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ENTRE LA REFORMA
Y LA REVOLUCIÓN:
DE LAS INDEPENDENCIAS . A.
AL SIGLO XXI i s , S nta
es ve n t o
S í i a
or ial , cop
E dit ción
d de tribu
i e da la dis
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Pro hibida
Pro
Temas de Historia Contemporánea
Coordinadora: Pilar Toboso Sánchez
. A.
i s , S nta
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S í ia
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i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
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Pro hibid
Pro
AMÉRICA LATINA
ENTRE LA REFORMA
Y LA REVOLUCIÓN:
DE LAS INDEPENDENCIAS . A.
AL SIGLO XXI i s , S nta
es ve n t o
S í i a
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E dit ción
d de tribu
i e dis Bonaudo
da laMarta
p
Pro hibida Diego Mauro
Pro Silvia Simonassi
Consulte nuestra página web: www.sintesis.com
En ella encontrará el catálogo completo y comentado
. A.
s , S nta
Motivo de cubierta: fotografía original de Dekaro (Chiapas, 2012)
i
n t es o ve
S í ia
i a l o p
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e Ed ució
a d d d©isMarta tribBonaudo
p ied a la Silvia Diego Mauro
ISBN: 978-84-1357-013-6
Depósito Legal: M-23.781-2020
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
i s
1.1. El largo y sinuoso camino revolucionario decimonónico
n t esterritoriales o ve. 18
1.1.1. Pugnas soberanas y confrontaciones
S í . . . . . . i .a . . . . . . . . . 19
1.2. Dirimir territorios para un nuevo orden
i l
ade la pluralidad c op étnica. . . 23
1.3. ¿Incluir o excluir? Los dilemas
or
1.3.1. ¿Qué hacer conitlos esclavos ,
E d indígenas c i óntensionadasen la república?. . . . 24
lae ibuestrategia
1.3.2. Las comunidades
entre d
d t r
integración y la segregación. . . . . . . . . . . .
a ciclo dedlasisluchas anticolonialistas: Cuba,
27
e d
1.4. La violencia
1.5. Eliúltimo
política como
la Rico: entre la frustración
de construcción . . . 31
o pPanamá yaPuerto
Pr yhlasibindependencias
id tuteladas.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
o1.5.1. El desafío cubano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pr 1.5.2. Puerto Rico: la colonia de ciudadanos. . . . . . . . . . 40
35
5
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
, S nta
3.2.2. El Uruguay batllista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
i s
es o ve 108
3.2.3. El Chile de Alessandri y el fin de la “República
í n t
parlamentaria”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
S i a
3.3. La vía revolucionaria: México. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
o r ial , cop
4. E
E dit cAión L . . . . . . . . . . . . 121
l tiempo de las reformas sociales en mérica atina
p i e a ideológicas. . . . . . . . . . . . . . 123
6
Índice
A. 186
5.3.2. Chile, Allende y la Unidad Popular
.
, S nta
como emblema de la vía democrática . . . . . . . . . .
5.3.3. Nicaragua en el contexto centroamericano:
i s
¿qué revolución en vísperas
n t es o ve 189
í ia
de los ochenta?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
S
i a l o p
6. D i t o r n, c“
. . .d . .i .ó
e las reformas para evitar revoluciones a las reformas ”
. . . . . . . . . . . . E . . . . . . . .c
bu la modernización
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
deentre telridesarrollo,
neoliberales
d
a . . .d . .i .s . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
6.1. América Latina
i e d
y la revolución
Dictaduras yla
6.2. p
r o i d
P contrainsurgencia a democracias en América Latina. . . . . . . . . . . 199
b
6.3. Las dictaduras de los sesenta: seguridad nacional,
h i y desarrollo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
ro6.3.1. Los militares brasileños, seguridad nacional
P y desarrollo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
6.3.2. Los militares argentinos, seguridad nacional
y defensa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
6.4. Las dictaduras de los setenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
6.4.1. Argentina: accionar represivo y liberalización
económica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206
6.4.2. Chile: neoliberalismo y represión. Las reformas
cambian de contenido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
6.4.3. Guatemala, fusiles y frijoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
6.5. La apuesta por la redemocratización y sus límites. . . . . . . 213
6.5.1. Los condicionantes impuestos por la economía. . 214
6.5.2. Los derechos humanos: juicio, castigo
e impunidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
7
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
. A . 231
, S ta
Selección de textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. La Carta de Jamaica (1815) . . . . . . . . . . . . . . . . . .i .s . . . . . . . . . n 231
2. Pronunciamiento y acta de organización tde
n esgobierno o ve
S(1851) í . . . i . a . . . . . . . . . 234
. . l . . . . . . . . . o
c . . p . . . . . . . . . . . . 235
provisorio en el Estado de Nicaragua
3. La Enmienda Platt (1901). . . . . i . a
4. Plan de San Luis de Potosíto derFrancisco, Madero,
5 de octubre de 1910 E d. . .i . . . . . . c . .i .ó . .n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
5. Mensaje de Lázaro
d de Cárdenas t r ibdeua 1936 la Nación, desde Torreón,
d a
Coahuila, 30 de noviembre
d s Vargas,. .24 . . .de . . .agosto
iGetulio . . . . . . . . . . . . . 240
p ie . . .a . . .l .a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241
6. Carta testamento de
o
r Discurso
de 1954
P
7.
deh ibid. .de . . .Juan Perón, Buenos Aires, 17 de octubre
P
o
8. rFragmentos de Decreto 900 de Guatemala, 1952, y
1945 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Cronología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
8
Prólogo
. A.
L i s , S nta
a tensión entre revoluciones y reformas de distinto signo recorre las “ve-
nas abiertas de América Latina” a lo largo de los siglos xix, xx y xxi. En
t es o ve
efecto, la historia contemporánea de estos espacios se inicia con un hecho
n
S í ia
revolucionario –el de las luchas por la independencia– que se despliega al
i al o p
i t or n, c
calor del agotamiento y crisis global de la formación imperial hispánica. Un
Ed ució
hecho a partir del cual se irán redefiniendo secularmente las relaciones socia-
e
les y de poder bajo los paradigmas liberales y republicanos. Posteriormente,
d d distrib
diversas luchas revolucionarias así como diferentes estrategias reformistas
a
ied a la
–algunas, sin duda, claramente orientadas a neutralizar las propias vías re-
p
Pro hibid
volucionarias– intentan modificar las direcciones de sentido precedentes,
gestando otras nuevas.
Pro
Dicha tensión configura el hilo conductor de este libro, hilo alimentado
en gran medida por una compleja y extensa bibliografía, fruto de investiga-
ciones que, desde las décadas de los ochenta y noventa del siglo xx hasta la
actualidad, han tratado de analizar, reflexionar y entender las tramas explí-
citas y ocultas de una experiencia continental que recurrentemente desafía a
las narrativas tradicionales.
Como el lector observará, los ejes problemáticos planteados en el texto
operan como claves para repensar los itinerarios nacionales pero también
para reflexionar sobre similitudes, diferencias o especificidades al apelar a
estrategias comparativas. La dinámica comparativa, a su vez, abre posibilida-
des a una relectura de los procesos vividos por la América Latina de tradición
hispana y la América Latina Lusitana, la cual no opta inicialmente ni por la
revolución ni por la república para desestructurar el antiguo orden imperial.
9
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias …
No han sido pocos los desafíos y dilemas que los autores han debido
sortear al intentar explicar –desde una historia social y cultural de la política,
apelando a un diálogo abierto entre antiguas y nuevas derivas de lo político
y lo social– el dramático devenir de estos espacios.
Un primer factor que ha jugado recurrentemente es, sin duda, la disímil
producción regional y/o el acceso a ella. Cuestión no menor esta última por
cuanto nos habla de unas relaciones intelectuales que resultan aún insufi-
cientes –más allá y más acá del incremento de los vínculos e intercambios
entre historiadores latinoamericanos de todo el continente– y ponen límite
a una circulación fluida, paradójicamente en la denominada “era de la co-
municación”.
A.
Un segundo factor se vincula con la dificultad de captar la pluralidad y
.
, S nta
densidad de las tramas relacionales que se conjugan en cada proceso. En la
i s
región no solo han pervivido durante mucho tiempo las marcas del Antiguo
t es o ve
Régimen –no pocas veces resignificadas– como bien lo revelan ciertos acon-
n
S í ia
tecimientos actuales, particularmente a nivel de la etnicidad y del género.
i al o p
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También han ejercido y ejercen fuerte impacto antiguos colonialismos y
Ed ució
proyectos imperialistas que, no en pocas oportunidades, tienen el aval de
e
fracciones de los grupos dominantes locales, tornando aún más complejas
d d distrib
tanto las reconfiguraciones territoriales latinoamericanas como su devenir
a
ied a la
político. En esta dirección, particularmente desde fines del siglo xix en ade-
p
Pro hibid
lante, cobra un papel central la aspiración de EEUU de asumir una función
de control –no pocas veces policial– primero sobre la América Central y el
Pro
Caribe y, posteriormente, sobre diversos estados latinoamericanos cuando
ven afectados sus intereses geopolíticos.
Un tercer factor, en esa América Latina de grandes contrastes, desigual-
dades, exclusiones pero de enorme vitalidad, reside en la polisemia histórica
de una serie de conceptos utilizados, ante los cuales el lector debe estar ad-
vertido. En esta dirección, resulta particularmente significativo hacer refe-
rencia a los dos conceptos básicos que atraviesan el devenir del análisis: re-
volución y reforma. En consecuencia, es importante detenerse en este plano
para tratar de mostrar aquellos cambios de sentido que los propios actores
contemporáneos otorgan a ambos conceptos.
Ni la revolución ni el reformismo se presentan con un contenido idénti-
co en el siglo xix y mucho menos en el xx o xxi. Hablar de revolución en el
siglo xix puede conducirnos, en primera instancia, a pensar en el momento
10
Introducción
A.
de toda autoridad descansa en el respeto del contrato social entre el go-
.
, S nta
bernante y la comunidad política. Cuando los ciudadanos se enfrentan a
i s
casos de abuso de autoridad, violación o perversión del orden legal y las
t es o ve
instituciones del poder no operan adecuadamente, aquellos juegan su úl-
n
S í ia
timo recurso: la insurrección armada, la revolución. En dicha instancia, el
i al o p
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pueblo –reafirmando una concepción unívoca de la titularidad y ejercicio
Ed ució
de la soberanía– se siente autorizado a reapropiarse de sus derechos sobera-
e
nos conculcados. Esa dinámica que una y otra vez se actualiza en diversos
d d distrib
espacios y coyunturas se diferencia de otras concepciones que atraviesan
a
ied a la
los siglos xx y xxi.
p
Pro hibid
El concepto de revolución se fue cargando de significados e integrando
a la restitución de la soberanía popular para dotar de legitimidad a nuevos
Pro
gobiernos, la urgencia de cambios sociales orientados a modificar las condi-
ciones de desigualdad, explotación y pobreza que se han observado en Amé-
rica Latina. El momento inicial lo marca la Revolución mexicana de 1910
–analizada en el capítulo 3– seguida en 1952 por el estallido revolucionario
boliviano, en 1959 por la revolución cubana y, en 1979, por la sandinista
en Nicaragua –estudiadas en el capítulo 5–. De todas ellas, fue el proceso
cubano el que marcó entre 1959 y 1961 –con su giro hacia el socialismo– un
momento de inflexión que colocó en el centro de la escena subcontinental el
cuestionamiento del entero orden social capitalista.
En un universo caracterizado por profundas heterogeneidades regionales
y nacionales, se despliegan profundas controversias políticas e ideológicas
entre transformaciones radicales y graduales, entre revolución social y re-
forma, entre socialismo y reformismo que atraviesan las décadas siguientes.
11
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias …
A.
treinta y los cuarenta, países como Brasil, Argentina y México, promovieron
.
, S nta
un conjunto de reformas que tuvieron a la clase obrera urbana y al sector
i s
urbano industrial o al movimiento campesino como destinatarios funda-
t es o ve
mentales. Posteriormente, a lo largo de las décadas del cincuenta y el sesen-
n
S í ia
ta, el reformismo se nutrió de la ideología del desarrollo como crecimiento
i al o p
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económico autosostenido asociado a la industrialización, a la incorporación
Ed ució
de tecnología, al fortalecimiento de una élite tecnocrática, a un activo papel
e
del Estado y a una fuerte inversión de capitales extranjeros. Un ideario que,
d d distrib
sostenido en la modernización de las estructuras socioeconómicas, pretende
a
ied a la
evitar la radicalización política y social encarnada en las experiencias revolu-
p
Pro hibid
cionarias de esas décadas.
Es justamente en la década de los sesenta, de la mano de unas fuerzas
Pro
armadas imbuidas de la Doctrina de la Seguridad Nacional, que se pro-
mueven reformas para luchar contra el “enemigo interno”. En los setenta,
los regímenes dictatoriales se proponen vencer los impulsos reformistas y
revolucionarios de las décadas precedentes utilizando altas dosis de represión
estatal y, en algunos casos, paraestatal.
Luego de ese complejo ciclo de reformas operadas por regímenes dictato-
riales, los años ochenta abren el camino a procesos de democratización po-
lítica, alimentados por la recomposición de los sectores obreros y populares
pero fuertemente condicionados por las crisis económicas.
El agravamiento de las tensiones sociales y políticas no resueltas condu-
ce a la mayoría de los gobiernos latinoamericanos de los noventa a dar un
nuevo contenido al reformismo. Las políticas de ajuste neoliberal no solo
cambian el sentido de las lógicas reformistas precedentes sino también sus
12
Introducción
. A.
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Pro
Las revoluciones
1
de independencia, A.
.
punto de partida de i s , S nta
las
n t es o ve
S í ia
invenciones republicanas i al o p
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e Ed ució
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Pro hibid
PElrolargo y sinuoso camino revolucionario
1.1.
decimonónico
La historia de la América Latina contemporánea se inicia con un hecho
revolucionario –el de las luchas por la independencia– que se despliega al
calor del agotamiento y crisis global de la formación imperial hispánica. A
partir de dicha crisis se irían redefiniendo las relaciones sociales y de poder.
El prolongado proceso de cambio que viven las realidades latinoamerica-
nas, esa “larga espera” –alejada de cualquier tipo de linealidad evolutiva– da
cuenta de las incertidumbres pero también de la originalidad de los expe-
rimentos republicanos. Ellos muestran, tanto en sus lenguajes como en sus
prácticas, el impacto producido por diversas tradiciones culturales políticas
15
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
(hispánica, francesa y/o anglosajonas) sobre los sedimentos del Antiguo Ré-
gimen (Halperin, 1996; Guerra, 1994; Annino, 1994).
El complejo haz de guerras de independencia desarrollado entre 1808-
1825 en la América Hispana –pese a la pervivencia de algunos núcleos
coloniales– trastoca profundamente la vida de tales sociedades. La crisis
de los proyectos imperiales preexistentes se produce, por una parte, en el
contexto de un ciclo revolucionario liberal-burgués que afecta a las dos
orillas del Atlántico desde finales del siglo xviii. Por otra, al interior de
un universo en el que, concomitantemente, se transforman –al calor de la
revolución industrial y de las comunicaciones– las estructuras productivas
y mercantiles. En consecuencia, la revolución opera como un verdadero
A.
revulsivo tanto para las propias elites que la gestan como sobre el conjunto
.
, S nta
de relaciones sociales.
i s
La guerra revolucionaria no solo priva a las viejas elites urbanas de parte
t es o ve
de su antigua riqueza, poder y prestigio en el sistema institucional sino que
n
S í ia
las conduce a ampliar sus bases de sustentación. Esto es consecuencia de
i al o p
i t or n, c
las modificaciones impuestas por la militarización creciente de las experien-
Ed ució
cias revolucionarias y, posteriormente, de la reconversión de las economías
e
posrevolucionarias. Un conjunto de actores emergentes, devenidos de los
d d distrib
cuerpos armados o de los grupos rurales y/o urbanos, pretenden encontrar
a
ied a la
su lugar en las nuevas comunidades políticas.
p
Pro hibid
A su vez, la violencia revolucionaria que deja al descubierto la existen-
cia de tensiones regionales, grupales, raciales y/o de clase, provoca redefini-
Pro
ciones desde las lógicas de inclusión/exclusión impuestas por el paradigma
liberal. En esta dirección, se van produciendo cambios de significación en
relación con la esclavitud, la división de castas y el estatuto de las comunida-
des indígenas que se ven involucradas directa o indirectamente en el propio
proceso revolucionario.
Las elites brasileñas, a diferencia de sus pares del antiguo Imperio His-
pánico, no optan ni por la revolución ni por la república para desestruc-
turar el orden imperial lusitano. Aquellas, impelidas por la necesidad de
mantener la unidad, forjan de forma relativamente pacífica, una transición
política del estatuto colonial al Imperio constitucional independiente. Para
ello apelan a un vástago de la dinastía Braganza que se traslada al Brasil,
Pedro I (1822/1823). Esto les permite garantizar inicialmente la estabilidad
política y social aunque muchos dudaran de la autenticidad de la ruptura del
16
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
sino que está plagada de múltiples intentos de gestación de naciones y de
.
, S nta
ensayos muy diversos de organización institucional.
i s
La finalización de esa primera gran etapa de este ciclo independentista
t es o ve
–pese a la transitoria convergencia y semejanza de acción de las diferen-
n
S í ia
tes áreas continentales– da cuenta de que la “americanidad” que las une
i al o p
i t or n, c
en la lucha no tiene la densidad suficiente como para concretar el sueño
Ed ució
bolivariano de una única nación. En contra de ella obran la inmensidad
e
espacial a integrar; las diferencias demográficas, étnicas, sociales, culturales
d d distrib
precedentes; las dificultades en las comunicaciones y la ruptura de los es-
a
ied a la
pacios económicos coloniales. Pero también operan de manera significativa
p
Pro hibid
la emergencia de nuevas identidades, fruto de la propia experiencia revo-
lucionaria y de las guerras, así como de las pugnas soberanas. Si el camino
Pro
de la unidad queda truncado, tampoco la adopción de un proyecto político
para cada espacio está libre de confrontaciones (Halperín, 1996; Guerra,
1994; Tabanera, 2018).
Desde el inicio, las elites revolucionarias de la América de tradición his-
pánica deciden mayoritariamente rechazar la soberanía real, apelando a la
retroversión de la misma hacia los pueblos. Los pactos constitutivos surgi-
dos de ese hecho fundante abren el camino a un complejo proceso de ex-
perimentación política. Dicho proceso, que culminará imponiendo nuevos
órdenes republicanos en Latinoamérica, tiene en el mundo europeo diversos
desenlaces. En dicho contexto, los liberales europeos bregan por avanzar
en la configuración de repúblicas. Sin embargo, a lo largo del siglo –salvo en
escasas coyunturas– terminan renovándose los vínculos monárquicos y ab-
solutistas.
17
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
otra imbuida de una concepción soberana indivisible –como sostienen los
.
, S nta
partidarios de los centralismos o de los federalismos de raigambre norteame-
i s
ricana–. Por otra parte, muestran las dificultades de transformar la soberanía
t es o ve
de “los pueblos” en la del “pueblo”, asentada en la figura del ciudadano mo-
n
S í ia
derno y generadora de nuevas formas de legalidad y legitimidad del poder. A
i al o p
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ello se suma, a lo largo del siglo, el desafío de resolver la tensión y la distancia
Ed ució
existente entre el “pueblo” como principio y el “pueblo real” (Guerra, 1992;
McEvoy-CID, 2016).
e
d d distrib
Las nuevas comunidades políticas, sostenidas sobre los principios de la
a
ied a la
soberanía popular y de la representación, proponen una visión renovada
p
Pro hibid
de la nación. Las naciones emergentes de la crisis imperial no tienen un
basamento cultural. Ellas son el resultado de aquel acto político de unión de
Pro
las voluntades de los “pueblos” a través del pacto. Un pacto que, a lo largo
del tiempo da cuenta de su fragilidad y de una recurrente necesidad de ser
replanteado en nuevos términos, a medida que la soberanía de los pueblos va
siendo lentamente sustituida por la del pueblo y que cada nación consolida
jurisdiccionalmente su territorio (Guerra, 1994; McEvoy-Cid, 2016).
La cuestión territorial no es un dilema menor para las naciones latinoa-
mericanas. Mientras se desarrollan las luchas por las independencias, las
fronteras prácticamente se desdibujan, pero estas resultan indispensables
a medida que avanzan los procesos de institucionalización de los nuevos
órdenes y se desintegra territorialmente el antiguo trazado colonial. Aun-
que esos marcos tradicionales son lábiles e indefinidos, se apela a ellos para
dar forma a las nuevas tramas territoriales, situación que rápidamente se
convierte en un factor de fuertes conflictos. En ciertas oportunidades, estos
18
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
A ellas se suma el accionar de un EEUU, dispuesto a involucrarse en el
.
, S nta
devenir de los estados y colonias latinoamericanas, siguiendo “su destino
i s
manifiesto”. La pugna de las potencias europeas y de EEUU, tras el obje-
t es o ve
tivo de no perder su capacidad de incidencia en el plano económico y/o
n
S í ia
político, no concluye con la finalización del “momento” revolucionario ini-
i al o p
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cial, sino que impacta fuerte y diferencialmente sobre los diversos estados
Ed ució
o los enclaves coloniales subsistentes a lo largo del siglo (Tabanera, 2018;
Freeman Smith, 1991).
e
a d d distrib
p iedterritorios
a la para un nuevo orden
o
1.2. Dirimir
Pr hibid
En 1825,
P r oel antiguo el mapa colonial está trastocado. El Imperio del Bra-
sil emerge como una estructura unificada, la gran frontera que separa ese
universo de un contexto, todavía altamente convulsionado, en el que diri-
men sus jurisdicciones grandes estados: México, las Provincias Unidas de
América Central, la Gran Colombia, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay y las
Provincias Unidas del Río de la Plata. La fragmentación territorial continúa
y antes de mediados del siglo alcanzan su institucionalización los estados de
Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica –sustituyendo
a las Provincias Unidas de América Central–. A su vez, se consolidan Co-
lombia, Venezuela y Ecuador, en virtud de la desestructuración de la Gran
Colombia. También se produce la transformación de la antigua Provincia
Cisplatina brasileña en el estado de Uruguay y se concreta la independencia
de la República Dominicana de Haití.
19
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
Pro hibid
específica desafíos que imponen las profundas transformaciones generadas por su se-
con mayús- gunda revolución industrial– no solo se dispone a retener sus dependencias
Pro
cula: guerra coloniales sino también a ampliar sus áreas de injerencia.
de los Cien Frente a ellas emerge la presencia de EEUU –la “nación de la liber-
Años, guerra tad” impelida a concretar su “destino manifiesto”– expandiéndose no solo
de Vietnam, para controlar su territorio sino para crear –al calor de la doctrina Monroe
guerra de
(1823)– un “sistema americano” asentado en las libertades civiles, políticas,
Corea…
económicas y religiosas. Parar alcanzar su primer objetivo –la consolidación
espacial hacia el sur y el oeste– debe concertar con las potencias europeas
y llevar adelante un duro conflicto armado con las comunidades indígenas.
El desplazamiento y las grandes ofensivas militares contra los pueblos de
las planicies sureñas incrementan la frecuencia y ferocidad de sus incur-
siones en México. Esto provoca tensiones fronterizas, urgiendo al estado
mexicano a delimitar y controlar su frontera, especialmente en Chihuahua,
Sonora, Baja California, Nuevo León, Coahuila, Zacatecas y Tamaulipas.
20
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
ejemplo, en 1845 durante el bloqueo anglofrancés de Buenos Aires en el
.
, S nta
gobierno de Juan Manuel de Rosas y donde participan Brasil y Uruguay.
i s
En otras coyunturas, ciertos grupos dirigentes plantean la posibilidad
t es o ve
de reintegrarse a los antiguos espacios coloniales como sucede con Santo
n
S í ia
Domingo (1861-1865). Paralelamente, algunas dirigencias proponen a
i al o p
i t or n, c
EEUU abrir camino a potenciales protecciones o incluso anexiones. Expe-
Ed ució
riencias fallidas de este tipo son las de Nicaragua, Santo Domingo y Haití
e
en la segunda mitad del siglo. En cambio, sí se viabilizan los ofrecimientos
d d distrib
de los miembros de las elites mexicanas de Texas y California. Sus aspi-
a
ied a la
raciones de convertirse en nuevas estrellas en la bandera de su vecino del
p
Pro hibid
norte, resultan operativas para las lógicas expansionistas de EEUU hacia
el Pacífico.
Pro
La incorporación de estos territorios estratégicos fortalece al país del nor-
te frente a las injerencias de las potencias europeas, especialmente ante Gran
Bretaña. La conclusión de la guerra entre EEUU y México en 1848 deja
firme la anexión de aquellas áreas. Poco tiempo después, en México se pone
en riesgo el devenir del propio proyecto republicano.
A la salida de la guerra de la Reforma (1859-1861) que marca el triunfo
de los liberales, el gobierno de Benito Juárez –legitimado por la constitu-
ción de 1857– enfrenta una desastrosa situación financiera, producto de la
propia guerra y de las dificultades para incrementar los recursos fiscales con
los aportes de los bienes nacionalizados y desamortizados de la Iglesia y las
corporaciones.
Ello conduce a Juárez a suspender el pago de la deuda externa por dos años
(1861). La decisión da pie a las potencias europeas afectadas (Gran B retaña,
21
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
tivos se multiplican: anexar al Imperio las áreas de Sonora y Baja Califor-
.
, S nta
nia, de enorme riqueza mineral; ayudar a los Confederados en la guerra
i s
de Secesión de EEUU y disminuir la capacidad de acción de este sobre la
región.
n t es o ve
S í ia
Mientras sus aliados –a través de presiones militares y negociaciones di-
i al o p
i t or n, c
plomáticas– logran un acuerdo de pago con el gobierno mexicano, los fran-
Ed ució
ceses deciden avanzar en la ocupación del territorio. Esta situación genera la
e
ruptura de la alianza con Gran Bretaña y España. Pese a la resistencia de los
d d distrib
liberales mexicanos, las tropas napoleónicas toman la capital, provocando el
a
ied a la
retiro del gobierno liberal (1863).
p
Pro hibid
En 1864 se produce la instauración de una monarquía moderada, en-
cabezada por Maximiliano de Habsburgo. Pero la adopción, por parte de
Pro
Maximiliano, de una serie de medidas que continúan e incluso amplían
aquellas adoptadas por los liberales le hacen perder rápidamente aliados im-
portantes. Entre las más conflictivas se hallan la declaración de la libertad de
cultos, la devolución a los poblados indígenas de sus derechos de propiedad
y la entrega de tierras comunales a los que no las tenían así como la prohi-
bición del peonaje por deudas, la libertad de trabajo, la prohibición de los
castigos corporales a los trabajadores y la limitación de la jornada laboral
para adultos y niños. A la resistencia y el rechazo expresados por los núcleos
fuertes de la dirigencia conservadora y del clero, se suma la de los propios
jefes militares de las tropas de ocupación.
Concomitantemente, Maximiliano debe hacer frente a una fuerte re-
sistencia de los liberales mexicanos, apoyados por Estados Unidos y ciertos
grupos guerrilleros. En 1867, el Segundo Imperio Mexicano cae derrotado.
22
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
1862, los ingleses renuncian a sus anteriores pretensiones, conservando solo
.
, S nta
Belice, integrada a la colonia de Honduras Británica.
i s
James Buchanan, desde la presidencia estadounidense, expresa ya la as-
t es o ve
piración de que su nación asuma una función policial en América Central
n
S í ia
y el Caribe. Dicha aspiración, al interior de un clima de agudización de las
i al o p
i t or n, c
competencias imperiales durante las dos últimas décadas del siglo xix, se
Ed ució
convierte en un imperativo a la vuelta del siglo. La administración de Theo-
e
dore Roosevelt (1901-1909) da forma a aquella función policial orientada
d d distrib
a otorgar seguridad tanto a sus ciudadanos en el extranjero, a las rutas que
a
ied a la
atraviesan la América Central como a aquellas áreas del Caribe que pueden
p
Pro hibid
afectar a sus intereses geopolíticos: la política del “Gran Garrote”.
1.3.
ro
P¿Incluir o excluir? Los dilemas de la pluralidad
étnica
Al interior de ese intenso y dinámico proceso de construcciones estatales,
esos intentos de “ordenar” lugares y vínculos entre los hombres, de dar vida
a diferentes comunidades políticas, se detectan otros desafíos que las elites
deben enfrentar.
El vínculo entre república y ciudadanía resulta altamente complejo en
un escenario latinoamericano atravesado por una significativa pluralidad ét-
nica. Las lógicas de inclusión/exclusión del discurso republicano en relación
con determinados colectivos se basan en convicciones heredadas de para-
digmas filosóficos y culturales procedentes de la Ilustración. Pero también
23
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
mente, acentuar o exagerar sus rasgos negativos, contraponer a sus costum-
.
, S nta
bres las de los modelos dominantes o, finalmente, apartarlos, recluirlos o
eliminarlos.
i s
n t es o ve
S í ia
i a l o p
1.3.1. ¿Qué hacer con los esclavos
i t o r n, c en la república?
ElP
ro
mayor incidencia las luchas.
movimiento de Haití –de alto impacto regional ya que culmina con
la abolición de la esclavitud en la colonia francesa de Santo Domingo– pro-
voca reacciones contradictorias entre los líderes criollos separatistas en áreas
como Cuba o Puerto Rico. Allí, tanto entre las filas liberales como republi-
canas se observan actitudes ambivalentes hacia los esclavos. Quienes están
contentos con las premisas de la Constitución gaditana –de gran incidencia
en América Central, el Caribe y ciertas áreas del sur– defienden el derecho
a su propiedad como natural, sagrado e inalienable Los liberales gaditanos
no solo aceptan la esclavitud sino que no reconocen la ciudadanía de los
nacidos en África o sus descendientes. No obstante, el propio texto cons-
titucional abre el camino a un potencial acceso del esclavo a la misma. La
condición básica es la de haber realizado “servicios calificados a la patria,
24
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
lo afirma en Nuestra América: “el alma emana, igual y eterna, de los cuerpos
.
, S nta
diversos en forma de color” (La Revista Ilustrada de Nueva York, 1891). No
i s
obstante, las voces de Martí, Maceo y tantos otros partidarios de una nación
t es o ve
sin razas no logran invisibilizar las marcas dejadas por las tramas raciales o
n
S í
de género sobre la futura cubanidad. ia
i al o p
i t or n, c
Aunque el debate atraviesa diversas regiones, el abolicionismo de la etapa
Ed ució
republicana se nutre también de otros antecedentes de abolición gradual o
e
parcial de la esclavitud. Las miradas retrospectivas de los abolicionistas hacia
d d distrib
Chile (1811), Buenos Aires (1813), Gran Colombia (1816) o Perú (1821)
a
ied a la
recuperan otras estrategias. Las decisiones tomadas en aquellas coyunturas
p
Pro hibid
no derivan tanto de las discusiones sobre los derechos naturales sino de la
necesidad de contar con más hombres para la lucha, necesidad que se agudi-
Pro
za a lo largo de las guerras civiles.
No pocas veces, las luchas externas o internas dejan promesas incum-
plidas de liberación. Por ende, durante las mismas o a su finalización, el
debate vuelve a resurgir, como sucede en Colombia entre 1821 y 1851. La
confrontación entre aquellos sectores de las elites partidarios de convertir a
los esclavos en ciudadanos iguales y libres y sus opositores, se ve fuertemen-
te atravesada por la resistencia de las poblaciones esclavas. Rebeliones, de
sórdenes, fugas, resistencia pasiva y desobediencia caracterizan las acciones
de las comunidades ante la imposibilidad de romper con aquel sistema de
dominación. Incluso algunos grupos optan por huir –particularmente hacia
zonas selváticas– donde gestan sociedades autosuficientes, cuya organización
cuestiona las pautas de un orden republicano controlado por la sociedad
criollo-mestiza (Cruz, 2008; Bushnell, 1991).
25
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
fico de esclavos, como condición para reconocer la independencia brasileña.
.
, S nta
Este, ratificado en 1827, no tiene resultados prácticos positivos, razón por la
i s
cual continúan las presiones inglesas entre 1840-1850. Si bien ellas condu-
t es o ve
cen al gobierno a interrumpir el comercio esclavista, es el final de la guerra
n
S í ia
de la Triple Alianza el que marca un verdadero punto de inflexión (Murilo de
i al o p
Carvalho, 1994).
i t or n, c
Ed ució
La guerra, al excluir a los esclavos del ejercicio de los derechos de libertad
e
e igualdad, deja al descubierto las dificultades para formar ejércitos ciuda-
d d distrib
danos que garanticen la defensa nacional. Nuevamente aquí, las urgencias
a
ied a la
bélicas se adelantan al debate. En consecuencia, el emperador declara libres
p
Pro hibid
a los hijos de esclavos que nazcan a partir de 1871. La decisión provoca
malestar en las haciendas esclavistas, donde los dueños intentan retener a
Pro
esa fuerza de trabajo “liberada” hasta su mayoría de edad. Paralelamente,
tampoco puede contrarrestar las reacciones de los esclavos. Estos dan claras
muestras de su capacidad de lucha y resistencia. A semejanza de sus pares
colombianos, diversos grupos crean sus propios espacios de libertad y auto-
suficiencia en los denominados quilombos.
En una sociedad donde la esclavitud está muy extendida –incluso los
libertos poseen esclavos– es indudable que los valores de la libertad in-
dividual, base de los derechos civiles, tienen escaso asidero. Mientras el
abolicionismo anglosajón adopta como fuentes principales de argumen-
tación a la religión y el Bill of Rights, el brasileño apunta a una potencial
“razón nacional” orientada a lograr la integración social y política del país.
Frente a sectores del catolicismo brasileño que alimentan la defensa de la
esclavitud, los líderes abolicionistas como Joaquim Nabuco consideran
26
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
27
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
nario o de las guerras civiles, generan diferentes respuestas de los indígenas.
.
, S nta
En oportunidades, intentan canalizar sus reivindicaciones a través de los
i s
espacios públicos en formación. No obstante, cuando esta vía fracasa, apelan
t es o ve
a la violencia y al despliegue de verdaderas tácticas de autoexclusión. Tales
n
S í ia
estrategias son consideradas por las elites blancas como una amenaza a su
i al o p
i t or n, c
bienestar y a la prosperidad de las nuevas naciones. El propio Bolívar da
Ed ució
cuenta de ese cambio de perspectivas. Al verse obligado a contener diversas
e
rebeliones indígenas, considera al indio como un enemigo irreductible. En
d d distrib
consecuencia, solo puede ser integrado al sistema político liberal bajo la
a
ied a la
tutela de las clases blancas y con una consecuente privación de derechos
p
Pro hibid
(Andrés García, 2002).
La etapa republicana está plagada de levantamientos y acciones de las
Pro
comunidades contra el orden que se pretende instituir. México es un epicen-
tro significativo de aquellas luchas. En algunos espacios, como Yucatán, la
violencia maya se desarrolla al interior de las confrontaciones interelites, así
como de proyectos regionales y nacionales dispares. La insurrección armada
que estalla en 1847 en Tepich se prolonga, con momentos de apaciguamien-
to y confrontación, hasta casi finales del siglo xix. El entrenamiento que
logran las huestes mayas –involucrándose en los conflictos de independencia
y las luchas internas– les permite, en alguna coyuntura, no solo dominar
las dos terceras partes de la península sino extender la sublevación hasta el
borde de la frontera norte de la Honduras Británica. Como consecuencia
de ese proceso, se observan pueblos arrasados e infructuosos intentos de los
criollos para lograr que gobiernos extranjeros tomen posesión del área, un
área que experimenta profundas transformaciones en sus relaciones sociales.
28
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
cané (1867) o Atusparia (1885), las cuales renuevan los temores de desesta-
.
, S nta
bilización de un Estado que comienza a consolidarse (Stein, 1987; Morillo,
i s
1984). Una serie de factores operan detrás de estas apelaciones a la violencia:
t es o ve
los intentos parlamentarios de restituir los tributos indígenas, la exigencia de
n
S í ia
prestaciones laborales no remuneradas, la superposición de imposiciones fis-
i al o p
i t or n, c
cales así como la escasa protección institucional brindada al indio (Basadre,
Ed ució
2005; Andrés García, 2002; McEvoy-Cid, 2016).
e
Si bien los movimientos se sojuzgan y la condición indígena no expe-
d d distrib
rimenta notorias modificaciones, ellos provocan fracturas al interior de las
a
ied a la
elites. La oposición a visiones generalizadas en torno a la ociosidad o el
p
Pro hibid
salvajismo del indio gesta la emergencia de un sector del republicanismo
liberal que no solo denuncia recurrentemente los problemas indígenas sino
Pro
que intenta dar respuesta a los mismos, en la mayoría de los casos de manera
infructuosa.
Indudablemente, para las elites, la “cuestión indígena” siempre gira entre
tres imperativos: el de “civilizar” e integrar subordinadamente a dicha pobla-
ción, el de incorporar a la nación los territorios que esta ocupa y el de deses
tructurar las lógicas comunitarias a favor de las nuevas reglas del mercado.
Las políticas de “inclusión” viabilizadas dentro de los territorios anexa-
dos imponen generalmente a las comunidades un estatuto jurídico y políti-
co diferenciado. Como consecuencia de la fuerte intervención de los poderes
estatales, ellas experimentan el trastocamiento de sus formas tradicionales de
vida y organización. Esa integración tutelada queda en manos de las insti-
tuciones religiosas o de los poderes administrativos, como se observa en los
textos constitucionales de diferentes repúblicas: Perú (1823, 1828), Ecuador
29
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
individuales.
.
, S nta
Algo similar propone la Constitución de Nueva Granada. Allí, el ímpetu
i s
civilizador y la recuperación territorial van de la mano de políticas de co-
t es o ve
lonización orientadas hacia los extranjeros. Ellos no solo son considerados
n
S í ia
como “civilizadores” sino también como garantes y defensores de las fronte-
i al o p
ras (Yrigoyen, 2006).
i t or n, c
Ed ució
Similares parámetros juegan en el caso mexicano. Los territorios indí-
e
genas, incorporados a partir de 1824, nunca reciben el mismo tratamiento
d d distrib
que los poblados mayoritariamente por blancos. Estos pueden convertirse
a
ied a la
en estados de la federación, en cambio, los de alta concentración indígena
p
Pro hibid
pasan a depender directamente de otros estados o de los poderes centrales.
El Estado Central los somete a políticas de modernización económica y de
Pro
colonización que, tendencialmente, persiguen también el objetivo de blan-
queamiento racial de tales espacios. En el marco de este proceso, las formas
ancestrales de propiedad comunal son sustituidas por un modelo de propie-
dad individual asociado a la idea de progreso y modernización, en el que el
indígena deja de ser el propietario efectivo de la tierra, para convertirse en su
“usufructuario” (Clavero, 2006).
Las dirigencias modifican sus estrategias en aquellos casos en que con-
sideran a ciertos pueblos originarios como beligerantes irreductibles. Un
ejemplo de ello se da durante las primeras décadas independientes, ante
el fracaso de los intentos chilenos de integración tutelada de la Araucanía.
Como consecuencia del mismo, la política de convivencia pacífica muta
hacia acciones de exterminio y sometimiento, desencadenando una larga y
cruenta guerra ofensiva (Bengoa, 2000). Actitudes similares tienen lugar en
30
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
coyunturales, perviven secularmente concepciones sobre indios y negros que
.
, S nta
los convierten en elementos desestabilizadores del nuevo orden. Por otra par-
i s
te, no se debe olvidar que esta dinámica se desarrolla asociada a las aceleradas
t es o ve
transformaciones sociales y económicas que experimenta Latinoamérica en
n
S í ia
su inserción al mercado mundial. Esto implica la adaptación productiva de
i al o p
i t or n, c
indígenas y afroamericanos a una trama mutante de vínculos laborales, en la
Ed ució
cual comienzan a competir con la creciente presencia de inmigrantes euro-
e
peos y asiáticos. Por ende, ambos colectivos no logran una inclusión plena,
d d distrib
viéndose sometidos a un profundo desarraigo cultural y social.
a
p ied a la
PrLao violencia
1.4.
h i bid política como estrategia
Pderoconstrucción
La creación de una soberanía moderna, unitaria, absoluta en las repúblicas
en formación debe confrontar concomitantemente con otro resultado de la
misma crisis: la tensión entre los principios de soberanía popular y de auto-
ridad. El nuevo orden republicano se asienta sobre una particular simbiosis
entre el antiguo contractualismo y el liberalismo, ya que en la mayoría de los
casos su origen se vincula –más que a los actos soberanos de sus respectivas
asambleas constituyentes– a los acuerdos de “otros cuerpos representativos,
cuyo pacto recíproco precede a la norma constitucional”. En consecuencia,
los ciudadanos gestados en tales experiencias, se sienten “siempre libres de
romper el pacto de subordinación a los gobiernos” cuando sus derechos so-
beranos enfrenten riesgos (Annino, 1994).
31
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
titularidad y ejercicio de la soberanía– se siente autorizado a reapropiarse de
.
, S nta
sus derechos soberanos conculcados.
i s
En consecuencia, la violencia política, lejos de convertirse en un fenó-
t es o ve
meno desestabilizador ajeno a toda institucionalidad, expresa otro modo de
n
S í ia
gestionar las relaciones de poder por parte del pueblo. El “hecho revolucio-
i al o p
i t or n, c
nario” surge como la herramienta legal y legítima destinada a restaurar un
Ed ució
orden violentado, cuando la ley –en tanto expresión de la voluntad soberana
e
del pueblo– se vulnera (Thibaud, 2003; Alda Mejías, 2005; Sábato, 2008;
d d distrib
Irurozqui, 2008; Annino, 1999; Quijada, 2005).
a
ied a la
La “ciudadanía en armas” no pretende generar un cambio de régimen
p
Pro hibid
político o producir una verdadera transformación social. Aunque esta pu-
diera producirse en determinadas coyunturas, nunca deja de ser factor po-
Pro
tenciador de lo estatal y de acciones colectivas sujetas a la legitimidad cons-
titucional y republicana de la época. Las fuerzas militares y el pueblo son los
partícipes centrales de dicha práctica.
Las guerras de emancipación ya dejan en evidencia las modificaciones
experimentadas por la función de defensa y las tensiones en torno a las in-
cumbencias militares. Durante las contiendas, las fuerzas regulares cuentan
con el auxilio de los cuerpos cívicos-urbanos de la tradición colonial. La
convivencia precedente se torna altamente conflictiva en las repúblicas, a
medida que aquellos cuerpos se convierten en la base de las denominadas
Guardias Nacionales.
El ejército y las Guardias no solo expresan formas organizativas sino
experiencias vitales diferenciadas por parte de sus integrantes. Los ejércitos
regulares se nutren de soldados reclutados a través del sistema de enganche
32
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
es un hecho exclusivo del republicanismo, ya que también se consolida en
.
, S nta
el Imperio brasileño.
i s
La oficialidad militar de tradición hispana se amplía notoriamente tras
t es o ve
las independencias y pasa a formar parte de una fracción significativa de las
n
S í ia
elites, con fuertes lazos al interior de las sociedades locales. El prestigio y
i al o p
i t or n, c
poder adquirido en aquellas luchas y en las guerras fronterizas influyen a la
Ed ució
hora de dar forma a las unidades republicanas. En no pocas oportunidades,
e
los líderes militares son la cabeza visible de pronunciamientos que asumen
d d distrib
la representación armada del pueblo y se responsabilizan legítimamente de
a
ied a la
los levantamientos.
p
Pro hibid
Sin embargo, su legitimidad no deriva tanto de la imposición de la fuer-
za sino del consenso brindado por diversos actores de la sociedad a través de
Pro
planes, pronunciamientos, proclamas y/o actas de adhesión. Planes como los de
San Luis de Potosí (1845) y de la Ciudadela (1846) en México; pronuncia-
mientos y actas de organización de gobierno como la de Nicaragua (1851);
actas revolucionarias como la de Costa Rica (1868); actas de adhesión como
la de Patzicia en Guatemala (1871) configuran expresiones de una práctica
recurrente orientada a restaurar un orden legal pervertido por el abuso de
autoridad. Ellas tienen su correlato en América del Sur en diversos pronun-
ciamientos: el de José Miguel de Velasco contra el proyecto del Mariscal
Santa Cruz en Bolivia (1839) o el de Felipe Varela contra el presidente Bar-
tolomé Mitre en Argentina (1866), entre otros.
Sin embargo, la apelación a las armas no siempre surge de miembros
del ejército sino que esta también está asociada a la acción de ciudada-
nos con prestigio dentro de la comunidad, desde su lugar en las guardias
33
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
consecuencia, se rebela contra abusos y agravios que afectan la moral y las
.
, S nta
reglas de convivencia.
i s
Por una parte, la legalidad constitucional y la legitimidad social de la
t es o ve
ciudadanía armada, su recurrencia y extensión en el siglo xix, da cuenta
n
S í ia
del significado atribuido por diferentes actores al “gobierno del pueblo” en
i al o p
i t or n, c
la época. Por otra, deja al descubierto el hecho de que el ejercicio legítimo
Ed ució
de la violencia no es monopolio del Estado sino una actividad “de la socie-
e
dad instituyente en el proceso de institucionalización de aquel” (Irurozqui,
2008).
a d d distrib
p ied a la
roúltimo
PEl bid ciclo de las luchas anticolonialistas:
1.5. i
roh Panamá y Puerto Rico entre la frustración
PCuba,
y las independencias tuteladas.
34
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
ta, se va configurando una clase dominante hegemonizada por los hacendados
.
, S nta
azucareros del occidente. La pervivencia de fuertes vínculos entre los criollos y
i s
los peninsulares no logra evitar la exclusión de los primeros de las estructuras
t es o ve
administrativas y de poder. Esto conduce a una parte de aquella dirigencia
n
S í ia
occidental a gestar vías de integración a la joven potencia norteamericana.
i al o p
i t or n, c
La idea de comprar Cuba al viejo imperio español no es ajena a los in-
Ed ució
tereses estadounidenses y aparecen diversas ofertas durante las presidencias
e
de Polk (1848), de Pierce (1854) o de Buchanan (1861). La derrota del sur
d d distrib
en la guerra de Secesión norteamericana cierra temporalmente estas vías y
a
ied a la
confronta a los grupos dominantes cubanos con una potencial declaración
p
Pro hibid
del fin de la esclavitud. De hecho, EEUU y Gran Bretaña inician acciones
conjuntas para suprimir la trata en Cuba. A ellas se suma la sanción de una
Pro
legislación española que declara el cese virtual del comercio de esclavos en
la isla (1866). Comienza así la lenta sustitución de las relaciones de escla-
vitud y el surgimiento de una heterogénea fuerza de trabajo contratada en
las plantaciones (gallegos, canarios, irlandeses, chinos e indios de Yucatán)
sometida, muchas veces, a peores condiciones laborales.
En este contexto, los azucareros cubanos se constituyen en un grupo de
presión política orientado a obtener beneficios de las reformas constitucio-
nales que se llevan a cabo en España. Con el objetivo de participar en las
decisiones de poder, intentan reducir los niveles de injerencia del represen-
tante gubernamental en la isla, el capitán general, promover la creación de
una asamblea representativa en la que pretenden participar y acrecentar los
poderes de los consejos municipales. El rechazo de tales proyectos por parte
35
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
crisis mundial de 1863-1866.
.
, S nta
1868 se inaugura con el estallido de tres movimientos revolucionarios:
i s
la revolución liberal que culmina con la destitución de Isabel II en la me-
t es o ve
trópoli; el frustrado levantamiento independentista de Puerto Rico, que se
n
S í ia
analiza más adelante, y la revolución cubana encabezada por un pequeño
i al o p
i t or n, c
terrateniente oriental, Carlos Manuel de Céspedes y López del Castillo.
Ed ució
El Grito de Yara da pie al levantamiento de un grupo de pequeños y me-
e
dianos propietarios orientales, plantadores de caña y de café y terratenientes
d d distrib
ganaderos. Dentro de una situación altamente revulsiva, su espíritu de re-
a
ied a la
belión contra la opresión colonial se alimenta tanto por las ideas revolucio-
p
Pro hibid
narias traídas desde los claustros universitarios europeos o norteamericanos
por algunos miembros familiares así como por la significativa prédica desa-
Pro
rrollada desde las logias masónicas de la isla y del espacio estadounidense.
Rápidamente sus filas se nutren con la presencia de esclavos liberados, mu-
latos, jornaleros, pequeños burgueses y oficiales dominicanos de reserva que
llegan con las fuerzas españolas que se retiran de Santo Domingo.
Los antiguos reformistas occidentales muestran diversas posturas frente
al levantamiento: unos huyen al extranjero, colaborando desde allí con la
revolución; otros se ponen al lado de España, criticando abiertamente la
postura revolucionaria. La contraofensiva en la región queda en manos de
una pequeña burguesía española y canaria, organizada en Cuerpos de Vo-
luntarios. El intento de aplicación de ciertas medidas liberales de la “Glorio-
sa Revolución” peninsular, provoca en aquellos una fuerte reacción contra
separatistas y reformistas y una abierta insubordinación ante el funcionaria-
do peninsular (Quiroz, 2001; Bosch, 2010).
36
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
legalidad y legitimidad a los poderes de la denominada República de Cuba
.
, S nta
en Armas. La primera presidencia corresponde al iniciador del levantamien-
i s
to, Carlos Manuel Céspedes y López del Castillo. Sin embargo, la insu-
t es o ve
rrección se ve particularmente afectada por dos factores. Por un lado, por
n
S í ia
la conflictividad desatada entre los partidarios de la independencia como
i al o p
i t or n, c
medio para la definitiva anexión a los EEUU y los defensores de la lucha
Ed ució
emancipatoria como fin y camino –en virtud de la abolición de la escla-
e
vitud– para la integración de la población de color en calidad de iguales y
d d distrib
libres. Por otro, por las notorias limitaciones que experimenta en pertrechos
a
ied a la
y hombres, debido en parte a la carencia de ayudas externas.
p
Pro hibid
Dichas circunstancias, sumadas a los fracasos en diversos frentes, con-
ducen a una parte de la cúpula revolucionaria a pactar el final del con-
Pro
flicto, firmando la Paz del Zanjón en 1878. Los descontentos con dicha
decisión –como Antonio Maceo– encabezan la reincidencia insurreccional
fallida de 1879-1880 –con la intervención inicial de José Martí– y confor-
marán el grueso del movimiento libertador de 1895 (García Mora, 2001;
Bosch, 2010).
Entre 1878 y 1895 el gobierno español apela a la implementación de
una política reformista para generar nuevos consensos en la isla. La intro-
ducción de las pautas constitucionales españolas de 1876 abre el camino a
un cierto nivel de representación parlamentaria de los cubanos en la metró-
poli (1878) y en 1880 facilita la sanción de la libertad de expresión. La activa
participación de la población de color en la guerra le permite imbuirse del
ideario de libertad e igualdad defendido por los liberales cubanos. Negros y
mulatos, siguiendo la prédica de Martí, generan un importante movimiento
37
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
prácticas electorales, la continuidad de una política económica con efectos
.
, S nta
negativos para los intereses de la isla y el impacto de una deuda que carga
i s
al tesoro cubano con gastos propios de la metrópoli, profundizan las resis-
t es o ve
tencias internas y externas. Los sectores mayoritarios del exilio cubano en
n
S í ia
EEUU, con Martí a la cabeza, recorren el país y áreas del Caribe forjando
i al o p
i t or n, c
alianzas, organizando clubes, centros políticos y promocionando su ideario
Ed ució
a través de la prensa. En 1892, el Partido Revolucionario Cubano (PRC),
e
a través de las páginas de Patria, estimula el debate y la participación de los
d d distrib
emigrados con miras a desarrollar un nuevo proyecto revolucionario. No
a
ied a la
todos están contentos con el mismo ya que algunos cubanos exiliados, ya
p
Pro hibid
integrados en la sociedad angloamericana, desean intervenir en la isla con el
objeto de anexarla a EEUU.
Pro
En Cuba, mientras tanto, la opinión pública parece más inclinada hacia
un reformismo que a una revolución. El Partido Liberal Autonomista (PCA),
creado en 1878, se convierte hacia la década de 1890 en un partido con
amplios niveles de consenso. Sostiene un ideario nacionalista y aspira a una
Cuba autónoma de España sin necesidad de una revolución. El mayor temor
de su dirigencia es que, al provocar la intervención estadounidense, la nacio-
nalidad cubana sea absorbida por los angloamericanos. Su oponente político,
el Partido Unión Constitucional (PUC), es el gran beneficiario del reformis-
mo metropolitano y desde la metrópoli lo consideran el principal garante de
la soberanía española en Cuba. No obstante, en 1893 el partido se fractura,
perdiendo su lugar hegemónico, lo que estimula al PCA a continuar por la
vía de la legalidad con miras a convertirse en una real alternativa de poder.
38
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
tinúa buscando consolidarse en el Oriente y avanzar hacia el Occidente. La
.
, S nta
República en Armas, a través de la Asamblea de Jimaguayú en Camagüey
i s
(setiembre de 1895), sanciona una constitución provisional y un gobierno
t es o ve
presidido por Salvador Cisneros Betancourt y Bartolomé Masó Márquez en
n
S í ia
calidad de vicepresidente (Lagén Coscojuela, 2018; Bosch, 2010).
i al o p
i t or n, c
En España se produce un verdadero paroxismo patriótico ante la in-
Ed ució
vasión revolucionaria, ya que Cuba y Puerto Rico son sus joyas coloniales
e
a finales del siglo. Con el recambio institucional de 1896 se incrementa
d d distrib
la represión y la concentración de los campesinos en sitios cercanos a las
a
ied a la
guarniciones españolas. Esto último reduce a niveles mínimos la produc-
p
Pro hibid
ción de alimentos, generalizando el hambre y la muerte por inanición entre
las tropas y la población. Mientras el gobierno y la prensa estadounidense
Pro
presionan, los revolucionarios profundizan su ofensiva y reorganizan sus ins-
tituciones a través de la Constitución de La Yaya (1897) y la designación en
la presidencia de Masó Márquez.
Estos factores, sumados a las dificultades del general Weyler para reto-
mar el control total de la isla, conducen a España a conceder a Cuba un
gobierno autonómico a partir de enero de 1898. La constitución autonó-
mica establece el sufragio universal masculino, la institucionalización de un
parlamento compuesto por una Cámara de Representantes y un Consejo de
Administración con facultades para legislar sobre asuntos insulares así como
la presencia de un gobernador general en representación de la metrópoli. A
ello se suman algunas medidas económicas como el derecho a preparar el
presupuesto de la isla y a establecer contratos comerciales con otras naciones.
39
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
anuencia del Congreso, McKinley ordena un estado de guerra que permite
.
, S nta
a los norteamericanos apoderarse de las Filipinas (abril), Puerto Rico (ma-
i s
yo-octubre) e iniciar la invasión de Cuba en junio de 1898. En esa instancia,
t es o ve
los estadounidenses aceptan que tropas cubanas colaboren con el desembarco
n
S í ia
de las suyas en Santiago. El armisticio de agosto de 1898 deja evidenciado
i al o p
i t or n, c
que EEUU no pretende apoyar a los independentistas cubanos, ni recono-
Ed ució
cer la autonomía otorgada por España sino colocar a la isla bajo su tutela.
e
La firma del tratado de París en diciembre de 1898 –ratificado por el
d d distrib
Congreso norteamericano en 1899– implica la cesión a dicha nación de los
a
ied a la
precedentes derechos soberanos españoles sobre Cuba, Puerto Rico, la isla
p
Pro hibid
de Guam en las Marianas, y el archipiélago de las Filipinas. Solo en mayo de
1902, ya bajo la presidencia de Theodore Roosvelt, se le concede a Cuba una
Pro
independencia tutelada. A través de la denominada Enmienda Platt, EEUU
se reserva el derecho de intervención en la isla.
