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SÓLO SE EVALÚAN LOS EFECTOS OBSERVABLES

La evaluación educativa es un componente esencial en el proceso de enseñanza-aprendizaje.


Tradicionalmente, se ha centrado en medir y evaluar los efectos observables y cuantificables
del aprendizaje. Sin embargo, existe una realidad innegable: hay aspectos del aprendizaje que
no son directamente observables.
Los modelos de evaluación basados en la programación por objetivos operativos han
enfatizado la necesidad de un enfoque correlativo de evaluación que se apoye en la aplicación
de instrumentos de comprobación experimental. Sin embargo, esta concepción puede limitar
nuestra comprensión del verdadero alcance y complejidad del aprendizaje. No se puede
afirmar que lo no observable sea equivalente a lo no existente, irrelevante o incluso no
evaluable. Es necesario adoptar una concepción más profunda y holística de la evaluación
que permita explorar los efectos no observables en el proceso educativo.
Si bien es cierto que las limitaciones metodológicas de los enfoques experimentales pueden
plantear desafíos, no debemos olvidar que existe un amplio conjunto de aspectos curriculares
que permanecen bajo la superficie y que no son fácilmente perceptibles mediante mediciones
objetivas. Es precisamente en este punto donde un modelo de evaluación más exigente,
riguroso y ambicioso se vuelve relevante. Un enfoque de evaluación que aspire a profundizar
en la esencia de la educación debe explorar estas capas invisibles del aprendizaje.
La evaluación educativa no puede limitarse únicamente a los efectos observables y
cuantificables. Para capturar la verdadera esencia del aprendizaje, es necesario considerar los
efectos no observables, las dimensiones ocultas del currículo y sus resultados. Esto requiere
la utilización de técnicas de exploración adecuadas que nos permitan descubrir e interpretar
lo que no es evidente a simple vista. Al abordar estas dimensiones ocultas, la evaluación se
convierte en una herramienta más poderosa para comprender y mejorar el proceso educativo
en su totalidad. Al elevar el nivel de rigor y ambición en la evaluación, podemos obtener una
visión más completa y enriquecedora de los logros y el desarrollo de los estudiantes.

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