Está en la página 1de 30

Emilio Cordero Michel

Bo A

Movimientos de oposición a Trujillo


en la década 1930-1939*

INTRODUCCIÓN

Este trabajo tiene por objetivo iniciar una reflexión crítica


sobre el significado de los movimientos sociales y políticos en
los primeros años de la tiranía trujillista. Desde ese punto de
vista, únicamente abordaré los movimientos oposicionistas de
mayor importancia y con relación a los cuales he podido conse-
guir fuentes históricas confiables, advirtiendo que podrán ser
profundizados y ampliados en futuras investigaciones, tanto
por cualquier otro investigador o por mí mismo. Igualmente,
deseo aclarar que los diversos aspectos tratados en este trabajo,
constituyen una síntesis de la primera parte de una amplia in-
vestigación inconclusa e inédita sobre los Movimientos políticos
de oposición durante la Era de Trujillo, 1930-1961.

* Parte de un amplio trabajo presentado en el Seminario «Movimientos

sociales y políticos durante el régimen de Trujillo», celebrado en la Uni-


versidad APEC (UNAPEC), en el año 1998, y al año siguiente leído como
ponencia en el IX Congreso Dominicano de Historia, celebrado por el
Museo Nacional de Historia y Geografía, el 24 de octubre de 1999. Pu-
blicado en la revista Clío, año 78, no. 178, pp. 149-174. Santo Domingo,
Academia Dominicana de la Historia, julio-diciembre de 2009.

-267-
-—
Ma

EmILIO CORDERO Micnira

268

inicié hace mas

Pere U-. uo actas his-


1908 cuando Par Vásquez, Chito, Eu un
"bel Lic. Rubén Silié Valdez, quien di-
de anizzfnó Sociales en la ii
terial que recolecté fue sumamen e
lido a realizar el pre-
nía trujillista y

Por ser UN
de 12 años, EN
toriador francisco +
seminario que organi7
rigía el Departamento

NAPEC), el ma |
MT lo que mE he visto coMPE

; ira
te resumen del primer decenio de la tir qu
ente
a señ lar que los planteamientos y conclusiones del mismo
a seña

deben ser considerados avances de investigación y no conclu-


siones definitivas.

A consecuencias de la gran crisis del capitalismo mundial,


iniciada en 1921 y agudizada a partir de 1929, al momento de
Trujillo asaltar el poder político, el 23 de febrero de 1930, el
panorama económico dominicano era bien oscuro: derrum-
be de los precios en el mercado mundial de los principales
renglones de la economía agro-exportadora; disminución de
la producción y, por ende, de las exportaciones; déficit en la
balanza comercial de pagos, decrecimiento de los ingresos del
Estado y déficit presupuestario; disminución del consumo de
los principales artículos alimenticios y de uso y consumo; au-
mento creciente del desempleo; y, en términos generales, em-
pobrecimiento e incremento de la miseria entre los sectores
más desposeídos de la población.

La oposición a Trujillo, en función de las clases de la for-


mación social dominicana, no constituyó un patrón ni estu-
vo marcada por una constante histórica. Y ello era lógico, ya

que las clases sociales durante la llamada Era de Trujillo no


se mantuvieron estáticas: algunos sectores se fortalecieron;
otros emergieron del sustancial desarrollo capitalista; otros
se atrofiaron; los menos, desaparecieron. Podría hacer el si-

guiente intento de división de las clases sociales durante el


decenio 1930-1939.
Ensayos TI
” 969

La burguesía

Llamada por algunos estudiosos sociales burguesía nacio-


Ubicada en la cúspide de la pirámide social dominicana;
clase deformada, correspondiente al capitalismo desfigurado
que predominaba como modo de producción, aliada al capital
47 Carero y financiero norteamericano. Estaba integrada por
Varios sectores que entremezclaban sus actividades producti-
vas: la burguesía agraria, compuesta por latifundistas y gran-
des propietarios rurales que explotaban el campo en base a
relaciones de producción precapitalistas con grandes rasgos
semifeudales; la burguesía intermediaria dependiente del
mercado norteamericano (exportadora-importadora); la bur-
guesía comercial; la incipiente burguesía industrial (dueños
de empresas licoreras, madereras, tabacaleras y de transforma-
ción) y sectores amorfos compuestos por grandes propietarios
de inmuebles urbanos; altos burócratas, profesionales y altos

militares enriquecidos con el latrocinio durante el ensayo de-


mocrático de Horacio Vásquez.

nal,

* Lapequeña burguesía en sus niveles alto, medio y bajo

Medianos y pequeños comerciantes; medianos y peque-


ños propietarios rurales y urbanos; profesionales liberales;
funcionarios burocráticos; empleados de empresas privadas,
del Estado y oficinistas; dueños de pequeñas industrias y
talleres; estudiantes; y artesanos independientes (plomeros,

electricistas, pintores de brocha gorda, mecánicos, zapateros,


choferes, etc.).

* El campesinado

Constituía la mayor parte de la población del país, despo-


seída de la tierra. Tenía enorme importancia en la producción
EMILIO CORDERO MICHEL

270

(cola, tanto, que Roberto Cassá ha llegado a afirmar que


soportaba el peso de la producción mercantil precapitalista.'

* El proletariado urbano

Clase débil y casi totalmente aislada de los restantes sec-


tores sociales. Aparte de los obreros azucareros, la casi totali-
dad de la clase obrera dependía de las actividades artesanales
o estaba ligada a los servicios, particularmente en los centros

urbanos.

* El proletario agrícola

No puede decirse que existiera de manera definida ni per-


manente ya que, salvo los obreros de la industria azucarera, el
obrero rural laboraba solamente parte del año, cuando decaía
su escasa producción, o en períodos de ciertas cosechas esta-
cionales.

