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Arthur C.

Danto Hl abuso de la helleza


Hace un siglo, h bellea era conslderada de forma unánime oomo
meta suprema del arte y ha¡ta como sinónino de excelencia
artísüca. Hoy, en eambio, algunos la contemplan cono algo pa.
rccido a un delito estóüco. En nuestros dlas, deternrinada crftica
incrupa a bsarlistascuando susohas paÍeom aspirara la bellcua.
En los rlltimo¡ años, sin embargo, algunos artistas, críticos y
comisarioc de erposiciones han emperado a contemplar la belleza
de distlnta manere. A menudo el debate resulta confuso: en
oca¡iones los eepecialisüas ren h belleza Golno una traición f¡ente
al veldaderc rol del artlsta, mient¡a¡ que en otras ¡e esfuenan
por encontrar bellera en lo aparcntemente grctesco o repulsivo.

El gran crltico de arte y fflósofo Artrur Danto €ilplica en este liblo


cémosegpstó la lwolución cffitra h bellezaycémofr¡e denocda
por la yanguardia moderne. Danto soetiene que lor moderno¡
tenían razón al negnr que la bellea fuera consustancial al arte;
al misno üempo, ein embargo, la belle:a es esencial para la vida
humana y no siemprc debe ¡er desterrada del arte.

r...leer a Danto en el apogeo de su escrihrrra apasionada, enérgica


y penetrante ee una experiencia placentera de gran valor tera.
Péutico.n
tartha ]lussbaumn autora de &oe límiües üel patriotismo y La
terapia del deceo, ambos publicados por Paidós

wrrrv.paidos.com
rsBN 84-493. r S94-4

mlüilffiJ$lü|ilililffiffi]il
El abuso de la belleza
Paidós Estética Arthur C. Danto
10. V. Kandinsky
ftLturo de la pinttua
Grantática de lrt creaciótt.
11. M. Brusatin
EI
EL ABUSO DE LA BELLEZA
Hatona de los colores
12. O. Schlemmer
Escr¡lls sobre arte
13. R. Ftl La estética y el concepto del arte
l'tsiótt ,- disetir.t
14. F. Léger
Funciones cle ld PintLLrct
1i. I,l. Nl. RonczLYoio
La ciu¿latl
16. P. Francastel
La rectLitlatl figttrat¡L:a I EI nlarco in.tg¡naio cle la etpresiór't fiSumtiucl
17. P Francastel
Ln realickrll figttt'tltiL'a II EI objeto f¡SLtrctt¡Lto y sLL testimottio en
LLl b ¡stoña

19 V. Kandinsky Y F. illarc
EI jutete azttl
21. L. Wittgenstein
Obseruaciones sobre los colores
22. R- A¡nheim
C onsiderac io nes sobre la e tluc ac ió rt aft íst ic a
23. J. Pawlik
Teoúa del color
2,1. V. KrndinskY
De lo esPiriattl ert el afte
l). v. K¿ndlnSKY
Ptn'r.to y línea sobre el Piano
26. J. Costa
La esqLrcnxótica
27. N. Potter
Qué es tut dbeñador
28. E. Panolsky
Sobre el estiLo
29. E. Satué
El paisaje cotnercial de La ciud¿td
30. E. Satué
El paisatge comercial cle la ciLLtat
31. A. C. Danto
Ln transfigtración de! lLLgar comLitt
J2. C. Greenberg
Ane y culttLra
33. P. Bourdieu y A. Darbel
El anor ¿tl arte
34. S. Dalí
Carftt. abiefta a Salutdor DaLí
3j. V. lhn Gogh
Cartas a Tbeo
36. L. shine¡
La ittrcnciórt del a¡te
37. A. C. Dento
El ahtso de la belleza \ilD y"*:?,pp-. ,,,,."
Tínrlo originai: Tbe Abrce of BeautJ,/
Publicado en inglés, en 2003, por Open Court, Chicago y La Salle, Illinois
Open Court Pubtishing Company is a division of Carus Publishing Company

Traducción de Carles Roche

Cubierta de Mario Eskenazi

(1852-1919), editor :\,


"The Paul Carus Lecn:res,, publicadas en memoria de Paul Carus
de Tbe Opm Court y The Monlsf desde 1888 a 1919.
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r-l

Quedan rigurosametrte prohibidas, sin la autorización esc¡ita de los titulares del coryri+hL
1"-. J
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parciai de esta obra -;-
por cualquie! medio o procedimiento, comprendidos la reprogmfia y el tntamiento informático, t-
y la distribución de ejempiares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

O 2003 by Carus Publishing Company


@ 2005 de la traducción, Carles Roche
@ 2005 de todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paidós lbérica, S.A.,
Mariano Cubi,92 - 08021 Barcelona
ottp:i /www.palOos. cOm ¿El triunfo de la sublimidad sobre la belleza?
Con su Onement I de 1948, Barnett Newman propuso una estética de la
ISBN: 5+493-169+-+ sublimidad frente a una estética de la belleza. "La invención griega de la
Depósito legai: B. 5.022/2005 belleza... su posrlllado de la belleza como ideal, ha sido la pesadilla de las
filosofías del arte y la estética en Europa,, escribió Newman. Libres del peso de
Impreso en Grüques 92, S.A. la culrura europea, algunos americanos flleron entonces capaces de expresar su
Avda. Can Sucarrats, 9i - 0819i Rubí (Barcelona) ¡elación con el Absoluto sin perderse en la búsqueda de la belleza, el
fetichismo de la calidad perfecta.
impreso en España - Printed in Spain

T.
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\J
Para Dauid Reed Y Sean ScullY,
y también en memoria de Robert Motberwell,
y, naturalmente, para. Barbara Westman
La belleza es la promesa de lafelicidad.

Sr¡xnn¡r
SUMARIO

Prefacio É
Agradecimientos . . 37

Introducción: la estética de la Caja Brillo . . 35

1. Labellezay la definición filosófica del arte 53

2. La vanguardia iruratable 79

). BeITezay embellecimiento . 105

4. Belleza interna y externa r29


5. Bellezay politrca ri5
6. Tres maneras de pensar el arte 181

7. BeIiezay sublimiáad

Índiceanalíticoydenombres... 225

r3
PREFACIO

No deja de ser curioso que alln aspirando a esa intemporali-


dad que en general toda filosofía busca, mi filosofía del arte sea
tan deudora de su momento histórico que resulte fácil pensar que
su relevancia reside sobre todo en la relación que mantiene con el
arte que la propició. Dicho arte era, a su vez, el producto de dis-
tintos movimientos de vanguardia de principios de los sesenta, so-
bre todo los radicados en la ciudad de Nueva York o sus afrede-
dores. Cuesta trnaginar, por otra parte, que ese arte pudiera haberse
producido con anterioridad a esa fecha. Basta pensar, por ejempio,
en ia célebre Caja Bríllo de Andy Varhol, que ha ocupado un lu-
gat tan destacado en mi pensamiento y mis escritos. Realizada y
expuesta en 7964, constituía una apropiación de un envase co-
mercial de cartón con apenas un año de vida. El diseñador del en-
vase, artista a su vez, se inspiró en paradigmas estilísticos de la pin-
rura abst¡acta dela época. "Brillo" era, a su vez, el nombre de una
esponja jabonosa de reciente invención que prometía una especial
efectividad en el abrillantado de las piezas de aluminio. Apenas ha-
bían pasado unos años desde que el producto se introdujera en el
mercado norteamericano. Dificilmente la Caja Bnllo hubiera podi-
do anticiparse a aquello que le dio su significado, Es posible ima-
ginar un objeto aparecido un siglo antes y en todo idéntico al que
nos ocupa; dicho objeto, sin embargo, no se podita haber inspira-
do en los significados asociados que dieron pie a la Caja Brillo
como obra de arte. Y no sólo ese mismo objeto no hubiera podi-
Co ser la misma obra de arte que sería luego en 1964; cuesta ima-

T5
ginar cómo en 7864 hubiera podido ser una obra de arte en modo
alguno. Ya costó en 1964 que muchos la aceptaran como obra de
arte y eso que, para entonces, se había abierto al menos una bre-
cha para que determin ada f r anja del mundo artístico pudiera acep-
tarla sin reseryas como arte. Así pues, la pregunta que despertó ini-
cialmente mi interés como filósofo era qué había hecho posible
que algo se convirtiera en obra de arte en determinado momento
histórico sin que hasta entonces hubiera podido aspirar a ese mis-
mo estatus. Pregunta que, para empezaf, planteaba el interrogan-
te filosófico general de qué aporta la si¡-ración histórica al estatus
artístico de un objeto.
De algún modo, la intemporaiidad propia de la filosofía ha ten-
dido a influir en el modo en que contempiamos la intemporalidad
de los objetos que interesan a la filosofia. A mi siempre me pare-
ció filosóficamente instructivo, sin embargo, imaginar qué sucede-
ría si objetos muy de su momento histórico como la Caja Brillo
fueran devueltos a una época muy anterior, como el célebre yan-
qui de Connecticut que Nfark Twain imaginó trasplantado ala cor'
te de1 Rey Arturo. Parala portada original de mi libro Mas alla de
la Caja Brillo, el ingenioso pintor Russell Conner tomÓ la famosa
Lección de anatornía de Rembrandt y reemplazÓ el cadáver por la
Caja Brillo, dando la impresión de que los circunspectos alumnos
del doctor Tulp estaban siguiendo, en el siglo xvll, un discurso so-
bre arte de vanguardia de mediados del siglo n. En los museos
enciclopédicos de hoy a nadie le extraña pasar de una sala dedr-
cada aI arte hoiandés del xvu a una de arte nofteamericano del >c<.
Cuando lo hacemos, sin embargo, affastramos la yuxtaposición de
obras de varios siglos y culn-rras en un solo espacio en el que és-
Ftcun¡ 1. Russell Conner, Imagen de portada paraMás aIlá de la Caia Brillo.
tas pueden "comunicarse, enre sí, como les gusta decir a los co-
El contenido puede perdene en el tránsito tenxporal.
misarios. Pero a aquellos para quienes pintaba Rembrandt les ha-
bría resultado del todo imposible acomodar \a Caia Brillo en st
concepto del arte. En7917, Marcel Duchamp presentó un.ready- aceptar los readymades de Duchamp, pero estaba claro que ei co-
made asisado, prácticos, un urinario- a una exposi- mité de la Sociedad de Artistas Independientes, patrocinadora de
-a efectos
ción teóricamente sin jurado, pero que tenía un comité de selec- la exposición, no era uno de ellos. De manera muy parecida, paÍa
ción de obras que la rechazó argumentando explícitamente que no muchos sectores del mundo artístico de I9641a Caia Brillo ni s|-
en afie. En el mundo artístico de 1,977 había sectores capaces de quiera era arte. Pero ni existió ni podría haber existido ningún sec-

t6 17
nos de ellos. Hay palabras cuya única aparición en el idioma in-
ror del mundo artístico del París de 186.1-o del Amsterdam de
glés corresponde a una de las obras de Shakespeare, con lo que,
ú6+- capaz de acoger ala Caja Brillo. Cierto que en 1864 el con-
si se hubiera perdido el manuscrito, ni siquiera los especialistas ha-
cepto de arte se estaba empezando a flexibilizar 1o bastante como
brían tenido forma de conocer esos vocablos perdidos. La relación
para que Déjeuner sur I'berbe de Manet fuese aceptada como arte,
entre obra y manuscrito es metafísicamente delicada y, desde iue-
aunque para la mayoria de sus espectadores en el reciente Salon
go, no es una cuestión de identidad esÍicta. De modo que los cam-
des refusés constituyera una perversión de la idea misma de arte.
bios sufridos por las obras de arte en cuanto objetos físicos son en
Como escribió Hein¡ich Woilflin, no todo es posible en cualquier
reaiidad puramente contingentes. Si decimos que nada fuera de la
momento. En ese sentido de imposibilidad histórica,la Caja Bri-
obra de arte resulta pertinente alahora de entenderla crítica y es-
llo, aun siendo teóricamente posible como objeto, no era posible
téticamente, nos estaremos refiriendo ala obra de arte en tanto que
como arte mucho antes del momento de su realización. (Recorde-
ésta se distingue del objeto físico. El internalismo en arte consiste
mos que La Caja Brillo estaba hecha de contrachapado industrial,
en adoptar una actitud según la cual todo lo pertinenie para la
inexistente en 7864 y no digamos ya en 7664,y estaba pintada con
apreciación está idealmente alalcance del ojo del crítico en todo
tinta de sengrafra, que casi con toda seguridad tampoco existía en-
momento, y eso es lo único pertinente para experimentar el arte
tonces. los filósofos pasan por alto estas cuestiones sin pestañear
como tal.
cuando llevan a cabo esta clase de -experimentos mentales,. Un
Es la obra de arte en ese curioso sentido, como algo distinto
objeto como el que conformala Caja Brillo podna haber causado
al objeto físico, la que yo imagino transportada a un momento his-
esrupefacción, de modo parecido a los cocos hallados en las pla-
tórico anterior: Ia Caja Brillo como una especie de diseño formal.
yas de la Europa medieval.)
Pero lo que se perdería en ese tránsito imaginario es eso a lo que
Estas reflexiones no sólo nos hacen dudar de la intemporali-
yo me he referido aquí como los significados que dan vida a la
dad delarte, sino que, de manera mucho más inmediata, cuestio-
obra. Porque el significado se basa en la conexión del arte con el
nan el modo en que debemos abordar las obras de arte desde una
mundo, y las reiaciones entre el diseño y el mundo son históricas.
óptíca crlticay estética. Tendremos que considerar formalista al en-
El sustantivo "Brillo", por ejemplo, nombra un producto de uso do-
foque crítico que asuma que todo lo pertinente alahorade af¡on-
méstico, inventado y patentado en cierto momento. Antes de eso
tar una obra de arte deba estar presente y accesible en cualquier
no era más que ruido o unos trazos escritos o, en el mejor de ios
momento de la existencia de dicha obra. Existe una postura en la
casos, una especie de iatinajo. EnIa Caja Brillo aparcce una mar-
filosofía del arte que podríamos considerar anáIoga al intemalismo
ca, consistente en un círculo con una "u, inscrita en el centro. Es
en las fiiosofías del pensamiento y el significado. Las obras de arte,
un logo empleado para dar a entender que el producto que lo lle-
por supuesto, cambian físicamente con el üempo, a veces de modo
va está certificado como kosber por \a Unión de Rabinos Ortodo-
radical: pigmentos que se diluyen, estatuas que pierden apéndices
xos deJerusalén, fundadal:rasla creación del Estado de Israel. Bri-
como brazos y piernas. Y a veces la información pertinente parala
llo era kosher en 1964, pero ha dejado de serlo, razón por la cual
identificación e interpretación de una obra cae, simplemente, en el
los envases de Brillo de ios supermercados ya no tienen derecho
olvido: desconocemos la identidad de las personas que aparecen
a exhibir el logo. El logo ¿forma parte del diseño o no? Dejaré que
en 1os retratos antiguos; los individuos que conocían las claves para
los formalistas se ocupen de eso. Mucho más importante es que,
leer ciertos signos y símbolos murieron sin t¡ansmirir ese conoci-
como ya se ha dicho, la propia Caja Brillo mantenga una relación
miento a otros. Ya no podemos leer los grabados de Pieter Brue-
gel como probablemente lo hicieron sus contemporáneos, o algu- de "apropiación, con respecto a los envases empleados para ex-

'I
C)
18
pedir Brillo de las fábricas a los distribuidores y de éstos a los su- de la verosimilitud, desde las arcaicas figuras de Apoio hasta fi-
permercados desde mediados de los sesenta a finales de los no- guras tan parecidas a los seres humanos que existía una genuina
venta, cuando el diseño de los envases cambió. Y aún más im- posibilidad de ilusión. Esta posibilidad debió de desempeñar un im-
portante es que el interés y la importancia de la Caja Brillo portante papel en las formas de vida griegas, especialmente en el
mantenga unos lazos tan estrechos con las actitudes artísticas im- culto religioso, donde las estaruas de dioses y diosas eran tan con-
perantes de principios a mediados de los sesenta, sobre todo en vincentes que muy posiblemente se pudiera creer en la presencia
Manhattan. En parte, lo que entonces posibilitó que fuera arte fue misma de las deidades, especialmente en la atmósfera de humo y
el que esa atmósfera histórica y teórica definiera lo históricamente penumbra de los interiores de los templos. Según cuenta l'lietzs-
'World" che al naffar los inicios de la tragedia,llegaba un momento en
posible. En 7964, cuando publiqué "The Art en.lournal of
Pbitosopby que sentó las primeras bases de mi filosofía- que los ofiqiantes creían que el actor piincipal estaba realmente
-texto poseído'por un dios: el coro podía sentir, por ejemplo, que Dio-
mi tesis era que, para poder contemplar la Caia Brillo como arte,
se necesitaba saber algo de la historia y la teoría que definía el niso estaba entre ellos. No resulta inverosímil pensar que las es-
mundo afiístico relevante de entonces. En aquella época había mu- tatuas de los dioses pudieran, en los templos consagrados a su
chos mundos artísticos, incluso en Nueva York. No pretendo equi- culto, dar pie a situaciones similares. Al fin y al cabo, la "presen-
paraÍ arte y mundos artísticos; me permito insistiq sin embargo, en cia mística dei santo en ei icono,, ha sido una creencia muy ex-
que el estatus de la Caja Brillo como obra de arte dependía de fac- tendida en la ortodoxia griega, en la que desempeñÓ un papel
tores externos que sólo se dieron a las puertas de 1964. fundamental durante las virulentas controversias iconoclastas de
&fe hubiera gustado decir algo sobre la pertinencia de estas Bizancio en el siglo r,ru. Pero la calidad artística no se juzgaba de-
consideraciones históricas a la hora de hablar del concepto de arte, pendiente de los diferentes grados de verosimilitud: es deciq na-
pero creo más conveniente decir antes algo sobre el concepto de die creía que Esquilo fuese inferior a Eurípides. De manera que
arte en sí. A menudo se ha dicho que los griegos, con quienes Sócrates, en su famosa polémica, pudo insinuar que la verosimi-
arruncó la filosofía dei arte en Occidente, no tenían en su voca- litud no formaba parte del concepto de arte, aun teniéndose en
bulario un término para nombrar alarte. Sí tenían, en cambio, un muy alta estima en la época. Para el concepto griego de arte, sin
concepto de arte, que abarcaba un gran número de esos mismos embargo, era fundamental que el arte representase cosas. En cam-
objetos que hoy constderaríamos obras de arte. Llna definición dei bio, los grados de verosimilitud en la representación miméticaeran
arte que excluyera la escultura griega o elteatro griego seriaina' a medias una cuestión de gusto y a medias una cuestión de fun-
ceptable ipsofacto. Al mismo tiempo,los griegos sabían que cier- ción, y Platón tenía clarísimo que había otros modos de repre-
tas propiedades características de esos objetos no formaban par- sentación además de la mimesis, por mucha verosimilitud que esta
te dei concepto de arte, aun estando presentes por todas partes. última pudiera arrojar. Para los griegos, la idea de representación
NIe refiero, en primer lugar, a las propiedades miméticas: se creía era notablemente abstracta y general. Como también lo ep, por su-
que la estafuaria griega se asemejaba a sus modelos, del mismo puesto, la mia al proponer a la representación como parte de la
modo en qLle se creía que las tragedias griegas se asemejaban a definición del arte. He puesto el énfasis en la representación al
ciertos episodios históricos de las vidas de sus protagonistas. La considera¡ cómo es posible distinguir como arte algo que se ase-
técnica de la semejanza determinó, es cierto, trna historia progre- meja tan profundamente a algo que no es arte en absoluto. Elarte
siva en las principales artes miméticas que han llegado hasta no- de los sesenta fue el desencadenante de mi reflexión, pero ésta
sotros: la escultura y el teatro. Fue un progreso definido en pos aspira a ser universal e intemporal.

20 21
ANTIOQUI¡'
-' "gmr,rcrrr¡aDE
UNTVF,SSI$ÁD
cEFülRAt
Veamos otro ejempio. Del siglo xr,rn hasta principios del ,* se
otra respecto a lo que la obra de arte representa. En un momento
dio por sentado que el arte debía poseer beIleza.Tanto es así que
dado Morris comenta que eso que é1 llama pragmatismo en el pa-
labellezahabría figurado entre las primeras cosas que cualquiéra
sado se denominaba retórica, y la retórica era una de las discipli-
-cómo no- /es beau,x-arts. cuando
nombraría en relación con
nas fundamentales de la época clásica. La función pragmática de
Roger Fry organizó sus grandes exposiciones de arte po.stimpre_
sionista en la Grafton Gallery de Londres en 1910 y 1912, el-pú-
labelleza podría ser inspirar amor por 1o que muestra una obra de
arte, y la función de la sublimidad inspirar terror. Pero hay muchí-
blico se escandalizó no sólo por el desprecio a Ia verosimilitud, ca-
simos otros casos, como la repugnancia, para inspirar asco o el ri-
racterístico de buena parte del movimiento moderno, sino por la
patente ausencia de belleza. para defender el nuevo arte, Fry ar- dículo, para inspirar desprecio. O la lubricidad, para suscitar sen-
gumentó que sería considerado feo hastaque se lo viera como be_ timientos eróticos. Hasta cierto punto, las propiedades pragmáticas
corresponden a eso que Frege llama "color, en su
l1o. Ver su belleza, insinuó, requería educación estética; con el paso -Farbung-
teoría del significado.
del tiempo su belleza saldriaalaluz. Es indudable que a veces lle-
gamos a percibir una beileza que al principio nos era esquiva. pero
La gama de rasgos pragmáticos es mucho más amplia de 1o
que el canon de teritos sobre estética realmente abarca, al igual que
supongamos que eso no pasa. ¿Querría eso decir que estamos cie_
gos para esa belleza o bien que hemos cometido el error de pre- Ia gama de rasgos semánticos incluye mucho más que las repre-
sentaciones miméticas. Pero lo que a mí me interesa ahora es, sen-
suponer que ei arte debe ser bello? Eso que a lo largo de este libro
cillamente, tomar unos pocos componentes que figuran, o podían
denominaré como Vanguardialntratable abjuró de la belleza. pien-
figurar, en el análisis conceplual del a¡te y poner de relieve la es-
so en primer lugar en el dadá, que se negó a crear objetos her-
trechez con que se ha interpretado el concepto en la bibliografía
mosos para gratlficar a quienes consideraba responsables de la
filosófica y crítica dedicada alarte. Una definición filosófica del arte
Gran Guerra. En sus diálogos con Cabanne, Duchamp muesüa su
se debe tbrmular en los términos rruás generales posibles, para que
desprecio por 1o que llama "vibración retinal", que el arte desde
Courbet se supone debía inducir en los espectadores. Él prefería
todo aquelio que alguna vez'haya sido o pueda IIegar a ser una
obra de arte entre dentro de sus límites. Debe ser lo bastante ge-
el arte intelectual, sin gratificaciones sensoriaies de ninguna clase.
nerai como para inmunizarse ante los contraejemplos. Y aunque
En mi opinión, ia Vanguardia Intratable dio un inmenso paso ade-
semejante formulación quede fuera de mi alcance, ése ha sido
lante filosófico. Contribuyó a mostrar que la belleza no era con-
el principal vector de mi filosoffa del arte, mi compromiso desde ei
sustancial al concepto de arte y que una cosa podía seguir siendo
primer dia.Y todo gracias, precisamente, a que yolralara el arte
arte independientemente de que Iabelleza estuviera presente en
de mediados de los sesenta. Fue una época en la que buena par-
ella. El concepto de arte puede requerir la presencia de algunos
te de 1o que se había considerado parte integrante del concepto
rasgos, ent¡e los cuales está el de la belleza, pero también oüos mu-
chos, como la sublimidad, por citar otro rasgo muy debatido en el
dela¡te sencillamente desapareció del mapa. No sólo la belleza o
la mrmesis: casi todo lo que había ocupado un lugar de relieve en la
siglo xwtt. De momento a.esos rasgos los llamaré pragmaticos, a
vida del arte se eliminó de cuajo. [a definición del arte se iba a te-
fin de distinguirlos delos semánticos, ejemplificados por la mime-
sis, por emplear el vocabulario de la Teoriade los Signos de Char-
ner que erigir sobre las ruinas de 1o que se había creído que era
les Morris, que desempeñó un importante papel en el auge del po-
el concepto del arte en los discursos anteriores. Lo cual me lleva
de r,uelta a mi paradigma.
sitivismo lógico. Las propiedades pragmáticas tienen por objeto
Desde el principio lo que despertó mi interés por la Caja Bri-
disponer ai público a experimentar sentimientos de una clase u
//o no sólo fue qué la convertía en arte, sino cómo era posible que,

22
23
Beuys. Se podúan encontrar ejemplos enla danza, especialmente
siendo una obra de arte, los objetos exactamente iguales (o casi)
.n.l¡udron Group, donde un baile podía consistir en alguien sen-
a ella, esto es, el conjunto de envases diseñados para contener es- dis-
tado Ln una siila; y en la música de vanguardia, que reftitó la
ponjas Brillo, no 1o fueran. Sin duda, es algo intrínseco a la inter- de
tinción entre sonidos musicales y no musicales. La vanguardia
pretación de esta fase en la obra warholiana su uso de los logos y bo-
los sesenta quiso franqu ear labaneta entre vida arte' Quiso
del arte comercial con propósitos artísticos. Pero W'arhol, reconoz-
rrar la distinción entre arte elevado y vulgar. Para cuando la déca-
cámoslo, podría haber hecho arte con cualquier cosa, siempre y
da tocaba a su fin, quedaba muy poco en pie de lo que antes se
cuando los elementos procedieran delámbito de los obietos no ar-
habria considerado como parte del concepto de arte' Fue un
pe-
tísticos. En1964, por eiemplo ,habia empleado fotografías policia- aquel que
ríodo de especracular demolición filosófica. ¡Afornrnado
les de los criminales más buscados, así como fotografías periodís-
en aquella mañana siguiera con vida!
ticas de catástrofes aéreas, suicidios y accidentes automovilísticos.
Mi propia fiiosofía; indudablemente, era muy de la época, aun-
Sin duda, existe algo que podemos llamar "estilo'\flarhol, que de-
qrr. yo tOto me diera cuenta en parte de lo que estaba sucedien-
termina cuáles, de entre el inmenso número de cosas que podía
io; y, lo que es aún más indudable, nadie en el mundo del arte
haber tomado para hacer arte, utilizó finalmente panhacer arte' en elconiunto de mundos delarte que convivían entonces-
En todo caso, a mí 1o único que me haciafafta de su arte es que -o reciente
estaba al tanto de mis actividades fil0sóficas. só10 en fecha
existieran ejemplos de cosas que no etaflarte, siempre que se pa- ha empezado a aparecer "The Alt Vorld', de 7964, en las antolo-
recieran tanto al arte como Ia Caja Brillo se parecia a las cajas Bri- gías dé documentos sobre historia del arte de aquellos años.
Las
lio corrientes. A partir de ahí me vino Ia idea de unos duplos in- érr..*ru, con ias que yo trabaiaba, sin embargo' eran en buena
discernibles, uno de los cuales selía arte y el otro no, que me parte ias de la filosofí a analitica.lvli libro Analyticat Pbilosopby
of
-Historyestaba
permilieran interrogarme qué hacía que uno de ellos fuera una en la imprenta en1964 y las ideas de ese libro mar-
obra de arte y el otro, simplemente, una cosa. La idea se reveló caron el modo en que yo lo pensaría todo' En ese libro,
por ejem-
como una poderosa herramienta pata!a investigación conceptual plo, yo sostenía, a través de una serie de anáiisis verdad-condición'
que yo necesitaba hacer. De poco me hubiera servido ese instru- que los significados de los acontecimientos históncos permanecen
mento, sin embargo, antes de que la posibilidad se diera realmen- invisibles para quienes los están viviendo. Tesis externa\ista
ala
te en la práctica artística. que yo mlsmo Jaría continuación al analizar ei concepto de
una
Debo reconocer que en elmundo artístico de los sesenta po- óbra de arte: la tesis según la cual aquello que convierte a un ob-
dría haber encontrado eiemplos de estos duplos por doquier' Flu- jeto en obra de afte es algo externo a él'
xus, por ejemplo, usaba la comida como arte. Los minimalistas usa-
' pero volvamos a la siruación filosÓfica en el arte de entonces.
ban secciones de edificios prefabricados y otros productos
Tras reflexionar sobre lo que hizo de aquel momento algo
un es-
industriales. Artistas pop como Lichtenstein ampliaban las viñetas pecial, se impone aclatat dos cosas. La primera es que, una
vez se
dibujadas en el interior de los envoltorios de chicle y ias presen- ira proclamaáo qu. cualquier cosa puede ser una obra de
arte' de
taban como pinfura. El conceprualista Dennis Oppenheim cavÓ un poco sirve preguntarse si esto o lo otro pueden serlo' ya que la
agujero en una montaña cerca de Oakland, California' y 1o pre- sérá tlempre aftrmativa.Talvez no sean obras de arte'
,.rpu.rru
sentó como escultura imposible de trasladar a un museo. Ya en pero poclrían serlo. De modo que punto- ahora la pre-
1969 los conceptualistas podían considerar cualquier cosa como -segundo de
guntá mas urgente se referirá a si es ése el caso, si soz obras
arte y estaban dispuestos a considerar a cualquiera como artista,
In.. n, decir, que de goipe se nos ha I',elto imprescindible dis-
de manera muy similar a lo que poco después propondría Joseph
)a
24
poner de una teoría del arte, más imprescindible de lo que nunca
losófica del arte, que, de hecho, es la historia de la filosofía del a¡te.
pareció ser. Asimismo, es obvio que ninguna teoría previa del arte
Esta historia alcanza una nueva cota en los sesenta, cuando final-
puede semos de gran a¡ruda, ya que ninguna se formuló en una
mente se pone de manifiesto que todo es posible como arte. Eso
situación como la que dibuja el mundo artístico de los sesenta, un
es lo que significa, en elsentido con que yo la he empleado, la ex-
mundo en ei que cualquier cosa, por banal que fuese, podía ser
presión "fin del arte'. Ahora estamos en disposición de dar una res-
una obra de arte. El único medio de alcanzar esa generalidad que
puesta a la cuestión de la identidad de Kunst con la certeza de
toda filosofía exige era afrontar ia latin:d extrema a la que tan des-
que no podrá ser abolida por la futura historia del arte. Y eso es
tacado lugar concedieron ios sesenta. Fueron, pues, días inmejo-
rables para ser filósofo del arte.
lo que debe verificarse en toda definiciÓn filosófica.
'-i En este prefacio he mencionado dos condiciones que contri-
Mi propio trabajo en este maravilloso teneno se vio inspirado
por dos pensamientos interrelacionados de Hegel. El primero es buyen a especificar esa identidad. Una es que, para ser arte, el arte
debe representar algo, es deci¡ deb,e poseer alguna propiedad se-
aquel según el cual la filosofía adecuada para una forma cle vida
mántica. Buena parte de mi libro La tansfiguración del lugar co-
sólo puede dar verdaderamente comienzo cuando dicha forma de
vidaya ha envejecido: .Cuando la filosofía peina canas, es que una mún está dedicada a demostrarlo. Me gustaúa añadir que una se-
gunda condición es poseer algunos de esos rasgos que yo he
forma de vida ha envejecido,, escribe, elegíaco, en Iafilosofia det
llamado aquipragmáticos, pero no tengo Ia certeza de que sea cier-
Derecho. Creo que sólo cuando la historia del arte llegue a su tér-
to. Y no la tengo porque albergo mis dudas respecto al papel que
mino podrá dar verdadero comienzo la filosofía del arte. y será así
desempeñan, si es que io hacen, ias propiedades pragmáticas en
porque hasta entonces la filosofía no estará en posesión de todas
el arte actual. En cambio, éstas gozaron de un enorme protago-
Ias piezas que necesita para construir ia teoría. pero eso lleva a mi
nismo en el arte del pasado, cuando se utilizaban para dar res-
segundo pensamrento, basado hasta cierto punto en Ia gran obra
puesta a la pregunta, en caso de que alguien la formulara, de pan
de Hegel, Iafenomenología del espíritu, Este libro adopra la es-
qué sirve el arte.
tructura, como una vez sugirió el filósofo americanoJosiah Royce,
Nfi pertenencia a mi propio momento histórico explicaría por
del Bilfutngsroman. El Espíritr,r, o Geist, como Hegel llama asu ob-
jeto, experrmenta a 1o iargo de 1a obra la educación a través de ia qué nunca he mencionado, y menos aún tratado de contestar,
esta pregunta, así como que raramente haya tomado en conside-
cual acaba descubriendo su propia identidad. Ésa es la clase de Bil-
dungque interesaba ración en el análisis delarte el papel que desempeñan, si es que
a Hegely que nos interesa a todos cuando me-
diante la experiencia nos encaminamos hacia eiaprendizaje de lo
lo hacen, labelleza y similares. Eso se explica en parte por las
que realmente somos. Nle gusta pensar en la historia del arte tam- circunstancias históricas en las que nació mi filosofía del arte: la
vanguardia artística de los sesenta dio la espaida a la estética con
bién como Bíldungsroman, en ei que Kunst, el arte, va descu-
casi idéntica firmeza como la vanguardia filosófica dio la espal-
briendo paso a paso sz propia identidad. La filosofn es la conciencia
cambiante de esa historia por cuanto en cada etapa sale alaluz ;rna
daala edificación del espíritu. Ambas pretendían ser "cool'. Y,
pieza del puzzle y la iilosofía asume qlie se trata de Kunst. pero, en términos de filosofía del arte, considero que fué un movi-
como sucede en la Fenomenologít, confrecuencia eso es parcialy
miento positivo, que ayudó a separar la filosofía del arte de la es-
erróneo. A1 progreso no le faltan obstáculos. Las avenfuras y des- tética, siempre tan entremezcladas. Pienso que hemos desarro-
venfuras de Kunst no constituyen la historia del arte, que ha sido llado suficientes inmunidades como para replantearnos qué hace,
después de todo, que el arte sea algo tan significativo parala vida
competencia de la disciplina del mismo nombre, sino 1a bistoriafi-
humana: paramiése es, ahora, elasunto prioritario. Escudándo-
26
2i
me en todo lo que he aprendido, puedo volver a manipular, con Esto me lleva a un tercer pensamiento de Hegel' Todos somos
los largos fórceps de la filosofía analitica, propiedades tan tóxi- hijos de nuestra época, escribe, pero es tarca de los filÓsofos com-
cas como la sublimidad, la beileza y similares. Seguramente hay prender la suya en términos de pensamiento, Desde los años se-
buenas razones para que labelleza haya sido la propiedad prag- i.ntu, y desde los ochenta de un modo compulsivo, he procurado
mática paradigmática en la historia del arte, y su atrincheramien- convertir mis experiencias en el mundo artístico en filosofía. Eso
to en el discurso justifica más que de sobra el énfasis que pien- sólo es posible hacerlo si uno vive la época en cuestiÓn; este libro
so darle en este libro. será, pues, algo más personal y cénfesional de 1o que suele espe-
Cuando empecé a considerar con detenimiento el proyecto de rarse de la filosofía y más abstracto de lo que suelen ser las con-
elaborar una definición del arte,Ia filosofía del arte estaba domi- fesiones. Existe una tradición de confesión meditativa en la litera-
nada por dos grandes tesis: que una definición semejante no era tura filosófic?, Pero quisiera ante todo que nadie piense que este
posible y que una definición semejante no era necesaria. La se- libro aspira a cualquier autoridad académica. su autoridad, de te-
gunda era, en buena medida, una respuesta wittgensteiniana ala nerla, estaría en otra parte. He prescindido de las notas a pie de
primera. Pero como pasa tan a menudo con \trittgenstein, su pos- página,las cuales, salvo en los escritos más académicos sobre arte,
tura presuponía una estabilidad en el conjunto de cosas denomi- construyen una fagade de autoridad impostada. oialá el lector 1o
nado mediante una expresión determinada este caso, "obra lea como un relato de aventuras, con algunos argumentos y dis-
-en trnciones filosóficas recogidos como trofeos en mis encuenffos con
de arte,- que hiciera esperable quehablantes de la lengua fue-
1os

ran en general capaces de reconocer ejemplos de obras de arte. La la vida delarte de nuestro tiemPo.
primera tesis, en cambio, se basaba en ei inmenso pluralismo que
AnrHUn C. D¿.rto
empezaba a reinar en el arte: tantas cosas se habían r,r:elto posi-
Nueva York, 2002
bles como obras de arte que ya no parecía posible definición al-
guna. Elconserv'ador punto de vista wittgensteiniano peligró casi
desde ei momento en que se enunció. Y hoy sabemos que sólo
cuando nuestras conciencias asumieron el pluralismo radicalse
hizo finalmente posible una definición. Esta definición debe con-
sistir en propiedades que estén siempre presentes, pordistintas que
puedan llegar a ser ias clases de obras artísticas, como por ejem-
plo sucedió en la Whitney Biennal de 2002. Evidentemente, se-
mejante pluralismo era imposibie de prever cuando los seguidores
de la filosofía de Wittgenstein empezaron a aplicarla a la filosofía
del arte. Sólo cuando se instaura el piuralismo como tal se puede
al fin hacer filosofía del arte de un modo transhistórico. Así, plan-
tearse como objetivo una filosofía intemporal del arte sólo es po-
sible en un momento como el actual, que después de todo es úni-
co en 1a historia del arte. Sólo prestando una gran atención al afte
de mi momento histórico he podido soñar en una filosofía del arte
váIida para todos los momentos históricos.

29
28
AGRADECIMIENTOS

Las Conferencias Paul Carus, cuyo nombre procede del editor


de Tlte Open Court, de la editorial Open Court y de Tlse Monist, es-
tán patrocinadas por la fundación cteada en su memoria. Por nor-
ma, el conferenciante es invitado a presentar un ciclo de tres con-
ferencias en una reunión de una de las ires secciones de la
American Philosophical Association, con periodicidad trienal. El ci-
clo que conozco mejor es el impartido por C. I. Lewis en 1946, An
Analyis of Knowledge and Valuation, en el que participé cuando
era un estudiante licenciado y que, para bien o mal, definió el
modo en que iba a pensff entonces y que en muchos aspectos si-
gue siendo el mismo de hoy, no sólo en relación con la teoúa del
conocimiento sino en relación con casi todo lo demás. El de Lewis
fue el séptimo'ciclo --el primero fue Erperience and Nature, de
John Dewey- y ambos son volúmenes de demasiada envergadu-
ra como para representar simplemente tres conferencias. Open
Court publica posteriormente las conferencias en forma de libro,
1o cual significa que el manuscrito acaba incluyendo una conside-
rable cantidad de material que no estaba presenle en las conferen-
cias en sí. Y tal es el caso de la presente obra. Nada que carezca
de espina dorsal puede considera¡se un libro, y tres conferencias de
una hora, encuademadas juntas, constituyen en el mejor de los ca-
sos poco más que un panfleto.
Las tres conferencias que pronuncié bajo el título La reuuelta
contra la Belleza en lo que resultó ser el Centenario de la Amer!
can Philosophical Association, entre eI26 y el 28 de diciembre de

31
conespónden a los'Cipíülos'L, 2 y 4de 2001,,y a la editorial Open Court por patrocinar las conferencias y
notablemente ampliadas, viéndose, en pubiicar el libro que salió de ellas. Fue muy importante para mí
i.!{dicalrnente alterada. El capítulo 3, "BelIeza que Rrchard Rorty, Peg Brand y Noel Carroil aceptaran presentar
una versión muy modificada de una contri- las tres sesiones en las que se impartieron las cónferencias, pero
,de Peg Brand Beauty Matterc (Bloomington, me siento especialmente en deuda con Peg Brand por haber sido
1998), reestrudr"rrada para que encajase en la primera en animarme a escribir sobre el tema de labelleza. Da-
ias Carus. El capítulo 2denva de mi re- vid Ramsay Steele, editor de Open Court, me animó con delicade-
ón de Paul McCarthy, publicada en Tlte Nation za a terminar el libro antes de lo que yo lo hubiera hecho, 1o cual
1, y de una respuesta a vna polémica plantea- redundó en resultados muy positivos. Mi maravillosa esposa y
Duchamp and the End of Taste:A De- compañera, la artista BarbaraV'estman, es lo mejor de mi vida. Su
'Marcel
Art,, reproducida en inglés en Tout-fait: Tbe constante alegita, su sentido del humor, su cariño y su estímulo
On-line Journal 7, 3, <www.tout-fait.com>, son el elixir al que debo mi felicidad y productividad.
.üólóbe
encuentra en traducción holandesa: ,Mar- David Carrie¡ y luego Richard y Margaret Kuhns ieyeron las
Jeiñde van
de smaak: een apologie van de mo- conferencias antes de que las pronunciara, y estoy en deuda con
demé 27,199-277.Agradezco a Nexus Institute qtie ellos por sus comentarios; también les doy gracias por su amistad
y su amor. Tras leer las conferencias, envié copia de ellas a una se-
el cónde¡iffdg.iépullancia de manera muy provechosa. rie de amigos, artistas y otras personas, con ansia de conocer sus
Eficrug S;;Belleza y política,, tomaparte de su lenguaje de reacciones, que me animaron mucho a seguir adelante con el li-
"BeáüFarid:Moiality;, ponencia de apertura en la conferencia bro. Doy las gracias en especial a David Reed, Robert Mangold,
"Vtrat&á,Háppenéd to Beaury" celebiada en la UniversidacJ de Sean Scully, Robert Zakanitch, George y Betty \Xbodman, Frank
Texas' dé:?iusün, iy'publicada en mi Emboclied Meanings: Critic al Ankersmit, Michael Keliy, Karlheinz Lüdeking, Jonathan Gilmore,
Essays and Aestbetíc Meditations (Nueva york, Farra¡ Straus, Gi- Fred Rush Jr,, Lydia Goehr, Mary Nlothersill, Bill Berkson, James
roux,'19i94).:Ef tapítulo 6 difiere, al límite de io irreconocible, de Ackerman, Amelie Rorty yJohn Perrault por sus reflexiones. El en-
"The Múseum'as Vill-fo-Power", presentado en una conferencia so- tusiasmo de Mar-tha Nussbaum por las conferencias y por este pro-
bre museoS en él Skidmore Coliege y publicado en Salmagrmdi. yecto también fue clave.
rJna adaptación del capítuio 7 se presentó como
"The American Varias etapas de reflexión sobre el proyecto coincidieron con
Sublime" enuna conferencia orgaruzadapor la Universidad de Gan- mi participación en el Acadian Summer Program in the Arts, en NIt.
te bajo el tírulo "Shadows of the Sublime", en octubre de 2002. Mi Desert Island, Nlaine, que existe gracias a ia generosidad y la ima-
prefacio se basa en un epílogo escrito especialmente para una co- ginación de 1a inigualable Kippy Stroud. En una dedicatoria ante-
lección de papeles míos aparecidos en traducción holandesa, con rior a Kippy, escribí que el Acadian Summer Program in the Arts
eltírulo De Komedie uan de Oueremkomstm, comptlados por Frank es 1o más parecido ai castillo de Duino que puede permitirse Es-
Ankersmit y wessel I(ruI (Groningen, Historische uitgeverij,2002). tados Unidos. Ella es la princesa de Thurn und Taxis: ¡v no es cul-
Y 1a introducción se inspira en r:n prefacio escrito especiaimente pa suya si sus invitados delmundo del arte no siempre son Rilkel
parala traducción española de Mós alla de ta Caja Britto. Barbara -v yo la queremos como persona y amiga, y este übro no
Quiero dar las gracias en primer lugar a la American Philo- es sino otra de las muchas cosas que ella ha contriburdo a hacer
sophical Association, que me eligió como conferenciante Carus de posible.