40
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
El rechazo de sus peticiones por parte de las autoridades metropolitanas, los
.
, S nta
contactos con los líderes cubanos en el exilio y las expectativas de configu-
i s
rar una futura Confederación Antillana, alimentan el proyecto emancipador.
t es o ve
El primer paso hacia este objetivo precede incluso en el tiempo al levan-
n
S í ia
tamiento cubano. El 23 de setiembre de 1868, desde el pueblo montañoso
i al o p
i t or n, c
de Lares se escucha el grito independentista dirigido, desde el exilio, por Ra-
Ed ució
món Emeterio Betances. En una sociedad pobre y aislada, el movimiento es
e
rápidamente desarticulado y los insurrectos quedan desmovilizados a partir
d d distrib
de una represión feroz. No obstante, los aires de cambio no desaparecen y
a
ied a la
la nueva Constitución liberal de España extiende a Puerto Rico libertades
p
Pro hibid
como la de asociación y la de imprenta.
Hacendados criollos, pequeños agricultores, ganaderos y comerciantes
Pro
nativos, presionados por la necesidad de representación de la isla en las Cor-
tes, organizan en 1870 el Partido Liberal Reformista (PLR) y el Partido
Liberal Conservador (PLC). El programa del PLR, además de ratificar de-
mandas anteriores sobre el campo de derechos, aspira a incrementar las fa-
cultades de la Diputación Provincial y de los ayuntamientos para resolver las
cuestiones de interés local. Los isleños intentan –atraídos por las doctrinas
federalistas– que la metrópoli reconozca la variedad de situaciones sin que se
desestructure el principio de unidad. Ello los conduce incluso a cambiar el
nombre del partido por el de Partido Federal Reformista.
La restauración monárquica que sucede al sexenio democrático en Es-
paña (1868-1874) golpea fuertemente a los liberales de la isla y abre el ca-
mino a los grupos conservadores aglutinados en el Partido Incondicional
Español (1880). En la misma década, moviéndose en un clima altamente
41
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
terior de un potencial reordenamiento político y administrativo así como
.
, S nta
sectores artesanales y de empleados urbanos altamente afectados por el en-
i s
carecimiento de la vida (Castro, 1995; Cubano Iguina, 1994).
t es o ve
Los sectores más moderados dentro del proyecto autonomista o, clara-
n
S í ia
mente disidentes, están representados por los núcleos de pequeños y media-
i al o p
i t or n, c
nos cafetaleros ligados a los mercados españoles o cubanos, así como por sus
Ed ució
pares azucareros –que estabilizan su situación pese a la crisis–; los sectores
e
del comercio de exportación de origen peninsular; los estancieros produc-
d d distrib
tores de bienes de consumo interno y los ganaderos. La defensa de aquellos
a
ied a la
mercados y de un desarrollo agrícola diversificado, asentado en la pequeña o
p
Pro hibid
mediana propiedad, los enfrenta claramente con los intereses de los grupos
latifundistas y el monocultivo de las áreas azucareras litoraleñas. A ellos se
Pro
suman los miembros del funcionariado, de las milicias y de la Iglesia. Si,
pese a sus diferencias, algunos ratifican su permanencia en el autonomismo,
otros emigran hacia el Partido lncondicional Español.
Tanto la división de la clase propietaria dominante, la débil presencia
económica y social de los sectores criollos en su integración así como las
fracturas al interior del autonomismo, favorecen la preeminencia de las
tesis autonomistas sobre las independentistas. Ello se refleja en la amplia
aceptación de la Carta Autonómica otorgada a la isla –como a Cuba– en
1897/98 por un imperio en crisis y bajo las fuertes presiones de la guerra
cubana y de EEUU. Dicha Carta implica no solo acceder a espacios de
representación a través del sufragio universal masculino sino a la formali-
zación de una institucionalidad propia (Cámara de Representantes, Con-
sejo de Administración con facultades legislativas, Gobernación General
42
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
A.
de la población.
.
, S nta
A aquel tratado se suma la ley Foraker (1900). Esta está destinada a
i s
organizar el gobierno civil de Puerto Rico, estableciendo que la trama po-
t es o ve
lítica básica de la isla se configura con un Poder Ejecutivo a cargo de un
n
S í ia
Gobernador y un Tribunal Supremo. Los miembros de ambos poderes son
i al o p
i t or n, c
designados por el presidente estadounidense. La administración del país del
Ed ució
norte, dispuesta a retener el control político de la isla, no solo no hace exten-
e
siva la ciudadanía norteamericana a la población de Puerto Rico sino que,
d d distrib
al formalizar la estructura parlamentaria bicameral, si bien valida la elección
a
ied a la
popular de la Cámara Baja, retiene su dominio sobre la Cámara Alta, im-
p
Pro hibid
poniendo la designación de sus miembros por el gobernador de turno. La
misma ley deja abiertas, en cambio, las vías para el desarrollo de actividades
Pro
comerciales no aranceladas entre los EEUU y la isla.
Las sucesivas frustraciones van calando hondo en la sociedad portorrique-
ña y generando altos niveles de consenso en torno a la necesidad de replan-
tear la salida independentista. Las presiones internas, los triunfos electorales
de los sectores independentistas en la década de 1910, sumados al temor ante
una potencial amenaza de nuevas intervenciones europeas con el objetivo de
gestar –durante la coyuntura bélica mundial– enclaves militares en el Cari-
be, conducen al Congreso norteamericano a sancionar la ley Jones (1917).
Dicha ley –aprobada con la objeción de los delegados portorriqueños,
mayoritariamente independentistas– si bien extiende la ciudadanía nortea-
mericana a los isleños, no modifica la condición de Puerto Rico como te-
rritorio sujeto a las disposiciones de poder del Congreso Estadounidense, es
decir, ratifica una vez más su condición colonial (Berrios Martínez, 2017).
43
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
El Istmo se asienta sobre una compleja y desarticulada trama econó-
.
, S nta
mica. Dicha situación se agudiza hacia finales del siglo, a partir de la coe-
i s
xistencia tensionada de grandes latifundios, enclaves bananeros ligados al
t es o ve
capital norteamericano, unidades minifundistas de agricultura de subsis-
n
S í ia
tencia, explotaciones ganaderas y una minería con escaso nivel de desa-
i al o p
i t or n, c
rrollo. Sus polos más dinámicos se vinculan al comercio y a los servicios.
Ed ució
De este campo surgen los principales miembros de las elites panameñas:
e
una burguesía mercantil autóctona y una internacional con altos niveles
d d distrib
de acumulación. Ellas son las cabezas visibles de los distintos proyectos
a
ied a la
separatistas que entre la década de 1820 y 1860 se desencadenan en el área,
p
Pro hibid
alimentados por las propias crisis de la Gran Colombia (Castillero Calvo,
1973; Figueroa Navarro, 2004).
Pro
El espacio panameño que, en tiempos de la Restauración monárquica,
configura un centro estratégico de las operaciones militares imperiales para
desmantelar las juntas de gobierno gestadas en el Virreinato del Nuevo
Reino de Granada, termina siendo atraído por el proyecto unificador bo-
livariano de la Gran Colombia. El conato separatista de la década de 1830
–que abre el camino a la reconfiguración de aquella república– se frustra
para los panameños. Sin embargo, estos logran en 1840, en plena guerra
de los Supremos, declarar el Estado Libre del Istmo (Silva Moyano, 2014;
Palacios, 2002).
No obstante, tras una breve y frágil independencia, el área retorna al
ámbito de la Nueva Granada, jurisdicción que no tiene ni la capacidad po-
lítica ni económica para desarrollar la potencialidad estratégica del istmo.
Sí la tiene en cambio EEUU, quien alcanza un lugar predominante dentro
44
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
del área a partir de la concreción de dos tratados. Por una parte, el tratado
Mallarino-Bidlack (1846) firmado con Nueva Granada, le otorga el dere-
cho a transitar libremente el istmo a cambio de garantizar –con sus fuerzas
militares– la soberanía neogranadina sobre el mismo. Por otra, el tratado
Clayton-Bulwer (1850), firmado con Gran Bretaña, establece un principio
de no exclusión de las partes ante la concreción de un futuro canal interoceá-
nico y limita la instalación de guarniciones militares en la zona. Cinco años
después, la Panamá Railroad Company inaugura el ferrocarril que conecta el
puerto de Colón, en el Atlántico, con el de Panamá en el Pacífico.
La conclusión de las obras, que abre el ansiado camino a una prosperidad
inusitada para Panamá, se da en un contexto de fuertes tensiones sociales y
A.
político/institucionales. En lo social, diversos actores expresan su malestar
.
, S nta
frente a los cambios que se producen. A las tensiones generadas por una sig-
i s
nificativa fuerza de trabajo –vinculada anteriormente a la construcción del
t es o ve
ferrocarril y ahora desocupada– se suman los duros enfrentamientos entre
n
S í ia
los latifundistas y minifundistas de la región centro-oeste del istmo y los
i al o p
i t or n, c
levantamientos campesinos de 1856.
Ed ució
Los cambios provocados por la penetración capitalista y mercantil en la
e
región, las modificaciones legislativas imponiendo nuevas reglas de juego,
d d distrib
las presiones de las grandes propiedades costeras en detrimento de las peque-
a
ied a la
ñas con miras a acaparar el mercado de carnes, inciden en la situación de los
p
Pro hibid
distintos grupos en pugna. No solo se ven perjudicadas algunas grandes ha-
ciendas sino que, fruto del vandalismo y los enfrentamientos entre bandos,
Pro
no pocos pierden sus bienes y su anterior condición social, produciéndose
cambios significativos en las condiciones de propiedad y trabajo (Muñoz
Pinzón, 2011).
Tales tensiones y luchas se despliegan frente a la incapacidad tanto de las
autoridades del gobierno central como del propio istmo, para poner fin a los
antagonismos. Las fuertes pugnas autonómicas al interior de la Nueva Gra-
nada acrecientan los niveles de inestabilidad. En dicha instancia, Panamá
–articulando a las ciudades-provincias de Azuero, Chiriquí, Panamá y Vera-
gua– se proclama como un Estado integrante de la República neogranadina,
redactando su propia constitución. Dichas acciones no solo no permiten
la consolidación del nuevo estado sino que dan pie a una guerra civil que
profundiza las tensiones entre las concepciones soberanas predominantes y
el propio ejercicio de la autoridad.
45
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
dos Unidos de Colombia de los que formaba parte, comienzan a impactar
.
, S nta
en el desarrollo de la obra. Los levantamientos en las ciudades de Colón y
i s
Panamá (1885) dejan en evidencia que ninguna de aquellas jurisdicciones
t es o ve
tenía capacidad de control de la situación.
n
S í ia
El presidente colombiano, Rafael Núñez, solo puede retomar el área con
i al o p
i t or n, c
la intervención estadounidense. En tan difícil coyuntura, se sanciona la nue-
Ed ució
va constitución colombiana (1886) que abole la concepción fragmentada de
e
la soberanía y desconoce la autonomía política del istmo. Durante los años
d d distrib
sucesivos se desencadenan diversos enfrentamientos de baja intensidad hasta
a
ied a la
el estallido de la “Guerra de los mil días” (1899-1902). Este es el momento
p
Pro hibid
elegido por los panameños para volver a impulsar un programa separatista
en un contexto internacional modificado.
Pro
Al firmar EEUU con Gran Bretaña el tratado Hay-Pauncefote (1901),
no solo neutraliza las injerencias inglesas en el área sino que tiene vía libre
para replantear tanto su relación con la república colombiana como sus con-
sideraciones en torno a la soberanía del itsmo. Con respecto a la primera,
opera como garante del acuerdo final alcanzado por un gobierno colombia-
no victorioso que recupera su control territorial. Pero, concomitantemente,
ve con buenos ojos el alzamiento separatista panameño de 1893. La declara-
ción de la independencia de Panamá y la institucionalización de una Junta
de Gobierno con importantes niveles de consenso lo empujan a convalidar
el movimiento, aportando su presencia armada en ambas costas. Los esta-
dounidenses no solo no reprimen el levantamiento sino que, convertidos
en un fuerte factor disuasorio frente a Colombia, garantizan la definitiva
configuración de Panamá como estado independiente.
46
Las revoluciones de independencia, punto de partida de las invenciones…
. A.
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i al o p
i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
47
. A.
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i al o p
i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
Pactos constitutivos
2
y reformas
. A.
para un Nuevo Orden i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i al o p
i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
2.1. o política
PrHacer id en un contexto de profundos
h i b
Pro
cambios
49
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
tres, especialmente con el triunfo del ferrocarril a escala mundial.
.
, S nta
El mejor indicador del ritmo y los volúmenes que se mueven en la in-
i s
serción de América Latina en aquel mercado internacional es, sin duda, el
t es o ve
comercio. Este se acelera notablemente pero su núcleo fuerte se da predo-
n
S í ia
minantemente en torno a nuevas producciones, algunas locales y otras de
i al o p
i t or n, c
mayor proyección regional: lana, cuero y cereales en el espacio rioplatense;
Ed ució
cobre y trigo en Chile; guano en Perú; salitre en Perú, Bolivia y Chile; café
e
en Brasil, Venezuela, Colombia y Centro América; azúcar en las Antillas,
d d distrib
México y Perú.
a
ied a la
Los emprendimientos que impulsan diversos booms en los espacios la-
p
Pro hibid
tinoamericanos se gestionan, en la mayoría de los casos, a partir de sig-
nificativos procesos de acumulación de capitales locales. Sin embargo, los
Pro
grupos burgueses regionales se muestran reticentes a la hora de realizar las
inversiones complementarias en infraestructuras y comunicaciones a causa
de los riesgos y de la lenta maduración del capital invertido que aquellas
presuponen. En consecuencia, la mayoría de las repúblicas del área ape-
lan al endeudamiento externo y a la inversión de capitales provenientes de
las metrópolis (Halperin, 1996; Marichal, 1988; Cerutti y Vellinga, 1992).
El crecimiento económico ligado a estas producciones tiene un fuerte
impacto sobre la reconfiguración de las relaciones sociales y estimula la apa-
rición de nuevos actores que complejizan la dinámica de la vida cotidiana,
tanto en el mundo urbano como en el rural. Pero al interior de ese orden,
los beneficios se distribuyen de manera desigual. Mientras los empresarios
mercantiles, las clases terratenientes y los nuevos sectores financieros incre-
mentan notoriamente sus ganancias, consolidando su poder y prestigio, el
50
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
capacidad de consumo urbano, muchos actores encuentran la posibilidad de
.
, S nta
convertirse en pequeños o medianos comerciantes y/o insertarse en activi-
i s
dades artesanales o manufactureras orientadas hacia el mercado local. Estos
t es o ve
sectores, si bien acompañan en las primeras décadas las políticas económicas
n
S í ia
implementadas por los grupos dominantes, van dando cuenta lentamente
i al o p
i t or n, c
de ciertos desacuerdos con las mismas, particularmente en las situaciones
Ed ució
críticas.
e
No obstante ello, los mayores niveles de desestructuración se experimentan
d d distrib
en el mundo rural. Este no solo está afectado –como se señalara precedente-
a
ied a la
mente– por la expropiación de las tierras a las comunidades indígenas sino por
p
Pro hibid
las transformaciones que se producen en las relaciones sociales al intentar su
incorporación a una economía de mercado. La pérdida de sus espacios comu-
Pro
nitarios –muy extendida en el macizo andino desde México al sur– empuja a la
población indígena a labrar posiblemente la misma tierra –ahora en manos de
grandes propietarios individuales– para subsistir, brindando prestaciones
de trabajo cuyo fruto va al hacendado local. Para disciplinar a dicha fuerza de
trabajo, los hacendados o los grandes propietarios rurales apelan a sus vínculos
políticos-administrativos y militares. Al mismo tiempo, se abren paso en algu-
nas regiones las relaciones asalariadas, en tanto en otras persisten mecanismos
como el endeudamiento, la “tienda de raya” y/o las papeletas de conchavo.
El objetivo central es alcanzar un ritmo de trabajo que incremente la
productividad para brindar a los mercados mayor cantidad de bienes, supe-
rando los hábitos de ”pereza”, la “ineficiencia” o incluso la “irracionalidad”
frente al trabajo que los imaginarios dominantes atribuyen a los campesinos
latinoamericanos.
51
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
otros estimulados por el Estado– dan pie, por una parte, a la configuración
.
, S nta
en ciertas áreas de una pequeña y/o mediana burguesía rural y/o urbana; por
i s
otra, estimulan el avance de procesos de salarización y proletarización de la
fuerza de trabajo en ambos espacios.
n t es o ve
S í ia
i al c o p
2.2. Las dinámicas deldpoder itor ión,
e E uc
d d
En tales contextos, plagados
a s trib las elites latinoamericanas intentan
de desafíos,
i
i e d lalasdnuevas repúblicas. Sus principales actores –in-
hacer política y gobernar
pen múltiples
a fuertemente
Pro ha ivínculos
volucrados tramas que se solapan– continúan apelando a lazos
de amistad, b i d arraigados en el criterio de distinción,
P r
tensionandoo recurrentemente las lógicas de la igualdad ciudadana y profun-
dizando las dinámicas jerárquicas en las prácticas políticas.
En la mayoría de las repúblicas en construcción se desdibujan con fre-
cuencia las fronteras que el liberalismo decimonónico plantea entre “lo pú-
blico” y “lo privado”, entre un universo de valores ligado a la primacía del
“interés general” y aquel en el que operan intereses y posiciones particulares
(Caciagli, 1996; Bonaudo, 2016).
Los grupos dirigentes –imbuidos de las lógicas liberales– no solo pre-
tenden transformar las relaciones vigentes para consolidar un nuevo orden
social sino también imponer otras bases para legitimar el poder. A partir del
pilar de la soberanía del pueblo, introducen un nuevo conjunto de ideas
acerca de la vida pública, de virtudes para la convivencia y para la organi-
zación de la vida política, en suma, quieren dotar a la moralidad pública de
52
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
deben consolidar las estructuras de representación a fin de legitimar los
.
, S nta
nuevos gobiernos. En la búsqueda de unificar la voluntad, cada una de las
i s
experiencias fundamenta, en consecuencia, la figura de la nación y/o del
t es o ve
pueblo como factores de unidad. El pacto entre los “pueblos” que susten-
n
S í ia
ta a los nuevos gobiernos convierte a los congresos convocados en poderes
i al o p
i t or n, c
constituyentes encargados de dotar a esas unidades nacionales de un rostro
Ed ució
republicano (Guerra, 1992; Palti, 2007).
e
Las elites, una vez definida mayoritariamente la unidad de carácter fede-
d d distrib
rativo –en tanto se reconoce la preexistencia y soberanía de los estados del
a
ied a la
pacto–, tienen que gestar la ingeniería institucional que deriva de un poder
p
Pro hibid
originado en el pueblo y cuya voluntad deviene de los ciudadanos que lo
configuran.
Pro
2.2.1. Imaginar al ciudadano
53
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
La mayoría de las constituciones consideran a los derechos del hom-
.
, S nta
bre como “base y objeto de las instituciones sociales” (Guerra, 1992). Sin
i s
embargo, sobre aquellos derechos sobrevuelan algunas cuestiones altamente
t es o ve
significativas, como por ejemplo, la religiosa y la militar. Ambas impiden co-
n
S í ia
locar a los individuos en pie de igualdad, por ende, es imprescindible rom-
i al o p
i t or n, c
per el vínculo que une el concepto de fuero con el de libertad, abatir todo lo
Ed ució
que resta de la diversidad de estatutos y de privilegios del Antiguo Régimen.
e
Para configurar las nuevas repúblicas no solo es menester sustituir al
d d distrib
súbdito por el ciudadano, sino también consolidar las incumbencias esta-
a
ied a la
tales frente a la Iglesia, empujar la creencia hacia el ámbito privado, dejan-
p
Pro hibid
do libre el espacio público de aquella injerencia. Los logros obtenidos por
los diferentes estados –luego de algunas coyunturas iniciales y efímeras de
Pro
subordinación a los criterios religiosos (México, 1814; Chile, 1823)– tienen
una excepción con la sanción de la constitución ecuatoriana de 1869. Allí,
dando continuidad a aquella subordinación estatal frente a la Iglesia, se exi-
ge la condición de católico, apostólico romano para ejercer la ciudadanía
(Fernández, 2018; Ansaldi, 1998).
Paralelamente, algunas leyes electorales o constituciones en el momento
de definir la identidad ciudadana establecen –como en el caso de Argentina
(1863) o de México (1857)– el vínculo de la misma con el deber de la de-
fensa. Este se convierte en un requisito indispensable para ejercer el voto.
La paradoja implícita en el artículo propuesto es que el deber de defensa
trae ecos tanto de la tradición española precedente como de las vertientes
revolucionarias anglosajonas y francesas. El derecho al voto y el deber de la
54
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
pocas oportunidades dicha exigencia se posterga.
.
, S nta
También juega un papel determinante el criterio de capacidad que define
i s
a su vez las condiciones de autonomía. En esta dirección, inciden en algunos
t es o ve
casos la fiscalidad y/o la propiedad o renta como en aquella constitución
n
S í ia
colombiana de 1843 –epílogo de una guerra civil en la que triunfa el conser-
i al o p
i t or n, c
vadurismo autoritario–. En ella se impone para acceder a la ciudadanía que
Ed ució
se debe poseer bienes raíces por valor de 300 pesos, tener una renta anual
e
de 150 y haber pagado las contribuciones directas (Peña Guerrero, 2014).
d d distrib
Alta significación tiene la condición etárea, al fijar mayoritariamente
a
ied a la
la edad de 21 años como piso para acceder al estatuto de ciudadano. En
p
Pro hibid
el imaginario social existe un estrecho lazo entre el derecho político y la
condición de pater familias, ya que la edad puede soslayarse si el individuo
Pro
acredita estar o haber estado casado. La tradición constitucional colombiana
ejemplifica –tanto en etapas de predominio conservador como en los breves
intervalos liberales (1821-1830-1832-1843-1858)– la pervivencia de una
concepción colectiva o comunitaria del sufragio. La presencia electoral del
padre otorga un cierto nivel de representación a todo el grupo familiar (Peña
Guerrero, 2014; Guerra, 1997). En algunas constituciones, como la perua-
na de 1860, todos estos criterios se conjugan para dirimir la integración
ciudadana (Chiaramonti, 1995; Fernández, 2018).
Frente a los incluidos, se perfilan una serie de figuras excluidas por no ser
portadoras, particularmente, de las condiciones de autonomía. Ellas forman
parte del universo de los tutelados, de los dependientes o bien de los que
operan al margen de la relación social.
55
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
culturas establecen entre mujer y naturaleza (Rosanvallon, 1994). A dife-
.
, S nta
rencia de los varones, a quienes se les reconoce una capacidad racional para
i s
traducir la igualdad natural en igualdad política a través de la clave ciudada-
t es o ve
na fijada por el contrato, las mujeres quedan confinadas en una esfera “no
n
S í ia
política, irracional, natural” y, por ende, dependiente.
i al o p
i t or n, c
Esta situación se refuerza con la normativa que regula las relaciones civiles.
Ed ució
El Derecho Romano, el Código de Napoleón (1804), las doctrinas de ciertos
e
juristas como Fortuné Antoine de Saint-Joseph (1840) o el español García
d d distrib
Goyena (1851) confluyen en la formalización de una codificación civil lati-
a
ied a la
noamericana que –más allá de sus especificidades– impone una concepción
p
Pro hibid
patriarcal de las relaciones familiares (Giménez Perona, 1995; Giordano, s/f ).
Los parámetros precedentes marcan el devenir del liberalismo en Lati-
Pro
noamérica ya que –como sucede en otros espacios– no se le reconoce a las
mujeres una relación específica con el Estado. Si bien, las diferentes acciones
desplegadas por aquellas no logran su integración formal, dejan marcas no-
tables en las dinámicas del poder.
Desde aquel lugar iniciático durante las guerras independentistas que las
ubica en el panteón de la virtud republicana cómo madres y guardianas del
hogar, hacen un largo y complejo camino. A partir del hecho de que la par-
ticipación pública formal en la arena ciudadana les está vedada, ellas abren
nuevas vías en el espacio público y rompen el cerco de la domesticidad.
Ensanchan su campo de acción tanto a través del uso político de los espacios
religiosos como de las prácticas asociativas femeninas. En este último plano,
ellas despliegan un evidente rol político, asumiendo desde una dimensión
56
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
mayoría de las redes parentales y de amistad de las elites– participan de es-
.
, S nta
pacios de debate desde sus salones o tertulias y se introducen en el campo
i s
artístico a través de la pintura y la literatura. Son centrales a la hora de im-
t es o ve
plementar las políticas educativas, ya para potenciar “una maternidad ilus-
n
S í ia
trada” que se hace cargo de los futuros ciudadanos, ya para preparar la fuerza
i al o p
i t or n, c
de trabajo femenina requerida por los mercados. Allí, las voces femeninas
Ed ució
se amplían con la incorporación de mujeres provenientes de otros grupos
e
sociales –especialmente en las últimas décadas del siglo– resultado de lentos
d d distrib
procesos de movilidad social.
a
ied a la
Contemporáneamente, aparecen diversas figuras femeninas desde el
p
Pro hibid
campo de la subalternidad, dando cuenta de las necesidades y urgencias de
diferentes grupos o individuos. Para ello hacen uso del derecho de petición,
Pro
derecho que en el nuevo orden proporciona otra vía de acceso al espacio
público (Rosanvallon, 1994 ; Bonaudo, 2005; Garcilazo, 2014).
Las décadas finales del siglo xix muestran dos caras de un mismo proce-
so. Por una parte, el reforzamiento de nociones antiguas sobre la inferiori-
dad de las mujeres, sostenidas en ese momento por los discursos médicos y
psiquiátricos. Por otra, la aparición de un “feminismo” orientado a ampliar
los espacios educativos para las mujeres –abriéndoles el camino a la educa-
ción superior y a la profesionalización–. Ello potencia sus capacidades como
escritoras y su entrada a los espacios de opinión a través de periódicos y
revistas. Desde allí avanzan críticamente contra la autoridad política y cul-
tural de los hombres, contra la doble moral burguesa, discutiendo sobre el
matrimonio, el divorcio civil, la relación con los hijos, la importancia de la
57
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
a d del
normas deben confrontar
s tr
recurrentemente
i
con los criterios de jerarquía y
i e d la d
diferenciación estamental Antiguo Régimen e imponer, frente a la idea
p basada a deenelectores
Proindividuales
de meritocracia la sangre o la herencia, la que deviene de las ca-
pacidades i d
ib 1996; AljovindeLosada,
y elegibles (Guerra, 1993; Chiaramonti,
r o h
1995; PosadaCarbó, 2005; Peña Guerrero-Zurita
P
Aldeguer, 2014; Pani, 2014).
En este contexto, vuelve a reeditarse el juego de inclusiones y exclusiones
para otorgar materialidad a las figuras de elector y de representante.
El elector debe residir en la comunidad, tener vínculos en ella a fin de
responder a sus intereses. A ello, un grupo significativo de constituciones
y/o leyes electorales suman la condición de la instrucción del sufragante
como requisito básico que le otorga autonomía frente a potenciales manipu-
laciones. Muchos de los debates muestran que detrás del derecho al sufragio
de los analfabetos se esconde la intención de excluir o bien a la población
indígena –mayoritaria en los espacios andinos– o negra en el Brasil imperial.
El desempeño de profesión u oficio se impone en algunas naciones como
sinónimo de posesión de cierta renta, de independencia y de capacidad para
58
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
colaborar con el bien común. En algunas áreas, como en Perú (1860), esta
cláusula deja fuera de juego a sectores importantes del artesanado al exigir la
condición de ser jefe de taller para poder acceder a la calidad de elector en
el primer nivel. Generalmente, esta exigencia se presenta como alternativa
de otra, la económica, definida a partir de la posesión de propiedades o de
la percepción de rentas, la cual –en la mayoría de los casos– no acaba imple-
mentándose para los electores aunque sí para los representantes (Fernández,
2018; MCEvoy-Cid, 2016).
El juego de articulaciones posibles de los diversos criterios, orientado a
incluir o excluir de la producción del sufragio, acaba dirimiendo –en cier-
tos contextos– identidades ciudadanas “activas” y/o “pasivas”. En algunas
A.
repúblicas, como México (1857) y Argentina (1853), la normativa conva-
.
, S nta
lida un sufragio universal pautado a través del sexo, la residencia y la edad.
i s
Para neutralizar los riesgos que presupone una participación tan amplia,
t es o ve
las respectivas constituciones la asocian con un sistema de representación
n
S í ia
indirecto, introduciendo a los colegios electorales como mediadores entre
i al o p
i t or n, c
la voluntad popular y la conformación de las representaciones. El objetivo
Ed ució
final es garantizar la legitimidad a través de la participación de un grupo
e
poblacional significativo, seleccionando a su vez a quienes se considera “más
d d distrib
aptos” para encarnar la “voluntad colectiva” en esos universos de notables
a
ied a la
(Pani, 2014; Bonaudo, 2016).
p
Pro hibid
En Colombia, sometida a condiciones restrictivas por los conservadores,
se producen cambios entre 1830 y 1853 en virtud del accionar de sectores
Pro
liberales progresistas. La constitución de 1853 establece un procedimien-
to electoral directo, suprimiendo cualquier exigencia económica que pue-
da afectar al reconocimiento de la ciudadanía y al disfrute de los derechos
políticos tanto de electores como de elegibles. Dicha situación se mantiene
hasta 1886, cuando los conservadores recuperan las exigencias de propiedad
y renta para los electores (Peña Guerrero, 2014).
En otras áreas predomina el voto censitario vinculado con modelos de
representación directa y/o indirecta en diferentes niveles, como sucede en la
mayoría de los países centroamericanos –El Salvador, Honduras, Nicaragua,
Costa Rica o Guatemala– en la segunda mitad del siglo (Fernández, 2018).
Existen matices en diversas realidades así como cambios en las perspec-
tivas a través del tiempo lo que conduce, particularmente hacia las últimas
décadas del siglo, al endurecimiento de las cláusulas restrictivas. En Perú,
59
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
de su capacidad de leer y escribir. No obstante, suma diversas alternati-
.
, S nta
vas como requisitos para que dicho ciudadano sufrague: poseer condiciones
i s
económicas o ejercer industria o arte o bien tener empleo, renta o usufructo.
t es o ve
Si la cuestión de la renta desaparece con la reforma electoral de 1874, per-
n
S í ia
vive en cambio la exigencia de alfabetización (Albán Gómez, 1989; Zurita
i al o p
Aldeguer, 2014).
i t or n, c
Ed ució
El Brasil imperial establece pautas similares a las de ciertas repúblicas
e
latinoamericanas para ejercer el derecho electoral. La constitución de 1824
d d distrib
adopta un sistema de sufragio indirecto en dos grados, que permite una exi-
a
ied a la
gencia de renta bastante laxa en el primer nivel, situación que posibilita la
p
Pro hibid
participación política de un amplio porcentaje de población, especialmente
la analfabeta. El segundo nivel de elección queda más restringido ya que en
Pro
él se toman las decisiones políticas de mayor relevancia. La reforma de 1881
marca un nuevo umbral al imponer la alfabetización como condición básica
para acceder al primer nivel (Graham, 1991, 2016; Murilo de Carvalho,
2008; Dolnikoff, 2014).
Frente a un mundo de electores variable pero relativamente extenso, las
normas gestan otro más restringido de elegibles o representantes sobre los
que pesan criterios más aristocráticos. En las nuevas repúblicas –donde se
han impuesto regímenes políticos de soberanía nacional representativa– se
instalan diferentes modelos de representación parlamentaria entre los que
predominan los bicamerales (Ecuador, Perú, Colombia, Chile, Argentina).
En México se impone inicialmente una estructura unicameral que gira en
torno al Senado pero, posteriormente, los liberales republicanos introducen
una segunda cámara, la de Diputados.
60
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
cial entre diputados y senadores, las figuras de un representante más joven
.
, S nta
frente a otro más experimentado, reflexivo, prudente. La nacionalidad y/o la
i s
naturalización caracterizan el vínculo del parlamentario con los problemas y
t es o ve
necesidades del país. Finalmente, la exigencia de renta consolida la relación
n
S í ia
entre el poder económico y el acceso a la función pública. Esta opera en
i al o p
i t or n, c
ciertos imaginarios sociales como la garantía de independencia del represen-
Ed ució
tante tanto en el ejercicio de sus funciones como en la toma de decisiones.
e
No obstante, algunas constituciones obvian este criterio para el caso de la
d d distrib
diputación (Argentina, 1853; Ecuador, 1869), lo que posibilita el acceso de
a
ied a la
otros actores a la representación y los recambios generacionales, particular-
p
Pro hibid
mente en las últimas décadas.
Pro
2.2.3. Las prácticas políticas en el mundo de los notables
61
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
gubernamentales.
.
, S nta
Paralelamente, la dinámica partidaria se alimenta de experiencias emer-
i s
gentes del campo de unas sociedades civiles también en construcción. Al-
t es o ve
gunas son resignificaciones de formas asociativas previas: sociedades pa-
n
S í ia
trióticas, tertulias, asociaciones artesanales, sociedades democráticas, logias
i al o p
i t or n, c
masónicas, círculos. Pero otras surgen específicamente como clubes políticos
Ed ució
orientados a aglutinar sujetos con “afinidades políticas”, a “uniformar” opi-
e
niones y a competir en la lucha por el poder.
d d distrib
Tales tramas partidarias –más allá de su origen– se ven compelidas a re-
a
ied a la
plantear las estrategias de organización y mediación por cuanto la política ha
p
Pro hibid
modificado sus parámetros espaciales. Ello conlleva a dirimir posibilidades y
límites para un proceso de “desterritorialización”, cambiando la concepción
Pro
precedente de la política como asunto exclusivamente local y proyectándola
hacia dimensiones estatales o nacionales.
Los acuerdos entre los grupos emergentes de la sociedad civil así como los
gestados entre las elites locales y aquellas situadas en los gobiernos provincia-
les/estatales o centrales –como otras experiencias de sociabilidad del mundo
de los notables– se resuelven en el juego cruzado de “influencias legítimas”
naturalizadas. La negociación de influencias apunta indudablemente a la
capacidad de movilizar y transferir lealtades, adhesiones, alianzas desde una
compleja trama que se integra a partir de ese momento a la “forma partido”.
Los compromisos contraídos no siempre son el resultado de convicciones
profundas de los actores sino consecuencia del juego de intereses grupales al
interior de un proyecto global.
62
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
sarrolla no exento de tensiones y confrontaciones– opera en repúblicas y
.
, S nta
monarquías constitucionales como instancia de entrenamiento de los po-
i s
tenciales representantes y generador de verdaderos cursus honorum a través
de espacios y funciones.
n t es o ve
S í ia
Cada realidad, a partir de concepciones más plurales, va integrando y
i al o p
i t or n, c
validando las experiencias partidarias. En el caso peruano, por ejemplo, la
Ed ució
década de 1850 opera como una coyuntura de afianzamiento de los clu-
e
bes electorales, consecuencia tanto de la disminución de la injerencia de las
d d distrib
elites y de una mayor presencia estatal en las elecciones locales como de la
a
ied a la
introducción de un régimen de elecciones directas. Las formas partidarias
p
Pro hibid
toman cuerpo a medida que se reconoce el derecho de todo ciudadano a
asociarse “sin comprometer el orden público”. Un ejemplo de ello es el Parti-
Pro
do Civilista (1870), el cual formaliza sus estructuras, asumiendo posiciones
comunes en el devenir parlamentario y expresa claramente la necesidad de
competir por los espacios de representación (McEvoy, 1997; Mücke, 2004,
2010; Aljovin de Losada, 2005, 2010).
En México, superados los turbulentos años de Santa Anna y del proyecto
imperial francés, los liberales –con Benito Juárez a la cabeza– asumen acti-
tudes positivas con respecto a los partidos, legitimando las discusiones que
provienen de intereses y posturas ideológicas diversas expresadas desde los
mismos. Evidentemente esas elites, liberales o conservadoras, experimentan
la necesidad de ampliar la participación, alejándose de aquellas formas de
lucha política basadas exclusivamente en la confrontación violenta y/o la
exclusión del adversario (Guerra, 1994; Pani, 2012).
63
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
la oposición a expresar sus divergencias. El pluralismo confronta en ese de-
.
, S nta
bate con el exclusivismo y la unanimidad, dando lugar a ciertas dinámicas
i s
particulares como la de la “coparticipación” uruguaya, fruto del acuerdo que
t es o ve
concluye la guerra de las Lanzas (1872). Ella implica un manejo compartido
n
S í ia
de los asuntos públicos al establecer un reparto equitativo de las jefaturas
i al o p
i t or n, c
departamentales y abrir el camino a una coparticipación de los distintos
Ed ució
partidos en la Legislatura (Rilla, 2004).
e
En otras experiencias, la del Partido Autonomista Nacional argentino
d d distrib
(1880) o la del Partido Liberal porfirista (1892), la tensión termina tradu-
a
ied a la
ciéndose –al decir de Justo Sierra– en la presencia de un partido de dimen-
p
Pro hibid
siones nacionales, con capacidad para albergar las disidencias intraelites y en
condiciones de hegemonizar la vida política (Alonso, 2010; Miguez, 2011;
Pro
Salmerón, 2012).
Las diversas estrategias organizativas desplegadas para alcanzar un reco-
nocimiento institucional en cada comunidad política deben alejar recurren-
temente el fantasma de la identificación del partido exclusivamente como
“facción”, cuyas lógicas violentas desestructuran el orden ansiado. Indudable-
mente, el faccionalismo es un ingrediente de la pugna política y aparece en
escena con diversos rostros y desplegando niveles diferenciales de violencia.
No pocas veces, la lucha política se dibuja como un verdadero juego
de ataque y contraataque que tiene su escenario privilegiado tanto en las
instancias de convalidación de candidaturas como en las del reclutamiento
de electores en vísperas eleccionarias y/o en la propia elección. Ciertos gru-
pos ejercen una fuerte carga de violencia simbólica –no exenta de presiones
concretas– para lograr apoyos, favorecer la formación de la conciencia del
64
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
propio grupo así como demostrar su poder ante el “otro”. Otras veces, para
restituir lo que consideran un orden avasallado, los partidos se involucran en
levantamientos armados orientados a recuperar un nuevo umbral de equili-
brio. Al éxito o al fracaso de cada levantamiento sucede la restitución de un
orden “original”, consensuado y legítimo, dentro del cual el partido retoma
las vías pacíficas de la competencia por el poder (Irurozqui, 2000, 2009;
Sábato, 2009; Forte-Guajardo, 2000; Johansson, 2012; Bonaudo, 2016).
. A.
, S nta
En las tres o cuatro últimas décadas del siglo se incrementa la competencia
i s
entre los partidos, conduciéndolos a adoptar la forma concreta de constela-
t es o ve
ciones –de fronteras imprecisas e inestables– con estructuras internas orien-
n
S í ia
i al o p
tadas a resignificar vínculos, apelando a vehículos culturales que vayan más
i t or n, c
allá de los contactos cara a cara y asumiendo las implicaciones económicas
Ed ució
de unas prácticas ampliadas.
e
d d distrib
Al núcleo originario de los clubes políticos suman su aporte un conjunto
de sociedades y círculos –multiplicados en todas las realidades– dispuestos a
a
ied a la
respaldar los objetivos políticos y eleccionarios de cada partido, potenciando
p
Pro hibid
y ampliando las agendas de los mismos a medida que se incorporan otras
voces, otros intereses (González Bernaldo, 2000, 2004; Bonaudo, 2016).
Pro
Así, por ejemplo, el Partido Liberal colombiano logra integrar a las so-
ciedades democráticas y republicanas en tanto el Partido Conservador tiene
como aliadas a las sociedades populares o aquellas sociedades católicas que
combinan la defensa de la religión con la militancia política. A su vez,
la Sociedad Independencia Electoral peruana –núcleo del futuro partido
Civilista– suma desde sus primeros pasos al Club Universitario de Lima,
la Sociedad Amigos de los Indios o el Club Militar 2 de Mayo. Por su par-
te, al Partido Republicano chileno convergen, entre otros, la denominada
Sociedad Escuela Republicana, el Club de los Invisibles y sociedades de
artesanos y mutualistas obreras (Gutiérrez Sanin, 1995; Mc Evoy, 1997;
Grez Toso, s/f ).
Si bien los estados latinoamericanos difieren en sus niveles de progreso y
control jurisdiccional, la mayoría –desde mediados del siglo– experimenta
65
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
conjunto.
.
, S nta
En ciertos clubes de base local o provincial/estatal no desaparecen los
i s
vínculos afectivos –familiares y/o amicales– para la construcción del consen-
t es o ve
so. Tanto la red parental, con sus figuras patricias a la cabeza y su estructura
n
S í ia
jerárquica fuertemente móvil, como los lazos de amistad o compañerismo
i al o p
i t or n, c
tejidos en el interior de ámbitos militares, educativos o sociales, continúan
Ed ució
potenciando esos universos. Las estrategias de inclusión incorporan a pares
e
pero también a subalternos en unas tramas clientelares complejas (Guerra,
d d distrib
1993; González Bernaldo, 2004; Bonaudo, 2016).
a
ied a la
Paralelamente se configuran experiencias –a veces diferenciadas genera-
p
Pro hibid
cionalmente– que buscan ampliar sus bases y gestar estructuras ejecutivas
y deliberativas orgánicas, con principios y valores traducidos en clave pro-
Pro
gramática, desarrollando campañas electorales y “tecnologías” diferenciales
de conquista del sufragio. Las campañas electorales se convierten en una
necesidad al perder peso los atributos tradicionales de prestigio y poder
de los candidatos y al multiplicarse la presencia de individuos carentes de
los mismos que, en consecuencia, deben transformarse en “hombres de
opinión”.
Los periódicos afines no solo publican cartas o petitorios de adhesión
sino que incrementan sus editoriales destacando la personalidad y valores de
aquel. Los ciudadanos se ven interpelados por un verdadero “combate” de
textos e imágenes publicitarias –caricaturas o fotomontajes– utilizadas para
apoyar a unos y denostar otros. Panfletos, postales, sueltos complementan
un despliegue publicitario que, si bien tiene como interlocutores principales
a los notables, se proyecta hacia los subalternos.
66
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
Esta dinámica se potencia con los viajes proselitistas, donde las movi-
lizaciones y los mitines muestran la convergencia de hombres de los dos
mundos. No se descuidan, sin embargo, los intercambios específicos: con-
ferencias y banquetes, típicos de la sociabilidad de los notables; comidas o
juegos populares con los subalternos.
Tanto la diversidad de participantes como el incremento de la compe-
tencia en las lides electorales conduce a los partidos a transitar un verdadero
proceso de aprendizaje cívico a través de la internalización de nuevos lengua-
jes y valores, trabajando sistemáticamente para familiarizar a sus miembros
con el mundo de derechos y obligaciones que se les conceden e imponen
y con las nuevas prácticas que deben desarrollar. Las dirigencias estimulan
A.
a sus pares a debatir sobre los problemas centrales del nuevo orden en el
.
, S nta
plano político, social o económico, al tiempo que los inducen a desarrollar
i s
sus destrezas intelectuales en las reuniones partidarias, en los mitines, en los
t es o ve
contactos cara a cara o a través del ensayo y la prensa para informar o con-
n
S í ia
citar la reflexión. Tanto las prácticas cotidianas al interior del partido como
i al o p
i t or n, c
las demandas impuestas por los cargos de representación significan para no
Ed ució
pocos de sus miembros una verdadera instancia de entrenamiento (Alzate
e
García, 2010; Sábato, 2008; McEvoy, 1997).
d d distrib
Paralelamente, despliegan hacia los actores subalternos una serie de es-
a
ied a la
trategias destinadas a neutralizar las distorsiones del voto, favorecer la au-
p
Pro hibid
tonomía y libertad de los votantes, intentando alejarlos –no siempre con
éxito– de presiones recurrentes y tácticas violentas. Incluso dan vida a ri-
Pro
tuales cívicos –diferenciados de otros sociales o religiosos– para plantear sus
demandas. Dicha pedagogía tiene un impacto diferencial, produciendo en
determinados contextos cambios en las formas de acercarse al poder, de con-
sentir, de disentir, lo que aleja a aquellos actores de la pasividad en que se
pretende encerrarlos (Bonaudo, 2003).
Se produce una reconsideración del concepto de “vocación política” y
del modo de ejercicio de dicha actividad. A lo largo del siglo, las elites no
solo ven incrementarse los costos y el tiempo consagrado a su tradicional
“economía del don” –que sostiene contraprestaciones, campañas y agentes
electorales– sino que experimentan la transformación de sus vínculos. La
emergencia de una “economía del cálculo” no solo afecta el lazo que une a
electores y elegibles sino que resignifica, en definitiva, el vínculo de los acto-
res con el poder y la construcción del consenso. Las “influencias legítimas”
67
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
portamientos y valores compartidos, percepciones en torno a la lucha social,
.
, S nta
las consignas y programas, pero también a partir de las marcas de su cultura
i s
material (Gutierrez Sanin, 1995). Algo similar sucede en Perú en torno a la
t es o ve
Sociedad Independencia Electoral (1870), germen del Partido Civilista. Sus
n
S í ia
promotores logran no solo establecer vínculos de continuidad entre expe-
i al o p
i t or n, c
riencias “gloriosas” del pasado y su proyecto sino gestar una discursividad
Ed ució
que permite atraer a un conjunto altamente heterogéneo de actores sociales
e
y políticos. Partiendo de un discurso republicano, de corte nacionalista, van
d d distrib
desplegando en la escena pública consignas de igualdad, de moralidad, de
a
ied a la
inclusión, en las que llamativamente convergen las concepciones comunita-
p
Pro hibid
rias y corporativas de la tradición hispánica con las del nuevo orden, ligadas
a la libertad, la seguridad y la propiedad privada. Sus gestores, impulsados
Pro
por la necesidad de alcanzar la unidad de “la familia peruana” e involucrar a
un conjunto de actores a participar, desarrollan una ardua y compleja cons-
trucción de redes de dimensiones nacionales (Mc Evoy, 1997; Mücke, 2004;
Aljovin de Losada, 2005).
Características similares tiene, en el contexto de crisis chilena de 1870,
la confluencia de asociaciones mutuales y de artesanos con sectores intelec-
tuales y burgueses en un club sociopolítico denominado Sociedad Escuela
Republicana y en el emergente Partido Republicano. A través de su periódi-
co El Taller, defienden un programa de reformas orientado a dar protección
a la industria nacional, aboliendo los monopolios del Estado y de los par
ticulares, radicando poblaciones a través de la colonización, protegiendo las
empresas mineras y facilitando los transportes marítimos o terrestres para
favorecer a núcleos empresarios pero también para aumentar las fuentes de
68
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
69
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
El orden público que se pretende asegurar requiere conservar la trama
.
, S nta
social preexistente, agrupar a las fuerzas sociales dominantes en torno a un
i s
poder fuerte que ejerza su control sobre la prensa, la reorganización del ejér-
t es o ve
cito y el fortalecimiento de las milicias. Para ello, el gobierno no duda en
n
S í ia
apelar a facultades extraordinarias y en articular alianzas fuertes con otros
i al o p
i t or n, c
actores sociales, particularmente la Iglesia. Esta es considerada un factor cla-
Ed ució
ve de utilidad social dado su apego a los valores del orden, de las jerarquías
e
sociales y con capacidad moral para atraer a su seno tanto a sectores conser-
d d distrib
vadores como liberales.
a
ied a la
Detrás de una máscara republicana, la constitución de 1833 convali-
p
Pro hibid
da un presidencialismo fuerte, una visión centralista del poder, un vínculo
estrecho entre Iglesia y Estado a través del patronato y garantiza el papel
Pro
hegemónico de las fracciones dominantes. Son determinantes los poderes
otorgados al presidente sobre la justicia, la administración pública y el Con-
greso así como la estructuración de una compleja red de intendentes, go-
bernadores y subdelegados en provincias y departamentos que operan como
agentes gubernamentales bajo la supervisión del Ministro del Interior. A ello
se suma el incremento del poder de la Guardia Nacional en detrimento del
ejército y su fuerte injerencia en los procesos electorales.
Sin embargo –pese a la recurrencia a tácticas represivas y a la imple-
mentación de medidas de disciplinamiento social– las conspiraciones se
suceden: se produce el asesinato de Portales en 1837 y se desarrollan sig-
nificativas tensiones internas provocadas por la guerra contra la Confede-
ración P eruano-Boliviana entre 1837-1839. Si bien el orden autoritario
comienza a ser confrontado recurrentemente en esa década, el disenso se
70
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
al pueblo. Intelectuales como José Victorino Lastarria o jóvenes como Fran-
.
, S nta
cisco Bilbao o Manuel Arcos –fascinados por el 1848 francés e impulsores
i s
de la Sociedad de la Igualdad con fuerte presencia de los artesanos de la
t es o ve
capital– expresan enfáticamente tales posturas. La tensión estalla en 1851,
n
S í ia
confrontando a liberales, “igualitarios” y conservadores. Sin embargo, la re-
i al o p
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volución culmina con el triunfo de los últimos.
Ed ució
El papel desempeñado en el triunfo conservador por Manuel Montt le
e
abre el camino a la presidencia de la nación (1851-1861). En esa etapa, el
d d distrib
orden –que parece haber alejado el temor a la anarquía– se asocia con el
a
ied a la
progreso: caminos, puentes, ferrocarriles –desde el norte minero al centro
p
Pro hibid
agrícola-ganadero–, ampliación de fronteras, políticas inmigratorias. Estas
medidas se acompañan con una modernización de la administración, la su-
Pro
presión de antiguos tributos –diezmos y mayorazgos–, el establecimiento del
Banco Nacional y la reformulación del derecho privado. Nuevas fortunas,
nuevos centros de poder se articulan a los tradicionales y un conjunto am-
plio de actores se integran a la dinámica social y política al calor de las trans-
formaciones económicas y los procesos de urbanización (Halperin, 1996;
Stuven, 1997).
En este contexto la oposición crece, se fortalece y, luego de las últimas
leyes de amnistía de 1857, renueva sus críticas contra la constitución de
1833. Retoma sus objetivos de reforma y, en caso de no poder concretarlos,
plantea nuevamente el camino de la revolución. En las propias filas guber-
namentales se produce una profunda escisión operada, entre otros, por un
fuerte conflicto jurisdiccional entre la Iglesia y el Estado. Ello conduce a una
“fusión” entre conservadores y liberales. Cuando en diciembre de 1858 el
71
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
gobierno apresa a los integrantes del Club de la Unión reunidos para discutir
la reforma constitucional, cierra prácticamente el camino de la negociación.
La oposición se lanza a un nuevo levantamiento en 1859 que también es
sofocado. Sin embargo, comienza un lento proceso de transición que abre
nuevos cauces a la lucha política.
El cambio de los tiempos lo marca, en primer lugar, la imposibilidad
de Montt de imponer a su propio sucesor –su ministro Antonio Varas– de-
biendo optar por un candidato no tan resistido, especialmente por liberales
y conservadores: José Joaquín Pérez (1861-1871). Desde entonces, los tres
partidos emergentes en ese período –el Partido Nacional, el Partido Liberal
y el Partido Radical– tienen una participación significativa en la ratifica-
A.
ción de los candidatos presidenciales propuestos por el mandatario saliente,
.
, S nta
afianzando su accionar en el proceso.
i s
En segundo lugar, comienzan a gestarse una serie de medidas que ponen
t es o ve
límites al poder autoritario del Estado. A partir de 1871, los presidentes no
n
S í ia
pueden ser reelectos y, dada la complejidad de la dinámica política y la he-
i al o p
i t or n, c
terogeneidad de las fracciones dominantes, los gobernantes deben recurrir a
Ed ució
diferentes tipo de alianzas para consolidar su poder. Es esa nueva dinámica
e
la que permite el triunfo de Federico Errázuriz Zañartu (1871-1876) y con-
d d distrib
duce a Chile hacia una vida política dominada por los liberales.
a
ied a la
En esa década, no solo se avanza delimitando las funciones eclesiásticas
p
Pro hibid
de las seculares/estatales sino que se da un fuerte impulso a la educación
pública, acentuándose la política en materia religiosa, llegándose a procla-
Pro
mar la libertad de cultos. A ello se articula una política de ampliación de
las bases electorales –proyecto en gran medida impulsado por el Partido
Radical, configurado por los nuevos actores forjados por el desarrollo eco-
nómico– extendiendo el sufragio a quienes sepan leer y escribir, sin exigir la
comprobación de ingresos, rentas o propiedades. También juegan un papel
importante algunos sectores conservadores.
Pese al impacto electoral numérico que tiene la ley de 1874 –se pasa de
49 947 inscriptos en 1873 a 148 737 en 1879– la Alianza Liberal no tiene
dificultad en imponer al sucesor presidencial: Aníbal Pinto (1876-1881).
Durante su presidencia no solo se acrecientan las tensiones sino que se in-
crementan las acciones de control parlamentario a través de las interpelacio-
nes de los ministros y los votos de censura (Halperin, 1996; Collier, 1997;
Valenzuela, 1997).
72
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
gistro Civil– y en el desarrollo de la obra pública. Sin embargo, el consenso
.
, S nta
liberal alcanzado se fractura ante la sucesión presidencial y aunque Santa
i s
María logra imponer a su ministro Juan Manuel Balmaceda (1886-1891),
las disidencias se multiplican.
n t es o ve
S í ia
El presidente, consciente de las transformaciones producidas, se propone
i al o p
i t or n, c
un cambio “desde arriba”, programático, controlado y orientado a brindar
Ed ució
mayores beneficios sociales al conjunto de la población, sin poner en cues-
e
tión la hegemonía de las elites ni derivar en la exigencia de una mayor parti-
d d distrib
cipación política de nuevos actores. Dada la expansión que experimentan las
a
ied a la
rentas fiscales gracias a la riqueza del salitre, Balmaceda estimula las inver-
p
Pro hibid
siones en la obra pública, intentando convertir al Estado en el instrumento
eficaz para el desarrollo de la infraestructura, la producción, la educación y
Pro
el trabajo. Potencia proyectos que alcanzan a diferentes provincias y regiones
así como a diversos actores sociales, particularmente en el plano educativo y
de la salud. Dicha política, que le puede concitar adhesiones entre algunos
sectores trabajadores, produce fuertes tensiones con aquellos círculos em-
presariales nacionales y extranjeros –particularmente el consorcio North–
que temen los planteamientos del presidente de terminar con el monopolio
salitrero en beneficio de las arcas del Estado (Pintos Vallejos, 1991; Sagredo
Baeza, 1991).
La crisis económica de 1890 coloca en la escena a un movimiento de
los trabajadores que se ha transformado profundamente. Ya sus motorizado-
res no son los artesanos y obreros urbanos calificados sino la gran masa de
obreros provenientes de las áreas mineras, portuarias y fabriles de Tarapacá,
Antofagasta y Valparaíso. En tanto los primeros participaron en la creación
73
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
bilidad, el desconocimiento del parlamento de tales facultades ejecutivas y la
.
, S nta
consecuente clausura del mismo hacen estallar la guerra civil. En febrero de
i s
1891 se enfrentan militarmente dos bandos: el presidencial –apoyado en el
t es o ve
Ejército– y el parlamentario en la Marina. El conflicto atraviesa todo el tejido
n
S í ia
social, mostrando las fracturas tanto a nivel de las clases dominantes como
i al o p
i t or n, c
de las subalternas. Tras las batallas de Concón y Placilla, Balmaceda reconoce
Ed ució
su derrota, renuncia el 29 de agosto y en setiembre de 1891 se suicida. Su
e
lugar es ocupado por el gran triunfador de la guerra, el almirante Jorge Montt
d d distrib
(1891-1895). Con él se inicia el primer gobierno parlamentario de la expe-
a
ied a la
riencia chilena –con reducción del peso de la figura presidencial e injerencia
p
Pro hibid
del parlamento para conformar gabinetes ministeriales– y una búsqueda sig-
nificativa de restitución de la participación de todos los actores –incluidos los
Pro
balmacedistas– en la vida política del país. El propio partido balmacedista –el
Partido Democrático– que parte de una postura autonomista con respecto a
las otras fuerzas, luego de la derrota militar, camina lentamente hacia estrate-
gias de alianzas que culminan –no sin fracturas– en 1895 con su integración
a la denominada Alianza Liberal. No obstante, no desaparecen de su seno
las tendencias contestatarias que pretenden la emancipación económica, po-
lítica y social del pueblo chileno. (Grez Toso, 2013; San Francisco, 2003).
