundo lugar, tanto a nivel político como a nivel económico, las raíces de estos hechos pueden encontrarse en una época muy anterior a su espectacular erupción. Los tres países estuvieron precedidos por prolongadas crisis sociales durante las cuales muchos actores sociales intentaron influir y erosionaron la base del poder de sus respectivos regímenes en un grado importante, aunque variable. Por último, todos compartieron un peculiar ritmo común. Tras un largo período de apatía, durante el cual una cohorte numéricamente débil de militantes parecía excéntrica en lugar de acciones sociales. Debemos ahora ocuparnos de sus diferencias y rasgos opuestos. Por un lado, están Checoslovaquia y Hungría, por otro Polonia. Los primeros, de corta duración, fueron iniciados y consumados por comunistas reformistas y de la oposición, pertenecientes a diversos niveles de la jerarquía social; en otras palabras, por intelectuales sin poder y funcionarios bien situados. En cambio, después de que el régimen de Gomulka traicionase sus promesas en el 56, el movimiento polaco a partir de mediados de la década de 1960 dejó de albergar ilusiones comunistas reformistas. La última expresión de autocrítica comunista en el proceso de radicalización polaco, la carta abierta de Kuron y Modzelewski a los miembros del PC polaco, preconizaba un levantamiento dentro del espíritu del socialismo contra la nueva clase. Otra característica que distingue los movimientos de Hungría y Checoslovaquia del proceso polaco puede encontrarse en el contexto de los acontecimientos internacionales. La radicalización de Checoslovaquia y Hungría tuvo lugar ante un cambio de dirección en la URSS. En el caso de Hungría este cambio señaló una espectacular crisis en el vacío de poder postestalinista. A modo de contraste en Polonia que padecía el conservadurismo de Breznev, la década del 70 pareció ofrecer únicamente la oscuridad impenetrable de una inmovilidad social osificada. El gran logro de los trabajadores y los intelectuales radicales polacos fue encontrar el aguante, el valor y los métodos para llegar a la arrolladora victoria de agosto del 80 y provocar con ella una crisis de legitimidad del régimen, sin desencadenar la intervención soviética. Por otro lado, hay un criterio de comparación concreto que nos permite diferenciar las luchas: la conciencia desarrollada históricamente de los peligros inherentes a una acción radical. Nacidos después de los hechos del 56 en Hungría, los movimientos de Checoslovaquia y Polonia pudieron asimilar algunas lecciones de Hungría. Dos de ellas son notables, la primera consistió en comprender que la URSS intervendría con toda probabilidad si las dictaduras de los partidos comunistas se veían amenazadas. En segundo lugar, sabían con una certeza razonable que las potencias occidentales no emprenderían ninguna acción militar de peso para disuadir a los soviéticos de intervenir. A pesar de ciertos gestos que retrospectivas podemos calificar de eufóricamente optimistas, la ingenuidad histórica y progresista del radicalismo húngaro estuvo ausente de las aspiraciones checoslovacas y polacas. Lo que sigue siendo indudable es que los dirigentes soviéticos siempre tuvieron la intención de intervenir en caso de desestabilización en su esfera de influencia, sobre todo si la intervención era posible sin excesivos costes. Pueden extraerse otras dos conclusiones. Debemos considerar la irracionalidad e imprevisibilidad generales de la actuación soviética tanto en los asuntos exteriores como en su política imperial. Por otra parte, si ocupar los edificios del PC, armar a la población y exigir un sistema pluripartidista constituye una revolución, los hechos acaecidos en Checoslovaquia en 1968 no fueron una contrarrevolución, pero aun así se produjo una intervención en este país En segundo lugar, con independencia de la opinión de los dirigentes soviéticos no hay nada más nocivo y paralizador para un movimiento de masas que el convencimiento previo de su fracaso. Este sentimiento puede generar una grandeza trágica. III Debemos ahora, definir nuestra posición como espectadores Las noticias sobre Checoslovaquia en el 68 generaron una inmensa sensación de alivio en Hungría, especialmente cuando las reformas anunciadas en enero de 1968 se convirtieron en la política oficial del PC Checoslovaco. Esta sensación de alivio afectó a tres dirigentes diferentes: los dirigentes kadaristas, que apreciaban la idea de una reforma económica (aunque cuando cayó Jruschov se sintieron aislados). Aunque por razones distintas, la inteligentsia y los tecnócratas compartieron el optimismo kadarista en las primeras semanas de las reformas de Checoslovaquia. Aunque siempre conservaron sus recelos a veces incluso su odio, hacia el régimen creado por Kruschov y Kadar, y aunque exhibieron grados variables de escepticismo, la mayoría de los intelectuales admitieron no obstante la posibilidad de colaboración con las aspiraciones reformistas de Kadar, siguiendo el modelo Checoslovaco. El tercer grupo estaba formado por la tecnocracia no ideológica, es decir intelectuales y directivos tecnológicos, se adhirieron a la alianza pro-dubcekista. Puesto que carecían de poder político autónomo su única opción era negociar con la burocracia del partido. Los tres grupos de actores húngaros cada uno con sus propios objetivos, tenían expectativas muy diferentes en relación con el curso de los acontecimientos de