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-Giberti, Eva (2001). Contrato y contacto intergeneracional. Los jóvenes frente a sus padres.
La autora se refiere a la familia, como “organizaciones familiares” y se separa de la definición
tradicional “cédula básica de la sociedad”.
I. RELEVOS GENERACIONALES.
Toma la categoría de RELEVO GENERACIONAL, la cual supone que a partir del Derecho se
introducen una serie de operaciones destinadas a diferenciar socialmente padre, madre e hijo. Éste
último tendrá a su cargo el relevo de los padres, por ser su descendiente. El relevo lo autoriza a
ocupar simbólicamente el lugar de los padres.
En la actualidad, los jóvenes relevan a sus padres enterrando los contenidos desgastados,
defendiendo contenidos de otras generaciones, aspirando al cambio/mutación de modo revulsivo,
para no permanecer en un mundo considerado por ellos, como frustrante. Esta modalidad, les
posibilitó visibilidad.
Utilizan a los medios de comunicación como modalidad de encuentro entre jóvenes de diversas
latitudes. Por otro lado, el imaginario social y personal que construyen propicia el surgimiento de
nuevas representaciones simbólicas, que puede facilitar la acción de adultos que promueven el
consumismo en los jóvenes o su explotación para la prostitución o venta de drogas.
1. PACTO Y CONTRATO:
La autora realiza un recorrido en el que describe cómo la regulación de las relaciones familiares se
viene estableciendo a través de un PACTO. Éste responde a la veticalidad de la Ley Mosaica de los
diez mandamientos, exige la obediencia de los hijos a los padres y los ubica (ser hijo/a) como una
categoría consanguínea adherida jurídicamente a la filiación. Así, los jóvenes son vistos como
miembros de esa familia, pero no se les reconoce su posicionamiento como ciudadanos.
Entonces propone la categoría de CONTRATO INTERGENERACIONAL. El cual se rige por
reciprocidad entre las partes, reconociendo las diferencias que las caracterizan; ello porque los
jóvenes actuales a pesar de saberse vulnerables han podido generar otras respuestas y propuestas.
Esta transformación del pacto en contrato posibilitaría revisar las relaciones entre quienes no son
iguales ante la ley. Brindar un espacio para que los jóvenes pueden ser corresponsables de sus
propias polìticas, siendo lo equitativo aquí el reconocimiento de sus capacidades y derechos para
discutircon otras generaciones.
2. EL CONTRATO ORIGINARIO SEXUAL-SOCIAL:
El equivoco de plantear la idea de contrato, es que el mismo originariamente, marca la apropiación
de los derechos de las mujeres por parte del hombre. Uno de los ejes de la organización familiar, es
el contrato matrimonial, que parte de una ilusión de equivalencia entre quienes lo firman, debido a
que deriva de un orden social patriarcal.
3. CRISIS Y AUTONOMÍAS:
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Respecto de la crisis de la familia, tanto padres como hijos responsabilizan a la otra parte, con poca
implicación.
Frente a ello, la autora destaca que la pretensión de obediencia de los padres, ha marcado sus
subjetividades, compeliendose a la sumisión, cuando de defensa de sus derechos se trate.
Mientras que es necesario tomar las producciones de los jóvenes actuales que han descubierto esta
relaciòn entre acatamiento y obediencia y su posterior funcionamiento ciudadano. Todo ello para
redefinir su inserción social como hijos e hijas en el seno de las familias y producir nuevas pautas
de conducta.
4. EL DESEO DE LA FAMILIA:
Este deseo aparece en los jóvenes como una demanda de familia, la cual según la autora, nos debe
llevar a preguntarnos qué padres tienen en mente , de los cuales dicen necesitar. Propone que tal vez
se trate de progenitores que no aten a la genealogía que históricamente les impuso y que por destino
les correspondiera.
II.CONTACTO:
Área que deriva de una relación entre jóvenes y adultos.
El contacto como palabra contiene un interrogante en el orden de lo proxemístico, es decir, del uso
que hacemos del espacio, los sitios o las distancias para comunicarnos con otras personas.
1)Lógicas convencionales: suponen tener en cuenta las dimensiones:
a) lógica espacial: ¿a qué distancia física está el otro de mí?
b)lógica temporalmente:¿cuánto tiempo tarda el otro en responder un pedido?
Formando parte de este planteamiento se presenta un problema intergeneracional localizado en la
familia y protagonizado por ambos padres: la aparición de un hijo tiene el valor de la anticipación
de la propia muerte.
Por su parte, en los jóvenes aparecen nuevas lógicas que apuntan a dar expresión a procesos
intracorporales, en ellas el cuerpo deja de ser el cuerpo social, intentando introducirse en el cuerpo
del otro; como en los actos violentos pero también ligado a la sobreestimulación sensorial que
depende del exceso de volúmen y de luces. O de lógicas tales como las que se encuentran en los
videpclips mediante la velocidad y fragmentación de imágenes.
Relaciones según el contacto:
1) Relación evitativa: abarca un contenido opuesto, que se traduce en el intento de la
superposición sobre la vida del hijo, un modo de tomar por asalto la generación
siguiente. Por ejemplo, echándolos de la casa; siendo éste un modo de encerrarlos
afuera.
2) Conductas de juvenilidad competitiva: pretensión de ser jóvenes. Vivir como si ésta
juventud fuese diseñada para los adultos de hoy.
3) Aislarse del joven: el padre se borra y deja al joven pintado, al lado de la falda de la
madre, infantilizándolo. El joven puede postreiormente repetir estos modelos de
borramiento asociado a esa tendencia donde, de manera inconciente, sostiene que su
padre no daría la vida por él y comprueba en la realidad estas actitudes paternas.
4) Posición amistosa: arriesga a desvirtuar la función continente de la crianza,la cual
significa aportar orientación e información a los descendientes.
Para la autora, la función paterna o materna, consiste en ayudar al otro a plantearse sus propios
problemas. Los padres no quieren hacerlo, porque supone descompletar el circuito de perfecciones,
ilusiones, omnipotencias y anhelos, y al mismo tiempo porque puede carecer de argumentos frente
a sus hijos.
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5) FUNCIÓN DESCOMPLETANTE: consiste en la decisión adulta de introducir en eñ
diálogo de los jóvenes, lo inverso de lo perfecto. En este modelo conversacional, el adulto
insiste en decirle al joven, que tendrá consecuencias si no reflexiona sobre los problemas
que ya presenta.
En general, desata la furia en ellos, porque supone desarticular la composición ordenada que tenían
acerca del mundo intelectual y emocional, en ese momento. Sin embargo, puede que luego
reconozca que su padre tenía razón.
Por otra parte, un común denominador se encuentra en los padres, que activan su ira al encontrar
rechazo en sus hijos, cuando intentan preguntar por sus problemas y proyectos.
Esto se fundamenta en contenidos inconcientes en los hijos, que afirman que el padre no daría la
vida por ellos.
Una variante a estos modos, son los iniciadores en el mundo cultural y/o espiritual. Los cuales,
pueden tomar esta función descompletante, pero desencadenando menores o nulas activaciones de
ira. Ello se debe a que se trata de representantes del contexto social en que vive el adolescente, al
cual se le adjudican una serie de responsabilidades promotoras de aspectos que ellos describen
como nacientes, como nuevos nacimientos. Habitualmente por estas atribuciones entran en pugna
con las figuras parentales.
CRIPTAS: la autora utiliza esta expresión para señalar el ocultamiento de historias asociadas a
traumas generacionales, a cómo se transmiten vivencias pretéritas; destacando el desconocimiento
acerca de la relación con la conquista que invadió el continente. Estos datos constituyen elementos
de tensión intergeneracional.
III.INTERFASE:
Relación de los padres con los hijos, entendidos como interrelación de estamentos con lógicas
distintas, lógica de procreación,, lógica de la fratia, lógica de orígenes, lógica de pares.
Allí la autora propone la necesidad de operadores capaces de actuar institucionalmente o
individualmente según se apunte a comprender o procesar problemas psicológicos, legales,
antropológicos y comunicacionales específicos de cada grupo de adolescentes con que se trabaje.
En el planteo final, la autora, establece que las novedades del modo de estar en el mundo de los
jóvenes en la actualidad vulneran el principio de identidad social que anteriormente los definía
descontando el lugar que cada uno ocupaba en la familia y cuáles serían sus proyectos de vida. Y
sobre esto último agrega que esta expresión “proyecto de vida” alude a una ideología propiciada
por los adultos, la cual supone cierta autonomía en un futuro. En sí mismo, supone un deslizamiento
ideológico pues habla del futuro a jóvenes que sienten que lo están protagonizando.
Pineu, Pablo. Algunas ideas sobre el triunfo pasado, la crisis actual y las posibilidades futuras
de la forma escolar.
La escuela es concebida como una construcción moderna, constructora de modernidad.
El problema de la ampliación y la elasticidad de los mercados:
En 1870 se produce la crisis económica que señala el fin en el libre juego de oferta y demanda, de la
cual el “estado social” de fines del siglo XIX, el keynesianismo y el Estado benefactor de posguerra
son sus principales formas.
El siglo XX fue el siglo de la regulación biopolítica, donde se producen ciclos de expansión
asociados a la “ampliación de la oferta”. Se buscaba que el proletariado sea incluido no sólo como
clase social productora, sino también consumidora. Las grandes estrategias fueron la
racionalización taylorista del proceso de producción, los aumentos de salarios, la producción masiva
de un único bien. Esto requería lograr que grandes colectivos demandasen el mismo producto que se
ofertaba y producía de antemano.
Esta misión de garantizar una homogenización ética y estética, basada en la moral burguesa y el
buen gusto; fue otorgada a la escuela, la cual entre 1870 y 1980 se establece como forma
educativa hegemónica, a nivel mundial. Su triunfo residía a su estar asociada con estos ciclos de
expansión.
Si bien, el siglo XX había supuesto la expansión ilimitada, la crisis del petróleo demostró la
falsedad de la premisa y comenzó un nuevo ciclo – neoliberal- basado en la existencia de una
demanda diversificada.
Ello trajo consigo, un consumo efímero y diferenciado por nichos, el marketing suplantando a la
propaganda y una nueva demanda para la escuela, de la cual se espera propuestas pedagógicas que
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fortalezcan las diferencias, que permita aflorar la mayor cantidad posible de grupos. Las políticas
de multiculturalismo, la tolerancia o las posiciones políticamente correctas son algunos ejemplos.
La escuela moderna, máquina homogeneizadora parece más una traba que un estímulo para los
nuevos modelos de expansión.
Algunas mutaciones educativas:
1) De la organización jerárquica por niveles y funciones; a la red: El triunfo de la forma escolar no
hubiera sido posible sin el triunfo de los sistemas escolares. Hasta avanzado el siglo XIX es
correcto hablar de conglomerados escolares, un conjunto de instituciones con bajo o nulo nivel de
articulación entre ellas. Cada escuela se organiza respecto a otras instituciones en forma vertical y
horizontal, tanto por niveles (primaria, secundaria) como por jerarquías y funciones; necesidad de
un cierto capital institucionalizado para su ingreso y certeza de la obtención de otro para su egreso.
Todo ello mostraba una tendencia a la inercia burocrática, que dificulta la capacidad para responder
a cambios externos.
Actualmente, la metáfora de la organización en la escuela es la red, dinámica, flexible, sin puntos
fijos ni centros, sin caminos prefijados ni jerarquías establecidas. Las uniones son múltiples y laxas,
entre nodos eficaces y eficientes, esto permite su reinvención discontinua.
3) De las políticas de sistema a las políticas institucionales: estas últimas bajo un supuesto
empoderamiento de los sujetos involucrados, encubre la desaparición de los lazos colectivos
y sociales de contención y cuidado, así como se profundizan las desigualdades.
4) Del encierro institucional al espacio permeable a demanda mediante la especialización
flexible de la red:
Las sociedades disciplinarias suponían la articulación entre: una población (colectivo de individuos
con ciertas características), una institución de secuestro o encierro (de acuerdo al grado de
indocilidad de esta población) y una disciplina (conjunto de saberes). Respecto de la educación, la
población fue la infancia, la institución fue la escuela y la disciplina, la pedagogía.
La condición de encierro institucional de la escuela, la conservaba como algo positivo – templo de
salud, civilización, saber, tradición,etc.- frente a los ataques negativos del exterior.
Hoy se propone un espacio institucional permeable a demanda mediante la especialización flexible
que supone la organización de la red. Debe deshacerse cada tanto de lo que ha hecho y dar lugar a lo
nuevo, basándose en organizaciones inteligentes, modelos empresariales y liderazgos directivos.
De la autorización por oferta a la autorización por demanda:
En el siglo XX las tres formas de autorización – autoridad eclesial, estatal y académica- que
hegemonizaron los debates son “a oferta”.
El docente poseía una autoridad vitalicia, otorgada por la presencia de cierto capital
institucionalizado, materializado en el título habilitante expedido por el Estado. Enseñaba lo que
enseñaba con el apoyo del programa de la materia, respaldado a su vez también por el Estado.
Con la llegada de las teorías empresariales al campo educativo, parece haber fundido el concepto de
Autoridad en el de Control de Calidad.
La caída de la autoridad vitalicia, se suplanta por una autoridad que debe ser validada y renovada
periódicamente, lo cual redundó en una intensificación de los requisitos de capacitación y de
actualización profesional para el ejercicio y fortalecimiento de sus posiciones como educadores. Y
hoy la enseñanza de los contenidos, remite a un contrato pedagógico de validez local. Donde la
propuesta pedagógica es un acuerdo idiosincrásico entre distintas posiciones de la comunidad
escolar (otros docentes, padres, alumnos). Aquí lo comunitario sustituye lo objetivo como criterio
de autoridad.
De la distribución de bienes cuantitativamente diferenciados a la distribución de bienes culturales
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cualitativamente diferenciados:
A comienzos de los ochenta en la Argentina, las políticas educativas se caracterizaban por una
diferenciación interna mediante circuitos segmentados de distribución del “bien educación” a los
grupos sociales atendidos; segmentos ordenables jerárquicamente y en relación directa con el origen
social de los alumnos. Bajo la retórica de la igualdad quitaba a la escuela la función de garantizar el
acceso por parte de los sectores más desfavorecidos, a los saberes socialmente válidos, que eran
monopolizados por los sectores altos.
Hoy se evidencia una fragmentación, la cual consiste en espacios cerrados que congregan una serie
de escuelas con un patrón cultural determinado. Normas, saberes y prácticas responden a una matríz
común que les dan unidad a la vez que aíslan uno de otros. La distribución aquí es cualitativa.
Esto posibilitó el pasaje del control curricular por ideología al control curricular por satisfacción de
demanda. De la habilitación del Estado, se ha pasado a la habilitación del mercado.
Acerca de las posibilidades futuras de la escuela:
La escuela ha sido creada como máquina homogeneizadora, hoy se encuentra descolocada. Frente a
ello dos opciones:
- plantear la caducidad histórica de la escuela, aceptar su final.
- Revisar el papel que las propuestas homogeneizadoras en la construcción de sociedades más
justas.
Antelo, Estanislao. Variaciones sobre el espacio escolar
El autor retoma la necesidad de analizar el destino de la escuela en clave espacial. Tres formas
posibles:
- La escuela que dice que no (encierro-represión-bloqueo): repertorio de prácticas
coercitivas. Evoca mecanismos o procedimientos de control cuyo objetivo es prohibir,
impedir y bloquear. Estas prácticas producen efectos opresivos y negativos. El encierro
produce agobio y la sensación de estar bajo un aislamiento preventivo.
La escuela es pensada aquí como una institución definida por Foucault. Sin embargo, es
preciso considerar que disciplinar, respecto de la misma, es distribuir de un modo particular
los cuerpos en el espacio, para garantizar su obediencia una mejor economía del tiempo y de
los gestos.
Esta escuela ofrece la diferenciación con lo que NO ES ESCUELA. El resultado de esta
diferenciación es un límite y una serie de distinciones interior/exterior, adentro /afuera. A
partir de ellas, se ubica el mal.
Por otra parte, junto con la familia aportaron el aprendizaje del deseo de salir, de liberarse.
Esta escuela que dice que no encerrando, a anacrónica y bajo denuncia permanente es una
isla separada del mundo real y alimenta a todas las pedagogías críticas.
- La escuela que dice que sí (encierro-refugio-cuidado):
La matríz de la escuela que reconocemos y experimentamos es eclesiástica. El espacio
educativo también se constituyó a partir de una cerrazón a lo mundano.
Presenta aquí una disciplina no como bloqueo, sino como mecanismo. Donde la finalidad
refiere al bien común, a lo productivo, a la normalización. Las prácticas son de asistencia,
afecto, protección, seguridad. La escuela es así refugio, comunidad, segundo hogar;
proporciona identidad, rutina. Si se ejerce algún tipo de coacción es para formar/educar
mejor.
- La escuela segura (cerco-country-fortaleza):
El espacio escolar separa de un exterior malicioso de un interior seguro, regulado por
previsibles dosis de hostilidad.
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Las escuelas tienen seguridad privada, detectores de metales, cámaras de seguridad. Se
implementan programas para que los niños no ingresen con armas y se hacen planes de
cange.
Lo escolar es exitoso para regular proximidades, dosificar desprecios y enseñar el arte de
soportar a los otros. Allí aprendemos a lidiar con lo extraño que se aproxima.
El autor parte de la siguiente pregunta: ¿Lugar de la enunciación que se tiene sobre la producción de
saberes acerca de lo escolar y su sentido? Preguntarse por el lugar de la enunciación implica
preguntarse acerca de quienes deben formular la naturaleza última de la pregunta y ensayar la
respuesta.
Hay una suerte de desconocimiento del carácter político de la propia práctica escolar en la
capitalidad de su funcionamiento. Desconocimiento en tanto su formato aparece como un telón de
fondo naturalizado. Frente a ello, el autor propone legitimar la necesidad de impulsar espacios
públicos de producción de saberes específicos acerca de lo escolar y sus condiciones de
transformación o resignificación, esto entendido como algo a tematizarse desde la mirada parcial de
los trabajos psicoeducativos y contrapunto con diversos proyectos o acciones que impulsamos desde
espacios públicos.
Nuestro desconocimiento de lo escolar:
Desconocimiento de la naturaleza política de su formato lleva a considerar a los sujetos de un modo
falaz o que impide pensarlos según un operador de posibilidad.
La escuela en la actualidad, sostiene Tiregi es “deficitaria” en tanto que se ve determianda por el
malestar de los sujetos o sus bajos logros. A su vez, enfrenta una crisis de legitimación de sus
prácticas, con inciertos efectos.
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-Merieu,Philippe. (2008). Educar en la Incertidumbre.
El autor se presenta como investigador del campo de las ciencias de la educación, profesor,
cuidadano y padre.
Sitúa el texto como una reflexión acerca de la crisis en la situación educativa.
Señala que la modernidad establece la tentación de renunciar al porvenir, de instalarse en el
presente, en la inmediatez. Esto llevaría a dejarnos sin posibilidad de reinvención del futuro, de
recreación. De un futuro que no sea destino.
La existencia misma de los chicos, obliga a no renunciar al porvenir, a pensar un mundo para ellos.
Reflexiones acerca de educar en tiempos de crisis:
La crisis de la educación está ligada al surgimiento de la democracia. Ello porque la
democracia señala que el lugar de poder está intrínsecamente vacío. Sólo puede ser ocupado
provisoriamente por aquellos a quienes se les confía el poder temporalmente. Y con esto, no
puede imponer a la educación una dirección única. El autor propone por esta causa
reinvindicar la crisis.Asimismo, señala que es la escuela el lugar de proyección posible del
aprendizaje de la democracia.
