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Gabriel lleva a su hija Julia a ver el mar por primera vez. Después de un largo viaje en colectivo y caminando a través de un bosque y una playa, llegan a la cima de un médano y ven el inmenso océano frente a ellos. Julia queda maravillada por la vista, y ambos bajan corriendo hacia la orilla, donde Julia puede finalmente escuchar el sonido del mar al poner la caracola que Gabriel le regaló en su oreja.
Gabriel lleva a su hija Julia a ver el mar por primera vez. Después de un largo viaje en colectivo y caminando a través de un bosque y una playa, llegan a la cima de un médano y ven el inmenso océano frente a ellos. Julia queda maravillada por la vista, y ambos bajan corriendo hacia la orilla, donde Julia puede finalmente escuchar el sonido del mar al poner la caracola que Gabriel le regaló en su oreja.
Gabriel lleva a su hija Julia a ver el mar por primera vez. Después de un largo viaje en colectivo y caminando a través de un bosque y una playa, llegan a la cima de un médano y ven el inmenso océano frente a ellos. Julia queda maravillada por la vista, y ambos bajan corriendo hacia la orilla, donde Julia puede finalmente escuchar el sonido del mar al poner la caracola que Gabriel le regaló en su oreja.
La ruta está poco transitada. A un lado de la ruta, separado por una pequeña porción de pasto, un cercamiento de madera y alambre. El cercamiento divide la ruta de un inmenso campo en el que se ven algunas vacas comiendo a la distancia y algunas arboledas dispersas. El llano del campo se extiende hasta el horizonte. GABRIEL (43) atraviesa con su bicicleta destartalada el fragmento de pasto. Tiene aspecto cansado, pero alegre. Su cara y manos están sucias de tierra. Lleva un buzo gris y un jean azul, ambos desgastados y con manchas de tierra. En su cabeza, una visera roja y a su espalda, una mochila también algo desgastada. ESC 2. EXT. TRANQUERA DE MADERA. DÍA. GABRIEL llega con su bicicleta a una tranquera que delimita un largo camino de tierra que lleva a lo que pareciera ser una estancia rural. Se baja de la bicicleta sin esfuerzo, la apoya encima del cerco de alambre y se dispone a abrir la tranquera que está cerrada con un nudo de soga. Luego, toma la bicicleta, la lleva del otro lado de la tranquera en el cerco de alambre y vuelve a cerrarla. GABRIEL, con su bicicleta a un lado, se va caminando por el sendero de tierra. ESC 3. INT. LIVING. DÍA. JULIA (14) está leyendo una enciclopedia que habla sobre el mar y la diversidad de su fauna. Está sentada al borde de una mesa de madera, que está repleta de algunas fotos y otros libros relacionados al mar. Detrás suyo, una antigua salamandra prendida. Al costado de la salamandra, algunos troncos dispuestos ordenadamente. A un lado de la mesa, un pequeño mueble que tiene algunos recuerdos de origen natural, como rocas de diversos tipos, grandes tapas de almejas y algunas fotos de Gabriel y Julia con una mujer. En el medio de la mesada, con un pequeño rosario colgando, el retrato individual de la misma mujer. ESC 4. INT. LIVING. DÍA. GABRIEL entra por la puerta principal, dispuesta frente a la mesa en donde se encuentra JULIA leyendo. Al entrar GABRIEL, mira a JULIA y sonríe. Ella lo mira, sonríe y se levanta a saludarlo. GABRIEL Te traje algo. JULIA lo mira sorprendida pero no dice una palabra, sólo observa a GABRIEL y sus movimientos. Él toma su mochila y la abre. De la mochila saca una enorme caracola. JULIA, con tiene una expresión risueña. Julia suelta una pequeña risa, casi