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"Lengua pobre” no es lo mismo que “¡pobre lengua!”.

La primera parte del enunciado


no le corresponde al español, pues es rico por su origen y por lo que recibió a lo largo
de su historia. El segundo, de carácter exclamativo, sí, si lo maltratamos con nuestros
dislates por supina ignorancia.

Tienes entre tus manos, bienquisto lector, una obra que yo siempre pensé que alguien
algún día acabaría haciendo y que yo leería. Al darme cuenta que eso no pasaría en los
próximos diecisiete eones decidí empezar este diccionario.

Innumerables conversaciones a lo largo de estos años con gente cuya opinión aprecio
no por el contenido; sino porque al tener que enfrentar su discurso al mío, el
argumento va puliéndose hasta conseguir una tesis de una pureza soberbia. Es como si
se metiesen unas feas rocas en un tambor dando vueltas con un poco de arena por la
noche, y al volver a la mañana siguiente se descubren unas rocas preciosas pulidas por
el ruido que hacen al chocar, el rozamiento y la fricción. Eran las mismas piedras feas
del principio, solo hacía falta bruñirlas para ver la esencia de lo que había debajo. Esas
conversaciones me fascinan, siempre lo han hecho y cada día me cuesta más encontrar
a gente con la que pueda hablar a esos niveles.

La lengua española no se ha empobrecido y no lo hará nunca; crece día a día.


“Empobrecer” denota decaer, venir a menos. No puede haber decaído una lengua
hablada por más de quinientos millones de personas, que se ha enriquecido con las
normas de cada uno de los países hispanohablantes. Los versados en el error la
expresan pobremente (“Se incendió un incendio”); lo más grave es que no reparan en
que cometen yerros y los repiten sin cesar incrustados en una sintaxis tortuosa -a
veces, inconclusa- y llena de fracturas. Una de esas equivocaciones es femicidio en
reemplazo de feminicidio (del latín femina, mujer + el sufijo -cidio, acción de matar),
pues le falta una sílaba. Otros errores muy comunes: en base a (sobre la base de);
temas a tratar (temas para tratar o temas por tratar); ese arma (esa arma); es por eso
que (por eso o es por eso por lo que).

El apego insistente a algunos anglicismos impide que se usen las palabras de que goza
el español. Por ejemplo, se reemplazan con chequear verbos como comprobar,
controlar, cotejar, examinar, explorar, revisar, verificar; en lugar de correo electrónico,
se dice e-mail o, simplemente, mail; el DC (disco compacto) es CD (compact disc); de
acuerdo se sustituye con okey; rebaja, con sale; postre de queso, con cheese cake; en
línea, con on line; reparto, entrega, con delivery; autofoto, con selfie; gimnasio, con
gym; existencias, con stock. ¿Les cuesta más hablar en español que en inglés, o actúan
así para que “los entiendan mejor”? Sabemos que algunas personas, adolescentes y
adultos, dicen que es “cool” mezclar el inglés con el español, es decir, no hablar ni en
inglés ni en español. Lo peor es que, cuando se les pregunta “¿qué significa cool?”,
titubean, no saben cómo traducirla. Unos dicen fresco, entretenido; otros, actual, con
estilo. En realidad, su significado no les importa, pero cada uno tiene que ser cool
porque es “divertido”, y así lo exigen estos tiempos líquidos, más fugaces que lo fugaz.

No solo ha influido la tecnología en la introducción de palabras inglesas, sino también


la moda (casual, fashion, strapless, trendy) y las ciencias (doppler, lifting). Cuando se
las necesita porque carecemos de los vocablos que buscamos, bienvenidas sean, pero
escritas con bastardilla para destacar su carácter de extranjerismos (backgammon, big
bang, spot) o españolizadas en letra redonda (“baipás”, “biochip”, “epidural”, “espray”,
“esprint”, “estent”).

También influye la sintaxis inglesa en la española, pues se advierten calcos en de


acuerdo a (de acuerdo con); en relación a (en relación con o con relación a);
relacionado a (relacionado con); esperar por alguien (esperar a alguien); resultar en un
fracaso (resultar un fracaso); en mi opinión (desde mi punto de vista); mi nombre es
Liliana (me llamo Liliana); junio 19 (19 de junio); era por lejos la mejor (era de lejos la
mejor). El uso del léxico inglés no constituye una amenaza para la lengua española; es
un llamado de atención, ya que implica pobreza de vocabulario, y esto es grave. Sí, lo
son los errores gráficos, morfosintácticos y léxico-semánticos que se cometen a diario y
sin pudor en los ámbitos profesionales, los diarios, la radio y la televisión, pues
distorsionan la sintaxis y transgreden el sistema gramatical.

En síntesis, todos debemos reconocer que hablar y escribir en español no significa


“saber” hablar y escribir en español. Tal y como dice Luis Piedrahita: “El español es un
idioma loable, lo hable quien lo hable”. La lengua es nuestra identidad, nuestro valioso
patrimonio. Somos lo que decimos y lo que hacemos. Por eso, debemos aprender con
responsabilidad nuestra lengua para que las palabras no anden en pena en busca de
sentido.

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