Del anterior esbozo se infiere que, en 1930, no se delinea-


ban con claridad las clases sociales que caracterizan el modo
de producción capitalista y que, por el contrario, estas clases
manifestaban el enorme atraso de las fuerzas productivas de
la sociedad, lo que ha llevado a muchos investigadores a no
considerarla como puramente capitalista.

Los MOVIMIENTOS DE OPOSICIÓN EN LA DÉCADA 1930-1939


La década 1930-1939 constituye el período de la consolida-

ción del régimen y del inicio de la expansión del capitalis-


mo monopolista. La tiranía se entronizó en base al terror

! Roberto Cassá, Modos de producción, clases sociales y luchas políticas (República


Do-
minicana). Siglo XX, Santo Domingo, Punto y Aparte, Editores, 1984, p. 137.
EmiLIO CORDERO MICHEL
979

finitivamen-

icació > r ¡eron de


edes viales de cación que rompié
redes viales de comunice q ¡e que el

ER nen
te el aislamiento regional y permuieron no solal

Estado pudiera colocar en cualquier rincón del pas y


nos de $ horas, fuertes contingentes militares, sino ta si
un enorme desarrollo de las fuerzas productivas de la sor o
dominicana: reorganización de la economia. fortaleaim o;
de los aparatos administrativos del Estado; cierto campo
to de la producción capitalista, particularmente en -
agrícola de exportación; inversiones de capital mon JD
norteamericano; desarrollo y fortalecimiento de una bur
guesía intermediaria dependiente; crecimiento de
obrera con diversas fracciones; y el inicio de un proceso de
incremento de las poblaciones urbanas.

Aunque los movimientos caudillistas más claramente Uu-


pificados, tanto por la importancia nacional de sus atriger-
tes como por la conmoción que provocaron en el régimen,
fueron los de Cipriano Bencosme y Desiderio Arias, senalaré,
cronológica y muy brevemente, estos alzamientos, así como los
de otros caudillos regionales de menor importancia:

en me-
ién

una clase

Y General José Paredes. Dirigente del Partido Nacional


de San Francisco de Macorís y caudillo regional. Justo a raíz
del horrendo asesinato del líder horacista Virgilio Martínez
Reyna y de su esposa en avanzado estado de gravidez, Altagra-
cia Almánzar, acaecido en San José de las Matas, la noche del
2 de junio de 1930, comentó en su pueblo que «se iría al monte
a combatir a Trujillo». Por ello, sin llegar siquiera a iniciar un
movimiento insurreccional, el día 5 de junio de dicho año, fue
asesinado en las calles de dicha población.

Y General Alberto Larancuent. Caudillo de la región


oriental y líder del Partido Progresista, se levantó en armas
en La Romana, el 9 de junio de 1930. Después de chocar con
las tropas del ejército y tener algunas bajas, comprendiendo
su inferioridad militar, negoció con Trujillo la capitulación, al
273

Ensayos Il

g esu vida.
recibir de este plenas garantias d arabes Ñu
de, a las 8 de la noche del 1% de sep

dad de Santo
sinado en el Parque Colón de Ja ciuda

Y General Cipriano Bencosm€.


do con grandes extensiones de tierre”
la Cordillera Septentrional y líder region deeño
el 10 de junio de 1930, el primer alzamiento 5 Eje
confiando en la llegada de armas desde Puer luego asesinado
genciaban allí los horacistas y su hijo Sergio, ueB aba el des-
por Trujillo en Nueva York en 1935.* También esper

: s en las que sE
embarco por la costa norte, al pie de las lomas En rel
encontraba, de 700 fusiles y 50,000 proyectiles ofrecidos po ,
general venezolano Francisco Linares Alcántara. Ninguna a
estas armas arribó al país, aunque se rumoró que por Sosua
habían aparecido unos fusiles Máuser-*

Trujillo se trasladó a Moca para dirigir las operaciones mI!-


litares contra Bencosme, quien aislado en las lomas mocanas,
carente de armas, se limitó a esconderse esperando el equipo
bélico ofrecido y a cambiar constantemente de posición. Este
movimiento insurreccional, a pesar de su debilidad, tuvo algo
realmente novedoso: la utilización, por el gobierno, de aviones y
pilotos norteamericanos para ubicar desde el aire, bombardear
y ametrallar los campamentos de Bencosme. Trujillo procuró
bombas en los Estados Unidos y en Haití —en ese momento
bajo la ocupación militar de los marines yanquis— y no pudo
conseguirlas. No obstante, dos aviones volaron varias veces
sobre las montañas, armados con. ametralladoras calibre 30,

Ñ cultivadas —

que dili-

Félix A. Mejía, Viacrucis de un pueblo. Relato Sinóptico de la Tragedia Dominica-


na Bajo la Férula de Trujillo, México, s/e, 1950, p. 66.

Bernardo Vega Boyrie, Los Estados Unidos y Trujillo. Año 1930, tomo II, San-
to Domingo, Editora Amigo del Hogar, 1986, p. 96. (Fundación Cultural
Dominicana).

* Luis F. Mejía, De Lilís a Trujillo, Caracas. Editorial Elite, 1944, p. 249.


Emiro Cornero MICHEL
274

; anzándoles, a mano,
atacando los Campamentos con ráfagas y lanzándo
Obuses de mortero.

