Está en la página 1de 14

9.

4 El modelo Shapiro-Stiglitz 457

Supongamos que ¡3 = 0,06 y b = 1, de modo que uEQ = 6 °/o. Ahora imaginemos que
la tasa de desempleo aume11ta 11asta el 9 por 100 y que las restantes empresas no
elevan los salarios que pagan. Las ecuaciones (9.18) y (9.19) implican que ese aumen­
to del paro hace que C¡.;1¡05 y CAJ UST disminuya11, respectivamente, en un 2,6 y un 3,2
por 1 00. Por tanto, si la empresa reduce los salarios sólo ahorra un 0,6 por 100 en
costes. Si f3 = 0,03 y b = 0,5, la disminución de Cp1¡os sería del 1,3 por 100, y la de
CAJUST, del 1,5 por 100; es decir, que en este caso el incenti''º a recortar los salarios es
aún menor . 7
Por el contrario, si el mercado de t1·abajo es competitivo, el salario de equilibrio
disminuye en una cuantía igual a la dismint1ción porcentual experimentada por el
empleo di,ridida entre la elasticidad de la oferta de trabajo. Por ejemplo, si el empleo
cae en un 3 por 100 y la elasticidad de la oferta de trabajo es 0,2, el salario de equili­
brio se reducirá en un 15 por 100. Y si el esfuerzo no es una \1ariable endógena, una
caída salarial del 15 por 100 se traduce directame11te en una reducción de costes en
idéntica proporción. En este caso, pues, las empresas tienen un incenti''º poderosísi­
mo a recortar los salarios y los precios . 8
Así, pues, los salarios de eficiencia pueden tener una influencia importante en los
i11centivos de las empresas a ajustar los salarios en presencia de fluctuaciones del
producto agregado y, por tanto, pueden contribuir a explicar por qué en el corto
plazo las variacio11es de la demanda de trabajo se traducen principalmente en cam­
bios en el nivel de empleo. Dicho de forma intuitiva, en un mercado competitivo, las
empresas se hallan inicialmente situadas en una solución de esquina por lo que a los
salarios se refiere: pag an a los trabajadores el salario más bajo al que pt1eda11 contra­
tarlos. En este caso, pues, los recortes salariales tienen un efecto incuestionablemente
beneficioso para las empresas. Por el co11trario, en presencia de salarios de eficiencia,
las empresas se encuentran originalmente en un óptimo interior donde los beneficios
y costes marginales asociados a la reducción de los salarios se igualan.

9.4 El m od e l o Sha p i ro-Stig l itz


Una de las fuentes de los salarios de eficiencia que ha recibido mayor atención es la
posibilidad de que la empresa no pueda supervisar perfectamente a sus trabajadores

7 Asimismo, es posible demostra1· qt1e (dados st1puestos razonables) si las empresas 110 modifican lcis
salarios, su i11centi\'O a ajustar el precio de sus }1roductos será también pequeño. Esto no es así si los sa­
larios son completamente flexibles. Ct1ando u es ma)'Or que 111,Q, la en1presa quiere pagar u11 salario infe­
rior al que pagan las dem<is e1n}1resas (\•éase la ecuació11 [9.15]). l'or co11siguiente, si los salarios fueran
co1npletamente flexibles, deberían reducirse hasta O (o si el salario de reserva de Jos trabajadores es posi­
h\'O, hasta este salario de reser\•a). En este caso, los costes laborales serían extremadamente bajos y las
empres.:"ls tend1·ían u11 poderoso i.J1centi\'O para recortar Jos precios e i ncrementar su producción. En defi-
11ih\•a, en ausencia de barreras <¡ue in1pidan una alteració11 de los salaricis, Jos pequeños costes asociados
a una \'ariació11 de Jos precios no lcigra11 impedir el ajt1ste de precios en este 1nodelo.
8 De hecho, si el mercado de trabajo es perfectamente competitivo, el incentivo qtie hene una empre­

sa para reducir Jos salaritis que paga e11 casci de que las restantes empresas no Jo hagan L'S incluso mayor
que esa disminución del salario de eqt1ilibrio. Si las de1nás empresas deciden nci i·educir Jos salarios, l1abrá
u11 ciert<i 11úme1·0 de trabajadcires dese1npleados a los que aqt1ella empresa podría contratar pagándoles
un salario arbitrariamente peqt1eño (<i bien el salario de rese1·va de dicl1os trabajadores).
458 Capítulo 9 EL DESEMPLEO

y eso le obligue a incentivar a éstos. En esta sección presentamos un modelo concre­


to, elaborado por Shapiro y Stiglitz (1984), que contempla esta posibilidad 9 .
Presentar un modelo formal de supervisión imperfecta de los trabajadores sirve
a tres propósitos. En primer lugar, nos permite indagar si esta idea resiste el escruti­
nio; en segundo lugar, hace posible examinar algunas cuestiones complementarias
que requieren necesariamente el uso de un modelo formal como, por ejemplo, hasta
qué punto pueden contribuir a mejorar el nivel de bienestar las políticas públicas, y,
por último, las herramientas matemáticas que se usan en este tipo de modelos pue­
den resultar útiles en otros contextos.