74
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
metrópoli portuguesa mantenga en gran medida la estructura burocrática y los
.
, S nta
patrones de formación de las elites precedentes da al Estado Imperial mayor
i s
capacidad de control y aglutinamiento. Los acuerdos básicos permiten proce-
t es o ve
sar los conflictos entre grupos dominantes, tanto los relativos a la organización
n
S í ia
del poder como los generados por choques de intereses. Ellos posibilitan entre
i al o p
i t or n, c
1822 y 1831 –más allá de las tensiones y confrontaciones– la instauración del
Ed ució
Segundo Imperio, y, por ende, la independencia definitiva de Portugal (Bethe-
e
ll y Murilo de Carvalho, 1991; Murilo de Carvalho, 2008; Graham, 1991).
d d distrib
La abdicación de Pedro I en abril de 1831 a favor de su hijo menor de
a
ied a la
edad parece cerrar una etapa de extrema centralización del poder. La consti-
p
Pro hibid
tución sancionada en 1824 marca el estrecho control ejercido por parte del
emperador. Este nombra a los miembros del Consejo de Estado y del Sena-
Pro
do –con cargos vitalicios–; a los ministros y jueces de la Corte Suprema; los
presidentes provinciales, limitando los poderes de los Consejos Generales de
Provincia y de las Cámaras Municipales. Puede esgrimir el derecho de veto
sobre la promulgación de leyes y se le reconocen atribuciones para resolver
conflictos entre los poderes así como la capacidad de disolver la Cámara de
Diputados y convocar a nuevas elecciones. El emperador retiene a su vez el
derecho de patronato sobre la Iglesia, nombrando a obispos y repartiendo
beneficios eclesiásticos.
A partir de 1823, cuando Pedro I disuelve arbitrariamente la Asamblea
Constituyente, se producen fuertes disturbios antiportugueses y amenazas
de secesión en el centro-sur y en el noreste (Bahía). Si bien los mismos
se sofocan, sus opositores liberales –moderados o radicales– confrontan
los métodos autocráticos del gobierno, cuestionan el estrecho vínculo del
75
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
cada de 1820 se suma el impacto del reducido arancel impuesto a la entrada
.
, S nta
de las manufacturas inglesas (15 %). Esto no solo obstaculiza el desarrollo
i s
manufacturero brasileño sino que reduce notablemente los ingresos guber-
t es o ve
namentales, empujando a la implementación de políticas de endeudamiento
n
S í ia
externo. A estas medidas se suman una emisión significativa de monedas
i al o p
i t or n, c
de cobre que incrementa la inflación y multiplica las falsificaciones, dete-
Ed ució
riorando las condiciones de vida fundamentalmente en los grandes centros
urbanos.
e
d d distrib
A las tensiones intraelites y el descontento popular –fundamentalmente
a
ied a la
urbano– se suman los cuerpos del ejército, empujando al emperador a abdi-
p
Pro hibid
car a favor de su hijo (7 de abril de 1831). Rápidamente Pedro II es procla-
mado emperador, nombrándose una regencia provisional de tres miembros.
Pro
Hay numerosas manifestaciones de apoyo popular en el país a excepción de
Pernambuco, donde se desata la guerra de los Cabanos (1832-1835) a favor
del emperador abdicante, la cual logra ser reprimida.
Los liberales moderados –algunos de los cuales son republicanos como
Cipriano Barata y Borges da Fonseca– e integrantes de organizaciones so-
ciales y políticas masónicas como La Sociedad Defensora de la Libertad e
Independencia Nacional resultan los mayores beneficiados. Sus filas se con-
forman con profesionales universitarios, magistrados, periodistas, miembros
del clero y propietarios de haciendas esclavistas, provenientes fundamental-
mente de Minas Gerais, Sao Paulo y Río de Janeiro.
Ellos inician un ciclo reformista (1831-1835), impulsando medidas anti-
absolutistas y anticentralistas que, sin embargo, no logran imponer ni la re-
pública ni el federalismo. Entre ellas se destacan: la ley de regencia que l imita
76
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
de paz de cada parroquia, creando a su vez nuevas categorías judiciales e
.
, S nta
introduciendo el sistema de jurados y de habeas corpus.
i s
Finalmente, se intenta neutralizar el rol del ejército gestando una estruc-
t es o ve
tura con ingresos amplios y sin discriminación racial: la Guardia Nacional.
n
S í ia
Esta, si bien se centra en la función policial, desempeña un importante papel
i al o p
para combatir rebeliones.
i t or n, c
Ed ució
Paralelamente, a medida que las nuevas regulaciones provocan un des-
e
plazamiento del gobierno central hacia los poderes locales, tanto los jueces
d d distrib
de paz como los jurados o los miembros de las guardias nacionales se con-
a
ied a la
vierten en instrumentos aptos –en manos de las nuevas asambleas provincia-
p
Pro hibid
les– de las prácticas de patronazgo y de las luchas por el poder.
Estas se agudizan a partir de 1835 –momento en que Diego Feijó asume
Pro
la regencia a través de la elección popular– en el norte (Pará, Bahía, Maran-
hao) y en el sur (Rio Grande do Sul). Tales conflictos –en su mayoría de
carácter federalista y, a veces, con connotaciones separatistas– dan cuenta
tanto de las transformaciones económicas como de las tensiones sociales y
raciales sufridas por las provincias. En las revueltas, las elites logran el signi-
ficativo apoyo de los grupos subalternos (Pamplona, 2016).
El movimiento más fuerte y persistente –el Farroupilha– dadas las estre-
chas relaciones económicas y políticas entre los estancieros riograndenses,
uruguayos, entrerrianos y correntinos, crea expectativas sobre la emergencia
de una potencial organización federativa más afín a sus intereses. Sin em-
bargo, luego de diez años de lucha, ante el fracaso de aquellos planes y de
los otros movimientos, los rebeldes farroupilhas firman un armisticio tras la
concreción de algunas concesiones por parte del gobierno central (1845).
77
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
aglutinado alrededor de grupos urbanos, de la magistratura y del clero así
.
, S nta
como de muchos terratenientes de áreas menos tradicionales como las de
São Paulo, Minas Gerais y Rio Grande do Sul.
i s
t es o ve
Si bien los liberales logran su objetivo de colocar a Pedro II a la cabeza
n
S í ia
del Imperio, no pueden detener el avance exitoso de un proceso político de
i al o p
i t or n, c
recentralización, impulsado desde el Senado por el líder conservador Ber-
Ed ució
nardo Pereira de Vasconcelos. El restablecimiento del Consejo de Estado
e
(noviembre de 1841) y la reforma del Código de Procedimiento Criminal
d d distrib
(diciembre de 1841), sumados a otras medidas, otorgan al gobierno central
a
ied a la
el control sobre la estructura administrativa y judicial imperial.
p
Pro hibid
Ni las insurrecciones de San Pablo, de Minas Geraes y de zonas del Valle
de Paraiba en Río de Janeiro en 1842 ni el retorno de los liberales al gobierno
Pro
entre 1844-1848 pueden retrotraer la situación. Tampoco lo logra la insurrec-
ción Praieira en Recife (1848-1849) en la que se articula una compleja alianza
entre representantes de la alta política liberal –contra el centralismo y en de-
fensa de los intereses locales–, grupos medios de artesanos y funcionarios y
líderes populares portavoces de los intereses de los trabajadores pobres y libres
urbanos. Estos últimos expresan en sus manifestaciones en las calles no solo
sentimientos antiportugueses y contra los extranjeros que los desplazan de sus
lugares de trabajo sino también demandan la nacionalización del comercio mi-
norista. Más allá de la heterogeneidad de su composición, la rebelión mantiene
en vilo al poder central hasta que finalmente se sofoca (De Carvalho, 2003).
A partir del triunfo electoral de 1849 los conservadores avanzan en el
proceso de centralización, retomando entre otros, el control sobre las Guar-
dias Nacionales. Dicho proceso da cuenta del grado de cooptación de los
78
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
sectores dirigentes alcanzado por parte del gobierno central, del apoyo brin-
dado por los mismos a cambio del reconocimiento y la legitimación de su
poder social.
La clase dominante llega a un acuerdo relativo sobre temas fundamenta-
les: el fin de la trata, la ley de tierras y de inmigración y la regulación de las
relaciones comerciales a través del Código. En un país donde la moderni-
zación capitalista comienza a organizar un mercado para la movilización de
la fuerza de trabajo, de la tierra y del capital, se dan concomitantemente los
pasos para garantizar la estabilidad política a través de la “conciliación” en el
gobierno de liberales y conservadores durante los años sucesivos.
La Guerra del Paraguay configura un momento de inflexión en el equi-
A.
librio político precedente. No solo se incrementan las demandas en torno
.
, S nta
a la reforma de las instituciones imperiales y la abolición demorada de la
i s
esclavitud sino que a ellas –en el debate público y en las calles– se articulan
otras agendas.
n t es o ve
S í ia
Aparecen demandas corporativas, como las provenientes de la joven ofi-
i al o p
i t or n, c
cialidad –rechazando las limitadas formas de reclutamiento en el ejército– o
Ed ució
las de los sectores ultramontanos católicos contra la masonería adoptada
e
tanto por el clero como por los laicos. Otras son el resultado de un malestar
d d distrib
social creciente, fruto de una serie de factores: la crisis económica y finan-
a
ied a la
ciera de 1875; el paulatino desplazamiento del eje dinámico de la economía
p
Pro hibid
desde el Nordeste –ligado al azúcar y al algodón– hacia la región cafetalera
del Centro así como la imposición de un conjunto de leyes que o bien se
Pro
consideran ilegítimas por cuanto afectan los derechos consuetudinarios de
grandes sectores de la población, o bien implican un aumento de las cargas
impositivas.
Así, en ciudades y villas del nordeste, sectores pobres y analfabetos se
levantan contra el nuevo sistema métrico-decimal y la cobranza de nuevos
impuestos en el movimiento conocido como Quebra-Quilos (1874-1875);
en Río estallan revueltas contra el aumento del precio de los pasajes (1879)
y contra los impuestos (Revuelta do Vintem, 1880) (Halperin, 1991; Pam-
plona, 2016; Murilo de Carvalho, 1987).
A medida que avanza la década del ochenta, el emperador no solo pier-
de apoyos en el ejército o la Iglesia sino que acelera el camino hacia una
crisis imperial definitiva al declarar la emancipación de los esclavos (1888).
La decisión de no indemnizar a los propietarios –dada la incapacidad del
79
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
y regionales, “los coroneles” cuyas alianzas dominan durante décadas la vida
.
, S nta
política brasileña y operan de manera represiva ante las revueltas populares
i s
que, al menos durante los primeros diez años, protagonizan tanto en el Nor-
t es o ve
deste como en Río de Janeiro hombres libres, pobres y libertos.
n
S í ia
i a l o p
i t or liberal
n ,alcPorfiriato
2.3.3. México: del reformismo
d ció
Eorden
ibu
como régimenede
d d t r
dadel Plan d s y la sanción de la constitución marcan
deiAyutla
e
En 1857, el triunfo
i
p temporaria a
l del ala más radical del liberalismo mexicano, los
r o
la consolidación
d a
“puros”,
h iboilaenbrasileña
P auxiliados gran medida por EEUU. A diferencia de experiencias
P o
como la rchilena que logran una unidad relativamente tempra-
na, México presenta aun a mediados del siglo xix una fuerte tendencia a la
fragmentación y al desmembramiento de las unidades territoriales que lo
conforman.
El cuestión de las relaciones entre el poder central y los poderes regio-
nales –configurados a través de una compleja trama piramidal de lealtades
y alianzas– es estructural y comporta un nudo problemático de difícil so-
lución. Nudo que los liberales paradójicamente alimentan, ya que las elites
provinciales –en el nuevo contexto político– se asumen como expresión de
“una voluntad popular” que las legitima en su lucha por el poder.
Paralelamente, el federalismo instituido en 1857, si bien reconoce los po-
deres provinciales y la representatividad de sus fuerzas militares –las Guardias
Nacionales–, le permite al gobierno central conservar algunos instrumentos
80
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
tanto para equilibrar el poder de los estados como para someterlos en si-
tuaciones límites. En ese México heterogéneo, en el que el juego político se
desplaza regionalmente y donde las fronteras norte y sur tienen en algunas
coyunturas un papel significativo, el eje mayor de la dinámica política con-
tinúa pasando por el centro y el centro-sur indígena.
Los liberales no solo confrontan con las tensiones entre poder central y
poderes locales, sino que avanzan dispuestos a desestructurar lo que consi-
deran los pilares fundamentales del Antiguo Régimen: la Iglesia, el ejército
y las comunidades indígenas.
La estructura institucional que moderados y “puros” acuerdan –más allá
de los disensos– tiene tres momentos: el de la sanción de la Constitución
A.
(1857), el de la aprobación de las Leyes de Reforma (1859-1863) y el de
.
, S nta
la incorporación de las mismas al texto constitucional (1873-1874). Esta
i s
ingeniería política establece, entre sus objetivos prioritarios, modificar las
t es o ve
incumbencias de la Iglesia sobre el Estado con la supresión de la jurisdicción
n
S í ia
eclesiástica; la desamortización de los bienes inalienables y su nacionaliza-
i al o p
i t or n, c
ción; la prohibición de los votos eclesiásticos; la sanción del matrimonio
Ed ució
civil y la laicización de su registro; la secularización de los cementerios, hos-
e
pitales e institutos de beneficencia; el establecimiento de la libertad de cul-
d d distrib
tos; la supresión de las comunidades religiosas y, finalmente, la separación
a
ied a la
de la Iglesia del Estado.
p
Pro hibid
En segundo lugar, la ley de tierras de Lerdo (1856) que afecta notoria-
mente a las propiedades eclesiásticas también se orienta hacia el conjunto de
Pro
la tenencia comunal, abriendo el camino para la adquisición de las propie-
dades de las comunidades indígenas a grandes propietarios.
En tercer lugar, la Ley Juárez priva al ejército de diversas prerrogativas
precedentes, colocando a la oficialidad bajo la órbita de los tribunales civiles
y conformando un Estado Mayor y un gabinete con civiles.
Finalmente, terminan de dar forma a una división de poderes (ejecutivo,
legislativo y judicial) asimétrica, que otorga fuertes atribuciones a la Cámara
de Diputados, poniendo en riesgo la gobernabilidad por parte del Ejecutivo.
Esta situación se modifica, por una parte, con la creación del Senado (1874)
cuya organización intenta neutralizar los peligros de una única Asamblea Le-
gislativa. Por otra, con la apelación, en diversas oportunidades, a la suspen-
sión de la vigencia de la Constitución y la recurrencia a poderes excepcionales
por parte del Ejecutivo a fin de resolver conflictos institucionales.
81
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
versos gobiernos regionales, restan una serie de asignaturas pendientes y los
.
, S nta
conflictos vuelven a aflorar. La política de desamortización de tierras no
i s
alcanza a crear una clase de pequeños campesinos; el nuevo ejército liberal
t es o ve
–integrado por tropas regulares y guerrilleros y a cuya cabeza aparecen jefes
n
S í ia
locales– no asegura niveles de estabilidad y consenso adecuados; el Estado
i al o p
i t or n, c
consume casi todos sus recursos en los esfuerzos de guerra; la economía está
Ed ució
desquiciada y el nuevo aliado, EEUU, no puede resarcir a los mexicanos de
e
su pérdida de los mercados europeos y de las inversiones de capital.
d d distrib
Frente a un movimiento liberal resquebrajado, cuyas heterogéneas bases
a
ied a la
confrontan entre sí empujadas por el logro de sus propios intereses (gran-
p
Pro hibid
des terratenientes, rancheros pequeños o medianos, financistas del Estado,
pequeños comerciantes, funcionarios de gobierno, intelectuales radicales,
Pro
artesanos, obreros textiles, campesinos), el presidente intenta fortalecer el
poder del Estado con una serie de enmiendas constitucionales. Al fracasar en
su intento debe ceder ante las demandas de diversos actores.
Por ende, otorga mayor autonomía a los hacendados en sus estancias;
abre la burocracia del Estado a la incorporación de los sectores medios; con-
cede una amplia amnistía a quienes colaboran con Maximiliano –restituyén-
doles posesiones y cargos– y no pone demasiadas trabas a la recuperación
económica de la Iglesia. No tiene, en cambio, una respuesta positiva para un
campesinado que no solo no ha accedido a la tierra sino que experimenta
un creciente deterioro de sus condiciones de vida. Escasos son los esfuerzos
de los liberales para neutralizar el poder arbitrario de los hacendados, para
aliviar los excesos cometidos por las deudas de peonaje, equilibrar la desigual
carga impositiva y eximir a los campesinos de los tributos personales.
82
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
Tras la muerte de Juárez, la sucesión institucional recae en Sebastián
.
, S nta
Lerdo de Tejada, un criollo de clase alta que preside el Tribunal Supremo
i s
(1872). Si Lerdo logra capitalizar algunas de las políticas de su predece-
t es o ve
sor –particularmente las de fortalecimiento del Estado, las de pacificación
n
S í ia
y expansión del control del poder central sobre los regionales así como las
i al o p
i t or n, c
de crecimiento económico– no puede retener los consensos iniciales. Entre
Ed ució
otras cuestiones, provoca un fuerte rechazo tanto de los sectores conserva-
e
dores como clericales por su nuevo avance sobre la Iglesia: expropiación de
d d distrib
las nuevas propiedades, expulsión de jesuitas no nacidos en México y ratifi-
a
ied a la
cación de las leyes de Reforma en el texto constitucional.
p
Pro hibid
En 1876, Díaz logra configurar una sólida alianza de las elites regionales
liberales descontentas que le permite desplazar a Lerdo del poder, convocar
Pro
a elecciones y asumir la presidencia de la nación.
Durante su primer gobierno (1876-1884), Porfirio Díaz no se diferencia
demasiado de sus pares pero lentamente va construyendo una estructura de
poder cuyo núcleo central reside en el Ejecutivo. Desde allí negocia con los
poderes regionales y se asegura la designación de diputados y senadores ,con
lo que controla la representación nacional. A ello suma –a partir de un domi-
nio electoral que comparte con los gobernadores –su injerencia sobre la Cor-
te Suprema. No pocas veces, los jueces de esta instancia, se consideran deu-
dores del presidente por la obtención de cargos en renovación permanente.
Si bien Díaz desestima inicialmente la reelección –luego del gobierno de
Manuel González (1880-1884)– entre 1887 y 1890 impone la nulidad de tal
cláusula. En su horizonte –tras la consigna de “paz y administración”– es esen-
cial terminar de configurar un poder central superior a todos los regionales.
83
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
ferrocarriles, el telégrafo, el incremento demográfico y de las migraciones–
.
, S nta
va cohesionando los espacios económicos y de poder, neutralizando las frag-
i s
mentaciones y dando vida a nuevas relaciones de fuerza. Pero paralelamente
t
abre el camino a diversos desequilibrios.
n es o ve
S í ia
Los cambios sociales irán generando cada vez más mayores niveles de
i al o p
i t or n, c
inestabilidad en una dinámica de poder donde la figura presidencial opera
Ed ució
como el eje articulador y de anclaje de complejas tramas relacionales y de
e
clientelismo. Si hasta 1892 –segunda reelección consecutiva de Díaz– su
d d distrib
universo de alianzas se muestra relativamente compacto, comienzan a emer-
a
ied a la
ger las críticas y las fracturas.
p
Pro hibid
Entre 1889 y 1893, ciertas áreas como las de Chihuahua, Coahuila o
Guerrero experimentan tensiones agravadas por la crisis económica que –si
Pro
bien no exceden los marcos locales– se plantean como insurrecciones contra
la tiranía. A ellos se suman ciertas fisuras en el poder central a partir de las
propuestas de los jóvenes intelectuales positivistas, “los científicos”.
En esos años, la prensa opositora gana espacio en la opinión y no solo
pone en cuestión las bases del régimen sino que urge por recuperar la de-
mocracia. A su vez, los clubes liberales –especialmente el de San Luis Poto-
sí– comienzan a elevar sus cuestionamientos no solo contra determinadas
medidas económicas del Porfiriato sino contra el avance de la Iglesia en la
sociedad mexicana. En sus sucesivos congresos –a medida que se profundi-
za la represión de su dirigencia– los clubes van radicalizando sus posturas
y en 1903 no solo apelan a un retorno de la vigencia de la constitución
–especialmente para garantizar los derechos del hombre– sino a cambios
en las duras condiciones sociales de diversos actores (indios, clases medias
84
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
y humildes) así como contra los males generados por el clero, el capital y
el militarismo. La represión cierra por un tiempo un contexto de activismo
político que tendrá repercusiones y reiteraciones hasta el desenlace final
revolucionario (1910).
A.
yores dificultades para avanzar en un proceso de regeneración política que la
.
, S nta
conduzca a la institucionalización de un orden.
i s
El triunfo de Caseros y el fin del gobierno autoritario de Juan Manuel de
t es o ve
Rosas (1851) no conduce a la unidad de las elites. El vencedor de Caseros,
n
S í ia
i al o p
Justo José de Urquiza, no aparece a los ojos de diversos actores con la capa-
i t or n, c
cidad suficiente como para neutralizar antagonismos y disensos.
Ed ució
Las elites de la provincia de Buenos Aires –que pretenden hegemonizar
e
d d distrib
a la nueva comunidad política y al Estado– se niegan a firmar el acuerdo
alcanzado por las restantes provincias en San Nicolás (1852), imponiéndose
a
ied a la
la vía de la secesión, una secesión que dura casi una década y en la que con-
p
Pro hibid
frontan dos poderes: el de la Confederación y el del Estado de Buenos Aires.
Si bien cada espacio acepta las reglas de juego impuestas, no se produce
Pro
una escisión permanente, apelándose a fórmulas de convivencia que, sin em-
bargo, se ven conculcadas reiteradamente. La disputa por los recursos y por
el reconocimiento externo es recurrente. Pero también se reactivan las an-
tiguas confrontaciones entre federales y unitarios-liberales, particularmente
en la Confederación, no pocas veces estimuladas por el estado adversario.
El incremento de las tensiones durante ciertas sucesiones provinciales o
presidenciales –con su carga de violencia y represión– abren el camino a la
confrontación definitiva que, entre las batallas de Cepeda (1859) y Pavón
(1861), termina resolviéndose favorablemente para las fuerzas bonaerenses
encabezadas por Bartolomé Mitre.
La reforma de 1861 a la constitución originaria de 1853 otorga un mar-
co jurídico a las libertades y crea las condiciones para la construcción de
una nueva estructura de representación. Ella no solo pergeña la división de
85
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
poderes sino que, tras las huellas intelectuales de Juan Bautista Alberdi, con-
solida la estructura de un poder Ejecutivo fuerte, configura un Parlamento
bicameral (diputados y senadores) y organiza un poder judicial integrado
por una Corte Suprema y Cortes de circuito.
Desde fines de la década de 1850, se desarrolla un proceso codificador
que regula las relaciones entre las personas, con la propiedad y las mercan-
cías: Código de Comercio (1858), Civil (1869), Penal (1871). A ellos se
suman las codificaciones rurales provinciales, desplazando a las costumbres,
rompiendo privilegios y asimetrías con miras a afianzar las relaciones entre
iguales (Halperín, 1980; Fradkin, 1997; Bonaudo-Sonzogni, 1999).
Esta ingeniería institucional se ve acompañada por acciones orientadas a
A.
imponer la soberanía de la nación sobre las provincias, especialmente en dos
.
, S nta
ámbitos prioritarios, el de las rentas y el militar. La figura ciudadana en la
i s
que se asienta la soberanía resulta clave en esta instancia dado que aquella no
t es o ve
solo es portadora de derechos sino que debe convertirse en sostén material
n
S í ia
del Estado, brindándole sus brazos en la defensa y proporcionándole recur-
i al o p
i t or n, c
sos a través de los impuestos.
Ed ució
La primera obligación resulta significativa para el control imprescindi-
e
ble de la violencia legítima por parte del Estado a nivel del territorio. Ello
d d distrib
conduce a Mitre, luego de su consagración como presidente (1862-1868),
a
ied a la
a reordenar las fuerzas militares y organizar un ejército permanente. Este,
p
Pro hibid
si bien tiene un lento proceso de consolidación, termina desplazando a las
fuerzas provinciales nucleadas en las Guardias Nacionales (1880).
Pro
La segunda, torna urgente la necesidad de montar un sistema rentístico
nacional que redefina los tributos, sus alcances y la transferencia de prerro-
gativas de los gobiernos locales al Estado Central. Diagramar un complejo
sistema de recursos y gastos requiere la circulación de una moneda única y
del control exclusivo de los mecanismos de emisión, condición que no se
concreta hasta 1880 (Garavaglia, 2015; Marichal, 1988).
Para consolidar tal dinámica institucional, las elites deben superar su
profunda atomización. En esta instancia, los grupos burgueses, gestados en
la tradición colonial y posindependiente, ponen en juego su capacidad de
adaptación. No solo suman a nuevos actores procedentes de sucesivas olea-
das inmigratorias sino que redefinen sus alianzas con miras a articular los di-
ferentes espacios regionales, a fin de insertarse en un m ercado mundial cre-
cientemente integrado (Bragoni-Miguez, 2010; Bonaudo-Sonzogni, 1999).
86
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
La articulación regional dinamiza el crecimiento económico estimula-
.
, S nta
do, a su vez, por la modernización de los transportes y las comunicaciones
i s
gestada desde el Estado. Un universo de burgueses, un mundo de trabaja-
t es o ve
dores –heterogéneo, complejo y dinámico especialmente en las áreas urba-
n
S í ia
nas– definen los perfiles sociales del nuevo orden. Dentro del mismo, los
i al o p
i t or n, c
actores colectivos emergentes van desplegando sus prácticas, estructurando
Ed ució
sus modos de sociabilidad, dirimiendo sus conflictos y gestando sus formas
e
de representación en el espacio público (Sábato, 1998; Suriano, 2000).
d d distrib
Las sucesivas presidencias de esta etapa de “reorganización nacional”
a
ied a la
encabezadas por Mitre (1862-68), Sarmiento (1868-1874) y Avellaneda
p
Pro hibid
(1874-1880) se enfrentan a diversos conflictos.
Mitre proyecta la hegemonía bonaerense pero con su partido de la Liber-
Pro
tad –si bien desplaza a los federales de las provincias– ni pacifica ni unifica.
Mientras su proyecto de capitalización de Buenos Aires en pos de la unidad
provoca la fractura del frente interno bonaerense, los levantamientos de Pe-
ñaloza (1862-64) y Varela (1866-68) muestran –desde La Rioja– las resis-
tencias a la hegemonía bonaerense. A ellos se suman, durante los gobiernos
de Sarmiento y Avellaneda, los sucesivos conatos revolucionarios de López
Jordán (1873-1876) desde Entre Ríos, luego de asesinar a Urquiza (1870).
La intervención argentina en la guerra de la Triple Alianza o del Paraguay
(1865-1870) proyecta, en alguna medida, las pugnas internas locales entre
federales y liberales autonomistas al campo internacional. Pero también sig-
nifica un momento de inflexión, donde la resistencia a aceptar el disenso
recusando al adversario, va siendo desplazada por una disputa institucional
que deja poco margen al levantamiento armado. En este plano, ni el le-
87
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
1880 la candidatura presidencial del general Julio Argentino Roca. Roca es
.
, S nta
el hombre que marca la última etapa de ocupación militar de los territorios
i s
en mano de las comunidades indígenas (1879-1884) y que capitaliza ese
t es o ve
prestigio y poder para acceder a la presidencia de la nación (1880-1886).
n
S í ia
Bajo un programa de paz y administración, Roca y el PAN intentan ase-
i al o p
i t or n, c
gurar la estabilidad política y el orden, imponiendo un sistema de control
Ed ució
de la sucesión basada en la inversión del sistema representativo. Si bien el
e
accionar del presidente y del partido parece omnipotente en esta dirección,
d d distrib
de hecho está sometida a una compleja gama de negociaciones.
a
ied a la
Desde el Estado Central, intentando garantizar la gobernabilidad, Roca
p
Pro hibid
opera utilizando todos los recursos institucionales que posee en pos de con-
solidar alianzas y colocar al servicio de las elites provinciales afines las ofici-
Pro
nas gubernamentales. Con la perspectiva de concretar vínculos se recurre,
especialmente, a aquellos espacios proveedores de empleo público o de alta
injerencia en la captación y control de adherentes.
Esto afecta considerablemente la división de poderes, la autonomía de
las provincias y la propia dinámica electoral. El presidente y los gobernado-
res no solo subordinan a sus respectivos parlamentos sino que convalidan
prácticas que convierten a las instituciones en lugares donde se despliega
una dura competencia intrapartidaria entre sus facciones. Dicha competen-
cia prácticamente desplaza y minimiza a la interpartidaria (Alonso, 2010;
Botana, 1977).
El triunfo de Miguel Juárez Celman –el cuñado presidencial– profun-
diza las políticas precedentes. Aquel intenta asentar su legitimidad en una
narrativa que apela, como la de su antecesor, a la valoración del progreso,
88
Pactos constitutivos y reformas para un Nuevo Orden
A.
Botana, 1977; Alonso, 2010).
.
, S nta
Las tensiones acumuladas estallan en la coyuntura del noventa, conden-
i s
sando una multiplicidad de demandas provenientes tanto del mundo de
t
notables como de los actores subalternos.
n es o ve
S í ia
En el plano político se produce una verdadera crisis de representación
i al o p
i t or n, c
que pone en cuestión los cursos de acción decididos por los líderes, especial-
Ed ució
mente por Juárez Celman, al tiempo que deja al descubierto la coexistencia
e
en el PAN de proyectos diferentes tanto para procesar el disenso interno
d d distrib
como redefinir las relaciones con la oposición.
a
ied a la
La gestión de Juárez Celman queda marcada por el deterioro de la situa-
p
Pro hibid
ción económica y social así como por los altos niveles de corrupción y espe-
culación. La “mala política”, el “desarreglo violento al manejar los dineros
Pro
públicos”, la violación de la “moral cívica” y administrativa, la incapacidad
para garantizar derechos por parte de los gobernantes, ha socavado la rela-
ción que los une a sus representados.
En el imaginario social no solo se percibe una clara pérdida de confianza
en los liderazgos precedentes sino que se enfatiza la imprescindible articula-
ción entre responsabilidad, “eficiencia” y legitimidad en clave representativa.
Tales percepciones –resignificando valores y prácticas sociales– parecen dar
cuenta de transformaciones en “las estructuras del sentir”. Frente al materia-
lismo y a la sobrevaloración del éxito económico se observan cambios tanto
en las nociones del honor público como en las lógicas de la moral privada.
Los desafíos post crisis en el campo económico y social obligan a ampliar
las agendas de debate pero también conducen a replantear las concepciones
en torno a la representación. Aun cuando los intentos revolucionarios y/o
89
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
Las tensiones y conflictos sociales y políticos escalan en los años siguien-
.
, S nta
tes al calor de la emergencia de organizaciones obreras anarquistas, socia-
i s
listas y/o sindicalistas revolucionarias; bajo el impacto de otra revolución
t es o ve
frustrada (1905) y una hegemonía en crisis que da paso a nuevas estrategias
n
S í ia
reformistas (Alonso, 2000; Gallo, 2013; Rojkind-Romero, 2013; Zimmer-
i al o p
mann, 1995).
i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
90
El nuevo siglo:
3
entre los reformismos A.
S . a
,
y la revolución esis vent
í n t o
S i a
o r ial , cop
E dit ción
d de tribu
i e da la dis
pcrisis del mundo de los notables AUTORES: Por
P o hibida
3.1. rLa favor,
confirmen.
tablesP
ro del siglo xx, tras décadas de hegemonía, los regímenes de no-
A comienzos
comienzan a mostrar signos de agotamiento. Se multiplican los con-
flictos sociales tanto en el mundo rural como en las ciudades, y, de la mano
de la difusión del anarquismo y el socialismo, se organizan sociedades de
resistencia y sindicatos que impulsan huelgas prolongadas.
En algunas ciudades como Santiago, Valparaíso, Buenos Aires, Rosario,
Iquique, San Pablo, México o Montevideo, el nuevo siglo es recibido por
fuertes oleadas huelguísticas y un alto nivel de conflictividad. Las alarmas
se encienden entre las clases dominantes. En 1903 las huelgas de estibado-
res de Valparaíso se cobran decenas de muertos. En 1905 los disturbios en
Santiago de Chile debido al alza de precios dejan como saldo medio cen-
tenar de vidas. Dos años después, cientos de trabajadores movilizados son
asesinados por el Ejército chileno en el puerto de Iquique.
91
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
En Buenos Aires y Rosario las huelgas alcanzan por primera vez entre
1901 y 1902 el rótulo de “generales”. En México, igualmente, la agitación
obrera se hace sentir en los centros textiles del Estado de Veracruz y en las
minas de cobre de Cananea. Incluso en Lima, cuyo crecimiento había sido
mucho más moderado, se producen grandes huelgas y en 1911 la primera de
índole general encabezada por sectores anarquistas y sindicalistas.
Si bien dadas las profundas diferencias sociales y económicas, el rol de
los sindicatos y el auge del “nuevo” conflicto social adquieren diferentes
intensidades, su aparición se hace sentir en toda América Latina. En breve
se convierten en uno de los factores de desestabilización de los gobiernos
previos.
A.
En Argentina, se crea en 1902 la Federación Obrera –luego devenida
.
, S nta
FORA, Federación Obrera Regional Argentina– de orientación anarquis-
i s
ta. Poco después, en 1904 sectores socialistas y sindicalistas revolucionarios
t es o ve
convergen en la creación de la Unión General de Trabajadores (UGT). En
n
S í ia
Chile, en la década siguiente, la llamada Gran Federación se disuelve para
i al o p
i t or n, c
dar paso a la creación de la Federación Obrera de Chile (FOCH). En Méxi-
Ed ució
co, entre tanto, los anarquistas ganan influencia entre los mineros del norte.
e
Al mismo tiempo, los movimientos campesinos e indígenas adquieren
d d distrib
fuerza y mayor organización a medida que la modernización capitalista pro-
a
ied a la
letariza a las clases populares rurales. En Perú, por ejemplo, se contabilizan
p
Pro hibid
alrededor de tres centenares de alzamientos ante el acelerado proceso de
privatización de tierras en las primeras décadas del siglo xx. En México, el
Pro
malestar por la apropiación de los ejidos comunales durante el Porfiriato se
convierte en una de las claves de su caída.
Más importante aún, el impacto político de la organización de los traba-
jadores y de los movimientos campesinos se profundiza como consecuencia
de las propias tensiones intraelites que, como se vio en el capítulo anterior,
se estaban volviendo incontrolables. En ese marco, los conflictos sociales de
principios del siglo xx atizan los enfrentamientos internos entre los grupos
dirigentes y aceleran los procesos de fragmentación de los partidos notabi-
liares tradicionales. Se ponen en discusión, de este modo, las estructuras
políticas que se habían edificado en las décadas anteriores.
En Argentina, la denominada política del “acuerdo” que había sentado
las bases para la formación del Partido Autonomista Nacional, tras atravesar
fuertes crisis como la de 1890, comienza a disgregarse en los primeros años
92
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
hacen más fuertes también, por esos años, las demandas en favor de una ma-
.
, S nta
yor apertura política. El accionar de movimientos –en algunos casos arma-
i s
dos– a favor de la sanción de nuevas leyes electorales, se repite, aunque con
t es o ve
diferente magnitud y arraigo, en casi todos los países de América Latina. En
n
S í ia
este contexto, van surgiendo tanto nuevos actores, plasmados en partidos,
i al o p
i t or n, c
ligas y uniones, como, según los casos, vertientes reformistas al interior de
Ed ució
las agrupaciones tradicionales.
e
En Chile, como se verá más en detalle en el apartado siguiente, Arturo
d d distrib
Alessandri impulsa al interior del Partido Liberal una nueva tendencia a
a
ied a la
lo largo de la década de 1910. Desde la presidencia, además, busca “mo-
p
Pro hibid
dernizar” las estructuras de base de su fuerza política, logrando tras varias
idas y venidas sancionar una nueva constitución en 1925. En Argentina, el
Pro
gobierno de la Unión Cívica Radical –una agrupación política surgida de la
crisis de 1890– inaugura una nueva etapa en la participación popular con su
llegada al Ejecutivo Nacional en 1916. El proceso de democratización tiene
también otros actores importantes como el Partido Socialista en la ciudad de
Buenos Aires y el Demócrata Progresista en Rosario.
En Uruguay, en otra clave, los cambios se dan a través del fortalecimien-
to de la fracción reformista encabezada por José Batlle y Ordóñez al interior
del Partido Colorado. El proceso deriva, tras la sanción de sucesivas leyes, en
la reforma constitucional de 1919 que coloca a Uruguay a la vanguardia en
materia política y social.
En sentido contrario, en otros países como Brasil o Perú, las tendencias
democratizadoras no logran reformar, por el momento, los regímenes polí-
ticos ni alterar en un sentido progresivo los equilibrios de poder de las elites
93
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
me. política notabliar, influye también el propio debilitamiento de las certezasAUTOR: En
.
, S nta
ideológicas del liberalismo. Con el nuevo siglo y como respuesta al cre-la bibliografía
i s
ciente intervencionismo militar de los EEUU (Tabanera, 2017; Bender,es 2018.
t es o ve
2011) se van haciendo más definidas y vigorosas algunas de las corrientes
n
S í ia
nacionalistas. Muchas de las cuales, al menos, vienen insinuándose desde
i al o p
1890.
i t or n, c
Ed ució
De igual manera, el positivismo –muy influyente en diferentes países,
e
entre ellos, como se señaló, el México de Porfirio Díaz y “los Científicos”–
d d distrib
recibe fuertes embates. Tal el caso de los provenientes desde la literatura con
a
ied a la
la publicación de Ariel del uruguayo José Enrique Rodó. Un anticipo de la
p
Pro hibid
reacción antimaterialista y espiritualista que se profundizará en las elites in-
telectuales en las décadas siguientes (Terán, 2004; Altamirano, 2010; Funes,
Pro
2007; Devés Valdés, 2000).
En este nuevo contexto, poco a poco, sobre todo en los países del Cono
Sur, la inmigración, que se había defendido como un vehículo civilizatorio
y de progreso –asociado en clave racista al “blanqueamiento” de las pobla-
ciones–, comienza a despertar también preocupaciones a lo largo y ancho
del subcontinente (Bonaudo-Mauro, 2015; Terán, 2004). En la Argentina,
donde el impacto del caudal inmigratorio es enorme y la conflictividad so-
cial se profundiza, crecen las incertidumbres. En breve derivan entre otras
cosas en la sanción de importantes leyes represivas como la de Residencia
(1902) y Defensa Social (1910).
De igual modo, en países como México o Perú –aunque de escasa in-
migración– la búsqueda de una identidad nacional también gana centrali-
dad de la mano de los diferentes movimientos indígenas e indigenistas que
94
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
distintos, en casi todos los países fluyen propuestas similares (Terán, 2004;
.
, S nta
Maihle, 2018).
i s
Finalmente, también la Gran Guerra impacta con fuerza en el debili-
t es o ve
tamiento de los gobiernos oligárquicos y las lógicas de la denominada “era
n
S í ia
liberal”. A lo largo de la segunda mitad del siglo xix, de manera vertiginosa
i al o p
i t or n, c
en algunos casos y más lentitud en otros, la mayoría de los países siguen un
Ed ució
mismo camino económico, insertándose en el comercio mundial como ex-
e
portadores de alimentos y materias primas para la industria europea.
d d distrib
Las sorprendentes tasas de crecimiento –en algunos casos altísimas, como
a
ied a la
en Argentina– no ocultan los crecientes niveles de desigualdad y los desequi-
p
Pro hibid
librios regionales. A ellos se suman las constantes crisis externas generadas
por las fluctuaciones de los mercados. Si bien por entonces las voces críticas
Pro
son todavía minoritarias, la crisis durante el conflicto mundial alimenta la
discusión sobre la necesidad de diversificar las exportaciones y fortalecer
otras actividades productivas. Más importante aún, siembra dudas sobre la
sostenibilidad indefinida del modelo económico.
De igual manera, las consecuencias ideológicas, políticas y geopolíticas
de la guerra –que en unos pocos años se cobra la vida de cuatro grandes
imperios, uno de ellos, el ruso, a través de una revolución social– contri-
buyen también, de refilón a profundizar la crisis del mundo “oligárquico”.
Fundamentalmente, al arrasar muchas de las certidumbres sobre las que se
había fundado: el ideal civilizatorio europeo, la idea misma de progreso, el
liberalismo –y su horizonte librecambista– y, en definitiva, lo que las elites
percibían como el orden natural de las cosas. En otras palabras, el “sui-
cidio de los bárbaros”, como argumenta José Ingenieros desde Argentina,
95
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
2005; Betonha-Bohovslasky, 2016).
.
, S nta
Asimismo, en este contexto revuelto, la oleada de cambios impacta tam-
i s
bién sobre las corrientes sufragistas femeninas que venían desarrollándose en
t es o ve
diferentes partes de Europa y América. La aprobación del voto para las mu-
n
S í ia
jeres en Inglaterra y EEUU, sumado a los debates que se dan en buena parte
i al o p
i t or n, c
de los países europeos en virtud de la contribución de las mujeres al esfuerzo
Ed ució
bélico, influye fuertemente en América Latina. Todo esto propicia intensos
e
debates y el surgimiento de organizaciones de mujeres que reclaman cada
d d distrib
vez con más fuerza igualdad política y civil (Giordano, 2012; Barry, 2011).
a
ied a la
De este modo, durante la década de 1910, un conjunto de procesos
p
Pro hibid
de mediano plazo, tendencias estructurales y circunstancias coyunturales
convergen para debilitar las bases sobre las que habían asentado su poder
Pro
las elites tradicionales. Este fenómeno alimenta las demandas de cambio
y democratización. Las salidas, no obstante, son muy diferentes según las
cambiantes situaciones y los heterogéneos escenarios nacionales.
En aquellos países en los que las estructuras “oligárquicas” se muestran
reacias a los cambios, basadas en regímenes políticos monolíticos y a veces
autocráticos –como el Porfiriato mexicano–, las presiones sociales terminan
generando fuertes y violentos estallidos de índole revolucionaria. En algunos
casos, en sentido contrario, dichas estructuras dan paso a reacciones auto-
ritarias y a prolongadas dictaduras, como en el caso del Perú de Augusto
Leguía.
En América Central, sin desconocer la importancia de las fuerzas sociales
movilizadas, la resolución de estos dilemas depende en buena medida del rol
jugado por EEUU. Tal como se hace evidente en la Nicaragua de Sandino,
96
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
y democratización social. Dichas dinámicas se plasman, como se analizará,
.
, S nta
en nuevas fuerzas y en la conformación de gobiernos populares de índole
reformista hasta al menos la década de 1930.
i s
n t es o ve
S í ia
3.2. Las salidas reformistas:riArgentina, l
a , copUruguay
y Chile en el espejo d ito ión
e E uc
d d ib Latina, las demandas de cambio
del sur detrAmérica
En el caso de los países
a
d dan lpie i s
d ensayo de diferentes vías reformistas. Se san-
i e
y democratización
a al
p leyesdaelectorales y surgen fuerzas y tendencias políticas que
Proliderazgos
cionan nuevas
alimentan
h ibi en populares como el de Hipólito Yrigoyen en Argentina,
Pro
Arturo Alessandri Chile y José Batlle y Ordóñez en Uruguay.
A comienzos de la segunda década del siglo xx, los sectores reformistas del
“orden conservador” argentino, encabezados por el presidente Roque Sáe-
nz Peña, logran la sanción de un conjunto de nuevas leyes electorales. El
resultado es una sustancial ampliación del número de votantes. El punto
fuerte de la reforma no es la universalización del sufragio –que, al menos
según los estándares masculinos del momento, existía ya en el país desde el
siglo xix– sino la obligatoriedad, el carácter secreto del voto y la incorpora-
ción de las minorías. Estos cambios debilitan los mecanismos tradicionales
97
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
dominantes, aun cuando sean conscientes de las diferencias que separan a
.
, S nta
los países del Cono Sur de la realidad mexicana. En este sentido, si bien son
i s
pocos los que temen estar frente a una coyuntura revolucionaria, el conflicto
t es o ve
social es una realidad innegable al igual que la presión ejercida a favor del
n
S í ia
sufragio por la Unión Cívica Radical. Tanto a través del llamado a la absten-
i al o p
i t or n, c
ción como mediante la revolución armada.
Ed ució
Por entonces, la participación electoral es ciertamente insignificante:
e
unos pocos miles de votos sobre una población que supera los siete millo-
d d distrib
nes de habitantes. En principio las reformas políticas buscan dos cosas. Por
a
ied a la
un lado, la definitiva incorporación de la Unión Cívica Radical al juego
p
Pro hibid
electoral y con ella una mayor participación. Por otro, una reorganización
profunda de las fuerzas “liberales y conservadoras” que en el pasado habían
Pro
dado vida al Partido Autonomista Nacional. El objetivo es poder desempe-
ñar nuevamente un rol directriz en la etapa democrática que se inicia.
En la opinión de los reformistas, la clave pasa por dotar al nuevo parti-
do de lógicas “modernas” de organización y funcionamiento, con comités
seccionales, juntas departamentales, concejos directivos y mecanismos de
financiamiento así como con instrumentos para la definición de las candida-
turas y la elección de las autoridades. Se trata de un tipo de estructura simi-
lar a la de los partidos norteamericanos, también a la de algunos europeos,
como el socialdemócrata alemán, y similar a la que ya venía empleando el
Partido Socialista en Buenos Aires y el radicalismo en algunos distritos. En
este sentido, puede decirse que los cambios apuntan a la conformación de
una máquina electoral moderna capaz de derrotar al radicalismo en eleccio-
nes libres. Algo que pocos reformistas dudan.
98
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
heterogéneo de lo que los reformistas imaginan y, en consecuencia, muy
.
, S nta
difícil de reconstruir.
i s
En ese contexto, las nuevas leyes, lejos de propiciar la unidad y la re-
t es o ve
forma del mundo conservador, profundizan sus enfrentamientos internos.
n
S í ia
Finalmente, generan la disolución del Partido Autonomista Nacional. El
i al o p
i t or n, c
intento más firme por reformular las alianzas previas es la creación del Parti-
Ed ució
do Demócrata Progresista, conformado sobre la base de la Liga del Sur, una
e
agrupación provincial creada en 1909 y encabezada por Lisandro de la Torre
d d distrib
(Malamud, 1997; Bonaudo-Mauro, 2014). El partido alcanza una prolon-
a
ied a la
gada actuación en Santa Fe –donde se había originado la Liga del Sur–, pero
p
Pro hibid
naufraga en su intento por convertirse en una opción nacional heredera del
Partido Autonomista Nacional. Aunque hacia 1914 parece que la empresa
Pro
es posible, el proyecto finalmente fracasa cuando el Partido Conservador de
Buenos Aires –el más importante del país– se niega a confluir en la nueva
formación.
La reforma deja así liberado el camino a la Unión Cívica Radical que,
con la candidatura de su principal líder, Hipólito Yrigoyen, se hace con el
poder en 1916. Su llegada a la presidencia, tras largas décadas de lucha, ge-
nera un enorme fervor popular. En un ejemplo de la devoción que causa la
figura de Yrigoyen, tras su elección como presidente, la multitud que rodea
al carruaje que lo conduce a la casa de gobierno desengancha los caballos
para arrastrarlo por sí misma al sillón presidencial. Las largas décadas en el
llano y su actitud intransigente le aseguran un gran prestigio.
De igual manera, su defensa de la “pureza” del sufragio y la restauración
de las libertades políticas gozan a esta altura de amplia popularidad, unidas
99
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
dial es más bien restaurar su vigencia para devolver al pueblo sus derechos,
.
, S nta
reconocidos ya en la constitución de 1853. Por eso, no es extraño que los
i s
dirigentes radicales señalen frecuentemente que su programa es la propia
t es o ve
Constitución Nacional y su causa la causa de la nación.
n
S í ia
Estas tendencias regeneracionistas se manifiestan también en la asimi-
i al o p
i t or n, c
lación de la noción de “causa” a la idea misma de “nación”, que revela un
Ed ució
cierto fondo unanimista, heredero, como se desarrolla en los capítulos ante-
e
riores, del liberalismo decimonónico (Palti, 2007). Las ideas pluralistas, no
d d distrib
obstante, se abren paso igualmente y pronto se desarrolla un sistema político
a
ied a la
competitivo, con diversos partidos y una cierta alternancia en las principa-
p
Pro hibid
les ciudades como Buenos Aires, Rosario, Tucumán y Córdoba. Además, el
número de votantes se multiplica por cuatro o cinco en la mayoría de los
Pro
distritos en unos pocos años tras la ley de 1912.
Más importante aún, el nivel de movilización en las calles se convierte
en un rasgo determinante del período radical. Claro está, también en las
décadas previas la movilización había existido (Sábato, 1998), pero ahora
los comités seccionales que se hallan desperdigados a lo largo y a lo ancho
del país aseguran una actividad permanente. Por otro lado, en las principales
ciudades donde los niveles de competitividad son particularmente altos, en
cada distrito suelen existir varios comités en actividad (Mauro-Lichtmajer,
2014).
A este proceso de movilización y politización social contribuye además
la propia devoción que genera la figura de Yrigoyen (Gentile, 2006). Un
vínculo que, más allá de lo que señalan sus detractores, no puede explicarse
por el mero ejercicio del patronazgo estatal o la ampliación de las redes
100
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
res, que los aprovechan para insistir en la “irracionalidad” de las masas y en
.
, S nta
la necesidad de poner frenos a la democracia popular. Un tópico argumen-
i s
tal que las derechas latinoamericanas repetirán en infinidad de ocasiones,
t es o ve
hasta el hartazgo, a lo largo del siglo, como se demuestra en los capítulos
n
siguientes. S í ia
i al o p
i t or n, c
En concreto, el yrigoyenismo se muestra distante de cualquier extremis-
Ed ució
mo y, por el contrario, al menos en un primer momento, balancea con bas-
e
tante mesura el intento de acercamiento al movimiento obrero con la conti-
d d distrib
nuidad de la política económica heredada del período anterior (Gerchunoff,
a
ied a la
2016). Aun así, aunque moderada, su política social y su intento por mediar
p
Pro hibid
en los conflictos entre capital y trabajo generan fuertes resistencias en las
corporaciones patronales.
Pro
La mediación no era nueva y durante los gobiernos previos se había en-
sayado en algunas oportunidades (Hora, 2019), pero Yrigoyen inaugura una
nueva etapa al proponerse arbitrar sistemáticamente en casi todas las princi-
pales huelgas (Suriano, 2000). Sus fallos, además, en la mayoría de los casos
a favor de los trabajadores, generan un clima muy distinto. Esta postura
rápidamente le genera el apoyo de los sectores de tendencia sindicalista den-
tro del movimiento obrero, por entonces mayoritarios (Del Campo, 2005).
El prestigio ganado con sus fallos entre 1916 y 1918, que le valen el mote
de obrerista, se acrecienta debido a sus iniciativas para mitigar los efectos de
la crisis durante la guerra. Entre ellas sobresale un impuesto a las exportacio-
nes, la venta rebajada de pan y carne en los propios locales partidarios y el
congelamiento de los alquileres (Gerchunoff, 2016). Medidas que, aunque
limitadas en sus efectos, aumentan la popularidad de Yrigoyen y contribu-
101
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
Durante el período de Alvear se viven años de bonanza económica y
.
, S nta
los salarios crecen de manera continuada. A pesar de ello, en 1928 cuando
i s
Yrigoyen se presenta como candidato para un nuevo mandato obtiene un
t es o ve
triunfo arrollador. El caudal de votos es tan abultado que duplica los obte-
n
S í ia
nidos por todos sus adversarios juntos, entre ellos los antipersonalistas, y al-
i al o p
i t or n, c
canza la mayoría en los principales distritos obreros de Buenos Aires. Incluso
Ed ució
en aquellos donde los sindicatos comunistas, de reciente aparición pero ace-
e
lerado crecimiento, tienen una fuerte gravitación (Camarero, 2007).
d d distrib
Semejante triunfo genera desconcierto en sus adversarios y aumenta el
a
ied a la
encono hacia su figura. Para muchos opositores, Yrigoyen es una verdade-
p
Pro hibid
ra pesadilla de la que no logran despertar, un fenómeno incomprensible y
misterioso. Su triunfo, sin embargo, tiene mucho menos de enigmático si se
Pro
repara en el contexto. Primero, en el perfil claramente pro patronal del can-
didato opositor, el radical antipersonalista Leopoldo Melo , vinculado como
abogado a las empresas implicadas en la represión de 1919. Segundo, en el
discurso de campaña de Yrigoyen en 1928 mucho más claramente centrado
en los trabajadores que el de 1916. Anuncia incluso un “segundo radicalis-
mo” capaz de redimirlos no ya solo electoralmente, como una década antes,
sino también en el plano económico.
Finalmente, tomando distancia de la coyuntura, si se analiza la distribu-
ción del ingreso y los salarios reales del período, queda claro también que
las mejoras alcanzadas durante el ciclo radical, identificado con Yrigoyen
mucho más que con Alvear (Gerchunoff, 2016) son considerablemente sig-
nificativas. En 1929, los salarios reales están claramente por arriba del nivel
de 1922 y la participación salarial sobre la masa del PBI no deja de crecer
102
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
desde los años finales del primer gobierno de Yrigoyen, cuando comienza a
superarse la crisis (Gerchunoff, 2016).
De este modo, tanto en términos simbólicos como materiales, el radica-
lismo trae consigo mejoras apreciables para buena parte de las clases popu-
lares argentinas. Más importante aún, en los años veinte, para la mayoría de
los votantes está claro que los adversarios de Yrigoyen –con excepción de los
socialistas– aseguran lo contrario.
No obstante, el golpe de Estado de 1930, muestra rápidamente que ese
apoyo no resulta suficiente para contener la reacción de las derechas y deja
al descubierto las debilidades del proceso iniciado por Yrigoyen. Entre ellas,
los límites congénitos del ADN regeneracionista del radicalismo. A pesar de
A.
algunos intentos aislados, los dirigentes de la Unión Cívica Radical –y espe-
.
, S nta
cialmente la fracción yrigoyenista– no se proponen institucionalizar a través
i s
de nuevas leyes, reformas y códigos las innovaciones encaradas.
t es o ve
En el plano político-partidario, no se sanciona ninguna ley de partidos
n
S í ia
ni se aprueban a nivel nacional nuevas leyes electorales más proporcionales
i al o p
i t or n, c
capaces de contribuir a la conformación de otras fuerzas. Todo esto impide
Ed ució
la canalización de las tensiones internas que corroen a las agrupaciones exis-
e
tentes. De hecho, la intensa fragmentación del radicalismo –dividido en tres
d d distrib
o más partidos en casi todas las provincias– afecta trágicamente la segunda
a
ied a la
presidencia de Yrigoyen (Persello, 2007; Ferrari, 2007).
p
Pro hibid
En el plano sindical, por otro lado, la lógica del arbitraje funciona
bien al principio, pero solo hasta que las patronales ofuscadas por los
Pro
fallos de Yrigoyen a favor de los trabajadores deciden dejar de negociar y
comienzan a organizarse corporativamente a través de nuevas entidades.