imperceptible. GABRIEL le ofrece la caracola a JULIA y ella la toma con ambas manos, cuidadosamente. Aún sorprendida y con una leve sonrisa en su rostro, comienza a analizar detenidamente la caracola. Mira sus pliegues, observa el hueco interior y toca su lomo. JULIA ¡Es hermosa! GABRIEL sonríe. Toma de las manos a JULIA, quien sostiene la caracola y comienza a llevarlas hacia su oído. GABRIEL Dicen que así, podés escuchar el mar. Luego de un instante de tener la caracola apoyada en su oído, JULIA mira a su padre con una expresión que pareciera ser de desilusión, pero, luego de un momento, vuelve a sonreír. JULIA ¡Ah! Quizás afuera se escuche mejor. JULIA, con la caracola en una de sus manos, abre la puerta animosamente y sale. ESC 5. EXT. PARQUE. DÍA. JULIA, parada en el medio del parque, mira hacia una extensión enorme de campo al costado del terreno. Esta extensión está separada por un cercado de alambre y madera. Se queda un instante observando. Luego, mira detenidamente la caracola. Después de un momento, lleva la caracola a su oído. De a poco, comienzan a escucharse sonidos provenientes del mar, como el canto de una ballena, los chillidos de las gaviotas y el oleaje rompiendo en la orilla. JULIA cierra lentamente sus ojos. Los sonidos comienzan a escucharse cada vez con mayor intensidad. JULIA, con los ojos aún cerrados, comienza a sonreír. ESC 6. INT. COCINA. NOCHE. GABRIEL se encuentra revolviendo el contenido de una olla de la cual se desprende mucho vapor. El contenido de la olla es un guiso. Ahora, GABRIEL está vestido con ropa más cómoda, como de casa, y por encima de este un delantal de cocina algo manchado con salsa y, también, algunos manchones de harina. GABRIEL toma un poco del guiso con la cuchara que usa para revolver, y lo prueba. Se esboza una leve sonrisa en la comisura de su boca. Al costado de las hornallas en la que se está cocinando el guiso, hay una pequeña mesada con dos platos y a un lado de estos, un gran cucharón de acero. GABRIEL apaga la hornalla, toma el cucharón y sirve en cada plato una abundante porción de guiso. GABRIEL toma ambos platos y sale de la cocina. ESC 7. INT. LIVING. NOCHE. JULIA está leyendo ensimismada, sobre la mesa, una revista con información sobre hechos del mar. En medio de la mesa, una panera con algunos bollos de pan. A su lado, un jarrón de metal que contiene agua y al lado una botella de vino. Frente a JULIA, un vaso lleno con agua. En el lugar de GABRIEL un vaso con agua, y al lado de esta, una copa con un poco de vino. GABRIEL llega con los platos repletos de guiso humeante. JULIA pareciera percatarse de que llega su padre, cierra la revista y la deja a un lado. GABRIEL deja un plato frente a JULIA y ella sonríe. GABRIEL se sienta en su lugar, apoyando su plato frente a él. Comienzan a comer y a conversar. GABRIEL (Mientras toma un sorbo de vino) Y… ¿Qué leías? JULIA Nada… una revista que encontré en la biblio de la escuela. Habla sobre cosas del mar re interesantes… muy locas. JULIA, quien estaba sonriendo, suelta un suspiro, mira la revista y cambia su expresión a una un poco más apagada, casi de desilusión. JULIA Algún día me encantaría poder verlo. GABRIEL la mira y sonríe. GABRIEL Y… ¿qué te parece si vamos mañana? JULIA, mira rápidamente a su padre, su expresión ahora es de sorpresa. JULIA ¿Qué? ¿Posta? Pero… ¿no tenés que trabajar? GABRIEL No te preocupes, ya me pedí el día. JULIA, con una enorme sonrisa en su rostro mira GABRIEL. GABRIEL la mira y también sonríe. Ambos siguen comiendo. ESC 8. PARADA DE