Esta crisis se ve reforzada por fenómenos de desligazón entre las generaciones. Las
generaciones se separan cada vez más una de las otras, los padres no pueden usar con sus
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hijos, los métodos que usaron sus padres. Se sienten carenciados. Esto se desarrolla sobre la
base de la aceleración de la historia y el surgimiento de nuevas tecnologías.
Medio ambiente mediático que exaspera el infantilismo en la sociedad. Se reduce el
individuo a la condición de consumidor.
Lo que hace dificil la educación es que se encuentra a contracorriente del consumo individual, de la
pulsión inmediata y la satisfacción de todos nuestros deseos. Por ello el autor propone retornar a
los:
Fundamentos educativos:
El hombre es un ser para el nacimiento (Ana Arendt). El nacimiento entendido como
continuidad en el mundo, como necesidad de hacer el duelo de la satisfacción de todos
nuestros deseos y pulsiones, para que emerja el sujeto que pueda proyectarse en el porvenir.
Aprendizaje de la alteridad. La educación como aprendizaje para la renuncia a la
omnipotencia.
Lo polìtico, es “Hacer nacer la sociedad”.La finalidad de la cultura es metabolizar la
violencia, para desde allí puntualizar la actividad del niño para nacer a lo político. Una
sociedad es un conjunto de comunidades que aceptan que existan leyes que trasciendan su
pertenencia comunitaria. Desde este punto de vista, la escuela es una sociedad. Y en tanto
aspira a superar las individualidades comunes para educarnos al bien común, ésta es una
educación política.
Por otra parte, desarrolla que en la actualidad, no se trata de desaparición de la autoridad, sino de
que el ejercicio de la autoridad sobre los jóvenes de hoy es más potente, poderosos y tiránico que en
el caso de las autoridades tradicionales. Ejercido por las estrellas de los medios que imponen la
manera de vestir, hablar, compotarse y pertenecer a grupos, las tribus.
Los jóvenes necesitan que los adultos hagan alianzas con ellos para escapar de todas las f ormas de
influencia y fatalidad. De esta forma el autor describe la transmisión intergeneracional. Como
aquella que brinde posibilidades nuevas, objetos culturales, diversas herramientas que le permitan
proyectarse personalmente y profesionalmente.
Sobre la base de esto, propone educar al niño en la voluntad, trabajando la articulación en la
relación entre deseo, y ley articuladas.
CONCEPTO DE NIÑO:
NIÑO BÓLIDO: se refiere a un niño que no se queda nunca en el mismo lugar, “es como un resorte
continuo”. Siempre está en el pasaje al acto, en la inmediatez. No ha construido el espacio interno
entre el pasaje y el acto. Ningún deseo está prohibido.
Propone que para el educador, se trata de enseñar, y esto respecto de todos los niños, a aplazar el
pasaje al acto; aceptarlo para tomarse el tiempo de analizar, de encarar las consecuencias de los
actos. Destaca además que éste había sido un descubrimiento de la modernidad, la posibilidad de
renunciar a lo infantil, de examinar las consecuencias de los actos.
Y concluye, que si bien es necesario reconocer esta crisis, la misma sería una posibilidad de fundar
una sociedad a la altura del hombre y una educación de individuos que sean ciudadanos libres. La
desaparición de las referencias puede ser posibilidad de construir otras nuevas, en torno a nuevos
valores por inventar.
- Baquero;Dicker; Frigerio (2007). Tiempos y espacios. En Las formas de lo escolar.
Fattore, Natalia. Apuntes sobre la forma escolar “tradicional” y sus desplazamientos:
La forma escolar tal y como la conocemos estuvo ligada a una forma de representación del tiempo.
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Suponía la preeminencia del pasado, revestido de autoridad, sobre el presente. En este sentido, las
prácticas escolares han sido tradicionales.
La fuerza de las tradiciones:
La tradición refiere a la manera en que se organizan prácticas y creencias en relación al tiempo.
Es una forma de representación de los antepasados, una referencia exterior que brinda seguridad, en
tanto garantiza la continuidad entre muertos y vivos.
El pasado construido como tradición cumple la función simbólica de garantizar al sujeto un origen,
un relato, un orden, un punto de apoyo para la construcción de sus propios discursos, nos asegura
que no estamos confrontados a algo nuevo sin nexo con lo que lo precede. Y asimismo, el pasado se
convierte en estructurante y modela el presente a partir de un conjunto de creencias y sentimientos
colectivos compartidos.
El concepto de tradición se acerca a la idea de la ley, ya que establece no sólo lo que se hace en una
sociedad, sino lo que debería hacerse.
En la actualidad postradicional aparecen otros nombres: riesgo, deriva, autonomía, rapidez, cambio,
flexibilidad que señalan importantes desplazamientos en la forma escolar tradicional.
La forma escolar tradicional:
Tenía las siguientes características:
- El tiempo de la educación estaba separado del tiempo de la vida. Supone una filiación a una
tradición existencial, acarrea una cuota de “saber hacer con la vida”.
- Su carácter conservador deviene del aislamiento en un espacio y un tiempo ininterrumpido
que se manifiesta en la estructura de los internados.
- Esto hace necesaria una traducción, que aquél que ingresara al territorio escolar debía hacer,
adaptándose a un espacio siempre extranjero.
Un modelo pedagógico deviene TRADICIONAL a partir de aquella pedagogía que desde la
actualidad reconoce su crítica a la tradición anterior.
A partir de distintos manuales de pedagogía, la autora observa que lo tradicional aparece asociado a
ideas como: viejo, caduco, anacrónico, conservador.
Con lo cual propone que es necesario recuperar la idea de CONSERVACIÓN en la relación
pedagogía-tradición pero para oponerla a las nociones con las que se las asocia usualmente, tales
como: artificialismo, dogmatismo, enciclopedismo, intelectualismo. Ello porque esta noción liga a
toda tradición y a la pedagogía tradicional a los conceptos de seguridad, confianza, certeza,
categorías que desde las teorizaciones de las ciencias sociales, se actualizan hoy como fuertemente
socavadas.
El agotamiento de lo tradicional:
Las coordenadas de tiempo y espacio cambian con la llegada de la modernidad.
La modernidad es entendida como una ruptura estética, moral, política y epistemológica con el
pasado, ruptura que estimula la autoconciencia del presente y una orientación en dirección al futuro
basada en ideas de cambio, progreso, experimentación e innovación y novedad.
Frente al conjunto de discontinuidades que provoca, la modernidad se verá abocada para hacer
frente a la tarea de inventar tradiciones como medio de construcción de legitimidad y justificación
de las nuevas formas de poder que se instauran; como forma de hacer frente al cambio y al
movimiento.
En la sociedad actual, postradicional, la reflexibilidad del sujeto, esto es su capacidad de juicio
frente a los sucesos de la vida cotidiana; se transforma en un principio regulador de la acción.
Con lo cual, las fuentes de significado colectivo – la tradición-están sufriendo agotamiento, quiebre
y desencantamiento. Dicha crisis en las “ficciones de seguridad” genera una apertura de
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oportunidades y compulsiones para la acción, donde los individuos deben producir, representar y
combinar sus propias biografías.
La individualización de la acción, indica la desintegración de la sociedad industrial y la
compulsión a buscar nuevas certezas; se trata de una libertad angustiante de alguien que
constantemente se ve obligado a tomar decisiones sin conocer las consecuencias, sin tener los
recursos necesarios para hacer efectiva la autoafirmación.
Los desafíos de la pedagogía en un orden post-tradicional:
Es decir, sin la protección de las regulaciones tradicionales:
5) El sentido de la educación se convierte en inmanente, fabricado por los mismos actores en
sus experiencias y relaciones. No hay reglas generales, sino producción de experiencias
propias, autoproducción de normas. El nuevo imperativo consiste: “ser ellos mismos siendo
el producto de sus obras”.
Se produce así, un proceso de desinstitucionalización que permite diferenciar socialización y
subjetivación, y se plasma en: la psicologización de las relaciones pedagógicas, el incremento
de la preocupación por la autonomía de las instituciones y el margen de iniciativa que se les
otorga.
6) El debilitamiento de la idea de tradición nos enfrenta con el corrimiento de la formación de
los sujetos, frente a lo cual se espera una respuesta por parte de la pedagogía.
La forma de lo escolar se transforma por un lado, en un lugar donde la nostalgia habita con
cierta credibilidad o en un lugar donde funcionan ciertas formas de resistencia a la completa
desaparición del pasado. Resistencia para protegerse frente a los cambios de la
individualización. Por otro, aparece revestida de lo nuevo y considera que el docente tiene la
función de enseñar el oficio de aprender. Aprender se ha convertido en un acto creativo donde el
sujeto debe ser protagonista.
A modo de cierre:
Hablar de tradiciones obliga a prevenirnos del gesto de querer volver. Asimismo, su debilitamiento
nos exige repensar las formas de transmisión de la cultura y recuperar su sentido positivo. Ya que
un proyecto educativo sin tradición, sin el apuntalamiento que brinda el pasado, es un modelo
inmune y susceptible de ser devastado.
Pineu, Pablo. Algunas ideas sobre el triunfo pasado, la crisis actual y las posibilidades futuras
de la forma escolar.
La escuela es concebida como una construcción moderna, constructora de modernidad.
El problema de la ampliación y la elasticidad de los mercados:
En 1870 se produce la crisis económica que señala el fin en el libre juego de oferta y demanda, de la
cual el “estado social” de fines del siglo XIX, el keynesianismo y el Estado benefactor de posguerra
son sus principales formas.
El siglo XX fue el siglo de la regulación biopolítica, donde se producen ciclos de expansión
asociados a la “ampliación de la oferta”. Se buscaba que el proletariado sea incluido no sólo como
clase social productora, sino también consumidora. Las grandes estrategias fueron la
racionalización taylorista del proceso de producción, los aumentos de salarios, la producción masiva
de un único bien. Esto requería lograr que grandes colectivos demandasen el mismo producto que se
ofertaba y producía de antemano.
Esta misión de garantizar una homogenización ética y estética, basada en la moral burguesa y el
buen gusto; fue otorgada a la escuela, la cual entre 1870 y 1980 se establece como forma
educativa hegemónica, a nivel mundial. Su triunfo residía a su estar asociada con estos ciclos de
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expansión.
Si bien, el siglo XX había supuesto la expansión ilimitada, la crisis del petróleo demostró la
falsedad de la premisa y comenzó un nuevo ciclo – neoliberal- basado en la existencia de una
demanda diversificada.
Ello trajo consigo, un consumo efímero y diferenciado por nichos, el marketing suplantando a la
propaganda y una nueva demanda para la escuela, de la cual se espera propuestas pedagógicas que
fortalezcan las diferencias, que permita aflorar la mayor cantidad posible de grupos. Las políticas
de multiculturalismo, la tolerancia o las posiciones políticamente correctas son algunos ejemplos.
La escuela moderna, máquina homogeneizadora parece más una traba que un estímulo para los
nuevos modelos de expansión.
Algunas mutaciones educativas:
1) De la organización jerárquica por niveles y funciones; a la red: El triunfo de la forma escolar no
hubiera sido posible sin el triunfo de los sistemas escolares. Hasta avanzado el siglo XIX es
correcto hablar de conglomerados escolares, un conjunto de instituciones con bajo o nulo nivel de
articulación entre ellas. Cada escuela se organiza respecto a otras instituciones en forma vertical y
horizontal, tanto por niveles (primaria, secundaria) como por jerarquías y funciones; necesidad de
un cierto capital institucionalizado para su ingreso y certeza de la obtención de otro para su egreso.
Todo ello mostraba una tendencia a la inercia burocrática, que dificulta la capacidad para responder
a cambios externos.
Actualmente, la metáfora de la organización en la escuela es la red, dinámica, flexible, sin puntos
fijos ni centros, sin caminos prefijados ni jerarquías establecidas. Las uniones son múltiples y laxas,
entre nodos eficaces y eficientes, esto permite su reinvención discontinua.
7) De las políticas de sistema a las políticas institucionales: estas últimas bajo un supuesto
empoderamiento de los sujetos involucrados, encubre la desaparición de los lazos colectivos
y sociales de contención y cuidado, así como se profundizan las desigualdades.
8) Del encierro institucional al espacio permeable a demanda mediante la especialización
flexible de la red:
Las sociedades disciplinarias suponían la articulación entre: una población (colectivo de individuos
con ciertas características), una institución de secuestro o encierro (de acuerdo al grado de
indocilidad de esta población) y una disciplina (conjunto de saberes). Respecto de la educación, la
población fue la infancia, la institución fue la escuela y la disciplina, la pedagogía.
La condición de encierro institucional de la escuela, la conservaba como algo positivo – templo de
salud, civilización, saber, tradición,etc.- frente a los ataques negativos del exterior.
Hoy se propone un espacio institucional permeable a demanda mediante la especialización flexible
que supone la organización de la red. Debe deshacerse cada tanto de lo que ha hecho y dar lugar a lo
nuevo, basándose en organizaciones inteligentes, modelos empresariales y liderazgos directivos.
De la autorización por oferta a la autorización por demanda:
En el siglo XX las tres formas de autorización – autoridad eclesial, estatal y académica- que
hegemonizaron los debates son “a oferta”.
El docente poseía una autoridad vitalicia, otorgada por la presencia de cierto capital
institucionalizado, materializado en el título habilitante expedido por el Estado. Enseñaba lo que
enseñaba con el apoyo del programa de la materia, respaldado a su vez también por el Estado.
Con la llegada de las teorías empresariales al campo educativo, parece haber fundido el concepto de
Autoridad en el de Control de Calidad.
La caída de la autoridad vitalicia, se suplanta por una autoridad que debe ser validada y renovada
periódicamente, lo cual redundó en una intensificación de los requisitos de capacitación y de
17
actualización profesional para el ejercicio y fortalecimiento de sus posiciones como educadores. Y
hoy la enseñanza de los contenidos, remite a un contrato pedagógico de validez local. Donde la
propuesta pedagógica es un acuerdo idiosincrásico entre distintas posiciones de la comunidad
escolar (otros docentes, padres, alumnos). Aquí lo comunitario sustituye lo objetivo como criterio
de autoridad.
De la distribución de bienes cuantitativamente diferenciados a la distribución de bienes culturales
cualitativamente diferenciados:
A comienzos de los ochenta en la Argentina, las políticas educativas se caracterizaban por una
diferenciación interna mediante circuitos segmentados de distribución del “bien educación” a los
grupos sociales atendidos; segmentos ordenables jerárquicamente y en relación directa con el origen
social de los alumnos. Bajo la retórica de la igualdad quitaba a la escuela la función de garantizar el
acceso por parte de los sectores más desfavorecidos, a los saberes socialmente válidos, que eran
monopolizados por los sectores altos.
Hoy se evidencia una fragmentación, la cual consiste en espacios cerrados que congregan una serie
de escuelas con un patrón cultural determinado. Normas, saberes y prácticas responden a una matríz
común que les dan unidad a la vez que aíslan uno de otros. La distribución aquí es cualitativa.
Esto posibilitó el pasaje del control curricular por ideología al control curricular por satisfacción de
demanda. De la habilitación del Estado, se ha pasado a la habilitación del mercado.
Acerca de las posibilidades futuras de la escuela:
La escuela ha sido creada como máquina homogeneizadora, hoy se encuentra descolocada. Frente a
ello dos opciones:
- plantear la caducidad histórica de la escuela, aceptar su final.
- Revisar el papel que las propuestas homogeneizadoras en la construcción de sociedades más
justas.
Antelo, Estanislao. Variaciones sobre el espacio escolar
El autor retoma la necesidad de analizar el destino de la escuela en clave espacial. Tres formas
posibles:
- La escuela que dice que no (encierro-represión-bloqueo): repertorio de prácticas
coercitivas. Evoca mecanismos o procedimientos de control cuyo objetivo es prohibir,
impedir y bloquear. Estas prácticas producen efectos opresivos y negativos. El encierro
produce agobio y la sensación de estar bajo un aislamiento preventivo.
La escuela es pensada aquí como una institución definida por Foucault. Sin embargo, es
preciso considerar que disciplinar, respecto de la misma, es distribuir de un modo particular
los cuerpos en el espacio, para garantizar su obediencia una mejor economía del tiempo y de
los gestos.
Esta escuela ofrece la diferenciación con lo que NO ES ESCUELA. El resultado de esta
diferenciación es un límite y una serie de distinciones interior/exterior, adentro /afuera. A
partir de ellas, se ubica el mal.
Por otra parte, junto con la familia aportaron el aprendizaje del deseo de salir, de liberarse.
Esta escuela que dice que no encerrando, a anacrónica y bajo denuncia permanente es una
isla separada del mundo real y alimenta a todas las pedagogías críticas.
- La escuela que dice que sí (encierro-refugio-cuidado):
La matríz de la escuela que reconocemos y experimentamos es eclesiástica. El espacio
educativo también se constituyó a partir de una cerrazón a lo mundano.
Presenta aquí una disciplina no como bloqueo, sino como mecanismo. Donde la finalidad
refiere al bien común, a lo productivo, a la normalización. Las prácticas son de asistencia,
18
afecto, protección, seguridad. La escuela es así refugio, comunidad, segundo hogar;
proporciona identidad, rutina. Si se ejerce algún tipo de coacción es para formar/educar
mejor.
- La escuela segura (cerco-country-fortaleza):
El espacio escolar separa de un exterior malicioso de un interior seguro, regulado por
previsibles dosis de hostilidad.
Las escuelas tienen seguridad privada, detectores de metales, cámaras de seguridad. Se
implementan programas para que los niños no ingresen con armas y se hacen planes de
cange.
Lo escolar es exitoso para regular proximidades, dosificar desprecios y enseñar el arte de
soportar a los otros. Allí aprendemos a lidiar con lo extraño que se aproxima.
El autor parte de la siguiente pregunta: ¿Lugar de la enunciación que se tiene sobre la producción de
saberes acerca de lo escolar y su sentido? Preguntarse por el lugar de la enunciación implica
preguntarse acerca de quienes deben formular la naturaleza última de la pregunta y ensayar la
respuesta.
Hay una suerte de desconocimiento del carácter político de la propia práctica escolar en la
capitalidad de su funcionamiento. Desconocimiento en tanto su formato aparece como un telón de
fondo naturalizado. Frente a ello, el autor propone legitimar la necesidad de impulsar espacios
públicos de producción de saberes específicos acerca de lo escolar y sus condiciones de
transformación o resignificación, esto entendido como algo a tematizarse desde la mirada parcial de
los trabajos psicoeducativos y contrapunto con diversos proyectos o acciones que impulsamos desde
espacios públicos.
Nuestro desconocimiento de lo escolar:
Desconocimiento de la naturaleza política de su formato lleva a considerar a los sujetos de un modo
falaz o que impide pensarlos según un operador de posibilidad.
La escuela en la actualidad, sostiene Tiregi es “deficitaria” en tanto que se ve determianda por el
malestar de los sujetos o sus bajos logros. A su vez, enfrenta una crisis de legitimación de sus
prácticas, con inciertos efectos.
22
de niños pobres por un solo maestro.
Este vuelco a un mayor interés por el niño, se relaciona con la emergencia de la familia nuclear y es
acompañado por la reducción del número de nacimientos y por la organización de la familia como
espacio privado. A partir de allí, en nuestro país la población infantil se organizó de acuerdo a los
nombres de menores o niños, según se trate de hijos legítimos, ilegítimos, abandonados, huérfanos,
alumnos y asilados.
La escolarización de la infancia:
La escuela sustituyó el aprendizaje por medio de la educación, provocando un cese en la
cohabitación de los niños con los adultos y el aprendizaje por contacto directo.
Julia Varela y Fernández Alvarez-Uría, señalan que la escolarización fue una maquinaria de
gobierno de la infancia a partir de la cual produjo: la definición de un estatuto, la aparición de un
cuerpo de especialistas, la destrucción de otros modos de educación, la isntitucionalización de la
escuela a partir de la obligatoriedad.
