Está en la página 1de 5

Algunos conceptos sobre la antropología de los siglos xii y xiii

Respecto al alma y a su estructura…


A causa de la excelencia del alma en relación con el cuerpo, los autores medievales, y
los Cistercienses entre ellos, se interesaron por estudiar la estructura del alma y cuál
facultad tiene la primacía en la unión con Dios. Desarrollaron así una variada
terminología y varios esquemas básicos, tricotómicos o bipartitos. Hablan básicamente
de una facultad de conocimiento y otra facultad de tendencia: ratio-intelectus y
voluntas-affectus.
~ Para estos autores la voluntas es el centro de gravedad de la identidad psicológica y
ontológica del individuo. Como centro dinámico del ser, ella integra en sí a las otras
facultades. Esta centralidad se refuerza cuando se afirma que ella es sede del amor y de
la imagen y semejanza con el Creador.
~ Algunos de los autores espirituales cistercienses identifican la voluntas con el affectus,
o consideran a este como la voluntas en acto. De este modo, el affectus se ubica en el
centro mismo de la inteligibilidad de la persona humana, siendo al mismo tiempo:
dinamismo vital del alma, origen de la sensibilidad, principio de restauración, fuerza
espiritual de unión con las realidades trascendentes. Tengamos por lo demás en cuenta
que decir affectus es lo mismo que decir desiderium el primero es la sensibilidad del
segundo, y este es la moción de aquel.
~ El término affectus se refiere a todo lo que concierne a la voluntad-afectividad en
distinción con la razón-intelecto. En el siglo XIl el término affectus se convierte en
palabra clave para expresar la relación amorosa entre el alma y Dios. Es decir: el amor
es el más importante de todos los afectos.
~ Esta concepción antropológica elemental y aun operativamente válida se completa
con la noción del libre albedrío, el cual permite la elección gracias a la ratio y la
adhesión gracias a la voluntas, dando así lugar al consentimiento.
En síntesis: los afectos son el dinamismo del alma, crean el deseo, provocan la
atracción, hacen reaccionar el psiquismo en presencia de un objeto, de un valor o de una
persona. Deben ser controlados y dirigidos por el ejercicio del libre albedrío. Es de notar
su carácter más bien pasivo.

Inteligencia afectiva
Los monjes cistercienses del siglo XII intentaron fundar y hacer de sus monasterios
escuelas de caridad. No es raro entonces que enfatizaran la afectividad inteligente o
inteligencia afectiva, junto con sus habilidades intelectivas, afectivas y de
comportamiento al servicio de la relación fraterna y comunión con Dios.
Elredo de Rieval pasó a la posteridad como un hábil pedagogo de la experiencia del
amor y de la amistad. En sus escritos encontramos un minucioso y lúcido análisis del
acto de amor: elección, movimiento y fruto; del discernimiento de las amistades
verdaderas y falsas; pueriles, viciosas, mundanas, naturales y espirituales; y del proceso
que se debe seguir para que la relación de amistad sea duradera: elección, prueba,
acuerdo y cultivo. Todo esto le fue posible por estar dotado de una notable capacidad de
inteligencia afectiva o afectividad inteligente.

Muchos autores espirituales medievales, siguiendo una antigua tradición, unían la razón
y el amor (inteligencia y voluntad-afecto-deseo) tanto en la virtud de la discreción o
prudencia cuanto en el acto supremo de Unión con Dios. Respecto a la discreción tenían
claro que: el amor sin razón carece de luz, medida y meta y a la razón sin amor le falta
moción, fuerza y adhesión, de aquí las expresiones: "amor prudente" y "discreta
caridad". Y en referencia a la unión mística hablaron de: "amor iluminado", "intelección
ardiente" y, retomando una fórmula de siglos precedentes: "el mismo amor es
conocimiento".

La inteligencia espiritual, desde otro punto de vista, es:


~ consciencia de la relación, solidaridad y fraternidad entre todos los seres creados;
~ capacidad de sorpresa y maravilla ante el cosmos;
~ capacidad de felicidad interior más allá de las circunstancias adversas o favorables;
~ apertura a la compasión y búsqueda del bien en favor de todos y todas.

