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NOTA DE CLASE N° 07

TEORÍA NEOCLÁSICA
MERCADO DE BIENES

1. TEORÍA NEOCLÁSICA: OBJETO DE ESTUDIO, METODOLOGÍA,


AGENTE REPRESENTATIVO1
Hacia 1870 surge lo que se conoció como la “revolución marginalista”, que se desarrolló en el
campo de las ideas del pensamiento económico y acompañó y justificó una parte importante de
los hechos sociales y políticos de su época. La elaboración más acabada de esta nueva corriente
estará a cargo de Karl Menger, William Stanley Jevons y León Walras.
El marginalismo tuvo como principal consecuencia a nivel teórico el cambio tanto del objeto de
estudio como de los contenidos de la economía política. Esta última se transformará en lo que
hoy llamamos simplemente “economía”. La desaparición del adjetivo política, si bien fue
gradual, refleja la eliminación del contexto de análisis. El estudio de los fenómenos económicos
dentro de un marco histórico y las relaciones particulares que se dan entre las personas en cada
tipo de sociedad van perdiendo relevancia en los planes de investigación. El resultado de este
proceso es la construcción de una ciencia cada vez más parecida a una ciencia natural y más
alejada del estudio de las relaciones humanas tal como las estudia la economía política.
En este marco teórico las relaciones económicas entre los individuos se originan en el proceso de
cambio y no en la producción. El problema central pasa a ser el de satisfacer las necesidades
humanas en la mayor medida posible con el mínimo de esfuerzo, procurarse el máximo de lo
deseable con el mínimo de lo indeseable. No sólo el conflicto entre las clases desaparece de la
teoría, sino que se aleja a la economía del problema de las relaciones sociales y el estudio de las
leyes económicas que operan en la realidad objetiva, lo cual es sustituido por la formulación de
principios prácticos de conducta individual (como por ejemplo, la maximización de la utilidad).
A diferencia de los clásicos, la teoría del valor marginalista toma en cuenta a las mercancías
sólo como cosas meramente útiles y escasas, a las que llaman bienes, los cuales adquirirán un
precio como resultado del intercambio en el mercado. En este marco, el intercambio será
efectivamente la instancia única para la determinación de los valores de cambio, y el precio de
cada mercancía dependerá de la cantidad disponible en el mercado (oferta), de la riqueza de los
individuos y de la medida en que los gustos de quienes participan en las transacciones se
inclinen hacia ella (demanda).

Una vez generalizadas estas teorías, Alfred Marshall publica en 1890 sus “Principios de
Economía” y funda las bases para el nacimiento de la economía neoclásica tal como hoy la

1
Adaptación de Costa A., Langer A., Rodríguez J. (2003): “Fundamentos de Economía”, Ediciones
Cooperativas, caps. 1 y 2.

1
conocemos. Marshall reconoce, como no lo hicieron sus antecesores marginalistas, que no existe
una forma directa de medir la utilidad o satisfacción que le reporta una mercancía a un
individuo. Es por ello que plantea que sólo a través de los mismos precios podemos medir las
cantidades de utilidad. Así es como la teoría de la formación de precios con base en la utilidad
comienza a tomar cada vez más fuerza en la disciplina económica. Sin embargo, la solución
dada por Marshall nos lleva a un razonamiento circular: las cantidades de utilidad son los
determinantes de los precios, pero como la primera es inmensurable sólo podemos acceder a ella
a través de la medida que nos dan los precios. La utilidad marginal sería el patrón de medida de
los precios, pero a su vez los precios se transforman en el patrón de medida de la utilidad.

Marshall, entonces, centra gran parte de su análisis en los precios y su determinación a partir de
los avatares de la demanda. Para ello realiza una síntesis entre la teoría marginalista moderna y
la teoría clásica de Smith y Ricardo. De aquí el nombre de “neo-clásica”.

La síntesis marshalliana implica tomar la teoría de los costos de producción enunciada por Adam
Smith donde el precio está conformado por la suma de las tasas naturales de la renta, el beneficio
y el salario, complementándola con la teoría de la utilidad marginal decreciente. Renta,
beneficio y salario son las retribuciones (precios) correspondientes a cada uno de los factores
participantes de la producción –tierra, capital y trabajo respectivamente- y su nivel estará
determinado de igual forma que cualquier otro precio: por la utilidad que en el margen le
reporta cada una de estas “mercancías” a los individuos. En realidad lo que aquí sucede es que
cada individuo compara la satisfacción que le reportará su ingreso (ya sea en forma de salario,
beneficio o renta), con el sacrificio o desutilidad (trabajar o arriesgar capital) que ello implicará.

De esta forma Marshall cree solucionar con su síntesis dos importantes problemas de la historia
del pensamiento económico. Por un lado, la indefinición por parte de Adam Smith del origen de
las “tasas naturales” de la renta, salarios y beneficios, y por otro la imposibilidad de cuantificar
las utilidades de los individuos existente en los marginalistas. Sin embargo, como ya se ha
mencionado, éste último problema no se ha solucionado sino que la respuesta brindada es
circular.

Esta situación es la que debieron enfrentar los nuevos teóricos neoclásicos. La solución al
problema fue dada por Edgeworth, Pareto y Fisher, quienes fueron los primeros en desarrollar la
idea de la utilidad ordinal. Según esta concepción la utilidad ya no es el patrón de medida de las
preferencias individuales, sino que sólo las ordena. El individuo racional de la teoría
marginalista ya no mide exactamente cuánta utilidad le otorga el consumo de cada uno de los
bienes, sino que compara y determina cuál de estos le da más y cuál menos utilidad. De esta
forma se reconoce que la utilidad no es una magnitud mensurable, pero no por ello deja de ser
un fenómeno empírico observable, hecho indispensable –para la tradición neoclásica y
positivista de la ciencia- para incluir a la economía dentro del selecto grupo de las disciplinas
científicas. La puerta para reforzar la matematización de la economía y asemejarla cada vez a
una ciencia natural, estaba abierta.

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Los desarrollos de la economía neoclásica centraron todo sus estudios en determinar cómo a
partir de la conducta racional de los individuos (ya sean productores o consumidores) el sistema
de mercados lograba distribuir los recursos escasos existentes entre las múltiples necesidades de
la sociedad.

En este sentido la economía reposa sobre bases muy simples, evidentes a primera vista, pero que
son tomadas de forma universal, genérica, ahistórica y eterna. La teoría del valor, otrora
herramienta fundamental de la economía política para dilucidar la trama oculta de la sociedad
capitalista, es ahora trocada por una teoría de los precios que no busca ir más allá del sentido
común de los individuos.

Por último observamos que la economía toma para sí un método totalmente ajeno a las ciencias
sociales. De hecho, en su afán por darle un carácter científico a la teoría, los marginalistas
primero y los neoclásicos después hicieron todos los esfuerzos posibles para asemejar la
economía a una ciencia natural. En este sentido, la naturalización del sistema llega hasta límites
extremos.

