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FACULTAD DE/E/^&/^/zDdDd/^

ASIGNATURA: LENGUAJE Y COMUNICACIÓN, PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y PROYECTO DE VIDA.


FECHA: ϬϭͬϬϳͬϮϬϮϯ
TEMA: Etapas de la lectura crítica.
DOCENTE: ___________________________
UNIDAD: 2 PARALELO: ____________
NOMBRE (S) ESTUDIANTE(S): ZK>ZK>Z/<dE/

1. Comprensión lectora:

Leer la obra "La chica de abajo" de Carmen Martìn Gaite y realizar las actividades del documento
compartido por el docente de manera colaborativa. (Grupo por afinidad)
La chicadeabajo
Carmen Martín Gaite

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Carmen Martín Gaite
(1925-2000)

Nace en Salamanca y muere


en Madrid. En 1949 se licencia
en Filología Románica por la
Universidad de Salamanca. En
su etapa estudiantil colabora
con grupos teatrales. En 1950 se
traslada a Madrid y allí entra en
contacto con un grupo de jóve-
nes escritores y se le considera
dentro de la llamada Generación
del medio siglo. Una de las cons-
tantes en su obra literaria es

¿H
la concepción del hecho litera-
rio como algo fundamental en
la vida del hombre y también la
abría pasado tal vez una hora desde que llegó el camión preocupación por el paso de la
de la mudanza? Había venido muy temprano, cuando infancia a la adolescencia y de
por toda la placita soñolienta y aterida apenas circulaba ésta a la madurez. Es autora de
de nuevo, como un jugo, la tibia y vacilante claridad de una valiosa obra narrativa entre
otro día; cuando sólo sonaba el chorro de la fuente y las la que destaca Retahílas, Cuarto
primeras campanas llamando a misa. de atrás, Fragmento de interior y
El gran camión se había arrimado a la acera reculando, Tiempo lento. El volumen Cuén-
frenando despacito. Luego se quedó parado debajo de los tame reúne relatos y ensayos
balcones y los hombres se bajaron, abrieron las puertas traseras, escritos entre 1953 y 1997. En
sacaron las cuerdas y los cestos, los palos para la grúa. 1957 obtuvo el Premio Nadal, y
“Si me llego a dormir —pensaba Paca—. Una hora en el el Nacional de Literatura
sueño ni se siente. Si me llego a dormir. Se lo habrían llevado en 1978.
todo sin que lo viera por última vez.” Claro que cómo se iba a
haber dormido si ella siempre se despertaba temprano y, si no, la
despertaban. Pero se había pasado toda la noche alerta con ese
cuidado.

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Por tres veces salió descalza al patio y miró al cielo. Pero las estrellas nunca se
habían retirado, bullían todavía, perennemente en su fiesta lejana, inalcanzable.
Cecilia decía que en las estrellas viven las hadas, que nunca envejecen. Que las
estrellas son mundos pequeños del tamaño del cuarto de armarios, poco más
o menos, y que tienen la forma de una carroza. Cada hada guía su estrella cogiéndola
por las riendas y la hace galopar y galopar por el cielo, que es una inmensa pradera
azul. Algunas veces, si se mira a una estrella fijamente, pidiéndole una cosa, la
estrella se cae, y es que el hada ha bajado a la tierra a ayudarnos.
Cecilia contaba unas cosas muy bonitas. Unas las soñaba, las otras las inventaba,
otras las leía en los libros. Paca y Cecilia eran amigas, se contaban sus cuentos y sus
sueños, sus visiones de cada cosa. Lo que les parecía más importante lo apuntaba
Cecilia en un cuaderno gordo de tapas de hule, que estaba guardado muy secreto en
una caja con chinitos pintados.
Para Paca el tiempo corría de otra manera cuando estaban las dos juntas. Ya
podían pasarse casi toda la tarde calladas, Cecilia dibujando o haciendo sus deberes,
que ella nunca se aburría.
—Mamá, si no sube Paca, no puedo estudiar.
—No digas bobadas. Te va a distraer.
—No, no; lo hago todo mejor cuando está ella conmigo. No me molesta nunca.
Deja que suba, mamá.
La llamaban por la ventana del patio:
—¡Paca! iPaca!... Señora Engracia, que si puede subir Paca un ratito.
La madre se quejaba muchas veces. No quería que Paca subiera tanto a la casa.
—No vayas más que cuando te llamen, ¿has oído? No vengan luego con que si te
metes, con que si no te metes. Me los conozco yo de memoria a estos señoritos.
Nada más que cuando te llamen, ¿entiendes?
Un día la mamá de Cecilia le dijo, por la noche, a su marido:
—La niña me preocupa, Eduardo. Ya va a hacer once años y está en estado
salvaje. Dentro de muy pocos será una señorita, una mujer. Y ya ves, no le divierte
otra cosa que estar todo el día ahí metida con la chica de abajo. Hasta ahora me ha
venido dando igual, pero Cecilia tiene once años, date cuenta. ¿Qué pasará cuando
se ponga de largo5 y vaya a los bailes?
—Bueno, bueno. Que vengan otras niñas a jugar con ella. Las de tu prima, las del
médico que vive en el segundo…
Al principio Cecilia no quería. Sus primas eran tontas y con las niñas del médico
no tenía confianza. Ni unas ni otras entendían nada. No sabía jugar con ellas. Se lo
dijo a su madre llorando.
—Bueno, hija, bueno. Subirá Paca también. No te apures.
Desde que venían las otras niñas. Paca subía más tarde, y eso cuando subía,
porque algunas veces no se acordaban de llamarla. Jugaban en el cuarto de atrás,
que tenía un sofá verde, un encerado, dos armarios de libros y muchas repisas con
muñecos y chucherías.
Paca empezó a desear que llegase el buen tiempo para salir a jugar a la calle. En
la plazuela tenía más ocasiones de estar con Cecilia, sin tener que subir a su casa,

