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LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA CREEN EN..

Los dones y ministerios


espirituales
Dios concede a todos los miembros de su iglesia, en todas las épocas, dones
espirituales p a ra que cada m iem bro los em plee en am an te ministerio p o r el
bien común d e la iglesia y de la hum anidad. Concedidos m ediante la opera ­
ción del Espíritu Santo, quien los distribuye entre cada m iem bro según su
voluntad, los dones proveen todos los m inisterios y habilidades que la iglesia
necesita p a ra cum plir sus funciones divinam ente ordenadas. D e acuerdo con
las Escrituras, estos dones incluyen m inisterios —tales como fe, sanidad,
profecía, predicación, enseñanza, adm inistración, reconciliación, compasión,
servicio abnegado y ca rid a d —, p a ra a yu dar y anim ar a nuestros semejantes.
Algunos miem bros son llam ados p o r Dios y dotados p o r el E spíritu p ara
ejercer funciones reconocidas p o r la iglesia en los ministerios pastorales, de
evangelización, apostólicos y de enseñanza, particu larm en te necesarios con el
fin de equipar a los miem bros p a ra el servicio, edificar a la iglesia con el
objeto de que alcance la m adu rez espiritual, y prom over la u n ida d de la f e y el
conocimiento d e Dios. Cuando los miem bros em plean estos dones espirituales
como fieles mayordomos de la m ultiform e gracia de Dios, la iglesia queda
protegida de la influencia destructora de las fa lsa s doctrinas, crece gracias a
un desarrollo que procede de Dios, y se edifica en la f e y el am or (Rom. 12:4-8;
1 Cor. 12:9-11,27,28; Efe. 4:8,11-16; Hech. 6:1-7; 1 Tim. 3:1-13; 1 Ped. 4:10,11).

LAS PALABRAS QUE JESÚS HABLÓ JUSTO A N TES de ascender al cielo, h a ­


b rían de cam biar la historia. “Id p o r tod o el m undo —les ordenó a los discípu­
los—, y predicad el evangelio a to d a criatu ra” (M ar. 16:15).
¿A tod o el m undo? ¿A to d a criatura? Los discípulos deben h ab er pensado que
se tra ta b a de u n a ta re a imposible. Cristo, que conocía su im potencia, los instruyó

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p ara que no ab an d o n a ran Jerusalén, “sino que esperasen la prom esa del Padre”.
Luego les aseguró: “Recibiréis poder, cu an d o haya venido sobre vosotros el Espí­
ritu Santo, y m e seréis testigos en Jerusalén, en tod a Judea, en Sam aría, y hasta lo
últim o de la tie rra” (H ech. 1:4,8).
D espués de la ascensión de Jesús al cielo, los discípulos p asaro n m ucho tie m ­
po en oración. La arm o nía y la hu m ild ad reem plazaron la discordia y los celos
que hab ían caracterizad o buen a p a rte del tiem po que p asaron con Jesús. Los
discípulos estab an convertidos. Su estrech a co m unión con C risto y la unidad
resu ltan te constituyeron la preparación necesaria para el derram am ien to del Es­
p íritu Santo.
Así com o Jesús recibió u n a unción especial del Espíritu que lo capacitó p ara
realizar su m in isterio (H ech. 10:38), tam b ién los discípulos recibieron el bau tis­
m o del E spíritu Santo (H ech. 1:5), el cual los capacitaría p a ra testificar. Los resul­
tados fueron asom brosos. El m ism o día que recibieron el don del E spíritu Santo,
b au tizaro n a 3.000 personas (ver H ech. 2:41).

Losdones del EspírituSanto


C risto ilustró los dones del E spíritu Santo con u n a parábola: “El reino de los
cielos es com o u n hom bre que yéndose lejos, llam ó a sus siervos y les entregó sus
bienes. A u no dio cinco talentos y a o tro dos, y a o tro uno, a cada u no conform e
a su capacidad; y luego se fue lejos” (M at. 25:14,15).
El hom bre que se fue lejos rep resenta a Cristo, el cual subió al cielo. Los “sier­
vos” son sus seguidores, los cuales fueron “com prados por precio” (1 Cor. 6:20), a
saber, “con la sangre preciosa de C risto” (1 Ped. 1:19). C risto los redim ió p a ra el
servicio, “p ara que los que viven ya no vivan p ara sí, sino p ara aquel que m u rió y
resucitó p o r ellos” (2 Cor. 5:15).
A cada siervo, Cristo le concedió dones según su capacidad, “y a cada uno su obra"
(Mar. 13:24). Junto con otros dones y capacidades (ver el capítulo 21 de esta obra),
estos dones representan los talentos especiales que im parte el Espíritu.1
En u n sentido especial, C risto le concedió a su iglesia estos dones espirituales
en el Pentecostés. “Subiendo a lo alto —dice Pablo—... dio dones a los h o m bres”.
De ese m odo, “a cada u no de nosotros fue dada la gracia conform e a la m edida
del don de C risto” (Efe. 4:8, 7). El E spíritu Santo es el agente que distribuye “a
cada u no en p a rtic u la r com o él quiere” (1 Cor. 12:11) los dones que le p erm iten a
la iglesia c u m p lir la tarea que se le ha asignado.

El propósito delos dones espirituales


El Espíritu Santo concede u n a capacidad especial a cierto m iem bro, perm itién ­
dole ayudar a que la iglesia cum pla su m isión divina.
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A rm onía en la iglesia. A la iglesia de C o rin to no le faltaba n in g ú n d on espi­


ritu al (1 Cor. 1:4, 7). D esgraciadam ente, d iscu tían com o n iños sobre cuáles d o ­
nes eran los m ás im p o rtan tes.
Preocupado p o r las divisiones en la iglesia, Pablo escribió a los corintios acer­
ca de la verdadera n aturaleza de esos dones, y cóm o debían obrar. Explicó que los
dones espirituales son concedidos por gracia. Del m ism o Espíritu viene u n a "di­
versidad de dones”, que lleva a u n a “diversidad de m in isterio s” y a u n a “diversi­
dad de operaciones”. Pero Pablo hace énfasis en que “Dios, que hace tod as las
cosas en todos, es el m ism o” (1 Cor. 12:4-6).
El Espíritu distribuye dones a cada creyente p ara la edificación y desarrollo de
la iglesia. Las necesidades de la obra del Señor d eterm in an qué distribuye el Espí­
ritu, y a quiénes se los da. N o todos reciben los m ism os dones. Pablo declaró que el
Espíritu le da a u no sabiduría, a o tro conocim iento, a o tro fe, a o tro milagros, a otro
profecía, a o tro discernim iento de espíritus, a otro lenguas, y a otro la interp reta­
ción de lenguas; “pero todas estas cosas las hace u no y el m ism o Espíritu, repar­
tiendo a cada uno en particular com o él quiere” (vers. 11). El agradecim iento por la
operación de u n don en la iglesia debe ser dirigido al Dador, y no a la persona que
ejerce el don. Y por cuanto los dones se entregan a la iglesia y no al individuo, quie­
nes los reciben no deben considerarlos su propiedad privada.
Por cu an to el E spíritu distribuye conform e a lo que le parece, n in g ú n don
debe ser despreciado o pasado por alto. N ing ú n m iem bro de la iglesia tiene el
derecho de ser arro g an te p o r habérsele encargado alg un a función específica, ni
nadie debiera sentirse inferior porque se le ha asignado u n a posición hum ilde.

1. U n m o d e l o a s e g u ir . Pablo usó el cuerp o h u m an o p ara ilu stra r la arm o nía


que debe existir en la diversidad de dones. El cu erpo tiene m uchas partes, cada
u n a de las cuales contribuye en form a especial. “M as ah o ra Dios ha colocado los
m iem bros cada u n o de ellos en el cuerpo, com o él q uiso” (vers. 18).
N inguna p a rte del cuerp o debiera decir a otra: “¡No te necesito!” Todas de­
p enden u nas de otras, y “los m iem bros del cuerpo que p arecen m ás débiles son
los m ás necesarios; y aquellos del cuerpo que nos p arecen m enos dignos, a estos
vestim os m ás dignam ente; y los que en n osotros son m enos decorosos, se tra ta n
con m ás decoro. Porque los que en n osotros son m ás decorosos, no tienen nece­
sidad; pero Dios ordenó el cuerpo, d ando m ás ab u n dante h o no r al que le faltaba”
(vers. 21-24).
El m al funcion am ien to de cualquier órgano afecta to d o el cuerpo. Si el cuer­
po no tuviera cerebro, el estóm ago no funcionaría; y si no tuviera estóm ago, el
cerebro no serviría de nada. A sí tam bién, la iglesia su friría si le faltara cualquiera
de sus m iem bros, no im p o rta cu án insignificante sea.
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Ciertas partes del cuerpo que son estructuralm ente m ás débiles, necesitan pro­
tección especial. Uno puede funcionar sin una m ano o una pierna, pero no sin el hí­
gado, el corazón o los pulm ones. N orm alm ente exponemos nuestro rostro y nuestras
manos, pero cubrim os otras partes del cuerpo con vestiduras, con propósitos de m o­
destia o decencia. Lejos de estim ar livianam ente los dones menores, debemos tratar­
los con mayor cuidado, porque la salud de la iglesia depende de ellos.
Dios deseaba que la distribución de dones espirituales en el seno de la iglesia evita­
ra la “desavenencia en el cuerpo”, produciendo en cambio un espíritu de arm onía e in­
terdependencia, para que “los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De
manera que si un miem bro padece, todos los miembros se duelen con él, y si u n m iem ­
bro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (vers. 25, 26). Así que
cuando un creyente sufre, toda la iglesia debe saberlo y ayudar al sufriente. Únicam en­
te cuando dicho individuo haya sido restaurado, estará segura la salud de la iglesia.
D espués de co m p arar el valor de cada u no de los dones, Pablo hace u n a lista
con varios de ellos: “Y a u nos puso Dios en la iglesia, p rim era m en te apóstoles,
luego profetas, lo tercero m aestros, luego los que hacen m ilagros, después los que
sanan, los q ue ayudan, los que ad m in istran , los q ue tienen d on de lenguas” (vers.
28; ver tam bién Efe. 4:11). Por cu an to n in g ú n m iem bro posee todos los dones, el
apóstol an im a a todos a p ro c u ra r “los dones m ejores” (vers. 31), refiriéndose a los
que sean m ás útiles p ara la iglesia.2

2. La dimensión indispensable. Los dones del E spíritu Santo, sin em bargo, no


son suficientes por sí m ism os. Hay “u n cam ino au n m ás excelente” (vers. 31).
C u ando C risto vuelva, los dones del Espíritu pasarán; sin em bargo, el fru to del
Espíritu es eterno. C onsiste en la v irtu d etern a del am or y la paz, bo nd ad y ju sti­
cia que el am or tra e consigo (ver Gál. 5:22,23; Efe. 5:9). Si bien d esaparecerán la
profecía, las lenguas y el cono cim ien to , la fe, la e sp eran za y el am o r perm a-n e-
cerán. Y “el m ayor de ellos es el a m o r” (1 Cor. 13:13).3
Este am or que Dios concede (agape en griego) es u n am o r sacrificado y abne­
gado (1 Cor. 13:4-8). Es "el tipo m ás elevado del am or, el cual reconoce algo de
valor en la persona u objeto am ado; u n am or que se basa en principios y no en
em ociones; u n am or que surge del respeto p o r las cualidades adm irables de su
objeto”.4 Los dones desprovistos de am or causan confusión y divisiones en la
iglesia. El cam ino m ás excelente, p o r lo tanto, consiste en que cada u no de los
que reciben dones espirituales posea tam b ién este am or en teram en te abnegado.
“Seguid el am or; y p ro cu rad los dones espirituales” (1 Cor. 14:1).