- lo del ejér-

Bencosme no pudo resistir el moderno poderío del ej "


cito y, enfermo, fue traicionado y asesinado por las ep

rujillistas en Jamao, el 18 de noviembre de 1930. Su cadáver

Mutilado fue llevado a Moca y se tiró en una calle para que


todo el pueblo lo vieras

General Pedro
tidario de Fed

Y General Evan
Desiderio Árias, mani

> Bernardo Vega Boyrie, Los Estados Unidos y Trujillo... PP: 673, 677 y 934,
5 Luis F. Mejía, Viacrucis de un Pueblo..., p. 310,

” Bernardo Vega Boyrie, Los Estados Unidos > Trujillo..., pp. 867 y 920,
veterá 0, p9
el nie re
, general d este y t rraté ¿ feb la-
Ja Lí ¡pe de Estado» “Ureña, el
caudillo : o Libera el 89P ael Estr€ Hora"
n su 0 5 al gobierno ti
1930 cabezanC” ó errocó : ontecTs ,
, , VIC 4 a -
e ado Movil ¡ent Con or por prov probó la cr
m [9] .. oc
Vásquez Eleg po 4a Trujillo, uan é 26 a con p
rincip10 2 régimen, ade
aunque o mbo qué tomaba " : ntonera caudillsta de
minalidad Y e sería la última - 1931, evidenció
r la > 105, EN
a Pa La insurrección de —_ ¿ocialmente TUT“”
importan cada, «[--] UNA posición
manera muy Ma e conformada»

E : 5gicamE
no siempre ideológ

ias dio a CO”


quincena, de junio de 1931, -ditado en
Manifiesto al País, fechado en Ma E ismo parti-
nocer un , a "E Imprimerie Citadelle. En € SE ra
Cabo Ton Trujillo, y denunció los asesinatos 7 ta a
y en San Francisco de Macorís, 16m caprino
132 en Moca, todos relacionados con on late dd evt

desde el 23 de febrero de 1
Moo atea do no solamente estaba siendo

tamiento, agregando que el Esta d


ó bién este había atentado va-

saqueado por Trujillo sino que tam ,


rías veces contra su vida. Arias, con valentia y honestidad, des-

pués de autocriticarse por haberse dejado engañar y apoyar 4

Trujillo, señaló que:

En la primera

a a a

MESE E: 1

[...] aunque es tiempo para corregir el error y que la


tiranía que sufrimos, que no tiene paralelo en la his-
toria, impuesta con las puntas de las bayonetas [...] es
necesario que ruede por tierra [...] por medio de una
acción violenta [por lo que] se había visto obligado

* Roberto Cassá, Cap

italimo y di
UASD, 1982, p. 597. (Unive 70. ca a Santo
Domi :
(Universidad Autónoma d omingo, Editora de la

€ Santo Domingo).
EMILIO CORDERO MICHEL
276

a romper con el régimen dictatorial y asesino [..) ya


acompañar al pueblo en una lucha brava y decidida
que eche por tierra este Gobierno de traición, de in-

: , 9
moralidad y de crimenes.

Después de lanzar este Manifiesto, Arias se entrevistó con


Trujillo en Mao (donde pudo haberle dado muerte), sabien-
do este que su vida estaba garantizada porque Arias, Amare
de honor, le había dado la seguridad de que nada le pasaría;
reunión que Trujillo y sus adláteres divulgaron como una de
las más grandes pruebas de valor del tirano. A seguidas, Anas
se alzó en armas en los cerros de Gurabo Adentro, Mao, con
varias decenas de sus seguidores. Trujillo movilizó el ejército,
cercó la zona, aisló a los insurrectos y los atacó con nuevas
armas, como la aviación, para ametrallar los campamentos,
artillería de montaña y morteros. Hubo varios choques hasta
que, finalmente, un teniente que a partir de ese momento se
haría famoso por su crueldad, Ludovino Fernández, le cortó
la cabeza y se la llevó a Trujillo como macabro trofeo triunfal.'*

Con la muerte de Desiderio Arias, último caudillo mon-


taraz de relevancia, tanto la burguesía agraria como la tradi-
cional recibieron un severo golpe, porque confiaban que con
la insurrección desiderista en la Línea Noroeste —zona don-
de tenía su clientela política y en la que había escenificado
casi todas sus sublevaciones y asonadas militares— se podría
producir un levantamiento popular que derribara la incipien-
te tiranía. Ante la derrota y muerte de Arias, los indicados

* Desiderio Arias, Manifiesto al País. Cap-Haitien-Mao, Imprimerie Citadelle,


10 de junio de 1931. (Archivo de Emilio Cordero Michel).

'* Albert C. Hicks, Blood in the Streets: The Life and Rule of Trujillo, New York,
CreativeAge Press, 1946, p. 211. Véase también a Luis F. Mejía, De Lilís a
Trujillo..., p. 310; Robert D. Crassweller, Trujillo: la trágica aventura del poder

personal, Barcelona Editorial Bruguera, 1968, p. 111; y Roberto Cassá, Ca-


pitalismo..., p. 597,
211

Ensayos I

menzaron 2 cola-

ma eb
sectores burgueses se plegaron a Trujillo y
borar abiertamente con su régimen. |
ó el movimien-
1930, y estuvo 2 5 lado por
métodos cerrorls
as navidades
| emergente
lo re-

Quero. Apoy

Y General Tancredo Saviñón,


to de Trujillo, del 29 de febrero de -
algún tiempo hasta que le repugnaron $ a
tas. Cayó en la categoría de «desafecto» Y, ,
de 1939, fue asesinado en La Vega por orden e E
tirano. Con Quero Savinón desapareció el último cau

: : : ia 19
- gional secundario de importancia.

