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Nicolas Bourriaud
1
Reglón de Murcia
Conse¡Crla de Cultura y Turismo

MurclaCultural.Cap,tal Creativo.'
FORMAS DE VIDA
El arte moderno y la invención de sí
~ NDACIÓN CAJAMVRCIA

Ad Litteram

Cokmó11 dingida por: ed,lorigmal:


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Miguel Á Hemández-Navarro rormn iÚ vid~- l 'an mockrnt tt l 'inwntion tk so,,
Yaiza Hemánde-¿ Veláu¡ue-¿ 1999, &li,ion, Dcnocl, París

Traducción: e d, ""' ,dición:


Cendtat
Carmen Rivera Parra
Antiguo Cuarrd de Artillería. Pabellón 5
C/ Madre Clisea Oliver Molina, s/n
Disttio dt rolección y cubierta: 30002 Murcia
Tlf.: +34 868 914 385
Afterimago
www.ccndcac.net

O d,I kxto:
Nicolas Bourriaud

O ll,mracidn d, cub,mn:
CENDEAl
1ri1 o l r
E. Manct, Baud,lmrnon <ombrm,, 1862-1869 R
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ISBN: 978-84-96898-51-6
Depósito legal: MU-2103-2009
Imprime: Imprenta Regional de Murcia
5
Exempla
(la dimensión ética del arte moderno)

Elogio de lo efímero
La historia del arte no considera la creación del sí como una ca-
tegoría escécica. Sin embargo, estima Niec-z.sche, «desde la altura apro-
piada, todo es uno: los pensamientos del filósofo, las obras del artista
y las buenas acciones1». ¿Pero dónde situar esca altura apropiada? Su
acceso supone un examen de la noción de obra, y una crítica de su
forma-modelo en la cultura occidental: el monumento. Edificio, es-
tela, estatua, peanas y pedestales, bronce, mármol, el pensamiento oc-
cidencal es un orden jerárquico cuya cúspide es el monumento (no
solamente arquitectónico sino también literario, filosófico o artístico).
U pensamiento no adquiere una resonancia real sino concordando
con el orden arquitectónico, transformándose en objeto sólido, capaz
de conmemorarlo de modo duradero. Así, se reconoce a Cézanne

l Fricdrich Nim.schc. Le Livrr du philoIOphe ( 1872- 1875), París, C ,1rnier-Ham-


marion, 1991,p 39.
85
haber estructurado el impresionismo con el fin de hacer un «arte du- Plinio, pero la historia de la filosofía tiene en cuenta su aportación.
radero y sólido como el de los museos»; se prefiere el surrealismo al Este desdén por la huella y el monumento acerca los pensadores grie-
dadaísmo, porque el primero solidifica los principios del segundo y gos como figuras que marcan la modernidad. Así, sin haber efectuado
propone una forma constructiva, es decir, arquitectónica. Atacar la ar- la menor línea de escritura, Brummell se convierte en un modelo fl-
quitectura es atacar una va más al hombre, escribía Bataille, pues el losólko cuya biografía es todavía objeto de infinitud de exégesis. Ar-
monumento es una ordenación, una figura de autoridad, un dique al- chur Cravan, si bien no contribuyó a la historia de su tiempo más que
zado contra el desorden y la bestialidad; es la expresión de «el ser con algunas imposturas literarias, escándalos sonados y un conjunto
mismo de las sociedades 2
». Tal es el origen de las dificultades experi- de documentos fotográficos que le representan en posturas diversas,
mentadas por los pensadores del fragmento como Georges Bataille: queda para la historia como el prototipo de la actitud Dadá. Su modo
salvo algunas obras corcas, ha dejado esencialmente nocas, artículos, de vida y la serie de acontecimientos poéticos que organizó o suscitó
textos aislados, lejos de la suma teórica con la que intentó por un mo- {la venta de su revista Ahora sobre una carreta de hortalizas, su com-
mento exponer su sistema, y de la que dejó varios planes. Incapaz de bate de boxeo contra Johnson, su conferencia en New York a la que
edificar una arquitectura monumental que ordenara su pensamiento, llegó completamente borracho, intentando desnudarse y que finalizó
el autor de la experiencia interior introduce el desorden en su pensa- en la comisaría de policía) habrán bastado para conferirle carta de no-
miento. Si se pretende contestar la autoridad sabiendo que «el orden bleza artística. Solamente la correspondencia de Jacques Vaché nos
humano es desde el origen solidario con el orden arquitectónico, que permite considerarle el gran inspirador del surrealismo. En cuanto a
no es más que su desarrollo», hay que atacar la arquitectura bajo codas Jacques Rigaut, que después de codo sólo realizó una hoja impresa y
sus formas. Y Bacaille enlaza, de entrada como juego, la modernidad un suicidio, no está menos presente en la memoria colectiva, pues él
y la negación del monumento: «la desaparición de la construcción solo encarna el modo de vida surrealista. Mico literario, es igualmente
académica en pintura», es decir, la destrucción del «esqueleto arqui- el personaje principal de las novelas de Drieu La Rochellc (Le Feu fo-
tectónico» que la sustentaba hasta la llegada de los impresionistas, re- llet) o Philippe Soupaulc (En joue.?.
presenta según él •la vía abierta a la expresión (incluso a la exaltación) Estos hé~ sin herencia, silenciosos o desertores, reacios a la huella,
de los procesos más incompatibles con la estabilidad social». En esta nos legan sin embargo una considerable materia de reflexión. Puesto que
lucha contra el esqueleto arquitectónico, los artistas son precursores: ninguna cátedra de estética del comportamiento existe todavía, la historia
abren el camino de una «monstruosidad bestial» la única que puede del arte abandona el discurso de las actitudes a los inventarios del soció-
volver a enseñarnos a pensar. logo, pero éste sólo tiene en cuenca su media. La sociología, la etnología,
El pensamiento de Sócrates, por no haber sido escrito, arquitec- la ancropología, consideran el gesto en tanto que se repite. Excéntricos,
tónico, ordenado, no es menos claro que el de sus estenógrafos Platón aislados en su estatus de aconcccirniento puro y en su gratuidad, los actos
y Jenofonte. Oiógenes, Antístenes y los demás dnicos griegos no dejaron singulares de estos artistas de la vida son golpeados por la insignificancia
más que un puñado de aforismo~ y de recuerdos pregonados de gene- y dejados al capricho del cronista. Anecdótico: despreciable. Estos estados i1
ración en generación a partir de compilaciones de Diógcnes Laercio o singulares de la cultura (esretit.ación del sí, formalización y ritualización
de lo cotidiano, ge:.tos que objetivan una presencia artística en el mundo)
no forman el corpus de ninguna ciencia en la medida que muestran un
2 Georg~ Bataillc, Dirtiormntrr- m11que, Cfurla1e, 1993. Ibídem para la~ d1~ proyecto individual y no una actuación colectiva.
que siguen
Para evaluar la carga estética de estos relatos, habría que volver Ahora bien, estos biografemas deslavazados por la filosofía occi-
sobre un concepto largamente desarrollado por los presocráticos, el dental van a refugiarse, al término de un largo camino, en el dominio
exempíum, el acto ejemplar. Ya que podía resumir una filosofía o indicar del arte. Pues el gesto, en el seno de la jerarquía filosófica, ocupa de
sus grandes líneas, el exempíum tenía para los antiguos valor de texto. ahora en adelante un lugar doblemente subalterno en relación al dis-
Los cínicos y los estoicos nos dejaron varias obras concernientes a los curso. Tras la posición secundaria que estos exempla ocupan en nuestra
principios de su doctrina, no obstante, el escrito se consideraba inferior cultura, se encuentra el desprecio occidental por lo efímero, noción
a su verificación en la vida cotidiana -cuya conducta formaba el terreno can activa por el contrario en el pensamiento oriental. Para nuestro
mismo de la filosofía-. Séneca concede así canea importancia a la esce- espíritu europeo, no podría tener sentido más que por la intermedia-
nificación de su suicidio como a sus carcas a Lucilius; Epícteto y Marco ción de una huella material y duradera: sólo el monumento detenta
Aurelio demuestran el pensamiento esroico con el ejemplo de sus res- el poder de significar. Esca exclusión de lo frágil y de lo fugitivo explica
pectivas existencias de esclavo y de emperador. La literatura estoica se el recurso incesante de los artistas modernos al pensamiento oriental:
presenta como un conjunto de mementos, colecciones de consejos prác- la contaminación progresiva del arce occidental por modos de pensa-
ticos destinados al «gobierno de sí mismo», según el modelo de los miento exóticos, desde las estampas japonesas que inspiraron a los im-
hypomnenata, ese cuaderno de notas íntimas cultivado por los Roma- presionistas, hasta el budismo zen de John Cage y el movimiento
nos y destinado a la acción sobre sí. Para ellos la huella es periférica a Fluxus, permite a los artistas modernos valorizar en su práctica no-
la anécdota vivida, que es el corazón viviente de la filosofía. La etimo- ciones que muestran la impermanencia y la estética del sí, radical- )
logía griega de la palabra anécdota («algo inédito, secreto»}, la designa mente extranjera al deseo occidental de monumentalidad.
como punto culminante del pensamiento antiguo, como el equivalente Sin embargo es innegabl.e..que el biografema juega un rol impor-
occidental del koan zen. En el proyecto filosófico de estos pensadores- tante en la historia del arte y del pensamiento: el hecho de que no se
artistas, la acción ejemplar, lejos de ser el residuo a descuidar del pen- le reconozca ningún valor no le impide resurgir regularmente, en oca-
samiento, constituye su verificación y su culminación. Para el filósofo siones desapercibido, en el bello medio de las obras. Así encontramos
cínico o estoico, estos biografemas constituyen una escritura articulada, las primeras huellas de una cultura del comportamiento en la tradición
pues el pensamiento debe ser demostrado por el ejemplo: el médico del oral de la Antigüedad, con las compilaciones de anécdotas que retra-
alma, si intenta resultar creíble, prueba él mismo sus pociones. No ol- zan la vida de los filósofos antiguos. Esta cultura concierne en primer
videmos que la filosofía antigua, contrariamente a la mayor parce de los lugar a los filósofos y a los «hombres ilustres». Antes de que se asociara
aparacos críticos que le sucedieron, es un conjunto de eudemonismos, al mundo del arce, habría de emerger la figura del artista cal como la
de métodos para alcanzar la felicidad: esca búsqueda de la felicidad por conocemos, que se diferencia de «el artesano tallador de imágenes» y
la ataraxia (la suspensión de las pasiones por el control del sí) llevándola pasa del dominio de las arces mecánicas al de las artes liberales. Las
a una problemática bien diferente, la vida cotidiana y el espacio natural Vidas de artistas recogidas por Vasari sólo fueron posibles una vez que
de la fllosofía. En el sistema de clasificación de la racionalidad occiden- la pintura hubo ganado, en Italia al menos, sus galones de actividad
tal, el gesto perderá pronto codo valor de significación, y el exempíum respetable, con la creación de una academia de las Artes y el recono-
se verá relegado al rango de los encantamientos de un período filosófico, cimiento del carácter «divino» de un Miguel Ángel. Un repertorio de
residuo de un pensamiento demasiado pragmático y demasiado poco anécdotas se articula entonces en torno al artista, como previamente
analítico para satisfacer al pensador de hoy en día. en torno a los filósofos, y sus relatos presentan similitudes estructurales
sorprendentes. Así se señalará que estas figuras recurrentes de la «vida catar que, si los cuencos relativos a los artistas se explayan con gusto
\ de artista» conducen a menudo a asimilar este último a un héroe, un sobre su nacimiento, la mayor parte de las anécdotas concernientes a
~emi-dios3 • Por otro lado, circulan relatos extrañamente idénticos filósofos tocan las circunstancias de su muerte4• Es significativo que
sobre pintores provenientes de épocas o de lugares diferentes. Como la tradición oral se haya acogido a estos momentos de verdad en los
ejemplo, este regiscro de anécdotas que exalta la intervención del azar: que una actitud filosófica se fija para la eternidad, en esta última agu-
Protógenes, incapaz de reproducir el brillo del hocico de un perro, deza que verifica la solidez de las convicciones. ¿No se supone, con o
lanza una esponja sobre su obra, y encuentra en la huella que deja ésta sin razón, que la filosofía nos «enseña a morir»? Todo el mundo conoce
la fórmula plástica que buscaba. Leonardo contempla paredes descon- los detalles de la muerte de Sócrates «corruptor de la juventud de Ate-
chadas para descubrir figuras. Piero di Cosimo concibe sus escenas de nas». Recordamos el reloj de Kant sonando a las once, momento pre-
batalla observando escupitajos de enfermos. Hokusai deja correr sobre ciso en que expira, conforme a la puntualidad maníaca del filósofo ...
su tela una gallina con las patas mojadas en pintura, y dibuja un pai- ¿Quién de entre nosotros no recuerda la tragedia, demasiado bella para
saje que roza la perfección ... Por otra parte, toda una literatura anec- ser verdadera, de Diógenes devorado por los perros, o el penoso fin
dótica se encarga de describir la infancia mítica del artista y el de Heráclito cubriéndose de estiércol seco para curar su hidropesía?
nacimiento de su vocación, en términos también muy similares. La Estas actas de defunción de filósofos, cuya autenticidad es a menudo
más célebre continúa siendo la que concierne a Giotto, pastor igno- dudosa, nacen sin embargo de su obra. Estas anécdotas son la emana-
rante que pasa el tiempo dibujando animales de su rebaño. La leyenda ción de un pensamiento hecho modo de vida, del que sólo su des-
dice que Cimabue, se encontraba dando un paseo por aquellos parajes, membramiento en micro-relatos puede dar cuenca, y la letra y el
y literalmente estupefacto por el talento del joven pastor, le trasmitió espíritu. Para quien sabe leer, el tonel de Diógenes basta para mate-
paternalmente los secretos de su arte. En este tipo de relatos se expresa rializar la visión del mundo de los cínicos, su teoría del nomadismo,
en ocasiones lo esencial de una obra o de una época, en un atajo pe- su estrategia de provocación, su desdén por el confort y los bienes de
netrante: ¿cómo describir mejor el idealismo del arte griego que con este mundo, su pasión por la simplicidad.
el famoso episodio de la vida de Zeuxis, quien reunió cinco vírgenes Estos relatos son el testimonio de un pensamiento visual basado
de Crotón con el objetivo de reproducir lo más bello de cada una de en representaciones teatrales o artísticas, más que en la discursividad
ellas? Éstos han atravesado en ocasiones el tiempo menos dañados que racionalizanre que se convertirá en la marca de fábrica de la filosofía
las obras mismas, y no constituyen de ningún modo un suplemento occidental. De este modo, Nietzsche veía en la filosofía presocrática el
desdeñable de la historia del arte «seria»: son los primeros materiales momento histórico de la unidad de la vida y el pensamiento en Occi-
de una cultura del comportamiento artístico, excluida de la división dente: ,,Hay vidas, escribía, cuyas dificultades rozan el prodigio: son
occidental de los saberes. No es importante por tanto la veracidad de las vidas de los pensadores. Y hay que prestar atención a lo que nos
estos «relatos ejemplares>, de los pintores del Renacimiento: son cual- cuentan a este respecto, porque se descubren posibilidades de vida,
quier cosa menos arbitrarios, manifiestan la coherencia real que existe cuyo único relato nos proporciona alegría y fuerza, y esparce luL sobre
entre la vida y la doctrina, y enlazan los principales caracteres de la la vida de sus sucesores. Allí se encierra tanta invención, reflexión, osa-
obra a un magma preexistente de relatos heroicos. Se puede así cons- día, desespero y desesperanza como en los viajes de exploración de los

