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Dra.

María Cristina Pérez Agüero Enero


Curso: Entendiendo el Abuso Sexual Infantil 2019

1. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL

DEFINICIÓN DE ABUSO SEXUAL

Cualquier actividad sexual con un niño en la que se emplee la fuerza o la amenaza de


utilizarla, con independencia de la edad de los participantes, así como cualquier
contacto sexual entre un adulto y un niño, con independencia de que haya engaño o de
que el niño comprensa la naturaleza sexual de la actividad. El contacto sexual entre un
adolescente y un niño también puede considerarse abusivo cuando exista una disparidad
significativa de edad (cinco o más años), de desarrollo o de tamaño, que haga que el
niño más pequeño no esté en condiciones de dar un consentimiento informado. La
actividad sexual puede incluir penetración, tocamientos (oral, anal o genital) o actos
sexuales que no impliquen contacto, como la exposición a pornografía, el
exhibicionismo, o el voyeurismo.

TIPOS DE ABUSO SEXUAL


Dentro del ASI, se pueden encontrar las siguientes categorías:
✔ Abuso sexual. Cualquier forma de contacto físico con o sin acceso carnal, con
contacto y sin contacto físico realizado sin violencia o intimidación y sin
consentimiento. Puede incluir: penetración vaginal, oral y anal, penetración digital,
caricias o proposiciones verbales explícitas.
✔ Agresión sexual. Cualquier forma de contacto físico con o sin acceso carnal con
violencia o intimidación y sin consentimiento.
✔ Exhibicionismo. Es una categoría de abuso sexual sin contacto físico.
✔ Explotación sexual infantil. Una categoría de abuso sexual infantil en la que el
abusador persigue un beneficio económico y que engloba la prostitución y la
pornografía infantil. Se suele equiparar la explotación sexual con el comercio sexual
infantil. Dentro de explotación sexual infantil, existen diferentes modalidades a tener en
cuenta, puesto que presentan distintas características e incidencia:
• Tráfico sexual infantil.
• Turismo sexual infantil.
• Prostitución infantil.

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Formas de Abuso Sexual a niñas, niños y adolescentes1

Besar a un
niño de
forma
Pornografía inapropiada Manipular o
infantil acariciar los
Prostitución genitales o
pechos

Penetración Abuso Exposición


o contacto Sexual genital
genital o anal Infantil

Manipular o
masturbar al niño
o pedirle al niño
Coito “seco” que manipule o
Contacto masturbe al
adulto
oral-genital o
Penetración

CONSECUENCIAS DEL ASI


Las consecuencias que el abuso sexual tiene en niños y adolescentes puede variar
respecto a diversas variables, es decir aunque cotidianamente se observan una serie de
síntomas, la intensidad de los mismos o el momento de aparición pueden verse influidos

1
Rosas, A. (2003). Child sexual abuse. En Strachan, M. & Durfee, M. (Eds.). Child and Neglect.
Guidelines for identification, assessment, and case management. USA: Volcano Press Inc.

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por diversos factores, mismos que incluso pueden propiciar que no haya afectación,
especialmente a largo plazo.
Factores
Mediadores  Efectos psicológicos negativos a
 Perfil individual de la corto plazo (casi siempre)
víctima
 Factores de protección
ABUSO socio familiares
SEXUAL  Características del acto
 abusivo
Suceso traumático  Relación víctima- Efectos psicológicos negativos a corto
victimario plazo (con menor frecuencia)
 Consecuencias
derivadas de la
revelación

SINTOMATOLOGÍA DEL ASI

Indicadores físicos, comportamentales y de tipo sexual en los menores víctimas de


abuso2.
Indicadores físicos. Indicadores comportamentales. Indicadores en la esfera sexual.
Dolor, golpes, quemaduras Pérdida de apetito. Rechazo de las caricias, de los
o heridas en la zona genital besos y del contacto físico.
o anal.
Cerviz o vulva hinchadas o Llanto frecuentes, sobre todo en Conducta seductora.
rojas. referencia a situaciones afectivas o
eróticas.
Semen en la boca, en los Miedo a estar sola, a los hombres o a Conductas precoces o
genitales o en la ropa. un determinado miembro de la conocimientos sexuales
familia. inadecuados para su edad.

Ropa interior rasgada, Rechazo al padre o a la madre de Interés exagerado por los
manchada u ensangrentada. forma repentina. comportamientos sexuales de los
adultos.
Enfermedades de Cambios bruscos de conducta. Agresión sexual de un niño o
transmisión sexual en menor de edad hacia otros
genitales, ano, boca u ojos. menores.
Dificultad para andar y Resistencia a desnudarse y bañarse.
sentarse.
Enuresis. Aislamiento y rechazo de las
relaciones sociales.
Encopresis. Problemas escolares o rechazo a la
escuela.
Fantasías o conductas regresivas
(chuparse el dedo, orinarse en la
cama, etc.).
Tendencia al secretismo.

Agresividad, fugas o acciones


delictivas.
Autolesiones o intentos de suicidio.

2
Echeburúa y Guerricaechevarría (2005).

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FACTORES MEDIADORES DE LOS EFECTOS DEL ASI

Es necesario conocer los factores que resultan amortiguadores del impacto del abuso
sexual en el desarrollo emocional posterior y contribuyen a metabolizarlo, como
aquellos que propician una mayor vulnerabilidad psicológica y favorecen el desarrollo
de consecuencias psicopatológicas. Entre ellos se encuentran:
1. Perfil individual de la víctima: se debe considerar, edad y sexo. Respecto a la
edad, el ser más pequeño puede protegerlo de recuerdos traumáticos futuros, pero
al mismo tiempo hay mayor probabilidad de disociación de la personalidad; el
que sean grandes implica mayor probabilidad de que sean violentados debido a la
resistencia que pueden oponer; si son niños o niñas, puede funcionar como
mediador dependiendo de otras variables.
2. Factores de protección socio familiares: un ambiente familiar disfuncional,
caracterizado por la conflictividad y la falta de cohesión, puede aumentar la
vulnerabilidad del niño a la continuidad del abuso y las secuelas derivadas del
mismo.
3. Características del acto abusivo: la gravedad de las secuelas está en función de la
frecuencia y duración de la experiencia, así como del empleo de fuerza y de
amenazas, o de la existencia de una violación propiamente dicha. Cuanto más
crónico e intenso es el abuso, mayor es el desarrollo de un sentimiento de
indefensión y de vulnerabilidad y resulta más probable la aparición de síntomas.
4. Relación víctima-victimario: si bien puede importar el grado de parentesco, lo que
más afecta es el grado de intimidad emocional existente. A mayor intimidad
emocional, mayor será el impacto psicológico, que se puede agravar si no se
recibe el apoyo de la familia.
5. Consecuencias derivadas de la revelación: el dar crédito al testimonio del menor y
protegerlo, es un elemento clave para que las víctimas mantengan o recuperen su
nivel de adaptación general después de la revelación. Cuando los padres
reaccionan con vergüenza, culpa, cólera, pena, miedo y ansiedad, estos pueden
mostrarse incapaces de proteger al niño adecuadamente y en los casos más
graves, pueden culparlo de lo sucedido.

