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EN BUENOS AIRES

HACIA UNA ESCUELA NACIONALISTA Y VOCACIONAL

Ya organizada la Corporación Nacionalista de Maestros, y con motivo de la asamblea de constitución


definitiva que la misma realizó en La Plata, los días 22, 23 y 24 del mes de diciembre último, la Dirección
General de Escuelas patrocinó un acto público de homenaje a los delegados, el cual se realizó la noche del
último de los días citados, en el teatro Coliseo Podestá, y en el que hizo uso de la palabra, especialmente
invitado, el Ministro de Gobierno, Dr. Noble, quien habló, así a todos los maestros de la Provincia, pues
que su discurso fue transmitido por radio. En esta ocasión, el Dr. Noble abordó el problema en sus
aspectos fundamentales, precisando el criterio y los propósitos del Gobierno en los siguientes términos:

Un instinto seguro y una clara conciencia afirmaron en los grandes hombres rectores de nuestra
historia, la convicción y el imperativo de que el problema educacional constituye el centro del proceso de
la formación del espíritu, de la ‘personalidad y de la unidad nacionales. Desde Belgrano, que fundó los
primeros institutos técnicos, y, Sarmiento, que sembró de escuelas el territorio, dando realidad a un
ensueño atrevido que había suscitado la sorna y el escarnio de los contemporáneos, hasta los hombres de
Estado y los pedagogos más recientes que siguieron y complementaron aquella inspiración gloriosa,
todos ellos vieron con certera penetración que nada grande, nada constructivo, nada permanente podía
emprenderse en este país, sin acometer como premisa la difusión y la reforma de la educación pública.
Fue éste, desde su origen, un país bendecido por la mano de Dios, que derramó sobre la dilatada
extensión de sus praderas, riquezas incalculables. La entraña de esta tierra predilecta, atesoraba la veta
preciosa, y como por arte de magia, sobre su superficie se multiplicaron las primeras cabezas en rebaños
innumerables, y las primeras semillas en cosechas cuantiosas. Sobre ese fondo fastuoso, el idealismo
romántico de los primeros criollos, y luego la épica rusticidad del gaucho y la ambición laboriosa del
inmigrante y de sus hijos, fueron diseñando el perfil ascendente y audaz de nuestra historia! ¡La raza
probó su fuerza y sus virtudes vernáculas, al abrir la veta recóndita, al convertir en ganado la fauna
indómita, al coger la espiga de trigo y el grano de maíz!
Pero esa asombrosa expansión de la riqueza, planteaba, precisamente, y agudizaba, el problema
urgente de constituir una nacionalidad fuerte por su espíritu, por su cohesión, y por la conciencia de su
destino. El señuelo de la riqueza fácil y de la falta de concurrencia, atraía grandes migraciones, que se
asentaban en nuestro suelo trasladando sus angustias y sus tradiciones foráneas. Y así fue acentuándose
la composición cosmopolita de la comunidad argentina, y un materialismo apresurado, alentando por las
circunstancias del medio y por la filosofía liberal de la época, inspiraba la conducta de los individuos.

ECHEMOS LAS BASES DE LA ESCUELA FUTURA.