Entre ellas, la Asociación Nacional del Trabajo (1918) que se suma a la
Sociedad Rural y la Unión Industrial Argentina (Rapalo, 2012; Ansaldi,
2000). Ante esta situación, la estrategia oficial se debilita y aumenta la
intensidad de los conflictos. Inmediatamente, además, esto repercute en
el movimiento obrero, donde las vertientes sindicalistas, proclives a la
negociación con el Estado y en especial con Yrigoyen, comienzan a ser
cuestionadas y a perder terreno frente a los dirigentes anarquistas, ante-
riormente desplazados. Todo esto configura un escenario aún más difícil
para la negociación entre las partes.
Aunque el intento por formalizar estos mecanismos no está del todo
ausente –por ejemplo, se sanciona una ley de salario mínimo para los
103
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
fondo que más influyen en la crisis de su segundo gobierno a partir de 1928.
.
, S nta
Esto, finalmente, al concatenarse con los coletazos de la crisis económica
i s
mundial y las tensiones al interior de su propio partido, facilita el golpe de
t es o ve
Estado que desaloja a Yrigoyen del poder apenas dos años después de asumir
n
con un caudal abrumador de votos. S í ia
i al o p
i t or n, c
e
3.2.2. El Uruguay batllista Ed ució
a d d
i s trib
i l a d también Uruguay vive en las primeras dé-
Del otro lado deldRío de la Plata,
e
cadas delo p xx undaproceso progresivo de democratización. A diferencia de
Pr henibArgentina,
siglo
lo ocurrido i sin embargo, el impulso reformista no deriva en
P r o
la conformación de una nueva fuerza sino en el surgimiento de un tenden-
cia, el denominado “batllismo”, al interior del partido Colorado. Como en
buena parte de América Latina, el nuevo siglo pone en jaque los sistemas de
acuerdos políticos característicos del mundo notabiliar. En el caso uruguayo,
como se vio previamente, se habían basado en la llamada coparticipación
entre el Partido Colorado y el Partido Blanco desde 1872 y luego, tras la
insurrección de 1897, en el denominado Pacto de la Cruz (Caetano, 2016).
En 1903 la llegada de José Batlle y Ordónez a la presidencia –y sobre
todo la derrota militar del levantamiento de Aparicio Saravia en 1904– mar-
can el comienzo de un largo ciclo de hegemonía batllista y de reformas en el
terreno social y político (Nahúm-Caetano, 2003).
En términos partidarios, uno de los elementos distintivos es la moder-
nización de las estructuras organizativas del Partido Colorado. En sintonía
104
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
con las lógicas políticas que adoptan los partidos nuevos, como el Socialista
en Argentina, los colorados fortalecen sobre todo su presencia local a tra-
vés de la consolidación de los clubes seccionales, la distribución de prensa
partidaria y el desarrollo de una propaganda política más robusta y diversi-
ficada. Al igual que los comités del radicalismo en las principales ciudades
argentinas, el dinamismo de los clubes batllistas insufla de vigor a la política
urbana desde abajo y asegura mayores niveles de movilización. Es un engra-
naje esencial del proceso de democratización en un contexto en que, como
en el Uruguay de entonces, la participación electoral roza apenas el 4 o 5 %
de la población.
Los cambios organizativos son acompañados, además, por una serie de
A.
reformas electorales que amplían el juego y, finalmente, por una nueva cons-
.
, S nta
titución sancionada en 1919. A partir de entonces, de manera vertiginosa se
disparan los niveles de participación.
i s
t es o ve
A lo largo de la década de 1910, Uruguay vive un salto tanto o más acen-
n
S í ia
tuado que el propiciado por la reforma electoral argentina de 1912. ParaA U T O R :
i al o p
i t or n, c
dar un ejemplo: si en 1907 votan unas 45 000 personas –lo que representaC o n f i r m e ,
Ed ució
el 16 % del censo–, en 1919 ya en vigencia el voto secreto y la inscripciónpor favor.
e
obligatoria en el Registro Civil lo hacen 188 000. En 1922 el número ronda
d d distrib
los 246 000 –un 55 % del censo– y en 1930 llegan a sufragar 320 000 per-
a
ied a la
sonas, aproximadamente el 60 % del censo. El salto resulta impresionante y
p
Pro hibid
se plasma en un nivel de participación estable sin parangón en el resto de los
países de América Latina.
Pro
En dos décadas, el electorado se multiplica por siete y si se considera la
coyuntura de la puesta en vigencia de la Constitución de 1919, los votantes
se multiplican por tres en solo cinco años (Caetano, 2017). Las mujeres,
como en buena parte de América Latina, son marginadas, pero, de todos
modos, los debates al respecto se vuelven más habituales. Sobre todo tras
la creación del Concejo Nacional de Mujeres, que cuenta con el apoyo de
batllistas, socialistas y liberales (Sapriza, 2011).
El proceso reformista es posible debido a varias circunstancias. Por un
lado, la derrota y muerte de Aparicio Saravia, que descabeza a parte de los
sectores populares rurales vinculados al Partido Nacional. Por otro lado,
también resulta clave la progresividad –para algunos la lentitud– de los cam-
bios durante la primera década del siglo. De hecho, durante la primera pre-
sidencia de Batlle y Ordóñez, entre 1903 y 1907, y luego durante la de su
105
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
inicia la construcción del puerto de Montevideo en 1901. Como señalan
.
, S nta
diferentes historiadores, el batllismo crece en la “cuna de oro” de un Estado
i s
fuerte y desarrollado. La mayoría de las dirigencias reformistas en el resto de
t es o ve
América Latina con excepción, tal vez, de los casos de Argentina y Chile, no
n
cuentan con esto. S í ia
i al o p
i t or n, c
En términos sociales, se logra la sanción de varias leyes obreras como la
Ed ució
jornada de 8 horas, el derecho a huelga y la supresión del trabajo infantil, a
e
las que se suma una reforma tributaria de índole progresiva (Oddone, 1992).
d d distrib
La llamada “reforma moral” (Barrán-Nahum, 1983) se expresa, además, en
a
ied a la
el apoyo a la educación pública –que incluye la creación de liceos nocturnos
p
Pro hibid
para trabajadores– y en la laicización del Estado que plantea un escenario inédi-
to en América Latina. En 1906 se suprimen las imágenes religiosas de los hospi-
Pro
tales y el juramento religioso de los parlamentarios, en 1907 se sanciona la Ley
de Divorcio, en 1909 se suprime la enseñanza religiosa en las escuelas públicas,
en 1913 se aprueba el divorcio por “sola voluntad de la mujer”, en 1919 la nue-
va constitución establece la separación de la Iglesia y el Estado y ese mismo año
se “secularizan” los días festivos. La Semana Santa, por ejemplo, pasa a llamarse
“Semana del Turismo” y la Navidad “Día de la Familia” (Geymonat-Caetano,
1997; Caetano, Geymonat, Greising y Sánchez, 2013; Da Costa, 2009). Es
un camino casi opuesto al que, en paralelo, sigue Argentina, cuyas estructuras
estatales irán confesionalizándose con el avance del siglo xx (Mauro, 2016).
Por último, en el plano político se amplía, como se destacó previamente,
la participación a través del voto universal y secreto y la depuración de los
censos. Se innova, asimismo, a través de la conformación de un controver-
tido Poder Ejecutivo bicéfalo, compuesto por un presidente y un Consejo
106
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
futuro no pasa por retornar a una edad de oro previa, sino por avanzar hacia
.
, S nta
la construcción de una nueva república.
i s
Un buen ejemplo de las diferencias entre ambos movimientos populares
t es o ve
puede hallarse en los festejos de los centenarios de las independencias (Cae-
n
S í ia
tano, 2000). Mientras con Yrigoyen el relato construido por el nacionalismo
i al o p
i t or n, c
católico durante el Centenario de la Revolución de Mayo en 1910 –que
Ed ució
mira al pasado para buscar las raíces católicas de la nacionalidad– se expande
e
y fortalece (Zanatta, 1996), el batllismo encara los festejos del Centenario de
d d distrib
la independencia (1825) y la Constitución (1830) con un tono claramente
a
ied a la
diferente, no solo más laico, sino, sobre todo, mucho más centrado en las
p
Pro hibid
características del futuro modélico que se espera edificar.
En otras cosas, lo atestigua, por un lado, el lanzamiento de un ambicioso
Pro
plan de obras de públicas (Caetano, 2016). Por otro, la propia reivindica-
ción por parte de los batllistas del término “laboratorio”, que la oposición
blanca y católica emplea en dirección contraria para cuestionar las refor-
mas. Todo esto da cuenta, precisamente, de la fuerte impronta reformista
y de la matriz “republicana” entre liberal y de izquierda que caracteriza la
vía democratizadora uruguaya (Caetano, 2016). Estos rasgos se expresan
también en la centralidad que tienen las iniciativas a favor de la igualdad
civil y política de las mujeres, tal el caso de los proyectos de Baltazar Brum a
partir de 1921, sobre todo en comparación con las iniciativas alentadas por
el radicalismo argentino, mucho más ambivalentes en este aspecto. Como
se verá en el capítulo próximo, dichas iniciativas se traducirán finalmente
en la temprana aprobación del sufragio femenino en 1932 (Sapriza, 2011;
Giordano, 2012).
107
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
mentación de un programa de reformas sociales y económicas.
.
, S nta
Alessandri, afirmado sobre estas premisas, da el salto a la escena nacional
i s
a mediados de la década de 1910 durante su campaña para senador por el
n t es o ve
departamento de Tarapacá (Blakemore, 1992). Apelando a la movilización
S í ia
i al o p
de las clases trabajadoras, defiende una y otra vez, a través de una oratoria
i t or n, c
popular, la necesidad de un programa de reformas sociales a favor de los
Ed ució
obreros y los sectores “medios”. Sus comités de base crecen velozmente y, en
e
d d distrib
Tarapacá, ensaya una organización partidaria más reticular, capaz de movi-
lizar desde abajo, en donde confluyen prácticas de propaganda propias de
a
ied a la
la política de masas con las estrategias de reclutamiento tradicionales de los
p
Pro hibid
“liberales”. Es una estructura similar a la que adoptan los comités radicales
en Argentina y los clubes batllistas uruguayos.
Pro
En aquellos comicios arrasa y obtiene las dos terceras partes de los votos.
Se lo conoce desde entonces como el “león de Tarapacá” y su prestigio po-
pular se difunde rápidamente. Al igual que Yrigoyen, su presencia despierta
una gran fascinación entre sus partidarios. Comparte también con el líder
argentino un discurso rupturista que antagoniza fuertemente al electorado
y traza una línea divisoria con la política de las elites tradicionales del perío-
do anterior. En especial, dirige sus dardos contra la parálisis producida por
las alianzas cambiantes y las coaliciones frágiles de la llamada “República
parlamentaria”. Fundamentalmente, las disputas entre la Alianza, integrada
entre otros por el Partido Radical, y la denominada Coalición, liderada por
el Partido Conservador.
El resto de las fuerzas, el Partido Liberal, el Liberal-Democrático y el
Partido Nacional, se suman alternativamente a una u otra según las cir-
108
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
Su hora llegará, sin embargo, después de la guerra. Si bien el conflicto
.
, S nta
social viene creciendo en las ciudades desde principios de siglo, el fin de la
i s
conflagración lo profundiza y da nuevos aires a la posición que Alessandri
t es o ve
defiende, al menos, desde 1915. La caída de la demanda de nitratos, conse-
n
S í ia
cuencia del fin del conflicto mundial, los stocks acumulados y el desarrollo
i al o p
i t or n, c
de reemplazantes sintéticos, aumentan el desempleo, multiplican las huelgas
Ed ució
y generan un flujo de trabajadores del norte del país hacia las principales
e
ciudades en el centro. Al igual que en Argentina, la conflictividad social
d d distrib
crece exponencialmente entre 1918 y 1919. En este marco, las alarmas se
a
ied a la
encienden en las clases dominantes, preocupadas por el impacto mundial de
p
Pro hibid
la revolución rusa y los conflictos en Alemania e Italia.
En Santiago, las huelgas de finales de 1919 congregan a decenas de mi-
Pro
les de obreros y los conflictos se generalizan también en los departamentos
del norte del país. La represión estatal se cobra la vida de decenas de tra-
bajadores y la Federación Obrera de Chile convoca a una huelga general
en Santiago, mientras el estado de sitio se aplica en las provincias nitreras.
En este contexto de crisis y crecimiento de las incertidumbres en las clases
dirigentes, el programa reformista de Alessandri logra abrirse paso en la vida
política del país. Entre otras cosas, su proyecto incluye la sanción de un
código de trabajo y la defensa de la intervención estatal en la economía para
moderar el impacto de los vaivenes del comercio exterior. Un año antes,
cuando la conflictividad no era todavía tan alta, su programa es rechazado,
tras encabezar por seis meses el gabinete de ministros.
Después del pico de huelgas de 1919 el escenario cambia a su favor
y, apoyado por el Partido Radical al interior de la Alianza, se lanza a la
109
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
y de la radicalidad de algunas de sus propuestas.
.
, S nta
En varios puntos, las propuestas del nuevo presidente se asemejan al
i s
programa de reformas del batllismo uruguayo. A diferencia de este, debe
t es o ve
enfrentar, sin embargo, en breve, resistencias mucho mayores tanto de sus
n
S í ia
propios aliados como de los opositores, que controlan el Senado y que,
i al o p
i t or n, c
como en Argentina, obstruyen la labor parlamentaria de manera sistemática.
Ed ució
También los socialistas y la Federación Obrera de Chile, preocupados por
e
una posible intervención en los sindicatos, mantienen una relación tirante
d d distrib
con el gobierno. Peor aún, el conflicto social recrudece en 1921 con decenas
a
ied a la
de muertos, mientras las reformas se empantanan y terminan finalmente
p
Pro hibid
siendo bloqueadas en el Senado.
Tras tres años, se logran pocos avances y la Coalición –devenida ahora
Pro
Unión Nacional– continúa contando con poder de veto en el parlamento.
El clima social se enturbia y poco después se produce un golpe militar en
cierto modo sui generis en el que convergen diferentes fracciones del Ejér-
cito (Blakemore, 1992). Por un lado, se cuentan las vertientes opuestas a
las reformas sociales de Alessandri, que se movilizan en busca de un mayor
protagonismo militar y preocupadas por un posible peligro revoluciona-
rio. Por otro, se destacan los sectores que, al modo del tenentismo en
Brasil, se proponen acelerar la implementación de las medidas sociales de
Alessandri. En esta corriente participan dos figuras centrales de la política
chilena de las próximas décadas: Carlos Ibánez del Campo y Marmaduke
Grove.
En este marco, se produce el episodio conocido como “el ruido de los
sables”, cuando unos cincuenta oficiales del Ejército se hacen presentes en el
110
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
recinto del Congreso para exigir, entre otras cosas, la suspensión de las dietas
en el Senado, aprobadas recientemente en medio de una fuerte controversia.
Alessandri inicia negociaciones con la junta militar para encaminar las re-
formas y solicita un listado de las medidas consideradas más relevantes por
los militares para, paso siguiente, exigir al parlamento su aprobación. Entre
ellas se cuentan varias que habían formado parte del programa reformista: la
jornada de 8 horas y la supresión del trabajo infantil, el proyecto de ley de
seguro obligatorio contra accidentes laborales y la creación de tribunales de
conciliación y arbitraje (Blakemore, 1992).
Asimismo, el nuevo equilibrio de poder se traduce en el nombramiento
de varios militares en los principales ministerios y en la gravitación polí-
A.
tica de la junta conformada para tutelar el avance de las reformas. Aunque
.
, S nta
en un primer momento la junta militar se compromete a disolverse una vez
i s
aprobadas las leyes en cuestión, tras su sanción se rehúsan a hacerlo y optan
t es o ve
por continuar en funciones. Alessandri ofrece entonces su renuncia, en un
n
S í ia
escenario de debilidad, y si bien le es rechazada, se le otorga en su lugar una
i al o p
i t or n, c
“licencia” por el plazo de seis meses (Rouquié, 1984).
Ed ució
El alejamiento de Alessandri ahonda las tensiones entre las dos vertien-
e
tes militares y, finalmente, en enero de 1925 Ibáñez y Grove dan un golpe
d d distrib
dentro del golpe. Toman el palacio presidencial e instalan una nueva junta
a
ied a la
provisional que le pide a Alessandri reasumir el gobierno y seguir adelante
p
Pro hibid
con el programa reformista. En medio de una fuerte algarabía popular, re-
gresa al país y durante el resto de su mandato orienta sus esfuerzos hacia la
Pro
concreción de una reforma constitucional de signo presidencialista. Realiza-
da rápidamente, es sometida a referéndum popular en agosto de ese año. A
pesar de que los conservadores se abstienen, descontentos con la separación
de la Iglesia y el Estado, y los radicales votan en contra –opuestos al régimen
presidencialista–, el referéndum resulta favorable.
La nueva constitución otorga al presidente la libre iniciativa legislati-
va, establece la clausura de los debates parlamentarios por mayoría simple
e instaura la elección directa del presidente aunque con algunos condicio-
namientos. En términos sociales, la nueva constitución fija limitaciones
a la propiedad privada en nombre de los intereses generales y reconoce,
entre otras cosas, la necesidad de sancionar leyes que aseguren la protec-
ción del trabajo. En otro orden de cosas, si bien los proyectos a favor del
sufragio femenino no logran el consenso necesario, impulsados por el
111
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
la movilización de base evidencia precisamente la debilidad de las estructu-
.
, S nta
ras partidarias que Alessandri había intentando modernizar. Marca, además,
i s
los límites de su política popular y de la ampliación de la participación que,
t es o ve
en comparación con Argentina y Uruguay, resulta más acotada.
n
S í ia
Más coyunturalmente, cabe agregar, su retorno coincide con un alza de
i al o p
i t or n, c
la conflictividad obrera en las provincias del norte frente a la cual, un Ales-
Ed ució
sandri cada vez más a la defensiva, opta por reprimir sin miramientos a
e
través del envío del Ejército. Una medida que, como ocurre con Yrigoyen en
d d distrib
1919, deja como saldo a centenares de muertos.
a
ied a la
En conclusión, si bien durante los años veinte el impulso reformista se
p
Pro hibid
siente con fuerza en Chile y de la mano de Alessandri y su alianza política
logra avances significativos –a través de la sanción de leyes sociales, derechos
Pro
civiles para las mujeres y una nueva Constitución–, el proceso chileno se
ubica, en cierto modo, a mitad de camino en comparación con sus pares del
Cono Sur. Por una parte, no logra la profundidad del uruguayo en materia
de reformas sociales ni, por otro, el nivel de movilización popular de la Ar-
gentina radical. Ambas circunstancias contribuyen a comprender la crecien-
te fortaleza de Ibáñez, el rol del Ejército y el relativo debilitamiento paralelo
de Alessandri y la movilización de base, al menos hasta los años treinta.
112
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
Tras la quinta reelección de Porfirio en 1904 y a medida que se acerca
.
, S nta
una nueva coyuntura electoral, el problema de la sucesión irrumpe con ur-
i s
gencia dada la elevada edad de Díaz. El sistema cruje en todos los niveles. Se
t es o ve
concatenan además por entonces un conjunto de procesos que ponen en ja-
n
S í ia
que a la maquinaria política del régimen, cada vez más esclerosada. Incapaz,
i al o p
i t or n, c
además, de procesar los cambios de una sociedad que, como en buena parte
Ed ució
de América Latina, se transforma sustancialmente en las décadas anteriores.
e
Por un lado, durante los primeros años del nuevo siglo, el propio creci-
d d distrib
miento económico y el boom de inversiones extranjeras sin control ni coor-
a
ied a la
dinación traen aparejado un fuerte proceso inflacionario que contrae el sala-
p
Pro hibid
rio real de manera abrupta, sobre todo en la segunda mitad de la década. La
situación empeora a partir de 1907 debido en parte al flujo de trabajadores
Pro
mexicanos provenientes de EEUU, expulsados por la depresión del mercado
de trabajo estadounidense. A estos factores se suma, finalmente, una crisis
agrícola, en parte por razones climáticas, que produce escasez y nuevos au-
mentos de precios. El gobierno, acorralado, reacciona bajando las tarifas
para abaratar los alimentos, pero la medida afecta a sectores medios del em-
presariado y el número de quebrantos se multiplica al compás del malestar
general (Katz, 1992).
Entretanto, el número de huelgas aumenta y el movimiento obrero, mi-
noritario y con poca incidencia en las décadas anteriores, se convierte repen-
tinamente en un actor de peso. En 1906 y 1907 se producen huelgas en los
talleres textiles de Veracruz y en las minas de Sonora, donde los anarquistas
tienen una presencia creciente. Durante 1908 se suman los obreros ferrovia-
rios de Chihuahua. La irrupción de la “nueva” cuestión social da paso a una
113
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
enfrentar a las empresas norteamericanas que querían monopolizar el agua
.
, S nta
de la zona, dependiente de la irrigación. A finales de la década de 1900, los
i s
roces vuelven a involucrarlo en torno al negocio de la fundición, también
mayoritariamente en manos extranjeras.
n t es o ve
S í ia
El descontento de los terratenientes con Porfirio Díaz no es exclusivo de los
i al o p
i t or n, c
estados norteños, pero en otras regiones su accionar se ve limitado por la tensa
Ed ució
relación con los movimientos campesinos, despojados de las tierras comunales
e
en las décadas previas. A principios del siglo xix, poco menos de la mitad de
d d distrib
la tierra agrícola en el centro y sur del país está en manos de las comunidades
a
ied a la
campesinas. En los últimos años del Porfiriato solo un cinco por ciento per-
p
Pro hibid
manece todavía bajo control comunitario y casi la totalidad de los campesinos
no poseen en propiedad ninguna parcela de tierra productiva (Katz, 1992).
Pro
En el norte, el nivel de concentración de la tierra no es necesariamente
más bajo, pero la historia de la expansión de los hacendados es diferente. En
primer lugar, porque sus tierras no provienen mayormente de los ejidos co-
munales, y eso les permite –sobre todo en Sonora y Cohauila– mantener, al
menos en algunos casos, un vínculo menos conflictivo con el campesinado.
Además, algunos de ellos, como era el caso de Madero, buscan mejorar sus
vínculos con las clases populares invirtiendo parte de sus rentas en la cons-
trucción de escuelas, hospitales y en obras de infraestructura que benefician
a la región (Meyer, 1992).
A este cóctel de circunstancias, Díaz le suma un grosero error táctico al
afirmar en una entrevista pública en 1908 que no va a presentarse nueva-
mente a elecciones, argumentando que México está ya maduro para la alter-
nancia en el poder (Katz, 1992). Inmediatamente las declaraciones generan
114
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
troles.
.
, S nta
Al principio, como subrayan diferentes historiadores, Díaz no lo toma
i s
en serio pero en breve su popularidad creciente y, sobre todo, su proyec-
t es o ve
ción nacional preocupan al gobierno y al círculo de los “Científicos” que
n
S í ia
se prepara para suceder a Díaz en el poder. Finalmente optan por arrestar
i al o p
i t or n, c
a Madero por sedición poco antes de las elecciones de 1910 (Katz, 1992).
Ed ució
Se producen algunas revueltas, rápidamente sofocadas, y Porfirio se impone
e
arrolladoramente a través del fraude generalizado. El resultado, de hecho,
d d distrib
es tan abultado que los opositores no logran formar parte del Congreso.
a
ied a la
Confiado en que la situación está controlada, Porfirio libera a Madero,
p
Pro hibid
que escapa a Texas. Desde allí anuncia el llamado Plan de San Luis de Po-
tosí, denunciando el carácter fraudulento de las elecciones y convocando
Pro
a una revuelta popular. Promete además, en lo que es uno de los puntos
fundamentales del programa, la devolución de las tierras confiscadas a las
comunidades por parte de los hacendados. Si bien el estallido en Coahuila
es reprimido, las revueltas se producen también en Chihuahua, comandadas
por Pascual Orozco y Pancho Villa, y en diferentes regiones.
En 1911, Madero cruza la frontera y se pone al frente del movimiento
popular en Chihuahua. Para marzo las revueltas proliferan en todo Méxi-
co, entre ellas, las encabezadas por Emiliano Zapata en Morelos. En mayo,
finalmente, tras la caída de Ciudad Juárez, Porfirio renuncia y se elige un
presidente provisional hasta el llamado a elecciones en octubre de 1911, en
las que Madero gana ampliamente.
En este marco de movilización popular, tras el desmantelamiento
del régimen, Madero apenas logra controlar la situación (Knight, 2015;
115
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
las elecciones, se subleva y también lo hace Orozco al frente de una milicia
.
, S nta
integrada por varios miles de hombres.
i s
Al borde de una guerra civil, Madero ordena al general Victoriano Huer-
t es o ve
ta una amplia represión en el norte, con el fin de recobrar el control de la
n
S í ia
situación. Las intervenciones militares dan resultado pero aumentan peli-
i al o p
i t or n, c
grosamente el poder del Ejército y especialmente el del propio Huerta, de-
Ed ució
venido el principal respaldo del gobierno. De hecho, a esta altura, Madero
e
depende casi totalmente de la voluntad de los generales y del accionar repre-
d d distrib
sivo del Ejército para mantenerse en el poder en un marco de radicalización
a
ied a la
popular de las demandas sociales y fuerte movilización desde abajo. Final-
p
Pro hibid
mente, en febrero de 1913, Huerta encabeza un nuevo intento de golpe de
Estado, se alza con el gobierno y hace asesinar a Madero.
Pro
La mayoría de los gobernadores y el Tribunal Supremo dan su apoyo al
golpe, pero pronto estallan rebeliones y resistencias. En Sonora, cuyo gober-
nador huye a Arizona, se forma una milicia al mando de Álvaro Obregón y se
declara la independencia del gobierno federal. Mientras tanto, en Chihuahua,
Pancho Villa se pone al frente de un movimiento popular que pretende recu-
perar, como había prometido Madero, el control sobre las tierras apropiadas.
El propósito de fondo es impulsar la realización de una amplia reforma agraria.
También en Durango y Zacatecas se generan alzamientos y, en Coahuila,
el gobernador Venustiano Carranza encabeza la resistencia. En breve, dicha
resistencia da pie al llamado Plan de Guadalupe que denuncia a Huerta por
traición y propone la organización de un ejército constitucionalista para
continuar el proyecto de Madero. Finalmente, al sur, los zapatistas resisten
en Morelos en una suerte de guerra de guerrillas a través de la cual buscan
116
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
iniciativa (Meyer, 2010, 2015).
.
, S nta
Carranza por su parte nombra a Álvaro Obregón como comandante del
i s
Ejército constitucionalista del noroeste y a Pablo González al frente del los
t es o ve
batallones del noreste. La guerra civil se profundiza. En medio del caos,
n
S í ia
EEUU ocupa el puerto de Veracruz –y si bien detiene su avance ante el re-
i al o p
i t or n, c
chazo unánime de todos los bandos a la injerencia norteamericana– impide
Ed ució
a Huerta contar con los recursos de la aduana así como con las partidas de
e
armamento europeo. Finalmente, el cerco de los constitucionalistas, ayuda-
d d distrib
do por el control norteamericano del puerto, se estrecha sobre Huerta quien
a
ied a la
presenta su renuncia y parte al exilio.
p
Pro hibid
A partir de entonces, la Iglesia católica paga caro su apoyo a la dictadura,
y se convierte en uno de los objetivos de los ejércitos revolucionarios, con
Pro
excepción en parte de los zapatistas, devotos de la Virgen de Guadalupe
(Knight, 2015; Meyer, 1994).
Lejos de apaciguarse, los conflictos y enfrentamientos continúan a par-
tir de entonces entre el resto de los contendientes: los Ejércitos del norte,
liderados por Villa; los del noroeste y noreste, a manos de Obregón y
González; y los zapatistas al sur, quienes avanzan en el reparto de las tie-
rras de las haciendas. A mediados de 1915, la guerra tiene movilizados a
más de 150 000 hombres, de los cuales la mitad al menos responden a
Carranza, de posiciones más moderadas y quien poco a poco va tomando
la delantera.
Durante la segunda mitad de 1915, la guerra se inclina finalmente hacia
los constitucionalistas, cuyas fuerzas superan en número a las de villistas y
zapatistas juntos. EEUU, por otro lado, opta por encarcelar a Orozco y a
117
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
corpora. El artículo 123 limita la jornada laboral a ocho horas, garantiza el
.
, S nta
derecho sindical y a huelga y establece mecanismos de arbitraje obligatorios.
i s
Esos mismos que, como se señaló, faltaron al yrigoyenismo argentino para
t es o ve
enfrentar el ciclo de conflictividad de 1919-1921. Por último, el artículo 27
n
S í ia
otorga a la nación mexicana los recursos naturales, incluido el subsuelo, y
i al o p
i t or n, c
ordena expropiar y dividir los latifundios para convertirlos en granjas o pro-
Ed ució
piedades de carácter comunal (Knight, 1996).
e
El voto para las mujeres se discute –apoyado por el Congreso Feminista
d d distrib
realizado en Yucatán en 1916– pero no alcanza los consensos suficientes. En
a
ied a la
particular se teme que la participación política de las mujeres –que se pre-
p
Pro hibid
supone más ligadas a la Iglesia y, tras el apoyo a Huerta, a la contrarrevolu-
ción– ponga en riesgo la consolidación del nuevo gobierno (Tuñón Pablos,
Pro
2011). Este argumento, dos décadas después, volverá a circular durante el
gobierno de Cárdenas, paralizando nuevamente la modificación del artícu-
lo 34, que limita el electorado a los hombres mayores de edad.
Tras la sanción de la nueva constitución, Carranza obtiene la casi totalidad
de los votos en las elecciones presidenciales y todos los escaños del congre-
so para su partido, el Liberal Constitucionalista. No obstante, en breve, las
divisiones vuelven a irrumpir, ahora entre carrancistas y obregonistas. Obre-
gón, en consecuencia, se ve obligado a dimitir como ministro de Guerra. Las
tensiones crecen también por abajo, en buena medida porque los problemas
sociales y la agenda de los campesinos sigue sin ser suficientemente atendida.
Si bien se crea un organismo encargado del reparto de tierras, el proceso
se hace con extrema lentitud e incluso, en algunos casos, el gobierno revierte
repartos ya consumados. En 1917 se han repartido solamente unas pocas
118
El nuevo siglo: entre los reformismos y la revolución
A.
su posición a nivel nacional. En mayo, el asesinato de Carranza despeja su
.
, S nta
camino a la presidencia. Poco después, en septiembre, obtiene un triunfo
i s
electoral arrollador con un discurso centrado en la necesidad de dejar atrás
t es o ve
la guerra para iniciar la llamada “reconstrucción”.
n
S í ia
Entre 1920 y 1924 las exportaciones crecen de manera sostenida así
i al o p
i t or n, c
como el reparto de tierras. Sin embargo, el alzamiento “cristero”, como
Ed ució
respuesta a la política anticlerical del sucesor de Obregón, Plutarco Elías
e
Calles, desata nuevamente un fuerte conflicto que se cobra miles de vícti-
d d distrib
mas. Los intentos por conformar una Iglesia católica mexicana de carácter
a
ied a la
cismático en 1925 y la profundización de las políticas anticlericales a partir
p
Pro hibid
de 1926 atizan la resistencia católica y conducen, una vez más, al conflic-
to armado. Se calcula que las milicias campesinas cristeras llegan a reunir
Pro
varias decenas de miles de combatientes en los Estados del centro del país.
Finalmente, tras varios años de guerra, en 1929, la Santa Sede y los obis-
pos mexicanos, siempre incómodos con el conflicto, celebran los denomi-
nados “Acuerdos” con el gobierno de Portes Gill para poner fin a la confla-
gración y establecer un modus vivendi más armónico entre Iglesia católica y
Estado (Meyer, 1994; Blancarte, 1992). La desmovilización de las milicias
católicas, empero, no resulta una tarea fácil, entre otras cosas porque no res-
ponden a las jerarquías eclesiásticas. Poco tiempo después, como se verá en
el próximo capítulo, los conflictos vuelven a estallar con virulencia.
119
. A.
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i al o p
i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
El tiempo de las reformas
4
sociales en América Latina
.
.A
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i al o p
i t or n, c
e Ed ució
d d dedilos b
triaños
4.1. La ebullicióna
d la s treinta
i
p da e
Prode 1930
La crisis
h biimpacta con fuerza en América Latina. La acentuada caída
iinternacionales
Pro
de los precios –con excepción, en parte, del petróleo– su-
mada al descenso en el volumen de las exportaciones produce una abrupta
disminución de la actividad económica. El desempleo crece en todos los
países. Además, dadas las matrices tributarias heredadas del período ante-
rior –fuertemente dependientes de los impuestos al comercio–, se genera
inmediatamente una profunda crisis fiscal. Países como Argentina, Brasil,
Uruguay y México obtienen alrededor del 40 % de sus ingresos por esa vía.
Chile, Colombia, Venezuela y Nicaragua más del 50 % (Bulmer-Thomas,
1994). Una fuerte inestabilidad política se apodera de la región. Entre 1900
y 1934 se producen trece golpes de Estado.
En algunos casos, como el de Chile, los efectos de la “gran depresión”
son particularmente acentuados. Los precios de sus principales productos de
exportación, nitratos y cobre, sufren un descenso muy pronunciado de entre
121
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
trolera, apenas padece la “depresión”. De hecho, a pesar de la caída de los
.
, S nta
precios del petróleo –igualmente moderados en comparación con otros pro-
i s
ductos– el poder de compra de sus exportaciones se mantiene más o menos
igual que antes de la crisis.
n t es o ve
S í ia
Entre medio, Argentina, Uruguay, Brasil y México, donde la caída del
i al o p
i t or n, c
PIB ronda entre el 15 y el 20 %, tienen recuperaciones relativamente rápi-
Ed ució
das. Hacia 1935 han alcanzado ya el PBI previo a la crisis. Brasil, no obs-
e
tante, se beneficia en términos comparativos gracias a su relación comercial
d d distrib
complementaria con EEUU por entonces, la principal potencia económica
a
ied a la
mundial. Por el contrario, Argentina, cuyas exportaciones compiten con las
p
Pro hibid
del país del norte, comienza a sufrir las consecuencias del declive de Inglate-
rra. El nuevo escenario genera un triángulo comercial desventajoso con los
Pro
estadounidenses (Belini-Korol, 2012).
Ya una década y media antes, la disminución del comercio mundial du-
rante la Gran Guerra había puesto en discusión el modelo económico lati-
noamericano, aunque brevemente, hasta el reinicio de los flujos comerciales
con el fin de la conflagración. En 1930, la intensidad y la extensión geográ-
fica de la crisis generan condiciones para cambios más profundos. Por otro
lado, la situación interna de muchos países ha cambiado.
En Argentina, México, Chile o Brasil, las industrias y el número de talle-
res orientados al mercado interno es mucho mayor. Al momento de la crisis,
cuentan con sectores industriales relativamente diversificados y mucho más
robustos que una década y media antes. Esto permite, por ejemplo, que tras
la crisis, el sector textil inicie un proceso más o menos inmediato de sustitu-
ción de importaciones.
122
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
tal como ocurre en Argentina, Brasil, México, Chile, Colombia y, aunque
.
, S nta
en una escala más pequeña, Uruguay; y otra, más continuista, que aguarda
i s
la recuperación de las exportaciones y los precios internacionales. No exenta,
t es o ve
de todos modos, de algunos ensayos de agricultura sustitutiva. Es el caso de
n
S í ia
países como Perú, Cuba, El Salvador, Nicaragua o Venezuela. Esta última,
i al o p
i t or n, c
como ya se señaló, relativamente protegida del escenario mundial por sus
Ed ució
exportaciones de petróleo (Drinot-Knight, 2015).
e
a d d
i s trib
iedcambios
4.1.1. De los
l a deconómicos a las transformaciones
p
Pro hibida
ideológicas
123
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
el consumo interno (Belini, 2017). La elevación de los aranceles a las im-
.
, S nta
portaciones se presenta consecuentemente como una medida a favor de la
i s
industrialización. Se trata en este caso de la profundización de una orien-
t es o ve
tación de más larga data, vinculada a las necesidades fiscales de las formas
n
estatales previas. S í ia
i al o p
i t or n, c
Como se sabe, la mayoría de los Estados surgidos en el siglo xix man-
Ed ució
tuvieron tarifas relativamente altas así como aranceles amplios con el pro-
e
pósito de apuntalar su propia conformación, en un momento en que los
d d distrib
impuestos directos eran poco viables (Caravaca, 2011). En este plano, por
a
ied a la
tanto, los años treinta no suponen un giro de timón. Por el contrario, dado
p
Pro hibid
el alza global de los aranceles debido al auge proteccionista, las economías
latinoamericanas se vuelven probablemente menos cerradas en términos re-
Pro
lativos (Drinot-Knight, 2015).
Al mismo tiempo, también el rostro político del liberalismo se pone en
discusión, en sintonía con los debates que surcan a la mayoría de los países
europeos. En este marco, se multiplican los debates en torno a la vigencia de
algunas de sus instituciones de gobierno, como el parlamento, los partidos
políticos o, incluso, los criterios de definición del electorado y la comuni-
dad política.
En todos los casos, las salidas imaginadas proponen reformas basadas en
alguna variante corporativista. Más a tono con una sociedad que, a diferen-
cia de lo postulado por el liberalismo, comienza a ser concebida más que
como una agregación de individuos –susceptibles de devenir ciudadanos–,
como un tramado de cuerpos y organismos, sectores, clases y grupos de dife-
rente tenor y calidad. Para intentar coordinar y encausar dicha complejidad
124
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
de 1930, el teniente general retirado José Félix Uriburu, inspirado igual-
.
, S nta
mente en el fascismo europeo, propone una reforma constitucional de signo
i s
corporativista que, sin embargo, no prospera, rechazada por los principales
t es o ve
partidos y las ramas mayoritarias del Ejército (Finchelstein, 2016). La dis-
n
S í ia
cusión sobre la representación de los intereses sociales se repite, de todas
i al o p
i t or n, c
maneras, a lo largo de la década en diferentes fuerzas políticas, incluidas el
Ed ució
radicalismo y el socialismo (Persello-De Privitellio, 2009). Finalmente, en
e
1943, de la mano de un nuevo golpe de Estado, se vuelve a plantear el deba-
d d distrib
te sobre una reforma constitucional corporativista que tampoco se concreta
a
ied a la
(Devoto, 2002a).
p
Pro hibid
En Brasil, el varguismo propone después del autogolpe de 1937, el lla-
mado Estado Novo, inspirado en el modelo corporativista de Portugal y
Pro
avanza en un diseño de ese tipo (Carvalho, 1995). Paradójicamente, no obs-
tante, la apuesta de Vargas supone el desmantelamiento del principal parti-
do fascista de América Latina, la Alianza Integralista.
En una clave más moderada, también en Uruguay la Constitución de
1934 refleja el nuevo clima a través de la creación del Consejo Económico
Nacional (Caetano-Garcé, 2004). En todos los casos, con mayor o menor
distancia, la crítica al liberalismo tiene entre sus aliados a la Iglesia católica,
especialmente a los grupos de católicos sociales, para quienes el liberalismo
es el responsable de la destrucción de una idealizada comunidad cristiana
previa y la proletarización de la sociedad. Para restaurar la “justicia social”,
siguiendo las encíclicas Rerum Novarum (1891) y Quadragesimo Anno
(1931), en la misma dirección, los católicos proponen reformas corporativas
orientadas a atenuar el conflicto y fortalecer el organicismo social.
125
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
la crisis económica e ideológica para explicar la inestabilidad política de aque-
.
, S nta
llos años, es preciso no pasar por alto las propias contradicciones internas de
i s
dichos procesos democratizadores previos y las tensiones sociales generadas.
t es o ve
Seguidas de fuertes reacciones por parte de las derechas tradicionales, deci-
n
S í ia
didas como en el Chile de Alessandri o la Argentina de Yrigoyen, a bloquear
i al o p
i t or n, c
cualquier reforma desde las sillas del Senado o, llegado el caso, directamente
Ed ució
desde los cuarteles (McGee Deutsh, 2005; Bertonha-Bohovslavsky, 2016).
e
Por otro lado, es necesario tener en cuenta las debilidades de los progra-
d d distrib
mas reformistas emprendidos, poco propensos a institucionalizar los cam-
a
ied a la
bios, como le ocurre al radicalismo argentino, o, directamente, carentes de
p
Pro hibid
una suficiente base social, como en el caso del Chile de Alessandri.
En la coyuntura de los años treinta se suman, además, factores coyuntu-
Pro
rales como la muerte de Batlle y Ordóñez en 1929 en Uruguay, que aumenta
las tensiones al interior del Ejecutivo Colegiado puesto en marcha por la
constitución de 1919. De igual manera, en Argentina, los ochenta años de
Yrigoyen y su delicada salud constituyen obstáculo tanto o más grande que
la propia crisis económica y política. Más todavía, con un Partido Radical en
disgregación, afectado por una profunda fragmentación interna.
En paralelo, además, se está dando también otro cambio significativo
en la vida política de América Latina. Un cierto giro “tecnocrático” en las
críticas e impugnaciones de la democracia de masas (De Privitellio, 2010).
Aunque menos evidente tal vez que la propia crisis del liberalismo, la irrup-
ción del fascismo o las dificultades de los gobiernos reformistas, es, no obs-
tante, un factor tanto o más relevante a la hora de comprender los derroteros
políticos posteriores.
126
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
igualmente incompetente para intervenir en los tormentosos años treinta.
.
, S nta
En varios países, como Argentina, una de las consecuencias es la creación
i s
de “juntas consultivas” compuestas por técnicos y a veces por representantes
t es o ve
de diferentes corporaciones empresariales y de los colegios profesionales para
n
S í ia
asesorar a los legisladores o al Ejecutivo. En otros casos, como en el México
i al o p
i t or n, c
cardenista, el Brasil varguista o la Colombia “liberal” se estudian directa-
Ed ució
mente reformas de mayor calado así como nuevas y más sofisticadas oficinas
e
técnicas en el Estado.
d d distrib
En Uruguay, por su parte, la dictadura de Gabriel Terra justifica la di-
a
ied a la
solución de las Cámaras y las críticas a la constitución de 1919 –que, como
p
Pro hibid
se analizó, establecía un Ejecutivo colegiado– en nombre precisamente de
la necesidad de gobernar con eficiencia y eficacia técnica. Estos términos
Pro
rápidamente se generalizan en toda América Latina (Caetano-Garcé, 2004).
127
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
reformistas previos. Un conjunto de tendencias y circunstancias que, sin du-
.
, S nta
das, al converger contribuyen a generar las condiciones para que los golpes
i
de Estado rieguen el subcontinente americano. s
t es o ve
Argentina y Perú abren el camino en 1930 y, en breve, les siguen Chile y
n
S í ia
Ecuador (1931). Poco después, Uruguay (1933) y unos años más tarde Bo-
i al o p
i t or n, c
livia, Paraguay (1936) y Brasil (1937). Las consecuencias y las orientaciones
Ed ució
de los golpes son, no obstante, disímiles y, poco a poco, se van trazando dife-
e
rentes salidas en torno a las cuales girará la historia de las décadas siguientes.
d d distrib
Por un lado, Chile y Uruguay, a pesar de las tensiones y los tempranos
a
ied a la
golpes de Estado vividos, continúan transitando, y en cierto modo profun-
p
Pro hibid
dizando, la senda reformista de las décadas anteriores. A ellos se suma Co-
lombia, que durante el gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-1938) y
Pro
luego durante el de su sucesor, Eduardo Santos (1938-1942), ensaya refor-
mas en la línea de las transitadas en el Cono Sur en las décadas de 1910 y
1920, con los condimentos propios del período.
En la vereda de enfrente, en América Central se generalizan las dicta-
duras. En algunos países, tales los casos de El Salvador y Cuba, como res-
puesta a intentos revolucionarios. En otros, como la Nicaragua de Somoza
y la República Dominicana de Trujillo, como salidas a las propias tensiones
intraoligárquicas. En ambos casos la intervención de EEUU y los llamados
“ejércitos supletorios” conformados tras la salida de los marines –y el inicio
de la política del “buen vecino”– siguen jugando un papel clave (Rouquié,
1984; Tabanera García, 2018).
Finalmente, en los países más grandes, y en donde la salida de la crisis
ha alentado una industrialización más fuerte, los caminos son diferentes. En
128
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
interior del Partido Liberal por el sector encabezado por Jorge Eliécer Gai-
.
, S nta
tán, queda trunca. Primero por la división de los liberales, que facilitan el
i s
triunfo al candidato conservador, y luego por el asesinato de Gaitán en 1948
t es o ve
que deriva en el “Bogotazo” y en un escenario de guerra civil, la denominada
n
S í ia
“Violencia”, que se cobra la vida de centenares de miles de colombianos a lo
i a l o p
largo de la década.
i t or n, c
e Ed ució
4.2. La continuidad
a d d dreformista
i s trib
d la
iegolpes
p ade enEstado
Preno elhCono
A pesar de los vividos, los procesos de democratización en-
sayados ib i dSur las primeras décadas del siglo xx se mantienen en
marcha aro
lo largo del período en Chile y Uruguay. En ambos países, aunque
P los cambios económicos y sociales de los años treinta dan pie
con tensiones,
a una profundización de la vía reformista.
129
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
dente y un gabinete “coparticipativo”. Establece, además, lo que se conoce
.
, S nta
como el “Senado del medio y medio”, basado en el acuerdo entre herreristas
i s
y terristas. Sus propuestas, de todos modos, distan de ser extremas. Se man-
t es o ve
tiene el voto femenino introducido el año anterior, apoyado por todo el arco
n
S í ia
político –incluido el propio terrismo– (Sapriza, 2011) y, en el marco de un
i al o p
i t or n, c
sistema de partidos consolidado, tras la experiencia reformista de las décadas
Ed ució
anteriores, se dejan de lado los proyectos corporativistas (Caetano, 2016).
e
En política exterior, Terra adopta una posición panamericanista, en con-
d d distrib
traste con la centralidad que el proyecto de la Liga de Naciones había tenido
a
ied a la
en las décadas anteriores en Uruguay. Su acercamiento a EEUU se refleja
p
Pro hibid
también en la ruptura de relaciones con la Unión Soviética en 1935 (Mar-
karián, 2016). Por tanto, el golpe introduce un giro conservador pero relati-
Pro
vamente moderado, si se lo compara con otros casos latinoamericanos. Por
otro lado, no llega a desarticular el sistema de partidos preexistente aunque
profundiza su fragmentación.
Asimismo, al igual que en Chile, Argentina o Colombia, se crean nuevas
herramientas de intervención estatal como la Cooperativa Nacional de Produc-
tores de Leche (CONAPROLE) en 1935 y el control de importaciones (1936).
En 1938, Alfredo Baldomir, quien como jefe de policía de Montevideo había
sido clave en el golpe de 1933, sucede a Terra tras desempeñarse como Minis-
tro de Guerra. Entre sus medidas sobresale el impulso dado a la regulación del
comercio a través del organismo Contralor del Comercio Exterior (1941). En
1942, ya sin el apoyo del herrerismo, disuelve el parlamento y crea un Consejo
de Estado conformado por diferentes fracciones del Partido Colorado para pre-
parar el camino a una nueva reforma constitucional. El llamado “golpe bueno”.
130
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
esos años entran en funciones los Consejos de Salarios y Asignaciones Fa-
.
, S nta
miliares (1943), el Concejo Nacional de Subsistencias (1947) y el Instituto
i s
Nacional de Colonización (1948) (Caetano, 2016). Durante el gobierno de
t es o ve
Amézaga se instituye, además, la capacidad civil plena de las mujeres a través
n
S í ia
de la Ley 10783 de Derechos Civiles de la Mujer, adelantándose en varias
i al o p
i t or n, c
décadas a Brasil, Chile y Argentina (Giordano, 2012).
Ed ució
El impulso a las empresas estatales de los últimos años del batllismo (Ad-
e
ministración Nacional de Combustibles y Usinas Termoeléctricas del Esta-
d d distrib
do, 1932) se profundiza, en sintonía con el auge de las nacionalizaciones en
a
ied a la
Europa y otros países de América Latina. En esa línea, se crea la Administra-
p
Pro hibid
ción de Ferrocarriles, la empresa de Obras Sanitarias del Estado en 1947 y
las Primeras Líneas Uruguayas de Navegación Aérea en 1951.
Pro
En 1952, una nueva reforma constitucional –apoyada esta vez por el
herrerismo, más por cálculo político que por convicción ideológica– resta-
blece el colegiado. Una vez más, el argumento esgrimido es que constituye
un instrumento para asegurar la estabilidad y evitar la excesiva polarización
política. En los hechos, la reforma implica la licuación de la figura del presi-
dente, reemplazado por un colegiado con presidencia rotativa.
En el plano de la política internacional, en contraste con Argentina y
México pero en sintonía con Brasil, a lo largo de la década de 1940, Uru-
guay profundiza el alineamiento con EEUU (Cerranoy López D´Alessan-
dro, 2018). En 1942 rompe relaciones con el Eje –solo un mes después del
ataque a Pearl Harbour– y, entre 1947 y 1948, juega un papel clave en el
Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). También ocupa un
lugar importante en la redacción de la carta de la Organización de Estados
131
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
. A.
, S nta
Al momento de la caída de Ibáñez en 1931, la crisis está en su peor momen-
i s
to. Con más de 200 000 desocupados, la abrupta caída de las exportaciones
t es o ve
y una devastadora recesión, las tensiones sociales se asemejan a una olla a
n
S í ia
presión. Las divisiones en la clase política, asimismo, atraviesan a todos los
i al o p
i t or n, c
sectores. En este clima, la candidatura del radical moderado Juan Esteban
Ed ució
Montero, considerado una figura de consenso, se impone ampliamente so-
e
bre la de Arturo Alessandri.
d d distrib
En medio de la crisis, sin embargo, puede hacer poco por contener la
a
ied a la
situación y pronto estallan levantamientos populares en el norte del país
p
Pro hibid
duramente reprimidos por el Ejército. En la ocasión interviene también
el cuerpo de carabineros creado por Ibáñez durante su presidencia. Al año
Pro
siguiente, el jefe de la fuerza aérea, Marmaduke Grove –quien había parti-
cipado del golpe que había restituido a Alessandri en 1925–, encabeza un
nuevo alzamiento militar que termina con el gobierno de Montero. Se crea
a continuación una junta militar, como en otros golpes, pero con la parti-
cularidad, en este caso, del anuncio de creación de una República Socialista.
El experimento dura apenas dos semanas, cuando otros sectores del Ejér-
cito –entre ellos los ibañistas– encabezan un nuevo golpe dentro del golpe
y desplazan a los socialistas (Riquelme Segovia y Fernández Araba, 2015;
Rouquié, 1984).
Finalmente, en un nuevo llamado a elecciones resulta elegido para un
segundo mandato Arturo Alessandri con el 55 % de los votos. La gran sor-
presa, no obstante, la da el líder de la efímera República Socialista, Mar-
maduke Grove, quien se acerca al 20 %. Una cifra sorprendente, teniendo
132
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
tas, pasando por reformistas críticos del Alessandri de 1932 e incluso grupos
.
, S nta
trotskistas (Riquelme Segovia y Fernández Araba, 2015). De este cóctel sur-
i s
ge un discurso de izquierda nacionalista y antiimperialista.
t es o ve
En cierto modo, y salvando las distancias –como, por ejemplo, la ausen-
n
S í ia
cia de la tónica indigenista–, dicha retórica recuerda algunos lineamientos
i al o p
i t or n, c
del APRA peruano, cuya influencia intelectual crece por entonces en toda
Ed ució
América Latina. Se da, asimismo, una organización de base popular, con
e
una fuerte movilización en las calles e instrumentos de propaganda propios
d d distrib
de la política de masas. Entre ellas, el uso de la radio y la prensa. El tipo de
a
ied a la
estructura que, como se vio en el capítulo anterior, le había faltado a Ale
p
Pro hibid
ssandri para profundizar su programa en los años veinte.
En respuesta, la derecha del espectro político se reorganiza a través de
Pro
diferentes coaliciones de liberales y conservadores, con un discurso que rei-
vindica el orden social y denuncia el peligro comunista. Muy a tono, en
este aspecto, con lo que ocurre en los demás países de la región. El Partido
Conservador, que aspira a representar al electorado católico, adopta algunos
elementos del catolicismo social con el fin de aggiornar su plataforma, pero
mantiene de todos modos una mirada fundamentalmente liberal en el plano
económico. Expresada, entre otras cosas, en la elección de Héctor Rodrí-
guez de la Sotta al frente de la nueva mesa directiva en 1932 a pesar de la
oposición de los grupos democristianos (Castro y Mauro, 2020; Ponce de
León, 2020). Asimismo, tanto liberales como conservadores agudizan por
esos años sus críticas a la democracia y a la “avalancha” popular y proponen
reformas como el “voto plural” que busca reintroducir criterios de cualifica-
ción en el electorado.
133
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
(Riquelme Segovia y Fernández Araba, 2015).
.
, S nta
Además, como en el resto de América Latina, surgen también fuerzas
i s
que reivindican reformas corporativistas, como el Partido Agrario, la Acción
t es o ve
Republicana o el Movimiento Nacional Socialista, de inspiración nazi, crea-
n
S í ia
do en 1932, lejos, de todas maneras, de gozar de la popularidad alcanzada
i al o p
i t or n, c
por el integralismo brasileño, el principal partido fascista de América Latina
Ed ució
(Scarzanella, 2007).
e
Con Alessandri la economía chilena comienza a recuperarse. Al igual que
d d distrib
en Argentina, Brasil y Uruguay, se inicia una paulatino proceso de indus-
a
ied a la
trialización que reorienta, al menos en parte, la economía hacia el mercado
p
Pro hibid
interno.
Alessandri acompaña estos cambios con lo que se da en llamar el giro
Pro
“civilista”, tendiente a mantener a los militares fuera del gobierno. Con ese
objetivo llama a retiro a numerosos oficiales vinculados a las intervenciones
de la década anterior y da su apoyo a las milicias “republicanas”. Compues-
tas por militantes de los partidos históricos, como el liberal y el conservador,
las milicias tienen como objetivo enfrentar futuros golpes de estado. Sobre
todo, claro está, si como el de 1932 suponen un giro marcado a la izquierda.
Por otro lado, en contraste con los primeros años de su presidencia anterior,
mantiene una política netamente represiva con el movimiento obrero.
Dicho movimiento se halla en reorganización: los anarquistas en la Con-
federación General del Trabajo y los comunistas en la Federación Obrera. El
presidente, lejos de sus posiciones obreristas de 1915, cuando se lanza a la
arena nacional como candidato a senador por Tarapacá, aplasta la revuelta
campesina de 1934 en el Alto Bíobio y la huelga ferroviaria de 1936. En
134
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
excesivamente presidencialista, incluso autoritario por sus opositores. Este
.
, S nta
conjunto de circunstancias genera un malestar creciente entre los propios
i s
radicales que lo habían apoyado, hasta que en 1934 abandonan el gobierno
t es o ve
y viran a la izquierda (Riquelme Segovia y Fernández Araba, 2015).
n
S í ia
En 1938, en parte como un resultado de ese viraje, Alessandri es sucedido
i al o p
i t or n, c
por el candidato del Frente Popular, Pedro Aguirre Cerda, su ministro de la
Ed ució
década anterior. El lema del nuevo gobierno es “Pan, Techo y Trabajo”. En
e
una elección en extremo reñida derrota a Gustavo Ross, el candidato de las
d d distrib
fuerzas de derecha, por un 50,17 % de los votos contra el 49,24 %. El Frente
a
ied a la
conformado en 1936 reúne numerosas fuerzas: el Partido Socialista, el Parti-
p
Pro hibid
do Radical, el Partido Socialista-Radical, los restos del Partido Democrático
y el Partido Comunista. En este último caso, tras dejar atrás la estrategia de
Pro
clase contra clase en beneficio de la política de frentes populares antifascistas.