* Pequeña burguesía urbana


Movimiento totalmente diferente al de los caudillos, tan-
to por la extracción clasista de sus componentes como por su
ideología y objetivos políticos. Fue organizado en Santiago de
“los Caballeros entre los años 1933 y 1934. Dicho movimiento
comenzó a gestarse en 1929, cuando Ramón Vila Piola, Angel
Miolán, Hostos Guaroa Félix Pepín, Federico Liz, Nicanor
Saleta Arias, Sergio Manuel Ildefonso, Caporit, caído glorio-
samente en Maimón en las Expediciones de Junio de 1959,
y jóvenes profesionales y estudiantes de la pequeña burgue-
sía urbana, fundaron el Centro de Estudios Sociológicos. Se-
gún declaró Vila Piola, comenzaron a estudiar las obras de
Ingenieros, Marx, Lenin, Vargas Vila, Trotsky y otros autores
socialistas, [...] con el propósito de llegar a tener una clara
concepción de los problemas del país, a fin de poder, ya con
una conciencia revolucionaria informada, buscar las vías para

cambiar la situación dominicana.'3

"! Juan Isidro Jimenes Grullón, Sociología política dominicana (1844-1966), vol.
III,
Santo Domingo, Editora Alfa 8: Omega, 1980, p. 152.

?* Albert C. Hicks, Blood in the Streets..., p. 207.

'> Manuel A. González Rodríguez, Dos procesos de nuestros anales criminales,


tomo 1, Ciudad Trujillo (Santo Domingo), Imprenta La Opinión, 1938,
pp: 22 y ss. (Interrogatorio a Ramón Vila Piola).
278 EmiLIO CORDERO MICHEL

En 1931, estos Jóvenes constituyeron la Asociación O "


trucción y Socorro para los Obreros y Campesinos (AISOC),
que llegó a contar —antes de que Trujillo la clausura— u
más de 600 miembros integrados en núcleos de E. :
bacaleros y agrícolas, artesanos, estudiantes y profesiones
portadores de una ideología verdaderamente revoluciona N
Asevera Roberto Cassá que el grupo: «[...] ciertamente e e.
entreverado por la persistencia de orientaciones istmo -
de la predominante marxista hasta en principio cerca
anarquismo, el aprismo y concepciones humanista». río —

Poco después, se organizó otro grupo revocó O uel


integrado casi totalmente por jóvenes Estudiantes e o
secundario— encabezado por Jesús María Patiño, Chichi,
asesinado posteriormente por Trujillo, grupo de menor com
sistencia ideológica que el anterior, que planteaba e ene -
dramiento revolucionario para realizar movilizaciones de
— sta grupos fueron arropados por Juan Isidro Jimenes
Grullón, de origen burgués, médico recién llegado de París, con
aureola de intelectual de avanzada, quien pasó a presidir la tra-
dicional Sociedad Amantes de la Luz de Santiago y a desviar los

objetivos revolucionarios de ambos grupos juveniles. Aunque

estos resistieron la influencia anarquizante de Jimenes Grullón,


finalmente él logró convencerlos de que solamente mediante el
atentado personal y con acciones terroristas podrían eliminar
a Trujillo e iniciar un proceso revolucionario. Estas ideas eran

compartidas por un viejo caudillo y sus seguidores, el gene- -

ral José Daniel Ariza, Papá Michel y Rigoberto Cerda, quienes


se comprometieron a realizar el atentado personal contra el

'** Ramón Vila Piola, Esclarecimento. La verdad sobre los


en Santiago en el año 1934
1964, pp. 16-17.

* Roberto Cassá, Movimiento obrero y lucha socialista en la República Domini-

cana. (Desde sus orígenes hasta 1 960), Santo Domingo, Editora Amigo del
Hogar, 1990, p. 220 (Fundación Cultural Dominicana)

sucesos políticos acaecidos


y sus consecuencias, Madrid, Gráficos Urquina,

a
Ensayos 11

. elimin
A ¡ración par
tirano. Se inició así la conspirac ho o en un baile que $
en la ión del 30 de mar s terroris
a conmemoracio lizar accione

"E de Recreo, Y 4
le daría en el Centro an propiedad

tas. Incluso se pensó utilizar un aV1

Fernando Bermúdez, implicado en €

condenado a siete años de prisión.


El movimiento fue descubierto,

dos terroristas y de dos fallidos intentos po dos


y, a partir de mediados de mayo de 1934, los conspira

las
orturados en

comenzaron a ser apresados. Encarcelados y | de Ni-


¡tenciaria de

mazmorras de la Fortaleza Ozama y de la Pen! mm


gua —primer centro de martirio y exterminio de la rm
el cual algunos dejaron la vida—, fueron juzgados 7 om

. . PE 1or-
dos a diversas penas de trabajos públicos; penas qué, poster!
mente, fueron levantadas con el indulto. Fracaso as! el primer

—y no último— intento de la pequeña burguesía por erradr-


car la tiranía mediante el atentado personal contra Trujillo.
Este fracasado movimiento, sin embargo, tuvo de novedoso es-
tar orientado, en sus orígenes, por un ideario revolucionario
basado en las doctrinas marxistas, por lo que se convirtió en
el pionero en nuestra historia, anterior al del Dr. Heriberto
Núñez y Freddy Valdez en la región oriental, y a los organiza-
dos a partir de 1940.