2. MERCADO Y EQUILIBRIO
El primer axioma que, en general, los teóricos neoclásicos toman como innecesario clarificar
debido a la naturalización del sistema económico-social en que vivimos, es aquel que afirma que
la sociedad actual está inmersa en una economía de mercado. Siguiendo a Polanyi:

“Una economía de mercado es un sistema económico controlado, regulado y dirigido


sólo por los mercados; el orden en la producción y distribución de bienes se
encomienda a este mecanismo autorregulado. Una economía de esta clase deriva de la
expectativa de que los seres humanos se comporten de tal manera que alcancen las
máximas ganancias monetarias. Tal economía supone la existencia de mercados donde
la oferta de bienes (incluidos los servicios) disponibles a un precio dado será igual a la
demanda a ese precio. Supone la presencia de dinero, que funciona como un poder de
compra en manos de sus propietarios. La producción estará controlada entonces por
los precios, ya que los beneficios de quienes dirigen la producción dependerán de ellos;
la distribución de los bienes dependerá también de los precios, ya que los precios
forman ingresos, y es con la ayuda de estos ingresos que los bienes producidos se
distribuyen entre los miembros de la sociedad. Bajo estos supuestos, los precios
aseguran por sí solos el orden en la producción y distribución de bienes”

Supuestamente cada individuo tiene abierta la posibilidad de no participar de este proceso y


producir directamente para sí mismo, con lo cual sólo se integrará al mercado cuando obtenga
alguna ventaja de ello. Siguiendo este razonamiento, la economía neoclásica concluye que el
intercambio en el mercado no tendrá lugar a menos que los participantes se beneficien con él.
La cooperación y la participación en la sociedad de mercado se logra sin coerción alguna y sobre
la base de la conveniencia general.

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En consecuencia, detrás de las curvas de oferta y demanda que solemos ver al estudiar los
mercados de bienes y servicios, encontramos que hay acciones de agentes aislados que toman
decisiones racionales en pos de hacer lo mejor posible con los recursos que disponen. Los
individuos tomados de a uno (y su conducta optimizadora) son los que van a determinar el
funcionamiento de la sociedad. En este sentido, la sociedad de mercado no será más que la suma
de las acciones independientes de cada uno de los individuos que la componen. A partir de este
supuesto la conducta racional optimizadora de los agentes se convierte en un modelo
matemático que explica el funcionamiento general de la economía de mercado.

El modelo analítico neoclásico explica cómo se construyen las curvas de oferta y demanda de
bienes y servicios de la economía a partir de las que se derivan las condiciones para la existencia
de equilibrio automático de los mercados. En ese único momento todos los agentes económicos
están cumpliendo con sus planes optimizadores y la economía estará en la mejor de las
situaciones posibles dada la distribución inicial de los recursos.

La construcción de las curvas de demanda y oferta dividen al modelo en dos partes: la teoría del
productor y del consumidor, lo cual a su vez implica dividir a los individuos-agentes de la
economía en productores y consumidores. No existen mayores diferencias entre ellos. Por una
cuestión de naturaleza humana los individuos son necesariamente consumidores, pero así
mismo todos también pueden ser productores. Sólo se debe contar con la iniciativa para serlo, ya
que en una sociedad donde reina el mercado no existe regla o ley alguna que prohíba a los
individuos realizar sus actividades económicas a través del mismo.

Veremos, a continuación, cómo la teoría del productor se centrará en la construcción de la curva


de oferta de mercado. El análisis del (en el apartado 3) se realizará a partir de la conducta
racional de los productores quienes buscan maximizar sus beneficios. Para ello deberán evaluar
cuánto producir y con qué combinación de factores hacerlo

La teoría del consumidor, por su parte, nos indicará cómo se construye la curva de demanda de
cada bien particular. La base de dicha construcción (en el apartado 4) será el comportamiento
individual del consumidor, quien se supone siempre elegirá una canasta de bienes tal que
maximice su satisfacción (utilidad).

Finalmente, en el apartado 5, veremos que la característica central de los mercados derivados a


través del comportamiento racional de los individuos es que todos ajustan automáticamente
hacia posiciones de equilibrio. Este es el único momento donde tanto consumidores como
productores hacen lo mejor que pueden, dado lo que tienen. A esta situación se llega a partir de
que los individuos en libertad absoluta (de comerciar) actúan según lo que pueden, pero
también según lo que quieren, sin que exista traba interna de ningún tipo. La “mano invisible”
del mercado hace posible que, sin la intervención del hombre (del Estado), la persecución del
interés egoísta lleve a la sociedad a la mejor situación dentro de sus posibilidades. La sociedad de
mercado se transforma así en el reino de la igualdad y la libertad, donde no puede reinar otro
sentimiento que la armonía.

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3. TEORÍA DEL PRODUCTOR2

3.1. Presentación
En las versiones básicas de la teoría neoclásica, los productores o empresas (a nuestros fines,
considerados como sinónimos3) son las instituciones o agentes económicos encargados de tomar
las decisiones sobre el tipo y la cantidad de insumos productivos a utilizar para obtener los
bienes y servicios que se ofrecen y comercian en la sociedad (entendida como un conjunto de
mercados en los cuales interactúan los individuos, siendo la asignación del trabajo social la
resultante de dicha interacción). Los productores deciden qué, cómo y cuánto producir y la
teoría neoclásica del productor -que da cuenta de ello- se basa en la forma en que toman esas
decisiones (el comportamiento de los agentes); concretamente, las decisiones de los productores
comprenden el tipo y la cantidad de insumos productivos a utilizar para obtener los bienes y
servicios que se ofrecen en el mercado en determinadas cantidades.
Los insumos productivos son los llamados factores de producción y son tres: la tierra (T), el
trabajo (L) y el capital (K). Se entiende por trabajo a la mano de obra que los empresarios
contratan para la producción4; la tierra es el lugar físico donde se desarrolla la actividad (oficina,
fábrica, parcela de tierra, etc.) y al referirnos al capital estamos hablando de aquellos bienes
producidos que colaboran con la fabricación de un bien final (tractores, computadoras, etc.; es
decir, maquinarias y herramientas en general). Cada uno de los factores de producción recibe
una remuneración: el factor tierra será retribuido con la renta, el capital con el interés y el
trabajo con el salario. Veremos más adelante que la retribución a cada factor se deberá
corresponder –en el marco de la teoría- con su participación en el producto.
De esta forma, de la teoría del productor se deriva la curva de demanda de insumos y de oferta
de bienes y servicios. Esta nota de clase está focalizada en este segundo aspecto, mientras que el
primero será objeto de análisis en la siguiente nota de clase, al abordar específicamente la Teoría
Neoclásica del mercado de trabajo.
Para comprender la forma bajo la cual los agentes económicos toman sus decisiones (su
comportamiento), la clave está en la racionalidad entendida como instrumento: la teoría asume
que los individuos siempre intentarán hacer lo mejor posible con sus recursos; esto significa que
la teoría asume que se comportan tomando decisiones óptimas, que son aquellas que maximizan

2 Adaptación de Costa A., Langer A., Rodríguez J. (2003): “Fundamentos de Economía”, Ediciones
Cooperativas, cap. 4.
3 La teoría neoclásica plantea como productor a todo aquel agente que se proponga concurrir a los
mercados de factores para adquirirlos, combinarlos y producir bienes o servicios. Por otra parte, al
suponer como sinónimos al productor y la empresa, se asume implícitamente que las funciones de
propiedad y de gestión de la empresa están concentradas en un mismo “agente económico”.
4 Nótese que no aparece en este enfoque la diferencia (insinuada por Ricardo y desarrollada por Marx)
entre el trabajo como actividad y la fuerza de trabajo (en tanto capacidad de trabajar) como mercancía.

