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Andrew Brook
Resumen: Pese a estar ahí desde el comienzo, las aproximaciones filosóficas nunca han tenido un
lugar definido en la investigación cognitiva y pocos investigadores cognitivos sin formación en
filosofía tienen un sentido claro de qué rol han tenido o deberían tener. Distinguimos entre filosofía
en la ciencia cognitiva y filosofía de la ciencia cognitiva. Respecto a la filosofía en la ciencia
cognitiva, luego de explorar algunas reacciones de no-filósofos a este trabajo, prestaremos particular
atención a los métodos que usan los filósofos. Al no ser experimentales ni computacionales, pueden
desconcertar a otros. Los experimentos mentales son el ejemplo más llamativo, pero no el único.
Respecto a la filosofía de la ciencia cognitiva, prestaremos particular atención a su poder de generar
y testear postulados normativos, postulados acerca de qué se debería y qué no se debería hacer.
1. Introducción
Una de las características de nuestra nueva revista, TopiCS, será la publicación de grupos
de artículos sobre un único tema pasando a través de numerosos problemas. Uno de los temas
es el lugar de la filosofía en la ciencia cognitiva. Un número de investigadores cognitivos
con preparación en filosofía, que han hecho notables contribuciones a la ciencia cognitiva,
lanzarán el tema: Dan Dennett, Bill Bechtel, Paul Thagard, Pierre Jacob, Tom Matzinger y
Zenon Pylyshyn. Habrá oportunidades para otros de entrar a la conversación. En esta
introducción, trataré de especificar el tema en detalle, decir algo sobre por qué es interesante,
introducir algunas de las formas en que investigadores diestros en filosofía contribuyen a la
investigación cognitiva y bosquejar algunos de los métodos que ellos usan. (Nota: No todos
los investigadores cognitivos con formación en filosofía trabajan en departamentos de
filosofía y no todos los investigadores diestros en filosofía tienen preparación formal en
filosofía).
La filosofía nunca se ha asentado en una posición estable en la ciencia cognitiva, y pocos
investigadores cognitivos sin preparación en filosofía tienen un sentido claro de qué ha
contribuido y qué debería contribuir. Sobre todo, nunca ha alcanzado la posición de los
experimentos conductuales, el modelamiento computacional o construcción de sistemas y,
más recientemente, la neurociencia cognitiva. Ha habido, por supuesto, un amplio rango de
colaboraciones entre individuos formados filosóficamente e individuos con otra formación.
Todos los contribuyentes qué lanzarán nuestro tema han trabajado extensamente con
investigadores de otras disciplinas. Otros incluyen a Patricia Churchland, Jesse Prinz, Jerry
Fodor, Ned Block, Martin Davies, Brian McLaughlin, Evan Thompson, Aaron Sloman,
Nancy Nersessian, George Rey, Peter Carruthers, Rob Stainton, Kathleen Akins, Jeff
Pelletier, Steven Stich, Michael Anderson, Rick Grush y algunos más; una lista completa
sería bastante larga. Los conceptos, la percepción del color, la explicación/creación de
teorías, la referencia y la aserción en el lenguaje, y la conciencia son algunos de los temas.
Dos cuerpos de trabajo colaborativo han llegado incluso a tener nombres propios: el
movimiento de la filosofía y neurociencia (Brook y Akins, 2005) y la filosofía experimental
(la actividad de testear empíricamente tesis e intuiciones filosóficas) (Appiah, 2008; Knobe
y Nichols, 2008).
A pesar de estos logros, la naturaleza de la investigación inspirada filosóficamente, y su
potencial para interactuar con otros trabajos para arrojar luz sobre la cognición, no es bien
comprendida y relativamente pocos investigadores con otro background hacen uso del
trabajo filosófico en su investigación. Nuestra meta en este tema es explorar qué puede y que
debe contribuir la filosofía a la ciencia cognitiva.