)t
INTRODUCCION
AGR{DECMTENTOS POR LAS ILUSTRACIONES
La estética de las Cajas Brillo

Las illlstraciones de este libro aparecen con los correspon-


dientes permisos.
Valocbe: A Flux Trauel Aidde George Brecht, Collection Wal-
ker A¡t Center, Minneapolis, Valker Special Purchase Fund, 1989;
ARS (Artists Rights Society) por Mujer con sornbreroy Desnudo azul
de Henri Matisse, O 2003 Succession H. Matisse, Paús / Artists
Rights Sociery (ARS), Nueva York; The Baltimore Museutn of Art:
The Cone Collection, fundada por la doctora Claribel Cone y la se-
ñorita Etta Cone de Baltimore, Maryland, BMA 1950.228, por Des-
El arte es para la estéüca lo que los pájaros para la or-
ntdo azril (Souuenir de Biskra) de Henri Matisse; Damien Hirst / aitología.
Science Ltd por A Tbousand la fotogtafia
Yeats de Damien Hirst;
T¡sr¡oun¡
de Lrpanded Expansíon de Eva Hesse se reproduce con el per-
miso de los herederos de Eva Hesse, Galerie Hauser & Wirth, Zu-
rich; SFMONTA (San Francisco Nluseum of Modem Art) por Femme
Siendo yo un licenciado en filosofía por ia Universidad de Co-
au cbapeaude Henri Matisse; DanielJoseph Martinez por Mrceum
lumbia a principios de ios cincuenta, me pidieron que me familia-
Tags; Second Mouemmt (Ouerture) u (jterture con Clague-Ouertu-
rizara con la bibliografía de estética para que me pudiera presen-
re witb Hired Audence Mernbers de DanielJoseph Martinezi corfe'
tar a ün examen que me iba a permitir enseñar la materia en el
sía de The Project Gallery, Nueva York; VAGA (Visual Artists and
más bien improbable caso de que me hiciera con algún puesto aca-
Galleries Association, Inc.) por Elegitfor the Spanish Reptt'blic +172
démico. Las lecturas me parecieron interesantes aunque sin mayor
de Robert Motherwell; David NIcKee pot Tlse Studia de Philip Gtts-
trascendencia, porque en ningún momento llegué a ver qué tenían
ton, O Herederos de Philip Guston; Nfuseum of Art, R-hode Island
que ver con el arte que en primer lugar me habíe traído a Nueva
School of Design, Mary B. Jackson Fund, por las bodas de Peleo y
y York. Y no es que a la reflexión sobre la estética, en un sentido
Tetis deJoaclrin Wtewael; Onement I Vir Heroictts Sublimis, @
amplio, no le faltaran puntos de contacto con la cultura del ex-
Herederos de Barnett Newman, Digital images O The Museum of
presionismo abstracto; de hecho, era medular en los lntermurabies
Nlodern Art/ Licensed by SCAIA z'Alt Resource, NY.
debates surgidos en torno a la apasionante pintura que íbamos a
contemplar a las galeúas que exponían obras de esta tendencia o
que centraba las discusiones en las fiestas de los artistas. Simple-
mente, sucedía que nada de lo que yohabia aprendido en los tex-
tos canónicos de estética parecia tener vínculo alguno, por remo-
to que fuera, con io que estaba pasando en el arte. Los problemas
que obsesionaban a los pintores que yo conocía parecían an ale-
jados de la filosofía que decía tratar sobre arte que quienes cono-
cieran las dos vertientes del tema por fuena tenían que pregun-

35
34
tarse p^ra qué servía ia filosofía. No fue hasta mucho después de ciencia ylateoriadellenguaje, que eran la filosofía "respetabie'de
que lanzase por primera vez su proclama que oí una versión de la la época. A principios de ios sesenta, el expresiorusmo abstracto
célebre pulia de Barnett Newman, artista desabrido y mordaz, con- estaba dando paso a un movimiento --de hecho, una serie de mo-
tra la estética ("La estética es para el arte lo que la ornitología para vimientos- tan radicalmente opuesto a sus actitudes y espíriru que
ios pájarosD, pero comprendí que la frase resumía la frustrante des- uno tenía la impresión de haber entrado en una nueva y hasta re-
conexión entre las dos vertientes de mi vida. voiucionaria era en la historia del arte. Aun así, fue un momento
Me dolió descubrir que Newman apuntaba, en concreto, a mi en el que al menos creí posible, e incluso necesario, pensar filo-
profesora y luego amigaSusanne K. Langer, en una mesa redonda sóficamente el arte. A diferencia del expresionismo abstracto, don-
convocada para debatir el terna de "La estética y el artista, en Vood- de la estética como forma de experiencia vivida distinta de
-muy
stock, Nueva York, en agosto de 1952, el año en que fui nombra- la estética como disciplina filosófica- era constitutiva de su ser ar-
do profesor a¡rdante en Columbia . La forma del ataque reflejaba tístico, el arte descarado e irreverente de los primeros sesenta pa-
cierto esprit d'escalier.En realidad, 1o que dijo Newman es que nun- recía no dejar margenpaz la estética. En cambio, parecia conde-
ca se había encontrado con un ornitólogo que pensara que lo que nado a entenderse con ia filosofía analitica. Ambos permanecían
haciaera"para los pájaros,, cosa que constituye unmalicioso dou' fríos ante la edificación y exaltación del espíriru, ambos apelaban
ble entendre, si tenemos en cuenta el uso coloquial de la expre- a un pensamiento de contornos incisivos. Pan mi fue una época
sión.l Pero talvez Newman intuyera que eltema de la mesa re- especialmente estimulante. En esta nueva era no ruve el menor in-
donda insinuaba una imagen un tanto condescendiente de los terés en ser artista. En cambio, me sedujo totalmente la idea de ser
artistas descubriendo, gracias aalgtnaautoridad en estética, lo que filósofo del arte, justo cuando el arte acababa de quitarse de enci-
estaban haciendo en realidad, como si los pájaros debieran tomar ma todo el pesado ropaje metafísico con que los expresionistas
noas de los ornitólogos sobre lo que significa ser páiaro. Si ése ftie abstractos se habían querido an"ebuiar intelectualmente y se con-
el propósito de la mesa redonda, sigo sin saber en el día de hoy formaba con producir obras que daban toda la impresión de ser
qué clase de conocimiento estético es el que podría haber permi- objetos triviales de la vida cotidiana.
tido a los artistas aprender qué significa ser artista. Entre otras cosas, el arte pop fue una tenlati.va de superar la
Por aquel entonces, la actitud generalmente compartida por división entre las bellas artes y el arte vulgar 1o elevado y
-entre
los filósofos analíticos, entre los cuales me hallo, era que la estéti- io ordinario, entre alto y baio-, ejemplificado este último por el
ca carecía en sí de valor. No era algo "real,, a lo que se dedicaran imaginario del cómic o los logotipos del arte comerciai. NIás que
los filósofos. Con lo que, durante unos años, la estética languide- ninguna otra cosa. me impactó una exposición de 1964 sobre la
ció en una especie de tierra de nadie entre el arte y la filosofía, 1o que he escrito extensamente talvez obsesivamente- desde
-y
que a efectos prácticos significaba que yo podía vivir las dos mi- entonces, en la que Andy warhol inciuyÓ un gran número de ca-
tades de mi vida como si apenas tuvieran relación entre sí, como 1asde madera prntadas para asemejarias a los envases con que se
si, pongamos, escribiera filosofía analitica con una mano y pintan empaquetaban y expedían las esponias Brillo de la fábrica a los co-
con la otra. Cuándo escribí mi prlmer artículo de filosofía del arte mercios que las vendían. NIe fascinó la idea de que las caias de
en1964, me inspiré en las reflexiones propias de la filosofía de la warhol pudieran ser obras de arte mientras que sus contrapartidas
en la vida cotidiana no eran sino recipientes utilitarios sin ningu-
na aspiración artística. La estética no parecía tener nada que ver
1. En inglés, la expresión To be for tbe birds coloquialmente significa 'No valer para
nadt" (N del t) con el tema,ya que los dos grupos de cajas, que parecían poseer

37
36
identidades filosóficas diferenciadas, se asemejaban tanto entre sí
que costaba creer que uno revistiera cualidades atísticas que le fal-
taban al otro. La estética, pues, quedó de un plumazo fuera deLa
ecuación y nunca figuró cie manera ostensible en la extensa bi-
bliografía filosófica que generó mi ensayo de 7964 "The A¡t Vorld,.
Recientemente, sin embargo, he llegado a la conclusión de que
la estética sí desempeñó algún papel, por cuanto yo habia lanza'
do mi interrogante en explícita alusión alas cajas Brillo, sin que
fueran éstas las únicas cajas expuestas por Warhol en aquella oca-
sión. Si mal no recuerdo, en la exposición \Tarhol imitaba cinco
o seis envases distintos: además de Brillo, estaban los copos de
maíz Kellogg's, los melocotones Delmonte, el ketchup Heinz y el
zumo de tomate Campbell. Todas las cajas erande contrachapado,
con sus típicos logos pintados con plantilla en sus caras. Y como
la Caja Bnllo,las cajas se parecían mucho a sus contrapartidas en la
vida comercial, aunque éstas por lo general fueran de cartón on-
dulado. En todo caso, se parecian lo bastante como para inspírar-
me ia pregunta que acapararía mi pasión filosófica durante una
época: ¿cómo es que las cajas de Varhol eran obras de arte que
debían aparecer en el catalogue rakonné de su obra y exponerse
como esculturas en incontables exposiciones, mientras que las ca-
jas del supermercado eran humildes contenedores de papel apro-
vechables paratoda clase de propósitos utilitarios, para gtardar co-
s¿s o para ordena¡ el correo, o para atarse en fajos y reciclarse? No
es que no existieran diferencias entre los envases comerciales y las
-esculturas, de \íarhol, pero esas diferencias parecian demasiado
t¡iviales a efectos filosóficos de distinguir entre arte y realidad.
Estas preguntas, sin embargo, podrían haber surgido a p fit
de cualquier ca¡a de la exposición. ¿Por qué fue la Caja Brillo mi
punto de apoyo para plantear la cuestión que acabaúa cimentan-
FIGUM 2. James Harvey sosteniendo su envase de Brillo, 1964
do mi filosofía del a¡te? Creo que debió de ser a causa de su atrac- LIn prodigio del diseño comercial
tivo visual, que es lo que cabría esperar de un buen ejemplo de
arte comercial, como era ei envase original de Brillo. Pero el res-
ponsable de esto no era Va¡hol. Como descubriría más tarde, fue
un diseñador de embalajes a tiempo parcial llamadoJames Harv'ey
quien dio con el maravilloso diseño. Figura hasta cierto punto trá-

39
38
gica, Harvey fue un pintor excepcionalmente prometedor del ex- movimiento mundial se debe, en parte, a que sus practicantes se
presionismo abstracto que se vio obligado a garrarse la vída ha- apropiaron de los logros de diseñadores con frecuencia anónimos,
ciendo de artista comercial, como le pasó al propio \farhol, pero cuyo objetivo inicial era ganarle la mano a otros productos en la
que murió demasiado pronto para cumplir su promesa. He visto encarnizada lucha del mercado. Los artistas disidentes Vitaly Ko-
una fotografía de Hawey con su caja Brillo entre las manos, arro- mar y Alexandre Malamud me contaron que habían descubierto el
dillado frente a una de las vibrantes pinruras de gran formato que Pop Art en ilustraciones reproducidas en semitono y publicadas en
le habían granjeado cierta reputación como ártista con futuro. Hoy distintas revistas de arte que circulaban clandestinamente en ia
dia está bastante olvidado. Pero mi deuda con él es grande, por- Unión Soviética, y se habían apropiado de sus estrategias adap-
que él fue quien concibió ese diseño brillante, tan llamativo y con- tándolas a sus propios fines subversivos en un movimiento al que
temporáneo, que atrajo mi mirada hace casi cuarenta años. Por su- llamaron 'Zotz Lrt,. Una consecuencia de la glasnosl fue el cere-
puesto, Varhol tuvo el genio de crear arte apartir de lo que parc(ra monial intercambio de exposiciones de arte, que es una de las for-
ser el más trivial de los objetos cotidianos en la cultura del consu- mas en que las naciones expresan simbólicamente su amistad mu-
mo. Pero ¿habria surgido la pregunta que desde entonces me ob- tua; y los artistas de Zotz apenas si pudieron reprimir su alegría
sesiona de no haber sido por el logro de Harvey como prodigio cuando se anunció una exposición de Pop Art norteamericano en
del diseño comercial? En mi opinión, incluso el propio warhol Moscú. ¡Lo que no esperaban, sin embargo, según recuerda Alex
le debe algo a James Hawey. Nos es difícil imagina¡ si su exposi- Malamud, era que el Pop A-rt fuera tan bellol Esto, sin embargo, era
ción de cajashabríatenido el mismo impacto en la conciencia del responsabilidad exclusiva de los artistas comerciales, con su em-
mundo artístico si sólo hubiera constado de los coetáneos compa- pleo de coiores intensos, formas simples y contornos fluidos, to-
rativamente mediocres dela Caja Brillo. elenvase de los copos de das esas estrategias estéticas que, como unavez dijera warhol, los
maíz Kellogg's, por ejemplo, o la caja beige del ketchup' La Caja expresionistas abstractos no se dignarían mlrar de cerca. No es nin-
Brillohizo de la exposición un éxito instantáneo. Apareció, con guna exageración decir hasta qué punto la victoria norteamerica-
mayor frecuencia que ninguna otra caia, en una célebre fotografia na en la Guerra Fría puede atribuirse ala estética del arte comer-
de Fred McDarrah, que muestra aI artista posando con aire de cial norteamericano. La imagen de todos esos luminosos paquetes
mozo de almacén, pálido y demacrado, rodeado por lo que, aun apilados en las estanterías de los supermercados hizo insoporta-
siendo obras de arte, podrían haber sido simples envases de Bri- bles las deprimentes y semivacías estanterías de los grandes alma-
ilo. Gracias aJames Harvey, las cajas Brillo fueron la estrella de la cenes estatales.
exposición y desde entonces han sido estrellas en la historia del
arte. Y es la estética 1o que darazónde w glnmour, aurlqve el pro-
pio Warhol nada tuviera que ver con ello. l¡ ons¡r¡rucIóN or r¡. BELLEz\
Que yo eligiera en concreto Ia Cajtt Brillo como objeto de mi
atención filosófica fue una de las tantísimas decisiones que todos En mi caso, no deia de se¡ irÓnico que, pese a haber accedi-
tomamos a cada momento de nuestras vidas basándonos en dife- do al análisis filosófico de1 arte gracias a la estética del Pop Art,
rencias de atractivo estético. Es un buen ejemplo de cómo ei dise- hasta ahora la estética en sí haya aportado tan poca cosa a mi fi-
ño impone preferencias, haciéndonos elegir un producto en lugar losofía del arte. En parte esto se debe a que mis intereses se han
de otro de la competencia, ya sea una pastilla de jabón o una cor- centrado mayoritariamente en la definición filosófica del arte. La
bata o, por qué no, una pintura al óleo. El éxito del Pop Art como cuestión de definir el arte revistió un carácter de urgencia en el si-

40 41
artistas y pensadores. En el siglo lx, en cambio, la belleza desa-
glo )aK, cuando empezaron a surgir obras de arte que eran en todo
pareció casi por completo de la realidad artística, como si el atrac-
iguales a objetos ordinarios, como en el caso de sobra conocido
dvo fuese, con sus groseras implicaciones comerciales, en cierto
de los readymades de Marcel Duchamp. Igual que con las cajas
modo un estigma. Como dije al principio de esta introducción' la
Brillo de Andy llarhol yJames Hawey)Iaestética se mostraba aquí
estética fue la sustancia misma de la experiencia artística en la cul-
incapaz de explicar por qué uno era una gran obra de arte y el
tura del expresionismo abstracto. Pero 1o que hacía que los cua-
otro no, siendo a todos los efectos prácticos estéticamente indis-
dros "funcionaran, maI podia describirse con la formulación clási-
cemibles entre sí: si uno era hermoso, el otro por fuerza debía ser-
ca de la bel\eza, con sus alusiones al equilibrio y la proporción y
io también, puesto que eran idénticos. De manera que, sin más,
el orden. "¡Bello!, pasÓ aser una mera expresión de aprobación ge-
la estética desapareció de eso que los filósofos europeos llaman "la
neralizada,tanvaciade contenido descriptivo como el silbido que
problemática'de definir el arte. Cabela posibilidad, lo admito, que
alguien emite en presencia de algo que le despierta un particular
en mi caso esto fuera un subproducto del modo en que empecé a
enfusiasmo. Así pues, el discurso delarte no perdió gran cosa cuan-
abordar el problema. Aun así, la relación de la estética con el arte
do los primeros positivistas lógicos proclamaron que la belleza ca-
desde que éste comenzó a ser un tema paralafilosofía antigua era
recía de significado cognitivo alguno. Desde su punto de vista, ha-
demasiado íntima como para descartarla totaimente de una defini-
blar de algo caIíicándoio de bello no era describirlo sino expresar
ción. I como demuestra mi experiencia con la Caja Brillo,la es-
una admiración general. Lo mrsmo hubiera dado decir.Ooh" o po-
tética de las obras de arte sí tiene algo que ver con el porqué nos
ner los ojos en blanco y señalarlo con el dedo. Más allá de eso que
gustan, aunque su papel no sea muy distinto al modo en que la
despreciativamente se calificaba como su "sigruficado emotivo', la
estética funciona en las elecciones cotidianas, cuando elegimos una
idea de belleza parecia cogrutivamentevacía,lo cual explícaba en
prenda de vestir o una parcja para hacer el amor o un cachori-
partelavacuidad como disciplina de la estética, que tanto se ha-
llo de una camada o una manzana de una caja de manzanas.
bía apoyado enlzbelleza como concepto central. En todo caso, la
Queda, sin duda, toda una psicología de la estética cotidiana por
estética parecíatan poco vinculada al devenir del arte de la última
descubrir, y si hay algo que podamos denominar como leyes de
parte del siglo que todo el interés filosófico que el arte pudiera se-
preferencia estética, nos sería de gran provecho descubrir cuáles
guir teniendo se podía abordar sin preocuparse demasrado por ella,
son, Infuitivamente, los vendedores de manzanas sacan brillo a las
o sin preocuparse por ella en io más mínimo.
piezas de fruta y ponen en primera línea las mejor formadas. Y to-
dos sabemos el uso que se hace de los cosméticos para hacernos
parecer más deseables, para que los ojos parezcan más grandes,
Orn¡ ¡nn¡¡¿ A tA BELTEZA
la cabellera más brillante y voluminosa y los labios más rojos y
húmedos. ¿Sucede lo mismo con la estética de las obras artísticas?
Las cosas empezaron a cambiaten ios noventa. La belleza fue
¿Existe para hacerlas más atractivas a los coleccionistas? ¿O está
provocativamente declarada problema clave de la década por el
llamada a desempeñar un papel más profundo en el significado
prestigioso crítico de arte Dave Hickey, idea que fue aclamada
del arte?
como muy estimulante. En mi opinión, el estímulo no tenía tanto
La noción filosófica de la estética ha vivido en el pasado casi
que ver con la belleza en sí como con que labelleza ocupara el
por entero dominada por la idea de belleza, sobre todo en el si-
lugar de algo casi extinto en la mayoría de nuestros encuenüos con
g1o nm gran época de la estética- cuando, aparte de lo su-
-la
blime, lo bello era la única cuaiidad estética que tenían en cuenta
el arte, a saber: elgoce y el placer. F,n7993, fecha de publicación

43
42
que
más subsidiaria que esencial a su significado, como se suponía
del ensayo de Hickey, el arte atnavesaba una fase de intensa poli- cuan-
debía ser en la segunda exposición. Pero, aun así, estaba allí.
tizacíón cuyo apogeo fue la Bienal whitney de 1993, donde casi
do digo "esencial" me refiero a que la belleza es intrínseca al sig-
todas las obras participantes constituían una ardiente tentativa de
nificado de la obra.
transformar la sociedad norteamericana. La predicción de Hickey
Pensemos, para ilustrario, en el célebre ejemplo delatalvez
no se cumplió al cien por cien. Lo que se produjo no fue tanto una
demasiado obsesivamente debatida Fuente de Marcel Duchamp,
búsqueda de ia belleza por parte de los artistas como una bús-
que, como casi todo el mundo sabe hoy día, básicamente consistía
queda de la idea de belleza a t¡avés de una serie de exposiciones de
en un l,ulgar urinario de producción industrial. Los partidarios
y conferencias por parte de unos críticos y cornisarios que, quizá anónima-
Duchamp han insistido en que el urinario, presentado
inspirados por Hickey, creyeron que ya era hora de dirigir de nue-
mente por elartista a la sociedad de A¡tistas Independientes en
1917,
vo la mirada alabelleza. poseía dicha forma, y
pretendía revelar eI mcantoque en realidad
Un buen ejemplo a considerar es una exposición celebrada en
que, abstracción hecha de su significado, el parecido existente en-
el Hirschhorn Museum, Vashington, en octubre de 1999. Para fes-
tre el urinario y la escultura modélicamente bella de Brancusi
era
tejar el cincuenta aniversario del museo, dos comisarios Ben
-Neil suficiente para insinuar que a Duchamp le podría haber interesado
Ezra y Olga Viso- prepararon una muestra titulada Regarding Wal-
subrayar las afinidades entre ambos. El mecenas de Duchamp,
Beauty. Perspectiues on Art since 1950. En 1996 esos dos mismos que el
ter Arensberg, pensaba --o al menos eso dio a entender-
comisarios habían preparado una exposición, aparentemente anti- tam-
sentido de Fumteestaba en revelar su belleza; pero fuensberg
tética,Ilamada Distemper: Dissonant Tbemes in tbe Art of tbe 1990s'
bién era uno de los principales mecenas de Brancusi'
Sólo tres años separan las dos exposiciones, pero el contraste es
Es posible que el urinario de Duchamp fuera bello en térmi-
1o bastante pronunciado para que uno se pregunte si no se habtía
nos de ior.n,superficie y biancura. Pero, en mi opinión, ia belle-
llegado a algún punto de inflexión artístico en el breve ínterin -un
za) atJtrestando alIi, etasecundaria parala obra, cuyas intenciones
giro de 180 grados en el Kurntwollen- o, incluso' una revisión de ready'
eran por completo distintas. Duchamp, sobre todo en sus
la función social del arte. La disonancia había sido la gran ambi- más radical
macles de 1975-1977 , queríaejemplificar la disociación
ción delarte durante casi todo el pasado siglo. El salto de la diso- murT cla-
posible entre el arte y laestética. "Algo que quiero dejar
nancia alabelleza no podía parecer más extremo. por
io es que la elección de esos " readymade!' nunca fue dictada
Olga Viso me contÓ que, para su sorpresa, muchos especta- eiec-
.1 goce estético", declaratía retrospectivamente en 1961' "La
dores de la primera exposición les habían comentado lo bellas que con
ción se basó en una reacción de indiferencia visual combinada
eran muchas de las obras -disonantes', 1o cual les había estimula-
una total ausencia de buen o mal gusto" en realidad, una anes-
do a preparar una muestra de a¡te deliberadamente realizado con una
tesia absoluta". Con todo, los defensores de Duchamp tenían
la idea de belleza en mente. Pero si en el arte contemporáneo la mal sus inten-
sensibiiidad estética y alinque quizás interpretaran
disonancia se había nrelto compatible con la belleza de las obras,
ciones, en verdad no se equivocaban con respecto al hecho'-se-
quiere decir que la disonancia no pudo haber sido tan antiestéti- be-
cundario o no, de que el urinario podía en efecto considerarse
ca como parece sugerir el término y ei espíritu que éste expresa'
llo. Y el propio Duchamp había dicho que la fontanería moderna
Es decir: que si las obras de Distemper eratrjuzgadas bellas, es
era la granaponación norteameric ana a Ia civilización'
que seguramente no eran tan distintas de las obras de Regarding
Oigumoi que los partidarios de Duchamp pensaban que la be-
Beauty. Desde mi punto de vista, que iré desplegando a 1o largo
de este libro, la belleza de las obras de la primera exposición era
Ileza eia interna ala obra, mientras que muchos otros, entre 1os

4>
41
dos series de obietos virtualmente idénticos. Nos podríamos limi-
tar, en cambio, a inaugurar una.exposiciÓnllamada Distempery
luego otra Llamada Regarding Beauty, y deiar que una relevaraa
la otracambiando los carteles de la fachada del museo. O también
podríamos ponerle dos puertas a una misma exposición' unapaft
los partidarios de ia disonancia y oira pafa los sedientos de belle-
za.Los dos grupos de visitantes, me parece, se sentirían en su ma-
yoría satisfechos con lo visto, aunque siempre existi¡ía el peligro
de que dos personas se encontraran dentro tras haberse separado
porque a ellale gusta la disonancia y a éllabelleza, con lo que
los dos se preguntarían entonces si se habían equivocado entran-
do por una puerta errónea. Cabe imaginat toda clase de bromas
shakesperianas. Se les podúa dar instrucciones a los guías para que
contaran, a un grupo de visitantes, que la belleza (o la disonancia)
era secundaria en una exposición e inherente a Ia otta: pero esto
sería llevar las cosas demasiado lejos, puesto que hay casos en los
que la bellezaestá internamente relacionada con la disonancia, ca-
sos en los que la obra no sería disonante si no fuera hermosa. Así
sucede con los dos artistas más íntimamente ligados a los ataques
conservadores contra el National Endowment of the Arts: Robert
Nlapplethorpe y Andres Serano.
Los lectores objetarán que estoy dando alas a mi imaginaciÓn
y nada más. Como todos sabemos, hay muchísimas obras diso-
Frcl'n¡ 3. Nfarcel Duchamp, Fuente,7917. nantes que no son ni siquiera subsidiariamente bellas, y muchísi-
El mcanto es secundarin. mas obras bellas sin un solo aspecto disonanle. ¿No podríamos,
entonces, ceñirnos a los casos más claros? La respuesta talvez sea
no, y explicar el porqué será, si los argumentos resultan convin-
cuales me encllentro, creemos que es secundatia. pero lo que no centes, uno de los méritos de este iibro' Entretanto, nos será útil
admite dudas es que la obra fue, por muchas razones, disonante. reconocer que la relación existente enue Fuente y el urinario con-
De ahí que tanto pueda aparecer en una exposición sobre la di- c¡eto del que se apropió Duchamp se parece mucho a la que hay
sonancia o, con la misma facilidad, en otra que se tifile Regarcling entre la Caja Bnltode Varhol y la caia de Brillo diseñada porJa-
Beauty.Y cabría generalizar esta idea, imaginando dos exposicio- mes Harvey. Fue la estética de esta última la que hizo que me in-
nes distintas formadas exactamente por ias mismas obras y donde teresara tanto por ia primera, que no posee ninguna estética que
una ilustraría la disonanciayla ot¡a la belleza. En las dos exposi- se pueda comentar más allá de aquella que hizo suya al apropiarse
ciones, los objetos serían reaimente bellos y realmente disonantes. de 1os envases de Harvey. A su vez, las cajas ..le Harvey no poseían
Pero sería demasiado caro organaar dos exposiciones distintas con ni un ápice de la profundidad filosóiica de las de \íarhol, por la

+
46
misma razón que el urinario manufacn:iado por Mott Iron Vorks und wiedergeborene. Si mal no entendí, significaba que la belle-
no poseía ni gota del poder filosófico artístico!- de Fuente. za artistic era, en cierto modo, más un producto intelectual que
-¡y
que después de todo contribuyó a transformar la historia del arte. natural. Lo cual no quería decir que las dos clases de belleza fue-
Pero cabría discutir si el póder'estético'de los urinarios al ran, salvo por la forma de explicarlas, necesariamente distintas.
-que, Si alguien emplear un ejemplo romántico- pintara un
igual que los envases de Brillo, se disbñaron para ser atractivos- -por
forma parte de Fuenteen tanto Qué obra de arte. En realidad,la campo de narcisos, éste podría ser bello del mismo modo en que
disonancia de Fumte no es una propigdad de los urinarios en sí, un campo real de narcisos es bello. Sin embargo, el que para
que son accesorios para lavabos de una total sencillez. Sea como Hegel la pintura fuera "nacida del espíritu'significaba que era
firere, en la distinción entre Füéntey el urinario en que ésta con- importante que el fenómeno natural estuvíera ausente. Como
siste se da una cuestión metafltsióa, no'del todo distinta a la distin- siempre, mq pareció profundamente estimulante la idea de que
ción entre una personay su cuerpo. dos cosas pudieran parecerse en todo pero aun así poseer sig-
nificados e identidades muy distintos, como la Caja Brilloy las
': cajas de Brillo.
Necrn¡ Y RENAcIDA osr rspÍnm; Con esta idea en mente, di con el modo de lsazar una distin-
ción que empezaba a parecerme bastante fructífera. Comencé a
Siendo como soy un filósofo conocido por su implicación en pensar que la belleza de una obra de arte podía ser interna a la
el mundo del arte, me han invitado en varias ocasiones a partici- misma, cuando formaba parte del significado de la obra de arte.
par en conferencias diseñadas para debatir labelleza y también he Laideame vino mientras pensaba en' Elegiesfor the Spanish RQU-
escrito algunos ensayos sobre el tema. La primera vez que afronté blic, de Robert Motherwell, que comentaté más extensamente en
la pregunta de "¿Qué le ha pasado alabelleza?, pa- un capítulo posterior de este libro. Los cuadros de Motherwell eran
-conferencia
trocinada por el Departamento de Historia del Arte de la Universi- en cierto sentido políticos; al fin y al cabo, en su origen se en-
dad de Texas de Austin e¡!993- terminé investigando en la for- cuentra un suceso de la historia política española. Su patente be-
midable obra de Hegel sobre estética. Desde entonces, siempre lleza derivaba naluralmente del hecho de ser elegías, puesto que
que he empezado a escribir sobre el Fin del Arte he acabado con- las elegías debe ser bellas por natrxaleza. A nuestro juicio, la be-
sultando a Hegel, quien naruralmente había escrito sobre el mis- lleza dela elegía transforma de a1gún modo el dolor en aigo so-
mó tema enla década de 1820. De hecho, su libro pasó a ser para portable. De manera que la belleza sería interna ai significado de
mí una especie de tesoro de sabiduría filosófica, y siempre que me estas obras. En cambio, labellezadel urinario, por más que los uri-
he embarcado ei un tema nuevo, me ha sido útil comprobar si no narios sean bellos, me parecia bastante externa a Fuente, dei mis-
tendría Hegel algo que contar al respecto. Ya en la primera pági- mo modo que la estética de las caias Brillo era externa a la Caja
na del libro, dos pensamientos me sirvieron de profundo acicate Bríllode Warhol. No fonnaban parte de su significado' A decir ver-
cuando empezabaa reflexionar sobre Ia filosofia de la belleza. Uno dad, no sé cuál es la estética dela Caia Brillode Warhol, si es que
era la disünción, bastante radical, que trazaba entre la belleza na- la tiene. Al igual que Fuente, se trata de una obra esencialmente
tural y la artistica ya desde las primeras líneas de su texto, El ot¡o concepn:a1.
era su glosa acerc de por qué la belleza afiística parecía "superior, Nlotherw'eil, que era buen amigo mio,había muerto poco an-
alabelleza natural. LarazÓn: que "era nacida y renacida delEspí- tes, y aunque no soy supersticioso no podía evitar sentir que la dis-
ritu,. La frase en espléndida y sonora: Aus den Geistens geborene tinción enue belleza interior y exterior, y la conexión de ambas con

49
48
el significado, era algo así como un regalo. Me pareció que lo que losofía de la ciencia. A veces me pregunté si no debía dedicar esa
distinguía a una obra de arte de un fenómeno nan;ral era que aque- inmensa oporrunidad que son las Conferencias Carus a algún tema
lla poseía alguna clase de significado, con lo que me esiu.ba apro- filosófico más mayoritario, más próximo al conz1n colectivo de
ximando a una traducción, en términos contemporáneos, de laidea mi profesión. Se me ocurrieron varias ideas, por ejemplo, el con-
hegeliana de algo que nace del espíriru y ruelve a El signi- cepto de representación mental, que me gustaría explorar mientras
^aceÍ.captado a todavía tenga fuerzas pan hacerio. Pero lo que había pasado en
ficado de una obra de arte es un producto intelecrual
través de la interpretación por alguien que no es el artista, ylabe- el arte durante los años sesenta y en adelante fue una revolución,
lleza dela obra, si la hay, se entiende implicadapor ese significa- que mis escritos en pequeña medida habían ayudado a hacer com-
do. No me fue difícil encontrar otros ejemplos. Pensé, por ejem- prender, y me di cuenta de que la desaparición de Ia idea de be-
plo, en Vietnam Veterar¿s'Memorial, deMayaLin, donde labelleza lleza del panoram de la conciencia artística constituía, por así de-
es generada internamente por el significado de la obra' Y habia cir, una crisis. Aunque la belleza hubiera demostrado ser mucho
muchos otros ejemplos a mano. Era, en todo caso, la primeravez menos esencial paralas artes visuales de lo que la tradiciÓn filo-
en que yo encontraba en el concepto de belleza ur:a pieza estruc- sófica había imaginado, eso no quería decir que no fuera esencial
turai susceptible de presta$e al análisis filosófico. Quizá no fuera parala vida humana.La aparición espontánea de los conmovedo-
una gran estructufa, pero era algo con lo que empezz¡r a construi¡ res altares improvisados por todo Nueva York tras el ataque terro-
filosofia. rista del 11 de septiembre de 2001 fue para mi la prueba de que
Cuando me invi[aron a dictar las Conferencias Carus en la reu- la necesidad de belleza en los momentos extremos de la vida está
nión anual de la División Este de la American Philosophical Asso- profundamente arraigada en lo humano. En cualquier caso, com-
ciarion, en 2001, decidí dedicarlas al tema delabelleza.Hacíafal- prendí que al escribir sobre la belleza como filósofo estaba apun-
ta valor para pltntarse ante aquella organizaciÓn y hablarles de tando al tema más profundo de todos. Labelleza es solamente una
belleza, que en filosofía es un tema casi tan poco actual como en cualidad estética más entre un inmenso abanico de cualidades es-
arte. Pero para entonces yo ya había dado con el modo de rela- téticas, y la estética filosófica estaba en un callejón sin saiida por
cionar la hístoria del arte moderno con mis propios intereses filo- haberse concentrado demasiado en la belleza. Sin embargo, la be-
sóficos en |a definición del affe,y relacionarlos arnbos con la idea lleza es la única cualidad estética que también es un valor, como
de belleza interior en su oposiciÓn ala exterior. El presente libro la verdad y la bondad. Y no simplemente uno de los valores que
desanolla las tres Conferencias Carus de modo más o menos sis- nos permiten vivir; es uno de los valores que definen lo que sig-
temáüco. Podría considerarse como mi tercer volumen de una fi- nifica una vida plenamente humana.
losofía contemporánea del arte, siendo el primero de ellos In, trars'
figtración ilel lugar común, de 1981, que desarrolla lo que
podríamos llamar ontología de la obra de arte; y el segundo D,es-
pués delfin del arte, de 7997, en el que desanollo lo que, a mi en-
tender, es una historia filosófica del arte.
Al principio me daba cierto reparo escribir sobre la belleza'
Era la secuela de una actitud generalizada en mis primeros años
como filósofo analiltco, esto es, la idea de que el trabajo verdade-
ramenre serio de la filosofía estaba en ei lenguaie, la lógica y la fi-

<1
i0
1. IA BELLEZAY LADEFINICIÓN FILOSÓilCA DEL ARTE

,,..0u"'"i?lil,l::;#ffi ::',:1'"il:.#'::::l.:lx"'"1
do, ni siquiera su derecho a existir.

Trcopon ADoRNo, Teoría estética, 7969

Es el signo de los tiempos en la historia del arte que el con-


cepto de arte no imponga restricciones internas en cuanto a qué
cosa son las obras de arte, así que ahora no es posible decidir si
algo es una obra de arte o no. Peor aún, algo puede ser una obra
de arte y otra cosa casi idéntica a ésta no serlo, puesto que resul-
ta imposible encontrar la diferencia mediante algún dato visible
para el ojo. Lo que no implica que la cuestión de si algo es una
obra de arte sea arbttraúa: sucede, simplemente, que ios criterios
tradicionales han dejado de rener validez. La Bienal Vhitney de
2002 inciuyó una performance del colectivo Praxis, que ofrecía a
los visitantes de su espacio, instalado en un establecimiento del
East Village de Nueva York, un menú de servicios que incluía abra-
zos, baños de pies, billetes de dólaq así como la colocación de apó-
sitos acompainda de un beso. Una de las obras más populares y
conmovedoras de la Bienal de 2002 fue una pieza sonora de Ste-
ven Vitiello, consistente en una grabaciÓn realtzada en 1999 de los
sonidos causados por el Huracán Floyd en el exterior de la planta
noventa y uno de la Tone Uno del World Trade Center' Para los
artistas hoy todo es posible, aunque como consecuencia de esta

53
apertura radical que algo sea una obra de arteha dejado de exi- estilo- podría parecerse mucho más a lo que uno espera encon-
mirle de las sanciones a las que se expondría si formara parte sin trar en una venta de obietos usados en casa de un vecino que a
más de la vida cotidiana. La responsable delintento de asesinato una obra expuesta en el Salon Cané del Louvre. Como veremos'
de Andy Warhol, Vaierie Solanis, podria haber so.stenido de un los criterios cle Duchamp para los objetos I'ulgares que aspiraran
modo convincente que su intento de disparar sobre él había sido al estatus de readymadeetanmás bien severos, por lo que quizás
una performdnce, pero sus derechos según la Primera Enmienda incluso él quisiera ffazaf una línea que la posterior evolución del
no quedaron vulnerados cuando acabó aftontando las consecuen- mundo del arte se ha encargado más o menos de borrar' Y natu-
cias legales del intento de homicidio. El compositor Karlheinz ralmente dejó de lado la cuestión de qué es 1o que otorga a los
Stockhausen declaró que el ataque terrorista al Vorld Trade Cen- read,yrnad.esel estatus de obras de arte, mientras que las piezas en
ter de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 había sido ^Ia ma- laventade objetos usados quedan sin redimir, Ni qué pasaría con
yor obra de arte de todos los tiempos,. Como su lenguaje transmi- estos últimos y los de una obra de atte aún por crear -Vmta
de
tía una admiración extrema, fue desacreditado de inmediato, pero objetos usaclos-que los duplicara exactamen[e: una pala parala
el hecho de que semejante afirmación pudiera llegar a formularse nieve, Iatapa de una máquina de escribiq una pieza de fontane-
subraya la absoluta aperlura de este territorio, por monstruoso que ria, etcétera.
pudiera ser estrellar aviones de pasajeros en edificios abarrotados En anteriores textos míos he hablado del actual estado de la
de gente para crear una obra de arte. cuestión calificándolo de Fin delArte, caracteización que imagino
"Cualquier cosa, pareceria una respuesta pobre y decepcio- que Adomo habúaaceptado, con la saivedad de que para él seúa
nante a la pregunta de "¿Qué e.s el ane?". Pero eso es porque des- una expresión de desesperación culrural mientras que 1o único que
de hace mucho se da por sentado que las obras de arte constitu- yo quiero decir es que ahora ya podemos empez r a buscar una
yen un coniunto de objetos limit¿do y, hasta cierto punto, elevado, definición filosófica del arte sin esperar a ver qué más, en térmi-
que cualqui era seria capaz de identificar como tales y donde 1o nos de objeto, va a depararnos la historia del arte. Dado que cual-
único que importa es la causa de su estarus. El signo de la con- quier cosa puede ser una obra de arte, el futuro bien podría de-
temporaneida<l enla filosofia del arte es que una definición filo- pararnos Sofpresas: en todo caso, no serán sorpresas filosóficas.
sófica del afie tiene que ser consecuente con la aperlura radical Una definición filosófica sostenible del arte deberá ser compatible
que se ha adueñado de este ámbito. Sigue siendo cierto que las con el tipo de arte que sea. Una vez un crítico me recordó que una
obras de arte constituyen una serie limitada de objetos. La dife- definicián debe excluir algo. Pero es obvio que una definición fi-
rencia es que ya no resultatenfácil identificarlos como tales, por- losófica del arte abarca todas las obras de arte y sólo a ellas. Ex-
que cualquier cosa imaginable puede ser una obra de arle, y Ia ciuye todo lo demás. Excluye, por ejemplo, los abrazos y los be-
razón de su estalus ha dejado de ser una cuestión de mero reco- sos que los miembros de Praxis se dan cuando expresan su afecto
nocimiento. En nuestros días está clarísimo que algo puede pare- sin más, sin implicarse en una performance artística' Vaya por de-
cerse en todo a una obra de arte sin serlo en absoluto. Esto difi lante mi aplauso a Adorno por su perspicaz reconocimiento de
cilmente habñaresultado concebible mucho antes de 1917, cuando que, al revés de lo que han creído tradicionalmente los filósofos
Marcel Duchamp tentaasus espaldas una obra compuesta de unos respecto al arte, nada, pero nada en absoluto, es hoy obvio'
catorce readymades. La serie de readymades-una rueda de bici- La publicaciÓn póstuma del libro de Adorno en 1969 coinci-
cleta, una pala para la nieve, una pieza de fontanería,la tapa de dió con ei cierre de una década de investigaciÓn extraordinaria-
una máquina de escribir, un cepillo para perros, enüe otros por el mente intensa tanto por parte de artistas como de filósofos, aun-

