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La tilde diacrítica

La tilde diacrítica es la que sirve para diferenciar palabras que por lo demás se escriben
igual. Esto es lo que ocurre con pares
como de (preposición) y dé (verbo) o el (artículo)y él (pronombre):
 Millones de familias viven en crisis permanente.
 El objetivo de estos premios es que el premiado dé prestigio al premio y no al revés.
 El padre vivía en casa de Pilar.
 Él la observaba.
Por este motivo, en la Ortografía de la lengua española de 2010 se han eliminado dos casos
tradicionales de tilde diacrítica: la de los pronombres demostrativos y la del
adverbio solo. La tilde no diferenciaba aquí una palabra tónica de otra átona, pues los dos
miembros del par eran tónicos.
Posiblemente, el de la tilde diacrítica haya sido uno de los ámbitos que se han visto más
afectados por las reformas de esta última edición de la ortografía académica, puesto que
también se ha eliminado la que según las reglas antiguas se colocaba sobre la
conjunción ó cuando iba entre cifras. Se pasa a escribir así, a partir de ahora,
simplemente, 15 o 16.
Después de las reformas, la tilde diacrítica queda reducida a tres ámbitos, a saber:

En primer lugar, ocho pares de monosílabos (los enlaces conducen a explicaciones


detalladas, también puedes hacer unos ejercicios):
a) mí – mi (pronombre personal frente a posesivo),
b) tú – tu (pronombre personal frente a posesivo),
c) él – el (pronombre personal frente a determinante),
d) sí – si (pronombre personal o afirmación frente a conjunción),
e) té – te (nombre de una planta o infusión frente a pronombre personal),
f) dé – de (verbo frente a preposición),
g) sé – se (verbo frente a pronombre personal, marca de impersonalidad, etc.),
h) más – mas (comparativo de superioridad frente a conjunción).
En segundo lugar, los interrogativos y exclamativos:

a) qué, Hay un qué interrogativo (1) o exclamativo (2)


(1) ¿Qué mano oculta había urdido la horrible conspiración
(2) ¡Qué cosas se te ocurren, Tula!
Podemos encontrarlo también precedido de preposición:

(3) Cariño, ¿por qué dejaste el psicoanalista?

(4) ¿Y para qué quería oxígeno, si estamos en el campo?


(5) ¡De qué manera tan difícil hemos llegado a vivir juntos veinticinco años!
Este qué acentuado también aparece en oraciones interrogativas (6, 7) y exclamativas
(8) indirectas:
(6) Y no sabemos qué es lo que quieren
(7) Se preguntaba con qué podría comerciar él para obtener a cambio un poco de la libertad
que nadie le ofrecía
(8) Hay que ver qué buen gusto tiene esta chica…

Al igual que ocurre con otras palabras con valor interrogativo, qué se puede sustantivar
anteponiéndole un determinante (9). Mantiene entonces su acento ortográfico. Como
muestra el ejemplo (10), también algunas de las secuencias con preposición admiten este
cambio de categoría:
(9) Más decidir sobre el qué, que pretender monopolizar el quién y el cómo
(10) […] si por alma entendemos eso que siempre ha estado ahí sin que nosotros sepamos
ni el porqué ni el para qué

b) ‘Cuál’ y ‘cual’

Cuál (con su correspondiente plural cuáles) se escribe con tilde diacrítica cuando tiene valor
interrogativo (1) o exclamativo (2):
(1) ¿Cuáles son las principales causas a que puede atribuirse este nivel?
(2) ¡A cuál de los dos! ¡Elegirá ella!
También lleva tilde en oraciones interrogativas indirectas:
(3) No sé cuál será su estrategia, pero debes hacerle caso
En la práctica será difícil que lo encontremos en oraciones exclamativas indirectas.

Se escribe cual(es) sin tilde en los restantes casos. Normalmente funcionará como
pronombre relativo. Presenta aquí una particularidad que lo diferencia de otros dobletes
análogos como quién/quien, cuánto/cuanto, qué/que, etc.: es palabra tónica. Esto podría
representar una dificultad para decidir cuándo escribirlo con tilde o sin ella. Sin embargo,
no lo es tanto si tenemos en cuenta que siempre aparecerá entonces precedido del
artículo: el cual, la cual, lo cual, los cuales y las cuales. Veamos un par de ejemplos:

(3) […] sentí resquebrajarse el suelo incierto sobre el cual me movía


(4) […] manoteó la cortina tras la cual se ocultaba el cartero

La Ortografía de la lengua española de 2010 nos indica algunas expresiones en las que
también es tónico, pero, por carecer de valor interrogativo o exclamativo, se escribe sin
tilde, concretamente, cada cual (5), que si tal, que si cual (6), tal cual (7), tal para
cual (8), un tal y un cual (9):
(5) Como se ama siempre: cada cual tiene un modo
(6) Se lo dices y empiezan que si tal que si cual
(7) Todo me inducía a conservar tal cual ese retrato de Johnny
(8) También yo soy un aburrido, somos tal para cual
(9) Todos convenían en que era un ladrón, un farsante, un estafador, un tal y un cual

Tampoco se acentúa gráficamente cuando se puede sustituir por como:


(10) Ella traía una de las faldas que cual capas concéntricas acebolladas la recubrían

c) ‘Quién’ y ‘quien’

Quién y su forma plural quiénes se escriben con tilde diacrítica cuando tienen función
interrogativa (1) o exclamativa (2):
(1) ¿Quién irá a darle cuerda a los relojes ahora?
(2) ¡Quién lo diría viéndolas tan elegantes y risueñas!

Es fácil reconocerlos en esta función porque se pronuncian como palabras tónicas. También
aparecen con tilde diacrítica y pronunciación tónica en las correspondientes
oraciones indirectas de tipo interrogativo (3) y exclamativo (4):
(3) A nadie le cupo duda de quiénes eran los responsables de su muerte
(4) Hombre, mira quién llega ahí

Se puede sustantivar quién anteponiéndole un determinante, como en el siguiente


ejemplo:
(5) […] pues negado el quién no me podía preguntar el para qué

Por lo demás, quién y quiénes se escriben sin tilde cuando son átonos, como en (6) y (7):
(6) Hay personas con quienes no valen los propósitos buenos…
(7) Quien tiene alegría ya ha recibido el premio máximo y no echa de menos nada

Su función es entonces la de pronombre relativo.


Existe una expresión, no obstante, en la que, a pesar de pronunciarse tónico, ha de
escribirse sin tilde: cada quien, que podemos parafrasear como ‘cada cual’:
(8) La vida de cada quien no le atañe más que a él
En ocasiones, la presencia o ausencia de tilde puede dar lugar a contrastes de significado.
Comparemos las oraciones (9) y (10):

(9) Todavía me acuerdo de quienes me ayudaron cuando tenía problemas.


(10) Todavía me acuerdo de quiénes me ayudaron cuando tenía problemas.
El quienes de (9) es un pronombre relativo que se pronuncia átono. Podemos parafrasear
la oración como Todavía me acuerdo de las personas que me ayudaron. En cambio, en (10)
tenemos una oración interrogativa indirecta con un quiénes tónico. Viene a ser como
decir: Todavía recuerdo una cosa: quiénes me ayudaron.
En cualquier caso, y salvo la excepción señalada en (8), nos encontramos ante uno de los
usos de tilde diacrítica en interrogativos y exclamativos que podemos resolver de oído.

d) ‘Cómo’ y ‘como’

Cómo se escribe con tilde diacrítica siempre que es palabra tónica. Esto sucede en todos sus
usos interrogativos (1) y exclamativos (2):
(1) ¿Cómo es que lo grande engendra lo pequeño y lo pequeño lo grande?
(2) Ay… cómo duele esto…
Nótese cómo en las dos oraciones de arriba la fuerza del acento prosódico recae sobre la
palabra en cuestión en una lectura en voz alta.

Dentro de los usos interrogativos y exclamativos se encuentran, por supuesto, los


indirectos, que se escriben con su correspondiente tilde, en la que queda reflejada su
pronunciación:
(3) Pero tampoco entiendo cómo funciona la televisión
(4) No sabes cómo duele

Cómo admite la sustantivación anteponiéndole un determinante. Conserva entonces su


acento prosódico y su tilde:
(5) Sólo faltaba encontrar el cómo, hallar la forma de cruzarse con el poeta y comenzar una
relación de la que él no sospecharía jamás

Se escribe sin tilde cuando es átono, cualquiera que sea su función. Veamos un par de
ejemplos:

(6) Cada cual pinta su morada como quiere


(7) Como él mismo es un adefesio, a todos los ve igual de gordos y deformes que él

En ocasiones, la alternancia entre la tilde y la ausencia de esta puede dar lugar a contrastes
de significado:

(8) No hay como darse una ducha después de hacer deporte

(9) No hay cómo darse una ducha después de hacer deporte

Mientras que (8) se puede parafrasear como No hay nada mejor que darse una ducha
después del deporte; (9), en cambio, significa algo así como Resulta imposible darse una
ducha después de hacer deporte (digamos, por ejemplo, que porque no hay agua caliente
en los vestuarios).
Otras veces alternan las formas con acento y sin acento sin que la diferencia de significado
vaya más allá de matices mínimos:

(10) Depende de como lo hagas

(11) Depende de cómo lo hagas

‘Cuánto’ y ‘cuanto’

Cuánto, cuánta, cuántos y cuántas se escriben con tilde diacrítica cuando tienen valor
interrogativo (1, 3) o exclamativo (2, 4), ya sea en oraciones interrogativas y exclamativas
directas (1, 2), ya sea en las correspondientes indirectas (3, 4):
(1) Manolito, ¿cuántos dioses hay?
(2) Y para el rico botín que has traído de las guerras, ¡cuánta sangre!
(3) Tiene muchos pedidos. Tampoco sé cuánto cobra
(4) Pues estupendo, no sabes cuánto me alegro por ti Cuánto admite la sustantivación
anteponiéndole un determinante. Conserva entonces su tilde:

(5) Se sabe el cuánto, pero no se sabe el cómo, ni el dónde […]


En todos los demás casos se escribe sin tilde. Veamos algunos ejemplos:

(6) Estela […] anotaba cuanta palabra interesante decían


(7) Y cuanta más razón tienen, más lata dan
(8) Allí comí, dormí y escribí durante dos años, sin más distracción que unos cuantos libros
muchas veces leídos […]
Conviene advertir que no siempre nos podremos guiar aquí por el oído, a diferencia de lo
que ocurre con casos análogos de tilde diacrítica como los de qué, dónde o cómo, puesto
que de los casos sin tilde unos son átonos (6, 7) y otros, tónicos (8).

f) ‘Cuán’ y ‘cuan’

Cuán es palabra tónica y se escribe con tilde diacrítica cuando tiene valor interrogativo (1)
o exclamativo (2):
(1) ¿Cuán lejos se puede llegar en esta vida?
(2) ¡Cuán triste es mi vida!
Esta forma ha caído en desuso en la lengua coloquial en España, pero no en otros países
hispanohablantes. En la lengua culta mantiene cierta vigencia incluso en el español
europeo.

Se escribe con tilde también cuando aparece en oraciones interrogativas (3) y exclamativas
(4) indirectas:
(3) Se pregunta cuán lejos se puede llegar en la vida.
(4) No sabéis cuán grande es vuestra suerte.
En todos los demás casos es palabra átona y se escribe sin tilde. Esta variante sí encuentra
cierto uso en España en expresiones del tipo cuan largo era:
(5) El oso cayó cuan largo era.
Podemos, por tanto, guiarnos por el oído para identificar los casos en que esta palabra
necesita tilde.
g) ‘Cuándo’ con tilde y ‘cuando’ sin tilde

Cuándo se escribe con tilde siempre que tiene valor interrogativo (1) o exclamativo (2):
(1) ¿Cuándo será la mejor hora para hablar al señor D. José de un… de un asuntillo?
(2) Ay cuándo / encontraré tu primavera dura, / y entre todos tus hijos / andaré por tus
campos y tus calles / con mis zapatos viejos
En el ejemplo (2) hallamos, además, una muestra de que las oraciones interrogativas y
exclamativas no siempre se presentan encerradas entre los correspondientes signos.

También aparece esta tilde diacrítica en construcciones interrogativas indirectas:


(3) Herrera no sabía nunca cuándo Gorov hablaba en serio o en broma
En teoría cuándo puede aparecer además en oraciones exclamativas indirectas, pero en la
práctica es raro que esto suceda.
Se puede sustantivar anteponiéndole un determinante, como en el ejemplo (4), tomado de
una canción del grupo gallego de rock Siniestro Total:

(4) No me importa el cuándo / no me importa el dónde / no me importa tanto / el


cómo como el qué
En todos estos casos, cuándo es una palabra tónica. Su homónimo átono carece de valor
interrogativo y exclamativo y se escribe sin tilde. Lo más habitual es que conserve el
significado temporal como en (5), aunque en ocasiones puede ser incluso equivalente a la
conjunción si (6):
(5) Cuando se levantó y la vio por vez primera su marido, retrocedió asombrado
(6) No será tan pequeña cuando tanto insistes