La inestabilidad del lugar de la filosofía en la ciencia cognitiva no se debe a que la filosofía
sea un recién llegado. Los filósofos han sido parte de la ciencia cognitiva desde que la
actividad era un mero destello en los ojos de un grupo pequeño pero poderoso de pioneros
en los años ’60. Hilary Putnam y Jerry Fodor vienen a la mente de forma inmediata. En los
’60, ellos dos hicieron mucho por articular la visión que ha venido a llamarse funcionalismo.
El funcionalismo (como es usado el término en la investigación cognitiva) es la idea de que
los procesos cognitivos deben entenderse por lo que hacen, esto es, cómo funcionan, más que
en términos de su estructura o mecanismos constitutivos. Incluso cuando se apela a
mecanismos, usualmente se expresan como estructuras organizadas de subfunciones que, al
juntarse, implementan una función cognitiva más compleja. El funcionalismo es algo así
como la filosofía de la mente oficial de la ciencia cognitiva y lo ha sido desde el comienzo.
No obstante esta importante contribución, el trabajo que se ha hecho usando herramientas
filosóficas no ha logrado asentar un rol estable y bien entendido para sí en esta nueva ciencia.
Hay una tendencia entre los formados en filosofía de culparse a sí mismos por este estado
de cosas. Bueno, no a sí mismos —a otros filósofos. Los tipos de filosofía más relevantes
para la ciencia cognitiva son la filosofía de la mente, del lenguaje y de la ciencia (incluyendo
partes de la epistemología). De acuerdo a estos críticos, demasiados filósofos en estas
subdisciplinas han sido, en el mejor de los casos, indiferentes, y en el peor, hostiles, a la
ciencia. De hecho, a menudo llegan a conclusiones sin siquiera saber qué ciencia podría
informarlos sobre el tema en el que se pronuncian. Sin duda hay algún mérito en estos cargos.
Para tomar un ejemplo personal, yo hice un doctorado en filosofía en Oxford algunas décadas
atrás. No tengo recuerdo alguno de haber puesto un pie en el edificio de psicología
experimental —¡y eso que mi trabajo era sobre la conciencia! De todos modos, nuestro
objetivo en esta serie de artículos es, en las palabras de la vieja canción de Johnnie Mercer,
eliminar lo negativo y acentuar lo positivo. Incluso filósofos bien versados en la ciencia
relevante no han tenido un rol definido en la ciencia cognitiva. Cuando el trabajo de los
filósofos sobre la cognición ha tenido deficiencias, es mucho más fácil recriminarles sus
deficiencias que identificar y articular claramente qué trabajo hecho usando técnicas
filosóficas podría y debería contribuir. Esto último es el foco principal de los artículos en
torno al tema del cual este artículo es la introducción.
Para progresar necesitamos distinguir la filosofía en la ciencia cognitiva y la filosofía de
la ciencia cognitiva. La primera abarca el trabajo realizado en temas como la mente y el
lenguaje que también son estudiados usando otros enfoques tales como experimentos
conductuales y lingüística teórica; es, entonces, filosofía de la mente y del lenguaje. La
segunda es una rama de la filosofía de la ciencia y es un meta-estudio. Se encarga de estudiar
lo que otros hacen — en lugar de hacer ciencia cognitiva, estudia la ciencia cognitiva. Ambas
desempeñan un rol importante. La naturaleza y rol de la filosofía de la ciencia cognitiva son
más claros y mejor entendidos que la naturaleza y el rol de la filosofía en la ciencia cognitiva.
Los primeros dos artículos en el tema presente (Dennett, pp.231-236; Thagard, pp, 237-254)
tratan principalmente de la filosofía en la ciencia cognitiva, así que empezaremos con ello y
luego volveremos al rol de la filosofía de la ciencia cognitiva. La esperanza es que estas
discusiones provean un fundamento para los artículos venideros en este tema.
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