.3 Ernst Kris y Otro Kum, L'lmage tÚ l'artiJte, París, Rivales, 1979. 4 Anne Cauquclin, La Mort des philosophts et autres conw, París, PUF, 1992.
grandes, navegantes; y, a decir verdad, son también viajes de explora- distintas, escribe Proust, equivaldría a confundir narrador y escritor.
ción por los dominios más alejados y peligrosos de la vida5». La mo- Pero no busco acechar la biografía subyacente a la superficie de la obra,
dernidad es una tentativa de reencontrar esa unidad perdida. Como ni explicar la existencia del creador por las circunstancias de su vida
los pensadores presocráticos, el artista moderno concede la mayor im- privada. Se trata, sencillameme, de mostrar cómo la obra y la existen-
portancia a armonizar sus accos y su pensamiento, inscribe su trabajo cia están imbricadas en el proceso de producción de «posibilidades de
en un modo de vida y en un hábitat. Duchamp, siguiendo a Oiógenes, vida» individuales.
no considera la obra-monumento como el valor absoluto del pensa- Así encontraremos verdaderos equivalentes del exemplum antiguo
miento. La vida se desahoga en la obra, que vuelve a la vida: el artista en esas acciones o esos gestos fundadores que acompañan las grandes
moderno es un técnico universal cuyo «modo de ser (cuidado, no digo aventuras artísticas. Citemos algunos desordenadamente: Marce! Du-
de expresión) es hacer pintura», según los términos de Yves Klein. Es champ se afeita el cráneo en forma de cometa, permanece un mes en
un filósofo en actos, un creador de accos ejemplares, más que un fa., el casino de Monte Carlo para experimentar una artimaña infalible,
bricance de objecos o de imágenes. J es decir, «dibujar sobre el azar». Realiza Deux ou trois gouttes de hauteur
La anécdota no constituye más que el primer grado de esta cul- n'ont rien a voir avec la sauvagerie eras una «cita de arce» fijada el 17 de
tura del comportamiento: incluso si en su gesto condensa lo esencial febrero de 1916 a las once de la mañana, instante en que cualquier
e ilumina la obra con el resplandor de la vida, mantiene todavía una objeco que estuviera a su alcance sería transformado en obra de arte.
separación entre ésta y aquélla. Piet Mondrian, quien construyó su La Exposición del vado de Yves Klein constituye el <(punto límite,> al-
universo pictórico alejándose progresivamente de las formas de la na- rededor del que se articula su obra. Piero Manzoni realiza una serie
turaleza, volvía la espalda a las ventanas cuando se encontraba en el de botes de conserva que contienen sus-propios excrementos, traza la
campo, para no ver la vegetación. Encontraba un placer malévolo en línea más larga del mundo y firma los visitantes de su exposición. Erik
pintar de blanco las rosas blancas y ocultaba cuidadosamente a los vi- Oietman fabrica en un balcón de hotel en Venecia, durante algunos
sitantes de su inmaculado taller un reducto donde se amontonaba una meses, esculturas en ceniza de puro barridas inmediatamente por el
alucinante leonera. Del mismo modo, la vida sentimental tumultuosa viento. Joseph Beuys planea siete mil robles con motivo de la Doku-
o las incesantes mudanzas de Pablo Picasso corresponden a su obsesión menta de Kassel. Giuseppe Penone transforma sus ojos en espejos con
por la metamorfosis y el zapping estilístico. En cuanco a la existencia la ayuda de lentes de contacto. Gilbert & George, esculturas vivientes,
de Matisse, a excepción de breves excursiones turísticas, su vida de con el rostro cubierto de polvo metálico y sus sempiternos y escriccos /
gran burgués obsesionado por sus problemas intestinales6, ¿ no con- trajes, interpretan las Esculturas cantantes, encaramados a una mesa, /
cuerda con una pintura que quería que proporcionara «descanso como gesticulando ceremoniosamente durante la canción popular (1971).
una buena butaca»? Podríamos oponer aquí las palabras de Marcel Algunos de estos biografemas fundan un zócalo mítico, una escena
Proust, que explica al crítico Sainte-Beuve que el Yo que la obra pone primitiva a partir de la que se constituirá la obra: así Joseph Beuys,
en juego no es el de la vida cotidiana: amalgamar esas dos entidades piloto de la Lufcwaffe abatido en pleno vuelo, fue recogido por una
tribu siberiana y curado con fieltro y grasa. Braco Dimitrijevic pre-
senta como su primera obra el trapo manchado de pintura que servía
5 F. Nietzsche, la Naissance de la philosophie a l'époque de la tragédie grecque, de bandera a su barco de la infancia. Tony Smith cuenca que pudo
París, Gallimard, col!. Idées, 1969. concebir el espacio de la pintura minimalista después de un trayecto
6 Louis Gilet, L'Allongé. Une visite iJ Hmri Matisse, París, CÉchoppe, 1993.
en automóvil por la autopista. Tras su primera exposición, Marce!
Broodthaers redacta una tarjeta de invitación impresa sobre imágenes
de moda, en la que se presenta como un poeta renegado que busca
«vender algo y triunfar en la vida», inventando «algo no sincero». Pa-
namarenko, en un Cadillac blanco y gafas negras por las calles de Am- 6
beres, se hace pasar por un multimillonario excéntrico apasionado por
la aviación. Podemos igualmente contar entre los biografemas los via-
La existencia precede a la obra
jes de algunos artistas: Yves Klein en d Instituto Kodokan de Kyoto.
En Afganistán, Alighiero Boetti descubre el arte tradicional de la ta-
picería, que mantendrá como su modo de expresión privilegiado, y se
dedica al nomadismo. Podríamos citar innumerables ejemplos de ar-
tistas que establecieron su aventura visual bajo el auspicio de una po-
sición o un acto fundadores, como antaño Oiógenes metiéndose en
su tonel. Tantos exempla modernos, que hacen pensar que una cierta
actitud filosófica, que desierta de las riberas de la filosofía «profesio-
nal», se ha refugiado por completo en el mundo del arte.