54 55
practicada por figuras como Neison Goodman o, de hecho, cual-
que casi siempre por separado unos de otros. Mejor dicho: la in-
quier filosofíabasada en un programa de elimrnación radical de, o
vestigación fue plenamente filosófica, aunque buena parte de la fi-
reducción a algún fundamento privilegiado, sea la observación,
losofía y sus ejemplos más brillantes vinieron de los artistas que
el comportamiento o ei que sea. Cuesta reseguir las influenciás
exploraban los límites delarte desde dentro. El paralelismo entre
concretas entre estas filosofías y Ia púctica artistica, pero algunos
arte moderno y cierta forma de práctica filosófica 1o puso de re-
de los minimalistas estudiaron en universidades como Princeton
lieve el ensayo con el que verdaderamente arranc1la década
y Columbia, donde se enseñaba esta filosofía, y el eslogan mini-
Painting,, de Clement Greenberg, en 1960-, donde
-,Modernist malista pronunciado por el pintor Frank Stella que ves es
el autor comparaba la modernidadartistica con una forma de au- -"Lo
lo que ves,- expresa una actitud filosófica nada infrecuente en
tocrítica ejemplificad a por lafilosofía de Kant, a quien saludaba por
aquellos días.
este motivo como primer moderno. La autocrítica en las artes, tal
Forzoso es reconocer que la filosofía y el arte de vanguardia
y como Greenberg la entendió, consistía en depurar el medio de
compartieron en los años sesenta gran número de actitudes. Uno
todo aquello que fuera extrínseco a ellas. En un ejemplo que se ha
de los objetivos del pop, por eiemplo , era ironizar sobre la distin-
terminado identificando con el pensamiento de Greenberg, lo es-
ción entre arte elevado )' vulgar --entre la pintura glorificada de la
pecífico del medio pictórico es su caracter plano (flatness); por
anterior generación de artistas, los expresionistas abstractos y el
consiguiente, dicho medio debe ser expurgado de todo ilusio-
imaginario popular del cómic y la publicidad-, ese "High and Low'
nismo, reenviando la profundidad de u¡elta a la escultura. La mo-
de una controvertida exposiciÓn inaugurada enI992 en el Nluseum
demidad había recibido en herencia virtualmente el mismo abanico
of Modern Art. Pero hubo un esfuerzo análogo por parte de la fi-
de medios del que disponían los artistas en tiempos de Vasari,
losofía analittca de superar las pretensiones de 1o que podríamos
con la importante, aunque controvertida, excepción de la foto-
denomrnar filosofía "eievada" cosmovisiones trágicas de los
grafia. N alcanzar su estado "puror, predijo Greenberg, cada arte -las que planeaban sobre
existencialistas o de ios titanes metafísicos
"vería garantizados sus niveles de calidad así como su indepen-
dencia,. Pero el baremo crítico del "respeto por el medio" tam-
ellos- a través de una critica de su lenguaiebasada en una con-
frontación con los niveles del discurso ordinario, donde uno sabe
bién ha desaparecido del discurso contemporáneo. En nuestros
de qué está hablando, o de un discurso científico regido por es-
días todo es posible, del modo que sea. La modernidad,taly
rrictas consideraciones de verificabilidad y confirmabilidad. Resul-
como la presentó Greenberg, eta nna especie de limpieza con-
ta difícil no vef una equivalencia cultural entre la canonización del
cepnral, por emplear una terrorífica metáfora política. En nuestra
lenguaje ordinario, por parte de la Escuela de Oxford de fenome-
etapa posmoderna, la pureza es una opción, bastante pasada de
nología lingüística, y la elaborada estética de los objetos cotidianos
moda por cierto.
de la Factory de \Tarhol o de la tienda inst¿lada en 1962 por Claes
Más aIlá de estas cuestiones, en el horizonte de Greenberg es-
Oldenberg en East Second Street, Nlanhattan, donde uno podía ad-
taba la idea de que el arte se tenía que definir a sí mismo desde
quirir imágenes pintadas de zapatiilas de gimnasia, neurnáticos de
dentro, y no cabe duda de que esta empresa prácticamente kan-
automóvil y ropa interior y medias de mujer. La filosofía estaba
tiana fue llevada a cabo, a menudo con cierto fervor puritano, por
marcadapor un visible espíritu práctico en la elección de sus ejem-
una serie de artistas empeñados en hacer arte en su condición con-
plos. Querer un sorbo de cerveza era un paradigma del deseo, en-
ceptr:almente purificada. Así fue sobre todo en el caso de los 11a-
cender o apagar ias luces mediante un intemrptor era (y sigue sien-
mados "minimalistas,: es fácil ver el paralelismo existente en mu-
do) el ejemplo estándar de acción humana.
chos aspectos entre el programa de estos últimos y la filosofía

t7
)(l
El acto de encendet y apagar las luces fue propuesto como slmple forma pintada de blanco podía ser pingf Las institucio-
obra de arte minimal por el compositor George Brecht, miembro nes de la alta culrura no estaban preparadas para esto. No era ra-
de Fluxus, movimiento que me interesa especialmente, ya que mis zonable pagar úna entrada paraveÍ a una mujer inmóvil o para es-
propias ideas filosóficas sobre arte empezaron a surgir a principios cuchar la propia respiración mientras otra persona, sentada ante
de los sesenta, cuando todavia no había oído hablar dei pensa- un piano, no tocaba las teclas. ¡Peor para las insti¡:ciones del mun-
miento o la práctica de Fluxus, aunque ahora pienso que ojalá lo do del arte! Siempre que el tiempo lo permitiera, el grupo podía
hubiera hecho. Quizá sea un signo de verdadero movimiento en reunirse pan llevar a cabo una performance de Vinter Carol
ei pensamiento que los individuos empiecen a hacer o pensar el (I95D, de Dick Higgins, en la que escuchaba caer la nieve duran-
mismo tipo de cosas sin saber de la existencia del otro, aunque te un espacio de tiempo pactado. ¿Qué podía ser más mágico?
exista una explicación histórica bastante natural para semejantes Cualquiera podía ejecutar la temprana "obra de instrucciones" de
paralelismos, como la que pudo haber entre las acütudes filosófi- Yoko Ono Matcb Piece, eo la que uno enciende una cerilla y la
cas y artísticas de los primeros años sesenta. Los miembros de Flu- contempla hasta que lallama se apaga. La muerte de la luz: ¿qué
xus eran alumnos dei seminario de composición experimental im- podía ser más poético?
partido porJohn Cage en la New Schooly suscribían ciertas ideas Desde uh punto de vista histórico resulta problemático deter-
surgidas en los seminarios de budismo zen ofrecidos por el doc- minar cuántas de estas cosas quedaban dentro de los horizontes
tor Suzuki en Columbia, ambos desarrollados a finales de los cin- de la estética oficial, pero de un modo u otro la vanguardia en-
cuenta. El ideario zen, tal y como Suzuki lo formuló, ejerció una marcadaen esta modalidad filosófica pareció haber comprendido
enorme influencia en la transformación de la vida intelectual del que era preciso abordar una definición del arte como si ésta fuera
Nueva York de entonces. Mi propio pensamiento, inaugurado en posible. "Minimal Art", de Richard Vollheim, apareció en 1965, ini-
el ya mencionado artículo de 1964.The A¡t Vorld,, está salpimen- cialmente en una revist¿ de arte, y se le atribuye a Wollheim el ha-
tado con el imaginario que adquirí al asistir como oyente alas cla- ber acuñado el término minimalismo, aunque él mismo admita que
ses de Suzuki y con el de sus libros. A Cage se le conoce en todas no sabía nada de las obras que acabarían ¡ecibiendo este califica-
partes por su afán de superar la distinción entre música y simple tivo. Lo que él quería saber era si existían unos mínimos criterios
ruido, un prcgrama generalizado por Fluxus como "salvar la bre- para determinar que algo es arte; sus paradigmas eran las pinruras
cha existente entre el arte y la vida,. En aquellos años cruciales, so- monocromas, que hasta 7975 seguramente sólo existieron como
bre todo en Nueva York y alrededores, el mundo cotidiano de la bromas filosóficas, ylos readymades, que hicieron su aparición en
experiencia diaúahabía empezado a experimentat una especie de la historia del arte más o menos en la misma época. En esto Voll-
transfiguración en conciencia artística. Y esto es consecuencia di- heim seguía el modelo filosófico oficial, según el cual tener un con-
recta de las enseñanzas de Suzuki. Me pareció filosóficamente apa- cepto significaba poseer criterios para reconocer ejemplos del mis-
sionante descubrir que ningún aspecto externo distingue nece- mo. Según rezaba el tópico wittgensteiniano, era posible escoger
sariamente una obra de arte del más común de los objetos o ejemplos sin basarse en definiciones: así en el ejemplo que él hizo
acontecimientos, que un baiie puede consistir en algo t¿n anodi- 'l célebre, el de los juegos. A la hora de la verdad, sin embargo, no
no como quedarse sentado, que cualquier cosa que oímos puede existe ningún criterio que permita distinguir un readymade con-
ser música, el silencio incluido. La más vulgar de las cajas de ma- sistente en un cepillo metálico para perros de un cepillo metálico
dera, un rollo de cuerda para tender la ropa, una bobina de alam- para perros idéntico a éste y que en cambio no sea un readyrna-
bre de espino, una hilera de ladrillos, podían ser una escultura. Una de, nitampoco una pinrura blanca monocroma de un panel recu-

58 59
salfar ala comba, algunas pelotas, un tapÓn
(o algo parecido)'
un dado con un muñeco de nieve pintado, una figura de aiedrez'
uno o dos huevos de plástico, y lo que podrían -o no-- ser
pre-
mios de cajas de Crackerjack. Ante cuestiones como éstas' elen-
foque de Vittgenstein, a pesar del prestigio de su autor, proba-
blemente siempre fue inoperante. No sería el primer genio
filosófico cuyas ideas y propuestas fundamentales son profunda-
mente erróneas.
Mi artículo .The Art vorld,, presentado en la reunión anr"ral de
la
la American Philosophical Association en 1964, se centraba en
dificultad básica consistente en que entonces disponíamos de unos
pares de objetos aparentemente idénticos una simple
-valocbeoy otro no
caja dejuguetes- donde uno era una obra de arte el
a prin-
NIi toma de contacro con esta posibilidad había tenido lugar
cipios de ese año, en una exposiciÓn de caias de Andy Warhol en
la Stable Gallery, en East 74th Street' Manhattan' Su Caia Brillo
se
que
parecíatanto a los envases comerciales de las esponjas Brilio
ia fotografía de la una sería idéntica a la fotografia del otro. ¿Qué
pues? En aquel momento creí que las dos
marcabala diferencia,
tendrían distintas explicaciones históricas, que por ejemplo la Caja
Brílto de\farhol había sido tealizada por alguien que había asimi-
lado la reciente historia delarte e inspirado a su vez un corpus
teÓ-

rico y que estaba hecha para quienes también conocieran esa his-
toria y-esas leorías; en cambio, ei envase real de Brillo en el
supermercad o habia sido concebido por un diseñador freelance
paia los ejecutivos encargados de planear la distribución del pro-
mun-
áucto en los supermercados. El de Warholfue creado para un
do artístico en disposición de apreciarlo, con arreglo a ia formula-
Valoche (A FIux Trauel la
Frcun¡ 4. George Brecht, Aid),7975.
ción de George Dickie en su Teoúa del A¡te Inst'itucional, según
Imposible aplícar aquí el enfoque de'lVittgerctein. (b) ai que una
cual algo es una óbra de arte (a) si es un artefacto
persona o pefsonas que actúen en nombre del mundo dei arte Ie
En
bierto con pinlura blanca: así pues, la cuestión de la definiciónaca- iran atribuiáo el prudenre estatuto de "candidato aapreciación'.
sesenta nohabia n'n
bó imponiéndose como ineludible. El método de "reconocer ejem- honor a la verdaá del ane y ia historia, en los
plos" pierde fuelle cuando nos enfrentamos al inventario de Flu. Nlundo de Arte sino una serie de grupos de a¡tistas y críticos sola-
que en muchos casos estaban dispuestos a pro-
xus: la obra de George Brecht de 1975 Valocbe (A Flttx Trauel Aid) -clamar entre sí,
pándose
es una caja de madera con iuguetes en su interior: una cuerda para que 1o que hacían ios otros no era arte en absoluto En

61
60
1963, Richard Artschwager envió una docena de kits idénticos a vez dio en el clavo- es lo propio de la filosofía. No es impres-
distintas rrstiluciones e individuos que creyó podfianestar intere- cindible que los artistas sigan los pasos de Huebneq pero en todo
sados en su obra. Del Museo Guggenheim le respondieron que caso pueden hacerlo y seguir siendo artistas. La definición del arte
aquello era artesania, no arte. El director dela Galeria Castelli, en iba a tener que reconstruirse sobre las ruinas de lo que en los dis-
cambio, le invitó a pasarse por allí. Es difícil determinar qué es lo cursos anteriores se había creído que era ei concepto de arte.
que imbuye de autoridad al mundo artístico sin aluda de una de-
finición más cognitivista que la de Dickie. pero no voy a seguir
ahora por ese camino. L¡ neu¡z¡ DESTRoNADA
A los filósofos les gusta apelar a "nuestro" concepto de esto o
1o otro. A \X/ollheirn le preocupaba que cierta práctica artistica de- Lo que se deduce de esta historia de destrucción conceprual
sembocara en .la desintegración de nuestro concepto de "arte" fal no es que el arte sea indefinible, sino que las condiciones necesa-
y como ahora lo conocemos,. La verdad, sin embargo, es que muy rias pan que algo sea arte deberán mantenerse en un registro har-
poco de "nuestro' concepto sobrevivió a los experimentos van- to general y abstracto para que puedan englobar todos los casos
guardistas de los sesenta. Lo re!'olucionario de Fluxus fue que des- imaginables.l más en concreto, que muy poco resta de "nuestro
terró de la concepción existente del arte casi todo aquello en lo concepto delarte, que pueda servirie de base alartifice de una de-
i
que supuestamente se basaba dicha distinción, como en el si- , finición real. En La transfiguración del lugar común propuse dos
t
guiente catálogo parcial tomado del Fh.txus Mandesto (1966) de r* condiciones, condensadas en "rc es una obra de arte si encarna un
:
George Nlaciunas: "Exclusividad, Individualidad, Ambición. . . Tras-. t significado", cuyo principal mérito reside en su propia debilidad.
cendencia, Rareza, Inspiración, Habilidad, Complejidad, Profundi-.' Lo que le faltaba en mi protodefinición, como en todas las defini-
dad, Grandeza,Yalor Institucional y Mercantil". Un parejo espíriru ciones de los sesenta que yo cooozca, era alguna referencia a la
habita en el programa articulado por Yvonne Rainer para el Jud- belleza, que sin duda habría figurado entre las primeras condicio-
son Dance Group: "NO al espectáculo no al virtuosismo no a las nes propuestas por un analista conceptuai de principios del si-
transformaciones y la magia y a Ia fantasía no al glamour y a la
trascendencia dela imagen de la estrella". Con lallegada del ate los sesenta, srro de la filosofía avanzadadel arte de esa misma dé-
conceptual a finales de la década, dejó de ser necesaria la exis- cada. Tampoco podía formar realmente parte de la definición del
tencia de un objeto material (¿un "artefacto"?), como tampoco fue arte si es que cualquier cosa puede ser una obra de arte, cuando
necesario que, en caso de que hubiera un objeto, éste hubiera sido no todo es bello. Labelleza podría figurar como una disyunción
realizado por el anista. Se podía hacer arte sin ser artista, o ser ar- en elvocabulario apreciativo, con lo que entraria dentro del con-
tista sin hacer el arte por el que uno aspiraba a ser reconocido. "Ya cepto principal de Dickie. Pero desde los años sesenta raras veces
no fabrico objetos,, dijo el artista Douglas.Huebner en una entre- ha aparecidolabelleza en las publicaciones sobre arte sin verse
vista de 19ó9. "Ni tampoco nato de extraer nada del mundo. Tam- acompañada de risitas deconstruccionistas. Poco después de insti-
poco pretendo reestructurar el mundo. En realidad, no estoy tra- ruirse la John Simon Guggenheim Nlemorial Foundation en I)25,
tando de decirle nadaalmundo. No trato de decirle que podría ser sus fundadores estaban convencidos de que sus beneficiarios in-
mejor si hiciera esto o aquello. Sólo quiero tocar el mundo ha- mediatos eran "Hombres y mujeres consagrados a las ta¡eas de en-
ciendo estas cosas y dejarlo más o menos como estaba." Dejar el sanchar las fronteras delconocimiento y de crear belleza". El arte
mundo tal y como lo encontramos, nos dijo Wittgenstein quedaba tácitamente definido en términos de creación de belleza
-esta
62 63

UNn/ERSIDAD DE AlinOQLnA
f¡fñY ?^ffiÁ ¡ ffi6 ¡ ?
y la creación de belleza figuraba en un plano de igrraldad con la ex- que ya era famoso en 1989 cuando su exposición Tbe Perfect Mo'
pansión de los límites del conocimiento. El logo de 1930 del lnsti- mmt fue cancelada por el Corcoran Museum of Art en un desa-
tute forAdvanced Snrdies de Princeton muestra a dos alegóricas mu- fortunado gesto destinado a evitar que se perdiera la subvención
jeres, una cubierta y Ia otra desnuda, que llevan por nombre Belleza del National Endowment of the Arts si nuestros legisladores des-
y Verdad en ese orden, con lo que la ropa probablemente sugiere cubrían lo que estaba financiando la fundación. El temor se debía
que la Belleza es la Verdad con nn vestido puesto. Cuarenta años al contenido fuertemente sexualizado de sus imágenes más em-
después, srn embargo, no queda ni rastro de la creación de belieza blemáticas, aunque el éxito de Mapplethorpe también se debiera
en el pragmático lenguaje del National Endowment for the Arts, no a la elaboradabelleza de su obra. Fue su belleza, y no su conte-
sólo porque enlg65labellezahubiera desaparecido en gran medi- nido a menudo escabroso, lo que hizo que la vanguardia fotográ-
da del programa artístico, sino porque, como supimos gracias al re- fica se distanciara de él como artista. Cuando yo estaba escribien-
ciente estudio dedicado al NEA por Michael Brenson, sus patroci- do mi iibro sobre Mapplethoqpe, Playing witb the Edge,le pedí a
nadores consideraban a los artistas como fuentes de ideas que un fotógrafo que en aquella época experimentaba con cámaras es-
podían ser valiosas en el proyecto nacional de ganar la Guena Fría. tenopeicas que me diera su opinión sobre é1. Rechazó a Mapple-
En aquellos años, sin embargo, el arte moderno era despre- thorpe como pompier, como artista tan obsesionado por la elegan-
crado como subversivo, destructivo y esencialmente antiamericano cia que habia acabado perdiendo contacto con los límites de su
por figuras como el congresista George A. Dondero de Michigan, medio. Los imperativos de la modernidad tendieron a hacer de la
quien escribió que "El arte moderno es comunista porque es dis- humilde instantánea granulosa el paradigma de la pureza fotográ-
torsionado y feo, porque no glorifica nuesüo hermoso país, nues- fica, lo cual responde a la visión purificadora de Greenberg de la
tro puebio feliz y sonriente y nuestro progreso material. El arte que búsqueda de la especiticidad del medio. La acusación contra Map-
no embellezca nuestro país con sencillez y claridad v de un modo plethorpe se cifraba en que su obra era demasiado bella para me-
que cualquiera pueda entender alimenta la insatisfacción. Razón recer el apoyo de la crítica. "Un escritor diio que si yo pintase sexo
por la cual se opone a nuestro gobierno y quienes io crean y pro- y violencia no habría problema, pero que uno no tiene derecho a
mueven son nuestros enemigos,. El magnate de la prensa \[/illiam pintar nada bello", recuerda Gerhard Richter. "Las mudables cos-
Randoiph Hearst, afkma Brenson, "equiparaba toda forma de radi- tumbres de la época,,, si puedo hacer mío elamargo lenguale kan-
calismo artístico con el comunismo y daba por sentado que la obra tiano respecto al destino de la metafísica, .a labelleza sólo le de-
producida de un modo no tradicionalenuna forma camuflada de paran desdén; una matrona rnarginada y abandonada".
propaganda comunista,. Como veremos, esto no es sino un ejem- El destronamiento de labelleza, sin embargo, no sólo se debe
plo más de la politización de labelleza. al descubrimiento de que no tiene cabida en la definición de de-
A principios de los noventa le preguntaron al crítico Dave Hic- terminado arte o, alaluz del pluralismo posmoderno, en la defi-
key cuál creía que iba a ser el gran tema de la década. "Sacado de nición del arte en general. Existe algo así como una creencia ge-
mi ensoñación, dije "Ia Belleza" y, entonces, más firme: "El gran neralizada según la cuai, en cierto sentido, Iabellezatrltalizaa
tema de los noventa será la bellezcl'., Cosa que fue recibida, como aquello que la posee. A la tilosofía superficial de la belleza Ie ha
é1 mismo recuerda, con "un silencio de total incomprensión.,. Aca- bastado con elpensamiento, a menudo atribuido aDavid Hume,
baba de entrar en esa zona, muertnt, ese abismo silencioso,. Qui- de que ésta sólo existe en el ojo del observador. Y en efecto Hume
siera abordar ese silencio desde otro posible punto de vista a tra- sostuvo, en su ensayo De la liberrad ciul, "que la belleza de las co-
vés del.comentario de la obra fotográfica de Robert &lapplethoqpe, sas existe en el pensamiento", pero para Hume eso no la diferen-

64 O)
entusiasmo religioso o el pesar religioso. Labelleza (que ahora uno
ciaba de ninguna otra cosa, pu-esto que "sabores y colores, y todas
no debe mencionar) era entonces una presenciaviva, o una ausen-
las demás cualidades sensibles, no residen en los cueqpos sino en
cia dolorosa, noche y día,. Era precisamente su belleza 1o que jusü-
los sentidos,,, como escribe en -Elescéptico".
ficaba elvalor que se le atribuía al arte en tiempos de Santayana. He
aquí, por ejemplo, algunos pensamientos sacados de los primeros
Lo mismo sucede con la belleza y la deformidad, la virtud y el
escritos de G. E. Nloore, contemporáneo de Santayana, y que hoy
vicío. Esta doctrina, no obsiante, no menoscab a más la reaiidad de
est¿s últimas cualidades que de las primeras... Aun cuando los co-
rozanlo ininteligible: "Sólo veo una cosa: que aquello que conside-
lores no tuvieran más lugar que en el ojo, ¿sería ese inotivo parate- ramos hermoso es, pura y simplemente, aquello que es un fin en sí
ner en peor consideración o estima a tintoreros o pintores? Existe la mismo. El objeto del arte sería entonces aquello para lo cuai los ob'
suficiente uniformidad en los sentidos y los sentimientos de la hu- jetos de la Moral son medios, y lo único paralo cual son medios. La
manidad parahacer de todas esas cualidades objetos del arte y el ra- '6nica raz6n de poseer virtudes seríala de producir obras de arte'.
zonamiento, y para ejercer la mayor de las influencias en la vida y En su temprano texto Art, Morah, and Rel'tgion, Nloore escribió: -La
ias costumbres. religión no es más que una subdivisión del arte" y a renglón segui-
do lo explicabaasi: "Todo fin valioso al que la reiigión sirve también
Pero incluso una argumentación filosófica según la cual la be- es servido por el Arte; y quizás el Arte sea todavía más útil, si con-
lleza pudiera reivindicar el mismo valor ontológico que la virtud y venimos en que su ámbito de objetos y emociones es mayor'' No
el vicio, no disiparía del todo la impresión de que algo marginal cabe duda de que siparalVloore el arte podía asumir los designios
y ha.sta indecente se esconde en la búsqueda de la belleza, actitud de la reiigión en a causa de labelleza que esencialmente posee.
que no aparece con el resto de categorías estéticas que los analis- Proust quedó hondamente conmovido por la obra de Robert de Si-
tas de Oxford nos recomendaron explorar si es que nos interesa- zeranne de 7897 ütulada Rtskin et la religion de la beaua1.
ba realizx algún progreso en estética: "lo delicado y lo rollizo', por Me gusuría formular ahora una especulación histórica, consis-
citar ejemplos de J. L. Austin. Ninguna de ellas, sin embargo , arras- tente en decir que la inmensa estima que seguimos profesando al
tra consigo en la tradición estética el peso moral de labelleza.La arte en nuestros días es una herencia de esta visión exaltada de la
verdadera revolución conceptual, reconozcámoslo, no es tanto de- belleza. Se ha dicho por todas partes, y no sur cinismo a veces, que
purar el concepto de arte de cuaiidades estéticas como depurar el el arte ha sustituído a la reiigión en la conciencia contemporánea.
concepto de belieza de la autoridad moral que nluimos debió po- NIi suposición es que esas actitudes victorianas o edwardianas han
seer hasta el punto de que tener belleza acabara siendo visto como sobrevivido ala propia abjuración de labelleza. hé aún más leios y
algo moralmente reprobable. En piena guerra de Vietnam, el pin- sugeriré que si hoy en {talabelleza úene algún lugar en el arte es
tor Philip Guston dejó atrás los cuadros bellos en los que se ci- en relación con esas supervivencias, que están profundamente arrai-
mentaba su reputación y en su lugar empezó a pintar alegorías del gadas en la conciencia humana. El lugar de la belleza no está en la
mal que, consecuentemente con el mensaje moral al que aspira- definición o, por emplear una expresión un tanto desacreditada, en
ban, no podían poseer el estigma de la belleza. la esencia del arte, de la que la vanguardialaha eliminado, y con
En una carta enviada a Thomas N[onro en 1927, George Santa- razón. Esa eliminación, sin embargo, no fue el simple fruto de una
yana dijo aceÍca de su generación 1o siguiente: "No habíamos ido determinación conceplual sino también, como argumentaré, de
mucho más lejos que Ruskin, Pater, Swinburne y Matthew funold. una determinación política. Y un residuo de políüca estética es lo
que todavía persiste en la negatividad que hoy encontramos en las
Nuest¡o ambiente era el de los poetas y las personas tocadas por el

o/
66
actitudes contrarias alabelleza en arte. La idea de belleza, me es- capaces de imaginar son ciertos estados de conciencia, que en ií-
cribió recientemente el poeta Bill Berkson, €s "Cosá manoseada y re- neas generales cabe describir como los placeres de las relaciones
mojada". EI becbo de la belleza, sin embargo, es algo muy distinto. humanas y el goce de los objetos bellos,. Tan obvia le parecía la
En un pasaje al principio de A la sombra de kts mucbacbas enflor, observación que, según é1, .corre el riesgo de ser una perogrulla-
Marcel (el nanador), viajando en tren hacia Balbec, ve a una joven da". Afirma Moore que.nadie ha dudado jamás que elafecto per-
campesina acercándose a la estación a primera hora de Ia mañana, sonal y la apreciación de lo bello en el A¡te o la Naturaieza sean
ofreciendo café y leche. "Sentí al verla ese deseo de vivir que rena- buenos en sí mismos". Ni, prosigue, .parece probable que alguien
ce cadavez que recobramos la conciencia dela dicha y de la belle- vaya a pensar que algo posea ni remotarnente un valor tan gran-
za."Me parece que Proust acierta, psicológicamente hablando, al co- de como las cosas que se incluyen bajo esas dos cabeceras'' Las
nectar la conciencia delabelleza con el sentimiento de felicidad declaraciones de Moore, tan confiadas, nos parecen hoy de un pro-
ningrrneado en la modernidad-, siempre que no le re- vincianismo casi atroz, pero debieron de ser, supongo, muy co-
-también
chacemos a causa de una negatividad que en la generación de munes en su mundo. No hubiera sido común, sin embargo, lo que
Proust, Nloore y Santayana todavia no había afectado a la idea de aftrma a continuación: "que ésta es la verdad fundamental y su-
belleza. Y quisiera ir un poco más allá. El peso moral con que se ha- prema de la Filosofía Morai,,y que estos dos valores "constituyen
bia cargado alabelleza nos a1'r.rda a comprender por qué la prime- el fin racional supremo de la acción humana y el único criterio del
ra generación de vanguardia sintió tanta urgencia de desterrar a Ia progreso social,. Talvez la gente ilegue a aceptarlos como verda-
belieza del lugar equivocado que ocupaba en ia filosofía del arte. Si des, pero, según Moore, parecen ser -verdades universalmente pa-
ocupaba ese lugar era en virnrd de un effor conceprual. En cuanto sadas por alto'.
seamos capáces de percibir ese effor, también dsberíamos serio de Creo que Nloore acertaba al decir que aun siendo verdades se
redimir labelleza nuevamente para su uso artístico. El análisis con- 1as pasaba universalmente por alto, puesto que fueron acogidas
ceptual nobastará para ayudamos en la tarea sin el refuezo de una como revelaciones por el círcuio de Bloomsbury, cuya filosofía del
suerte de arqueología foucauldiana. De no haber sido, por ejemplo, arte y de lavida emanaba enteramente de las enseña(flasy el ejem-
por las vanguardias artísticas del siglo )cK, casi con toda certeza los plo de Moore. En My Early Beliefs,John Nlaynard Keynes caracte-
filósofos seguirían enseñando que elvínculo entre arte y belleza es rizaba ei ideario de Moore: "Estimulante, excitante, un rncipiente
concepnralmente nguroso . Htzo faltala energia de las vanguardias renacimienlo, la apertura de un nuevo cielo en una nueva tierra,
artísticas para abrtr una brecha entre el arte y la belleza que antes fuimos los precursores de un nuevo régimen, no teníamos miedo
habria resultado impensable, y que, como veremos, siguió siendo a nada... nuestros obietivos primordiales en esta vida eran el amor,
impensable hasta mucho después de haberse abierto la brecha, en la creación, la delectación con la experiencia estética y la búsque-
buena parte porque se consideraba que elvínculo entre arte y be- da del conocimiento". Según Vanessa Bell, "parecía que estuviera a
Ilezaposeialafuerza de una necesidad apriori. punto de llegar una gran y nueva libertad". Cuando lady Ottoline
Monell murió en 1938, fue recordada con un epitafio curiosamen-
te falto de inspiración, si tenemos en cuenta la estatura literaria de
L¡. n¡r,umcróiv ne Moon¡ sus alrtores, T. S. Eliot y Virginia Wbolf: "Un alma valienle, indómi-
ta, / Que se complacía enlabelleza v ia bondad /Y en el amor
En los capírulos finales de Principia Etbica, Moore dejó escri- de sus amigos'. Cualquier miembro del círculo de Bloomsbury, al
to: "Las cosas, con mucho, más valiosas que conocemos o somos que woolf y lady Onoline pertenecieron de pleno, y Elioc tangen-

68 69
cialmente, hubiera deseado un homenaje justo
en esos términos. Esto merece comentario. En un momento dado, Moore nos in_
El libretista de Tosca, de puccini, puso
en el ariade la protagonis- vita a imaginar dos mundos. Imaginemos elprimero.tan hermoso
ta lo que virtualmente eran los ideales
de Bloomsb ury: Vissi d.'ar- como podáis; poned en él todo aquello que en la tierra más ad-
te, uissi d'amore [Viví para el arte, vivi parael amo¡]. La ópera se miráis; montañas, ríos, el mar; árboles y crepúsculos, estrellas y
representó en 1900
-principia Ethicase editó en 1903_aunque
la acción se localizaba
h-rna.'imaginemos el otro como.una pura acumulación de mugre,
en 1800, cuando, me parece, una persona conteniendo todo aquello que más náusea nos produce... todo
como Tosca más bien habría dicho que había vivido para el pla-
ello, sin un solo rasgo redentor alavista,. Ahora "la única cosa im-
cer, que era el concepto central de Ia psicolo gía moral de la Ilus-
posible de imaginar es que algún ser humano haya o pueda haber
tración, como se ve incluso en Kant cuando trata eltema de la be-
visto o disfrutado nunca la belleza del uno u aborrecido Ia in-
lleza. Me cuesta creer que alguien viviera para elarte en el 1g00,
mundicia del otro,. Ei argumento de N{oore adopta aquí un vigor
siendo ésta, en cambio, la filosofía vital de ios románticos. pero el
lógico que imprime un nuevo rumbo alArgumento Ontológico, y
-el arte, a causa de su beilez a- etanprecisamen-
amor y el arte
resulta posible parafrasearle en sus propios términos. puesto que
te los valores clave de Bloomsbury, cuyo sistema de valores deri-
ya los hemos imaginado, estos dos mundos ahora poseen eso que
vaba de Principia Etbica. El amor y la amistad, por un lado, y eso
los primeros filósofos habrían denominado "realidad objetiva,. Es
que Moore denomina por otro
"la debida apreciación de un obje_ decir, poseenla realidad de algo que hemos iogrado pensar: son
to bello', debían bastaE sin que hiciera faltalareligión, para abas-
tecer las p.ncipaies necesidades morales de los seres humanos mo- "objetos de pensamiento". ¿No sería entonces intrínsecamente me-
jor que también poseyeran de nuevo la terminolo-
dernos. -empleando
gía filosófica primitiva- una realidad formal? Esto es, ¿no sería
mejor que existiera realmente el mundo hermoso y no el aborre-
crble, aunque nadie pudiera disfrutarlo? "El ejemplo es extremo,,
L¡ s¡LrEZ{ ES r.ihirvrRsAt
como reconoce el propio Moore. Pero también reconoce "que
nuestro mundo hermoso sería aún mejor si en él hubiera seres hu-
Excepn;ando a Hume y Hegel, los estéticos clásicos no tÍaza_
ron ninguna distinción crucial entre manos que lo contemplarany gozannde su belleza,. Nan:ralmente,
"A¡te o Naturaleza, en lo que eso es lo que le interesa a Nloore, aunque para él siga siendo im-
a apreciación de la belleza se refiere y, tengámoslo presente,
cuán-
do Moore compuso sus principia Etbicaesa indiferenc iación portante que "ei mundo bello m si sea mejor que el abonecible,.
raras
veces se cuestionaba en la estética filosófica o ni siquiera Da la casualidad de que el argumento de Moore, ingenioso
enla como suelen ser los suyos, me parece dotado de un elevado gra-
práctica artística. En cualquier caso, imagino que a
Moore la apre-
ciación de la belieza natural lehabinparecido superior alaapricia- do de verdad psicológica. Me refiero a que existen descripciones
ción de labelleza artistica, sobre todo porque afirma.rtui -.on- de estados que serían aceptados como bellos o como feos prácti-
vencido de que la contempiación arrebatada de una escena camente por cualquiera, especialmente si se comparasen ent¡e sí.
naturar,
aun suponiéndole parejas cuaridades en cuanto abeileza,es Como ejemplo del primero, he aquí una obseryación del crítico de
de al-
gún modo un estado más elevado que la contemplación arte y moralista John Berger:
de un pai_
saje pintado; si fuera posible sustituir las más grandes
obras del
arte figurativo por objeto s reares de iguar benezi, consideraríamos En Estambul, los interiores de las casas, ya sea en los arabales

que con ello elmundo se habría mejorado,. como en cualquier otra parte, son lugares de reposo, en profunda
oposición con lo que se exüende más allá de la puerta. Aba¡rotados,

70
77
mal techados, encorvados, mimados, estos interiores son espacios
en aquellos años empezó a verse como un lugar en el que expe-
que asemejan plegarias, porque se oponen aluáfago dei mundo real
rimentar belleza. En la novela de Henry James La copa dorada
y porque son una metáfora del jardín del Edén o del Paraíso.
(1905), el personaje de Adam Verver, hombre inmensamente rico
Los interiores ofrecen simbólicamente 1o mismo que el Paraíso:
que reside en el extranjero, planea construir un "museo de museos'
descanso, flores, fruta, sosiego, tejidos suaves, dulces, pulcritud, fe-
minidad. La olerta puede ser tan imponente (y tan wlgar) como una
panla"Ciudad Americana'que le hizo rico. Su objetivo es .liberar
de las cámaras del Sultán en el harén, o tan modesta como el es- a las personas delyugo de la fealdad,. No se puede --o por lo me-

tampado en un cuadrado de algodón barato extendido sobre un co- nos no es fácil- transformar Detroit o Pittsburgh en los Catskills
1ín en el suelo de una casucha. o el Gran Cañón. Labelleza artística, sin embargo, es pofiátil y si
fuera posible poner a los ciudadanos, sumidos en la privación es-
Con variaciones en gusto y circunstancias, estos simbólicos tética, de la Ciudad Americana en presencia de "unos tesoros cui-
edenes o jardines- concentrarían más o menos las dadosamente elegidos por su carácter totalmente sagrado", se ha-
-interiores ría con ello un inmenso bien, si es que Moore tenia razÓn cuando
clases de cosas y cualidades que enumera Berger. He encontrado
una descripción fuertemente antagónica, obra de un guerrillero dijo que la contemplación de objetos bellos es el más elevado de
cent¡oamericano, sobre cómo tratar a los prisioneros cuya volun- los bienes morales. Ahora entendemos mejor por qué las arqui-
tad y espíritu se pretende doblegar: encerradlos, viene a decir, en tecnlras museísticas adoptaron, en tiempos de James, la forma de
recintos fríos y húmedos sin luz, con bichos y una comida delez- templos.
nable, rodeados por sus propios excrementos. Tornrra estética, po- Ei problema era que, justo entonces, la pinfura modema em-
dríamos liamarlo. Elegir entre estas dos condiciones ino es una pezaba a desviarse decididamente del modelo mimético. Roger Fry,

cuestión de gwtol Si se les diera la oportunidad, todos eiegirían el discípuio de Nloore, era un pintor y crítico moderno que organizó
Paraíso antes que el infierno en la jungla. Labelleza puede ser sub- dos sonadas exposiciones.postimpresionistas, en la Grafton Galiery
jetiva, sin duda, pero es universal, como subrayó Kant. Y ésa pue- de Londres, en 1910 y1912. En ellas, las representaciones artísticas
se distanciaban tanto de ios motivos representados que ni siquiera
de ser la intuición subyacente a la reflexión de Nloore que conec-
ta Ia belleza a la bondad y que, para Proust, conecta Ia beLleza a los críticos profesionales de arte supieron qué decir. Fry escribió:
y
"La mayoría de críticos ha dado rienda suelta a su ira su desdén
la felicidad. Labelleza conecta con algo inherente ala naturaleza
sin paliativos. Un caballero no quiso aceplar que era ttcapaz de en-
humana, lo cual explicaría por qué es tan importante la realidad
tender los cuadros, con lo que concluyó que se ttataba de una bro-
estética y por qué la privación estética --desposeer a los indivi-
ma colosal por parte de los organizadores de la exposición y, en
duos de la belleza- acabó adquiriendo la importancia que ad-
concreto, por mi parte,. Veamos ahora cómo trató de explicar Fry
quirió en los programas artísticos de la vanguardia.
la incapacidad de los críticos a la hora de captar eso que los mo-
ciernos de Bloomsbury, y hasta el propio Moore, que llegó a califi-
car la exposición de 1910 como ei acontecimiento del año, consi-
Er e{,EN ART¡ PITTDE No sER BErto
deraban que era labelleza objetiva de esas obras i¡auditas:

En cualquier caso, Moore creía que, al menos en las artes pic-


Todos ellos, casi sin excepciones, asumen tácitamente que e1
tóricas, una pintura belia es una pintura de un tema bello. Y eso
objetivo del arte es la representación imitativa, sin qr-te ninguno haya
le dio, me parece, cierta importancia al museo de bellas artes, que tratado de iustificar tan singr-rlar proposición. Mucho se ha hablado

1) i3
acerca de aquellos artistas que buscan lo feo en vezde consolarnos conseguir que ia gente entienda la obra; entonces verán en qué
con la belleza. Quienes así hablan olvidan que toda nueua obra de sentido es excelente. Esto, sumado a las explicaciones concretas
diseño creatiuo esfea hasta que se torna bermosa; que solemos apli-
que él mismo dio, es elgran logro de Fry, porque pone de mani-
car la palabra bello a aquellas obras de arte cuya familiaridad nos
fiesto que elvalor artístico muchas veces requiere una explicación
permite captar fácilmente su unidad y que nos parecen feas aquellas
para poderlo apreciar, cosa que Hume yahabiaentendido cabal-
obras en las que sólo a través del esfuerzo nos es dado percibir algo.
(La cursiva es mía.)
mente. .En muchos órdenes de la belleza, en particular los de las
bellas artes,, escribe en el primer capírulo de su Inuestigación so-
bre los principios de la moral, "es necesario aplicat gran cantidad
ParaFry, percibir esas obras como feas constituiría en realidad
de rzzonamiento para experimentar el sentimiento adecuado; y a
la proyección de una confusión mental que un curso de educación
menudo un falso deleite puede corregirse mediante el argumento
estética bonaria, permitiendo que su belleza fuera vista. Los pin-
y la reflexión". Hume señala conagudeza que -la belleza moral es
tores postimpresionistas, prosigue Fry, proclaman "la importancia
en gran medida partícipe de esta última especie".
primordial del diseño, que por fuerza desplaza la vertiente imitati-
Acepto, aun con reservas, la apreciación de Fry, así como el
va del arte a un lugar secundario,. Ésta es la base del formalismo
espíritu dela maravillosa observación de Hume' Niego, sin em-
de Fry.
bargo, que la historia dela apreciación culmine siempre en la apre-
Pero el propio Fry cometió un error todavia más grave que el
ciación de la belleza. Puede culminar, sí, en la apreciación del va-
de creer que el propósito de la pintura es imitar la naturaleza. Este
1or artístico, que es lo que Hume realmente quería defender en su
eror es creer que el propósito de los cuadros es ser bellos. El mé-
gran ensayo sobre cómo arbítar de forma cntica-y obietiva- las
rito de Fry fue grande, debemos reconocerlo, cuando entendió que
diferencias en el gusto. El error sería creer que el valor artístico
era preciso explicar algo a quienes se buriaban de la pinrura pos-
es 1o mismo que la bellezay que la percepción del valor artístico es
timpresionista pana que pudieran percibir su excelencia, como hi-
la percepción estética de la beileza. Ése fue, a mi modo de veq el
cieron los de Bloomsbury. Pero 1o que a mí me interesa destacar,
dogma de la estética edwardiana que la clase de arte selecciona-
sobre todo, es la visión apriorística según Ia cual el cuadro en cues-
do paralas exposiciones en la Grafton Gallery debiera haber cues-
tión era realmente bello si los espectadores sabían cómo mirarlo. tionado. Los edwardianos, por eiemplo, tuvieron toda la nzÓn al
Existe un tópico consistente en que la historia de la modernidad empezar a apreciar el arte africano. Incluso nrvieron razÓn aI pen-
es la historia de una aceptación. Docentes v conferenciantes repi-
sar que, en términos formales, podía ser considerado bello' Los vic-
ten una y mil veces esta historia alhablar de la apreciación del arte. torianos ltabianasumido que los "puebios primiüvos', al hacer arte,
La historia del arte siempre tiene un final feliz. La Afumpia de Ma- estaban tratando de elaborar objetos bellos, sólo que no sabían
net, abucheada en 7865, era un tesoro mundial un siglo después, exactamente cómo hacerlo; de ahí su -primitivismo'. Los edwar-
lo cual podría dar pie a Lrna peqlteña homilía sobre la circunspec- dianos se tenían por avanzados porque el formalismo les capaci-
ción cdtica. En El mu.ndo de Guermanleg Proust escribe sobre el taba panver belleza en lo que Fry denominaba "esculn:n negra".
modo en que "elabismo infranqueable enrre 1o que juzgabanuna Pero se equivocaban al pensar que habían aprendido mediante el
obra maestra de Ingres y lo que suponían que sería para siempre formalismo averLabelleza que era Iarazónde ser del arte afutca-
un "horror" (la Olympia de Manet, por ejemplo) se encoge hasta no. Su razón de ser nunca fue ésa, como tampoco lo ha sido en
que las dos telas parecen gemelas,. ¿Cómo se logra eso? Fry pen- Ia mayoria del gran arte mundial. Y en contadístrnas ocasiones es la
saba que mediante las explicaciones de los críticos. Es necesario razón de ser del arte actual,

/+ 75
Después de haber vivido en 1999la exposición Sensation en no significaba que cuando uno lograra ver que el arte que tanto
el Brooklyn Museum, estamos en disposición de simpatizar con había despertado ias irasyla inquierud de los críticos de Fry era
Fry. Casi como un soio hombre, los críticos condenaron el arte y finalmente bueno, iba por eso a encontrarlo bello. El Desrtudo anil
die¡on por sentado que les estaban tomando el pelo. Pero prefi- de Matisse es un buen cuadro, un gran cuadro incluso, pero quien
rieron tomárselo como una Primera Enmienda y no como una cues- diga que es bello no sabe lo que dice. Para descubrir cómo pue-
tión estética, y quizás en ello ruvieran más razón que alguien que delabellezadesempeñar papel alguno en el arte de nuestro tiem-
abrigarala esperanza de que, mediante la discusión, la belleza de po, tendremos que iiberarnos del axioma edwardiano que procla-
ese arte acabaita siendo percibida. Ser juzgado bello no es, ni ha ma que el buen arte es categóricamente beilo, siempre y cuando
sido nunca, el destino último del arte. David Hume no podía sa- sepamos cómo reconocerio. una de las victorias de la historia con-
berlo, y quizátambiénparu Roger Fry fuera históricamente dema- ceprual del arte del siglo >x es habemos dado una idea mucho más
siado pronto para darse cuenta, entre otras razones porque ese arte compleja de ia apreciación artística de la que tuvieron a su dispo-
que tanto les costaba aceptar a sus contemporáneos a menudo de- sición los primeros modernos, o la modernidad en general, hasta
mostraba, con el tiempo, ser artísticamente bueno justo en los tér- su formulación en los textos de clement Greenberg ya en los años
minos que él había anticipado y Hume explicado: a través de un sesenta. Volveré a ello en el próximo capítulo, donde hablaremos
paciente análisis crítico. Buena parte de lo que impedía a la gente de eso que yo denomino la \?nguardia Intratable.
percibir la grandeza de las primeras pinturas modemas eran unas
teorías rmprocedentes acerca de lo que debía ser el arte. Pero eso

Frcun¡ 5. Henn &fatisse, Desnudo azul, 1907


Magnífico quizá, pero no bello.

