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CULTURA

CONCIERTO "DE ROCK Y


RUEDAS”. Avándaro ‘71:
"¡Tenemos el poder!"
En el “Festival de Rock y Ruedas”, los músicos servirían para promocionar
una carrera automovilística pero la enorme congregación de “hippies”
mexicanos obligó a la cancelación de la competencia. Avándaro es un hito
histórico del rock original mexicano.

Raúl Dosta@raul_dosta
Domingo 27 de septiembre de 2020 | 03:30
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En los sesenta y setenta jóvenes de todo el mundo comenzaron a salir a
manifestarse masivamente. En México, enfrentaron la persecución policíaca en las
movilizaciones en defensa de Cuba y antiguerra por Vietnam, y posteriormente las
criminales represiones al movimiento estudiantil. En otras latitudes como EE.
UU., los hippies, de manera pacífica alzaron sus brazos para hacer la “v” con las
manos, lo que representaba su consigna favorita: “paz y amor”, pero, al mismo
tiempo, los estudiantes, amenazados con la conscripción militar, salían a luchar
contra la guerra de Vietnam y los negros combatían la represión policial en su
lucha contra la segregación racial. Corrían los tiempos del fin del "boom de la
posguerra", producto material de la brutal matanza de la II Guerra Mundial.

Estos jóvenes también eran un “producto” directo del fin de la II Guerra


Mundial, [1] fueron reprimidos por las instituciones de los adultos, revalidadas por
sus propios padres en la mayoría de los casos. Aunque en un inicio el sistema
hiciera un primer intento de canalizar su energía bajo un imaginario de rebeldía a
través del desarrollo del movimiento cultural detrás de la música del rock and roll.
Pero al ver los resultados, mas o menos una década después, de la irrupción
juvenil como el sector más dinámico de la sociedad y que buscaba mayor
autonomía en sus formas de expresión y de crítica por los nuevos acontecimientos
que cuestionaban el "triunfo duradero " del imperialismo yanqui, especialmente la
guerra de Vietnam, intentaron suprimir el potencial poder de decisión de la
juventud "sesentayochera" ─en especial la juventud trabajadora que se organizaba
para enfrentar las crisis, económicas, políticas y de valores sociales en ciernes─
que estaba en ascenso como factor político. Por eso, las clases dominantes se
apoyaron en la irrupción de la Guardia Nacional en EE. UU. y los ejércitos en
América Latina, para aplastar las manifestaciones de sus propios jóvenes y los
procesos de ascenso revolucionario de masas para mantener su status quo.

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En medio de estas tensiones políticas los jóvenes buscaron distintos medios de


expresión, una de ellas fueron los conciertos multitudinarios en los que
predominaba el rock, como un movimiento con cabida a la crítica social y en
proceso de ruptura con la rítmica y lírica diferentes de los primeros años del rock
& roll. Los primeros ejemplos se dieron en Monterey, California (1967) y
posteriormente en el icónico Woodstock (1969), que reuniera a 450 mil
participantes. En Latinoamérica se sucedieron algunas réplicas como el Festival
del Ancón en Antioquia (1971) en Colombia, el de Piedra Roja (1970) en Chile y
en México, hace 49 años, el mítico concierto de Avándaro que puso en alta tensión
al Estado cuando más de 250 mil espectadores coreaban "tenemos el poder" con
los puños en alto.

El Estado y la juventud mexicana, irreconciliables

Justo en 1971, queriendo aligerar las tensiones entre la juventud y el Estado del
régimen priísta, pues estaba muy fresco el recuerdo y la certeza de que “los de
arriba” eran los autores de la masacre de Tlatelolco, el gobierno del entonces
Departamento del Distrito Federal organizó un festival-concurso juvenil para
grupos de rock. Se desarrollaría entre enero y marzo y los 100 grupos concursantes
estaban obligados a hacer un cover de “Good day sunshine” de los Beatles para a
continuación poder interpretar una canción original.