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6. Estrategias de afrontamiento de la víctima. Estilo reflexivo: es aquella persona
que busca información, soluciones para abordar el problema y planifica
cuidadosamente cómo abordar el estímulo estresante. Estilo impulsivo: es aquella
persona que actúa de forma instintiva (rápida y emotivamente) sin pensar
previamente en las consecuencias que puede tener. Estilo atribucional externo:
cuando algo sale mal culpan a algo o a alguien pero no a sí mismo, así intentan
liberar ansiedad. Estilo atribucional interno: se culpan a sí mismo, añade más
ansiedad.

CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS A CORTO PLAZO


 20-30% de las víctimas permanecen estables emocionalmente después de la
agresión
 17-40% sufren síntomas asociados a un cuadro establecido.
 El resto presenta sintomatología diversa, no necesariamente común.
 Niñas: síntomas de ansiedad y depresión.
 Niños: fracaso escolar y dificultades inespecíficas de socialización.
 Preescolares: negación (no sucedió) y disociación.
 Escolares: Culpa y vergüenza ante el suceso.
 Adolescencia: Huidas de casa, consumo abusivo de alcohol e intentos de
suicidio; la situación se agrava si el abuso es cometido por alguien de la familia.

Tabla 1. Principales consecuencias a corto plazo del abuso sexual infantil


de acuerdo al periodo de desarrollo
Síntoma Infancia Adolescencia
Problemas de sueño X X
Cambios en los hábitos de comida X X
Pérdida del control de esfínteres X
Consumo de drogas o alcohol X
Huidas del hogar X
Conductas autolesivas o suicidas X
Hiperactividad X
Bajo rendimiento académico X X
Miedo generalizado X
Hostilidad y agresividad X X
Culpa y vergüenza X X

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Depresión X X
Ansiedad X X
Baja autoestima y sentimientos de estigmatización X X
Rechazo del propio cuerpo X X
Desconfianza y rencor hacia los adultos X X
Trastorno de estrés postraumático** X X
Conocimiento sexual precoz o inadecuado para su edad X X
Masturbación compulsiva X X
Excesiva curiosidad sexual X X
Conductas exhibicionistas X
Problemas de identidad sexual X X
Déficit en las habilidades sociales X
Retraimiento social X X
Conductas antisociales X

** El TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO de acuerdo con el


CIE-10 (F43.1) es un trastorno que surge como respuesta tardía o diferida a un
acontecimiento estresante o a una situación (breve o duradera) de naturaleza
excepcionalmente amenazante o catastrófica, que causarían por sí mismos malestar
generalizado en casi todo el mundo (por ejemplo, catástrofes naturales o producidas por
el hombre, combates, accidentes graves, el ser testigo de la muerte violenta de alguien,
el ser víctima de tortura, terrorismo, de una violación o de otro crimen). Ciertos rasgos
de personalidad (por ejemplo, compulsivos o asténicos) o antecedentes de enfermedad
neurótica, si están presentes, pueden ser factores predisponentes y hacer que descienda
el umbral para la aparición del síndrome o para agravar su curso, pero estos factores no
son necesarios ni suficientes para explicar la aparición del mismo.
Las características típicas del trastorno de estrés post-traumático son: episodios
reiterados de volver a vivenciar el trauma en forma de reviviscencias o sueños que
tienen lugar sobre un fondo persistente de una sensación de "entumecimiento" y
embotamiento emocional, de despego de los demás, de falta de capacidad de respuesta
al medio, de anhedonia y de evitación de actividades y situaciones evocadoras del
trauma. Suelen temerse, e incluso evitarse, las situaciones que recuerdan o sugieren el
trauma. En raras ocasiones pueden presentarse estallidos dramáticos y agudos de miedo,
pánico o agresividad, desencadenados por estímulos que evocan un repentino recuerdo,
una actualización del trauma o de la reacción original frente a él o ambos a la vez.

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Por lo general, hay un estado de hiperactividad vegetativa con hipervigilancia, un
incremento de la reacción de sobresalto e insomnio. Los síntomas se acompañan de
ansiedad y de depresión y no son raras las ideaciones suicidas. El consumo excesivo de
sustancias psicotrópicas o alcohol puede ser un factor agravante.
El comienzo sigue al trauma con un período de latencia cuya duración varía desde unas
pocas semanas hasta meses (pero rara vez supera los seis meses). El curso es fluctuante,
pero se puede esperar la recuperación en la mayoría de los casos. En una pequeña
proporción de los enfermos, el trastorno puede tener durante muchos años un curso
crónico y evolución hacia una transformación persistente de la personalidad
(http://www.psicoactiva.com/cie10/cie10_27.htm).

Este trastorno no debe ser diagnosticado a menos que no esté totalmente claro que ha
aparecido dentro de los seis meses posteriores a un hecho traumático de excepcional
intensidad. Un diagnóstico "probable" podría aún ser posible si el lapso entre el hecho y
el comienzo de los síntomas es mayor de seis meses, con tal de que las manifestaciones
clínicas sean típicas y no sea verosímil ningún otro diagnóstico alternativo (por ejemplo,
trastorno de ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo o episodio depresivo). Además del
trauma, deben estar presentes evocaciones o representaciones del acontecimiento en
forma de recuerdos o imágenes durante la vigilia o de ensueños reiterados. También
suelen estar presentes, pero no son esenciales para el diagnóstico, desapego emocional
claro, con embotamiento afectivo y la evitación de estímulos que podrían reavivar el
recuerdo del trauma. Los síntomas vegetativos, los trastornos del estado de ánimo y el
comportamiento anormal contribuyen también al diagnóstico, pero no son de
importancia capital para el mismo.
Se caracteriza por la siguiente sintomatología: aislamiento; desinterés en actividades
cotidianas; trastornos del sueño y pesadillas persistentes y atemorizantes; las
explosiones de ira; la destructividad hacia personas y objetos; el incremento de
problemas conductuales; los estados traumatogénicos; temores inespecíficos en
múltiples situaciones; temores específicos hacia los adultos, hacia los hombres o
alguna persona en particular; los juegos en que aparecen escenas sexuales o de
engaño, trampa, dominio y seducción; un estado constante de alerta frente a lo que
los rodea; dificultades de atención y concentración.

