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Sociología de la Educación (Cátedra Meo)

Segundo cuatrimestre 2023


UNIDAD 2.

Narrativa biográfica sobre la trayectoria escolar en el nivel secundario


CASO: AYELÉN

Cursé la secundaria en el Normal Belgrano de Tigre desde 1990 hasta 1994. Era una
escuela cerca de mi casa. Soy de Escobar y toda la primaria la hice por la mañana,
cuando llegó el momento de decidir a dónde seguiría mi formación me anoté en el
Normal Sarmiento de Escobar (escuela estatal). Mi maestra de 7mo grado les sugirió a
mis padres que me anotara en alguna escuela Normal porque eran mejores que otras
escuelas cercanas.
En la Normal Sarmiento de Escobar no entré porque una escuela muy demandada no
ingresé porque no salí en el sorteo. Con una amiga nos anotamos en el Normal de Tigre
y al ser de otro partido cursamos en el turno tarde. Mis padres no la conocían, pero les
pareció bien nuestra decisión.
Fue todda una experiencia hacer un viaje de 45 minutos ida y vuelta durante 5 años Lo
que recuerdo con gran alegría son esos trayectos que compartían con mis compañeras,
Ana y Claudia, grandes charlas, discusiones, repasos de examen y muchas risas.
Forme parte de la última promoción de la institución con título de Bachiller ya que la
reforma de la ley cambiaría el sistema a Enseñanza General Básica (E.G.B). El Normal
era una escuela prestigiosa por su calidad educativa y la población que asistía era en
su mayoría de clase media (hijos/as de pequeños comerciantes, comerciantes, taxistas,
plomeros, y docentes, por ejemplo). Yo no pertenecía a este grupo social sin embargo
hubo pocas ocasiones que noté esa diferencia de parte de mis compañeros.
La escuela era exigente con las reglas, soy de una generación que se paraba cuando
venía el profesor y tomaba distancia cuando se formaba. Amonestaciones no tuve, sí
una que otra falta. Pero como alumna estaba ¨normalizada¨: el guardapolvo intacto y a
la altura correcta, maquillaje imperceptible y nunca una rebeldía.
Como estudiante era la típica ¨traga¨. Me sentaba en el primer banco, siempre
participaba, hacia la tarea religiosamente y era la primera en recordarle a la docente
cuando había examen. Era muy exigente y competitiva. La nota era muy importante.
Siempre quería 10 y me esforzaba para eso. Para las materias sociales tenía facilidad
y en ese entonces estudiar de memoria era valorado. En las materias exactas me
esforzaba mucho, pero me costaban. Lo bueno es que tenía un grupo de estudio donde
éramos parecidas, nos juntábamos y nos ayudábamos entre nosotras. Recuerdo que
me lleve matemática en 2° año y eso trunco mi deseo de ser abanderada, aunque

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siempre estuve entre los mejores tres promedios. Por muchos años eso me causó
mucho dolor y me pareció una regla injusta de la Institución, pero con el tiempo fue una
gran lección que me sirvió para manejarme en la Universidad y en la vida. Mi paso por
el Normal dejó huella. Mi amor a la lectura se profundizó ya que siempre se me motivó
a leer y en los últimos años tuve docentes que fomentaron la producción escrita. La
secundaria no me aburrió, la disfruté. La conducta del estudio facilito mi trayectoria
universitaria. Tuve docentes muy buenos y de los otros y todos me enseñaron algo. Lo
que recuerdo es que lo académico fue el punto de relación con los docentes más que lo
vincular. No había tanto interés por las dificultades personales que atravesábamos. La
profesora Gómez de Historia fue un referente importante, nos hacía pensar y relacionar,
no solo repetir. Tengo pocos recuerdos de salidas educativas, no se acostumbraba.
Mi mamá terminó la primaria y se ocupaba de las cosas de la casa. Pero mi padre
abandonó la primaria para trabajar como albañil. De mis hermanas soy la única que hizo
la secundaria y por muchos años fui la única egresada del nivel universitario de una gran
familia. Ir a la secundaria significó una inversión ya que debía viajar y fue un esfuerzo
monetario. La exigencia era de mi parte, para mis padres era un orgullo. Nunca me
obligaron a nada porque era responsable y traía muy buenas notas. Yo fui la que busco
la escuela porque la opción de estudiar era una decisión y quizá mi personalidad no les
dio opción. Trabajaban mucho y no pudieron participar actos ni en reuniones de padres,
pero siempre sentí su apoyo. No tengo el recuerdo de mis padres ayudándome en
ninguna tarea de toda mi trayectoria escolar. El conocimiento para mí era progreso, y
quizá no al principio del secundario, pero luego seguir la universidad era lo que venía,
aunque sabía que implicaba sacrificios de mi familia para los gastos de viáticos y
apuntes en un hogar que vivía al día.

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