Como en todo evento priísta, el público asistente al lugar del “Festival de Música
pop del D.D.F.”, fue abandonado a la intemperie en las inmediaciones del bosque
de Chapultepec, si acaso era provisto por los comerciantes del lugar de abundantes
naranjas “para la calor”. De ahí que se le conociera como el “festival del
naranjazo”, pues los espectadores hacían manifiesta su sed de buena música,
lanzándole las cáscaras de naranja a los grupos que no resultaban de su agrado.

El grupo ganador que se hacía llamar White Ink and the Mother Earth Co. de gran
calidad interpretativa, se hizo acreedor de un contrato de grabación por la disquera
trasnacional Polydor. Así, Tinta Blanca, apareció en el mercado disquero con dos
canciones: “Everything is gonna change” y “Salmo VII”. El segundo lugar, el
grupo La Comuna, grabaría también su reconocida rola “There will be time”.

Pero el régimen priísta, lejos de reconciliarse con los jóvenes, rompería


brutalmente con ellos. Su autoritarismo no podía permitir cualquier intento de la
juventud de organizarse por fuera de los reducidos canales de expresión ligados al
partido de gobierno. Esto, a su vez era la expresión del temor a que se encendiera
un nuevo proceso de lucha estudiantil a nivel nacional, el cual llevó a que el
gobierno capitalino organizara otra brutal represión, la del 10 de junio, sobre los
combativos estudiantes del Politécnico que salían a las calles, por primera vez
desde el 68, en defensa de los estudiantes de la Universidad de Nuevo León. El
concierto de Avándaro afianzaría ese temor de los de arriba a la politización de la
juventud y sería usado como pretexto para persecución de los "greñudos",
seguidores de las bandas rockeras.

Nueva expresión musical para una nueva generación juvenil

La rabia acumulada contra el régimen represor encontraría un inesperado canal de


expresión en la música de rock, que venía apoderándose del espacio del "rock and
roll" [2] que desde los cincuentas promocionaban la radio y la televisión, adaptada
culturalmente a las modas y modismos estadounidenses, en el que los grupos y
cantantes individuales hacían covers de los éxitos que se creaban al otro lado de la
frontera, algunos de excelente manufactura interpretativa. [3]

Esta nueva generación, de fines de los sesentas y comienzos de los setentas,


producía una nueva música con fuerte influencia de los nuevos grupos
estadounidenses e ingleses con un rock que se iba desembarazando del "roll" y que
integraba expresiones bluseras y el funk. Pero que mostraban también la
inconformidad social del barrio y la juventud y que se desarrollaba desde la
frontera a las principales ciudades del país. Era un rock urbano que expresaba en
muchas de sus rolas la denuncia y el cuestionamiento a la opresión del régimen y
el grito de ¡libertad! era recurrente en ellas.

Pero los registros que dejaron de sus obras fueron en su gran mayoría
interpretaciones en inglés, idioma que predominaría en los temas del emblemático
Avándaro por dos razones, una social, que era la conexión íntima (física y cultural)
con la música de la Onda Chicana (producto de un contacto más o menos
cotidiano con los grupos al otro lado de la frontera) y la otra política: los gobiernos
de los chacales, Díaz Ordaz y Echeverría, que sólo permitían que las disqueras
grabaran a estos grupos a condición de que cantaran sus composiciones en
inglés, [4] rindiendo así tributo al poder del lenguaje de la principal vertiente de la
naciente música de protesta mexicana, que a pesar de las restricciones impuestas
tenía el potencial de enlazarse con las masas pobres y trabajadoras a las cuales el
gobierno y los sectores más conservadores temían.

”Después de Avándaro nada fue igual. Para decirlo de manera poética, Avándaro es
como una herida en la piel del tiempo que compartimos como estigma quienes fuimos
testigos de una época en la que ser joven, y además rockero, significaban ser un
peligro en potencia para el Estado, la sociedad y la liga de las buenas
costumbres.” [5]

El proyecto original

El concierto de Avándaro, publicitado como “Festival de Rock y Ruedas”, fue


concebido inicialmente como una “noche mexicana”, fiesta con la que se cerraría
una competencia automovilística con 120 corredores inscritos. Los organizadores
querían relanzar la competencia del Circuito Avándaro que llevaba dos años de no
realizarse luego del choque que llevó a la muerte al icónico corredor de autos
Moisés Solana quien, al igual que los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez, era
reconocido internacionalmente en las pistas de la Fórmula Uno.