Si bien la convergencia no resulta fácil, se logra acordar un programa
moderado respecto del impulsado por el socialismo, pero que de todos mo-
dos propone una agenda clara de medidas y reformas de hondo calado. En
términos económicos, deja entrever un cierto nacionalismo que apunta a
fortalecer la industrialización –elevando los aranceles– y propiciando el con-
trol estatal de los sectores estratégicos de la economía. Se defiende también
el impulso a la colonización agrícola, como un modo de combatir los lati-
fundios, y se propone el alza de salarios y el fortalecimiento de los derechos
obreros. En términos políticos se subraya el respeto por las libertades polí-
ticas y el mejoramiento de los procesos electorales, en el marco de una retó-
rica antifascista que empalma con la crítica al giro autoritario de Alessandri
(Riquelme Segovia y Fernández Araba, 2015).
135
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
Aunque poco antes de las elecciones el triunfo del frente parece difícil, se
producen dos hechos que contribuyen decisivamente a llevarlo al gobierno.
En primer lugar, se profundiza el distanciamiento de algunos de los católicos
sociales de la Juventud Conservadora, descontentos por la debilidad del pro-
grama social y la reticencia a incorporar los aspectos más significativos de la
doctrina social de la Iglesia. De hecho, dicho distanciamiento termina con
la creación de una nueva fuerza, la Falange Nacional (Ponce de León, 2020).
Más importante aún, poco antes de las elecciones, el Movimiento Na-
cional Socialista intenta un golpe de Estado para apoyar el regreso de Ibáñez
al poder, cuya candidatura estaba en discusión en ese momento. El golpe no
tiene eco en el Ejército y es ferozmente reprimido, lo que lleva a Ibáñez a
A.
retirar su candidatura y a dar libertad de acción a sus seguidores, muchos de
.
, S nta
los cuales optan por apoyar el Frente ante la brutal represión ordenada por
i s
Alessandri (Riquelme Segovia y Fernández Araba, 2015).
t es o ve
El gobierno de la coalición de izquierda –una experiencia hasta entonces
n
S í ia
inédita en América Latina– no es sencilla y debe sortear varias conspiracio-
i al o p
i t or n, c
nes e intentos golpistas. No obstante, tras la represión de los alzamientos y
Ed ució
en vistas de la relativa moderación de su programa económico –que bien
e
puede calificarse de reformista– no se producen nuevas reacciones militares.
d d distrib
Finalmente, tras los vaivenes iniciales, el gobierno logra afirmarse y avanzar.
a
ied a la
En 1939, en un contexto sacudido por la nacionalización del petróleo en
p
Pro hibid
México, se crea la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO). Un
instrumento a través de la cual el Estado chileno intenta pasar de las políticas
Pro
de estímulo y protección, a las más directas de planificación. Una medida que
goza del apoyo y la colaboración activa de los trabajadores de la Confederación
de Trabajadores de Chile (CTCh). Los planes de reforma agraria, empero, dan
escasos resultados. En parte, debido a la resistencia de los sectores terratenien-
tes cercanos al gobierno. De igual manera, la sindicalización rural tiene poco
impacto. En cuanto a la CORFO, tampoco se avanza con el proyecto original
de financiamiento a través de impuestos directos, entre ellos a la renta. En su
lugar, para atenuar las resistencias empresariales, se toman créditos externos y
se aplican nuevos impuestos a las empresas cupríferas norteamericanas. Lo que
se da en llamar una “política de compromiso” para moderar el programa y ase-
gurar una cierta gobernabilidad (Riquelme Segovia y Fernández Araba, 2015).
Los cambios, de todas maneras, aunque dispares según los sectores,
resultan importantes: en una muestra de ello, el gasto estatal en servicios
136
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
s ociales pasa del 2,5 % del PBI en 1925 al 18 % en 1955 (Riquelme Segovia
y Fernández Araba, 2015). Además, sobre todo en las ciudades, se ponen
en marcha planes de vivienda y salud con el fin de satisfacer la creciente de-
manda derivada de las migraciones y el salto en la tasa de urbanización que
ronda el 60 % en 1950. Los industriales, por su parte, se ven igualmente be-
neficiados por subsidios y políticas de protección, sobre todo los vinculados
a la producción de alimentos.
En el plano de los derechos políticos, el gobierno de Pedro Aguirre Cerda
apoya el proyecto de voto femenino, redactado por las representantes del
Movimiento Pro-Emancipación de la Mujer Chilena, creado en 1935. Su
aprobación, de todas maneras, deberá esperar una década, hasta el gobierno
A.
de González Videla.
.
, S nta
Entretanto, al interior del Frente, la unidad cruje. El pacto entre la
i s
Unión Soviética y la Alemania nazi entre 1939 y 1941 genera fuertes ten-
t es o ve
siones. Principalmente entre los socialistas –que buscan un acercamiento a
n
S í ia
EEUU–y los comunistas que intentan mantener la neutralidad. Tras varios
i al o p
i t or n, c
choques, finalmente, las tensiones conducen a la salida del Partido Socialista
Ed ució
del Frente en 1941, aunque no del gobierno.
e
De todos modos, a pesar de los roces, el gobierno logra un buen de
d d distrib
sempeño electoral en 1941. Los radicales obtienen el 20 %, seguidos de
a
ied a la
los socialistas con el 17 % y los comunistas con el 12 %. En contraste,
p
Pro hibid
liberales y conservadores reúnen entre ambos apenas el 30 %. Es decir,
doce puntos menos que tres años antes (Riquelme Segovia y Fernández
Pro
Araba, 2015).
En 1942, el frente devenido Alianza Democrática vuelve a imponerse
con la candidatura del radical Juan Antonio Ríos, quien gana la disputa
interna al referente de la izquierda Gabriel González Videla. Dado su perfil
más centrista, obtiene también el apoyo de otras fuerzas como la Falange
Nacional. Como se señaló, la escisión democristiana que había abandonado
el Partido Conservador. También Alessandri apoya a Ríos y con él la parte
reformista del Partido Liberal. Esto le permite imponerse con el 55 % de los
votos sobre la candidatura de Ibáñez, que tras su exilio en la Argentina, con-
grega el voto de las derechas enarbolando discurso de tintes antioligárquicos
y nacionalistas. Si bien centrado en la idea de orden social, no deja de lado
la reivindicación de los derechos sociales al tiempo en que ensaya una dura
crítica a la clase política en su conjunto.
137
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
su sucesor, el vicepresidente Duhalde, debe enfrentar una fuerte oleada de
.
, S nta
huelgas impulsadas por los comunistas. La represión se cobra varias víctimas
i s
fatales, entre ellas a militantes de las Juventudes Comunistas. La interna del
t es o ve
gobierno queda al rojo vivo. El democristiano Eduardo Frei Montalva, que
n
S í ia
ocupa el Ministerio de Obras Públicas, renuncia, dificultando aún más las
i al o p
i t or n, c
cosas. Los enfrentamientos entre socialistas y comunistas se ahondan hasta
Ed ució
causar la división de la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCh).
e
De todas maneras, a pesar de la crisis política, el frente logra que el radical
d d distrib
González Videla resulte electo presidente en 1946, apoyado por los comunis-
a
ied a la
tas. También, al menos en parte, por muchos socialistas que no acompañan la
p
Pro hibid
candidatura propia de su partido por afuera de la coalición, que apenas obtiene
el 2,5 %. Esta vez, la clave del triunfo no es la unidad de la centro-izquierda
Pro
sino la división de la derecha que presenta dos candidaturas, la de Fernando
Alessandri y la de Eduardo Cruz-Coke. Lo cual permite la continuidad del
frente a pesar del descenso de sus votos en más de diez puntos respecto de 1942.
Por otro lado, la situación económica también comienza a mostrar ma-
yores dificultades y a poner en crisis la experiencia reformista. Al estanca-
miento de la producción agrícola –que presiona sobre la balanza de pagos–
se suma la conflictividad obrera creciente debido a la alta inflación. En este
marco, además, la inclusión de comunistas en los ministerios genera rechazo
en todo el espectro político, incluso entre los socialistas. Se genera inmedia-
tamente un clima de fuerte inestabilidad que, en el contexto de la naciente
guerra fría, deriva en una fuerte paranoia anticomunista. Entran en escena,
incluso, agrupaciones parapoliciales como la Acción Chilena Anticomu-
nista. En un intento por contener las presiones, Videla decide expulsar al
138
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
Partido Demócrata del Pueblo. Por último, completando la implosión del
.
, S nta
sistema de partidos, entre los socialistas, si bien la mayoría se opone a la ley,
una minoría a favor decide escindirse.
i s
t es o ve
En un marco de profunda debilidad, el gobierno de Videla intenta un
n
S í ia
giro económico aplicando un plan de estabilización y reducción del gasto
i al o p
i t or n, c
público que genera nuevas huelgas y conflictos. Entre tanto, la economía se
Ed ució
deteriora y el rechazo popular aumenta. Videla da un nuevo giro de timón
e
convocando ahora a otras fuerzas políticas, entre ellas los socialcristianos y
d d distrib
los falangistas, para redefinir las políticas sociales y económicas. Poco antes,
a
ied a la
apoya la sanción de la Ley 9292 que otorga el voto a las mujeres para las elec-
p
Pro hibid
ciones parlamentarias y presidenciales en una apuesta por tratar de apuntalar
su gobierno (Rojas Mira, 2011).
Pro
A esta altura, sin embargo, el nivel de fragmentación política dificulta
la reconstrucción de una coalición mínimamente coherente. Menos aún, la
continuación del programa reformista delineado a finales de la década de
1930. En 1952, el triunfo de Ibáñez, que tras dos décadas retorna al poder,
pone punto final a la experiencia reformista del Frente Popular.
139
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
4.3.1. El cardenismo
A.
la crisis generada por la prolongada guerra con los cristeros. Un conflicto
.
, S nta
que, a esta altura, se había cobrado ya miles de muertos a lo largo de tres
i s
años (Meyer, 2009). Se inicia entonces el período conocido como “maxi-
t es o ve
mato”. Durante esos años, Plutarco Elías Calles logra sofocar una revuelta
n
S í ia
obregonista y poner fin a la guerra religiosa a través de los llamados “Arre-
i al o p
i t or n, c
glos”. A partir de entonces, maneja los hilos del poder hasta la llegada de
Ed ució
Lázaro Cárdenas a la presidencia en 1934 (Blancarte, 1992; Meyer, 2009;
e
Aboites-Loyo, 2010).
d d distrib
Considerado por muchos como la última fase de la revolución, el car-
a
ied a la
denismo encarna un pujante proyecto político y económico de impronta
p
Pro hibid
nacionalista y base popular. Concebido en continuidad con el proceso revo-
lucionario anterior, se nutre también de los debates específicos abiertos por
Pro
el ascenso de paradigmas alternativos al liberalismo y el auge de la planifi-
cación. Otra de las consecuencias globales de la “gran depresión” (Águila,
2010).
En México, la crisis económica reduce el comercio exterior a menos de
la mitad y disminuye la capacidad importadora. Asimismo, aumenta sus-
tancialmente el desempleo, en buena medida a causa del abrupto regreso de
varios cientos de miles de mexicanos desde EEUU. No obstante, como los
precios de las principales exportaciones venían descendiendo desde 1926, el
golpe es menos acentuado que en otros países de América Latina como Chi-
le o Cuba. Además, el peso que todavía tiene la agricultura de subsistencia
contribuye a amortiguar los efectos de la crisis y a facilitar el proceso de sus-
titución de importaciones. Con una caída del PBI de alrededor del 15 %, si-
milar a las sufridas por Argentina y Uruguay, la rápida aplicación de políticas
140
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
lar a los presidentes que se habían sucedido desde 1928, muestra sin embar-
.
, S nta
go, desde el comienzo, un grado mayor de autonomía y la clara intención de
i s
sacudirse la tutela de Calles. Con ese objetivo, lejos de aguardar pasivamente
t es o ve
las elecciones, inicia una intensa campaña electoral, similar en ciertos aspec-
n
S í ia
tos a las que habían realizado décadas antes los líderes populares del Cono
i al o p
i t or n, c
Sur, como Hipólito Yrigoyen en Argentina y Arturo Alessandri en Chile.
Ed ució
Se desplaza a lo largo y a lo ancho del país, a veces por regiones inhóspitas,
e
donde pronuncia encendidos discursos que impactan en el campesinado.
d d distrib
Las giras contribuyen además a fortalecerlo en el partido y a darle una base
a
ied a la
electoral propia, así como un conocimiento más exhaustivo del territorio.
p
Pro hibid
En opinión de Cárdenas, el diagnóstico elaborado por el PNR en 1933 es
correcto. Lamentablemente, los saldos pendientes de la revolución son toda-
Pro
vía muy grandes, sobre todo en el mundo rural (Knight, 1998).
Aunque la autonomía de Cárdenas es vista por muchos contemporáneos
como el anticipo de fuertes tempestades, el nuevo presidente demuestra
gran habilidad política. De hecho, la disputa por el liderazgo con el “Jefe
Máximo”, como se conoce a Calles, se resuelve con relativa rapidez. Aprove-
chando una coyuntura de fuerte conflictividad obrera, Cárdenas destituye a
los ministros callistas y lleva adelante una purga en el PNR que desbanda el
bloque callista en el parlamento. Mucho menos cohesionado de lo supuesto.
En paralelo, además, ordena numerosos pases a retiro y nuevos nombra-
mientos en el Ejército y la policía, que, en breve, casi sin conflictos, le dan
el control de la situación. Apoyado también por los sindicatos y por la Con-
federación de Campesinos Mexicanos (CCM), atraídos por sus propuestas
sociales, modera las políticas anticlericales y obtiene de esa manera el apoyo
141
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
sentido, a diferencia de lo que ocurre en buena parte de América Latina, tal
.
, S nta
el caso del Chile del Frente Popular, en México la reforma agraria constituye
i s
una de las políticas nodales de los años treinta (Knight, 2015).
t es o ve
Además, a diferencia del discurso de impronta industrialista y raigambre
n
S í ia
reformista de la izquierda chilena y el batllismo uruguayo, el cardenismo
i al o p
i t or n, c
hace del agrarismo un tópico central de su retórica nacionalista y, concre-
Ed ució
tamente, de su plan de gobierno. En una elocuente muestra de ello, entre
e
1936 y 1940, el gobierno de Cárdenas reparte 18 millones de hectáreas en-
d d distrib
tre 800 000 beneficiarios. En solo cuatro años distribuye más del doble que
a
ied a la
en las dos décadas anteriores. Además, la tierra ejidal pasa a representar casi
p
Pro hibid
la mitad de la tierra cultivada contra el 15 % a comienzos de los años treinta.
El apoyo del Estado se hace palpable también a través de obras de infraes-
Pro
tructura y abundancia de créditos al menos en los primeros años. En 1936,
por ejemplo, los créditos para el sector representan casi el 10 % del presu-
puesto central. En contraste con el andar cansino de las reformas anteriores,
la cardenista es vertiginosa y está acompañada de una intensa movilización
y de un amplio apoyo popular. En parte, dicho apoyo da pie a la organización
de una nueva central campesina, la Confederación Nacional Campesina.
A tono con los debates del momento, tras doblegar la oposición, Cár-
denas avanza en la reorganización de la maquinaria política heredada del
callismo, rebautizada ahora Partido Revolucionario Mexicano (PRM). La
nueva estructura adopta una forma más corporativa, dividida en diferentes
ramas que confluyen en concejos y juntas centrales. Por un lado, los trabaja-
dores (nucleados en la CTM), por otro, los campesinos (vinculado a las dife-
rentes Confederaciones Campesinas, entre ellas la Nacional, recientemente
142
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
das anteriores, el temor a un posible voto “conservador” paraliza la iniciativa.
.
, S nta
En la decisión resulta determinante el triunfo de la Confederación Española
i s
de Derechas Autónomas (CEDA) en España. En este contexto, el derecho a
t es o ve
voto para las mujeres recién se sanciona en 1953 (Tuñón Pablos, 2011). No
n
S í ia
obstante, el cardenismo alienta su incorporación al PRN, en el que llegan a
i al o p
i t or n, c
representar más del 30 % en los años cincuenta. Impulsa, a su vez, la deno-
Ed ució
minada “educación socialista”. Una instancia considerada indispensable para
e
la reproducción de la identidad revolucionaria y, en ese marco, para la incor-
d d distrib
poración de las mujeres a la vida político-electoral. En este plano, se busca
a
ied a la
además precisar sus contenidos generales, que suelen generar ásperos debates.
p
Pro hibid
Si en el período de Calles uno de los aspectos fundamentales había sido
el anticlericalismo –a menudo confundido con la idea misma de socialis-
Pro
mo–, durante el período de Cárdenas se pone el acento en la difusión de
ideas nacionalistas, como la reivindicación del ejido y la industrialización
(Savarino-Mutolo, 2008). Asimismo, el indigenismo que había estado pre-
sente de diferentes maneras desde el comienzo de la revolución, tiende por
momentos a diluirse en un discurso más clasista que busca subsumir la
cuestión indígena al interior de las políticas más generales de mejora de las
condiciones de los trabajadores (Knight, 1998). Una posición que le vale,
por entonces, el apoyo de los comunistas, embanderados en la política de
frentes populares. También, hasta cierto punto, el de los sectores católicos
moderados (Meyer, 2009).
Por último, aumenta significativamente el gasto en educación, que si
bien había crecido a lo largo del período anterior –una de las políticas de
Estado de largo plazo de la Revolución–, con Cárdenas llega capturar un
143
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
Previsión.
.
, S nta
En 1938, consolidado en el frente interno, tras un largo conflicto entre
i s
las empresas petroleras y los sindicatos –que llegó incluso a la Corte Supre-
t es o ve
ma–, el gobierno de Cárdenas ordena la nacionalización. Probablemente la
n
S í ia
medida más audaz del gobierno, con un fuerte impacto internacional. El
i al o p
i t or n, c
conflicto con EEUU, no obstante, se ve amortiguado por la inminencia de
Ed ució
la guerra, que conduce a Roosevelt a priorizar el acercamiento con México
e
para obtener las materias primas necesarias (Águila, 2010; Tabanera García,
d d distrib
2018; Aboites-Loyo, 2010). Internamente, la expropiación genera un am-
a
ied a la
plio apoyo y un fuerte fervor popular que marca la cúspide del cardenismo.
p
Pro hibid
También la Iglesia católica apoya la medida públicamente y se moviliza en
su defensa.
Pro
Sin embargo, tras la algarabía, la situación económica comienza a erosio-
nar parte del apoyo del gobierno. Aunque por lo general los salarios siguen
por arriba de la inflación –incluso después de 1938 cuando se hace más
alta–, las tensiones presupuestarias y de balanza de pagos se ahondan. Al
mismo tiempo, las profundas transformaciones que se viven debido a la
reforma agraria generan una caída per cápita de la producción que causa
dificultades en varios frentes. Por otro lado, parte de los programas credi-
ticios se interrumpe, en parte debido a la debilidad fiscal del Estado, cuya
maquinaria burocrática es más rudimentaria y menos desarrollada que la de
los países del Cono Sur. La falta de crédito se traduce en un empeoramiento
de la productividad del sector agrario, en un marco en que el gasto público
sigue siendo relativamente bajo para los estándares keynesianos posteriores
(Águila, 2010).
144
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
meno político.
.
i s , S nta
4.3.2. El Brasil de Vargas
n t es o ve
S í iseaconstruye sobre
i a l o p
, c regionales, prin-
r “oligarquías”
Tras el fin del imperio en 1889, la Primera República
i t o n
Edy SanuPablo.
ció Aunque estable, el régimen
la base del acuerdo entre las denominadas
cipalmente las de Minas Gerais
sufre el impacto de ladGran
e
d Guerratriybdurante la década del veinte crecen las
s
d 2003).laLosdiconflictos
a
i e
tensiones (Fausto,
pindustriales,
obreros aumentan en los principa-
Proentrehilos
les distritos
i d a como San Pablo, y el descontento se hace sentir
también b oficiales jóvenes del Ejército, los denominados tenentes. Se
producen
P r o
incluso revueltas y alzamientos, uno en 1922 en Río de Janeiro y
otro en 1924 en San Pablo, donde llegan a controlar la ciudad. Finalmente,
perseguidos por el Ejército, cruzan la frontera con Bolivia en 1927.
El tenentismo, como se conoce al movimiento, reclama leyes sociales para
contener el conflicto obrero y, sobre todo, un Estado fuerte y centralizado
que ponga fin a la hegemonía de las “oligarquías” regionales. Si bien no tiene
la fortaleza suficiente para forzar un rumbo reformista, constituye igualmen-
te el principal movimiento de oposición en el Brasil del “café con leche”,
expresión que alude a la alternancia acordada entre las elites de los estados
de Minas Gerais, ganadero, y San Pablo, cafetalero (Fausto, 1992).
La crisis de 1929 cambia las cosas. La sobreproducción de café se su-
perpone a la caída de precios debido a la crisis. Para intentar contenerla, el
gobierno federal compra parte de la producción y la destruye. La medida,
145
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
cadas previas. El clima político se tensa al máximo. En un primer momento,
.
, S nta
San Pablo mantiene el control de la situación pero el asesinato del goberna-
i s
dor de Paraíba y candidato a la vicepresidencia por la Alianza Liberal, Joao
t es o ve
Pessoa, desata un nuevo alzamiento popular. Apoyado por algunos sectores
n
S í ia
del movimiento obrero, se suman al levantamiento las fracciones del Ejér-
i al o p
i t or n, c
cito que todavía simpatizaban con el tenentismo así como los partidos de
Ed ució
oposición que existían en diferentes estados. El gobierno, sorprendido, no
e
reacciona a tiempo y aunque cuenta con fuerzas para repeler el alzamiento,
d d distrib
no logra movilizarlas y es derrocado. Asume el candidato de la Alianza Libe-
a
ied a la
ral y gobernador de Río Grande, Getulio Vargas.
p
Pro hibid
Como era previsible, tras el triunfo, afloran las divergencias entre los
diferentes sectores del movimiento revolucionario. Mientras por un lado las
Pro
elites quieren mantener el statu quo previo, redefiniendo solamente el repar-
to de poder entre ellas, los tenentes buscan una reforma agraria que debilite
precisamente el poder de las “oligarquías”. Alientan, además, el desarrollo de
una política social similar a la que, aunque en un marco reformista, se había
desarrollando en otros países de América Latina como Argentina y Uruguay.
Consideran también, en el marco de las discusiones propiciadas por la crisis,
que es necesaria una política industrial que vuelva a Brasil menos depen-
diente de las exportaciones de materias primas (Drinot-Knight, 2015).
Apenas dos meses después de la llegada de Vargas al poder, la influencia
del tenentismo se ve reflejada en una serie de medidas clave durante 1931,
entre ellas, la creación del Ministerio de Trabajo, Industria y Comercio
y del Departamento Nacional del Trabajo y la aprobación de las leyes de
sindicalización. Este corpus legal convierte a los sindicatos en “organismos
146
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
tasas de analfabetismo– pero se incorpora a las mujeres. En este caso, empe-
.
, S nta
ro, con un estatus similar al de los hombres mayores de sesenta años, ya que
i s
no rige la obligatoriedad (Raisa Schpun, 2011). A tono con los debates del
t es o ve
momento, se fija también una cuota de representación corporativa, elegida
n
S í ia
por los sindicatos, las patronales, los funcionarios públicos y los profesio-
i al o p
nales.
i t or n, c
Ed ució
En paralelo, además, el gobierno introduce cambios en el sistema edu-
e
cativo, buscando una posición de conciliación y cierto equilibrio entre los
d d distrib
sectores escolanovistas que impulsan la “modernización” y los católicos que
a
ied a la
cuestionan la aplicación de ideas “liberales” (De Souza Neves y Rolim Cape-
p
Pro hibid
lato, 2004). Este debate, aunque con otros condimentos, también se da en
la Argentina de la década de 1930 (Di Stefano-Zanatta, 2000).
Pro
Ese mismo año, antes de que el nuevo código electoral pueda ser puesto
en práctica, se produce un levantamiento en San Pablo, la llamada Revo-
lución constitucionalista. Los insurrectos reclaman el fin del gobierno pro-
visional y el llamado a una asamblea constituyente. Más allá de su retórica
principista, su inspiración es netamente conservadora. El principal propósi-
to del movimiento es poner un freno a los tenentes, devenidos varios de ellos
en interventores regionales, y restablecer el control de las elites de los estados
sobre el gobierno central (Carvalho, 1995). Aunque la “revolución” es de-
rrotada, el gobierno de Vargas convoca a elecciones para conformar la asam-
blea, “normalizar” institucionalmente el país y elegir un nuevo presidente.
Las elecciones de 1933 inauguran el nuevo reglamento electoral sancio-
nado el año anterior, que se refleja en una intensa actividad proselitista y un
nivel de participación inédito en Brasil, más allá de los límites señalados.
147
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
equilibrio con los escolanovistas. A su vez, la nueva constitución establece
.
, S nta
la obligatoriedad del voto para las mujeres, aunque solo para aquellas que
i s
ejerzan una profesión o una función remunerada (Raisa Schpun, 2011).
t es o ve
Una medida que coloca a Brasil a la vanguardia en América Latina junto a
n
S í ia
Uruguay que, como se analizó, sanciona el sufragio femenino en 1932. Poco
i al o p
i t or n, c
después, la Asamblea confirma a Vargas en el poder como presidente.
e Ed ució
d d distrib
A) Hacia el Estado Novo
a
p iedlosacoletazos
A estaoaltura, la de la crisis comienzan a dejar paso a la re-
Pr hdeibla imano
cuperación d de la reorientación mercadointernista y el vínculo
comercial
P r ofavorable con EEUU (Drinot y Knight, 2015). Mientras tanto,
el sistema político se reconfigura en torno a dos polos. Uno de derecha, la
Acción Integralista Brasilera –de inspiración fascista–; y otro de izquierda,
la Alianza Nacional Liberadora (ANL), liderado por Luis Carlos Prestes del
Partido Comunista y otrora líder del tenentismo en los años veinte (Mo-
reira Rodrigues, 2019). Aunque opuestos ideológicamente, comparten la
crítica al liberalismo y defienden la intervención del Estado, la planifica-
ción económica e impulsan reformas sociales de hondo calado así como un
gobierno central fuerte, capaz de doblegar a las denominadas “oligarquías”
regionales.
En 1935, un intento de revolución encabezado por la Alianza, carente
de apoyo popular, fracasa y Vargas disuelve el partido. El intento sirve, a su
vez, para alimentar el creciente anticomunismo de la región y dar impulso a
148
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
Casi inmediatamente, el primer desafío al Estado Novo proviene de quie-
.
, S nta
nes lo habían apoyado con más entusiasmo en un comienzo: los integralis-
i s
tas. Desilusionados porque las reformas no tienen la radicalidad esperada,
t es o ve
pero sobre todo porque no han logrado conquistar el poder, el integralismo
n
S í ia
brasilero intenta un golpe de Estado en 1937 que también fracasa. El alza-
i al o p
i t or n, c
miento termina con su disolución como fuerza política.
Ed ució
A partir de entonces, Vargas fortalece su presencia a través del uso de
e
la calle –como en las movilizaciones por el 1 de mayo– y afianza el control
d d distrib
sobre los medios de comunicación por medio del Departamento de Prensa
a
ied a la
y Propaganda. Se crean revistas oficialistas como Cultura Política y Ciencia
p
Pro hibid
Política, donde se defiende el rumbo emprendido por el Estado Novo, aun-
que sin ocluir totalmente la participación de escritores de otras tendencias
Pro
ideológicas. Se organizan también programas radiales como Falando aos
Trabalhadores Brasileiros, encabezado desde 1942 por el ministro de trabajo
Alexandre Marcondes Mechado Filho. Esta iniciativa se convierte en uno de
los más exitosos vehículos de propaganda del gobierno, principalmente en
lo referido a la política social (Gomes, 2005).
Si bien el control sobre los medios y las instituciones educativas se inten-
sifica, como ocurre con las publicaciones oficiales, el Estado Novo no impide
que intelectuales opositores colaboren en algunas oportunidades o partici-
pen incluso como funcionarios en el Ministerio de Educación. El moder-
nista Mario de Andrade, por ejemplo, se encuentra al frente del Instituto
Nacional del Libro y el arquitecto Oscar Niemayer, de orientación comu-
nista, es contratado para la construcción del nuevo edificio del Ministerio
de Cultura. Esta apertura no llega a permitir la publicación de artículos
149
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
a ntivarguistas en las revistas oficiales –lo mismo que en los programas radia-
les– pero constituyen una muestra del peculiar estilo conciliador que Vargas
da al autoritarismo estadonovista (De Souza Neves y Rolim Capelato, 2004).
Entretanto, a lo largo de esos años se van aprobando diferentes derechos
sociales. Entre ellos, los denominados institutos de retiro y pensiones, al
punto que a finales de la década, la previsión social se encuentra extendida a
casi todos los trabajadores urbanos. En 1940 se establece el salario mínimo,
el Tribunal del Trabajo y el impuesto sindical, que fortalece rápidamente a
los sindicatos, esenciales en el proyecto corporativista de Vargas.
Dicho proceso, concluye, en parte, con la codificación de las leyes labo-
rales en 1943: la denominada Consolidación de las Leyes de Trabajo. La ex-
A.
pansión de los derechos sociales, sin embargo, tiene limitaciones importan-
.
, S nta
tes. La principal, como ocurre en el Chile del Frente Popular, es el trabajador
i s
rural. A pesar de la reorientación de la economía que se viene dando desde
t es o ve
comienzos de la década y que ha fortalecido a los trabajadores urbanos, las
n
S í ia
clases populares rurales siguen siendo el grueso de la clase trabajadora, más
i al o p
i t or n, c
aún en un país como Brasil, cuyo nivel de urbanización está lejos del alcan-
Ed ució
zado por sus vecinos del sur. Para los trabajadores del campo, el varguismo
e
tiene pocas políticas específicas, en clara disonancia, por ejemplo, con el
d d distrib
cardenismo mexicano.
a
ied a la
Otra limitación es la inexistencia del derecho a huelga, que, por el con-
p
Pro hibid
trario, es reconocido por las experiencias reformistas del Cono Sur y la
constitución mexicana de 1917. Aun así, el impacto de la política social
Pro
de Vargas resulta importante y lo convierten en un líder popular. En una
prueba de ello, tras su derrocamiento en 1945, se multiplican las moviliza-
ciones a su favor, los denominados “queremistas”, llamados así por el grito
que los aunaba: “queremos a Vargas” (French, 1998). Por otro lado, a pesar
del apoyo de los militares al candidato de la Unión Democrática Nacional,
el principal partido de oposición al varguismo, el presidente electo por la
asamblea nacional es finalmente el exministro de Guerra de Vargas, Eurico
Gaspar Dutra, quien cuenta explícitamente con su apoyo.
A su vez, la constitución de 1946, que da por terminado el Estado Novo
y reinstala la república y la democracia liberal, preserva los derechos socia-
les del período anterior. Vargas, entre tanto, es elegido senador y en 1950
vuelve a la presidencia obteniendo más del 50 % de los votos, apoyado por
el Partido Trabalhista Brasileiro que él mismo había creado en 1945.
150
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
además, los acercamientos previos de Dutra con el presidente norteamerica-
.
, S nta
no Harry Truman. Política que, entre otras cosas, ha derivado en la ruptura
i s
de relaciones con la Unión Soviética y la proscripción del comunismo. El
t es o ve
viraje se consolida con la guerra de Corea, sobre todo a partir de las presio-
n
S í ia
nes de EEUU para que Brasil se sume al conflicto, cosa que Vargas se niega a
i al o p
i t or n, c
hacer. A partir de entonces, el Club Militar pasa a ser presidido por los sec-
Ed ució
tores del Ejército favorables al acercamiento con EEUU y la relación entre
e
Vargas y las Fuerzas Armadas se deteriora velozmente.
d d distrib
Asimismo, al enfriamiento de las relaciones contribuye el clima enrareci-
a
ied a la
do ocasionado por el envío del proyecto de monopolio estatal sobre el petró-
p
Pro hibid
leo en 1951, sancionado finalmente en 1953. Gracias a dicha ley, la empresa
estatal Petrobras obtiene el monopolio de las exploraciones, la extracción y
Pro
el refinamiento de petróleo, un proyecto diametralmente opuesto al avalado
por Dutra en 1948.
Las tensiones con la oposición, nucleada en la Unión Democrática Na-
cional (UDN), se ahondan debido a la gestión de João Goulart en el Mi-
nisterio de Trabajo. De buenas relaciones con los sindicatos –incluidos los
dirigentes comunistas– impulsa una fuerte subida del salario mínimo y pro-
fundiza la retórica a favor de los trabajadores, aspecto que también Vargas
cultiva con más ahínco en este período, denunciando el accionar mezquino
y antidemocrático de las “oligarquías” del país.
El malestar y la irritación de los opositores crece. Se multiplican las de-
nuncias de corrupción y en junio se pide un empeachment que, finalmente,
no prospera. Un atentado sufrido por el líder opositor Carlos Lacerda em-
peora el clima y las Fuerzas Armadas –cada vez más enfrentadas a Vargas– le
151
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
a Vargas, y los golpistas, cercanos a la Unión Democrática Nacional, de
.
, S nta
orientación más liberal en el plano económico. Al año siguiente, aplacado el
i s
clima de rebelión, la alianza de los dos partidos varguistas, el PTB y Partido
t es o ve
Social Democrático, este último de base más conservadora, se unen para dar
n
el triunfo a Jucelino Kubitschek. S í ia
i al o p
i t or n, c
4.3.3. Argentina en la e Ed ucióde los fraudes
encrucijada:
d dtreinta b
triperonismo
de los años
a i sal
152
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A partir de 1932, con el gobierno del general Agustín Justo, los instrumen-
tos de intervención estatal se multiplican: se crea el Banco Central –otro de los
proyectos que el yrigoyenismo no había conseguido aprobar durante su primer
mandato–, y el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias. Este último está
destinado a absorber los activos “tóxicos” de los bancos (Rougier-Sember, 2018).AUTOR: No
Se implanta en paralelo el desdoblamiento cambiario, una herramienta clavese encuentra
en la biblio-
para alentar la industrialización vía el encarecimiento de las divisas de las impor-
grafía.
taciones consideradas “no prioritarias”. Se crean, también, las juntas reguladoras
de la producción que buscan fijar precios mínimos, limitar la producción o
comprar los excedentes, tal como el gobierno federal había hecho con el café en
Brasil poco antes. Las juntas tienen además, entre sus objetivos, el de aportar
A.
conocimiento técnico para mejorar la productividad.
.
, S nta
Estas medidas, sumadas a la subida de precios y el alza de la demanda
i s
externa a partir de 1933, cuando varias sequías afectan a Canadá, Australia y
t es o ve
EEUU, explican la relativamente rápida recuperación del PIB. En 1937 los
n
S í ia
precios de los cereales ya superan los niveles previos a la crisis y los términos
i a l o p
i t or n, c
del intercambio de las exportaciones argentinas alcanzan los niveles más al-
Ed ució
tos del período anterior (Belini y Korol, 2012). En 1939 el PIB nacional es
e
ya un 15 % más alto que en 1929.
a d d distrib
p iedeldtreinta.
a laIndustrialización y fraude electoral
o
Pr hibid
A) La década
En elro
plano político, dichos procesos de transformación coexisten con
P
una profunda crisis que, tras el golpe de Estado contra Yrigoyen, se difu-
mina en todo el sistema político. Numerosos dirigentes son encarcelados,
incluido el propio Yrigoyen, y el radicalismo es sometido a crecientes pre-
siones y arbitrariedades.
En 1931 se cancelan las elecciones de la provincia de Buenos Aires que
lo habían visto triunfador. Poco después, el gobierno provisional veta la can-
didatura presidencial del expresidente radical Marcelo Alvear, que aunque
alineado con los antipersonalistas en la década de 1920, cuenta ahora con
el apoyo de Yrigoyen. En respuesta, en las elecciones de 1932 el radicalismo
decide abstenerse. El partido denuncia la ilegalidad de las elecciones em-
pleando, de esta manera, una estrategia política que ya había utilizado en
reiteradas ocasiones antes de la reforma electoral de 1912. La presidencia
153
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
comicios, a veces a punta de pistola, se apodera de las urnas.
.
, S nta
En algunas provincias, como en Santa Fe, se trasladan en trenes miles de
i s
votantes desde otros distritos para abultar los resultados y asegurar el triunfo
t es o ve
(Mauro, 2013; López, 2018). A pesar del trato benévolo de los principales
n
S í ia
diarios, la magnitud del fraude lo vuelve totalmente inocultable. Desde en-
i al o p
i t or n, c
tonces se convierte en una realidad con la que conviven tanto los ciudada-
Ed ució
nos como las diferentes fuerzas políticas. La crisis de legitimidad se ahonda,
e
además, debido a la resonancia de algunas denuncias de corrupción lanzadas
d d distrib
por Lisandro de La Torre, el candidato presidencial de la Alianza Civil, y el
a
ied a la
asesinato de un senador opositor del Partido Demócrata Progresista, Enzo
p
Pro hibid
Bordabehere, en el propio recinto parlamentario. Su muerte genera un gran
impacto, ocurrida además en el marco de una investigación sobre la evasión
Pro
impositiva de los frigoríficos extranjeros y sus relaciones con funcionarios de
la Concordancia. Poco después, la erosión del sistema político toca fondo
cuando las habituales denuncias de corrupción salpican también al propio
radicalismo, cuyos concejales en la ciudad de Buenos Aires son acusados de
recibir dinero de las empresas extranjeras concesionarias del transporte para
financiar la campaña electoral.
Entretanto, en el registro económico, el proceso de sustitución de im-
portaciones continúa. A los numerosos talleres nacionales que se crean
por esos años se suman numerosas empresas extranjeras, principalmente
norteamericanas, radicadas para evitar las trabas arancelarias (Belini, 2017).
Al momento del estallido de la Segunda Guerra Mundial, la industria local
abastece prácticamente la totalidad del cemento demandado por la pujante
industria de la construcción, así como el aceite y los neumáticos utilizados
154
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
General del Trabajo (Camarero, 2007). En 1936, en un marco más propicio
.
, S nta
de recuperación económica, como también ocurre en Chile, las huelgas vuel-
i s
ven a sacudir el país, lideradas en esta oportunidad por los sindicatos de la
t es o ve
construcción (Iñigo Carreras, 2012). Su importancia había crecido conside-
n
S í ia
rablemente de la mano del impresionante desarrollo urbano de Buenos Aires
i al o p
i t or n, c
y, aunque en menor medida, también de ciudades como Rosario, Tucumán
Ed ució
y Córdoba. La transformación de la capital, cuya población crece acelerada-
e
mente nutrida por el flujo de las crecientes migraciones internas, es la más
d d distrib
impresionante. Surgen rascacielos y se llevan a cabo obras de infraestructura
a
ied a la
como las avenidas General Paz, 9 de Julio y Costanera que cambian total-
p
Pro hibid
mente su fisonomía, acercándola a la de las grandes metrópolis del mundo.
La unidad del movimiento obrero, sin embargo, sigue siendo frágil.
Pro
Por un lado, los sindicalistas, aunque minoritarios ahora, se recluyen en
la Unión Sindical Argentina. Por otro, la CGT no logra sobrevivir a las
tensiones internas y se divide en dos ramas (Del Campo, 2005). De todas
maneras, la sindicalización crece de manera continuada y alcanza al 10 % de
los trabajadores a comienzos de los cuarenta. Probablemente el porcentaje
más alto en América Latina.
155
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
sus intervenciones a favor de los trabajadores. Entre 1944 y 1945 se cele-
.
, S nta
bran más de 700 convenios colectivos avalados por la Secretaría de Trabajo
i s
comandada por Perón (Doyon, 2006). Se reconoce además oficialmente a
t es o ve
los representantes sindicales, lo que les da mayor fuerza en los lugares de
n
S í ia
trabajo y contribuye a aumentar la afiliación. Ese año, Perón crea además
i al o p
i t or n, c
la División de Trabajo y Asistencia de la Mujer, orientada a brindar ayuda
Ed ució
a las trabajadoras (Barry, 2011). Asimismo, alienta un control más estricto
e
sobre el cumplimiento de los contratos y las jornadas laborales. En 1945,
d d distrib
en una de las medidas más resistidas, se establecen las vacaciones pagas y el
a
ied a la
aguinaldo. Poco antes, en otro hecho sin precedentes, el gobierno aprueba
p
Pro hibid
el denominado Estatuto del Peón, que fija derechos para los trabajadores
rurales. Un paso que, como se señaló, experiencias reformistas como la de
Pro
Frente Popular en Chile o corporativistas como la de Vargas en Brasil no se
habían atrevido a dar.
A su vez, las relaciones de Perón con los sindicatos afines se hacen más
estrechas y al interior del gobierno su poder también crece rápidamente. Su
nueva situación se refleja en la acumulación de diferentes cargos, entre ellos
el de Ministro de Guerra y el de Vicepresidente. Su ascenso, empero, au-
menta la tensiones y en octubre de 1945, los sectores opuestos a su política
sindical ganan la pulseada y logran su destitución. Como había ocurrido con
Yrigoyen, Alvear y tantos otros dirigentes radicales, es enviado a la prisión de
la isla Martín García. Esta vez, sin embargo, su encarcelamiento desata una
fuerte reacción popular.
La CGT llama a un paro general para el día 18 de octubre, pero el día
17 se produce una enorme movilización a la Casa de Gobierno para exigir
156
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
Los opositores se nuclean, a su vez, en una coalición denominada Unión
.
, S nta
Democrática, compuesta por las principales fuerzas políticas existentes hasta
i s
entonces. Desde el radicalismo y el socialismo hasta el comunismo, pasando
t es o ve
por la democracia progresista. En el contexto de la posguerra, la Unión De-
n
S í ia
mocrática, concebida por muchos dirigentes como una continuación de los
i al o p
i t or n, c
frentes antifascistas de los años treinta, plantea su campaña precisamente en
Ed ució
esos términos bipolares, como la lucha entre la democracia y el totalitarismo
e
(Nállim, 2014). Con poco tino, se oponen también a la legislación obrera
d d distrib
del gobierno militar y acompañan incluso el lock-out empresarial que en
a
ied a la
1946 se opone al aguinaldo (una paga extra anual).
p
Pro hibid
Perón, por su parte, intenta un acercamiento con las corporaciones em-
presariales presentando sus políticas sociales como un dique al comunismo,
Pro
pero ante la negativa de los empresarios opta por fortalecer sus apoyos en el
mundo sindical y reforzar su retórica popular. De manera similar a como
el yrigoyenismo había dividido el campo político en la década de 1920,
oponiendo “causa” y “régimen”, Perón construye desde entonces su discurso
sobre la dicotomía “pueblo-oligarquía” (Karush, 2013).
Su triunfo resulta impresionante y para muchos sorprendente tenien-
do en cuenta que implica la derrota de todas las fuerzas políticas unidas,
incluido el radicalismo que hasta entonces había sido la fuerza electoral ma-
yoritaria. Dicho triunfo, sin embargo, resulta menos sorprendente si se tiene
en cuenta la larga sucesión de fraudes electorales que en la década anterior
habían minado la legitimidad del sistema de partidos, y en ese marco tam-
bién la del radicalismo. De igual manera, el franco apoyo de las corporacio-
nes empresariales a la Unión Democrática aleja aún más a los trabajadores.
157
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
proyectos. Por si quedan dudas, cierra su campaña electoral de 1946 en el
.
, S nta
Santuario de la Virgen de Luján, la principal devoción católica del país (Di
Stefano y Mauro, 2015).
i s
n t es o ve
S í ia
i al o p
C) El peronismo en el gobierno
i t or n, c
e Ed las tensiones
A poco de ganar las elecciones, u ció en el interior de la coalición
triunfante se acrecientandy Peróntopta
a d i s rib directamente por disolver el Partido
i e
Laborista. A pesar d de muchos dirigentes sindicales, Perón
d de laslaresistencias
tido P ropsus
reorganiza
Único ida Nacional, devenido en 1947 Partido Peronista.
estructuras
de ilabRevolución
de apoyo en torno a una nueva formación: el Par-
En 1949,ro elh
partido adopta, además, una organización piramidal, centrali-
P
zada y corporativa –como había ensayado antes el cardenismo– dividida en
este caso en tres ramas: la sindical, la masculina y la femenina. Aprobado el
voto femenino en 1947, dicha rama se convierte en breve en la base para
la organización del primer partido compuesto masivamente por mujeres,
el Partido Peronista Femenino, liderado por Eva Perón (Barry, 2011). La
inclusión en el censo electoral dura varios años pero ya en 1952 el impacto
de la reforma resulta numéricamente impresionante. En parte porque, para
empezar, asegura a las mujeres el 33 % de los cargos obtenidos por el pe-
ronismo. Mientras Uruguay, por ejemplo, cuenta en 1943 con tres mujeres
en la legislatura después de una década de vigencia del voto femenino, en la
Argentina peronista, solo la elección de 1951 lleva a 109 mujeres a ocupar
cargos parlamentarios nacionales y provinciales (Barry, 2009).
158
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
Al mismo tiempo, como sucede también en los países europeos –y en
.
, S nta
algunos latinoamericanos como Uruguay, Chile y México–, se impulsa una
i s
política general de nacionalizaciones en los sectores estratégicos y de servicios
t es o ve
públicos (gas, teléfonos, puertos, ferrocarriles). Se fortalecen, además, sobre
n
S í ia
todo con el Plan Quinquenal de 1947, los instrumentos de intervención di-
i al o p
i t or n, c
señados en los años treinta y durante la dictadura de 1943. Se impulsa el
Ed ució
crédito a través del Banco Industrial y se lanza el Instituto Argentino para la
e
Producción y el Intercambio (IAPI). El IAPI asume un rol clave al permitirle
d d distrib
al gobierno controlar el comercio exterior, orientar divisas al sector industrial
a
ied a la
y desacoplar el precio interno de los alimentos respecto del mercado mun-
p
Pro hibid
dial. Además, el gobierno congela el precio de los alquileres y lanza progra-
mas de vivienda a través de créditos subsidiados por el Banco Hipotecario.
Pro
En su conjunto, estas políticas elevan el salario real en un 50 % entre
1945 y 1948, un nivel sin parangón en América Latina. En respuesta, la tasa
de sindicalización supera el 40 % después de 1950 y, en términos electorales,
el gobierno se mantiene por arriba del 60 % de los votos en la mayoría los
comicios.
En 1949, no obstante, el clima político y económico se enturbia. Por
un lado, el avance de la industrialización pone en jaque la balanza de pagos.
Esto se combina a su vez con un empeoramiento de los términos del inter-
cambio y una sucesión de malas cosechas. Por otro, la inflación crece rápida-
mente (Belini y Korol, 2012; Brennan y Rougier, 2013).
Las principales objeciones, sin embargo, apuntan a la reforma constitu-
cional en marcha. Para los opositores, el gobierno pretende avanzar en una
suerte de “fascistización” del Estado y en el establecimiento de un sistema
159
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
les y ciudadanas. Las principales innovaciones son los derechos sociales, que
.
, S nta
adquieren rango constitucional, la elección directa –un reclamo de larga
i s
data en amplios sectores– y la posibilidad de reelección, aspecto que origina
t es o ve
finalmente los principales cuestionamientos.
n
S í ia
Las reformas electorales posteriores, que reintroducen el principio uni-
i al o p
i t or n, c
nominal, vuelven a disparar críticas. Si bien contribuyen efectivamente a
Ed ució
limitar el número de legisladores opositores en la legislatura (que pasan de
e
44 en 1946 a 12 en 1955) están de todos modos muy lejos configurar un
d d distrib
modelo de partido único (De Privitellio, 2011). El relativo “unanimismo”
a
ied a la
legislativo de aquellos años constituye mucho más una consecuencia de los
p
Pro hibid
abultados triunfos obtenidos por el peronismo, que como el de 1952 vuelve
a superar el 60 % de los votos, que de las reformas electorales y el dibujo
Pro
caprichoso de algunas circunscripciones (Mauro, 2016).
A partir de 1953, tras la llamada “vuelta al campo” de los años anterio-
res –con la que se intenta robustecer el ingreso de divisas–, el segundo Plan
Quinquenal apunta al desarrollo de la industria de base. Sus logros no son
menores. La inflación disminuye sustancialmente, se mantienen altas tasas
de crecimiento y la presencia de las empresas estatales se acentúa. Por ejem-
plo, en 1952 se crea Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado y en
1953 Astilleros y Fábricas Navales del Estado. Sin embargo, en lo que es el
principal objetivo del plan, el desarrollo de una industria de base, los resul-
tados son bastante modestos (Belini, 2017). El Plan Siderúrgico Nacional
lanzado en 1946 no logra despegar. Primero debido al boicot norteamerica-
no y luego a las dificultades de la balanza de pagos. Asimismo, si bien se de-
sarrolla la industria laminadora, su dependencia de las importaciones resulta
160
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
Es más bien en el frente político donde las dificultades se hacen cada
.
, S nta
vez mayores, sobre todo a partir de 1953. Tras la temprana e inesperada
i s
muerte de la esposa de Perón, Eva Duarte –de enorme popularidad–, los
t es o ve
homenajes y funerales causan tensiones con la oposición, que ve en ellos el
n
S í ia
avance de la “dictadura” y el intento de conformar una “religión política”
i al o p
i t or n, c
a la manera de los fascismos europeos (Bianchi, 2001). En un registro más
Ed ució
mundano, las formas de culto popular que genera Eva irritan visceralmente
e
a los sectores más antiperonistas y profundizan las divisiones y la polariza-
d d distrib
ción social, dinámicas que, como se señaló, la dirigencia política uruguaya
a
ied a la
intenta evitar con la reforma constitucional de 1952 y un nuevo gobierno
p
Pro hibid
colegiado.
A partir de entonces, además, el gobierno comienza a avanzar en lo que
Pro
cabría definirse como una “peronización” de la cultura y la enseñanza, don-
de proliferan manuales de texto que celebran al gobierno de Perón y Eva.
Todo esto aumenta el encono opositor. Se restringe además la participación
de otras fuerzas políticas en la radio y se aumenta la presión sobre la prensa
opositora. Sobre todo después de la confiscación del diario La Prensa el año
anterior, en manos desde entonces de la Confederación General del Trabajo.
Por otro lado, la oposición “pueblo-oligarquía” con la que se interpreta la
realidad política dificulta de manera creciente la aceptación de formas de
oposición legítimas y debilita la posibilidad de que el sistema de partidos
pueda procesar las tensiones en curso. Finalmente, la llamada “doctrina na-
cional” peronista, reconocida por el Congreso, es incluida como materia de
formación para las Fuerzas Armadas, generando también malestar en los
sectores antiperonistas del Ejército.
161
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
El resultado de las elecciones legislativas, además, aumenta la irritación
.
, S nta
opositora y también el sentimiento de invulnerabilidad en el gobierno, tras
i s
volver a obtener el 62 % de los votos. Para la oposición se hace evidente que
t es o ve
un triunfo en las urnas es, por el momento, una quimera. En este marco,
n
S í ia
crecen las tendencias golpistas y la capacidad del sistema político para pro-
i al o p
i t or n, c
cesar los conflictos crecientes se vuelve críticamente mínima.
Ed ució
Finalmente, a este panorama se suma un inesperado enfrentamiento del
e
gobierno con la Iglesia católica. El conflicto se suma al distanciamiento pre-
d d distrib
vio del gobierno con los sectores nacionalistas católicos que se alejan desilu-
a
ied a la
sionados con el resultado de la reforma constitucional –desde su perspectiva
p
Pro hibid
demasiado liberal– y la política de buenas relaciones de Perón con el Estado
de Israel y la comunidad judía en el país (Zanatta, 1996; Rein, 2018).
Pro
En estos años, no habían faltado altercados con la Iglesia católica –como
a raíz de las leyes de profilaxis social y de equiparación de los hijos “ilegíti-
mos”– , pero nada que llevara prever el conflicto que se desata a finales de
1954. Este enfrentamiento, determinante, contribuye de manera decisiva a
la caída del gobierno (Bianchi, 2001; Caimari, 1995). Por entonces, preo-
cupado por el lanzamiento de la democracia cristiana, avalada por Roma,
Perón acusa públicamente a sectores de la Iglesia de participar en un com-
plot para destituirlo. En la ocasión se refiere también a la acción proselitista
opositora realizada por los asesores eclesiásticos en las universidades. Si bien
efectivamente hay obispos y cuadros de la Acción Católica antiperonistas,
también los hay férreos defensores del vínculo con Perón. Su intervención,
en este sentido, al revés de lo buscado, contribuye a fortalecer a los antipero-
nistas dentro de la Iglesia. El conflicto escala rápidamente y en un contexto
162
El tiempo de las reformas sociales en América Latina
A.
Poco después, el 16 de junio se produce un nuevo intento de golpe de
.
, S nta
Estado. Aviones de la marina, con la insignia “Cristo Vence”, bombardean
i s
la plaza de Mayo y la casa de gobierno, con el objetivo de asesinar a Perón.
t es o ve
El ataque deja el escalofriante saldo de varios centenares de muertos. Esa
n
S í ia
noche, en respuesta, militantes peronistas queman las principales iglesias del
i al o p
centro porteño.
i t or n, c
Ed ució
Poco después, Perón intenta descomprimir la situación flexibilizando las
e
leyes de radiodifusión y oponiéndose a los sectores sindicales que buscan
d d distrib
armar a los trabajadores. Las medidas llegan tarde. La política de concilia-
a
ied a la
ción fracasa y el 16 de septiembre un nuevo golpe de Estado, iniciado en la
p
Pro hibid
provincia de Córdoba, logra tener éxito. Perón inicia un largo exilio hasta
su regreso en 1973.
Pro
163
. A.
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i al o p
i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
Revoluciones para hacer
5
reformas y reformas A.
.
i s
para hacer revoluciones , S nta
es ve n t o
S í i a
o r ial , cop
E dit ción
d de tribu
i e da la dis
p da
PrAomérica
5.1.
h ibi Latina entre la modernización
Pyrola radicalización
Desde 1948, en el contexto del anticomunismo de la Guerra Fría, en Amé-
rica Latina las marcadas desigualdades sociales se profundizan con la insta-
lación de un conjunto de gobiernos autoritarios y pro-norteamericanos que
despliegan políticas represivas y de marcado tono anticomunista. A pesar de
los embates represivos, la resistencia social y la organización de los sectores
subalternos se desarrollan de manera creciente, lo cual abre camino a pro-
cesos de democratización y a un conjunto de importantes transformaciones
que atraviesan las décadas siguientes: procesos de modernización agrícola, re-
forma agraria y sindicalización campesina en las áreas rurales; aceleración del
ritmo de desarrollo industrial y diversificación económica; profundización
de los procesos de sindicalización, organización y radicalización de los tra-
165
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
mo. Estas controversias se acrecientan notablemente en 1961, luego del giro
.
, S nta
socialista de la Revolución cubana y surcan el conjunto del subcontinente
i s
para ubicar el debate y las presiones de porciones importantes de los grupos
t es o ve
subalternos en relación al Estado y a las clases dominantes, en el terreno del
n
cuestionamiento del orden social capitalista. S í ia
i al o p
i t or n, c
E d cde ió las transformaciones
5.1.1. El campo como e epicentrou
y las demandas
a d d distrib
p ed enlael año 1961 persiste el denominado sistema lati-
irurales,
Pro hibidadonde las plantaciones, haciendas y estancias de gran
En las áreas
fundio-minifundio,
o junto a numerosas pequeñas parcelas familiares o subfa-
tamaño rconviven
P
miliares (aquellas donde sus integrantes no alcanzan a cubrir sus necesidades
fundamentales y las de su familia), lo cual genera diversas formas de depen-
dencia con las haciendas, tanto salariales como no salariales. En países como
Perú, Colombia, Chile, Argentina, Ecuador, Colombia, Guatemala y Brasil,
de 9,7 millones de trabajadores agrícolas sin tierra, más de la mitad son re-
munerados con el acceso a tierras mediante sistemas como el inquilinaje en
Chile, el huasipungo en Ecuador, o el colonato, la mediería o el arriendo y
el resto son trabajadores temporales sin derecho a tierras (Chonchol, 1994).