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El DSM-5 (APA, 2013) define el trastorno por estrés postraumático como:


A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en
una (o más) de las formas siguientes:

Experiencia directa del suceso(s) traumático(s).


Presencia directa del suceso(s) ocurrido a otros.
Conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un familiar próximo o a
un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o amigo,
el suceso(s) ha de haber sido violento o accidental.
Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso(s) traumático(s) (p. ej.,
socorristas que recogen restos humanos; policías repetidamente expuestos a detalles del
maltrato infantil).
Nota: El Criterio A4 no se aplica a la exposición a través de medios electrónicos,
televisión, películas o fotografías, a menos que esta exposición esté relacionada con el
trabajo.
B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al
suceso(s) traumático(s), que comienza después del suceso(s) traumático(s):

Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso(s)


traumático(s).
Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está
relacionado con el suceso(s) traumático(s).
Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el sujeto siente o actúa
como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Estas reacciones se pueden producir de
forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de conciencia del
entorno presente.)
Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos o externos
que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se
parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
C. Evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s) traumático(s), que
comienza tras el suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por una o las dos
características siguientes:

Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos


acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares,
conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos,
pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s)
traumático(s).
D. Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso(s)
traumático(s), que comienzan o empeoran después del suceso(s) traumático(s), como se
pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:

Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso(s) traumático(s) (debido


típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como una lesión cerebral,
alcohol o drogas).

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Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los
demás o el mundo (p. ej., “Estoy mal,” “No puedo confiar en nadie,” “El mundo es muy
peligroso,” “Tengo los nervios destrozados”).
Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso(s)
traumático(s) que hace que el individuo se acuse a sí mismo o a los demás.
Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza).
Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.
Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad,
satisfacción o sentimientos amorosos).
E. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso(s) traumático(s),
que comienza o empeora después del suceso(s) traumático(s), como se pone de
manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:

Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) que se


expresan típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.
Comportamiento imprudente o autodestructivo.
Hipervigilancia.
Respuesta de sobresalto exagerada.
Problemas de concentración.
Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño
inquieto).
F. La duración de la alteración (Criterios B, C, D y E) es superior a un mes.
G. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,
laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
H. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej.,
medicamento, alcohol) o a otra afección médica.
Especificar si:
Con síntomas disociativos: Los síntomas cumplen los criterios para el trastorno de
estrés postraumático y, además, en respuesta al factor de estrés, el individuo
experimenta síntomas persistentes o recurrentes de una de las características siguientes:
1. Despersonalización: Experiencia persistente o recurrente de un sentimiento de
desapego y como si uno mismo fuera un observador externo del propio proceso mental
o corporal (p. ej., como si se soñara; sentido de irrealidad de uno mismo o del propio
cuerpo, o de que el tiempo pasa despacio).
2. Desrealización: Experiencia persistente o recurrente de irrealidad del entorno (p. ej.,
el mundo alrededor del individuo se experimenta como irreal, como en un sueño,
distante o distorsionado).
Nota: Para utilizar este subtipo, los síntomas disociativos no se han de poder atribuir a
los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., desvanecimiento, comportamiento
durante la intoxicación alcohólica) u otra afección médica (p. ej., epilepsia parcial
compleja).
Especificar si:
Con expresión retardada: Si la totalidad de los criterios diagnósticos no se cumplen
hasta al menos seis meses después del acontecimiento (aunque el inicio y la expresión
de algunos síntomas puedan ser inmediatos).

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CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS A LARGO PLAZO DEL ASI

Estas consecuencias son las que por común pueden verse en adultos que fueron víctimas
de abuso sexual cuando niños o adolescentes. Entre las más comunes se encuentran:
o Disociación (obstaculiza el proceso cognitivo y afectivo de experiencias
traumáticas)
o Intentos de suicidio.
o Consumo de drogas y alcohol.
o Depresión
o Ansiedad.
o Baja autoestima.
o Trastornos de la personalidad (con más frecuencia: paranoide, antisocial,
límite).
o Desconfianza y miedo de los hombres.
o Dificultad para expresar o recibir sentimientos de ternura y de intimidad.
o Dolores físicos crónicos generales sin causa médica.
o Hipocondría.
o Alteraciones en el sueño (pesadillas).
o Problemas gastrointestinales.
o Desordenes alimenticios (bulimia)
o Fobias o aversiones sexuales.
o Falta de satisfacción sexual.
o Alteraciones en la motivación sexual.
o Problemas en las relaciones interpersonales.
o Aislamiento.
o Dificultades en la educación de los hijos.

EL AGRESOR SEXUAL EN EL ENTORNO DEL NIÑO


Los abusadores de niños, al margen de las deficiencias personales y sociales que
presentan, son personas mucho más integradas en la sociedad que los violadores. De
hecho, no son delincuentes habituales, son menos violentos, no cometen otros delitos y,
salvo excepciones, no tienen una carrera delictiva que les haya llevado a prisión.

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La agresión sexual -ya sea con violencia física, coacción o simplemente por valerse de
algo, como en el caso del abuso sexual en la infancia- es vivenciada por la víctima como
un atentado no contra su sexo, sino principalmente contra su integridad física y
psicológica.

Hay un consenso básico en los dos criterios necesarios para que haya abuso sexual
infantil: una relación de desigualdad -ya sea en cuanto a edad madurez o poder- entre
agresor y víctima y la utilización del menor como objeto sexual, incluye aquellos
contactos e interacciones con un niño en los que se utiliza a éste para estimulación
sexual del agresor o de otra persona, se da el abuso sexual “en los contactos e
interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa al niño para
estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual puede ser
cometido por una persona menor de 18 años, cuando ésta es significativamente mayor
que el niño (la victima) o cuando está (el agresor) en una posición de poder o control
sobre otro menor”.

