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Gianna Beretta Molla una santa para nuestro tiempo.

La crisis que hoy atravesamos, no solo es económica sino también una fuerte
crisis moral, como la destrucción del matrimonio y de la familia, con la famosa
llamada ideología de género, dentro de ello el aborto llamándolo interrupción
del embarazo y como salud sexual y reproductiva, tapando así una horrenda
criminología. Esto es atentar con la dignidad y la vida humana.

Este es el reto de afrontar ese gravísimo desafío de la iglesia, la sociedad,


buscando promover, defender y fortalecer la familia como un elemento
fundamental para la felicidad humana y para la vida de la iglesia por ello
proponemos con este ensayo el ejemplar vida de una mujer que encarna los
valores que hoy necesitamos urgente, santos de andar por casa, santos del día a
día, santos alegres, santos con defectos pero enamorados de Cristo, de la
Iglesia, de su profesión, de su esposo e hijos, de la familia y de la vida…Como
lo fue la vida de Gianna Beretta Molla. Profundizando en la vida de esta santa
podemos darnos cuenta que lo ordinario en la vida de esta santa es
extraordinario. Vivió en permanente presencia del señor, gustando y gozando
de los mil y un detalles que el Señor nos regala: en las cartas llenas de amor a
su novio, esposo y padre de sus cuatro hijos, en la preparación de las comidas,
en las esperas y despedidas, en las oraciones continuas, en el vivir
desviviéndose por ellos y, sobre todo, en el acontecimiento heroico de su
inmolación martirial de dar la vida por su hija. Pues nunca habría permitido
abortar. Su propio esposo confiesa: “Jamás creí estar viviendo con una santa.
Mi esposa tenía infinita confianza en la Providencia y era una mujer llena de
alegría de vivir. Era feliz, amaba a su familia, amaba su profesión de médico,
también amaba su casa, la música, las montañas, las flores y todas las cosas
bellas que Dios nos ha donado. 

Preocupada de alabar al Señor con una vida de oración, de trabajo, de


compromiso en la acción católica, cautivó al que fue su esposo quien consideró
el mayor regalo del cielo entrar en su vida.
Gianna Beretta Molla, nació el 4 de octubre de 1922 en
Milán. Se especializó en pediatría en la universidad de la
misma ciudad. Como médica prestó atención particular a
las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres.
Perteneció a la acción católica y consideró su trabajo
como una misión. Practicó sus deportes favoritos, el
esquí y el alpinismo, encontrando en ellos una ocasión para expresar su alegría
de vivir, recreándose ante el encanto de la creación. En oración y pidiendo
oraciones a otros para conocer la voluntad de Dios se decidió por el
matrimonio. Llena de entusiasmo se entregó a esta vocación decidida a formar
una familia verdaderamente cristiana. Respiraba alegría y felicidad por todos
sus poros. Su noviazgo fue tiempo de profundización en la vida espiritual, la
oración y la acción de gracias al Señor. El 24 de septiembre de 1955 Gianna y
Petro se casaron. Eran realmente felices. Vinieron los hijos. Pier Luigi,
Mariolina y Laura.

Gianna armonizaba con sencillez y equilibrio sus deberes de


madre, esposa, médico y la alegría de vivir. En septiembre de
1961, al cumplirse el segundo mes de embarazo de su cuarto
hijo, le diagnosticaron un tumor en el útero. Había que operar y
ella pidió al cirujano que salvara, a toda costa, la vida que
llevaba en su seno. Y se encomendó a la oración y a la
Providencia. Se salvó la vida de la criatura. Ella dio gracias al Señor y pasó los
siete meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y dedicada
plenamente a sus deberes de madre y de médico.
Se estremecía al pensar que la criatura pudiera nacer enferma y pedía al Señor
que no sucediera eso. Algunos días antes del parto, confiando siempre en la
Providencia, exigió:

“Si hay que decidir entre mi vida y la del niño no dudéis; elegid (lo exijo) la
suya. Salvadlo”.

La mañana del 21 de abril de 1962 dio a luz a su cuarta hija Gianna Emanuela.
El 28 de abril entre dolores indecibles y repitiendo la jaculatoria: “Jesús te amo;
Jesús te amo” Gianna murió santamente. Tenía 39 años. Pablo VI definió
meditada inmolación el gesto de Gianna; recordando: “Una joven madre de la
diócesis de Milán, por dar la vida a su hija, sacrificó con meditada inmolación,
la suya”.