Para tal efecto intentaron contratar a La Revolución de Emiliano Zapata y a Xavier


Bátiz; los primeros tenían compromiso firmado y el segundo se cotizaba muy por
encima del reducido presupuesto del evento, así que fueron descartados. En su
lugar contrataron a doce grupos de lo mejor que había en el país del rock original
mexicano [6], los cuales despertaron un gran interés, vendiéndose con anticipación
más de 60 mil entradas. Ante la multitudinaria respuesta, los organizadores
modificaron el orden del evento anunciando que para el anochecer del sábado 11
de septiembre estaría agendado el concierto, dejando para el día siguiente la
carrera de autos. Pero sucedió que desde el jueves previo al concierto ríos de
gente, los de escasos recursos, habían tomado las carreteras ─algunos en autos, la
mayoría a pie desde Toluca─ para llegar a Valle de Bravo y de ahí al poblado de
Avándaro. El evento sería transformado por la afluencia de masas de la juventud
del Valle de México.
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Curiosamente la masividad del evento que originalmente se calculó para 4 o 5 mil


personas ─debido a que sólo contemplaban la competencia automovilística
realizada en una zona turística para las clases pudientes, junto al exclusivo club de
golf y en la cual la música era únicamente para un "fin de fiesta" de los "güeritos"
que acudieran al evento automotor─ se logró a través de la labor publicitaria de
una dupla reconocida como enemiga de la juventud de aquellos años: Telesistema
Mexicano y Jacobo Zabludosky, éste siempre odiado por su omisión de la matanza
estudiantil bajo la frase de "Hoy fue un día soleado".

Meses antes, buscando hacerse permeables a los jóvenes, Zabludovsky y el


encargado de producción de la televisora, Luis de Llano Macedo habían
presentado una serie de cápsulas acerca de la "Onda de Woodstock". Al ser
invitado De Llano Macedo a participar en la producción del evento de Avándaro,
comenzaron a promocionar el evento, llamando a participar e ir a comprar sus
boletos a una cadena distribuidora de autos Chrysler. Los boletos eran baratos y la
gente se abalanzó sobre ellos.

Boleto en mano y conscientes de que con escasos recursos sería muy difícil
disfrutar de la tocada, desde el día jueves las carreteras se llenaron tanto de autos,
camiones y transportistas solidarios abarrotados de gente como de enormes hileras
de viajeros que, cual peregrinación guadalupana, se lanzaban al asfaltado provistos
de casas de campaña o simples mantas y cobijas. El jueves a media tarde ya había
unos 5 mil acomodados en los terrenos dispuestos para el concierto, algunos
grupos que tenían que realizar pruebas de sonido se engancharon con el público y
terminaron hasta la medianoche en medio de "palomazos" y adelantos de su
repertorio.

Los medios de comunicación, al darse cuenta de lo que se avecinaba, comenzaron


su campaña de denostación del evento exagerando y haciendo gala de su espíritu
conservador:

"Conforme pasaron las horas subió el tono reprobatorio del festival. Las noticias que
llegaban era que aquello era una orgía colectiva y que el consumo de drogas,
mariguana y alucinógenos era general. Incluso existe la leyenda de que “la nube de
humo” se veía en las poblaciones cercanas." [7]

"Let the sun shine in" (dejen brillar al sol)