Checoslovaquia. Los dirigentes kadaristas deseaban una simple duplicación de su propia política. Los ideólogos querían una “democracia socialista” con fundamentos teóricos. Los tecnócratas, por su parte, nunca habían visto con excesivo entusiasmo la participación popular en asuntos que, en su opinión, debían dejarse para los expertos. La diferencia de expectativas en el seno de esta alianza casual creó necesariamente tensiones internas que comenzaron a salir a la luz en junio. Cuando llegó la invasión y el gobierno de Dubcek firmó el humillante “acuerdo de Moscú”, las reacciones de los diversos actores húngaros ofrecieron drásticas diferencias. Los pragmáticos perdieron la fe en todo cambio. Los dirigentes kadaristas capitularon aún antes de las órdenes soviéticas. Por lo que respecta a observadores como nosotros, la reacción fue rápida y tajante. Después de la derrota y en gran medida después de la auto humillación del reformismo Checoslovaco, nos sumimos de nuevo en la oscuridad de aquel túnel sin fin en el que vivíamos antes de enero de 1968, y especialmente a comienzos del 60. Nos sentimos envueltos en una nueva distopía. Teníamos la sensación de que nada podía ocurrir ya en Europa oriental, y de que el reloj de la historia se había parado para siempre en nuestra olvidada parte del mundo. Desde el comienzo del experimento de Dubcek, tuvimos la clara conciencia de que sólo el espectacular y tajante fracaso del jruschovismo podía polarizar las tendencias del desarrollo social de Europa del Este. En virtud de la participación de Kadar en el contingente intervencionista, aunque fuese a título simbólico, la suerte de Checoslovaquia se convirtió también en una responsabilidad de Hungría. Hungría quedaba aislada en un medio hostil a todas estas ideas. Sin embargo, algunas acciones fueron contraproducentes para el kadarismo. En ningún momento creímos que Husak pudiera consolidar su control sobre el poder del régimen como había hecho Kadar a comienzos del 60. No queremos que esto se entienda como una sobreestimación romántica de las reservas de la resistencia en CH ni como una evolución apologética de la actuación de Kadar. En cuanto a los primero, los estereotipos nacionales generalizados impulsaron el realismo. El contraste entre los dos regímenes era evidente. Aunque tanto el liderazgo de Kadar como el de Husak fueron creados por un ejército extranjero de ocupación, el primero nació después de una revolución desesperada y global. En consecuencia, la población húngara estaba resignada a la permanencia del terror Kadar tenía algo que ofrecer: la mitigación del terror por su régimen. Pasado a otra serie de contrastes, Husak era sin duda superior a Kadar en el plano personal, más culto, igual de astuto y poseedor de un historial carcelario incomparablemente las heroico. No podían ofrecer nada desde el punto de vista político. Para nosotros, en Hungría, la Primavera de Praga planteó esta pregunta inicial: ¿era viable la reforma social en los países de Europa del Este a través de la reforma del partido? ¿Además era una forma razonable de reforzar la sociedad? Obviamente nosotros pensábamos en una solución social que crease institución es nuevas y más aceptadas en un clima general del contrato social ya fuera tácito o explícito. En tres ocasiones se perdió la oportunidad: la primera con Jruschov, la segunda con Gomulka y la tercera con la Checoslovaquia de Dubcek. El singular carácter de la reforma social desde arriba del movimiento checoslovaco puede comprenderse considerándolo el penúltimo casi histórico de reforma social en la Europa del Este, un ejemplo concebido y ejecutado básicamente con una reforma del partido. La expresión de estas consideraciones y el descubrimiento del carácter conservador de toda reforma social que sea esencialmente una reforma del partido fueron sin duda una consecuencia no buscada en el movimiento checoslovaco en pro de la reforma social. También en este sentido la situación de Checoslovaquia era excepción y especialmente instructiva. Hoy vemos que sin la intervención soviética los dirigentes ducekistas habrían llegado en el mejor de los casos, a otra versión del titoísmo. Esto habría sido muchísimo mejor que el mundo cínico, opresivo, moral y políticamente repugnante del régimen de Husak, pero no es ciertamente un ideal que nosotros defenderíamos. Algunos dicen que si el régimen de Dubcek continuaba se habría llegado a un consenso para implantar un sistema pluripartidista. El autor piensa que el carácter excepcional de la primavera lleva a la conclusión opuesta. Si la iniciativa popular apareció en Checoslovaquia manifiestamente al final de la era de Dubcek y no antes, es una prueba de la incompatibilidad mutua entre la tutela de un partido liberal-reformista y la emancipación de las masas. Llegados a este punto crucial, hay que hacer una matización. Al defender la inutilidad última de toda reforma social concebida exclusivamente, o incluso básicamente como una reforma del partido y al emplear la Primavera de Praga como ejemplo más ilustrativo no queremos decir que fuera superflua. Semejante afirmación sería arrogante y carecería de sentido. Formular eso supondría arrogarse una posición de inhabilidad con respecto a todos los protagonistas históricos y la afirmación carecería de sentido en la medida en que equivaldría a hablar de los protagonistas desde la perspectiva de un capítulo cerrado de la historia. La Checoslovaquia del 68 todavía tenía derecho a pedir otra oportunidad (como la República de Weimar o el PC de Francia) Finalmente, acaso no es infundado decir que el lento proceso de la década de 1960 puede denominarse protoeurocomunista, es decir, una actitud caracterizada por la recuperación de su conciencia y su sentido de la responsabilidad en relación al estalinismo, etc. Estos factores constituyen un poderoso argumento a posteriori a favor del comunismo Checoslovaco y su voto de confianza. Pero en ciertas coyunturas históricas, los movimientos son como los individuos: cuando no están dispuestos a sufrir un proceso radical de reaprendizaje, tiende a repetir los errores fatales del pasado. El derrotismo de los dirigentes checos fue un estímulo directo para el Buró Político Soviético. Plenamente conscientes de la decisión de los checos y de su determinación de no responder a la fuerza con la fuerza, el Buró sopesó las ventajas frente a unas desventajas muy limitadas, en su mayor parte en forma de aireados editoriales. El año de 1948 brindó una oportunidad inicial, cuando un país tras otro cayó bajo un poder totalitario en un ejemplo clásico de la teoría del dominó político. Pero los partidos liberales y democráticos nacionales que podían haber participado en una acción sincronizada en aquel momento no estaban preparados política e ideológicamente para representar ese papel. La segunda oportunidad se presentó unos meses después, con la excomunión de los yugoslavos. La tercera en 1956 para naciones enteras, produjo al menos algunos elementos de acción solidaria. En agosto del 68 se planteó una situación excepcional que no solo ofrecía la posibilidad de actos de solidaridad, sino que los exigía. Pero, sin embargo, esta solidaridad no llegó, al menos no de una forma políticamente eficaz. Los dirigentes soviéticos posteriores no especialmente versados en los clásicos, consiguieron aprender no obstante tres palabras latinas que fueron la clave de su dominación en Europa de Este: divide et impera. Y las fuerzas de un movimiento de oposición deben tener presentes, siempre que otro país de la zona muestre turbulencia, otros tres vocablos latinos: tua res agitur.
5.4. La fragmentación del Tercer Mundo. La crisis de los nacionalismos
reformistas en Oriente Medio y el surgimiento de los fundamentalismos. La Yihad contra los soviéticos en Afganistán. La guerra en el Golfo. La globalización y sus efectos en las naciones del sur - Hugo Fazio Vengoa La globalización y sus efectos en las naciones del Sur Una de las mayores dificultades que enfrentan los analistas internacionales en la actualidad consiste en encontrar un mapa conceptual que permita interpretar y entender el voraginoso presente. Si bien la mayoría concuerda en señalar que la caída del Muro de Berlín, la desaparición del sistema socialista en Europa Central y Oriental y la desintegración de la Unión Soviética han sido los acontecimientos capitales de este final de siglo, y que sentaron las bases para poner fin a más de cuatro décadas de competición intersistémico y de Guerra Fría, profundas diferencias se presenta n a la hora de precisarlos factores que desencadenaron tal cambio. Las lecturas fundamentales podemos resumirlas en dos corrientes interpretativas: La primera asociada con la lógica del poder internacional, privilegió en las décadas anteriores la competición intersistémica como vector principal de la vida internacional, en el entendimiento de que ese eje estructurador de la política mundial no sólo se mantendría durante largo tiempo, sino que actuaría de igual forma como garantía par a la reproducción de aquellos elementos que prolongaban la superioridad económica, política y militar de las dos superpotencias. Con la caída del Muro de Berlín, se erosionaron los fundamentos de este discurso y de esta práctica política. Como una forma de conservar su predominio, se pretendió proyectar un nuevo esquema de supremacía con la introducción de la noción "nuevo orden mundial", en el cual las antiguas potencias competidoras por la supremacía junto a los demás grandes Estados actuarían en un marco de colaboración para solucionar los problemas más candentes de la nueva configuración planetaria. Esta noción fue popularizada en el lenguaje político por George Bush en relación con la Guerra del Golfo, ideas similares sostenían los principales dirigentes soviéticos de la época de Gorbachov. La segunda lectura, inspirada en una visión más totalizadora, constituyó, en la época de la Guerra Fría, una mirada que centraba su atención en los nuevos elementos que habían aparecido en la vida internacional y sobre todo en aquéllos que estaban erosionando el poder de las grandes potencias. Aun cuando era mu y heterogénea, agrupaba indistintamente concepciones que sostenían la interdependencia, así como los trabajos que defendían la idea de un sistema mundial o reclamaban un nuevo orden económico mundial. Esta lectura, centrada en lo económico y en una percepción del poder que traspasa la actividad de los Estados, ha puesto su atención en las tendencias que están dando origen a la conformación de un nuevo sistema mundial. Si bien la mayoría de los estudiosos del mundo contemporáneo concuerdan en señalar que la caída del Muro de Berlín fue un acontecimiento capital que sentó las bases para poner fin a más de cuatro décadas de competición intersistémica y de Guerra Fría. La caída del Muro de Berlín significó el fin