Se ha descrito mucho sobre el abusador (Perrone y Nannini, 2005), así como del
contexto familiar, por lo que a continuación se mencionan algunas características del
abusador y de la familia en donde sucede el aASI.
Características del abusador y de la familia en que se produce el abuso sexual3.

Características del abusador Características de la familia


Extremadamente protector o celoso del Familias monoparentales o reconstituidas
niño.
Víctima de abuso sexual en la infancia. Familias caóticas y desestructuradas.

Con dificultades en la relación de pareja. Madre frecuentemente enferma o ausente.

Aislado socialmente. Madre emocionalmente poco accesible

Consumidor excesivo de drogas o alcohol.


Madre con un historial de abuso sexual
infantil.
Frecuentemente ausente del hogar. Problemas de hacinamiento.
Con baja autoestima o con problemas Hijas mayores que asumen las
psicopatológicos. responsabilidades de la familia.

3
Echeburúa y Guerricaechevarría (2005)..

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RESILIENCIA Y ABUSO SEXUAL INFANTIL

Es importante señalar que hay víctimas que son resilientes y no desarrollan sentimientos
de vergüenza, ni problemas de salud mental. Lo anterior hace necesario identificar los
factores protectores para reducir la vulnerabilidad de la víctima como el apoyo familiar
y el estilo de afrontamiento adaptativo.

La fortaleza como estilo de afrontamiento positivo que empoderar a las personas incluso
frente a eventos estresantes, se considera un factor de protección para ayudar a los
sobrevivientes de ASI. La fortaleza tiene un efecto moderador significativo en el
impacto negativo de la vergüenza internalizada debido al abuso sexual. Este estilo de
afrontamiento puede ser promovido por las relaciones íntimas de apoyo, como puede ser
la establecida en la psicoterapia.

Los factores de resiliencia como la búsqueda de apoyo emocional fuera de la familia, la


capacidad de pensar bien de uno mismo, la espiritualidad, la atribución externa de culpa
y el reconocimiento de poder personal han sido reconocidos por los sobrevivientes de
ASI como cruciales para superar la experiencia de abuso sexual. Estos factores podrían
prevenir las consecuencias adversas del ASI como la baja autoestima, depresión,
vergüenza y otras dificultades interpersonales a largo plazo.

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2. PAUTAS FUNDAMENTALES EN LA VALORACIÓN DEL ABUSO


SEXUAL INFANTIL

LA EVALUACIÓN DE DAÑO PSICOLÓGICO

En los casos de delitos sexuales, independientemente del examen físico realizado por el
médico forense es también necesario dimensionar el posible impacto y daño psicológico
producido por la agresión que puede haber vivido el niño.

Los delitos sexuales, no sólo afectan si identidad sexual, además provocan un daño
moral de relevancia legal; con respecto a los indicadores de daño se debe considerar
que:

 los mismos pueden manifestarse en distintos contextos de la vida del niño, por lo
tanto en la evaluación se necesita recurrir a distintas formas de evaluación.
 El impacto de los delitos sexuales altera distintas áreas del funcionamiento
psicológico del niño y puede manifestarse a través de una gran gama de
síntomas psicológicos conocidos.
 La manifestación sintomatológica puede ser inmediata a la ocurrencia del evento
o estar diferida a lo largo de distintas etapas del desarrollo. Por lo tanto, los
efectos de un abuso NO SIEMPRE SON VISIBLES EN UNA VALORACIÓN.
 Los síntomas que con mayor frecuencia se asocian a un fuerte impacto
emocional se relacionan con aquellos que corresponden a conductas
sexualizadas y a la presencia de algunos síntomas que constituyen la
constelación del estrés postraumático.
 La no detección de indicadores de daño ocurrido en el niño, no significa
necesariamente que no haya ocurrido el abuso o que no presente síntomas.
Puede ser resultado de una metodología de evaluación inadecuada o de la
impericia del evaluador.

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 La sintomatología no es por sí misma un medio de prueba, pero sí un elemento
confirmatorio de la credibilidad de los eventos relatados por el niño.

Para probar la condición de agresión sexual, y ante la baja frecuencia o aún más, la
ausencia de indicadores físicos, la evaluación de daño se orienta a la identificación
de dos grandes grupos de indicadores:
1. Las manifestaciones afectivas negativas (pena, ira, vergüenza, ansiedad) que se
identifican en el proceso de evaluación, y la consistencia de los afectos con la
declaración realizada.
2. Las manifestaciones conductuales significativas observadas en el niño y
reportadas por adultos significativos cercanos; así como cambios conductuales
que ocurren durante el proceso de entrevista vinculado a la revelación
(manifestaciones de ansiedad o dolor), que pueden ser expresados en conductas
sexualizadas o ansiosa o depresiva.

LA DECLARACIÓN DEL NIÑO

EL PAPEL DE LAS HABILIDADES COGNITIVAS4

En la medida en la que se comprendan las capacidades y limitaciones del niño, se podrá


obtener una descripción detallada del suceso que se investiga. Por lo tanto, el
profesional que tenga contacto con presuntas víctimas de abuso sexual infantil, debe
tener conocimiento sobre las habilidades necesarias para que el niño pueda informar
sobre sucesos autobiográficos y ser consciente en todo momento de que sus preguntas y
estilo de comunicación pueden influir en las explicaciones de éste.

a. Atención y memoria

Un requisito básico para que el niño pueda narrar con exactitud un suceso que ha
experimentado es que haya prestado atención a las características de dicho suceso y que
durante la entrevista atienda a las instrucciones y preguntas del entrevistado. Los
pequeños se distraen más fácilmente que los mayores y que los adultos, presentando
déficits en atención selectiva. A pesar de las instrucciones que puedan recibir al

4
Basado en Cantón y Cortés (2000), Fernández (2000) y LeFrancoise (2001).

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respecto, su atención suele centrarse en información poco útil para la tarea y,
consiguientemente, su rendimiento se resiste.

En una situación real de abuso sexual, la falta de atención puede afectar a detalles clave
sobre la victimización (por ejemplo, si el pene estaba o no erecto) y esta falta de
detalles, a su vez, podría dar lugar al surgimiento de dudas sobre la veracidad de las
alegaciones.

El desarrollo neurológico del córtex frontal del cerebro explicaría por que hacia los seis
o siete años de edad se produce una mejora sustancial en su capacidad de
mantenimiento de la atención y para centrarse en las instrucciones de los adultos.