El libre albedrío
La palabra libertad proviene del latín, libertas, y se refiere al estado y condición de la
persona exenta o independiente social o políticamente, es decir: libre. De aquí provienen
otros términos afines: liberta es la esclava a quien se le ha dado libertad, libertus se
refiere al esclavo, libertinus se refiere a los libertos. Por otro lado, liberi significa hijos.
Algunos actos de la voluntad nacen de la capacidad humana de ser "árbitro" (el que
decide) de sí mismo, es decir: señor de las propias acciones, actuando o no actuando,
obrando de una manera y no de otra, eligiendo entre diferentes alternativas.

~ La acción libre proviene de la inteligencia y de la voluntad, pero de forma diferente.


La voluntad es la causa (eficiente) que lo produce, la inteligencia lo especifica. En
efecto, la elección implica un juicio de la inteligencia y un querer de
la voluntad.
~ Una decisión libre es lo mismo que una volición deliberada. Cabe distinguir cuatro
pasos esenciales en el proceso de toma de decisiones:
= Primer paso: algo o alguien me atrae.
= Segundo paso: juicio intuitivo sobre la conveniencia de la realidad atractiva.
= Tercer paso: deliberación intelectual examinado el valor ético de la atracción,
los motivos y medios en favor o contra de la misma.
= Cuarto paso: tomo una decisión y me adhiero o no al bien atractivo.

Doctrina sobre el deseo


La antropología monástica medieval habla inseparablemente, aunque sin confusión, de
voluntad, amor, deseo y afecto. Todos estos términos se refieren a la capacidad de
tendencia humana. La variedad de términos implica diversidad de perspectivas. Siendo
autores "voluntaristas", el deseo y el afecto ocupan un lugar central en su concepción
antropológica y, en consecuencia, en la búsqueda y encuentro con Dios. EI affectus es
para ellos el órgano o lugar de la experiencia de Dios: el afecto es el "tálamo" del
corazón. La unicidad e integración de la doctrina monástica tiene en consideración la
experiencia vivida y es de gran utilidad práctica.

La doctrina sobre el amor de los autores cistercienses medievales es una doctrina sobre
el deseo (y el afecto) humano. Y no solo sobre el deseo, sino también sobre la historia
del deseo en relación con Dios. Algunas fórmulas referentes…
Origen divino: Dios hace que deseemos y es El deseado; Él crea el afecto y consuma el
deseo; en El todos podemos reposar libres de los halagos del presente e inquietudes del
futuro.
Sentido del deseo humano: Todos los seres dotados de razón, por tendencia natural,
aspiran siempre a lo que les parece mejor, y no están satisfechos si les falta algo que
consideran mejor. La misma fuerza de la ambición impulsa al ser humano a preferir lo
que no posee por encima de lo que tiene y despreciar lo que posee en aras de lo que no
tiene.
Experiencia de insatisfacción: No importa cuánto se posea, siempre se codiciará lo que
no se tiene y siempre se estará inquieto por lo que nos falta.
Drama humano: Algunos seres humanos quieren satisfacer sus apetitos naturales, y
rechazan neciamente los medios que les conducirían al fin divino del deseo, no el fin en
el sentido de la extinción y agotamiento, sino como plenitud consumada.
Posibilidad teórica: Una vez alcanzado y despreciado todo lo deseable del cielo y de la
tierra, el ser humano podría lanzarse impetuoso al Único que le falta, al Dios del
universo.
Imposibilidad práctica: Resulta imposible agotar todo lo deseable debido a la brevedad
de la vida, por las pocas fuerzas y porque son muchos los que apetecen.
Consecuencia nefasta: El hombre racional que se comporta como animal no alcanza su
meta. Aquellos, pues, cuyos pasos no están iluminados por la luz de la razón, corren, es
cierto, pero sin rumbo y a la deriva. No corren de modo que puedan alcanzar el premio.
¿Cómo lo van a conseguir si antes quieren poseerlo todo? Sendero tortuoso y lleno de
rodeos, querer gozar primero de todo para luego buscar a Dios.
Revelación y conocimiento teologal: Otros saben por la fe que antes de buscar a Dios
han sido buscado por El. Dios atrae hacia Sí no en cuanto Deseado sino en cuanto
Deseante.
Otra posibilidad: El justo, percibiendo las tribulaciones de tantos desencaminados,
escoge mediante el libre albedrío otro camino más seguro, se rige por un criterio simple
y claro, el Verbo Abreviado: no desea todo lo que ve, sino que vende lo que posee y lo
da los pobres, a fin de buscar a Dios deseándole.
Rostro divino y deseos-afectos humanos: Es conveniente que el gusto de la divina
presencia varíe conforme a los diversos deseos del alma, y que el sabor infuso de la
dulzura celestial deleite de diferente manera el paladar del alma anhelante. El que
llamemos a Dios con los diversos nombres de Padre, Maestro, Señor, Esposo, no quiere
decir que haya alguna diversidad en su naturaleza simplicísima y completamente
invariable, sino una múltiple variación en nuestros afectos según los diversos progresos
o defectos de nuestra alma.
Rostro esponsal y sed del alma: Béseme con el beso de su boca, ¿quién lo dice?: la
esposa. ¿Quién es la esposa?: el alma sedienta de Dios. El alma que pide un beso es que
está enamorada. De todos los sentimientos naturales es este el más excelente, en
especial cuando vuelve a su principio, Dios. Y no hay palabras más dulces para expresar
la dulzura de la mutua amistad entre el Verbo y el alma que las cambiadas entre esposo
y esposa.
Deseo infinito y sin turbación: Cuando se ha tenido ya la dicha de hallar a Dios, lejos de
calmarse el deseo, aumenta más todavía. La gozosa posesión del Dios apetecido no
extingue los deseos, sino que los acucia más y más, pero notad bien que esta búsqueda
incesante e ilimitada no procede de indigencia, ni tampoco los ardientes deseos van
acompañados de turbación o ansiedad. La presencia del Amado excluye la indigencia y
su perfecta y pacífica posesión excluye la turbación o ansiedad.