5. Ponerse de largo: costumbre que consiste en festejar la entrada de una joven a la sociedad.

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y los juegos de la calle eran más libres, más alegres. Se podían escapar de las otras
niñas. Se cogían de la mano y se iban a esconder juntas. Paca sabía un sitio muy
bueno, que nunca se lo acertaban: era en el portalillo del zapatero. Se escondían
detrás de la silla de Adolfo, el aprendiz, que era conocido de Paca, y él mismo las
tapaba y miraba por la puerta y les iba diciendo cuándo podían salir sin que las
vieran y cuándo ya habían cogido a alguna niña. Así no las encontraban nunca y les
daba mucho tiempo para hablar.
Aquella noche, mirando las estrellas, donde viven las hadas que nunca
envejecen, Paca se acordaba de Cecilia y lloraba. Se había ido a otra casa, a otra
ciudad. Y ella, ¿qué iba a hacer ahora? Mirando las estrellas, Paca sentía una enorme
desazón. ¿Qué podía pedirle a las hadas? Eran cosas tan confusas las que deseaba.
Su madre la despertó y dijo: —Paca, me voy, ¿has oído? Levántate para cuando
vengan los de la mudanza. Les das la llave, ¿eh? La dejo en el clavo de siempre.
Paca se había levantado llena de frío, con un dolor muy fuerte en el pescuezo
de la mala postura y un nudo correoso en la garganta. Estas cosas estaba sintiendo
cuando oyó la bocina del camión que venía. Los hombres eran cinco. Habían puesto
una grúa en el balcón donde estaba el saloncito de recibir, y por allí bajaban las
cosas de más peso. Otras, más menudas o más frágiles, las bajaban a mano. Mientras
uno hacía una cosa, el otro hacía otra. Casi no daba tiempo a verlo todo. Paca no se
atrevía ni a moverse.

***
Aquel año Paca había creído que el invierno no se iba a terminar nunca, ya
contaba con vivir siempre encogida dentro de él como en el fondo de un estrecho
fardo, y se alzaba de hombros con indiferencia. Todos los periódicos traían grandes
titulares, hablando de ventiscas y temporales de nieve, de ríos helados, de personas
muertas de frío.
A Paca le dolía la cabeza, tenía un peso terrible encima de los ojos, casi los
podía levantar. Se le pusieron unas fiebrecillas incoloras y tercas que la iban
consumiendo, pero no la impedían trabajar. Cosa de nada, fiebre escuálida, terrosa,
subterránea, fiebrecilla de pobres.
Un día fue con su madre al médico del Seguro.
—Mire usted, que esta chica no tiene gana de comer, que le duele la cabeza
todos los días, que está como triste...
—¿Cuántos años tiene?
—Va para catorce.
El médico le auscultó, le miró lo colorado de los ojos, le golpeó las rodillas, le
palpó el vientre. Luego preguntó dos o tres cosas. Nada, unas inyecciones de Recal,
no tenía nada. Era el crecimiento, el desarrollo tardío. Estaba en una edad muy mala.
Si tenía algo de fiebre podía acostarse temprano por las tardes. En cuanto viniera el
buen tiempo se pondría mejor. Que pasara el siguiente.
Todas las mañanas, cuando salía a barrer el portal, Paca miraba con ojos
aletargados el anguloso, mondo, desolado esqueleto de los árboles de la plazuela.
Y sentía el corazón acongojado. “Si viniera la primavera me pondría buena
—pensaba—. Pero qué va a venir. Sería un milagro.” Si los árboles resucitaran