Finalmente, por la mañana del sábado algunas calculaban en 200 mil el número de
personas expectantes, aunque muchos de ellos amanecieron enlodados y otros
tantos aún mojados. Los torrenciales aguaceros de días anteriores sumaban
padecimientos a los de las largas caminatas y lo mal comido del grueso de los
asistentes. Casualmente, la canción más socorrida en aquella fría mañana era "Let
the sunshine in" ─pieza que forma parte de la ópera rock Hair que pone en primer
plano el movimiento contra el reclutamiento para la guerra de Vietnam─ no tanto
por su contenido de protesta que a continuación podremos ver y el cual la mayoría
desconocía, sino por la inclemencia del tiempo. También los "güeritos" que habían
llegado para ver las carreras, quedaron atrapados en un mar de gente de clase
humilde con la que se integraron compartiendo cigarrillos, mantas y bebidas
haciéndose eco del "paz y amor" multitudinario.
Durante el día se seguían haciendo pruebas de sonido, lo que se aprovechó para
deleitar al público con los clásicos "palomazos" de grupos que no estaban
incluidos en el programa pero acudieron por su cuenta para poner su granito de
arena y darse a conocer. Así, se escucharon grupos como La Fachada de Piedra, de
Guadalajara; La Sociedad Anónima, La Ley de Herodes, de la familia Arau, la
banda Soul Masters y hasta el promotor del evento, Armando Molina con algunos
ex compañeros de La Máquina del Sonido.

Ya para entonces la eliminación del evento de la carrera automovilística era un


anuncio de mero trámite. El gobierno del Edomex, que monitoreaba in situ con el
secretario de gobernación a la cabeza, había decretado que en los puntos de acceso
a los terrenos del evento se dejara de exigir el boleto para evitar altercados con los
que llegaban sin el suyo al no tener venta de boletos en la localidad. Así, cerca de
200 mil entraron gratis por temor al desencadenamiento del descontento de las
masas.

Entre estos más de 250 mil asistentes, había un millar de militares ubicados
discretamente para no provocar a los jóvenes (salvo algunos soldados que
aprovecharon para vender marihuana, los únicos distribuidores detectados); La
secretaría de Gobernación, es decir, la sangrienta Dirección Federal de Seguridad
apostó a sus agentes espías vestidos de civil, al mando del Cap. Luis de la Barreda
Moreno, co-responsable de los crímenes del 68.

El gobierno del Estado de México organizó un equipo multidisciplinario en el que


participaron la mayoría de sus dependencias y encargó a una empresa inmobiliaria
dedicada a la regularización urbana, AURIS, a hacer encuestas entre los asistentes.
Además, contrató un grupo de 180 jóvenes de 18 a 25 años, estudiantes
universitarios y maestros de grupo para vigilar. [8] Los gobiernos federal y estatal,
estaban muy atentos pero tratando de evitar roces físicos que se les pudieran salir
de las manos, pero no por ello hacían su labor represiva.
Por una "palabrota" silenciaron la transmisión radial

¡Buenas noches Avandaroooooo! ... ¡Aquí está Armando Nava y sus Dugs
Dugsssss! ... Y comenzaban así poco más de 12 horas casi continuas de música (se
alargó un poco por los apagones que hubo en el transcurso de la noche). Después
de los duranguenses ─que impresionaron con su interpretación de su rola "I got a
feeling" y luego improvisaron un cántico con el ¡Avándaro, Avándaro"─
desfilarían El Epílogo con su éxito "He buscado por todo el mundo", luego La
División del Norte, procedente de Reynosa, Tamaulipas, con su sorprendente
sección de metales y su creación Soul Lady. Después vendría el grupo Tequila,
cuya atracción era su vocalista de corte blusero, Maricela Durazo, una de las dos
cantantes mujeres que participaron.

Ya era la media noche y la gente estaba extasiada, era también la llegada del grupo
emblemático de Tijuana, Peace & Love, que llevaría al clímax el evento.
Comenzaron con su reconocida creación "Latin feeling". Para entonces mucha
gente se había subido a las torres de iluminación y estas se balanceaban
amenazadoramente, la banda dejó de tocar para que se enviara este mensaje:

Maestros, estamos muy bien pero tenemos problemas con esta gente, se está
cayendo la torre, por favor les pedimos que se bajen, está temblando el stage, que se
bajen todos , por favor... A ver los carnales de aquí arriba que se bajen por favor, esta
madre ya pesa mucho, se va a ladear, nos vamos a ir de hocico todos, les vamos a
caer a los chavos que están sentados ahí".