Toda práctica artística comienza con un conjunto de decisiones


(la elección de las herramientas, de los soportes, de los temas) y por la
elección de una actitud con la que el artista habitará estos materiales.
Estos principios, escribe Roland Barthes, determinan la estructura ge-
neral de la obra: no son inocentes, pues incorporan al artista a una
comunidad de estilo'. El artista se construye así una «identidad for-
mal» a partir de la lengua que hereda y del estilo que denota su historia
personal: dar forma es comprometerse; crear es crear valor. Pero las
formas albergan valores precisamente porque son producidas, en sen-
tido propio, por comportamientos. Esculpir un cubo en el hielo o
comprar un cubo de plástico en un supermercado son dos gestos que
remiten a dos tipos de comportamientos y dos mundos de valores di-
ferentes, que por canto conducen fatalmente a dos objetos de exposi-
ción radicalmente distintos. Pintar a la acuarela, tatuarse signos sobre

1 Roland Barthes, Le Deg,i uro tÚ l'écriture, París, Le Seuil, coll. Points, 1972.

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el cuerpo, o modelar chicles inducen cada uno un mundo de valores rema nervioso en acción, cuyas impulsiones se materializan en un en-
éticos. En arce, el mundo del valor comienza mucho anees de la expo- cadenamiento de gestos liberados del control de la conciencia. «El pin-
sición, se remonta hasta el objeto. wr pone su cuerpo», escribía Paul Valéry: cada obra de arte refleja
Los términos de «pintura», «escultura» e «instalación» son cate- disposiciones fisiológicas y pequeñas decisiones existenciales, que ex-
gorías que sirven para gestionar y distribuir las obras de arte en clases presan un compendio de elecciones, hábitos y gestos que se especiali-
de objetos. Ayer, estas diferentes disciplinas ardscicas se mantenían en zan en superficies o volúmenes (por emplear el término de Yves Klein)
universos autónomos y paralelos: hoy en día aparecen como herra- con el fin de tomar una consistencia estética. Toda la historia del arce
mientas que sirven para operaciones puntuales. «La práctica artística», puede resumirse en esta única cuestión: ¿cómo grabar decisiones sobre rp
como escribía Rosalind Krauss a comienzos de los años setenta con objetos? En un segundo momento, el artista decidirá si estas elecciones
respecto a la «escultura», «se define en función [ ... ] de operaciones están destinadas a repetirse o a permanecer únicas. La técnica no re-
lógicas efectuadas sobre un conjunto de términos culturales», para las presenta más que el primer momento de un procedimiento que con-
que «todo medio puede ser utilizado: fotografías, libros, líneas sobre siste en inscribir gestos fundadores de existencia en formas legibles.
la pared, espejo, o escultura misma2». Los campos disciplinares tradi- Cuando Pollock instala una tela sobre el suelo para lanzarle pintura,
cionales desaparecen en beneficio de nociones neutras, tales como su- pone en práctica un comportamiento. Inventa una posición personal
perficies, volúmenes y dispositivos, que constituyen soportes para dentro de la gestualidad tradicional, que no remite solamente a una
comportamientos individuales. ¡Qué es la pintura? Toda superficie solución puramente pictórica (el que hace explotar la rejilla
colgada de la pared, incluso si no contiene ningún rasero de pintura. formal del cubismo) sino también a eleccio~ éticas y de comporta-
¿La escultura? Todo volumen, todo dispositivo posado en el suelo. miento: modifica el emplazamiento de la cela en el proceso de inscrip-
Pintura y escultura son ante codo espacios habitados por comporta- ción pictórica, adapta al objeto-cuadro el método de los Indios
/ mientos: la obra es una respuesta formal a problemas planteados por Navajo, emplea pintura industrial, considera el cuadro como un es-
una situación histórica, pero los acontecimientos que sobrevienen en pacio abierto, lo coloca en el suelo y lo patea, vierte la pintura en lugar
1 el mundo del arte son también el signo de un cambio de actitud frente de aplicarla ... Todos estos modos de hacer dibujan un comporta-
a los soportes disponibles. Así Jackson Pollock, colocando la cela en miento que se inscribe en una economía general de la existencia.
el suelo, inventa la action painting-. <<Me siento más cercano al cuadro», Tomemos como un ejemplo más la decisión tomada por Jacques
explicaba, «soy más que una parte, pues puedo moverme alrededor de Lizene de convertirse en pequeño-maestro liégeois de la segunda mitad
él, trabajar todos los lados, estar literalmente en la pintura3». El ex- del siglo veinte, artista de la mediocridad. Su programa de vida y su
presionismo abstracto, contemporáneo de la filosofía existencialista, producción se confunden en la reivindicación de la nulidad, de la in-
registra comportamientos en estado bruto: define la tela como una significancia y el fracaso. La obsesión por la caducidad le empuja a
arena susceptible de proporcionar tablas gráficas y cromáticas del sis- someterse a un vaseccomía que le deja estéril para siempre (La sitttation
humaine étant ce qu'elle est, je ne procréerai pas, 1965), dedicándose de-
liberadamente a las actividades creativas más estúpidas, las más deses-
peradamente banales e ineficaces (Sculpture nttlle: una guitarra
2 Rosalind Krauss, L'Originalitl de l'avant-garde et autres mythes modemistes,
París, Macula, 1993.
coronada por un pico, 1979), en 1977 decide «convertirse en su propio
3 Pollock, respuesta a un cuestionario. Citado por M. Jochimsen, •Entre la borne tubo de color», y traza con su materia fecal la representación de una
et l'inflni», en L'Art et le Temps ( 1984), Nouveau musée, Villeurbanne, p. 222.
pared de ladrillos infinita: el cretinismo buscado de su trayectoria se Picasso que quería «pintar su autobiografía en cuadros» y ese artista
alía aquí con la trivialidad del motivo, y con el carácter repetitivo del del grupo Gucai que se lanzó desde lo aleo de un edificio sobre su cela
acto de digestión. En un registro menos alegremente trágico, la obra extendida en la acera, admitiremos que existe una infinidad de posi-
de Sigmar Polke se inscribe en un dispositivo de existencia fragmen- bles puestas en escena de la existencia del artista. Como escribe uno
tario, discontinuo, en el que los signos pictóricos remiten a posiciones de los principales protagonistas del Arte Povera de los años sesenta,
y situaciones, que verifican de este modo el adagio según el que «la Luciano Fabro, «la actitud estética existe cuando vivimos atravesados
pintura no es más que la moral construida». El arte de Polke resulta por algo, cuando lo vivimos, no cuando nos contentamos con su-
así de una «táctica fisiológica» según la cual cada cuadro es un gene- frirlo\,. Así el logro de un cuadro de Pollock depende del comporta-
rador de efectos. Utiliza colores tóxicos como el verde de Schweinfurt miento de su cuerpo durante el acto de pintar. Trabajo sin red, del
o ese sulfuro de arsénico amarillo que posee la extraña propiedad de golpe tras golpe: «En este preciso momento», decía en 1951 su colega
hacer caer los cabellos de quien se acerca demasiado. Esta toxicidad William Baziotes, «hemos llegado al punto en que el artista se pone a
tiene el mérito de devolver la pintura a su función primera: la de un prueba a sí mismo como un jugador. Hace falta algo sobre la tela y
veneno para el alma, la famosa «fuente de errores y de falsedad» antaño corre un riesgo con la esperanza de que algo importante se revelará» ...
denunciada por Platón. Las pinturas entramadas de Polke, que imitan El juego es menos absorbente si no se corre el peligro de perder: en la
las técnicas de reproducción en masa, se apegan a los a pintura moderna, algo se arriesga, siempre. No valdría de nada pintar
los defectos mecánicos que hacen surgir mutaciones en la imagen. Su o escribir sin introducir en su práctica «la sombra del cuerno del coro»,
obra forma una cadena de signos y de formas entrelazadas por la bús- como lo exige Michel Leiris en De La literatura\nsiderada como una
queda de efectos tangibles: «Cuelgas una cosa en una pared y es una tauromaquia ... La vida cotidiana del autor constituye un «primer ele-
joya, una adquisición espiritual. Con la cruz hay que crucificarte, con mento que representa una suerte can poco recusable como para el to-
el signo del Ying y el Yang, tu cabeza da vueltas4».
Para comprender rero la bestia que sale del toril». Así, las obras capitales de este siglo
la pintura de Polke, hay que recordar que deduce su problemática, juegan con el fuego del ridículo, de la obscenidad, del exhibicionismo,
desde los años sesenta, del espíritu del movimiento Fluxus: la forma de lo irrisorio, de la ultranza, de la violencia o del fracaso completo.
no es un fin en sí mismo, sino la puesta en marcha de un proceso que Una obra puede escapar en parte a su estatus de objeto, convertirse
apunta a la abolición, por todos los medios posibles, de la distancia en algo más que un elemento de decoración, si compromete por com-
que separa el arte de la vida. Operando en el umbral de la disolución pleto la existencia de su autor. El artista más plano es capaz de produ-
de la imagen amenazada por procesos químicos o efectos de superpo- cir algunas obras bellas, formalmente hablando, pero no es menos
sición, Polke escenifica una tensión extrema entre el saber hacer artís- cierto que éstas no resisten a la mediocridad del dispositivo que las
tico y la potencia destructora del tiempo que pasa. engloba, el único que puede dar su urgencia y fuerza a una obra de
Si bien no todos los artistas modernos conceden un importancia arce. Si puedo apreciar la calidad formal intrínseca de una obra, el jui-
similar a la puesta en forma de la vida cotidiana, cada uno aporta al cio estético se emite igualmente sobre la trayectoria que relaciona ésta
menos un fragmento de su existencia, con el fin de que «prenda» en con la trayectoria mental del autor, sobre la textura de este universo
la textura de la obra como un injerto en el tallo de una planea. Entre estructurado que dibuja un proyecto a través de ellas. En otros térmi-

4 Entrevista con Brice Curiger, Art Press, nº 91, abril 1985. 5 Entrevista con Carla Lom.i, en Entrmens, tra11a11x, pp. 63-86, Are Edicion.
nos, y por tomar un ejemplo extremo: si comamos dos monocromos
grises, el primero puede resultar apasionante, y el segundo morral
mente sin interés, según el con junco al que pertenezcan. La significa
ción de una obra, y esto es una banalidad, proviene en parte de su
relación con otras obras del mismo autor. Por supuesco, podemos jui- 7
gar la calidad estética de la fotografía de una película, colocada en la La obra como acontecimiento
vitrina de un cine con fines publicitarios, sabiendo que esa foco no
tiene sentido ni valor más que en relación con la película que vamos
a ver. La obra moderna se caracteriza por su extrema dependencia res-
pecto del dispositivo dinámico en el que está integrada, como la pro-
yección de la película arrastra las imágenes unas tras ocras: los términos
no valen por sí mismos; sólo cuencan las relaciones. Es la coherencia
de un universo, y la red de correspondencias que el arrisca llega a es-
tablecer entre su existencia, su dispositivo de producción y sus proce-
sos de exposición, lo que establece el valor de la obra de arre. El objeto
artístico que no pone en juego más que su apariencia, aunque puede/
ser percibido estéticamente, no evidencia modernidad.

Un punto sobre la superficie de una cela, puede leerse espac.ial-


mence: se encuentra en un lugar determinado. Pero se puede leer tam-
bién ccmporalmence pues es igualmente la huella de un instante, de
un acontecimiento que ha tenido lugar. Se puede mirar una obra de
arce como un objeto, pero también como un acontecimiento. Más
allá del cuico de lo «nuevo~, versión excesiva de esta visión del acon-
tecimiento del arte, la modernidad ha valorii.ado esca dimensión cem-
\poral de la práctica artística, y ha multiplicado l~s <lispos_ic'.vos capac~
de capturar, modelar, retorcer o desordenar el nempo v1v1do. Las soi-
rées Dada ya rendían a convertir en aconcccimiento las arces plásticas.
Tras la primera soirée Dada por la revista I.ittérature, animada por Ara-
gon, Brecon y Soupaulc, Francis Picabia presentó a los asistentes, por
intermediación de Brecon, una pizarra negra de escuela sobre la que
estaban garabateadas varias inscripciones, la más legible era «Arroz en
la nariz»: frenle a la hostilidad del público, prevista por Picabia, Breton
borró la tela con un esponja mojada... Se comparará esta performance

10 1
con las acciones escénicas de Dada en el Cabaret Voltaire de Zurich mí, se trata de hacer lo máximo -no estoy totalmente seguro de ello- (
'
y después en París. Aunque sería apasionante hacer el relato completo con la cantidad más pequefia de energía posible2 ». Brecht considera
de las múltiples colisiones entre la pintura y la escena desde los sim- el juego un generador de formas vivas renovables infinitamente, un
bolistas o las soirées de los Incoherentes, éste no es nuestro propósito: ¡-vector de acontecimientos: ~ter iám (1963), concebido como un
esta «teatralización» del arte no es más que el síntoma de su transfor- maletín de juegos de sociedad, contiene sesenta y nueve acontecimien-
mación en acontecimiento. tos presentados en fichas de cartulina. Sacamos una carta: (<Tres acon-
Para la exposición Visi6n en movimiento, movimiento en visi6n de tecimientos telefónicos. Cuando el teléfono suena, descolgamos, y
1959, Yves Klein se limitó a reservar un espacio en las salas del museo, desplazamos la combinación. Cuando el teléfono suena, responde-
que permaneció vacío hasta la noche de la inauguración. Se situó en mos». Estos acontecimientos puede jugarlos alguien, o simplemente
este emplazamiento exacto, de pie, para recitar una frase de Bachelard: leerlos, como esos «tres aconce_cimientos acuosos: agua, hielo, vapor>),
«En primer lugar no hay nada, después una nada profunda, después de los que partió para realizar una película. Transformando en expe-
una profundidad azul». Con este ceremonial, Klein manifestaba una riencia estética los fenómenos más infra-ordinarios, los ejercicios es-
comprensión instintiva de la naturaleza de acontecimiento del arte de pirituales del ~ter Yam hacen del observador-jugador un teatro
nuestra época: hacer una aparición, tan sólo para señalar lo inmaterial. infinito de acontecimientos potenciales. Alumno del curso de com-
Allan Kaprow realizó el primer happening en 1958: preconizaba posición de John Cage entre 1958 y 1959, Breche trabaja en una pers-
un arte que se asemeje a la vida (Life-like art), un arte del aconteci- pectiva musical, considerando el arce más una duración que un
miento ínfimo, de lo familiar. «Un aroma de fresas machacadas, la espacio: el acontecimiento es una parre de lq real que el arte viene a
carta de un amigo, [... ] tres golpes en la puerta de la entrada, un ras- aislar, un fragmento del Todo que nos rodea fransformado en objeto
guño, un suspiro: todo esto formará el material del nuevo arte con- mental por la mirada que se fija sobre él. El acontecimiento es una
creto1». Los happenings, según Kaprow, representan «la continuación ocurrencia, un objeto que adviene y que hay que aceptar como tal.
de la tradición del realismo», a partir del franqueo de la frontera que La naturaleza del acontecimiento artístico según George Brecht no
separa el arte de la vida. tiene nada de espectacular: muestra al mismo tiempo lo infraleve de
Pero fue uno de los artistas más influyentes del movimiento Flu- Duchamp y el pensamiento oriental, sus events, que hacen de la prác-
xus, George Brecht, quien teorizó de la manera más convincente la tica artística una alternativa a las prácticas del budismo zen. Su arre
dimensión de acontecimiento del arte, apoyándose en su formación implica así un ego sin unidad y el rechazo de la personalización a ul-
inicial como químico: «En el dominio científico, se utiliza la navaja tranza de la obra. El sujeto, el individuo, desaparecen frente al acon-
de Ockham. Entre dos hipótesis igualmente válidas se escoge la más tecimiento, nueva unidad de medida artística y ética.
sencilla. La cuestión es hacer lo máximo con el mínimo de energía Desde el arce conceptual, el objeto de arre se presenta como una
posible. Para simplificar, se puede decir que las arces plásticas se inte- información concerniente a la realización del trabajo, y el artista
resan por la materia, y la música por la energía. En consecuencia, me como un operador de acontecimientos plásticos: según los términos
siento mucho más concernido por la energía que por la materia. Para de Joseph Kosuch, «una obra de arte es una tautología, en el sentido
de que es una presentación del que afirma en la obra su propia

!Allan Kaprow, Essays on the Blurring ofArt and Lifo, Berkeley, University of
California Press, J 993. 2 Entrevista con lrmeline Lebeer, L'.4rt vivant, mayo de 1973.
definición del arce3. Las primeras manifestaciones del arce conceptual Anees de hundirse en un cierto manierismo lingüístico, Roben Barry
ofrecían al público un compendio de documentación: la exposición proponía como experiencia artística acciones como ésta: «En un mo-
organizada por Mel Bochner en la School of Visual Ares de Nueva mento determinado de la mañana del 5 de marzo de 1969, medio
York, en 1966, Dibujos preparatorios y otras cosas visibles que no estdn metro cúbico de helio fue liberado en la atmósfera>,. La obra de arce
necesariamente destinadas a ser percibidas como arte, comprendía cuatro no tiene lugar sino en la medida en la que impregna un fragmento de
clasificadores colocados sobre pedestales blancos.january 5-31, 1969, tiempo.
una exposición concebida por Seth Siegelaub, hacía del catálogo la Podemos aproximar esca acción a un cuadro célebre de Andy
pieza más importante del dispositivo: el trabajo de los cuatro artistas Warhol, 129 People Die in a jet Crash, cela serigrafiada que reproduce
invitados (Roben Barry, Douglas Huebler, Joseph Kosuch y Lawrence la primera página de un periódico que ilustra el régimen ordinario del
Weiner) se presentaba como documentos de información consultables acontecimiento. ¿Cómo tenemos conocimiento de hechos importan-
in situ, en un decorado discreto compuesto por un sofá, dos lámparas tes, si no es por el ligero diferido de los media? El acontecimiento
y una mesa baja. El arce conceptual afirmaba así el fin de la primacía siempre es ya pasado, el arce (y los media) no ofrecen más que una
de lo visual en la percepción de la obra de arte. «Lo que está en cues- constatación más o menos fiel. La fuerza del arce contemporáneo, al
tión, aftrma Roben Morris, no es sólo el arce como icono. Lo que se / contrario de la plana y contagiosa facticidad de los media, consiste en
discute es la noción racionalista del arte como género de actividades redoblar el acontecimiento, en tartamudeado en la forma. Tal como
que finaliza en un producto acabado ... Lo que el arce tiene a su dis-1 la Lampada annuaíe de Alighiero Boecti, simple bombilla eléctrica des-
posición ahora, es un material evolutivo que no necesita acabar siendo tinada a encenderse una vez al año, el arce se enuncia como un acon-
fijado en el tiempo y en el espacio. La idea de que una obra es un pro-
ceso irreversible que encuentra su finalización en un objeto icónico
tecimiento íntimo que la mirada viene¡ a avivar, constatán~olo. El
happening y la performance dieron unaJforma a una evolución más
1
estático ya no está de actualidad 4». Puesto que la obra ya no es un global, pues afectan a nuestra relación con el arte en general. La apor-
«proceso irreversible», el artista puede remontar el curso del protocolo tación más importante del happening y de la performance continúa
que determina su aparición. En lugar del «producto acabado», expon- siendo la participación del espectador, implicado en el proceso de
drá las etapas del trabajo: el material, las herramientas, el gesto, el con- constitución de la obra: curioso arrapado por el poder de fascinación
texto. Pero, a fuerza de mitificar de este modo el protocolo de del acontecimiento, el espectador en el espacio de la galería sirve de
conscicución de la obra, haciendo de ello el contenido exclusivo de modelo del comportamiento de la multitud agrupada alrededor de un
una práctica, ¿no se señala el «producto acabado» con la misma insis- accidente de automóvil, la llegada de los camiones de bomberos ...
tencia, implícitamente? Los ejercicios de descomposición del Process Coagulado por el acontecimiento artístico, el público se reúne alre-
Art o las deconstrucciones «sociológicas» de la obra de arce, si no se dedor de una forma vinculante, transitiva, en lugar de confrontarse
nutren de elementos exógenos, exteriores a los procedimientos del con un objeto acabado y exterior a él. El fin de la pintura, lo percibi-
arce, convergen justamente en una celebración del icono artístico. mos instintivamente, ya no es la delectación, sino la información. La
apuesta de la percepción estética se convierte en la coma de conciencia
de un acontecimiento cuya «belleza» desaparece en favor de una eco-
3 Joseph Kosuth, Art nfler Philosophy, 1969. nomía de existencia que comprende, más allá de la obra propuesta a
4 En «Conceptual art and conceptual aspects•, catálogo, New York Cultural la mirada, la suma de los micro-comporcamiencos que afloran a su su-
Center, 1970.
pcrfkie. Informar: constituir en su forma propia. Informare, dar una
forma. En la filosofía platónica, el alma informa el cuerpo modelán
dolo. De manera análoga, el arte es fundador de existencias y produc
cor de posibilidades de vida, por medio de las informaciones qut
proporciona y que informan nuestro comportamiento. 8
Elementos de semionáutica:
el artista expone su trayectoria

Las relaciones que el artista man1ene con su obra no son las mis-
mas que vinculan al fabricante con sus productos. Lo hemos visto, la
obra de arce puede presentarse en la forma de un proyecto, de una
constatación, de una anotación o de un aparato de información. Por
ocro lado, la unidad de base de la producción arcística ha cambiado.
El tiempo de los Salones, en que el artista presentaba sus obras una a
una, pasó. De ahora en adelante, produce con vistas a exposiciones
que concibe previamente, y organiza su trabajo en series o grupos co-
herenccs de obras, cuando no expone un «entorno» o un proyecto es-
pecífico. El mercado se encargará, circunstancialmente, de dispersar
las obras presentadas como una totalidad; esto supone una nueva
norma de producción, que modifica en proporciones considerables
nuestra relación con la obra de arte: si es legítimo juzgar la calidad in-
dividual de cal cuadro, de tal esculcura, la lógica de la exposición nos
obliga a cener en cuenta las articulaciones que conectan las obras entre
ellas. Pues la exposición es un organismo cuyas obras forman los mús-

