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FACULTAD DE FILOSOFÍA, EDUCACIÓN Y CIENCIAS HUMANAS

CARRERA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN CON ESPECIALIDAD EN FILOSOFÍA Y


CIENCIAS HISTÓRICO SOCIALES

HABILIDADES PARA LA DOCENCIA

Vivencias en la época escolar y la actitud de los docentes

Alumna: Francis Erika Cordova Rios

Docente: Eva Boyle

Lima, junio de 2023


Vivencias en la época escolar y la actitud de los docentes
En la escuela yo era considerada una niña problema, al punto de tener matrícula condicional.
Son dos de las experiencias más significativas que recuerdo de mi paso por la escuela. La
primera es cuando me raspaba las rodillas por corretear en el patio del colegio. La segunda es
referente a un accidente que sufrí por el mal estado del mobiliario del colegio, me cayó una
persiana de metal en el tabique de la nariz.

En cuanto a la primera experiencia la recuerdo vívidamente, era un día soleado de primavera


y jugábamos a las chapadas. estaba en 4to de primaria. Yo como siempre torpe, con pie plano
y usando zapatos ortopédicos caí al suelo y me raspe las rodillas. Entonces mis compañeros
llamaron a la miss Saavedra, una persona de la tercera edad, que siempre tenía el gesto adusto
y el pelo blanco como la nieve. Con un tono de reclamo me indicó que la siguiera y el camino
a la enfermería me iba reclamando el porqué era tan traviesa. Es importante señalar la
extrema diferencia en mi relación con los adultos mayores en la escuela y la casa. Mientras
en la escuela la miss Zabredra era sinónimo de miedo y angustia, en casa mi abuela y mi
bisabuela eran sinónimo de cuidado, de engreimiento y afecto. Mientras para esa profesora
era un fastidio curarme las rodillas heridas, en casa cuando me enfermaba o me hacía una
herida mi abuela y mi bisabuela me cuidaba con dedicación, ternura y cariño. Regresando a la
experiencia llegamos a la enfermeria y habia un banquito al que te subías y una fuente tipo
videte donde apoyas la rodilla, aun recuerdo sus manos frías y su rostro molesto, el agua tocó
mi rodilla y la sensación de dolor pasó por mi espina dorsal, no quedaba otra que aguantar.
Termino de lavarme la herida y me mando al salón de clases, sin antes recordarme que no
debo de correr en el patio. Aún hoy más de 24 años después me parece indignante que le
digan a una niña que no puede jugar, cuando es la niñez el tiempo para ello.

La segunda experiencia expresa un poco la cultura institucional del colegio, donde pase casi
toda la primaria y la secundaria. El lema de la escuela es Honor, Amor y Servicio, pero dista
mucho de lo que realmente pasaba en el día a día. Estaba en sexto grado de primaria, era la
media mañana, cuando el sol entró por la ventana y como cualquier otro alumno se acercó a
bajar la persiana. Mientras movía la cadena de la persiana escuche un sonido estridente, no
sentí el golpe solo vi la persiana en el piso. Sentí que un líquido tibio salía de mi nariz,
instintivamente llevé las manos a la cara y cuando las alejé de mi rostro y las vi estaban
manchadas de sangre. La sangre seguía escurriendo de mi nariz, se hizo un charco en el piso,
mis compañeros llamaron a la profesora a cargo. Mi madre que es médico me había instruido
en cuestiones básicas como parar una hemorragia nasal, curarme las heridas, que tomar para
mis alergias y qué hacer en caso de fiebre, por ello apreté mi nariz y la hemorragia paró. La
profesora a cargo llegó, al ver que ya no había hemorragia prosiguió a dictar la clase. No me
llevaron a la enfermería, tampoco llamaron a mis padres y mucho menos me trasladaron a un
centro médico donde me pudiera atender un médico. A mis padres nunca se les informó de lo
sucedido. Años después desarrolle una giba en el mismo lugar del golpe, cuando me realice
una septorinoplastia, por mis alergias, el otorrinolaringólogo me indicó que el callo óseo en
mi tabique nasal era consecuencia de una fractura.

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