El mensaje tan elocuente funcionó. Con "ayuda" de otros jóvenes más cuerdos, por
supuesto. El concierto tenía que seguir, sólo para transmitir la euforia de unos
cuantos aventados al resto de la concurrencia:

"Entre aplausos y gritos se empezó a escuchar la entrada de otra de sus ingeniosas


canciones con percusiones aceleradas y, desde luego, el apoyo sonoro de la
extraordinaria sección de metales. No cabía duda, se trataba de "We Got the Power",
la congregación se prendió aún más. En el más puro acento mexica retumbaba a
través de las torres de sonido la insistente y contagiosa frase ¡güi god di pauer!" [9]

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Hacia el final de la rola las percusiones dieron pie a un coro repetitivo, y la letra
cambiaba del inglés al español: "¡Tenemos el poder!" "¡Tenemos el poder!". La
radiodifusora Radio Juventud estaba transmitiendo en vivo y a partir de ese
momento las autoridades comenzaron a hacer cortes intermitentes a su señal de
radio; como siempre, Gobernación monitoreaba lo que se transmitía. Y si buscaba
un pretexto para suprimir la señal, la encontró cuando se escucho la voz del
vocalista gritar una frase meramente coloquial, "¡Chingue su madre el que no
cante!" que en el medio de la euforia general, no podía tener carácter ofensivo
alguno más que para los funcionarios de Gobernación.

Obviamente el peso social de la frase "tenemos el poder" y no una mentada común


y corriente era el pretexto para que la gente de gobernación suspendiera la
transmisión. El contenido político era clave y, como se ironizaría poco después, les
aterrorizaba pensar que muchas de los 300 mil personas ─y muchas más de las que
se quedaron en casa a escuchar por la radio─ irrumpieran en las calles de la capital
rumbo a Palacio Nacional entonando esta y otras consignas afines. Los "castos"
oídos de los chacales de la guerra sucia de la DFS de Fernando Gutiérrez Barrios,
a través de los cuales la iglesia, los capitalistas y su casta política se enteraban de
que su status quo no estaba muy seguro, los llevaba a hacer uso de la represión
mediática y la censura.

En el templete aparecía El Ritual, de Tijuana, de los más representativos de


la Onda Chicana y creadores de "Easy Woman", en medio de agudos problemas
con el audio y la iluminación. Luego, Bandido hizo su aparición cantando, entre
otras, "Freedom Now", seguido de Los Yaqui, grupo fogueado en los años fresas
del rock & roll sesentero, ya sin su estrella Benny Ibarra y con la voz de la
cantante de origen chileno Mayita Campos. Después de la aparición de Peace &
Love, los apagones fueron frecuentes y los bateristas se prodigaban con
extensos solos de batería para mantener el interés de los espectadores. Tocó el
turno del grupo El Amor, de Monterrey, poco reconocido por el público, algunos
abucheos, pues sus rolas eran fresonas, una de ellas, "I love you more", era una
balada que se escuchaba mucho por la radio.

Ya salían los primeros rayos del sol cuando le tocó salir al último de los grupos,
Three Souls in my Mind, un gigante del gusto popular apenas en ciernes, con
apenas dos canciones originales "Let me swim" y "Lennon Blues" y cuatro covers,
el último de ellos fue bien recibido luego de que Lora anunciara que iba en honor
de los caídos en 1968/71 se trataba del emblemático "Street Fighting man" de los
Rolling Stones, que en las ciudades negras de EE. UU. se había convertido en un
himno de batalla contra las redadas policíacas.

