Este documento conlleva algunas reflexiones sobre el
primer Mandamiento de la Ley de Dios, “Amar a Dios
sobre todas las cosas”, y el nuevo Mandamiento que Jesús nos brindó “Y al prójimo como a ti mismo”. Aplicad dichas reflexiones al acontecer diario y os sentiréis mejor. Parte 1 Francisco Martínez Arias Junio 2008 Primer Mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas.
San Juan evangelista no se introduce en el
tema (Deuteronomio 6, 5; Mateo. 22,36-38; Marcos 12, 28-30; Lucas 10,25-28).
Y amarás a Yahavé tu Dios de todo tu
corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6, 5 36 "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?" 37 Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. 38 Este es el más grande y el primer mandamiento." (Mateo 22, 36-38). 28 Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?" 29 Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; 30 y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.” (Marcos 12,28-30). 25 Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: -"Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?" 26 Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" 27 Él le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo". 28 "Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida". Lucas 10, 25-28 Reflexión
A) Este mandamiento nos impone algunos deberes tales como:
La devoción: Cosiste en la prontitud de la voluntad para entregarse a Dios y a sus hechos. La devoción a los santos no termina en ellos sino en Dios. La oración: Consiste en elevar la mente y el corazón a Dios para alabarlo y pedirle lo que conviene a nuestra salvación. La adoración: Por ella reconocemos la grandeza de Dios y nuestra pequeñez, sometiéndole nuestra voluntad. La adoración debe expresarse externamente mediante actos específicos. Ej.: sacrificios, genuflexión, etc. El culto de adoración solo se ofrece a Dios (latría). El sacrificio: Es el acto más excelente con que se puede honrar a Dios B) Lo que esta prohibido por este mandamiento: El odio a Dios: Es un pecado satánico, consiste en la aversión a Dios. El mayor pecado que se puede cometer. La acidia: Tedio, fastidio o pereza de las cosas espirituales por razón del trabajo y molestia que ocasiona. El amor desordenado de las criaturas: Preferir las criaturas en lugar de su creador o cumplimiento de su voluntad divina. El culto indebido: Rendir culto pero no como lo manda la Iglesia. La idolatría: Pecado grave por el cual se tributa a una criatura la adoración que sólo corresponde a Dios. La adivinación: Es la pretensión de adivinar el futuro por medios indebidos. La superstición: Es tributar un culto indebido a Dios, o un culto divino a persona o cosa no divina El sacrilegio: Es la profanación de algo sagrado. La simonía: Es el intento de comprar algo espiritual. Reflexión del Primer Mandamiento de la Ley de Dios Amar a Dios no es, precisamente, sentir cariño sensible hacia Él, como lo sentimos hacia nuestros padres; porque a Dios no se le ve, y a las personas a quienes no se ve es difícil tenerles cariño. Dios no obliga a eso, pues no está en nuestra mano. Aunque hay personas que llegan a sentirlo, con la gracia de Dios. Amar a Dios sobre todas las cosas es tenerle en aprecio supremo, es decir, estar convencido de que Dios vale más que nadie, y por eso preferirle a todas las cosas. Tú puedes tener mucho más cariño al cuadro que pintó tu hija, que a cualquiera de los cuadros que se exponen en el Museo del Prado de Madrid, aunque reconozcas que estos últimos tienen mucho más valor artístico. El amor a Dios es apreciativo. El amor se manifiesta en obras más que en palabras. Obras son amores y no buenas acciones . Amar a Dios es obedecerle, cumplir su voluntad. No hacer mal a nadie . Hacer bien a todo el mundo. Una prueba de amor a Dios sobre todas las cosas es guardar sus mandamientos por encima de todo . Es decir, estar dispuesto a perderlo todo antes que ofenderle. Por lo tanto preferir a Dios siempre que haya que escoger entre obedecerle o cometer un pecado grave. Es el caso de San Pelagio de Córdoba y de Antonio Molle, de Santa María Goretti y Josefina Vilaseca, que se dejaron martirizar y apuñalar antes que cometer un pecado grave. Peca contra este mandamiento Quien maltrata personas, lugares o cosas consagradas a Dios: por ejemplo, una religiosa o un cáliz. Este pecado se llama sacrilegio . Comete también un sacrilegio quien administra o recibe en pecado grave algún sacramento que requiere estado de gracia, lo cual es gravísimo. Por ejemplo, quien se casa en pecado grave, o quien comulga en pecado grave. Peca, además, contra este mandamiento quien desconfía de la misericordia de Dios , o confía temerariamente en su bondad, permaneciendo mucho tiempo en pecado mortal, o el que peca más y más, precisamente porque Dios es misericordioso y nos ha prometido el perdón; quien tiene fe en adivinos, echadores de cartas, horóscopos, espiritistas y curanderos ; quien cree en serio cosas supersticiosas (mala suerte del No 13, cadena de oraciones, etc.); quien niega o duda voluntariamente de alguna verdad de fe, o ignora por culpa suya lo necesario de la Religión. El pecado contra la fe está en la negación o en la duda voluntaria de aquello que se sabe que Dios ha revelado .
Esto no se opone a la falta de claridad que podamos
tener sobre una verdad de fe, ni al deseo de esclarecerla, dentro de lo posible, sabiendo que hay misterios que superan la inteligencia humana.
