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En el capítulo sobre formulación, vimos que podemos representar las sustancias con sus fórmulas
químicas. Aunque las fórmulas químicas siempre son más cortas que los nombres químicos, no son
meras abreviaturas, en cada una se ha codificado importante información cuantitativa acerca de las
sustancias que representa.
En la vida diaria, en la naturaleza (fotosíntesis, ver figura 1) o en nuestro cuerpo (el metabolismo), se
realizan una serie de cambios o transformaciones en las que ciertas sustancias desaparecen y otras se
producen cumpliendo con la ley de la transformación de la materia, proceso conocido como
reacciones químicas. Una reacción química, también llamada cambio químico o fenómeno químico,
es todo proceso termodinámico en el que una sustancia (o sustancias) cambian para formar una o
más sustancias nuevas [1], transforman su estructura molecular sus enlaces químicos entre
átomos se rompen y se forman nuevos enlaces. En este proceso intervienen dos tipos de sustancias:
las que tenemos inicialmente y conocemos como reactivos o reactantes y las que se obtienen después
de la reacción química, llamadas productos.
En la ecuación química entre el aluminio y el cloro, leemos el signo + como “reacciona con”, y la
flecha como “produce”. Las fórmulas químicas a la izquierda de la flecha representan las sustancias
de inicio, designadas como reactivos. Las fórmulas químicas a la derecha de la flecha representan las
sustancias producidas en la reacción, denominadas productos. Los números que preceden a las
fórmulas, los coeficientes indican el número relativo de moléculas de cada tipo implicadas en la
reacción. (Al igual que en las ecuaciones algebraicas, el coeficiente 1 generalmente se omite), puesto
que los átomos no se crean ni se destruyen en ninguna reacción. [3]
La ecuación química se puede escribir con palabras; sin embargo, la ecuación escrita con fórmulas
químicas proporciona mucha más información. Los subíndices indican la cantidad de cada uno de los
elementos en moles. Además, se indica el estado de agregación de cada una de las sustancias que
intervienen en la reacción: si es un gas (g); un líquido (l), sólido (s) o la sustancia está en estado
acuoso (ac).
En ciertos casos se agrega una sustancia para acelerar una reacción que de otra manera se llevaría a
cabo con lentitud, o que incluso podría no ocurrir. Esta sustancia, llamada catalizador, se muestra
encima de la flecha, y no se consume durante la reacción. Las enzimas son catalizadores especiales
que el cuerpo humano elabora y utiliza en todas y cada una de las reacciones que se llevan a cabo
durante el metabolismo. [2]
En una reacción química ningún átomo se gana ni se pierde; la materia se conserva. Por tanto, en una
ecuación química balanceada el número de átomos de cada elemento representados como reactivos y
como productos debe ser el mismo [2]. Si se satisface esta condición, se dice que la ecuación está
balanceada.
Por ejemplo, en la figura de la ecuación química entre el aluminio y el cloro, analicemos cuáles son
las sustancias participantes a lo largo de la ecuación:
2Al + 3Cl2 → 2AlCl3
Reactivos Productos
2 átomo de aluminio 2 átomo de aluminio
6 átomos de cloro 6 átomos de cloro
8 átomos totales 8 átomos totales
Si realizamos la suma de los átomos totales que participan del lado de reactivos, así como los
átomos totales de los productos es igual a 8 átomos.
Como podemos observar, en una ecuación química, es obligatorio escribir correctamente las fórmulas
y símbolos de las sustancias participantes, así como las cantidades de sus moléculas, con el fin de
poder representar de manera fiel lo que ocurre durante la reacción química y al mismo tiempo
constatar que todas las ecuaciones químicas se ajustan a lo que establece la Ley de conservación de
la materia: la suma de las masas de los reactivos es igual a la suma de la masa de los productos, es
decir, “La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma”.
“Una ecuación química no está completa en tanto no esté balanceada” [2]
b) Desplazamiento del metal: un metal de un compuesto también puede ser desplazado por
otro metal en estado libre (aplica también tabla 1). [1]
Ejemplo: El sodio desplaza al aluminio por ser más reactivo en una solución de cloruro de
aluminio y lo libera en forma de aluminio metálico.
3Na + AlCl3 → 3NaCl + Al
En toda reacción, la ruptura de unos enlaces y la formación de otros nuevos lleva consigo el
intercambio de energía entre las sustancias que intervienen y el medio en que estas se hallan.
Según sea el resultado del balance entre estos dos procesos, las reacciones pueden clasificarse en
endotérmicas y exotérmicas.
