Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Igual de importante fue la traída de esclavos africanos para los trabajos pesados y
colocados en un estrato social inferior en el infame sistema de castas. Sus culturas ricas en
movimientos, ritmos e idioma aportaron de manera significativa en la cultura mexicana. En
las regiones del México prehispánico, las etnias autóctonas establecidas tenían
intercambios culturales y comerciales; los rituales circulares que practican etnias africanas
y se influenciaron entre ellas. El empleo de la tabla como instrumento ritual, los ritmos y
otros elementos culturales indígenas mexicanos se mezclaron en una rica, compleja e
intensa interacción con las otras culturas que llegaron. Asimismo, las culturas africanas
traían consigo sus cadencias inigualables con síncopas y cambios complejos de compases,
elementos percutivos, movimientos corporales y dancísticos que caracterizan a la
negritud. Se observa que muchos de estos rasgos permanecen en las regiones de las
diversas raíces culturales e internacionales del hoy México, inclusive existen comunidades
afromexicanas en algunas zonas del sur del país.
Durante el Virreinato, según las etnias que se mezclaron en las distintas regiones
mexicanas, forjaron las distintas variantes del son. Así en La Huasteca y El Sotavento del
oriente de México nace el huapango, en el sur el son istmeño y fandango de varitas; en el
centro-occidente el mariachi y el fandango terracalenteño de la cuenca del río Balsas y río
Tepalcatepec; en el noroeste el son pascola, entre otros. Esta interacción ha sido
constante, hasta que las condiciones cambian al “abolirse” la esclavitud y al explotar las
contradicciones que llevaron a la guerra de Independencia. Hay regiones con más
presencia indígena, otras con más presencia mestiza y otras con más presencia africana.
Esto también se considera al analizar los elementos culturales que componen la música,
lírica y bailes regionales mexicanos.
Cabe resaltar que los intercambios culturales no se limitan a zonas rurales, zonas
urbanas y mucho menos en localidades. Los elementos históricos que han entrado en
juego en la recreación y conformación del mariachi revelan que existe una dialéctica entre
lo local y lo internacional, lo regional y lo interregional, lo indígena y lo mestizo, lo
académico y el aprendizaje empírico, la composición y la improvisación, la ciudad y el
campo, lo colectivo y lo individual. Nada nos “pertenece”; y de lo que tomamos “prestado”
para esta reconstrucción y reinvención cultural aporta hacia nuestras identidades.
Por último, actualmente podemos advertir que las dinámicas antiguas del mariachi,
sobre todo en el aspecto integral y festivo, tales como las que generan los sones de juego,
sones de imitación, sones convencionales, jarabes, improvisación lírica, entre otros; corren
riesgo de desaparecer, así como han desaparecido lenguas enteras. En los años setenta,
Irene Vázquez Valle señaló en las transformaciones del mariachi la sustitución de unos
instrumentos por otros y de algunos elementos culturales, entre ellos el congelamiento de
la lírica. Agregamos la paulatina desaparición de bailes de tarima y por lo tanto la conexión
que tiene con el mariachi como un género festivo. La proliferación de los ballets folklóricos
fueron sustituyendo estos bailes en detrimento de aquellos que tienen un antiguo bagaje
construyéndose y reinventándose por siglos. Es responsabilidad de los pobladores de la
región centro-occidente darse a la tarea de recuperarlo, claro, por conciencia y voluntad,
en un proyecto que involucre integrantes de las comunidades, intérpretes, académicos e
instituciones a nivel local, estatal y nacional.