107
La consecuencia de esca evolución de los modos de exposición y
culos o las vísceras, una empresa con sus diversos deparcamencos y su
de percepción iniciada por las vanguardias, es que el acento se pone
organigrama. _Ésta es la manifestación pública del trabajo, su sede so-
ahor,l sobre el movimiento que relaciona las obras entre ellas. Así el
cial, la estación temporal de un pensamiento en marcha. No podría-
objeto de nue!>tro juicio estético ya no es for¿osamente la forma misma
mos aprehender la obra de la mayor parce de los grandes ,lrtistas
sino la dinámica que se le imprime. La obra, con mayúsculas, ya no
modernos sin tomar sus exposiciones como puntos de referencia, antes
se percibe como un ser inmóvil, sino como una estación que indica
incluso de nombrar tal o cual obra.
un devenir; «el estilo de una filosofía es su movimiento», el de un ar-
En los años sesenta, Marccl Broodthaers sistematizó este princi-
tisLa Lambién 1• Puesto que su trabajo ya no consiste en fabricar arte-
pio haciendo de cada una de sus exposiciones personales una etapa
factos o alcanzar lo Bello absoluto, ¿cómo resumiríamos sus
específica de su trabajo. Cuando Yves Klein realiza La exposición del
actividades, y su objetivo? Nuestra respuesta, fonosamente incom-
vacío, comprendemos bien que no expone una obra de arce titulada
pleta, consistirá en decir que el artista produce relaciones con el
El vacío, sino que organiza la exposición. La diferencia es de tamaño:
mundo con la ayuda de signos, objetos, formas, gestos, ordenados
la forma-exposición prima de ahora en adelante sobre la forma-cuadro
según las reglas de una economía de existencia motivada por una vi-
o la forma-escultura. Esce fenómeno va a la par de la generali1,ación
sión del mundo y del arte. AcLor que evoluciona en el medio de los
de un cierto eclecticismo, con la crítica de la noción de escilo porcada
signos, blandiendo éste, operando sobre aquél, desviando tal objeto o
por numerosos arcistas modernos, de Picabia a nuestros contemporá-
recuperando este ocro, el artista calcula trayectorias. l,a exposición, en
neos Jiri Georg Dokoupil, Bemand Lavier o Mike Kelley. Anteponer
la medida en que los gestos que se efectúan y los objetos que se pre-
la forma-exposición con respecto a los elementos que la componen
sentan coman valor de posiciones esté¡-icas, representa lo que podría
permite al artista afirmar y controlar la coherencia de su producción,
llamarse un espacio cincgénico. Encohcramos aquí la implacable de-
incluso si ésLa es heteróclita desde el punto de visea formal. Esce mé-
mostración que Duchamp proponía con el ready-made: el sistema del
todo de trabajo ha transformado radicalmente la relación de los artistas
arce juega el rol de una película en que pueden imprimirse los ele-
con su obra, y la de el espectador con la misma. Pues esca visión de la
mentos más diversos; el espacio de exposición moderno es una película
exposición como forma específica proviene también del hecho de que
sensible, es al espacio lo que la toma de viseas aJ tiempo.
los artistas, a parcir del Salón de los rechazados de 1863, se vieron em-
Toda práctica arcíscica se funda sobre una gestión de los movi-
pujados a encargarse ellos mismos de la colocación de su trabajo. An-
mientos de signos, que, paralelos a los de la moneda, crean la diferen-
tiguamente, cada cuadro formaba un mundo en sí, y su acumulación
cia entre las cosas ahí donde el dinero establece equivalencias.
desordenada, unos encima de otros, no molestaba en nada al especta-
Llamaremos semionauca aJ artista que inventa recorridos personales a
dor. La sensibilidad arcística moderna, al contrario, incita a concebir
través de los signos. Un semionauta imagina itinerarios y los señaliza
los conjuntos. Las grandes exposiciones colectivas que jalonan la his-
con obras, acciones y proyectos. Se emplea en trazar líneas de pensa-
toria del arte moderno, como la Última exposición fu turista: O, JO de
miento en el campo de los fenómenos sociales, culturales o mentales.
los supremacistas (I 915), o la puesta en escena de Ouchamp para el
Si distingue elementos demasiado tiempo asociados o pone en con-
compendio surrealista de 1938, formulaban un nuevo modo de lec-
tura de las obras: esta preocupación por organizar su proximidad, que
apenas rozaría al amanee del arte de tiempos de los Salones, produce
1 Gille\ Dcleuzc y félix Guanari, Qu'est-ct que la philo,ophie?, Parí~, Minuit,
sentido.
1991.
tacto realidades disparatadas, si opera en canales comunitarios o crea gencia de la autopista de los signos, entre los deshechos y los elementos
aperturas nuevas, evoluciona siempre en el paisaje de las ideas y de las ocultos que cubren el parterre ideológico.
representaciones como un transformador de energías. Pues el arce es André Cadere, caso cípico de esos «caminantes» y jldneurs des-
también una suerte de señalización: la obra orienta la percepción, fun- honrados por el productivismo, se paseaba por el mundo del arte de
ciona como un «operador de bifurcaciones en la subjetividad», según comienzos de los años setenta provisto de un bastón, de tamaño va-
los términos de Félix Guattari. riable, formado por anillos multicolores, que llevaba sobre su espalda
Los trabajos de Daniel Bureo se parecen a paneles indicadores: o que incluso abandonaba en lugares de exposición a los que, por su-
con ayuda de una «herramienta visual», sus rayas verticales de 8,7 puesto, no había sido invitado. Metáfora nómada de la obra de arte,
cms., ponen en cuestión las determinaciones sociales del arce confron- esca barra de madera redonda compuesta de círculos pintados de un
tándolo a las infraestructuras que sustentan los procedimientos de ex- largo igual a su diámetro, ensamblados por Cadere según un sistema
posición. El arte, para Bureo, es «todo lo que se muestra fuera de su de permutaciones que entrañaba, en cada ocasión, un error. Estebas-
contexto original» (todavía el espacio cinegénico del museo), y pre- tón, que recuerda el accesorio tradicional del peregrino, jugaba el rol
tende revelar su estructura oculta. Las rayas son indicadores cuya neu- de un revelador de las condiciones de visibilidad de la obra de arte:
tralidad señala lo que hay de «distracción, ilusión, reacción, idealismo» habiendo dispuesto uno de los cilindros en una exposición de grupo,
en los protocolos artísticos. Buren pone en práctica una verdadera se- en París en 1973, Cadere no se sorprendió de ver que los organizadores
ñalización sociológica, que orienta al espectador hacia wnas baldías: lo colocaban en un armario. Entonces escribió la octavilla Pintura sin
el contexto museístico o mercantil, las condiciones de exposición, las fin (término genérico para designar sus trabajos), en la que indicaba
implicaciones estratégicas o los «no-dichos» de una manifestación, etc. el lugar exacto en que se encontraba syobra, anees de que ésta fuera
Al mismo tiempo analiza su propia posición en relación a estas insti- desgraciadamente «extraviada». El principio más importante de la es-
tuciones: su trabajo pictórico sirve de baliza, de punto de referencia trategia de André Cadere reposaba en la movilidad y la discreción de
en los i<sicios» que propone la infraestructura del arte, sitios que ma- su barra de madera redonda, dejada a la disposición de todos: «Mi tra-
terializan de una manera u otra la ideología dominante. Su posicio- bajo plantea un problema difícil al que posee uno pues, siendo codo
namiento de outsider es lo interesante de su práctica: utilizando posible, ¿qué hacer con éP?» Así fue expulsado manu militari de varias
simultáneamente «el interior y el exterior, soportes móviles y fijos, el galerías e instituciones, y su bastón fue a menudo percibido por los
anonimato (en el exterior del sistema) y el nombre del tema (en el in- profesionales del arte como un «arma» ... Según su táctica generalizada
terior del sistema, en el museo1 )», expone el mismo «material de base» de lo contrario, realizó una performance «verdadera-falsa» para la Do-
tablones de anuncios, sobre los muros exteriores del edificio, vía men- kumenta de 1972 (El caminante de Kassel): Harald Szeemann le había
sajero, portado por hombres-anuncio, en forma de banderas, velas de lanzado el desafío de hacer el trayecto de París a Kassel a pie («Expon-
barco, o finalmente en el espacio del museo, cuestionando sin cesar drá si viene a pie, como un peregrino ... »), Cadere hace ademán de
«al arce como objeto». Buren no opera nunca en el sentido habitual ponerse a ello y muestra las fotos de su viaje pedestre ... que en reali-
de la marcha: se podría decir que circula por el carril de freno de ur- dad había tenido lugar en tren, del que sólo descendía para meterse
en escena y enviar tarjetas postales. Así logró burlarse de los impera-

2 Daniel Burcn, «Discordancc/cohérence», en Les écrits, tomo 1, Cape Musée,


1994, p. 470. 3 André Caderc, •Extraits d'un cahieno (primavera del 78), en Public, nº 3, 1985.
tivos de la performance física y de la puesca en juego del cuerpo del espléndidos focomoncajes, de formato vertical, que mostraban los só-
artista, como el body art exaltaba en ese momenco. Su muerte prema- tanos de Les Halles, la Ópera o Nocre-Dame (Underground París,
cura, en 1978, nos priva1<í de los desarrollos ulteriores de esta actitud 1977). Gordon Matta-Clark representa el arquetipo del semionauta,
uniendo según una lógica exiscencial los gestos y las formas que mar-
radical.
Gordon Matea Clark, también nos dejó demasiado pronto. Co- can su itinerario encre los signos.
nocido por una serie de gestos radicales que consistía en realizar •agu Escas experiencias artísticas, en su diversidad, hacen del compor-

en los edificios, o extracciones significativas de paredes, tamiento del artista una masa <le informaciones y de formas que se
cornisas o fragmentos de techos, Macca-Clark desvela las estructuras podría nombrar como biotexco, una escritura en accos, un discurso
ocultas bajo el orden urbano. Su atención a los grabados, a los restos vivido. Ese texto es el de la exfarencia tal como se encuentra sumergida
de papel pincado de las casas demolidas, a las cuberías y a los desper- en el signo. De este modo el arce es la exposición de una existencia.
dicios de cualquier cipo, testimonia de un proyecto crítico para el que
el arce consticuye •un acto humano esencialmente generoso, una ten-
tativa positiva del individuo de ir al encuentro del mundo real a través
de una incerpretación expresiva». Según él, el estado del arte corres-
ponde punto por punto al «estado de libertad en nuestra sociedad~»:
en este viaje menea! «al encuentro del mundo real", Matta-Clark hace
freír fotografías como buñuelos (Photo-fry, 1969), abre y anima un
rescaurance cuyo menú incluye recetas tan acractivas como un placo /
de gambas vivas colocadas sobre huevos duros bañados en agua de
mar, o incluso huesos rellenos de arroz salvaje (Food, 1971). Asa un
cerdo para los visitantes del Brooklyn Bridge Festival o propone a los
habitantes del Souch Bronx pincar graffitis en su camión, para después
exponer algunos fragmencos en una exposición (Grajfitz Truck, 1973).
Yendo por delance del público, Matta-Clark organiza rituales de con-
vivencia que ponen en evidencia funcionamientos ocultos: el come-
tido del artista, según él, reside en estos agujereados decisivos en el
cuerpo social. Más allá de sus regulares «recortes" arquitecturales, ge-
neradores <le un extraño vértigo, uno de sus proyectos más bellos será
Descmding Steps far Batm1, acc.ión en homenaje a su hermano falle-
cido, que consistía en practicar cada día de exposición un agujero es-
calonado en el suelo de la galería\ acompañando una serie de

4 Carta de Gordon Malla• Clark a su abogado, octubre de 1975, en carálogo,


Gor<ilm Matta Clark. Marsella, Valencia, Londres, 1993.
5 Galeric Yvon l.ambcrt, París, ¡un,o de 1977.
9
Economía de la producción
artística

/
Inspirándose en los modos de funcionamiento y en los sistemas
que pertenecen a la esfera del útil, y poniéndolos al servicio del sen-
tido, el artista contribuye a reconciliar la creación, el trabajo y la exis-
tencia cotidiana. El arce constituye entonces una economía específica,
la de las significaciones simbólicas transportadas por imágenes, ob-
jetos o gestos. «La economía es un marcaje; una producción, una ins-
cripción, en cierto modo 1»: caminar por la calle, por ejemplo, ya
constituye una inscripción. Pintar, también: es una «conexión de li-
bido sobre color2». Jean-Fran\'.ois Lyotard tiene razón en considerar
como un todo el conjunto de las inscripciones humanas, y pensar lo
arrístico y lo económico con ayuda de las mismas herramientas: «El
capitalismo plantea sus problemas en términos de energía (transfor-