La procedencia social de los conspiradores juzgados y con-


denados es bien sintomática: 78.1%, eran pequeños burgueses;
9.7%, obreros y campesinos; 4.9%, burgueses industriales y te-
rratenientes; y el resto, 7.3%, políticos del caudillo general José
Daniel Ariza que obedecían alos intereses de la burguesía agra-
ria y tradicional. Es decir, que casi el 88% de los conspiradores
provenían de los sectores más avanzados de la sociedad de San-
tiago, conforme al siguiente cuadro, elaborado en base a:

después de varios atenta-


r eliminar a Trujillo
280
EMILIO CORDERO MICHEL

Cuadro 1. Extracción clasista de los implicados


en la conspiración de Santiago de 1934'*

Sectores NT % Total % .:

Burguesía tradicional :
Industriales, terratenientes. 2 4.9 h
Caudi íti : y
,N lllos políticos seguidores 3 73 1
€ la burguesía agraria.
Subtotal 5 12.2 ú
Pequeña burguesía ;
Estudiantes. 17 41.5 |
Profesionales (médicos, f
ingenieros, farmacéuticos, 5 12.3
contables) j
Pequeños comerciantes. 4 9.8 y
Sectores N* % | Total % f
Oficinistas y empleados |
. 3 7.3
de comercio.
Barberos independientes. 2 4.9 í
Sectores N* % Total % E
Pequeños propietarios rurales. 1 2.4
Subtotal 32 78.1 :
Clase obrera
Sectores N* % Total %
Zapateros, sastres, talabarteros asala-
: 3 7.3
riados. |
Subtotal 3 73 a
Campesinado . e,
Obreros agrícolas. o] 24 ó
E
Subtotal 1 24 :
Total 41 100.00 ñ

16 Manuel A. González Rodríguez, Dos procesos..., tomo I, passim.


281 -

Ensayos 1

Burguesía tradicional de Santo Domingo

.
gimen descu-

A] año siguiente, en marzo de 1995, el ré


ra derrocarlo

prió en Santo Domingo otra conspiración pa


mediante la eliminación de Trujillo, bien diferente de las dos
anteriores, en lo referente a la extracción clasista de sus diri-
gentes € integrantes. Este movimiento estuvo orientado por la
burguesía tradicional y sectores de la alta pequeña burguesía,
ya que uno de sus principales dirigentes fue Oscar Michelena
Pou, banquero y dueño del Ingenio San Luis, (actual Ingenio
Ozama), de latifundios ganaderos y plantaciones cafetaleras,
quien, por sus intereses de clase dominante, entró en contra-
dicciones económicas con Trujillo. Ello así, porque la familia
Michelena mantenía, a nivel nacional, el control del mercado
de la sal con la explotación de las salinas de Baní y Montecristi,
que resultó ser uno de los primeros monopolios creados por el
tirano para su beneficio personal.”

Oscar Michelena Pou, además, tenía otro motivo para


guardar un profundo resentimiento contra Trujillo, ya que
este, por su injerencia en la litis que mantenía la Sucesión
de Santiago Michelena contra The Bank of Nova Scotia —
litis que envolvía la suma de casi dos millones de dólares—
había logrado que se dictara un fallo adverso a los intereses
de su familia. A consecuencias de ello, los hermanos Oscar

y Santiago Michelena Pou perdieron el Ingenio San Luis, la


Estancia San Gerónimo" de la que Santiago fue desalojado
violentamente, así como otros bienes. Poco tiempo después,

17 Roberto Cassá, Capitalismo y dictadura..., p. 434,


18 La Estancia San Jerónimo o Estancia Michelena, convertida en residencia

de Trujillo y su familia con el nombre de Estancia Ramfis, seudónimo de


su hijo primogénito. La construcción fue modificada y ampliada con muy
mal gusto por la esposa del tirano, María Martínez Alba de Trujillo. Ac-
tualmente, de nuevo remodelada, constituye el asiento de la Secretaría de
Estádo de Relaciones Exteriores, y de la Escuela Diplomática y Consular.
Para ampliar sobre este monumento arquitetónico, véase a Celsa Albert
282 EMILIO CORDERO MICHEL

la familia Michelena también perdió una explotación ganade-


ra y cafetalera (la Hacienda Borinquen), en las cercanías de
San Cristóbal, propiedad que el tirano ambicionaba al iniciar
la extraordinaria expansión de su latifundio conocido con el
nombre de Hacienda Fundación.'?

Oscar Michelena Pou, arrestado, torturado, mantenido


En solitario por 43 días, condenado a 20 años de prisión Ter
carcelado en la Penitenciaría de Nigua, reclamó su nacionali-
dad norteamericana por ser hijo de puertorriqueños y por
estar registrado como ciudadano de los Estados Unidos desde
comienzos de la década de 1920. Su amigo Sumner Welles y
el Departamento de Estado de los Estados Unidos intervinie-
ron a su favor ante Trujillo, y este lo amnistió y le permitió
viajar a Puerto Rico, dejando abandonados los escasos bienes
que se salvaron de las confiscaciones o que no se perdieron.

En la conspiración también figuraba otro miembro de la


burguesía tradicional; el rico importador e industrial Amadeo
Barletta. Este italiano, cónsul honorario de su país convencido
y activo fascista representante oficial de Il Fascio en el Cari-
be, dio dinero y se comprometió a facilitar un automóvil para
realizar el atentado contra Trujillo.” Barletta también estaba
disgustado con Trujillo por sus intereses de clase. En primer
lugar, se sentía agraviado por haber perdido el privilegio —
que mantenía desde el gobierno de Horacio Vásquez— de ser
el principal suministrador al Estado de los vehículos de la Ge-
neral Motors Company, que importaba a través de su empre-
sa Santo Domingo Motors, privilegio que fue transferido por
Trujillo a uno de sus allegados, Manuel Alfaro, representante
de los automóviles Packard. Además, hubo otra razón de más
peso para estar disgustado con Trujillo.

Batista, Estancia San Jerónimo. Patrimonio histórico. Sede de la Cancillería de la


República Dominicana, Santo Domingo, Editora Amigo del Hogar, 1999.

"> Félix A. Mejía, Viacrucis de un pueblo..., p. 313.

