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1. VALORACIÓN
Definimos este periodo, como el tiempo que transcurre desde que el paciente es informado de
que su problema de salud requiere de un tratamiento quirúrgico, acepta el tratamiento y, o se
le incluye en la lista de espera, o se fija la fecha para la cirugía, hasta que el enfermo es
trasladado al bloque quirúrgico.
Los objetivos de todos los cuidados de enfermería en esta fase van a estar orientados a
preparar al paciente física, psicológica y emocionalmente para que afronte la cirugía en las
mejores condiciones posibles. Numerosos estudios avalan que dar información preoperatoria
beneficia la paciente a nivel físico, psicológico y social; producen una menor percepción de
dolor postquirúrgico, menor ansiedad y reducción del tiempo de ingreso hospitalario.
Un estudio realizado por Summer Los pacientes más ansiosos son los que sufren una
recuperación más larga y difícil.
Numerosos estudios ratifican que, una buena acogida al paciente quirúrgico y una entrevista
estructurada pre-quirúrgicas de enfermería disminuyen el estrés, la ansiedad y el miedo
situacional, a la vez que mejoran la satisfacción del paciente hacia el proceso asistencial
quirúrgico. Si bien no hay estudios que demuestren que se reduzca el dolor post-quirúrgico,
aunque parezca una incongruencia, sí los hay que aseveran un mayor grado de dolor
postquirúrgico cuanto mayor es el grado de estrés psicológico prequirúrgico.
Como ya hemos mencionado, el paciente que espera para ir a quirófano presenta altas dosis
de ansiedad, condicionada por diferentes factores. Entre ellos, la falta de información de lo
que va a ocurrir, experiencias previas y el miedo al propio entorno de quirófano, el cual
pueden percibir como una amenaza para su salud, entendiendo salud como un todo: corporal,
psicológica, social y espiritual. No debemos de olvidarlo y adaptarnos siempre a las
necesidades individuales de cada persona. Sus creencias religiosas y espirituales, o la ausencia
de ellas, son factores determinantes a la hora de afrontar, como ser humano, una situación
emocionalmente intensa.
Del mismo modo, esta ansiedad puede provocar una reacción fisiológica caracterizada por
cambios en el metabolismo de la glucosa y activación del sistema nervioso simpático con
aumento de la tensión arterial y taquicardia. Aumentando el estrés mental e influyendo en las
tomas de constates vitales que serán consideradas por el anestesista como “de base” o previas
al paso a quirófano.
Cada vez es más habitual que el paciente ingrese el mismo día de la cirugía. En las unidades de
acogida (URP) en el mejor de los casos, con unas horas de antelación; en el peor, con una hora
escasa para su preparación (si la cirugía programada es la primera del parte quirúrgico del día,
el paciente ingresa poco antes de las 08:00 a.m., y debe estar en la mesa de quirófano a las
08.30). Incluso hay pacientes que van a ser sometidos a determinadas intervenciones que no
requieren ingreso hospitalario (cirugía ambulatoria).
Todo ello complica la realización de un buen plan de valoración pre quirúrgica y hace necesaria
la colaboración de la enfermería de AP. Las nuevas tecnologías facilitan la comunicación entre
profesionales, la unificación de toda la información (especialistas, médico de A.P., ingresos
hospitalarios, etc.), en una misma plataforma, la “e-historia”, facilita la visualización del estado
general y específico del paciente. Aquí es donde los profesionales de enfermería estamos
ganando importancia día a día. La Historia de Enfermería dentro del Proceso de Atención de
Enfermería es básica para detectar problemas reales, definir problemas potenciales, reducir los
errores en el periodo peri operatorio y protegernos legalmente (segundas víctimas). Es de vital
importancia que las nuevas generaciones de profesionales entiendan la necesidad de una
taxonomía propia y la empleen en la historia de enfermería, comprendiendo los aspectos
legales y éticos de la misma, aumentando la comunicación entre los profesionales de las
diferentes áreas por las que pasan los pacientes a lo largo de sus procesos, tanto de salud,
como de enfermedades.
La definición legal de historia clínica es “el conjunto de documentos que contienen los datos,
valoraciones e informaciones de cualquier índole sobre la situación y la evolución clínica de un
paciente a lo largo del proceso asistencial”. Es un conjunto de documentos que va a ser clave, y
la base, de la atención sanitaria ofrecida por parte de todos los profesionales involucrados en
el proceso. Su uso adecuado, custodia y cumplimentación son problemas a los que nos
enfrentamos día a día los sanitarios, y no debemos olvidar que están regulados por diversas
normas legales, así como por obligaciones de carácter ético.
La necesidad de crear y utilizar una historia clínica es obvia, pero más aún es, como
profesional, la importancia de incluir en ella el Proceso de Atención de Enfermería y sus
consideraciones legales.