La protagonista del milagro, ocurrido el 9 de noviembre de 1977 en un hospital


brasileño, fue una joven parturienta quien se curó de septicemia infección
generalizada del organismo. Las religiosas del hospital habían pasado la noche
encomendando su curación a la intercesión de Gianna, cuya figura les era
conocida porque el promotor del hospital era un hermano de la beata, médico y
misionero capuchino en ese país. El Papa aprobó el decreto que reconocía sus
virtudes heroicas y la beatificó. el 24 de abril de 1994, en el marco del Año
Internacional de la Familia.

El milagro atribuido a la intercesión de Gianna Molla que abrió paso a la


canonización fue obrado en Brasil, en Elisabete Arcolino Comparini, con tres
meses de embarazo, perdió todo el líquido amniótico. Ella y su esposo le
pidieron a la beata Molla y la niña nació bien en mayo del 2000. El nacimiento
es científicamente inexplicable. La llamaron Gianna María. Juan Pablo II el 16
de mayo del 2004 en la misa solemne de canonización, dijo: “Gianna Beretta
Molla fue mensajera sencilla pero muy significativa del amor divino”.
Los escritos de Gianna, apuntes y cartas, son los objetos más significativos y
preciosos que se conserva de ella.
Los apuntes fueron escritos por ella, en su mayoría, para sus conferencias a las
jóvenes de la Acción Católica. En menor número encontramos los recuerdos y
oraciones de los Ejercicios Espirituales, documentos y notas que hacen
referencia a su oficio en la dirección de la Acción Católica y en
las Conferencias de las damas de San Vicente.
Los apuntes comprenden los cuadernillos y varias hojas sueltas, que
corresponden a varios años, desde marzo 1938 hasta casi la vigilia de su
matrimonio (24 de septiembre de 1955).
Aquí algunas pinceladas de sus escritos de puño y letra por Gianna Beretta

Quien no reza, no puede vivir en gracia de Dios.

Rezar, rezar bien, rezar mucho. No solo cuando tenemos necesidad de gracias,
no solo para pedir. La verdadera oración es aquella.

de adoración: reconocimiento de la bondad, del amor de Dios, después de


agradecimiento: soy nada, sin embargo, tengo un cuerpo, tengo dones, todos
dones tuyos, el mundo lo has creado para mí. Veamos la mano de Dios en todo,
y agradezcámoslo de perdón y de pedido: no solo las cosas materiales, sino "
buscad primero el Reino de los Cielos", la gracia, el Paraíso para nosotros y
para los otros. Rezad y os santificareis y si os santificareis os salvareis.
(Cuaderno de los recuerdos durante los Santos Ejercicios. 1944 - 1948)

para la vida de piedad de la joven de Acción Católica, Gianna recomienda con


insistencia el Santo Rosario y agrega: “sin la ayuda de la Virgen no se va al
paraíso.”   (Cuaderno de los recuerdos durante los Santos Ejercicios. 1944 -
1948)

“La condición más esencial de toda actividad fecunda es la oración. El


apostolado se hace ante todo de rodillas.

El Señor desea vernos junto a Él para comunicarnos en el secreto de la oración,


el secreto de la conversión de las almas que le acercamos…
No tendría que existir ningún día, en la vida de un apóstol que no tenga un
tiempo determinado para el recogimiento a los pies de Dios.

La Espiritualidad de Gianna Beretta, lo podemos notar sus raíces profundas en


sus escritos su gran fe y su espíritu de oración, de su confianza en la Divina
Providencia, de su amor y su sacro respeto por la vida.

Su espiritualidad esta basada en la caridad evangélica, siguió el ejemplo de san


Vicente de Paul.
Decía: así como el sacerdote puede tocar a Jesús, así nosotros los médicos
tocamos a Jesús en el cuerpo de nuestros hermanos.

Aportes de la espiritualidad, para los retos de la espiritualidad del mundo


contemporáneo

Los santos de todos los tiempos nos han ayudado a no detenernos en el camino,
a mirar hacia la eternidad, sin descuidar la misión en la tierra.

Sin embargo, en nuestros tiempos, se está viviendo las desviaciones de la


espiritualidad; tenemos al gnosticismo actual, en donde considera que solo el
conocimiento ilumina y perfecciona dominándolo todo. Pretende dominar el
misterio de Dios y del prójimo.

Se encuentra también el pelagianismo actual, que considera que todo depende


de la voluntad y no de la bondad y misericordia de Dios.