1 Jcan-Fran,;ois Lyorard, Des dispositift pulsionnels, París, Christian Bourgois,


1973, p. 233.
2 Ibídem p. 235.
115
mación de materia en energía, fuerza de trabajo en moneda, ere.) es po- apuesta: intensifkar nuestra relación con el mundo, resistir a la he-
limorfo, disolvente. Encontramos, por otro lado, otra imagen del capi- gemonía de la economía espectacular. Henri Lefebvre describe nues-
talismo como agente de disolución en la obra de Deleuze y Guarcari, tro mundo como «puesto en espectáculo -exteriorizado, según el
para quienes se parece a una máquina de deccrritorialización que so- modelo de la imagen y del signo, sustraído a la participación activa-
brecodifica los intercambios y sustituye las reglas de las sociedades para alimentar el consumo devorador6•. Invirtiendo en la realidad
tradicionales por la abstracción de la moneda, dejando al individuo cotidiana, el artista produce circuitos, itinerarios, dislocamientos.
disponer «libremente» de su fuerza de trabajo al restaurar i<normas, Mientras al principio éste se inscribe en una economía general del
familias, patrias» que tienden a fijarle al lugar que se le ha asignado!_ signo, el arce se vuelve hacia una economía de lo cotidiano vivido. El
Si la economía capitalista disuelve allí donde puede «los códigos que arte instaura un comercio infinito entre receptores activos y una mul-
circunscriben regiones» (Lyocard), el arce moderno disuelve los «ob- titud de pequeños productores, contra el sistema que tiende a hacer
jetos», los «estados», las «configuraciones», los «lugares, que por el de nosotros simples consumidores. D e ahí el peligro de la televisión,
momento circunscribían la institución que llamamos pintura4». Todo si se utiliza exclusivamente: el telespectador se condena a un aprovi-
se diluye. La máquina-capital y la máquina arte-moderno proceden sionamiento cultural unívoco, a una economía d e dependencia ab-
según una energía similar, multiplicando los lugares y modalidades soluta. Pues, a pesar de una aparente diversidad de formatos, la
de la inscripción, pero con objetivos inversos. Uno deshace el trabajo televisión calibra codos los productos culturales según sus necesidades
del ocro. «Lo económico es un marcaje. Una producción, una ins- propias; fragmentos enteros de la subjetividad se difuminan, la mo-
cripción, en cierto modo. [ ... ] Nadar es también un trabajo de ins- nocultura de lo imaginario se instala.
cripción ... » Lo que los separa, es la naturaleza del deseo puesto en ¿No constituye coda existencia yna economía? N uestra cocidia-
juego, la forma que coma la energía libidinal: por un lado, el uso ca- neidad es un ecosistema, es decir, una forma compuesta de medios
pitalista de la técnica vuelve la energía hacia el solo «goce del dinero», de subsistencia, de modos de colecta y consumo, de mercados y so-
repetitivo y declinable infinitamente en forma de mercancía, mientras cios~. Cada ser humano, sea cual sea la naturaleza de sus actividades,
que el artista privilegia las intensidades «salvajes» e «inintercambia- aplica métodos y técnicas, emplea materias primas, energías y herra-
bles», el momento vivido, la pura descarga de energía. Contra el «goce mientas, en el marco de un proyecto personal que se inscribe en un
del dinero», crea goce de lo real. medio natural y social. Somos pequeñas empresas. Podemos definir
El arte inventa puntos de contacto inéditos, revela relaciones la economía (del griego oikos, casa, y nomos, regla), como el orden
todavía desapercibidas, genera vidas increíbles y usos nuevos 5• La que preside la distribución de un conjunto. Como disciplina cientí-
fica, se da como objeto de estudio «los mecanismos de producción,
de intercambio y consumo en una escructura social dada», y las •in-
3 G. Dclcuze y F. Guanari, L'An11-ord1pr, París, Minuit, 1973.
4 J.-F. Lyotard, op. cit., p. 233.
5 En 1911, cuando Kandinsky publica Dr lo rspimua/ en r/ artr, busu establecer
el ane abs1rauo sobre bases ciencífica~. profundizando en las reAexion~ de Chcvreul
un.1 expresividad c~1ruccural de los Mgnos; ya no \C trata de generar sentido con ayuda
sobre el círculo cromático y las de C harle) Blanc sobre al.a gramática de las ane) del
dibujo•. r.l arce abstracto parte así de un pobtulado: el ~ntido de la obra nace de una de ,ignos representados, sino de producir relaciones con el mundo.
6 Hcnri Lcfcbvre, ¼-rs Ir rybmumthrope, P.1rís, Denoel-Gonthier, 1%7 1971,
combinación de elementos formales y cromáticos, signos que se anitu lan en la cs-
tructu.ra del cuadro y consrimyen una ~inraxis. Lo que pone en cucs116n el arte con- p 27.
7 Joel de Rmnay, Lr Macro1<opr. Ven une vision globalr. París, Le Seuil, 1975.
temporinco, la idea. misma de sintaxi,. El ,mista hoy en día no funda fü obra sobre
terdependencias entre estos mecanismos y esca estructura8 ». Si nos calle, la televisión, el arre, cualquier objeto al que la subjetividad
ceñimos a esta definición, comprenderemos fácilmente que el arce pueda «asirse» para trazar nuevas líneas de fuga. Esta ecología mental,
moderno respalde ser aprehendido bajo un ángulo económico: las que consiste en producir y cultivar un territorio existencial, presu-
prácticas artísticas forman empresas cuyo objeco no es la producción pone un comportamiento artista: debe enseñarnos a «pensar trans-
de bienes materiales, sino la existencia misma. Pues el arte transforma versalmente» un mundo en que las interacciones resultan cada vez
los modos de producción en modos de vida, vuelca la fuerza de tra- más complejas, y las producciones más estandarizadas. Contra la ni-
bajo sobre el campo del deseo, utiliza métodos y principios que tras- velación general impuesta por el «capitalismo integrado», debemos

ladan las actividades humanas a un campo ético. La obra de Warhol, construir terricorios, componer motivos, hacernos texto. Dicho de
otro modo, reclama Félix Guacrari, tenemos que producir nuestra
por ejemplo, da un valor estético a elementos a priori poco excitantes:
la repetición, la impersonalidad del gesto, la indiferencia al conte- existencia con ayuda de esas «máquinas de hacer bifurcar la subjeti-
nido. vidad» que son las obras de arce. El pensamiento de Guattari se revela
importante en más aspectos, pero su contribución más valiosa a la
El hecho de que la producción artística como tal se encuentre
distribuida por una infraestructura (galerías, instituciones) muestra teoría estética habrá sido trazar un paralelo entre el arte y el psicoa-

otro tipo de economía. Ciencia de la producción, de la repartición y nálisis: para él, tanto en uno como? ocro, «el tiempo deja de ser pa-
el consumo de los signos, la economía estética tal como la concebi- decido; se actúa sobre él, se orienta, objeto de mutaciones

mos no se ocupa de la gestión de los bienes materiales. Lo que el arre cualitativas». En los dos casos, se trata de «crear moradas mutantes
produce realmente, son relaciones con el mundo. Tal es la riqueza es- 1 de subjerivación». Guattari no aborda la obra de arte por su estatuco
pecífica del arte, su inagotable fuente de energía: porque materializa de mercancía, sino por su potencial productivo. La rarea del artista

relaciones con el mundo, la obra crea modelos de valor y propone consiste en inventar una economía subjetiva que manipula los posi-
bles, trasciende territorios existenciales, opera conexiones inéditas.
economías de existenc!a, las «posibilidades de vida» evocadas por
Nietzsche. Nos encontramos más cerca de lo que Félix Guatrari lla- El artista es el analista de lo real.
maba la ecosofía, esca «articulación ético-política» entre el entorno, De algunas vidas, no se puede subrayar más que su extrema co-

las relaciones sociales y la subjetividad humana. Ecología del espíritu herencia: codos sus segmentos parecen unidos entre sí por un hilo de

amenazado por la industria pesada del imaginario, la ecosofía se pro- lenguaje. La economía lingüística de Raymond Hains se desarrolló a
pone crear polos de resistencia, «reinventar maneras de ser en el seno partir de un gesro-manifiesto, la exposición en la Bienal de París de
de la pareja, en el seno de la familia, del contexto urbano, del tra- 1959 de la Empalizada de emplazamientos reservados, primera piedra
de una «actitud hecha que nos compromete a «mirar el mundo
bajo», y redefinir las relaciones del sujeto «con el cuerpo, con el fan-
como un cuadro». Esta empalizada inaugura una considerable em-
tasma, con el tiempo que pasa» y con la muerte ... No somos sujetos
presa de interpretación del mundo a partir de coincidencias y desli-
hechos de un solo bloque, explica Guattari, sino unidades de subje-
zamientos semánticos. La empalizada es una matriz verbal, una
rivación cuyos componentes «trabajan más o menos por cuenta pro-
pia9», se emparejan con «motivos» percibidos en la vida cotidiana: la turbina de «palabras-baúl», que, diseminándose, permiten trazar un
itinerario en lo real: al principio es una pantalla a través de la que
Hains desea que miremos «por los intersticios», como una empalizada
8Jacques Arcali y Marc Guillaume, L'Anti-éco,wmique, París, PUF, 1974.
de una obra cuyas tablas separadas permiten a los curiosos vigilar la
9 Félix Guattari, ús Trois Éco/cgies, París, Galiléc, p. 24.