La escolarización obligatoria en nuestro país funcionó como:
- Dispositivo disciplinador de niños de los sectores populares, hijos de la inmigración, y de la
población nativa.
- Favoreció en la constitución de una cultura pública que favoreció el quiebre de la sociedad
patriarcal.
- Incidió en la constitución de los niños como sujetos, interpelados por discursos que
oscilaban entre la protección, la represión y la educación.
Los niños en el siglo XX: entre la persecución y la represión.
La autora propone tomar en tensión estos términos y desde allí recorrer las distintas posiciones:
1. El niño en el centro de la escena educativa. Recuperación de la libertad infantil y énfasis en el
aprendizaje y la imposición de límites de la autoridad del maestro:
a) Escuela Nueva y psicoanálisis. Toman como objeto de análisis la naturaleza propia del niño,
discuten el fenómeno de la autoridad, postulando la importancia del estudio del niño y de la
renovación de metodologías, planes de estudio y normas escolares.
b) Década del 60 y 70: nuevo imaginario a partir de la divulgación de las distintas corrientes que
analizan la infancia frente a una sociedad que cambia en forma acelerada. Los niños se tornan
objeto del mercado, de los medios masivos, de la publicidad, de las nuevas políticas. El
conflicto intergeneracional era tema de debate público, escrito y en experiencias educativas.
2. Período de borramiento del niño, por una sujeción a la Nación, a la raza, al Estado.
a) Década del 30. Nazismo.
b) Años 70. Dictaduras militares en Latinoamérica.
Hoy esta tensión se mantiene en la dificultad de la generación adulta para construirle al niño un
horizonte.
Tesis sobre el niño:
Vertebran la historia de la educación y la pedagogía. Permanecen como residuos de concepciones
sustancialistas en las base de muchas prácticas educativas.
La pedagogía moderna impugnó la tesis del “niño como adulto en miniatura”. Acompañando esta
controversia se insertan una serie de tesis:
- sobre su maldad o inocencia:
Siglo XVIII: J.J. Rousseau: señalo el mito de la inocencia infantil, por lo que se enfrentó a las
autoridades eclesiásticas y jesuitas que parten del pecado original.
Por otra parte, la inocencia del niño, es recuperada en pedagogías de corte espiritualista. Folósofo
Karl Krausse y el Movimiento de la Escuela Nueva.
23
Siglo XIX: criminología destaca la maldad del niño. Lombroso. Mercante, sostenía un régimen de
libertad controlada. Este fundamento se encuentra hoy en los cuestionamientos sobre la
imputabilidad del menor.
Estos aspectos determinan vínculos de confianza o control con el niño y permea los prejuicios sobre
el niño-alumno.
- sobre autonomía o heteronomía: supone un debate sobre cómo combinar las leyes de la
infancia con las leyes del adulto.
Gramsci: sostuvo que la educación es una tarea política, debe incluir didáctica democrática
(moderna y renovada) articulada con el proceso de construcción de una hegemonía cultural.
Castoriadis: la imposibilidad de la educación radica en apoyarse en una autonomía inexistente a fin
de ayudar a crear la autonomía del sujeto en promover las desiciones del sujeto partiendo de su
inscripción en la cultura instituída.
Posición de la autora:
Una renovación de la educación infantil debe atender al debilitamiento de las tareas de transmisión
cultural de los educadores como a las nuevas identidades de los niños. De allí será importante
construir una posición compleja del educador frente a situaciones cotidianas que se presentan en las
aulas.
La cadena de las generaciones:
Describe la situación actual de la infancia del siguiente modo:
Durante el siglo XX se produce un pase de la búsqueda de sujeción de los niños a las instituciones –
familia, escuela, estado, nación- a la desujeción por las crisis de éstas.
Ya no es la escuela quien produce las definiciones acerca de la infancia o las discute críticamente;
las definiciones heredadas; sino que son los niños los que desafían el redefinir la escuela, de ésta
resulta la crisis de ella y las nuevas características del tejido cultural y social.
Problemáticas:
1. culturales y sociales, relacionadas con el impacto de los procesos migratorios –
diversidad, tipos de crianza, familiares, lenguajes, valores-.
2. culturales y sociales relacionados con el trabajo infantil y la pobreza.
3. impacto socializador e identificatorio del consumo sobre los niños.
4. relacionados con la conflictividad propiamente escolar (violencia).
Para ello se necesita:
Una mirada con dimensión histórica para restituir la cadena histórica de las generaciones, en un
contexto de desintegración de lazos sociales y volver a ubicar la “condición humana” de todo
proceso educativo para desde allí potenciar demandas, desafíos, y ejercicios de responsabilidad
pública, recuperando las mejores experiencias de la educación.
Pero debe ser una mirada hacia lo contemporáneo, en un esfuerzo de desdentramiento de los adultos
que favorezca una nueva posición educadora; atenta al devenir y a los requisitos de temporalidad de
cada generación; que explote las nuevas tecnologías, los cambios perceptivos de las formas de
construcción de conocimiento, de los procesos de identificación infantiles, de los cambios en la
cotidianidad.
Y asimismo, una mirada constructora de futurosque potencie demandas y autocrítica, la
imaginación y la toma de decisiones relacionadas con el cuidado y la orientación de las trayectorias
escolares de los niños.
La constitución del niño como sujeto se relaciona con todas estas tensiones, en las cuales está en
juego no sólo su posición y crecimiento, sino la posición del adulto y los proyectos de la sociedad.
24
Contenido 2 de la unidad 1: Los medios y producción de subjetividad. La incorporación de
tecnologías clásicas y nuevas tecnologías (desde la escritura hasta la internet) en los procesos
de aprendizaje y constitución subjetiva.
26
convertidos en adultos, vemos necesario una revisión de la idea de niñez, por sobre la antigua idea
platónica en la que el niño era concebido como un futuro ciudadano.
Cuando recorremos la producción psicoanalítica argentina encontramos un punto de coincidencia:
en la actualidad la constitución subjetiva se da bajo otras formas de lo histórico social.
Se proponen dos vías de análisis:
La incidencia de la promoción del consumo en la producción de subjetividad.
Es interesante analizar cómo ha cambiado el discurso publicitario referido a objetos ligados a la
niñez. De un “cómprele a su hijo…” que leíamos a comienzos del siglo pasado, pasando por “pedile
a tu papá…” a un “encaprichate, hacemos lo que queremos…comprate ya”.
Se modifican así: los sujetos destinatarios del discurso, los modos de relacionarse con los objetos, la
oferta de objetos en sí, los tiempos propuestos para su adquisición.
Baricco (2008) dirá “comercilización en auge equivale a pérdida de alma”, en Los Bárbaros,
establece una comparación: El vino pierde cuerpo, los vinos cambias sus sabores, se tornan
pasajeros, veloces, liberados de rituales que requerían una detención particular.
Los medios juegan un papel esencial: promueven el consumo he instituyen un modo de enfatizar y
producir fragilidad humana. Luego de dar una noticia horrorosa sobreviene una oferta del mercado:
consuma, luego exista, y de paso calme su angustia por unos minutos. El cuarto poder se instituye
así en uno de los promotores de particulares modos de subjetivación.
Los objetos de consumo no constituyen en sí mismos un valor, el valor es la secuencia que ese
objeto permite, es un momento de pasaje.
Ejemplo: los chicos leen más que nunca, compran más libros que nunca… pero solo leen aquello
que tiene vinculación con lo que han visto en una película ampliamente publicitada o en el
programa de tv sobre el que “pasaron” previamente.
Seguimos pensando que las instituciones continúan produciendo modos particulares de
subjetividad. Ese espacio se torna cada vez más necesario. Se tratará de construir un pensamiento
tanto a las oscilaciones de las subjetividades contemporáneas, de intentar redefinir sus fronteras
para la escuela pueda aportar lo que sus poblaciones requieren.
Nos encontramos con:
La desresponsabilización del Estado, deja de ser garante y sostén de funciones parentales y
de los adultos en general.
Una redefinición de las funciones de los adultos respecto al cuidado de la niñez.
Los padres y los maestros se encuentran en modo oscilante, tomados por la aceleración de
los tiempos y las limitaciones para el ejercicio de sus funciones, adquieren una presencia
acotada en el tiempo, donde la alternancia que se generaba luego de un tiempo de presencia
se tambalea sin la base de esa presencia previa.
Los garantes de la integridad de niñ@s muchas veces de desvanecen, perdiendo los mismos
una visibilidad que contemple la vulnerabilidad en que se encuentran.
Tenemos un proceso de responsabilización de la sociedad y se quedan perplejos en tanto no
cuentan en sus propias vivencias situaciones similares a las vividas hoy por sus hijos o
alumnos.
Concomitantemente con la declinación de la figura del Otro, tenemos un fortalecimiento de
los lazos entre pares. Es el otro-semejante el que va dando en la actualidad posibilidades de
subjetivación. Se da lugar a la construcción de la figura de una infancia auto-gestionada,
inteligente, poderosa o se la sitúa como una niñez asesina y violenta.
27
Las nuevas tecnologías y el consumo no quedan por fuera, son producidos y producen una corriente
con complejas y múltiples intrincancias.
Se trata “no sólo y no tanto de actualizar a los docentes en los contenidos de hoy, las competencias
que hacen falta para vivir en este mundo hiper-acelerado y complejo, sino sobre todo deberán
adquirir el ABC de la comunicación y la transacción digitales.” (Piscitelli, 2009).
Se tratará de proyectar considerando las posibilidades y formas de pensamiento actuales de los
alumnos, con la tecnología que ellos manejan, soportando la herida narcisística que implica
reconocer que saben más y mejor, pero no todo ni de todo. No se trata tampoco de fetichizar la
tecnología, sino ponerla en uso, como un medio para acceder al conocimiento, a las comunicaciones
y que se potencien los recursos en sus posibilidades de creación de lazos.
Las nuevas tecnologías coexisten con las viejas, del mismo modo que convivimos entre más de tres
generaciones que nos diferencian. La presencia de los adultos es pedida por los niños y adolescentes
a gritos o a puros actos. El objetivo esta puesto en la creación de cordones de contacto
intergeneracional. Es necesario crear los dispositivos que permitan que el acceso al conocimiento no
sea solo de los objetos ofrecidos por el mercado, el saber es patrimonio de todos, hay que proponer
que circule tanto por los actuales modos de difusión y transmisión de conocimiento como por los
históricos.
La construcción del concepto de ciudadanía, acompañada de la noción de derecho, no escapa a estas
transformaciones. Construcción de una ciudadanía que incluye sentimientos de pertenencia y
modalidades identificatorias fluidas, alojadas en el sentimiento de lo múltiple,
Para Bloj estamos en tiempo de crisis interesantes en la medida que no nos dejemos arrasar por los
grupos de poder económicos.
Se da un movimiento cultural de: simplificación, superficialidad y velocidad. Se expande la idea de
que algo tiene sentido si se incluye en una larga cadena de experiencias. Google reformula el
concepto de calidad: la esencia de las cosas es una trayectoria, esta en la superficie, conocer es
surcar rápidamente por lo inteligible humano, reconstruyendo trayectorias dispersas (Baricco,
2008).
Brinda un ejemplo de una joven que buscando durante horas una información para cumplir con la
tarea de la escuela, pierde la misma, a causa de que su madre apaga la computadora por no haber la
joven puesto la mesa, por lo cual debe reiniciar su búsqueda, de aquí, se desprenden: su madre no
hubiese cerrado los libros de su hija y a su vez la estudiante tendría marcas o algún resumen que le
hubiese servido para recordar parte del contenido. A su vez la madre no pudo ver la multiplicidad
de funciones que tiene la misma, eso mismo también se le escapa a la escuela.
Las nuevas tecnologías producen un doble nudo: producción de subjetividad y modos de conocer y
articular el pensamiento.
El desafío actual: construir conectores con nuevos y viejos dispositivos:
A pesar de la multiplicidad de debates, ninguna de las instituciones existente está logrando resolver
o producir respuestas concretas y efectivas para afrontar los múltiples problemas de la infancia
actual.
La caída del Estado Benefactor y de las instituciones de la modernidad hoy se reorienta a los
medios, al modo de una oferta de un espacio instantáneo de aparición en la pantalla, donde es la
espectacularidad lo que se convierte en un valor. El mercado produce a un sujeto al que deja solo al
instante luego de que consumió, lo deja obligado a asumir su existencia en soledad.
Si la escuela no se encadena a los links de los mutantes se convierte en una isla que colabora con la
producción de síntomas y modalidades subjetivas que preocupan como: desconectados, distraídos e
28
hiperkinéticos. Así lo define la escuela al mismo tiempo que se colabora con aquello que se
denuncia.
La aparición de nuevas tecnologías y su fuerte incidencia en el psiquismo:
Lo virtual es parte de nuestra vida real. Lo que el acceso a la Internet a variado son los modos de
cognición. No podemos discutir solo los contenidos curriculares, sino que es necesario pensar de
qué forma abordar esos contenidos en las aulas y en los espacios de educación no formal.
Se presentan diferentes vías para pensar una enseñanza que contemple la producción de
subjetividades y no los deje solos, se sugieren la construcción de puentes intergeneracionales y la
elaboración de programas que contemplen la incorporación de las nuevas tecnologías sin
fetichizarlas.
-Quevedo, Luis (2011). “La socialización tecnológica: los jóvenes mediáticos que recibe la
escuela” EnCátedra abierta para pensarla Violencia en las escuelas.
El autor explica que realizará un abordaje no técnico de las tecnologías, sino cultural, cuya
interrogación tiene que ver con la educación. Y destaca que la naturalización de las tecnologías es
una característica humana, en las distintas épocas el hombre no se pregunta por las tecnologías en
las que nace inmerso, eso puede ser un trabajo de interrogación para quienes no nacieron con ellas.
Tal y como ahora, los adultos se preguntan por los jóvenes y el uso de las nuevas tecnologías.
Creo que hay un cierto consenso en relación a que buena parte de los cambios culturales que
estamos viviendo hoy tienen que ver con la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y
de la comunicación.
Esta época, muestra a través de los comerciales sobre el día del padre o del niño, por ejemplo, la
omnipresencia de las tecnologías, el imaginario, las culturas, cómo se establecen las relaciones
sociales a través de estas tecnologías. Y cómo estas forman puentes de conexión absolutamente
nuevos y originales.
El uso de estas nuevas tecnologías, tienen una primera consecuencia en la educación, ya que
suponen el uso de nuevos lenguajes para los cuales la escuela no siempre está preparada.
Sin embargo, forma parte del lenguaje de socialización de los jóvenes. Esto se evidencia en que
participan de sitios como My Space, Facebook o Youtube, los cuales son hoy, nuevas esquinas de
barrio Wrb, donde se encuentran y establecen vínculos sociales.
Destaca la proliferación de celulares como un fenómeno mundial que ejemplifica la distribución
desigual de esta tecnología, ya que algunas personas pueden llegar a tener varios de estos objetos. Y
ellos introduce una nueva pregunta acerca de las relaciones sociales que se proponen en los distintos
ámbitos: laborales, institucionales, de amistad.
Otro aspecto que manifiesta el impacto de las nuevas tecnologías es la inversión de la pirámide de
aprendizajes, donde los adultos mayores se están alfabetizando digitalmente para el acceso a las
mismas, no a través de la escuela, sino de los niños, por ejemplo, sus nietos. Esto se debe a que los
abuelos intuyen que algo importante del mundo afectivo de los niños y jóvenes pasa por allí.
El siglo XXI se encuentra marcado por una proliferación de imágenes y por desconfianza de las
mismas, ya que sabemos que pueden ser manipuladas. La confianza se liga a la precariedad y no a
la perfección de la imagen. Por ello, se aceptan imágenes rústicas y borrosas subidas a la web por
usuarios que presencian por ejemplo, accidentes de tránsito o fotos subidas por los chicos a sitios
de blog.
Las nuevas tecnologías han creado una producción en cadena. La industria actúa en cadena y los
consumidores también asociando la aparatología. Ejemplo: el celular se usa más que como teléfono,
como un medio para enviar mensajes de texto, sacar fotos, etc.
En relación al acceso a las tecnologías, éste supone cuatro cosas.
1. La primera (que es la más básica y la más material) es la disponibilidad tecnológica, lo cual no
implica propiedad. Esto se encuentra en las casas con banda ancha o en los locutorios. Propone
30
volver públicos los locutorios para garantizarlo.
2. Dominar el lenguaje, tener destreza digital. Requiere de alfabetización.
3. Tener estas destrezas asociadas al mundo laboral. Sostiene que la escuela debería realizar esta
tarea respecto de las herramientas informáticas que los jóvenes necesitan para acceder al mundo
laboral, pero las redes sociales no, porque las considera una cuestión de los mismos.
4. Nuestra capacidad para crear nuevas tecnologías. Esto se encuentra ligado al rango etáreo, los
jóvenes tienen más posibilidades.
Por otra parte, esto ha tenido un impacto en los hogares. Se ha producido a nivel de toda la sociedad
una tecnologización de los hogares, donde los pobres invierten un mayor porcentaje de sus ingresos
en tecnologías, que los ricos. Y ello generó un cambio en la disposición de los espacios y en la
introducción de nuevas luchas de poder entre los miembros para controlar el uso de las tecnologías,
sobre todo entre jóvenes y adultos.
Toma el ejemplo de la televisión para establecer que se ha producido una transformación, desde un
aparato que antes era comunitario a uno que se encuentra personalizado. Algunos hogares no los
tienen, pero otros lo tienen en el número que tengan sus miembros. Sin embargo, deben
diferenciarse la televisión, que tiene algo de omnipresente en nuestras vidas, como lenguaje
tecnológico; del televisor que es el aparato de emisión.
Por su parte, los cambios producidos en el tipo de familia para la cual la televisión creo su proyecto,
hoy ya no existe. Con lo cual cada miembro quiere tener su aparato y ver su propia programación.
En la actualidad, la familia se reúne a ver la televisión a la hora de la cena. Frente a ello propone
dos miradas:
- apocalíptica: juzga que el momento familiar sea usado para mirar tv.
- mirada integrada: interroga acerca de si al no estar la tv, la familia estaría reunida.
Respecto de la televisión la describe como:
- un dispositivo narrativo, de contenido emocional.
- lugar de naturalización del mundo y producción de ideologías. Realiza un recorte de la realidad, a
partir de la cual se visibilizan algunos aspectos y otros no, los cuales serán naturalizados y
constituirán un discurso. Esto es importante, porque todos los que ingresamos a un aula tenemos un
formateo televisivo, aunque sea a partir del odio y del rechazo que el recorte nos produce. En
relación al aspecto ideológico, debe pensarse en la empatía que genera con los consumidores y en la
producción de identidades que origina. .
Los programas de televisión funcionan como comunidades de sentido, se dividen entre los que lo
ven y los que no. La industria les genera empatía con algún programa y luego establece la cadena de
consumo.
Asimismo, la televisión está incursionando en los efectos cognitivos a partir de difundir programas
que presenten contenidos de aprendizaje que compiten con el escolar. Por ejemplo, Discovery Kids.
Respecto de los jóvenes y la tecnología señala sobre todo la necesidad de advertir sus posibilidades
de prestar atención a múltiples tareas, estudiar, chatear, escuchar música, todo en simultáneo,
formato con el que llegan a las aulas. Frente a lo cual sería necesario pasar de la prohibición del
ingreso de tecnologías al aula como sucede en algunas escuelas a la apertura d espacios de
negociación.
Propone que la escuela debe tomar este nuevo lenguaje sistematizándolo ya que desde siempre ha
trabajado con varios lenguajes. Por otra parte, no debe dejar de lado la importancia de enseñar los
contenidos de la curricula.