S u p u estos de partida
La econorrúa está compuesta por un elevado número de trabajadores, L, y un elevado
-

número de empresas, N. Los trabajadores tratan de hacer máxima su utilidad descon­


tada esperada y las empresas sus beneficios descontados esperados. El modelo pre­
supone que el tiempo es continuo. Para simplificar, nos centraremos en el análisis de
los estados estacionarios.
Consideremos primero qué ocurre con los trabajadores. La utilidad vital de un
trabajador representativo puede expresarse como

U= p>O (9.20)
1 �0

do11dc i1(t) es la titilidad instantánea en el período t y p es la tasa de descuento. La


utilidad i11s tantá11ea es

w(t) - e(t) si el trabajador está empleado


u(t) = (9.21)
o si el trabajador está desempleado

donde zu es el salario y e es el esfuerzo del trabaj ador. Existen únicamente dos grados
posibles de esfuerzo: e = O y e = e. Por tanto, el trabajador debe encontrarse en todo
momento en uno de estos tres posibles estados: empleado y realizando algún esfuer­
zo (estado que denotaremos como E), empleado y evitando realizar esfuerzo alguno
(que denotaremos 5 ) o desempleado (U).
Uno de los elementos esenciales del modelo es su concepción de las transiciones
de los trabajadores de nn estado a otro. Para empezar, el modelo supone que la du­
ración de los puestos de trabajo viene determinada por una tasa exógena; en concre­
to, si un trabajador empieza a ocupar un determinado puesto de trabajo en un mo­
mento determinado, t0, y realiza algún tipo de esfuerzo, la probabilidad de que el
trabajador siga ocupándolo en algún momento posterior, t, es

P(t) = e-b (t - to>, b>O (9.22)

9 Dickens, Katz, Lang y St1mmers (1989) aportan datos sobre la importancia del robo y el holgazaneo
en el trabajo en Estados Unidos y sostiene11 qt1e estos fenómenos son esenciales para entender el mercado
de trabajo.
9.4 El modelo Shapiro-Stiglitz 459

-In
La ecuación (9.22) implica que P(t + r)/ P(t) es igual a e y, por tanto, no depende de
t: si el trabajador se halla empleado en un momento dado, la probabilidad de que lo
-In
siga estando tras un período r es e independientemente del tiempo que haya estado
trabajando. Suponer que las transiciones siguen un proceso de Poisson simplifica
eno1111ernente el análisis, porque implica que no es necesario saber durante cuánto
tiempo llevan los trabajadores en sus puestos de trabajo.
Una manera análoga de describir este proceso de finalización de la relación labo­
ral consiste en afirmar que dicho final tiene lugar con una probabilidad b por unidad
de tiempo o bien que la tasa de riesgo de que dicho final se produzca es igual a b. Es
decir, la probabilidad de que el empleo de un trabajador finalice en las siguientes dt
unidades de tiempo tiende hacia bdt a medida que dt tiende a cero. Para comprobar
que esto es lo que se deduce de los supuestos que estarnos utilizando, obsérvese que
(9.22) implica que P '(t) = bP( t)
-
.

El segundo supuesto sobre las transiciones de los trabajadores entre los tres esta­
dos posibles es que la detección por la empresa de los trabajadores que holgazanea11
también es un proceso de Poisson. En concreto, la probabilidad de detección por
unidad de tiempo es igual a q (que se deter111 ina exógenarnente) y es independiente
de la duración de la relación laboral. Los trabajadores a quienes se descubre holga­
zaneando son despedidos. Por tanto, si un trabajador está empleado, pero holgaza­
nea en su puesto de trabajo, la probabilidad de que continúe trabajando tras un pe­
ríodo r es igual a e-qr (la probabilidad de que el trabajador no haya sido sorprendido
holgazaneando y haya sido despedido) multiplicado por e-br (la probabilidad de que
el empleo no haya finalizado ya por causas exógenas).
En tercer lugar, el modelo supone que los trabajadores que se encuentran en paro
encuentran trabajo a una tasa a por unidad de tiempo. Para el trabajador indi\ridual,
esta tasa es un dato, pero para la economía en su conjunto a viene deter111inada de
forma endógena. Cuando las empresas quieren contratar trabajadores, los eligen al
azar de entre todos aquellos que están desempleados. Así, pues, a es una variable
cuyo valor depende de la tasa a la que las empresas estén contratando (la cual de­
pende, a su vez, del número de trabajadores empleados y de la tasa de finalización
de las relaciones laborales) y del número de trabajadores desempleados. Como los
trabajadores poseen las mismas características, la probabilidad de encontrar un tra­
bajo no depe11de de cuál sea la razón por la que hayan perdido su empleo o de cuán­
to tiempo lleven en paro.
El comportamiento de las empresas es fácil de describir. Los be11eficios empresa­
riales en el rnome11to t son:

n(t) = F(eL(t)) - iv(t)[L( t) + S( t) ] , f ' ( • ) > O, F''( • ) < O (9.23)

donde L es el número de trabajadores empleados que no holgazanean y S el número


de trabajadores que holgazanean. El problema de la empresa consiste en fijar un sa­
lario lo suficientemente elevado corno para disuadir a los trabajadores de holgaza­
near y en elegir L. Como las decisiones que toma la empresa en una determinada
fecha sólo afectan a los beneficios de ese período, no es necesario que analicemos el
valor presente de los beneficios: en cada momento, la empresa elige w y L con el fin
de hacer máximo el flujo instantáneo de beneficios.
460 Capítulo 9 EL DESEMPLEO

El úl!imo supuesto del modelo establece que eF'(el/N) > e o, lo que es lo mismo,
que F'(eL/ N) > l. Esta condición nos dice que si cada empresa contrata una cantidad
equivalente a 1 / N de la fuerza de trabajo total, el producto marginal del trabajo su­
pera el coste asociado al esfuerzo. Por consiguie11te, en ausencia de supervisión im­
perfecta de los trabajadores, existe pleno empleo.