** Manuel A. González Rodríguez, Dos procesos..., tomo III, pp. 22 y ss.


io tabacalero, Trujillo quiso comp

La II
Ensayos I

enominada Domin-

Barletta tenía UN ricano,

can Tobacco Company,

que elaboraba cigarrillos con


lo. Esta empresa compe

on tabaco negro criol


pañía Anónima Tabacalera, de Gerónimo Copello, ubicada en
Santiago de los Caballeros, de la que Trujillo había adquirido
ticipar en el oligopo-

el 50% de las acciones?! Para también par


rarle a Barletta igual propor

ción del capital de la Dominican Tobacco Company; y este se


negó a vender porque solamente controlaba el 45% de su ca-
pital, ya que el 55% restante era de la Penn Tobacco Company,

de Filadelfia.” El tirano, en represalia, gravó enormemente los

aranceles de importación de tabaco burley, con el que se elabora-

ban los cigarrillos rubios. Barletta, encolerizado, entró de lleno


en la conspiración. A la larga, Trujillo se quedó con la empresa
de Copello y cerró la de Barletta, convirtiéndose en dueno ab-
soluto del mercado nacional del cigarrillo.

Barletta, acusado de conspirar para asesinar a Trujillo, fue


encarcelado por seis semanas en Nigua. Puesto que era repre-
sentante de Il Fascio, el Duce Benito Mussolini exigió su inme-
diata libertad, bajo la amenaza de enviar un acorazado y una
flotilla de buques de guerra a rescatarlo. El Departamento de
sado de los Estados Unidos, a través de Cordell Hull y Sum-
obemperó 4 nos requerimientos, Bare ue excarcelado
abandonó el país, radicánd E — d

país, radicándose en Cuba.*' En ese país se alió a

> Ds F. Mejía, De Lilís a Trujillo..., p. 313,


emardo Vega Boyrie, Nazismo, fascismo y falangismo en República Domini
ca-

na, Santo Domingo, Editora Ami


, o del
Cultural Dominicana). 80 del Hogar, 1985, p. 326 (Fundación

pan veja Viacrucis de un pueblo..., p. 207


ric Paul Roorda, The Dictator Next Di
e. ict ext Door. The Good Neighbor Poli
illo Regime en the Dominican Republic, 1930-1945, Durham Nori ue
, (0.
lina Duke University Press
, 1998, ; 12 | a =_
Crassweller, Trujillo: la trágica..., PI. Véase también a Robert D.
284 EmiLIO CORDERO MICHEL

los peores intereses, incluso gansteriles de los Estados Unidos,


y amasó millonaria fortuna.%

Otro miembro de la burguesía intermediaria, el español


Manuel Cochón, de la empresa Cochón Calvo, C. por A., gran
importador e industrial, también estuvo complicado y aportó
dinero para la adquisición de armas y del automóvil en que se
realizaría el atentado contra el tirano. Además de esos tres 1nte-
grantes de la burguesía tradicional y del industrial 22, que hasta
nuestros días se ha mantenido en el anonimato porque fue de
los que denunció el complot, participaron en la conspiración
profesionales burgueses o de la alta pequeña burguesía aliados
a dicha clase, como el Lic. Eduardo Vicioso, el Dr. Ramón de
Lara, el Dr. Buenaventura Báez Ledesma, el Dr. José Selig Fer-
nández, el Lic. Abigail del Monte, el ingeniero Juan de la Cruz
Alfonseca y otros, así como uno que otro mediano y bajo peque-
ño burgués, como el estudiante Rafael Ramón Ellis Sánchez, Pu-
pito, un empleado de comercio y dos zapateros independientes.
Para cerrar el grupo, estaban implicados tres representantes de
la clase obrera: un chofer, un carpintero y un albañil.

Podría afirmarse que este movimiento conspirativo fue el


primero y único —a todo lo largo de la Era de Trujillo, hasta
la aparición del grupo del 30 de Mayo que ajustició al tirano—
en el que sectores de la burguesía y de la alta pequeña burgue-
sía dirigieron y participaron en acciones contra el régimen.
Esta afirmación se desprende de estas cifras: de los 26 conspi-
radores apresados, interrogados, juzgados y condenados, 19,
representando el 73.1%, pertenecían a la burguesía y a la alta
pequeña burguesía; 4, equivalentes al 15.4%, procedían de los
estratos más bajos de la pequeña burguesía; y 3, representan-

do el 11.5%, eran de extracción popular: obreros. El siguiente

*5 Para ampliar sobre el «Caso Barletta», véase a Bernardo Vega Boyrie, Na-
zismo, fascismo..., pp. 326-333.

* Eric Paul Roorda, The Dictator Next Door..., pp. 91-92, 99-100 y 123. Véase
también a Albert C. Hicks, Blood in the Streets..., pp.49-50.
oo
gatorios he-

aborado en base a los interro

mente el
( lo confirma.

cuadro, igual
ados, as

chos a Jos acus |


| . . a
3, Cuadro 2. Extracción clasista de los ms en

| conspiración de Santo Domingo de 19

Sectores
Burguesía tradicional
Dueños de ingenios, latifundio, ¿lisa
bancos, grandes comerciantes :
Ll]

subtotal — — — 4 | 5

Estudiantes. .

Profesionales: médicos, abogados,


ingenieros, farmacéuticos, optómetras, | 19 |46.1

dentistas, agentes comerciales.


3 111.6

15 57.7

Comerciantes, comisionistas.
Subtotal
Mediana y baja pequeña burguesía

Empleados del comercio.

3.9
3.9
7.6

Estudiantes.
Artesanos independientes (zapateros)

— | Subtotal

HS | N9 |) 1 |)

15.4

Clase obrera
Subtotal =* 3 |
11.5

Total
E : 26 100.00

* Man í í
uel A. González Rodríguez, Dos procesos..., tomo III, passi
2, , m.
286
EMILIO CORDERO MiCHEL

* Sectores militares

cevicon mente dodo eel e te e a onaDb ción


contra Trujillo lo que, apar e rebelión o oi
TE , aparentemente, daba la impresión de
que el Ejército Nacional era un bloque monolítico que apo-
yaa irrestrictamente todos sus desmanes. Pero no ocurrió
así. En el cuerpo castrense hubo oficiales y soldados que,
susque al principio adoptaron actitudes indiferentes 0 SE hi-
cieron cómplices de las atrocidades de Trujillo, ya a la vuelta
de unos pocos meses no estaban dispuestos a seguir apoyan-
do su creciente criminalidad que los hacía culpables ante la
sociedad civil.
A comienzos de junio de 1933, un grupo de oficiales y más

de un centenar de suboficiales y soldados planearon una se-

dición para eliminar a Trujillo y crear una Junta Militar. Or-


ganizó este movimiento el coronel Leoncio Blanco, Blanquito,
comandante del Departamento Sur con sede en Barahona,
quien se ganó el apoyo de varios altos oficiales, entre ellos del
general Ramón Vásquez Rivera y del mayor Aníbal Vallejo, co-
mandante de la Aviación Militar Dominicana. El coronel Blan-

co, también incorporó al complot a var


pequeña burguesía, con lo que el movimiento sedicioso apa-

rentó tener un cierto rasgo popular.


Pero hasta ahí llegaron sus aspiraciones conspirativas.

El entonces teniente Adolfo Camarena, oficial de larga tra:

la tiranía, denunció a Trujillo la cons-

yectoria criminal en
comprometidos comenzó un amargo

piración y para los

martirio. El coronel Blanco fue apresado en el mismo mes -

de junio de 1933 y sometido, en Nigua, a las más horribles

torturas. Casi un año después, en mayo de 1934, fue.muerto


de una golpiza y a sus familiares se les informó que se había. :
ahorcado. Por cierto, expiró en brazos de mi padre, el Lic. ;
José Ramón Cordero Infante, Pilino, quien por oponerse al o

jos civiles de la baja


287

dos los
mento estaba preso en Nigua. A todc

an más
les comprometidos, qué sumab
general Vásquez

final

régimen En ese mo
demás militares y civi
de 190.30 les sud sumariamente, salvo al on
E Vallejo. Para ellos, Trujillo les reservó u
y al mayor J :ormente de pecu-
distinto, ya que fueron asesinados posterior

Oi nera.*

J El genera Vásquez Rivera fue dado de baja y nombraco


; cónsul en Burdeos, Francia. Allí desempeñó esas funcio

! hasta 1938, cuando fue sustituido. Cometió el error de regre-


sar al país y, mientras Trujillo visitaba Estados Unidos de Amé-
rica e iniciaba su paseo por Europa, justo antes de estallar la
| Guerra Mundial, aprovechó esa ausencia y la influencia que
aún mantenía en los círculos militares para conspirar e inten-
tar derrocar al régimen. Denunciado, fue apresado, encarce-
lado y envenenado, muy lentamente, en la celda No. 6 de la
Torre del Homenaje. Murió el 17 de enero de 1940; dos de
sus hermanos, y unos 30 oficiales y soldados implicados en la
trama fueron fusilados.”

El mayor Vallejo, condenado a 20 años de prisión, fue


indultado, en 1936, y designado por Trujillo inspector de ca-
rreteras en la zona fronteriza. Allí fue asesinado y se lanzó su
cadáver al lado haitiano para achacar el crimen a los vecinos

lA LANE AI

occidentales, tal como publicó la prensa y se le informó a sus


familiares. >

Las conspiraciones militares del coronel Blanco, del ma-


yor Vallejo y del general Vásquez Rivera fueron mantenidas por
el régimen en el más riguroso silencio, a fin de que tanto en
las filas castrenses como en la sociedad civil se desconociera lo
acaecido en el seno del Ejército, el principal organismo nacio-
nal de sostén de la tiranía. No obstante el fracaso conspirativo,

;
:

* Robert D. Crassweller, 7rujillo: la trágica..., p. 114.


* Albert C. Hicks, Blood in the Streets..., pp. 148-150.
% Luis F. Mejía, De Lilís a Trujillo..., p. 315.
288 EmiLIO CORDERO MICHEL

Trujillo implantó un ejemplo realizando una «purga» de puro


estilo staliniano: decenas de oficiales de baja graduación y cien-
tos de suboficiales y soldados fueron asesinados, encarcelados
o dados de baja. Con este proceso, llamado por el tirano «de
depuración», en el Ejército Nacional se instauró el terror físico
y psicológico que Trujillo impuso a todos los sectores de la so-
ciedad y frenó, por casi 6 años, los movimientos conspirativos
en las filas militares.

* Movimientos obreros

Por su endeblez como clase, debido al escaso desarrollo


de las fuerzas productivas de la sociedad dominicana, duran-
te los primeros momentos de la ascensión de Trujillo al po-
der el movimiento obrero quedó confundido. Si bien algunos
sectores ofrecieron un débil apoyo inicial al régimen, a causa
del desprestigio del gobierno de Horacio Vásquez y la crisis
económica del capitalismo mundial de 1929, con la inmediata
represión implantada en el mismo año 1930 y con las medidas
de emergencia trujillistas, se inició la lucha popular. Los obre-
ros dominicanos evidenciaron que constituían una débil clase
en sí y no para sí, ya que plantearon sus objetivos y luchas no
contra el incipiente capitalismo que había surgido en el país
en demanda de reivindicaciones económicas y clasistas, sino
contra la naciente tiranía por objetivos políticos.*!