Es el servicio de anestesia del centro el que determinará los protocolos a realizar, que, en
cuanto a la recogida de datos por parte del personal de enfermería, como norma general,
suelen incluir:
Edad: no se hacen las mismas preguntas a un niño (se entiende que, si es un niño o
lactante, las preguntas se realizan al adulto que los acompaña, progenitores, tutores,
representantes legales…) que a una mujer en edad fértil o a un anciano.
Motivo de ingreso, diagnóstico médico y motivo por el que va a ser sometido a IQ.
Hábitos tóxicos: los bebedores habituales eliminan con más rapidez determinados
fármacos. Esto es debido a que el alcohol es un activador enzimático hepático.
Antecedentes familiares.
Dentro de la historia clínica reflejaremos también los datos recogidos durante la EXPLORACIÓN
FÍSICA:
Constantes vitales
Como regla general tomamos y anotamos las constantes vitales. De esta manera quedan
reflejados unos datos “basales” (siempre algo alterados debido a la ansiedad del momento)
que pueden ser comparados con los recogido en el momento intraoperatorio y postoperatorio
que puedan indicarnos la presencia de complicaciones, de un proceso infeccioso, de
problemas respiratorios, metabólicos, descompensaciones durante la cirugía o sangrados no
visibles. Se debe incluir siempre:
Función cardiocirculatoria
Los pacientes que sufren patologías cardiacas y/o vasculares son clasificados como de riesgo
quirúrgico bajo, medio o alto dependiendo de la patología, el grado de afectación y si está
compensada o descompensada. En muchos casos puede ser causa de retraso de la
intervención (hasta estabilización de la situación de base del paciente), de cambio del tipo de
anestesia propuesta o habitual para el tipo de cirugía (Ej.: hernia umbilical encarcelada en
paciente con fracción de eyección no compatible con anestesia general, que se interviene con
anestesia local y bloque nervioso), o incluso la suspensión de la misma porque los riesgos.
Estado nutricional
Existen numerosas evidencias que relacionan el estado nutricional del paciente con el
aumento de la morbilidad y mortalidad en los pacientes quirúrgicos. Una intervención
quirúrgica representa una agresión al cuerpo, un estresante importante, y desde mediados del
siglo XX se entiende que la situación es más grave cuando existe un problema nutricional de
base, causado tanto por la patología que motiva la cirugía como por otras enfermedades
concurrentes, hábitos alimentarios o causas socio-económicas. Los cambios en la alimentación,
habituales en las etapas pre y postquirúrgica, pueden derivar en cuadros de malnutrición o a
deficiencias de nutrientes específicos. Este problema no es exclusivo de los pacientes
quirúrgicos, existen estudios que constatan que los pacientes hospitalizados aparentemente
bien nutridos, pueden presentar un considerable número de deficiencias de nutrientes
específicos.
En el otro extremo de la balanza, los pacientes con sobrepeso y obesidad también presentan
mayor predisposición a sufrir complicaciones intra y postoperatorias. Los obesos tienen más
dificultad a la hora de expandir el tórax, el índice de infecciones y dehiscencias de herida
quirúrgica es mayor dado que el tejido adiposo está mal irrigado. Se valorará la relación
talla/peso, el IMC.
Como ya hemos dicho, el estado nutricional del paciente influirá en la cicatrización de la herida
quirúrgica y en su recuperación, por lo que si se detecta un déficit de algún nutriente
específico (mediante analítica sanguínea), es aconsejable que sean tratados por vía
intravenosa (NUNCA ORAL) con sueroterapia con minerales y electrolitos: K, Na, MG, Ca, P, fe,
B1, B6, B12, etc. Si el paciente presenta desnutrición severa la alimentación parenteral es la vía
de alimentación de elección.
Sistema respiratorio
Que el paciente presente cualquier problema que obstruya las vías aéreas, limite el flujo
ventilatorio y dificulte la función respiratoria en mayor o menor grado, supone un riesgo
elevado de desarrollar complicaciones, tanto en el momento de la anestesia intraoperatoria,
como en el postoperatorio.
En cualquier tipo de cirugía que requiera de anestesia general, siempre existen riesgos o
dificultades respiratorias, incluso en pacientes sanos. Una enfermedad respiratoria aguda
como un simple resfriado, una faringitis o una gripe, cursan con inflamación las vías aéreas
altas y fiebre, que salvo en las cirugías de extrema urgencia, en las que prima el beneficio
sobre el riesgo a asumir, la cirugía debe retrasarse hasta la curación del paciente. De ahí la
importancia de realizar en el cuestionario al paciente si tiene catarro, se ha notado mocoso o
con sensación de fatiga en los últimos días, así como la toma de Tª in situ.
Si el paciente presenta patología respiratoria, con limitación del flujo ventilatorio crónica como
EPOC, asma, etc., es importante comprobar que se le han realizado las pruebas pertinentes
(Ej.: espirometría, rx de tórax, gasometría arterial y venosa, prueba de esfuerzo)
recientemente y se adjuntan a la historia (generalmente si el paciente presenta una disnea
diferente a la habitual o no asociada a su proceso crónico).