77
76
2. LA VA}{GUARDLA. INTRATABLE

un loco e incontenible deseo de asesinar a la


¡"ff.ll"to
Trusr¡¡ Tz¡nq.

Casi al principio de Lrna Enlporada en el infierno-supuesta


crónica alegórica de la tempestuosa relación de su autor con el
poeta Paul Veriaine-, Rimbaud escribe: "Una noche, senté a la Be-
lleza en mis rodiilas. la encontré amarga. Ia injurié"'i La
-Y -Y
entre los artistas de
^amargufa de la belleza, seria una epidemia
vanguardia dei siguiente siglo, pero no era un pensamiento co-
rriente en7873, cuando Rimbaud pubiicÓ su poema' En el retrato
de grupo realizado por Fantin-Latour un año antes' Un Coin de Ta'
ble,Rimbaud aparece sentado con Verlaine y otros bohemios en
un grupo llamado Ies uillairn bonhommes, donde podría decirse
que Veriaine y Rimbaud eran "los más viilanos'' El retrato de Rim-
baud--ei único retrato suyo que merezca tal nombre del que dis-
ponemos- es el de un ioven excepcionalmente hermoso, casi an-
géli.o, con rizos dorados, mostrado en actitud pensativa' Contaba
dieciocho años y era un calavera; y la discrepancia entre el perso-

1. Aquí Danto cita l¿ traducción inglesa del verso ("A¡d I abused her,). Los t¡aducto-
res españoles de Rimbaud no dan del todo la razón a Danto, al ¡aducir
sistemáticamente el

Je t'ai trqitriÉe de Rimbaud por Y la


iniuríé, y no por "Y abusé de ella". A lo largo del libro
alremaremos. en función de los madces del contexto, enÚe injuriary abttsar. (N. del t )

79
naje y su aspecto exterior, como en el Dorian Gray de Oscar Vil- a las personas que son rmportantes,,. Kant afirma a continuación que
de, es una característica nota discordante que ha contribuido a dar "el principio subjetivo del iuicio de io bello es representado
como
mala fama a la belleza. La bajeza del personaje se extiende hasta uniumal, es decir, como aceptable para todos'. Desde esta óptica,
sus preferencias estéticas, que éi mismo cataloga en el apartado la injuria alabellezaencarna simbólicamente un atentado a la mo'
Déliresde su poemai .Pinturas idiotas, sobrepuertas, decoraciones, raiy, por lo tanto, a la humanidad misma. 'Me he armado contra la
cuadros de saltimbanquis, enseñas, estampas popuiares; lalitera- iusticia,, dice Rimbaud tras confesar su crimen. El poema describe
tura pasada de moda, latín de iglesia, libros eróticos sin ortografía, el precio que se vio obligado a p gar
novelas de nuestras abuelas, cuentos de hadas, libritos de ia in-
fancia, viejas óperas, refranes estúpidos, ritmos ingenuos,. Lo que
no podía saber Rimbaud era que un siglo después su inventario Arrnoporoclt n¡ u. BELTEZA

acabaría encajando en el canon de una estética alternativa, bajo el


epígrafe del "camp'. No está claro que a Kant la iniuria alabelleza, si hubiera sido
Aunque no sea mi intención lanzarme a interpretar elpoema capaz de imaginarla, tuviera que parecerle ipso facto un perjuicio
de Rimbaud, qu\zá se pueda leer como un homenaje del autor al moral, ya que labeLleza únicamente simboliza la moralidad, y en-
poder de labelleza, pese a sus discrepancias con ella. Hasta que abu- tre los luicios morales y los estéticos sólo se da la clase de analo-
só de la belleza en la tercera línea, su vidahabía sido un festín, gía, siguiendo su eiemplo, que puede existir entre un estado y un
.donde todos los corazones se abrían, donde todos los vinos ma- cuerpo animado. Por tanto, sólo en un plano simbó1ico los impe-
naban,. Ahora, sin embargo, es como si el poeta estuviera conde- rativos estéticos son imperativos morales. Kant reconoce que en
nado a la locura temporada en el infierno- como castigo. temas de bellezano todo el mundo estará de acuerdo en todos los
-una
Él mismo titula explícitamente el apartado del poema donde cles- casos particulares, pero la analogía requiere la creencia en que de-
taca sus preferencias antiestéticas como Delinos. El apartado se cie- bieran hacerlo, independientemente de Ia fuerza de dicho deber.
rra con un aparente retorno de Rimbaud a Ia razón, aunque tam- En la Ilustración se creía que unos mismos principios morales
-la
bién pueda leerse bajo una profunda ironia: "Todo eso ha pasado. Regla de Oro por eiemplo- debían de encontrarse en todas las
Hoy sé saludar alabelleza,, Es como si Rimbaud intuyera un pen- sociedades, con lo que la universalidad parecería coefiensiva a ia
samiento que dudo llegase a leer en la Crítica d.el juicio de Kant: humanidad. ¿Se mantend ria el paralelismo respec to a la belleza?
"Lo bello es elsímbolo de la moralidad". Resulta interesante comprobar que Kant maneiaba las diferencias
Eltexto de Kant no siempre resulta fácil de segulr, pero su men- morales y esiéticas de modos sistemáticamente paralelos. Le,vendo
saje es evidente: que algo nos parezca bello no sólo implica que los viajes del capitán Cook descubrió ios Mares del Sur y es evi-
sintamos placer al experimenrarlo. Lo beilo .agrada y pretende e1 dente que la otredad de las sociedades descritas por Cook le cau-
asentlmiento universal'. Por ello, -ei espíriru se siente en esto como só una honda impresión. Kant se pregunta si nosotros seríamos mo-
ennoblecido, y se eleva por encima de esta simple capacidad. en ralmente capaces de vivir esas otras vidas. Entre la casuística
virtud de la cual recibimos con placer las impresiones sensibles, y enumerada para ilustrar la acción del imperativo categórico, habla
estima el valor de los demás conforme a esta misma máxima del cle un indrviduo con talento que se encuentra en unas circunstan-
juicio,. Al enumerar los criterios decorativos seguidos en la creación cias cómoclas .y prefiere ir en búsqueda de placeres a esforzarse
de un hogar para ex presidiarios, el drector del centro dijo: "euisi- por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales' Si
mos hacerio bello porque labellezaes importante. Lo be1lo les dice tocios vivieran como "los habitantes de ios illares del Sur", eso es-

80 81
taría enteramente en consonancia con las leyes de la natwaleza;
así pues, una formulación dei imperativo categórico permitiría que
un hornbre .dejara enmohece¡ sus taientos y entregase su vida a la
ociosidad, el regocijo y la reproducción" (Kant es incapaz de pen-
sar el sexo, ni siqr-riera en los Mares del Sur, en términos que no
sean los de la procreación). Pero nosotros"no podemos desear en
modo alguno que ésta se convierta en una ley natural universal,,,
porque "en cuanto ser racional, necesariamente quiere que se de-
sarrollen todas las facultades en é1, ya que le han sido dadas y le
sirven para todo género de propósitos posibles,. Conclusión: los
isleños de los Nlares del Suq aun sin ser demasiado racionales, de-
berían vivir con arreglo ala ética protestante y eso es lo que no-
sot¡os debemos enseñades en nllestro rol de misioneros morales.
Kant no era ningún relativista moral. Lo que para los reiativistas
son diferencias culrurale s, para Kant son diferencias en el desarro-
l1o a imagen de las diferencias entre niños y adultos. Los isleños
de los Nlares del Sur son europeos primirivos, igual que un niño
es un adulto primitivo.
Pero de forma análoga Kant rechaza la estética de los Mares
del Suq tal y como élla entiende. Basándose, suponemos, en ilus-
traciones de carácter anuopoiógico que debieron llegar a sus ma-
nos, Kant sabía que hay partes del mundo donde los hombres se
recubren con una especie de tanraje en espiral: "Se podría adere-
zar una figura con toda clase de espirales y líneas delgadas pero
regulares, como hacen los neozelandeses con sus tatuajes, con tal
de que no se tratara de la figura de un ser humano,, esc¡ibe en la
Crítica d.el juicio; y en el mismo capítulo afirma: .Cabria agregat
muchas cosas a un edificio para el inmediato deleite del ojo, con Frcuna 6. Grabado de un hombre latuado'
tal de que no se tratara de una iglesia,. Son rmperativos del gusto, No es ornamentación: es otra casa

y sorprende que para Kant el tatuaje sea una mera forma de or-
namentación, como, pongamos, la eshruaria dorada de una igle-
significado, de la clase que sea, que dicho tatuaie pueda conllevar:
sia. en vez de una serie de marcas que pueden, como la antropo-
destreza miiitar, por ejemplo, o categoría cósmica, o como testi-
logía ha demostrado, no tener nada que ver con el embellecimiento
monio de haber superado alguna ordalia, Aigo parecido pasa con
sino servir para conectar ala persona tatuada con un orden más
las espirales de bronce que llevan ias muieres paduang de Birma-
amplio del mundo. Puede que el tatuaje nos haga admirar a su por-
nia. El número y altura de las espirales pueden expresar que su
tador; no será tanto, sin embargo, por razones estéticas como por ei
portadora es una figura importante sin ser un atributo de belleza,

82 83
o bien no tienen idea
Y aigo parecido podría darse en las ornamentaciones de esa igie- caso, lo que insinúa Hegel es que los chinos
de la belieza o su ideaáe e[a es errónea' A
diferencia de ios ar-
sia barroca alemana que a Kant Ie parece, por supuesto, ofensiva
se trasluce la compe-
al gusto, como si las pasiones de la iconoclasia noreuropea fueran tistas de Oceanía o África, en sus dibujos sí
cuántas escamas
meras expresiones de repugnancia estética. Ambos deberán, pues, tencia mimética. El chino "obserya atentamente
hojas de un árbol' etc''
ser valorados en términos de juicio cognitivo y no estético. No es- ilene una carpa;cuántos dientes poseen las
no son el terreno de su arte y
toy diciendo que todos los casos del llamado embellecimiento ad- lpero1 lo Eievado, lo Ideal y lo belio
tachat de primitiva a una
mitan esta relectura, pero la posibilidad sugiere que una belleza áe su técnica,. Obviamente, sería absurdo
gran civilización como la china' De hecho'
ya era un tanto absur-
universal podría ser enteramente compatible con las diferencias
primitivos'
culturales; el enor sería entonces nuestro al considerar ciertas co- áo p.nru que los artistas oceánicos o africanos eran
a través de
sas como estéticas cuando su función es muy distinta, más cogni- ¿un¿o po. s.ntado que su meta era alcanzarlabelleza
no estaban ala altuta
tiva.La diversidad estética del arte mundialpuede convivir con la una mimesis exacfa'pero que' como niños,
una sÓlida educación en
idea de una belleza más o menos igual en todas partes, basta con de la tarea y 1o único que nécesitaban era
chinos son'demasiado
que estemos dispuestos a defender la tesis y pensemos que allí beaux arts.Hegel.oÁ.nt'' agrio, que los
aunque a menu-
donde se la encuentre evocaria una misma sensación de elevación orgullosos para aprendet nada de los europeos;
En honor alavet'
en el espectador. do deban reconocer su lnuestra] superioridad''
corrección objetiva de
Si, por otra parte, el taruaje en los Mares del Sur resulta en ver- dad histórica, los chinos sí reconocieron la
aI'
dad belio "a los ojos de los isleños delMar del Sur,, Kant se sien- ü p"rrp..ti ra occidental cuando los misioneros les enseñarcn
embargo' fue
gunu, *u"rtras de ella en el siglo nn' Su a€titud'
sin
te capaz de opinar que, senciliamente, se equivocan. No saben 1o
lo correcto v lo in-
que es \abelleza, que éldefiniría en términos de lo que nosotros in a. "¿y qué?,, dando a entender que no existe
que ver con
diríamos una Estética Protestante. Hasta Hegel, que yo sepa el pri- .o.r..rt, ,ino qo. la corrección óptica no tenía nada
en su propia culrura' El
mero de ios grandes filósofos que hizo un esfuerzo serio en con- la pinrura tal y como ellos la praciicaban
como para
templar pinrura y escuchar'música, y que, como veremos, fue un artl chino, en cualquier caso' era lo bastante hermoso
decorativos desde
ext¡aordinario crítico de arte, tuvo problemas con otras tradiciones. que los europeos se apropiaran de él con fines
"Los chinos,, afirma en sus Lecciones defilosofía de la bistoria,'po- .t ,igto *.r. iu .ult .hi''u, sin embargo' alimentaba una idea
rru
y de la importancia
seen, como característica general, una notable capacidad de imita- muyiistinta de las metas de la representación
ción, que se ejercita no sólo en la vida cotidiana sino también en de ia verdad visual.
y en cambio nadie podría describir su arte
según la cual
el arte. Todavía no han tenido éxito a la hora de representar lo be- .o*o feo, condiciÓn de la máxima de Roger Fry
"1go que su belleza fuese des-
llo como bello; porque en sus pinnlras, la perspectiva y las som- las cosuJ se percibirían como leas hasta
educación estética' con
bras brillan por su ausencia,. Entre paréntesis: Clement Greenberg cubierta. nra Uegel quien necesitaba una
de la mimesis como
observ-ó en cierta ocasión que Nlanet desplazaba las sombras has- su obsesión poiel paradigma renacentista
él mismo afirma en
ta los bordes de sus formas supone Greenberg, así las ideal. Pero, ailgual qr.,oJo el mundo, como
-porque, su Prefacio a Iafilosofía clel derecbo, era
hijo de su época'
veía en las fotografíaF-, con lo que aplanaba irrevitabiemente sus ti-
que elvíncu-
guras, 1o cual explica hasta cierto punto las protestas contra sus Como moderno qu. t'u, Roger Fry comprendió
se había flexibilizado
obras, altiempo que lustifica que Greenberg considerase a Manet 1o entre bellezay ,.ir.,tn"ción mimética
a los críticos hos-
el primer pintor moderno, por haber dado con ese carácter plano en su época. Sabía qr. .t' imposible convencer
muestran el mun-
que Greenberg declaró atributo específico de la pintura. En todo tiles a i exposición de que Cézanne o Picasso

85
84
do tal y como lo vemos, aunque desde luego hubiera teóricos dis- cabayaa su fin y nuestra era presente, que tanto le debe en io ar-
puestos a defender esta tesis. Fry prefirió en cambio proclamar que tístico a Duchamp, empezabatímidamente a ver la luz'
eso no tenía importanciay que el énfasis no debía recaer en la vi- En 1905, meditando sobre el pleito un tanto absurdo entre
sión sino en el diseño, por emplear los términos de su célebre whistler y Ruskin que había sido la comidilla del público londi-
título vision y diseño. Entoncespodremos ver la belleza del arte nense en 1879, Proust escribió que mientras \lhistler estaba en
lo
africano y chino, después de haber renunciado a los engañosos cierto al decir que existe una distinción entre arte y moralidad, en
gran
criterios miméticos que tan importantes eran pata Hegel. Al flexi- distinto plano Ruskin también leníatazÓnalafirmar que todo
bilizar elvínculo entre belleza y mimesis, Fry estuvo a un paso de arte es moraiidad. Ya hemos visto que en 1903 Moore argumentó,
convertirse en un gran crítico formalista de arte, pero como siguió sin pestañeaq que la conciencia de la belleza estaba entre los bie-
po-
contemplando el vínculo entre arte y belleza como una conexión nes morales supremos. Creo que, sin temor a equivocarnos,
que
necesaria, de modo que el arte siempre sería por necesidad bello, demos hablar de una atmósfera en el incipiente siglo >x en la
aúnhabtia sido vis-
no se le liegó a ocurir, como teórico, que ha habido tradiciones la imagen rimbaudiana de injuria alabelleza
artísticas enteras en las que labeLleza nunca fue importante. La be- t^ .o.o un ataque a la moralidad. No puedo imaginar gesto más
lleza no era el arco iris que nos esperaba como recompensa a una gráficode injuria alabelleza qué esa obra de 1919 e¡ la que Du-
observación prolongada. Nunca la contempiación estética ha sido it"-p dibuló un bigote sobre una postal de ia Mona Lisa y escri-
el único modo adecuado de abordar el arte. En otras palabras, a bió una pequeña obscenidad baio ese paradigma de la quintae-
Fry nunca se le ocurrió, como tampoco se le ocurrió á Ruskin, que sencia del arte. Como todo Duchamp, esta obra es campo de
labelleza incontestablemente pre,senre en. por ejemplo, las gran- interpretaciones fuertemente contrapuestas, pero me gustaría usar-
des catedrales, fuera talvez más un medio que un fin. No se tra- la aquí como indicador histórico de un profundo cambio de acti-
taba de plantarse frente al templo y quedarse boquiabierto ante su tud que requiere una explicaciÓn histórica. Quisiera centfarme en
ornamentación: había que entrar en la iglesia, siendo la belleza el un eiisodio en la historia del arte durante el cual, con inmenso be-
cebo, como tan a menudo pasa en las relaciones sexuales. nefiiio paralacomprensión filosÓfica del arte, se abrió definitiva-
El único contemporáneo de Fry que dio muestras de entender mente úna brecha lógica entre el arte y labelleza. Era una brecha
la idea ftie Marcel Duchamp. En unas conversaciones de 1967,Du- que había permanecido invisible para los miembros de Blooms-
champ dijo: "Desde Courber, se ha creído que la pinrura se dirige bury quienes, a pesar de todos sus ideales modernos, no eran en
a Ia retina. Ése ha sido ei error de todo ei mundo. ¡El estremeci- esencia sino edwardianostardíos. No supieron verla porque tenían
miento retinall,. Su argumento tiene mucho de histórico:
"Antes Ia la idea, expresada en la máxima de Fry, de que las obras de arte
pinrura cumplía otras funcíones, podía ser filosófica, religiosa, mo_ percibidas como feas serían finalmente percibidas como bellas. Y,
ral. Todo nuestro siglo es absolutamente retinal, salvo en ei caso a decir verdad, esta máxima siguió dictando lo que podríamos
lla-
de los surrealistas, que intentaron ir un poco más aIlá,. Duchamp, mar el a prioride la percepción artística hasta el umbral de nues-
a quien volveré, le contó esto a piene Cabanne, pero él había sido tra época. "Todo arte profundamente original", declarÓ clement
Greenberg, .inicialmente se percibe como feo'' 'La más alta
prácticamente el único en reconocer la profunda desconexión con- res-
ceprual enÍe arte y estética en sus readyrnades de 1913-1915, mo- ponsabilidad delartista es la de esconder labelleza,, diioJohn cage
mento que, en términos de historia del arte, fue ei apropiado para en la llamada ConferenciaJulliard de 1952, citando el Haikude
que esta idea cobrara carta de nartraleza como posibilidad filosó- W. H. Bl¡he. En mi opinión, la apernrra de esa brecha es la apor-
fica, cuando lo que podríamos dénominar la.Erade la Estética" to- tación de Io que yo denominaré Vanguardia Intratable'
I

86 87
UN¡ ngvu¡rr¡ coNTRA tA BELIEZA cribe Kant, introduciendo un no muy agraciado término retórico,
es una hipotiposrs de la moralidad, que presenta los conceptos mo-
i

A fin de contextualizar mi explicación histórica, me gustaría rales con cierta intensidad y poesía. "A menudo', observa Kant,
volver brevemente a la filosofía de Moore y, en concreto, al víncu- .describimos objetos bellos de la naturaleza o el arte con a1'uda
l

lo entre los dos bienes supremos que examina. Moore ve una co- '1
de nombres qúé parecen introducir una apreciación moral en sus
nexión ciara entre bondad y belleza..parece probable que lo be- fundamentos. Decimos que unos edificios o unos árboles son ma-
llo deba definirse como aquello cuya contemplación admirada es jestuosos y magníficos, unos paisajes risueños y alegres, e incluso
en sí misma buena.'Los dos valores, aftrma, están tan relaciona- de los colorés afirmamos que son inocentes, modestos, tiernos,
dos entre sí "que todo aqueilo que es hermoso es también bueno,. porque excitan sensaciones que poseen algo análogo a la con-
Y añade: "Decir que algo es bello es decir, no que sea en sí bu_e_ .i.n.i^ del estado anímico que suscitan los juicios morales'. Se da
no, sino que es un elemento necesario de aigo que es: probar que en el juicio estético, sin embargo, un desinterés implícito y una uni-
algo es verdaderamente hermoso es probar que un coniunto, con versalidad, que en la filosofía de Kant era el sine qua non de \a
el que guarda una relación específica como parte, es verdadera- conducta moral. La persona que valora la experiencia estética po-
mente bueno,. Así pues, para Moore hay una reiación casi de im- see un refinamiento moral en tanto él o eila resultan ennoblecidos
plicación entre el arte y labelleza, y entre la belleza y la bondad. atravésdel desinterés. Recordemos, asimismo, que Kant definía la
-En cuanto a la pregunta de cuáles sonlas cualidades
mentales en Ilust¡ación como la mayoría de edad de la humanidad, una etapa
las que la cognición resulta esencial para el varor de ras relaciones cultural que él hubiera supuesro que los isleños de los NIares del
humanas, está ciaro que incluyen, en primer lugar, todas aquellas sur no habían alcanzedo aún y que todawatardaríanlargo tiempo
variedades de apreciación artistica que formaban nuestra primera enalcanzar. Pero entonces la pregunta era: ¿cómo es que unas na-
clase de bienes., NIe parece que aquí Moore busca una conexión ciones definidas por ei altruismo civiltzadohabían perpetrado la
entre la cognición de la belleza y la clase de relación humana que guera más salvaje y prolongada conocida hasta el momento por
se empeñan en establecer quienes ven la belleza como un vaior. la historia?
Éstos buscan relacionarse con quienes sean exactamente como Esgrimiendo este lnterogante los artistas de vanguardia poli-
eiios en su alta estima de la experiencia estétic a. Trataránde enta- tizaronde un día para otro el concepto de beileza hacia I9I5, más
bla¡ relación con quienes más se les parezcan, con aquellos cuyos o menos a mitad de camino en el período reaclymade de la carre-
"estados mentales,, por emplear ia expresión de Moore, sean en sí ra de Duchamp. Fue en parte un ataque a la actirud según la cual
buenos. Y ése, y no otro, fue el principio en el que se basaba la ei arte ylabelleza guardaban una relación interna, como ies su-
amistad para ios de Bloomsbury: elgrupo constaba casi por ente- cedía alabellezay la bondad. Y el "abuso de la belleza, pasó a ser
ro de personas que otorgaban alabellezala más alta prioridad mo- un dispositiv o pafa disociar a los artistas de la sociedad que éstos
ral. Los bloomsburianos se tenían a sí mismos por los auténtlcos despreciaban. Rimbaud se convirtió en héroe moral y artístico, el
portadores de la civilización. po"iu q.r" todos deseaban ser. "Creo en el genio de Rrmbaud"' es-
Y por ello quizá creyeran que el signo de Ia cjvtlización era criblO ét joven André Breton a Tristan Tzara, autor del mani'fiesto
dadá de 1918. Pienso sobre todo en dadá cuando hablo
del pro-
crear individuos de su misma clase. N{e parece que en eso no an-
daban tan lejos de Kant, a tenor de la conclusión a la que llega yecto de ciesvincular alabelleza del arte como expresiÓn de re-
éste, a saber, que labelleza es elsímbolo de la moralidad, si bien vuelta moral en contra de una sociedad que rinde cuito a la belle-
en su caso la relación era una suerte de anaiogía. La belleza, es- za, y al arte por motivo tle la beileza. Así 1o recuerda Max Ernst:

89
88
Para nosotros el dadá era, por encima de todo, un¿ reacción pués del estado de locura, de total y agresiva locura de un mundo
morai. Nuestras iras apuntabanala subversión total. Una guera te- abandonado en manos de los bandidos, que se desgarran murua-
rrible e inútil nos había robado cinco años de nuestras vidas. Ha- mente y destruyen los siglos.
bíamos presenciado ei hundimiento en el ridículo y la vergüenza de
todo cuanto para nosotros se representaba como justo, verdadero y De ahí el sueño deTzara de asesinar alabelleza.
beilo. Mis obras de ese período no pretendían atraer a la gente, sino El arte dadá era febrilmente efímero: pósteres, sobrecubier-
hacerla gritar. tas de libros, caligramas, panfletos, recitaciones' como cabría es'
perar de un movimiento compuesto por poetas además de artis-
Ernst conociala guerra sido artillero- y su arte era tas. Estos objetos efímeros eran, en su fugacidad misma, 1o que
-habia
agresivo, como requeriala idea que abrigaba de los responsables Tzara celebró como "medios de combate". una exposición de arte
de la guerra como seres odiosos. Hasta cierto punto eso es aplica- dadá podia consistir en unos retales de papel, unas instantáneas
ble al dadá geÍnano en general. La primera exposición internacio- descoloridas y unos bocetos delcafé voltaire en Zurich, donde
nal dadá en Berlín incluía carteles donde se proclamaba la muerte transcurrió todo. El dadá se resiste a que lo consideren belio: ésa
del arte Kurnt ist Toh-y que añadían: "Largavidaalos mas- es su gran trascendencia filosólica frente al discurso tranquiliza-
-,Die
cbinm Kurst Tatkrs,. Sus miembros no querían injuriar a los valores dor según el cual, con el paso del tiempo, io que había sido re-
geünanos; querían aniquilarlos, obligando a la conciencia germana
chazado como arte por no ser bello acabaría cobrando carla de
a ffagarse un arte que no iba a ser capaz de digerir. Y quisieron ha-
naturalezacomo bello y sería reivindicado como afte. Puede que
esto sucediera realmente con ei arte de vanguardia del siglo lu
cerlo a través de una agresiva insensatez. El espíritu original del
dadá era una especie de juego exagerado a la sombra de la guena,
y principios delrc<. Nlatisse, por elemplo , pasÓ a ser para muchos
una forma de mostrar, con actos infandles, su desprecio por los pa-
paradigmade belleza, como les pasÓ a los impresionistas, tan de-
triotismos en conflicto: el propio término significaba .caballito de
nostados en su tiempo. En cambio, el dadá me parece el pata-
balancín, en lenguaje infantil, y los dadaísas de Zurích dejaron cons-
digma de lo que yo denomino Vanguardia Intratable, cuyos pro-
tancia de sus protestas con sus payasadas en cont¡a de lo que Hans
ductos sólo por error pueden considerarse bellos. No es ése su
Arp llamaba "lamaruapueril del autoritarismo, cap zrrcluso de usar
objetivo, no aspiran a eso.
elarte para embrutecer a la humanidad":

Mient¡as en la distancia tronaban los cañones, nosotros atacá-


Drr custo Ar ASco
bamos, recitábamos, versificábamos, cantábamos con toda nuest¡a
alrna. Buscábamos un arte elemental que, esperáb amos, salvaria a la
humanidad de la furiosa locura de aquellos tiempos. Aspirábamos a
El discurso de la redención estética nos asegura que, tarde o
un orden nuevo. temprano, todo arte nos parecerá bello, por feo que se mostmla al
principio. ¡Intmtauerlo como algo bermosolse vuelve algo así como
Y éste es Tristan Tzara en el manifiesto dadaísta de julio de un imperativo paftquienes contemplan un aÍe que de entrada no
1918: parece bello por ningún lado. Alguien me diio que había encon-
trado belleza en los gusanos que infestaban Ia cabeza de vaca, cor-
Queda por hacer un gran trabajo negaüvo de destrucción. Te- taday en visible putrefacción, puesta en una vitrina por elioven
nemos que barrer y limpiar. Afirmar Ia limpieza del individuo des- artista británico Damien Hirst. No puedo evitar sonreírme al pen-

o1
90
FIcr,'nt 7. Damien Hirst, ,4 Tbousand, Yean, 1990.
¿Tratar de uer esto corno algo bello?

sar cuál no sería la frustración de Hirst si la opinión de esta per-


sona 1a compartiera todo ei mundo. Su autor pretendía haceria re-
pugnante, siendo ésta la única cualidad estéticamente irredimible
que Kant reconoce enla Crítica del ju,icio estético. Para Kant la re-
pr-rgnancia era un modo de fealdad resistente a la clase de placer
que incluso las cosas más desagradables Furías, las enfer-
-,las
medades, las devastaciones de la guerra,- son capaces de causar
cuando son representadas como bellas por las obras de arte. .Lo
que provoca el asco[Ekely, escribe Kant, "no puede representarse
de acuerdo con la nahrraleza sin destruir toda satisfacción estéti-
ca,. La representación de una cosa o sustancia repulsiva obra en
nosotros el mismo efecto que obraría la presentación de una cosa
o sustancia repulsiva. Dado que el propósito del arte debe ser, su-
puestamente, ei de producir placeq sólo el más perverso de los ar-
1310
tistas acometeriala representación de 1o repugnante, que no pue- Frc¡'n¡. 8. Etpríncipe clel munclo, San Sebaldo' Nurernberg'
de, "de acuerdo con la nahrraleza", producir placer en espectadores tJn clesignio morul eLeuado, con escdso Susta

normales.
No tengo idea de en qué obras de arte,pudiera estar pensan-
do Kant como repulsivas, si es que pensaba en alguna, y es posi-
93
o)
ble que la idea misma de un arte repursivo re pareciera incon-
toy repugnancia. El juego permite parafrasear la visión de Jean
gruente: si una obra de mimesis representaba algo repulsivo,
sería Clair de lafin de I'art como elfin del guslo, un estado de las cosas
en sí repulsiva, contraviniendo su esanls artístico, que por narura-
en ei que la repugnancia actualmente ocupa la posición que en el
leza aspta a complacer, He visto una escultura en Nuremberg de
pasado ocupaba el gusto. Y, según Jean Clair, eso es justo lo que
finales del gótico donde una figura, conocida como Erpríncipá
aet expresa el triste declive del arte en los últimos sigios: "Del gusto.,.
mundo, que vista de frente presenta un aspecto bello y saluáable,
hemos pasado a la repugnancia".
aparece en estado de putrefacción y agusanamiento cuando
se la Me parece que Jean Clair exagera mucho la cuestión. Por su-
contempla por detrás: el cuerpo se muestra como si se estuviera
puesto, habrá quien obtenga r-rn placer perverso en experimentar
descomponiendo en la tumba. Espectácuros como éste explican
lo que el observador normal encontraría repulsivo: es aquel con,
por qué enterramos a los muertos. La idea, pues, es que sea vis_ digamos, -gustos especiales,. Leopold Bioom, el protagonista joy-
ta como repugnante por los espectadores normales y a todo el
ceano que saboreaba el regusto a orina de los riñones de su de-
mundo le queda muy claro de qué sirve most¡ar la descomposi-
saluno, nos da un ejemplo a pequeña escala de lo que quiero de-
ción corporal con la maestría de un tallador de Nuremberg. No es
cir. Andres Serrano, cuya fotografía Piss Cbrist se convirtió en
para dar placer al espectador: es para darle asco y paraque
así la talismán paralas guerras culturales de los noventa, realízó una fo-
obra actúe como uanitas, recordándonos de forma visibie que
la tografia menos conocida en una serie llamada La historia de la se-
carne es corrupta y sus placeres una distracción de nuestras
aspi_ xualidad. Muestra a un hombre estirado en el suelo, con la boca
raciones superiores, en concreto la de alcanzar labienav.ntur"rr-
abiertapara recibir un chorro de orina de una linda muchacha que
za eterna y evitar el castigo perpetuo. Mostrar el cuerpo humano
está de pie sobre é1. El acto se asocia aIa degradación, como por
como algo repulsivo supone, por supuesto, infringir las normas
supuesto sucede con el uso de la orina en Plss Christ. Es insepa-
del buen gusto, pero los artistas cristianos estaban dispuestos
a rable de la historia del sufrimiento de Cristo --de su pasión- el
pagar el precio por 10 que la cristiandad considera nuestro
más que fuera sometido a las indignidades que tan deliberadamente
alto designio moral.
persigue la obra de Serrano. Pero el gusto por la orina debe seguir
Que no nos cueste reconocer como afte Et príncipe d.el mun_
asociado con el asco, porque si no el gesto deja de tener sentido.
do incluso la téte de uacbe agusanada de Damien Hirst_ de-
-o
muestra io lejos que estamos de la estérica dieciochesc a y lo
Los artistas que se dedican a representar cosas repulsivas no pien-
san en este sector especial de su público. Lo que intentan, preci-
rotunda que es la victoria de la vanguardiarntratable. Es más,
¡e- samente, es utilizaf su arte para provocar sensaciones contra las
cientemente Jean clair, un críüco francés conservador, ha
sosteni- que, en frase de Kant, ,,luchamos con todas nuestras fuerzas,. Kant
do que lo que Kant señaia como un caso marginal se ha convertido
no habría tenido otro remedio que contemplar esto como una per-
en el arte contemporáneo en.una nueva categoría estética,
com- versión del a¡te. A estos artistas de nada les serviría que ei gusto
puesta de -repulsión, abyección, horror y asco,. El'asco,
explica por lo repulsivo se normalizara.Para sus objetivos resulta esencial
Jean Clair, es "un denominador común, un aire de familia, en el
que lo repulsivo siga siendo repulsivo, no que elpúblico aprenda
afie que hoy se produce "no sólo en América y Europa, sino
in_ a sentir placer con ello o a encontrarlo beilo de un modo u otro,
cluso en los países de la Europa cent¡ar que se han vist anojados
con lo que parecería que se han cumplido los pronósticos deJean
a la modernidad occidental,. La lengua francesa permite
un juego Clair. Si los críticos pueden aplaudir el uso de 1o repugnante en el
de palabras entre goút (gusto) y ügoút (repognancia) inaccesible
arte contemporáneo no es porque tengan a su disposición una es-
para el inglés, que no halla un parejo nexo morfémico
entre gru_ téüca nueva, sino porque están aplaudiendo el uso que de elio ha-

94
95
cen los artistas. A la vista de la vehemente polémica levantada por repulsivas. Los sujetos también dijeron sentir asco en situaciones
Jean Clair, sin embargo,valela pena detenerse un segundo en el en que "la envoltura exterior normal del cuerpo es r,ulnerada o al-
fenómeno de la repugnancia en el arte contemporáneo. terada,. NIe resultó filosóficamente instructivo descubrir que de los
"Repugnante" presenta un espectro de uso bastante amplio aproximadamente diecisiete niños cuyo estado de salvajismo ha-
como peyorativo, pero también, y hasta diría que fundamental- bía sido demostrado, ninguno dio pruebas de sentir asco de nin-
mente, alude a un sentimiento específico, señalado por Darwin en guna clase. Pero también aprendí del hecho de que a mis seme-
su obra maestra La expresión de las emociones en, el bombre y los jantes culturales les dieran asco más o menos las mismas cosas que
animales, como "excitado por algo inusual en la apariencia, el olor ami. '

o la naturaleza de nuestro alimento,. Que el alimento desempeña Este consenso generalizado me hace pensar que la mayoria de
un papel central 1o prueban, entre otros, "la expresión facial, que nosotros encontraría repugnante, sin vacilar, la obra de Paul Mc-
se cenÍa en la expulsión oral y el cierre de los orificios nasales, y Carthy, artista consagrado que se caracteriza por utilizar la comida
los fenómenos fisiológicos concomitantes de la náusea y Ias arca' de un modo que provoca(ta asco si contempláramos eso mismo
das,. Poco tiene qlle ver con el gusto en sentido literal. A casi to- en la vida real, confirmando la observación de Kant. Pensemos en
dos nos da asco la idea de comer cucarachas, pero, precisamente la que quizá sea su obra maestra, el vídeo de una performance ti-
por eso, pocos de entre nosotros saben realmente cuái es el sabor rulada Bossy Burger, siruado en un quiosco de hamburguesas cuyo
de las cucarachas. "Una mancha de sopa enlabarba de un hom- interior es absolutamente nauseabundo, con manchuffones secos
bre presenta un aspecto repulsivo, aunque por supuesto nada de y comida amontonada casi por doquier. NlcCarthy, vestido con uni-
repulsivo haya en la sopa en sí,, es uno de los ejemplos de Dar- forme y gorro de cbef
'ricialmente inmaculados, lleva Ia máscara
win. Nada hay de repugnante en la visión de un bebé con ia cara de Alfred E. Newman que connota imbecilidad, y su personaje no
manchada de comida, aunque, según las circunstancias, sí nos pa- deja de sonreír durante los cincuenta y cinco minutos de artes cu-
recería repulsiva una mancha de salsa marinaraen ia cara de un linarias cómicamente ineptas. Por ejemplo, vierte sobre algo que
adulto. Al igual que el embellecimiento, que trataré más tarde, la parece una tortilla una cantidadbárbara de ketchup, la enrolla
repugnancla es uno de los mecanismos de aculturación, y resulta mientras el ketchup sale disparado por todos iados, y luego pasa
curioso lo poco que varía la lista de cosas que nos asquean. Lue- a otra cosa. Después les tocará a la leche y a unos trozos de un
go 1a repugnancia es un componente objetivo en las formas de pavo bastante rancio. El personaje permanece impasible mientÉs
vida que la gente vive realmente. Al niño le enseñan muy pronto su rostro, su ropa y sus manos se van cubriendo rápidamente con
a limpiarse la cara, no sea que otros la encuentren asquerosa, y io que sabemos que es ketchup pero, sin embargo, parece sangre;
apenas podemos reprimir el gesto de limpiarle a alguien una man- pronto adopta el aire de un carnicero enloquecido. Amontona co-
cha de chocolate en la cara, no lo hacemos por é1, srno por noso- mida en el asiento de una silla. Deja escapar grititos de alegría
tros. Lo que él denomina "repugnanciabásica, se ha convertido en mient¡as se mueve dando bandazos por la cocina o entra en otras
el campo de investigación deJonathan Haight, un psicólogo de la zonas del escenario, cantando "NIe encanta mi trabajo, me encan-
Universidad de Virginia. Él y sus colegas se han propuesto deter- ta mi trabajo,. üle resulta difícil escribir sobre esta obra sin que se
minar "los tipos o ámbitos de la experiencia en que los america- me revuelva el estómago, y es prácticamente incuestionable que
nos sienten asco'. Las comidas, los productos co¡porales, así como el objetivo de NfcCarthy es provocar asco. Pero podría ser que,
es ninguna sorpresa- el sexo, obtuviercn punluaciones ele- como el escultor de El príncipe del mr,tndo, sus miras fueran más
-no
vadas cuando a la gente le preguntaron sobre sus experiencias más amplias. Talvez, por ejemplo, quiera "desenmascarar el falso idea-

96 97
que hacer el arte que hace debe de resuitarle un suplicio. Pue-
la pu-
lismo endémico (según él) en las películas de Holllnvood, de que ello revista labelleza moral inherente al hecho de some-
Es posible terse a una ordalía, sobre todo cuando se hace por elbien de la
blicidad y el foiclore", como escribió un comentarista'
que su otra "expiore sin tregua y con rigor la cándida inocencia comunidad. Pero aun tratándose de esta clase de ordalia, no ten-
i.l .nt .t..rimiento familiar pata revelar la sordidez de sus funda- dria más remedio que ser repugnante, aunque nos parezca "belio'
podita' en vir-
mentos psíquicos", citando a otro crítico' También que así sea. Me resulta inconcebible que pueda tener a labelleza
con la belle-
tud de lá que Kant denomina hipotiposis en relación como horizonte de su obra.
todo, igual que
za, estaÍmostrando eso que realmente lo subyace a
preten-
la espaldainfestada de gusanos de Et príncipe del mundo
Luego proba-
ái, pon.. de manifiesto nuestra común mortalidad' Anr¡ RsYEcio
y sus obras en
biemente McCarthy sea una especie de moralista
verdad, siendo sll repug-
realidad quieran despertarnos a la triste "Nada se opone tanto a lo bello como lo repugnante", escribió
intacta la re-
nancia el medio para un fin edificante. Lo cual deja Kant en su ensayo de 7764 Obseruaciones sobre el sentimiento de
pulsión que su contemplaciÓn evoca' El asco sigue ahí' lo Betlo y lo Sublime. Lo sublime es un tema demasiado amplio para
que la obra
Un crítico podría décir, sin caer en la redundancia, abordarlo a estas alturas de mi investigación, pero merece la pena
sea re-
de McCarthy es repugnante porque es repugnante' Que señalar que en este texto precrítico, Kant observa de manera deli-
pugnante, en términos descriptivos' podría explicar' e
incluso irn-
ciosa que el antónimo de lo sublime es lo necio,lo cual sugeriría
de valo-
plicar, que sea repugnante estéticamente y como materia que ei dadá no perseguía tanto injuriat alabelleza como rechazar
el uso de una
ración critica.IJnavezsuperada la distirrción ent¡e lo sublime. Pero existe la remota posibilidad de que lo repugnan-
misma palabtaparavalorar y describi¡ los fans de McCarthy ten- te, al estar lógicamente vinculado alabelleza por oposición, tam-
dían derecho a decir que es bella porque es repugnante' N fin y bién mantenga con la moralidad el vínculo que mantiene la belle-
alcabo,laactiruddeldadápodríahaberseexpresadoasí:esre- za. A, principios de los noventa, los comisarios identificaron un
de los
pugnrni. porque es bello. Sería como decir que no es tarea género en el arte contemporáneo que llamaron "arte abyecto", que
Ernst
,.toot el hacer cosas bellas paravnasociedad inmoral' NIax podúaser aquel en que, sobre todo, pensabaJean Clai¡. "Lo abyec-
colegas dadaístas habian
le contó a Robert Motherwell que é1y sus to", escribe el historiador del arteJoseph Koemer, "no es novedad
orgaruzado vnavezuna exposición en unos
lavabos' ni en la historia del arte ni en las tentativas de escnbir esa histo-
Consütuye un vestigio de los imperativos de Bloomsbury' sin ria". Ent¡e otras fi¡entes, Koerner cita un pensamiento caracterísü-
embargo, el que los comentaristas de McCarthy
no qlogien su obra camente profundo de Hegel: "La novedad del a¡te cristiano y ro-
pesar de
po. r.rl.pugnancia y digan, en cambio, que ésta debe, a mántico consistió en tomar lo abyecto como su objeto privilegiado.
iodo, ,.ib.llaen términos descriptivos. "Me gustaría reflexionar En concreto el Cristo torturado y crucificado, la más disforme de
sobre la cuestión de la belleza en su obra", murmurÓ
un entrevis- ias criaturas, en la cual Iabe\Ieza divina se convertía, por la acción
El Times habla de
ador, .para pasar de 1o manifiesto a 1o latente". de ia perversión humana, en la más innoble de las abyecciones''
la "insólita belleza de la obra" y añade que "no es una belieza
es-
Rudolph \íittkower abre su gran texto sobre arte y arquitectura en
comprometida y ensimis-
tándar, por supuesto, sino una belleza Itaiia tras el Concilio de Trento relatando la decisión de dicho con-
mada,. Tengo que pensar que las percepciones de
iv{cCarthy de- cilio de mostrar las heridas y agonías de los mártires, paÍa, me-
de nosotros. Tiene, eso
ben diferir en muy poco de las del resto diante esa exhibición de afectos, despertar la compasión de los es-
una inruiciÓn casi perfecta para los "agentes repulsivos', con
1o
sí,
99

98
pectadores y fortalecer asilafe amenazada. "Incluso el Cristo debe portantes testimontos en aras de la verdad, de necesarios testimo-
representarse "doliente, sangrante, vejado, con la piel desgarrada, nios contra el poder,.
herido, deforme, pálido y feo" si el tema lo requiere., Hegel cita al
conde Von Rumohr, historiador del arte, que comenta una tradi-
ción bizantina anterior: ¡Ane¡o ros Arprs!