de la bipolaridad y de la supremacía de los vectores políticos y militares como elementos ordenadores de la vida internacional, pero supuso igualmente la profundización y ampliación de otras tendencias de índole económica, tecnológica y comunicacional que habían comenzado a constituirse y sobre las cuales se ha empezado a establecer la matriz de la nueva configuración planetaria. Pero el componente perdurable más importante que se derivó del desvanecimiento del sistema socialista fue la desaparición del principal modelo alternativo de organización de la sociedad, el socialismo soviético, lo que significó la recomposición del escenario mundial. La desintegración del campo socialista se tradujo en la eliminación del último gran obstáculo que existía para la universalización de un modelo de acumulación que desde la década de los años setenta se encontraba en ciernes: el capitalismo transnacional. La naturaleza del capitalismo transnacional Ya en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se observaron cambios importantes en el funcionamiento del sistema capitalista internacional. Éste estaba ingresando en una nueva fase de su desarrollo, caracterizado por el mayor dinamismo que estaba comenzado a tener los procesos de índole internacional. El acuerdo de Bretton Woods y la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial, del GATT, e inclusive de la Organización de las Naciones Unidas, fueron fieles testimonios de esta transformación. Esta internacionalización traspasó las fronteras nacionales y vinculó a pueblos y civilizaciones diversas dentro de su propia racionalidad. La mundialización, sin embargo, no pudo transformar totalmente el espacio mundial porque chocaba con cuatro procesos que mantenían el perfil de la anterior configuración: En primer lugar, los Estados seguían siendo la articulación principal de la vida internacional. Instituciones como las Naciones Unidas, se creaban con base en acuerdos interestatales y en los Estados recaía la legitimidad de las mismas. En segundo lugar, la tarea de reconstruir las economías nacionales en la mayoría de las naciones desarrolladas llevó a que se fortaleciera el capitalismo dentro de una modalidad "nacional”, que estimulaba el desarrollo económico básicamente dentro de las fronteras territoriales de los Estados y favorecía principalmente el crecimiento económico interno. En tercer lugar, la universalización de esta modalidad capitalista enfrentaba un serio obstáculo, debido a que coexistía con otros dos modelos de desarrollo que pretendían competir por su liderazgo y hegemonía; las estrategias desarrollistas entre las naciones del Tercer Mundo y el modelo soviético en los países del Este. Y, en cuarto lugar, el surgimiento de dos superpotencias con pretensiones hegemónicas a escala mundial frenó la tendencia hacia la mundialización porque centró la actividad internacional en torno de la lucha intersistémica catalizada por el poderío económico, político y militar de los grandes Estados. Las relaciones internacionales en esta época se erigieron sobre una débil base transnacional, pero mantuvieron como referente la actividad desplegada por los Estados en torno de las directrices geopolíticas y militares de las superpotencias. En este sentido, durante las dos primeras décadas posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial se crearon unas situaciones que estimularon la consolidación de factores y procesos internacionales pero que, debido a la dinámica política generada por la competición Este-Oeste, no pudieron trascender la lógica interestatal de funcionamiento de las relaciones internacionales. Hacia mediados de la década de los años setenta, el período de expansión posbélica llegó a su fin y nuevamente se produjo un paulatino deslizamiento del poder internacional hacia los procesos y factores transnacionales. Esta reorientación fue parcialmente el resultado del declive de la hegemonía de las dos superpotencias en sus respectivas áreas de influencia y de la pérdida de importancia de los mecanismos políticos y militares. Los orígenes de la crisis del sistema soviético se remontan a finales de la década de los años sesenta, cuando en los países occidentales se dio inicio a la llamada Tercera Revolución Industrial, proceso que significó una renovación sustancial de la producción, gracias a importantes avances tecnológicos. Desde la década de los años cincuenta, la Unión Soviética y los países de Europa del Este, bajo la égida de Moscú, se habían trazado como objetivo alcanzar y sobrepasar a los países capitalistas en términos de desarrollo económico. Sin embargo, por razones estructurales inherentes a las economías de estos países no pudieron dar el salto de un desarrollo extensivo a uno intensivo. La profundización de la crisis durante la década de los años ochenta hizo completamente inviable la actualización del modelo. Una situación similar se presentó en muchos de los países del Tercer Mundo. Con la excepción de aquellos Estados que podían extraer beneficios de la nueva dinámica que estaba empezando a imperar a nivel mundial, debido a su, tamaño, como la India y Brasil, y otros de dimensiones pequeñas pero que introdujeron una apropiada estrategia orientada hacia la exportación (básicamente los Nuevos Países Industrializados del Sudeste Asiático), el resto de los países del Tercer Mundo entró en una etapa de crisis. El agotamiento golpeó por igual a las diferentes estrategias. A pesar de sus logros iniciales, las políticas desarrollistas no pudieron romper el círculo vicioso de la dependencia. La estrechez del mercado interno, la escasa eficiencia, la insuficiente inversión productiva, el desarrollo deficiente de la productividad a nivel internacional, las abismales diferencias sociales y económicas condujo a una parcial desvinculación y pérdida de participación de los países del Tercer Mundo en el mercado mundial. Además, en algunas regiones del Tercer Mundo, la implantación de estos modelos no se tradujo en un cambio radical con respecto a los esquemas imperantes con anterioridad. En África, por ejemplo, este modelo no distó mucho de los esquemas prevalecientes en el período colonial: el desarrollo de economías agrarias de crecimiento extensivo y, consecuentemente, de débil productividad. Además, este modelo de desarrollo no pudo romper con los marcos de la antigua división internacional del trabajo. Pero fue, sin duda, la crisis de la deuda externa lo que estimuló la veloz transformación de los modelos de desarrollo de los países del Sur. Como manifestación de los cambios que se estaban produciendo en las propuestas de desarrollo páralas naciones del Tercer Mundo, en esta época, se puso en boga tina nueva vertiente de la doctrina de la modernización: el neoliberalismo. Lo mismo que ocurriera con la teoría de la modernización, popularizados años atrás, esta concepción contenía un recetario que debía estimular el crecimiento y el desarrollo entre las naciones atrasadas. A pesar de las similitudes que existen entre la primera y la segunda ola de la teoría de la modernización, subsisten, empero, significativas diferencias. La más importante de todas es que mientras antes se argumentaba la necesidad de crear un poderoso Estado que equilibrara el peso de los sectores público privado, en la década de los años ochenta se ha respaldado básicamente el desarrollo del sector privado, el mercado y las estrategias de desregulación de la economía. En general, este programa, patrocinado por las grandes instituciones multilaterales internacionales, constó de tres etapas. En la primera se propugnaba la introducción de políticas de estabilización monetaria. Después vinieron los programas de ajuste estructural, orientados a poner en funcionamiento la economía de mercado a través de la eliminación de las distorsiones a los precios y al mercado, la reducción del papel del Estado en la economía, la desregulación del comercio y de las inversiones, la flexibilización de las relaciones laborales y el impulso a la privatización de las empresas estatales. Por último, se dio inicio a una tercera etapa caracterizada por el estímulo al crecimiento de las exportaciones, a través de la incitación al desarrollo del sector privado, el cual debía provocar la modernización de la producción y la diversificación de la oferta exportable y de los mercados y propiciar el arribo de inversionistas extranjeros, los cuales, por su parte, contribuirían con tecnología, capitales, instrumentos y conocimientos para el acceso a los grandes mercados de los países desarrollados. La crisis de los modelos de desarrollo no fue, empero, un fenómeno exhaustivo de los países del Este y del Sur. El mismo problema se presentó también entre las naciones altamente industrializadas. Como es sabido, en el período de postguerra entre los países industrializados se expandieron y fortalecieron el fordismo, como mecanismo de acumulación intensiva sobre la base de la consolidación de las técnicas taylorianas y de la automatización como paradigma tecnológico. Desde finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta este modelo industrializador entró en crisis como producto de la excesiva internacionalización de los mercados y de los circuitos productivos, que al no acompañarse de una armonización internacional en el plano salarial, favoreció la inclinación por el alimento de la productividad en detrimento del crecimiento de los mercados internos, los cuales prontamente llegaron a un nivel de saturación y de agotamiento de las reservas, lo que agudizó el problema de la financiación de la inversión, a lo que se sumaron las apremiantes innovaciones tecnológicas, las crisis fiscales y financieras y el shock petrolero de 1973, que obligó a aumentar las exportaciones para cancelar las compras del crudo. A diferencia de los casos anteriores, la crisis del fordismo pudo ser superada al encontrarse un sustituto en el capitalismo transnacional o "liberal productivista". Al mismo tiempo, algunos de los puntos derivados del acuerdo de Bretton Woods fueron reemplazados por un sistema de tasas de cambio flotantes. La anterior asociación entre Estado-nación, economía nacional y capital productivo se desdibujó completamente. Como vemos, los cimientos de este nuevo orden se forjaron durante las décadas de los años setenta y ochenta. Sin embargo, en ese entonces, su universalización era poco probable porque existían factores políticos y militares que frenaban sus posibilidades de expansión y hacían además que, para algunos, se mantuviera el sueño de hacer realidad los anhelos de un orden más justo para el Tercer Mundo. Pero más importante aún era el hecho de que los países desarrollados estaban en la obligación de hacer grandes concesiones a las naciones del Tercer Mundo para impedir que éstas pudiesen gravitar en la órbita de la URSS o utilizar la "carta" soviética. Las