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Teoría de los Mandalas

Significado de los colores usados en el mandala:


Rojo: sirve para curar la pereza y la indolencia. Los mandalas de color rojo
ayudan a vivir con coraje todos los días.

Negro: es el color oeste, donde el sol se pone. Un mandala con una gran
cantidad de negro esconde detrás la necesidad de un tiempo de reflexión.

Blanco: cuyo elemento es el aire y la dirección del Norte es la mente perfecta,


indica lo intuitivo. En los mandalas, el espacio en blanco es el de alcanzar
niveles más altos de comprensión de lo divino.

Amarillo: representa el intelecto, refleja el


crecimiento y la evolución del individuo
teniendo un aspecto sereno, gratificante,
emocionante, y anunciando una cierta capacidad
de previsión.

Azul: representa lo espiritual o lo sublime,


manifestando imaginación, soñando con los ojos
abiertos, con las mujeres (ternura y generosidad)
y con la apertura espiritual.

Verde: en un mandala representa el elemento tierra, es decir, el aspecto de


nuestra personalidad más abierta, noble y desbordante. Muestra lo natural y lo
obvio, la lógica, la precisión, y la necesidad del espacio personal.

— Claramente no todos los mandalas se pueden expresar así sino que es una
aproximación general sobre los pensamientos.

¿Tiene que ser el mandala perfectamente dibujado?

La respuesta es no, no hace falta ser un gran artista tan sólo de expresar tus
emociones y lograr abrirte para poder
conocerte mejor.

Es una representación simbólica de la


energía y el funcionamiento del universo
interactuando con nuestro funcionamiento
mental, que se llevan haciendo durante
cientos de años por otras culturas.

¿Entonces cuál es la meta de los mandalas en general?

La meta de los mandalas es la de guiarnos a la unidad de nosotros mismos,


tanto en la vida como en el momento de nuestra muerte.

Sirve también para ayudarnos a superar la dualidad, el


sufrimiento, para recordar que en cada momento todo es
impertinente.

“la teoría y la práctica de los mandala”, define al


mandala como “un mapa cósmico que representa el
universo en su totalidad con respecto a sus estructuras
esenciales, como el proceso de emanación y
reabsorción.

Así, el uso de un mandala ayuda a recuperar la unidad


de la conciencia indivisa y restaura en sí mismo el principio ideal de las cosas”.

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