Acosn-rmbrados a la visión de honipilantes castigos fisicos, [ellos] A la vista de esa historia del sulrimiento humano que sin duda
representaban al Salvador en la Cruz colgado con todo el peso de ha sido ei gran producto cuirural del siglo >o{, asombra comprobar
su cuerpo, la parte inferior abolargada,las rodillas vencidas y do- lo desapasionado, 1o racional, 1o distanciado, lo abstracto que en
bladas a la izqr-rierda, la cabezaladeada pugnando con la agonía de realidad llegó a ser buena parte dei arte de ese mismo siglo. Lo
una muerte horrible. El tema que tenían en mente era, pues, el su- inocente que fue el mismísimo dadá en su negativa artística a gra-
frimiento físico como tal. [En cambio], los italianos solían dotar de tificár las sensibilidades estéticas de los causantes de la Primera
una apariencia reconfortante al Salvador en la Cruz, y de este modo, Guerra Niundial, dándoles balbuceos en lugar de belleza, necedad
por Io visto, seguían la idea de una victoria del espíritr"r y no, como en lugar de sublimidad, injuriando a la belleza en una suerte de
hicieron los bizantinos, de ia aniquiiación del cuerpo. payasadapunitiva. El espíriru lúdico necio, si uno quiere cen-
-o
surarles- de la Vanguardia Intratable sigue vivo en el arte de nues-
La tendencia renacentista a embellecer al Cristo cruci-ficado en tros días.
realidad fue una medida para darle al cristianismo tin barniz clási- Pensemos, como muestra, en una maravillosa exposición ins-
co restifuyendo al cuerpo tornrrado una suerte de gracia at\éÍica, talada en 1998 en el Kunsthaus de Zurich un tiro de piedra del
negando así el mensaje básico de la doctrina cristiana según el cual
-a
viejo Café Voltaire en el que nació el dadá- cuyo título procede
la salvación se alcanza a través de un sufrimiento abyecto. El es- de una de las caprichosas "demandas innegociables'de una re-
teticismo del siglo xvru fue un corolario del racionalismo de la re- r,uelta estudiantil de principios de los ochenta: "¡Abajo 1os Alpes!"
ligión narural. El triunfo de Kant consistió en lograr situar la esté- Ein frei Sicbt zum fu[ittelmeer ["Una visión ininterumpida del Me-
tica en el seno de la arquitectura crítica como una forma de juicio, diterráneo"l Surgidos en protesta contra la reconstrucción dei tea-
a sólo dos pasos de la razón pura. El romanticismo, ejemplificado tro municipal de la Ópera,los disturbios fueron en aumento hasta
por la filosofía de Hegel, fue una reafirmación de ios valores ba- resultar en una acción Io bastante militante como pam que inter-
rrocos de la Contrarreforma. Para Hegei elproblema del arte resi- vinieran las balas de goma y el gas lacrimógeno, pero también lo
día en su ineludible dependencia de la presentación sensible. bastante imaginativa como para generar algunas ideasbizarras,
Como en ia sangre, la carne desgarrada, los huesos destrozados, como la de demoler los Npes para deiar abierta una vista del Me-
la piei desollada, los cuerpos rotos, la reducción de la conciencia diterráneo: affasu los Npes efaunametáfora del cambio de iden-
a dolor y agonia en la representación barroca. Lo que ha hecho el tidad nacional ("¡Suiza tiene que ser reinventadato).La demanda es
arte abyecto es aprovechar los emblemas de la degradación como también puro dadá, como lo fueron muchas de las obras en la ex-
una forma de gritar en nombre de ia humanidad. "En la cultura con- posición. El subtexto poiítico de la exposición era demostrar me-
temporánea", escribe el crítico Hal Foster, "la verdad reside para diante el arte que suiza pertenecía a ia misma cuhura aftística que,
muchos en el tema traumático o abyecto. en elcuerpo enfermo o pongamos, Némania o Estados Unidos. Lo cual significa que la cul-
lesionado. De manera que el cuerpo es elfoco manifiesto de im- iura artística olicial de nuestros clías es dadá hasta la médula, io

101
100
que a su vez significa que virrualmente todo lo expuesto pertene- arte de toda preocupación, de la clase que fuera, por la estética, y
cia a La Vanguardia Intratable. tanto más cuanto que a la estética se 1a relacionaba tanto con la
El neodadá ya ha dejado de tener esperanzas de reformar la bellezanatural como con la artística. Razónde más, pues, para mar-
nación modema mediante ia agresión alabelleza. Pero es posible ginar aLabelleza y centrarse en ios aspectos filosóficos del arte,
que al debilitaq si no destruir, la relación supuestamente intrínse- tan afines con la clase de temas que atraian a los filósofos: el aná'
ca entre el arte ylabelleza haya posibilitado que el arte aborde de lisis del lenguaje y dela ciencia.
manera más directa las inhumanidades que tanto repugnaron a la Lo repugnante y lo abyecto de paso, lo necio- nos ayu-
-Y,
generación de artistas posteriores a la Primera Guerra Mundial. Y dan a entender lo densa que fue la sombra arrolada por el con-
esto podría expiicar Ia emergencia del arte abyecto también como cepto de belleza sobre la filosofía dei arte. Y como la belleza, es-
la clase de estética que tanto preocupa aJean Clair. En realidadla pecialmente en el sigio xvut, vivió tan estrechamente Iigada aI
Vanguardia Intratable no t¡ató el cuerpo como lugar de sufrimien- concepto de gusto, impidió que pudiera apreciarse toda la ampli-
to y como objeto del ultraje político. tud y diversidad del espectro de cualidades estéticas posibles. Lo
repugnante, por ejempio, hace que elespectador sienta asco por
el tema de la obra de arte que lo posee. En esto actúa exactamente
L¡, sErtEzA y orRq,s crJ-AilDADES EsrÉtc¡s igual que el erotismo cuando suscita en el espectador una atrac-
cón sexual por ei tema de la obra. Estas observaciones son un tan-
Considero el descubrimiento de que algo puede ser buen arte to ingenuas, por supuesto.Hatia falta una considerable interpreta-
sin ser beilo como una de las grandes acla¡aciones conceptuales ciónparadescubrir qué significaen una obra de arte el hecho de
de la filosofía del arte en el siglo )c(, aunque quienes Io realízaron ser repulsiva. El erotismo en una obra de arte puede tener como
fuesen todos a¡tistas; sin embargo, este descubrimiento habúa pa- objetivo que el espectador reflexione sobre su personalidad inhi-
recido trivial antes de que la Ilustración concediera alabelleza esa bida o sobre la pobreza emocional de su vida.
prímacía de la que ha venido gozando hasta tiempos relativamen- En una obra de arte, lo mono, exactamente igual que en la
te recientes. La aclaración logró desterrar toda alusión a la estética vida, es una forma de despenar en nosotros sentimientos de afec-
de las propuestas de definición del arte, si bien la nueva siruación to y protección hacia io que reviste dicha cualidad. A partir de
tardó en implantarse, incluso en la conciencia artística. Cuando los ejemplos de esta ciase, quizá ia propia estética pueda explicar, para
filósofos contemporáneos del empezando por Neison Good- empez f, pan qué tenemos el arte: para que nuestfos sentiÍuen-
^fie,
man, dejaron la estética de lado para hablar de representación y tos se impliquen en aquello sobre lo que trata el arte.
significado. no 1o hicieron con la expectativa de que un día vol- Creo que el gran logro de la Vanguardia Intrauble, además de
veríamos a la estética habiendo mejorado nuestra comprensión. eliminar labellezade la definiciÓn del arte demostrando que algo
Nlás bien lo hicieron con la conciencia de que \abelleza no forma puede ser arte sin estar dotado de belleza, fue demostrar que el
parte ni de la esencia ni de la definición del arte. ane hadesplegado tantas posibilidades estéticas que constituia una
Lo cual no significa, sin embargo, eue ia estéticano forme par- distorsión pensar en é1 como si sólo tuviera una. No creo' como
te ni de la esencia ni de la definición del arte. Lo cierto es que la Jean CIaír, que con lo repugnante tengamos una nueva estética
estética habia acabado por identificarse de forma reduccionista con donde el mal gusto sustituya al buen gusto. Sí tenemos, en cam-
la beLleza, de modo que al purgar aI arte de la belleza se dedujo, bio, una rcvalonzación de las posibilidades estéticas, entre las cua-
de manera natural, que podíamos aislar el análisis filosófico del l-es rina nueva forma de pensar label\eza en sí. O al menos la be-

1,02 103

U'NI\E&SIDAD DE ANNOQUIA
lleza como cuaiidad estética del arte en los casos en que éste sea 3. BELLEZA Y EMBETIECIMIENTO
bello. La diferencia entre la belleza y el resto de cualidades estéti-
cas, incontables en número, es que la belleza es la única que se
reivindica a sí misma como valor, en un mismo plano que la ver-
dad y la bondad. La aniquilación de la belleza nos dejaría en un
mundo insoportable, del mismo modo que la aniquilación de la
bondad nos dejaría en un mundo donde sería imposible vivir una
vida humana plena. No se perdería demasiado, en cambio, si la
belleza artística fuera aniquilada, sea cual sea el sentido que de-
mos a esta expresión, porque el arte dispone de una serie de
valores compensatorios y en la mayoúa de culturas artísticas del
mundo labellezaartística es Lrn atributo secundario. La cuestión fi- La historia del pensamiento estético desde el siglo xru nos lleva
losófica urgente será entonces cuál es el vínculo adecuado entre el de un discurso donde la distinción entre belleza nanlral y artística no
arteylabelleza. Y quizános sirva aquí de orientación elcaso, bas- se considera especialmente pertinente, aun reconociendo la existen-
tante más claro, de lo repugnante. Lo repugnante es más claro por- cia de cierta clase de límite entre ellas, a la idea de que ambas están
que lo que nos repugna en arte es más o menos lo mismo que nos separadas por un territorio más o menos extenso y en su mayoria
repugna en la realidad. Ésa es, si se me permite decirio así, la be- desconocido, que por un lado limita con labelleza nalural y por el
lleza del descubrimiento kantiano de que el asco no puede disi- otro con labelleza artística. Labe\leza de eso que podríamos deno-
mularse, de modo que cuando se representa lo repulsivo, su re- minar Tercer Rerro desempeña un papel mucho más preponderan-
presentación es tan repulsiva como 1o representado. En este caso, te en la conduct¿ y actitud humana que cualquiera de las otras (filo-
no surge la tentación de distinguir entre lo repugnante naturaly 1o sóficamente) más conocidas, ya que alamayoña de la gente no se
repugnante artístico, como sí ocuffe entre la belleza natural yla ar- le presenta muchas ocasiones de pensar en las bellas artes o con-
tística. Naturaimente que elarte puede asquearnos si nos muestra templar las maravlllas naturales, por mucho que ese cieio est¡ellado
objetos repugnantes. El artista flamenco \7im Deloye creó unos de arriba del que bablaba Kant pueda inspirar temor y una sensa-
azulejos para el baño en los que figuraban unos excrementos muy ción de inmensidad hasta en la más común de ias personas. Por be-
realistas. Si el arte nos da asco, será porque el tema del arte nos llezanaltrallo mejor será entender esa belleza cuya existencia es in-
da asco. La fotógrafa Ariane Lopez-Cuici tomó unas fotografías de dependiente de la voluntad humana, como el cielo nocturno o la
lo que médicamente se consideraba un caso de mujer mórbida- puesta de sol, los mares imponentes o los picos majestuosos. La be-
mente obesa. La gente no sólo se sintió asqueada por las foto- lleza de un jardín no sería, pues, belleza natural y la pregunta se-
gra(tas porque 1es habían enseñado a sentir repulsión por la gra- ría entonces si pertenece al arre o bien al Tercer Reino. En la vida
sa; también se indignaron con Lopez-Cuici por haber elegido una cotidiana anadie le pasa inadvertida labelleza delTercer Reino, pero
modelo como aquélla cuando existen innumerabies ejemplos de la historia de la estética, que ha recurrido ael,Japata tomar eiemplos,
modelos "bellas,, esto es, delgadas. Pero ¿que relación hay entre la a menudo puede que por notma- se ha olvidado de señalar io
belleza nalural y la artística? Quisiera examinar, e inciuso amplia¡
-y
distintos que son esos eiemplos de ia belleza natural o la artística'
la cuestión antes de abordar el lugar que ocupa la belleza en Ia Kant ejemplifica un primer momento en esta historia, como lo
obra de arte be11a. indica su elección de ejemplos: habia de las verdes praderas justo

104 105
después de hablar de los bellos palacios, disociando el juicio es- quienes veíana un Dios que se nos dirigía através de unas cas-
tético del interés que pueda uno tener en cualquiera de los dos. cadas o de los acantilados de Catskill. Además,la idea de conteni-
Cabe suponer que .un abrigo, una casa o una flor" son bellos del do surge tarde en nuestra comprensión del arte, en ese punto
mismo modo; y a Kant no parece interesarle 1o más mínimo tra- por Hegel como el fin del arte- en el que el arte
-identificado pretexto pan eljuicio intelectual, en vez de ser una
zar, desde la perspectiva del análisis estético, distinciones entre se convierte en
las flores y los adornos florales: "Dibujos en libertad, colltornos presentación sensorialde lo que se toma como una realidad. El arte
entrelazados entre sí,. Así, "la naturaleza es bella porque se pa- se conviefte en un pretexto para el juicio intelectual cuando entra
rece al arte,, mientras que "el arte bello debe parecerse a la na- en el museo. En los años en que Hegel daba clases de estética en
turaleza"; y de ahí que, desde la perspectiva de la belleza, como Berlín, el Altes Museum (como acabaúallamándose) de Schinkei se
mínimo en su esquema, la distinción entre arte y naturaleza no estaba construyendo en las proximidades' A Hegel le enfusiasma-
revista gran significado. En esto Kant era un hombre muy de la ba la perspectiva de visitar las colecciones y asistir al desanollo his-
Ilustración, época de gusto cultivado en la que incluso quienes tórico de las diferentes escueias de pinrura. Pero tenía muy presente
no eran muy ricos quedaban liberados de las exigencias del in- la diferencia entre una serie de esculturas dispuestas en un museo
terés inmediato en favor de la posibilidad de una contemplación pues, de la vida y tratadas como objeto de esrudio- y
-aisladas,
desinteresada de las bellezas naturales y los bellos productos del esa misma serie de esculturas como parte de una forma de vida en
genio artístico. Y ei mundo empezaba a parecer Io bastante se- la que representan a un panteón de dioses. En este último caso en-
guro como para que la gente viajara y contemplara los Alpes o carnan, para quienes creen en ellas, el espíriru de los dioses mis-
las maravillas artísticas de Italia. mos. Entre quienes les rinden culto, las estanlas son dioses, por así
Hegel define eisegundo momento de la historia, por cuanto decir. Al trasiadaflas a un museo, en cambio, se vrrelvetl objeto de
desde un principio juzga crucial distinguir claramente entre la be- atención para eruditos o entendidos y su contenido pasa a ser ma-
lleza artística por un lado y, por el otro, u¡¡ color bello, un cielo teria de investigación panla historia del arte.
bello, un río bello; y lo mismo unas flores bellas, unos animales be- Hay en Hegeluna ciase de arte que en general sÓlo mencio-
llos y, más aún incluso, una persona bella,. LabelIeza artística es na para desacreditario, pues no sirve como tema pata "Ia Ciencia',
"más elevada, que labelleza natural, al haber "nacido del espíriru,. término que, como é1 Io usa, poco tiene que ver con la ciencia na-
Como labelleza nafural, Iabelleza artística "se presenta a sí misma tural, que su sistema desprecia: designa, en cambio, "la Ciencia de
a la sensación, el sentimiento, la intuición, la imaginación". Pero lo uerdad,ero en su forma uerdadera', que, después de todo, es
no se contenta con gratificar a los sentidos: cuando ,las bellas ar- como Hegel piensa los procesos por los que el Espíritu alcanzaun
tes son arte verdadero", -s€ instalan en Ia misma esfera que la reli- conocimiento esencial de su propia naixaleza. "El arte puede apli-
gión y la filosofía", permitiéndonos comprender "los intereses más carse a un juego efímero,, escribe, "que brinda solazy pasatiempo
profundos de la humanidad y ias verdades más absolutas del es- al decorar nuestfo entomo, al revestir de amabiiidad las aparien-
píritu... desplegando en 1o sensible hasta la más elevada [de las cias de nuestra vida y ai lograr que otros objetos destaquen me-
realidadesl,. Aun en su mínima expresión, el arte posee un conte- diante el ornamento aftístico,. El arte así considerado no es libre
nido que debe ser captado; a diferencia de los cielos y las flores, sino "auxiliar, , es aplica.;loa fines que le son extemos, mientras que
trata de algo. Por supuesto, la distinción se desdibujaría si conci- el arte cornoarte "es libre tanto en su finalidad como en sus me-
biéramos la Naturaleza como un Lenguaje Visual Divino, siguiendo dios,. Sólo en este último caso pertenece, como ia filosofía, a lo
al obispo Berkeley o a los pintores de la Hudson River School, que él llama el Espíritu Absoluto. Hegel quiere describir el arte,

106 107
que se basa en una presentación sensible, a partir del pensamien-
to. Pero necesita trazar vna distinción respecto al pensamiento en
sí, totalmente paralela a la distinción entre bellas artes y artes apli-
cadas: .Sin duda, es posible emplear aLa ciencia como sirviente in-
telectual para fines finitos y medios accidentales,, concede, y no
para los elevados designios de la Ciencia con C mayúscula. Es lo
que cabría esperar de la idea de que el arte y el pensamiento son
lo mismo, siendo ia diferencia entre ambos que el arte emplea ve-
hículos sensoriales para transmitir su contenido. En cualquier caso,
Hegel ha identificado 1o que yo he denominado en párrafos ante-
riores un tercer reino estético, estrechamente reiacionado con la
vida y la felicidad humanas. Es, de hecho, coextensivo a casi to-
das las formas de vida humana:

Pues el arte y la belleza recoren como un genio amical todos


los quehaceres de la vida y adornan gozosamente todos los entor-
nos extemos e internos, atemperando la seriedad de las relaciones
y las complejidades del mundo real, anulando la ociosidad de modo
.";
placentero. [...] EI arte pertenece más bien a la remisión, al relaia- i:::::
r!;;
miento del espíriru, mientras que los intereses sustanciales requieren
en cambio un esfrrerzo. [...i Si et arte se mezcla asimismo por todas
partes con sus fbrmas complacientes, desde las pinruras guerreras de
los salvajes hasta la suntuosidad de los templos cargados con todas
las riquezas, estas formas parecen encontrarse sin embargo fuera de
la verdadera finalidad y obletivo de ia vida.

A alguien que tuviera al arte en este concepto le podría pare-


cer "inadecuado y pedante querer tratar con seriedad científica lo
que de por sí carece de una naturaleza seria,, como Hegel se ha
propuesto hacer en sus Lecciones sobre estética. No tengo la certe-
za de que Hegel discrepe de esto, pese a su personalidad sor-
prendentemente cosmopolita. Pues no será del arte aplicado de 1o
que hable en la gran obra que ha dedicado al tema. El arte, como
Frcun¡ 9. lvlarle-Ange Guilleminot, Le Mariage d'e Saini-Maur ñ Saínt-Gall' 1994'
el pensamiento filosófico, es una modalidad del espíritu libre. Im- Signif.cado enc arnado.
posible dudar, pues, de "\a dignidact del arte, para recibir un tra-
tamiento tan fiiosófico como el que damos a la propia filosofía.

109
108
de las simples cosas reales. EI aboutness, por otra parte,
no resul-
Pero ei arte es digno de ser tratado filosóficamente sólo desde la Pen-
taría demasiado útil para distinguir el arte del arte aplicado.
perspectiva de su vocación más elevada, que comparte con la fi- la exposición
semos en un vestido de novia que formaba parte de
losofía. Así pues, Hegel apenas pierde tiempo explorando el terri- era la
del Kunsthaus de Zurich , cifada en el capítulo 2. su autora
torio que él mismo ha descubierto, aquel en que el a¡te se aplica de arte
artista francesa Marie-Ange Guilleminot' No era una obra
a mejorar lavida, aun cuando, en ciertos períodos como el Rena- vestidos de novia di-
en el sentido que normalmente elogiamos los
cimiento, resulte difícil distinguirlo delArte con mayúscula. Cuan- ni esta-
cienclo que son obras de arte; ni el disefo era maravilloso
do a Alberti le encargaron una nueva fachadapara Santa Maria No- tejidos ricos y adomos
ba primorosamente cosido o entallado, con
vella en Florencia, ¿era decoración a gran escala o arte elevado? algo de
delicados. Era blanco, pero muy sencillo y austero, con
Hoy en día vivimos un problema parecido con la distinción entre de novia y, de hecho' la pro-
mortaja.Podría lievarse como vestido
artesania y arte propiamente dicho. pernlt-
pia artista lo vistió como tal en una performance un tanto
Pero tampoco la ot¡a frontera del Te¡cer Reino es excluyente,
trdora. Hemos alcanzado un punto en la historia del arte donde
sobre todo si tenemos en cuenta que en el capítulo dedicado a ias de an-
no hay razón porla que un vestido de novia -{ un vestido
personas bellas Hegel destaca, por ejemplo, la clase de belleza que no una "obra
dar por casa- no pueda ser una obra de arte' aunque
poseía Helena de Troya, que cabe suponer como una maravilla de de la pro-
de arte" en el sentido coloquial elogioso en que di¡íamos
la naúraleza. Las preferencias de Helena en cortes de pelo, ma- que se nos
pia novia engalanadaque -parece una obra de arte"' Lo
quillaje o vesfuario, sin embargo ,habrianpertenecido al Tercer Rei. vestido de Guilleminot
está pidiendo es que entendamos que el
no, puesto que se elegirían en función de una mejora, como la que ex-
requiere una interpretación, una atribución de significado
montura de una joya. Nfuchos ejemplos de Kant entran en este Ter- (Conviene saber que la artista
plique sus propiedades manifiestas'
cer Reino, como los abrigos y los jardines. No hubieran podido ser
irubia .osido varios kilos de plomo baloIa fa1da, para recordarnos
ejemplos de arte iibre en el pensamiento de Hegel, cosa que en
quizás el peso, o la carga, del matrimonio') El vestído eta
Ia
cierta medida nos ayuda a distinguir nuestra situación de la de -y
un signifi-
táea es baitante hegeliana_ 1o que yo he denominado
nuestros antecesores. vestir. el significado de un ves-
cad.o encarnaclo. como prenda de
En mi propia obra, por ejemplo, quise desde ei principio en- y procla-
tido de novia es su uso: Ia novia se lo pone para casafse
conffa¡ a toda costa el modo de distinguir las cosas reales de las
mala pweza de quien lo lleva así como la riqueza de los padres
obras de arte cuando no existía ninguna forma obvia de hacerlo
de la novia. Esra serie de usos simbólicos forma parte delsignifi-
mediante examen, como en el caso (mi favorito) de las cajas Bri- que en sí no
cado del vestido de novia en tanto'que obra de afie'
l1o y la Caja Brillo de Andy'Warhol, un problema que ni se pre- alguien
tiene orro propósito que ser utilizado de forma aftística. si
sentó ni probablemente se podía haber presentado en tiempos de
sepusieraelvestidodeGuilleminotrealmenteparaca'Sarse,SeeS.
Hegel. En 1828 era imposible que un abrigo pudiera ser una obra aI te-
taría aproximando a io que Duchamp llamaba ^readymade
de arte, como sí sucede hoy, de modo que fuera incorrecto darle
vés,, colocándose en este caso más cerca de la obra de
arte alai¡-
el uso que se le daría a un abrigo. Al buscar el modo de distinguir de usar un Rembrandt
versa que el propio ejemplo duchampiano
las obras de arte de 1o que yo denominaba "simples cosas reales,,
como tabla de Planchar.
utilicé el aboutness (¡eferencialidad) como principio de diferen- para el arte
Parte de lo que invalida tanto ia estética de Kant
ciación. Para que algo pueda ser una obra de arte, debe tratar de en ningu-
de nuestra época es que una obra como ésta no encaja
algo. Como hay cosas que pueden poseer aboutness sin ser arle, es ni libre
na de las claies de bitlezaque el filósofo distingue. No
se precisa algo más que contenido pan distinguir las obras de arte
111
110

l
ni dependiente. Un vestido de novia (real) posee una belleza de- ante todos los efectos más profundos del arte y permanece mudo
pendiente, en virtud de su vínculo con el ritual y el uso. Pero en cuando lo externo y lo circunst¿ncial desaparecen." Como he su-
cuanto arte, queda totalmente fuera del dominio de aplicación. Se- gerido, el gusto fue, en el mismo plano que la tazÓn, el atributo
gún Kant, Iabelleza es "libre" cuando -no presupone concepto al- definitorio de la Ilustración. En el Analisis de la belleza. Hogarth
guno de lo que el objeto debería sen,. Kant da como ejemplos de nos hace reparzr en la línea serpenteante tanto al describir la pier-
belleza libre la de las flores, los pájaros, las conchas marinas, pero na de un profesor de baile como la pata de una silla, una figura de
también la de los "dibujos a la grecque, el follaje de las cenefas o mujer o la forma de una tetera. Hogarth sostiene que cualquiera'
elpapel pintado". Es interesante que Kant clasifique "toda música y no sólo "pintores y entendidos,, sabe lo que es el buen gusto, del
sin palabras'como ejemplo de belleza libre. La belleza de un ves- mismo modo que su contemporáneo, el obispo Berkeiey, sostenía
tido nupcial, por su parte, está claramentg vinculada a un concep- que.la masa iletrada dela humanidad no se lamenta de ninguna
to. El concepto determina quién lo lleva, cuándo y por cuánto tiem- ausencia de certezas en sus sentidos y vive completamente a sal-
po y qué significa que sea blanco y que su portadora lleve velo. vo del peligro de tornarse escéptica'. Hogarth podía tazonar de
Pero un vestido de novia entendido como arte no queda cubierto este modo porque lavida inglesa encarnaba hasta tal punto esti-
por el mismo concepto. Es elvestido más bien el que cubre el con- los de vestuario, de decoración y artesanía que un inglés o in-
cepto, por cuanto lo absorbe como parte de su significado. Luego glesa bien siruados adquirirían el gusto con la misma naruralidad
es obvio que Kant no tiene un concepto independiente del arte que adqui{rían su lenguaje. O lo hariansi se les emplazara en una
bello, ya que el arte no posee ninguno de estos tipos de belleza. clase social afornrnada, como sus homÓlogos en elJapón de Heian,
Lo que Ie falta a Kant es el concepto de significado. Hegel le exi- período asimismo presidido por un gusto impecable. Todo esto bri-
ge al arte que tenga contenido si se han de mantener los parale- lla por su ausencia en ei análisis de Hegel, lo cual me parcce un
lismos entre éste y elpensamiento filosófico, pero su énfasis en el progreso hacia un tomarse más en serio elarte. El cambio nos lle-
adorno, la omamentación, el recreo del espíritu a través de los ob- va de la esfera del refinamiento de los sentidos a la esfera del sig-
jetos del arte apiicado pasa por alto el papel que los significados nificado. El problema de la introducciÓn del Tercer Reino por par-
desempeñan en ei Tercer Reino: pensemos, una vez más, en la te de Hegel es que el filósofo tiende a ttatarla desde una
Caja Brillo y en las cajas Brillo. Como he demostrado en otro lu- perspectiva propia del siglo xutt y no dei nx, en la que el arte fue
gar, poseen tipos de significado completamente distintos. El con- t¡atado con tanta seriedad que quedó solemnemente emparejado
cepto de arte forma parte del signficado de la primera, pero no con la filosofía.
delsignificado del envase de Brillo como arte aplicado o comer-
cial. Tiene cierto interés observar que Hegel piensa estéticamente
ios objetos del Tercer Reino desde la perspectivakanttana de 1a be- Er TeRcrn R¡wo os LA BELLEz{
lleza libre. Éstos nos complacm, como las conchas marinas y las
cenefas en las paredes, libres de todo concepto y por sí mismos. Llega el momento de tnatar el Tercer Reino de la belleza, que,
Nada distingue más nítidamente 1a filosofía del arte en Kant y aun incluyendo ios dominios de laferia de las uanídadesy Hrt''
en Hegel que el hecho de que para Kant eI gusto sea un concep- rna,no, demasiado bumano, ha sido terreno abonado de caza para
to central mientras que a Hegel no le merezca sino desprecio: "El moralistas y autores satíricos de todas las épocas, y sólo Io han to-
gusto se dirige únicamente a la superficie extema en la que actúan mado aux séneuxenia última década los liamados estudios cultu-
los sentimientos,, escribió. "El liamado "buen gusto" siente pavor rales. Es cierto que ha recibido relativamente poca atención filosG

112 t73
fica directa. Relatiuammte poc , porque el orgullo (en Aristóteles,
Hume y Davidson) y la vergüenza (en Sartre y quizá Kierkegaard) consciente de unas actividades que se suponen indignas de los se-
res humanos. Se percibe el rufo de semejante desaprobación en la
han generado una literanrralógicaal tiempo que moralista. Es como
sl los filósofos, al rehuirla, rindieran un tácito homenaje ala idea de
observación kantiana sobre el empleo de un marco do¡ado -mera-
Hegel según Ia cual labelleza del Tercer Reino, al no ser del todo mente para recomendarla pinrura por su encanto,. En un caso así,
libre, no puede aspirar a la atención filosófica. No puede, desde decreta Kant, "sería engalanarla y es un insulto alabelleza ge-
luego, ser contemplada como forma desplazada de filosofía, como nuina,. Comprobaremos a qué se refiere exactamente Kant si pen-
le pasa en el pensamiento de Hegel al arte en su "vocación más samos con qué frecuencia los comisarios modemos desprecian los

alta,.Labelleza delTercer Reino es esa belleza que algo posee sólo marcos y ordenan que sean retirados de los cuadros que eligen. Es
porque fue inducido a poseerla por medio de unas acciones cuyo como si, en vez de poner los cuadros en marcos dorados, esfuvié-
objetivo era ernfullecer. Es eldominio del embellecimi.ento, en suma. ramos bordando volantes de encaje a su alrededoq lo cual sería
al diccionario cuando habla de engalanar- ^acicalar-
En este reino, las cosas sóio son bellas porque fueron embelleci- -siguiendo
das; y a una conciencia filosófica puritana quizás elembeliecimiento
la,, .emperifollarla" y, por ende, un insulto al afie. El engaiana-
le parezca indigno--el término es de Hegel- de atención filosó- mrento tiene por objeto producir cierto efecto , y de ahi su gran afi-
fica. La moralidad ha sido siempre una cuestión filosófica funda- nidad con la retórica, cuyas artes tienen por objeto mostrar las cosas
mental; en cambio, las discusiones sobre modales, a los que Hob- peores o mejores de lo que en realidad son. .Engalanado,, .acica-
bes calificaba burlonamente de "pequeña moral,, apenas si han lado,, .emperifollado" son expresiones de desaprobación moralis-
dejado huella. Y en cierto modo se da un paralelismo entre esta dis- ta,y hasla cierto punto acafiean un imperativo subyacente: que
tinción y las reflexiones que entientan belleza y embellecimiento. la gente no debería aparccer de modo distinto a como Dios les
La explicacióntalvezse remonte alamás vieja de las distinciones
hizo. De ahí que Kant desprecie los cuerpos cubiertos de talua-
jes, cuando el cuerpo de Dios, al fin y al cabo- ya es
filosóficas
-la distinción entre realidad y apanencia.s- por cuan-
to los profesionales del Tercer Reino se empeñan casi invariable-
-imagen
todo 1o bello que puede ser. El imperativo se expresa en códigos
mente en modificar las apariencias de las cosas a fin de embelle- suntuarios, destinados no sólo a regular la conducta, pues todo
cerias o hermosearlas sin que esos cambios penetren en lo que código aspira a eso, sino a refrenar toda propensión a la exrrava'
gancía o el lujo. Y por supuesto engañar al espectador, a quien la
realmente las cosas son: "La belleza es sólo superficial,. La habili-
dadpara inducir tales cambios es aprendiday aplicadapor quienes belleza que le presentan le parece genuina en lugar del fruto de
en muchos idiomas se denominan esteticistas (en inglés, beauti- un artificio.
ciarn) y, quizá porque el embellecrmiento parece un ejercicio de El embellecimiento como modalidad de autoconciencia moral

frivolidad que no compromete en nada fundamental o esencial a supone una epistemologia harto complejay una metafísica delyo,
quienes a él se entregan, a los filósofos no les cuesta asimilar la es- que cabe explicitar aludiendo al papel que desempeña en sus tran-

tética filosófica como tal al estudio del embellecimiento, ala estéti- sacciones la imagen del espejo. Nos mi¡amos al espejo no sólo para
ca como la práctica de (por ejempio) la cosmetologia, con 1o cuai ver qué aspecto tenemos, sino para ver cómo esperamos que los
desca¡tan la disciplina proclamando que, en el mejor de los casos, otros nos vean y, salvo casos de un aplomo fuera de lo común,
sólo mantiene una relación marginal con lo Verdadero y lo Bueno. procuramos modular nuestra aparencra para que los demás nos
En este caso nos encontraríamos, sin embargo, ante todo un vean como esperamos ser vistos. Nuestra apariencn es índice de
e¡emplo de taxonomía moral, pues expresa una desaprobación in- nuestra felicidad o infelicidad , y tal vez por eso alimentamos un
concepto del Cielo como un mundo en el que la felicidad es in-
714
115
dependiente de ella, ya que Dios nos ve como somos sin que nues- del embellecimiento se cruzan a cada paso con diversos imperati-
traapaiencia desempeñe ningún papel. lrlos ve -sólo por nosotros vos morales concretos qlue vazan lo que podríamos llamar fronte-
y no por nuestros cabellos dorados,, como afi¡ma Yeats en un iró- ras del gusto (en cuyo reino se encuentran), a saber, que algo es
nico poema. demasiado sobrio, o demasiado recargado, o lo que sea' Estas de-
Si asimilamos nuestro concepto del arte al concepto de em- mandas estéticas pueden quedar invalidadas, como de hecho sue-
bellecimiento, entonces, escribe Hegel, .es que en sí no es de una le pasar, ante las consideraciones de orden moral. Cuando Kant es-
naturaleza seria,, aunque las consecuencias sí puedan sedo. cribió con desaprobación sobre el acto de adornar una iglesia,
quizá pensara que los adornos se. contradecían con la trascenden-
Desde esta perspectiva el arte se manifiesta como algo super- cia de algo que es la casa de Dios, como si a los arquitectos sólo
fluo, por mucho que el relajamiento del alma que pueda engendrar les moviera la adulación cuando ponían tallas, y no digamos ya
la obsesión por la belleza resulte menos nocivo que una molicie to- imágenes. Por la misma razÓn, entonces, debería prohibirse vestir
tal. Bajo este punto de vista y una vez comprobado que las bellas ropa cara en los servicios religiosos, como si la iglesia fuera, como
artes son un lujo, a menudo ha sido preciso defenderlas en su rela- el baile, un escenario de flirteos o seducciones. (En Tbe Pillow
ción con las necesidades prácticas en general y, concretamente, con Book, de iady Sei Shonogun, hay un pasaje donde ia autora se la-
la moralidad y la piedad y, siendo como es imposible demostrar su
menta de que un monje budista sea demasiado atractivo pata el
inocuidad, dar cuando menos aigunas razones que permiran pensar
ejercicio de la piedad, dado que su aspecto la anastra hacia el mun-
que este lujo del espíritu tal vez nos haya de deparar un mayor con-
do del que sus oraciones se supone deberían liberarla. Así que ¡cui-
tingente de ventajas que de desventajas.
dado con los curas guapos y las monjas bellas!)
Una posible réplica sería decir que Dios tampoco era tan aus-
Imagino que 1a decisión de crear un Fondo lriacional para las fu-
tero en sus gustos. En la Biblia aparece un célebre candelabro, uno
tes (National Endowment for the Arts) se podría haber justificado ape-
que un Dios curiosamente puntilloso ordena construir a Nloisés. Es
lando a nzonamientos de este tipo: que aunque a los contnbuyen-
un candeiabro muy barroco para unas gentes que, al fin y al cabo,
tes no debiera pedírseles que fnanciaran lujos, es posible argumentar
eran un pueblo del desierto, pero debía instalarse en un santuario
que el arte conduce a cierto relajamrento del materialhumano. Esta
digno de Dios y tenía que representar una ofrenda y un sacrificio
justificación perdió pie cuando el fondo empezó a dar su apoyo a un
de parte de los hijos de Israel, "para que pueda habitar entre ellos'.
arte que parecía producir el efecto moral cont¡ario, e inevitablemen-
El candelabro tenía que ser de oro puro y Dios describe su es-
te surgió 1a pregunta; qué tendríamos que apoyar un arte que
"¿Por
tructura con unas instrucciones tan detalladas que podrían constar
el tejido de ia sociedad política considera perjudicínl?,'
en cualquier contrato con un orfebre:
En todo este debate no deja de traslucir, pues, que la existen-
cia misma de un tercer reino estético está internamente relaciona-
Harás un candelabro de oro puro; lo harás todo de oro batido:
da con las cuestiones morales de un modo en que no lo está el el pie, el tronco, los cálices, botones y flor lormarán una sola pieza'
arte "en su vocación más alta,, ni tampoco la nauraleza en su ver- Seis brazos saldrán de los lados, tres de un lado y tres de otro'
tiente bella. Por supuesto, estas dos pueden acafiear imperativos, En el primer brazo habrá tres cálices en forma de flor de a\-
especialmente en los casos en que 1a belleza está amenazada y se mendro, con su botón y flor; en el scgundo btazo ambién tres cáli-
la es-
impone conservarla: no tenemos Ia certeza de que las bellezas de ces en forma de flor de almendro, con su botón y flor' Tal será
\a na1traleza o del arte vayan a durar siempre. Pero las prácticas tructura de los seis brazos que han de salir dei ronco'

rr7
[6
En el mismo tronco dei candelabro habrá cuatro cálices en for- no obstante, está en que el ejercicio del gusto se asocia con cómo
ma de flor de almendro, con su botón y flor. piensa la gente que debería vivi¡' El gusto no es una mera aplica-
Habrá también un botón debajo de los dos primeros brazos que .lOn ¿. criterio y de un discernimiento selecto. Forma parte del ri-
parten del tronco; otro debajo de los dos siguientes y otro debajo de tual. si pensamos en ello, la arquitectura de las iglesias forma
par
que el
los dos últimos: io que conesponde a los seis brazos dei candelabro.
te de la religión aplicada y difiere de ella del mismo modo
Tanto los botones como los brazos procederán del mismo tron- alta, o (para se-
arte aplicado difiere del arte "en su vocación más
co, y todo ello será de oro purísimo, trabajado a martillo.
guir con Hegel) del pensamiento aplicado frente al puro' De he-
Harás también en él siete lampariilas y las pondrás sobre el can-
iho, cada uno de los tres momentos del Espíriru Absoluto tiene un
delero para que alumbren delante de é1.
practicum en el Tercer Rerno en el que reaimente se vive la vida
hrlnunr. Y toda práctica está conectada con alguna visión de lo
La lista no termina aquiy, si algo queda claro, es que Dios
que la vida humana debería ser.
quiere que elsantuario que acoja al candelabro sea un trasunto de
Contemplemos ahora, descie esta perspectiva, el ejemplo kan-
la propia morada de Dios. -como hacen los neo-
tiano de una figura'adornada" con espirales
Si hemos de atenernos al testimonio del Éxodo, Dios no era zelandeses con sus tatuaies'' Hegel menciona la pinrura corporal,
ningún minimalista estético. Un candelabro como el que pide im-
como hemos visto, pero sin adoptar, que yo sepa, ninguna actitud
pone una graye catga a sus siervos, lo cual equivale a decir que es
especial al respecto si no es consideraria una forma primitiva
de
entendido como un sacrificio. Y, en los usos religiosos, es posible
embellecimlento, una forma errónea de izat el rizo' Para Kant, en
encontrar prácticas diamet¡almente opuestas al puritanismo pru-
cambio, la forma humana es como la fonna de una iglesia. En cuan-
siano. No es raro que se elaboren marcos sumamente decorativos
to obra de Dios, no puede ser mejorada. No requiere de delicade-
para ciertas pinluras sagradas, no para recomendar el cuadro, como
zas, aunque ias reflexiones de Kant acefca de los abrigos insinúen
dice Kant a propósito de 1os marcos dorados, sino para rendir ho- que está pensando en cortes elegantes y botones de oro' En am-
menaje, ciel único modo en que sabe hacerse, a la entidad repre- bos filósofos el saber antropológico excede a la comprensión
an-
sentada en la imagen , ye se un barnbino sacro, La misericordiosa tropológica. Ninguno de los dos entiende, por ejemplo, qué signi-
&fadonna o los santos notbilfige a quienes se les agradecen sus be- fica cubrir a conciencia la superficie coqporal de líneas circulares
que
néficas intervenciones. Elagradecimiento se expresa con una de- regulares mediante el tatuaje, o pintar el cuerpo del modo en
coración a menudo masiva y que va mucho más allá de las fron- Hégel debió de ver en grabados africanos o de los indios ameri-
teras del buen gusto, como los encajes en los vestidos de novia canos. No creo que eso pueda considerarse estfictamente embe-
que pasan el límite y se vuelven froufrou. De nada serviría que el llecimiento. No, porque aquí la pinrura o el dibujo cumplen im-
marco decorativo de la iglesia pentecostal fuera de buen gusto, portantes funciones de orden simbólico o mágico' Implican duras
porque de nada le serviría someterse a las ataduras del buen gus- pruebas sobrelievadas en aras del poder que confieren' Ponen a
to: si no es excesivo, se ha quedado corto. Los dictámenes deco- iu portador en contacto con las fuerzas superiores del universo:
rativos del gótico flamígero se enfrentan rotundamente al progra- espírirus y divinidades. Aquí el gusto no cuenta paranada, aunque
ma antidecorativo de la modernidadtalt¡ como se expresa en los la ornamentaciÓn pueda, por supuesto, ser exagerada' En princi
textos de Adoif Loos pio, una *oru"ráb densamente ornamentada no debe conferir
-y en las construcciones arquitectónicas de
Ludwig Wittgenstein-, quienes habrían suscrito el hermanamien- rnnyor., poderes que la más humilde delas m'azuzzabs' Si no fue-
Por lo
to kantiano entre austeridad y piedad. La clave filosófica de todo, ra así, todas las mazuzzabs deberían ser como la primera'

119
118
que debe ser algo gratuito, que es lo que el moralismo general- informáticos capaces de extraer la norma partiendo de todas las
imágenes que queramos escanear e introducir en el ordenador'
Es
mente sostiene en contra del embeliecimiento. Es un puro lujo,
frente al cual podemos, con Kant, ser negativos o bien, con Hegel, pocó ptonáUe que el morfo resultante encaje con el de un indivi-
mostramos indiferentes, o, con PhilipJohnson (cuando instaló un áuo .tn el que podamos toparnos, como también es poco proba-
ble que un ,", hurnuno individual sea el eiemplo perfecto de
la
frontón en el Edificio AT&T), positivos. Son esras filosofías antiré-
idea vigente de belleza. De hecho, se ha demostrado hace
poco
ticas delgusto las que coexisten en una cultura cosmopolita como
la nuestra. Sin embargo, las teorías del gusto no son una cuestión qu. uná imagen fusionada de unas sesenta personas sería votada
par-
de gustos: cada una de ellas acarÍea consigo toda una filosofía de como más atractivaque las imágenes de la mayoría de quienes
la
la condúcta y de la vida. La ornamentación de una estatua hindú ticiparon en la fusión. como morfo, sin embargo, coincidirá con
que posea un gra-
o de un icono milagroso pueden resultar desagradables a un mi- idea de bellezaa la que podria llegar cualquiera
nimalista reticente, del mismo modo que la austeridad de este ú1- do comparable de experiencia. Es, con ciertos límites que discuti-
En
timo podría ser criticada como falta de gratitud ante los favores remos en breve, universal, sin corresponderse con la realidad.
concedidos, La ausencia o presencia de adornos trasciende siem- la medida en que apreciamos la simetría y la regularidad como
de
pre las meras cuestiones de estética. Y eso también se aplica a los coordenadas de la belleza,éstas definen realmente una norma
seres humanos, en los que ia ausencia de maquillaje proclama, o la que las personas reales se apafiar. en distinto grado, hasta el
puede proclamar, un compromiso con la idea de que ser simple prnto de que la fealdadgenuina se asocia a la asimetría o la itre-
es un don. El embellecimiento tambrén puede, por la misma ra- gularidad. iUno de los problemas de vivir en un mundo donde se
zón, suponer un peso simbólico, que puede pervertirse si algo se ,"aprar"n,rn seres humanos que encajan estrictamente en 1a nor-
emplea únicamente por puro acicalamiento. Si los largos rizos del ,nu, aoao pasa en la televisión, es que los demás nos sentimos
chasidim se aceptaran como mero estilismo en un "look chasídico", insuficientÁs y hasta dislormes.) Los 1ímites de la universalidad
dejaitan de poseer para quienes los adoptaran peso simbólico al- quedan establecidos por el hecho de que el canon de beileza va-
guno y, desde luego, no expresarían ese compromiso frente a toda rie de sociedad en sociedad' especialmente por cuanto cada so-
una forma de vida que se entiende han asumido los chasidim. Ha- ciedad esrá formada por miembros de Lrn tipo raciai diferenciado:
estas condiciones empíricas un ne-
bría una diferencia entre una circuncisión "porque es bonita, y la "Así pues,, escribe Kant, "bajo
ci¡cuncisión como condictónpara sellar un pacto con Dios. Tal vez gro tendrá necesariamente una idea normal de la belleza [de la
fi-
nada de 1o cosmético esté totalmente desprovisto de significado gura humanal distinta a la de un hombre blanco, un chino una
simbólico. idea normal distinta a la de un europeo, etcétera" Es la imagen
Al tratar la belleza humana, Kant no presupone que haya un paratodala nza".
único modelo para la misma, porque es consciente de las diferen- En tiempos de Kant probablemente había muy pocos chinos
cias raciales y reconoce que razas diferentes alimentarán concep- o negros enla mayoría de centros europeos, pero Koenigsberg'
ciones dispares de la beileza humana. para cualquier raza,la idea doni. pasó toda su vida, era un puerto hanseáüco y no debieronde
Yo
de una persona bella, en términos fisonómicos, es el producto de faltarle opornrnidades para plncficar la fisonomía comparativa'
las
una especie de media inconsciente, un compuesto est¿dístico fiu- con¡eturaría que si lu i.e"ciÓn de un promedio trascendiera
p.ara
to de la imaginación productiva que dicta una norma "subyacente fronteras raciales la operaciÓn de morpbing se ampliara
-si obtendría-
aIa idea normal de belleza de la [figura humana],, como escribe abarcartipos raciales caucásicos, negros y orienrales-
de vaias razas
Kant en el capírulo 17 de su Crítica. Hoy en día exrsten programas mos una especie de hipermorfo que los miembros

t27
r20
podrían reconocer como bellos, sin variaciones por cuestiones de da una sonrisa feliz. También explicaría, creo, por qué el caso que
identidad racial. Es ésta una cuestión totalmente empírica: recien- Adamantios presenta a sócrates en Ia RQública es más difícil de
temente unas imágenes manipuladas en el ordenador de cabezas imaginar de io que pudiera parecer: un hombre perfectamente in-
femeninas racialmente indiferenciadas fueron contempladas como justó con aspecto de ser perfectamente justo. Podemos disimular,
las más bellas por varones occidentales y japoneses. y probable- dentro de uno.s límites, nuestfo aspecto, pero no de forma siste-
mente, a estas alturas, a través de la televisión y el cine, todos lo mática. La ciase de persona que somos se muestra a través de la
hayanvisto todo. clase de persona que fingimos ser, existe un límite para las posi-
elembellecimiento ha de ser ia meta, se supone que todos
Si bilidades de la cosmética de ia expresión, de revestirnos de un as-
desearían que su belleza se aproximara ala del hipermorfo. Kant pecto pensativo o sensible. Alguien podúa tener la impresión de
cita una obra de Policieto, el Doríforo o El ponador de lanza, que que no le aman por ser demasiado gordo, y eso podría ser cierto
acabó siendo conocida como el Canon, por cuanto encarnaba con o fulro, cierto según el criterio de la belleza normativa, falso según
una perfección tal las proporciones correctas de la forma masculi- el de la bellezainterior, que puede alertar a los demás frente al he-
na ideal que podía servir de atlas para escultores. pero la belleza cho de que alguien sea cruel o vacuo, o todo lo contrario. Kant
normativa es curiosamente insípida: una autoridad escribe que "ei aciertadá pleno cuando sugiere que la belleza interior no es sólo
equilibrio, el ¡itmo y la perfección minuciosa de la forma del cuer- cuestión de gusto, como la que impera entre ios adolescentes cuan-
po... no nos aÍaen como atraían a los griegos del siglo v". El pro- do se enamoran de héroes del fútbol y de reinas del baile de final
pio Kant se apresura a nsistir en que debemos "distinguir la idea de curso, o en los magnates cuando se casan con modelos para
normalde lo bello del idea\,, que en elcaso de los luego lucirlas como trofeos. La interioridad impone límites respec-
-únicamente dónde nos pueden lievar los trasplantes de cabello, la cr
seres humanos- reside en la expresión de cualidades morales. to hrrt,
"Esto demuestra que un juicio acorde con semejante norrna nun- rugía nasal, 1a liposucción, los rnplantes de pecho y slmilares. Pero
c6Ipuede serpura,nxmte estético )) que un juicio acorde con un ideal ya desde tiempos remotos la literarura de moralistas y cínicos re-
no es Lm mero juicio de gusto., Luego labelleza ideal puede im- bosa de una sabiduría que viene mucho al caso, haga o no acto
plicar un equilibrio entre la beileza normativa y ia expresión de lo de presencia en el arte clásico.
que Kant enumera como -bondad dei corazón, puteza, fuerza, paz, Hay una serie de consideraciones políticas implícitas en el em-
etc., visibles por así decir en manifestaciones co¡porales (como efec- bellecimiento que no creo que estén presentes en dicha literatura,
to de 1o interior),. Hegel caracteiza al arte romántico como sensi- por cuanto sólo hemos empezado a ser conscientes de ellas en los
ble a la demanda de hacer visibie la interioridad, de most¡ar lo que últimos tiempos. Estas consideraciones surgen cuando los miem-
una persona es en tanto que su figura coincide con sus senti- bros de un grupo comienzan a pensar que han estado tratando de
mientos. Esto explicaría por qué El portador de la lanza es insul- adaptarse a una norma de belleza que en realidad les vino im-
so: de estar Hegel en io cierto, el arte clásico no tenía ningún con- pu.rt^ por una clase política dominante, por los hombres en el
cepto de ia interioridad. También explicaría por qué una artisra caso de las muieres, o por los blancos en el caso de los negros o
contemporánea, Orlan, que se somete a cirugía plásüca panamol- algo menos marcado- por los genüles en el caso de los
-caso
darse a los prototipos estéticos, tiene de hecho un aspecto... es- judíos.como corolario del feminismo contemporáneo, las mujeres
calofriante. No muestra ninguna interioridad. y explicaría por qué p"nrrron que aspiraban a un ideal de belleza que les había sido
la sensación de vida que producen ias intervenciones de las fune- itnpu.tto por los hombres; o los negros, que aspiraban a encaiar
rarias subraya la muerte del cuerpo, inciuso cuando al rost¡o se le en un canon de belleza que en reaiidad era cosa de blancos. cuan-

722
123
jetadores, en las que una prenda identificada con ia feminidad
y
do la posibilidad de la imposición pasó a un plano de toma de
a ciertas
conciencia, ias prácticas embellecedoras cambiaron de repente. En que servía para construir una figura femenina con arreglo
na[u-
el caso de los afroamericanos, hasta una figura tan militante como lineas era proscrita y a cambio se ensalzaban los contornos
pezones se
Malcolm X pasó por una época en la que se sometió a un alisa- rales de la mujer. Los pechos quedaban en libertad, los
miento del cabelio, no sin esfuerzos pero creyendo que valiala marcabanatravésde las camisetas' ! contemporánea al surgi-
fe-
pena porque al final le verían sin los espesos rizos que se identi- miento de una cultura negra politizada, aparcctó una cultura
fican con la negrinrd. De este modo, en términos de cabello élmis- menina politizadacon la que las mujeres buscaron vivir de acuer-

mo no se consideraría negro (un rizado suave también valdía). El doconzupropiarealidadsexualtalycomoellaslaentendían,una


pelo es una parte del cuerpo fuertemente connotada en la culrura culnrra en la que labellezacomo se había posnrlado
anteriormente
negra, sqbre todo porque ias ondas forman parte delestereotipo era ahora vista como una trampa.
le de-
negro o, en todo caso, aparecerían en ese promedio que según A nadie que haya vivido las últimas décadas del siglo >x
Kant define ia norma dela raza. Pero tras reconocer que se habian iará desonariodo esto,
ni tampoco deja de resultar familiar en las
de sáti-
estado apiicando a sí mismos una norma que no erala suya, para iorrnu, que hoy asume. Sin duda, todo esto es susceptible
los negros el pelo rizado se convirtió en motivo de orgullo (y un rasy caricaturas, pero no cabe duda de que las luchas sobre los
cánones de belleza a aplicar van mucho más aLlá de
lo que Kant
negro nacido con el pelo liso podría optar por negrificar dicho ras-
de unos
go). El peinado afro pasó a ser un arma en las guerras estético-ra- describió como gusto y mucho más allá de la expresión
estados moraies que según éldebía acompañarlo'
De un modo que
ciales: exhibía orgullosamente aquelio que según las normas im-
que nos de-
perantes habúa sido considerado, por 1os demás y por uno mismo, examinaré en otra ocasiÓn, impedir que la manera en
a eso
como un rasgo de fealdad desde un punto de vista de statu quo finimos nos venga impuesta del exterior se acerca lo bastante
racial. El "black is beautifui,,es el rechazo poiítico a no ser oprimi- que Kant consideraba aulonomía como para insinuar la existencia
y el rei-
do estéticamente. Lo cual constituye un retorno a las distinciones áe un uír,culo profundo entre ia estética del Tercer Reino
no de la ética. Es rechazar un rmperativo categórico relativo
al as-
kantianas, porque implica aceptar una norma de belleza especíti-
u qYié-
ca parala raza. La culrura negra irradió a pafiir de los cambios cos- pecto que deberíamos tener y suscribir uno que se limite
méticos: la elección de nombres africanos, el uso de vestuario afri- n"r ro.o, en términos de raza y género, y a todas aquellas
en lo
cano, el cambio de religión del cristianismo al islam. El dilema facticidades que con el paso del tiempo puedan ir surgiendo
y, sobre todo en el
moral de una persona negra que parczca blanca es el eterno tema político. La cuestión no está exenta de peligros
de estar bien
del arte de Adrian piper. caso de las muieres, tiene unas fronteras que distan
puedan explicarse
En ciertos aspectos el caso del feminísmo es distinto, porque entendidas. Las diferencias entre razas' aunque
Son
no hubo una época en la que las mujeres buscaran delinir la be- por la evolución, no son obligada s parala evolución humana'
que con la especiación'
lleza femenina en términos de belleza masculina, aunque los pe- diferencias más vnculadas con la variación
ha exis-
chos planos en los años veinte sirvieran para reducir a la invisibi- Con la diferencia sexual, por su parte, hasta el momento
Y eso se pone
lidad un atributo tradicionalmenre femenino. Las mujeres habían tido un fundamento biomÓrfico parala generación'
querido como demuestra la literatu¡a, aún siguen queriendo- de manifiesto en el papel de la atracción sexual' El macho huma-
-y, sexualmenle
defini¡ IabeLleza femenina como se supone que 1os hombres la de- no está constituido dé modo tal que debe sentirse
fecundación'
finen y convertirse en aquello que los hombres quieren que ellas excitado, pues de no ser así no habria erección, ni
está de este
sean. Contemporáneas delafro fueron las quemas rituaies de su- ni superuio'encia de la especie. Labell'eza femenina

12i
r24
I
modo vinculada con la capacidad de estimular y excitar re-
producir-, y la hoy legendaria ^mirada masculina" es un -y agente
de la evolución.
Esto, naturalmente, podría cambiar si el reabastecimiento de
la especie liegara a separarse de la psicoquímica de la excitación
sexual. El Viagra todavia requrere la estimulación sexual, pero es
casi seguro que existirán prótesis eréctiles que puedan prescindir
de este atavismo, permitiendo que la erección sea una cuestión de
voluntad y reproduciendo de este modo eso que según san Agus-
tín fue la condición de Adán antes de la Caida, cuando era capaz
de plantar su semilia sin las tempestades de la pasión. Emancipa-
da de los imperativos del atractivo, la hembra humana será libre
de adoptar el aspecto que quiera, con indiferencia de lo que exci-
ta a los hombres. No está nada claro, además, que los métodos
postadánicos de fecundación estén escritos en el genoma. Con la
clonación y técnicas afines, podemos imaginar e incluso vaticinar
una época en la que a los hombres sólo se les requiera sexual- Ftcun¡ 10. Eva Hesse, consu Lrpanded Expansion,1969'
Recbazar la belleza como algo de mal gtuto'
mente para eI placer sexual, o en la que incluso puedan ser clo-
nados a causa de los problemas sociales atribuidos a ia testostero-
na. Nos adentramos en un mundo feliz y a c¿da día que pasa la
estética deiTercer Reino se vuelve menos frívola. taba pensando que 1a última cosa que querría una mujer -Kant
compaftía inevitabiemente las actitudes de su época respecto a ios
géneros- que aspirase a ser considerada hermosa es que 1a con-
Er pnn¡orcmq. DEr EMBEIECrMENTo ,id"rur"n repulsiva. Talvez esto parezca muy alejado de la fiioso-
fía del arte, pero en muchas culturas ei término "estética" se em-
Parte del legado dadáha sido un recelo hacialabeileza, como
plea parael género de atenciones dispensadas en 1o que el inglés
mínimo en arte. Cuando labelleza no era directamente objeto de americano denomina beauty shops(salones de belleza), una ioven
aborrecimiento, se daba al menos una actitud derivada: el arte, an- profesora auxiliar de una universidad canadiense me contó una
tes repulsivo que bello. La búsqueda de la belleza en ciave de as- u., qu. siempre que ve anunciada una plaza de estética en el de-
pecto personal, en cambio, ü pie a una import¿nte indusÍia. En partamento de filosofía, no puede evitar pensar que están buscan-
una entrevistarealizada poco antes de su premalura muerte, Ia in- do a alguien que sepa hacer la manicura. Y 1o que nos interesa sa-
novadora escultora Eva Hesse proclamaba con vehemencia su aver- ber es si estamos tratando con diferentes conceptos de belleza,
como implic ala idea de los tres reinos, o hay aquí una mayor uni-
sión por la belleza bonito,- en arte. pero como sabemos por
-lo
sus diarios, le preocupaba su propia belleza como mujer. Cuando dad de lo que a primera vista parece.
Kant oponía la belleza a la repugnancia en su rexto temprano En la fiiosofía del siglo xrrn, los tres reinos estaban obviamen-
"Ob-
servaciones acerca dei sentimiento de te conectados y por eso Kant pudo tratarlos como uno solo' Ai en-
1o bello y de lo sublime", es-
tenderse que la pintura era mimética, se entendía que 1os bellos
1.26
t27
cuadros eran cuadros de escenas bellas y personas bellas. Por nor- 4. BELLEZAINTERNA Y EKTERNA
ma, las personas de gusto ansiaban rodearse de objetos bellos, lo
cual significa que si coleccionaban cuadros, serían cuadros bellos,
lo cual a su vez significaba, concretamente, cuadros de cosas be-
llas, cosas que presentaran un bello aspecto en ese sentido del "pre-
sentar un bello aspecto, que hemos estado comentando aquí. Por
marginal que haya podido ser el embellecimiento en la estética fi-
losófica, fue el concepto central de la filosofíakantiana, que no
veía ninguna raz6n especial para dispensar un análisis distinto a la
belleza natural y a la artística.La estética del Tercer Reino era la es-
tética como tal, pero el embellecimiento era elparadigma. Así pues,
la discusión de este capítr:lo no ha sido tanto un interludio como Según los principios renacentistas, los cuadros eran ventanas
una preparaciín para abordar Ia cuestión de cuál puede ser la im- que daban al mundo, puras aberturas transparentes por las que
portancia de la beileza en arte, tras haberse visto injuriada a manos uno veía lo que vería si estuviera en el exterior, contemplando io
de la Vanguardia Intratable. De elio ¡,¡atará el siguiente capírulo. que elcuadro le muestra. El cuadro absorbía, pues, su belleza del
mundo, idealmente sin aportar nada a eso que uno ve, por así de-
ct a través de é1. Con ello se obvia, por supuesto, la aportación
del marco como elemento que determina elmodo en que el mun-
do se presenta a sí mismo al ojo en forma de imágenes. El pintor
prototípico extiende los dedos índice y pulgar en ángulo recto, en-
marcando el mundo hasta que éste se descompone en una ima-
gen que toma ei aspecto que el pintor quiere que tenga el
-hasta
cuadro-, como Lily Briscoe en Alfaro o, imaginamos. como cual-
quiera de los pintores de Bloomsbury Fry y \hnessa Bell
-Roger
entre ellos-cuando rastreaban el sur de Francia en busca de eso
que las escuelas de arte tradicronales denominan motiuos. De to-
dos es sabido que Kant era una persona muy casera; sin embargo,
vivió en una época de turismo estético. Los ricos viaiaban aI ex-
tranjero para contemplar vistas: los Alpes, Iabahia de Nápoles, así
como, no faltaría más, la Piazza de San NIarco, el Panteón, la To-
ne inciinada, la Acrópolis. Toda una industria de unágenes se puso
en marcha para proporc ronar souuenirs obletivos- de
-recuerdos
1o que uno había visto. Éste debió de ser, supongo, el contexto de
la afirmación, un tanto sorprendente, de Kant que ya hemos cita-
do, aunque no discutido, más arriba. En el $45 dela Crítica deliu'i'
cioKant dice: "La naturaleza es bella porque se parece al afie",

l?o
r28
cuando uno más bienhabria esperado lo contrario. Kant parece folio X de Mapplethorpe fusionan la instantánea pornográfica y el
estar diciendo que ei mundo es hermoso cuando se asemeja al género de elegancia fotográfica que su autor halló en las obras de
modo en que los pintores lo representan, mientras que nosotros Steichen y los fotosecesionistas, a quienes había admirado en la
creíamos que lo representaban porque primeramente era hermo- exposición Tbe Painterly Photograpb, orgaruzada por su amigoJohn
so. ¿O no habíamos entendido bien la ide¿ renacentista de que la McKendrie en el Metropolitan Museum, en 7973.Hasta entonces
belleza que vemos representada en ellienzo o el panel, siendo el no supo que la fotografia podía ser un arte, convencido quizá de
cuadro transparencia pura que no aporta nada de su propia cose- que la fotografra era esencialmente documental, por emplear el tér-
cha, es la única belleza presente en la imagen? mino de Caffin. Su nueva meta; en sus propias palabras, había sido
Hoy día este concepto de la transparencia deLa imagen re- "jugar con los límites, entre arte y pornografía. Se requiere cierta
surge en las discusiones de estética fotográfica. Roger Scruton es- suspensión de la actitud moralista para contemplar'una Polaroid
cribe: "Si una fotografía nos parece bella, es porque encontramos que Mappiethorpe dedicó a su propio pene inflado, erecto como
algo bello en el tema". Cuesta irnaginar cómo podría resistir esta trna cachipona gracías a un anillo de cuero que rodea sus testícu-
teoría frente al caso sobredeterminado de las fotografías de Robert los, en los mismos términos estéticos que las obras maestras de los
Mapplethorpe. Como hemos visto antes, ias fotografías de Map- fotosecesionistas en Tlte Painterly Pbotograpb, como por ejemplo
plethorpe tenían, según sus contemporáneos más avanzados, ei el exquisito Flatiron building, de Steichen. Pero ésa fue la para-
defecto artístico de ser inedimiblemente bellas, aunque a ojos del doja de su logro: mostrar eso cuya visión nos resulta a veces difi
gran público fueran discutibies, y hasta repulsivas, por su conteni- cil de soportar en unas fotografías tan bellas que apenas si pode-
do sexual explícito. En El malestar de la cultu.ra, Freud escribió: mos despegar lavista de ellas. Tan obsesionado estaba con la
"Que ia belleza deriva de los dominios de la sensación sexual es belleza como con la especial acürud que manluvo frente al sexo;
io único que parece cierto; el amor por la belleza es un perfecto en todo momento, su meta fue fusionar esas dos obsesiones dis-
ejempio de un sentimiento con un objetivo inhibido,. En cambio, pares.
continúa Freud. ,,los genitales en sí, cuya visión siempre es exci- La era de la fotografia no arrancaríahasta medio siglo después
tante, casi nunca se consideran bellos,. De estar Freud en 1o cier- de que Kant escribiera su texto sobre estéüca. Fox Talbot, su inven-
to, sólo obtendremos belleza cuando no representemos directa- tor, buscaba, por sus reconocidas deficiencias como dibujante, la
mente la zone dei piacer sexual. Vlappiethorpe podría ser visto, forma de que la Naturaleza se transcribiera a sí misma,, sin media-
entonces, como alguien empecinado en superar esta idea embe- ción de un artista: la cámara fotográfica era, en sus propias palabras,
lieciendo la mostración de los genitales, pan asi obtener imágenes .ellápiz de la Naruraleza,.La cáman se construyó basándose en los
bellas a ia vez que excitantes: pornografía y arte en ias mismas im- principios renacentistas, lo cuai explica por qué, hast¿ la invención
pactantes fotografías. Según un cíüco primrtivo, Charles Caffin, "dos de la digitalización,las fotografías han desempeñado roles de ca-
caminos se definen claramente en fotografía: el r:tilitario y el esté- rácter forense.La cámara era lo mismo que un testigo presencial.
tico, siendo la meta del uno registrar los hechos y la dei ot¡o ex- Luego, si uno tenía como meta e1 embellecimiento, estaba obligado
presar labelleza".ParaCaffinlafotografla era una de las bellas ar- a embellecer el objeto de la fotogra(ra para después registrarlo, cosa
tes (tíruio de su iibro) y .regístraria hechos pero no como hechos,; que en parte hizo Nlapplethoqpe mediante sus luces y sus sombras.
indudablemente, tenía en mente el modelo dei pictorialismo (to- De este modo, resiste 1a teoría de la transparencia pictórica.
mar fotografías que se asemejaran lo más posible a cuadros tona- Pero la cosa no acaba aqui, ni siquiera paraKant, quien reco-
listas como los de Innessy quizá \flhistler). Las imágenes del Port- noció 1a capacidad del arte de representar como bellas las cosas

130 t3r
I

presentada de acuerdo con la rralJraleza sin destruir toda satisfac-


I
I ción estética y, por consiguiente ,la belleza arfificial,,. Subrayo 1o
l
de "belleza artificial,. A eso me he referido yo como "embelleci-
I
miento"; sofisma estético que hace que lo peor aparezca mejo¡ en
I
el que se implican ia cosmética, la moda y la decoración, entre
otros, y donde no tratamos con lo natural sino con una belleza ma-
niptrlada. En el siglo xvttt, sobre todo en Francia, se trazaba un es-
trecho paralelismo entre pintar cuadros y pintar rostros: así, en su
retrato de Madame Pompadou.r m su tocado,4 donde la gran dama
aparece ante un espejo, brocha de colorete en mano, Frangois Bou-
cher casi está rindiendo homenaje a Lrna colega de profesión. En
el caso del rostro maquillado sería exacta la conclusiÓn de Kant:
"Somos conscientes de ello como arte alinque se parezca a la na-
ttraleza". Se parece a la naluraieza en sus versiones más efectistas.
Es, pues, una especie de falsificación visual: una trampa para in-
cautos.
Ei término francés para "maqutllar'es farder o "colorear', lo
cual explica en parte la existencia de un tradicional recelo de los
colores; también explica por qué Descartes llegÓ a decir qr-re en
realidad no necesitábamos los ojos para saber cómo era el mun-
do, pues los ciegos pueden sentir 1os contornos y conocer las for-
mas de ias cosas. Uno tiene la impresión de que Ruskin estaba pen-
sando en e1 embellecimiento en el artificio- cuando, en su
-o
defensa de los prenafaelitas británicos, condena virh:almente a toda
la historia de la pinrura posterior a Rafael. En la primera de sus dos
cartas dirigidas a Tbe Times de 1851, Ruskin escribió que sus jÓve-
nes protegidos

desean ¡epresentar sin atender a ninguna de las normas al uso de la


FIcLR\ 11. Frangois Boucher ltadame Pom.Padour en su tocador, L758.
creación pictórica; y han elegido su apelativo, poco afortunado aun-
Cubrir es mentir.
que opoftlno. porque eso mismo habian hecho todos los artistas con
anterioridad a los tiempos de Rafael: luego dejarían de hacerlo, sin
más paradigmáticamente feas. Así pues, e1 cuadro debe de contri- embargo, y pintarían bellos cuadros en lrlgar de representar la cru-
buir de un modo u otro a su belleza. ya que semejantes motivos da realidad, y así es como desde los días de Rafael hasta hoy el arte
carecen de ella. Aquí es donde Kantlanza su observación sobre la histórico ha entrado en franca decadencia.
repllgnancia como "la única clase de fealdad qlle no puede ser re-

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r33
-l

Cu¡iosamente, no importaba que esa realidad fuera imagina- net y, pongamos, Jackson Pollock y Franz Kline. No se les podía
da, "inventada, por el artista en el otro sentido del término,1 que atribuir transparencia. Si eran bellos, no podía decirse que fuera ni
fuera "falsa', pues, en el sentido de no que no existiera, siempre y por la belleza de sus temas era imposible saber, a partr de
cuando no fuera falseada en aras del embellecimiento, -pues
los cuadros, qué aspecto tenían realmente los temas- ni por el
Inevitablemente, los discípulos de Ruskin tomaron la cámara embellecimiento. Podemos creer a Picasso cuando nos dice que la
como modelo. Entre los premafaelitas americanos, librados al pro- mujer representada en Ma Jolie era en verdad jolie, pero en sí el
grama ruskiniano de la verdad visual, el mayor elogio que podía cuadro no ofrece ninguna prueba de que io fuera. Luego si las
recibi¡ un cuadro era que parccía haberse realizado con una cá- obras eran bellas, no podía ser como cuando se muestra un tema
mara. El recurso a la fotografia fue, me parece, el árbitro incluso bello o cuando se embellece, con la intervención artística, un tema
ent¡e los prenafaelitas ingleses y, como en el caso de sus homó- que no sea bello. La critica de arte necesitaba encontrar esos nue-
logos americanos, sus cuadros aspiraban al elogio de su transpa- vos caminos . Fry aplazó la búsqueda al insistir en que en realidad
rencia, como si se hubieran realizado con la cáman en una acti- eran bellos, aunque difíciles. Con este capítulo pretendo explicar
rud documental. No eran cuadros "bellos, sino veraces. cómo emplear el concepto de belleza con un mayor sentido de la
Poco a poco la fotografía "estética, fue ent¡ando en diálogo con responsabilidad crítica de lo que se ha venido haciendo hasta aho-
elpictorialismo, en el que Stieglitz y los suyos trataban de dar a las ra.Y, al mismo tiempo, desdibujaré los límites entre los tres reinos
fotografias un aspecto bello (y, según el criterio de Ruskin, falso) al de belleza tratados en el capírulo 3.
conferides el aspecto de pinturas. la propia pintura, sin embargo,
babía cambiado. Ya era posrafaelita, por así decir. Habia dejado
at¡ásla transparencia: existía para ser contemplada en sí misma, no VEN ur\_¡ BEIÍ FZ\ QLE NO MTÁ ¡HÍ
para que se mirara a través de eila. No es que fuera abstracta: sus
temas eran reconocibles. Pero creaba para eilos una atmósfera, aA Cuando Matisse expuso en 1905 su extraordinaia Mujer con
sorbiéndolos, por así deciq en el propio cuadro. A¡rancaba un mo- sombrero para convertirse en el hazmen'eír general, un artista ale-
vimiento que culminaría en el expresionismo abstracto, donde la mán se le acercó y le preguntó de qué color era en realidad el ves-
propia pinrura podía convertirse en el tema. Cuando Mapplethor- tido que llevaba madame Nlatisse durante la pose. Impaciente, Ma-
pe lamentaba que la fotografía no fuese un arte, no tenía en men- tisse replicó: "Negro, por supuesto'. ¿A que debía referirse con eso
te a la pinrura como modelo, por mucho que admirase a los picto- de "por supuesto"? Quizá, sóio, a que las mujeres de la clase de ma-
rialistas, quienes sí la tuvieron como tal. Sus profesores en pratt dame Matisse iban por norma de negro. Viendo el cuadro no re-
estaban poseídos por el ideario del expresionismo absÍacto, pero sulta fácil decidirlo, pero en todo caso la pregunta entonces sería:
x,t propia ídea del artrsta modelo era Duchamp. El expresionismo
¿qué tenía que ver el color del vestido de madame Matisse con
abstracto no le habría permitido, ni entonces ni ahora, "jugar con cómo lo pintó el artista? La maravillosa recomendación de Mallar-
los límites,. Pero me estoy anticipando a mis argumentos. mé pintar la cosa sino el efecto que ésta produtce- podríaha-
Los cuad¡os modernos que Roger Fry incluyó en sus dos ex- -No
ber surgido de labios de Matisse en aquei insrante, pero mtonces
posiciones de la Grafton Gallery estaban a medio camino entre Ma-
la pregunta sería: ¿y qué quiere decir eso de "ei efecto"? Sabemos
que Amalie Matisse era una mujer fuerte y decidida, que trabajó de
1. El autor aiude aquí al doble significr do de make ,r¿ que en inglés ranto significa sombrerera para mantener a su familia en los días en que Nlatisse
"maquillar" como.inventar,. (N. del t.) no vendía casi nada. El espectacular sombrero es el principal ele-

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r35
mento del cuadro, y quiero pensar que Matisse la mostró con ese
sombrero por razones similares a las que indujeron al papaJulio a
pedirle a MiguelÁngel que le pintara con una espada: porque el
sombrero era su espada, el emblema de su triunfo, de su dignidad
y su fuerza. Era una proclama moral: en 1905, una mujer que lle-
vaba un sombrero asi y podía enfrentarse al mundo y decidir su
propio destino. ¡l'laturalment¿ que iba de negro! Y el propio NIa-
tisse tuvo que hacer su rctrato tan valiente y poderoso como lo era
su rnujer, aniesgando mucho en la forma y el color. Roger Fry se
equivoca de medio a medio cuando dice qr-re a Ivlatisse le interesa-
ba ei diseño, que deberíamos fijamos en el diseño y que con el tiem-
po lo acabaríamos encontrando bello, que cuando ei artista distor-
siona hace en aras del diseño. No: a mi modo de ver, es, por 1o
1o
menos, una pintura fuerte de una mujer fuerte. No es, sin embargo,
una pintura bella de una mujer beila. Y en honor a la verdad, es im-
posible contemplar el cuadro como bello sin forzar ei concepto de
lo bello, La impresión inicial que recibimos de su fealdad es más fiel
a la verdad artística que expresa. Pero, naturalmente, paÍa c pfer Ia
verdad debemos dejar de verla como fea a causa del modo en que
se dibujó. Ei.mal,,dibujo era pafie del"efecto,.
Cuando uno se expresa en estos términos en una crítica de
afte, es inevitable que salga alguien afirmando que, para él o elia.
fuIujer con sombrero es realmente belio. Hace unos años, cuando
en una conferencia sobre 1a belleza me referí aI Desnudo azul de
Nlatisse como un cuadro que no podía ser visto como bello, uno
de mis colegas expresó su desacuerdo diciendo que para á/sí que
era bello. Desnudo azutl fue uno de los escándalos del Armory
Show en 1973; el otro era el Desnudo bajanclo la escalera de Du-
champ. El escándalo, en este último, residía en que nadie podía
encontrar el desnudo. Era como si a los espectadores se les dijera
una cosa y se les mostrata otra; como si no pudieran fiarse de sus
propios ojos. Hasta los colegas cubistas de Duchamp se sintieron
desafiados por el cuadro, todo porque estaba tratando de repre-
Ftct.n,t 12. Hen¡i Nlatisse, Mujer con sornbrero, 1905.
Una proclama moral. sentar el movimiento, violando alguna convenciÓn relativa a la es-
tasis en el arte cr-rbista. El caso del Desnu'do azuleraalgo distrnto:
si alguien 1e hr:biera preguntado a Matisse de qué color era la piel

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t3i
de la modelo, él podría haber replicado con impaciencia: .Rosa, tiene en todo momento una nzón de ser y la conexiÓn se muestra
por supuesto,. Pero en el cuadro lo que habia era azul, violando dentro y fuera del hecho que un discípulo señale expresamente al
Cristo que se ha separado de ellos, insinuando de este modo cuál es
el principio de transparencia. ¿Qué debió querer decir Matisse? ¿Por
el verdadero destino del Hijo de Dios: estar al mismo tiempo en la
qué pintar azul Io que en realidad es rosa? ¿Y por qué pintar como
tie¡ra, con lo que se cumplirá el dicho: Donde dos o tres se reúnan
algo horrible lo que quizás en la realidadhabiasido bello, o cuan-
en mi nombre, allí estaré yo entre ellos.
do menos bonito? Cuando alguien dice que el Desnudo azulesbe'
llo, se está limitando a expresar su admiración por el vigor y la
Ante esta obra formidable, términos como -diseño'o -belleza'
fierza del cuadro, por la decisión de Matisse de presentarnos un
se quedan cortos. El diseño viene determinado por el significado
cuadro poderoso y no un cuadro agradable, de dirigir nuestra aten-
que Rafael pretende transmitir, el ffit de ese acontecimiento que
ción al cuadro y no a la persona, o de expresar, por hipotiposis, el
se ha propuesto representar por medios visuales, cuando el signi-
poder de la beileza femenina mediante el poder de un cuadro que
ficado de la transfiguración no es del todo visual. Ruskin no se
no es en modo alguno bello. El arte mundial, en su mayor parte,
equivocó sobre Rafael: .exteriormente'a La trartsfiguración\e fal-
ni es bello ni fue creado con la idea de producir belleza. En el Des-
ta verdad visual, es cierto, pero inleriormente transmite una ver-
nudo azulhay más fidelidad moral que visual. En realidad Ia be-
dad más honda. En el cuadro vemos algo que nadie que hubiera
lleza es tan obvia como el azul: cuando está ahí no hay que es-
estado allih'abria podido ver: ese alguien, o habría quedado des-
fonarse en verla. Uno sí debe esforzarse, en cambio, para descubrir
lumbrado por la transfiguración de Cristo o se habría preocupado
que un cuadro es bueno aunque no sea bello, cuando desde siem-
exclusivamente por el niño poseído' Rafael reúne esas dos per-
pre habíamos supuesto que la belleza era el modo en que debía
cepciones dispares en una sola y asombrosa visión.
entenderse el valor artístico.
Se aprecian en este pasaje las notables diferencias entre un
Quisiera poner aún otro ejemplo, esta vez de Hegel, gran críti- pensador como Hegel, que sentía una profunda attacción por el
co de arte, cuando escribe sobre una obra maestra del artista que granafie,y Kant, para quien experimentar el arte era 1o mismo que
los prenafaeiitas denostaron. "Un reproche críüco que suele hacér-
experimentarlabelleza natural, como la de las flores, las puestas
seie a la Trawfígr,raciónde Rafael es que se quiebra en dos accio-
de sol o las mujeres hermosas. Y en última instancia eso es preci-
nes totalmente carentes de mutua interconexión,, escribe Hegel. Y
samente lo que le falta a la concepción del arte de Moore. Al pen-
en efecto ello es cierto, si consideramos el cuadro extemamente: en
sar la belleza al:Ítstica Moore tomaba como modelolabelleza na-
la transfiguracióny debajo tene-
ctrna de la colina contemplamos ia
nlral, como se aprecia en su idea de que sería mucho meior que
mos ia escena con ei niño poseído por un espíriru impuro.
algo beilo existiera en Ia realidad y no sólo en los cuadros. Cuan-
do pensaba que un cuadro bello lo era delmismo modo en que
Pero si atendemos a\ espíritu de la composición, por fuerza de-
lanaatralezaes bella, no se equivocaba. Se equivocaba al pensar
beremos reparar en su vínculo supremo. Porque, por un lado, la
que si un cuadro era bueno eÍ2 a cavsa de su belleza, y que si él
transfiguración visible de Cristo consiste precisamente en su eleva-
no podía verla debía mirar más a fondo, como su discípulo Roger
ción por encima de la tiena y la separación de sus discípulos, lo cual
también debe visualizarse como separación y partida; y, por otro Fry insistió en que debemos hacer alenfrenta¡nos a un afte difícil.
lado, la subli'nidad de Cristo se ve aquí especialmente transfigurada Por sagazque fuera, David Hume cae sin embargo en idénti-
en un caso muy simple, en el que los discípulos no pueden arytdar co error, ai creer que hay dos especies de belleza.Trafa el tema
al niño sin ia ayuda del Señor. De modo que aquí la doble acción casi como una acotaciÓn al margen, al objeto de señalar una ana-