transformaciones en el mundo de postguerra fría Con los cambios ocurridos en la Unión Soviética, sobre todo desde el momento en que despuntó el Glasnost internacional, la posterior crisis del socialismo en Europa del Este, la finalización de la bipolaridad entre las superpotencias y de la competición militar y nuclear, la posición marginal que desde ese momento pasaron a ocupar los gobiernos revolucionarios en el Tercer Mundo, la reunificación alemana en torno de la República Federal Alemana y la posterior disolución de la Unión Soviética, se crearon las condiciones no sólo para poner fin a la Guerra Fría sino para universalizar las potencialidades contenidas en el orden económico mundial que comenzaba a definirse. Con la reorientación de los antiguos países socialistas hacia la lógica del mercado y las nuevas formas de vinculación de las naciones en desarrollo a la economía mundial como resultado del agotamiento de su modelo anterior de desarrollo y el impacto de la crisis de la deuda externa, se crearon las condiciones para la universalización de esta nueva modalidad capitalista que desde la década de los años setenta venía madurando entre las naciones altamente industrializadas: el capitalismo transnacional. La naturaleza de este capitalismo es, de la misma forma diferente al de las fases anteriores, porque, además de tener una vocación universalizadora, ha introducido transformaciones en la matriz misma del capitalismo, pues, ha desvinculado la economía de los productos primarios de la economía industrial y el empleo de la producción, y ha desligado los vínculos que anteriormente existían entre producción, movimiento del capital y comercio internacional. Con estas transformaciones, el mundo de Postguerra Fría atraviesa en la actualidad por un período transitorio en el cual se está constituyendo esta nueva matriz de funcionamiento del capitalismo, se están formalizando las nuevas relaciones de fuerza y poder y se encuentran en proceso de maduración los valores y formas de acción que estructuran la naciente configuración mundial. La dimensión global del capitalismo transnacional Esta transfiguración de los sistemas productivos nacionales y la reconversión de los polos transnacionales en engranajes de una economía mundial han dado lugar al surgimiento de espacios diferenciados pero interconectados de articulación de los circuitos económicos. El primero de éstos se observa en la consolidación de un espacio mundial o globalizado. Este ámbito, comúnmente definido como globalización de los circuitos económicos, se caracteriza porque con su densificación se contribuye a profundizar, acelerar y ampliar el radio de acción del emergente sistema mundial. En tal sentido, la globalización podemos definirla como un proceso multidimensional que pone en interacción a los diversos Estados, sociedades y regiones del planeta de una manera desigual, tanto a nivel internacional como nacional. Esta globalización se profundiza, acelera y amplía a través de complicados mecanismos que conjugan indistintamente interacciones y reacciones frente al sistema. La globalización no debe ser interpretada como un proceso que se desarrolla de manera rectilínea: se produce a través de situaciones que tienden a veces a una mayor integración mundial y en otras hacia la fragmentación, es decir, la propensión a una recomposición de los Estados o a la constitución de "bloques económicos" para adaptarse al sistema; en ocasiones se gravita alrededor de un cierto universalismo(El proclamado "fin de la historia", de Francis Fukuyama), o hacia lo que Ignacio Ramonet denomina el “Estado globalitario", y en otras se estimula la búsqueda de la diferencia (la defensa de la idiosincrasia francesa) o la constitución de un Estado cultural. En tal sentido, la globalización, si bien en sus orígenes fue un proceso básicamente estimulado por el desarrollo económico y las nuevas condiciones tecnológicas, constituye una interrelación de diferentes ámbitos que van desde la economía y los nuevos circuitos comunicacionales, pasando por la política, la cultura y la ideología. La globalización, sin embargo, no borra las diferencias nacionales y regionales, sino que se articula con ellas. Existe la falsa inclinación a imaginar que globalización, uniformidad y progreso son, en el presente, nociones prácticamente equivalentes. Globalización es también el resultado del peso que actualmente tiene el discurso neoliberal, el cual no sólo asume que la transnacionalización y la globalización constituyen procesos y estadios inevitables y deseables para todos los pueblos, sino que pretende destacar que la única forma acertada de inserción internacional se produce a través de la completa liberalización y desregulación de los circuitos económicos. Por último, la globalización se percibe en la constatación del peso que en los noventa ha adquirido el imaginario de que con las tendencias actuales estaríamos asistiendo a lo que Zaki Laidi, denomina "el tiempo mundial", el cual "mina la idea de proyecto nacional histórico". "Pero la singularidad del tiempo presente es que esta ruptura con el pasado no trae consigo ninguna idea de futuro. Con los cambios económicos, tecnológicos y comunicacionales de las últimas décadas se ha comenzado a producir una gran transformación cultural que ha desplazado el tiempo de la política como vector estructurante por el tiempo de la economía y, sobre todo, del mercado, el cual, a