Deseo y afectividad
En el siglo XII el término affectus, inseparable de su servidora la ratio, se convierte,
gracias a los monjes cistercienses, en palabra clave para expresar la relación amorosa
entre el alma y Dios. Algunos autores emplean indistintamente los términos affectus y
affectio; aunque las palabras latinas, si bien tienen las mismas resonancias, indican una
distinción: affectus es de orden pasivo y affectio es de orden activo. Quizás el uso
indistinto de estos dos términos latinos indicaría la complejidad de la afectividad
humana. El amor, sin lugar a duda, es el más importante de todos los afectos. La
doctrina de estos autores espirituales mantiene una igualdad de fondo que respeta las
diferencias de detalles.
~ El ser humano es dinámico, el cristiano marcha hacia la Jerusalén del cielo avanzando
como peregrino mediante los pies de los afectos.
~ Los cuatro affectus, conocidos por todos, son: amor, laetitia, timor, tristitia. Algunos
autores denominan cupiditas (deseo) al amor. Y algunas místicas las nombran de otra
manera y agregan otras afflectiones a fin de completar siete: timor, dolor, gaudium,
amor, spes, odium, pudor.
~ Los afectos se distinguen según su objeto o fin; el affectus carnalis tiene un objeto
sensorial (por ejemplo: la vida y muerte de Jesús), y el affectus spiritualis tiene un
objeto espiritual (por ejemplo: la mesianidad o divinidad de Jesús). El progreso en la
vida espiritual significa el paso de un affectus a otro affectus.
~ Los afectos son espontáneos, no están bajo el dominio de la voluntad, pueden estar en
conflicto entre sí, se pueden mudar o transferir de uno a otro en escala ascendente o
descendente, son una gran ayuda para actuar con facilidad y alegría, permiten
experimentar su objeto como presente, guiados por la razón y aceptados por la voluntad
se convierten en amor perfecto.
~ Los afectos, en sí mismos, no son buenos ni malos, su valor moral dependerá del
consentir o no consentirlos.
~Las virtudes son afectos bien ordenados: la gracia pone en orden los afectos innatos; el
ser humano más virtuoso es, al mismo tiempo, el más "gracioso" y el más "natural y
espontáneo''.
~ El mandamiento del amor al enemigo se refiere al amor efectivo (caritas in effectu) y
no afectivo (caritas in affectu).
~ El affectus no es ningún impedimento para la unión espiritual con el Señor, lo afectivo
y lo espiritual no se oponen ni excluyen, el afecto se transforma en espiritual cuando se
orienta hacia algo espiritual.
~ La experiencia religiosa (y mística) tiene relación directa con el affectus: a Dios se va
y nos adherimos a Él por el deseo y el afecto.
~ Nuestra capacidad de experiencia y la condición existencial de dicha capacidad
condicionará nuestro conocimiento de Dios: según la situación de nuestro affectus lo
llamaremos Padre, Señor, Maestro, Esposo...
~ Solo en la vida eterna abrazaremos plenamente la voluntad de Dios (tota affectiones).

También podría gustarte