Los val ores de E, U y S


Llamemos V; al <<\'alar>> asociado a encontrarse en el estado i (para i = E, S y U). Es
decir, V; es el valor esperado de la utilidad vital descontada desde el momento pre­
sente y en adelante correspondiente a un trabajador que se encuentra en el estado i.
Dado que las transiciones entre los diferentes estados son procesos de Poisso11, las V;
no depe11den de cuánto tiempo haya permanecido el trabajador en el estado actual o
de su historial previo. Y dado que nuestro objeto de análisis son los estados estacio­
narios, las V; son constantes en el tiempo.
Para hallar los valores de Vr, V5 y Vu no es necesario analizar las distintas tra­
yectorias que el trabajador podría recorrer a lo largo de un futuro infinito, sino que
podemos recurrir a la prog1·a1nació11 diná1nica. La idea ce11tral que preside la progra­
mación dinámica es analizar sólo un bre\re espacio de tiempo y hacer uso de las
propias V; para sintetizar qué es lo que ocurre después de ese intervalo 1 0. Imagine­
mos para empezar un trabajador empleado que no holgazanea en su puesto de tra­
bajo en el momento O y supongamos por ahora que el tiempo puede dividirse en
inter\ralos de duración igual a tlt. Supongamos también que el trabajador que pierde
su empleo en un dete11ninado intervalo no pt1ede iniciar la búsqueda de otro hasta
que no empiece el siguiente intervalo. Respetando este supuesto, denotaremos me­
diante VE(tlt) y Vu(tlt) los valores asociados al empleo y al desempleo, respecti\1a­
mente, al comienzo de cada intenralo. En breve pasaremos a suponer que (tlt) tiende
a cero, y cuando lo hagamos, la restricción de que el trabajador que se queda en paro
en un determinado intervalo no puede volver a encontrar un nuevo empleo hasta
que aquél finalice será irrelevante. Por tanto, VE(tlt) tenderá hacia VE.
Si el t1·abajador está empleado por un salario igual a rv, V1-:(tlt) viene dado por:

(9.24)
1 = ()

El primer término de la ecuación (9.24) refleja la utilidad e11 el intervalo (O, tlt). La
bt
probabilidad de que el trabajador siga empleado en el momento t es e- . Si el traba­
jador está empleado, la utilidad flujo es iu e, lo que, descontado hacia atrás hasta el
-

momento O, supone que la contribución esperada a la utilidad percibida a lo largo de


-<
todo el período vital es igual a e P + bl'(rv e) 11•-

10
Si el tiempo es discreto en vez de continuo, examinaríamos lo que ocurre en el período por ''cnir.
Para una introducción a la programación dinámica, véase I.jungq\•ist y Sarge11t (2004).
11
El su puesto del estado estacionario implica que si en el momento inicial resulta óptin10 que el
trabajador realice algún esfuerzo, segt1irá rest1lta11do óptimo después. Por tanto, descartamos la posibili­
dad de que el trabajador pueda come11Zar a 11olgazanear en un ml>me11to determinado.
9.4 El modelo Shapiro-Stiglitz 461

El segu11do té1111ino de la expresión refleja la utilidad una vez transcurrido tit. En


-bt>t
tit, la probabilidad de que el trabajador esté empleado es e y la probabilidad de
que esté desempleado es 1 - e-btlt . Al combinar estas probabilidades con nuestras V y
descontar la expresión resultante, obtenemos el segundo término de (9.24).
Si calct1lamos la integral que figura en (9.24) podemos reescribir la ecuación
como:

(9.25)

Y ahora si despejamos Vr(!it) en esta expresión, obtenemos:

1
VE (tit ) = - (w - e) + (9.26)
p+b 1 -e
-��-

Como ya hemos señalado, VE es igual al límite de VE(tit) a medida que tit tie11de a cero
(del mismo modo que Vt1 es igual al límite de Vu(f'it) a medida que t tiende a cero).
Para calcular este límite, aplicamos la regla de L'Hopital a (9.26), con lo que obtenemos:

1
VE = [(iv - e) + bVu] (9.27)
p+b
También podemos derivar la ecuació11 (9.27) intuitivamente. Pensemos, por ejem­
plo, en un activo que genera dividendos a una tasa zv - e por unidad de tiempo
cuando el trabajador está empleado y cuya rentabilidad es cero cuando el trabajador
está en paro. Supongamos, además, que el precio del activo es determinado por in­
versores que son indiferentes al riesgo y que desean obtener una tasa de rendimien­
to igual a p. Como el valor actual esperado de los dividendos que generará este su­
puesto acti\'O a lo largo de la ''ida es idéntico al valor actual esperado de la utilidad
a lo largo de toda la vida del trabajador, el precio del acti\ro debe ser igual a VE cuan­
do el trabajador esté empleado y a Vt1 cuando no lo esté. Para que compense conser­
var el activo, su tasa esperada de rendimiento debe ser p; es decir, la suma de sus
dividendos (por unidad de tiempo) y de las ganancias o pérdidas de capital espera­
das (tambié11 por unidad de tiempo) debe ser igual a p VE. Cuar1do el trabajador se
halla empleado, los di\ridendos por unidad de tiempo son zv - e y existe una proba­
bilidad b por unidad de tiempo de que se produzca una pérdida de capital igual a
Vr - VtI· Así, pues,
(9.28)

Reordenando esta expresión, obtenemos la ecuación (9.27).


Si el trabajador holgazanea, el <<di\1idendo>> es igual a zv por unidad de tiempo,
mientras que la pérdida esperada de capital es (b + q)(V5 - Vu) por unidad de tiempo.
Por consiguiente, utilizando un razonamiento similar al que hemos empleado para
deri\rar (9.28), obtenemos

pV5 = w - (b + q)(V5 - Vu) (9.29)


462 Capítulo 9 EL DESEMPLEO

Por último, si el trabajador está desempleado, el dividendo es igual a cero y la


ganancia esperada de capital (suponiendo que las empresas paguen salarios lo sufi­
cientemente ele\rados como para inducir a los trabajadores empleados a esforzarse)
es a(VE - Vu) por unidad de tiempo 12. Por tanto,

pV¡1 = a (Vi=. - V¡1) (9.30)

La co n d ición de estím u l o al e sfuerzo

La empresa debe pagar un salario que sea lo suficientemente elevado como para que
Vr ;:::: V5; en caso contrario, los trabajadores optarán por no realizar esfuerzo alguno
y, por tanto, no producirán nada. Pero como el esfuerzo no puede ser superior a e, no
hay necesidad de pagar ninguna cantidad por encima del mínimo para estimular el
esfuerzo. Así, pues, la empresa elige w de manera que VE sea exactamente igual a
Vs13 ..

(9.31)
Como VE y V5 tienen que ser igua les, las ecuaciones (9.28) y (9.29) implican que

(iv - e) - b(VE - Vu) = w - (b + q)(VE - Vt1) (9.32)


o lo que es lo mismo,

e
-

(9.33)
q
VE - Vu = ­

La ecuación (9.33) 110s dice que las empresas establecen unos salarios lo suficiente­
mente altos como para que los trabajadores prefieran estrictamente el empleo al
desempleo. Esto significa que los trabajadores obtienen rentas. La magnitud de la
prima aumenta con el coste asociado al esfuerzo, e, y disminuye con la eficacia con
que las empresas pueden detectar a los trabajadores que holgazanean, q.
El siguiente paso consiste en hallar cuál debe ser el salario para que la renta que
obtiene el trabajador al estar empleado sea igual a e/ q. Las ecuaciones (9.28) y (9.30)
implican que

p(VE - Vu) = (zv - e) - (a + b)( V,: - Vu) (9. 34)


Esta expresión implica que para que VE - Vu sea igt1al a e/ q, el salario debe ser
e
-

zv = e + (a + b + p) ­ (9.35)
q

12
Tambié11 podríamos dcrÍ\'ar las ccuacio11es (9.29) y (9.30) definiendo Vu(lit) y V5(lit) y aplicando a
co11tinuación u11 razonamiento similar al e1npleado para deri\'ar (9.27).
13 Como las empresas son idéntic<1s entre sí, todas eligen el mismo salario. Por ta nto, VE y V5 no
dependen de cuál sea la empresa que contrat<1 al trabajador.
9.4 El modelo Shapi ro-Stiglitz 463

Esta condición nos dice que el salario requerido para inducir el esfuerzo es mayor
cuanto mayores son el coste del esfuerzo (e), la facilidad para encontrar trabajo (a),
la tasa de finalización de la relación laboral (b) y la tasa de desct1ento (p) y me11or
cuanto mayores son las posibilidades de detección de los trabajadores que holgaza­
nean (q) .
Sin embargo, resulta más conveniente expresar el salario requerido para evitar
que el trabajador holga zanee en términos del volumen de empleo de la empresa, L,
más que en términos de la tasa a la que un desempleado puede encontrar un nuevo
puesto de trabajo, a. Para encontrar un modo adecuado de expresar a acudimos al
hecho de que como la economía se halla e11 estado estacionario, las transiciones hacia
y desde el desempleo deben compensarse. El número de trabajadores que pasa a
estar desempleado en cada unidad de tiempo es igual a N (el número de empresas)
multiplicado por L (el número de trabajadores por empresa) y por b (la tasa de fina­
1
lización de las relaciones laborales) 4. Por s� parte, el número de trabajadores desem­
pleados que encuentra trabajo es igual a L - NL multiplicado por a. Si igualamos
estas dos cantidades, obtenemos la siguiente expresión:

NLb
a = �--- (9.36)
L - NL

La ecuación (9.36) implica que a + b = Lb/( L - NL) . Si sustituimos esta expresión en


