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1984

La inacabable y asombrosa vigencia de Orwell


Gilberto Bonilla Sánchez

El libro llamó mi atención por diferentes motivos, pero el más especial fue la fecha
con la que se titula. 1984 fue publicado por Eric Arthur Blair, más conocido como
George Orwell, el 8 de junio de 1949 con la intención de describir cómo sería la
vida de las personas a mediados de los 80s bajo la autoridad de un gobierno
totalitario. Hoy, 70 años después, pareciera describir la actualidad o en algunos
pasajes, incluso, lo que está por venir.
Hace poco leía que la filosofía tiene tres fuentes de origen: la pregunta, la duda y
el asombro. Y aunque este libro de Orwell es clasificado como una novela política
de ficción distópica, perfectamente podría también ser considerado como un texto
filosófico o por lo menos generador de filosofía desde sus tres fuentes naturales.
Cuando se lee 1984 y entre sus líneas se describe a un gobierno que se presenta
como el Gran Hermano: omnipresente y vigilante de sus ciudadanos, manipulador
de la realidad y la historia a través del lenguaje y los medios de comunicación,
represor y totalitario, da la impresión de estar leyendo una descripción
generalizadas de los gobiernos o gobernantes de este siglo. Es asombroso notar
la vigencia que cobran las palabras, las ideas, las circunstancias y los temores que
experimentan los protagonistas de una obra escrita hace un poco más de medio
siglo.
Asombra aún más, vernos pegados de manera voluntaria a las “telepantallas” que
en la novela son las encargadas de vigilar en todo momento las acciones de los
ciudadanos como Winston Smith (personaje principal) que se tienen que ocultar de
ellas para hacer cosas tan humanas como escribir un diario, holgazanear o tener
una aventura amorosa.
Leer esta obra genera preguntas sobre la forma como hemos mediado nuestras
relaciones personales a través de las redes sociales; genera dudas sobre los usos
que le están dando los genios creadores de estas redes a nuestros datos, gustos y
búsquedas en la web; generan asombro los vaticinios de Orwell que han superado
la fecha que eligió para titular su libro hasta llega a cobrar vigencia por estos días
donde impera la manipulación mediática, la reescritura de la historia por parte de
algunos gobiernos que quieren desligarse de su pasado, las “fake news”, la
posverdad, las guerras programadas, los enemigos creados a medida para
justificar el despotismo, el odio, las crisis sociales culturales y financieras que los
gobiernos construyen o prolongan al máximo para arraigarse en el poder.
Asombra la inacabable vigencia de Orwell.
Quisiera proponer la lectura o relectura de esta obra como una forma de celebrar
sus 70 años de publicación y vigencia y para esto dejo un par de citas a modo de
provocación:
“lo importante es la moral del propio partido. Hasta el miembro más humilde
se espera que sea competente, trabajador o incluso inteligente dentro de
unos límites, pero también es necesario que sea un fanático crédulo e
ignorante cuyos estados de ánimo predominantes sea el miedo, el odio, la
adulación y el triunfo orgiástico. En otras palabras, es necesario que tenga
la mentalidad apropiada para un estado de guerra” (Orwell, 1949, p. 206).
“Las antiguas civilizaciones sostenían basarse en el amor o en la justicia.
La nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no habrá más emociones
que el miedo, la rabia, el triunfo y el autorebajamiento. Todo lo demás lo
destruiremos, todo. (…).
Hemos cortado los vínculos que unían al hijo con el padre, un hombre con
otro y al hombre con la mujer. Nadie se fía ya de su esposa, de su hijo ni de
un amigo. Pero en el futuro no habrá ya esposas ni amigos. Los niños se
les quitarán a las madres al nacer, como se les quitan los huevos a la
gallina cuando los pone. El instinto sexual será arrancado donde persista.
La procreación consistirá en una formalidad anual como la renovación de la
cartilla de racionamiento. Suprimiremos el orgasmo. Nuestros neurólogos
trabajan en ello. No habrá lealtad; no existirá más fidelidad que la que se
debe al Partido, ni más amor que el amor al Gran Hermano. No habrá risa,
excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo. No habrá arte, ni
literatura, ni ciencia. No habrá ya distinción entre la belleza y la fealdad.
Todos los placeres serán destruidos. Pero siempre, no lo olvides, Winston,
siempre habrá el afán de poder, la sed de dominio, que aumentará
constantemente y se hará cada vez más sutil. Siempre existirá la emoción
de la victoria, la sensación de pisotear a un enemigo indefenso. Si quieres
hacerte una idea de cómo será el futuro, figúrate una bota aplastando
un rostro humano... incesantemente” (Orwell, p. 222).
Referencia:
- Orwell, G. (1949). 1984. Ed. Debolsillo.

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