Viviendo p a ra la gloria d e Dios. Pablo se refirió tam b ién a los dones espiri­
tuales en su epístola a los rom anos. Al hacer u n llam ado a cada creyente p a ra que
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viva para gloria de Dios (Rom. 11:36-12:2), Pablo usa nuevam ente las p artes del
cu erpo para ilu stra r la diversidad y, a la vez, la u n id ad que caracteriza a los c re­
yentes que se u n en a la iglesia (vers. 3-6).
Reconociendo que ta n to la fe com o los dones espirituales tienen su fuente en
la gracia de Dios, los creyentes p erm an ecen hum ildes. M ien tras m ás dones se
conceden a un creyente, m ayor es su influencia espiritual, y m ás p rofunda debe
ser su dependencia de Dios.
En este capítulo Pablo m enciona los siguientes dones: Profecía (expresión ins­
pirada, proclam ación), m in isterio (servicio), enseñanza, ex hortación (dar án i­
mo), rep artim ien to (com partir), liderazgo y m isericordia (compasión). Tal com o
lo hace en 1 C orintios 12, te rm in a su discusión con el m ayor principio del cris­
tianism o, a saber, el am or (vers. 9).
Pedro presentó el tem a de los dones espirituales colocando como telón de fondo el
hecho de que “el fin de todas las cosas se acerca” (1 Ped. 4:7). La urgencia de la hora
requiere que los creyentes usen sus dones. “Cada uno según el don que ha recibido
—exhorta el apóstol—, m inístrelo a los otros com o buenos adm inistradores de la
multiform e gracia de Dios” (vers. 10). Tal como lo hace Pablo, Pedro enseña que estos
dones no son para la glorificación del individuo, sino “para que en todo sea Dios glori­
ficado por Jesucristo” (vers. 11). Pedro tam bién asocia el am or con los dones (vers. 8).

El crecim iento de la iglesia. En su tercera y final discusión de los dones es­


pirituales, el apóstol Pablo in sta a los creyentes a que vivan “com o es digno de la
vocación con que fuisteis llam ados, con to d a h um ildad y m ansedum bre, sopor­
tán d o o s con paciencia los u nos a los o tros en am or. Solícitos en g u ard ar la u n i­
dad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efe. 4:1-3).
Los dones espirituales contribuyen a prom over la u n id ad que hace que la igle­
sia crezca. C ada creyente ha recibido “la gracia conform e a la m edida del don de
C risto” (vers. 7).
El m ism o Jesús "constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evan­
gelistas; a otros, p astores y m aestro s”. Estos dones constituyen m in isterio s o rien ­
tados hacia el servicio, y son dados “a fin de perfeccionar a los santos p ara la obra
del m inisterio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguem os
a la unidad de la fe y del co nocim iento del Hijo de Dios, a u n varón perfecto, a la
m edida de la e sta tu ra de la plenitu d de C risto” (vers. 11-13). Los que reciben d o ­
nes espirituales deben servir especialm ente a los creyentes, preparándolos para
las clases de m in isterio que se ajustan a sus dones. Esto edifica la iglesia hacia
u n a m adurez q u e alcanza la plena e sta tu ra de Cristo.
Estos m inisterios au m e n tan la estabilidad espiritual y fortalecen a la iglesia
c o n tra las falsas d o c trin a s, de m a n e ra qu e los creyentes ya no sean “n iñ o s fluc-
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tua n tes, llevados p o r d oquiera de tod o viento de d o ctrin a, por estratagem a de


hom bres que p ara en g añ ar em plean con astucia las a rtim añ as del error, sino que
siguiendo la verdad en am or, crezcam os en todo en aquel que es la cabeza, esto
es, C risto” (vers. 14,15).
Finalm ente, en C risto, los dones espirituales producen ta n to la u n idad com o
la prosperidad de la iglesia. D e él “tod o el cuerp o bien co ncertado y unido entre
sí p o r tod as las co y u ntu ras que se ayudan m u tuam ente, según la actividad propia
de cada m iem bro, recibe su crecim iento p ara ir edificándose en am o r” (vers. 16).
Si la iglesia ha de ex p erim en tar el crecim iento que Dios desea, cada m iem bro
debe u sar los dones de gracia que él provee.
C om o resultado, la iglesia ex p erim en ta u n crecim iento doble: en el núm ero
de sus m iem bros y en la can tidad de dones espirituales disponibles. En esto ta m ­
bién el am or es p a rte de este llam ado, ya que la iglesia puede log rar esta clase de
edificación y crecim iento ú n icam en te por m edio del uso de estos dones en el
am or.