- Piscitelli, Alejandro. Nativos digitales. Prólogo y capítulo 1:
Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de participación:
31
Prólogo:
La tensión existente entre nativos digitales e inmigrantes digitales, se encuentra en el campo de la
enseñanza, donde los grandes tienen a su cargo preparar a los chicos para un mundo que no
entienden.
Introducción. Las generaciones digitales viven de/en la pantalla:
SOMOS LO QUE (NOS) CONTAMOS…PERO TAMBIÉN SOMOS MUCHAS COSAS MÁS
Existe una brecha cognitiva/emocional entre los que nacieron antes y después de determinadas
tecnologías cognitivas, en la década del 80/90. Esto tiene implicancias cognitivas, psicogenéticas y
pedagógicas.
Cap1: Nativos digitales. La insuturable brecha cognitiva y de esos polialfabetismos tan
necesitados:
El autor toma el concepto de “migración digital” (Vilches), para afirmar que la aparición de nuevas
tecnologías produce una discontinuidad epistemológica esencial; o convergencia de medios y
culturas (Jenkis).
Señala cómo la generación actual de chicos nacidos entre mediados de los 80 y principios del 2000,
los “mileniales”, se están introduciendo en los medios- en la cultura, en el mundo, coproduciendo
en el ínterin su subjetividad cada vez más de forma colaborativa- a través de intermediarios
digitales.
Nativos digitales/inmigrantes digitales:
Inmigrantes digitales: personas de entre 35 y 55 años que tienen lo digital como segunda lengua,
se le da mayor importancia a lo escrito, a los libros, se leen manuales. No ven TV, no valorar el
hacer cosas distintas al mismo tiempo, detestan los videojuegos –difíciles o estúpidos-, presentan
dificultades de acceso a las computadoras.
Nativos digitales: personas de entre 6 y 20 años, hablantes nativos del lenguaje de la televisión
interactiva, las computadoras, los videojuegos e Internet. Hacen antes y se preguntan después.
Aman la velocidad, hacer cosas distintas al mismo tiempo. Multitasking, multimedias.Prefieren el
universo gráfico al textual. Eligen el acceso aleatorio e hipertextual a la información. Funcionan
mejor en red. Aprecian la gratificación constante y las recompensas permanentes. Prefieren el juego
al trabajo serio.
Frente a esta distinción el autor propone la necesidad de que existan mediadores tecnológicos
intergeneracionales.
Ya que la disyunción se encuentra a la vista: esta nueva mediamorfosis requiere que se inventen
nuevos formatos y se rediseñen los procesos educativos. El mayor desafío consiste en aprender
cosas nuevas y enseñar lo viejo con ojos nuevos. Ser capaces de diseñar a medida todo lo que un
chico de cualquier edad debe saber en términos de átomos de conocimientos y al mismo tiempo
construir tramas de sentido que no fragmenten la comprensión.
Una propuesta para la escuela, tomada de Francisco Tonnuci, es el considerar que ella podría ser la
encargada de ser el lugar donde los chicos aprendan a usar y manejar las nuevas tecnologías, donde
se transmita un método de trabajo, de investigación científica, se fomente el conocimiento crítico,
se aprenda a cooperar y trabajar en equipo.
34
una multitud de dogmas y mitos sin aval científico, todo lo que no servía por haber perdido el sus-
trato cultural que le daba sentido. Además debían instruirse a los hombres del futuro con las normas
y valores de la moral laica burguesa.
El objetivo prioritario de la educación era la disciplina. Una vez lograda esa primera meta, se debían
cultivar a los hombres para que estos pudieran desarrollar determinadas habilidades. La instrucción
y la enseñanza solo podría lograrse con un previo trabajo civilizador de la mano de la disciplina
(Kant: la disciplina es la acción por la que se borra en el hombre la animalidad). En tercer lugar era
necesario propagar la civilidad, para que el hombre adquiriera buenas maneras, amabilidad y pru-
dencia; y en el cuarto lugar se debía atender a la moralización. En síntesis la pedagogía tendría
como meta principal el desarrollo de la humanidad. Ese ejercicio de la racionalidad transmitido por
la educación formal era normalizador: se enseñaba a pensar y actuar del modo considerado correcto
para los parámetros de la época. La escuela se une entonces en su tarea a la severidad paterna y el
control familiar.
La educación formal constituyo un importante brazo armado de la ilustración: además de liberar al
soberano de las tinieblas de la ignorancia, terminó siendo un fuerte movimiento de uniformización
cultural, capaz de descalificar bajo su hegemonía racionalista todas las manifestaciones considera-
das inferiores.
La democracia representativa exigía que los ciudadanos delegasen su poder a aquellos que maneja-
ran directamente los recursos del estado y tomaran decisiones políticas. Es por eso que fue necesa-
rio educar al soberano forjando su conciencia nacional mediante los relatos referidos a un pasado
común a todos para construir una identidad ligada a la idea de pueblo. (Mediante actos escolares,
himnos, banderas, abanderados y escoltas)
Conceptos interesantes: “discípulo” (en relación a disciplina) cuyo origen remite a “decir a los in-
fantes”: explicarles lo que está bien y lo que está mal. “Alumno”, su etimología revela la falta de luz
y la necesidad de ser iluminado
El papel del estado constituyo el suelo firme capaz de dar sentido y garantizar el buen funciona-
miento de las instituciones en torno a las cuales se organizó la sociedad moderna: familia, escuela,
fábrica, ejército y prisión. El estado encarnaba la solidez de lo instituido que era al mismo tiempo,
instituyente, y propicio un tipo de subjetividad denominada estatal o pedagógica. El estado delegaba
en sus dispositivos institucionales la producción y reproducción de su soporte subjetivo: el ciuda-
dano; la fuente y el efecto del ppio democrático que postulaba la igualdad ante la ley. Dicho indivi-
duo se apoyaba en la familia y la escuela, engendradoras de los ciudadanos del mañana como un
modo particular de ser y estar en el mundo.
Dice Lewkowicz que cada institución opera sobre marcas previamente forjadas: la escuela sobre las
marcaciones familiares, la fábrica sobre las marcaciones escolares y la prisión sobre las molduras
hospitalarias. Se piensan a las instituciones como dispositivos que exigían a los sujetos la tenencia
de ciertos rasgos y la ejecución de determinadas operaciones para permanecer en ellas. Además de
producir subjetividad en sus habitantes en la práctica cotidiana, el dispositivo se consolida en su ac-
cionar.
La pérdida de eficacia en el funcionamiento bien aceitado de los engranajes disciplinarios es uno de
los indicadores de la crisis actual. Este deterioro tiene que ver con el debilitamiento del estado como
megainstitucion capa de dotar a las demás de sentido. Como consecuencia pierden peso las investi-
duras que cubrían a figuras clave de autoridad moderna como el padre y el maestro. De forma que
la incompatibilidad entre la escuela como tecnología de otra época y los chicos de hoy, es un indicio
de ese desajuste histórico que vivimos.
35
3. Condiciones de producción de subjetividad en los actuales escenarios educativos.
- Baquero; Dicker; Frigerio (2007). Tiempos y espacios. En Las formas de lo escolar
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de concentración de dinero y poder obliga a los terapeutas a someterse a condiciones de trabajo
indignas e inclusive lesiones éticamente en el concentimiento que imponen.
El malestar está dado por el aferramiento a paradigmas insostenibles cuya repetición ritualizada
deviene un modo de pertenencia y no una forma de apropiación de conocimientos ante quienes han
dejado de ser interlocutores para ser sólo proveedores de trabajo o de reconocimiento. Por la
reproducción de los viejos enunciados, el desperdicio de inteligencia con afirmaciones de dudosa
racionalidad. Por la sesión de un campo autónomo de pensamiento en aras de una supuesta
interdisciplina en la cual el psicoanalisis queda subordinado en sus posibilidades de hacer práctico y
de pensar teórico, en lugar de hacerlo en la intersección para pensar cuestiones comunes con otros
campos de conocimiento, bajo un modo de atravesamiento trasversal de problemáticas compartidas,
sin ceder su poder explicativo en aquellas cuestiones que le competen de modo particular.
Bobbio: "he llegado al final no sólo horrorizado sino sin ser capaz de dar una respuesta sensata a
todas las preguntas que las vicisitudes de las que fui testigo me plantearon de continuo. Lo único
que creo haber entendido, por muchas razones que los historiadores conocen perfectamente pero
que no siempre tienen en cuenta, es imprevisible tenerlo en cuenta para reducir el malestar sobrante,
porque permite la posibilidad de interrogarnos, de teorizar sobre los enigmas y de recuperar el
placer de invertir lo pasivo en activo.
El texto da cuenta de la investigación desarrollada en una escuela cordobesa a la que se define como
“caja de resonancia de la turbulencia de estos tiempos”. Se cita una nueva figura docente: la del
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“maestro errante”. La autora señala que los maestros actuales están en un estado de intemperie. El
término “errancia” lo utiliza para referirse a la nueva disposición activa que debe tomar el maestro
en su intervención diaria para poder obtener algo que transforme lo que se le presenta en este nuevo
“estado de intemperie”. Este estado es el resultado del contraste con el confinamiento domiciliario
que imperaba en la modernidad. Hoy el maestro está desprotegido, no cuenta con el paraguas
institucional que tenía en la escuela moderna. En los tiempos disciplinarios la errancia era señal de
marginalidad (se aislaba e institucionalizaba a los presos, a los mendigos, a las prostitutas, se los
sacaba de la vista de la sociedad). Hoy en este nuevo tiempo de intemperie, la errancia se presenta
de un modo distinto, como la posibilidad de captar lo episódico, lo nuevo, lo imprevisible, a través
del encuentro abierto y el diálogo entre maestro y alumno, es decir, creando vínculos y lazos
abiertos, auténticos, significativos.El texto reproduce viñetas extraídas de la problemática escolar
investigada para ilustrar las 4características del maestro errante:
Los signos de la ocasión:
La primera de ellas “Andan como fantasmas” rescata que lo importante en la relación actual de
maestro-alumno, es lo que éste puede agenciarse, la ocasión que es capaz de captar en ese
encuentro. Si está abierto, logra comunicarse e influir en la vida y formación del alumno, sino lo
está simplemente nada sucede. Con el singular nombre de “Caza de signos”, la autora explica lo que
la subjetividad docente despliega en su errancia: atender a la ocasión, ver qué sucede fuera de uno
mismo; explorando, saliendo de sí para atender a esos grupos que esperan que se los escuche, que se
los integre a un estado de conversación. Este deambular del maestro es pensado como un signo de
ocasión que se se vuelve intenso para provocar una nueva perspectiva que es la de aprovechamiento
de lo que acontece día a día, el saber captar el significado de cada episodio de los que son testigos.
El tartamudeo pedagógico:
Otra viñeta llamada “Yo no entiendo de brochas y pinceles” hace referencia a las situaciones que
pone en marcha el maestro para posibilitar y activar una relación, saliéndose del rol clásico del
maestro “explicador”. Se habla de un “tartamudeo pedagógico” como rasgo de la subjetividad
nómada en laque se plantea la práctica comunicativa, en cuanto a apostar fundamentalmente el
dirigirse a otro, el conectarse con otro, lo que se puntualiza como una permanente construcción de
condiciones.
El maestro errante no reconoce jerarquías en su conversación, sino que se abre el fluir de un
diálogo, en un encuentro que permite y habilita un enhebrado.
3. El minimalismo:
“De cuarto a sexto” es una ilustración que nos muestra otro rasgo del maestro errante: el
“minimalismo”. En ella habla de las líneas de disímiles naturalezas que configuran a individuos y
grupos, las líneas duras, que fijan y las flexibles, llamadas líneas de fuga que dibujan pequeños
desvíos y modificaciones, son las que nos empujan a momentos de mayor creación. Deleuze se
refería a las líneas de fuga como “el clandestino” que expresa un devenir mínimo que pasa
inadvertido ante los ojos de cualquiera que no tenga como el maestro errante, una enorme capacidad
de afectación. Se trata de un nuevo “régimen de visibilidad”, en donde se visualizan“problemas o
zonas que nos llevan a un pensamiento en los bordes de lo conocido”. Es otra manera de abordar la
problemática que activa para que un “virtual pueda desplegarse, realizarse y expresarse”. Se llama a
esto “vitalismo” y es el rasgo principal de la subjetividad nómada.
4.La curiosidad:
Otro rasgo es la “curiosidad” que parte de una inquietud existencial acerca de los chicos y de ahí su
implicación con ellos. El territorio del maestro no es la escuela sino los chicos, por eso su
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intervención no está limitada por las fronteras institucionales sino por los circuitos en donde los
chicos se mueven, el maestro errante se para en aquello que es significativo para el chico y para
saberlo tiene que estar afectado por su situación y vinculado auténticamente con él. No se trata de
un desplazamiento físico sino de un corrimiento subjetivo, ya que el maestro va a estar en donde
estén los chicos, en “la cueva de los pibes”, en donde practican el abandono que es una operación de
despojo ligada a la curiosidad, dejándose tomar por otros universos para “disponerse a pensar lo aún
no pensado”. La autora aclara que la errancia no es nueva ni exclusiva del espacio educativo, es una
reorganización pos estatal en virtud de la decadencia del estado nación. En tiempos pos estatales, el
maestro errante tropieza con la sensación de intemperie y le otorga a la enrancia la potencia política
de una práctica reconociéndola como una fuerza productora de valor social. Hacia el final del texto
se insinúa que al ser los maestros errantes quienes establecen una fuerza social para la producción
de intercambios en la escuela, podría esperarse que las gestiones de gobierno vieran la posibilidad
de otorgarle a la enrancia un lugar de juego en el pensamiento sobre las formas de agenciar
experiencias educativas.
SINTESIS
La autora señala que en la práctica educativa post moderna y post estatal, surge la figura
del“maestro errante”, cuyas características comunes define como:
1. Cazadores de signos u ocasiones:
tienen un posicionamiento diferente al tiempo estatal, su andar es exploratorio y disperso (no actúan
desde lo instituido, van haciendo camino al andar), son permeables a las heterogeneidades, están
atentos a lo singular y a lo episódico.
2. Tartamudeo pedagógico:
consiste en una práctica comunicativa que implica capacidad de escucha y apertura al diálogo, estar
presente y conectado en el vínculo con el alumno, para comprender su singularidad conforme su
contexto y aspiraciones personales.
3. Minimalismo:
opera microscópicamente, no asume identidades totalizantes, actúa siempre en función del
problema que detecta porque está abierto a sorprenderse por la situación. Hace agenciamientos
concretos, toma la oportunidad que se le presenta y hace algo con ella.
4. Curiosidad:
realiza un corrimiento subjetivo desde lo instituido hacia las posibilidades de crear situaciones
instituyentes. Crea representaciones, lazos y apertura y actúa en el borde de lo conocido.
La autora señala que la errancia no es un concepto nuevo, ya existía en las sociedad modernas
donde se lo utilizaba para disciplinar a los marginales, a los que se apartaban de la norma social (los
mendigos, las prostitutas, los ladrones, etc). En la actualidad, el concepto de errancia cobra una
significación nueva y ha sido agenciado por los actores educativos, como un nuevo modo de operar
en la relación con sus alumnos.Por eso la autora llama a la reflexión sobre lo que este concepto
implica en términos de gobernabilidad y hace un llamado político a que se le reconozca y confiera
la potencia políticade una práctica y a que se le otorgue un lugar de juego en la gestión de las
experiencias educativas. Es decir, propone que no se neutraliza la práctica errante de los maestros,
sino que se aprenda de ella y se la multiplique.
La errancia, por su parte, enfrenta problemáticas muy distintas. En lugar de un mundo saturado de
ordenamientos, la errancia tiene que vérselas con intemperies, con los desiertos que la operatoria del
mercado deja tras su paso. En condiciones de dispersión la indeterminación es, con mayor
frecuencia, amenaza de desconfiguración antes que promesa de libertad.
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La errancia tiene con el nomadismo un rasgo común: se trata de prácticas de movilidad. Pero allí
donde el nomadismo se opone a la estabilidad estructural, la errancia se constituye como
movimiento alternativo a la deriva aleatoria de la dispersión. Si la potencia específica del
nomadismo es su capacidad subversiva, la errancia encuentra la suya en su capacidad de generar
encuentros que devengan ocasión para la composición social.
Si el maestro errante se mueve, no es tanto para escapar de los ordenamientos institucionales –que,
de todos modos, ya están desfondados- sino porque en la intemperie es imposible localizar de
antemano los puntos de subjetivación en el territorio. La errancia es precondición de la composición
social. Es allí donde la errancia construye su criterio de eficacia: se trata de movilizar los recursos
de forma experimental para lograr estar "en el momento y en el lugar justos", para lograr componer
ante la imprevisible emergencia de la ocasión.
No se trata tanto de lo que se deja atrás sino de lo que la errancia es capaz de producir en su
movimiento.
Maestro configurante
Si la errancia se despliega en función de la composición de lazo social, entonces resulta posible
pensar la figura del maestro errante también como maestro configurante.
El maestro configurante es aquel que construye la apuesta de producción -“donde sea y cuando sea”
o, mejor, “en tiempos y lugares imprevisibles”- de situaciones pedagógicas (situaciones en las que
"acompañar el preguntarse del otro" devenga posible).
La errancia es, entonces, función y precondición de la actividad configurante. El maestro
configurante sale a recorrer la intemperie para ver qué puede armar, sale al encuentro de ocasiones
de composición, de chances instituir experiencia común.
Y es en el marco de esa apuesta que se despliega la dimensión artesanal de la actividad
configurante: se trata de composiciones singulares, producidas una a una, experiencias sin modelo
que requieren que las operaciones de composición se reinventen cada vez.
La eficacia de las operaciones del maestro configurante estará ligada entonces a su capacidad
recombinante. Al modo en el cual logre reformular recursos presentes pero dispersos para componer
una situación con potencia de subjetivación.
Recursos dinámicamente localizables
La exploración de la productividad de la figura y de las operaciones propias del maestro
configurante permiten también abrir una línea de investigación sobre el modo de reconfiguración
institucional de la escuela contemporánea.
Repensar la escuela en estas nuevas condiciones probablemente implique comenzar a imaginarla
como un punto de convergencia de recursos (humanos, técnicos, económicos, edilicios) sin función
prescripta. Constituirla como fuente de recursos dinámicamente localizables a partir las
experimentaciones propias de la errancia y la actividad configurante.
Entonces, la lucha por el reconocimiento de estas figuras pedagógicas contemporáneas podría
implicar la lucha por constitución de escuelas recombinantes, con diseños institucionales abiertos,
con herramientas espacios y horas de trabajo flotantes, disponibles para un uso experimental.
Empirismo y subjetividad
El movimiento de la errancia conduce al maestro a la diversidad de los encuentros. El maestro
percibe y se afecta. Entra en contacto con diversos flujos de intensidades. El maestro configurante
está en medio, siempre en medio, de afectos y percepciones. Y es esta apertura empírica a las
intensidades de la intemperie las que le permiten imaginar, junto a otros, composiciones. La
actividad configurante, como práctica de producción de subjetividad, implica imaginar un lazo.
Conectar elementos previamente dispersos de modo que devengan recursos productivos. Componer
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es un trabajo de la imaginación. La apertura empírica hacia la dispersión es condición de este
trabajo. Pero luego de lo que se trata es de trazar líneas de puntos. Imaginar lo que se podría hacer
con lo que hay. Llamamos experimentación a la puesta en práctica de esta imaginación activa, al
despliegue de este proceso de invención constituyente.
Situaciones pedagógicas, experimentación social y producción de subjetividad
Desde hace un tiempo, en la universidad experimental, venimos trabajando con una definición:
“subjetividad” significa “forma de vida culturalmente construida”. La subjetividad queda entonces
ligada a los modos en los que construimos y reconstruimos nuestras existencias.