Contra la agravación de esos males, uno era el remedio principal: la educación que infundía el
conocimiento de la lengua, de las tradiciones, de la fe y de la historia comunes. Por ello, los fundadores de
la grandeza nacional, no ahorraron energías ni dineros para organizarla, divulgarla y perfeccionarla,
dotando a la gloriosa escuela argentina, de la cual hoy nos enorgullecemos, de la capacidad técnica, de los
elementos materiales que durante toda una época la han colocado en un plano de igualdad con las
naciones más civilizadas, del mundo. ¡Vaya hacia ellos nuestro tributo de admiración y reconocimiento,
pero animados por su mismo fervor, propongámonos también, superarla, echando las bases de la escuela
del futuro, de acuerdo con las ideas y necesidades de los nuevos tiempos!
En momento oportuno se constituye, pues, la Corporación Nacionalista de Maestros de Buenos Aires.
El Poder Ejecutivo de la Provincia la alienta y la auspicia con todo empeño y con arraigada convicción. Los
peligros inherentes al cosmopolitismo y a la desintegración de los valores tradicionales, se han agravado
en estos últimos tiempos. ¡Y una vez más, como ha ocurrido siempre en la historia argentina en los
momentos de crisis moral, volvemos la mirada hacia la Escuela, porque de ella esperamos la salvación y
la restitución de los más preciados valores nacionales!
Una nueva generación nace en la escuela a la vida pensante. El hombre de gobierno y el maestro tiene
el deber de substraerla a las inquietudes torturantes, a las vacilaciones atormentadas, a las perplejidades
y desvíos que tanto han contribuido a perturbar el destino de las generaciones anteriores: tienen el deber
de infundirle la certidumbre de su propia misión, contra toda duda y todo escepticismo; la fe
inconmovible en ciertos principios eternos de conducta moral y colectiva; el sentimiento de que ha de
cumplir una función histórica, indisolublemente unida a la trayectoria de la patria. ¡Esta generación ha de
saber y comprender que ella será grande y feliz, con la grandeza y la felicidad de la patria, o que ella será
pequeña e infortunada con la pequeñez y el infortunio de la patria! El gobernante que la pierda de vista,
que no consagre sus déselos a protegerla, a conducirla y a enaltecerla, traiciona su propio deber; ya que
es deber del gobernante superar la contingencia de la hora que pasa y buscar en sus actos y
pensamientos la trascendencia del porvenir.

SERÁ NACIONALISTA O NO SERÁ NADA.


La Escuela Nacionalista no constituye, pues, una formula trivial. El uso desmedido e incomprensivo de
sus términos, puede quitarse su significación verdadera y profunda. Pero la fórmula encierra un vasto
programa, cuyo cumplimiento requiere años de elaborada maduración y cuyo comienzo no admite
demora. El nacionalismo en la escuela implica un concepto, un sentimiento y un acto de voluntad. El
concepto es la noción clara, racional y precisa, perfectamente asimilada por el intelecto y arraigada en la
reflexión, de que la Escuela es, antes que nada, un órgano del Estado al servicio de la Nación, que se
propone, sobre toda otra finalidad, la formación de individuos aptos y útiles a la comunidad, cuyo primer
deber es el de servir a los fines de la Nación y del Estado, con subordinación, y si es necesario con
sacrificio de todo otro interés, o finalidad individual, de clase o de doctrina. El sentimiento nacionalista
en la escuela está alimentado por el cultivo y el ejercicio permanente de la emoción y del orgullo
patriótico, cristalizados en la práctica de la disciplina colectiva, y en el homenaje a los emblemas de la
Nación, así como en la compenetración afectiva y sincera con los valores tradicionales acumulados por
nuestra historia. Y, por último, el acto de voluntad se expresa en la disposición física y técnica que
capacita al individuo para rendir beneficios a la colectividad en la forma de trabajo, de la creación de
riqueza, o de la especialización intelectual y profesional.
Cabe decir, entonces, que la Escuela debe ser nacionalista, o, si no, no será nada. Más aún, una Escuela
que no lo es, constituye un arma que se vuelve contra la seguridad del Estado y de la Nación. Porque la
instrucción, que puede todo, lo grande y constructivo, puede también, por ello mismo, todo lo mezquino y
destructivo. La escuela proporciona los medios de comunicación, la habilidad argumentativa, los recursos
del conocimiento, y ellos pueden ser utilizados indiferentemente para el bien o el mal, para la patria o
contra patria! Una escuela que no está firmemente orientada en aquellas directivas, constituye un peligro
público y puede convertirse de un momento a otro en un instrumento de perturbación y de ruina. Como
el acero, es sagrado cuando lo esgrime el hombre de honor y es ponzoñoso cuando lo esgrime el
delincuente.

LA DUDA MATA EL ALMA DEL NIÑO.


Por eso el Gobierno de Buenos Aires ha querido proteger a la escuela de toda contaminación peligrosa.
Esta es una materia muy delicada, que no admite términos medios: se trata de creer o de no creer! La
educación del niño, necesariamente, debe tener cierta base dogmática. Porque la sensibilidad y la razón
infantiles no están preparadas para recibir la duda. La duda mata el alma del niño y aniquila en germen
su espíritu. Es así como este gobierno, ha castigado y castigara todo intento de perturbar el candor, la
credulidad y la buena fe del niño, con doctrinas internacionalistas y destructivas, sean ellas inspiradas
por el comunismo o por cualquiera otra forma más embozada y astuta de la propaganda disolvente! Y en
la consecución de ese propósito, el Gobierno será despiadado e implacable, montará guardia en la puerta
de cada escuela para fulminar la duda mortal cabe vez que quiera aproximarse, pues en el espíritu
sensible y diáfano del niño, la palabra ponzoñosa cae como la gota de ácido, que empaña todo el
contenido.