También se escribe sin tilde en locuciones como las de (7) y (8), donde no necesariamente
se pronuncia átono (pero en ningún caso es interrogativo o exclamativo):

(7) De cuando en cuando se volvía Perucho y miraba hacia atrás


(8) Y aun cuando el trabajo fuese nuestro castigo, deberíamos tender a hacer de él, del
castigo mismo, nuestro consuelo y nuestra redención
h) ‘Dónde’ y ‘donde’

Dónde es palabra tónica y recibe una tilde diacrítica cuando tiene valor interrogativo (1) o
exclamativo (2). Esto afecta también a los casos en que se utiliza con preposición (en dónde,
de dónde, etc.), lo que incluye, naturalmente, las diversas variantes de adónde en una o dos
palabras, como se puede comprobar en los dos ejemplos siguientes:

(1) ¿Y tú adónde vas con esa mochila?


(2) ¡A dónde vamos a parar!

Lo mismo vale para las oraciones interrogativas y exclamativas indirectas:

(3) Me preguntó en inglés de dónde venía.


(4) Pero mira dónde ha ido a romper los pantalones este chico

Dónde (con tilde) se puede sustantivar anteponiéndole un determinante:


(5) Y dejemos el dónde para otro cuándo

Se pronuncia átono y se escribe sin tilde el homófono donde en su uso como pronombre
relativo, ya sea con antecedente expreso (6) o sin él (7):
(6) era mucho mayor que mi madre cuando se casaron, en Mallorca, de donde era
originario
(7) ella levantó de pronto la vista hacia donde yo estaba

Aún con tilde y aun sin tilde


Se escribe aún con tilde cuando se puede sustituir por todavía, y aun sin tilde cuando se
puede sustituir por incluso (o siquiera). Este es un caso de tilde diacrítica.
Veamos un ejemplo en el que la acentuación es correcta. Pongo primero el texto original y,
a continuación, la sustitución que nos indica que se ha de escribir la tilde:

(4a) Pero ningún hombre es respetable, ni aun los santos, ni aun los locos, ni aun los niños
que juegan con piedras junto a los pozos […] [Ana María Matute: Los soldados lloran de
noche].
(4b) Ni siquiera los santos, ni siquiera los locos, ni siquiera los niños.
Como vemos arriba, en (2) es posible la sustitución por incluso. Un error muy común
consiste en poner tilde a aun en las expresiones aun así y ni aun, pero aun así se puede
sustituir por incluso así (3b) y ni aun se puede sustituir por ni siquiera (4b).
Una expresión especial es aun cuando, que equivale a aunque. Tampoco en este caso hay
acento gráfico.
(5a) […] el amor nos liga a las cosas, aun cuando sea pasajeramente [José Ortega y
Gasset: Meditaciones sobre la literatura y el arte].
(5b) Aunque sea pasajeramente
También puedes hacer unos ejercicios para el par aún/aun.
Para terminar, conviene aclarar que cuando no hay posibilidad de confusión porque no
existe otra palabra homógrafa, tampoco es necesaria la tilde diacrítica. Esto es lo que ocurre
con el pronombre ti, que muchos escriben erróneamente con tilde por analogía con mí y sí.

¿Qué son los homónimos?