- -

la ecuación (9.35), obtenemos

e
-

L
-

w=e + -

p+ -
b (9.37)
L - NL q

La ecuación (9.37) es la condición de estí1nulo al esfuerzo y muestra, en función del


nivel de empleo, el sala rio que las empresas deben pagar para inducir a los trabaja­
dores a realizar esfuerzo. Cuando el número de trabajadores empleados es elevado,
hay menos trabajadores e11 paro y más trabajadores que abandonan sus puestos de
trabajo; por consiguiente, los trabaj adores desempleados pueden encontrar trabajo
con más facilidad. Así, pues, el salario requerido para disuadir a los trabajadores de
holgazanear es una función creciente del nivel de empleo. Si existe pleno empleo, los
trabaj adores desempleados pueden encontra r trabajo inmediatamente, de manera
que el coste asociado al despido es nulo y no existe un salario que permita evitar que
los trabajadores holgazaneen. El Gráfico 9.2 muestra el conjunto de puntos que en el
espacio (NL, w) sa tisface la condición de estímulo al esfuerzo (CEE).

14 Nt1estro razonamiento presume que la economía es lo suficientemente grande como para que
aunque la finalización de las distintas relaciones laborales concretas siga una pat1ta aleatoria, la tasa de
finalización en términos agregadcis no lo haga.
464 Capítulo 9 EL DESEMPLEO

w '

'

'
'

'
'

'
'

'

'
'

'

'

'


'
'

'

'

'
'

'

'
'

CEE '

'

'

'
'

'

'

'

'
'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'
'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

.
'

1\'
'

. E
'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

'

- '
!

e

'

· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · - · · - · · · · · · ·· · · · · · · · · · · · · · · · · - · · · · · · · · · · · · · · - · · · · · · · · ·

'
'

'

'
'

'

'

'

'

'
'

'

L
'

NL
'

G RÁFICO 9.2 El modelo Shapi ro-Stiglitz

El cie rre del modelo


Las empresas contratan trabajo hasta el punto en que el producto marginal de este
factor se iguala con el salario. La ecuación (9.23) implica que cuando los trabajado­
res realizan algún tipo de esfuerzo, el flujo de beneficios que percibe la empresa es
F(eL) - wL. Por consiguiente, la condición de igualdad entre el producto marginal del
trabajo y el salario es:

eF(eL) = zv (9.38)
El conjunto de puntos que satisface (9.38) (que es simplemente una curva de deman­
da de trabajo convencional) aparece también representado en el Gráfico 9.2.
La oferta de trabajo es aquí una lú1�a horizontal a la altura de e hasta llegar a un
determinado nú1nero de trabajadores (L), a partir del cual pasa a ser vertical. En au­
sencia de supervisión imperfecta, el equilibrio se produce en la intersección de las
curvas de demanda y oferta de trabajo. Nuestro st1pt1esto de que el producto margi­
nal c!_el trabajo en el nivel de pleno empleo es superior a la desutilidad del esftterzo
(F'(eL/N) > 1) implica que esta intersección tiene lugar en el tramo vertical de la
curva de oferta de trabajo. El equilibrio walrasiano aparece i11dicado en el diagrama
como el punto Ew.
Cuando la supervisión es imperfecta, el equilibrio se produce en la intersección
de la cur\'a de demanda de trabajo (ecuación [9.38]) y la línea del estímulo al esfuer­
zo (ecuación [9.37]), indicado por el punto E en el gráfico, de modo que en condicio-
9.4 El modelo Shapi ro-Stigl itz 465
nes de equilibrio hay desempleo. Los trabajadores desempleados tienen una prefe­
rencia estricta por trabajar al salario vigente en el mercado y esforzarse antes que
permanecer desocupados, pero no tienen ninguna capacidad para hacer que los sa­
larios bajen: las empresas saben que si contratan más trabaja dores por un salario li­
geramente inferior al salario vigente, éstos acabarían optando por holgazanear y no
esforzarse. Por consiguiente, el salario no disminuye y el nivel de desempleo se man­
tiene estable.
Dos ejemplos podrían servirnos para aclarar el funcionamie11to del modelo. En
primer lugar, tul a ume11to de q (es decir, un aumento de la probabilidad por unidad
de tiempo de que un holgazán sea detectado) desplaza hacia abajo la línea que repre­
senta la condición de estímulo al esfuerzo sin afectar a l a curva de demanda de tra­
bajo (véase el Gráfico 9.3), de modo que el salario cae y se ele\1a el nivel de empleo.
A medida que q tic11dc a infinito, la probabilidad de que la empresa detecte a un
holgazán en ttn período finito cualquiera se aproxima a l. A consecuencia de esto, el
salario necesario para disuadir a los trabajadores de holgazanear tiende a e para
cualquier nivel de empleo menor que el de pleno empleo y la economía se aproxima
al equilibrio walrasiano.
En segtuldo lugar, si no hay rotación de los trabajadores (b = O), los desempleados
jamás consiguen empleo y, en consecuencia, el salario necesario para impedir la hol­
gazanería es independiente del nivel de empleo. A partir de la ecuación (9.39) se
deriva que en este caso el salario de estímulo al esfuerzo es e + pe/ q. Visto esto de
forma intuiti\1a, el beneficio de holgazanear, en comparación con el de esforzarse, es
igual a e por unidad de tiempo. El coste \1iene dado porque l1ay una probabilidad q