COLECTIVO. EXT. DÍA. GABRIEL y JULIA están parados en una garita del colectivo al borde de la ruta. Ambos están con mochilas a sus espaldas. GABRIEL mira hacia la ruta y levanta la mano haciendo una seña. JULIA se acerca y, con una sonrisa en su rostro, se pone a su lado. Se escucha el sonido del colectivo frenando y abriendo la puerta. ESC 9. OTRA PARADA DE COLECTIVO. EXT. DÍA. GABRIEL y JULIA surgen detrás de un colectivo que se retira. La garita en donde se bajaron está pintada con un pequeño mural hecho de seres del mar. JULIA se queda un instante observándolos, con expresión fascinada. Frente a ellos, la ruta, por donde pasan varios autos. JULIA se acerca a GABRIEL, ambos miran hacia los lados y, cuando no viene ningún auto, cruzan la calle. ESC 10. ARBOLEDA DE MIOPORO. EXT. DÍA. GABRIEL y JULIA caminan animadamente a través de un sendero que es casi imperceptible. Atraviesan varios árboles, agachándose y corriendo las ramas. Ambos están sonrientes pero la expresión de JULIA es de aún mayor contento. Al mirar hacia delante, observan un pequeño hueco por donde se ve el cielo y se dirigen allí. ESC 11. MEDANO DE ARENA. EXT. DÍA. GABRIEL y JULIA caminan por la arena hasta llegar a un enorme médano, en donde se quedan un momento quieto. Ambos miran hacia arriba, el médano pareciera ser inmenso. GABRIEL y JULIA se miran y, al instante, comienzan a subirlo con gran esfuerzo, pero energéticamente. Comienza a escucharse el sonido de algunas gaviotas distantes y el atenuado sonido de un mar lejano. ESC 12. CIMA DEL MEDANO. EXT. DÍA. GABRIEL y JULIA llegan a la parte más alta del médano. Primero llega GABRIEL, quien se para un segundo y mira hacia al frente, sonriendo. Al momento, surge JULIA detrás. GABRIEL le da su mano y la ayuda a dar el último paso hasta la cima. JULIA, algo transpirada y con el pelo delicadamente desarreglado, mira hacia adelante. Se queda quieta y no dice una palabra ni pronuncia sonido alguno. Sus ojos se abren lentamente y se ponen brillosos. A su vez, su boca también se abre sutilmente, con una expresión que pareciera ser de enorme sorpresa y, a su vez, de una gran felicidad. Una pequeña lágrima recorre su mejilla. Frente a ellos, se abre paso una gran playa que choca, en su orilla, con un mar que parece inmenso en relación a la figura de GABRIEL y JULIA. El mar tiene un suave color dorado por la luz del sol matutino que se proyecta sobre él. El sonido del mar, de las gaviotas y el viento es ahora más intenso y envuelve a los dos protagonistas. GABRIEL toma a JULIA de una mano y la mira. Ella, como saliendo de un trance, lo mira. GABRIEL ¿Vamos? JULIA, sonriente, mira a GABRIEL, luego vuelve a mirar hacia el mar y afirma con su cabeza. Ambos comienzan a bajar por la ladera médano de a zancadas, riéndose en el proceso. Se alejan por la playa hasta que se hacen cada vez más pequeños en la distancia. ESC 13. ORILLA DEL MAR. EXT. DÍA. GABRIEL y JULIA llegan a la orilla corriendo y riendo. JULIA, sonriente, se frena frente al mar y lo mira atentamente. GABRIEL deja la mochila en el suelo, se quita sus zapatillas y medias y se deja mojar los pies por una ola que llega. JULIA abre los ojos, se quita su mochila y la deja en el suelo. Luego, se quita sus zapatillas y sus medias. Abre su mochila y saca la caracola, se acerca a la orilla y una ola llega hasta sus pies. JULIA sonríe y deja la caracola en el suelo. Luego, alza la mirada hacia el mar, cierra los ojos y toma una grande inhalación con su nariz. Surgen unos subtítulos que dicen “ayudame a mirar”. FIN.