Los resultados actuales sobre el desarrollo de la atención aconsejan adoptar varias


estrategias si se quiere mejorar el rendimiento del niño durante la entrevista. Se debe
diseñar el ambiente de manera que se reduzcan al mínimo las distracciones, ayudando a
si a que se centre. En segundo lugar, para que no se canse y deje de prestar atención al
poco tiempo hay que diseñar cuidadosamente los objetivos antes de la entrevista.
Finalmente, dada la relación existente entre comprensión y atención, el entrevistador
debe presentarse y explicar su papel y las reglas de la entrevista lo más claramente
posible. A pesar de las mayores dificultades que implica entrevistar a un niño pequeño,
es posible entrevistar adecuadamente incluso a un preescolar si se tienen en cuenta sus
necesidades. El problema sigue siendo la consecución de un equilibrio entre reducir el
nivel de estrés del niño y mantenerlo centrado en la tarea.

El debate sobre la competencia del niño pequeño para actuar como testigo los
detractores suelen mencionar su escasa capacidad para recordar y describir experiencias.
Sin embargo, hay un hecho irrefutable y es que casi siempre la principal fuente de
información sobre los supuestos abusos es la propia víctima.

La cantidad de información recordada por un niño de tres años de edad disminuye entre
una y tres semanas después, mientras que durante este mismo periodo en los de seis
años se mantiene. Contrariamente a los adultos, que tienden a prestar atención y

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recordad la información central, los niños se fijan y recuerdan mas los detalles
periféricos del suceso. La memoria es la interacción acumulativa de lo que el individuo
experimenta, ve, oye, aprende e infiere, es decir, es mas reconstructiva que
reproductiva. Rara vez es una reproducción exacta de un suceso, ya que suele implicar
diversas trasformaciones de los inputs (por ejemplo, a través de las inferencias. Los
procesos inferenciales amplían y enriquecen la información almacenada, repercutiendo
en una mayor elaboración de la descripción del suceso.

Los niños no toman conciencia de su verdadera capacidad para recordar hasta segundo
de primaria aproximadamente, de manera que antes de esa edad tienden a sobrestimar su
capacidad y a menudo intentan recordar demasiada información, repercutiendo en un
menor rendimiento a la hora de aportar información real relevante. Cuanto más
experimente un estimulo o repita o revise una experiencia, mejor será su recuerdo. Sin
embargo, los niños pequeños también tienen menos estrategias eficaces de ensayo que
os mayores, de manera que es con la edad como van adquiriendo estas estrategias que
les permiten mejorar su capacidad para recordad sucesos e información. Los estudios
indican que esta estrategia es rara hasta los seis años de edad, mientras que los niños de
diez años la utilizan con frecuencia (aunque los cambios evolutivos en su uso continúan
hasta después de la adolescencia). Otro cambio evolutivo que afecta a la memoria es el
surgimiento de estrategias organizativas que hacen que los materiales tengan más
significado y coherencia. Los preescolares tienen escasas competencias de este tipo,
mientras que los de tercer curso pueden desarrollar agrupamientos parciales y los
mayores ya buscan activamente relaciones entre los ítems para agruparlos.

La mayoría de los autores coincide en que alrededor de los cinco años de edad el niño
posee ya una capacidad de memoria consistente, aunque la cantidad de información que
es capaz de recordar dependerá también de factores relacionados con la experiencia
(mas experiencia significa encontrar mas sentido y, consiguientemente, mejor recuerdo).

La metamemoria supone tres habilidades básicas. La primera seria ser consciente de


que hay que recordad algo: si el niño cree que algo es importante (atribución de
significado a un suceso) y que deberá recordarlo, su recuerdo será mejor. La segunda se

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refiere a la evaluación de la dificultad de una tarea: los niños de preescolar tienen una
escasa comprensión de los distintos grados de dificultad que implican las diversas tareas
de memoria (por ejemplo, que repetir algo con sus propias palabras es más fácil que
repetirlo al pie de la letra). La tercera habilidad es la monitorización, es decir, la
habilidad para evaluar los progresos del propio aprendizaje: con la edad aumenta la
capacidad para centrarse en la información relevante y para monitorizar los progresos en
el almacenamiento de esta información.

b. Procesamiento de la información.

Lo que el individuo recuerda depende de la información que ha procesado y como la ha


procesado. Frente al procesamiento superficial de la información, el procesamiento
profundo supone un análisis mas sofisticado de la misma. Aunque con la edad el niño va
presentando unos niveles más profundos de procesamiento que mejoran su recuerdo, las
inferencias que realiza también se integran en la información y puede tener problemas
para diferenciarlas de la experiencia real.

c. Diferencias evolutivas.

Una cuestión fundamental es la de si los niños son capaces de procesar la información


de la misma manera y con la misma eficacia que los adultos, ya que, de no ser así,
existiría algún déficit en algún estadio del procesamiento de la información. Otra es la
de si son mas sugestionables que los adultos, es decir, si corren un mayor riesgo de
experimentar interferencia retroactiva en la recuperación de la información.

Aunque los niños pueden recordad incidentes que han experimentado, no es menos
cierto que la relación entre edad y memoria se encuentra influida por múltiples factores.
Los niños pequeños parecen ser más susceptibles que los mayores y que los adultos a
diversas distorsiones de la memoria, un problema que se va acrecentando conforme
aumenta el tiempo trascurrido entre el suceso experimentado y su recuerdo.

En general, los niños pequeños tienden a realizar descripciones más breves de sus
experiencias que los adultos, aunque estas son bastante exactas, siendo más comunes
los errores de omisión tanto en el caso de los adultos como en el caso de los niños. Un

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método para determinar la cantidad de la memoria del niño sobre una determinada
experiencia consiste en pedirle que cuente lo sucedido sin formularle ninguna pregunta
específica (recuerdo libre). La información obtenida con este procedimiento es más
probable que este libre de los sesgos del entrevistador. Los estudios han encontrado que,
en general, los niños pequeños aportan relativamente menos detalles que los niños
mayores (que aportan menos que los adultos) en el recuerdo libre sobre experiencias
pasadas. Además, aunque los niños más pequeños aportaran menos detalles (mas
omisiones), cometen un porcentaje equivalente de errores, pero no mas. Esto indica que
la información aportada incluso por niños muy pequeños puede ser tan exacta como la
de los adultos. Sin embargo, en el contexto judicial se suele mirar tanto la cantidad
como la calidad de la información, por lo que hay que recurrir al recuerdo guiado para
aumentar la cantidad de información aportada por el niño.