)\' •

CEE :















'
'

1;
'
'

1;
1;

1 :

I ;

I .
I
/
E' /

1 ,,,, ,,,,.
t -
-
....-

-
-
-
- -
- - -

e

- - - - '
- - -
- '

· · · · · · · · · · · · · · · · · · ·· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · - · · · · · · · · · · · · - - · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·


'


'











'
'

[ NL

GRÁFICO 9.3 Los efectos de u n aumento de q en e l modelo Shapiro-Stig litz


466 Capítulo 9 EL DESEMPLEO

''
,,,
"

- p­
e CEE
-

e+
q

























:
e
-

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ·:




























[ NL

GRÁFICO 9.4 El modelo Shapiro,Stiglitz sin rotación de los trabajadores

por unidad de tiempo de quedar desempleado de forma permanente y perder así el


beneficio descontado del trabajo, que es igual a (w e) /p. Si igualamos costes y be­ -

neficios, el resultado es w = e + pe/ q. Este supuesto es el que aparece en el Gráfico 9.4.

I m p l icaciones
El modelo implica la existencia de un nivel de desempleo en equilibrio y sugiere diver­
sos factores que probablemente tengan influencia sobre él. De modo que, como posible
explicación del desempleo, este modelo es esperanzador. Por desgracia, el modelo es
tan abstracto que resulta difícil saber cuál es el nivel de desempleo que predice.
Respecto de las fluctuaciones a corto plazo, pensemos en los efectos de una caída
de la demanda de trabajo (véase el Gráfico 9.5). Las variables w y L se desplazan
hacia abajo a lo largo de la línea que define el salario de estímulo al esfuerzo. Puesto
que la oferta de trabajo es perfectamente inelástica, el nivel de empleo debe ser más
sensible a perturbaciones que si la supervisión de los trabajadores pudiera ser per­
fecta. Así, pues, el modelo sugiere una posible razón por la que los salarios pueden
ser menos sensibles a las fluctuaciones de la producción originadas en la demanda
que si los trabajadores estuvieran siempre en su curva de oferta de trabajo 1 5•

15 El modelo básico que acabamos de presentar tiene los mismos inconvenientes que el modelo bási,
co de salarios de eficiencia de la Sección 9.2. En concreto, implica que a 1nedida que el progreso tecnoló,
gico desplaza a la cunra de demanda de trabajo 11acia arriba, el desempleo tiende a dismi11uir. Una fo1111a
9.4 El modelo Shapiro·Stiglitz 467

lll
CEE

'
'
'
'
'
'
'
'
'
'
'
',
E'

'
'
'
'
' '










e

'
'
'
-

· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · - · · · · · · · -::
















L NL

G RÁFICO 9.S Los efectos de una disminución de la demanda de trabajo


en el modelo Shapiro-Stig litz

Desgraciadamente, la magnitud de este efecto parece pequeña. Cuando el desem­


pleo es menor, al trabajador despedido le resulta más fácil encontrar un nuevo em­
pleo, de modo que el salario que se precisaría para evitar que los trabajadores ''ª­
gueen es mayor; ésta es la razón por la que la curva que refleja la condición de
estímulo al esfuerzo se desplaza hacia arriba. Los intentos por calibrar el modelo
sugieren que esta curva es bastante inclinada para los 11iveles de desempleo que ob­
servamos. Es decir, el modelo implica que los efectos de un cambio en la demanda
de trabajo recaen principalmente en los salarios e influyen relativamente poco en el
16.
empleo (Gomme, 1999; Alexopoulos, 2004)
Por último, el modelo implica que el equilibrio descentralizado no es eficiente.
Efectivamente, obsé_!vese que como el producto marginal del trabajo en el nivel de
pleno empleo, eF '(eL/N), supera el coste que implica a los trabajadores esforzarse, e,
la mejor situación posible sería que todos estén empleados y se esfuerce11. Por su­
puesto, el gobier110 no puede conseguir este resultado simplemente ordenando a las

de eliminar esta predicción contrafactual es conve1·tir el coste del esfuerzo, e, en u11a variable endógena }'
estructt1rar el modelo de modo que e y la producción por trabajador crezca11 e11 el largo plazo a la misma
tasa. Esto hace que la cur\'a del estímulo al esfuerzo se desplace hacia arriba en la misma medida que la
curva de demanda de trabajo en el la1·go plazo y, por tanto, elimina la tendencia decreciente del desempleo.
1� A diferencia del análisis sencillo que desarrollamos en el texto, más que comprar entre diferentes
estados estacionarios con distintos niveles de demanda agregada, estos autores estudian los efectos diná­
micos de un cambio en la demanda de trabajo.
468 Capítulo 9 EL DESEMPLEO

empresas se desplacen hacia abajo por la cur\ra de demanda de trabajo hasta que se
logre el pleno empleo: esta política llevaría a los trabajadt)res a holgazanear y daría
por resultado una producción igual a cero. Pero Shapiro y Stiglitz señalan que aplicar
sub\7enciones al salario fi11anciadas mediante impuestos de cuota fija o impuestos
sobre los beneficios mejoraría el bienestar. Este tipo de política desplazaría la curva
de demanda de trabajo hacia arriba, de modo que aumentaría el salario )' el nivel de
empleo a lo largo de la curva de estímulo al esfuerzo. Puesto que el valor de la pro­
ducción adicional superaría el coste de oportt1nidad de producirla, aumentaría el
bienestar general. La distribución exacta de este aumento entre trabajadores y empre­
sas dependerá de cómo se financien las subvenciones.