LA REFORMA EDUCACIONAL EN GESTACIÓN.


¡El Gobierno de Buenos Aires quiere y tendrá la Escuela Nacionalista! Tanta ha sido su preocupación
en esta materia, que a los pocos meses del ejercicio del poder, ha iniciado las reformas necesarias para
constituirla. Ha reincorporado a la temática obligatoria de la enseñanza escolar, los principios de la moral
cristina, de acuerdo con la exigencia constitucional y con las directivas formuladas por el gobernador de
la Provincia en su carta al Director General de Escuelas; ha organizado y difundido la educación física y
deportiva, y ha promovido en alto grado la emoción patriótica. Pero esta asamblea de maestros no
tendría motivo ni justificación si todo estuviera hecho. Muy al contrario, una tarea pesada nos aguarda.
Falta acometer la reforma de la enseñanza en sus normas y finalidades más íntimas y complejas, y en
reforma trascendental está ya formulada en los proyectos inspirados y auspiciados por el Gobierno, el
comienzo de cuya vigencia y aplicación anunciamos para el año próximo.
La gloriosa escuela argentina, que ha sido el núcleo de la grandeza nacional, reclama una reforma
urgente. Las nuevas exigencias de la vida moderna, el peligro ya enunciado del cosmopolitismo, con la
consiguiente divulgación de las doctrinas hostiles a la nacionalidad, hacen necesaria una reforma
trascendental. Nadie puede negar que, en relación con el estilo de vida contemporánea en todos sus
órdenes, económico, técnico y político, la enseñanza argentina peca excesivamente abstracta y
espiritualista. La nación del porvenir será a imagen y semejanza de la escuela. Y una escuela
intelectualista hará una República de pedantes, de doctores argumentista y deliberativos, de ergotistas
cavilosos. El problema asume ya caracteres alarmantes, al crear una clase populosa de intelectuales en
disponibilidad, que aprovecha sus vacaciones forzosas para sembrar la duda y el desconcierto, mediante
los poderosos recursos de persuasión que les proporcionó la escuela, el colegio y la universidad. La
Escuela Nacionalista quiere en cambio una República en acción, de métodos realistas, sostenida por un
idealismo concreto, afirmativo y constructivo. Queremos una enseñanza viviente, no una enseñanza
abstracta; una enseñanza que insuma en sus fines y en sus métodos la personalidad total, con sus
intereses múltiples y sus variadas exigencias. Porque hasta los valores aparentemente más intelectuales y
abstraídos de la realidad, como la ciencia y la lógica, son vividos por el individuo en función de su persona
y su medio. Por esto, la ciencia, la lógica y la pura especulación intelectual caben en la enseñanza
nacionalista, a condición de que ellas sean, no sólo nociones abstractas, sino también experiencia del
intelecto, vividas al calor y al servicio de la nacionalidad. No se puede explicar mejor el concepto con
palabras de Gentile, el ilustre filósofo que inspiró la reforma de la educación italiana bajo el Gobierno de
Mussolini: <El hombre que hace una distinción entre su persona y su saber, desconoce la naturaleza del
saber. El maestro moderno no puede concebir un saber que no sea un acto de la personalidad, ni puede
concebir una personalidad abstraída de sus ideas, de su modo de pensar y de sentir, abstraída del mundo
que constituye su propia vida! Y como quiera que la personalidad concreta significa nacionalidad,
resumiendo puedo afirmar, que ni la escuela ni la ciencia reconocen un saber que no sea un saber
nacional>.
EL ENCOCLOPEDISMO ABSTRACTO Y DEBILIDAD MORAL. Vinculamos este concepto con el ya
invocado por el ministro que habla al dar posesión de su cargo al señor Director General de Escuelas, y
digamos entonces con Max Scheller que la cultura es una categoría del ser.
Y en mi sentir nada más penoso que el ejemplo ofrecido por algunos jóvenes egresados de nuestros
institutos. Ellos salen con la cabeza atiborrada de nociones abstractas, de datos estadísticos, de cifras y
fechas. Ese enciclopedismo tan abundante como superficial, contrasta generalmente con el raquitismo
físico y el carácter vacilante y dubitativo del individuo. Diríase que la endeble estructura moral y
biológica cae abrumada bajo el peso imponente de esos conocimientos acumulados en largos años de aula
enrarecida, de conferencia magistral y de palmeta pedantesca. Ese tipo de enseñanza fomenta en el
ánimo del escolar tendencias negativas e infecundas. Una de ella es el menosprecio hacia el trabajo
manual, forma de la actividad humana sobre la cual se asienta en definitiva la prosperidad de la
República. Otra de las tendencias funestas, es la incapacidad de alentar toda creencia basada en la fe, y la
irresistible inclinación a sujetar a la crítica y a la argumentación las convicciones más sagradas y vitales!
Por eso nuestra reforma, cuyos detalles de organización y aplicación paulatinas, quedan librados a la
pericia de los directores técnicos y de los maestros, comprende todos los aspectos de la formación
personal. Tiende a la diversificación de la educación, en la unidad viviente del individuo, en contraste con
la abstracción de la instrucción intelectualista. Al lado de la educación intelectual, nuestro proyecto eleva
a igual jerarquía la educación moral del carácter y del sentimiento; la educación física, que disciplina al
cuerpo y lo rinde eficiente y le da los medios de vencerlo.
La educación religiosa acaba de ser instaurada en las escuelas. Este Gobierno está convencido de que
ella constituye el medio eficiente para impartir en los niños la fe en los principios morales de la conducta.
La impondrá con inquebrantable decisión, salvado los escrúpulos de la libertad de cultos y de conciencia.
¡La escuela sin Dios no puede ser la escuela nacionalista!