Implicaciones de los dones espirituales


Un m inisterio común. La E scritu ra no apoya la idea de que el clero debe
m in istra r m ien tras que los laicos se lim itan a calen tar los asientos y esp erar para
recibir su alim ento. T anto los p astores com o los laicos com p o n en la iglesia, el
pueblo adquirido por D ios (1 Ped. 2:9). Unidos, son responsables del b ienestar de
la iglesia y de su prosperidad. H an sido llam ados p ara trab ajar juntos, cada uno
según sus propios dones especiales que C risto le ha concedido. La diferencia de
dones resu lta en u n a variedad de m in isterio s o servicios, todos unid o s en su
testim o n io con el fin de ex tender el reino de Dios y p rep arar al m u ndo p a ra en ­
co n trarse con su Salvador (M at. 28:18-20; Apoc. 14:6-12).

El p a p e l de los m inistros. La d o ctrin a de los dones espirituales coloca sobre


los h om bros del m in istro la responsabilidad de p re p a ra r la congregación. Dios ha
establecido aspóstoles, profetas, evangelistas, pastores y m aestros, con el fin de
equ ip ar a su pueblo para el m inisterio. “Los m in istro s no debieran hacer la obra
que p ertenece a la iglesia, de este m odo agotándose, e im pidiendo que o tros c u m ­
plan sus deberes. D ebieran en señ ar a los m iem bros a trab ajar en la iglesia y en la
co m u n id ad ”.5
El m in istro que no tie ne el d o n de p re p a ra r a o tro s no d ebe o cu p arse del
m in isterio pastoral, sino a c tu a r en alguna o tra p a rte de la obra de Dios.6El éxito
del plan que Dios tiene p ara la iglesia depende de la buena v oluntad y capacidad
que m u estren sus p astores en la preparación de los m iem bros p ara que éstos
usen los dones que h a n recibido de Dios.
Los dones y ministerios espirituales ♦ 243

Los dones y nuestra misión. Dios concede dones espirituales p ara beneficiar
todo el cuerpo, y no sim plem ente a los individuos que los reciben. Y, tal com o el
receptor no recibe el don para sí m ism o, así tam b ién la iglesia no recibe la to ta li­
dad de los dones p ara sí m ism a. Dios dota a la com u n id ad de la iglesia con dones
que la p rep aran p ara cu m p lir an te el m u n d o la m isión que él le ha asignado.
Los dones espirituales no son la recom pensa p o r u n a obra bien hecha, sino que
son las herram ientas que p erm iten hacer bien el trabajo. El Espíritu, por lo general,
concede dones que son com patibles con los talen to s n atu rale s de u n individuo, si
bien los talentos naturales p o r sí solos no co nstituyen dones espirituales. Se re ­
quiere el nuevo nacim iento para que u n a p ersona sea llena con la energía del
Espíritu. D ebem os nacer de nuevo p ara ser dotados de dones espirituales.

U n idad en la diversidad, no uniform idad. A lgunos cristianos p ro c u ra n


hacer que todos los dem ás creyentes sean com o ellos. Este no es u n plan divino
sino hum ano. El hecho de que la iglesia perm anece u nida a pesar de la diversidad
de los dones espirituales, com prueba la naturaleza com plem entaria de dichos d o ­
nes. Indica que el progreso de la iglesia de Dios depende de cada creyente. Dios
desea que todos los dones, m inisterios y operaciones que se m anifiestan en la iglesia,
actúen unidos en la obra de construir sobre el fundam ento que ha colocado la iglesia
a través de los siglos. En Jesucristo, la principal piedra del ángulo, “todo el edificio
bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor” (Efe. 2:21).

El p ropósito de los dones: la testificación. Los creyentes reciben diversidad


de dones, lo cual indica que cada u no debe cu m p lir u n m in isterio individual. Sin
em bargo, cada creyente debiera ser capaz de testificar acerca de su fe, co m p artir
sus creencias y h ablar a otros acerca de lo que Dios ha hecho en su vida. El p ro ­
pósito con el cual Dios concede cada don, no im p o rta cual sea este, es capacitar
al que lo posee p ara que dé testim onio.