Economía de la oroducc1ón artística 119


evolución de los trabajos. Es una tautología («la empalizada (N. del el mundo no existe, sólo existen interpretaciones. Hains recuerda que
T.) en una perogrullada»); una especialidad culinaria (caramelos, las al principio, «la invención de la empalizada es inventarse a sí mismo
i<Verdades», fabricadas en Lapalisse en el Allier, y un pastel, «los en- con lo que se mira».
tremeses de la Fue también la «pum.ada» de la Bienal, y Crear una obra de arte, es tomar posición, se quiera o no, en
sabemos que «el cónsul romano clava un clavo en la pared del Capi- relación a la división del trabajo y la estandarización de los compor-
tolio el primer día del año; las jovencitas de Perros-Guirec engarzan tamientos. Pues el modo de producción que el artista elige o inventa,
un alfiler en la nariz de San Guirec para encontrar marido; Freud se genera relaciones con el mundo que le implican en el universo eco-
entrevista con Fliess sobre las relaciones existentes entre el sexo y la nómico: cuando Alighiero Boetti hace realizar sus tapicerías por ar-
nariz ... La máquina de Hains, que produce relaciones entre he- tesanos afganos y paquistaníes, sigue el sentido de la economía de
chos muy alejados en apariencia, parece inagotable. Provisto de in- mercado, que subcontrata hoy en día una gran parte de su produc-
numerables fichas sobre las que consigna cada día los hallazgos ción en los países del tercer mundo. Abandonando la parte manual
verbales que llevarán -o no- a una materialización plástica, Hains de su obra al saberhacer de estos tapiceros, Boetti se inscribe en un
viaja a partir de las palabras y las cosas, viaja a Troya para tomar una marco de relaciones de trabajo capitalistas. ¿No contrató casi a qui-
copa en el Bar de la Odisea, a Niza para descubrir las coquilles Sainc- nientas personas al mismo tiempo en la ciudad de Peshawar? Pero la
Jacques del instituto de malacología, a Lapalisse para degustar «Ver- deslocalización de su obra en el Medio Oriente corresponde también
dades», a Saine-Malo para visitar la residencia de la familia Mahon; con su visión de un nomadismo al estilo de Marco Polo, con la elec-
cada viaje reaviva su investigación. Hains no posee nada más que fi- ción de un modo de vida. En 1971, cuando viajó por primera vez a
chas y libros, que clasifica en una cantidad impresionante de maletas, Afganistán con el fin de hacer realizar su famoso Plano del mundo
acumuladas a medida que viaja. Vive en hoteles, toma anotaciones, en tapicería, Boerri no pensaba en hacer una marca de fábrica. Como
pasa sus momentos más claros en discusiones abisales en el azar de anécdota de la historia, fue su marchante de ese momento quien le
los encuentros. Se habrá comprendido que la obra de Raymond Hains sugirió continuar produciendo en Afganistán, puesto que le gustaba
no se resume en una simple sucesión de objetos: se agota por completo vivir allí ... El golpe genial de Boeni será empujar al extremo la lógica
en esca hermenéutica infinita, en esca fábrica de micro-determinismos cínica de la búsqueda del mínimo coste, y exponer claramente lo que
que pone en juego su vida encera. El pasaje del arce a la vida cotidiana mostraba en el arce de vanguardia un resto de aristocratismo: el artista
se encuentra también en lo que llama «la abstracción personificada»: que evita el desdeñando las operaciones materiales de pro-
cuando Raymond Hains reconoce en la calle un elemento que le hace ducción, dejadas al asistente, parece reproducir la división esquemá-
pensar en cal o cual artista (las rayas de Buren en un toldo, por ejem- tica de la sociedad entre capitalistas y obreros. Tal no es el caso sin
plo), lo en fotografía. El mundo es un cuadro ... Esca odi- embargo, pese a lo que pueda parecer, del artista conceptual, y espe-
sea etnológica, lingüística, nos sumerge en un relativismo absoluto: cialmente de Boetti. Éste no devalúa la fabricación, sino que la deja
a otros, sin reconocer ninguna preeminencia del trabajo cerebral
sobre el trabajo manual, y viceversa. Se presenta como un obrero cua-
* N. de T. : •palissade» en francés, los juegos de palabras que el autor advierte
lificado del pensamiento.
como elementos de la obra de l-lains no pueden más que explicitarse en castellano.
Lo mismo para «dou•: punzada, clavo, alfiler. Esca deslocalización de la producción, pero también el trabajo
1O Raymond Hains, entrevisras con Aude Bodet, en Le Petit journa/ de /'art, de investigación, el informe, la constatación fotográfica, son marcos
non daté.
de trabajo que comprometen al artista a concebir la economía global tricas que contienen productos de sedimentación larga como el al-
de su existencia. AJ contrario de un Raymond Hains cuyas investi- quitrán, el óxido, rocas, recogidas -y este último punto nos lleva a
gaciones enlazan unas con otras en una orquestación tan obsesiva los Becher- en la periferia industrial de New Jersey. Smichson divide
como aleatoria, Bernd y Hilla Becher ejecutan una partitura de gestos entre sus trabajos «situados» (la famosa Spiral ]etty del Sale Lake) y
cuyo orden está regulado de una vez para siempre. Desde 1959, su sus Non-sites expuestos en las galerías. Su economía de existencia se
trabajo consiste en crear una documentación fotográfica sobre las re- funda en la entropía, en la pérdida que representa la obra en relación
alizaciones arquitectónicas de la era industrial. Viviendas obreras, lu- a lo real, al contrario de las teorías tradicionales que representan su
gares de producción, altos hornos, depósitos de agua ... El dispositivo funcionamiento según el modelo de la plusvalía. Inventa de este
visual es inmutable: el objeto está en el centro, ningún efecto de luz, modo una economía entrópica del arte en que, invirtiendo la relación
contraste débil. Estos edificios anónimos, situados unos al lado de del artista con el valor, éste es producido precisamente por la pérdida
otros en sus exposiciones, son objeto de una clasificación precisa: los de energía. Es la entropía la que hace el valor del arce.
Becher anotan sistemáticamente si el edificio está abandonado o no, Estos ecosistemas artísticos, aunque susceptibles de constituir
si está destruido o no, y la fecha de su construcción. ¿Trabajo de duelo objetos estéticos en sí, son, por supuesto, indisociables de las formas
de la era industrial? ¿Archivo metódico de la parte maldita del capi- que producen. Pero no entiendo «forma» como una cualidad sus-
talismo? El trabajo de los Becher propone una versión estructural de tancial, menos aún como un criterio absoluto para juzgar una obra:
la comedia humana, cuyos únicos protagonistas son estos edificios la forma es un resto, el sedimento dejado por una práctica arrística.
surrealistas e inquietantes que parecen rechazar la idea misma de una El dominio de lo «formal», como explica el crítico de arte Benjamin
vida humana. ¿Ha habido jamás hombres alrededor de esas instala- Buchloch, es anee codo exclusividad del historiador: éste, «elevando
ciones mineras, de esos gasómetros? Dondequiera que lleven sus in- las obras de arte al rango de objetos culturales», las «salva del olvido
vestigaciones, los Becher perfilan la cartografía de la era industrial, transformando su función histórica en cualidad formal 12». La forma
desde su expansión hasta su receso. La naturaleza de sus actividades aparece cuando la obra se ve privada de su contexto; ésta designa
no difiere en nada de las de los geómetras y agrimensores. Les basta igualmente su posición en la realidad histórica en la que aparece.
con desplazarse, encuadrar, dar a ver, pero es el espectro de la entropía Dicho de otro modo, la forma de una obra no debe ocultar los
el que surge en la desviación de sus exposiciones y lo que constituye modos de producción y existencia que la determinan. «Análisis for-
sin duda el verdadero tema. Se sabe que, para que haya producción mal» no significa «cortar las obras de su medio vital para situarlas
de trabajo, «es preciso que fluya energía, es decir, se degrade en calor en la habitación fría de la historia del arce Seguramente ha-
irrecuperable, a consecuencia de una caída de potencial que vaya de remos bonitos descubrimientos en un medio estéril, pero nos abu-
una fuente caliente a un pozo frío 11 ». rriremos rápido. Así pues el arce actual pide una teoría del gesto que
El principio de la termodinámica, ciencia contemporánea de la daría cuenta de la relativa autonomía de este último en la economía
era industrial, ha fascinado, al mismo tiempo, al americano Roben artística, y de la diversidad de sus modos de inscripción en la mate-
Smithson. En sus «paisajes entrópicos», muestra estructuras geomé- ria. Ésta consistiría, en principio, en hacer inventario del conjunto

11 Joiil de Rosnay, op. cit., p. 4 J. 12 Benjamin Buchloch, Formalisme et historicité, Territoires, 1982, p. 5.
de los actos que transforman superficies y volúmenes en figuras, y venir-institución» contra el que podemos luchar considerándonos
el conjunto de los modos de vida que organiLan los signos: en cada una obra a realizar13 • Tarea restrictiva, pues tiene lugar dentro de un
obra, se podría señalar la frecuencia, la evolución, la acentuación, el sistema que regula nuestro uso del tiempo, planifica nuestros des-
uso. Así, los Nuevos Realistas edificaron sus respectivas obras a parcir plazamientos, canaliza nuestros comportamientos. No cenemos olra
de un gesto inaugural de apropiación de territorio: en Arman, la solución que desviar, piratear, trampear la programación que se nos
acumulación; en César, la compresión; en Klein, la exposición del atribuye. De la misma manera, en lugar de perseverar en ocupar una
vacío; en Chrisco, el empaquetado, y en Villéglé y Hains, el despe- superficie de trabajo y un uso del tiempo determinados previamente,
gado y recolección de carteles. La repetición o la modulación orga- el artista de hoy en día extrae modelos de comportamiento de la vida
nizada de estos gestos abre la posibilidad de la obra; y cada una de cotidiana.
escas actitudes vale como metáfora, o metonimia, de la creación ar- Esta actitud marca una evoluci6n en la economía artística mo-
tística. Los Nuevos Realistas seccionan una parce de lo real en fun - derna, entre comienzos y finales de este siglo: en efecto, hasta finales
ción de una gestualidad: comprimir, acumular, hacer el vacío, de los años setenta, el arte moderno inventó lenguajes a partir de una
empaquetar, comprar, inmovilizar, son algunos de los actos de los reflexión sobre la historia de su propia práctica, mientras que los ar-
que parten para constituir su vocabulario de comportamiento. Su ciscas de hoy en día buscan su léxico formal en dominios de formas
dccica consiste en importar un acto anodino de la vida cotidiana al exteriores al mundo del arce. La segunda mitad del siglo veinte verá
campo del arce, en conectar la práctica artística con ocupaciones pulverizarse la figura del artista a través de innumerables metáforas
profesionales corrientes, negando así que el arte esté separado de la salidas de dominios socio-profesionales diversos. D icho de otro
1 producción material. Hacer obra es inventar una manera de trabajar, modo, eras haber inventado modos de vida dentro del arce, el artista
, m~que «saber hacer» cal cosa mejor que las otras. moderno ha terminado por imitar comportamientos excrafios a su
Si se define el proyecto moderno, con Habermas, como la es- tradición, posiciones provenientes de otros cuerpos de oficios. Yves
peranza de una ,<reconciliación entre el arte y la vida,., el arte actual Klein se presentará como un judoka, Joseph Beuys como un chan1án,
no tiene decididamente nada que ver con el posmoderno. Pero la Marce! Broodrhaers como poeta o conservador de museo, Andy War-
naturaleza de esca reconciliación difiere hoy en día de aquélla que hol por turnos como una máquina y una estrella del rock. Tras haber
proponían las vanguardias mediante la forma ideal de «la obra de hecho del comportamiento un arte, para el arce de la segunda mitad
arte total». A la utopía rotal elogiada por las vanguardias sucede la del siglo veinte, se trata del comportamiento en el campo del arte, el
utopía de lo cotidiano, parcial, hecha de vecindades y de sobreim- comportamiento puramente artístico que encontró su apoteosis con
presiones. «Lo cotidiano, el bienestar», escribe Henri Lefebvre, •son el arce de actitud de los años sesenta. Es el tiempo del arce sobre el
inslituciones sobreañadidas a las obras,,; nuestra coridiancidad de- arte. Es una de las razones por las que la obra de Marce! Duchamp
pende al mismo tiempo de escruc.turas sociales y de nuestras inspi- continúa siendo can importante para nosocros: el autor de Étant don-
raciones individuales. Nuestras actividades más ordinarias forman nés fue el primero en reivindicar otras actividades humanas como
la sustancia de un conflicto entre la obra y la institución, roda acti- fuente de inspiración. En su Gran vidrio, encontramos los procedí-
vidad conlleva «un aspecto creador• y un «lado estereotipado, fijado
por la institución ••• Dóciles, nos someternos a la
13 H. Lcfcbvrc, \irs k cybernanthrope, pp. 148-160 (así como para las citas que
planificación suave, y nuestra coti<lianeidad está arrapada en el ,.Je-
preceden).
miencos novelescos de Raymond Roussel, la física, la balística, el aje- mos simplemente a un artista americano, Pecer Fend. Según éste, la
drez, más que influencias de la historia del arre. Estos dominios de función del artista «es la misma en la sociedad moderna que en la so-
saber no son para él simples temas, le inspiran un conjunto de mé- ciedad primitiva de las cavernas». Tiene que «definir direcciones,
todos. Ouchamp es uno de los principales agentes de esca seculariza- identificar los objetivos a alcanzar, establecer ideales plausibles, ayu-
ción de la práctica artística que aporca la modernidad, y que todavía dar a dirigir a los gestos de la supervivencia14 ». Instalar un radar des-
hoy genera canea incomprensión: el gesto creador es poco identifica- tinado a dirigir las aves durante su migración, inventar un modo de
ble como cal, pues ya no depende forzosamente de modelos como el producción de energía a partir de un alga marina, presentar un pro-
cuadro o la escultura. yecto de redistribución de China en cinco cuencas, entre ocros tra-
El arce de los años sesenta intentó inscribir la obra en el tejido bajos, conducen a Peter Fend a concebir la obra de arce como un
social: Daniel Buren o Joseph Kosuth anuncian sus trabajos en la «signo de orientación». En lugar del «bufón del Estado» que es para
calle, o sobre vallas urbanas. Yves Klein vende en los quioscos su Dia- él «el artista político», Pecer Fend milita para concretar conceptos ar-
rio de un solo d{a, y el mismo Kosuth inserta sus Statements en la tísticos y para aplicar al arte los «derechos que gobiernan cualquier
prensa. Dan Graham intentó publicar su proyecto Homes far America otra actividad>), comenzando por la propiedad intelectual.
en la revista Esquire: incluso si este deseo no puedo realizarse, su Esca concepción de un arce operativo en el campo social reúne
texto, virulenta crítica del arte minimalisca a través de la arquitectura algunas trayectorias políticas de los años sesenta y setenta. Pero el
de los extrarradios americanos, «en la frontera entre el arre y la co- proyecto artístico de un Joseph Beuys, por ejemplo, funciona en dos
municación sobre arce», testimonia todavía de un posicionamiento tiempos: para él el arte constituye un campo privilegiado para expe-
nuevo, de un desplazamiento de las etiquetas tradicionales, que abre riencias que serán útiles una vez adoptadas por la esfera política: «Se
al artista posibilidades innumerables. «Mi taller es el mundo», decía trata anee codo, explica, de hacer algo que se relacione con el pensa-
Yves Klein: el arre podía a partir de entonces invadir las redes de co- miento y con el desarrollo de una idea, para inmediatamente con-
municación, la calle, los periódicos, las empresas, hacerse a escala 1/1 vertirse en una idea práctica en la sociedad 15l>. En el esquema de
y en tiempo real. Y este « 1/ 1» concierne tanto a la forma del trabajo Beuys subsiste una diferencia, por ínfima que sea, entre la política
artístico como a su inscripción en la sociedad. del arre y el arte de la política. Los artistas de hoy (y es por esto que
El mundo del arce se convierte en un lugar intermedio en el que se les acusa a menudo de apolitismo) han consignado no solamente
será posible al mismo tiempo analizar lo real y actuar sobre él, un la desaparición de la esfera política frente a la económica, sino tam-
porta-aviones del que partirían incursiones regulares hacia el campo bién la importancia creciente de lo cotidiano, apuesta principal de
social. Pasaje del in situ al in socius: la primera capa de realidad que una lucha política que pasa por lo que Michel Foucault llamaba los
el artista tiene en cuenca ya no es el espacio de la exposición, sino la <<micropoderes»: el control del cuerpo humano, el dominio de nuestra
complejidad de las redes de comunicación y de producción, de las identidad sexual o social. La diferencia que existe entre el campo
que el mundo del arce no es más que un subconjunto. El primer \
«lugar» del arce, antes que la galería, es hoy en día la sociedad en su
totalidad. Los artistas de los años ochenta y noventa construyen, en 14 Peter Fend, • Protcction de la propriété,,, en Doc11ments mr l'art, nº 5, febrero
su mayoría, objetos mentales que se relacionan con otras dimensiones de 1994.
distintas al arte, y se sitúan en otras escalas socioprofesionales. Cite- IS Joscph Beuys, •Entrevista con Bernard Lamarche-Vadel• en Canal, nº 58-
59.
abierto por Beuys y el que exploran las prácticas contemporáneas re- la recuperación de los detritos producidos por el proceso de apropia-
conduce a su vez la diferencia existente entre el concepto de escultura ción. El arte reinyecta así en el cuerpo social los desechos de la «esfera
y el de acontecimiento. El proceso escultórico, como Bcuys lo define, ; de la actividad», una vez reorganizados según un protocolo que los
consiste en «imprimir un acco en la materia», mientras que el arce ac- hace más o menos aceptables y que justifica su existencia frente al
tual busca insertar signos en los mecanismos sociales. Por un lado, la / mundo de lo útil: en pocas palabras, su colocación encima de un sofá.
transformación del mundo, según un esquema revolucionario; por
otro, una especie de juego de go, la inversión peón por peón de los
componentes de la sociedad. La utopía política contra la utopía co-
tidiana, ligera e insidiosa. El arte de la «gran política» opuesto a un
arte del realismo operativo, que, en lugar de proponer alternativas
ideales, navega sobre la superficie del campo social, abre pistas, señala
lugares, proporciona reglas de juego. Como la política, la pintura y
la escultura no han salido tampoco indemnes de la muerte de la idea
de revolución. Para Beuys, «el escultor no se distingue en nada del
impresor. En este carácter de impronta, el escultor no es tampoco di-
ferente en lo fundamental del ingeniero mecánico, quien por su vo-
luntad de puesta en forma se esfuerza en dejar su impronta en rareas
mecánico-motrices16». De ahí el declive de un cierto heroísmo: ya no
dejamos nuestra impronta sobre el mundo, nos infiltramos.
La obra de arce busca su punto de inserción en el mundo -in-
crustación en una imagen de vídeo, aconrecimienro que flota en un
real inflado de imágenes. «Soberana», según la expresión de Georges
Baraille, la obra «rompe con la esfera de la actividad». La heterología,
que el escritor define como la «ciencia de lo que es radicalmente
otro 17», la ciencia del cuerpo extraño y rechazado, analiza lo desechos
del saber expulsados por la máquina social, desechos que sin cesar
reintegran su punto de origen en una forma paroxística e inaceptable.
La obra contemporánea se asemeja a esos desechos: radicalmence otra,
pero aglutinada en lo social, y enemiga mortal del mundo homogé-
neo de las funciones y las tareas. Los hombres se apropian del planeta
por su trabajo; la obra de arce representa el residuo de esta inversión,