Sin embargo hubo un importante ausente, Love Army y su líder El Pájaro Isordia,
creador de "Caminata Cerebral" y que no llegaron al quedar atrapados entre el
enorme embotellamiento de tráfico generado por los mismos fans rockeros.
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Los días de perros post-Avándaro

La persecución mediática se había desatado desde que la marea marchaba sobre el


asfalto rumbo a Avándaro. Y se había intensificado magnificando algunos de los
aspectos que para los cánones conservadores de entonces eran graves pecados
cometidos, que si la "encuerada de Avándaro", que si se bañaban desnudos en el
lago o en el arroyo cercano, que si corrían ríos de mota, drogas y sexo, todo era
exagerado levantando un estigma sobre los deseos de la juventud de tener un
espacio para expresarse libremente en todos los aspectos de la vida.

No se había llegado a una gran radicalización política, pero cuestiones clave de la


vida bajo la opresión capitalista se socializaban en un ambiente donde
predominaban el igualitarismo y la solidaridad; un poco empañadas por las
nociones de "todos somos hermanos" y "queremos paz y amor". Pero la dureza del
régimen haría uso de la persecución mediática para establecer su propia censura.
A partir de entonces serían prohibidos los conciertos masivos, los grupos del rock
original mexicano eran prácticamente proscritos: no se difundía su música y se
tenían que refugiar en los "hoyos fonkys", con audiencia reducida y estrecha
vigilancia policíaca.

Las tocadas en bodegas o fábricas abandonadas en las zonas periféricas de la


capital, hicieron emblemáticos a los grupos que se resistían a la proscripción total,
de ahí el arrastre popular de Three Souls in my Mind y Enigma, entre otros.
Pero la banda que asistía ya sabía que encontraría esos locales rodeados con
piquetes de policías dispuestos a reprimir y arrestar a la primera provocación.
Hubo algunos años en que muchos de ellos llevaban entre sus chamarras de cuero
con "estoperoles" (parches decorativos), palos, varillas de metal, para enfrentar a
los grupos de provocadores organizados por la policía para infiltrar las tocadas.

La mayoría de las bandas se desgastaron en esas batallas épicas contra el


autoritarismo estatal, muchas de ellas, como El Tri y la Revolución de Emiliano
Zapata, se adaptaron, se comercializaron y se olvidaron de sus orígenes. Surgieron
otras que continuaron en una especie de rock subterráneo, aunque con un lenguaje
de protesta mas moderado, y la vieja banda rockera se encontró con propuestas
más o menos continuadoras como Lira’n Roll, Tex-Tex, Haragán y Cía, Charly
Montana, Bostik, etc.

Una vertiente continuadora del rock subterráneo que se ha tenido que abrir paso
con gran esfuerzo es la del Movimiento Rupestre, que se autodenominaría así por
carecer de los grandes equipos de los grandes grupos rockeros, definición
proporcionada por el inolvidable Rockdrigo González. Junto a él estaban Nina
Galindo, Roberto González, Fausto Arrellín, Eblen Macari, etc,. quienes
combinaban las denuncias sociales con historias urbanas y del amor en el arrabal,
también surgieron otros creadores cercanos al movimiento como Jaime López,
Real de Catorce, Armando Rosas y su Camerata Rupestre y muchos más.

El "rock original mexicano" heredero de la Onda Chicana, restringido, semi


proscrito, aun sobrevive y gana algunos espacios que el Estado, las disqueras y los
medios de comunicación facilitan luego de décadas de represión a su trabajo
creativo, toda vez que éstos han desarrollado e impuesto comercialmente diversas
propuestas de "rock alternativo" injertándole ritmos extraños cono el ska y o
cadencias lentas como baladas con estridencia rockera.

Pero la vitalidad del rock original mexicano cuya creatividad musical iba a la par


con su contenido de denuncia social, en muchas de sus creaciones, debe ser
recuperada, ante el embate de las disqueras transnacionales que han buscado
encumbrar versiones "aggiornadas" en la preferncia del público. Así como los
jóvenes han ido recuperando su vitalidad con fuertes expresiones de lucha, como
las que vivimos durante la huelga de la UNAM en 1999/2000, o la participación en
las caravanas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que denunciaba
los estragos de la "guerra contra el narco", los del #Yosoy132, o la movilización
contra los porros en años recientes, etc.

