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EL SOL SE DIVORCIÓ DE LA

LUNA
A ti, querido lector, naturalmente no te
extrañaría saber del matrimonio del
Sol y la Luna, y de hecho muchos lo
dan por sentado. Pero, ¿acaso podrías
adivinar que acabarían separandose?,
o sin adelantarse tanto ¿que la
convivencia sería un total martirio
para los implicados y díficil de ver
para los extraños? A que lo
esperabas, jiji y puedo atreverme a
prometer que no será lo único
inesperado de esta historia.

Parte 1

La primera bandera roja fue,


obviamente, la diferencia de horarios.
Llegando al extremo que solo podían
verse cada mucho tiempo, cuando
sucedian los eclipses. Y, sin embargo,
incluso en esos momento solo habían
silencios incómodos debido a la falta
de intereses en común. Esto último
hacía que incluso pudiendo escribirse
nota que sería respondidas al día
siguiente, tenían el acuerdo tácito de
solo hacerlo en caso de emergencia. A
este punto, la pareja, que pasaba
fácilmente años sin dirigirse palabra y
aun así poseían el atrevimiento de
llamarse a si mismos felizmente
casados. no eran objeto de burlas
públicas por la imponencia del Sol. Y
ni siquiera con eso evitaban los
venenosos comentarios a puerta
cerrada. Ver esto era doloros para
quien tuviera lazos con ellos y no
pocos decidieron alejarse cuando sus
propuestas de separación fueron
rechazadas. Ser la comidilla de la
gente y perder amistades por alguien
con quien ni saludos de forzosa
cortesía intercambias, ¿comienzas a
comprender lo fatal que esta situación
fue para su relación? Entonces dirían
"lo que diga la gente no importa y si
pierdes un amigo por no romper con tu
pareja, posiblemente no valía la pena".
Pero la semilla ya estaba sembrada y
la duda se acomodó en sus corazones,
Parte 2
Es hora de hablar de la vida diaria de
este par de no tan enamorados astros.
Aunque, como debes suponer, solo
tratara de su rutina por separado.
Empecemos por la Luna. Ella, cuya
mayor característica era ser el único
satélite de su planeta, vivía
constantemente cuestionaada de valer
lo suficiente para estar a la altura del
Sol. Todos los demás cuerpos celestes
coincidian diciendo "claro que no,
jamás una mera luna sin nombre
propio sería suficiente para nuestro
astro rey" (Ignoraremos el
desconocimiento general en la corte
solar del nombre de la Luna, Selene,
pues tampoco nos importa utilizarlo).
Esto hería fuertemente la moral de la
Luna, quien no tenía a su esposo
intentando demostrarles que estaban
equivocados, sino, al contrario
prefería no darse por enterado y
sonreir risueño en la corte. Casi
dandoles la razón. Casi aceptando el
rechazo hacia su esposa como
justificado de forma tácita. Y ahora
vayamos por el Sol. Había sido él
quien le propusó casarse a la luna en
primer lugar. En ese entonces, estaba
flechado por la imagen de aquella
hermosa Luna llena. Pero no
consideró que también habían
menguante y crecientes. Se arrepentía
en demasia de no haberlo hecho.
Ahora, no quedaba más que
contentarse con ello. Ese sería el caso
si fuera alguien diferente al que arde
diariamente como queriendo comerse
al mundo. Por lo que cada vez que
viera alguna luna en plenitud, la
invitaría a acompañarle cuidando que
no se entere su esposa. A él le eran
indiferntes los comentarios que se
hacían, pues la mayoría culpaba a su
cónyugue por no cumplir con las
expectativas. Para la Luna cada día era
tener que soportar el juicio público,
para el Sol, una luna nueva que le
daría confort.