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un objetivo (para el caso del productor: maximizar sus beneficios, dadas sus restricciones
tecnológicas y económicas, ya que debe pagar un precio por la utilización de los diversos
factores y tampoco puede combinarlos de cualquier manera). Es decir, no tendría sentido
fabricar un bien contratando x personas, si el mismo puede ser producido con las mismas
características utilizando menos trabajadores (obviamente, lo mismo aplica a cualquier otro
factor productivo).

3.2. La función de producción como representación de las restricciones tecnológicas del


productor
El proceso de transformación de factores productivos (L, K, T) en bienes dependerá de la
tecnología existente, de modo que, dada cierta cantidad de insumos utilizados, el nivel de
producción tiene un tope máximo. Es decir: existe una relación entre la cantidad de insumo
utilizada y la cantidad máxima de producto que se puede conseguir, y la función de producción
define esta relación: sólo habrá algunas combinaciones de factores viables para obtener una
cantidad de producción, lo que implica que los productores deben limitarse a adoptar planes de
producción que sean factibles (y óptimos) desde el punto de vista tecnológico.
La función de producción puede expresarse entonces como: Q = f (L, K, T)
Esta fórmula relaciona la cantidad máxima de producto (Q) que puede obtenerse para cada
combinación de tres factores (L, K, T). Si bien se suelen utilizar más de un factor de producción,
los modelos neoclásicos suelen trabajar con dos factores fijos (generalmente capital y tierra) y
uno variable (generalmente el trabajo), o bien con un factor fijo y dos variables. La existencia de
al menos un factor productivo fijo (inmodificable para el productor) se corresponde con lo que
la teoría denomina “corto plazo” (en el “largo plazo” se asume que todos los factores son
variables y la empresa puede ajustar cada uno de ellos a su nivel óptimo).

En este caso, adoptaremos el corto plazo a través de la primera opción (dos factores fijos y uno
variable) ya que es más sencilla de exponer, arribando a las mismas conclusiones (que luego son
generalizables sin mayores inconvenientes para “n” insumos). Si la empresa utiliza un solo factor
de producción variable, por ejemplo trabajo (L), entonces la función de producción representa la
forma en que la empresa puede transformar el insumo L en producto Q (asumidas
implícitamente ciertas cantidades fijas de K y T) y la representación gráfica de la función de
producción Q = f (L) será la siguiente:

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GRÁFICO 1

La curva de la función de producción muestra la máxima cantidad de producto que se puede


obtener con cada nivel de insumo5. Es decir: si la empresa/productor contrata una cantidad L1 de
trabajo, lo máximo que podrá obtener son Q1 unidades de producto. En caso de obtener una
cantidad menor de producto, diremos que el productor está siendo técnicamente ineficiente ya
que obtiene menos de lo que podría producir con esos insumos: estará despilfarrando recursos (y
si consideramos que los insumos tienen un costo y que al productor le interesa tener los
máximos beneficiosos posibles, es lógico suponer que el empresario no pagará por un insumo
que después termina derrochando). Si el productor es racional, entonces, producirá lo máximo
posible conforme a los insumos que utiliza. Es decir, que se ubicará en algún punto de la curva
del GRÁFICO 1 (si contrata L1 trabajadores lo óptimo –en términos técnicos,
independientemente de lo económico- sería que estos produjeran Q1 unidades del bien; si
contrata a L2 trabajadores, deberán producir Q2 unidades del mismo) y así sucesivamente.
En este contexto, de modo adicional consideremos el efecto de un cambio tecnológico, o bien el
efecto de la variación en alguno o todos los factores que habían sido considerados como fijos
(GRÁFICO 2): la curva se desplaza hacia arriba (la curva más alta es la que nos representa este
avance) ya que con la misma cantidad de insumo (por ejemplo: con L1 ahora se puede obtener
una mayor cantidad de producto Q2; con L2 de trabajo se puede obtener Q4 de producto y así
para cada nivel de factor variable).

5 Los puntos (combinaciones de factor y producto) situados por debajo de la frontera de producción
forman parte del “conjunto de producción” (ineficientes, ya que no se obtiene una producción menor a
la que es posible con la tecnología empleada); mientras que aquellas combinaciones ubicadas por encima
serán inalcanzables con la dotación de factores fijos y la tecnología disponible.

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GRÁFICO 2

3.3. El producto marginal decreciente


El producto marginal de un factor (PMg) nos indica cuánto varía la cantidad total producida (Q)
al variar en una unidad adicional ese factor de producción, manteniéndose los demás factores
constantes (o sea: se refiere al corto plazo). Utilizaremos la expresión ∆Q para denotar dicha
variación (∆ significa “variación”, entendida como diferencia entre dos niveles de producto; por
ejemplo: el segmento Q2 – Q1 en el GRÁFICO 2).
Dado que, en nuestro caso, el factor que varía es el trabajo (L), entonces lo que obtenemos es el
producto marginal del trabajo (PMgL). Si, por ejemplo, el PMgL es igual a 5, significa que al
aumentar en una unidad el trabajo contratado se obtienen 5 unidades más de producto.
Analíticamente, podemos expresar la PMgL de la siguiente forma:
PMgL = ∆Q / ∆L 6

La teoría neoclásica considera que, si bien en un primer momento el producto marginal de


cualquier insumo puede crecer, finalmente termina siendo decreciente en el corto plazo. Esto
significa que cada unidad adicional de insumo incrementa el nivel de producto total, pero lo
hace cada vez en menor medida, hasta alcanzar un máximo y luego decrecer (cada vez en mayor
medida). Esta propiedad se conoce como la ley de los rendimientos marginales decrecientes, y se
cumple en el corto plazo porque llega un punto donde el factor que permanece fijo se torna

6 Por ejemplo: si aumenta en 10 horas la cantidad de trabajo y ello ocasiona un aumento de 200 unidades
en el producto, el cociente entre las variaciones (200 unidades/ 10 horas) nos informa la cantidad de
bienes atribuible a cada una de esas 10 horas contratadas (20 unidades/hora) y, en presencia de
rendimientos marginales decrecientes, cada una de las próximas 10 horas arrojarán un resultado menor
a 20 U/h.

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limitante, generando una saturación del factor variable y una disminución de su productividad
(en nuestro caso, la de los trabajadores) y es por ello que la curva que representa la función de
producción (GRÁFICO 1) se vuelve cada vez más horizontal a medida que aumenta la cantidad
del factor L7.
La decisión del productor, dadas las posibilidades y restricciones tecnológicas que se le
presentan, consiste entonces en cuál de todas las combinaciones posibles (L, Q) es la que le
maximiza el beneficio. Pero dado que, hasta aquí, no se ha hecho mención a los precios de los
factores productivos ni al precio del bien que produce, solo podemos sacar conclusiones en
términos físicos (cantidades de insumos y producto) y lo que podemos afirmar es que el
productor no decidirá producir en el tramo inicial de rendimientos marginales crecientes (desde
cero hasta L1 en el GRÁFICO 3) porque al estar obteniendo incrementos crecientes del bien con
iguales dosis de factor variable, el costo unitario de las sucesivas unidades es cada vez menor;
tampoco decidirá producir más allá del máximo que le dicte la función de producción (Q3)
porque estaría obteniendo iguales cantidades de producto (por ejemplo: Q2) con más insumo (L4)
pudiéndolo hacer con menos (L2; donde seguro estará ganando más o perdiendo menos que
produciendo con L4 unidades de trabajo). En definitiva, elegirá alguna combinación de L y Q en
el tramo de rendimientos marginales decrecientes (alguna cantidad de trabajo entre L1 y L3 y su
respectiva cantidad entre Q1 y Q3) y la combinación óptima se definirá (como veremos) según
sea el salario real del mercado y el precio del bien que produce.
GRÁFICO 3

7 En este sentido, puede considerarse que la Teoría Neoclásica generaliza para todos los factores de la
producción la determinación planteada por Ricardo específicamente para la tierra (dado su carácter no
reproducible).