Aunque la Confederación Dominicana del Trabajo (CDT)


se plegó a los intereses del régimen, el grueso de los trabaja-
dores se mantuvo opuesto a Trujillo hasta que este, después de
aplastar a Bencosme, Arias y a los demás caudillos tradiciona-
les, comenzó a ocuparse del control de los obreros mediante la
eliminación de los grupos organizados que no se sometieron a

* Roberto Cassá, Movimiento obrero..., p. 187.

o
Universitaria y
), mientr

(an «¡Abajo Trujillo, la-

poró al régime
a crear la tristement
dose el mote de «el Dr. Goebbels

choferes lanzaban volantes que dec

drón de vacas!»”
Una de estas manifestaciones,

mó así a los seguidore


de Horacio Vásquez
hizo el 15 de abril y sus P
arque Colón por el célebre grupo
La 49, dirigida por Miguel Ángel
del tirano). También par
por el entonces

e famosa Guardia
dominicano»

apoyada por los motoristas


s de la conjunción de
) y Progresista (de
articipantes

aliancistas —se lla


los Partidos Nacional (
Federico Velázquez) —> S€
fueron interceptados en el P

de matones que integraban


Paulino y Pedro Trujillo (hermano
ticiparon soldados uniformados comandados
capitán Joaquín Cocco, quien se hizo famoso por su destaca-

da participación en el genocidio de haitianos de 1937 y en el


brutal aplastamiento de las huelgas de los obreros azucareros
de los ingenios de la región oriental. Sin que mediara palabra
alguna, los manifestantes fueron ametrallados inmisericorde-
== con el siguiente resultado: cuatro choferes muertos y
más de una docena heridos, de los cuales varios quedaron mu-

tilados e inutilizados para siempre.

* Víctor Medina Bennet, L


, Los responsables. El fracaso de la Ti 1bli
“ Mm Domingo, Editora Arte y Cine, 1974, E 412. e
o. C. Hicks, Blood in the Streets..., p.13; Félix A. Mejía, Viacrucis d
0... p. 40 y Benardo Vega Boyrie, Los Estados Unidos y Trugtllo..., p 505,
290 EMILIO CORDERO MICHEL

Otra manifestación de protesta, la de los obreros portua-


rios que, en ese momento, tenían una mayor conciencia de
clase que los choferes, fue igualmente aplastada brutalmente
E los matones de La 42. En los años 1931 y 1932, se produ-
jeron dos levantamientos de obreros de la industria azucarera
en los bateyes La Jagua, Monte de Coca y La Ceibita del Inge-
nio Consuelo, de San Pedro de Macorís; levantamientos que
fueron masacrados por los guarda campestres al servicio del
central azucarero y por tropas militares. *

También realizaron manifestaciones de protesta: En 1930,


las obreras de la aguja de Santo Domingo y de San Pedro de
Macorís; en 1931, 1933 y 1934, los panaderos de Santo Domin-
go; en Ese mismo año protestaron también los tabaqueros de
Santiago de los Caballeros; y en 1938, los obreros azucareros
del batey Guaymate del Central Romana Corporation. Sin em-
bargo, ninguno de estos movimientos fue secundado por otros

sectores laborales locales ni de otras regiones del país, como

sería lógico suponer, porque Trujillo intervino exitosamente

mediante la aplicación de dos medidas: el establecimiento de


mejores salarios; y el terror físico y psicológico.”

El terror sistematizado arropó a la clase obrera y esta se


vio obligada a esperar algunos años hasta que surgieron autén-
ticos dirigentes revolucionarios que la encuadraron, en cierta
medida la politizaron y enrumbaron hacia reivindicaciones y
objetivos clasistas. Me refiero, claro está, a los movimientos de
la década 1940-1949, que escapan del marco histórico de este

trabajo.

% Justino José del Orbe, Mauricio Báez y la clase obrera, Santo Domingo, Edito-
ra Taller, 1981, p. 25.

% Para ampliar sobre estas tempranas protestas obreras contra el régimen de


Trujillo, véase a Roberto Cassá, Movimiento obrero..., pp. 213 yss.
291 —

Ensayos

CONCLUSIONES

320-1939
ón del
e al

e la década de 19
e inició la expansi
e entronizó en bas
psicológico, aplicado
s del Estado, cuerpos
o los integrantes de

los primeros años d

se consolidó el régimen trujillista 7


capitalismo monopolista. La tiranía $
terror sistemático, tanto físico coma
por los diversos organismos represivo
— paramilitares y grupos de matones com

La 42.

1. Durante

2. El régimen, además de eliminar definitivamente los


iltima apart-

E restos del caudillismo tradicional que hizo su U


“ción histórica, se vio enfrentado por los sectores de vanguar-
— dia de la pequeña burguesía urbana que tomó conciencia ñe
su papel revolucionario y protagonizó, en 1933-1934, las pri-
a meras luchas contra la tiranía con una marcada orientación

revolucionaria.

a 3. La burguesía, después del abortado complot de 1935,


q se plegó totalmente al régimen y se convirtió, junto al capital
a norteamericano, la Iglesia Católica y el Ejército, en uno de sus
pilares de sostenimiento. Esta clase, aunque temerosa por la
sed monopolística de Trujillo, se convirtió en cómplice y bene-
ficiaria de su política de violencia y rapiña.

4. El aparato represivo de la tiranía mostró sus primeras


fisuras con las sediciones militares: de 1933-1934 y 1938, su-
friendo, en consecuencia, las primeras grandes «purgas».

5. La clase obrera combatió al régimen desde sus inicios.


Pero con la aplicación del terror quedó sojuzgada y tuvo que
esperar hasta la década siguiente para conquistar objetivos ver-
daderamente clasistas y revolucionarios.

También podría gustarte