LA DISCIPLINA Y EDUCACIÓN FÍSICA.


Para la formación del carácter y de la disciplina física y corporal, este Gobierno ha iniciado también la
práctica sistemática de la educación física. Ha constituido con este propósito la Dirección de Educación
Física. A este organismo corresponde dirigir y concertar todo lo que se refiere a cooperación, deporte,
asistencia social y gimnasia. Este Gobierno quiere una niñez que no sólo sea inteligente e instruida, sino
también, viril, disciplinada y equilibrada. Estaremos en condiciones de convocar para el año próximo una
movilización general de los alumnos de la Provincia. Para la realización de estos fines, requerimos la
colaboración y el entusiasmo de los maestros. El menor entorpecimiento, el menor obstáculo, la menor
transgresión o manifestación de la mala fe o mala voluntad, serán severamente reprimidos por el
Gobierno, pues entendemos que la instrucción física tiene cabida periódicamente dentro del programa de
instrucción general, destinándose varias horas por semana. De la Dirección de Educación Física,
dependerán la organización de la cooperación escolar, que proveerá a los niños pobres de los útiles y
vestuario, los jardines de infantes, las colonias de vacaciones, y las colonias de niños débiles. Porque,
como ya tuve oportunidad de expresarlo al poner en posesión de su cargo al actual Director Federal de
Escuelas, la buena educación requiere una buena base física y biológica, y no la habrá en la Provincia
mientras queden niños que en ella padezcan hambre! La universalidad del deber de la instrucción, que
impone el Estado a sus ciudadanos, implica el derecho correlativo a subvenir a las necesidades
elementales de la vida,

ENSEÑANZA VOCACIONA Y TÉCNICA.


Queda por enumerar el aspecto más complejo, técnico y especializado de la reforma de la enseñanza.
Se refiere él a la adaptación vocacional, técnica y profesional. Según el criterio de este Gobierno, tres o
cuatro bastan para asegurar en el niño el conocimiento técnico, adaptados a las circunstancias sociales,
económicas y naturales de cada zona. En las ciudades, se propenderá a la enseñanza de las nociones y
manualidades propias de la industria y del comercio: contabilidad, tecnología, mecánica, dactilografía,
etc. En la campaña, infundiremos preferentemente la práctica en las artes rurales. Con respecto a la
mujer, especializaremos su orientación en la puericultura, las labores caseras, corte y confección,
apicultura y las demás formas de actividad que son específicas del genio femenino.

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