Exten siones del modelo

El modelo básico que hemos presentado se puede ampliar de muchas formas; anali­
zaremos aquí cuatro de ellas.
En primer lugar, una pregunta importante que podemos hacernos sobre el mer­
cado de trabajo es por qué, si el desempleo parece ser tan perjudicial para los traba­
jadores, los empleadores reducen la cantidad de trabajo que emplean por medio de
despidos en \'ez de acuerdos de reparto de trabajo. Es razonable pensar qt1e para los
trabajadores reducir el riesgo de desempleo es lo suficientemente valioso como para
aceptar un salario menor a cambio de trabajar en una empresa que utilice sistemas
de reparto de trabajo en lugar de despidos. Pero el modelo de Shapiro y Stiglitz (mo­
dificado de forma que la jornada laboral pueda variar) sugiere una posible explica­
ción de la desconcertante infrecuencia de este tipo de esquemas. Una reducción de la
jornada laboral reduce el excedente que los empleados obtienen de su trabajo y, en
consecuencia, la empresa tiene que pagar salarios más altos para prevenir la holga­
zanería. Por otra parte, si la empresa despide a algunos trabajadores, el excedente que
obtienen los empleados que quedan sigue siendo el mismo, con lo que no hace falta
aumentar el salario. Así que a la empresa puede convertirle despedir a algunos de sus
empleados en vez de conservarlos a todos y repartir el trabajo de otra forma, aunque
esto implique que sus empleados corren un riesgo mayor de ser despedidos.
En segundo lugar, Bulow y Summers (1986) amplían el modelo incorporando un
segundo tipo de trabajo en el cual el esfuerzo de los trabajadores se puede supervisar
perfectamente. Podría tratarse, por ejemplo, de trabajos que se pagan por unidad
producida y donde la empresa puede obser\rar cuánto entrega cada empleado. Pues­
to que en este sector no hay asimetría de la i11formación, los trabajadores no obtienen
excedentes y no hay racionamiento de los puestos de trabajo. Si a esto le sumamos
ciertos supuestos razonables, la ausencia de excedentes dará por resultado una ele­
vada tasa de rotación de los empleados. Mientras tanto, los puestos de trabajo con
supervisión imperfecta siguen obteniendo un salario mayor que el que corresponde
al equilibrio del mercado. De modo que en estos empleos el producto marginal es
mayor y los trabajadores, w1a vez que obtienen un empleo en este sector, se resisten
a abandonarlo. Con una ampliación adicional del modelo que divida a los trabajado­
res en grupos con distintos ni\1eles de permanencia en los puestos de trabajo (es decir,
diferentes valores de b), las empresas tendrán que pagar un salari() mayor para indu-
9.4 El modelo Shapiro·Stiglitz 469

cir al esfuerzo a los trabajadores con menor permanencia. En consecuencia, las ern­
presas cuyos trabajos requieran super,risión se mostrarán reacias a contratar trabaja­
dores que suelen permanecer poco tiempo en sus puestos, de modo que estas
personas representará11 una parte desproporcionadamente mayor de los empleados
del sector con salarios bajos y elevada tasa de rotación. Estas predicciones relativas
al nivel de salarios, la rotación y la segregación ocupacional encajan con la di,1isión
de los trabajos en primarios y secu11da1·íos que han identificado Doeringer y Piare
(1971) en su teoría de los mercados de trabajo duales.
En tercer lugar, Alexapoulos (2004) analiza una ''ariante del modelo en la que los
trabajadores que son pillados holgazaneando, en lugar de ser despedidos, pasan a
cobrar un salario inferior durante cierto tiempo. Este cambio tiene importantes con­
secuencias en el modelo por lo que se refiere a las fluctt1aciones a corto plazo. El
coste de dejar de percibir una determinada 1·enta salarial 110 depende de cuál sea la
tasa de desempleo ''igente. Por consiguiente, la curva que representa la condición de
estímulo al esfuerzo es pla11a y los efectos a corto plazo de una variación de la de­
manda de trabajo recaen únicamente en el nivel de empleo.
Desde el punto de vista de la teoría, la última ampliación es más problemática.
Hemos supt1esto hasta ahora que la retribución a los trabajadores se realiza en la
forma de pagos salariales convencionales. Pero (como sugeríamos cuando tratamos
en general de las posibles causas de los salarios de eficiencia) la aplicación de políti­
cas salariales más complejas puede modificar drásticamente los efectos de la super­
visión imperfecta. Dos ejemplos de este tipo de políticas de retribución son los siste­
mas de in1posició11 de garantías y de venta de t1·abajos. Los sistemas de garantía se dan
cuando las empresas exigen a cada nuevo trabajador que deposite una cierta canti­
dad de dinero que perderá si se le llegara a pillar holgazaneando. Si esta cuantía es
suficientemente elevada, la empresa puede inducir a los trabajadores a no holgaza­
near aun cuando les pague el salario de equilibrio del mercado; es decir, puede des­
plazar la línea de estímulo al esfuerzo hacia abajo hasta hacerla coincidir con la
curva de oferta de trabajo. Si las empresas pueden exigir el pago de estas garantías,
lo harán, y el desempleo desaparecerá del modelo. La venta de puestos de trabajo,
por su parte, se produce en aquellos casos en que la empresa cobra cuando contrata
una comisión a sus empleados. Si las empresas obtienen pagos de cada nuevo traba­
jador que contrata, para un mismo nivel salarial la demanda de trabajo será más
elevada; de modo que a medida que la economía asciende por la curva de estímulo
al esfuerzo, el salario y el nivel de empleo aumentan. Y una vez más, si las empresas
pueden vender sus puestos de trabajo, lo harán.
Los sistemas de garantía, ''enta de puestos de trabajo y otros similares pueden
''erse limitados por la ausencia de mercados de capitales perfectos (lo que dificultaría
a los trabajadores depositar garantías elevadas o pagar comisiones cuantiosas en el
momento de su contratación). También puede obrar como limitación el temor de los
trabajadores a que las empresas les acusen infundadamente de holgazanear para
confiscarles la garar1tía o despedirlos y embolsarse la comisión pagada por el puesto
de trabajo. Pero como señala Carmichael (1985), inconvenientes como los menciona­
dos no eliminarán por completo este tipo de sistemas: si los trabajadores prefieren
estrictamente estar empleados a no estarlo, las empresas pueden aumentar sus bene­
ficios, por ejemplo, cobrando marginalmente más por cada empleo. En tales situacio-
470 Capítulo 9 EL DESEMPLEO