La vitalidad del rock, debe ser recuperada no sólo por su sonido sino por su
importancia como vehículo de protesta social. De ahí la necesidad de abrevar un
poco de aquellas grandes gestas musicales de los sesentas/setentas.

Una muestra más, quizás la mejor expresión de lo que decimos arriba es la


creación de Los Locos, que grabaron en inglés un tema socialmente muy sentido
para los habitantes de nuestro país y su historia revolucionaria. Se trata de ¡Viva
Zapata!
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Referencia:

─ Rubli, Federico, Yo estuve en Avándaro, Trilce Ediciones, UNAM, Fondo


Editorial Estado de México, 2016. Prólogo de Luis de LLano.

─ Campos García Yolanda Minerva, La Memoria institucional del Festival de


Avándaro. Losdocumentos sobre el festival en el Archivo General de la Nación en
México y el Informe Avándaro del gobierno del Estado de México, Forum for
Interamerican Research, Vol 12.2, octubre 2019, pp. 48-64.

[1] Los llamaban “baby boomers” en EE. UU., por obvias razones: el regreso de
los soldados a la vida “normal” y que dieron vida a una generación boyante en los
50’s, con muchas ilusiones en la prosperidad que les traía el traspaso de la
hegemonía mundial a EE.UU.
[2] La música muy rítmica y apropiada para un baile en que dar vueltas y vueltas
era el centro de atracción de los jóvenes de los cincuentas y principios de los
sesentas, cedió ante la proliferación de manifestaciones más "ácidas" donde los
"rifs" de requinto son imprescindibles y el contenido de las letras rompe con la
tradición más "ñoña" de sus antecesores -mediatizada culturalmente por el
gobierno y los medios de comunicación de entonces. Incluso, como primero lo
hizo el blues retoma los temas de denuncia social.

[3] Esto en cuanto a los arreglos musicales, pues en cuanto a las letras, era
costumbre tergiversarlas conforme a los preceptos de una clase dominante bastante
conservadora. Así, por poner un ejemplo, una canción histórica de protesta en
EE.UU, "If I had a hammer" que había sido reeditada por el cantante y activista
antisegregacionista Trini López, una versión muy atractiva musicalmente de la
grabación original de Pete Seeger, fue banalizada de manera lamentable por Los
Mabbers y también por Manolo Muñoz.

[4] Los promotores y productores de las disqueras transnacionales, cabeza de


playa de la transculturización angloparlante que el imperialismo impulsa aún para
asentar su dominio cultural en su patio trasero latinoamericano, se justificaban al
contratar a estos grupos en que el éxito de su producción lo garantizaba el mercado
chicano; de ahí la "conveniencia" de grabar en inglés. Sólo con la aparición de los
primeros sellos discográficos independientes se comenzó a grabar en español, con
mucha precariedad pues, además de la falta de suficientes recursos económicos,
los canales de distribución no los aceptaban.

[5] Luis de Llano, funcionario de Telesistema Mexicano, hoy Televisa, ─cuyo


dueño Emilio Azcárraga, ordenaría confiscar las cintas de grabación del evento,
extraviadas hasta la fecha─ encargado de la producción del evento musical de
Avándaro.

[6] es decir, que iban abandonando los covers para privilegiar la producción propia

[7] Campos García, Yolanda Minerva. "La memoria institucional del festival de


Avándaro, Forum for Inter-American Research. Consultado
en: http://interamerica.de/wp-content/uploads/2019/10/campos.pdf, p.51

[8] Los jóvenes provenían de la Dirección de Educación Pública (40 elementos);


de la Dirección de Seguridad Pública (15 elementos); de la Dirección de
Gobernación (15 elementos); de la Dirección juvenil del P.R.I. Municipio de
Toluca (20 elementos) y del Colegio de Ciencias y Humanidades Naucalpan, de la
UNAM, (70 elementos).

[9] Rubli, Federico, Yo estuve en Avándaro, p. 22

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