El fra ca so en el uso de los dones espirituales. Los creyentes que rehúsan


em plear los dones espirituales, h allarán que no solo estos se atrofian, sino ta m ­
bién que al hacerlo están poniendo en peligro su vida eterna. C on am orosa p re­
ocupación, Jesús pronunció la solem ne am onestación de que el siervo que no usó
su talen to no era o tra cosa que u n “siervo m alo y negligente”, el cual despreció la
recom pensa etern a (Mat. 25:26-30)7 El siervo infiel adm itió librem ente que su
fracaso había sido deliberado y prem editado. Por eso, debió llevar la responsabi­
lidad por su decisión. “En el g ran día final del juicio, los que h an ido a la deriva,
evitando o p o rtu n idades y haciéndoles el qu ite a las responsabilidades, serán cla­
sificados p o r el gran Juez con los m alhechores.8
244 . LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA CREEN EN.

El descubrimientodelos dones espirituales


Si los miembros desean participar con éxito en la misión de la iglesia, deben com­
prender sus dones. Los dones funcionan como una brújula, dirigiendo al que los posee
hacia el servicio y el goce de la vida abundante (Juan 10:10). En la medida como elegi­
mos “no reconocer, desarrollar y ejercer nuestros dones (o simplemente los descuida­
mos), la iglesia es menos de lo que podría ser. M enos de lo que Dios quería que fuera”.9
El proceso de descu b rim ien to de nuestros dones e sp iritu a le s10debiera carac­
terizarse p o r los siguientes rasgos:

La preparación espiritual. Los apóstoles o raro n con diligencia pidiendo la


capacidad de hablar palabras que llevaran a los pecadores a Jesús. E lim inaron las
diferencias y el deseo de la suprem acía, que se hab ían in terp u esto en tre ellos. La
confesión del pecado y el arre p e n tim ien to los hizo e n tra r en un a relación e stre­
cha con Cristo. Los que aceptan a C risto hoy necesitan u n a experiencia sim ilar
en preparación para el b autism o del E spíritu Santo.
El bautism o del Espíritu no es un acontecim iento único; podem os experim entar­
lo diariam ente.11Necesitamos rogar al Señor que nos conceda ese bautismo, porque
le im parte a la iglesia poder para testificar y proclam ar el evangelio. Para hacer esto,
debemos entregar continuam ente nuestras vidas a Dios, perm anecer enteram ente
en Cristo, y pedirle sabiduría para descubrir nuestros dones (Sant. 1:5).

El estudio de las Escrituras. Si estud iam os con oración lo q ue el Nuevo Tes­


tam e n to enseña acerca de los dones espirituales, le p erm itirem o s al Espíritu San­
to im presionar nuestras m entes con el m in isterio específico que tiene p ara n o so ­
tros. Es im p o rta n te que cream os que Dios nos ha concedido p o r lo m enos u n don
p ara ser usado en su servicio.

A biertos a la conducción providencial. N o debem os u sar nosotros al Espíri­


tu, sino que él debe usarnos, ya que es Dios quien obra en su pueblo “así el querer
com o el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:13). Es u n privilegio estar dispuestos
a trabajar en cualquier línea de servicio que la providencia de Dios presente. Debe­
m os darle a Dios la o p ortunidad de ob rar a través de otros p ara solicitar nuestra
ayuda. D e este m odo debiéram os estar listos para responder a las necesidades de la
iglesia donde quiera que éstas se presenten. N o debiéram os ten er tem or de probar
cosas nuevas, pero al m ism o tiem po debem os sentirnos libres de inform ar acerca
de nuestros talentos y vivencias a los que piden nuestra ayuda.

Confirm ación provenien te d el cuerpo. Por cu an to Dios concede estos dones


p ara edificar su iglesia, podem os esp erar que la confirm ación final de nuestros
Los dones y ministerios espirituales • 245

dones surja del juicio del cuerp o de C risto, y no de n u estro s propios sen tim ien ­
tos. A m enudo es m ás difícil reconocer los dones propios que los de otros. N o
solo debem os e sta r d ispuestos a escu ch ar lo que o tros nos digan acerca de nues­
tro s dones, sino tam b ién es im p o rta n te que reconozcam os y confirm em os los
dones de D ios en los dem ás.
Nada genera mayor entusiasm o ni sentim iento de logro, que saber que estam os
ocupando la posición del m inisterio o del servicio que la Providencia había dispuesto
para nosotros. ¡Cuán grande es la bendición que recibim os al em plear en el servicio
de Dios el don especial que C risto nos ha concedido por medio del Espíritu Santo!
Cristo anhela com partir con nosotros sus dones de gracia. Hoy podem os aceptar su
invitación y descubrir lo que pueden hacer sus dones en una vida llena del Espíritu.