El recuerdo guiado consiste en utilizar palabras o bits de información para aumentar la


cantidad de información recordada por el niño. Se puede recurrir a enunciados del tipo
verdadero/falso o si/no, que suelen implicar alguna pregunta sobre si un suceso o detalle
ocurrió o formo parte de la experiencia en cuestión (<<¿Te tocó el señor X tus partes
privadas?>>). También se puede optar por un formato de elección múltiple en el que
se presenten varias alternativas para que el niño elija una (<<¡La persona de la que
estás hablando era joven o mayor?>>). También se puede optar por un formato de
respuesta corta, pidiéndole al sujeto que aporte información sobre un determinado
detalle (<<¿Puedes hablarme sobre la ropa de esa persona?>>). Los primeros
estudios sobre el recuerdo guiado ya pusieron de relieve que los niños (incluso
preescolares) que han observado un suceso en el que no participaron pueden recordar
información con tanta exactitud como los mayores y adultos. Sin embargo, los niños
menores pueden tener más dificultades en el recuerdo guiado cuando se trata de
experiencias en las que actuaron como participantes. Asimismo, cometen más errores
que los mayores y que los adultos cuando se utilizan preguntas de elección múltiple y,
además, entre las alternativas no se incluye la respuesta exacta. Aunque sepan que
pueden responder con <<Ninguna de las anteriores>>, muchos no lo hacen. Pro el
contrario, no tienen mas dificultades que los adultos cuando se les plantean preguntas de
verdadero/falso o de elección múltiple incluyendo la respuesta exacta.

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Los niños es más probable que recuerden aspectos y sucesos importantes y


significativos para ellos, aunque esto no significa necesariamente que recuerden mejor
los incidentes abusivos. Hay que tener en cuenta que no todos los incidentes de abuso
sexual resultan dolorosos o traumáticos y que, además, el contexto en el que se revelan
los abusos puede resultar una experiencia estresante, con independencia de que lo sea el
suceso recordado. Además, en distintos momentos se puede estar captando diferentes
tipos de memoria (recuerdo, reconocimientos, memoria reconstructiva), a lo que la
activación puede afectar de manera diferente. También hay que tener en cuenta que
aunque el niño recuerde el suceso, el proceso de recuperación, en si mismo, resulta
complicado. El acceso a algunas partes de la memoria puede resultar mas difícil cuando
ha trascurrido un tiempo considerable.

La memoria de los niños de tan solo tres años de edad suele encontrarse ya bien
organizada, al menos cuando se trata de sucesos comprensibles y que han sido
directamente experimentados. Los niños pequeños (de tres a cinco años de edad) pueden
proporcionar unos informes exactos sobre sucesos concretos y nuevos de su vida,
manteniéndose su memoria durante largos periodos de tiempo. Sin embargo, a menudo
carecen de una base de conocimientos lo suficientemente amplia como para dar sentido
a los sucesos y, consiguientemente, pueden no entender muchas experiencias. Las
limitaciones cognitivas en el número de dimensiones o unidades de información que un
niño puede coordinar y tener en mente constituyen también un factor restrictivo. El niño
tiene que darle sentido a un suceso para poder incorporar los detalles de la experiencia a
los esquemas de que dispone; la forma en que defina el suceso determinara como se
almacena, organiza y recuerda en un momento posterior. Comparados con los niños
mayores, los más pequeños también presentan un menor control consciente de su
memoria, de manera que a menudo necesitan ayuda de los adultos para narrar el suceso,
quienes pueden ayudarlo a etiquetar la información que es crítica y a asimilar la nueva
información en sus esquemas sin que se produzca una distorsión significativa.

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d. Procesamiento de la memoria traumática

Una cuestión fundamental relacionada con la evaluación del abuso sexual es la del
grado de exactitud o de sugestibilidad que presenta la memoria de los niños sobre
sucesos altamente estresantes y traumáticos y si este tipo de recuerdos necesita unos
mecanismos explicativos especiales.

Las memorias traumáticas y no traumáticas anteriores a los 20-30 meses de edad es


probable que se almacenen y organicen como memorias implícitas, no pudiendo llegar a
adquirir nunca una forma narrativa. En torno a los dos años y medio o tres años de edad
los niños pueden ya informar con exactitud sobre los detalles de experiencias
personales. Su capacidad para verbalizar una experiencia puede guardar relación con la
de organizar la memoria de manera que se pueda recuperar e informar en un momento
posterior. Para los niños de menor edad puede resultar especialmente difícil informar de
lo ocurrido sin el apoyo de señales o invitaciones contextuales.

Los sucesos traumáticos y estresantes a menudo dejan una impresión clara en la


memoria y el individuo los organiza de un modo coherente, informando sobre ellos con
exactitud y con relativamente poca distorsión. El almacenamiento y mantenimiento de
detalles claros sobre los elementos centrales de la experiencia se explicaría por
mecanismos como la repetición de la información (a uno mismo o a otra persona) o
revivir la experiencia (revisar repetidamente el suceso o verse expuesto de algún otro
modo a sus componentes) o por un proceso de reintegración.

El incremento del estrés durante el momento del trauma puede llevar a una
concentración de la atención en los detalles básicos del suceso a expensas de los
periféricos, lo que, a su vez, daría lugar a un mejor procesamiento. De hecho, algunos
estudios recientes han demostrado que los niños recuerdan mejor los detalles centrales
de los sucesos estresantes y traumáticos que sus elementos periféricos.

Cuando el estrés intenso se convierte ya en estrés traumático el individuo, al sentirse


totalmente desbordado, no podría procesar información de forma narrativa,
produciéndose una disociación de la memoria, que se compartimentaliza y no se integra

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en los esquemas existentes. La disociación se producirá mientras tiene lugar la
experiencia traumática y el sujeto la codifica. Desde esta perspectiva, la disociación
llevaría a memorias poco de fiar y especialmente vulnerables a la distorsión: los intentos
de reconstruir un suceso basándose en fragmentos de la memoria, de sentimientos y de
intuición podrían dar lugar a una falsa memoria.