139
138
logía entre dos visiones de ias verdades morales, -según emanen
de la Razón o dei Sentimiento". Los sentimentalistas prociaman que
"a Ia virnrd corresponde eI ser amable, y al vicio odioso,. Este ír1-
timo término evoca lejanamente ei asco: una repugnancia moral
rayana en el rechazo físico, Simétricamente, elprimero evoca una
clase de atracción narural: nos atrae aquello que percibimos como
bueno en los demás. Existe una clase de belleza, concede Hume,
parala que se verificaría esto último: .Ciertas especies de belleza,
las de tipo natural sobre todo, despiertan cuando se muestran por
vez primera nuestro afecto y nuestra aprobación; y allí donde fra-
casan le resulta imposible a cualquier razonamiento el rectificar su
infltrencia o el conformarlas a nuestro gusto y sentimiento". Fren-
te a esta clase de belieza podríamos decir que sobre gustos no hay
disputas. Pero Hume, como hombre de letras, tiene una idea cla-
ra dela capacidad transformadora del razonamiento crítico. Y aquí
transcribo un gran pasaje de sus escritos: "En muchos órdenes de
belleza, en particular los de las bellas artes, es preciso invertir mu-
cho razonamiento para \legar a sentf el sentimiento correcto; y a
menudo un falso deleite puede enmendarse mediante Ia argu'
mentación v la reflexión. Existen razones para conciuir que la be-
lieza moral participa en gran medida de esta última especie y re-
quiere el concurso de nuestras facultades intelectuales para poder
ejercer una infiuencia aproptada en el alma humana'.
Ese razonamiento al que apela Hume queda. creo, ilustrado
en Hegel cuando habla de la Trarcfigrtración de Rafael, o en mi
intento de debatir i\Iujer con sombreroo Desnudo azul.Hume era
hombre de let¡as y sus escritos sobre literarura describen cómo nos
convencemos unos a otros de que una obra escrita es artísticamente
mejor que ot¡a, y por qué esto es así. Su error reside en suponer
que aquello que nos convence es el razonamiento para aprehen-
der su belleza, cuando en realidad se está refrriendo a su grande-
za, superioridad y profundidad literaria. El término -estético'no se
empleaba mucho en tiempos de Hume, al menos en inglés' Sería
de gran utilidad que Hume hubiera sido capaz de distinguir entre
Ftcunt 13. Refael, Ia transfigtLración, l1,78-Ii21 belleza estéticay lo que podríamos llamar bellezaaftística. Belleza
De I ibera da mente i nc o nexos. estética es la que se percibe a través de los sentidos.Labellezaar-

r41
140
a

tística requiere percepción e inteligencia crítica. Pero ¿por qué uti- HEcer v EL FIN DEt ARTE

lizar la palabra belleza en este último caso? Ngunas personas son


guapas, ot¡as no, mientras que otras son rematadamente feas. Re- Debemos admirar a Hegel por ser el primer filósofo que de
gistramos estas diferencias a través de los sentidos. Las personas modo sistem ático trata de distinguir, quizá con demasiada ciaridad,
nos atraen por su ltelleza; incluso nos enamoramos de ellas por entre estética y filosofía del arte. La estética, observa, es "la ciencia
ser bellas. Pero los seres humanos poseen cualidades inteleduales de la sensación o el sentimiento,,, e rmplica al arte "cuando las obras
y carácter que nos atÍaenaunque labelleza esté ausente. cuando de arte son tratadas en relación con los sentimientos que se supo-
Ncibíades elogia a Sócrates en el Simposio, lo que quiere decir es ne deben producir, como por ejemplo el sentimiento de placer, ad-
que hay cualidades en Sócrates que le atraen y que invalidan su (
miración, temot piedad, entre otros". Gran avance respecto aKant,
I

conspicua y legendaria fealdad. Simone de Beauvoir amaba aSar- quien venía a limitar el repertorio significativo de afectos al piacer
tre no porque fuera guapo sino por esa improbable constelación y el doio¡ con la rmportante excepción de la sublimidad' Hegel in-
de cualidades intelectuales y sexuales que le convertían en Sartre. siste en que la belleza afiística es "más elevada'que la belleza de
A menudo, es cierto, elogiamos esas cualidades diciendo que son la nalxaleza, y nos maravilla cuando escribe que "la belleza del arte
"bellas,, pero esto nada tiene que ver con consideraciones estéti- es belleza nacida y renacida del espíritu,. Hegel quería recalcar
cas y me da la impresión de que enmarañaríamos sin remedio el que el arte es un producto intelectual y que su belleza debe asi-
concepto debelleza si dijéramos que esas cualidades son otra es- mismo expresar el pensamiento que el arte encarna. Pero enton-
pecie u orden de belleza. Lo enmarañariamos como lo enma¡añan ces ¿por qué no sostiene que el temor y la piedad, por tomar dos
los defensores de PauI McCarthy cuando tratan de encontrar be- ejemplos que él adscribe a la estética, también son productos in-
Ileza en su obra abierta e innegablemente repugnante ("No una telectuales? Ambos estaban hondamente relacionados con la tra-
belleza estándar, sino una belleza comprometida y ensrmismada,). gedia, según la Poéticade AristÓteles, y son componentes de la ca-
Análogamente, podemos llegar a admi¡ar el Desnudo anilde Ma- tarsis, que es una de 1as razones de que nos identifiquemos con
tisse, pese a su fealdad, por encima del El nacirnimto de Venus de las producciones trágicas. Evidentemente, si no 1o hace es porque
Chabanel. pese a su transparenre presenración de la sonrosada be- son sentimientos, como también 1o es elsentido de la belleza cuan-
lleza de la diosa. Propongo que limitemos el concepto de belleza "do consideramos estéticamente el arte. Pero entonces, ¿qué es,
a su identidad estética, que se remite a los sentidos, y reconozca- exactamente, la belleza artkilca cuando no es estética?
mos en el arte algo que en sus ejemplos más eievados pertenece Aquí es donde, en mi opiniÓn, Hegel se confunde y proba-
al pensamiento. El error de Fry, pese a toda su osadía artística, fue blemente se contradice, porque escribe que "la belleza del arte se
insistir en que las pinturas de Grafton eran bellas cuando cual- presenta a sí misma a Ia sensación, el sentimiento, la inruición. la
quiera que entrase enla galeriapodía comprobar con sus propios imaginación; su esf-era es distinta a la dei pensamiento y Ia apre'
ojos que no era así. Entretanto, él alimentabauna idea de la be- hensión de su actividad y de sus productos requiere un órgano dis-
lleza dife¡ida como recompensa a .un escmtinio atento". Como si ünto al de1 pensamiento científico,. Esto explica en buena medida
a Ia larga nos fuéramos a ver recompensados por la clase de es- que el arte haya llegado a su final, por invocar su celebrada tesis.
tremecimiento sensual que la belleza en sentido estético nos pro- Nos hemos remontado por encima de la esfera de los sentidos por
' Wissenscbaft- es un ejercicio de puro en-
duce sin pagar e1 peaje de la argumenración o el análisis. cuanto la fitosoJía
-o
tendimiento y análisis. Hegel valora el arte porque en sus mú1tí-
ples edades de oro hizo eso mismo de lo que es capez la filosofía,

r42 143

UNI\ru&SIDAD DE ANnOQIIA
lf
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pero con las limitaciones impuestas por sus medios sensibles: "Los Ducrr¡.vp Y Et ARTE sIN ESTEICA

bellos días del arte griego se fueron ya, como la edad dorada de :

Iatardia Edad Media". En contraste con la experiencia del arte, "el Volvamos una vez más a N{arcel Duchamp, cuyo arte no ha-
desanollo de la reflexión en nuest ra vída ac¡tal ha convertido en bría sido considerado como tal por Hegel ni por ninguno de sus
necesidad... el aferrarse a unas consideraciones generalesy atra- contemporáneos. Por encima de la de cualquier otro, la obra de
vés de ellas regular lo particulaq con el resultado de que las for- Duchamp fue la que con mayor ahínco quiso ejemplificar la diso-
mas, las leyes, los deberes, los derechos, las máximas universales, ciación más radical de la estética respecto alarte, especialmente
prevalecen como razones determinantes y son el gran moderador,. en sus readymades de 1975-1917 . En 1924, Duchamp explicó que
Con el arte "exigimos... una calidad de vida donde lo universal no encontrar un objeto sin cualidades estéticas no era fácil; podemos
esté presente en forma de iey o máxima, sino que nos parezca uno hacernos una idea de sus intenciones si pensamos en su Cepillo
con los sentidos y los sentimientos,. Así pues, ,,las condiciones de (1916), que Calvin Tompkins catactenza como "ei más serenamente
nuestro tiempo presente no son propicias alarte". Luego elfin del anestético de todos los readymadesde Duchamp". ¡De nadie pue-
arte, en Hegel, no t-iene nada que ver con la decadencia del arte, de decirse que tenga buen o mal gusto en cuestión de cepillos para
sino con el hecho de que ya no necesitemos que las ideas se trans- penosl Éstos encaman el principto del readymadeentanto que no
mitan de forma sensible. Para Hegel, por tanto, el arte podría ser poseen "belleza ni fealdad, nada particularmente estético'y, desde
glorioso sin dejar por ello de estar acabado. Hasta cierto punto, la este punto de vista, cualquiera de ellos es tan váiido como el que
objecíón que plantea al afre se parece un poco a la objeción kan- más. Pero lo cierto es que Duchamp jamás liberÓ del todo su arte
tiana al uso de ejemplos. En palabras de Kani, 1os ejemplos son "el de lo que podríamos llamar objetualidad y, por tanto, de 1a sensa-
carromato de la comprensión'. Para Hegel, ei arte era el carroma- ción. En un simposio celebrado en ei Nluseum of Modern Art en
to del espíritu. Penetramos en el plano más elevado de 1o que él 1961, Duchamp habió cie la relaciÓn entre \os readymadesy el
Ilama Espíritu Absoluto cuando ya no necesitamos el arte para sa- "Arte",entendido como lo estéticamente piacentero. Diio que para
tisfacer nuestras "necesidades más altas,. éllos readymades"no desembocabanen la nada o elcero'; él es-
Pero esto nos deja con la pregunta de cómo la be1leza, enten- taba haciendo algo "sin necesidad de invocar el esteticismo o el
dída en términos sensibles, puede reaimente "nacer y renacer del senúmiento o el gusto o cualquiera de esos elementos'. Y concluía:
espíritr-r,. Hegel no nos da buenos ejemplos de belleza artística. I\os "No quiero destrui¡ el arte para nadie aparte de
yo mrsmo". ¿Qué
dabuenos ejemplos de arte, cuya excelencia puede clestacarse me- pasaÁaentonces si un artista quisiera reintroducir labelleza-sien-
diante una hábii crítica de arte, como en su espléndida interpreta- do ésta aI fin y al cabo una posibilidad-, no pafa Duchamp pero
ción de la Transfiguración o en su insuperable análisis de cuadros sí para otros?
hoiandeses, que realmente son, o suelen seq bellos, aunque bellos Duchamp dio algo parecido a una respuesta a esta pregunta
en un sentido sensible. Nadie admira 1a filosofía hegeliana del a¡te hablando de su más.célebre readymade, elurinario que, con el ií-
más que yo. Lo que debemos hacer para aceptarla es reconocer tulo de Fumte, quiso presenÍar ala exposiciÓn de la Sociedad de
cómo el arte puede, y de hecho debe, ser racionaiy sensible a un A¡tistas Independientes de 1917. Es de sobra conocido que la obra
tiempo. Y determinar entonces el modo en que sus propiedades venía firmada por R. Mutt, de quien entonces aún no se sabía que
sensibles se relacionan con su contenido racional, a 1o cual dedi- era uno más de entre la mtríadade alias de Duchamp .Tras elfra-
caso, escribió "El Caso Richard Nlutt'en Ia efímera revista Tbe
Blind
caré ias restantes páginas de este libro.
Man, dondedecía que "el señor Mutt... tomó un artículo de la vida

145
r44
cotidiana y 1o emplazó de modo que su significado útil desapare- gel insistía que en general se había iogrado gracias a la evolución
ciera bajo el nuevo títuio y punto de vista; creó un nuevo pensa- histórica del "espíritu,,. En mi opinión, la estética del urinario como
miento para ese objeto,. Identificar ese "nuevo pensamiento" ha ob- pieza de fontanería no desempeña ningún papel en su significado.
sesionado a sus exegetas desde 7917.F,|mecenas de Duchamp, Como tampoco 1o desempeña en ia interpretación de Jean Clair'
Walter Arensberg, supuso que dicho pensamiento era: -Una forma ya que su asociación con la repugnancia es lo que determina su
preciosa ha sido revelada,. Lo cual, a mi entender, contradice la fi- importancia histórica. Es éste un caso demasiado controvertidopara
iosofía del readymade, pero no es mi deseo insistir ahora en este demostrar el modo en que bellezay significado se encuentran in-
tema. La cuestión es que Ia obra es el pensamiento más el objeto, ternamente vinculados cuando Iabelleza de una obra es parte de
siendo en parte una función del pensamiento el determinar qué su identidad.
propiedades del objeto pertenecen ala obra. Puede que elurina-
rio sea bello y cabita argumentar que como artículo doméstico as-
praba a ser atractivo y a expresar la sustancia misma de la pureza Los u¡Nz.r,'vos oE B¡rerc
sanitana en su radiante blancura. ¿Pero era relevante labellezapara
el pensamiento del señor Mutt? El objeto puede ser bello, pero no Quisiera presentar ahora un par de ejemplos, uno de belleza
es necesario que la obralo sea. Deberemos identificar el significa- natural y otro de artística, en los que la belleza desempeña un pa-
do de la obra tal y como elpensamiento lo ofrece, a fin de deter- pel crucial en la experiencia. En ambos casos la beileza es estéti-
minar si \a obra es bella. Y así sería como Hume nos encarecería ca.Y además es simple y directa, en el sentido en que se presen-
que viéramos el asunto. Son -nuest¡as facuitades intelectuales, taría a cualquiera como tal sin que supusiera ventaia alguna el
ias que identifican ei pensamiento mediante el cual interpretare- poseer una mayor educaciÓn. En el caso artístico, no obstante' po-
mos ei objeto. Y nuestras facultades intelectuales nos dirigen ha- dría darse una resktencia ala belleza a causa de ciertos prejuicios
cia aquellas cualidades sensibles suyas que afectan a su interpre- relativos aI arte. Para poder aceptaf labelleza, estas resistencias de-
tación. Labelleza del urinario ¿guarda alguna relación con el valor ben quedar superadas por algún tipo de educación sobre lo que
de Fuente? ¿O sólo tiene que ver con el valor de los urinarios se- es el arte. Esta educación no conduce a un nivel más elevado de
gún los principios que rigen la decoración de los baños, sin guar- belleza,porque semeiante nivel no exlste' Pero sí nos permite com-
dar relación alguna con el "pensamiento" de Fumte? Nlejor dicho: prender que la belleza artística desempeña un papel en el signifi-
labelleza, en caso de que exista, ¿contribuye o no al significado cado de Ia obra a la que pertenece. Podríamos decir que en un
de ia obra? caso así labellezanace dei espíriru porque el significado de la obra
Son éstas cuestiones imposibles de dirimir sin recurrir a una está internamente vinculado a sus cualidades estéticas. Labelleza
inte¡pretación de Fuente. Jean Clair escribe que el papel simbóli- forma parte de la experiencia del arte. Pero la experiencia es mu-
co del urinario "no es elevar el esanls de un objeto industrial al de cho más rica que ese "estremecimiento retinal" impugnado por Du-
obra de arte, lsino] apoyar Ia sacralizacíón arcaica de los desechos champ, no porque sea algo de io que avergonzarse, sino porque
humanos y la adoración infantil de las propias heces,. Por ello el el arte es algo más que pura emoción Óptica.
autor explica la estética del asco através, sobre todo, de la in- He elegido estos eiemplos porque plantean algunas cuestio-
fluencia de Duchamp. Yo en cambio veo a Duchamp como el ar- nes psicológicas relacionadas con los argumentos morales que aso-
tista que más que ninguna otra cosa ha querido producir un arte man cuando alabelleza se la trata como algo superficial y falso
sin estética y reemplazar lo sensible por lo intelectual, como He- frente a ia realidad del mundo. Con estos ejemplos quiero, en

r46 147
suma, contribuir a eliminar el estigma de la belleza, devolverle algo su azul ya despejado, casi violento, parecían apartarse para mostrar
del valor moral que revistió en la estética eduardiana. ¡Ni que de- la profundidad de aquel paraíso. Baio el azul, una brisa iigera, pero
fúa, dabaun leve temblor a 1os rosados ramilletes' [Era] como si aque-
cir tiene que no pretendo abogar por la restauración de la belleza
lla belleza viva hubiera sido creada artificialmente poÍ un aficionado
en la definición o esencia del arte!
al exotismo y a los colores. Pero aquella belleza emocionaba hasta
El primer ejemplo, un tanto sobredeterminado, procede de
llorar, porque, por leios que luera en sus efectos de arte refinado, se
Proust. En un capítulo titulado "Las intermitencias del corazón" del
sentía que era naiurai, que aquellos manzanos estaban a1lí en pleno
cuarto volumen de En busca del tiempo perdido, el Narrador ha re- campo...
gresado al balneario de Balbec. En su primera estancia allí le ha-
bía acompañado su querida abuela, luego fallecida. La parte delli-
El ejemplo está sobredeterminado porque sÓlo alguien como
bro en que describe la muerte de su abuela es curiosamente clínica
Marcel hubiera visto este glorioso paisaje del modo en que é1 1o
y distanciada, algo que no concuerda con nuestras expectativas,
hace. É1, como sLl alter egoSwann, todo lo ve a través de las me-
dado el vínculo que les unía: creemos haber descubierto así una
táforas del arte. Difícilmente alguien que nunca hubiera visto gra-
faceta nueva del carácter de Nlarcel, que nos parece una persona
bados de Hiroshige o una Ascensión de la Virgen, o de cuya vida
mucho más fria de lo que hubiéramos pensado. La impresión se
hubieran estado ausentes los vestidos de baile o el satén rosa, hu-
termina revelando falsa: tan pronto como se sienta en su habita-
biera podido experimentar los manzanos como éi lo hizo' Y a pe-
ción del Grand Hotel le invade una sensación de pérdida y de do- po-
sar de todo se trataba de un fragmento de belleza natural, que
lor lacerante, sumiéndolo en una aguda depresión en la que la irre-
dría haber hecho enmudecer a cualquiera que hubiera tenido la
vocable ausencia de la abueia anega por completo su conciencia.
suerte de contemplario. A partir de ese momento, nos dice Nlarcei,
Ahora Ularcel está sentado, contemplando la fotografía de su abue-
ei dolor por su abuela entpezó a remitir: metafÓricamente, podría
la, que le tortura. Se da cuenta de lo egoísta que fue al dejarse ser
decirse que ella había entrado en elparaíso.
el objeto dei amor absolutamente entregado de su abuela, como
Los manzanos de Balbec podrían aparecer en una lista prepa-
por ejemplo cuando no vio 1o enferma que estaba en esa primera
rada por cualquiera de nosotros para ese mundo de belleza del
estancia en Balbec. El estado de ánimo se prolonga hasta que el
que hablaba G. E. Nloore. Un mundo con semejantes escenas se-
Narrador sale un dia a dar un paseo en dirección a un camino que
ría mejor que Lln mundo de cenizas, nos aseguraría Nloore' Sería
é1y su abuela solían recorrer en el carruaje de NIme. De Viilepari-
algo tan obvio como que sus dos manos existen, para invocar uno
sis. El camino está enlodado, 1o que le recuerda a su abueia y cómo
de los más céiebres argumentos del autor. Imposible hacer que al-
solía volver manchada de bamo cuando salia a pasear, hiciera el
guien dude de algo así, porque ¿qué podría haber más cierto, qué
tiempo que hiciera. Hace sol y é1 asiste a un -espectáculo deslum-
prueba más sólida? Dudar de eso es dudar de modo irreversible. Y
brante, que consiste en un manzanal en flor:
ér," .r, me parece, la pr-rntualizaciÓn de Hume acerca de la belle-
La
za natural. No es posible convencer a nadie para que la sienta'
.. , ahora (los manzanos) se perdían de vista en plena floración, de aun-
bellezanaturai ocupaba elcentro de la experiencia de Nlarcel,
un lujo insólito, los pies en el barro y en traje de baile, sin tomar pre-
que sus descripciones vengan enwteltas en un halo de metáforas
cauciones para no macular el más maraviiloso raso color rosa que se
jrocedentes de su experiencia del arte. Uno podría sentir cómo stt
viera jamás y que briliaba bajo el sol; el lejano horizonte de1 mar
aportzf a
daba a los manzanos como un fondo de estampa japonesa; si le- espíritu se eleva gracias alabellezade los manzanos sin
r a Mat-
vantabala cabeza para mirar el cielo entre ias flores, que dejaban ver la Lxperiencia las fatalidades que éstos aludaron a resolve

r49
r48
cel. Pero el ejemplo ¡ecure alabelleza como ingrediente para sa- querido en el conflicto. Incumplía así todas las condiciones tácitas
nar una enfermedad del alma. El Profeta Isaías escribe: que se supone debía reunir el diseñador de un monumento como
éste. Naturalmente, el iurado creyó que erala obra de un hombre.
Dadles belleza a cambio de cenizas, CuandoJan Scruggs, organizador delconcurso y fusilero en ei
el aceite de la alegría a cambio del duelo, la conflicto, vio por primera vezla obra sintió una profunda decep-
prenda delaalabanza por el espírítu del pesar. ción. .Un gran murciélago. Algo con aspecto extraño que podía ve-
ni¡ de Marte. Un alumno de tercera debía de haberse colado en el
A Marcelle concedieron belleza a cambio de cenizas. concurso. Todo el dinero de la fundacílnhabía ido a parar a la
construcción de un enorme murciélago para veteranos. O a lo me-
jor simbolizabaun boomeranS., Scruggs pensó: 'Es raro y me gus-
Er Wtwau Manonut taría saber qué demonios es". Es increíble que no Io techazaran,
Todo el mundo se preguntó cómo reaccionaría el público en ge-
Mi segundo ejemplo corresponde a una obra relativamente neral, pero alguien le diio a Scruggs: "Te sorprendería lo sutil que
contemporánea, el Vietnam Veterans' Memorial (1982) de Maya es el público en general". Lo cual, por supuesto, demostró ser cier-
Lin, que elijo porque se considera que posee una gran bellezatan- to. Pero la estructura de la controversia de entradavino dominada
to en el mundo artístico como entre las personas corrientes que por la opinión de algunos, para quienes un monumento no debe-
han hecho de ella una de las vistas más admiradas de $fashington úa ser "abstracto,. Por esa razÓn, paraapaciguar los ánimos de este
D.C. El monumento es todo simplicidad. Consiste en dos alas trian- sector del público, se erigió frente al monumento la estatua de un
gulares simétricas que comparten una base verticai y están dis- trío de soldados extremadamente realistas. EnI9B2, sin embargo,
puestas en un suave ángulo grados-, como brazos que en- el público en general estaba educado, ya fueta en sus viajes y vi-
-I25
vuelven deiicadamente a quienes se aproximan a ellos. Es una sitas a museos o en las ciases escolares de historia del arte, o sim-
forma muy reducida de la estructura situada frente a San Pedro, en plemente en los programas de arte en la televisión. Estaba prepa-
Roma, pero que desempeña idénüco papel. Nlaya Lin era estudianre rado para aceptar una belieza que lo conmoviera. En 1982 Tony
universitaria en Yaie cuando presentó la idea y su profesor le dijo Siivers y Henry Chaifont realizaronuna película, Style Wars, sobte
que el ángulo formado por las dos alas -tenía que significar algo,. los grffiti que se pintaban entonces en los vagones del met¡o de
Las dos paredes son de granito negro brillante y en ellas están ins- Nueva York. Sus -escritores,, como se denomlnaban a sí mismos,
critos los nombres de todos los soldados norteamericanos muertos procedían de sectores pobres de la sociedad, de zooas de vivien-
en la guerra de Vietnam, unos 58.000 en total, enumerados en or- das subvencionadas, a menudo de famiiias rotas. Pero eran nota-
den cronológico en vez de alfabético como en algún momento du- blemente sutiles y tenían conocimientos artísticos, como la icono-
rante el proceso se sugirió. Los compañeros de Lin criticaron ia grafia de sus obras demuestra.
obra tildándola de "poesía visual, alfiny al cabo, algo de Labelleza del il'temorialse percibe casi al instante y, en todo
libro- y cuestionaron sus méritos-riene,
arquitectónicos. La artista tárdó caso, se analizay explica después aludiendo al modo en que 1os
seis semanas en completar el modelo ganador, elegido por unani- visitantes, que en muchos casos van alliavet el nombre de alguien
midad de entre \os 7.427 proyectos presenrados y examinados bajo conocido o amado para calcarlo y llevárseio a c sa, se ven tefleja-
plica. Parece un cuento de hadas: Nfa.va ying Lin tenía veintiún dos en la misma pared que lieva inscrito el nombre de los muer-
años, era de ascendencia oriental y no había perdido a ningún ser tos, como si existiera una comunidad entre vivos y muertos, alln-

150 151
que la muerte sea en sí eterna. Es posible ver a los tres soldados abatidos cuando labellezade algo nos llega. A veces la belleza se
reflejados en la pared, e incluso cabe interpretar que los tres están limita a detenernos en nuestro camino. La frase "Aiver un arco iris
contemplando su propio reflejo, además de tener inscritos sus nom- en el cielo el corazón me da un brinco'expresa r:na percepción
bres en el Libro de los Muertos. Con algo de voluntad, se puede básica de labelleza, donde la poesía llega tras la contemplación.
incluso entender el monumento como una visión que se les está El poema .La tiena no tiene nada más bello que mostrarnos' fue
apareciendo, lo cual explicaría sus expresiones arebatadas. Posi- escrito, según reconoció sll autor, en el techo de un carruaje ca'
blemente exista una analogia con un fenómeno narural, la super- mino de Francia: .Esta ciudad lleva ahora puesta, como un vesti-
ficie de una extensión de agua muy quieta en la que se refleja el do/labelleza dela mañana,. Todos nos hemos llevado sorpresas
cielo, como en los enormes cuadros de nenúfares de Monet, que estéticas de esta clase. Incluso nos las llevamos en los museos'
son mi modelo para pensar en ese N{uro, ya que esas pinturas ha- Recuerdo que vi por primera vezu^a delas Elegiesfor tbe Spa-
cen visible el modo en que nubes y flores parecen ocupar un mis- nisb Rqublic de Robert Nlotherweil mientras recorría una exposi-
mo espacio. Sea cual sea ia explicación de esabelleza presentida ción de pintura abstracta en el Metropolitan Museum, sin saber
del Muro, se entiende siempre en referencia al "pensamiento". For- nada entonces de la obra ni de su autor, pero comprendiendo,
ma parte dei significado de la obra. En elmanzanal de Proust, el nada más verla e intuitivamente, que era algo por lo que valía la
pensamiento es suyo. En el Vietnam Veteran's Memorial eI pensa- pena pararse. No me eslorcé entonces por analizat críticamente la
miento forma parte de la obra y explica su belleza. En la belleza obra, pero, como demostraré en el capírulo 5,las Elegías de NIot-
natural. Iabelleza es externa alpensamiento, en art"ela belleza es henvell iban a convertirse para mi en un paradigma a la hora de
interna aIa obn. pensar el lugar que la belleza ocupa en ia filosofía del arte'
El texto en elqueJan Scruggs nana cómo nació el monumento Lo que ahora me interesa es, sin embargo, la idea de "belleza
se únrla To Heal a l{ationl.Sanar a una nación,,]. En su opinión, las intefna,, en la que la belieza del obfeto es interna al significado de
terribles heridas políticas infligidas por la guerra sólo podía curar- la obra. Que el vietnam L[emorial pueda experrmentarse como be-
1as un monumento levantado en elMall de Washington D.C., que ilo está en relación con el "pensamiento'de ia obra' En cambio, al
de hecho es tierra sagrada. En la medida en que una obra de arte menos tal y como yo la interpreto, en Fuentelal:e\Ieza de1 urin¿-
sea capaz de sanar a una nación, eI Vietnam Veterans' Memonal rio es externa al pensamrento del señor Nlutt, que debemos tratar
es ca¡didata a un logro semejante. Pero mi pronóstico es que su de reseguir a fin de experimentar la obra como es debido. Qurzá
belleza seguirá siendo apreciaday juzgadainterna a su significado labelleza nalural sea siempre externa, salvo que veamos el mun-
mucho después de que el conflicto que lo originó desaparezca de do como obra de afte y su significado como e1 símbolo de su va-
la memoria nacional, igual que pasó, por ejemplo, con la guerra ior. Ésa habria sido más o menos la visión de Kant, quien conce-
de 1812. Como los manzanos de Baibec, podrá elevar el espíritu día una importancia mucho mayor alabelleza natural que a la
sin sanar necesariamente el alma. artística, mientras existieran fundanentos para distinguirlas. En la be-
lleza natval veía la ganrúia de una profunda e intencionada ar-
monía entre nosotros Y el mundo.
$pr¡r'z{ INTERNA La belleza interna no necesita semei antes presupuestos meta-
físicos. Sirv'e para ilustrar una modalidad en la cual el sentimiento
está conectaáo .on los pensamientos que animan a las obras de
No pretendo, desde luego, integrar la idea de curación en el
la belleza
análisis de la belleza como tal, porque no siempre nos sentimos arte. Existen, por supuesto, otras modalldade s aparle de

7i3
1i2
que conectan sentimiento y pensamiento en las obras de arte: la 5. BELIEZA Y POLÍNCA
repugnancia, el erotismo, ia sublimidad, además de la piedad y el
teffor y los otros casos que Hegel menciona en relación con la es-
tétic .Y esas modalidades a-y'r-rdan a explicar por qué el arte es im-
portante parala vida humarra, por mucho que Hegel proclame con
toda tranquili<lad que hemos alcanzado una fase en la historia del
espíritu en la que sólo la filosofía puede satisfacer "los intereses
más profundos de la humanidad y las verdades más absolutas del
espíriru,. Como tales intereses están relacionados con la manera en
que estamos hechos, nos podrían aytdar a iniciar la desintoxica-
ción de labelleza en el arte y la filosofía contemporáneos, sin de-
jar de reconocer que ambos han demostrado que ésta no es inhe- Cuando Dave HickeylanzÓ en7993la idea de que \abelleza
rente a Ia definición del arte. Labelleza puede ser una de entre las iba a ser el problema clave de la década, bien poco había en el
muchas modalidades en que los pensamientos se presentan a la arte de la época que pareciera confirmar su predicción. Las obras
sensibilidad humana, puede explicar la importancia del aÍÍe para presentadas en la Bienal Vhitney de 1993, por ejemplo' eran en
la existencia humana y por qué tenemos que reservarle un espa- su mayoría acusatorias y de carácter rabiosamente político. Los vi-
cio en una definición aceptable del arte. sitantes quedaban polarizados ya desde el mostrador de la entra-
da, donde se les suministraban unas identificaciones de metal mate
diseñadas por Daniel Martinez; pasaban con ello a convertirse en
una de las obras de arte incluidas en ia exposictÓn, al llevar todo
o parte del provocativo esiogan "Soy incapaz de imaginar que al-
gún día quiera ser blanco,. En la exposiciÓn también estabala f.a-

Frcr,nq 14. Daniel Nlartinez. Cbapas de entrada, 1993.


Bloganes que Polarizan.

L5i
154
medio paralanzar programas sociales y políticos. Pero en aquella
época la distinción entre arte y cultura visual era un tema canden-
té y la cinta era, sin duda, un reflejo de lo que lehabia sucedido
a la definición del arte en los sesenta, cuando tantas cosas que du-
rante tanto tiempo se había creído que formabanparte del con-
cepto de arte desaparecieron del mapa. ¿Quién dijo que una obra
de arte tenía que haber sido realizada por un artista? En todo caso,
nada realizado por un artista, y menos aún un videoartista, había
tenido en el pasado la repercusión social que fuvo la cinta de King,
eso estaba claro. Su difusión televisiva nacional e intemacionalluzo
de ella un embiema de las tensas reiaciones entre las minorías la
y
policía en las ciudades norteamericanas. se convirtió en un agen-
ie de cambio. A los comisarios no les importaba que fuera arte o
no, sino ia clase de realidad que mostraba. En este sentido, se eri-
gió en modelo de un arte políticamente comprometido. Había con-
tribuido a transformar la sociedad.
La Bienai de 1993 [uvo una enorme repercusión' En gran me-
dida fue porque aI tratar de transformar ia sociedad, su efecto in-
mediato lue e1 de translormar ei museo como instituciÓn que has-
FIcun¡ li. Cinta de vídeo de la paliza a Rodney Krng grabada por George ta entonces se seguía concibiendo en los términos de Henry
Holliday, 1991. conocimiento, cuando no dr-
James, como rnstitución consagrada al
No es la obra cle un artista.
rectamente como sannla tio para la belieza. El gran personaje de su
ardía novela La copa d.orada, el coleccionista de arte Adam !'en'er,
mosa cinta de vídeo que reproducía una y otra vez, en bucle, la había sido transformado por la belleza y se entregaba a una vidz
paliza que unos agentes de la policía de Los Ángeies propinaron de filantropía estética. soñaba con donar a una ciudad americana
a Rodney King. Quien grabóIa cinta no era un artista, sino sim- un museo repleto de ob¡etos bellos por el bien de su ciudadanía
plemente alguien que por casualidad pasaba por allí con una vi- estéticamente deficitaria. Quería darles acceso a una clase de co-
deocámara, y hubo debate sobre si debía haberse aceptado en la nocimiento que sÓlo está al alcance de personas cultas y ociosas
exposición, siendo como era incierto su estatus en tanto que obra con el suficiente tiempo y dinero para experimentar obras aftisttca'
de arte. No ia habían presentado como la Fuente duchampiana en mente bellas, convencido como estaba de que éste era uno de los
1917, sino que había sido seleccionada por los comisarios de la ex- bienes supremos de la vida. Esta exaltada visión del arte había
cam'
posición, que decidieron qué iba a exhibirse y qué no, y su pre- biado mucho desde que la lhnguardia Intratable injuriase aIab,e'
sencia era un reflejo del cambiante estatus de los comisarios, que l1eza tan sólo una déóadadespués de la publicación de
la novela'
cono-
poco a poco se estaban convirtiendo en las figuras clave del mun- pero el mllseo todavíaera considerado como un espacio de
conoci-
do del ane. Cada vez más miembros del comisariado de los no- cimiento. Ei arte retenía cierta aura de santidad, aunque el
el cono-
venta se habían formado en los sesenta v l.eían el arte como un miento facilitado por los museos fuese, cadavez más,

r57
1.i6
cimrento del arte en sí. Hoy en día sería del todo desaconsejable,
esperaban adquirir conocimientos. En este sentido, eso es justo lo
creo, que un museo en busca de fondos justificase sus peticiones
que adquirieron: descubrieron que los artistas americanos estaban
basándose en el ideario profesado por verver. Aun sin liegar a ser
proftlndamente comprometidos en la lucha contra las injusticias de
escépticos en cuestiones de e.stética, los patrocinadores tienden a
raza, de clase y de género en América. Pero a los artistas no les
pensar en la belleza más como en un lujo que como una necesi_
preocupaba únicamente que los espectadores supieran qué esta-
dad espirin:al. El financiamienro público se basa en la educación,
ban haciendo. Esos espectadores, a su vez, formaban parte de la
pero ¿qué tienen hoy los museos para sustiruir a la pobre y maltre-
sociedad que los artistas querían cambiar. Los problemas también
cha belleza?
eran suyos. Lo que se estaba insinuando es que el espectador no
En las recientes décadas, se han venido desanonando dos mo-
debía limitarse a contemplar lo que habían hecho los artistas: re-
delos educacionales en los museos: ei modero de iniciaci 6n al arte
nía que aludarles a cambiar el mundo. La propia exposición ac-
y el modelo de comprensión cultural. En este último el arte es un
tuaba como las identificaciones de la entrada: te implicabas de un
medio para el conocimiento de una cultura: en el primero, el arte
modo u otro en temas raciales desde el momento en que te las po-
es un objeto de conocimiento por derecho propio. Es el conoci-
nías en la solapa de la chaqueta. Se estaba interpelando a los es-
miento del arte en cuanto arte, lo que a menudo significa llegar a
pectadores. Y los espectadores no habían ido allí para eso; no era
comprender las obras a través de la apreciación de sus rasgos for-
eso lo que esperaban que les sucediera en el museo, no era eso
males. Ello puede acompañarse o no de expiicaciones históricas,
lo que querían que fuera el museo o elarte.
qué obras influyeron en ei artista y, quizás,a qué obras influyó
éste
a su vez. De todos modos, el objeto de conocimiento es
la obra de
arte; ios patrocinadores se podrían preguntar qué valor tiene se-
Er nueN ARTE pUEDE sER FEo
mejante conocimiento y podrían volver a esgrimir el argumento del
elitismo. ¿Está justificado gastar el dinero de los cont¡ibuyentes en
Vista en retrospectiva, la Bienal de 1993 fue el punto álgido de
algo tan ajeno a las vidas de quienes visitan los museos, y no di_
la tempestad política de los ochenta. Y puede que Hickey demosrra-
gamos ya las de quienes no los visitan? Si respondemos diciendo
ra tener más intuición que quienes estaban enr,r:eltos en los conflic-
que el conocimiento del arte logra algo que los contribuyentes cle-
tos ideológicos encamados en el mundo del arre de la época cuan-
berían considerar que vale la pena, bueno. valdria la pena decir
do vio que un período --o al menos una fase en la historia del arte-
qué es. Y aquí comparece ei segundo modelo. El arte nos a¡.rda
a estaba tocando a su fin. Talvez Hickey sospechara que el activismo
entender las culturas a las que pertenece v, en ei caso concreto del
artísüco había cerado un ciclo y que elretomo delabellezapodúa
arte americano, ayrda a que los americanos entiendan su propia
ser un reflejo natural. En aquel irepetible 1993, eldepartamento de
cultura y, por lo tanto, se entiendan a sí mlsmos. Buena parte dé
h historia del arte de la Universidad de Texas en Austin organizó un
pubiicídad del s7hirney promere que sus exposicione s ayudaún a
congreso en tomo a la pregunta: "¿Qué le sucedió a la belleza?,,. Su
los espectadores a "descif¡ar, América. ras obras de arte son otras
director, el distinguido historiador del arte Richard Schiff, planteó la
tantas ventanas abiertas alavida interior de la cultura y a nuestra
pregunta en términos de si la búsqueda de 1o que é1 llamaba "exce-
vida interior en cuanto miembros de dicha cultura.
lencia artística, era compatible con -el discurso socioeconómíco,.
Y ésa es la función atribuida a ras Bienares whitney. su meta
Me parece interesante que empleara la expresión "excelencia
es dar a conocer 1o que los a¡tistas americanos han estado
hacien- artística, como sinónimo aproxtmado de "beIleza". Es cruciai, sin
do en los dos años previos. euienes acudieron a la Bienal de 1993
embargo, distinguir entre la belleza estética y un sentido más am-

158
r59
plio de la excelencia artística en que labellezaestética puede no te- En cualquier caso, Ia mayoria de ponentes en "¿Qué Ie suce-
ner importancia. Volvamos, una vez más, a la fundamental discu- di6 alabelleza?, utilizaron el término "excelencia artjstica, como si
sión de Roger Fry sobre la pinrura postmpresionista que él mismo significara belleza estética obra es artísticamente excelente
-una
porque es estéticamente bella- y su respuesta, sobre todo entre
exhibió a principios del pasado siglo en Londres, y que los críticos
jrzgar on espantosa. Indiscutiblemente, Fry tenía r azón al defender los artistas, fue que la belleza seguía viva en szs obras. Y asi era;
la excelencia artística de las obras, pero se equivocaba al decir que lo que pasa es que se olvidaron de plantear la pregunta de si exis-
su beileza terminaría siendo descubierta cuando se llegaran a com- te un conflicto entre labelleza y el -discurso socioeconómico". Qui-
prender los principios en que estaban basadas. Los críticos entra- siera reformuiar ahora la pregunta de Schiff: ¿puede el arte ser es-
ban en las exposiciones con una idea fija de cómo debía ser una téticamente bello cuando su contenido implica temas sociales? En
pinrura; lo que veianeratan disonante respecto a esa idea que ape- la Bienal de 7993, por ejemplo, Sue Villiams presentó una instala-
nas si podían considerarlo arte. La modernidadhabía cambiado el ción sobre la discriminación a las mujeres. En ella se incluía una
aspecto que iban a tener los cuadros. Oyendo a Fry, sin embargo, piscina harto realista de vómitos (de plástico), que generaba una re-
uno tiene la impresión de que unavez fueran comprendidos nos pugnancia bastante obvia y que expresaba, casi con toda certeza,
iban a parecer estéticamente bellos. Desde mi punto de vista, en eiasco que la artista sentía por los hombres en tanto que opreso-
cambio, importa reconocer que las obras nos pueden seguir pare- res sexuales. ¿Constituiríauna criticaválida de la obra decir que le
ciendo feas incluso después de haber descubierto su "excelencia faltaba belleza estética? O bien, a la inversa, ¿habria sido una críti-
artística". El reconocimiento de la excelencia no debe implicar ne- caválida decir de una obra con este tema y actitudes que era be-
cesariamente una transformación en la percepción estética. Las lla? ¿Existe o no un conflicto interno entre la belleza y ciertos con-

obras no cambian ante nllesüos ojos, como sapos volviéndose prín- tenidos? Mejor dicho: ¿acaso no es el asco la estética más apropiada
cipes. Ése es mi argumento frente a obras modernas como Mujer para un arte que trata de la clase de contenidos propuestos por la
con sombreroy Desnudo azttl de Matisse. Lo feo no se convierte obra de Sue \íilliams? ¿Era un signo de "excelencia artística, que
en bello simplemente porque el arte feo sea bueno. En mi opinión, su obra provocara el asco de sus espectadores. no tanto por la obra
Ia exceiencia artística está relacionada con lo que se supone que como por aquello de lo que frataba? En relación con ese conteni-
debe hacer el arte, con el efecto que aspira a producir. Las obras do ¿sería la belleza no sólo irrelevante sino un error artístico?
de la Bienal 1993 querían cambiar el modo en que pensamos y ac-
nramos frente a las injusticias. Una obra feminista no aspira a gran-
jearse nuestra admiración, sino a forzar un cambio en la manera I-+s Erccfus oe Morn¡nwnr
de ver y tratar a las mujeres en nuestra sociedad. Si produce ese
efecto, si consigue que los espectadores vean injusticias donde an- Examinemos ahora un caso en elque labelleza estética es un
tes permanecían ciegos o indiferentes a eilas, es artístlcamente ex- acierto artístico: las Elegiesfor tbe Spanisb Republic, de Robert lvlo-
celente. Podemos estudiar la obra desde la perspectiva de cómo therwell. Ya he comentado lo be1la que me pareció una de esas
consigue el efecto que desea producir. No es ése, sin embargo, el plnniras cuando la vi por primera vez, sin saber nada de ella. El
modo principal en que se supone que nos debemos relacionar con crítico Clement Greenberg solía taparse los ojos mientras ponían
ella. La obra pretende cambiar el modo en que sus espectadores elcuadro en su sitio, para luego abririos de golpe, con la idea de
ven el mundo. Ver el mundo como lugar de injusticias es ipso fac- que lo que llega a los ojos sin referencias a ningún pensamiento
fo sentirse llamado a cambiarlo. previo es la prueba de la excelencia de un cuadro' Hasta cierto

1.60
t6i
demasiado acerca de su significado. Cuando lo hice, sin embargo,
descubrí que las Elegías su muerte, Motherwell había pintado
-a
más de I70- eran artísticamente excelentes no sólo porque eran
beilas sino porque su belieza era un acierto artístico. Quiero decir
que, cuando capté su pensamiento, comprendí que su belieza es-
tética era interna a su significado.
Todas las Elegícssoncomposiciones en blanco y negro de gran
formato, con algún punto ocasional en rojo u ocre. Generalmente
presentan dos o tres óvalos negros intercalados con anchas barras
verticales. Se pintaron libremente y con bastante urgencia: da la
impresión de que la pintura negra fue arrojada sobre eiias, con al-
gunas salpicaduras y goteos adicionales. Elegjt for tbe Spanisb Re-
public 172 (wüb Blood) también presenta una tacbe de pintura rojo
sangre. Los espectadores han interpretado las formas de distintas
maneras. Para algunos los óvalos son lestículos y la forma vertical
el pene de un toro, pero esto pierde plausibilidad cuando aparc-
cen más de dos óvalos y más de una ve¡tical. Otros ven los óva-
Frccru 16. Robert Motherwell. Elcg for the Spankh Republic N.a 172 (wüh los y las vefticales en referencia al motivo decorativo tradicional
Bloocl), LL)89. O Dedalus Found¿tion, Inc. / Licemed bv VACA, New York. NY del huevo y el dardo, pero eso r,'uelve críptico el título de las pin-
Ia belleza forn'ta parte del sigirrficado. turas. A mí me pareció que los óvalos eran figuras con chaies ne-
gros y las verticales posres rotos, como ruinas de edificios caídos.
punto, la meto<Jolo gia de Greenberg conecta con una reflexión Labelleza de los cuadros no se expresa diciendo que 1o que esas
kantiana sobre la belleza. .Es bello ---escribe Kant- 1o que agra- formas representan es en sí hermoso. "Cuán bellas esas mujeres de
da universalmente y sin concepto". Quiero subrayar 1o de "sin con- luto iunto a los postes dest¡ozados de sus hogares quemados y
cepto'. Esto indica que la belleza es un contenido no conceptual bombardeados. reconándose contra el pálido cielo del amanecer"
de ciertas experiencias, que por supuesto pueden contribuir a una no es una visión moralmente admisible. Es decir, que si uno lle-
experiencia más ampiia de i:na obra de arte, cuando es tomado gera a ver en 1a vida real una escena asíy la encontrara beila, se
como parte del significado de esta última: lo vrmos en el capítulo preguntaría en qr-ré clase de monstruo se había convertido y rápi-
anterior. Si no me equivoco, Greenberg buscaba obtener una im- damente pensaría en cómo prestar alguna ayuda. Las severas for- l

presión del objeto antes de que un concepto pudiera entrar en jue- mas negras, sin embargo, dan en efecto la impresión de ser figu-
go, basando su juicio de la obra en esa "primera mtrada, concep- ras informes en un paisaje roto, que por fuerza tiene que ser una
nralmente incontaminada. Por mi parte, no creo que tengamos una escena de sufrimiento. Las obras, sin embargo, son incuestiona-
idea delinida de cuánta información extraestética nos llega con la blemente bellas, como coresponde ai estado de ánimo anunciado
primera mirada. Pero debo admrtir que al ver por vez primera el por su tírulo: elegías. Son meditaciones visuales sobre la mue¡te de
cuadro de Nlotherw'ell, supe que era bello mediante esa misma una forma de vida. Las elegías son mitad música y mitad poesía;
prueba' su belleza hrzo que me defuviera. Entonces no reflexioné su cadencia y lenguaje vienen delimitados por eltema de la muer-