Homónimos son palabras que comparten un mismo significante pero difieren en su


significado. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con pata (ave palmípeda)
y pata (extremidad de un animal). La homonimia es una forma de ambigüedad léxica.
Como decíamos arriba, las palabras homónimas tienen que ser idénticas en su forma, pero
aquí se pueden diferenciar dos planos: el de la fonología y el de la grafía. Si coinciden en la
pronunciación, nos encontramos ante homófonos. Un ejemplo clásico en español
es vaca (rumiante) frente a baca (soporte para transportar equipaje en el techo de un
coche). Estas dos palabras se pronuncian exactamente igual, por lo que cumplen en el plano
fonológico la condición de identidad del significante, que es necesaria para que podamos
considerarlas homónimas. Sin embargo, difieren en su grafía, por lo que la homonimia
habrá de considerarse parcial. Si también se escriben de la misma forma, las palabras en
cuestión además son homógrafas y la homonimia es entonces total. Así sucede
con pata (animal) y pata (extremidad), que ya se mencionaron, y también con cobre (metal)
y cobre (del verbo cobrar) o con para (preposición) y para (del verbo parar). Dadas las
características de la ortografía española, cuando dos palabras tienen idéntica grafía,
también tienen idéntica pronunciación. Por ello, en nuestra lengua, todos los homógrafos
son al mismo tiempo homófonos.
Históricamente, la homonimia puede tener dos tipos de origen. La primera posibilidad es
que se produzca una evolución fonológica convergente, que lleva a que dos palabras que se
pronunciaban de maneras diferentes queden igualadas. Hoy día tenemos como
homónimos don (regalo) y don (tratamiento de respeto). Los puntos de partida son
diferentes y se sitúan en dos formas latinas que sufrieron una fuerte erosión de su sustancia
fónica: donum ‘regalo’ y dominum ‘señor’. El yeísmo y el seseo han contribuido al aumento
del número de homónimos en castellano, al menos en la lengua oral, al igualar la
pronunciación de pares como pollo y poyo o cerrar y serrar.
La segunda posibilidad es que una divergencia semántica dé lugar a significados diferentes
que los hablantes dejen de percibir como vinculados. Esto fue lo que ocurrió con banco (de
sentarse) y banco (de guardar el dinero… quien lo tenga). El vínculo etimológico entre uno
y otro es de tipo metonímico: los predecesores de nuestros actuales banqueros hacían sus
negocios en la plaza pública, adonde sacaban un banco o una mesa para atender a los
clientes. Hoy se ha perdido la conciencia de este lazo histórico, por lo que parece razonable
considerar que nos encontramos aquí ante dos palabras homónimas, más que ante una
única palabra con significados múltiples, que es lo que se conoce como polisemia.
Llegamos con esto a un punto espinoso, que es el de la distinción entre homonimia y
polisemia. Por lo general, se suele considerar necesario para que podamos hablar de
polisemia que se perciba una relación entre los diferentes significados, como ocurre en el
caso de cuello, que tiene diferentes acepciones referidas a una parte del cuerpo, de las
botellas o de las prendas de vestir. Aunque esas realidades son muy diferentes entre sí,
todos percibimos intuitivamente que los dos últimos significados encuentran su motivación
en el primero. Muy diferente es la situación entre homónimos como callo (dureza de la piel)
y callo (del verbo callar), donde, claramente, no hay relación alguna más allá del hecho
fortuito de que coincidan en su pronunciación y escritura. Hay que advertir, eso sí, que en
la práctica no siempre resulta posible una diferenciación tajante.
La homonimia puede dar lugar a conflictos: si la forma de dos palabras converge, estas se
pueden llegar a confundir. Así, en un hogar seseante, una oración tan inocente como ¡Que
me voy de caza! podría provocar una crisis en toda regla (o quizás una fiesta, ¿quién sabe?).
Estos choques potenciales se pueden desactivar sustituyendo uno de los términos. Así, en
las variedades seseantes del español cacería avanza a expensas de caza y puede resultar
preferible cocinar las patatas antes que cocerlas (para salir al paso de confusiones
con coser). A veces, la diferenciación se puede lograr mediante la grafía, aunque se
mantenga la pronunciación. Un procedimiento para esto es la tilde diacrítica, que busca
diferenciar en el papel el verbo dé y la preposición de. Lo mismo se consigue con la hache
en el caso del sustantivo ala y la interjección hala. Asimismo, se pueden marcar distancias
mediante el género (el terminal telefónico frente a la terminal del aeropuerto) o mediante
el número (la esposa ‘cónyuge‘ frente a las esposas ‘aros de metal’). También se
puede retocar una de las formas. Hoy son muchas las personas que
confunden especie y especia. Esto no es de extrañar si tenemos en cuenta que su origen
común está en el latín species con un final ligeramente modificado.
En fin, no podemos dejar de mencionar que la homonimia puede dar lugar a juegos de
palabras, como aquel que todos aprendimos de niños: «¿Usted no nada nada? Es que no
traje traje»; o el de la canción de Barrio Sésamo: «Tengo una llama que Llama se llama».

ventura nos ha de costar cara, mas no he de ser yo quien quede por cobarde. [No se
acentúa la conjunción mas].

 Aquel es para ti (el que va marcado con la letra te).

Aquel es para ti (el que va marcado con la letra te). [En esta oración ninguna palabra
lleva tilde. Es un error ponérsela al demostrativo aquel, al pronombre ti o a al
nombre de letra te].

 Tu sobrino se ha divertido mucho probando todos los tes.

Tu sobrino se ha divertido mucho probando todos los tés. [El plural tés mantiene la
tilde del singular].

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