Parte 3
La Luna se sentía endeudada con la
Tierra por ser la mejor jefa del
universo con ella. Aunque fuera la
primera y más insistente opositora de
su matrimonio con el Sol, nunca dudo
en defenderla de las molestas
habladurías de ajenos. Incluso
considero cambiar su hoario para que
compartieron más tiempo juntos, por
más desagradable que le pareciese la
idea, cuando la Luna se lo propusó.
Finalmente quedo claro que lo útimo
era imposible, pero la intención seguía
estando. Entonces, cuando la Tierra le
anunció su compromiso con Marte y
expresó su deseo de tenerla como
dama de honor, aceptó
inmediatamente con los ojos brillosos
y una sonrisa de oreja a oreja.
El día de la boda del Sol y la Luna,
había estado lleno de sonrisas,
halagos, regalos y felicitaciones. No
obstante, nada de lo anterior era
sincero. Sonrisas falsa practicadas en
el espejo, halagos fríamente
calculados, regalos que realmente
buscaban ser devueltos y felicitaciones
cuando a sus espaldas deseaban lo
contrario. La Luna había buscado
ignorarlo y concentrarse en aparentar
ser la pareja perfecta. No duró mucho.
En cambio, pese a ser pequeña, la
boda de la Tierra y Marte fue
verdaderamente acogedora. Habían
muy pocos invitados, pero como todos
eren amigos entre ellos el ambiente
era cálido. Marte, amante del conflicto
y sinónimo de guerra, un día comenzó
a dejarse golpear por meteoritos
errantes para asegurar el bienestar de
una dulce señorita y no los
despedazaba, pues temía asustarla. La
Tierra, cuidadora de la vida que
evitaba la violencia, se conmovió por
sus actos y le ofreció su amistad. Si
bien al inicio parecía que intentar
siquiera funcionara era una pérdida de
tiempo, eventualmente todo el sistema
solar concordaba en que no podía
existir pareja más tierna que ellos. En
esa humilde ceremonia se respiraba un
solo pensamiento "por fin este par de
idiotas enamorados se casan" y los
corazones de los presentes se llenaron
de una tibia sensación.
La comparación le resultó devastadora
a la Luna, ya no podía simplemente
mirar hacia otro lado y comentar sobre
el clima. Le era imposible negar la
posibilidad que nunca hubiese estado
enamorada del Sol. A estas alturas
poseía la certeza que su marido nunca
lo amó. No era ignorante de los
amoríos de este con otras lunas.
Luego de darles vueltas y vueltas
comprendió cual era su mejor opción.
Pedirle el divorcio al Sol. Y cuando
finalmente se había decidido, una
noticia la tomo por sorpresa. El Sol
quería el divorció.
Parte 4

El Sol conoció a Titán. Ella, orgullosa,


lo evitaba como si ser otra de sus
conquistas fuera lo peor que pudiera
pasarle. Él, curioso por los rumores,
quería saber como era realmente la
luna más imponente de la corte. En su
primer encuentro lo rechazo por
completo con la cabeza en alto.
Aunque algunas lunas eran más
díficiles que otras, ninguna se había
resistido tanto como ella. El Sol lo
tomo como un reto "se hace la díficil,
pero se que me quiere" pensó ingenuo.
Titán se mantuvo firme exasperando al
Sol. Lo más importante para ella era
mantener su dignidad, perderla por
trivialidades no estaba en sus planes.
Le ofrecía todo lo que una mujer podía
querer, excepto la más importante, un
buen esposo. Con eso en mente rehusó
de qualquier invitación con un tono
cortante. Había decidido que no
importaba que tan alto sea el estatus
del Sol, no caería en sus redes.
Pero, como te debes de haber dado
cuenta, el Sol no se rendiría
fácilmente. Con mucho esfuerzo
consiguió su atención, y ella impusó
una condición: si quería verla, debía
divorciarse de su esposa. Esto hizo
dudar al Sol, quien busco negociarlo,
pero Titán no retrocedió más "si
quieres tenerme, debere ser la única".
El orgullo del Sol ya había sido
gravemente dañado por la actitud de
Titán hacía él, despues de tanto no
quería dejar ir la oportunidad. Y
aceptó el trato.
Despues de todo, su vida marital era
tan triste que solo se podía hablar de
ella con eufemismos por miedo de
impresionar a los oyentes. Y ya de por
sí el Sol era quien disfrutaba más la
vida de casados haciendo caso omiso
al sufrimiento de su esposa. Al
considerarlo, por un momento
cuestionó que ella no hubiera pedido
el divorció, pero lo dejo pasar pues
conocía bien su carácter dócil y manso
como un corderito. Por lo mismo
dudaba se opusiera a él, no queriendo
separarse.
La Luna dió su consentimiento. Y el
Sol se divorció de la Luna. El Sol fue
con Titán para ser rechazado por ella
"si le hiciste eso a la que fue tu
compañera desde tanto, seguro me
harías lo mismo". Entonces él sintió el
más agudo arrepetimiento pero
aparento que daba igual. Actuó como
si nada le importase en la corte y
siquió su rutina.
Y así, estimado lector, fue la historia
del matrimonio entre cuerpos celestes
más fallido de todos.
FIN

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