Entendemos la actividad configurante de esta nueva figura docente como una práctica de
producción de subjetividad. La apuesta es a construir otras formas de vida, capaces de habitar la
intemperie. El maestro intenta acompañar a quienes deseen vivir de otro modo y, en el mismo
proceso, inventarse otra vida de maestro. El maestro y quienes deciden trabajar con él para producir
actividad configurante intentan construir alternativas a un destino de dispersión, superfluidad y
desfondamiento. Es así como, de modo muy genérico, es posible pensar la práctica del maestro
errante en términos de producción de subjetividad.
Pero tal vez sea posible avanzar un poco más. La lectura del libro hace posible formular una
pregunta: ¿hay una especificidad en los (variadísimos, formalmente imprevisibles) dispositivos de
producción de subjetividad que el maestro errante construye en su actividad configurante?
Imaginamos una posible respuesta que parte de cierta noción de “situación pedagógica”. La
hipótesis sería que la actividad del maestro errante se orienta hacia la composición de situaciones
pedagógicas. Pero ¿cómo definir en términos contemporáneos una "situación (específicamente)
pedagógica"? En las experiencias relatadas en el libro es posible leer una insistencia. Se trata de la
función y de los efectos que determinadas operaciones, que podríamos llamar “simbólicas”,
producen en las experiencias relatadas. Algo en el modo de vida de los chicos cambia cuando, con
la ayuda de un maestro errante, componen un punto de relación con cierto elemento o práctica de
producción simbólica: las fracciones, la lectoescritura, la producción de revistas y videos.
Tal vez sea posible pensar la especificidad del trabajo del maestro errante por aquí: un tipo de
producción de subjetividad que pasa por la introducción de ciertos recursos de metaforización,
cierta dimensión del lenguaje que permita tramar otra relación con las afecciones y las
percepciones. Algo que conecta con lo que, años atrás, decían ciertos amigos: en condiciones de
dispersión, el testimonio constituye experiencia.
¿Se podrá definir hoy una situación pedagógica como un proceso de experimentación de nuevas
relaciones con el saber y con las prácticas de simbolización puesto al servicio de la producción de
subjetividad? ¿Será el maestro errante aquel que tiene capacidad de reactivar, de forma fragmentaria
y experimental, algunos de los recursos simbólicos y saberes presentes todavía en la escuela?
Una ética experimental
Tengan el destino que tengan estas preguntas, posiblemente sea la apuesta por convertirse en el
movimiento que uno produce el núcleo de la figura del maestro errante. Una ética experimental que,
como dice Pessoa, se propone “hacer de la interrupción un camino nuevo, de la caída, un paso de
danza, del miedo, una escalera, del sueño, un puente, de la búsqueda ...un encuentro.”
Contenidos:
1. Niñez y adolescencia. Perspectiva histórica y territorial.
42
-Baquero;Dicker; Frigerio (2007). Tiempos y espacios. En Las formas de lo escolar
-Quevedo, Luis (2011). “La socialización tecnológica: los jóvenes mediáticos que recibe la
escuela” EnCátedra abierta para pensarla Violencia en las escuelas2.
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llegado. Pero, el nacimiento del recién llegado puede, a contramano de la familiarización, dar lugar
a las figuras de la extraterritorialidad (una extrañeza imposible de reconocer) y de salvajería (un
buen-salvaje es una exacta medida entre el salvaje y el civilizado. El mal-salvaje, es aquel que el ci-
vilizado intentara librarse de la extrañeza por una campaña de exterminio).
¿Qué es lo que los padres esperan saber de la boca del bebe?: los padres esperan que el niño diga
aquello que a ellos los inquieta extranjeramente. Y lo que inquieta al adulto no es más que el hecho
de haber sido alguna vez niño y, por lo tanto, de no haber sido el niño de los sueños de sus propios
padres. Ese otro que no (se) fue es objeto de represión y de retorno y, así, se vuelve un extraño-fa-
miliar. Es lo infantil que nos habita, para siempre.
Ese otro esperado que no fuimos se fue para retornar con el nuevo bebe, ese otro reprimido es el
perverso polimorfo que al no querer saber nada de la castración, realizan un deseo incestuoso. El
deseo sexual infantil retorna y encarna en el bebe de la generación siguiente. Sin ese deseo no ha-
bría amor por el recién nacido en el sentido de que es la materia prima reprimida de la cual está he-
cho el amor adulto. El pequeño es extranjero por traer consigo el peso de la castración.
La llegada de un pequeño ser implica siempre una reacomodación del mundo se sus padres, pues
instala una diferencia extranjero/familiar que, hecha tensión temporal, causa el “devenir adulto”.
Mientras da tiempo al tiempo, el adulto educa al niño. Un tiempo que ha de ser donado como tiem-
po de espera al pequeño-ser recién llegado. El niño tomado por este dispositivo temporal, siempre
pierde el punto de vista del adulto, es decir, el deseo en cuestión en la demanda educativa. Por esa
razón pasa a suponer que hay en el adulto un “saber hacer con la vida”, desea ese supuesto saber.
No obstante, cuando por fin llega el turno, el niño de antes (ahora grande) se enfrenta con el hecho
de que el punto de vista atribuido a los adultos en la aurora de la vida no era tan sabio como suponía
y que el tiempo de espera, que la cuarentena educativa fabrico, era simplemente para ser vivido, ex-
perimentado mas allá de cualquier virtuosismo pedagógico.
Ser adulto es, paradójicamente, no Ser. “Esta adulto” aquel que no puede no lanzarse a la imposibi-
lidad de hablar en su propio nombre. Cuando el infans deja de serlo, pues ahora habla como una
persona vieja, la infancia pasa a existir como perdida, haciéndose presencia de una ausencia que es
en sí siempre viejo. De este modo, una infancia solo existe en cuanto a perdida, desconocida, repri-
mida.
El adulto invierte narcisisticamente en el niño con la esperanza, siempre vana, de agotar ese infantil
que no deja de retomar para, finalmente, saber todo sobre “su” infancia y, de ese modo, ser un adul-
to de “verdad verdadera” y no simplemente una persona grande y viejo.
El saber no sabido depositado en la cuenta del niño hace de el un extranjero de quien queremos es-
cuchar sus historias de otro mundo. Solo que eso es imposible, pues pretendemos que nos cuente
acerca de ese extranjero que habita en nosotros mismos.
Extraños niños extraños
Educar es transmitir marcas simbólicas que le posibilitan al pequeño sujeto gozar de un lugar de
enunciación en el campo de la palabra y del lenguaje, a partir del cual pueda lanzarse a las empresas
imposibles de deseo. El despliegue de una educación, de una filiación simbólica de humanización y
familiarización presupone que el adulto reciba al niño como si fuera un extranjero, pasible de vol-
verse más o menos familiar o idéntico.
A veces, una educación no puede avanzar en su despliegue y entra en un impasse sin salida cuando
el niño comienza a tener dificultades en el proceso de filiación simbólica o familiarización. En ese
momento deja de dirigirse a los otros –el Otro- como un “niño con nombre y apellido” y comienza a
vagar con una etiqueta colgada donde se anotan todos sus “necesidades”.
Una educación se vuelve un acontecimiento difícil cuando al adulto le resulta imposible desplegar
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el des-encuentro con un niño, es decir, el retorno de lo infantil. Esa imposibilidad adulta da lugar a
diversas suposiciones de excepcionalidad infantil, asi los pequeños quedan a la merced de faltas de
oportunidad de ser diferentes de la manera que se supone y desean que sean, lanzando al niño fuera
del lazo social, y pasando a encarar El-Niño fantasmado.
La expresión “hablar del niño” y “hablar con un niño” no son equivalentes. El hablar de las necesi-
dades y los intereses del niño es un habla de especialista. Los especialistas hablan de El-Niño a
otros, el Otro. Cuando le hablan a un niño, le hablan desde el saber sin nombre propio, el saber del
El-Niño. El “hablar con un niño” está en función del reconocimiento, por parte del viejo, de cómo
es aquel extranjero al “si mismo adulto” que el des-encuentro con el pequeño ser realimenta.
La supuesta extranjeridad del bebe, es la otra cara de una posible educación. La familiaridad busca-
da y producida deriva de una extranjeridad que reclama para si una educación como complemento,
en última instancia, siempre imposible (imposible freudiano).
La educación para un sujeto implica dirigirle la palabra a un niño, hablar con el. En la educación,
las palabras vacías entran por un oído y salen por otro. Lo que cuenta es la palabra con posibilidad
de encontrar plenitud, es decir, de desplazarse y condesarse con otras, de modo de instalar la pre-
gunta: ¿Qué me quiere ese que me habla de ese modo?
---
La tesis de que los niños hoy son diferentes, no es nueva. A lo largo de la historia, los viejos de
turno siempre atribuyeron los mismos tributos a los pequeños recién llegados. Me parece que hoy
no amamos ni odiamos a nuestros niños ni más ni menos que en otra época. Ellos son objetos de
amodio. Los odiamos porque dicen la verdad de la falta de proporción sexual y de la transitoriedad
de la existencia y los amamos porque la vida en compañía de ellos también nos ofrece más de una
coartada para insistir en que nada queremos saber acerca de las verdades.
El amor-puro da lugar al niño genérico, especie de buen salvaje o de niño-muerto desprovisto de
todo lo infantil, siempre en riego de perder su inocencia (ej.pedofilia). Por su parte, el odio-puro in-
sufla el oscuro reverso de la versión de El-Niño, dando la figura del mal-salvaje y extraterrestre.
No se trata de nuevas subjetividades infantiles o de niños nuevos que han de ser celebrados, sino
combatidos. Se trata de figuras fuera del tiempo discursivo. Ni el salvaje ni el extraterrestre llegan
a tener una infancia en cuanto perdida, es decir, nunca llegan a ser viejos en una polis.
No hay educación posible si el pequeño ser esta marcado por la salvajería o la extraterritorialidad.
Por eso, si los niños quedan al margen, es porque lo dejamos cuando renunciamos al acto de educar,
lo dejamos de lado para no saber de eso “mismo” que nos hace extraño a nosotros mismos. La re-
nuncia del adulto a educar al niño es una especia de infanticidio simbólico.
El sueño de la modernidad, la infancia y la escuela.
El hombre se sueña a sí mismo de modo de inventarse siempre como Otro. En los tiempos moder-
nos, el hombre pasó a relacionarse consigo mismo, con su extranjeridad y con los otros de una nue-
va manera.
El niño, al llegar al mundo después de los adultos, rápidamente se hace depositario imaginario de la
diferencia temporal. Así, la diferencia moderna entre el pasado e historia dio impulso a la invención
ce una infancia también moderna: “la infancia fue el precipitado de la inmortalidad terrena a la que
aspiraba la Edad Moderna”
El hombre moderno se termino entregando a un sueño de un mundo diferente, un mundo donde rei-
nara la libertad, la igualdad y la fraternidad. En la modernidad, el adulto comenzó a esperar que el
niño que llegase a disfrutar del futuro de ese otro mundo. La diferencia niño/viejo se convirtió en un
objeto de singular tensión psíquica y social, tal vez bajo la forma que nunca antes se viera en la his-
toria de los hombres
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---
La llamada escuela republicana fue la figuración discursiva más acabada de la infancia llamada mo-
derna. La escuela incorporo la tensión narcisismo/deseo inserta en la infancia y también funciono
como maquina movida por el deseo, poseedora de gran fuerza subjetivizante.
El escenario escolar llamado tradicional gira en torno de una paradójica demanda dirigida a los ni-
ños. Implica, por un lado, una dialéctica ente el niño y su psicología infantil, reprimidos a la intimi-
dad privada del hogar, el lado del “alumno” que asiste a la escuela y, por eso, pasa a estar bajo la
mirada publica. Por otra parte, la escuela implica una máxima diferencia ente adulto y niño y para-
dójicamente una negación de la misma. La escuela nació como un lugar otro, no familiar, donde los
niños son interpelados para responder como si fueran adultos que no son.
Es la división del mundo en dos escenarios: escuela y familia, lo que posibilita la denegación de la
demanda adulta. La escuela no les pide a los niños que sean adultos, sino que parecieran serlo. Y en
este juego es donde se dirimen las oportunidades de que el niño se encamine en la demanda adulta.
Desafortunadamente, hoy en día, la desaparición de la diferenciación entre lo escolar y lo familiar,
implica una demanda que no se deniegue a sí misma y por lo tanto, condena a los niños a responde
en lo real del acto, que dejen de lado el “hacer de cuenta”. Hoy la escuela les pide a los niños que
sean normales y felices, es decir que sean allí donde es fantasmado El-Niño.
Hoy, a medida que la demanda de los adultos apunta al montaje de una vida cotidiana de relaciones
adecuadas se sitúa a la educación de los niños en el registro de la complementariedad. Así pues, los
adultos aparecen ante los ojos infantiles como individuos movidos por necesidades claras y distin-
tas, pero no se mueven en la vida como embajadores animados por un espíritu siempre extranjero –
siempre Otro- y se presentan ante la mirada de los peques como seres asépticos no movidos por el
deseo.
V – La infancia y la escritura de una nación.
Neil Postman atribuye el agotamiento de la infancia moderna a la aparición del telégrafo, germen
de nuestra omnipresente televisión. En mi opinión, señala un hecho interesante: el cambio en el
seno de la diferencia entre las generaciones del lugar reservado al aprendizaje de la escritura. Antes
los libros y escritura era un secreto del mundo adulto, pero hoy, cuando el “viejo” llega al hogar, el
niño que paso horas delante de la pantalla ya está al corriente del mundo del viejo. Hoy ya no es ne-
cesario husmear en el armario o biblioteca del adulto para saber los secretos del adulto.
La invención de la imprenta posibilito la re-producción de una vida letrada. Los niños se convirtie-
ron, en tiempos modernos, en depositarios de ese otro horizonte en el que se tocan lo extraño y lo
familiar que la escritura reabre una y otra vez.
Que leer no sea lo mismo que ver televisión no es una novedad ni un drama existencial. La escritura
y lectura entrañan en sí mismas una forma de experimentar el tiempo, y por otro, la falta de propor-
ción entre las generaciones; al parecer nada puede llegar a ocupar su lugar.
Necesariamente, a la alteración en el lugar de la escritura y lectura le debe corresponder un cambio
en el estatus de la escolarización, ya que fue la escuela del siglo XIX la que los adultos inventaron
para introducir a los niños en un mundo letrado y viejo.
+++
La enseñanza de las letras, marca para siempre la vida psíquica. La escritura abre la posibilidad de
otra forma de habitar el mundo, es decir, el campo de la palabra y del lenguaje. Instala la posibili-
dad de habitar mundos diversos, pues la escritura implica otra relación del sujeto consigo mismo y
con los otros.
Pommier delimita una línea genética, no evolutiva, de la escritura, a través del despliegue de la ope-
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ración de represión psíquica que hecha sus raíces en el trabajo onírico. El surgimiento del habla
también implica el despliegue de la represión, pero se trata de una génesis diferente a la que se tra-
ma en el nacimiento y renacimiento de la escritura.
La escritura echa raíces en la estructuración de la vida psíquica. La psicopedagogía clínica no deja
dudas de que escritura y sujeto se superponen a través de la represión psíquica. La escritura no es un
simple epifenómeno cognitivo, esta entraña un plus, una diferencia psíquica, es un pliegue discursi-
vo en el interior del campo de la palabra y del lenguaje y, por lo tanto, atañe a la implicación del su-
jeto en el deseo.
Cuando un niño nace en una cultura letrada, la escritura espera por él en el propio núcleo de la vida
discursiva cotidiana. Esto opera como una disposición constitucional para que un niño aventure a la
escritura. El hecho de que la escritura ya esté presente convoca al niño a dejarse tomar por ella para,
de ese modo, dar cuerpo a su renacimiento.
+++
La universalización de la escuela fue resultado del debate entre liberales y católicos a fines del siglo
XIX. La escolarización y alfabetización masiva no son efectos de la industrialización ni del desarro-
llo capitalista como pretende los economicistas. La escolarización fue el efecto de un proceso de
participación en la fundación de una nación, mientras que la alfabetización masiva fue la respuesta
sintomática a esa participación de la generación anterior en la polis.
Para los tiempos modernos, la escritura y escuela se presuponían mutuamente. El dispositivo discur-
sivo escolar invocaba a los niños a lanzarse a la escritura.
Un niño no puede no aprender lo que se le enseña, que es ofrecido por el mundo adulto. El niño es
a-priori lanzado al lazo social y en él quiere estar y participar. Un niño aprende algo y así es
aprehendido por el mundo a medida que crece. Por un lado, aprender, implica una cuota de transfor-
mación de la existencia y, por otro, el reconocimiento de una diferencia valorizada. Un niño se lan-
za al saber sobre aquello que el adulto sabe porque algo en las entrelineas del dispositivo discursivo
escolar “dice” que vale la pena correr el riesgo de renunciar a su forma de ser para, con el tiempo y
gracias al esfuerzo propio, devenir otro, uno más “cercano” a aquel que enseña y aparece como em-
bajador del mundo de los grandes.
Existe una brecha psicosocial, se dice que “los pobres no aprenden” porque la escuela, además, de
transmitir una serie de contenidos epistémicos y culturales refractarios a la realidad de estos, tam-
bién haría de acuerdo con una lógica o una racionalidad refractaria a sus formas idiosincrásicas de
pensamiento.
Este razonamiento tan reaccionario como tautológico se impuso en el campo pedagógico: unos
aprenden porque la escuela transmite lo que ya les estaría dado aprender, mientras que otros no
aprenden lo que no les estaría dado aprender por ser como son.
Sería factible disminuir esta brecha psicosocial, que se ha construido como inherente a la realidad
social. Por eso lo que se ha de ofrecer a los nuevos clientes (pobres) de la escuela siempre debe ser
“simple” e “instrumental” para que resulte “adecuado” tanto a las formas más rudimentarias de la
existencia sociocultural, como a las lógicas idiosincrásicas de aprender la vida y en la escuela.
VI – Infancia, lazo social y deuda simbólica.
(Comienza el capitulo explicando el mito de tótem y tabu, no lo transcribo porque lo sabemos de
memoria jaja después habla sobre la religión en algunos textos, yo puse unos fragmentos porque la
verdad es que no me pareció relevante y son cosas que ya sabemos).
Así como lo reprimido retorna disfrazado, el tótem producido recuerda simbólicamente la idea del
padre-muerto que, en virtud de haber supuestamente amado a todos nosotros por igual, exige la re-
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nuncia colectiva a los deseos incestuosos. La pretensión de olvidar el crimen de origen condena a
los hombres al malestar de una culpa que, a su vez, se intenta expiar por medio de la ilusión de que
el padre efectivamente existió, de que estuvo vivo y de la denegación de la hermandad simbólica
que los produjo hijos hermanos entre sí.
En el “Provenir de una ilusión”, Freud destaca la obligación del hombre de tomar “conciencia de
una necesidad social”, de la renuncia colectiva a la satisfacción total de los instintos, en lugar de
continuar acreditándola en el cuento de Dios-Padre.
En el “Malestar de la cultura” Freud insiste en señalar que el error de las transformaciones cultura-
les pretendidas reside en profesar “un desconocimiento idealista de la naturaleza humana”. Se refie-
re a la “miseria psicológica de las masas”.
Freud señala, de este modo, que la suerte de la civilización depende de que no se apuesten todas las
fichas en el amor religioso del jefe y/o del prójimo como lazo de lo social. En efecto, ello no podría
eliminar la “rivalidad” inherente a la llamada naturaleza humana, aunque Freud nos advierta que di-
cha rivalidad “no significa necesariamente hostilidad” pues “solo se abusa de ella para justificar esta
ultima”.
