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Algunos Conceptos Sobre La Antropología de Los Siglos Xii y Xiii
Algunos Conceptos Sobre La Antropología de Los Siglos Xii y Xiii
Inteligencia afectiva
Los monjes cistercienses del siglo XII intentaron fundar y hacer de sus monasterios
escuelas de caridad. No es raro entonces que enfatizaran la afectividad inteligente o
inteligencia afectiva, junto con sus habilidades intelectivas, afectivas y de
comportamiento al servicio de la relación fraterna y comunión con Dios.
Elredo de Rieval pasó a la posteridad como un hábil pedagogo de la experiencia del
amor y de la amistad. En sus escritos encontramos un minucioso y lúcido análisis del
acto de amor: elección, movimiento y fruto; del discernimiento de las amistades
verdaderas y falsas; pueriles, viciosas, mundanas, naturales y espirituales; y del proceso
que se debe seguir para que la relación de amistad sea duradera: elección, prueba,
acuerdo y cultivo. Todo esto le fue posible por estar dotado de una notable capacidad de
inteligencia afectiva o afectividad inteligente.
Muchos autores espirituales medievales, siguiendo una antigua tradición, unían la razón
y el amor (inteligencia y voluntad-afecto-deseo) tanto en la virtud de la discreción o
prudencia cuanto en el acto supremo de Unión con Dios. Respecto a la discreción tenían
claro que: el amor sin razón carece de luz, medida y meta y a la razón sin amor le falta
moción, fuerza y adhesión, de aquí las expresiones: "amor prudente" y "discreta
caridad". Y en referencia a la unión mística hablaron de: "amor iluminado", "intelección
ardiente" y, retomando una fórmula de siglos precedentes: "el mismo amor es
conocimiento".
El libre albedrío
La palabra libertad proviene del latín, libertas, y se refiere al estado y condición de la
persona exenta o independiente social o políticamente, es decir: libre. De aquí provienen
otros términos afines: liberta es la esclava a quien se le ha dado libertad, libertus se
refiere al esclavo, libertinus se refiere a los libertos. Por otro lado, liberi significa hijos.
Algunos actos de la voluntad nacen de la capacidad humana de ser "árbitro" (el que
decide) de sí mismo, es decir: señor de las propias acciones, actuando o no actuando,
obrando de una manera y no de otra, eligiendo entre diferentes alternativas.
La doctrina sobre el amor de los autores cistercienses medievales es una doctrina sobre
el deseo (y el afecto) humano. Y no solo sobre el deseo, sino también sobre la historia
del deseo en relación con Dios. Algunas fórmulas referentes…
Origen divino: Dios hace que deseemos y es El deseado; Él crea el afecto y consuma el
deseo; en El todos podemos reposar libres de los halagos del presente e inquietudes del
futuro.
Sentido del deseo humano: Todos los seres dotados de razón, por tendencia natural,
aspiran siempre a lo que les parece mejor, y no están satisfechos si les falta algo que
consideran mejor. La misma fuerza de la ambición impulsa al ser humano a preferir lo
que no posee por encima de lo que tiene y despreciar lo que posee en aras de lo que no
tiene.
Experiencia de insatisfacción: No importa cuánto se posea, siempre se codiciará lo que
no se tiene y siempre se estará inquieto por lo que nos falta.
Drama humano: Algunos seres humanos quieren satisfacer sus apetitos naturales, y
rechazan neciamente los medios que les conducirían al fin divino del deseo, no el fin en
el sentido de la extinción y agotamiento, sino como plenitud consumada.
Posibilidad teórica: Una vez alcanzado y despreciado todo lo deseable del cielo y de la
tierra, el ser humano podría lanzarse impetuoso al Único que le falta, al Dios del
universo.
Imposibilidad práctica: Resulta imposible agotar todo lo deseable debido a la brevedad
de la vida, por las pocas fuerzas y porque son muchos los que apetecen.
Consecuencia nefasta: El hombre racional que se comporta como animal no alcanza su
meta. Aquellos, pues, cuyos pasos no están iluminados por la luz de la razón, corren, es
cierto, pero sin rumbo y a la deriva. No corren de modo que puedan alcanzar el premio.
¿Cómo lo van a conseguir si antes quieren poseerlo todo? Sendero tortuoso y lleno de
rodeos, querer gozar primero de todo para luego buscar a Dios.
Revelación y conocimiento teologal: Otros saben por la fe que antes de buscar a Dios
han sido buscado por El. Dios atrae hacia Sí no en cuanto Deseado sino en cuanto
Deseante.
Otra posibilidad: El justo, percibiendo las tribulaciones de tantos desencaminados,
escoge mediante el libre albedrío otro camino más seguro, se rige por un criterio simple
y claro, el Verbo Abreviado: no desea todo lo que ve, sino que vende lo que posee y lo
da los pobres, a fin de buscar a Dios deseándole.