Hay razones para esperar una menor exactitud en la información de sucesos traumáticos
y una menor operatividad de las influencias evolutivas por parte de los niños de menor
edad: la base de conocimientos del niño y su preparación para la comprensión de su
experiencia traumática determinaran la información que considere central durante la
codificación y a la que podrá acceder durante los procesos de recuperación y ensayo.
Además, atender a la información central durante la codificación tampoco asegura el
mantenimiento de una memoria clara del suceso con el paso del tiempo. Por el
contrario, si no se repite o reactiva (deseo de olvidar, falta de apoyo adulto) puede
seguir el mismo patrón de olvido que los detalles periféricos. Asimismo, el
procesamiento inadecuado del suceso traumático puede dar lugar a guiones (scripts)
sobre el trauma que sean inexactos y/o incompletos y que dejen amplias discrepancias
entre la información sobre el trauma y los esquemas existentes. Por consiguiente, la
capacidad cognitiva y emocional del niño para integrar información traumática se
convierte en una importante cuestión evolutiva: los esquemas de los niños pequeños, su
base de conocimientos y sus capacidades de integración son probablemente distintas,
cualitativa y cuantitativamente, de las de los adultos.

e. Lenguaje y capacidad de comunicación.

Incluso cuando la memoria del niño es buena, los esfuerzos para que presente un
testimonio fiable se pueden ver frustrados por sus limitaciones evolutivas a la hora de
comunicarse. Muchos de los problemas que platea el testimonio de los niños se puede
deber a que no haya entendido las preguntas formuladas y a una interpretación
incorrecta de sus respuestas por parte del adulto. Las exigencias que requiere la
comunicación en el contexto judicial puede que no se adecuen al nivel de desarrollo
lingüístico del niño. En estas condiciones, incluso la comunicación de los niños mayores
puede no ser óptima.

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f. Desarrollo del vocabulario.

El vocabulario de los niños pequeños suele ser mucho más limitado y menos descriptivo
que el de los adultos. Sus explicaciones tienden a ser breves y con escasa información y,
probablemente, no contengan adjetivos ni adverbios. No obstante, existen grandes
diferencias individuales y se producen rápidos cambios evolutivos. El problema al que
tiene que hacer frente el entrevistador es el de conseguir explicaciones que tengan los
suficientes detalles descriptivos como para poder entender la declaración. Cuanto mas
pobre sea el lenguaje mayor será la probabilidad de que la declaración se interprete
erróneamente o de que el propio niño malinterprete las preguntas y propósitos del
entrevistador. Las explicaciones de los niños también son breves porque no se pueden
basar en experiencias pasadas que les permita establecer asociaciones que enriquezcan
sus explicaciones descriptivas con analogías o metáforas. Esta misma falta de
asociaciones claras parece fomentar las digresiones cuando narran un incidente. El
entrevistador obviamente debería ser consciente de la tendencia del niño a realizar estas
digresiones y estar atento para reconducir su atención sin influir en el de manera
sugestiva.

Se está comenzando a estudiar la capacidad para responder a preguntas con un


contenido especial y que, consiguientemente, requieren de unas determinadas
habilidades cognitivas o experiencias de aprendizaje. Los niños pueden malinterpretar
algunas palabras que son fundamentales y de uso frecuente durante la entrevista de
evaluación del abuso sexual, bien porque no las suelan utilizar, bien por carecer del
suficiente desarrollo cognitivo, o bien porque aparezcan en una frase demasiado
complicada gramaticalmente para ellos. Hasta los seis años cree que los tocamientos
(acción de tocar) implican siempre las manos (pueden estar describiendo una
penetración y decir que nadie les ha tocado) y algunos de siete años tienen dificultades
para entender el termino <<mover>> referido al pene, por lo que es recomendable
utilizar otros verbos como <<poner>>, <<menear>>, <<juguetear>>. Los niños
pequeños suelen confundir las palabras <<entre>> y <<dentro>>, de manera que la
mayoría considera cualquier contacto con su cuerpo (por ejemplo, una eyaculación entre

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los muslos) como <<dentro de>>, haciéndose necesaria la formulación de preguntas
aclaratorias al respecto.

Las preguntas planteadas en el contexto judicial a menudo requieren que los testigos
indiquen con precisión el momento o el lugar, unas habilidades que se van desarrollando
gradualmente durante los años de escuela primaria. El resultado puede ser un intento por
parte de los niños pequeños de responder a preguntas que requieren de unas habilidades
que aun no han desarrollado. El niño primero aprende los tiempos verbales y solo
después comienza a utilizar términos temporales (hoy, mañana, ayer). Hacia los cinco
años de edad comprende los términos <<ayer>> y <<mañana>>, así como los de
<<siempre>>, <<nunca>> y <<algunas veces>>, aunque su comprensión de las fechas y
del momento es muy limitada hasta los ocho o diez años. La capacidad para responder
sobre la hora o el día en que se produjo un determinado suceso surge hacia los siete u
ocho años de edad. A veces los niños de cinco años aun confunden <<antes>> y
<<después>> (mejor utilizar <<primero>>), resultando mas fácil de aprender <<a la
vez>> y mas difícil <<mientras>>. Lo ideal es que el adulto intente inferir el momento
en que se produjo indeterminado incidente a partir de las actividades cotidianas del niño
(por ejemplo, programa que estaba viendo en la televisión) o si fue en periodo
vacacional o lectivo.

Antes de los seis años el niño no entiende la palabra <<más>>, por lo que resulta
preferible la formulación de preguntas de elección múltiple para determinar la
frecuencia (<<¿Ocurrió una vez o mas de una vez?>> versus <<¿Estuviste en su casa
mas de una vez?>>). Es hacia los ocho o nueve años cuando comienzan a darle el
significado correcto al término <<recordar>>, ya que antes de esa edad suelen pensar
que para poder recordar algo es necesario haberlo olvidado antes. La identificación clara
de las personas es un componente crucial en el testimonio del niño, de manera que es
preciso evitar las confusiones que se pueden producir por la duplicidad de nombres, el
uso de motes o la utilización de palabras designando parentesco. Los niños no
consiguen una comprensión completa de los términos de parentesco hasta los diez años
o después; además, algunas familiar acostumbran a usar términos de parentesco para
referirse a algunos amigos más íntimos. Aunque las palabras esto/eso, aquí/allí, venir/ir,

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traer/llevar aparecen en el lenguaje espontáneo del niño a la edad de dos años, al tratarse
de términos cuyo significado cambia en función de la ubicación del que habla y
escucha, solo es a los siete años de edad cuando el 90% de las respuestas de los niños
son correctas.

g. Capacidad de comunicación.