partir de la velocidad del consumo, de la producción y de los beneficios, desvincula él presente del pasado, transforma todo en presente e involucra los anhelos futuros en la inmediatez. Esta interpretación neoliberal se articula en torno de la idea de que el libre movimiento de capitales y bienes produce una distribución más eficiente de los recursos y posibilita una mayor cooperación internacional como resultado de la interdependencia que existe entre los Estados y pueblos. La globalización, por lo tanto, es presentada como sinónimo de eficiencia, democracia, bienestar y progreso. Esta interpretación altamente ideologizada pretende oscurecer la desigualdad que subyacen el sistema actual porque ignora deliberadamente las asimetrías inherentes a los procesos de globalización. Este discurso igualmente pretende pasar por alto el hecho de que la globalización reproduce nuevas modalidades de conflicto social y sobre todo una agudización de "la principal contradicción de nuestro tiempo, el conflicto entre las zonas de la humanidad integradas y las excluidas en la nueva división internacional del trabajo". Una de las más agudas tensiones que se desprenden de esta nueva realidad mundial es que la consolidación de la democracia en numerosas regiones del Este y el Sur no ha ido de la mano con la ampliación de las oportunidades. Los principales agentes y beneficiarios de estos circuitos globalizados son los actores transnacionales, los polos de eficiencia en el ámbito del comercio, las finanzas y la producción y, de modo particular, las corporaciones transnacionales. En el nuevo sistema mundial, las antiguas empresas multinacionales, se han transformado en corporaciones transnacionales, es decir, en empresas que están localizadas en varios países, abarcan diversos estadios de la producción y corporativamente se reparten los beneficios El poder de estas empresas es inmenso. Para finales de 1994 existían aproximadamente cuarenta mil sociedades transnacionales, que tenían 250 mil filiales en el extranjero. Cinco países —Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania y el Reino Unido— disponían de 172 de las 200 empresas transnacionales más grandes del planeta. En dicha lista no figuran empresas de ningún país en vías de desarrollo. Pero su importancia no se mide únicamente en su crecimiento cuantitativo. Estas empresas se han convertido en instituciones políticas que están rediseñando el panorama económico y político mundial, en la medida en que han desplazado a los Estados de algunas funciones económicas, han intensificado la internacionalización de las economías nacionales, han introducido un quiebre en la reglamentación de las relaciones laborales y han desvertebrado la articulación entre el Estado y las empresas en el plano impositivo. Como señala Susan Strange, las empresas transnacionales se han enquistado en el campo de poder de los Estados. La dimensión regional A continuación de los ámbitos globalizados, se encuentran los segmentos intermedios, caracterizados por el surgimiento de los regionalismos multinacionales, del tipo de la Unión Europea, el NAFTA, el Mercosur o el ASEAN. La amplia difusión de estas modalidades de regionalización no es contradictoria con la globalización. Más bien se puede argumentar que debido a la inexistencia de un único centro hegemónico y a la aguda competición entre los polos económicos y comerciales mundiales se produce la inclinación a asumir la globalización de modo interno o regionalizado, Dos modalidades de regionalización caracterizan el mundo actual. De una parte, se asiste a una nueva forma de regionalización, cuyas fronteras no están determinadas por motivos políticos ni institucionales sino por una invisible normatividad económica. A veces son regiones nucleares dentro de fronteras estatales (Sao Paulo en Brasil, Cataluña en España, Alsacia y Lorena en Francia, Badén-Wurtembergen Alemania) y en otras traspasan estas fronteras e interaccionan con regiones de dos o más países (San Diego y Tijuana, Hong Kong y el sur de China). La otra modalidad se produce a través de la celebración de programas de integración, como el de la Unión Europea que se ha propuesto la creación de instituciones que garanticen y posibiliten la viabilidad de la integración supranacional de los Estados miembros. Estas regionalizaciones pueden asumir diferentes modalidades: zonas de libre comercio que consisten en el compromiso, por parte de los países que suscriben el acuerdo, de eliminar los aranceles y demás barreras no tarifarias en su comercio mutuo; la unión aduanera, que se produce cuando a las preferencias de la zona de librecomercio se le añade el establecimiento de una política comercial con un arancel externo común; el mercado común, que es una unión aduanera que establece una determinada liberalización de algunos factores, como productos, capitales, personas, etc.; y, por último, la unión económica, que se orienta a establecer políticas económicas comunes entre los países miembros. A nivel mundial, la amplia difusión de estas regionalizaciones es una clara demostración de las limitaciones del actual sistema internacional para integrar una economía mundial. La inexistencia de un poder dominante que establezca formas consensuales de orientación económica y política explica la inclinación de numerosos Estados por la regionalización, por ser ésta una fórmula a través de la cual se busca la adaptación al sistema y, al