En el área andina, la persistencia del problema agrario y campesino se
convierte por esos años en una cuestión de agenda pública. En Perú, como
se señaló en el capítulo 3, Haya de la Torre recupera ya en los años veinte
la cuestión del indígena, al tiempo que José Carlos Mariátegui señala que
166
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
detener del todo la lucha, que se extiende también a zonas vecinas (Fiora-
.
, S nta
vanti, 1976). Paralelamente, se organizan grupos armados desprendidos del
i s
APRA y del Partido Comunista Peruano, polemizando con el “Camino de
t es o ve
Chaupimayo” de Blanco y acercándose a la vía propuesta desde la Sierra
n
Maestra en Cuba (Rénique, 2018).S í ia
i al o p
i t or n, c
Como se destacó en el capítulo anterior, en Colombia el asesinato de Jor-
Ed ució
ge Eliécer Gaitán provoca uno de los estallidos de ira popular más sobresa-
e
lientes, el “Bogotazo”, mientras acontece en la ciudad capital la Conferencia
d d distrib
Interamericana. “La violencia” se cobra la vida de doscientas mil personas,
a
ied a la
sobre todo en las zonas rurales entre 1946 y 1966, como resultado de la
p
Pro hibid
desigual distribución de la tierra, la “venganza de los hacendados” contra el
activismo rural y la pugna entre liberales y conservadores por la tenencia de
Pro
la tierra y el control político (De la Peña, 1997).
Entre los países andinos, el único caso donde las transformaciones se im-
ponen por vía revolucionaria es Bolivia, donde un conjunto de condiciones
irresueltas que se desarrollarán más adelante con detenimiento, causan en
1952 el estallido de la segunda revolución social ocurrida en el subcontinen-
te luego de la mexicana –analizada en el capítulo 3–. Allí, en pocos meses
se imponen reformas democráticas y nacionalistas, tales como el sufragio
universal, la nacionalización de las minas y la reforma agraria.
En el resto de los países andinos, el impulso modernizador en el campo y
la reforma agraria son el resultado del efecto combinado de la presión de las
luchas campesinas y de las políticas estatales destinadas a frenar ese impulso,
en especial tras la radicalización producida luego de la Revolución cubana
y la adopción por parte de distintos gobiernos –en Venezuela, Colombia,
167
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
cuenta un proceso de reformas radicales sin revolución social, con eje en
.
, S nta
la reforma agraria y las expropiaciones a los capitales estadounidenses, con
i s
apoyo de las organizaciones de trabajadores agrícolas y campesinos, lo cual
t es o ve
culmina en 1954 con una intervención militar directa y el inicio de un pro-
n
S í ia
longado período de violenta represión y terror estatal, como se desarrollará
i al o p
más adelante.
i t or n, c
Ed ució
En Honduras, la gran huelga bananera de 69 días de duración ocurrida en
e
1954, donde los comunistas cumplen un papel importante, estimula la orga-
d d distrib
nización de los trabajadores del sector, pero abre paso a despidos masivos pro-
a
ied a la
movidos por la empresa norteamericana United Fruit (Bulmer Thomas, 2001).
p
Pro hibid
En Nicaragua, la modernización capitalista y el boom algodonero iniciado
en los años cincuenta contribuye a generar una escisión en los sectores bur-
Pro
gueses que se profundiza en las décadas siguientes y tendrá una importancia
fundamental en la Revolución sandinista de 1979. Allí, la escasa presencia
del capital extranjero en el campo –que diferencia el proceso nicaragüense
de Guatemala, Honduras o Costa Rica–, o de un sector latifundista de peso
–como se verifica en El Salvador o Guatemala–, abre paso a una disputa en-
tre sectores propietarios de la tierra quienes, al no controlar los mecanismos
de financiamiento y comercialización, se vuelcan –a medida que se agudiza
el conflicto político–, a la oposición al somocismo en alianza con otros sec-
tores sociales. La participación subordinada de un sector de la burguesía en
la revolución en Nicaragua conduce a los sandinistas en 1979 a proponer
una Reforma Agraria limitada a las tierras del somocismo y a demorar una
más profunda, que se lanzará dos años después en el marco de nuevas ten-
siones, tal como se analizará más adelante (Baumeister, 1985).
168
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
damientos rurales y un programa de modernización agrícola impulsado des-
.
, S nta
de principios de la década del cincuenta estimulan cambios en el sector
i s
agrícola, aunque el principal impulso en este sentido proviene del gobierno
n t es o ve
desarrollista de Arturo Frondizi (1958-1962), que promueve las inversiones
S í ia
i al o p
extranjeras en maquinaria pesada para el sector, como tractores y cosechado-
i t or n, c
ras. Las Ligas Agrarias, organizadas en provincias como Chaco, Formosa y
Ed ució
Misiones, exhiben todavía a principios de la década del setenta las persisten-
e
d d distrib
tes desigualdades en el proceso de desarrollo agrario argentino, fuertemente
concentrado en el agro pampeano.
a
ied a la
En Brasil, el compromiso varguista con la exportación de café deja prác-
p
Pro hibid
ticamente intocadas las estructuras agrarias, como también se mostró en el
capítulo precedente, de modo que las Ligas Campesinas, surgidas en 1954
Pro
en el norteño estado de Pernambuco bajo el liderazgo de Francisco Julião,
representan los esfuerzos más visibles (aunque no los primeros) de actores
rurales del campo brasileño por organizar e imponer en la agenda política
la reforma agraria. Allí, la dictadura de 1964 interrumpe un debate nacio-
nal por las denominadas “reformas de base” entre las cuales se encuentra la
reforma agraria, y algunos esfuerzos regionales de distribución de la tierra
(Motta y Da Silva, 2008).
En Chile, el impulso proviene desde el Estado a partir de la Revolución
cubana, pero es luego de 1964, con el demócrata cristiano Eduardo Frei,
cuando se impulsa una ley de reforma agraria que, aunque con limitaciones
–pues afecta de manera discrecional predios superiores a ochenta hectáreas
de riego básico preservando aquellos que cumplieran una “función social”–,
comienza a castigar el latifundio, llegando a afectar en 1969 tres millones de
169
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
un desarrollo basado en la industria de bienes de consumo duradero. En ese
.
, S nta
mismo año, en Brasil, Argentina y México, la industria de bienes de capital
i s
presenta ciertos avances, sobre todo en el primero de estos países, donde se
t es o ve
estima que dos tercios de las maquinarias y equipos utilizados se fabrican
n
S í ia
en el país. Sin embargo, el proceso de industrialización no logra resolver el
i al o p
i t or n, c
problema del desempleo, el subempleo y la desigualdad económica (Comi-
Ed ució
sión Económica para América Latina, 1964). Esa es una de las razones de la
e
radicalización de las demandas en las ciudades, en las organizaciones obreras
d d distrib
y en las barriadas de marginales urbanos.
a
ied a la
En Chile, la población urbana de Santiago se duplica entre 1952 y 1970
p
Pro hibid
y las manufacturas aportan el 24,7 % del PIB en este último año, mientras
los servicios emplean un 23,8 % de la fuerza laboral a principios de los se-
Pro
senta. Las luchas urbanas impulsadas por la Central Única de Trabajadores
(CUT) luego de la devaluación de 1962 de Alessandri cuentan con amplio
apoyo, las manifestaciones se reprimen y crece el apoyo a la izquierda. Cuan-
do la Democracia Cristiana llega al poder, en 1964, las relaciones no mejo-
ran, pues la mayor parte del movimiento sindical está organizado por parti-
dos pertenecientes al FRAP (Frente de Acción Popular) que en ese año lleva
a Salvador Allende como candidato a la presidencia, cosechando el 38,6 %
de los votos. Además, el número de huelgas aumenta entre 1964 y 1969 de
564 a 977, mientras las tomas de predios urbanos suben de 15 a 352 y el
número de apropiaciones ilegales de fábricas de 5 a 133 (Angell, 2002).
En el marco del conjunto de transformaciones que se vienen produ-
ciendo en el subcontinente, en 1959, la Revolución cubana abre una etapa
que produce, por un lado, una radical alteración en la estructura social y
170
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
Durante la década de 1950, la movilización social y la presión por la tierra
.
, S nta
devienen en al menos dos procesos de gran relevancia: en Bolivia se pro-
i s
duce la segunda revolución social ocurrida en el subcontinente luego de la
t es o ve
mexicana, que impone reformas democráticas y nacionalistas, tales como el
n
S í ia
i al o p
sufragio universal, la nacionalización de las minas y la reforma agraria. En
i t or n, c
Centroamérica, Guatemala se destaca por atravesar un proceso de reformas
Ed ució
radicales sin revolución social, con reforma agraria y procesos de expropia-
e
d d distrib
ciones, que culminan abrupta y trágicamente abriendo un prolongado ciclo
de represión y terror estatal.
a
p ied a la
ProLahRevolución
5.2.1. ibid boliviana de 1952: nacionalismo,
o
Prizquierda, campesinos y mineros
171
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
el particular contexto en que se despliegan sus luchas, por la represión a la
.
, S nta
que serían sometidos por los sucesivos gobiernos y las fuerzas de seguridad,
i s
como acontece en Potosí en 1947 y en la mina Catavi-Siglo xx dos años
después.
n t es o ve
S í ia
Esos tres rasgos: organización, radicalidad y combatividad se delinean
i al o p
i t or n, c
como parte de una tradición más amplia, fundada en las duras condiciones
Ed ució
de vida y de trabajo imperantes en las minas de estaño, agravadas por la
e
potestad omnímoda de los tres principales grupos empresarios mineros: los
d d distrib
Patiño, los Aramayo y los Hochschild, que concentran en 1952 las dos terce-
a
ied a la
ras partes de la minería del estaño. Estos grupos combaten sistemáticamente
p
Pro hibid
cualquier intento de regulación de las relaciones de trabajo en el interior de
sus minas, predominantemente impulsadas por los gobiernos del “Socialis-
Pro
mo Militar” de David Toro y Germán Busch (1936-1939) y de Gualberto
Villaroel (1943-1946), un militar que cogobierna con el MNR. En ambos
casos, el fin de estas experiencias marcan el retorno de “La Rosca” al poder
político y la reimposición de las hasta entonces inamovibles tradicionales
formas de dominación.
Las citadas características de los trabajadores mineros se inscriben tam-
bién en las tradiciones políticas que contribuyeron a la organización obrera:
por un lado, una inédita influencia del trotskismo, contenida en los postu-
lados de las Tesis de Pulacayo y apropiadas y resignificadas en años poste-
riores (Sándor John, 2016). Estas tradiciones convergieron en tensión con
sectores obreristas del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR),
cuya presencia entre los trabajadores mineros es una constante a lo largo de
los años.
172
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
coloniales, la modernización y diversificación de la economía, la eliminación
.
, S nta
de la influencia del imperialismo, de la gran burguesía y del latifundismo.
i s
Según datos de 1954, las tres cuartas partes de la población está dedicada
t es o ve
a la agricultura, pese a lo cual Bolivia es por entonces un país importador de
n
S í ia
productos alimenticios, lo cual le insume aproximadamente el 35 % de sus
i al o p
i t or n, c
divisas. Sobre una población de casi tres millones doscientos mil bolivianos
Ed ució
el 54 % son indígenas, con fuertes contrastes entre altiplano y valles. En las
e
áreas rurales el 4,5 % de los propietarios posee el 70 % de la tierra mientras
d d distrib
aproximadamente 25 000 propietarios tienen menos de 1 hectárea, corres-
a
ied a la
pondiente al 0,03 % de la tierra cultivada. Campesinos minifundistas, in-
p
Pro hibid
dígenas comunitarios y trabajadores rurales atados a las haciendas mediante
la obligación de prestaciones de servicios agrícolas y domésticos (pongueaje),
Pro
configuran las relaciones sociales predominantes en el campo boliviano du-
rante las décadas que preceden al estallido revolucionario.
En este contexto, una escalada de luchas indígenas rurales está en mar-
cha mucho antes de 1952. Al menos desde 1947 los valles de Cochabamba
y los alrededores de La Paz representan el escenario de numerosas revueltas
rurales que tienen como finalidad hacer cumplir las resoluciones del Con-
greso Nacional Indígena de 1945 auspiciado por el gobierno de Villaroel,
que promueve un conjunto de reformas como la abolición del pongueaje y
la mita. El trágico fin del presidente, colgado en el farol de la plaza Murillo,
en el corazón de la ciudad capital en 1946, abre un ciclo de protestas por la
aplicación de la ley y pone en evidencia la severa crisis de autoridad política
que atraviesa el campo boliviano, al tiempo que la agrava. La brutalidad
física y simbólica que encierra la imagen del presidente militar colgado de
173
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
minas y bienes de los grupos Patiño, Aramayo y Hochschild, bajo un ré-
.
, S nta
gimen que contempla el control obrero, de aproximadamente 163 minas
i s
con una producción de 27 mil toneladas métricas y 29 mil trabajadores
(Dunkerley, 2003).
n t es o ve
S í ia
Juan Lechín, el histórico dirigente de la FSTMB se convierte en Minis-
i al o p
i t or n, c
tro de Minas y Petróleo del co-gobierno y el símbolo de la tensa relación
Ed ució
que se tejería entre un MNR sometido a intensas presiones por parte de las
e
movilizadas, radicalizadas y organizadas bases mineras, cuyos representan-
d d distrib
tes forman parte del nuevo gabinete. Esa condición se potencia con otro
a
ied a la
rasgo característico del proceso revolucionario boliviano: la conformación
p
Pro hibid
de milicias obreras y campesinas que se mantienen en armas sosteniendo
–y condicionando– el ritmo de las reformas. Sin embargo, los objetivos del
Pro
MNR y de la COB se van diferenciando a lo largo del proceso. Mientras
los mineros buscan por diferentes medios incrementar la producción y la
productividad en las minas, el MNR promueve la diversificación de la eco-
nomía, desviando recursos de la COMIBOL a la estatal Yacimientos Petro-
líferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y a la Corporación Boliviana de Fomento
(CBF). Además, importantes debates se suscitan en torno a la decisión del
gobierno de indemnizar a las empresas mineras y reconstruir el ejército di-
solviendo las milicias, contribuyendo al distanciamiento y posterior ruptura
del co-gobierno (Dunkerley, 2003; Cajías, 2015).
Menos de un año después de la nacionalización de las minas, llega el
turno de atender la demanda de las grandes mayorías del campo. La oportu-
nidad que avizoran se abre luego de abril de 1952, lleva a diversos sectores
del campo a presionar mediante ocupaciones de tierras y manifestaciones
174
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
más de una década. La reforma agraria logra en algunas regiones, liquidar el
.
, S nta
latifundio, pero a cambio del predominio del minifundio, del descuido de
i s
las comunidades indígenas, del mantenimiento de niveles importantes de
t es o ve
atraso, de la debilidad del mercado interno y del desarrollo de una economía
n
S í ia
que a duras penas supera el autoabastecimiento, lo cual genera nuevas ten-
i al o p
i t or n, c
siones. El MNR impulsa además la sindicalización campesina, como modo
Ed ució
de encauzar las formas de acción directa y de organización autónoma de los
e
campesinos del altiplano y los valles.
d d distrib
La tercera de las principales reformas, el sufragio universal, decretado
a
ied a la
en julio de 1952, provoca la ampliación de la participación política, la
p
Pro hibid
entrada en escena del campesinado y las mujeres y es capitalizado por el
MNR, que se mantiene en el poder hasta el año 1964. Hasta entonces, el
Pro
sistema político boliviano se había caracterizado por su base social angosta,
al punto que el MNR ensaya la vía insurreccional en 1949. En 1951 gana
las elecciones con aproximadamente 54 000 votos sobre 126 000, el ma-
yor caudal electoral que cualquier partido había conseguido hasta entonces
en la historia boliviana. Sin embargo, las elecciones son anuladas y la vía
insurreccional vuelve a resultar una alternativa legítima para los sectores
medios integrantes de este partido. Cuando en 1956 el MNR convoca a
las primeras elecciones nacionales con sufragio universal asisten un millón
doscientas mil personas a las urnas y su fórmula obtiene 15 de los 18 sena-
dores y 63 de los 68 diputados elegidos. Es la primera vez en la historia bo-
liviana que prima la representación política vía partidos, pues en el pasado
los candidatos podían postularse con el apoyo de una institución pública o
social (Cajías, 2015).
175
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
litar que instala a una junta militar presidida por el general Barrientos. Más
.
, S nta
allá de la disolución de las iniciales alianzas y del proceso de derechización
i s
que la sucede, las transformaciones en las relaciones sociales y en la estruc-
t es o ve
tura económica en el sentido más plenamente burgués resultan duraderas e
n
irreversibles (Knight, 1998). S í ia
i al o p
i t or n, c
e
5.2.2. Guatemala a principios Ed udecilos ó cincuenta:
reformismo
a i trib
d de intervención
s
ideedBolivia,
l a d
A diferenciap
ro bida en las estructuras
donde el proceso revolucionario consolida nota-
bles P i
transformaciones heredadas del período colonial y
r o
republicano, h representa para las amplias mayorías obreras y campesinas la
P
conquista de derechos sociales y políticos y condiciona a los sucesivos regí-
menes políticos al cumplimiento de las demandas conseguidas en el marco
de un proceso revolucionario; en Guatemala los episodios que devienen en
la renuncia de Jacobo Arbenz (1951-1954) y la imposición de la dictadu-
ra de Castillo Armas hacia mediados de 1954, detienen brusca, violenta y
trágicamente un proceso de reformas iniciado tres años antes, pero cuyos
antecedentes pueden rastrearse en la rebelión popular que en 1944 derriba
a la dictadura de Ubico.
La significación histórica de este último acontecimiento reside en haber
puesto fin a un régimen político excluyente y en sentar las bases del más
significativo proceso de reformas sociales que atravesó Guatemala. El fin
de la dictadura se produce tras una asamblea de estudiantes que demanda
176
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
sociales y laborales: deroga la ley de Vagancia, declara la libertad de expre-
.
, S nta
sión y prensa, establece la autonomía universitaria, la libre sindicalización,
i s
el derecho de huelga y el voto para todos los adultos, con excepción de las
t es o ve
mujeres analfabetas. Paralelamente, amplía la inversión estatal en educación,
n
S í ia
salud y vivienda y en 1947 habilita la entrada en vigencia de un Código
i al o p
i t or n, c
del Trabajo que despierta una enconada oposición entre los terratenientes
Ed ució
y empresarios (Rojas Bolaños, 1993). En el marco de la Guerra Fría y las
e
presiones anticomunistas, el gobierno comienza a sufrir diversos embates,
d d distrib
que lo conducen a frenar la sindicalización en el campo, a oponerse a la
a
ied a la
fundación del Partido Comunista y a cerrar la Escuela de Cuadros Claridad
p
Pro hibid
(Cofiño, 2017).
Con el triunfo electoral con más del 65 % de los votos del coronel Ja-
Pro
cobo Arbenz se acelera el ritmo de las reformas, con el objetivo de alcanzar
un desarrollo capitalista en alianza con los sectores obreros y campesinos.
En su Programa de Gobierno, Arbenz declara su intención de convertir a
Guatemala en un país económicamente independiente, transformar la eco-
nomía en un sentido capitalista moderno, a través de la industrialización
y la reforma agraria y elevar el nivel de vida de las “grandes masas del pue-
blo” (Torres Rivas, 2009, 49). Como medidas complementarias, propone
la realización de un plan de infraestructura para la creación de un mercado
interno, el fomento de la inversión privada incluyendo la inversión extran-
jera, siempre que esta se ajuste a las leyes laborales y no intervenga en polí-
tica interna, lo cual supone la redefinición de las reglas de funcionamiento
de las tres grandes compañías norteamericanas instaladas en el país (Rojas
Bolaños, 1993).
177
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
aproximadamente 500 000personas. La creación del Banco Nacional Agra-
.
, S nta
rio persigue el objetivo de canalizar el crédito a los campesinos beneficiarios.
i s
Las reformas continúan con el diseño y el inicio de la construcción para-
t es o ve
lela de una infraestructura que quebrase el monopolio del transporte terres-
n
S í ia
tre, portuario y naviero de la empresa (Torres Rivas, 1985).
i al o p
i t or n, c
Del total de tierras expropiadas, aproximadamente 150 000 hectáreas
Ed ució
corresponden a la norteamericana United Fruit Company, una empresa dedi-
e
cada centralmente a la producción y comercialización del banano en países
d d distrib
como Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá y Colombia. La moderni-
a
ied a la
zación agrícola abarca las relaciones sociales, la diversificación y la tecnifica-
p
Pro hibid
ción de las labores agrícolas, para lo cual en 1952 Guatemala importa veinte
veces más tractores que en 1948, elevando de ese modo la producción de
Pro
alimentos (González Casanova, 1986).
Las reacciones son múltiples: incluyen desde la negativa a aceptar los
bonos de indemnización por parte de los terratenientes hasta la violencia
física desatada contra los campesinos, ante lo cual el marco de movilización
campesina y el activismo de los Comités Agrarios Locales garantiza el repar-
to efectivo de las tierras (Guerra-Borges, 1993).
En resumen, el nuevo gobierno se sostiene en una alianza tramada tras la
caída de Ubico, nutrida por sectores medios intelectuales, obreros y campe-
sinos organizados a partir de la apertura democrática. Las principales organi-
zaciones obreras y campesinas guatemaltecas son la Confederación General
de Trabajadores de Guatemala, conformada en octubre de 1951 y que llega
a contar con más de 110 000 afiliados y la Confederación General Campe-
sina, creada al año siguiente, que agrupa a 200 000 campesinos. Además,
178
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
financiamiento y entrenamiento de grupos mercenarios.
.
, S nta
En junio de 1954 se realiza una reunión entre Arbenz y altos jefes milita-
i s
res que configura tanto un cuestionamiento a la política del gobierno como
t es o ve
la demostración del carácter internacional adoptado por la ofensiva nortea-
n
S í ia
mericana en la X Conferencia Interamericana de Caracas, donde el Secreta-
i al o p
i t or n, c
rio de Estado de EEUU, John Foster Dulles, presenta ante la comisión de
Ed ució
Asuntos Políticos una moción anticomunista, que es votada en contra por
e
Guatemala, y recibe la abstención de Argentina y México.
d d distrib
A mediados de año están en marcha los preparativos de una invasión
a
ied a la
militar desde la vecina Honduras. Una radiodifusora clandestina comienza
p
Pro hibid
a funcionar en mayo en Esquipulas, en la frontera hondureña, mientras
desembarca armamento. Uruguay acepta ser sede de una nueva reunión de
Pro
cancilleres para tratar nuevamente el “caso Guatemala”, al tiempo que se
acrecienta el bloqueo contra la supuesta asistencia soviética. El 18 de junio
comienza el bombardeo de aviones desde bases ubicadas en territorio nicara-
güense, con la colaboración del gobierno de Somoza. Finalmente, columnas
mercenarias de guatemaltecos, nicaragüenses y dominicanos al mando del
coronel Carlos Castillo Armas invaden Guatemala.
La defensa es asumida por los Comités de Defensa de la Revolución
en respuesta a un llamado de la CGT, compuestos por aproximadamente
100 000 personas que no hacen más que cumplir funciones de vigilancia,
orden y control, en colaboración o al margen de la Guardia Civil. La acti-
tud de los partidos del gobierno, incluido el Partido Comunista, es cuanto
menos de inmovilismo, de debilidad y de impotencia. Así, Jacobo Arbenz,
con la colaboración del exsecretario general del PGT José Manuel Fortuny,
179
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
estatal, tal como retomaremos en el capítulo siguiente.
.
i s , S nta
5.3. La revolución cubana como punto
n t ve
es de oinflexión
S í contemporánea
ia
en la historia latinoamericana
i al o p
i t o r n, lacradicalización que atra-
Ed y las ió rurales latinoamericanas sin
Como ya se adelantó, no es posible comprender
e u cáreas
trib cubana para el conjunto de las
viesa de punta a punta las ciudades
d d la Revolución
el parteaguas que representa
a
d la d i s
p iegeografía
sociedades latinoamericanas.
a dela Cuba
Pro hque
La entera subcontinente resulta atravesada por debates y
controversias b i d
iconductor.
tienen y sus radicales transformaciones como su
o
principalrhilo
Pasumir
Tras ella misma un rumbo socialista, la dirección política cubana
enfatiza que son los problemas socioeconómicos irresueltos –las “condicio-
nes objetivas”–, los que conducen inexorablemente a las sociedades latinoa-
mericanas hacia la revolución socialista. En la famosa Declaración de La Ha-
bana de 1962, desafían a quienes acusan a Cuba de “exportar revoluciones”,
a quienes consideran que las revoluciones se pueden “comprar o vender,
alquilar o prestar, exportar o importar como una mercancía más”, a tener
presente que derrotando a la Revolución cubana no liquidan el fantasma de
la revolución, pues las condiciones que la hacen posible en Cuba están pre-
sentes en el conjunto de América Latina. La pauperización, la desigualdad,
la escasez de tierras, el autoritarismo político y la represión configuran un
escenario apto para el estallido de insurrecciones con resultados socialistas.
180
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
El “Che” Guevara plantea tres ideas centrales: que las fuerzas populares
pueden ganar una guerra contra un ejército; que no siempre hay que esperar
a que se den todas las condiciones para la revolución, pues el foco insurrec-
cional puede crearlas y finalmente, que en América Latina, el terreno de la
lucha armada debe ser el campo (Guevara, 1963).
Al calor de esas ideas y de las profundas y numerosas controversias que
las rodean, surgen organizaciones de guerrilla rural en países como Guate-
mala, Venezuela, Colombia, Perú, Nicaragua y Bolivia. La aceleración de los
procesos de organización en el campo, las tomas de tierras y el incremento
de la violencia en las áreas rurales en países como Perú, Brasil, Colombia y
El Salvador dan cuenta de la radicalización de las demandas y los métodos
A.
de acción (Quijano, 1967).
.
, S nta
En países con tasas elevadas de población urbana, como Argentina, Chi-
i s
le, Brasil y Uruguay se producen al final de la década importantes procesos
t es o ve
de radicalización, movilización y organización obrera y de sectores infor-
n
S í ia
males urbanos y la conformación de organizaciones político militares o de
i al o p
i t or n, c
guerrilla urbana (Lowy, 1980).
Ed ució
Esos lazos de transformación revolucionaria de las sociedades latinoa-
e
mericanas tienen su materialización en la Conferencia de la Organización
d d distrib
Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), cuando diferentes organizaciones
a
ied a la
de la izquierda latinoamericana se reúnen en La Habana en julio de 1967
p
Pro hibid
para discutir estrategias políticas. Con acuerdos, divergencias y profundos
debates, participan ciento sesenta y cuatro dirigentes de veintisiete países
Pro
latinoamericanos más un invitado del movimiento Black Power (Marchesi,
2019).
Algunos de esos debates se prolongan más allá de la década del sesenta y
producen experiencias que llegan a ejercer el poder por distintas vías. Por un
lado, el triunfo electoral de Salvador Allende en Chile y la puesta en práctica
de la denominada vía chilena o vía pacífica al socialismo, en abierto diálogo
–crítico– con la vía armada instalada por el proceso revolucionario cubano.
Por otro lado, la conformación y posterior toma del poder del Fren-
te Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua, que exhibe la
persistencia del debate en torno a la pertinencia de la vía armada, aunque
resignifica el contenido del proceso revolucionario. Así es como el ejemplo
de Cuba y las condiciones particulares de las diferentes regiones latinoa-
mericanas se articulan para convertir a la década del sesenta y en algunas
181
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
ataque al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, –acompañado por acciones
.
, S nta
en el Hospital Civil, el Palacio de Justicia y el cuartel de la ciudad de Baya-
i s
mo–, en el Oriente de la isla, su principal bautismo de fuego. Allí un grupo
t es o ve
de más de cien rebeldes de clase media y de extracción obrera actúan movidos
n
S í ia
por el propósito de desatar una insurrección popular que derribara al ilegal
i al o p
i t or n, c
e ilegítimo gobierno de Batista. Las acciones culminan con poco más de una
Ed ució
docena de muertos entre los combatientes, pero en días posteriores la repre-
e
sión le cuesta la vida a más de setenta jóvenes (Rojas, 2015). En La historia me
d d distrib
absolverá Fidel Castro, el por entonces joven abogado militante del Partido
a
ied a la
Ortodoxo y organizador del movimiento, asume su propia defensa contra la
p
Pro hibid
condena a veintiséis años de prisión, pero va mucho más allá, al denunciar
los horrores del régimen y al desplegar argumentos históricos y jurídicos para
Pro
legitimar el derecho a la insurrección contra la dictadura (Castro, 2005).
En 1953 se activa entonces una tradición que remite a las luchas por la
independencia y la combatividad del Oriente, al ideario martiano (por José
Martí, muerto en 1895, al inicio de la “Guerra Corta”, tal como se analizó
en el capítulo 1).
También se inspira en los combates contra la dictadura de Gerardo Ma-
chado (1925-1933), un régimen represivo y pro norteamericano contra el
cual se alzaron obreros y estudiantes que apelaron a prácticas insurrecciona-
les. Por último, enraiza en las prédicas democráticas, nacionalistas y pun-
zantes del ortodoxo Antonio Chibás y en un activismo antimperialista pro-
fundamente conmovido por el papel ejercido por los EEUU en el marco de
la Guerra Fría, estas últimas experiencias en las cuales se formaron diversos
jóvenes, entre los cuales se destaca el propio Fidel Castro.
182
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
desde el buque Granma en la provincia de Oriente. Esa acción debía confluir
.
, S nta
con un levantamiento ya iniciado en Santiago; sin embargo, el núcleo de
i s
activistas que logra finalmente internarse en la Sierra Maestra y comenzar la
t es o ve
actividad política y militar se reduce a menos de una veintena.
n
S í ia
Allí, existe un campesinado “clásico” dedicado al cultivo del café, en el
i al o p
i t or n, c
seno del cual se destaca un grupo, los precaristas, aquellos que bajo la óptica
Ed ució
de los sectores dominantes son usurpadores de tierras, que viven parte del
e
año utilizando tierras “ajenas” y que durante los meses de la zafra –la cosecha
d d distrib
de la caña de azúcar– (aproximadamente tres al año) se desplazan a las zonas
a
ied a la
azucareras, a trabajar por un salario. Organizados en la sierra, portadores de
p
Pro hibid
tradiciones que los van a emparentar con el proletariado azucarero del llano,
los precaristas representan actores fundamentales en el proceso de acumula-
Pro
ción de fuerzas del M26J en la sierra, empujados coyunturalmente por un
violento proceso de desalojo de tierras (Winocur, 1987).
Si el Oriente dibuja una zona de campesinado típico, la columna ver-
tebral de la economía cubana la constituye la producción azucarera del
Occidente. En esa región tiene lugar un acelerado proceso de transición al
capitalismo: por un lado, se da una rápida conversión del esclavo en asala-
riado ya a fines del siglo xix. Por otro lado, un proceso de sindicalización
obrera madura en los años precedentes y en la década del cincuenta enfren-
ta al mujalismo (una corriente pro-batistiana que recibe ese nombre por
su principal referente, Eusebio Mujal) con el sindicalismo comunista. En
tercer término, se produce un proceso de “cubanización” de los capitales, lo
cual da lugar a la emergencia de una importante burguesía azucarera cuba-
na que convive con la presencia norteamericana en el sector. El trabajo en
183
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
ger el cultivo de la remolacha azucarera en su territorio como por la renego-
.
, S nta
ciación del Convenio de Londres. Sumado a la política de zafras restringidas
i s
adoptada por el gobierno cubano desde 1953, esto produce un descenso de
t es o ve
los precios del azúcar y de la participación cubana en el mercado mundial,
n
S í ia
lo cual incrementa las críticas y el descontento de este sector social hacia el
i al o p
gobierno (Winocur, 1987).
i t or n, c
Ed ució
De modo que la oposición a Batista va creciendo, al tiempo que la op-
e
ción por la vía insurreccional es adoptada por otras organizaciones además
d d distrib
del M26J, como el Directorio Estudiantil Universitario, encabezado por el
a
ied a la
estudiante José Antonio Echeverría, que impulsa la fallida toma del Palacio
p
Pro hibid
Presidencial en marzo de 1957. Santiago de Cuba se convierte en epicentro
de la protesta, pero también de la represión, las persecuciones y la tortura.
Pro
Mujeres vestidas de negro reclaman “Cesen los asesinatos de nuestros hijos”.
En agosto de ese año es asesinado el joven maestro y principal referente
del M26J en Santiago de Cuba, Frank País y el cortejo fúnebre de catorce
cuadras, se convierte en una gran demostración de fuerza y de descontento
contra la dictadura (Winocur, 1987).
La huelga general convocada para abril de 1958 por el M26J está ins-
pirada en la convicción de que es preciso capitalizar ese descontento in-
corporando a los trabajadores a la lucha. Su fracaso exhibe sus principales
debilidades: que no dirigen el movimiento obrero del conjunto de la isla
ni la totalidad de la disgregada oposición a la dictadura. A partir de enton-
ces, dos tácticas resultan decisivas para la toma del poder: por un lado, la
máxima centralización militar –obligada en buena medida por la extrema
represión–, y la constitución del Ejército Rebelde. Por otro lado, la política
184
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
tada en mayo de 1959, que pone límites a la propiedad territorial y entrega
.
, S nta
la tierra a arrendatarios, subarrendatarios y precaristas, buscando eliminar el
i s
latifundio, como acontece en otros países de América Latina, aunque pro-
t es o ve
moviendo la convivencia del pequeño campesinado con un sector cooperati-
n
S í ia
vista. Esta primera medida, en especial la negativa a pagar indemnizaciones,
i al o p
i t or n, c
produce los primeros enfrentamientos con EEUU, que comienza sus presio-
Ed ució
nes hacia el gobierno cubano, acusado de comunista antes aún del ingreso
e
del PSP al nuevo gobierno. Hacia mediados de 1960 se produce la ruptura
d d distrib
definitiva con los EEUU, al interrumpir la compra de la cuota de azúcar a
a
ied a la
Cuba, tras lo cual en una escalada de golpes y contragolpes se nacionaliza la
p
Pro hibid
totalidad de los capitales norteamericanos en la isla.
Paralelamente, se radicaliza y profundiza el proceso revolucionario cuba-
Pro
no, al sellarse los compromisos con la Unión Soviética en el terreno comer-
cial externo y al avanzar en el camino de las expropiaciones a los capitales
privados nacionales, marchando hacia la colectivización y la virtual elimina-
ción de la propiedad privada.
La declaración pública del carácter socialista de la revolución en el mes
de abril de 1961, la adopción del marxismo-leninismo como principio polí-
tico ideológico inspirador de los procesos sociales y económicos anunciado
por Fidel Castro en octubre de ese mismo año, la conversión de las coope-
rativas en granjas del pueblo y la sanción de la Segunda Ley de Reforma
Agraria, son algunos de los principales episodios de ese acelerado proceso
que provoca que durante los años sesenta se transformaran los fundamentos,
los contenidos y el tono de los debates sobre la reforma y la revolución en
América Latina.
185
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
otros términos, queda pendiente completar la “etapa” democrático burguesa
.
, S nta
previa a cualquier transformación socialista (Pinto Vallejos, 2005).
i s
Debido a la tradición de la izquierda chilena, con una presencia histórica
n t es o ve
en el sistema político que remite a la breve experiencia de la República So-
S í ia
i al o p
cialista, la más extensa del Frente Popular (como se analiza en el capítulo 4)
i t or n, c
y atraviesa los años cincuenta y sesenta, esas transformaciones deberían ser
Ed ució
realizadas a través de la vía electoral.
e
d d distrib
Además, al filo del cambio de década, en una América Latina donde las
Fuerzas Armadas como institución comienzan a intervenir en política bajo
a
ied a la
los postulados de la Doctrina de la Seguridad Nacional, en Chile, el sector
p
Pro hibid
hegemónico dentro de la Unidad Popular subraya la tradición democrática
de la institución militar chilena, lo cual torna doblemente factible la “vía
Pro
pacífica” según la óptica de sus principales referentes. En el famoso discurso
pronunciado por Salvador Allende el 21 de mayo de 1971, se desarrollan los
dos argumentos centrales que edifican la “vía chilena”. Cuestionando a los
“escépticos y catastrofistas”, el presidente plantea la posibilidad histórica de
que el Parlamento, que ha servido hasta entonces a las clases dominantes,
se “transfigurara” para convertirse en el “Parlamento del Pueblo chileno”.
Paralelamente, Allende enfatiza la capacidad de las Fuerzas Armadas y Cara-
bineros para apoyar el orden institucional y garantizar la voluntad popular
de edificar el socialismo, apelando a su “conciencia patriótica”, su tradición
profesional y su histórico sometimiento al poder civil. Para Allende y para
buena parte de los integrantes de la UP, nada “en la naturaleza misma” del
parlamento, en la medida en que se funda en el voto popular, le “impide
renovarse para convertirse de hecho en el parlamento del pueblo”. Lo mismo
186
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
Durante el primer año de gobierno, la UP amplía el Área de Propiedad
.
, S nta
Social, al nacionalizar la gran minería del cobre y adquirir las principales
i s
empresas extranjeras productoras de hierro, carbón y salitre, pasando a con-
t es o ve
trolar las actividades de exportación. Profundiza además el ritmo de la refor-
n
S í ia
ma agraria, haciendo uso de la ley aprobada durante el gobierno democráta
i al o p
i t or n, c
cristiano de Eduardo Frei, llegando a expropiar 1 379 fundos de más de dos
Ed ució
millones y medio de hectáreas en el primer año. Avanza en la nacionaliza-
e
ción de la banca, en la compra de acciones de bancos privados nacionales y
d d distrib
el Estado pasa a controlar empresas privadas del sector industrial metalmecá-
a
ied a la
nico, de la construcción y textil. Al finalizar 1971 se han logrado resultados
p
Pro hibid
satisfactorios en el crecimiento del producto, el descenso de la inflación y del
ritmo inflacionario, así como un incremento de la participación de obreros,
Pro
campesinos y empleados en la distribución del ingreso (Bitar, 1995).
Sin embargo, también se acumulan factores negativos que comienzan a
preocupar al gobierno, en especial cuando se expresan públicamente, en di-
ciembre de ese año, en la “marcha de las cacerolas vacías”, una movilización
de mujeres de clase media contra la escasez de productos masivos.
A partir de entonces, crecen los desajustes económicos, que conducen
a un cambio de gabinete hacia mediados de 1972 y al engrosamiento de la
oposición burguesa y de clase media, que desemboca en el paro patronal de
octubre de 1972 (Bitar, 1995).
Mientras la mayoría dentro de la UP fortalece sus convicciones en torno
a la “vía chilena”, otros sectores de la izquierda chilena, dentro y fuera de la
UP, sostienen la necesidad de adoptar la vía de la insurrección armada. Es
el caso del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que respalda
187
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
dustriales y comandos comunales. Estos han sido creados como respuesta
.
, S nta
de las bases a la ofensiva patronal y de las clases medias derechizadas, en las
i s
zonas industriales y en los barrios populares (las “poblaciones”), como or-
t es o ve
ganizaciones de base territorial que conectan sindicatos y organizaciones de
n
S í ia
base de todo un barrio. Retomando y profundizando estas experiencias, en
i al o p
i t or n, c
algunas industrias, durante el paro patronal, los trabajadores logran mante-
Ed ució
ner el funcionamiento de la producción, por lo cual cuestionan directamen-
e
te la propiedad privada (Gaudichaud, 2004). Estas organizaciones exceden
d d distrib
la coyuntura de octubre, la preceden y se mantienen más allá.
a
ied a la
Frente al desabastecimiento y el mercado negro, el gobierno pone en
p
Pro hibid
funcionamiento en abril de 1972 las Juntas de Abastecimientos y Precios
(JAP), para dotar a los trabajadores y a los pobladores de un organismo que
Pro
velara por el abastecimiento y distribución de los productos de primera ne-
cesidad y el control de precios y que se extienden y multiplican por todo el
país (Garcés, 2005). Ello da cuenta de otro de los rasgos característicos del
proceso: que está surcado por una gran movilización y participación colec-
tiva del pueblo chileno, por el estallido de una gran energía político social y
por una profunda voluntad de transformación social (Gaudichaud, 2004).
Luego del paro patronal de octubre de 1972, el gobierno toma la deci-
sión de conformar un gabinete cívico-militar, es decir, convocar a los mili-
tares a ocupar tres ministerios, a los fines de garantizar la estabilidad hasta
las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, cuando la Unidad Popular
obtiene un 44 % de los votos.
La convocatoria de las Fuerzas Armadas al gobierno no hace sino refren-
dar las convicciones antes reseñadas, aunque por entonces, el gobierno ha
188
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
Estado, los trabajadores de cordones industriales elevan una carta al presi-
.
, S nta
dente que sintetiza lo que representa para la izquierda el proceso por el cual
i s
están transitando. En ese documento, fechado el 5 de setiembre de 1973, la
t es o ve
Coordinadora Provincial de Cordones Industriales de Santiago exterioriza
n
S í ia
su arraigado temor a que el proceso hacia el socialismo se deslizara hacia un
i al o p
i t or n, c
“gobierno de centro, reformista, democrático burgués, que tienda a desmo-
Ed ució
vilizar a las masas o a llevarlas a acciones insurreccionales de tipo anárquico
e
por instinto de conservación” y expresa la certeza de que se ha entrado en
d d distrib
una “pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo”. Seis días des-
a
ied a la
pués de la escritura de esa misiva, el bombardeo por tierra y por aire de la
p
Pro hibid
Casa de la Moneda cierra trágicamente la “vía chilena” al socialismo y abre
una nueva etapa que será analizada en el próximo capítulo.
Pro
5.3.3. Nicaragua en el contexto centroamericano:
¿qué revolución en vísperas de los ochenta?
El último proceso de toma del poder por la vía armada en América Latina
–en diálogo con la experiencia cubana– tiene lugar en Centroamérica, cuan-
do sucumbe la década de 1970. En la región, con la excepción de Costa
Rica, durante los setenta priman los gobiernos militares, autoritarios y re-
presivos; han fracasado las experiencias políticas reformistas y se han incre-
mentado los conflictos sociales. Entre 1950 y 1980 se articulan un notable
incremento de las exportaciones agro-ganaderas y la consiguiente erosión de
la economía campesina y la producción de alimentos, con cierto impulso
189
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
ción Nacional (FLN). Su fundación está ligada a nicaragüenses que escapan
.
, S nta
de la persecución somocista, exmilitantes del Partido Socialista Nicaragüen-
i s
se (PSN) radicalizados por la Revolución cubana y al menos un veterano
t es o ve
sandinista, sobreviviente de las luchas libradas por Augusto César Sandino,
n
S í ia
combatiente junto a un numeroso ejército campesino, contra la interven-
i al o p
i t or n, c
ción norteamericana a su país, hasta su asesinato en 1934.
Ed ució
Poco después, en 1963, al FLN se le adiciona la “S”, pasando a ser cono-
e
cido como FSLN, incorporando así la tradición nacionalista y antiimperia-
d d distrib
lista de ese primer sandinismo. Ya en Nicaragua, forman el primer foco de
a
ied a la
guerrilla rural, que es rápidamente aniquilado por la Guardia Nacional, tras
p
Pro hibid
lo cual fortalecen su trabajo en las ciudades, en especial entre los estudiantes
y las poblaciones periféricas y entre los campesinos del norte y occidente.
Pro
Durante toda la década mantienen la lucha armada en el campo, aunque
enfrentando la represión del régimen –desde 1967 en manos de Anastasio
Somoza hijo–, que los reduce casi a la desaparición. En 1969 se definen
como una “organización de vanguardia” que mediante la lucha frontal con-
tra sus enemigos procura la toma del poder político para la instalación de
un gobierno revolucionario basado en una alianza obrero-campesina, con el
concurso de todas las fuerzas antiimperialistas y antioligárquicas.
A partir de 1970 el FSLN consolida su trabajo político entre los estu-
diantes, los trabajadores urbanos, los habitantes de barrios marginales y los
cristianos (Lozano, 1989).
Este proceso de enraizamiento en las bases cristianas se profundiza
durante los setenta, cuando tras la Conferencia de Medellín, se expanden
y radicalizan las comunidades eclesiales de base (CEB) y los cristianos
190
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
distingue de otras experiencias latinoamericanas contemporáneas por las
.
, S nta
formas en que le permitió construir una experiencia política revolucionaria
(Lowy, 1999).
i s
t es o ve
A mediados de la década del setenta, el FSLN se divide en tres ten-
n
S í ia
dencias internas: la original o guerra popular prolongada, la tendencia
i al o p
i t or n, c
proletaria y la tercerista o insurreccional. Todas ellas reivindican la lucha
Ed ució
armada y priorizan el derrocamiento de la dictadura, aunque sostienen
e
diferencias políticas y enfatizan diversas formas de lucha: guerrilla rural,
d d distrib
formas urbano insurreccionales, huelga general, militancia en barrios y
a
ied a la
fábricas, en el estudiantado, entre los intelectuales, lo cual les permite
p
Pro hibid
contar con un amplio enraizamiento en la sociedad nicaragüense (Torres
Rivas, 1985).
Pro
Al triunfar en su interior la corriente tercerista, el FSLN plantea ejecu-
tar acciones armadas audaces con el propósito de colocar al movimiento
revolucionario en una situación de ofensiva política y militar para preparar
una insurrección general por un lado y desarrollar una política de amplias
alianzas con las fuerzas antisomocistas, por el otro.
Por su parte, un heterogéneo conjunto de organizaciones políticas y sin-
dicales se agrupa en la Unión Democrática de Liberación (UDEL), soste-
niendo la democratización de Nicaragua, la amnistía para los presos polí-
ticos y libertad política, sindical y de prensa. Como materialización de los
primeros intentos del FSLN por unir a la oposición, en 1977 se conforma el
“Grupo de los Doce”, compuesto por intelectuales, industriales, comercian-
tes y sacerdotes, que resulta clave para lograr el reconocimiento del FSLN y
de la lucha armada como método para poner fin a la dictadura.
191
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
enero de 1978, representa un momento clave en la apertura de la crisis final
.
, S nta
del régimen.
i s
Con el transcurrir de la crisis del régimen, los esfuerzos de unificación
t es o ve
de la oposición con participación del FSLN sufren diversos avatares, que se
n
S í ia
consuman en el Frente Amplio de Oposición (FAO) y su posterior disolu-
i al o p
i t or n, c
ción, la reunificación del FSLN y la conformación del Frente Patriótico Na-
Ed ució
cional (FPN) con hegemonía sandinista, que plantea la negativa a cualquier
e
solución de “somocismo sin Somoza”, disolución de la Guardia Nacional y
d d distrib
expropiación de los bienes de la familia Somoza. Huelgas, protestas y diversas
a
ied a la
acciones de lucha callejera en las principales ciudades, materializan el ascenso
p
Pro hibid
de los sectores populares en las ciudades. El régimen incrementa las acciones
represivas, al punto de bombardear los barrios populares de algunas ciudades.
Pro
Finalmente, el FSLN dirige las acciones armadas que culminan con la
caída del régimen y la instalación de un gobierno de unidad nacional, que
refleja las alianzas políticas forjadas durante el proceso previo y ratifica la
hegemonía sandinista.
De modo que las primeras transformaciones están dirigidas a castigar
a las fracciones burguesas ligadas al régimen, nacionalizando el sistema fi-
nanciero, el comercio exterior y las propiedades somocistas, que pasaron a
constituir el Área de Propiedad del Pueblo (APP). El somocismo controlaba
al momento del triunfo del FSLN, la totalidad de la banca, del comercio
exterior, la agroindustria y un 25 % de la propiedad de la tierra, todo lo cual
es rápidamente nacionalizado.
Al resto de la burguesía, el sandinismo le reserva en el marco del esquema
de economía mixta, una función clave en el proceso de recuperación de la
192
Revoluciones para hacer reformas y reformas para hacer revoluciones
A.
Mientras tanto, el sandinismo pone en práctica un conjunto de refor-
.
, S nta
mas, como la conformación de cooperativas agrícolas en el APP y en julio
i s
de 1981 la sanción de una Ley de Reforma Agraria que por primera vez
t es o ve
castiga el comportamiento económico de los empresarios que hacen un uso
n
S í ia
extensivo de la tierra, descapitalizan o abandonan las tierras.
i al o p
i t or n, c
De este modo, diez años después de la revolución, el 35 % de la tierra
Ed ució
está en manos de campesinos que las explotan de forma individual o coope-
e
rativa y el Estado administra un 15 % correspondiente a las grandes propie-
d d distrib
dades del somocismo. Los beneficiarios serían aproximadamente 120 000
a
ied a la
familias (Figueroa Ibarra, 1993).
p
Pro hibid
Otras reformas sociales consisten en la reducción de la tasa de analfa-
betismo, de la mortalidad infantil, una importante reforma urbana y en
Pro
general un incremento del denominado salario social. Como en otros países
de América Latina, el gobierno acude al endeudamiento externo, aunque en
este caso el destino del financiamiento serían las políticas sociales. Sin em-
bargo, la crisis económica diluye los logros sociales de la revolución y resulta,
junto con el desgaste de la guerra, otro de los factores decisivos de la derrota
electoral de 1990 (Vilas, 1985).
En síntesis, el final de la experiencia de la UP en 1973 inicia un pro-
ceso dictatorial prolongado, duramente represivo y de transformaciones
estructurales que culminó en 1990, iniciando una etapa de democratización
que acompañó con cierta demora una oleada iniciada en otros países del
Cono Sur años antes, como se verá a continuación.
El caso sandinista muestra una temporalidad y una secuencia política
paradójica. Allí, en Nicaragua, la revolución triunfa cuando una ofensiva
193
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
. A.
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i al o p
i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
194
De las reformas para
6
evitar revoluciones a las A.
.
“reformas” neoliberales
i s , S nta
es ve n t o
S í i a
o r ial , cop
E dit ción
d de tribu
i e da la dis
P rop bida
h i Latina entre el desarrollo,
o
6.1. América
Plar modernización y la revolución
Durante la década del sesenta despuntan las primeras reacciones a los proce-
sos de radicalización política y movilización social y laboral acelerados tras
la Revolución cubana. Ya en 1961, la administración de John Kennedy pro-
mueve la Alianza para el Progreso, adoptada como programa por la Orga-
nización de Estados Americanos en Punta del Este y promovida en diversos
países como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, México, Venezuela
y Perú. Consiste en un programa de cooperación para acelerar la moderniza-
ción y el desarrollo en los países latinoamericanos. Promoviendo programas
de reformas sociales, fundamentalmente en el campo, se busca evitar el esta-
llido de focos de descontento que emularan la experiencia cubana.
195
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
diversificación de las economías para evitar la dependencia de un número
.
, S nta
reducido de productos primarios exportables y de la importación de bienes
i s
de capital, al tiempo que recomiendan la “industrialización racional” para
t es o ve
aumentar la productividad global de la economía.
n
S í ia
Uno de los puntos más destacados está centrado en las áreas rurales,
i al o p
i t or n, c
donde, al tiempo que se propone aumentar la productividad y la produc-
Ed ució
ción agrícola, mejorando el almacenamiento, transporte y distribución, se
e
detiene en la necesidad de impulsar programas de reforma agraria integral
d d distrib
para una efectiva transformación de las estructuras y los injustos sistemas de
a
ied a la
tenencia de la tierra, para sustituir el régimen latifundista y minifundista,
p
Pro hibid
por un sistema justo de propiedad. Se menciona otro conjunto de medidas
complementarias como crédito, asistencia técnica, comercialización y distri-
Pro
bución de los productos.
Otra cantidad de metas muestra la importancia otorgada al mejoramien-
to de las condiciones de vida: alfabetizar, aumentar la esperanza de vida al
nacer, dotar en el siguiente decenio, de agua potable y desagües al 70 % de
la población urbana y al 50 % de los habitantes de las áreas rurales, controlar
y erradicar enfermedades, expandir la salud, programa de viviendas econó-
micas y sustitución de las inadecuadas.
En el tema del comercio exterior, propone el fortalecimiento de acuerdos
de integración económica y la creación de un Mercado Común Latinoa-
mericano. En cuanto al financiamiento, EEUU aportaría mil millones de
dólares durante el primer año y se comprometía a otorgar 20 000 millo-
nes en inversión privada y crédito internacional durante la década siguien-
te, de acuerdo con los planes nacionales de desarrollo que elaboraran los
196
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
cubano ante la Conferencia, realiza un extenso discurso donde reseña los
.
, S nta
ataques perpetrados por EEUU contra la Revolución cubana desde 1959 y
i s
en esa senda considera que la Alianza para el Progreso ha sido engendrada
t es o ve
contra Cuba y contra la propagación de su ejemplo. Pero el contenido de su
n
S í ia
discurso no se detiene en la denuncia sino avanza en visibilizar los resultados
i al o p
i t or n, c
efectivos del proceso revolucionario cubano en términos de crecimiento,
Ed ució
desarrollo, reforma agraria, redistribución de los ingresos, en otros términos,
e
en el éxito de la planificación económica socialista.
d d distrib
El eje de su intervención está centrado en mostrar los rápidos logros de
a
ied a la
la revolución económica y social frente a programas evolutivos de reforma
p
Pro hibid
como el propuesto en esa oportunidad, que no resolverían los problemas de
fondo de los pueblos latinoamericanos, lo que les permitiría convertirse en
Pro
países “industriales-agrícolas de una sola vez”. Allí Guevara afirma, con su
acostumbrada elocuencia, que Cuba exporta ejemplo, aunque no exportara
fusiles; pero que el problema de la implantación de “la idea de Cuba” reside
en los persistentes problemas sociales frente a los cuales deberían tomar-
se medidas urgentes de prevención social. De lo contrario –sentencia– tal
como ha planteado Fidel Castro un 26 de Julio, la Cordillera de los Andes
sería la Sierra Maestra de América (Guevara, 1961).
Por la articulación de razones tales como la necesidad de producir re-
formas, por el ejemplo cubano, pero centralmente por el estímulo que esa
experiencia representa para los sectores que en América Latina resisten las
penosas condiciones de trabajo y vida, diversos gobiernos latinoamericanos
suscriben los propósitos de la Alianza para el Progreso en cuanto a promo-
ver el desarrollo económico para frenar la radicalización social. Entre ellos,
197
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
su política anticastrista, lo cual permite garantizar el flujo de ayuda externa para
.
, S nta
avanzar en sus planes de modernización. En Bolivia se pone de manifiesto el
i s
carácter autoritario del programa de la Alianza para el Progreso, su escaso apego
t es o ve
a las libertades democráticas y su carácter preponderantemente anticomunista.
n
S í ia
Allí, durante el gobierno de Paz Estenssoro (1960-1964) los economistas del
i al o p
i t or n, c
desarrollo visualizan a los mineros rebeldes como el principal obstáculo, por lo
Ed ució
cual en las regiones mineras la cooperación internacional se despliega más cla-
e
ramente con fines políticos. Cuentan con la colaboración del propio gobierno,
d d distrib
que desata la represión contra los mineros de izquierda, en especial comunistas
a
ied a la
y trotskistas y sus milicias, todo lo cual conduce a un incremento de la asistencia
p
Pro hibid
económica, policial y militar por parte de EEUU (Field Jr, 2016).