Es solo a partir de los ocho años de edad cuando los niños comienzan a indicar los
cambios de tema en la conversación, de manera que el entrevistador puede no percatarse
de un cambio de este tipo cuando entrevista a un niño de menor edad, por lo que
siempre deben pedirle una aclaración cuando piensen que se ha desviado del tema.

Los resultados de los estudios sugieren que la complejidad del lenguaje utilizado para
preguntar influye en la consistencia de la declaración. Los niños pequeños no dominan
muchos tipos de construcciones gramaticales que continuamente se utilizan en la sala de
audiencias.

h. Fabulación
La incapacidad para distinguir entre los sucesos percibidos (vividos) y los inventados
(imaginados), es menos habitual de lo que se cree. Los niños no suelen fantasear sobre
algo que está fuera de su campo de experiencias. Cuando un niño describe detalles
íntimos y realistas sobre una actividad sexual, NO HAY JUSTIFICACIÓN PARA
ATRIBUIRLO A LA IMAGINACIÓN.

El recuerdo de los menores a corta edad (3 años) es bastante exacto, aunque menos
minucioso que el de los niños mayores (8 años en adelante); un niño más pequeño
recuerda menos información pero no por ello menos precisa. Los niños de 3 a 5 años
son más sugestionables que los mayores, pero lo son más en relación con sucesos que
no han vivido realmente y menos respecto a hechos que han presenciado o en los que
han participado.

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PAUTAS A SEGUIR EN LA ENTREVISTA/INTERROGATORIO DE
VALORACIÓN DE ASI
De la forma como se lleve a cabo dicho interrogatorio depende la posibilidad de una
buena valoración crítica que se haga posteriormente. Para el éxito del interrogatorio del
testigo es preciso seguir ciertas reglas técnicas.

Para el interrogatorio del niño en principio rigen las mismas reglas que para los adultos,
pero cabe agregar muchas e importantes particularidades.

Al igual que en la declaración del adulto, se ha de dividir la declaración del niño en dos
fases. En la primera se ha de invitar al pequeño a que manifieste cuanto conozca del
asunto de que se trata. Para ello se emplea la forma narrativa, formulándosele preguntas
abiertas. En lo posible, la exposición continua debe sufrir pocas interrupciones. El
entrevistado, a partir de estas preguntas describe los hechos tal y como los recuerda. La
información obtenida en esa fase es la de mayor exactitud por ser la más espontánea, al
no haber riesgo alguno de inducción de respuesta por parte del entrevistado.
Como en esta primera fase suele haber una enorme pobreza en detalles es necesaria una
segunda que puede llamarse de preguntas y respuestas, en la que el entrevistado
responde a preguntas específicas que tienen como objetivo paliar esa carencia. No
obstante, la obtención de más información no está exenta de un riesgo: el de que la
pregunta resulte sugerente, esto es, que indique cuál es la respuesta deseada. La buena
técnica consiste en tratar de evitar que ello suceda.

Al igual que en el interrogatorio del adulto, para que el interrogatorio del niño tenga
éxito es muy importante que se establezca una relación que se establezca entre el
entrevistador y el menor de edad.

En la fase de preguntas y respuestas, el entrevistador no el receptor no debe contentarse


con informaciones generales o con respuestas consistentes en un simple “sí” o “no”. Por
el contrario, debe tratar de extraer datos concretos, sin ejercer una influencia sugestiva,
y luego someter a probatura el relato del pequeño testigo con una diligencia no menor
que cuando haya interrogado a un adulto.

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Es preciso que la toma de declaración se haga de una manera no llamativa y, en lo
posible, en forma de una conversación informal. Se ha de tener en consideración el
mundo de las ideas del menor, y no emplear conceptos que el niño o muchacho no
conozca o no sepa manejar debidamente.

El receptor de la declaración debe tratar de descubrir la lógica que es propia del niño,
para poder adecuarse a su modo de concebir y sentir las cosas. El averiguador que toma
la declaración personalmente necesita un conocimiento bastante hondo de la psique
infantil y de cierta aptitud para ubicarse en la mentalidad de otros, amén de experiencias
en trato de niños, y no solamente de los propios hijos, sino también de niños ajenos de
las más diversas clases.

RECOMENDACIONES PARA UNA BUENA ENTREVISTA


 Evite la presencia de uniformes (policía, médico, etc.)
 Mantenga una atmósfera relajada y amistosa
 Controle sus expresiones emocionales y faciales ante las descripciones del abuso.
No exprese sorpresa, disgusto, descreimiento ni ninguna otra reacción emocional
 Evite tocar al niño, respete su espacio personal
 No mire fijamente al niño ni se siente incómodamente cerca de él
 NO sugiera respuestas al niño “yo sé que debe ser duro para ti”
 Evite hacer preguntas en las que se cuestione porqué actuó de determinada
manera, ya que eso sólo puede hacerlo creer que lo está culpando
 NO haga promesas que no puede cumplir “Eso nunca te volverá a pasar”
 NO refuerce verbalmente cuando el niño le dice lo que debe escuchar “Muy bien,
dime más”
 Si el niño se asusta o avergüenza, reconozca sus sentimientos pero evite
comentarios muy extensos “yo hablo con niños de estas cosas todo el tiempo,
puedes contarme”
 Respete el ritmo del niño.
 No utilice los descansos para ir al baño o para comer algo como “premios” por
colaborar en las entrevistas. Nunca diga, por ejemplo: “Terminamos con estas
preguntas y te traigo algo para beber.”
 Los comentarios de apoyo tienen que ser claras frases de aliento en general, sin

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animar a la supuesta víctima en los fragmentos en que hace alusión a temas
específicos. El mejor momento para alentarle será durante la fase inicial de
establecimiento de un vínculo de confianza y al finalizar las entrevistas, cuando se
esté conversando de temas más neutros.
 No utilice expresiones como “haz de cuenta que…,” “imagínate que…,” u otras
palabras que puedan sugerir fantasías o juego.
 Evite preguntarle por qué se comportó de una manera determinada (por ejemplo:
“¿Por qué no le contaste a tu madre esa misma noche?”). A los/as más
pequeños/as les resulta difícil responder esas preguntas y pueden creer que se les
está culpando por lo sucedido.

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