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—se decía Paca, como empeñándose en una importante promesa—, yo también
resucitaría.”
Y un día vio que, durante la noche, se habían llenado las ramas de granitos
verdes, y otra mañana oyó, desde las sábanas, pasar en tropel dislocado y
madrugador a los vencejos* rozando el tejadillo del patio, y otro día no sintió
cansancio ni escalofríos al levantarse, y otro tuvo mucha hambre. Salió ensordecida
y atónita a una convalecencia perezosa, donde todos los ruidos se le quedaban
sonando como dentro de una campana de corcho. Había crecido lo menos cuatro
dedos.

***
Una mañana vino el cartero a mediodía, y trajo una tarjeta. Paca, que cogió
el correo como todos los días, le dio la vuelta y vio que era de Cecilia para las
niñas del segundo. Se sentó en el primer peldaño de la escalera y leyó lo que decía
su amiga. Ahora iba a un colegio precioso, se había cortado las trenzas, estaba
aprendiendo a patinar y a montar a caballo; tenía que contarles muchas cosas y
esperaba verlas en el verano. Luego, en letra muy menudita, cruzadas en un ángulo,
porque ya no había sitio, venían estas palabras: “Recuerdos a Paca la de abajo”.
Paca sintió todo su cuerpo sacudido por un violento trallazo. A la puerta de los
ojos se le subieron bruscamente unas lágrimas espesas y ardientes, que parecían
de lava o plomo derretido, y las lloró de un tirón, como si vomitara. Luego se secó
a manotazos y levantó una mirada brava, limpia y rebelde. Todo había pasado en
menos de dos minutos. Entró en la portería, abrió el armario, buscó una caja de
lata, la abrió y saco del fondo un retrato de Cecilia y unas hojas escritas por ella,
arrancadas de aquel cuaderno gordo de tapas de hule. Lo rompió todo junto en
pedazos pequeños, luego en otros pequeñísimos y cada uno de aquéllos en otros más
pequeños todavía. Luego los tiró a un bote que estaba lleno de cáscaras de papa.
Se sintió firme y despierta, como si pisara terreno suyo por primera vez, como si
hubiera mudado de piel, y le brillaban los ojos con desafío. Paca la de abajo, la hija
de la portera. ¿Y qué? ¿Pasaba algo con eso? Vivía abajo, pero no estaba debajo de
nadie. Tenía sus apellidos, se llamaba Francisca Fernández Barbero, tenía su madre
y su casa, con un rayo de sol por las mañanas; tenía su oficio y su vida; suyos, no
prestados, no regalados por otro.
Salió del portal con la tarjeta y echó por la escalera arriba. En el primer rellano
se encontró con Adolfo, el chico del zapatero, que bajaba con unas botas en la
mano.
—Adiós, Paca. Dichosos los ojos. ¿Dónde te metes ahora?
Ella se quedó muy confusa, no entendía.
—¿Por qué dices “ahora”?
—Porque nunca te veo. Antes venías muchas veces a esconderte al taller con
las otras chicas cuando jugabais al escondite...
Paca le miró con los ojos húmedos, brillantes, y parecía que los traía de otra
parte, como fruta recién cogida.
—¡Ah, bueno! Dices antes, cuando yo era pequeña.