Santa Gianna Beretta Molla fue madre, esposa y una doctora ejemplar que
entregó su vida al dolor y al sufrimiento por salvar a su bebé. Su profesión
médica la vivió como un seguimiento a Cristo, se dedicó a curar el cuerpo y
también el alma.

Gianna no solo se quedó en el saber, como los gnósticos, sino que respondió al
amor de Dios con ciencia, teología y caridad. Enseña al mundo actual que la
verdadera ciencia no apaga el espíritu de oración y devoción, sino que te une a
Dios y esa entrega se convierte hasta dar la vida por los demás. No solo con la
voluntad sino también contando con la misericordia y gracia de Dios. Gianna
nos enseña a confiar en la providencia, ya que el Señor es quien toma la
iniciativa para toda obra buena, lo hizo todo como si dependiera de ella,
sabiendo que todo depende de Dios.

Su espiritualidad nos ayuda a integrar fe y razón, esfuerzo y gracia, sacrificio y


vida.

Una madre, como modelo del verdadero amor vivido por una sencilla cristiana
que participó ya en la vida del gozo de Dios, rebosando sencillez y alegría por
todas partes. Debemos admirar la Providencia del Señor que da en cada
momento a su Iglesia los modelos que necesita. Hoy cuando hay tantos que
desprecian la vida y juegan con los óvulos fecundados y aún con los fetos ya
dispuestos a salir a la vida, Gianna se sacrifica para defender la vida de su hija,
una madre mártir por amor a Dios en obediencia al mandamiento que prohíbe
matar, que testimonia y exalta el heroísmo de una esposa y madre cristiana que
en el respeto de cada vida que es un don de Dios al hombre, sacrifica su vida
joven para decir “ si” al deber cristiano del amor, haciendo una vez más
realidad la frase de Jesús: “No hay amor más grande que dar la vida por los
amigos”. Frente a la intransigencia de los sectores seculares contra cualquier
forma de protección del concebido surge una figura como Gianna para decir
que no puede ser esa la ley dominante, la verdadera ley es el “si” a la vida.

Gianna era una madre, como tantas madres, esposa como tantas esposas,
amaba la vida, a su esposo e hijos en esta normalidad estaba su
excepcionalidad, ella era consciente de lo que esto significaba, sin embargo,
frente a la vida, ella tomo la decisión cristiana evangélica, incluso en contra
de la opinión de las personas que le amaban. Una mujer maravillosa, amante
de la vida, que ha dado su vida, para que no fuese violado el misterio de la
dignidad de la vida.

Gianna había encarnado la espiritualidad de su tiempo en el que vivió, ella


había respirado un clima espiritual preciso, ella había sido dócil y atenta a la
voz del Espíritu que habla a la Iglesia. Lo escucho y lo siguió hasta el final.
Había vivido con coherencia, con la fortaleza a la que el evangelio enseña.
La grandeza de Gianna Beretta consiste en el hecho de que ha seguido día
tras día nuestros propios pasos, ha tenido nuestros problemas, nuestras
dificultades, mostrándose que en la normalidad se puede santificar. No son las
grandes penitencias que hace a las almas santas el verdadero sacrificio es
aceptar la cruz con amor y alegría, que no estamos solos a llevar la cruz, sino
que está allí Jesús mismo para ayudarnos y sostenernos.

Frente a la realidad del matrimonio cristiano y de la familia se necesita un


modelo como la de Gianna que había escrito a su novio: quiero formar una
familia profundamente cristiana. Deseo que nuestra familia sea un verdadero
cenáculo donde Cristo Reyna y pueda iluminare nuestras decisiones y
acciones. Esto es realmente el ideal de la familia que el mundo necesita.

Es un ejemplo para la civilización del amor, un ejemplo de respeto por la


vida, una exhortación a la santidad matrimonial, un apoyo a la formación
cristiana y al apostolado.

La figura de Gianna Beretta incluso es modelo de la familia cristiana que hoy


hace tanta falta, de una escuela cristiana de la acción católica en la formación
de la personalidad cristiana.
 Pelucchi,Giuliana. El amor más grande Santa Gianna Beretta
Molla.Edit.Paulinas.2011.lima-peru.
 Apeciti, Ennio. Voci di Chiesa per Santa Gianna .2004-MILANO-ITALIA

https://www.corazones.org/liturgia/santos/santa_giana_molla.html#escritos

https://www.giannaberettamolla.org/esp/giaappuntiesp2.htm

Hna. Maruja

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