16 Joseph Beuys, Par la présenu, je n'appartiens plus a l'art, CArche, 1988, p. 51.
17 Georges Bataille, Omvm comp/eus, vol. II, París, Gallimard, p. 6 l.
10
Post-scriptum sobre las nuevas
técnicas

En la sociedad comunista soñada por Marx, «cada uno no tiene


una esfera de actividad exclusiva, pero puede perfeccionarse en la rama
que le plazca; la sociedad regula la producción general, lo que crea
para mí la posibilidad de hacer hoy tal cosa, mañana tal otra, cazar
por la mañana, pescar por la tarde, cultivarse por la noche, hacer la
crítica después de comer, según me apetezca, sin convertirse nunca en
cazador, pescador o crítico 1».
Nuestra civilización compensa la hiperespecialización profesional
con la unificación progresiva de las actividades de tiempo libre: así se
puede predecir sin demasiado riesgo que la experiencia estética del in-
dividuo medio del siglo veintiuno se asemejará a lo que imaginaban
los vanguardistas de comienzos del siglo veinte: entre el videodisco
interactivo, el CO-rom, las consolas de videojuegos cada vez más mul-
timedia y la sofisticación extrema de los lugares de ocio de masas, dis-

l Karl Marx, La ideofogfa akmana, París, Édirions sociales, 1968.


113
cocecas o parques de atracciones, vamos hacia una condensación del nerador de obras2 ,,. El arrisca semionauca es una artista de la era in-
ocio en formas unitarias. ¿Y hacia un arte compacto? Cuando estén formática, pero él o ella no necesita ni teclados ni pantallas. Del
disponibles los lectores de CD-rom con autonomía suficiente, el mismo modo, la llegada con fuerza de las tecnologías de la conviven-
libro, la exposición y la película competirán con un modo de expre- cia (Internet, pantallas táctiles, etc.), combinada con la fragilidad del
sión más completo, que distribuye en formas nuevas lo escrito, la tejido social, llevan a los artistas de los años noventa a problematizar
imagen y el sonido. Los ideales de la modernidad no han desapare- en primer lugar las relaciones humanas\
cido, se han infllcrado: la obra de arte total se realiza hoy en día en Los modos de representación comienzan a alcanzar un punto de
su versión espectacular, vaciada de todo mensaje utópico. perfección absoluta: la imagen asistida por ordenador, la imagen de
Es evidente que las innovaciones tecnológicas crean nuevas vi- síntesis, el holograma, rechazan hoy en día los límites del realismo.
siones del mundo, que inundan progresivamente la vida cotidiana. ¿Es el fin de una cierta historia del arce, la de la búsqueda de la repre-
Paradójicamente, si la informática ha influido considerablemente en sentación de lo real? Evolucionamos entre simulacros ultra-perfeccio-
el arre actual, la herramienta informática en sí misma no ha contri- nados, en un mundo de imágenes que se confunden con lo 4(real• : el
buido apenas de manera directa. Por el momento, el pensamiento in- arce se dirige hacia nuevas zonas de exploración. La historia de la re-
fográfico se ha desarrollado en efecto en otros lugares, no en las presentación finaliza ante nuestros ojos, sólo queda a los artistas con-
pantallas de ordenador. No hablemos de esos pseudo-artistas diseña- quistar el mundo de lo real práctico, el de los comporcamiencos, en el
dores de 4(nuevas imágenes», que hacen gala en su mayoría de una in- medio de las imágenes y de los objetos que nos lega la historia del arce.
digencia intelectual absoluta, limitándose a acoplar en sus discos Creer en el «fin del arce» supone una perspectiva idealista de la histo-
duros esquemas de pensamiento de ayer. El arce en general se ha be- ria; estemos abiertos a lo que ocurre en el presente, que supera siempre
neficiado notablemente de la aportación conceptual de la informá- a priori nuestras Facultades de encendimiento: la actividad artística,
tica, pero como modo de tratamiento de la información, como por parafrasear a Serge Daney, se da por tarea <<inventar lo que existe>,.
posibilidad nueva para el pensamiento. ¿Qué posibilidad? La imagen El arce actual insiste tanto en la noción de comportamiento que
de síntesis no es el resultado de un gesto, sino el producto de un cál- hace mucho tiempo que ha dejado de ser un verdadero productor de
culo; las estrategias artísticas contemporáneas van en el mismo sen- imágenes: las que no golpean, porque las encontramos cotidianamente
tido cuando privilegian el despliegue de acontecimientos plásticos, y alimentan nuestras conversaciones, provienen ahora de los media y
la programación de fenómenos materiales o inmateriales. Mientras la publicidad, del cine en ocasiones. Desde la Marilyn de Warhol,
que la noción de huella constituía, en la época del expresionismo abs- quizá incluso desde el Guernica, el arce se ha convertido en una acti-
tracto, lo esencial del contenido del arce, esca noción es discutida por vidad secundaria en la cadena de lo visual, hoy en día negocio de in-
arriscas que no dejan ninguna, sino que programan parámetros: tra- dustrias especializadas. Las imágenes forman una materia prima que
bajan en varias obras al mismo tiempo, dirigen operaciones de dife- el artista explota transformándola, a partir de las que le es posible in-
rente naturaleza (gestos, aconcecimiencos, producción, difusión, ere.). ventar una relación con el mundo y generar comporcamiencos. Sa-
A partir de ahora importa menos dejar una huella en un soporte que biéndose suplantado por esca industria pesada, el arte actual se vuelve
programar una relación con el mundo. 4(En el nuevo régimen de crea-
ción», explica Pierre Lévy, «el artista ya no asume la composición, la
escritura o el dibujo de un mensaje, sino que concibe un sistema ge- 2 Pierre Uvy, La Machine univm, París, Le Seuil, coll. Points, 1987, p. 62.
3 Nicolas Bourriaud, Esrhbique rrúmonnelle, París, Prcsses du Réel, 1998.
productor de actitudes, y proporciona marcos y modelos que permiten
pensar el conjunto de la sociedad, pero también mantenerla en un es-
tado de revolución permanente impidiendo que se anquilose. ¿Apues-
tas? El tiempo vivido, ese nuevo continente artístico, quizá la última
te"a incognita por explorar. No es azaroso que codas las ideologías to- Agradecimientos
talitarias busquen dominar el tiempo vivido, imponer un lugar central
desde el que sería posible acceder al sentido global de la sociedad4• El
totalitarismo intenta instaurar la inmovilidad temporal, fantasma de
eternidad que apunta en primer lugar a estandarizar y controlar los
comportamientos. Lo que odia por encima de todo, es el tiempo como
creación. El objeto de su deseo, es el tiempo compartimentado, es-
tandarizado, controlable. Foucault insistía entonces acertadamente
sobre el hecho de que el arce de vivir se opone a «codas las formas ya
presentes o amenazantes del fascismo». Se trata de hacer de su exis-
tencia un texto en que se invente un modo de vida, un trabajo de pro-
ducción de sí a través de los signos y de los objetos: más allá del arre,
aquí estamos, en presencia de un programa de resistencia eficaz a la
uniformación planetaria de los comportamientos, a ese gran bloqueo
• qmen
El autor quiere dar las gracias a Serge Fran~o1s, • 1e.ha per-
disciplinario del que reconocemos aquí y allá signos precursores.
mitido escribir este libro en las mejores condiciones conced1én~ol_e
una beca Lavoisier, así como a Claude Tarrene, por su ayuda y sus JUl-
ciosos consejos.

4 Jean -Pierrc Dupuy, , Tocalicarismcs y négacion du ccmps•, en Sur l'aménage•


ment du tm1ps, Dcnocl-Gonthicr, 1981.

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