El pecado será grave, si es una duda voluntaria, a
sabiendas, de una verdad que la Iglesia dice que hay que creer. Si la duda no es voluntaria, sino una mera ocurrencia de las dificultades que a nuestro entendimiento se le presentan, no hay pecado; o a lo más pecado venial, si ha habido alguna negligencia en resistir a la tentación. Si la vacilación llega a tomar por incierto lo que es dogma de fe, el pecado sería grave contra la fe. La fe debe extenderse a todas las verdades reveladas por Dios y propuestas como tales por la Iglesia. EL Nuevo Mandamiento que Jesús nos dio como aditamento al primero AMAR AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO Mateo 22, 39-40; Marcos 12, 31-34; Lucas 10, 27
39 El segundo es semejante al primero:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
40 De estos dos mandamientos dependen
toda la Ley y los Profetas". Mateo 22, 39-40 31 El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos".
32 El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al
decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, 33 y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". 34 Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Marcos 12, 31-34 25 Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: "Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?" 26 El le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?" 27 Respondió: - "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas - y con toda tu mente; - y a tu prójimo como a ti mismo." 28 Díjole entonces: "Bien has respondido. Haz eso y vivirás." Lucas 10, 25-28 Reflexiones Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a otros: como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. no aborrecerás a tu hermano en tu corazón: ingenuamente reprenderás a tu prójimo, y no consentirás sobre el pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo: juzgad juicio verdadero, y no haréis rasguños en vuestra carne por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna: yo Yahavé . Amarás pues al extranjero. Jesús viene a clarificar con este mandamiento: “Amar al prójimo como a ti mismo”, como el mejor camino para amar a Dios. No existe nada más agradable que amar con hechos y obras a mi prójimo, como lo demuestra la parábola del Buen Samaritano. “Un hombre tropezó con unos bandoleros. Le robaron y le dejaron mal herido. Pasó un levita ( sacristán) y un sacerdote del Templo. No le hicieron nada. Para ellos estaba prohibido asistir a alguien extranjero y manchado de sangre. Pasó un Samaritano, un hombre sin fe pero de corazón. Lo cogió, le curó las heridas y lo dejó en un hospedería . Le pagó la cuenta de dos días”. (Documento abreviado) Lucas 10, 25-37 Amar a mi prójimo es dedicarle tiempo, es asistirle en sus necesidades, es colaborar con sus ilusiones, es apoyarle en los momentos de dificultad, en definitiva es DONACIÓN. Porque no hay amor más grande y más heroico que dar la vida por el amigo. Vivir así es acercarse cada día más al Reino de los cielos. Autor de este pensamiento: Humberto Gaitán Señor, tú me complicas seriamente la vida. Tu mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas hubiera sido fácil de seguir, sin tener que dar cuenta a nadie, sino a ti
Pero lo has unido al segundo
y nos has mandado amar al prójimo, amar al otro, a todos los otros, amarlos siempre y amarlos como a nosotros mismos. Y eso no es fácil, Señor. Es difícil amar al prójimo que veo, más difícil es amar a los que no veo, comprometerme con ellos y por ellos, luchar contra las estructuras hostiles, empeñarme en la imposible igualdad.
Hubiera sido más fácil dar limosnas,
desprenderme de lo que me sobra, regalar lo que tengo a medio uso, prescindir de ciertas cosas superfluas, repartir aguinaldos, hacer beneficencia. Pero nos mandas amar. Y pones por medida amar como a nosotros mismos. Y eso ya es demasiado para mi egoísmo. ¿Cómo cobrar todos los mismo o parecido? ¿Cómo disponer de viviendas dignas para todos? ¿Cómo acabar con las clases y las desigualdades? Pero quiero seguirte, Señor, y estoy dispuesto al amor, dispuesto a amar a los demás como a mí mismo, dispuesto a luchar por la igualdad, dispuesto, al menos, a luchar contra las desigualdades.
Todos iguales, Señor, todos iguales,
porque todos somos hermanos, porque todos somos tus hijos, porque todos hemos recibido de ti lo mismo. Tomado del documento Eucaristía La originalidad de Jesús consiste en haber unido el amor a Dios y el amor al prójimo, y haber exigido que este doble amor inspire la vida del cristiano. Por eso, a la pregunta del doctor de la Ley le saldrá a Jesús con toda naturalidad aquellas otras palabras que se leían en el Levítico: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19,18). De la enmarañada fronda de leyes del Levítico, como oculta y perdida en la maleza, se hallaba esta joya. Al colocar el mandamiento del amor al prójimo junto al gran mandamiento del amor a Dios, otorga Jesús al texto del Levítico un brillo, un relieve singulares. Y suprimirá radicalmente todas las limitaciones o restricciones con que era entendido el mandamiento del amor al prójimo; y extenderá ese amor a todos los hombres, incluidos los enemigos. (Mt 5,43-48). Jesús coloca al hombre, a todo hombre, frente a una única tarea: la tarea del amor, del amor a Dios y del amor al prójimo. Jesús ha hecho de la palabra «amarás», la palabra clave, la palabra fundamental. Todas las obligaciones del hombre quedan reducidas a esta sencilla y esencial tarea: la tarea del amor, la única tarea. Jesús es el gran simplificador de la historia de la humanidad.