Rostro divino y deseos-afectos humanos: Es conveniente que el gusto de la divina
presencia varíe conforme a los diversos deseos del alma, y que el sabor infuso de la
dulzura celestial deleite de diferente manera el paladar del alma anhelante. El que
llamemos a Dios con los diversos nombres de Padre, Maestro, Señor, Esposo, no quiere
decir que haya alguna diversidad en su naturaleza simplicísima y completamente
invariable, sino una múltiple variación en nuestros afectos según los diversos progresos
o defectos de nuestra alma.
Rostro esponsal y sed del alma: Béseme con el beso de su boca, ¿quién lo dice?: la
esposa. ¿Quién es la esposa?: el alma sedienta de Dios. El alma que pide un beso es que
está enamorada. De todos los sentimientos naturales es este el más excelente, en
especial cuando vuelve a su principio, Dios. Y no hay palabras más dulces para expresar
la dulzura de la mutua amistad entre el Verbo y el alma que las cambiadas entre esposo
y esposa.
Deseo infinito y sin turbación: Cuando se ha tenido ya la dicha de hallar a Dios, lejos de
calmarse el deseo, aumenta más todavía. La gozosa posesión del Dios apetecido no
extingue los deseos, sino que los acucia más y más, pero notad bien que esta búsqueda
incesante e ilimitada no procede de indigencia, ni tampoco los ardientes deseos van
acompañados de turbación o ansiedad. La presencia del Amado excluye la indigencia y
su perfecta y pacífica posesión excluye la turbación o ansiedad.
Deseo y afectividad
En el siglo XII el término affectus, inseparable de su servidora la ratio, se convierte,
gracias a los monjes cistercienses, en palabra clave para expresar la relación amorosa
entre el alma y Dios. Algunos autores emplean indistintamente los términos affectus y
affectio; aunque las palabras latinas, si bien tienen las mismas resonancias, indican una
distinción: affectus es de orden pasivo y affectio es de orden activo. Quizás el uso
indistinto de estos dos términos latinos indicaría la complejidad de la afectividad
humana. El amor, sin lugar a duda, es el más importante de todos los afectos. La
doctrina de estos autores espirituales mantiene una igualdad de fondo que respeta las
diferencias de detalles.
~ El ser humano es dinámico, el cristiano marcha hacia la Jerusalén del cielo avanzando
como peregrino mediante los pies de los afectos.
~ Los cuatro affectus, conocidos por todos, son: amor, laetitia, timor, tristitia. Algunos
autores denominan cupiditas (deseo) al amor. Y algunas místicas las nombran de otra
manera y agregan otras afflectiones a fin de completar siete: timor, dolor, gaudium,
amor, spes, odium, pudor.
~ Los afectos se distinguen según su objeto o fin; el affectus carnalis tiene un objeto
sensorial (por ejemplo: la vida y muerte de Jesús), y el affectus spiritualis tiene un
objeto espiritual (por ejemplo: la mesianidad o divinidad de Jesús). El progreso en la
vida espiritual significa el paso de un affectus a otro affectus.
~ Los afectos son espontáneos, no están bajo el dominio de la voluntad, pueden estar en
conflicto entre sí, se pueden mudar o transferir de uno a otro en escala ascendente o
descendente, son una gran ayuda para actuar con facilidad y alegría, permiten
experimentar su objeto como presente, guiados por la razón y aceptados por la voluntad
se convierten en amor perfecto.
~ Los afectos, en sí mismos, no son buenos ni malos, su valor moral dependerá del
consentir o no consentirlos.
~Las virtudes son afectos bien ordenados: la gracia pone en orden los afectos innatos; el
ser humano más virtuoso es, al mismo tiempo, el más "gracioso" y el más "natural y
espontáneo''.
~ El mandamiento del amor al enemigo se refiere al amor efectivo (caritas in effectu) y
no afectivo (caritas in affectu).
~ El affectus no es ningún impedimento para la unión espiritual con el Señor, lo afectivo
y lo espiritual no se oponen ni excluyen, el afecto se transforma en espiritual cuando se
orienta hacia algo espiritual.
~ La experiencia religiosa (y mística) tiene relación directa con el affectus: a Dios se va
y nos adherimos a Él por el deseo y el afecto.
~ Nuestra capacidad de experiencia y la condición existencial de dicha capacidad
condicionará nuestro conocimiento de Dios: según la situación de nuestro affectus lo
llamaremos Padre, Señor, Maestro, Esposo...
~ Solo en la vida eterna abrazaremos plenamente la voluntad de Dios (tota affectiones).