En Chile, con la llegada al poder de Eduardo Frei y la Democracia Cris-
Pro
tiana con su promesa de “revolución en libertad”, se hace visible el impul-
so hacia la modernización económica pregonado desde la Alianza para el
Progreso. La Reforma Agraria es una de las políticas prioritarias, aunque su
aplicación en la convulsionada década del sesenta, aunada a un amplio pro-
ceso de sindicalización campesina, tiene resultados inversos a los previstos, al
potenciar la radicalización y movilización en las áreas rurales.
En Brasil, el Plan Trienal que debe aplicarse entre 1963 y 1965, se apoya
en los postulados de la Carta de Punta del Este y su formulación reconoce
una clara inspiración en Celso Furtado y la CEPAL. El Plan intenta com-
binar crecimiento económico, reformas sociales y combate a la inflación,
aunque ya naufraga hacia mediados de 1963, cuando la inflación llega al
25 % en los cinco primeros meses del año. El crecimiento del PIB que es del
5,3 en 1962 cae al 1,5 % al año siguiente (Ianni, 1971; Fausto, 2003, 225).
198
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
les” para el “apoyo popular” (Prebisch, 1963). Cuando Prebisch advierte acerca
.
, S nta
de esta “apropiación” norteamericana del ímpetu reformista –entendido como
i s
modernización de las estructuras socioeconómicas para evitar la radicalización
t es o ve
política y social–, la lucha entre reforma y revolución está instalada en el sub-
n
continente. S í ia
i al o p
i t or n, c
6.2. Dictaduras y e Ed ucióen América Latina
democracias
a d d
i s trib
i e d porlasudparte, transitan por un proceso de moderniza-
Las Fuerzas Armadas,
p da y homogeneización ideológica bajo hegemonía nor-
Pro h(Garretón,
ción, profesionalización
teamericana ibi de Guerra
1985). En 1964 los militares brasileños educados en
P r
la EscuelaoSuperior y encabezados por Humberto Castelo Branco
abren el ciclo de las nuevas dictaduras –institucionales– en Latinoamérica.
En 1966 en Argentina, el general Onganía llega al poder para producir
transformaciones sin imponerse plazos para la restitución democrática. En am-
bos casos, son las Fuerzas Armadas en tanto institución las que asumen el poder
político, inspiradas en la Doctrina de la Seguridad Nacional, que adopta el prin-
cipio de combatir a un enemigo que se halla dentro de las fronteras nacionales,
el enemigo interno, rompiendo así con la histórica función de custodia de las
fronteras nacionales que han sostenido hasta el momento. El otro denominador
común es el propósito de modernización de las estructuras socioeconómicas, de
promoción del desarrollo económico en regiones aún abrumadas por el atraso.
Ambas cuestiones, seguridad nacional y desarrollo, se anudan en las dictaduras
institucionales de los años sesenta, en particular en Brasil y Argentina.
199
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
En Centroamérica, Guatemala, transita por un proceso dictatorial
.
, S nta
similar entre 1982 y 1985. El común denominador de todos estos procesos
i s
es la magnitud de la violencia represiva desplegada desde el Estado, coopta-
t es o ve
do por unas Fuerzas Armadas formadas ideológicamente en la Doctrina de
n
la Seguridad Nacional. S í ia
i al o p
i t or n, c
En muy pocos de esos países la presencia militar es nueva. En Argen-
Ed ució
tina y Brasil los militares tienen una importante presencia política antes
e
aún de 1964. En Bolivia, el militar Juan José Torres ha gobernado entre
d d distrib
1970 y 1971 en la senda del “socialismo militar” de Toro y Busch y del
a
ied a la
nacionalismo revolucionario de los años cincuenta y en Perú el también
p
Pro hibid
militar Juan Velazco Alvarado ha conducido entre 1968 y 1975 un proceso
de modernización autoritaria que incluiría un amplio programa de reforma
Pro
agraria. Otros países de América Latina en los años setenta como Ecuador,
El Salvador, Nicaragua y Honduras se encuentran gobernados por militares.
Durante los años ochenta, el mapa político latinoamericano se va trans-
formando. A lo largo de toda la década se instalan en la región democracias
tuteladas o condicionadas, profundamente transformadas tras las experien-
cias dictatoriales de los sesenta y setenta, en las cuales la crisis económica, la
crisis política y la recomposición de los sectores obreros y populares serían
los procesos fundamentales. El agravamiento de la crisis a lo largo de la
década y la agudización de tensiones sociales irresueltas, conduce a la ge-
neralizada adopción por parte de los gobiernos latinoamericanos durante
la década del noventa de planes de ajuste neoliberal, reformas estructurales
con un contenido radicalmente diferente a las formuladas cuatro décadas
antes.
200
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
. A.
, S nta
Brasil abre el ciclo de las denominadas nuevas dictaduras. El golpe viene allí
i s
es o ve
a interrumpir la experiencia reformista de João Goulart, trabalhista, herede-
n t
ro político de Getulio Vargas, quien lidera entre 1961 y 1964 un proceso
í
l S p ia
de impulso a las denominadas “reformas de base”, en particular la reforma
i a
r n, c o
agraria, en un contexto de fuertes trabas impuestas por la derecha política
i t o
Ed ució
y militar por un lado y de movilización social y radicalización política, por
e
d d distrib
el otro. El golpe de Estado es obra de las Fuerzas Armadas, muchos de cu-
yos miembros han sido formados en la Escola Superior de Guerra en la idea
a
ied a la
central de que seguridad nacional y desarrollo para combatir el comunismo
p
Pro hibid
son inseparables entre sí, postura compartida con un conjunto de civiles y
tecnócratas que convergen en el ejercicio del poder (Stepan, 1971).
Pro
El nuevo régimen mantiene la ficción democrática al sostener, con múl-
tiples limitaciones, el Parlamento, los partidos políticos y las elecciones. El
gobierno militar gobierna a través de Atos Institucionais (AI), el primero de
los cuales limita los derechos políticos de líderes partidarios, sindicales, in-
telectuales y militares; suspende funcionarios civiles y militares e intervie-
ne organizaciones sindicales (Carvalho, 1995). Paralelamente, se instaura
la tortura y los interrogatorios como método de persecución de activistas y
opositores. Se disuelven los partidos y se configura un nuevo régimen a par-
tir del cual dos partidos políticos, uno oficialista, ARENA (Alianza Renova-
dora Nacional) y otro opositor MDB (Movimiento Democrático Brasilero)
dirimen las candidaturas en elecciones indirectas, en un marco en el cual la
dictadura puede cerrar el Parlamento, las asambleas legislativas y las cámaras
municipales, como acontece en 1968 y 1976 (Ansaldi, 1996).
201
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
lagro económico”, en un período de altas tasas de crecimiento que llegaron
.
, S nta
al 13,6 % en 1973, superando las registradas durante el período desarrollista
i s
de Kubitschek, con una distribución regresiva del ingreso (Carvalho, 1995).
t es o ve
En 1972, el 52,5 % de la población económicamente activa gana menos de
n
S í ia
un salario mínimo y el 22 % recibe entre uno y dos salarios mínimos.
i al o p
i t or n, c
El crecimiento económico, a diferencia de lo acontecido durante las dic-
Ed ució
taduras argentina y chilena de los años setenta, está sustentado en la inver-
e
sión de capitales extranjeros en la industria, en especial en las ramas diná-
d d distrib
micas como la automotriz y el impulso a las exportaciones industriales. Sin
a
ied a la
embargo, para 1973 el modelo enfrenta serias dificultades y comienzan a
p
Pro hibid
percibirse los costos sociales de su aplicación (Fausto, 2003).
Con el ascenso al poder de Ernesto Geisel (1974-1978) comienza la
Pro
“distensión”, un período caracterizado por cierta liberalización política con-
trolada, que permite el fortalecimiento de los movimientos sociales y las or-
ganizaciones sindicales. La proliferación de Comunidades Eclesiales de Base
(CEBs), que para 1981 se calcula habían llegado a 80 000 en todo Brasil, es
parte del proceso de resistencia a la dictadura (Moreira Alves, 1989).
La ola de huelgas sindicales acontecida entre 1978 y 1980 y que tiene su
epicentro en el cordón industrial conocido como el ABC paulista, el surgi-
miento del novo sindicalismo, del Partido de los Trabajadores (PT) y la Cen-
tral Única de Trabajadores (CUT), es resultado del crecimiento de la con-
flictividad obrera y politización mediante la articulación con la lucha contra
la dictadura. En ese marco se abre un nuevo proceso, ahora de “apertura”
democrática, con la derogación del sistema bipartidista ARENA-MDB y la
conformación de un nuevo sistema de partidos, entre los cuales se destaca el
202
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
6.3.2. Los militares argentinos, seguridad nacional
.
, S nta
y defensa
i s
Con el golpe del general Onganía se inicia en Argentina
n t ve ins-
es unaodictadura
S í de igobiernos
a
l
titucional de las Fuerzas Armadas la cual, a diferencia
iaplazos,sino p surgidos
coobjetivos: racionalizar
de golpes de estado previos, no se impone
t o r
di ciódenideas, tributarias de la Doc-
la economía y modernizar el Estado.
Durante los años previos,E
de francesa ibu y la Doctrina de la Seguridad Na-
un conjunto
d t r
dis a circular en el ámbito militar y entre
trina de Guerra Revolucionaria
i e da lcomienzan
cional estadounidense,
a
sectores o p (funcionarios,
a del radical
Pr hdemocrático
civiles políticos, empresarios) y se expresan durante
el gobierno ibi d Illia en el debate parlamentario de una
frustradaro
Ley de Defensa.
P el golpe, el terreno estaría preparado, por lo cual la sanción de la
Tras
nueva Ley recoge buena parte de las ideas circulantes sobre el peligro que
representa el “enemigo subversivo” para la seguridad interior y la defen-
sa nacional. La ley otorga carácter bélico a las diversas manifestaciones de
conflictividad interna tanto sindical, estudiantil, cultural o intelectual, al
permitir neutralizar “las perturbaciones internas producidas por actos hu-
manos” mediante la intervención de las Fuerzas Armadas. Crea además el
Consejo Nacional de Seguridad (CONASE). Por primera vez se incorporan
en una ley conceptos vinculados a la contrainsurgencia tanto francesa como
estadounidense (Pontoriero, 2013).
El 28 de junio de 1966 las Fuerzas Armadas disuelven los partidos políti-
cos y el Parlamento, intervienen el Poder Judicial y las Universidades Nacio-
203
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
Al año siguiente, el equipo económico encabezado por Adalbert Krieger
.
, S nta
Vasena avanza en un plan antiinflacionario y en la modernización y el creci-
i s
miento económico vía la atracción de capitales extranjeros. El nuevo Ministro
t es o ve
de Economía devalúa en un 40 % el peso, fija impuestos a las exportaciones
n
S í ia
tradicionales y disminuye gravámenes a las importaciones, lo cual representa
i al o p
i t or n, c
una novedad al impedir una importante transferencia de ganancias al sector
Ed ució
exportador. El Estado pone en práctica una política fiscal firme, eleva las tarifas
e
de servicios públicos y continúa con la política de racionalización del estado,
d d distrib
lo cual le permite avanzar en la reducción del déficit para pasar a incrementar
a
ied a la
la inversión en obras de infraestructura vial. Se renuevan los contratos con las
p
Pro hibid
compañías petroleras y se firma un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) como parte de una política que depende de los préstamos
Pro
a largo plazo y de las inversiones directas del exterior. El Consejo Nacional de
Seguridad (CONASE) pasa a formar parte de un tríptico con el Consejo Nacio-
nal de Desarrollo (CONADE) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACYT), que exhibe la articulación entre seguridad y desarrollo (De Riz,
2000).
Sería en 1969 cuando la protesta social se extiende desde las provincias,
al articular la agitación del movimiento estudiantil con el descontento de
sectores importantes del movimiento obrero de las provincias. En las áreas
industriales del interior, como Córdoba y Rosario, se articulan la protesta
obrera y la movilización estudiantil con la insurrección urbana en jorna-
das conocidas como el “Cordobazo” y los “Rosariazos”. Ese año la tasa de
inflación ronda en el 7 % y las ramas modernas de la industria, con fuerte
presencia de capital extranjero, han crecido en los últimos tres años entre
204
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
gremiales al movimiento sindical peronista tradicional, expresando prácticas
.
, S nta
sindicales de mayor democracia y participación (Brennan y Gordillo, 2008).
i s
La conflictividad social y laboral y las insurrecciones urbanas inicial-
t es o ve
mente provocan la caída del Ministro de Economía. A más largo plazo,
n
S í ia
desgastan al gobierno dictatorial y abren una etapa de intensa radicaliza-
i al o p
i t or n, c
ción política y social. En ese contexto, las organizaciones político militares
Ed ució
se convierten en protagonistas políticas destacadas, en especial en los ám-
e
bitos urbanos. Organizaciones como el Partido Revolucionario de los Tra-
d d distrib
bajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) y Montoneros,
a
ied a la
desde disímiles tradiciones político-ideológicas, realizan diversas acciones
p
Pro hibid
armadas hasta que la represión y el exilio, ya desde 1975, comienzan su
desarticulación (Pozzi, 2001).
Pro
6.4. Las dictaduras de los setenta
Las pretensiones de reprimir la movilización social, acallar la radicalización
política ideológica y aniquilar a las organizaciones armadas transformando
sustancialmente las relaciones entre el Estado y la sociedad y el modelo de
acumulación predominante desde los años treinta, están en la base de las
dictaduras institucionales de los años setenta en el Cono Sur y en otros
países de América Latina. Dos casos permiten describir las motivaciones,
los alcances y las consecuencias de la aplicación de altas dosis de represión
estatal y paraestatal, planes económicos regresivos y la creación de nuevos
marcos institucionales.
205
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
pora (mayo-julio 1973) y Juan Perón (julio 1973 hasta su muerte en julio
.
, S nta
de 1974)– promueve una política distributiva, intervencionista, de alianza
i s
con los sectores sindicales y con las fracciones empresariales de capitales na-
n t es o ve
cionales. Sin embargo, para mediados de 1974 la puja distributiva se vuelve
S í ia
i al o p
incontenible y el Pacto Social se desmorona. En especial tras la muerte de
i t or n, c
Juan Perón, cuando el gobierno queda al mando de su esposa, María Estela
Ed ució
Martínez, las luchas en el interior del peronismo se exacerban, al tiempo que
e
d d distrib
las presiones obreras y sindicales por la mejora de las condiciones de vida y
trabajo hacia la cúpula sindical peronista y el gobierno, profundizan la crisis
a
ied a la
política que ubica a las Fuerzas Armadas en el centro de la escena.
p
Pro hibid
Durante el trienio se profundiza la represión estatal y paraestatal, esta
última expresada en la aparición de “formaciones parapoliciales” o “grupos
Pro
de choque” como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), cuyo res-
ponsable es el Ministro de Bienestar Social de María Estela Martínez, José
López Rega y otras organizaciones menos conocidas pero muy activas en las
provincias, así como las propias “patotas sindicales” (Franco, 2012).
Uno de los epicentros del despliegue represivo es la zona siderúrgica em-
plazada en la ciudad de Villa Constitución, en el sur de la provincia de Santa
Fe, cuyos efectos se prolongan al área industrial del Gran Rosario, en ambos
casos con el propósito de reprimir el accionar obrero y sindical antiburocrá-
tico, de izquierda y combativo.
A mediados de 1975 un conjunto de medidas anunciadas por el Minis-
tro de Economía Celestino Rodrigo consistente en un 100 % de incremento
en el precio de combustibles y servicios públicos y un 100 % de devaluación
del peso en un contexto en el cual la negociación de salarios se cierra en
206
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
zaciones político militares y al activismo de izquierda. De conjunto produce
.
, S nta
un saldo en muertos, desaparecidos, presos políticos y exiliados desconocido
i s
hasta entonces por sus modalidades y por su extensión (Águila, 2015). La
t es o ve
fase más represiva transcurre durante los tres primeros años y cuenta con el
n
S í ia
consenso de amplios sectores civiles que perciben con alivio el proceso de
i al o p
i t or n, c
disciplinamiento social y laboral.
Ed ució
Uno de los blancos privilegiados por la dictadura es la clase trabajadora
e
urbana, hacia la cual se despliega una política tendente a eliminar su peso
d d distrib
histórico, para lo cual se suspende el derecho de huelga, se interviene la Con-
a
ied a la
federación General del Trabajo (CGT) y parte de las organizaciones sindicales,
p
Pro hibid
se reforma la Ley de Contratos de Trabajo y se habilita el despido masivo en la
administración pública. La complicidad empresarial permite la ocupación de
Pro
plantas por parte de las fuerzas represivas, el descabezamiento de comisiones
internas y el encarcelamiento y la desaparición de activistas. En otros casos,
el cambio en la correlación de fuerzas implica el reforzamiento de las normas
disciplinarias y la reimposición de la autoridad patronal en las plantas. Casi
el 50 % de los desaparecidos son obreros o empleados. La clase trabajadora
lleva adelante múltiples formas de resistencia molecular, consistentes en for-
mas de lucha más bien esporádicas, de corta duración, como el trabajo “a
tristeza”, los sabotajes, el trabajo a reglamento, los paros sorpresivos, el aban-
dono de tareas, la presentación de petitorios, para escapar de la represión (Fer-
nández, 1985; Pozzi, 1987; Simonassi, 2007; Carminati y Dicosimo, 2013).
Para el diseño de la política económica, los militares cuentan con civiles
y miembros de las propias Fuerzas Armadas equipados con concepciones
económicas heterogéneas: liberales tradicionales, liberales tecnócratas, na-
207
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
también apartándose de la ortodoxia neoliberal del caso chileno, la dictadu-
.
, S nta
ra argentina abre camino, a partir del amplio proceso de disciplinamiento
i s
social y laboral desplegado durante estos años, a un profundo programa
t es o ve
de ajuste que implementará el menemismo durante la década del noventa.
n
S í ia
De modo que entre 1979 y 1980 las consecuencias de su política eco-
i al o p
i t or n, c
nómica se hacen sentir sobre un universo amplio de actores. Lo que hasta
Ed ució
entonces ha sido resistencia molecular en el movimiento obrero se convierte
e
en lucha abierta, al declarar un sector del sindicalismo en abril de 1979 el
d d distrib
primer paro general, abriendo un nuevo ciclo en la conflictividad laboral.
a
ied a la
Los sectores del pequeño empresariado, por su parte, lanzan la Convocatoria
p
Pro hibid
Nacional Empresaria (CONAE), que tiene mayor fuerza en el interior, mostrando
la heterogeneidad de los afectados por la política económica (Simonassi, 1998).
Pro
La crisis conduce al primer recambio presidencial y a una modificación
en el elenco ministerial en marzo de 1981, con el propósito de salvar a la
dictadura de conjunto. Por entonces la deuda externa argentina asciende a
veinticinco mil millones de dólares y por su magnitud y los cortos plazos de
los vencimientos, era imposible de pagar.
Un año después esa situación se extiende a otros países y se convierte
en la “crisis de la deuda”, tras la declaración mexicana de imposibilidad de
pago (Schvarzer, 1996). La crisis en Argentina se profundiza, y los militares
acuden a la declaración de la guerra a Inglaterra por las Islas Malvinas como
modo de recuperar la legitimidad, no conseguida con la aplicación de la
política económica. Por el contrario, las demandas por la democratización
se incrementan y las Fuerzas Armadas se ven obligadas a ceder el poder en
diciembre de 1983.
208
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
los activistas vinculados a la izquierda que pierden sus puestos de trabajo,
.
, S nta
correspondientes a entre el 10 y el 20 % de la fuerza laboral en las industrias
i s
del área social (Winn, 2004). La represión estaría a cargo desde mediados
n t es o ve
de 1974, de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) y tras el ase-
S í ia
i al o p
sinato de Orlando Letelier, excanciller del gobierno de Salvador Allende,
i t or n, c
por parte de la Central Nacional de Inteligencia (CNI). Con relación a las
Ed ució
organizaciones de cúpula de los trabajadores, se ilegaliza la Central Única de
e
d d distrib
Trabajadores (CUT) y se procura crear un movimiento sindical afín.
El régimen es apoyado por sectores heterogéneos, unidos por la oposi-
a
ied a la
ción al gobierno de la Unidad Popular, entre los cuales sobresalen los gre-
p
Pro hibid
mialistas liderados por Jaime Guzman y los “Chicago Boys” quienes conflu-
yen en el diseño y aplicación de una política económica ortodoxa neoliberal,
Pro
monetarista, de apertura de mercado y privatizaciones. La elaboración del
plan económico está a cargo de economistas formados en la Universidad
Católica de Chile, que habían obtenido sus posgrados en la Universidad de
Chicago, que además habían adquirido experiencia en el mundo de los ne-
gocios privados, de las empresas y que llegan en abril de 1975 al Ministerio
de Economía, desde donde aplican una política de shock.
El propósito es realizar una reestructuración total de la economía, la so-
ciedad y el sistema político, mediante la reducción del sector público, la
apertura de la economía, el control de la inflación y en definitiva la libera-
ción de la economía a las fuerzas del libre mercado (Angell, 2002).
En 1979 se registra un incremento del PIB de más del 8 %, al tiempo que
el déficit fiscal se elimina y la inflación se controla. A partir de entonces el
régimen avanza en la institucionalización política mediante la constitución
209
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
nómico” (un “milagro” de contenido muy diferente al brasileño de los sesen-
.
, S nta
ta, analizado más atrás). El PIB se reduce en un 14 %, el desempleo asciende
i s
al 30 % y la deuda pública supera al PIB. La situación de los asalariados
t es o ve
continúa deteriorándose a lo largo de la década del ochenta, al caer los sala-
n
S í
rios reales un 20 % (Vergara y Winn, 2019). ia
i al o p
i t or n, c
La respuesta de los trabajadores y pobladores son las multitudinarias
Ed ució
jornadas de protesta de 1983 y 1984, que son duramente reprimidas por
e
el régimen, y que a pesar de ello se prolongan al menos hasta 1986, abrien-
d d distrib
do las condiciones para un cambio en la correlación de fuerzas para que
a
ied a la
la oposición pudiese desarrollar el proceso de negociaciones que decidió la
p
Pro hibid
transición, ensanchando los espacios de debate, politización, organización y
presencia pública de la oposición política (Bravo Vargas, 2017).
Pro
En ese contexto juega un papel importante el movimiento estudiantil y
organizaciones armadas como el nuevo Frente Patriótico Manuel Rodríguez
(FPMR) y el antiguo Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). El
FPMR, brazo armado del Partido Comunista, se funda como consecuencia
de la adopción por parte del partido de la línea política de la Rebelión Popu-
lar de Masas, que incluía las más diversas formas de lucha, incluso violentas,
para derribar a la dictadura (Álvarez, 2006).
En el año 1983 comienzan además los intentos de los partidos de opo-
sición de centro por unirse, en especial los demócrata-cristianos y un sector
del Partido Socialista, lo cual se concretó en la Alianza Democrática (AD),
germen de los posteriores acuerdos.
Hacia mediados de la década, en el resto del Cono Sur, con la excepción
de Paraguay, se ha producido el retorno a la democracia, como ha aconteci-
210
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
después, en las cuales, manteniendo casi el mismo diseño, ganaría por la
.
, S nta
Concertación, Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (Angell, 2002;
Gazmuri, 2001).
i s
n t es o ve
S í ia
i al o p
6.4.3. Guatemala, fusiles y frijoles
i t o r n, c
e
No solo el Cono Sur está surcado Edduranteuclosióaños setenta por dictaduras, per-
d d Entre tlasribprimeras, el somocismo, con su proceso
is económico y militar, se destaca como un
sonalistas o institucionales.
a d
de concentracióndde poder político,
i e
p dEntre a
l las segundas, el caso de Guatemala demuestra por
r o
caso sobresaliente.
P la densidad a
i histórica del problema del terror y la represión estatal y
un lado
h ilabdimensión
P o
por otrorlado, institucional que adquiere durante esta etapa. En
Guatemala, como en el resto de Centroamérica, profundas transformaciones
estructurales, como la expansión de la agricultura de exportación que reduce
la población campesina y un incipiente proceso de industrialización que for-
talece a la clase obrera urbana, continúan en curso durante la década de 1970.
La violencia estatal reconoce un primer momento de despliegue inme-
diatamente luego del derrocamiento de Jacobo Arbenz en 1954, cuando se
registran aproximadamente tres mil muertos y desaparecidos.
Posteriormente, una nueva oleada represiva acontece entre 1966 y 1972,
cuando el Ejército se hace cargo de la lucha contrainsurgente, abatiendo a
las organizaciones armadas para prácticamente desarticularlas. Los cálculos
aproximados de víctimas de ese segundo ciclo ascienden a dieciocho mil
guatemaltecos asesinados (Figueroa Ibarra, 2007).
211
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
paros y huelgas (Figueroa Ibarra, 2006).
.
, S nta
Esta coyuntura de conflictividad se desenvuelve en un escenario centro-
i s
americano “en ebullición”, donde la Nicaragua somocista se halla fuerte-
t es o ve
mente hostigada por el accionar del FSLN, al tiempo que, en El Salvador,
n
S í ia
actúa el Farabundo Martí por la Liberación Nacional (FMLN) y en ambos
i al o p
i t or n, c
países la conflictividad social crece hasta que finalmente, en el mes de julio
Ed ució
de 1979, el FSLN toma el poder, como se analizó en el capítulo anterior,
e
amenazando cambiar el equilibrio de fuerzas en la región.
d d distrib
De allí que en Guatemala se abriera una nueva ola de represión orientada
a
ied a la
a frenar la protesta, a impedir el rebrote de las organizaciones armadas en el
p
Pro hibid
campo y a evitar el “contagio” (Figueroa Ibarra, 2006).
Frente a esta situación, se abre el tercer ciclo represivo, con expresiones
Pro
abiertas y clandestinas, selectivas y masivas. Se destacan las masacres indígenas
como la de Panzós en 1978, donde más de la mitad son mujeres y niños o la
de la embajada de España a principios de 1980, donde veintisiete indígenas
son quemados vivos, o los secuestros masivos de dirigentes sindicales y estu-
diantiles a mediados de ese mismo año. Veintisiete dirigentes y activistas de
la Central Nacional de Trabajadores (CNT) de la sede de la central en pleno
centro de Guatemala y diecisiete sindicalistas y activistas estudiantiles en un
centro católico del interior del país, son secuestrados. (Figueroa Ibarra, 2007).
El terror masivo llega a su máxima expresión durante el gobierno de
Efraín Ríos Montt en 1982-1983 (Figueroa Ibarra, 2007). Solamente du-
rante los diecisiete meses de su gobierno se contabilizan dieciséis mil asesi-
nados y desaparecidos, noventa mil refugiados en México y casi un millón
de desplazados internos.
212
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
rante el gobierno de Ríos Montt, las Patrullas de Autodefensa Civil (PAT),
.
, S nta
que incorporan obligatoriamente a los adultos de los pueblos a funciones de
i s
vigilancia y autodefensa, incrementarían su número de 15 000 a 500 000,
t es o ve
para duplicar su cantidad en los años siguientes (Torres Rivas, 1993; Figue-
n
roa Ibarra, 2003). S í ia
i al o p
i t or n, c
Ríos Montt se pronuncia contra la explotación, el hambre, la ignorancia,
Ed ució
la enfermedad y la injusticia: “una persona que tiene hambre es un buen co-
e
munista, una persona que tiene mucho que comer es un buen anticomunista”,
d d distrib
afirma y convoca a los capitalistas a conformarse con ganar el 10 % sobre sus
a
ied a la
ventas y renunciar al 20 %, a combatir “juntos […] a la miseria nacional”.
p
Pro hibid
Además, durante su gobierno, se auspicia una central sindical oficial y se for-
talece el protestantismo y las sectas fundamentalistas (Figueroa Ibarra, 2006).
Pro
A partir de 1985 y hasta 1996, la represión no cesa, abriendo una tran-
sición caracterizada por la continuidad del terror y la represión una vez des-
plazadas las Fuerzas Armadas del gobierno, lo cual muestra otro elemento
característico del proceso guatemalteco, la persistencia de este rasgo más allá
del carácter que asuma el mismo, es decir, manteniendo sus funciones aún
en democracia.
213
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
acontecen bajo importantes condicionamientos heredados, entre los cuales
.
, S nta
sobresale la permanencia del propio dictador como comandante en jefe de
las Fuerzas Armadas y senador vitalicio.
i s
n t es o ve
S í ia
i al o p
6.5.1. Los condicionantes impuestos
i t or n, c por la economía
e
El escenario económico general Eend el queucseióinstalan las democracias restrin-
d detrlos
gidas es similar en eldconjunto ibpaíses latinoamericanos. La herencia
a i s
d laesdde estancamiento y pauperización, situación
i e
dejada por las dictaduras
op durante
comoPlar“década
que se agrava
i d alos años ochenta para configurar un período conocido
h ibde la deuda externa agrava la crisis económica en la región
perdida”.
o
Pr la transición política. En Argentina, la deuda externa por habi-
El problema
y condiciona
tante pasa de 981 dólares en 1980 a 1827 en 1987, en Brasil de 454 a 876,
en Chile de 999 a 1699, en México, de 719 a 1 317, en Uruguay de 742 a
1412 y en Venezuela de 1803 a 1996. En todos los países el pago de la deuda
representa un alto porcentaje del producto nacional bruto, de entre un casi
30 % en Brasil a un casi 90 % en Chile en el año 1987. Lo significativo es
que las remesas de divisas no harían más que aumentar el volumen de la
deuda con relación a las exportaciones. Entre 1982 y 1989 se transfieren
203 000 millones de dólares y la deuda se incrementa en 110 000 millones.
En Argentina, en los cuatro primeros años del gobierno de Alfonsín se desti-
nan a pagar deuda más de diez mil millones de dólares, el 97 % del superávit
comercial, el 35 % de las exportaciones totales y el 3,5 % del PIB del perío-
214
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
Al final de la década los índices de inflación son agobiantes. En 1988, en
.
, S nta
Nicaragua trepan al 7000 %, mientras en Perú, Argentina y Brasil superan
i s
ampliamente la tasa anual del 1000 %, bordeando en el caso de Perú los
6000 %.
n t es o ve
S í ia
El salario mínimo urbano es en 1989 en México, Brasil, Ecuador y
i al o p
i t or n, c
Nicaragua, la mitad de lo que fuera diez años atrás. El sector “informal”
Ed ució
se incrementa en un 82 % entre 1980 y 1987, en Brasil un 70 % y en
e
Colombia un 48 %. De conjunto, a fines de la década el producto medio
d d distrib
por habitante en América Latina es un 10 % inferior al de una década atrás
a
ied a la
(Cueva, 1990).
p
Pro hibid
Po
6.5.2. rLos derechos humanos: juicio, castigo e impunidad
215
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
desnuda la existencia de un plan criminal, condena a prisión perpetua y altas
.
, S nta
penas a algunos de los máximos responsables y absuelve a cuatro de ellos.
i s
El otro elemento distintivo del caso argentino es el amplio, profundo y
t es o ve
sistemático movimiento de derechos humanos, que abre camino a la pro-
n
S í ia
fundización de la política de juicio y castigo. El movimiento de derechos
i al o p
i t or n, c
humanos en Argentina se nutre de organizaciones surgidas entre los años
Ed ució
1974 y 1979, que actúan en las principales ciudades del país y en el exterior
e
y que hacia finales de la dictadura configura un movimiento social amplio
d d distrib
y multiforme, unificado tras el reclamo de verdad y justicia (Alonso, 2013).
a
ied a la
Posteriormente, las leyes de “Punto Final” (1986) y “Obediencia De-
p
Pro hibid
bida” (1987) exculpan a personal militar y policial con rango inferior al de
comandante en jefe o jefe de zona, por las violaciones a los derechos huma-
Pro
nos, lo cual despierta críticas y activa las demandas de una parte importante
del movimiento de derechos humanos. Poco después, el presidente Menem,
perteneciente al Partido Justicialista, completa la política de impunidad dic-
tando un conjunto de decretos de indulto (Alonso, 2013).
La persistencia de las demandas de fondo explica la emergencia en 1995
de una nueva organización, Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Ol-
vido y el Silencio (H.I.J.O.S.), que contribuye a visibilizar en el país y el
exterior la política de impunidad. Esta organización hace público su descon-
tento con una práctica que se generaliza a partir de entonces, el “escrache”
frente al domicilio de los represores, una forma de visibilizar y anunciar a
los y las vecinas sobre los peligros de convivencia con los represores. Para-
lelamente, la búsqueda de justicia en el exterior habilita los denominados
Juicios de Madrid, encabezados por el juez Baltasar Garzón (Alonso, 2013).
216
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
el poder luego de 1985 (Weffort, 1993). En 1979 una ley de Amnistía exigi-
.
, S nta
da por la oposición, permite el retorno al país de exiliados y la salida de pri-
i s
sión y de la clandestinidad de militantes y dirigentes políticos de izquierda,
t es o ve
aunque indulta a los responsables de las torturas, muertes y desapariciones.
n
S í ia
En el marco de la aplicación de la justicia transicional, se va ampliando el
i al o p
i t or n, c
alcance de la legislación hacia la idea de reparación de la violencia aplicada
Ed ució
por el Estado durante la dictadura. Sin embargo, la política hacia muertos
e
y desaparecidos avanza mucho más lentamente que en Argentina, al punto
d d distrib
que la comisión de la Verdad se conforma recién en el año 2012 (Nascimen-
a
ied a la
to Araujo, 2015).
p
Pro hibid
Guatemala se destaca por la instalación de una democracia restringi-
da, donde las Fuerzas Armadas continúan gozando de amplias prerro-
Pro
gativas y resultan responsables del incremento de las cifras de muertos y
desaparecidos, a lo cual se suma la brutalidad de la aplicación de planes de
ajuste estructural.
Allí, las continuidades entre democracia y dictadura han sido notables. A
lo largo de la década del ochenta, las Fuerzas Armadas continúan constitu-
yendo la columna vertebral del Estado, aunque comparten cuotas de poder
con civiles, que llegan al poder con el demócrata cristiano Cerezo Arévalo
(1986-1991).
Se calcula que entre 1960 y 1996 hay más de doscientos mil muertos y
desaparecidos y dos millones de desplazados en un país de once millones de
habitantes. A pesar de la represión, durante la década se producen importan-
tes huelgas, como la de los trabajadores municipales de 1982, o el estallido
contra los aumentos del transporte urbano de 1985, o la huelga de estatales
217
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
justicia, pero también por problemas irresueltos en torno a la cuestión de la
.
, S nta
tierra (Figueroa Ibarra, 2006).
i s
n t es o ve
6.6. El neoliberalismo en América S í Latina:iael ciclo
l p
ia , coestructurales
de las denominadas “reformas”
o r
it ión
E d
La crisis en la que quedan envueltos losu c gobiernos democráticos de
d e i b primeros
y fines tder la década de 1980 es el principal argu-
adinstalardilasidea
la región hacia mediados
mento esgrimidodpara
i e
pen el dmarco l a de la necesidad de producir “reformas”
Prasío suhcontenido
estructurales
i a histórico,
del “Consenso de Washington”. La idea de reforma
cambia b
ilas para pasar a nominar políticas regresivas
P r
con relacióno a condiciones de vida y de trabajo de amplias capas de las
clases subalternas y medias latinoamericanas. La década del noventa está
surcada de experiencias de este tipo.
218
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
En el caso argentino, la retirada anticipada de Alfonsín del poder para
.
, S nta
dejar paso al candidato electo perteneciente al Partido Justicialista, Carlos
i s
Menem, se explica por la profundidad de la crisis económica, con tasas de
t es o ve
inflación de tres dígitos y un estallido popular y urbano que se expresa con
n
S í ia
saqueos en grandes centros comerciales en el año 1989. Su discurso de revo-
i al o p
i t or n, c
lución productiva y “salariazo” se modifica una vez en el gobierno, para abrir
Ed ució
paso a la aplicación de severas políticas neoliberales.
e
En México, país que no ha conocido golpes militares, aunque si im-
d d distrib
portantes dosis de autoritarismo político, gobierna desde los años veinte el
a
ied a la
Partido Revolucionario Institucional (PRI), heredero del Partido Revolucio-
p
Pro hibid
nario Nacional, luego rebautizado Partido de la Revolución mexicana, fun-
dado durante el proceso de institucionalización de la Revolución mexicana
Pro
y reformado durante el cardenismo, tal como se analizó en el capítulo 4.
Carlos Salinas de Gortari asume el poder en un contexto de acusaciones
plausibles de fraude electoral, sin el cual habría resultado ganador al candi-
dato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Cuauhtemoc Cár-
denas, tras lo cual se implementa una política que rompe frontalmente con
el nacionalismo.
En Venezuela, el Pacto de Punto Fijo ha abierto una etapa caracterizada
por el bipartidismo de Acción Democrática (AD) y el Comité de Organiza-
ción Política Electoral Independiente (COPEI). Como parte de esa alternan-
cia, Carlos Andrés Pérez aplica un plan de ajuste que desata el “Caracazo” y
una dura represión que marca el inicio de una crisis política que se resuelve
recién con las transformaciones operadas con la llegada al poder de Hugo
Chávez, sobre fines de la década del noventa (Ansaldi y Giordano, 2012).
219
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
doctrinal” (Banco Mundial: 1993) al referirse a dicho consenso. En buena
.
, S nta
medida, estos líderes abandonan viejas convicciones para aplicar políticas
i s
radicalmente inversas a las sustentadas por sus partidos y organizaciones en
el pasado.
n t es o ve
S í ia
i a l o p
6.6.2. De revoluciones yd reformas , c estructural
itor ióalnajuste
e E uc
d
En Bolivia, Paz Estenssoro,
a
d
s tribdel viejo Movimiento Nacionalista Re-
dirigente
i
i e
volucionario (MNR),d actor l a dclave de la Revolución boliviana de 1952, que
analizamos pen el capítulo
roBanzer, d aexdictador,
5, obtiene la segunda minoría en las elecciones,
detrásPde i
ib en el Congreso.y Aaccede
un al poder mediante una elección
o h
indirectarrealizada partir del Pacto por la Democracia de
P
octubre de 1985 entre el MNR y Acción Democrática Nacionalista (ADN),
se abre un nuevo período que en términos políticos se caracteriza por la
conformación de alianzas para obtener mayoría parlamentaria (Ocsa Jaime,
2015).
Paz Estenssoro aplica un duro Plan de Estabilización –“tratamiento de
shock”– a cambio de un crédito para paliar la crisis económica. Sus prin-
cipales puntos incluyen el establecimiento de un tipo único de cambio, la
legalización de todas las transacciones en dólares, la eliminación de las res-
tricciones para la importación de bienes y servicios, la descentralización de la
Corporación Minera Boliviana (COMIBOL) y de Yacimientos Petrolíferos
Fiscales Bolivianos (YPFB), así como la disolución de la Corporación Bo-
liviana de Fomento (CBF), libre contratación del personal, despidos en el
220
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
y prescripciones de política” (Banco Mundial: 1993).
.
, S nta
Una de las manifestaciones más acabadas de esta adhesión es la aplica-
i s
ción de un acelerado, amplio y radical programa de privatizaciones. Entre
t es o ve
1990 y 1991 se privatizan las telecomunicaciones, la aeronavegación, las
n
S í ia
tenencias accionarias en la industria petrolera, áreas de explotación de pe-
i al o p
i t or n, c
tróleo y parte de la red carretera y ferroviaria. Dos años después, se adiciona
Ed ució
el gas natural, la energía eléctrica, la empresa Obras Sanitarias, los elevado-
e
res portuarios, las dos empresas siderúrgicas integradas y se continúa con la
d d distrib
privatización de la explotación petrolífera, ferroviaria y caminera (Aspiazu
a
ied a la
y Nochteff, 1995).
p
Pro hibid
El programa de privatizaciones viene acompañado de la remoción de
mecanismos regulatorios, de la liberalización del mercado cambiario y de los
Pro
flujos de divisas internacionales, del régimen de inversiones extranjeras, la
eliminación del control de precios y la apertura de la economía.
La sanción en marzo de 1991 de la Ley de Convertibilidad, que establece
la paridad peso-dólar, termina de visibilizar la decisión de reconfigurar de
manera radical las alianzas políticas y sociales. El gran capital concentra-
do en unos pocos grupos económicos, a la manera de las alianzas forjadas
durante la última dictadura militar argentina, resulta fortalecido. En 1999
las cien empresas más grandes del sector manufacturero explican el 35 %
de la producción total y cerca del 73 % de las exportaciones industriales
(Rougier-Schorr, 2012).
Hacia mediados de 1996 la tasa de desempleo trepa al 17,1 % y la de su-
bocupación 12,6 %, o sea, ambas suman el 29,7 % de la población urbana.
Durante el período se avanza sobre los derechos laborales, en el sentido de la
221
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
de organización y protesta que recorre América Latina casi sin excepciones.
.
, S nta
Nuevos movimientos sociopolíticos se conforman en las áreas rurales, don-
i s
de el campesinado adquiere un gran dinamismo. Novedosas modalidades
t es o ve
de lucha se ponen en práctica en las áreas rurales y urbanas, al tiempo que
n
S í ia
i al o p
conviven con tradicionales formas de organización y métodos de protesta.
i t or n, c
6.7.1. Campos, caminos e Edy ciudades
u ció como epicentros
d d distrib
de la protesta
a
Durante o ied dea 1990,
lapdécada la diez millones de familias continúan viviendo
en elP r Labcrisis
id no ofrece salida a los jóvenes que habitan en las áreas
campo. i
r ohmigrar hacia las ciudades, las ocupaciones de tierras habilitan la
rurales para
P
re-campesinización, los avances de la economía liberal en el campo permi-
ten la creación de lazos familiares y sociales entre los campesinos sin tierra
y emerge una nueva generación de líderes campesinos con capacidad de
organización y formación y de análisis político nacional e internacional que
contribuye a la rápida politización de los procesos.
Esos movimientos se nutren de exmineros despedidos, como en Bolivia,
o campesinos que entran en instituciones religiosas y las abandonan para
liderar la lucha por la reforma agraria, como en Brasil, y en todos los casos
traman importantes vínculos con organizaciones y liderazgos urbanos (Pe-
tras, 1997).
Un rasgo distintivo de la protesta social es la territorialización de los
movimientos, como ocurre en Brasil, México y Ecuador, entre movimientos
222
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
resultado de un proceso iniciado en 1979. Confluye con un movimiento
.
, S nta
de organización y lucha antidictatorial que permite el surgimiento de la
i s
Central Única de Trabajadores (CUT) y el Partido de los Trabajadores (PT).
t es o ve
Converge también con la actuación de la Comisión Pastoral de la Tierra
n
S í ia
(CPT) y las comunidades eclesiales de base (CEBs), que nutren el proceso
i al o p
de lucha por la tierra.
i t or n, c
Ed ució
Representa el resultado directo del acelerado proceso de modernización
e
capitalista de la agricultura impulsado por la dictadura militar, que expulsa
d d distrib
a arrendatarios, medieros y sus familias de las tierras, quienes no encuentran
a
ied a la
alternativas en las ciudades.
p
Pro hibid
La principal forma de lucha del MST es la ocupación de tierras, a partir de
la cual se organizan campamentos y se desarrollan formas de participación,
Pro
cooperación y división del trabajo, junto con un proceso de p olitización y de
construcción de una identidad común de los trabajadores sin tierra.
A partir de allí se abren canales de negociación con el Estado, pero tam-
bién los campesinos y activistas son víctimas de acciones de represión poli-
cial o parapolicial. En los casos en que logran la expropiación, el “sin tierra”
pasa a convertirse en un “asentado”, por lo cual el MST pasa a representar
también a esos campesinos, entre los cuales promueve formas de coope-
ración y socialización del trabajo, la agroecología, la igualdad de género y
valores como la solidaridad, la igualdad y la participación popular, al tiempo
que promueve la producción agroindustrial de los asentamientos. Su lucha
contra el neoliberalismo viene acompañada de un impulso a formas demo-
cráticas de desarrollo nacional, e incluye esfuerzos de internacionalización
organizativa, como la conformación de la Coordinación Latinoamericana
223
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
menor de la población mexicana que en Bolivia, Ecuador, Perú y su vecina
.
, S nta
Guatemala, pero es el país con mayor cantidad absoluta de indígenas, que
i s
ascienden a entre 8 y 12 millones correspondientes a 56 grupos étnicos.
t es o ve
Chiapas es uno de los estados con más población indígena, perteneciente
n
S í ia
al mundo maya, que representa alrededor del 30 % del total, un millón de
i al o p
i t or n, c
personas concentradas en la zona que rodea San Cristóbal de las Casas, en
Ed ució
la Selva Lacandona y los valles. Es además una zona rica en recursos petro-
e
leros, hidroeléctricos, forestales y agrícolas, con grandes desigualdades en la
d d distrib
distribución de la tierra, agravadas por un proceso de expulsión de al menos
a
ied a la
20 000 personas solo en la zona de San Juan Chamula. La reforma al célebre
p
Pro hibid
artículo 27 de la constitución de 1917, p resentado en el capítulo 3, resultó
uno de los detonantes del estallido, junto con la entrada en vigor del Tratado
Pro
de Libre Comercio-TLC (Le Bot, 1997).
El EZLN luego del levantamiento armado, se caracteriza por promo-
ver principios que discrepan con los sostenidos por la izquierda clásica: el
lema “mandar obedeciendo”, el énfasis en la dignidad, la democracia como
objetivo por sobre el socialismo como meta. La conformación de munici-
pios autónomos y las redes conocidas como Aguascalientes y luego como
Caracoles materializa la articulación entre territorialidad y autonomía de la
experiencia zapatista.
En Bolivia, una de las consecuencias de décadas de aplicación de planes
de ajuste neoliberal es el despido de al menos treinta mil mineros que re-
tornan a los campos, sumándose al contingente de campesinos tradicionales
cultivadores de coca. Sobre fines de la década del noventa, un plan de erra-
dicación de los cultivos de coca, en especial en la zona del Chapare, en los
224
De las reformas para evitar revoluciones a las “reformas” neoliberales
A.
los campesinos regantes y que da lugar a la denominada Guerra del Agua en
.
, S nta
2000, o las que sostienen los cortes y bloqueos de caminos que acompañan
i s
la Guerra del Gas, tres años después, contra la exportación de gas natural
t es o ve
a EEUU a través de puertos chilenos, terminan derribando gobiernos, tal
n
S í ia
como acontece también en Perú, Ecuador y Argentina en el cambio de siglo.
i al o p
i t or n, c
En otros países, los desempleados urbanos son artífices de métodos de
Ed ució
protesta novedosos, como los “piquetes” en Argentina, los cuales dan nom-
e
bre a un nuevo actor social, los “piqueteros”. Estas organizaciones surgen
d d distrib
como consecuencia directa del ajuste implementado por el menemismo y
a
ied a la
sus efectos en las provincias del norte y del sur argentino.
p
Pro hibid
En las provincias de Salta (en el norte) y Neuquén (en el sur), las asam-
bleas, el corte de ruta, la pueblada entendida como la presencia masiva de
Pro
la comunidad en las rutas, la confluencia de mujeres y hombres organizan-
do la resistencia, alumbran una experiencia organizativa novedosa.
Solo posteriormente, estas experiencias se extienden hacia el Gran Bue-
nos Aires. Allí, la acción territorial y organizativa se cimienta en el proceso
de reconversión industrial, desempleo y empobrecimiento y da lugar a la
emergencia de múltiples nuevas organizaciones.
A los fines de mitigar los efectos de la crisis, se implementan planes
sociales que pasan de 200 000 en 1997 a un 1 700 000 en 2003 (Svampa y
Pereyra, 2005). En Brasil, Uruguay y Argentina, en los años noventa, se dan
otras experiencias producto de la crisis, las empresas recuperadas, que son
tomadas por sus trabajadores para ser autogestionadas como empresas sin
patrones, bajo modalidad de cooperativas o bajo gestión obrera (Zibecchi,
2007; Rebón, 2005).
225
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
industriales con tradición combativa, como los metalúrgicos de Villa Cons-
.
, S nta
titución (Dicósimo, 2018).
i s
En definitiva, la magnitud de las consecuencias del ajuste estructural en
t es o ve
las ciudades y el campo latinoamericano conduce a diversos actores: cam-
n
S í ia
pesinos sin tierra, desocupados, indígenas, sectores medios, distintas gene-
i al o p
i t or n, c
raciones de hombres y mujeres, a revitalizar antiguas y conformar nuevas
Ed ució
organizaciones y adoptar viejos y nuevos métodos de lucha, en algunos casos
e
logrando frenar, atenuar o morigerar los efectos de los planes de ajuste.
d d distrib
De conjunto, estos desafíos terminan abriendo un período de cri-
a
ied a la
sis de legitimidad del modelo neoliberal, cuya forma más extrema son los
p
Pro hibid
levantamientos urbanos y las insurrecciones que derivan en la renuncia de
presidentes en Perú, Ecuador, Argentina y Bolivia entre 2000 y 2005 y abren
Pro
paso a un nuevo período en la historia contemporánea latinoamericana (Zi-
bechi, 2007; Seoane, Taddei y Algranati, 2012).
En lo referente al contenido de las controversias, el horizonte de las
transformaciones revolucionarias comienza a resignificarse.
Entre 2001 y 2002 Atilio Borón y John Holloway exhiben las diferencias
entre una perspectiva anclada en los cambios revolucionarios a través de la
conquista del Estado para cambiar la sociedad y la expresada por los deno-
minados nuevos movimientos sociales, que preconizan “cambiar el mundo
sin tomar el poder”, “no hacernos poderosos sino disolver las relaciones de
poder” (Borón, 2001; Holloway, 2002).
Las ideas de reforma y revolución entran al siglo xxi envueltas en nuevos
significados.
226
Conclusiones sobre
una agenda abierta de
reformas y revoluciones
en América Latina
. A.
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i a l o p
c el mapa político de la
i t or del siglo
n , xxi,
H e
d ció de Evo Morales en 2006, un
acia mediados de la primera década
región se transforma. ElE u dirigente campesino cocalero en
triunfo electoral
den Orurotriybluego
dirigente aymara, nacidod is de Cochabamba en Bolivia, es un emble-
i e da enlaeldvalle
la región del Chapare,
p tiempos.
ma de losonuevos aprehispánica
derla tradición
Su asunción como presidente en Tiwanaku, sím-
boloP i d
ibLa Paz representa un
y su discurso ante el Congreso de Bolivia
r o
en la ciudad hde anuncio de las profundas reformas que
P
se encaran. En ese marco, una Asamblea Constituyente proclama el Estado
Plurinacional de Bolivia, recuperando las tradiciones indígenas que, según
datos del censo de 2001, sostienen más del 60 % de los y las bolivianas ay-
maras, quechuas, mojeños, chipayas, muratos y guaraníes.
Unos años antes, en 2003, el triunfo de Luis Inácio Lula da Silva,
un pernambucano devenido en dirigente sindical metalúrgico luego de
su migración hacia el ABC paulista, la mayor región industrial brasileña,
triunfa en las elecciones como candidato del Partido de los Trabajadores
(PT), fundado durante la dictadura. Sus principales promesas están cen-
tradas en la erradicación del hambre y el desempleo. También en ese año
de 2003, Néstor Kirchner, perteneciente al histórico Partido Justicialista,
gana la presidencia en Argentina encabezando el Frente para la Victoria,
227
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
líticos para lograr juicio y castigo a los responsables de la represión de los
.
, S nta
años setenta.
i s
Bolivia es gobernada por el Movimiento al Socialismo con Evo Morales
t es o ve
y el sociólogo Álvaro García Linera hasta el momento en que un golpe de
n
S í ia
Estado lo obliga a renunciar y a partir al exilio, a principios de noviembre
i al o p
i t or n, c
de 2019. Lula da Silva gobierna hasta fines de 2010, cuando es sucedido
Ed ució
por una lideresa de su propio partido, Dilma Rousseff, depuesta mediante
e
un mecanismo constitucional, el impeachment, aplicado de manera también
d d distrib
ilegítima. A Néstor Kirchner lo sucede su esposa Cristina Fernández por dos
a
ied a la
mandatos, hasta diciembre de 2015. Durante ese lapso, gana las elecciones
p
Pro hibid
en Ecuador, en el año 2007, el economista Rafael Correa representando a
Alianza País y encarando mediante una Asamblea Constituyente una pro-
Pro
funda reforma de la Constitución. El Frente Amplio, primero con Tabaré
Vázquez, luego con José “Pepe” Mujica –un exintegrante de la organiza-
ción política militar “Tupamaros” de los años setenta– y, a partir de 2015,
nuevamente por Tabaré Vázquez, gobierna Uruguay desde 2005. Fernando
Lugo gobierna en Paraguay entre 2008 y 2012, cuando es depuesto por el
Congreso, en una operación ilegal. Diferente es la suerte de Manuel Zelaya,
en Honduras, que gobierna desde 2006 a 2009 cuando es desalojado por la
fuerza y obligado a salir al exilio.
Todos estos gobiernos, de diversas maneras y con distintos énfasis, estilos
políticos y estrategias económicas han tendido a aplicar políticas de corte
reformista en beneficio de los sectores populares, campesinos, indígenas,
trabajadores del campo y la ciudad. Un reformismo orientado a revertir, o al
menos mitigar, la desigualdad imperante en el subcontinente.
228
Conclusiones sobre una agenda abierta de reformas y revoluciones…
A.
suscritos en 2004 de envío de petróleo a cambio de profesionales, maestros
.
, S nta
y trabajadores de la salud.
i s
La Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) es un intento por
t es o ve
integrar varios de estos gobiernos en una entidad supranacional que, con
n
S í ia
escasos resultados efectivos, se presenta como expresión de la voluntad re-
i al o p
i t or n, c
formista y latinoamericanista de la cual son portadores.
Ed ució
Sin embargo, el cambio del mapa político en la región no está exento de
e
tensiones y conflictos, que a diferencia de los acontecidos en los noventa,
d d distrib
que han tenido como principal enemigo al neoliberalismo, son las propias
a
ied a la
bases de sustentación de estos gobiernos las que encabezan luchas, expresan
p
Pro hibid
nuevas formas de organización y construyen diversas agendas de demandas.
Desde la aplicación genuina del Buen Vivir o el Sumaq Kawsay en Boli-
Pro
via o Ecuador, hasta las luchas del sindicalismo tradicional en países como
Brasil, Uruguay, Argentina o Chile, pasando por la conformación de asam-
bleas y organizaciones contra el neo extractivismo en Argentina, Bolivia,
Ecuador y Perú, diversos desafíos enfrentan a los gobiernos de la región que
no hallan resolución inmediata. A ellos se suman, también, el resurgimiento
de diferentes derechas neoliberales, algunas con una importante capacidad
de movilización, que amenazan la continuidad de las reformas.
Al punto en que varios de ellos son desalojados del poder por las urnas,
como en Argentina, por maniobras institucionales como en Paraguay o Bra-
sil o por golpes de estado, como en Honduras y Bolivia.
A contramano de la tendencia, en México gana las elecciones en 2018
Andrés Manuel López Obrador –AMLO– prometiendo una profunda
transformación del neoliberalismo.
229
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
De modo que la disputa planteada entre reformas tales como las rena-
.
, S nta
cionalizaciones, la extensión de planes sociales, la distribución progresiva del
i s
ingreso y los intentos de conformar gobiernos relativamente autónomos
t es o ve
del imperialismo, por un lado y las “reformas estructurales” con su carácter
n
S í ia
regresivo, antipopular y represivo, por el otro, sigue vigente.
i al o p
i t or n, c
Ante ello está planteado también el debate en torno a la resolución de las
Ed ució
múltiples vías posibles –reformistas o revolucionarias– para llegar al futuro
e
deseado: “Venceremos, y seremos millones”.