1. Reacciones endotérmicas: Son aquellas en las que la energía que se consume en la ruptura de
los enlaces es mayor que la que se libera en la formación de los productos. En estas reacciones
se produce absorción de energía. Por ejemplo, la descomposición electrolítica del agua necesita
el aporte de 285,8 kJ por cada mol de agua. Si la energía que se absorbe tiene otra forma, la
reacción es endergónica. [2]
2. Reacciones exotérmicas: Son reacciones en las que la energía consumida en la ruptura de los
enlaces es menor que la liberada en la formación de los productos. Tienen lugar, por tanto, con
desprendimiento de energía en forma de luz y/o calor. Si se libera otras formas de energía, la
reacción es exergónica. [2]
BALANCE DE ECUACIONES
Una vez que conocemos las fórmulas químicas de los reactivos y de los productos de una reacción, podremos
escribir la ecuación química no balanceada. Después balanceamos la ecuación determinando los
coeficientes que producen números iguales de cada tipo de átomo en cada miembro de la ecuación.
Para casi todas las aplicaciones, una ecuación balanceada deberá tener los coeficientes enteros más
bajos posibles. Para balancear ecuaciones, es necesario comprender la diferencia entre un coeficiente antepuesto a
una fórmula y un subíndice de una fórmula. [3]
Cuando se ajusta una ecuación no se modifica el subíndice de una fórmula, por ejemplo: de H2O
a H2O2 cambia la identidad de la sustancia. La sustancia H2O2, peróxido de hidrógeno, es muy
diferente del agua. Por lo tanto, nunca deben modificarse los subíndices al balancear una
ecuación.
En contraste, si colocamos un coeficiente antes de una fórmula lo único que cambiamos es la
cantidad y no la identidad de la sustancia; 2H2O significa que hay dos moléculas de agua, 3H2O
significa que hay tres moléculas de agua, etcétera.
En general, el balanceo el balanceo de una ecuación química, lo verificamos mediante los siguientes
pasos:
1. Se identifican todos los reactivos y productos, y se escriben sus fórmulas correctas del lado
izquierdo y derecho de la ecuación respectivamente.
2. El balanceo de la ecuación se inicia probando diferentes coeficientes para igualar el número de
átomos de cada elemento en ambos lados de la ecuación. Podemos cambiar los coeficientes (los
números que preceden a las fórmulas), pero no los subíndices (los números que forman parte de
las fórmulas). Si cambiamos los subíndices, cambiamos la identidad de la sustancia.
3. Primero se buscan los elementos que aparecen una sola vez en cada lado de la ecuación y con igual
número de átomos: las fórmulas que contengan estos elementos deben tener el mismo coeficiente.
Por tanto, no es necesario ajustar los coeficientes de dichos elementos en este momento. A
continuación, se buscan los elementos que aparecen una sola vez en cada lado de la ecuación, pero
con diferentes números de átomos. Se balancean estos elementos. Por último, se balancean los
elementos que aparecen en dos o más fórmulas del mismo lado de la ecuación.
4. Se verifica la ecuación balanceada para asegurarse de que hay el mismo total de cada tipo de
átomos en ambos lados de la ecuación. [1]
Hay más de una manera de ajustar una ecuación química. Para transformar un ajuste en otro, basta
con multiplicar todos los coeficientes por un mismo número. En general, es conveniente asignar
los coeficientes enteros más pequeños. Así, si multiplicamos por 2 todos los coeficientes de la
ecuación anterior, obtenemos:
3. Balanceamos el número de átomos en ambos lados de las semirreacciones. En este caso están
balanceados.
4. Igualamos el número de electrones ganados y cedidos.
Nota: El número de electrones ganados debe ser igual al número de electrones cedidos.
Colocamos los coeficientes encontrados en la ecuación original donde verificamos el cambio
del número de oxidación.
3. Si la ecuación está en forma molecular la pasamos a forma iónica. Aquí debemos tener en cuenta
que los elementos libres, los óxidos, el H2O y el H2O2 no se disocian, solo se disocian los
electrolitos (ácidos, bases y sales). Ilustraremos todos los pasos con el siguiente ejemplo:
4. Escribimos por separado el esqueleto de las ecuaciones iónicas parciales del agente oxidante y
el agente reductor.
“Agente oxidante contiene el elemento que se reduce. Agente reductor contiene el elemento que
se oxida” [2]
5. Igualamos los átomos de oxígenos agregando moléculas de H2O para balancear los oxígenos.
7. Contamos la carga total en ambos lados de cada ecuación parcial y agregamos e- (electrones) en
el miembro deficiente en carga negativa (-) o que tenga exceso de carga positiva (+).
8. Igualamos la ecuación con el número de e- tanto perdidos como ganados. Después multiplicamos
las ecuaciones parciales por los números mínimos necesarios.
9. Sumamos las dos medias reacciones cancelando cualquier cantidad de iones H +, OH- o H2O
que aparezca en ambos lados, con lo cual obtendremos la ecuación finalmente balanceada.
Sumamos:
Si la ecuación fue dada originalmente en forma iónica, esta es la respuesta del problema: