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MAESTRIA EN INTEREVENCIÓN E INNOVACIÓN PARA EL

DESARROLLO EDUCATIVO

ENSAYO:
“EL PERFIL DEL ANIMADOR SOCIOCULTURAL”

PRESENTA:
ING. BALTAZAR HERNANDEZ TREJO

DOCENTE:
MTRA. MARÍA DEL SOCORRO SÁNCHEZ RAMÍREZ
Si bien la animación es una forma de actuación relativamente nueva entre nosotros, nos parece
útil comenzar el trabajo de búsqueda del perfil del animador a partir de lo que se hace o, mejor
dicho, de los elementos que caracterizan su forma de actuación.

¿qué es la animación?, la respuesta no va más allá de decir: «lo que hacen los animadores» y
«cómo lo hacen», con alguna información complementaria sobre su formación, rol y la tónica
frecuentemente militante de este trabajo.

Estas preguntas podrían parecer ociosas o poco significativas. Sin embargo, ellas, o mejor, la
respuesta a las mismas, tiene una importancia fundamental para establecer las líneas básicas del
perfil del animador sociocultural.

No cualquier persona puede ser animador; no pueden «animar» quienes no están animados, no
pueden animar quienes son incapaces de infundir animación, no pueden animar los insolidarios,
no pueden ser animadores aquellos que dejan que se instale el aburrimiento y el desánimo.

Las cualidades personales son más importantes que las condiciones intelectuales; un principio
básico de la pedagogía de la animación, es el de la cercanía vital que significa e implica un contacto
directo con la gente y su situación, no siempre una persona con conocimientos y habilidades
técnicas tiene sentido de servicio y de solidaridad, por el contrario, una persona con cualidades
personales (especialmente de compromiso con la gente).

Capacidad para infundir vida

Si la animación es fundamentalmente como su nombre lo indica, animar, dar vida, infundir


entusiasmo, coherentemente con esa idea, la primera cualidad que ha de poseer un animador

Capacidad para relacionarse y comunicarse con la gente

Como la índole del trabajo de animación exige el trato directo con la gente, es necesario tener y
desarrollar la capacidad para entablar buenas relaciones interpersonales, de potenciar esos
encuentros.

Para que la comunicación sea auténticamente humana, o lo que es lo mismo, que sea verdadera,
es necesario, en primer lugar, que las palabras sean comprensibles.

Convicción y confianza en que la gente puede liberar sus potencialidades para realizarse como
persona

Para liberar esas potencialidades y como expresión de confianza en el ser humano, hay que tratar
a la gente como personas. Por eso se dice que el animador debe trabajar con la gente y no tanto
para la gente en el sentido de estar haciendo por ellos.

Madurez humana

La madurez humana (que nunca es plena) supone, ante todo, asumirse en lo que uno es y tener
aprecio de sí mismo.
Fortaleza y tenacidad para enfrentar las dificultades

De ordinario, esto ocurre en casi todas las actividades. Y en esta tarea del diario vivir, todos
crecemos y maduramos en la desventura mucho más que en los momentos en que estamos
plácidamente instalados en nuestro quehacer.

Mística y vocación de servicio

Para mostrar la falta de sustentación de tal razonamiento, basta pensar en el riesgo de una
catástrofe ecológica o de un desastre nuclear que pueden producir la ciencia y la tecnología
desprovistas de solidaridad.

Todo lo que hemos venido hablando en este punto implica un estilo de ser animador sociocultural;
un estilo en el que deben existir una fe, una esperanza y un amor... Dejo para tu reflexión sobre
esta cuestión unas palabras de Garaudy que nunca me canso de leer y meditar, para tener el
coraje de vivirlas

BIBLIOGRAFIA.

Ander-Egg, Ezequiel (2001). “Cap. 13. El perfil del animador sociocultural” en; Metodología y
práctica de la animación sociocultural. Madrid, CCS. Pp. 293-308 y Pp. 389-405. (pdf)

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