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3.4. La maximización del beneficio
Veamos entonces cómo elige una empresa la combinación de factores a utilizar y el nivel de
producto total, asumiendo que actúa racionalmente maximizando sus beneficios. Para ello
consideraremos los supuestos básicos de la teoría. Un primer aspecto de estos supuestos refiere a
la estructura del mercado; aquí asumiremos que el mercado es de competencia perfecta, lo cual
supone que se cumplen las siguientes características:
• Atomización del mercado: Existe un gran número de oferentes y demandantes, con lo cual
todas las empresas son lo suficientemente pequeñas como para que sus decisiones de
producción afecten al precio del mercado.
• Los productos son homogéneos: esto significa que no existe diferenciación entre los bienes de
una misma industria (ni en cuanto a la calidad ni en cuanto a “marcas”).
• La información es perfecta (no existe incertidumbre): Todas las empresas cuentan con
idéntica información, la cual es accesible para cualquiera de ellas (sobre el precio de los
factores de producción que se ofrecen en el mercado, el precio de venta de cada producto y
demás datos relevantes).
• Igual acceso a la tecnología: Todas las empresas de una industria tienen posibilidad de
acceder a las mismas opciones tecnológicas existentes en el mercado.
• Inexistencia de barreras a la entrada y salida: cualquier productor puede ingresar o salir del
mercado (por ejemplo: no existe un productor que monopolice alguna materia prima
necesaria para producir el bien).
Dado estos supuestos, el precio del bien en un mercado perfectamente competitivo es único y
está dado (es un dato) para el productor individual: la influencia que pueda tener un productor
individual sobre el precio del bien en un mercado de competencia perfecta es nula debido a los
supuestos de bien homogéneo, atomización e información perfecta (si decidiera vender más
caro, los consumidores sabrán que pueden conseguir el mismo bien a menor precio; tampoco
tiene sentido vender más barato para captar una mayor porción del mercado porque su pequeña
escala de producción en relación al total del mercado le permite colocar toda su producción sin
necesidad de bajar el precio). En definitiva, lo único que está en condiciones de decidir para
maximizar sus beneficios son las cantidades: cuánto producir, y qué tipo y cantidad de factores
de producción contratar. En lo que respecta a los precios –tanto de los factores como del propio
bien que produce- actúa como simple “tomador” de esos precios que le impone el mercado y que
para el productor son un dato que no puede modificar.
Como primer paso para desarrollar el criterio de maximización del beneficio que la teoría
supone para el productor, vamos a definir a los beneficios como la diferencia entre el ingreso (I)
y los costos (C):

B=I–C

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El ingreso del productor es igual al precio del producto (P) multiplicado por el número de
unidades vendidas (Q):

I = P.Q

Los costos totales comprenden las retribuciones a cada uno de los factores productivos
intervinientes y se expresan, por lo tanto, de la siguiente forma8:

C = (w.L) + (i.K) + (r.T)

Donde:
w: salario
L: cantidad de trabajadores contratados
i: tasa de interés
K: cantidad de bienes de capital empleado
r: renta pagada por el uso del espacio físico de producción
T: lugar físico donde se desarrolla la producción

El beneficio a maximizar, entonces, es simplemente la diferencia entre la suma de todos los


ingresos y la suma de todos los costos. Reemplazando I y C por sus respectivas expresiones,
tenemos que:

B = I – C = P.Q - [ (w.L) + (i.K) + (r.T) ]9

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Se consideran no solamente los costos explícitos que se nos aparecen a simple vista (como el valor de las
materias primas, los salarios pagados, los alquileres y las máquinas adquiridas), sino la retribución al
total de los factores productivos que intervienen en la producción, considerando el costo de oportunidad
de mercado (costos implícitos). Esto es, se debe tener en cuenta como un costo más de la producción lo
que cada individuo se pierde de ganar por dedicar su esfuerzo, tiempo y/o dinero en ella: un empresario
que invierte dinero en la producción está, por ejemplo, dejando de ganar un potencial interés si pusiera
ese mismo capital a plazo fijo en un banco. De igual forma, si el proceso productivo se desarrolla en un
ámbito propio, digamos en un local, el productor se estaría perdiendo el cobro de un alquiler por el uso
del mismo, y por ello hay que considerar al costo de un supuesto alquiler como costo de producción. A
partir de esta idea, la teoría neoclásica entiende que el interés o ganancia que deja de percibir el
empresario, así como el alquiler o renta que deja de obtener el dueño de la tierra o del espacio físico de
producción, deben considerarse - junto a los salarios pagados a los trabajadores- dentro del total de los
costos de la producción.
9 Notemos que, aún en el caso de que el beneficio sea igual a cero (beneficio nulo) los tres factores

productivos están siendo remunerados.

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Dado que asumimos que el productor cuenta con un solo factor variable (L), su única elección es
cuánto contratar del mismo, sabiendo que todos los demás factores están fijos y que su elección
del factor variable determina una cantidad de producto (recordemos que en competencia
perfecta no puede fijar un precio mayor al establecido por el mercado ni tiene sentido fijar un
precio menor).
En términos generales, la teoría asume que los agentes toman decisiones en términos
marginales: si se pretende maximizar un objetivo (cualquiera sea éste) en un contexto de escasez
(cada decisión tiene un costo de oportunidad), entonces se deberá comparar lo que se gana y lo
que se pierde en cada decisión (la última de ellas, la que está en el margen: la decisión en
términos marginales).
Podemos plantear entonces el criterio de maximización que la teoría supone que adopta el
productor, a la hora de maximizar su beneficio: el criterio consistirá en comparar los costos y los
ingresos atribuibles a cada decisión (un cambio en las cantidades de factor y producto): mientras
la decisión de contratar factor variable adicional para producir más unidades del bien le reporte
un costo extra (el salario establecido por el mercado) menor al ingreso adicional que obtiene al
vender el producto adicional obtenido (vendiéndolo al precio establecido por el mercado), le
convendrá tomar la decisión de contratar más factor variable. En este sentido, dada la ley de
rendimientos marginales decrecientes, dicha diferencia irá disminuyendo a medida que contrata
y produce más. Esto puede plantearse de dos maneras alternativas, con idéntica conclusión:
 Contratar trabajadores adicionales implican siempre el mismo costo adicional (el salario
de mercado), que por la referida ley producen cantidades adicionales positivas pero
decrecientes, de modo que el ingreso marginal (precio de mercado por cantidad) es
decreciente. Así, el beneficio marginal que se obtiene produciendo cantidades
adicionales es positivo pero decreciente, y a partir de un momento se vuelve negativo
(constituyendo una resta del beneficio total)
 Producir cantidades adicionales implican siempre el mismo ingreso marginal (dado el
precio de mercado), pero dada la ley de rendimientos marginales decrecientes, esas
unidades adicionales requieren cada vez de más trabajo y, por tanto, mayores costos
marginales (dado el salario de mercado), ocurriendo lo mismo que lo señalado en el
punto anterior.
En definitiva, mientras los ingresos marginales (el ingreso que se obtiene por producir una
unidad adicional) sean mayores a los costos marginales (costo de producir una unidad adicional),
esta decisión tendrá un efecto positivo en el beneficio total (estará incrementando el beneficio
total si lo estaba obteniendo). En caso contrario, tomará la decisión inversa (contratar menos
factor variable y producir menos).
Para formalizar este criterio de decisión, definimos las siguientes variables:
 Costo Marginal (CMg): es el costo de la última unidad producida; en nuestro caso, dado
que sólo se puede alterar la producción contratando más o menos trabajo, tendremos
que:

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CMg = (w. ∆L) / ∆Q10 (siendo w el salario por hora)

 Ingreso marginal (IMg): es el ingreso atribuible a la última unidad (adicional) producida;


dado que asumimos un mercado perfectamente competitivo, tendremos que:

IMg = (P. ∆Q) / ∆Q = P11

Es evidente, entonces, que el productor maximizará el beneficio cuando se iguale su costo


marginal con el ingreso marginal. Si “frena” antes, se está perdiendo de incrementar el beneficio
total. Si “se pasa”, está disminuyendo el beneficio total. En consecuencia, la regla de decisión
que debe seguir el individuo- productor para maximizar sus beneficios puede ser expresada
como:

CONDICIÓN DE MAXIMIZACIÓN DEL BENEFICIO: IMg = CMg

Reemplazando IMg y CMg por las expresiones obtenidas anteriormente, tenemos:

IMg = CMg
P = (w. ∆L) / ∆Q
Haciendo pasaje de términos: ∆Q . P = w. ∆L
Obteniendo finalmente: ∆Q/∆L = w/P
Dado que L (como ya vimos) expresa la productividad marginal del trabajo (PMgL), la
condición de maximización queda expresada como:
PMgL = w/P

Y siendo w/p la expresión del salario real (el salario nominal w, expresado en pesos, dividido el
precio del producto: en definitiva, el salario expresado en términos físicos como capacidad de
compra de bienes), podemos concluir que el productor racional neoclásico maximizará su
beneficio cuando logre igualar la productividad del trabajador con el salario real que deba pagar
(a los precios que el mercado le imponga):

PMgL = salario real

10 Por ejemplo: si la hora de trabajo en el mercado se paga a 100 $/h y se contratan 2 horas adicionales que
arrojan una variación en el producto de 10 unidades, el CMg de cada unidad será de 20 $/u.
11 En competencia perfecta, el ingreso marginal equivale al precio del bien; cada bien adicional genera el

mismo ingreso (precisamente: el precio al cual se vende).

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Es decir que el empresario, al comportarse racionalmente, debe producir en términos físicos la
cantidad de bienes que iguale el producto marginal del trabajo (concepto físico) a la
remuneración de este factor (el salario real, que también es un concepto físico).
En dicha expresión, realizando un pasaje de términos, se obtiene la referida condición de
maximización, según la cual la Productividad marginal se iguala al salarial real.
En este punto, resulta de interés recordar que este mismo razonamiento puede ser replicado para
cada uno de los otros factores productivos. De esta manera, una conclusión relevante en el
contexto de la teoría neoclásica es que la retribución a cada uno de los factores aparece como
una determinación técnica, asociada al aporte material que cada uno de ellos realiza al proceso
de producción. En este sentido, podemos hablar de una distribución del ingreso armónica, al
menos en el sentido que la misma es “determinable” en función del aporte de cada factor a la
producción.

3.5. Obtención de la curva de oferta de un bien para el productor individual


En base a la condición de maximización del beneficio obtenida, podemos deducir y obtener la
curva de oferta del bien producido, que representará y reflejará gráficamente dicho
comportamiento maximizador.
El GRÁFICO 4 presenta la curva de oferta del bien producido. Dicha curva no es otra cosa más
que una colección de puntos que representan combinaciones óptimas de precio y producto que
maximizan el beneficio: al nivel de precio P2 la cantidad ofrecida que le maximiza el beneficio
será Q2. A mayor precio del bien (por ejemplo: P3) el salario real será menor, se demandará más
trabajo y se obtendrá (y ofrecerá) una mayor cantidad de bienes (en una cuantía dada por la
PMgL; en el gráfico corresponde al nivel Q3) para maximizar el beneficio. El mismo
razonamiento puede ser hecho cambiando el sentido de las variaciones: ante un P1 (recordar que
la empresa es una simple “tomadora de precios” en competencia perfecta), la empresa debería
ofrecer una menor cantidad de producto (Q1) si pretende seguir maximizando el beneficio
(aunque sea a un nivel menor al obtenido bajo precios del bien mayores: de lo que se trata, es de
obtener el mayor beneficio posible a distintos niveles de precios12). En definitiva, la curva de
oferta de bienes plantea una vinculación directa entre el precio del producto y la cantidad
ofrecida por el productor (la curva presenta una pendiente positiva: las variables se relacionan

12 Cabe señalar que en el corto plazo la empresa puede tener beneficios o pérdidas, ya que no puede
ajustar óptimamente la totalidad de sus factores productivos (algún factor, fijo, no puede ser ampliado
ni reducido). En caso de ganar, se supone que sus decisiones serán tales que logre el máximo beneficio;
en caso de perder, intentará perder el mínimo posible. Dado que no puede cerrar (recordar que algún
factor productivo es inmodificable) la decisión -en el corto plazo- consiste entre producir (y cuánto) o
no producir en absoluto y asumir una pérdida equivalente a sus costos fijos (denominados “costos
hundidos”); pero –repitamos- no puede cerrar. A diferencia del corto plazo, como ya se dijo, en el
largo plazo todos los factores pueden ser ajustados óptimamente. Por ello, se asume que ninguna
empresa estará obteniendo pérdidas a largo plazo (ya que puede eventualmente deshacerse de todos los
factores productivos y –en este caso sí- cerrar y abandonar el negocio).

14
en el mismo sentido; un aumento (disminución) en el precio implicará un aumento
(disminución) de la cantidad óptima del bien que produce.

GRÁFICO 4

3.6. Obtención de la curva de oferta de un bien para la totalidad del mercado


Por último, para obtener la curva de oferta de un bien para la totalidad de los productores,
simplemente se suman horizontalmente las curvas individuales: para cada nivel de precios se
suman las cantidades ofrecidas por cada empresa, que diferirán según su correspondiente
función de producción (el GRÁFICO 5 representa el ejemplo de la oferta de un bien cualquiera).

GRÁFICO 5

15
De esta forma, la curva de oferta del mercado (de cualquier bienes o servicio de la economía), al
concebirse analíticamente como la sumatoria de distintas cantidades óptimas/maximizadoras
individuales para cada nivel de precio, representa las decisiones óptimas simultáneas de todos y
cada uno de los productores (en cada punto sobre la curva del mercado, maximizan
simultáneamente sus respectivos beneficios), dada la función de producción y los precios de
mercado de insumos y bienes. En pocas palabras, todos los puntos de la curva de oferta
representan una situación óptima para los productores.

