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En San Bernabé 13, está en funcionamiento desde el siglo XVII el Hospital de

la Venerable Orden Tercera Seglar de Penitencia de Nuestro Padre San


Francisco, conocida, la Orden como, Venerable Orden Tercera de San
Francisco, es, como su nombre indica, seglar, y fue fundada en 1221 para dar
cabida a aquellos que sin entrar en una orden religiosa querían dedicar su vida
a los demás.
Al lado de cada residencia de la Primera orden surgía habitualmente un
movimiento de la Tercera, así llamada por ser la tercera orden creada después
de los Franciscanos y las Clarisas. En 1608 se fundó la Fraternidad de la
Orden Tercera de Madrid a la que pertenecieron Cervantes, Lope de Vega,
Quevedo, Calderón y el mismo Felipe III arrastrando a buena parte de la Corte.
Entre 1679 y 1697 levantaron una enfermería al lado del convento de San
Francisco, junto a la iglesia del mismo nombre, por Luis Román, Marcos López
y Bartolomé Hurtado, continuada a la muerte de Román por sus hijos Diego y
Matías, a fin de atender a los hermanos pobres de la Orden.
El edificio tenía 8 salas cada una dedicada a un santo franciscano, con 200
camas entorno a un patio central que daba luminosidad a todo el edificio. Tiene
a lo largo de su historia el haber sido uno de los primeros hospitales en haber
tratado la tuberculosis con pabellón independiente, tener uno de los mejores
quirófanos de Madrid y ser pionero en radioterapia.
Las primeras enfermeras fueron hermanas viudas de la Orden Seglar,
posteriormente Hijas de la Caridad de San Vicente Paul y desde 1919 las
Hermanas Franciscanas misioneras de la Madre del Divino Pastor.
Durante la Guerra de la Independencia atendió tanto a franceses como
españoles y en la Guerra Civil fueron confiscados sus bienes por la Agrupación
Socialista Madrileña, cambiándose el nombre por Hospital Municipal de
Cirugía. Con su equipo y mobiliario se formó el hospital de sangre en el Hotel
Ritz, meses después se traslada a Arganda y pasado un año a Loeches.
En los años 50 se transforman los pabellones en habitaciones más pequeñas
incluso individuales, siendo declarado en 1995 Bien de Interés Cultural.
La visita es libre destacando la escalera de doble rampa, los pasillos alrededor
del patio y la capilla, pudiéndose contemplar, en todo el recorrido, obras de
Ardemans, Carreño de Miranda, Antonio de Pereda y un Van Dyck. La botica,
que no es visitable, cuenta con un rico y extenso botamen desde el siglo XVII.

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