nes, los puestos de trabajo no se racionan, sino que los ocupan aquellos trabajadores
qt1e están dispuestos a pagar más por ellos. De modo que incluso si factores tales
como la imperfección de los mercados de capitales limitan la aplicación de este tipo
de sistemas, el desempleo queda igualmente eliminado del modelo. En resumen, el
hecho de que no se cobren comisiones por obtener un puesto de trabajo ni se exijan
garantías de re11dimiento representa un enigma desde el punto de vista de la teoría.
Por último, es importante no perder de vista que el modelo de Sl1apiro y Stiglitz
se centra en una de las posibles causas del salario de eficiencia y que las co11clusiones
del modelo no son de índole general. Supongamos, por ejemplo, que las empresas
encuentran atractivo ofrecer salarios elevados porque de este modo incrementan la
calidad de los candidatos que se presentan para cubrir los puestos de trabajo en cier­
tos aspectos que la empresa no puede controlar. Como el atractivo de un puesto de
trabajo dependerá presumiblemente de la retribución global, en este caso las empre­
sas no tendrían incentivos para adoptar sistemas como el de la venta de sus puestos
de trabajo. Asimismo, no hay razón para esperar que las implicaciones del modelo
de Shapiro y Stiglitz sobre los desplazamientos de la curva de demanda de trabajo
sigan siendo válidas en este caso.
Como veremos en la Sección 9.9, el hecho de que los trabajadores sientan hacia la
empresa gratitud o descontento o que perciban que se les otorga un trato justo o no,
parece ser relevante respecto de la fijación de salarios. Si este tipo de fenómenos es la
causa de que el mercado de trabajo no se equilibre, tenemos nuevas razones para no
esperar que se cwnplan las implicaciones del modelo de Shapiro y Stiglitz concernien­
tes a los sistemas de retribución y a los efectos de desplazamientos de la demanda la­
boral. En este caso, la teoría nos deja pocos elementos con qué guiarnos. Para poder
predecir qué factores determinan el desempleo y el comportamiento cíclico del merca­
do laboral es preciso un estudio más detallado de los determinantes de las actitudes de
los trabajadores hacia las empresas y de su incidencia sobre la productividad. La Sec­
ción 9.9 describe algunos intentos preliminares que se han realizado en esta dirección.

9. 5 Los contrato s i m pl íc itos


La segunda desviación respecto de los supuestos walrasianos que estudiaremos en
este capítulo es la existencia de relaciones a largo plazo entre empresas y trabajado­
res. Normalmente, las empresas no contratan personal nuevo en cada período; antes
bien, muchos puestos de trabajo implican relaciones a largo plazo y exigen de los
trabajadores numerosas habilidades que son específicas de cada empresa. Akerlof y
Main (1981) y Hall (1982) señalan, por ejemplo, que en Estados Unidos el trabajador
medio se encuentra ocupando un puesto de trabajo en el que permanecerá aproxima­
damente diez años.
La posibilidad de que existan relaciones laborales a largo plazo implica que no es
necesario que el salario se ajuste al valor de equilibrio del mercado en cada período.
Los trabajadores se sienten satisfechos de permanecer en sus puestos de trabajo en
tanto los flujos de ingresos que esperan obte11er de esa permanencia sean mejores que
las oportunidades que pueden encontrar fuera de la empresa; corno mantienen con
sus empleadores una relación a largo plazo, el salario que perciben en la actualidad

También podría gustarte