+++
Cuando un viejo le dirige la palabra a un niño, se instaura la posibilidad de la producción psíquica
de un tiempo de infancia, y por lo tanto, de la renovación de la diferencia extranjero/familiar en
nuestro mundo cotidiano. Más allá de las pequeñas excusas de nuestra vida cotidiana nos dirigimos
a los niños con la esperanza de saldar una deuda simbólica, que contrajimos cuando éramos peque-
ños con los adultos significativos para nosotros. Precisamente en el extremo contrario de no hablar
con el niño puede adquirir la forma concreta de entregarlo a los abuelos para que lo críen. Aquí se
intenta, por lo contrario, saldar en lo real la deuda entre las generaciones y no lidiar con la diferen-
cia madre/mujer, siempre infelizmente recordadas gracias a la vida cotidiana con los niños.
Todos nosotros dejamos en la vida una cuenta pendiente en el registro de las expectativas paternas.
Independientemente de nuestro esfuerzo, de la magnitud de las deudas y el reclamo de nuestros pa-
dres, siempre se decanta la experiencia subjetiva de estar en deuda con ellos. Al no poder conocer la
magnitud de lo adeudado, el adulto sabiamente resuelve reconocer que debe algo y, que por lo tan-
to, pagara, pero dejando para mas adelante aquello que sin duda alguna siempre restara. La deuda
que el pequeño ser recibe por medio de la educación, lejos de liquidarse con el tiempo, mantiene su
poder de endeudar de modo tal que, cuando el crezca, repetirá la negociación practicada por el adul-
to que le precedió. Así cada uno de nosotros intenta en la educación de un niño llegar a reponer algo
que quedo pendiente en nuestro trayecto. En otras palabras, cuando educamos lo hacemos en nom-
bre de la deuda que recibimos de las generaciones precedentes.
La modernidad se forjo precisamente como una nueva forma de posicionamiento frente a la tradi-
ción, una nueva forma de plantear la deuda simbólica con los ancestros, de inventar a los precurso-
res de la polis, dando lugar a una infancia singular como figuración radical de la falta de proporción
en la vida sexual y entre generaciones.
La llamada desaparición del poder instituyente de un tiempo de infancia es el resultado de un des-
ajuste no metafórico en el nivel de los dispositivos educativos. En particular, el desajuste discursivo
que afecta por completo a los niños de hoy seria la marca de una posición de no reconocimiento del
“adulto” en relación a sus antecesores. La degradación de la vida con los niños es expresión del he-
cho de que los viejos no quieren ser viejos, no quieren reconocerse hijos de precursores.
Lo que ha sido llamado como “desaparición de la infancia moderna” seria función de una posición
particular respecto del proyecto de vida moderna en la polis, es decir, función de la posición incons-
50
ciente del adulto, respecto de los ancestros que se lanzaron a la invención republicana y democráti-
ca, como una figuración posible de la alianza fraterna. La imposibilidad de metaforizar el resto que
se produce al dirigirse a los niños expresaría el rechazo de los adultos de su deuda simbólica con los
padres de la democratización de la vida de sociedad.
La situación de infanticidio simbólico es la marca registrada de un mundo que renuncia al deber de
“educar al soberano”, como insistían nuestros ancestros. Lo que está en riesgo es la travesía de un
niño de un lado al otra en el campo de la palabra y del lenguaje.
El campo de la educación.
Al hablar del campo de la educación pensamos el "espacio" donde transcurren los hechos y proce-
sos educativos, donde se pone en juego, en un "tiempo" un "hacer" que subjetiva. Este "espacio" por
excelencia es la institución escuela. Colé la define como el contexto educativo en el que la cultura
actúa a través de él como mediadora del desarrollo socio-cognitivo (Cole, 1984).
Para evitar confusiones prefiero ubicar el campo de la educación como espacio colectivo de ense-
ñanza-aprendizaje, en el que se producen los encuentros de los sujetos entre sí y con la cultura, en
el que es posible un "hacer" con otros en el que la intervención del adulto, profesional docente,
aporta un modo de ayuda contingente que busca andamiarse en la zona de desarrollo potencial (Vi-
gotsky) del otro, para posibilitar una experiencia cultural que sólo será viable en la medida en que
se produzca en el espacio transicional (Winnicott) y en un tiempo lúdico.
Estamos hablando de pensar el campo de la educación como un espacio que si bien se sostiene en
una dimensión física y en otra social, es siempre virtual, inter-subjetivo e interactivo.
Como señala Cullen "El tiempo escolar del aprendizaje es tiempo de producción diferenciada de
sentidos y de construcción de reglas comunes para su comunicación. No es tiempo para "sujetar" el
deseo de aprender, disciplinando el cuerpo para que el intelecto vea las esencias, o disciplinando la
experiencia para que la razón construya objetos. Es tiempo para producir sentidos y reglas de comu-
nicación social en la apropiación de los saberes y los conocimientos enseñados. El tiempo del
aprendizaje no es un tiempo "empresario". Es, fundamentalmente, un tiempo lúdico, que genera sus
propias reglas sociales de producción diferenciada y de comunicación comprensiva. Es un tiempo
creador, gozoso, porque es un tiempo de producción y comunicación." (CULLEN, 1997, pág.
51
53/54)
El "hacer" que tiene lugar en este espacio y en este tiempo, no se reduce a un "hacer tareas" de acti-
vidades de efectuación. Me refiero a un hacer creativo, lúdico, interesante y que implique activida-
des estructurantes, y motivadoras. Lo pienso relacionado con los contenidos escolares, y con las ac-
tividades que se proponen para que el alumno los construya. Presentarlos como saberes abiertos, in-
completos, imperfectos, pasibles de revisión y recreación.
Para ello, habrá que estar dispuesto a modificar las rutinas habituales de las estrategias didácticas,
dispuestos a interrogar los propios saberes e interrogarnos, dispuestos a explorar otros caminos de
acceso y es necesario dominar con destreza y profundidad el conocimiento que se le propone al
alumno, esto es, conocer los orígenes, los problemas que intentan o intentaron resolver y compren-
der los contextos de producción de esos saberes y presentarlos esos saberes articulados.
El problema es que a los contenidos escolares se los presenta como formando parte de una curricu-
la, y no como formando parte de la cultura.
El proceso educativo es un proceso de construcción de subjetividad, porque se trata de un proceso
en el que se inserta al sujeto en la cultura, y se lo hace desde lo escolar.
No se trata de competir con el mundo del espectáculo para atrapar la atención de los alumnos.
De esta manera, el interés por aprender, el esfuerzo que haremos por lograrlo, el que valga la
pena intentarlo, implica un trabajo y un proceso, de ninguna manera es algo que pueda darse mila-
grosamente y de una vez para siempre.
El interés puede ser así pensado como una cuestión a construir, a posteriori y no necesariamente
un a priori. Esta construcción implica generar en el aula un espacio "virtual" y dedicarle un tiempo
al que llamaremos "lúdico" en el que tendría suceder algo que podríamos llamar "una experiencia
cultural”, la podríamos describir como una zona intermedia (Winnicott), un espacio intersubjetivo
que se localiza en el aula y en la institución escolar, pero que sólo puede ser conceptualizado en tér-
minos de lo virtual o potencial. En ésta zona (3ra.) contribuyen la realidad interior y la vida exterior,
entre lo subjetivo y lo que se percibe como objetivo. En esta está el juego, la creación, la aprecia -
ción artística, los sentimientos religiosos, los intereses, la motivación. Pero (Winnicott) también
puede ser cubierta con el fetichismo, las adicciones, las mentiras, el robo, la pérdida de los senti-
mientos afectuosos, los rituales obsesivos, etc.
Es una zona de experiencia que no es ni interna ni externa, porque es compartida y sostiene la po-
sibilidad de la labor científica creadora y las intensas experiencias que corresponden a las artes y la
investigación científica. El maestro apunta a ese enriquecimiento.
Y es aquí, en este lugar, en este espacio virtual que va del juego a las experiencias culturales, donde
el niño y el adulto están en libertad de ser creadores. Es un modo de concebir la educación como
creación, y ya no como mera reproducción, repetición. Jugar es hacer. Y el hacer, en educación, es
aprender. El aprender lleva tiempo, pero un tiempo de repetición, afianzamiento y aplicación, en el
sentido clásico del término. Se trata de un tiempo lúdico, de creación.
En nuestro caso, rescatar lo lúdico del enseñar y el aprender significa idear modos creativos y nove-
dosos de abordar y resolver los problemas, llenar de significaciones los datos y los conceptos, abrir
espacios para construir procedimientos y sentidos, como propone un verdadero hacer constructivis-
ta.
Hemos entendido la actividad del alumno como una necesidad de actividad cognitiva pero hemos
obviado su calidad de sujeto político en relación a la institución escolar y a los procesos que allí
acontecen. Interpelamos a sujetos pedagógicos, no a sujetos políticos con deberes y derechos. En
este sentido cierta psicología ha contribuido a construir un alumno entendido como sujeto epistémi-
52
co y pedagógico, lo que lo ha des-subjetizado al sujeto de la educación.
El problema de la motivación es el desafío de trabajar en el espacio potencial, virtual y compartido,
en el cual se construye, se gesta y se sostiene el deseo y el compromiso. La cuestión del aprendizaje
y de la enseñanza es un problema colectivo, social, a construir en el aula y en la escuela. Y depende,
más que de cada sujeto, de la manera como presentamos los saberes y de lo que le proponemos al
alumno que haga con ellos, esto es, del sentido de la tarea. Un sentido que no se agota en el trabajo
de las ideas previas, que no es solo cognitivo, sino fundamentalmente humano, y por tanto, social,
compartido y legitimado.
Los aportes de la psicología y el psicoanálisis al campo de la educación
"Psicología de la Enseñanza"
Se advirtió que dicha teoría tiene un amplio valor heurístico respecto a la problemática del aprendi-
zaje. Pero no en todos los casos se tuvo en cuenta que por mucho material que nos aporten las in-
vestigaciones psicológicas y por excelente que sea la calidad de éstas, no nos evitan el trabajo de
tener que construir, a partir de las investigaciones pertinentes, las estrategias didáctico-pedagógi-
cas que la psicología no puede proporcionar. Por el contrario, nos obliga a hacerlo.
a- La psicología investigó los procesos de aprendizaje en contextos no escolares, en ámbitos de la-
boratorios y experimentales.
b- Al conocer cómo se aprende, se creyó que se podía sin más inferir de allí la metodología de ense-
ñanza adecuada. Pero el conocer los procesos cognoscitivos puestos en juego en los procesos de co-
nocimientos, no nos autoriza a realizar deducciones acerca de cómo guiar ese proceso desde fuera.
c- Los resultados acerca de cómo se aprende, y sus consecuentes indicaciones acerca de cómo ense-
ñar, se han traspolado al aula, pero es casi una simpleza decirlo, nadie enseña (ni aprende) de la
misma manera en diferentes instituciones; cada institución impone modalidades peculiares a la
práctica docente, y también regula de manera diferente los comportamientos de los alumnos.
En consecuencia, es necesario que se preste atención al modo como la investigación se relaciona
con la práctica, y a las posibilidades que tienen docentes e investigadores para entablar un diálogo
fecundo y enriquecedor para ambos; creando instancias de articulación entre el conocimiento gene-
rado por la investigación psicológica y el conocimiento generado por la práctica docente; entre el
conocimiento científico y el conocimiento pedagógico, entendiendo que las estrategias de enseñan-
za que el docente utiliza, dependen tanto de sus representaciones acerca de los procesos de enseñan-
za-aprendizaje, construidas a lo largo de su práctica, como del marco conceptual que pueda soste-
ner.
¿Qué aportan las psicologías al campo de la educación?
Hay dos grandes preguntas se han hecho y que creo que es el aporte más interesante que pueden
realizar al campo de la educación.
La primera, es la pregunta que se hiciera Piaget y que posibilitó el enorme desarrollo de la psicolo-
gía: ¿Cómo se pasa de un determinado nivel de conocimiento a otro mayor?
Piaget realizó durante más de cincuenta años, decenas de investigaciones a partir de las cuales fue
diseñando una construcción conceptual que aún hoy sigue vigente e inspira nuevas investigaciones.
Las investigaciones piagetianas dan cuenta de los aspectos estructurales y funcionales del desarrollo
cognoscitivo (tipos de estructuras y mecanismos responsables de su funcionamiento). Sobre la base
de conceptos claves tales como el de estructura, esquema, invariantes funcionales, equilibración,
conflicto cognoscitivo y otros, Piaget explica cómo se produce ese paso de un nivel de conocimien-
to a otro mayor, explicando tanto el proceso como las variaciones estructurales que se producen.
La segunda es una pregunta que está inspirada en la teoría de Vigotsky, y su formulación no hace
más que demostrar que la tarea de educar es una práctica política. ¿Cómo intervenir desde fuera e
53
incidir en el desarrollo orientándolo de determinada manera y hacia determinados fines?
Las nuevas teorías cognitivas se nutren de esta perspectiva para intentar reformular y superar los
postulados originales herederos del conductismo.
Conceptos claves de esta teoría son el de ayuda por medio de la cual el adulto le -presta- al niño sus
funciones psicológicas, las que, al encontrarse con la zona de desarrollo próximo del otro, potencian
el desarrollo real. En este modelo, la mediación instrumental y la mediación social son ejes del pro-
ceso de desarrollo, ocupando el lenguaje un lugar destacado en la formulación vigotskyana.
El mecanismo responsable de la transformación de las ideas está dado por el proceso de interioriza-
ción. Sin embargo no queda claro cuál es el mecanismo responsable de esta interiorización. Lo que
sí sabemos es que aquello que comenzó siendo social, externo, compartido, pasa luego a ser interno.
El sujeto puede valerse de ello como propio, manteniendo a nivel mental las mismas ventajas que
tenía el proceso social externo y supone la adopción estable de esos mismos procesos en el pensa-
miento interno.
La respuesta que podremos encontrar en la concepción vigotskyana es la siguiente: la significación
no es de carácter individual sino social, y no se plantea en el plano de la representación sino de la
acción. Por tanto las construcciones de sentido que el sujeto construya dependerán de un sentido
compartido construido y de las actividades a partir de las cuales se lo haya construido.
¿Qué funda el psicoanálisis?
A partir de Freud, ya no será sujeto de la conciencia ni de la razón, sino sujeto del inconciente, de la
no-razón, de la falta, la carencia, ya no más completud ni su búsqueda.
Funda también, junto a este nuevo sujeto, una nueva concepción del saber: un saber que no se sabe,
diferente al socrático, en tanto el -sólo sé que no sé nada- se funda en un no saber de conocimientos;
diferente al cartesiano, que sólo en la duda se encuentra, puesto que no se trata de dudar acerca de
los conocimientos sino acerca de la posibilidad de saber sobre aquello que está vedado, pero que
en la misma duda, constituye lo subjetivo. La pregunta aquí es una pregunta sobre el saber y sus vi-
cisitudes.
¿Qué alertas nos merece esta inclusión?
Estar atentos a que, de lo que hablamos en curriculum no es de sujetos barrados ni de saberes, sino
de sujetos-alumnos y de conocimientos construidos y a construir. Que, desde la duda socrática o
cartesiana, podemos ayudar a la construcción de conocimientos, y que el problema del saber, psi-
coanalíticamente hablando, no es del campo pedagógico, aunque desde allí se construyan subjetivi-
dades, puesto que de lo que hablamos en educación es de sujetos cuya constitución subjetiva prima-
ria, constitucional, primordial, fue construida en otro lugar, a partir de otros referentes, en marcas
que atraviesan allí donde la escuela no entra.
¿Cómo conciliar entonces estas posiciones: el curriculum, el saber y el sujeto desde una
perspectiva psicoanalítica?
Para intentar una respuesta, veremos tres posibles lugares para pensar la educación desde un mirada
"psi", tomando como referencia el esquema con el que iniciamos este apartado:
1- Investigaciones, desarrollo teóricos, ensayos, etc. psicológicos que, sin tener como objetivo lo
educativo, pueden realizar aportes al campo de la educación.
2- con el objetivo de explicar, comprender o resolver aspectos relativos al campo educativo, se
construyen con miras a este objetivo pero fuera del campo de la educación. "Psicología para
la educación".
se inscriben en el campo de la educación y desde allí contextualizan los problemas, explicacio-
nes y propuestas. A este tercer grupo lo podemos denominar: "Psicología de y en la educación".
En el primer grupo citado, encontramos trabajos que aportan conceptos heurísticamente valiosos
54
para comprender algunos de los grandes problemas que subyacen a todo proceso educativo: concep-
ción de sujeto, posiciones relativas del sujeto en función del medio, los objetos, los otros sujetos, la
cultura, etc., mecanismos psicológicos responsables del desarrollo, relaciones entre desarrollo, co-
nocimiento y educación, concepción de saber, modos de interpretar el aparato psíquico, etc. Por otra
parte, se nos presenta el problema de cómo transferir los resultados de estas teorías, cuyas formula-
ciones se consideran de interés para el campo educativo, pero que no fueron pensadas ni realizadas
con el objetivo de atender específicamente a este campo. Al intentar leer los problemas de la educa-
ción desde este lugar, se nos presentan dos inconvenientes (cuanto menos):
1. Hacemos una transposición de conceptos e hipótesis que, por su alto valor explicativo alcanzan al
problema que nos interesa explicar o comprender, pero lo logramos a costa de un reduccionismo
psicologizante (o psicoanalizante) y teórico dado que difícilmente en este nivel, podamos lograr ar-
ticulaciones teóricas satisfactorias, pese a los esfuerzos que se vienen haciendo en este sentido.
2. Al limitar la explicación del problema a la perspectiva psicológica desde una particular teoría, ce-
rramos en lugar de abrir el problema, lo explicamos desde esos conceptos prestados, lo empo-
brecemos y la respuesta que damos es, necesariamente insatisfactoria.
En el segundo grupo, encontramos trabajos que aportan conceptos importantes pensados en rela-
ción más o menos directa con los problemas educativos pero para los cuales no mediaron investiga-
ciones educativas que den cuenta de manera concreta (y no sólo especulativa) del modo como esos
conceptos podrían jugar cuando de lo que se trata es de verlos actuando en el campo de la educa-
ción. Si bien es de gran interés pensar los problemas de la educación e intentar nuevas resoluciones
apelando a conceptos extraídos de otras teorías no educativas, dado que partimos de admitir que la
inclusión de algunas nociones de otras teorías permitiría desplazar algunos interrogantes permitien-
do su reformulación, el riesgo que se corre es el de no lograr un ajuste adecuado cuando de lo que
se trata es de pensarlos en situación.
En el tercer grupo, encontramos trabajos que responden a dos categorías diferentes:
1. Investigaciones que intentan dar cuenta de los procesos subjetivos puestos en juego en los proce-
sos de enseñanza-aprendizaje, centrados en una visión microgenética, y escasamente han logrado
dar cuenta de los procesos político-institucionales y organizacionales más amplios. Son en su
gran mayoría investigaciones de corte didáctico que indagan los procesos psicológicos del apren-
der en función de la intervención del docente y de la mediatización de recursos (no siempre ne-
cesariamente los típicos "recursos didácticos escolares"), métodos, técnicas, etc.
2. Investigaciones que, interdisciplinariamente, han intentado abarcar desde una visión macro social
y política los procesos institucionales, desde la articulación cotidiana de la -cultura escolar- y sus
-actores-, pero aún se les escapan los procesos inter e intrasubjetivos en su interrelación con los
político-institucionales. Se trata de investigaciones que buscan dar cuenta de los atravesamientos
político institucionales que soporta el proceso de enseñanza-aprendizaje en el aula.