Referencias

1. V er p o r ejem plo, E lena G. de W h ite , P a la b r a s d e v id a d e l g r a n M a e s tr o , pp. 262, 263. N o


siem p re p o d em o s d is tin g u ir fácilm en te e n tre lo qu e es so b re n a tu ra l, lo qu e es h ere d ad o y
n u e stra s cap acid ad es ad q u irid as. En aquellos qu e se h a lla n bajo el c o n tro l del E spíritu, estas
c apacidades co n fre cu en c ia se e n tre m e z c la n a rm o n io sam e n te.
2. Ver R ich ard H a m m ill, “S p iritu a l G ifts in th e C h u rc h T oday” [Los d o n es e sp iritu ales e n la
iglesia de hoy], M i n i s t r y , ju lio de 1982, pp. 15,16.
3. En el sen tid o m ás am p lio, el a m o r es u n d o n de D ios, p u esto q u e to d a s las b u en a s cosas vie­
n e n de él (Juan 1:17). Es el fru to del E sp íritu (Gal. 5:22), p e ro n o c o n stitu y e u n d o n e sp iritu al
e n el sen tid o de q u e el E sp íritu S an to lo h a d is trib u id o a a lg u n o s c rey en tes y no a o tro s. A
to d o s se no s dice: “Seguid el a m o r” (1 C or. 14:1).
4. C o m e n t a r i o b í b l i c o a d v e n t i s t a , t. 6, p. 773.
5. E lena G. de W h ite , “A p p eals for O u r M issio n s” [L lam ados e n favor de n u e stra s m isiones] e n
[B osquejos h is tó ri­
H is to r ic a l S k e tc h e s o f th e F o r e ig n M is s io n s o f th e S e v e n th - d a y A d v e n tis ts

cos de las m isio n es e x tra n je ra s de los a d v e n tista s del sép tim o día] (Basilea, Suiza: Im p rim e-
rie P olyglotte, 1886), p. 291. V er tam b ién Rex D. E dw ards, A N e w F r o n t i e r — E v e r y B e l i e v e r a
[U na n u ev a fro n te ra : cad a crey en te u n m in istro ] (M o u n ta in View, C alifornia: P aci­
M in is te r

fic Press, 1979), pp. 58-73.


6. Ver J. D avid N ew m an, “S e m in a r in S piritual G ifts” [Sem inario acerca de do nes espirituales],
m a n u sc rito in éd ito , p. 3.
7. A cerca de la g rav ed ad de e sta co n d ició n , ver E lena G. de W h ite , “H om e D iscip lin e” [La d isci­
p lin a e n el hogar], R e v i e w a n d H e r a l d , 13 de ju n io de 1882, p. [1].
8. C o m e n t a r i o b í b l i c o a d v e n t i s t a , t. 5, p. 499.
9. D o n Jacobsen, “W h a t S p iritu a l G ifts M e an to M e” [Lo q u e sig nifican p a ra m í los d o n es esp i­
rituales], A d v e n t i s t R e v ie w , 25 de die. de 1986, p. 12.
10. Ver Roy C. N aden, D is c o v e r in g y o u r S p ir itu a l G ifts [C óm o d e scu b rir sus do nes espirituales]
(B errien S prings, M ich igan: In s titu te o f C h u rc h M in istry , 1982); M a rk A. Finley, T h e W a y t o
A d v e n t i s t C h u r c h G r o w t h [El c a m in o al c rec im ien to d e la Iglesia A dventista] (Siloam S prings,

AR: C o n c ern ed C o m m u n ic a tio n s, 1982); C. P e te r W ag ner, Y o u r S p i r i t u a l G i f t s C a n H e l p


Y o u r C h u r c h G r o w [Sus d o n es e sp irtu a le s pu e d e n a y u d a r al c rec im ien to de su iglesia] (G len­

dale, C alifo rn ia: Regal Books, 1979).


11. Ver E lena G. de W h ite , L o s h e c h o s d e lo s a p ó s to le s , p. 42; E lena G. de W h ite , C o n s e jo s p a r a

lo s m a e s tr o s (M o u n ta in View, C alifo rn ia: Pacific Press), p. 124.

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