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Estás en Angustia – ¿Cómo Clamar a


Dios?
 Alberto Vega

El presente sermón “Estas en Angustia – ¿Cómo Clamar


a Dios?  ¿En quién confiamos?” nos ayudará a encontrar
una respuesta a nuestros suplicas. Nos enseña que es lo
que tenemos que hacer para que nuestro clamor sea
escuchado.

Tabla de Contenidos [ ocultar]

1 Tema: Clamar
2 I. ¿A quien debemos clamar? 
3 II. Pero debemos ser constantes, no desmayar en
nuestro clamor.
4 III. David sabía que Dios es  justo y que aborrece la
maldad.
5 IV. Y cierra con broche de oro
5.1 Relacionado

Tema: Clamar
Introducción: ¿A quién clamamos cuando tenemos
problemas? Al amigo, a la familia, a los hijos. Todo
depende en quien tenemos puesta nuestra confianza.

En el programa de “El chapulín colorado” dicen “OH, y


ahora quien me podrá defender”

Ilustración: Un día me encontraba desesperado porque


ya no tenía fuerzas para seguir luchando contra mi
enfermedad, me hinqué y le clamé a ese Dios que tenía
poco de conocer, y le dije: Señor ya no aguanto más,
ayúdame Señor, en el nombre de tu Hijo te lo pido,
amen.

Así de sencilla fue mi oración, pero Dios estaba


esperando que yo me declarara impotente, para que Él
actuara. Todas las veces que Dios me ha hecho un
milagro así han sido mis oraciones. Cuando me declaro
vencido, Él actúa.

Cuando me levanté de orar, el diario estaba abierto en


mi cama y vi que un anuncio de un neurólogo sobresalía
de todos los demás. Ya me habían tratado más de 25
médicos, pero este era el que Dios tenía preparado para
que empezara mi milagro.

I. ¿A quien debemos clamar?


Texto base:

Jeremías 33:3 Clama a mí,  y yo te responderé,  y te


enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.

Dios nos está haciendo una gran promesa, que si


clamamos a Él nos enseñará cosas grandes y ocultas que
no conocemos ¿la vamos a aceptar o seguiremos
confiando en nuestras propias fuerzas?

Si esperamos recibir el consuelo de Dios debemos


invocarlo. Su Palabra nos promete vivificarnos y
alentarnos por medio de la oración. Estas promesas nos
guían al evangelio de Cristo; y en Él Dios ha revelado su
verdad para dirigirnos, y su paz, para tranquilizarnos.

II. Pero debemos ser constantes, no


desmayar en nuestro clamor.
El rey David es un ejemplo que me encanta. El nunca
dejó de confiar en Dios.

Salmos 5:1-2  Escucha,  oh Jehová,  mis palabras;


  Considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, 
Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré.

Dios es un Dios que oye la oración. Siempre ha sido así, y


sigue como siempre dispuesto a oír la oración. El
principio más alentador de la oración y el ruego más
poderoso es mirarlo a Él como nuestro Rey y nuestro Dios.
David también ora a un Dios que odia el pecado.

Analicemos lo que le dice David a Dios:

a)    Escucha mis palabras (le está suplicando)

b)    Considera mi gemir (le pide que lo considere, que no


lo deje abandonado)

c)    Está atento a la voz de mi clamor (que esté presto a


escucharlo)

d)    Rey mío y Dios mío (le gloria y la honra que solo Él
merece)

e)    Porque a ti oraré (le dice que solo en el confía)

¿Cuando se comunica David con Dios? ¿Cómo lo


hacemos nosotros?

Salmos 5:3  Oh Jehová,  de mañana oirás mi voz; De


mañana me presentaré delante de ti,  y esperaré.

III. David sabía que Dios es  justo y que


aborrece la maldad.
Salmo 5:4-6  Porque tú no eres un Dios que se complace en
la maldad; El malo no habitará junto a ti. Los insensatos
no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que
hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; Al
hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.

David también alaba y ora a un Dios que odia el


pecado. Y hace una lista de porqué no serán
escuchados:

a)    Dios no se complace en la maldad

b)    El malo no habitará junto a ti

c)      Los insensatos no estarán delante de los ojos de


Dios (Dios no verá su causa)

d)    Dios aborrece a todos los que hacen iniquidad.

e)    Destruirá a los que hablan mentira

f)        Al hombre sanguinario y engañador abominará


Jehová

Si nosotros todavía hacemos cualquiera de estas cosas


Dios no nos escuchará.