3. Las dificultades teóricas y metodológicas que implica este tipo de estudios, explica en parte, los
pocos trabajos que se realizan en esta orientación, como así también las dificultades propias de arti-
cular procesos micro y macro; psico-sociales y socio-institucionales; sin reducir los análisis a espe-
culaciones ideológicas o a explicaciones psicologizantes.
El desafío está en ser capaces de encontrar métodos y técnicas adecuadas para investigar procesos
psicológicos, cognitivos, subjetivos y subjetivantes.
Es por ello que insistimos en una psicología que, orientada epistemológica, teórica y metodológica-
mente realice investigaciones y prácticas en el campo educativo. Sólo esto podría legítimamente
considerarse como una psicología de la educación que coadyuve a comprender el campo educativo
55
desde la especificidad de los problemas que estaría llamada a atender, comprender, explicar y/o re-
solver.
III. El psicólogo en el campo de la educación
Ahora bien, cuando de lo que se trata ya no es de la psicología sino del psicólogo, como profesio-
nal, entran en juego otras cuestiones: el oficio del psicólogo educacional, la formación que tiene y
que puede poner en práctica en cada caso, en cada institución. Esto es, problema de índole más
pragmáticas y subjetivas, porque aluden a las prácticas y a los modos de ejercer el rol.
Como señala Ovide Menin "En cuanto al psicólogo como tal, más allá, o más acá del campo donde
se inserte, prefiero concebirlo como un profesional, en el sentido de quien se distingue por su accio-
nar, con teoría e instrumentos distintivos que le dan identidad por el trabajo que realiza y los proble-
mas que aborda, dentro de la amplia gama de divisiones a las que lo somete el orden social estable-
cido (Menin, 2000).
60
están aquí presentes la idea de caridad para la pobreza, ni de la objetalización de niños y niñas.
Juanito tiene una vida, y puede vivirla.
"Juanito Laguna es un niño de extramuros de Buenos Aires o de cualquier capital de América
Latina. Es un chico pobre, pero no un pobre chico. No es un vencido por las circunstancias, sino un
ser lleno de vida y esperanza que supera su miseria circunstancial porque intuye vivir en un mundo
cargado de provenir. Juanito Laguna forma parte de una narrativa hecha de elementos de su propio
ámbito. Los materiales con que hago mi obra, no los busco muy lejos de su barrio. En los baldíos,
en los senderos, encuentro-los rezagos de la gran industria que son recuperados por esa población
aledaña de inmigrados del interior argentino, o de los hermanos países vecinos. ¿Y por qué el
collage o pegamento y no lo exclusivamente pintado con pincel en el tema de Juanito? Porque de
esta manera logro una mayor intensidad expresiva. Esos materiales son equivalentes a su ámbito
habitacional."
Si bien la niñez actual se redibuja, preferimos terminar nuestro recorrido con este pintor, en tanto
expresa el modo que consideramos más "ideal" en términos de aportes para la construcción de una
niñez más escuchada, respetada y querida en el imaginario social
62
los habían secuestrado. Este juego de los niños perdidos reclamados por un adulto pone sobre el
tapete la pregunta: ¿Puedes perderme? El jugar al puedes perderme es una señal inequívoca de que
una falta en el Otro se ha percibido.
En la cuarta escena grupal, se pone en acto el no saber, sólo posible si una falta puede ser registrada
en el sujeto e inscripta en el Otro. Surge la pregunta por el origen. En este sentido podemos decir
que sólo habrá posibilidades de saber si un enigma es posible.
En la quinta escena grupal retorna nuevamente la mirada sin velo, sin recorte, el control absoluto
que paraliza toda producción. En ese momento, se produce una reserva en relación al otro,
rompiendo las producciones, guardando un secreto, inventando un recuerdo. Sólo si hay reserva el
Otro ya no será devastador.
En la sexta escena grupal, aparece el deseo de saber un poco más, y los juegos ligados a la
presencia-ausencia. Una vez más se evidencia la tensión entre la ausencia y la presencia absolutas, y
el portarse mal, reflejando la imposibilitados de poder pensar una presencia en la ausencia, y una
presencia recortada, velada. Por otro lado, se comienzan a registrar intercambios ligados a lo
amoroso.
Estos modos de tramitación se acompañaron y apoyaron con la intervención producida en la
finalización de los talleres, ligada a la necesidad de generar un registro de la experiencia.
Utilizamos como recursos a la fotografía y al ritual de la fiesta, en la cual estuvieron presentes la
comida y el disfraz. Dicha intervención produjo como efecto el registro de la finalización del taller.
Las autoras proponen pensar los talleres como espacios de construcción colectiva. Que requiere de
un trabajo “preliminar” para que un niño en situación de “deprivación” social pueda habitar un
espacio, pueda recibir de otro, apropiarse y producir. Sostener una ficción (que no es una mentira)
que haga lugar a la experiencia de recepción del don.
La teorización de Winnicott respecto de la experiencia cultural como espacio potencial, una
tercera zona, la de la experiencia cultural, siendo las otras dos: la realidad psíquica y el mundo real.
Pero se pregunta dónde está ubicada la experiencia cultural, y si la noción de sublimación daría
cuenta de ello. La experiencia cultural constituiría una ampliación de los fenómenos transicionales y
el juego.
El lugar de ubicación de la experiencia cultural es el espacio potencial que existe entre el individuo
y el ambiente (o primariamente objeto), y lo mismo puede decirse acerca del juego. La experiencia
cultural comienza con el vivir creador, cuya primera manifestación es el juego. Este espacio
potencial es el que permite encontrar aquello creado, o crear lo encontrado, paradoja que pone en
juego la anticipación del niño desde el lugar de la alteridad y que ofrece un espacio potencial donde
él se “desarrolle”. Este espacio estaba en la alteridad, pero sólo la experiencia lo construye
permitiendo que el niño lo habite. Si este espacio no se le ofrece al niño/a, el niño “privado” es
inquieto e incapaz de jugar y posee una capacidad empobrecida para la experiencia en el terreno
cultural”.
Los docentes dicen encontrarse con niños sin historia, sin poder pensar que justamente son esos
saberes populares los que constituyen la continuidad de una historia singular y particular. Cabría
preguntarse si el desconocimiento, el rechazo hacia esas creencias del niño y la imposibilidad de
jugar con ellas, no se debe a un extrañamiento, a una lejanía de nuestra propia infancia.
- Ulloa, Fernando (). "La ternura como fundamento de los derechos humanos".
La ternura parental, es decir, la coartación del impulso de apoderamiento del hijo, se fundamenta en
dos habilidades de los adultos:
63
-la empatía: la cual garantizará el suministro adecuado de calor, alimento, arrullo, palabra;
-y el miramiento: el cual garantiza el mirar con amoroso interés a quien se reconoce como sujeto
ajeno y distinto de uno mismo; posibilitando luego su autonomía.
Estas dos condiciones repercuten en los procesos mentales del niño, a través de la formación de un
sentimiento de confianza, de que podrá realizar demandas y obtener satisfacción de las mismas. En
oposición a ello, se constituirá una relación de contrariedad con el daño, el cual es percibido como
extraño a sí mismo. Proceso que será fundamental acerca de la conciencia de que él mismo puede
ser causa externa de sufrimiento para otros.
Así la ternura atendiendo a la invalidez infantil hace posible desde el suminstro y la garantía de
autonomía gradual, superar esa etapa inicial y organizar un sujeto esperanzadamente deseante, al
tiempo que sienta las bases constitutivas de lo ético.
Cuando la represión cae sobre los niños, no lo hace sobre una invalidez producida por regresión en
un adulto, sino sobre algo que existe naturalmente, un estado propio de los primeros tiempos del
sujeto humano.
El fracaso de la misma, puede darse por exceso, en el caso en que los padres no brindan un
miramiento promotor de autonomía, hay apropiación torpe y se ve perturbada también la
autonomía; el niño se ve atrapado en relaciones simbióticas y patologías que bordean la psicosis.
Asimismo, el niño puede ser privado de este suministro y entonces debe elaborar un duelo que
concierne a la pérdida de lo no tenido. Atenuado es universal y fundamento de la incompletud del
ser; pero si adquiere mayores dimensiones puede organizar vínculos sustitutivos de modalidad
perversa y adicta.
Por otra parte, si el sujeto no contó en grado extremo con la mediación de la ternura y su invalidez
infantil transcurrió en el sufrimiento, la violencia y la injusticia, el sujeto será todas estas cosas.
Estará seriamente comprometida la adquisión del sentimiento de justicia. Se configurará una intensa
perversidad en sentido sádico, donde la violencia siendo algo constitutivo, se ejerce por la violencia
misma. Un sujeto desesperado como individuo deseante, propenso a la dependencia de droga con
muy pocas posibilidades éticas. El apoderamiento será su hábito.
En estos casos, se produce la “inseguridad ontológica” (Laing) lo que no se tuvo en su momento
refuerza lo que no vendrá. El tiempo no es un continum, tampoco el cuerpo, transformado en
escenario de sufrimiento y violentación. Por ejemplo: en adictos, el cuerpo como mediación para el
consumo. Son sujetos para la muerte, no viven en cierta forma, sino que son sobrevivientes.
Otros conceptos importantes son los de encerrona trágica y efecto siniestro, para hablar en contraste
al anterior y en el marco de una reflexión sobre la apropiación de hijos durante el proceso.
El paradigma de la encerrona trágica es la tortura, situación donde la víctima depende por completo,
para dejar de sufrir o para sobrevivir de alguien a quien rechaza totalmente. Otro tanto acontece con
sus familiares.
La tragedia es concebida en una situación de dos lugares opresor-oprimido, sin apelación a un
tercero. Esta falta da a la situación el carácter de encerrona concreta y psicológica. Sin embargo, es
posible que la víctima pueda escapar si encuentra apoyo en el valor de sus ideas y acciones, como
en lazos solidarios que la unen con sus compañeros. Emocionalmente encuentra aquí una apelación
valiosa. Sobre la invalidez extrema de tal situación es que la extorsión se ejerce.
La función de los Derechos Humanos resulta ser una salida frente a esto, romper la encerrona en el
nivel concreto y en el emocional, impedir que los crímenes se secreten.
El psicoanálisis ha mostrado como el secreto oculto, del cual se desprenden indicios, tiende a
promover el efecto siniestro, a la sombra de la renegación de los hechos, sin poder ocultar el temor
y la parálisis resultante de lo que sigue siendo atroz. Se niega que se niega, como una defensa para
64
ocultar lo temido, ocultarse de aquello que atemoriza.
El efecto sinistro promueve una invalidez crónica, propicia cualquier manipuleo político-cultural,
además de económico.
- Carli, Sandra
66
blemas específicos Salud mental
*El niño como objeto de intervencio- *El niño como sujeto de derechos
nes y diagnósticos Escuchar a un niño
Las políticas en salud mental se enmarcan en políticas sociales. Se sustancian en un trabajo que
debería convocar e involucrar la participación de diferentes áreas impulsadas a integrarse a nivel
operacional y trabajar en los niveles territoriales en Red.
Desarrollar acciones para aliviar el sufrimiento implica reconstruir el entramado colectivo,
ampliando y complejizando el tejido social que apoya a los niños y niñas, en un proceso que
pueda revertir y poner un tope a la tendencia a psiquiatrización y a la exclusión.
En este marco, el desafío es implementar políticas de salud mental que enmarcadas en los nuevos
paradigmas, es decir orientadas más a los “cuidados integrales” de las infancias. Para evitar
prácticas desubjetivantes, toda política de salud mental en la niñez debería impulsar procesos de
desinstitucionalización, lo que supone la reorganización de sistemas que no han podido adecuarse a
las nuevas problemáticas psicosociales que se presentan y en los que coexisten contradictorias
concepciones y representaciones, (saberes y prácticas) respecto a los cuidados de salud.
La solución para garantizar el derecho a la salud mental, consiste en la construcción de un sistema
diferente.
Los servicios de salud poseen un lugar privilegiado en tanto mediadores para alojar el sufrimiento
y comprender como se vinculan los niños, niñas y adolescentes con sus contextos. La alteridad
67
como hecho fundante en la constitución del otro humano puede ser pensada también en términos
del encuentro de los servicios con los niños y niñas.
Tratándose de chicos frecuentemente excluidos de los sistemas educativos, estigmatizados y
medicalizados, la mirada y posicionamiento de los profesionales y/o servicios que los escuchan
desempeña un papel clave en los procesos de constitución subjetiva. Este encuentro se convierte
en posibilitador de transformaciones, y puede incidir en los procesos de estructuración psíquica en
momentos tempranos de la vida, generando movimientos tendientes a lograr una disminución del
sufrimiento, y un incremento de las potencialidades propias de la infancia.
Por el contrario, cuando las políticas sociales dejan de satisfacer ciertas demandas de
reconocimiento e integración simbólica, las desigualdades sociales se acentúan, se fomenta la
exclusión y se generalizan las tendencias de desintegración. Estas dos caras del proceso producen
incertidumbre y sentimiento de desamparo (Lechner, 1997). Y frente a la desaparición de las
funciones mínimas del Estado que garantizarían las condiciones básicas de subsistencia, el
sentimiento de desamparo expresa la reactualización de sentimientos de desvalimiento que hay en la
niñez y que dan lugar a lo más profundo de las angustias: se trata de una sensación de des/auxilio,
de des/ayuda, de sentir que el otro del cual dependen los cuidados básicos no responde al llamado y
deja al sujeto sometido no solo al terror, sino también a la desolación profunda de no ser oído y
ayudado (Bleichmar, 2002).
El libro "Los Pioneros. Psicoanálisis y niñez en la Argentina. 1922-1969" se trata de restituir una
trama que la dictadura de 1976 destruyó y silenció, con su consecuencia de olvidos que reclaman
recordar para apropiarse de un rico legado.
Maud Mannoni escribe en 1965 un artículo en el que hacía referencia desde París a una de las
pioneras del psicoanálisis en la Argentina, Arminda Aberastury: "Las nuevas generaciones de
analistas tienen predecesores desconocidos para ellos; algo -las luchas de poder- interrumpió la
historia, y esperamos contribuir a reescribirla".
Esa es la principal intención del libro "Los Pioneros. Psicoanálisis y niñez en la Argentina.
1922�1969": construir un puente entre generaciones en lo que hace a la transmisión del
psicoanálisis con niños en nuestro país. Producir hilvanes allí donde la dictadura de 1976 destruyó,
silenció y produjo olvidos y traumas que reclaman recordar para reelaborar.
Al decir de John Berger, el pasado no está nunca a la espera de que lo descubran, ni se trata de vivir
en él. Se trata más bien de un "pozo de conclusiones" del que extraemos ingredientes para actuar.
Desde esta perspectiva, y en la búsqueda de registros, informaciones y relatos, intentamos buscar
aquellas huellas singulares de la historia que nos permitieron acercarnos a una experiencia cuya
transmisión había sido truncada en la imprescindible cadena intergeneracional que permite la
renovación de la historia social.
El sepultamiento de la genealogía y su ubicación en la categoría de resto a ser eliminado produce un
empobrecimiento para las posibilidades de producción de quienes pretenden continuarla, con sus
obvias y necesarias discontinuidades.
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Bajo la égida de la renegación de la historia, todo avance parece autoengendrado, sin referencias y
sin la necesaria creación de un mojón en la historia. Se produce también en nuestro país una idea
fuerte de dependencia de las producciones extranjeras; habida cuenta de que son ellas las que han
logrado instalarse en el escenario occidental. La admiración y veneración genera una posición de
pasividad frente a aquellos desarrollos que se conciben como ajenos, externos, respecto de los
cuales solo cabe la repetición acrítica y a�histórica.
Nos encontramos con jóvenes que consideran descubrir o construir novedosos dispositivos de
trabajo en el hospital cuando los mismos han sido sostenidos y creados tiempo atrás, con
características diferenciadas por los tiempos. Esto conlleva una dificultad para con la apropiación de
lo previo producido y para la creciente complejización y enriquecimiento que las creaciones y
producciones merecen. Asistimos a la ciega repetición de citas llevadas a la categoría de axiomas de
psicoanalistas más o menos actuales, plenamente descontextualizados del momento preciso de su
formulación.
Eso requiere al mismo tiempo de una recreación y de una innovación que se construya en esa
transición. Los autores que indagamos en esta obra guardan esa particularidad, se trata de los
primeros psiquiatras y neurólogos de niños que incorporaron tangencialmente al psicoanálisis y a
aquellos psicoanalistas que lo abordaron entre 1922/1969. Escogimos especialmente a aquellos que
hubiesen introducido producciones y prácticas novedosas o vanguardistas: Lanfranco Ciampi,
Telma Reca, Lydia Coriat, Eva Giberti, Arnaldo Rascovsky, Arminda Aberastury y Elizabeth Goode
Garma.
Pensamos que el afán de "reescribir" nuevamente una parte de la historia implica tanto un intento de
recuperación como la producción de una pérdida. Pérdida en el sentido del profundo pesar que
produce pensar cuán importante es escribir la historia desde la mismísima actualidad. Supone
también tomar conciencia de la relevancia de registrar los acontecimientos actuales para evitar las
supresiones y deformaciones que se producen cuando ciertas fuerzas de poder se dedican a acallar
la historia. En este sentido, si bien muchos libros se han quemado y muchísimas vidas se han
perdido injustamente, el registro, la escritura, continúa siendo una forma de resistencia que
deberíamos considerar con más frecuencia.
*Doctora en Psicología y especialista en Psicología Clínica en instituciones y comunidad.
1. Algunas disquisiciones acerca del hecho de que las pioneras en psicoanálisis infantil hayan sido
en su mayoría mujeres
A lo largo de todo nuestro recorrido hasta 1969 -y podrían extenderse nuestras consideraciones a
1972- podemos ubicar un movimiento relativamente regular y “ascendente” en cuanto a la
consideración de que sólo las madres tenían que encargarse de la crianza del niño. De un modo
vacilante e incluso muchas veces contradictorio, encontramos a las psicoanalistas rechazando y/o
valorando alternativamente el saber de las madres respecto a la crianza de los hijos.
Lo que resulta curioso es que en ningún caso hemos encontrado argumentaciones respecto al origen
del cual extraen las mujeres ese saber. Queda por tanto hipotetizar desde dos vertientes
fundamentales:
- una adjudicación implícita de un saber de tipo biológico, genético, ligado al sexo femenino.
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- el otorgamiento de un “saber atávico”, que se da en una transmisión de tipo cultural, pero que
circularía por una especie de “vía secreta” de lo femenino.
Podríamos suponer que a los hombres, médicos en su mayoría, se les atribuye un saber desde lo
científico. Un saber respecto de cuestiones de orden técnico: abrigar o no abrigar a los hijos,
vacunarlos o no, derivar a una psicóloga, trabajadora social o educadora que se haga cargo de un
niño o niña, tomarles o no la fiebre y hasta regular la supuesta exageración de los cuidados
maternos en muchos casos (entre otros cabe citar los consejos de Escardó respecto de no angustiarse
si un niño tiene fiebre porque así la madre contribuiría con la enfermedad del niño).
Las psicólogas, en cambio, parecen ser más bien portadoras de un saber “atávico”, no sólo respecto
de los modos de ejercicio de la función sino también de las posibilidades de intervenir con las
madres y los niños. Encontramos una mención de Giberti que aporta a nuestra hipótesis:
Resulta también curiosa la coincidencia del “matrimonio” que solía darse, tanto en la práctica
profesional como en la vida cotidiana entre hombres médicos (aún psicoanalistas) y esposas
psicoanalistas de niños, con formación pedagógica. También en diversos tiempos las mujeres
quedaban frecuentemente situadas en un espacio “auxiliar” a la práctica médica o psicológica.
Igualmente la psicología, frecuentemente abordada por mujeres, tenía ese lugar secundario.