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
230
Selección de textos
d e i b u original en Ecuador,
siendo de público conocimiento tr serie de fragmentos editados preceden-
adxix. Endielsmomento
una
temente desde eldsiglo
i e
prefundar l a de su escritura, Bolívar luego del
Pro hde
fracaso por
i d arepresalias
la república en Nueva Granada, se halla exiliado como
consecuencia
nezuela yro
ib las de los ejércitos españoles triunfantes en Ve-
Nueva Granada, ya que el restituido Fernando VII no solo rechaza
P
la Constitución de Cádiz de 1812 sino que pretende por la fuerza restaurar
el orden colonial americano. El texto refleja con claridad y contundencia el
pensamiento de uno de los actores centrales de las independencias latinoa-
mericanas, revela la influencia que el pensamiento ilustrado ha tenido sobre
él y, particularmente, las incertidumbres, los dilemas y obstáculos que los
independentistas deben sortear. Entre interrogantes y certezas, la carta no
solo opera como un balance de situación sino que interpela a los europeos
a sumarse a la gesta al tiempo que –profetizando sobre el potencial destino
de los espacios americanos– convoca a la unión para concluir el proyecto de
una América libre.
231
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
. A.
La Europa que no se halla agitada por las violentas pasiones de la venganza,
i s , S nta
ambicion y codicia, como la España, parese que estaba autorizada por todas
es o ve
las Leyes de la Equidad, á ilustrarla sobre sus bien entendidos intereses.
í n t
[…] Mas nosotros, que apenas concervamos vestigios de lo que en
l S p ia
otro tiempo fue, y que por otra parte no somos Yndios ni Europeos,
i a
r n, c o
sino una especie media entre los lejitimos propietarios del pais y los
i t o
Ed ució
usurpadores Españoles; en suma, siendo nosotros americanos por naci-
miento; y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar estos á
e
d d distrib
los del pais, y que mantenernos en él contra la opinion de los invasores;
a
ied a la
así nos hallamos en el caso mas estraordinario y complicado.
Pro hibid
quisá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad
que el de siervos propios para el trabajo, y cuando mas el de simples
Pro
consumidores; y aun ésta parte cohartada con restricciones chocantes
[…]. De cuanto he referido será facil colejir, que la America no estaba
preparada para desprenderse de la Metrópoli, como súbitamente suce-
dió, por el efecto de las ilegitimas leciones de Bayona, y por la inicua
guerra que la regencia nos declaró, sin derecho alguno para ello; no solo
por falta de Justicia, sino también de lejitimidad.
[…] Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con
el establecimiento de juntas populares. Estas formaron en seguida regla-
mentos para la convocación de congresos que produjeron alteraciones
importantes. Venezuela erigió un gobierno democrático y federal, decla-
rando previamente los derechos del hombre, manteniendo el equilibrio
de los poderes y estatuyendo leyes generales en favor de la libertad ci-
vil, de imprenta y otras; finalmente se constituyó un gobierno indepen-
diente. La Nueva Granada siguió con uniformidad los establecimientos
232
Selección de textos
. A.
verdadero equilibrio la dificil carga de una republica? ¿Se puede conce-
i s , S nta
bir que un pueblo recientemente desencadenado se lanze á la esfera de
es o ve
la libertad, sin que, como á Ycaro, se le desagan las alas y recaiga en el
í n t
abismo? tal prodigio es inconcebible, nunca visto. Por consiguiente no
l S p ia
hay un raciocinio verocímil que nos alhague con esta esperanza.
i a
r n, c o
[…] no convengo en el sistema federal entre los populares y represen-
i t o
Ed ució
tativos, por ser demaciado perfecto, y exijir virtudes y talentos politicoz
muy superiores á los nuestros; por igual razon rehuso la Monarquia mista
e
d d distrib
de Aristocracia y democracia que tanta fortuna y esplendor ha procurado
a
ied a la
á la Ynglaterra. No siendonos posible lograr entre las republicas y Mo-
Pro hibid
gógicas ó en tiraniaz monocratas: busquemos un medio entre estremos
opuestos que nos conducirian á los mismos escollos, á la infelicidad y al
Pro
deshonor. […] Es una Ydea grandiosa pretender formar de todo el nuevo
mundo, una sola nacion con un solo vinculo que ligue sus partes entre sí
y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbrez y una
religion, deberia por consiguiente tener un solo Gobierno, que confede-
rase los diferentes estadoz que hayan de formarse; mas no es pocible, por
que climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres
de semejantes dividen á la America […]. Yo diré á usted lo que puede
ponernos en aptitud de espulsar á los Españoles y de fundar un Gobier-
no libre. Es la union, ciertamente; mas ésta union no nos vendrá por
prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirijidos.
233
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
de autoridades tiránicas o transgresoras de la legalidad constitucional y que,
.
, S nta
por ende, han violentado el pacto constitucional anteriormente contraído.
i s
s en vestae ciudad
t
Reunidos los ciudadanos que suscriben residentes
n eabismo oa donde lo han
de León con el objeto de salvar al Estado
S í de la actual
del
i a
al , cop gubernativas
susrileyes y providencias
conducido la ineptitud y fuertes pasiones
y legislatura, pues en todas o
administración
E la fuerza
hacienda pública,edisuelto u c del Estado, destrozando la
d
capellanías,dcomplicando t r ibrelaciones
militar, aniquilando los capitales de
a
d la d i s las exteriores, y alterando la paz y
i
p dae
armonía con los otros Estados, igualmente deprimiendo la dignidad del
234
Selección de textos
. A.
Art. 8o.—Una comisión respetable pasará a la casa del Sr. General
i s , S nta
Dn. Trinidad Muñoz a poner esta acta en sus manos y a obligarlo a que
es o ve
se ponga a la cabeza de sus antiguos compañeros de armas y compa-
í n t
triotas, en cumplimiento de la palabra que muchas veces ha dado de
l S p
sacrificarse por salvar el Estado.ia
i a
r n, c o
Art. 9o.—Los que suscribimos protestamos sostener con nuestras vi-
i t o
Ed ució
das y propiedades el presente plan. León, agosto 4 de 1851. Laureano Ze-
laya, Francisco Chávez, José Aguirre, Justo E. Fernández, Alonzo María,
e
d d distrib
Juan Tellería, Aparicio Valladares, Francisco Altamirano, Jesús Mayorga,
a
ied a la
Espiridión Orozco, Matías Carvajal, Dolores Aragón, Juan Buitrago, Sal-
Pro hibid
zález, Casiano Armas, Pablo Dubón, Joaquín Bermúdez, Andrés Murillo,
José María Ballestero, Féliz Tigerino, Francisco Oliva, Rosa Núñez.
Pro
3. La Enmienda Platt (1901)
El armisticio firmado entre los contendientes de la guerra de Cuba en agosto
de 1898 deja evidenciado que EEUU no pretende apoyar a los independen-
tistas cubanos, ni reconocer la autonomía otorgada por España sino colocar
a la isla bajo su tutela. Luego de la firma del tratado de París en diciembre de
1898 –ratificado por el Congreso norteamericano en 1899– dicho país ob-
tiene la cesión de los precedentes derechos soberanos españoles sobre Cuba.
A través de la denominada Enmienda Platt, los norteamericanos se reservan
el derecho de intervención en la isla, situación que se modifica en 1934.
235
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
n t
para llevar a efecto estas resoluciones, el Presidente, por la presente, que-
í
S ia
da autorizado para dejar el Gobierno y control de dicha Isla a su pueblo,
l p
i a
r n, c o
tan pronto como se haya establecido en esa Isla un Gobierno bajo una
i t o
Constitución, en la cual, como parte de la misma, o en una ordenanza
Ed ució
agregada a ella se definan las futuras relaciones entre Cuba y los Estados
e
d d distrib
Unidos sustancialmente, como sigue:
a Primero. Que el Gobierno de Cuba nunca celebrará con ningún
p ied a la
Poder o Poderes extranjeros ningún Tratado u otro convenio que pueda
Pro hibid
menoscabar o tienda a menoscabar la independencia de Cuba ni en
manera alguna autorice o permita a ningún Poder o Poderes extranjeros,
Pro
obtener por colonización o para propósitos militares o navales, o de otra
manera, asiento en o control sobre ninguna porción de dicha Isla.
Segundo. Que dicho Gobierno no asumirá o contraerá ninguna
deuda pública para el pago de cuyos intereses y amortización definitiva
después de cubiertos los gastos corrientes del Gobierno, resulten inade-
cuados los ingresos ordinarios.
Tercero. Que el Gobierno de Cuba consiente que los Estados Uni-
dos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de
la independencia cubana, el mantenimiento de un gobierno adecuado
para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cum-
plir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los
Estados Unidos por el Tratado de París y que deben ahora ser asumidas
y cumplidas por el Gobierno de Cuba.
236
Selección de textos
Cuarto. Que todos los actos realizados por los Estados Unidos en
Cuba durante su ocupación militar, sean tenidos por válidos, ratificados
y que todos los derechos legalmente adquiridos a virtud de ellos, sean
mantenidos y protegidos.
Quinto. Que el Gobierno de Cuba ejecutará y en cuanto fuese nece-
sario cumplirá los planes ya hechos y otros que mutuamente convengan
para el saneamiento de las poblaciones de la Isla, con el fin de evitar el
desarrollo de enfermedades epidémicas e infecciosas, protegiendo así al
pueblo y al comercio de Cuba, lo mismo que al comercio y al pueblo de
los puertos del Sur de los Estados Unidos.
Sexto. Que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba
propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por
Tratado la propiedad de la misma.
. A.
Septimo Que para poner en condiciones a los Estados Unidos de
i s , S nta
mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la mis-
es o ve
ma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o
í n t
arrendará a los Estados Unidos, las tierras necesarias para carboneras
l S p ia
o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán
i a
r n, c o
con el Presidente de los Estados Unidos.
i t o
Ed ució
Octavo. Que para mayor seguridad en lo futuro, el Gobierno de
Cuba insertará las anteriores disposiciones en un Tratado Permanente
e
d d distrib
con los Estados Unidos.
a
p ied a la
Pro de
4. Plan
h i id Luis de Potosí de Francisco Madero,
San
b
Pro
5 de octubre de 1910
Desde Texas, Francisco Madero anuncia el llamado Plan de San Luis de Po-
tosí. En él denuncia el carácter fraudulento de las elecciones, apelando a un
discurso regeneracionista que subraya la necesidad de restablecer las liberta-
des y derechos liberales. Convoca a su vez a una revuelta popular y promete
la devolución de las tierras confiscadas a las comunidades campesinas por
parte de los hacendados. Se trata del aspecto más radical de su programa y
uno de las demandas sociales más fuertes. Si bien en un primer momento
el estallido en Coahuila es reprimido, las revueltas se producen también en
Chihuahua, comandadas por Pascual Orozco y Pancho Villa. Poco después,
Madero cruza la frontera y se pone al frente del movimiento popular en
Chihuahua. Para marzo las revueltas proliferan en todo México, entre ellas,
237
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
de su influencia, ha convertido los puestos públicos en fuente de be-
.
neficios exclusivamente personales, explotando sin escrúpulos todas las
concesiones y contratos lucrativos.
i s , S nta
n t es o ve
Tanto el Poder Legislativo como el Judicial están completamente
í ia
supeditados al Ejecutivo; la división de los Poderes, la soberanía de los
S
al o p
Estados, la libertad de los Ayuntamientos y los derechos del ciudadano,
i
or n, c
solo existen escritos en nuestra Carta Magna; pero de hecho, en México
i t
Ed ució
casi puede decirse que reina constantemente la Ley Marcial; la justicia
e
d d distrib
en vez de impartir su protección al débil, solo sirve para legalizar los
despojos que comete el fuerte; los jueces, en vez de ser los representantes
a
ied a la
de la Justicia, son agentes del Ejecutivo, cuyos intereses sirven fielmente;
p
Pro hibid
las Cámaras de la Unión no tienen otra voluntad que la del Dictador;
los Gobernadores de los Estados son designados por él y ellos a su vez
Pro
designan e imponen de igual manera las autoridades municipales.
De esto resulta que todo el engranaje administrativo, judicial y le-
gislativo obedece a una sola voluntad, al capricho del general Porfirio
Díaz, quien en su larga administración ha demostrado que el principal
móvil que lo guía es mantenerse en el poder a toda costa. […]
Pero esta situación violenta e ilegal no puede subsistir más.
Yo he comprendido muy bien que si el Pueblo me ha designado
como su candidato para la Presidencia, no es porque haya tenido opor-
tunidad de descubrir en mí las dotes del estadista o del gobernante, sino
la virilidad del patriota resuelto a sacrificarse, si es preciso, con tal de
conquistar la libertad y ayudar al pueblo a librarse de la odiosa tiranía
que lo oprime.
Desde que me lancé a la lucha democrática sabía muy bien que el
General Díaz no acataría la voluntad de la Nación, y el noble Pueblo
Mexicano, al seguirme a los comicios, sabía también perfectamente el
238
Selección de textos
ultraje que le esperaba; pero a pesar de ello, el pueblo dió para la causa
de la Libertad un numeroso contingente de mártires cuando estos eran
necesarios, y con admirable estoicismo concurrió a las casillas a recibir
toda clase de vejaciones. […]
En tal virtud, y haciéndome eco de la voluntad nacional, declaro ile-
gales las pasadas elecciones y quedando por tal motivo la República sin
gobernantes legítimos, asumo provisionalmente la Presidencia de la Repú-
blica, mientras el pueblo designa, conforme a la ley, sus gobernantes. […]
El Gobierno actual, aunque tiene por origen la violencia y el fraude,
desde el momento que ha sido tolerado por el Pueblo, puede tener para
las naciones extranjeras ciertos títulos de legalidad hasta el 30 del mes
entrante en que expiran poderes; pero como es necesario que el nuevo
gobierno dimanado del último fraude, no pueda recibirse ya del poder,
. A.
o por lo menos se encuentre con la mayor parte de la Nación protes-
i s , S nta
tando con las armas en la mano, contra esa usurpación, he designado
es o ve
el DOMINGO 20 del entrante Noviembre, para que de las seis de la
í n t
tarde en adelante, todas las poblaciones de la República se levanten en
armas bajo el siguiente
l S p ia
PLAN: i a
r n, c o
i t o
Ed ució
1o.- Se declaran nulas las elecciones para Presidente y Vice-Presi-
dente de la República, Magistrados a la Suprema Corte de Justicia de
e
d d distrib
la Nación y Diputados y Senadores, celebradas en Junio y Julio del co-
a
ied a la
rriente año.
Pro hibid
todas las autoridades cuyo poder debe dimanar del voto popular […].
3o.- Para evitar hasta donde sea posible los trastornos inherentes
Pro
a todo movimiento revolucionario, se declaran vigentes, a reserva de
reformar oportunamente por los medios constitucionales, aquellas que
requieran reforma, todas las leyes promulgadas por la actual administra-
ción y sus reglamentos respectivos, a excepción de aquellas que mani-
fiestamente se hallen en pugna con los principios proclamados en este
plan. […] Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños
propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus te-
rrenos, ya por acuerdos de la Secretaría de Fomento, o por fallos de los
tribunales de la república. Siendo de toda justicia restituir a sus antiguos
poseedores los terrenos de que se les despojó de un modo tan arbitrario,
se declaran sujetos a revisión tales disposiciones y fallos y se exigirá a
los que los adquirieron de un modo tan inmoral, o a sus herederos,
que los restituyan a sus primitivos propietarios, a quienes pagarán tam-
bién una indemnización por los perjuicios sufridos. Sólo en el caso de
239
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
. A.
5. Mensaje de Lázaro Cárdenas a la Nación,
i s , S nta
desde Torreón, Coahuila, 30 de noviembre t es o v1936 e
S í n a
iLatina,
i al c o p
o r
A diferencia de lo que ocurre en buena parte de América
,
en México
ditlasenpolíticas
la reforma agraria constituye una de
E c i n nodales de los años treinta.
ótópico
d e
El agrarismo, asimismo, se convierte
i b u un central de la retórica na-
a d entred1936
cionalista de Lázaro Cárdenas y, más
i s try concretamente, de su plan de gobierno.
En una prueba de d la
iehectáreas
ello, 1940, el gobierno de Cárdenas reparte
18 millonespde
idamás del doble que en las dos décadas anteriores. Ade-
ro distribuye
entre 800 000 beneficiarios. Con lo cual, en solo
cuatroPaños i b
oh ejidal pasa a representar casi la mitad de la tierra cultivada.
Prdel
más, la tierra
El apoyo Estado se hace palpable también a través de obras de infraes-
tructura y, al menos en los primeros años de su mandato, a través de la
abundancia de créditos para el sector.
240
Selección de textos
. A.
A la distribución de la tierra debe corresponder más alto nivel de
i s , S nta
vida de los habitantes; las autoridades deben contribuir a que así sea
es o ve
implantando servicios permanentes en los pueblos, haciendo posible la
í n t
comodidad y la higiene urbanas, extendiendo los beneficios de la edu-
l S p ia
cación y la salubridad a todos los ejidos, y estimulando a la juventud
i a
r n, c o
y a la mujer para que sean elementos de actividad y adelanto en las
i t o
Ed ució
comunidades.
Importa, muy especialmente, que la escuela ejidal se mantenga
e
d d distrib
fiel a la doctrina socialista de la educación [...]. En ese mandamiento
a
ied a la
está confiada al Estado la tarea de crear en la niñez la conciencia de
Pro hibid
norama social y económico en que se desarrollará su existencia, y de
forjar trabajadores aptos, para que de este modo México cuente con
Pro
una población organizada que contribuya eficientemente al desarrollo
y progreso del país.
241
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
al interior del Ejército.
.
S se coor-
Una vez más las fuerzas y los intereses en contra del
i s , pueblo
n ta
dinarán y se desencadenarán sobre mí. s
te me calumnian e
v y no
No me acusan, me insultan; no me combaten, í n o
ia mi voz e im-
me otorgan el derecho a defenderme.
a l SNecesitan
o p sofocar
i
pedir mi accionar, para que yorno pueda continuar
, c a losdefendiendo
ito y especialmente
como
siempre he defendido ald n
ció Luego de décadas de dominio
Eme he impuesto.
pueblo humildes.
e u
dde los grupos ribeconómicos y financieros internacionales,
Sigo el destino que
y de expoliación
a d i s t
jefe de unadrevolución y vencí. Comencé el trabajo de libera-
e
me hice
i destablecí lael régimen de la libertad social. Tuve que renunciar. Puse
o p
ción y
a
Pr elgrupos
i b
Gobierno d en los brazos del pueblo. La campaña subterránea de los
iinternacionales
hrégimen de garantía sedelaliótrabajo.
P r o
el
a los grupos nacionales sublevados contra
La ley de lucros extraordinarios fue
detenida en el Congreso. Contra la justicia de la revisión del salario
mínimo se desencadenaron los odios. Quise lograr la libertad nacional
con la potenciación de nuestras riquezas a través de Petrobras, cuando
comienza a funcionar mal, la ola de disturbios se acrecienta. La creación
de Electrobras fue obstaculizada hasta la locura. No quieren que el tra-
bajador sea libre. No quieren que el pueblo sea independiente.
Asumí el gobierno dentro de una espiral inflacionaria que destruía
el valor del trabajo. Las ganancias de las empresas extranjeras llegaron
al 500 % por año. Llegó la crisis del café, se valorizó nuestro producto
principal. Intentamos defender su precio y la respuesta fue una violenta
presión sobre nuestra economía que nos obligó a ceder.
He luchado mes a mes, día a día, hora a hora, resistiendo una pre-
sión constante, incesante, soportando totalmente en silencio, olvidán-
242
Selección de textos
. A.
les respondo con mi victoria. Era esclavo del pueblo y hoy me libero
i s , S nta
para la vida eterna. Pero ese pueblo del que fui esclavo ya no será más
es o ve
esclavo de nadie. Mi sacrificio permanecerá siempre en su alma y mi
í n t
sangre será el precio de su rescate.
l S p ia
Luché contra la expoliación del Brasil. Luché contra la expoliación
i a
r n, c o
del pueblo. He luchado a pecho descubierto. El odio, las infamias, la
i t o
Ed ució
calumnia no abatieron mi ánimo. Les di mi vida. Ahora les ofrezco mi
muerte. No recelo. Doy serenamente el primer paso hacia el camino de
e
d d distrib
la eternidad y salgo de la vida para entrar en la historia.
a
ied a la
Getúlio Vargas
p
ro bid
P h i de Juan Perón, Buenos Aires,
7. Discurso
o
Prde octubre de 1945
17
Entre 1944 y 1945, la popularidad del coronel Juan Perón crece acelera-
damente entre los trabajadores argentinos debido a su actuación al frente
de la Secretaría de Trabajo y Previsión. En octubre de 1945, los sectores
del gobierno opuestos a su política sindical ganan la pulseada, logran su
destitución y lo encarcelan en la prisión de la isla Martín García. Como con-
secuencia, se desata una fuerte reacción popular. La CGT llama a un paro
general para el día 18 de octubre, pero el día anterior se produce una enorme
movilización a la Casa de Gobierno para exigir la liberación de Perón. Tras
momentos de tensión, Perón es dejado en libertad. Inmediatamente se diri-
ge a sus seguidores desde el balcón de la Casa Rosada, la sede del gobierno.
243
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
Trabajadores:
Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres
honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el
primer trabajador argentino.
Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro
del servicio activo del ejército. Con ello he renunciado voluntariamente
al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas
y laureles de general de la Nación. Lo he hecho porque quiero seguir
siendo el coronel Perón y ponerme con este nombre al servicio integral
A.
del auténtico pueblo argentino.
.
Dejo, pues, el honroso y sagrado uniforme que me entregó la Patria,
i s , S nta
para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudo-
es o ve
rosa que elabora en el trabajo la grandeza del país.
í n t
Con esto doy mi abrazo final a esa institución que es el puntal de la
l S p ia
patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa inmensa
i a
r n, c o
i t o
que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la
Ed ució
República: la verdadera civilidad del pueblo argentino.
e
Esto es pueblo; esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de
d d distrib
la madre tierra, al que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria, el
a
ied a la
mismo que en esta histórica plaza pidió frente al Cabildo que se respeta-
p ra su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal,
Pro hibid
porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda someter a esta
masa grandiosa en sentimiento y en número.
Pro Esta es la verdadera fiesta de la democracia, representada por un
pueblo que marcha a pie durante horas para llegar a pedir a sus fun-
cionarios que cumplan con el deber de respetar sus auténticos dere-
chos.
Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he
sentido una enorme satisfacción, pero desde hoy sentiré un verdade-
ro orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo
como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo
único que puede hacer grande e inmortal a la Nación.
Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese
pueblo por el que yo sacrificaba mis horas de día y de noche habría de
traicionarme.
Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña
a quien no lo traiciona. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad,
244
Selección de textos
. A.
de este pueblo, que al mostrarse hoy en esta plaza, en número que
i s , S nta
pasa de medio millón, está indicando al mundo su grandeza espiritual
es o ve
y material [...].
í n t
Pido también a todos los trabajadores que reciban con cariño mi in-
l S p ia
menso agradecimiento por las preocupaciones que han tenido por este
i a
r n, c o
humilde hombre que les habla. Por eso les dije que hace un momento
i t o
Ed ució
que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido
por mí los mismos pensamientos y los mismos dolores que mi pobre
e
d d distrib
vieja habrá sufrido en estos días.
a
ied a la
Confiemos en que los días que vengan sean de paz y de construcción
Pro hibid
aún las mejoras que nunca llegaban. Tengamos fe en el porvenir y en
que las nuevas autoridades han de encaminar la nave del Estado hacia
Pro
los destinos que aspiramos todos nosotros, simples ciudadanos a su ser-
vicio.
Sé que se han anunciado movimientos obreros. En este momento ya
no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido, como un hermano
mayor, que retornen tranquilos a su trabajo.
Y por esta única vez, ya que nunca lo pude decir como secretario
de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro, festejando
la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la
esperanza más pura y más cara de la Patria [...].
245
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
es o ve
de injusticias históricas y en segundo término la modernización capitalista.
í n t
Guatemala:
l S p ia
Artículo 1°- La reformato
i a c o
r denla, revolución
por objeto liquidar laE
i agraria
d cfeudal i
de octubre tiene
ó en el campo y las relaciones de
budesarrollar
propiedad
producción quedlaeoriginanipara
d t r
is de Guatemala.
aindustrialización
las formas de explotación y
d
métodos capitalistas de producción en la agricultura y preparar el cami-
no para d
ieArtículoa2°-laQuedan abolidas todas las formas de servidumbre y
la
o p
Pr esclavitud,
i bid por consiguiente, prohibidas las prestaciones personales gra-
h de los campesinos, mozos colonos y trabajadores agrícolas, el pago
Proen trabajo del arrendamiento de la tierra y los repartimientos de indíge-
tuitas
246
Selección de textos
Artículo 4°- Las tierras cuya expropiación se ordene para realizar los
objetivos señalados en los artículos anteriores y además que percibe esta
ley quedan nacionalizadas e incorporadas al patrimonio de la nación. El
estado, por medio del Departamento Agrario Nacional, concederá a los
campesinos, mozos colonos y trabajadores agrícolas que lo soliciten el
usufructo vitalicio de tales tierras o el arrendamiento de ellas, durante
el término en que cada caso se establezca. A los agricultores capitalistas
solamente podrá concedérseles en arrendamiento.
El Departamento Agrario Nacional también podrá otorgar en pro-
piedad parcelas de tierra a los campesinos, mozos colonos y trabajadores
. A.
agrícolas, hasta extensiones no mayores de diecisiete hectáreas, cuarenta
i s , S nta
y seis áreas, ochenta y cuatro centiáreas, sesenta centésimos (17 Ha.
es o ve
46 a. 84.60 ca.), equivalente a veinticinco manzanas (25 mnz.), pero
í n t
en este caso la expropiación se hará a favor de los beneficiados y no en
beneficio de la nación.
l S p ia
i a
r n, c o
Artículo 5°- La expropiación a que se refiere la presente ley decreta-
i t o
Ed ució
da por interés social se consumará previa indemnización, cuyo importe
será cubierto “Bonos de La Reforma Agraria”, redimibles en la forma
e
d d distrib
que determina la ley […].
a
d la
p ieBolivia:
a
Pro hi“CONSIDERANDO:
bid […]
o
Pr bución de la tierra y de las formas primitivas de trabajo, se evidencian
Que, como consecuencia de esa injusta, desigual y defectuosa distri-
247
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
CONSIDERANDO:
. A.
Que la Revolución Nacional, en su programa agrario. se propone
i s , S nta
esencialmente, elevar los actuales niveles productivos del país, transfor-
es o ve
mar el sistema feudal de tenencia y explotación de la tierra, imponiendo
í n t
una justa redistribución entre los que la trabajan, e incorporar en la vida
l S p ia
nacional a la población indígena, reivindicándola en su jerarquía econó-
i a
r n, c o
mica y en su condición humana […].
i t o
Ed ució
Que […] son objetivos fundamentales de la Reforma Agraria:
a) Proporcionar tierra labrantía a los campesinos que no la poseen, o que
e
d d distrib
la poseen muy escasa, siempre que la trabajen; expropiando, para ello,
a
ied a la
las de latifundistas que las detentan con exceso o disfrutan de una renta
Pro hibid
tuir a las comunidades indígenas las tierras que les fueron usurpadas y
cooperar en la modernización de sus cultivos; respetando y aprovechan-
Pro
do, en lo posible, sus tradiciones colectivistas; c) Liberar a los trabajado-
res campesinos de su condición de siervos, proscribiendo los servicios y
obligaciones personales gratuitos; d) Estimular la mayor productividad
y comercialización de la industria agropecuaria, facilitando la inversión
de nuevos capitales, respetando a los agricultores pequeños y media-
nos, fomentando el cooperativismo agrario, prestando ayuda técnica y
abriendo posibilidades de crédito; e) Conservar los recursos naturales
del territorio, adoptando las f ) medidas técnicas y científicas indispensa-
bles; g) Promover corrientes de migración interna de la población rural,
ahora excesivamente concentrada en la zona interandina, con objeto de
obtener una racional distribución humana, afirmar la unidad nacional
y vertebrar económicamente al oriente con el occidente del territorio
boliviano […].
248
Selección de textos
n t es o ve
acción”. Tanto Allende como Olivares mueren defendiendo el Palacio de la
Moneda durante el golpe de Estado.
S í ia
i a l o p
or Allende,
enittodo el mundo.
Augusto Olivares: Presidente
es seguida con atención d n ,laEscexperiencia política chilena
249
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
conocen sino que deforman, repito, las iniciativas nuestras. Todo esto,
teniendo nosotros que respetar las conquistas que el pueblo alcanzó y
de las cuales lógicamente hace uso y mal uso la oposición al Gobierno
Popular. Por eso, y tú lo has dicho también y lo has reconocido, que
las dificultades que se nos presentan a nosotros son bastante.
Fidel Castro: ¡Son admirables las dificultades que tienen!
Salvador Allende: Ya ves tú.
Augusto Olivares: Presidente, y a pesar de los obstáculos, ¿se puede
llevar adelante el proceso?
Salvador Allende: Y se avanza. Ya lo he dicho: el cobre es nuestro,
el hierro es nuestro, el salitre es nuestro, el acero es nuestro; es decir, las
riquezas básicas las hemos conquistado para el pueblo.
Fidel Castro: Bueno, yo tengo una impresión, que esa resistencia
. A.
acude a los procedimientos clásicos, además más desarrollados. Es un
i s , S nta
procedimiento que nosotros calificamos de fascista y que tratan por tanto
es o ve
de ganar masa, con la demagogia si es posible de los sectores más atrasa-
í n t
dos de las capas humildes, y ganar masa en las capas medias. Y entonces
l S p ia
hará falta una cuestión por demostrar: si esos intereses se resignaran pa-
i a
r n, c o
sivamente a los cambios de estructura que la Unidad Popular y el pueblo
i t o
Ed ució
chileno han querido llevar adelante. Y es de esperar, si nosotros vamos
a analizar teóricamente esta cuestión, que hagan resistencia, hagan resis-
e
d d distrib
tencia fuerte e incluso hagan resistencia violenta, de manera que ese es un
a
ied a la
factor que no se puede descontar en absoluto en la actual situación chile-
Pro hibid
está en otras condiciones. Es como un viaje de un mundo a otro mundo.
[…]
Pro
Salvador Allende: El imperialismo, que ha estado y está detrás de to-
dos los procesos para atajar la Revolución, que significa los cambios y su
derrota, en Chile no va a poder desembarcar. En Chile no va a intervenir
materialmente. Pero busca otros caminos, cual es alentar a los grupos
reaccionarios e incubar a los grupos fascistas y utilizan la d emagogia y
movilizan los grupos de menor conciencia social. Pero tengo la seguri-
dad y la certeza absoluta de la respuesta implacable y dura del pueblo,
y personalmente: yo cumplo una tarea. Yo no estoy ahí para satisfacer
una vanidad personal. Yo soy un luchador de toda mi vida. He dedicado
mi esfuerzo y mi capacidad a hacer posible el camino al socialismo. Y
cumplir el mandato que el pueblo me ha entregado. Lo cumpliré impla-
cablemente. Cumpliré el programa que le hemos prometido a la con-
ciencia política de Chile. Y aquellos que desataron siempre la violencia
social, si desatan la violencia política, si el fascismo pretende utilizar los
250
Selección de textos
medios con que siempre arrasó a los que pretendieron hacer la Revolu-
ción, se encontrarán con la respuesta nuestra y mi decisión implacable.
Yo terminaré de Presidente de la República cuando cumpla mi man-
dato. Tendrán que acribillarme a balazos, como lo dijera ayer, para que
deje de actuar. No defiendo una cosa personal. Defiendo al pueblo de
Chile en su justo anhelo de hacer las transformaciones que le permitan
vivir en dignidad, con un sentido nacional distinto, y hacer de Chile
un país independiente, dueño de su propio destino. Yo creo que es una
posición clara.
dedirigidotripor
Cochabamba contra la privatización mercantilización de un recurso fun-
d b la Coordinadora por la Defensa del
damental. El conflicto
a
fue
i s
d el cese del contrato con la empresa Aguas
d que reclamaba
i e
Agua y de la Vida,
de Tunarioypla modificaciónl a
Pr se hextiende
i d aa La Paz,delincluyendo
régimen de agua potable y alcantarillado. El
conflicto ibestado de sitio y una huelgabloqueos de caminos a pesar de la
P r o
declaración de policial. El contrato finalmente
fue derogado y los bloqueos de caminos una práctica que se volverá a repetir
en la historia boliviana.
251
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
. A.
cado a la calle a defender lo que es suyo. En esta oportunidad, regantes,
i s , S nta
organizaciones provinciales, campesinos y cocaleros, se lograron fundir
es o ve
con una gigantesca cantidad de vecinos y vecinas, comerciantes, traba-
í n t
jadores y población urbana sencilla y luchadora para enfrentar la bru-
l S p ia
talidad policial, para resistir a los gases y para avanzar en la lucha por el
i a
r n, c o
Agua, que no ha terminado pero sin lugar a dudas se ha reforzado.
i
d ciót o
3. En esta batalla hemos conseguido lo siguiente:
252
Selección de textos
. A.
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i al o p
i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
253
. A.
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
i al o p
i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
Cronología
A.
1795 Paz de Basilea: España cede a Francia su territorio en la isla de Santo Do-
.
, S nta
mingo.
i s
es o ve
1803 España devuelve la Luisiana a Francia. Francia vende la Luisiana a EEUU.
1804 Independencia de Haití.
í n t
l S p ia
1806 Primer intento de invasión inglesa de Buenos Aires.
i a
r n, c o
t o
1807 Segundo intento de invasión inglesa de Buenos Aires. Huida de la familia
i
Ed ució
real portuguesa a Brasil.
e
d d distrib
1808 Inicio del primer ciclo revolucionario latinoamericano. Guerra en Haití y
a
reintegración de Santo Domingo a la monarquía hispánica. Inicio de la
ied a la
guerra de Independencia en España (hasta 1813).
p
Pro hibid
1809 Disolución de la Junta Central y creación del Consejo de Regencia en España.
1810 Grito de Dolores, la sublevación de Nueva España encabezada por Manuel
Pro
Hidalgo. Revolución de Mayo en Buenos Aires. Patria Vieja en Chile (hasta
1814). Primer Acta de Independencia en Nueva Granada.
1811 Independencia de Paraguay (14 de mayo). Independencia de Venezuela
(5 de julio), la Patria Boba hasta 1812.
1812 Sanción de la Constitución de Cádiz.
1813 Rebeliones independentistas en Guatemala, Perú, Nueva España. Indepen-
dencia de las Provincias Unidas de Nueva Granada
1816 Portugal invade la Banda Oriental del Río de la Plata. Independencia de las
Provincias Unidas del Río de la Plata.
1818 Independencia de Chile.
1821 Independencia de México y de Perú. Brasil se anexiona la Banda Orien-
tal como Provincia Cisplatina. Independencia “efímera” del estado
255
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
la Plata (hasta 1828).
.
, S nta
1826 Convocatoria por Simón Bolívar del Congreso Anfictiónico de Panamá.
i s
es o ve
1828 Independencia de la Banda Oriental del Uruguay. Guerra de Perú con la
Gran Colombia (hasta 1829).
í n t
1830
l S p ia
Fragmentación de la Gran Colombia en Venezuela, Nueva Granada y Ecua-
dor. i a
r n, c o
i t o
Ed ució
1831 Abdicación de Pedro I en Brasil. El gobierno queda en manos del Consejo
d e
de Regencia dada la minoría de edad del futuro emperador Pedro II. Inicio
rib
a d i s t
del ciclo reformista hasta 1835. Rebelión de Jamaica.
ied a la d
1832 Guerra de los Cabanos en Pernambuco a favor del emperador abdicante en
p
1834 Pro
Brasil (hasta 1835).
i bid
Gran Bretaña ocupa las islas Malvinas.
h
Pro
1835 Movimientos federalistas en el norte del Brasil. Levantamiento separatista
Farroupilha del sur con conexiones en provincias rioplatenses (hasta 1845).
1836 Creación de la Confederación Peruano-Boliviana (hasta 1839) y guerra con
Chile. En México, derrota del presidente Antonio López de Santa Anna
frente a EEUU y declaración de la independencia de Texas. Francia bloquea
el puerto de Buenos Aires. España reconoce a México.
1837 Guerra entre la Confederación Argentina y la Confederación Peruano-
Boliviana (hasta 1838). Gran Bretaña ocupa la Mosquitia.
1838 Separación de Nicaragua, Honduras y Costa Rica de las Provincias Unidas
de América Central.
1839 Disolución de las Provincias Unidas de América Central con la separación
de Guatemala y El Salvador. Uruguay declara la guerra a J. M. de Rosas,
gobernador de la provincia de Buenos Aires. Bolivia invade el norte de la
Confederación Argentina.
256
Cronología
1840 Pedro II, emperador de Brasil (hasta 1889). Panamá se proclama indepen-
diente de Nueva Granada, como el Estado del Istmo (hasta 1841). España
reconoce a Ecuador.
1841 Perú invade Bolivia pero es derrotado.
1842 Constitución de la Confederación Centroamericana por El Salvador, Hon-
duras, Nicaragua y Costa Rica (hasta 1845).
1843 Guerra Grande en Uruguay y sitio de Montevideo con ayuda argentina
(hasta 1851).
1844 Independencia de la República Dominicana de Haití. España reconoce a
Chile.
1845 Bloqueo anglo-francés de los puertos de Buenos Aires y de la República
Oriental del Uruguay, excepto Montevideo, hasta 1850. Integración de
Texas a los EEUU. España reconoce a Venezuela.
. A.
i s , S nta
1846 Nueva Granada reconoce a EEUU el derecho de paso por el istmo de Pa-
es o ve
namá (Tratado Mallarino-Bidlack). Guerra entre México y EEUU (hasta
1848).
í n t
l S p ia
1847 Honduras declara la guerra a EEUU en apoyo a México. España reconoce a
i a
r n, c o
Bolivia. Levantamiento de los mayas de Tepich (hasta 1902).
i t o
Ed ució
1848 Luego de la guerra fronteriza con EEUU, México cede definitivamente
e
áreas de Texas, Nuevo México y California. Insurrección de la Praieira en
d d distrib
Recife (hasta 1849).
a
ied a la
1850 España reconoce a Costa Rica y Nicaragua. Gran Bretaña y EEUU firman
p
Pro hibid
el Tratado Clayton-Bulwer que garantiza la neutralidad y el libre tránsito en
un futuro canal interoceánico en Nicaragua.
Pro
1851 Revolución conservadora en Chile e instauración de la presidencia de Ma-
nuel Montt (1851-1861). Abolición legal de la esclavitud en Colombia.
Triunfo de Caseros en Argentina y caída de Juan Manuel de Rosas.
1853 México vende el territorio de La Masilla a EEUU. Sanción de la Constitu-
ción republicana en Argentina.
1855 Guatemala invade Honduras.
1856 Guerra de Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador contra los mer-
cenarios de William Walker (1856-1857).
1857 Triunfo del Plan liberal de Ayutla y sanción de la constitución republicana
en México.
1858 Guerra entre Perú y Ecuador (hasta 1860).
1859 Guatemala reconoce la soberanía de Gran Bretaña sobre Belice. Guerra de
la Reforma en México (hasta 1861). Aprobación de las Leyes de Reforma
mexicanas (hasta 1863).
257
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
. A.
1864 Maximiliano de Austria llega a México como emperador (hasta 1867). Es-
i s , S nta
paña invade las islas de Chincha (Perú). Concesión limitada de la ciudada-
es o ve
nía a las mujeres en Honduras.
í n t
ia
1865 Guerra de la Triple Alianza de Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay
al S o p
(hasta 1870). España reconoce a El Salvador. La armada española ataca Chi-
le y Perú.
o i
r n, c
i t
Ed ució
1866 Cuádruple Alianza entre Chile, Ecuador, Perú y Bolivia contra España.
e
d d distrib
1867 Benito Juárez restablece la forma republicana de gobierno en México. Re-
a
vuelta indígena de Huancané en Perú.
ied a la
1868 Rebeliones independentistas en Cuba (Grito de Yara y la guerra de los Diez
p
Pro hibid
Años, hasta 1878) y Puerto Rico (Grito de Lares).
1873 Incorporación de las leyes de Reforma a las Constitución mexicana (hasta
Pro
1874).
1874 Estallido del movimiento Quebra-kilos en el nordeste brasileño contra im-
puestos y el sistema métrico decimal (hasta 1875).
1876 Guerra entre Guatemala y El Salvador. Ascenso de Porfirio Díaz al poder en
México.
1878 Implementación de reformas en Cuba por parte de España luego de la de-
rrota de las fuerzas independentistas (hasta 1895).
1879 Guerra del Pacífico, o del Salitre, entre Bolivia y Perú frente a Chile (hasta
1883).
1880 Revuelta do Vintem en Río de Janeiro contra los impuestos.
1882 España reconoce a Uruguay.
1883 Fin de la guerra del Pacífico en beneficio de Chile. Bolivia pierde su salida al
mar por Atacama y Perú cede Tacna, Arica y el departamento de Taracapá.
258
Cronología
. A.
1891 Guerra civil en Chile, derrota y suicidio del presidente Juan Manuel Balmaceda.
s , S nta
1893 Alzamiento separatista de Panamá. Fracaso de la nueva revolución radical en
i
es o ve
Argentina.
í n t
ia
1894 España reconoce a Honduras.
al S o p
o i
1895 Creación de la República Mayor de Centroamérica, por El Salvador, Nica-
r n, c
i t
ragua y Honduras. El Grito de Baires inicia la segunda guerra de indepen-
Ed ució
dencia cubana. Muerte de José Martí en el campo de batalla.
e
d d distrib
1896 Conflicto fronterizo entre Venezuela y Gran Bretaña por la Guayana (arbi-
a
traje a favor de Gran Bretaña en 1899).
ied a la
1898 Guerra hispano-cubana-norteamericana. Paz de París: independencia de
p
Pro hibid
Cuba y ocupación norteamericana de Cuba (hasta 1902). Cesión de España
a EEUU de Puerto Rico, la isla de Guam en las Marianas y el archipiélago
Pro
de las Filipinas. Honduras, El Salvador y Nicaragua crean los Estados Uni-
dos de Centroamérica, disueltos tras golpe de Estado en El Salvador.
1899 Tratado Hay-Pauncefote entre EEUU y Gran Bretaña, que permite al pri-
mero construir y controlar un canal interoceánico. En 1902 otro tratado
permite establecer la soberanía norteamericana en la zona del canal.
1900 Protectorado de EEUU sobre Puerto Rico. La ley Foraker organiza el go-
bierno civil.
1901 La Enmienda Platt de la Constitución de Cuba, que permite a EEUU inter-
venir en el país.
1902 Bloqueo de los puertos de Venezuela por barcos ingleses, alemanes e italia-
nos (hasta 1903).
1903 Secesión de Colombia e independencia de Panamá. Tratado Hay-Bunau
Varilla por el que se cede a EEUU una zona de 10 millas de anchura en
el istmo de Panamá. Bolivia cede a Brasil el territorio amazónico de Acre.
259
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
i s , S nta
dente de México. Emiliano Zapata publica el Plan de Ayala. En Uruguay
es o ve
llega por segunda vez a la presidencia José Batlle y Ordóñez.
1912
í n t
En México se produce la sublevación de Pascual Orozco sofocada por el
l S p ia
Gral. Victoriano Huerta. En Perú Guillermo Billinghurst llega a la presi-
i a
r n, c o
dencia. En Chile se funda el Partido Obrero Socialista (POS), antecedente
i t o
Ed ució
del Partido Comunista. En Uruguay, se nacionalizan las Usinas Eléctricas y
el Banco Hipotecario. En Argentina la ley electoral Sáenz Peña de sufragio
e
d d distrib
universal, secreto y obligatorio aumenta substancialmente la participación.
a
ied a la
1913 En México el presidente Madero es asesinado y Victoriano Huerta asume el
p
poder hasta 1914. Contra la dictadura de Huerta se levantan Álvaro Obre-
Pro hibid
gón, Pancho Villa y Venustiano Carranza (Plan de Guadalupe) en el norte y
Emiliano Zapata en el sur. En Panamá se abre el canal interoceánico.
1914 ro
P EEUU ocupa el puerto de Veracruz en México. Huerta renuncia. Carranza
forma un gobierno constitucionalista en Veracruz mientras Villa y Zapata
entran en la ciudad capital. En Uruguay se promulga una ley de accidentes
de trabajo.
1915 Álvaro Obregón toma la capital en México y derrota a Villa. Venustiano Ca-
rranza se convierte en presidente y es reconocido por EEUU. En Uruguay,
Feliciano Viera asume la presidencia.
1916 En Argentina, la Unión Cívica Radical gana las elecciones presidenciales
con la candidatura de Hipólito Yrigoyen. En México se reúne el Congreso
Constituyente en Querétaro. En Nicaragua se ceden bases navales a EEUU.
Intervención militar estadounidense en República Dominicana.
1917 En México se aprueba un nuevo texto constitucional de carácter progresista.
Carranza es elegido presidente. En Uruguay también se aprueba una nueva
constitución basada en el reformismo batllista.
260
Cronología
A.
1922 Asume la presidencia argentina el radical Marcelo T. de Alvear. Se funda en
Chile el Partido Comunista.
.
i s , S nta
1923 Asesinato de Pancho Villa. En Venezuela se crea la Compañía Venezolana
t es o ve
de Petróleo. En Cuba se producen movilizaciones en contra de la Enmienda
n
Platt.
S í ia
i al o p
1924 Asume la presidencia en México, Plutarco Elías Calles y comienza el con-
i t or n, c
flicto con los cristeros. En Chile, las FFAA obligan a Alessandri a dimitir.
Ed ució
En Argentina, el radicalismo se divide en dos partidos: los seguidores de
e
d d distrib
Yrigoyen y sus detractores.
a
1925 Nuevo golpe de Estado en Chile encabezado por Ibáñez. Alessandri regresa al
ied a la
país y reasume la presidencia e impulsa la sanción de una nueva constitución.
p
Pro hibid
1927 El general Carlos Ibáñez es elegido presidente de Chile. En México se pro-
fundiza el conflicto cristero.
Pro
1928 Reelección y asesinato de Obregón en México. Comienza el llamado “maxi-
mato” encabezado por Calles. En Argentina, Hipólito Yrigoyen asume su
segunda presidencia.
1929 En Brasil se produce el levantamiento del general Prestes. En Uruguay mue-
re Batlle y Ordóñez. Se firma el tratado Rada-Figueroa entre Perú y Chile
por el que Tacna y Tarata son devueltas al Perú y Arica queda en manos chi-
lenas. Mariátegui funda en Perú la Confederación General de Trabajadores.
En México, Calles funda el Partido Nacional Revolucionario.
1930 Un golpe de Estado desaloja del gobierno a Hipólito Yrigoyen en Argen-
tina. En Brasil, las elites paulistas intentan imponer al sucesor presidencial
y en respuesta la Alianza Liberal impulsa la candidatura de Getulio Vargas.
Finalmente, un levantamiento armado lleva a Vargas al poder. En Perú, un
levantamiento militar pone fin al gobierno de Leguía. Haya de la Torre
funda el Partido Aprista Peruano.
261
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
A.
titución incorpora la representación corporativa. En Alto Bío Bío, en Chile,
.
el gobierno reprime duramente las huelgas y rebeliones.
i s , S nta
1935 Se produce el levantamiento comunista encabezado por Luis Carlos Prestes
en Brasil.
n t es o ve
S í ia
1936 Somoza (padre), al frente de la Guardia Nacional, realiza un golpe de Estado
i al o p
en Nicaragua. En Bolivia se inicia el período conocido como “Socialismo
i t or n, c
Militar” primero con David Toro y luego con Germán Busch.
Ed ució
1940 En México es elegido presidente Ávila Camacho.
e
d d distrib
1942 El presidente de Uruguay, Baldomir, disuelve el Congreso y crea un Consejo
a
de Estado que excluye al Partido Comunista y al Partido Blanco.
p ied a la
1943 En Argentina, el Ejército realiza un golpe de Estado. En Uruguay asume la
Pro hibid
presidencia Juan Amézaga. En Bolivia, Gualberto Villaroel da un golpe de
Estado reiniciando un ciclo de reformas.
Pro
1945 En Argentina, el coronel Juan Perón, popular por sus políticas sociales al
frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión, es encarcelado. Una masiva
movilización popular obliga al gobierno militar a liberarlo.
1946 Juan Perón es elegido presidente de Argentina. En Brasil, asume por el Par-
tido Social Democrático fundado por Vargas, el Gral. Eurico Gaspar Dutra.
En Chile se impone Gabriel González Videla en continuidad con los go-
biernos precedentes del Frente Popular.
1948 En Colombia, se produce el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, tras lo cual
estalla un levantamiento conocido como el “Bogotazo”. Mientras tanto, se
realiza la 9.° Conferencia Internacional de Estados Americanos que crea la
Organización de Estados Americanos (OEA). Se crea la Comisión Econó-
mica de las Naciones Unidas para América Latina (CEPAL). En Chile se
sanciona la llamada “ley maldita” en contra del Partido Comunista.
1950 En Guatemala es elegido Jacobo Arbenz como presidente.
262
Cronología
. A.
historia me absolverá. Surge el Movimiento 26 de Julio-M26J. En Bolivia se
dicta el decreto de Reforma Agraria.
i s , S nta
es o ve
1954 En el estado de Pernambuco, al norte de Brasil se fundan las Ligas Campe-
í n t
sinas lideradas por Francisco Julião. El presidente Vargas, acorralado por las
l S p ia
Fuerzas Armadas que le exigen la renuncia, se suicida en la casa de gobierno.
i a
r n, c o
En Guatemala es derrocado Jacobo Arbenz con participación de EEUU y se
i t o
Ed ució
instala en el poder la dictadura de Castillo Armas. En Argentina, Perón se
enfrenta con la Iglesia católica.
e
d d distrib
1955 En Argentina se produce un golpe de Estado que desaloja del poder a Juan
a
ied a la
Perón.
p
1956 Paz Estenssoro es reemplazado en Bolivia por Hernán Siles Suazo, ambos del
Pro hibid
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), en las primeras elecciones
realizadas con sufragio universal. En el Oriente de Cuba se produce el des-
Proembarco del buque Granma y se inicia la lucha armada contra la dictadura.
1957 En Santiago de Cuba asesinan a Frank País, el líder del M26J en la clandes-
tinidad y su cortejo fúnebre representa una importante movilización contra
la dictadura.
1958 Asume el gobierno por elecciones Arturo Frondizi de la Unión Cívica Radi-
cal Intransigente (UCRI) con el peronismo proscrito.
1959 Renuncia de Batista y triunfo de la Revolución cubana. Primeras reformas
de carácter antidictatorial y antiimperialista. En Argentina se aplica el
Plan de Estabilización y se transita por un ciclo de huelgas, iniciada por la
huelga y ocupación del Frigorífico Lisandro de la Torre.
1961 Declaración por parte de Fidel Castro del carácter socialista de la Revolu-
ción cubana. En Punta del Este, a instancias del presidente de EEUU John
Kennedy, la Organización de Estados Americanos (OEA) lanza la Alianza
para el Progreso.
263
América Latina entre la reforma y la revolución: de las independencias…
1963 Segunda y más radical reforma agraria en Cuba, la única en toda América
Latina que prácticamente elimina la propiedad privada.
1964 Asume la presidencia de Chile el demócrata cristiano Eduardo Frei. Las
Fuerzas Armadas brasileñas, comandadas por Humberto Castelo Branco,
dan un golpe de Estado en Brasil. En Bolivia, el segundo gobierno de Paz
Estenssoro acaba por un golpe de Estado.
1966 Las Fuerzas Armadas dan un golpe de Estado en Argentina encabezado por
el Gral. Onganía. Se inician importantes huelgas en el área azucarera de la
provincia de Tucumán y entre los trabajadores portuarios y ferroviarios.
1967 Ley de Reforma Agraria y de Sindicalización Campesina en Chile.
1968 Asume el poder el general Velazco Alvarado en Perú, instaurando un ré-
gimen militar que combina autoritarismo y reformismo. En Brasil, el go-
A.
bierno militar dicta el Ato Institucionai 5, que inicia una fuerte ofensiva
.
, S nta
represiva.
i s
es o ve
1969 En Argentina se producen el “Cordobazo” y los “Rosariazos”.
AUTOR:
n t
1970 Asume por elecciones Salvador Allende por la Unidad Popular en Chile.
í
Por favor,
S ia
En Bolivia, asume el militar Juan José Torres, en la senda del “socialismo
l p
complete.
i a
r n, c
militar” de los años treinta. o
i t o
Ed ució
1972 Se convoca en Chile un paro patronal que representa un punto de inflexión
en el gobierno de la Unidad Popular. Se polariza el conflicto político y social
e
d d distrib
y se constituye el gabinete cívico militar.
a
ied a la
1973 Golpe de Estado en Chile encabezado por las Fuerzas Armadas conducidas
p
por Augusto Pinochet, ataque armado a la Casa de la Moneda y suicidio de
Pro hibid
Salvador Allende. Retorno a la democracia en Argentina, triunfo de Héctor
Cámpora y posteriormente de Juan Perón.
Pro
1976 En Argentina, las Fuerzas Armadas dan un golpe militar, iniciando la dicta-
dura militar de mayor despliegue represivo en su historia.
1977 Comienzan en Argentina las rondas de Madres de Plaza de Mayo.
1979 Se inician en Chile las denominadas “siete modernizaciones” de carácter
neoliberal.
1980 Se funda el Partido de los Trabajadores en Brasil.
1982 Guerra de Malvinas entre Argentina e Inglaterra, inicio del proceso de tran-
sición democrática. Ríos Montt en el poder en Guatemala, el terror estatal
llega a su máxima expresión.
1983 Triunfo de Raúl Alfonsín de la UCR en Argentina y fin de la dictadura.
Inicio de una importante ola de protestas contra el pinochetismo en Chile.
1984 Se conforma el Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil.
264
Cronología
A.
tina gana las elecciones y toma de posesión de manera adelantada Carlos
.
, S nta
Menem, por el Partido Justicialista, aplicando las primeras políticas neoli-
i s
berales y dictando los primeros decretos de indulto. En Venezuela toma de
posesión Carlos Andrés Pérez.
n t es o ve
S í ia
1990 Fin de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, inicio del gobierno de la
i al o p
Concertación, con Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Toma de po-
i t or n, c
sesión Alberto Fujimori la presidencia de Perú. En Argentina Menem dicta
Ed ució
otro conjunto de decretos de indulto.
e
d d distrib
1994 Se produce el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
a
(EZLN) en México.
ied a la
1996 Acuerdo de Paz Firme y Duradera en Guatemala.
p
Pro hibid
1999 Gana las elecciones en Venezuela Hugo Chavez Frías.
2000 Se produce la Guerra del Agua en Bolivia.
Pro
2001 Se produce en Argentina la crisis y estallido popular en el marco del cual
fueron asesinadas más de treinta personas, conocido como “el 2001” y la
renuncia el presidente Fernando de la Rúa.
2003 En Bolivia estalla la Guerra del Gas. Renuncia de Gonzalo Sánchez de Lo-
sada. En Brasil gana las elecciones Luis Ignacio Lula da Silva “Lula” por el
PT. En Argentina gana las elecciones Néstor Kirchner.
2007 Toma de posesión en Ecuador Rafael Correa.
2008 Se conforma la Unión de Naciones Sudamericanas UNASUR.
265
. A.
i s , S nta
n t es o ve
S í ia
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i t or n, c
e Ed ució
a d d distrib
p ied a la
Pro hibid
Pro
Bibliografía
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Con el propósito de poner en práctica principios ecológicos, económicos
.
, S nta
y prácticos, el listado completo y actualizado de las fuentes bibliográficas
i s
empleadas por los autores en este libro se encuentra disponible en la página
web de la editorial www.sintesis.com.
n t es o ve
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Las personas interesadas se lo pueden descargar y utilizar como más les
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convenga: conservar, imprimir, utilizar en sus trabajos, etc.
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