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—Es verdad —dijo Adolfo, y la miraba—. Te has hecho una mujer. ¡Qué guapa
estás!
La miraba y se sonreía. Tenía los dientes muy blancos y una pelusilla negra en
el labio de arriba. Paca se azaró.
—Bueno, me subo a llevar este correo.
El chico la cogió por una muñeca.
—No te vayas, espera todavía. Que nos veamos, ¿quieres? Que te vea alguna
vez. Me acuerdo mucho de ti cuando oigo a las chicas jugar en la plaza y creo
que vas a venir a esconderte detrás de mi silla. Dime cuándo te voy a ver.
A Paca le quemaban las mejillas.
—No sé, ya me verás. Suelta, que tengo prisa. Ya me verás. Adiós.
Y se escapó escaleras arriba. Llegó al segundo, echó la tarjeta de Cecilia por
debajo de la puerta (ni siquiera se acordaba ya de la tarjeta), siguió subiendo.
Quería llegar arriba, a la azotea, donde estaban los lavaderos, y asomarse a mirar
los tejados llenos de sol, los árboles verdes, las gentes pequeñitas que andaban
—”tiqui, tiqui”— meneando los brazos, con su sombra colgada por detrás. Se
abrió paso entre las hileras de sábanas tendidas. Vio a Adolfo que salía del portal
y cruzaba la plaza con la cabeza un poco agachada y las botas en la mano. Tan
majo, tan simpático. A lo mejor se iba triste. Le fue a llamar para decirle adiós. Bien
fuerte. Una..., dos... y tres: “¡¡¡ Adolfoooo!!!”, pero en este momento empezaban
a tocar las campanas de la iglesia de enfrente y la voz se le fue desleída con ellas.
El chico se metió en su portalillo, como en una topera. A lo mejor iba pensando en
ella. A lo mejor le reñían porque había tardado.
Sonaban y sonaban las campanas, levantando un alegre vendaval. A las de
la torre de enfrente respondían ahora las de otras torres. Las campanadas se
desgajaban, se estrellaban violentamente. Paca las sentía azotando su cuerpo
saltándose gozosos por toda la ciudad.
Le había dicho que era guapa, que la quería ver. Había dicho: “Cuando venías
a esconderte con las otras chicas”, ni siquiera se había dado cuenta de que iba
siempre con la misma, con la niña más guapa de todas. Él sólo la había visto a ella,
a Paca la de abajo, era a ella a quien echaba de menos, metidito en su topera. “Que
te vea alguna vez —tin-tan, tin-tan—, que te vea alguna vez.”
Arreciaba un glorioso y encarnizado campaneo, inundando la calle, los tejados,
metiéndose por todas las ventanas. Más, más. Se iba a llenar todo, se iba a colmar
la plaza. Más, más —tin-tan, tin-tan—, que sonaran todas las campanas, que no se
callaran nunca, que se destruyeran los muros, que se vinieran abajo los tabiques y
los techos.
Sonaban las campanas, sonaban hasta enloquecer: “Tin-tan, tin-tan, tin-tan ...”

Balneario de Alzola, agosto de 1953.

Carmen Martín Gaite, “La chica de abajo” (versión reducida), en Cuéntame. Madrid: Espasa Calpe, 1999. pp. 62-87.

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Lo que dicen 1. Escriban dentro de los recuadros la palabra que corresponda a la de-

las palabras finición dada. Guíense de las voces anotadas en el siguiente papel:

bullían, perennemente, correoso, fardo,


desazón, auscultó, aletargados, tropel, vencejos,
trallazo, azaró, majo, desleída, vendaval, topera.

% 8 / / ,$ 1 Se agitaban, pululaban.

& 2 5 5 ( 26 2 Que dispone de mucha resistencia, molesto.


' ( 6 $ =2 1 Desasosiego, disgusto.
$ / ( 7$5 * $ ' 2 6 Adormilados, soñolientos, tristes.

9 ( 1 & ( - 2 6 Aves negras y plumas blancas en el pecho, patas cortas, alas largas y cola
ahorquillada.

$ = $ 5 2 Sonrojó, sintió vergüenza.


' ( 6 / ( , ' $ Cuando la voz queda confundida por el sonido, en este caso, de las campanas.

7 2 3 ( 5 $ Madriguera y escondrijo del topo. En este caso es un rincón oculto a la vista.


3 ( 5 (11 ( 0 ( 17 ( Permanente, que no muere.
 
) $5 ' 2 Bulto grande muy apretado.
$8 6 & 8 / 7 2 Examinó, revisó ciertos puntos del cuerpo humano a fin de explorar los sonidos
normales o patológicos producidos en las cavidades del pecho o vientre.

7 5 2 3 ( / Movimiento acelerado y ruidoso de varias personas o cosas que se mueven con


desorden.

7 5 $ / / $ = 2 Golpe dado con la tralla.


0 $ - 2 Bien arreglado y vestido.
9 ( 1 ' $ 9 $ / Viento muy fuerte.