2. Difusión y práctica en psicoanálisis con niños. Una marca argentina
Del recorrido realizado podemos situar dos aspectos de relevancia en nuestro país en lo que hace a
la inmersión del Psicoanálisis con niños, no solo en quienes se dedicaron a ejercerlo o a tomar
aspectos de sus desarrollos sino a la difusión del mismo en la población en general:
- Otro aspecto relevante fue el ingreso del psicoanálisis en el hospital público, y con ello el planteo
de que fuera posible trabajar con niños -y padres- de los sectores más desfavorecidos de nuestro
país. En lo que hace a los miembros de la APA, una amplia mayoría de sus integrantes realizaron
prácticas en hospitales (con excepción de los períodos de facto, en los que “suspendieron” su
participación), fundamentalmente en el Hospital de Niños y el Hospicio de las Mercedes.
Encontramos en los hospitales abordados ideas innovadoras, con un modo de presencia de quienes
participaron y llevaron la apuesta de tipo dinámica, al mismo tiempo que analítica de las situaciones
y dispositivos que se iban gestando.
Se trataba de profesionales que, por lo que podemos observar, no quedaban atados a los preceptos
del saber psicoanalítico, sino que primaba la capacidad de inventiva; en la que en todo caso la teoría
venía a la mano de la implementación de nuevos dispositivos y modalidades de la práctica. Se
visualiza una disposición franca a la innovación, en tiempos de una teoría y una práctica que se
encontraba en ciernes.
A modo de conclusión, se hace luz a ciertos aspectos que consideramos característicos de las
prácticas y concepciones de la época indagada:
a) El conocimiento de la psicología del niño y la familia (el psicoanálisis entraba con fuerza en estas
consideraciones) era puesto en el plano de una “necesidad” de los padres, como “garantía” de la
felicidad de la familia y de una futura salud mental de los hijos en la vida adulta.
c) La ausencia de la figura del padre planteada en el primer período del estudio (especialmente en lo
que hace al primer año de vida del niño) va trocando hacia un paulatino acercamiento del padre:
primeramente como sostén de la madre en el acto de crianza y posteriormente en la conformación
de un vínculo directo con el niño (no mediado por la presencia materna). En este aspecto, podemos
observar cómo esa corriente de contacto padre-hijos se ha ido haciendo progresivamente más fluido
hasta la actualidad.
Un hecho particular verdaderamente valioso en términos protectores para la niñez surgido con
fuerza en la primera mitad del siglo y masificado en las décadas del 60 y comienzos del 70 fue la de
la desnaturalización de los castigos corporales dirigidos a niños y niñas. Así, un hecho considerado
natural: que a los niños se los “zurrara” (para utilizar un término de época), acaba transformándose
en el imaginario social en un hecho censurable y despreciable para la mayoría de la sociedad.
1) La visualización del cuerpo del niño como parte integrante de su persona, tal como lo hemos
visto en un capítulo anterior, que permite la representación del mismo como un ser que tiene y
puede disponer de su cuerpo, con lo cual los padres ya no son sus “propietarios”.
2) Bajo la idea de que el padre debe enseñar con el ejemplo (desarrollada en la introducción de este
ensayo y retomado bajo diversas modalidades por algunos de los autores y artículos de difusión que
abordamos), el padre debe contribuir a la promoción de espacios aseguradores de confianza y no dar
a sus hijos modelos de vinculación fundados en la violencia.
e) La idea de niñez con una sexualidad que le es propia se fue conformado también a lo largo del
tiempo en el imaginario social. Este es uno de los temas en los que el psicoanálisis introduce una
ruptura fuerte. Esta representación, inicialmente resistida en los ámbitos científicos, va a instalarse
con fuerza en el imaginario social desde finales de la década del 60 en nuestro país.
f) La idea de que el niño es un ser que piensa, que puede tener un pensamiento crítico frente a su
realidad y a los conocimientos que se le transmiten.
El discurso psicoanalítico acerca de la niñez tuvo en el período estudiado un fuerte impacto social
que se orientó a favor de la tolerancia y el respeto en aquellos aspectos que inciden en la crianza y
educación de niños y niñas.
El psicoanálisis ha resultado verdaderamente valioso en tanto colaboró con otros discursos que
tuvieron un fuerte impacto antiautoritario en la población. Ha sido una de las teorías que influyó en
quienes sostuvieron y sostienen prácticas específicas para la niñez en nuestro país (familiares,
trabajadores de la salud, de la educación, del campo de la minoridad en general).
Por las características de los procesos de construcción del imaginario social, estas figuras no
resultan ni lejanamente claras ni delimitadas, sino que logran coexistir (al modo inconsciente)
representaciones contradictorias, y “de arrastre” en relación a tiempos pretéritos, en las que en todo
caso predominan ciertas concepciones consensuadas de modo más consciente, pero siguen “a la
cola” de concepciones previas, al modo del contenido latente.
A pesar de que los desarrollos del psicoanálisis de niños de nuestro país fueron producidos en el
marco de representaciones sociales hegemónicas de una determinada época (en tanto la mayoría de
psicoanalistas y psiquiatras del momento pertenecieron en su mayoría a determinada clase socio-
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cultural), luego de este recorrido, no caben dudas que lograron producir tensiones críticas respecto a
las representaciones dominantes de la niñez. El saldo de una generación en la que niños y niñas
tuvieron un lugar de cuidado en la mirada adulta, a favor de la protección y creación de un marco de
derechos, será probablemente una huella en la historia digna de ser recordada.
- Giberti, Eva (2001).”Los que abandonan la niñez”. En Novedades Educativas. Buenos Aires:
Noveduc.
El sentimiento de justicia
Si elegimos una perspectiva psicoanalítica podemos ensayar un ordenamiento cronológíco acerca de
la construcción del sentimiento de justicia y de la vivencia de injusticia, esta última de aparición
temprana en la niñez.
Alrededor de los dos años, si se sienten atacados, intentan defenderse,”hacerse justicia” por propia
mano; a los cuatro años aparece la falsa conciencia: los niños hacen “cosas prohibidas” pero
intentado no ser vistos, ya que supone que, en caso de ser sorprendidos, perderán el amor de la
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madre.
Alrededor de los cinco años, comienzan a sentir nostalgia por algo que antes conocieron, y que
ahora no encuentran: la frustración reside en que algo que anhelaba encontrar, no aparece.
Si en algún momento anterior el niño sintió resentimiento ante su padre, puede creer que la ausencia
de éste se debe a la hostilidad que él sintió por haber recibido un castigo.Es decir, se generaría
sentimiento de culpa producido por atribuirse la frustración padecida como resultado de su
sentimiento hostil hacia alguien al que se” debería amar”.
Como resultado de lo cual, y “como castigo” se teme la pérdida de amor parental o se la inventa o
fantasea: se trata de vivencias intensas, ya sea culpabilizánse o sintiéndose en situación de perder
el amor con el que antes contaba. Alli empalmaría la vivencia de nostalgia por aquello que se tuvo
y ya no se posee.
Estos mecanismos -cuya interpretacion se debe a la práctica del psicoanálisis con niños y con niñas-
inauguran el aprendizaje de una moral incipiente en relación con la propia hostilidad. El padre , la
madre o las figuras tutelares amadas-en tanto se encuentren ausentes- se cotizan como objetos
anhelados y ocupan un lugar significativo en la construccion del Superyo, lugar desde el cual
pueden emitir frases criticas acusatorias.(Giberti E., 1985).
Entonces, en territorios de la primera infancia avanza la pregunta mayor:¿”Como es que mi mamá
no está aqui si yo la preciso?”. Como si el sentimiento de injusticia fuese previo al de justicia; éste
sería algo faltante que se reconoce cuando falta. El sentimiento de injusticia está asociado con la
propia hostilidad que produjo la frustración: ”lo que me falta y debiera tener”, particularmente en
relación con la figura tutelar. El reclama verbal para ser defendido expresa su vivencia de injusticia
entendida como justicia vulnerada.
Victimas, defensores y antiguas impotencias
Si enlazamos la enunciación de estos temas con las madres que precisan liberarse del niño para
trabajar o estudiar, encontraremos una clave de este sentimiento de vacío, malestar de los chicos
impregnado por la necesidad de tener algo que ya no se posee o de lo que no se dispone-la madre- y
que planteo como sentimiento de injusticia; paradojalmente parecería anunciarse antes de la
comprensión de la justicia. Tesis que arrastra la demanda infantil para que alguien que actúe en su
nombre y le permita triunfar sobre otro ( por lo general un compañerito de jardin, o aquel que
intenta apropiarse de un juguete que no le corresponde).La reacción hostil lo conduce a triunfar
sobre el otro y dominarlo :las maestras jardineras son expertas en la resolución de estas reyertas que
dejan a la vista el complejo fraterno jugado entre niños y niñas de la misma edad.
La adquisición de una mayor riqueza del lenguaje, a los tres o cuatro años les permite expresarse
verbalmente para dar a conocer sus limitaciones. Los padres, las jardineres, son las figuras
mediadoras entre quien ataca y el que se siente víctima. Aparece el registro de otra identidad
coyuntural : ser victima, acompañado por la necesidad de ser defendido y la saturación psíquica que
produce el sentimiento de injusticia. Aprende a reconocer que no necesariamente contará con quien
lo defienda y que habrá otros (atacantes) que podrán más que él. O sea, la impotencia, antigua
conocida, alcanza otra dimensión en el modo de procesar las pulsiones.
La persona que habrá de defenderlo ocupa un lugar significativo en doble vertiente: por una parte
puede aliviar defendiendo, pero su procedimiento también instala el mecanismo que se conoce
como identificación proyectiva cuya traducción sería :”Vos (papá, mamá figura tutelar) sos yo.”
Expresión que en la variable con adultos se conoce como :”Yo soy usted.” Pero en la relación con
los chicos se juega un antecedente histórico-biológico: la cría humana es puesta en el mundo con la
condición de encontrar en él a las figuras tutelares que habrán de sostenerlo y defenderlo.
Como subtesis podríamos plantear que la posición de defensor/a forma parte del programa genético
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del infante necesitado de la madurez adulta para sobrevivir. Cuando un pequeño solicita ayuda para
ser defendido interviene una programación genética y esa reacción no se debe exclusivamente a sus
procesos psiquicos.
La progresiva construcción del sentimiento de justicia no se limita a un fenómeno entre el niño y
sus impulsos, ni entre él y las figuras tutelares. Resulta también de una relación con el mundo,
realimentándose continuamente en un proceso dialéctico y no sólo intrapsíquico o intrafamilia
(Giberti E. 1985).
Es justamente ese contacto con el mundo externo lo que conducirá a la creación de una ética
personal, articulada con las apreciaciones subjetivas (en un primer momento morales, para
transformarse en la concepción ética) acerca de la justicia que es una construcción social, y será
tarea del nivel inicial -además de lo que podría suceder en su familia- introducirlo en la diferencia
entre lo que él necesita, pretende , solicita, y la frontera que marca el Derecho asociado con la
justicia al distribuír y relativizar los derechos individuales.
Pensamientos, informaciones y éticas
Sabemos que determinados aprendizajes involucran emocionalmente al niño quien entonces entabla
una peculiar relación entre lo que aprende y sus respuestas, pero el auténtico aprendizaje se logra
por cambios conceptuales.
Cuando la nueva información entra en conflicto con los aprendizajes previos sobre el mismo tema,
es posible que se produzca la reorganización de los conocimientos y el avance. Ese proceso es
complejo dado que el cambio conceptual no es un proceso lineal que se verifica en el vacío, sino
también influyen en él diversos componentes ligados al contexto.
Informarse entonces constituye una clave para el trabajo de la docencia, responsable por los aportes
críticos necesarios para modificar determinados datos que provienen del entorno.
La dificultad que implican estas revisiones se trata de modificar los cánones culturales aportados
por sus padres y avanzar en nuevas propuestas morales. Quizá la principal debería articularse con
un tema que no desarrollaré en este artículo: explicarles a niños y niñas qué significa la diferencia
entre los géneros, y cómo se utilizó dicha diferencia para generar prejuicios acerca de los hombres y
de las mujeres.
Los fantasmas y el suspenso.
La aparición de la guarderia-jardin se instala como un afuera esperanzado a veces, inquietante
siempre. Esa inquietud no es ajena al mundo de los fantasmas que acompañan el desarrollo de la
vida psiquica; son los fantasmas de los niños que ilustran el miedo de ser arrojados a un espacio
desconocido e incontrolable, carente de los referentes espaciales adquiridos en su casa, en su
entorno, en su barrio
Son los fantasmas del vértigo que se mecen incorporando en los más pequeños la sensación de ser
arrojados, ” tirados” dentro de algo que, por desconocido aparece como sin fondo, sin soportes de
los cuales ellos pudieran sujetarse.
Derivado del cambio de habitat los niños construyen nuevas simbólicas y nuevas demandas que
impregnan sus procesos afectivos e intelectuales; interesa tener en cuenta esta perspectiva puesto
que el primer nivel se asocia con un nuevo proceso de socialización y la evaluación de dicho
proceso puede desembocar en la creencia de alguien que “ya creció”. Privilegiar dicha creencia
arriesga opacar otra realidad: los niños continúan construyendo su primera infancia con otros
materiales y con otras experiencias.
Anticipar, preveer, no forman parte de las posibilidades de los más pequeños, pero sí el suspenso
como tensión capaz de expresarse psíquica y corporalmente: un estar(se) sin saber cómo prepararse
para ingresar a ese lugar nuevo y tan distinto de su casa. Del cual su mamá a veces le podrá contar
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historias extraídas de su propia experiencia, pero otras veces ella no concurrió al jardin siendo niña.
Tampoco el papá.
En las áreas conurbanas las maestras no necesariamente forman parte de la misma etnia de sus
alumnos, lo cual puede generar sentimiento de devaluación en algunos niños, sentirse “menos” que
la señorita. Vivencia que excede los ensayos identificatorios tempranos que se expresan en el
tradicional “ser como ella”.
“La niñez”, una excusa metaforizante
Acaecen altibajos en las vidas de los padres. La necesidad de trabajar -a veces durante horarios
extendidos- creó maternidades y paternidades en estado de delegación permanente. El
posicionamiento de los padres como sujetos/de y para el trabajo, condujo a que tuviesen que
encontrar a terceros en quienes delegar la crianza de sus hijos sin contar siempre con abuelos o
empleadas en servicio doméstico. La apelación a las instituciones pre-escolares se tornó inevitable.
Y en este punto las aguas se dividen rotundamente: las instituciones que resguardan a los niños
pobres y las que se ocupan de niños que no sobrellevan pobreza. Para ambos cuenta la diversa
índole de problemas que pueden incorporar en su asistencia a la guardería o al jardin.
La niñez cumple una función metaforizante de modo tal que cuando el adulto dice de si mismo o de
otro que ”es como un niño” , la frase adquiere el poder de transformarlo en un ser puro ya que se
da por sentado que pureza e ingenuidad son atributos fundantes de esa niñez. Así se logró la
certeza de que determinados valores formaron parte ineludible de la historia personal de cada
sujeto, por lo menos mientras fué niño.
“Niñez” se torna fetiche que opaca la falta o insuficiencia, por ejemplo, de la vigencia de los
derechos de niños y niñas declarados en la Convención y su uso indiscriminado se convierte en
obstáculo epistemológico si quienes lo mencionan no se alertan respecto de los deslizamientos que
la palabra facilita.
La eficacia instrumental de esta expresión reside en haber formalizado una idea en una
nomenclatura explícita que le otorgó consistencia categorial y facilitó que se configurase un
objeto social, actualmente en revisión.
0 a 5 y la cultura de los vencidos
Los niños víctimas de la pobreza provienen de la cultura de los vencidos, de aquellas familias
descriptas como marginales, excluídas, o pobres por debajo del umbral de pobreza, y sus vidas no
responden a la canónica convencional en materia satisfacción de necesidades básicas.
¿Que es lo que se pretende cambiar de este origen merced al contacto con la institución escolar ?.
La fundamentación de aquello que deseamos modificar no responde tan solo a una recomendación
de indole educativa sino a las ideologías de la que se denomina cultura dominante.
En los grupos de alumnos pertenecientes a sectores de pobreza los directivos y docentes no
describen ningún elemento positivo en las familias de esos niños, ya que no tienen “conciencia”
que al desvalorizar a la familia desvaloriza al niño
No podemos desconocer que en estas circunstancias-además de discriminar- se bordea la
endoculturación; arriesgamos introducir violencias enmascaradas en la soberana promesa de
mejorarlos y lograr que se nos parezcan. Esto suele suceder cuando se evalúa ” la inteligencia” de
los niños.
El tránsito de una cultura de origen a una cultura escolar no se lleva a cabo sin consecuencias:
descontamos que los desajustes que podrían suscitarse apuntarán a una mejoría de sus vidas y de su
futuro, pero es preciso estar advertidos /as acerca de la violencia que estos cambios pueden
significar para la relación que estos niños mantienen con su cultura de origen. Ese lugar está
psiquicamente inscripto por medio de experiencias tempranas, acuñadoras, un imprinting que es
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imposible lateralizar. Y remite a la transmisión generacional de la pobreza, lo cual aparece como un
problema común en América Latina.
El reposicionamiento político en los sujetos de 0 a 5
El reposicionamiento que mencione en párrafos anteriores conduce a pensar en términos de nivel
inicial desbaratando la descripción convencional y tranquilizante de “la niñez”
Por una parte estos niños se han constituído en el argumento mayor para las intervenciones del BID
en la región. Me parece ingenuo volver a levantar las consignas de la década del 60 :” Yanquis
¡fuera!”. Las multinacionales están entre nosotros y la Banca Internacional opera desde las diversas
capitales del mundo digitando distintas formas de intrusismo económico/cultural en la región, que
exceden notablemente las tesis del multiculturalismo .
Estos organismos consideran que los niños constituyen el capital que es preciso resguardar para que
en el futuro logren una mejor producción cuyos precios dependerán de esas multinacionales. Lo
que significa instrumentar las herramientas de los programas nacionales y los contenidos de los
cursos destinados a capacitación docente para utilizar los capitales que el BID aporta. Me parece
inconducente limitarse a las criticas y denuncias que no sería pertinente silenciar, convendrá,
pragmáticamente, utilizar de manera eficaz lo que invierten entre nosotros.
En el tránsito 0 a 5 la premisa radica en incrementar la capacidad de interrogar y la necesidad de
explorar que podrán ser valorizados por las docentes ya que éstas son las formas rudimentarias e
iniciales de lo que podría convertirse en pensamiento crítico: ser reconocidos en su derecho a
interrogar, informarse y ser escuchados en serio constituye una práctica política
Los transeúntes de 0 a 5 son sujetos políticos, que se preparan para incluír sus propias políticas
respecto del mundo que los rodea. Por otra parte, la educación actual demanda incluír cada vez más
a la familia, y conduce a inventar grupos móviles (Setting Up Play Groups) y residencias horarias
en casa de compañaritos tutelados por la madre de uno de ellos; ambas modalidades contribuyen
en la educacion inicial no escolarizada piloteada por los teoricos y los técnicos latinoamericanos y
solventada específicamente por el género mujer.
Frente a esta descripción lo conveniente es promover la imaginación -de la que sobradamente
disponen las maestras del nivel inicial- para crear nuevos órdenes desordenantes de los programas
inspirados en la “niñez” que los niños y niñas actuales abandonan.
- Ley Provincial N° 12967, de Promoción y Protección integral de los derechos de Niños, Niñas
y Adolescentes.
- Fernando Ulloa. "La ternura como fundamento de los derechos humanos". 1988. Texto
presentado en un seminario de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Adolescencia:
Adolescencia:
Korinfield
Rascován
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Fernández, A
Giberti
Quevedo
Reguillo Cruz
Bolis, Nora
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