4. TEORÍA DEL CONSUMIDOR13

4.1. Presentación
La teoría del consumidor, como veremos a continuación, presenta importantes similitudes en
cuanto a la lógica con la cual está concebida y construida respecto a la teoría del productor. Así,
de la misma manera que la teoría del productor se propone dar cuenta del comportamiento
maximizador de las empresas sobre la base del comportamiento del agente individual
representativo, la teoría del consumidor es la explicación neoclásica acerca de la forma en que
los individuos en su rol de consumidores toman sus decisiones a la hora de obtener la máxima
utilidad (satisfacción, placer) del ingreso que obtienen a través de la venta de algún factor
productivo de su propiedad. En este sentido, de la Teoría del consumidor se derivará la curva de
demanda de bienes y de oferta de factores productivos. Nos concentramos aquí, al igual que lo
realizado para la teoría del productor, en la decisión de demanda de bienes, para trabajar, en la
siguiente nota de clase, en la curva de oferta (en particular, de trabajo).
Los consumidores/familias14 se caracterizan por utilizar todos ellos la misma racionalidad
instrumental a la hora de tomar sus decisiones. Asimismo, todos los consumidores están
limitados por una restricción: si en el caso del productor la restricción venía dada por la
tecnología y por los precios (de los factores productivos y del bien que produce), las decisiones
de los consumidores están condicionadas por la magnitud de su ingreso (que es el precio de
algún factor productivo por la cantidad del mismo ofrecida) y por los precios de los bienes y
servicios en el mercado.
Cierto es que los consumidores se diferencian en cuanto a la fuente de la cual obtienen su
ingreso, como así también difieren en cuanto a sus gustos o preferencias. Sin embargo, lo
relevante para la teoría, vale la pena insistir, es la forma que adopta el comportamiento

13 Adaptación de Costa A., Langer A., Rodríguez J. (2003): “Fundamentos de Economía”, Ediciones
Cooperativas, cap. 3.
14 Se suele hablar de consumidores o familias: en todo caso, se trata de la unidad mínima de decisión
respecto a la asignación del ingreso obtenido (las familias son las propietarias del capital, la tierra y el
trabajo).

16
individual: cómo toman sus decisiones apelando a la racionalidad como instrumento y a su
conciencia maximizadora en términos utilitarios (puesto en términos sencillos: la felicidad
vendría dada por la capacidad de consumir). Así, el estudio de un consumidor optimizador
individual es sólo un paso hacia el estudio de los consumidores en el mercado, el espacio donde
se juega la asignación del trabajo social en el marco de la teoría neoclásica, como así también la
distribución.
El argumento general de la teoría del consumidor se basa en la racionalidad de cada agente
consumidor, que debe tomar la decisión de elegir la mejor canasta de consumo (la combinación
de bienes que le brinda mayor satisfacción) de un conjunto de opciones asequibles (las que
pueda adquirir dado su ingreso una vez decidida la parte que destinará al ahorro).
De la misma forma que se asumía que el productor no derrochaba insumos (o sea: elegía
combinaciones de trabajo y producto sobre la curva de la función de producción; siendo
ineficientes las combinaciones por debajo de dicha curva e inalcanzables las combinaciones por
encima de ella) acá es el consumidor quien agota todo su ingreso (luego de ahorrar, si puede y
quiere15) en el consumo de bienes y servicios. Siendo así, la decisión de destinar una mayor parte
de su ingreso a la adquisición de un determinado bien, implicará necesariamente como
contracara la decisión de restarle ese mismo ingreso a la adquisición de algún/os otro/s: si bien el
costo explícito de una entrada al cine son 500 pesos, el costo de oportunidad de una entrada de
cine es todo aquello a lo que debe renunciar (el placer que nos reportarían esos 500 pesos
gastados en otros bienes), y esto último se asume que es lo que evalúa el consumidor racional y
maximizador.
Y así como en el caso del productor se asumía la ley de la productividad marginal decreciente
del factor productivo, ahora se asume la ley de la utilidad marginal decreciente de los bienes:
cada unidad adicional de un bien agrega satisfacción al consumidor, pero en términos
decrecientes (más es mejor, pero cada vez de a menos)16.
Asumiremos también que estamos en presencia de mercados perfectamente competitivos para
todos y cada uno de los bienes candidatos a integrar la canasta óptima. Esto significa que los
consumidores son tomadores de precios (sus ingresos -que son precios de factores productivos- y
los precios de los bienes que consumen son datos: el consumidor no los pueden modificar con
sus decisiones individuales, las cuales aplican exclusivamente a la composición de la canasta
maximizadora).

Antes de pasar al criterio de maximización del consumidor, presentamos un conjunto de


supuestos adicionales: para realizar sus elecciones de consumo los individuos deben poder

15 La decisión de las familias acerca de qué porción del ingreso destinar al ahorro, es también una decisión
en términos de maximización: en este caso, entre consumir en el presente o privarse de ello a cambio
de un consumo futuro incrementado por el interés (en términos reales) recibido a cambio.
16
Así como la producción comenzaba a decrecer a partir de un nivel máximo, la utilidad que aporte una
unidad adicional de un bien puede llegar a ser negativa (el bien se convertiría en un “mal” que genera
des-utilidad: el consumidor racional, lógicamente no pagaría por algo que le genere displacer así como
el productor no pagaría por un insumo que le ocasione una caída en la producción.

17
ordenar las canastas accesibles de acuerdo a sus preferencias (es decir, en función de la utilidad o
satisfacción que les produce su consumo17). Se supone que el consumidor siempre elegirá la
canasta que prefiera si tiene la posibilidad de hacerlo.

La teoría plantea, entonces, que las preferencias deben satisfacer una serie de axiomas:
completitud, reflexibilidad y transitividad:

 El axioma de completitud postula que siempre es posible comparar dos canastas


cualesquiera. Es decir, descarta la posibilidad de que existan opciones incomparables; el
individuo siempre tiene una preferencia bien definida entre dos posibles alternativas, ya
sea porque prefiere una a otra o porque le dan exactamente lo mismo.
 El segundo axioma, al postular que las preferencias son reflexivas, establece un criterio
de racionalidad mínimo: una canasta le reporta al consumidor la misma satisfacción que
otra canasta exactamente igual a la primera.
 Por último, el axioma de la transitividad postula la coherencia en el comportamiento del
individuo en sus elecciones. Implica que es imposible que el agente se enfrente a una
secuencia de posibilidades en las que sus preferencias presenten circularidad. Por
ejemplo, pensar que una manzana es al menos tan buena como una banana y que una
banana es al menos tan buena como una mandarina, pero preferir una mandarina a una
manzana.

Asimismo, y de manera análoga al caso del productor, se adopta el supuesto de reversibilidad de


las decisiones: hasta el momento de tomar efectivamente la decisión respecto a la canasta
maximizadora de la utilidad, se asume que el individuo puede cambiar de opinión y revertir sus
decisiones todas las veces que fuera necesario (por más que en la realidad esto no suceda, la
teoría supone que los individuos actúan como si lo hubiesen hecho).
Tenemos entonces que los supuestos en los que se basa la teoría del consumidor hacen
referencia a la estructura de los mercados (competencia perfecta, en este caso), al
comportamiento y la conciencia individual (conducta racional y maximizadora), a las decisiones
(reveribles) y a las preferencias (completitud, reflexividad, transitividad).
Recordemos ahora el criterio general de maximización en el marco de escasez (donde las
decisiones implican un costo de oportunidad): el criterio consiste en evaluar los costos de
oportunidad y los beneficios atribuibles a un pequeño cambio, un cambio marginal: en este caso,
las decisiones consistirán en la reasignación del ingreso entre un bien y otro/s.