mismo tiempo, se defienden sus más inmediatos intereses nacionales. A partir de estos espacios diferenciados, la globalización desarrolla un esquema piramidal de relaciones internacionales desde los primeros núcleos transnacionalizados. Es un esquema asimétrico de relaciones de poder, en el cual se destacan los principales centros o polos económicos y financieros de alcance mundial (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón), las regiones integradas a los mismos (el NAFTA, los países de la EFTA y el Sudeste Asiático, correlativamente), los países o regiones que por razones comerciales o estratégicas pueden suscitar la atención de los respectivos vértices (el Medio Oriente, los países más desarrollados de América Latina y parte del Asia Meridional) y, por último, las regiones marginadas, en las cuales se incluyen una parte de los países latinoamericanos menos desarrollados, los países del Acuerdo de Lomé y varias islas del Pacífico. La dimensión nacional En tercer y último lugar, a continuación de los espacios globalizados y las macro-regionalizaciones, tenemos los espacios nacionales, es decir, los lugares donde se sigue ejerciendo un poder político y jurídico explícito y donde se reproducen las relaciones sociales. El Estado conserva su relación política: sigue siendo el lugar por excelencia donde se constituye, reproduce y transforma el "bloque en el poder", se organiza y expresa la sociedad, se corrigen las disfunciones económicas y sociales y se estimula el capitalismo, aun cuando sea bajo una lógica transnacional. En una economía globalizada, el Estado sufre una transformación radical. La transnacionalización ha reducido sensiblemente la soberanía del Estado en el control macroeconómico. Pero, de otra parte, el Estado se ha convertido en un vínculo que une al respectivo país con la economía mundializada y actúa como agente de este proceso. Una consecuencia que estos procesos de globalización han tenido para los países en desarrollo es que han aumentado la vulnerabilidad del Estado. Asistimos, por lo tanto, a un doble desbordamiento del Estado- nación. De una parte, el espacio nacional se ha transnacionalizado para convertirse en una esfera de acción y competencia de los grupos económicos transnacionales. De otra parte, el Estado-nación ha sido rebasado hacia adentro "o sea hacia la articulación de las políticas públicas y privadas en los mercados regionales a fin de generar procesos productivos específicos que puedan ligarse directamente con el mercado mundial y para maximizar la eficiencia de las inversiones públicas y privadas". Por último, el Estado ha comenzado a perder su legitimidad en tanto que lugar de identificación de consensos y de solidaridad funcional entre clases sociales Todas estas transformaciones que apuntan a una relativa "automatización" de las relaciones internacionales en relación con las actividades de los Estados no significan, empero, que los Estados hayan dejado de ser los actores por excelencia en los circuitos externos. Siguen siendo agentes importantes, pero su naturaleza, interna y externa, está siendo objeto de grandes alteraciones y sus anteriores actividades son competidas por parte de los actores y unidades transnacionales. El sur en el nuevo sistema mundial Ante estas profundas transformaciones, ¿cuál es el lugar de los países en desarrollo en este nuevo sistema mundial? Desde un punto de vista global, el fin de la Guerra Fría se ha traducido en una pérdida de significación de estos países. En la época anterior, el antagonismo entre las dos grandes potencias se diseminó por todo el planeta convirtiendo al Tercer Mundo en un escenario predilecto de competición entre los dos sistemas. La importancia estratégica que el Sur tenía para las superpotencias se convirtió en una garantía para la afluencia constante de recursos económicos, financieros, políticos y militares. Por consiguiente, al desaparecer la Guerra Fría los países del Sur perdieron su importancia estratégica y se restringieron los recursos provenientes del Norte. Quienes más duramente resintieron esta nueva realidad fueron los países en desarrollo que gravitaban en torno de la órbita geopolítica de Moscú, por cuanto tuvieron que realizar una drástica modificación de sus políticas para readaptarse a la economía y política mundiales, dominada por las grandes naciones industrializadas de occidente y acceder a condiciones impuestas por los organismos financieros multilaterales para relanzar sus maltrechas economías. Además del menoscabo de su significación estratégica, se observa también una clara transformación de las relaciones Norte-Sur en favor del primero. Los países del primer grupo gozan de un mayor poder negociador frente al Sur. Por último, cabe recordar que como lo señalábamos anteriormente los países en desarrollo, con la obvia excepción de los Nuevos Países Industrializados, no representan un importante interés estratégico a nivel comercial ni financiero para los tres polos económicos y financieros mundiales. La desagregación de los espacios mundiales, los disímiles ritmos de interacción de estos espacios en la economía mundial y la extrema diferenciación económica de estos países ha introducido una excesiva desigualdad entre los países Tercer Mundo y ha destruido la validez argumentativa de las nociones con las que anteriormente se dividía el mundo, tales como "centro" y "periferia", "primero, segundo y tercer mundo"