2. Una vez que han clarificado el significado de las palabras, completen las siguentes frases con la voz
correcta.
Las estrellas nunca se habían retirado, %8//,$1 aún, 3(5(11(0(17(
en su fiesta lejana, inalcanzable.
Paca sentía una enorme '(6$=21 .
&255(2=2
Paca tenía un dolor en el pescuezo a causa de la mala postura y un nudo
en la garganta.

42
Paca creía que el invierno era interminable y ya contaba con vivir encogida dentro de él como en el fondo de
)$5'2
un estrecho .
El médico la $86&8/72 y dijo que no tenía nada.
Cada vez que Paca barría el portal, miraba con ojos $/(7$5*$'26 el desolado
esqueleto de los árboles.
Un día vio que los árboles se habían llenado de ramas y otro día escuchó pasar en 7523(/
dislocado y madrugador a los 9(1&(-26 .
Paca sintió todo su cuerpo sacudido por un violento 75$//$=2 .
Cuando Adolfo le dijo a Paca que estaba guapa, ella se $=$52 .
A Paca le parecía que Adolfo estaba tan 0$-2 , tan simpático.
'(6/(,'$
Cuando Paca gritó a Adolfo su voz le fue por el ruido de las campanas.
Las campanas levantaban un alegre 9(1'$%$/ .
Adolfo extrañaba a Paca metido en su 723(5$ .

¿De qué se
trató? Trabajen en equipo el siguiente cuestionario. Al finalizar, comparen sus
respuestas con las de otros compañeros.

Describan el escenario en el que se desarrollan los hechos y calculen el tiempo en que transcurrió la historia
de Paca.
/$+,6725,$6('(6$552//$(181$3$=8(/$7(1,(1'2&202
Descripción del escenario:
3527$*21,67$$ 3$&$ 9,9,(1'2(1(/0,602(',),&,248(68$0,*$&(&,/,$

(1&21&5(723$&$(5$+,-$'(/$3257(5$'(/(',),&,29,9,(1'2(1(/(',),&,2'($%$-2

 '($//,(/120%5('(/5(/$72'(/$&+,&$'($%$-2



Tiempo estimado: 6('(6$552//$(181/$362'(75(6$f26

Este cuento tiene como protagonista inicial a una niña, ¿consideran por eso a esta historia un cuento de
niños? ¿Por qué sí o por qué no? Fundamenten su respuesta.
1RQRFRQVLGHURTXHVHDXQFXHQWRVRORSDUDQLxRVSRUTXHGHMDXQDHQVHxDQ]DFRPRHVHVYDORUGHOD
DPLVWDG



43
La historia relatada abarca tres etapas diferentes relacionados con el crecimiento de Paca.
¿cuáles son?

Etapa 1: 3$&$<&(&,/,$(5$10(-25(6$0,*$6+$&,$172'2-817$681',$
&202&8$/48,(5$/$0$0$'(3$&$'(&,'(48(6(7,(1(148(08'$5
/2&8$/321(08<75,67($/$6*5$1'(6$0,*$6

Etapa 2: /$0$0$'(3$&$/$$&216(-$</(3,'(%86&$5$0,67$'(618(9$6
3$6$(/7,(032<3$&$&803/(5(&,%(81$&$57$'(&(&,/,$3$&$6(321(
08<75,67(32548(6(',2&8(17$48($&(&,/,$/(,03257$%$08<32&268$0,67$'

Etapa 3: (1(/75$6&8562'(/7,(0326(&216,*8(&2181$0,*2/(',&(48(6(+$
38(67208<+(5026$6((1$025$'(68$0,*2<$35(685$'$0(17(6(/$1=$<
/(',&(48(/248,(5(

¿Con qué etapa podrían relacionar el segundo momento, aquél invernal, que precede a la primavera?
<2&216,'(5248(/$6(*81'$(7$3$<$48((6&8$1'23$&$%6<&$18(9$6
$0,67$'(6<6,*8($)(55$'$$68$17,*8$$0,*$

¿Por qué rompió Paca todos los recuerdos de Cecilia? ¿Qué sentido encierra ese acto?

3$&$5203,272'26/265(&8(5'2632548(6(6,17,2,1)(5,25$&(&,/,$

¿Por qué Paca desea que sigan sonando las campanas? ¿Qué significa eso para ella?
3$&$'(6($%$48(/$6&$03$1$66,*8,(5$1621$1'232548(6(6,17,208<)(:/,=(1
(6(020(172(/621,'2'(/$6&$03$1$6(5$32548(6(17,$48(/$)(/,'$'5(*5(6$%$
$(//$
¿Cuál es el mensaje oculto, el trasfondo de la historia de Paca? Una posible respuesta es:
(6/$683(5$&,21'(3$&$$&(&,/,$<&20292/9,2$6(17,5$/(*5,$325$/*8,(1
0$6&202/2)8($'2/)268$17,*82$0,*2

Y tú,
¿qué opinas? En el cuento leído, el autor hace uso de lenguaje figurado.
¿Cómo interpretan las siguientes frases?