17 Al referirnos a las preferencias del consumidor no nos interesa de dónde brotan dichas preferencias, ni
si el hecho de elegir determinado bien obedece en realidad a cierta “necesidad” (ya sea fisiológica o de
otra índole) o bien responde a un consumo superfluo. Bajo el concepto de preferencias o gustos,
englobamos todos estos aspectos.

18
4.2. La maximización de la utilidad
El criterio de maximización del individuo al decidir su canasta de bienes consistirá en igualar la
utilidad marginal por peso gastado en cada bien: sólo cuando ello ocurra, el consumidor estará
eligiendo la canasta óptima y no tendrá incentivos a modificarla (en tanto se mantengan
constantes sus gustos y todos los precios).
Esto es así porque cada decisión de alterar la composición de una canasta de bienes implica
obtener más satisfacción por un lado y sacrificar satisfacción por el otro: si se destina una
porción mayor del presupuesto al bien “A” se deberá renunciar a otros bienes; y por el contrario:
renuncia ciertas unidades del bien “A” abre la posibilidad de acceder a una mayor cantidad de
otro/s bienes. La cuestión, entonces, pasa por comparar niveles de satisfacción ganados y
perdidos con cada elección, pero ponderando dichas variaciones en la utilidades marginales por
los respectivos precios: retomando el ejemplo anterior, 500 pesos en cine puede implicar un gran
nivel de satisfacción (si hace mucho tiempo que el consumidor no concurre al cine) o
relativamente poco (si es la séptima vez en la semana que concurre). Pero la decisión racional
debería considerar cuánto rinden esos mismos 500 pesos en cualquier otro bien: un viaje a
Europa podría tener una mayor utilidad marginal que “esa” película (sea la única de la semana o
la séptima) pero lo cierto es que con 500 pesos ni siquiera podría llegar al aeropuerto, y además
podría comparar la utilidad adicional de esos 500 pesos en cine con la utilidad adicional que le
generarían los 500 pesos puestos en cerveza, peluquería, y todos y cada uno de los bienes.
En definitiva, se trata de la decisión de consumo de distintos bienes que maximice la utilidad
que se puede obtener del consumo de bienes y servicios, dado el ingreso total y el precio de los
bienes. En este sentido, corresponde destacar que, por más extraño y “forzado” que aparezca el
desarrollo de la teoría del consumidor, no se trata más que de la formalización de una cuestión
de puro sentido común.
Podemos entonces expresar la utilidad marginal por cada peso puesto en cada bien como:
UMgA / PA

Siguiendo con el ejemplo: si el bien “A” fuera el cine y suponiendo que se pudiera cuantificar su
utilidad marginal18 (que será decreciente a medida que más se consuma), y si dicha utilidad
marginal fuera de 1.000 “útiles”, entonces cada peso puesto en cine le rendiría 1000 útiles / 500 $
= 2 útiles por peso gastado en cine. En la medida que esos pesos puestos el bien “A” le rindan
más que en cualquier otro bien, decidirá asignar esos 500 pesos a demandar ese bien “A”; si le
rinden más en otro bien lo reasignará (decidirá no ir al cine y gastarlos en cerveza o algún otro
bien). En definitiva, cuando logre igualar la utilidad marginal por peso gastado en todos y cada
uno de los bienes, es cuando no tendrá ningún incentivo a revertir su decisión habrá hallado su

18 En esta Nota de clase, a fines puramente expositivos, consideramos que la utilidad es medible. En rigor,
esta cuestión fue objeto de debate al interior de la propia teoría neoclásica, en función de las críticas
recibidas. Consecuentemente, desarrollos posteriores comenzaron a considerar la utilidad como algo
“ordinal”, en el sentido que en sí mismo, para el razonamiento desarrollado, no importa la medición de
la utilidad, sino que los consumidores puedan “ordenar” distintas composiciones de la canasta de
bienes en según le reporten mayor o menor utilidad.

19
canasta óptima y obteniendo la máxima utilidad posible de su ingreso, dados los precios de los
bienes.
La condición de maximización de la utilidad del consumidor modelo, puede expresarse entonces
de la siguiente manera:
UMgA/PA = UMgB/PB = UMgC/PC = UMgD/PD = ….. = UMgZ/PZ

4.3. Obtención de la curva de demanda de un bien del consumidor individual


Para obtener finalmente la curva de demanda del consumidor individual (por ejemplo, del bien
“A”) sólo tendremos que suponer una variación en su precio: un precio mayor del bien “A”
significará para el consumidor una menor utilidad marginal por peso gastado en dicho bien19
respecto a la del resto de los bienes (que en principio se mantiene constante para cada uno de
ellos) y ello derivará en la decisión de reasignar su presupuesto desde el bien “A” (gastar menos
en él20) hacia otro/s bien/es; esto es: demandará una menor cantidad del bien “A” (y al revés:
para precios menores del bien, la utilidad marginal por peso gastado en él será mayor respecto a
otros bienes, decidiendo demandar una mayor cantidad del mismo). Relacionando distintos
niveles de precio del bien con sus cantidades demandadas (que le maximizan su satisfacción)
obtenemos la curva de demanda (que expresa el deseo de adquirir un bien; la cantidad que está
dispuesto a adquirir a cada precio posible, dados sus gustos, su ingreso y el precio de los demás
bienes)21:

19 al dividirse por un denominador mayor (intuitivamente: dado que se requiere más dinero para
apropiarse de la utilidad de dicho bien, la utilidad de cada peso puesto en él será necesariamente
menor).
20 Esto en principio: siempre que no se trate de un bien que sea estrictamente necesario para el
consumidor y con un peso relativamente bajo en su presupuesto (ejemplo: un aumento del 2% en el
precio de las aspirinas no alteraría su decisión de adquirir una aspirina al mes, si fuera el caso; pero un
aumento del 20% en el taxi puede implicar que reduzca su demanda mensual de taxi a la mitad).
21 Una variación en alguna de esas variables que se asumen fijas en el gráfico (gustos, ingreso, precios de
otros bienes), ocasionará un desplazamiento de la curva de demanda hacia la izquierda o hacia la
derecha, según sea el caso. Por ejemplo, una caída en el precio del teatro (si el consumidor lo considera
como un sustituto del cine) generaría una menor cantidad demandada de cine para cada mismo nivel
de precio graficado, desplazando la curva entera hacia la izquierda.

20
GRÁFICO 6

Podemos obtener, entonces, una conculsión muy importantes para la totalidad de la teoría
neoclásica: los precios de los bienes son un reflejo de la utilidad que los individuos le otorgan a
los bienes. Además, como son determinados por la utilidad marginal, cuando más escaso es un
bien, mayor será la utilidad marginal que le brinde y por tanto mayor será su precio. En
definitiva, para la teoría neoclásica los precios son indicadores de utilidad y escasez.

4.4. Obtención de la curva de demanda de un bien para la totalidad del mercado


De la misma forma que en el caso de la oferta de bienes, para obtener la curva de demanda de un
bien correspondiente a la totalidad de los consumidores, se deberán sumar horizontalmente las
curvas individuales: para cada nivel de precios se suman las cantidades demandadas por cada
consumidor, según sus particulares gustos/preferencias y niveles de ingreso (el GRÁFICO 7
representa el ejemplo de la demanda de un bien cualquiera).

21
GRÁFICO 7

De esta forma, la demanda del mercado (de cualquier bien o servicio de la economía), al
concebirse analíticamente como la sumatoria de distintas cantidades óptimas/maximizadoras
individuales para cada nivel de precio, representa las decisiones óptimas simultáneas de todos y
cada uno de los consumidores (en cada punto de la curva del mercado, maximizan
simultáneamente sus respectivas utilidades y estarán optimizando la asignación de su ingreso).