¿Cómo podemos hacer para salir de todo esto? El


hombre por naturaleza es malo, como dice Romanos
3:10-18:

“Como está escrito: No hay justo,  ni aun uno; No hay quien


entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, 
a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno,  no
hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con
su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus
labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus
pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y
desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de
paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.

Y esto erais algunos;  mas ya habéis sido lavados,  ya


habéis sido santificados,  ya habéis sido justificados en el
nombre del Señor Jesús,  y por el Espíritu de nuestro Dios. 1
Corintios 6:11

Pero ¿Cómo es que podemos ser transformados en


personas que le agraden a Dios?

Romanos 3:21-25  Pero ahora,  aparte de la ley,  se ha


manifestado la justicia de Dios,  testificada por la ley y por
los profetas la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo,  para todos los que creen en él.  Porque no hay
diferencia, 23  por cuanto todos pecaron,  y están
destituidos de la gloria de Dios, 24  siendo justificados
gratuitamente por su gracia,  mediante la redención que es
en Cristo Jesús, 25  a quien Dios puso como propiciación
por medio de la fe en su sangre,  para manifestar su
justicia,  a causa de haber pasado por alto,  en su
paciencia,  los pecados pasados.

Ah, entonces la respuesta está en Jesucristo. En el


Antiguo Testamento la gente vivía en la dispensación
de la Ley, Una  dispensación  es un periodo de tiempo,
durante el cual Dios trata con el hombre de una manera
particular. También es un periodo de tiempo de
probación que siempre termina con el juicio del hombre
por sus pecados. Esta dispensación, cubre el tiempo
desde el Sinaí hasta el calvario. Ahora en el Nuevo
Testamento, vivimos bajo la Gracia, que es en Cristo
Jesús. El la instauró la noche de la Santa Cena.

Asimismo tomó también la copa,  después de haber


cenado,  diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi
sangre;  haced esto todas las veces que la bebiereis,  en
memoria de mí. 1 Corintios 11:25

Pero David le promete algo a Dios por su misericordia:

Salmos 5:7  Mas yo por la abundancia de tu misericordia


entraré en tu casa; Adoraré hacia tu santo templo en tu
temor.

Esta promesa siempre la cumplió David, ¿estamos


nosotros dispuestos a hacer lo mismo?

Le pide que lo guíe en su justicia y lo libre de los


enemigos porque en ellos solo hay maldad

Salmos 5:8  Guíame,  Jehová,  en tu justicia,  a causa de


mis enemigos; Endereza delante de mí tu camino. Porque
en la boca de ellos no hay sinceridad; Sus entrañas son
maldad, Sepulcro abierto es su garganta, Con su lengua
hablan lisonjas.

Le pide que castigue al malo

Salmos 5:10  Castígalos,  oh Dios; Caigan por sus mismos


consejos; Por la multitud de sus transgresiones échalos
fuera, Porque se rebelaron contra ti.

IV. Y cierra con broche de oro


Salmos 5:11-12  Pero alégrense todos los que en ti confían;
Den voces de júbilo para siempre,  porque tú los defiendes;
En ti se regocijen los que aman tu nombre. Porque tú,  oh
Jehová,  bendecirás al justo; Como con un escudo lo
rodearás de tu favor.

Tenemos que alegrarnos con voz de júbilo si tenemos


puesta nuestra confianza en Dios al igual que David,
porque sabemos que Dios nos va a escuchar, porque ya
hemos sido justificados por la sangre de Cristo a los que
le hemos recibido como nuestro Salvador personal. Y
esta debe de ser nuestra certeza que si estamos con
Cristo nadie nos podrá vencer. Para los que están
escuchando este mensaje y no tienen a Cristo en su
corazón deben de recibirlo si quieren ser justificados.
Porque nadie puede ser justo si no ha recibido a Cristo
como el Señor de su vida.

Si este mensaje a tocado tu alma y quieres recibir a


Cristo como tu Señor y salvador personal, haz esta
oración con todo tu corazón:

Señor Jesús, yo te recibo hoy como mi único Salvador


personal; creo que eres Dios, que moriste en la cruz por
mis pecados y que resucitaste al tercer día. Me arrepiento,
soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por
enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús, por salvar
mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador. Amen

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