“Había venido muy temprano, cuando por toda la placita soñolienta y aterida apenas circulaba de nuevo, como
un jugo, la tibia y vacilante claridad de otro día”:

6(5(),(5($48((5$08<7(035$12325/$0$f$1$
“La niña va a hacer once años y está en estado salvaje”.
'$$(17(1'(548(68+,-$6((67$3257$1'20$/'(6$),$1'2<'(62%('(&,(1'2$/$
0$'5(&203257$1'26('(0$1(5$5(%(/'(
“A paca se le pusieron unas fiebrecillas incoloras y tercas que la iban consumiendo”.
48($/'$5/(),(%5(/($)(&7$%$/$(02&,21'(1232'(5&203$57,5&21$/*8,(148(
(//$48(5,$3(526$%,$48(1232',$+$&(51$'$

44
“Fiebre escuálida, terrosa, subterránea, fiebrecilla de pobres”.
686(0%/$17(&$0%,2325&203/(723(52$48(//2)8(352'8&72'(68$872(67,0$$/

6(17,56(62/$32548(+$%,$&203$57,'2*5$123$57('(689,'$&21&(&,/,$

“Si viniera la primavera, me pondría buena”.
48('(6($5,$(67$5%,(1'(6$/8'<'(6($%$%2/9,'$5/248(+$%,$3$6$'2

“A la puerta de los ojos se le salieron bruscamente unas lágrimas espesas y ardientes, que parecían de lava
o plomo derretido”:
+$&(5()(5(1&,$$48(3$&$//2527$172<7(1,$81$75,67(=$48(1,(//$0,60$6$%,$
48(/(3$6$%$

“Dichosos los ojos”.
48((6%81292/9(5/$$9(5$&219(56$5

“A Paca le quemaban las mejillas”.
3$&$6(62152-2$/9(5$$/'2/)2(/+,-2'(/=$3$7(52

“Paca sentía los campanazos azotando su cuerpo saltándose gozosos por toda la ciudad”.
48(6(17,$7$17$(02&,216(17,$7$17$)(/,&,'$'48(126$%,$(;3/,&$5/2

“Arreciaba un glorioso y encarnizado campaneo, inundando la calle, metiéndose por todas las ventanas”.

'(/$)(/,&,'$',%$$9,6$1'2$72'$/$*(17(48(6($&(5&$%$/$+25$'(/$0,6$

Jueguen, dibujen, escriban, ¿En dónde está el error?


Individualmente, lean los siguientes párrafos con errores.
hablen, escuchen... Traten de encontrar en dónde, lo que está escrito, no es
verdadero. Después, integrados en equipo, comenten so-
bre los errores que descubrieron y señalen qué es lo que realmente dice el relato en esa parte.

Párrafos con errores


a) Paca no quería quedarse dormida el día que llegara la mudanza, ¡sería la última vez que viera a Cecilia! (67$%$(1)(50$
b) La comunicación que había establecido con las hadas cuando Cecilia vivía en el piso de arriba quedó truncada
cuando su amiga se mudó de población.
c) La madre de Paca lamentó mucho que Cecilia se fuera del edificio, ¡ella vivía complacida con la amistad de las
dos niñas! (5$1&21&,(17(48((5$1'(&/$6(%$-$
d) El paso de la niñez a la juventud se dio casi sin sentir, cuando Paca se dio cuenta se había convertido en una
preciosa joven.
e) Los recuerdos más gratos de la niñez de Paca, su amistad con Cecilia, fue algo que perduró siempre en su memoria
y de ella guardó, como tesoro precioso, los escasos recuerdos materiales de aquella época. /26%272$/$%$685$
f) Paca disfruta el sonido de las campanas y no desea que terminen porque, en la postal recibida, su amiga Cecilia le
comunica que regresa en el tiempo de vacaciones. (67$%$&217(17$32548(/$6&$03$1$6/(+$&,$1
5(&25'$5/$)(/,&,'$''(638(6'(48($'2/)2/(',*$
48((67$%$&$0%,$'$<+(5026$

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