5. EQUILIBRIO EN EL MERCADO DE BIENES22

Habiendo obtenido por separado las curvas de oferta y demanda de un bien cualquiera que se
presente en el mercado, veremos ahora los mecanismos que interactúan para determinar el
precio y la cantidad transada de cada uno de los bienes de la economía.
Al momento ya sabemos que oferentes y demandantes (productores y consumidores) actúan en
un mercado y que es allí donde se forman las curvas de oferta y demanda. Sin embargo, aún no
hemos avanzado demasiado en el camino hacia una explicación exacta acerca de qué es un
mercado para la teoría neoclásica y cuáles son los mecanismos que se activan para determinar la
cantidad y el precio de cada uno de los bienes que existen en la sociedad.
Suele definirse al mercado como el conjunto de mecanismos mediante los cuales los
compradores y los vendedores de un bien o servicio están en contacto para comerciarlo. Como
hemos visto, existe un mercado para cada bien que se halle en la economía, incluidos los factores
productivos: el capital, la tierra y el trabajo.

22 Adaptación de Costa A., Langer A., Rodríguez J. (2003): “Fundamentos de Economía”, Ediciones
Cooperativas, cap. 5.

22
Para la teoría neoclásica el mecanismo de mercado es autorregulado: esto significa que cada uno
de los mercados existentes tiende, automáticamente, a igualar las cantidades ofertadas y
demandadas de cada bien. Gráficamente esta situación se representa con la intersección de las
curvas de oferta y demanda, punto en el cual se cumple la condición de equilibrio (punto E del
GRÁFICO 8). Como nos estamos refiriendo a un bien en particular, y no a toda la economía, se
denomina “equilibrio parcial”.

GRÁFICO 8

Como vimos en la teoría del consumidor, sólo sobre la curva de demanda se encuentran las
elecciones óptimas de los consumidores. A la vez, en la teoría del productor concluimos que sólo
sobre la curva de oferta se hallan las elecciones óptimas de los productores. En consecuencia, el
único punto donde TODOS los agentes de la economía están tomando decisiones que los
satisfacen (óptimas) es donde se cruzan las curvas de oferta y demanda. En cualquier otro punto
fuera del equilibrio alguno de los agentes tendrá incentivos para cambiar sus planes. Con lo cual,
el precio de mercado y las cantidades transadas sólo se mantendrán estables cuando los planes de
todos los individuos sean compatibles, esto es en el equilibrio. Esta es la única situación en la
que, a un nivel de precios determinado, todo el que quiere vender lo hace en la cantidad que
desea y todo el que quiere comprar lo hace en la cantidad justa. La escuela neoclásica concibe al
equilibrio como la única y mejor situación posible a la que puede llegar la sociedad, y esto se da
a condición de que se deje a los individuos en libertad (de comerciar). Así, la teoría demuestra
que la persecución del interés egoísta por parte de cada individuo aislado los conduce a una
posición deseable desde el punto de vista social.
¿Pero, cómo se llega a ese equilibrio? La idea fundamental es que el mecanismo de mercado se
equilibra automáticamente, a condición de que se lo deje actuar en libertad. Para entender este
funcionamiento, veamos el GRÁFICO9 y consideremos un precio de 15 $/u: a dicho precio la

23
suma de las demandas de todos los consumidores (180 unidades) es menor que la suma de las
cantidades ofrecidas por los productores (230 unidades). Este exceso de demanda de bienes (EOB
en el gráfico) generará un descenso del precio (para cualquier nivel de precios mayor a 10$/u). A
la inversa, si el precio fuera 5 $/u lo que tendríamos ahora es que la cantidad demandada del
bien (240 unidades) supera a la que los productores están dispuestos a ofrecer para maximizar
sus beneficios (sólo 100 unidades). Este exceso de demanda (EDB en el gráfico) para todos los
precios menores a 10$/u ocasionará un aumento del precio (que irá reduciendo la diferencia
entre cantidades demandadas y ofrecidas).

Como podemos concluir, el ajuste del precio se detendrá en el momento en que la cantidad
demandada del bien sea exactamente igual a la cantidad ofrecida. Sólo en ese momento el
mercado habrá alcanzado el precio de equilibrio, al cual se realizarán las transacciones: todos los
oferentes lograron vender su producción de 200 unidades (maximizando su beneficio) y todos
los demandantes que quisieron pagar los 10$ obtendrán dicho bien (en la cantidad que les
maximiza su utilidad: precisamente 200 unidades).

GRÁFICO 9

El equilibrio se logra prácticamente de forma instantánea y tanto los oferentes como los
demandantes se encuentran satisfechos dado que cumplieron sus planes. Es por ello que en el
equilibrio no existe ninguna razón que lleve a que los consumidores o los productores tengan
incentivos para cambiar sus decisiones, con lo cual el equilibrio se mantiene a lo largo del

24
tiempo. Sólo fenómenos exteriores al funcionamiento del mismo mercado podrían generar
cambios.
Como hemos visto, tanto ante un exceso de oferta como ante un exceso de demanda el mismo
mecanismo autorregulador del mercado hace que éste tienda al equilibrio. Por ello, dicho
equilibrio es entendido como estable: una vez alcanzado, ningún mecanismo propio del
funcionamiento interno del mercado puede perturbarlo. Más aún, ante cualquier perturbación
externa23 que provoque algún desequilibrio serán los propios mecanismos del libre mercado los
que repararán esta situación. La única circunstancia que impediría dicho ajuste sería una
intervención externa (ajena) al funcionamiento del mercado, tal como:
 la fijación por parte del gobierno de un precio mínimo (que no se permita que descienda
más allá de cierto nivel; por ejemplo: los 15$/u del GRÁFICO 9), cristalizando una
situación de exceso de oferta del bien;
 la existencia de un precio máximo (por debajo del nivel de equilibrio), no permitiéndose
que suba (por ejemplo: más allá de los 5$/u en el GRÁFICO 9), impidiendo así que el
mercado resuelva automáticamente el exceso de demanda de bienes.

Podemos concluir que el equilibrio en un mercado perfectamente competivo, entonces, es


concebido en el marco de la teoría neoclásica como una situación óptima y estable:
 Optimo: en tanto todos los agentes maximizan sus objetivos conjuntamente (si no
cambia ninguna condición, los agentes no tendrán incentivo ni motivo alguno para
modificar sus decisiones. (meter Pareto?)
 Estable: si se modifica alguna de las condiciones que se suponen dadas (la tecnología, el
precio de algún factor productivo, los gustos, los ingresos o los precios de otros bienes
relacionados) entonces las decisiones de los individuos se verán modificadas (para volver
a maximizar bajo las nuevas condiciones), el mercado saldrá del equilibrio
momentáneamente (gráficamente: se desplazará alguna de las curvas) y el ajuste de los
precios (a la suba o a la baja, según el caso) asegurará que el mercado arribe a una nueva
situación de equilibrio.

23 Dichas perturbaciones consisten en variaciones de cualquiera de las variables que determinan las
cantidades ofrecidas y demandadas (que no sean el precio): cambios en la tecnología, en los precios de
algún factor productivo, en los precios de otros bienes relacionados, en los gustos y en el ingreso de los
consumidores.

25

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