762 163
te y expresan dolor, 1o comparta el artista o no. Las Spanisb Ele- Vorid Trade Center, aparecieron templos rmprovisados por toda la
gieq como se las denomina, expresan, con las más inquietantes y ciudad de Nueva York. Todos eran más o menos iguales, todos
evocadoras formas y colores, ritmos y proporciones, la muerte de hondamente conmovedores: velas volivas, flores, banderas, globos,
un ideal poiítico, sean cuales fueran las terribles realidades que his- a veces recortes de papel con poemas. Era¡la respLlesta popular
tóricamente pudieran asociarse a dicha muerte. inmediata a la inmensa tristeza que invadió todo Nueva York. El
La elegía corresponde a uno de los grandes estados de ánimo sentimiento era más elegíaco que airado: los templos eran la ex-
humanos; es una forma de respuesta artística ante 1o que no es po- presión exterior de unos corazones destrozados por 1o que se en-
sible soportar, o que sólo cabe soportar. Tras la muerte de Franco, tendía que era el final de una forma de vida. "Nada volverá a ser
ei gobierno español honró a Motherwell por haber mantenido el 1o mismo" fue una observación habitual en aquellas primeras jor-
único estado anímico moralmente aceptable durante los años de nadas tras el 11 de septiembre.
la dictadura, una clase de memoria moral perdurable que, a mi en- La conjunción de labelleza con la ocasión del dolor moral
tender, no tiene parangón en el arte del siglo w. El Guernica de transforma en cierto modo el dolor, rebajando su gravedad en un
Picasso, por ejemplo, no es elegíaco. Expresa indignación y tras- ejercicio de liberación. Y como la ocasión de la elegía es púbiica,
torno. También es blanco y negro, pero sería erróneo decir que es la tristeza es compartida.Deia de ser algo individual. Quedamos
bello. Se exhibió exhaustivamente para reunir dinero para las cau- absorbidos en una comunidad de dolientes. El efecto de la elegía
sas antifascistas. A su manera, el Guernica fue pintado en el espi es filosófico alavez que artístico: dota a la pérdida de cierto sig-
ritu que moduló las obras de la Bienal Whitney de 1993. nificado al distanciarnos de ella y al reducir la distancia entre quie-
Las elegías son la respuesta artística a unos acontecimientos nes la sienten, entre quienes forman. como suele decirse, una co-
ante los que la respuesta emocio'nal natural es la aflicción, que el munidad en ia desgracia. Supongo que eso es 1o que ei gobierno
diccionario define como "profundo desconsuelo y pesar (como en españoi debió de pensar qr-re habían hecho los cuadros de NIo-
la pérdida de un ser amado),. Sospecho que sabemos muy poco therwell. Habían mantenido con vida el sentimiento. Como son ele-
sobre Ia psicología de la pérdida para entender por qué Ia crea- gías, universahzana través del filosofar. Pero hay otra clase de res-
ción de belleza es Lrna forma tan apropiada de señalaria; por Qué puesta, precisamente la respuesta airada,la respuesta evocada por
llevamos flores a 1as tumbas, o a los funera1es, o por qué cierta cla- el Gtrcrnicaen el caso del arte y de "la guerra contra el terrorismo,
se de música define el estado de ámmo de los dolíentes. Es como en el caso de la política.IJna cosa es cuando se derrumban impe-
si 1a belleza hiciese de catalizador, transformando el dolor crudo rios distantes y de ellos no restan sino ruinas, las piernas sin tron-
en una serena tristeza, ayudando a que las lágrimas salgan y po- co de Ozymandias, Rey de Reyes; los eriales vacíos y vientos leves
niendo al mismo tiempo la pérdida, por así decir, en cierta pers- deldesierto vuelven instantáneamente patét1ca la orgullosa ley-en-
pectiva filosófica. El recurso alabelleza parece surgir espontánea- da. Sentimentalizamos las ruinas: por eso resr:itaban tan corlmo-
mente en las ocasiones en que se siente una gran aflicción. En los vedoras para eltemperamento de los románticos, que podían plan-
ochenta, cuando tantos hombres jóvenes empezaban a morir de tarse ante ellas o entrar en ellas y reflexionar sobre la transitoriedad
sida, el funeral gay se convirtió en una especie de forma de arte. de la gloria. Pero nos resulta casi imposible hacer eso mismo ante
Las víctimas planificaban sus funerales cuidadosamente y con ori- los escombros recientes, donde 1a negrura no es pátina del tiem-
ginalidad, 1lenándoios de las cosas que habían dado belleza a sus po y la nafixaleza sino e1 producto calcinado del fuego y la san-
vidas. La belleza encarnaba los valores que les habian ayudado a gre seca. ¿Es Ia modaiidad elegíaca la meior respuesta para una ca-
vivir. Y de nuevo, inmediatamente después del ataque terrorista ai tástrofe política tan próxima? La distancia interpuesta por ia belleza

lb4 l(t)
LA BELTEZ{ co}to coNSUELo Y coMo cocE
¿no será acaso demasiado brusca? ¿Tenemos derecho moral a des-
hacernos en elegías por algo que no era en modo alguno inevita-
En una reseña alabiografia de Picasso escrita porJohn Ri-
ble ni universal ni necesario? Pensemos, volviendo a la muerte in-
chardson, el crítico londinense Richard Dorment escribe:
dividual, en qué clase de respuesta humana es la belleza cuando
tenemos ia sensación de que la muerte no era inevitable (aunque
Nos parece hoy extraño que por un momento Picasso creyeru
la muerte considerada en abstracto sí lo sea): supongamos que
que el clasicismo decorativo de Puvis de Chavannes pudiera ser un
nuestra pareia ha muerto de sida y creamos que se podría o de-
conducto apropiado panlas trágicas emociones que quiso expresar
bería haber hecho algo. Sentiríamos ira porque no se había hecho
en la serie de pinturas inspiradas por las prostitutas sifilíticas de la
nada, culparíamos y acusaríamos: en un caso así, labelleza que es- cárcel de Saint-Lazare, pero así ftie. Muchas de las pinruras suntuo-
pontáneamente surgiría en nosotros también pateceria errónea, samente lacrimógenas de esas solitarias figuras caminando pesada-
enónea porqlle nos sentiríamos llamados a actttar (a "entrar en ac- mente por paisajes vacíos o acum,¡cadas bajo la blanca luz de la luna
ción,) y no a filosofa r. La e\egia entra entonces en conflicto con el son esencialmente falsas, porque su seductora belleza se contradice
impulso de reaccionar y continuar la lucha. con el sufrimiento genuino en el que se basan.
Ésta sería una crítica posible a los cuadros de lvlotherwell. La
uita contemplatiuay la uita actiua indican distintos caminos, tanto Tengo mis dudas acerca de esta valoración, por la sencilla ra-
en el arte como en la conducta moral. Mi preocupación inmedia- zón de que dudo de las repercusiones que pueda tener para las
ta es aquí de carácter filosófico. Me interesa destacar, sobre todo, Elegías de Motherwell. ¿Qué t¡atamiento artístico es el apropiado
que la belleza de los cuadros de Vlotherwell es intema. No hay que para describir prostitutas encarceladas? Un estilo directo y docu-
admtrar los cuadros por ser bellos, sino porque el que 1o sean está mental transmite un mensaje; una representación que encarne una
internamente vinculado con su referente y su modalidad. La be- cólera retórica, otro. Picasso no tenía mnguna obligación de pin-
lleza es uno de los ingredientes del contenido de la obra, exacta- tar prostitutas, pero pareciaun tema natural para alguien que com-
mente igual, a mi entender, que las cadencias en las elegías canta- partiera la actitud sentimentalizante del siglo >o< respecto a estas
das o declamadas. Pero también es cierto que a veces es un effor mujeres, una suerte de legado baudeleriano. Parece indiscutible
presentar como bello lo que ciama, si no a la acción, sí al menos que la sentimentalizactón dei sufrimiento abría cierto mercado a
a la indignación. La belleza no siempre es un acierto. Las fotogra-
las obras de esta clase: baste pensar en cómo se sigue conmo-
fías de Sebastao Salgado de una humanidad sufriente son bel1as, viendo el público por e1 frío, el hambre, la pobreza,la enferme-
como invariablemente lo es su trabalo. Pero ¿tenemos derecho a
dad y la muerte en La Bobéme. "Hay un toque de erotismo --es-
mostrar semejante sufrimiento de maneras hermosas? ¿No implica
cribeJohn Richardson-, e incluso de sadismo, en el modo en que
acasolabelleza de la representación que su contenido es de un
están retratadas." En cierto modo, Picasso embelleció a las mujeres
modo u otro inevitable, como la muerte? ¿No son esas fotografías
porque le gustaba la idea de una mujer hermosa obligada a sufrir.
poco edificantes en la disonancia que muestran entre su belleza y
Una mujer fea, o una muier afeada por la duteza de sus circuns-
el dolor de su contenido? Si labelleza está internamente vincula-
tancias, impide Ia posibilidad de este perverso placer. Pensemos,
da alcontenido de una obra, una posible crítica de Ia obra es que
al fin y al cabo, en ia historia de las representaciones de víctimas
sea bella cuando no es adecuado que 1o sea.
femeninas, desnudas y encadenadas a rocas, esperando a sus res-
catadores. NIe imagino que a nadie le despertaría interés erótico

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166
rescatar a Lrna bruja, o a una mujer consumida y hambrienta. Pero de belleza y las propias obras pertenecen ai mundo que muestran.
esto significa que, en general, labelleza en la representación de En este sentido, Ntatisse es totalmente coherente, hedonista y vo-
las víctimas de este tipo está sujeta a una crítica moral relacionada lupruoso envez de sádico: se ha esforzado en crear un mundo que
no tanto con -la mirada, como con el hecho de que quien mira se excluye el sufrimiento y, con é1, ei placer que de él pudiera deri-
complazca en eltormento de una mujer hermosa. Desde esta óp- varse. Su corpus más representativo posee la cualidad estética de
tica, las obras picassianas de este período no serían del todo fal- un jardín medieval iardín amorosG- donde todo io que no
sas: se inscriben en cierta tradiciÓn en la que el uso de la belleza
-un
armonice con la atmósfera de belleza ha quedado fuera delrecin-
es perverso. Talvez el modo correcto de representar a esas vícti- to que lo amuralla. Estar en presencia de un Matisse es contemplar
mas, desde un punto de vista moral, sería excluir todo placer de ese jardín y estar en presencia del espíriru del jardín (o de su en-
esa clase y de este modo exch-lirlabelleza en favor de la docu- carnación): un fragmento del paraíso terrenal' Pero ¿qué hay de
mentación o la indignactón. En cualquier caso, importa reconocer malo en crear un espacio de belleza en un mundo cruel? Matisse
que, de ser esto cierto, Dorment se equivoca cuando habla de un sabía cómo era el mundo y creó un santuario de belleza en su ha-
Picasso que "aprende a prescindir del consuelo de la belleza vi- bitación de un hotel en Niza, con flores y paños y adorables mu-
sual,. En casos como éste, la belleza no es consuelo sino goce, un
ieres (iy con sus propios cr-¡adros en el caballete o en
la pared!)
dispositivo para alrmentar e1 apetito, para deleitarse en el espec- muy en la línea, diría yo, de los aposentos de Estambul descritos
táculo del sufrimiento. Y ciertamente, como dice Richardson, "Pi- porJohn Berger. Todo ello crea una distancia frente a las incle-
casso representa a las mujeres con cierto goce como "máquinas su- mencias del mundo y, en este sentido, se inscriben en el mismo
frientes"", Pero la cuestión sería entonces si los modelos de Picasso espacio que las Etegícs. Eso es 1o que Nlatisse quiso para su obra.
no fueron siempre víctimas de su estilo, del modo en que el artis- Me resultaría muy difícil, partlendo de estas consideraciones
ta imponía su voluntad mediante una reconstrucción de los cuer- basán<lome únicamente en ellas-, ver a Nlatisse como infe-
pos en función de sus propios apetitos. -o
rior a Picasso y no digamos ya como "infinitamente' inferioq pero
A la luz de estas consideraciones cuesta un poco aceptar la Ia afirmación de Dorment en este sentido parece ciaramente en-
idea de Dorment segúrn la cual la renuncia genenlizada de Picas- ntzadaen alguna desautorizaciÓn de labelleza como cualidad es'
so a la belleza "es 1o que le hace infinitamente más grande como tética susceptible de ser buscada o a la cual se pueda recurrir. Creo
artista que Nlatisse', como si Nlatisse no pudiera vivir srn el -con- que para él belleza es consuelo, y consuelo significa atenuar la
sueio,. A decir verdad, como he sostenido, sería muy difícii acep- emarg verdad, frente a ia cuai sería moralmente más admirable
lar la afirmeción de que el Desnudo azul de Nlatisse es bel1o en admitirla y afrontarla que negarla. Y en ia medida en que esta ac-
modo alguno: la ferocidad,la fuerza y 1a fealdad de ia mujer son titud representa ia postura actual, podemos comprender qué le ha
tales que elvoyeurismo parece descartado, y no digamos ya la ex- pasado alabelleza en el arte contemporáneo. Al arte no le co-
citación sexual: es como si la fealdad fuera una especie de velo de rresponde consolar. La actitud de Dorment está claramente en la
modestia con el que Matisse cubrió su desnudez. Y aun así, es un línea de la !-anguardia Intratable. La relación entre arte y sociedad
lugar común entre la crítica decir que la obra de Nlatisse durante es la de un irreconciiiable anragonismo, en el que Iabelleza artís'
su etapa de Niza es inferior a su obra de la etapa del Desnudo azul, tica se acuesta con el enemigo. Pero esto equivale a reconocer que
precisamente porque es casi barrocamente hermosa. No compar- Iabelleza posee el efecto que aquí le hemos atribuido de consue-
to en absoluto esta opinión. LabeI\eza de estas obras es intema a lo y a[vio, como en los cuadros que Nlatisse pintÓ en Niza, en las
su significado. El mundo representado por t\fatisse es un mundo Spannh Elegies. en eI \lietnam Veterans'Memorial, o en los tem-

168 169
plos post-11 de septiembre. Sirve para poner el sufrimiento en una
especie de perspectiva filosófica.

¿Nfenncr EL lrrlNDo re srrLEZa.?

Supongo que en idénticos términos debió de soñar Adam Ver-


ver en su museo parala Ciudad Americana, como isla de luz en el
mundo gris y deprimente de una ciudad industrial. A su modo, era
como una iglesia. La iglesia es un espacio de luz, música y aia-
banzas. Tradicionaimente la gente se bañaba elsábado por la no-
che para iimpiarse a la espera del sabath; y el domingo por la ma-
ñana se mi-rdaba para penetrar en su espacio, como reconocimiento
simbólico de la diferencia moral entre interior y exteriot que me-
tafóricamente encarna la diferencia entre elvalle de lágrimas don-
de t¡anscurre la existencia humana y el reino glorioso que les es-
pera. Pero este contraste implicaba cierta aceptación del modo en
que eran las cosas fuera de la iglesia. Verver no da indicios de sen-
tir ninguna responsabilidad por cambiar el mundo que hizo de él
un hombre rico, ni por mejorar la vida cottdiana de aquellos cu-
yos esfuerzos le permitieron comprar azulejos de Damasco y rcta-
blos de Siena para elevarse estéticamente y casarse, por si fuera
poco, con una gran belleza para su bienestar estético personal. ¿por
qué no invertir su dinero, en cambio, en hospitales y escuelas? ¿por
qué no hacer que el mundo exterior ai museo sea 1o bastante be-
Ilo para que desaparezcala necesidad de una belleza compensa-
toria en su interior? Con 1a religión cabiaargumentar que el motivo
de que ias mujeres alumbren a sus hijos con dolor y los hombres Ftcunr 17. Philip Guston, Tbe Studio, 1969
se ganen el pan con el sudor de su frente es la desobediencia ori- C omp let arse sin c o laborar.

ginal que exilió a nuestros primeros padres del paraíso al cruel


mundo que merecían. La vida es un castigo . LabeIIeza queda para
la próxima vida, si cumplimos con nuestros deberes en ésta. ¿euién Por supuesto, cabe denunciar la inmoralidad de mostrarse ii-
osaría cuestionar ios caminos del Señor? Pero Verver vivía en la losófico en asuntos que parecen reclamar acción y cambios. De-
cúspide del siglo n. ¿Por qué debemos soporrar el mundo tal y ciq respecto a ias agresiones sexuales contra las muieres, que bue-
como es, o aliviarlo construyendo islas de belleza para intervalos no, que los hombres siempre serán hombres, como si eso fuera
de recreo, cuando podríamos aliviarlo directamente? una verdad eterna, es un gravísimo error. O, tomando otro ejem-

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170
plo, es un error evidente apelar a Cristo diciendo que siempre ten- le haya extirpado ei estigma de ia belleza, el arte podrá darle al
dremos pobres como excusa paru no hacer nada respecto a los in- mundo su merecido. Los embeliecedores son' por así decir, cola-
digentes. Si la belleza implica ponernos filosóficos, entonces exis- boracionistas.
len argumentos cla¡os en contra de la pertinencia moral de la
beLleza. Y si el arte está internamente ligado alabelleza, existe un
argumento moral en contra del arte. Los artistas de la Bienal \X/hit- Bnrr¡z¡ oPCIoNd
ney de 7993 podían dar las gracias alaYanguardia Intratable por
romper esaligazón. ¿Por qué iban a crearbelleza para Lln mundo ¿Pero acaso no se plantea también aquí un interrogante sobre
corrupto? la conveniencia clel arte mismo? Porque aun no siendo bello, e1
El pintor norteamericano Philip Guston pintó abstracciones li arte ya está de por sí 1o bastante vinculado internamente a la filo-

ricas en los años cincuenta y primeros sesenta, paraa continuación sofía como para que el mero hecho de crear arte, en h-igar de ac-
preguntarse qué derecho tenía él de crear belleza cuando el mun- tuar directamente allí donde sea posible hacerlo, suscita cuestio-
do era un escenario de horrores; de este modo pasó a pintar có- nes de prioridad moral. Cuestión bastante peiigrosa parala filosofía

mics de alegoría política, con miembros despedazados y figuras y más aún, por tanto, para un texto como éste. Las Spanisb Elegies
encapuchadas que fumaban puros, Para Guston la cuestión era: ponen la pérdida política en una perspectiva filosófica, pero si eso
constituye un error, ¿qué validez pttede ostentar |a propia filosofía,
¿cómo podía uno seguir pintando imágenes bellas cuando el mun-
que todo lo pone en una perspectiva filosÓfica?
do caía en pedazos? La búsqueda de pureza estética no era una
La respuesta está, creo, en eso que le hizo pensar a Hegel en
opción viable. Necesitaba encontrar un arte acorde con su desa-
sosiego moral. "La guerra de Vietnam era lo que estaba sucedien- el arte y la filosofía como formas desviadas de una misma cosa'
Ambos efan momentos cie 1o que él denominaba Espíritu Absolu-
do en América, la brutalidad del mundo,. Y aquí su lenguaje real-
to, queriendo decir con elio que en ambos en la religión como
mente adopta un matiz lírico: -y
tercero de taLes momentos- el espíriru se convierte en su propio
tema, poniéndose a sí mismo en pefspectiva. Por desgracia el tér-
Qué clase de hombre soy, sentado en mi casa, leyencio revistas,
incubando una frustrada furia por todo, para luego entrar en mi es- mino "espíriru" queda fuera de nuestro alcance, pero eso de lo que
tudio para ajusta,r un rojo a un azul. Tenía que existi¡ pensé, un habia Hegei resuira basrante accesibie. Hegel habla del conoci-
modo de que yo pudiera hacer algo al respecto. Sabía que ante mí miento de nosotros mismos. del conocimiento que elyo tiene de
se estaba abriendo un camino. Lln camino incipiente y muy duro. su propia realidad profunda. Para é1. el arte sÓlo era inferior a la
Quise ser completo oúayez, como io fui en mi niñez. filosofía por cuanto dependía de encauzar su contenido en algún
medio de carácter sensible. Pero eso no debe preocuparnos aho-
Guston empezó a ver su anterior estilo pictórico como algo ra. Lo importante es considerar que el arte es uno de los modos
que ya no era moralmente aceptable, habida cuenta de cómo iban en que nos representamos para nosotros mismos, razÓnporlacual,
las cosas en el mundo. Si el arte tiene que existir, entonces no debe al lin y al cabo, Hamlet hablaba del arte como espejo' La filosofía
es una lucha por expresar en palabras 1o que nosofros, en
tanto
serbello, porque el mundo tal y como es no merecelabelleza.La
verdad artísüca debe, por tanto, ser tan áspera y cruda como Ia pro- que seres humanos, somos en los términos más generales que sea-
pia vida humana, y el arte purgado de belleza servirá, a su mane- mos capaces de encontrar. Somos res cogitans. Somos máquinas'
muy
ra, de espejo de lo que han hecho los seres humanos. Una vez se Somos Dasein.Somos uoltmtacl cle pocter. Somos Gelsl Resulta

173
172
tas normas y convenciones. Y de ahí que la predicciÓn según
la
difícil, como sabemos, visualizar io que querían decir los autores
de estas ideas. En realidad, es imposible encontrar una imagen que cual la belleza iba a ser el problema clave de los noventa fuera bas-
abarque por entero estas ideas y Descartes fue bastante explícito tante arriesg ada. Habtia en juego algo más que 1a belleza' Puede
que
cuando dijo que cualquier imagen era una falsificación de lo que que ia Biena| de 1993 fuese el punto de inflexión que he dicho
realmente somos. Pero Hamlet encontró el modo de poner en una iue. oque ei whitney aprendiera una lección sobre comisariado.
Los artistas siempre han creado para mecenas: para príncipes
y car-
representación dramática lo que él sabía que era su tío en-
-un
venenador, un fratricida-y, además, de un modo en que el tío, denales en una época, para hombres de negocios en otra' La
nues-

además de reconocerse a sí mismo, comprendió que Hamiet sabía tra es, cacla vez más,la era del comisario' El propio comisario ha

una verdad que él creía oculta. dejado cle ser alguien que, etimológicamente, se cuidaba del arte,t
Eso mismo trataron de hacer los artistas de la Bienai de 1993. pniu .onu..rirse en alguien cuya imaginación ostenta por derecho
Mostraron a sus conciudadanos americanos como víctimas y como propio un papel artísticamente activo: un espíritu emprendedor
verdugos. En la exposición había muy poca belleza, pero ¿cómo po- qu. .tau discurso con ias exposiciones y busca mejorar la con-
his-
dríahaber sido de otro modo si la belieza era en sí incompatibie ciencia cultural general, un espejo para el yo moderno' A1gún
toriador reseguirá un día la intrincada ruta por la que los comisa-
con semejantes contenidos? ¿Cómo podían contentarse con "ajus-
tar un rojo a un azul, cuando veian a la sociedad como un teatro rios sustituyeron a ios reyes y los cardenales que fueron mecenas
de injusticia y opresión? En este caso, el problema no fueron tan- en otras épocas, y pasaron a definir el modo en que nuestra so-
to las obras tomadas individualmente como ia sensación de que la ciedad tba aver el arte así como qué arte iba a ver, Predecir cómo
los
exposición en su conjunto era un festival de agravios. Fue como será ei aite del futuro inmediato es predecir cuáles van a ser
un congreso de oradores caiiejeros, cada uno de ellos tratando de iniereses de los comisarios.
concienciar a los espectadores de sus faltas morales. Pero en rea- Pero debemos mencionar una cuestiÓn filosófica relacionada
lidadla culpa había sido de los comisarios. Su exposición era ra- con la definición del arte. Desde que afrancara la modernidad, está
dicalmente distinta de las primeras bienales, con sus bodegones, claro que algo puede sef afie sin ser bello. Luego la belleza ni es
paisajes, desnudos, interiores y reffalos, contenidos todos ellos a ni puede formar parte de la esencia del arte' El contenido, por otra
los que labelleza podía vlncularse internamente. Esos mismos con- pni., ., una condición necesaria para el arte, o al menos así lo he
tenidos t¡adicionales habían sido presentados en formas que no Lantenido yo desde Ia transfigrtración del ltqar común. A lo lar-
eran bellas por los incipientes modernos, reunidos por Roger Fry go de este capítulo hemos visto que presentar ctertos contenidos
en los años inmediatamente anteriores a la Gran Guerra. Pero los como bellos puede ser un acierto o un error' Tanto es así que, si
se tomara una decisiÓn cultural dictando que el arte sea
bello, ésta
contenidos abordados por los artistas de 1993 no tenían nada qr:e
el si-
ver con los tradicionales. Hubiera sido un error embellecer conte- sería ipsofactounadecisión reiativa al contenido del arte. En
gio rcq el asco pareciÓ ser el sentimiento apropiado para cierlos
nidos como éstos. Su objetivo era cambiar la actirud moral de la
gente. Y la belleza se hubiera interpuesto en el camino. Hubiera Iontenidos que tradicionalmente podrían haber sido rechazados
sido un error artístico. cuanclo la belieza casi parecía la condiciÓn por defecto del arte.
La gran consecuencia del destierro de la belleza lejos del con- como condiciÓn por defecto, era inevitable que limitara el conte-
cepto de arte fue que para los artistas usar la belleza o no pasó a
ser una opción. Pero eso puso de manifiesto, o debió haberlo he- de etimología
1. Recuérciese que el autor está aiudiendo al término inglés curator'
(N del t )
cho, que cuándo y cómo utiiizarla eran cuestiones regidas por cier- distinta a Ia dei casteliano "comisario'

t75
174
nido del arte. Labelleza del arte reconciliaba a los espectadores Pero -retórico" también está demasiado lastrado por las asociacio-
con un mundo visto en los términos apropiados para que se per- nes para mis propósitos. El lÓgico Frege utiliza el término .color'
cibiera como bello. Pero a ios artistas se les ha requerido que pro- *,Farbung,- para designar el modo en que los términos son mo-
voquen Lrna g ma de sentimientos mucho más amplia. Cuando dulados por los poetas, y eso se aproxima a catucterizar el modo
los cabecillas revolucionarios exhortaton a David para que pin- en que, por ejemplo, se emplea Iabelleza para hacer que ios es-
tarala muerte de Marat --{on ia que, según el historiador dei arte pectadores adopten cierta actitud ante lo que se les muestra. Tal
T. J. Clark, dio comienzo la modernidad- el objetivo era promo- vez fuera apropiado introducir -moduladores'como un posible tér-
ver la ira y la indignación, e incrementar el lervor revolucionario mino.
y elodio contra los enemigos de la revolución. Los pintores de la En todo caso, la cuestión que ahora me limito a enunciar es:
Contrarreforma representaron a los santos como sufrientes para ¿f.ormaría parte de 1a definición del arte el que algo sea
una obra
de arte si está modulado para provocar una actitud frente a su con-
suscitar piedad. A veces, labelleza es compatible con estos conte-
nidos, otras no. Si un cuadro pretende suscitar deseo, conviene que tenido? Labelleza ha sido, con mucho, el más importante de los
sea bello. Si 1o que pretende es infundir aversión, quizá convenga moduladores, pero la repugnancia sería otro y la indignación ttn
más que sea repulsivo. tercero. Los readymadesno son simples objetos encontrados de
Carecemos de un término específico para estas cualidades. En producción industrial; son objetos modulados para provocar una
las primeras teorías de ios signos se trazaba una distinción enire actitud de indiferencia estética. No diré que el número de modu-
sintaxis, semántica y pragmáttca, estando esta ú1tima relacionada ladores sea ilimitado. Pero es, con mucho, demasiado grande para
con las relaciones entre los signos y sus inté¡pretes. El término, cla- suponer que ni siquiera labelleza, con toda su trayectoria, vaya a
ramente derivado de "pragmatismo', está demasiado lastrado por ser el modulador definitorio del arte del futuro inmediato.
las asociaciones como para que podamos simplemente llamar Sin embargo, si la belleza se percibe como un modulador en
afie, entonces 1a maravillosa idea hegeliana arrisfica
"pragmáticas, a dichas cualidades, aunque si se emplea en contra- -Labelleza
posición a .semánticas, nos ayuda a entender que tradicionalmen- nace y renace del espíritu,- se entiende a 1a perfección. \h de la
te las imágenes se han juzgado en términos semánticos, en refe- mente del atista a la del espectador através de los sentidos. La be-
rencia a aquello que representan, mientras que la pragmática, en lleza natural no nace del espíritu, pero de ello no necesariamente
cambio, dirigiría la atención hacia lo que se pretende que la ima- se infiere que la bellezanaturai y la artística difieran fenomenolÓ-
gen haga sentira los espectadores que la contemplan. El "embe- gicamente. La fenomenología de la belieza es menos importante
llecimiento, es ciaramente pragmático: tiene por objeto que los es- en el presente estudio, sin embargo, que ei reconocimiento de que
pectadores se sientan más atraídos por algo de lo que se sentirían el propósito al crear belleza artística no es abandonar aI especta-
sin la acción de los agentes embellecedores. Y nafuralmente, esto dor a su contemplación, sino que éste la capte como algo interno
explica por qué el embellecimlento es considerado como equiva- ai pensamiento de la obra. N igual que, en mi ejemplo, el uso de
lente de la falsificación. Charles K. Moris, a quien debemos la teo- Iabelleza enlas Spanish Elegies es hacerle sentif al espectador una
ría de los signos, observ'ó que "la retórica puede considerarse como emoción adecuada por una forma de vida política caída muchos
una temprana y restringida forma de pragmática,. años atrás, que muchos esperaban que sería bella de haber sobre-
Sería posible designar eL abanico de cualidades ai que perte- vivido y prevalecido.
nece la belleza como retóricas, por cuanto disponen al espectador No es necesario discutir aquí si hace falta ampliar la defini-
a adoptar determinadas actirudes frente a determinado contenido. ción del arte para hacer de la modulación una condición necesa-

777
176
ria. Pero al menos la modulaciÓn ayuda a explicar por qué con- para el artista. En la pintura religiosa, especialmente en el relato
cedemos un papeltan importante al arte. Lo hacemos porque, en cristiano, hubo problemas con ei martirologio y las crucifixiones,
tanto que seres humanos, nuestros sentimientos son los que nos que imponían en los artistas una elección entre transparencia, en
mueven. La idea de Morris cie que la pragmática es lo que en otros cuyo caso habría sangre y carne desgarrada, o embellecimiento,
tiempos fue la disciplina retÓrica corrobora esta idea, porque los como en ei Renacimiento. El embellecimiento fue un paso natural
retóricos estudiaban cómo manipular los sentimientos de sus oyen- cuando la pinrura empezó a empareiarse con el relato en general'
tes, especialmente en los tribunales, para decantar las decisiones dado que esas escenas, representadas en su realidad histórica, no
a su favor, o al menos para que su cliente causara buena impre- habrían sido beilas. Aun así, lo que se mostraba eran seres huma-
sión. De manera que los artistas tradicionalmente representaron nos interactuando y en escenarios naturales, por 1o que existía un
sus motivos de modo que suscitaran los sentimientos adecuados margen para el embeilecimiento. Seguramente eso fue 1o que de-
en los espectadores, haciéndoles sentir que eran poderosos' ama- terminó la attacciónde Ruskin por los prenafaelítas, ya que él creia
bles, justos, sabios, temerosos o lo que sea. O que eran personas firmemente en la verdad visual. El embellecimlento conlleva, como
santas, o almas puras, o que merecían nuestra compasiÓn. Cuan- ya hemos visto, una insinuación de falsificaciÓn. Pero Ruskin tam-
do Hegel proclamó el fin dei arte, supuso que en adelante po- bién era victoriano, por lo que las representaciones del sexo ie pa-
dríamos vernos movidos más por Ia taz6n que por los sentimien- recían repugnantes. Y eso explica que diera orden de quemar los
tos; pero eso, en realidad, habria significado el fin de cierta clase estudios eróticos de Turner. De hecho, sosluvo que eran síntomas
de humanidad. Lo que hace una obra de arte debidamente mo- de demencia. Los miembros del Congreso de Estados iJnidos, ha-
dulada es atraer los sentimientos de espectadores y oyentes, o biando del arte de Nfapplethoqpe, utilizaron un ienguaje parecido:
mostrar el tema revestido de unos aüibulos que por sí solos atrae- dijeron que era "enfermzo".
rían dichos sentimientos. Ai fin y aI cabo, en 1a reaiidad hay per- La mayor parte de las obras de la Bienal de 1993 eran instala-
sonas majestuosas o carismáticas. Si los artistas las pintan así, es- ciones, y éstas, naturalmente, no eran objetos de belleza, sobre
tán siendo fieles a las apariencias. Si no, 1o que están haciendo todo dadas sus intenciones retÓricas, que consistían en escandaii-
es embellecer, una forma de falsificación. zar alos visitantes del museo no por ei arte en sí sino por aqueilo
Pero estas consideraciones explican por qué ia belleza ya no que e1 arte representaba. En las úitimas bienales ha habido cada
es el modulador definitorió ciue vnavezfue Cuando el retrato era vez menos pintura y cada vez menos de 1o que incluso en ia mo-
uno de los grandes géneros del arte, los principales medios eran dernidad se habría considerado esculrura. Estos géneros tradicio-
la pinrura y la escultura, que se prestan de modo natural ala prác- nales desempeñan un papel cadavez menor en el sistema con-
tica mimética y, por ende, a la re-presentaciÓn de personas indivi- temporáneo de las artes, si es que algo semeiante enste en nuestros
duales. Y IabeIleza misma es un atributo de las personas indivi- días, cuando, como observ-é en las primeras páginas de este libro,
duales y, por consigtiiente, de los retratos entendidos desde la cualquier cosa puede ser una obra de arte. Con ios recientes cam-
transparencia. Cuando la persona no es io bastante hermosa para bios en el sistema, la propia beileza ha disfrutado cadavez menos
los fines retóricos, el embellecímiento es e1 recurso natural. Pero de ia primacía que se le atribuía en 1a t¡adición estética que hemos
eso puede generalizarse. Existe un apetito natural potlabelleza, heredado. De hecho, cuando en los años sesenta la estética em-
con lo que los motivos del artista crecieron hasta abatcar paisaies pezó a cambiar, la belleza apenas se mencionó.
y bodegones, en los que la belleza naturaly la artística vuelven a Fue prematuro, como poco, proclamarLa belleza tema clave
coincidir. Ciertamente. allí donde eso se cumplía había un tema de los noventa, o declara¡, como hizo un crítico, que "la belleza

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\78
vuelve,. Labelleza es un atributo demasiado humanamente signi- 6. TRES A,'LA,NERAS DE PENSAR EL ARTE
ficativo para que desaparezca de nuestras vidas, o al menos eso
esperamos. Sin embargo, sólo podría volver a ser 1o que en arte
fue una vez si se produjera una revolución no sólo en elgusto sino
en ia vida misma. Y eso lendría que empezar por la política. Cuan-
do las mujeres disfruten de igualdad, cuando las razasvivanenpaz
y armonía, cuando ia injusticia haya desaparecido de la faz de la
tierra, entonces la clase de arte que la Bienal Vhitney presenta a
un mundo resentido a quien esto escribel- deiará
-¡incluyendo
de hacerse. O cuando los artistas dejen de preocuparse por esas
cosas y, simplemente, r'uelvan a la pintura por la pintura' O si el
mundo au:avesara una etapa tan terrible que lo único que pudie- En cierta ocasión acepté participar en un simposio organizado
para darlabienveruda al nuevo director de una escuela de arte. Acep
ran hacer ios artistas fuese reconfortarnos a través de la elegía. En
cualquier caso, los atributos estéticos no viven aislados. Forman té porque un intercambio real de puntos de vista parecía un punto
parte de esquemas muchísimo más amplios, por ia sencilla razÓn de partida prometedor para un acontecimiento que por 1o demás sue-

de que el arte es inseparable del resto de la vida. Cuando pone- le ser puro ceremonial, con discursos edificantes y cantos corales se-

mos la belleza artística en el contexto de la vida, predecir que la guidos de una recepción formal; también lo hice porqlle el presidente

bellezaserá el tema del fururo es, implícitamente, decir que el con- ár rn, persona que admiro y con la que me siento a gusto Por todo
junto de ia vida, en ia que la belleza desempeña sus papeles, será ello me desanimé Lln poco al descubri¡ a las pocas semanas de ha-
eitema del futuro. Una prociama demasiado amplia para poderla ber aceptado ia urvitaciÓn, que ei tema luralmente sería edificante: "El
reducir a una mera cuestlÓn de 1o que será el afie en el futuro' poder áe ransformación del arte", título que. como 'La alegÁa dela
creatividad" o"Elarte y la libertad humana,, desprende un tufilio algo
trasnochado y descorazonaclor de discurso de graduación. NIi rnicial
impulso, como Herr Goebbels cuando oíala palabra "cultura", fue
agarrr el revÓlver. Pero pronto caí en la cuenta de que nosotros
-{omo mínimo nosotros en ei mundo del arte, si no en el de 1as re-
laciones públicas o en ias oficinas de desarrolio de los centros de
educación afiísrica- ya casi nunca hablamos en semejantes téfn'u-
de
nos. La verdad, pensé, es que casi siempre hablamos de las obras
arte como obietás, objetos de cierta complelidad, sin duda, pero
ob
jetos alfin. De repente comprendí que el concepto de poder de trans-

forrnación tiene que ver con Lln aspecto del arte que lleva mucho
en el
tiempo fuera de ctrculaciÓn, desde que elafie se ha convertido
objeto de un corpus profesionalizado dediscursos'
que ver
Nuestra actual concepción de los museos tiene mucho
con estos discursos, sobre todo desde que el abuso delabelleza

181
180
y la posterior desvinculación de ésta del debate artístico dejaran el
nización del arte en escuelas nacionales, que tanto inspiró a He-
papel del museo Lln poco en el aire. Hoy vemos el museo como
gel, y, dentro de las escuelas, en períodos histÓricos sucesivos. En
un lugar donde adquirir conocimiento, y el conocimiento, como ya
los análisis formalistas, los objetos podían compararse entre sí des-
dije en otra ocasión, es de dos clases. Una es el conocimiento del
de la perspectiva de la organización visual, como pasa en la tradi-
arte en sí, donde las obras de arte son tratadas como objetos con
cionai conferencia con dos proyectores donde se nos pide que re-
una organización intema no muy distinta ala de las moiéculas com_
paremos en afinidades y discontinuidades y que eiercitemos nuestra
plejas. La ofra es el conocimiento del arte como producto culnrral,
capacidad de criterio. Los objetos artísticos podían ),'uxtaponerse
donde visitamos el museo para descubrir en qué se reiaciona el
sin reparar en su procedencia, y era posible establecer sus puntos
arte de las diferentes culturas con_ las vidas de aquellos cuyas for-
de semejanza en el aire mientras el público escrutaba las imáge-
nras de vida definieron. En la ptáctica, eso equivale a ver el arte
nes emparejadas en la pantalla. Se podían agrupar objetos "para
como en un museo de antropología, es decir entender_
-para que se comunicaran entre sí'en exposiciones que tanto podían
nos-, en dioramas constituidos por figuras con su indumentaria
contener vasijas persas, máscaras baulés, bronces del Renacimien-
nativa en escenarios que incluyen los utensilios que empleaban
to, una pieza artística en fibra de Ann Hamilton y unos cuantos te-
paru vivir y los horizontes que limitaban sus creencias. En princi-
jidos navajos, obras cuya única reiación es la de ser objetos artís-
pio, supongo, los grandes museos del mundo occidental-el Lou-
ticos entre los que se supone tai o cual afinidad. Me encantaría ver
vre, el Metropolitan. ei Prado, los Uffizi- podrían entenderse como
una exposición con un tírulo contemporáneo deltipo, pongamos,
museos antropológicos, en los que casuaimente la cultura es la
nuesffa.
Ia belleza importa, compuesta por semejante despliegue hete-
rogéneo de obras de arte. Podría ser una demostración de que ia
En líneas generales. me parece que la principal teoría vigente
belleza es en buena medida la misma en todas partes, con lnde-
del arte entendido como conocimiento del primer tipo es alguna
pendencia de 1a cultura y ia historia, aunque no sería posible plan-
versión del formalismo. El formalismo ya ha dejado de ser ese en-
tear. i/ no digamos ya resolver, la cuestión de si la belleza es in-
foque privilegíado pan abordar las obras de arte en ámbitos mu-
terna o externa apelando exclusivamente a criterios formalistas.
seísticos y académicos que fue en los sesenta, cuando tanto los crí-
ticos como los docentes nos rnvitaban sobre todo a contemplar "Gracias ai formalismo,, declaró en cierta ocasión uno de nues-
tros críticos v estudiosos del arte moderno más justamente cele-
diagonaies y ritmos y referencias internas, semejanzas, repeticio-
brados, "pude dístanciarme dei tipo de crítica subjetiva, romántica
nes y cosas por el estrlo. En sus días de esplendor, el formalismo
y poética que, entre otros, practica Harold Rosenberg,. Eso, si no
nos ofrecía maneras de mirar el arte entendido como objetos in-
me equivoco, significa que su interés se centraba exciusivamenle
temamente compuestos según ciertos principios de diseño. y al di_
en una especie de investigación sintáctica de unas obras de arte
seño apelaba precisamente Roger Fry dtsegno, para volver a
-al
un término empleado por Vasari- como base para juzgar Ia
consideradas objetivamente: esto es, como obietos dotados de cier-
ex_
tas estrLrcfuras intemas que el crítico se encarga de identificar y c\a'
celencia de la pinrura postimpresionista. En sí, el formalismo apor-
rificaq independientes de toda referencia externa semánti-
tó un modo unir,'ersal de comprender obras de toda clase, inde_ -una
pendientemente de su origen histórico o cuifural, y eso, más que
ca, por así decir- y, sobre todo,
independrentes de toda referencia
pragmática a quienes las experimentan. Estaba hablando de la c¡í-
ninguna otra cosa. desterraría ei modelo progresrvo de la evolu_
tica como una especie de Kunstsutssenscbffi autÓnoma en
ción artística imperante desde el Renacimiento hasta finales del si- -casi
glo rux. El fonnalismo liberó a los museos delmodelo de la orga_
un espíritu positivista- practicada por expertos. En esta concep-
ción, el formalismo afiístico podría haber protagonizado una mo-
782
183
(,INME&SIDAD DB ANNOQUJA
AIATTñfiTlrA I]tr}\IfPAT.
Se trata de una experiencia que, aun siendo perturbadora, nos
nografía en aquelia obra canónica delpositivismo lógico, La mci-
gustaría tener, si pudiéramos. Dicho en términos generales, es algo
clopedia de la ciencia uni"ficada, donde se publicó por vez prime-
que después de leer el poema de Rilke nos enviaría de cabeza a
ra el influyente ensayo de Charles Moruis Fundammtos para una
teoría cle los signos, citado al final del capífulo anterior. la galeria de antigüedades, no a interesarnos por la evolución de
Estoy convencido de que a los estudiantes les resulta suma- "la figura de Apolo", sino a sentirnos interpelados y desafiados a
mente valioso aprender a mirar las obras de arte como ejercicios través de los milenios. Pero nuestra capacidad de convertirnos en

fbrmales, a "mirar bajo el capó,, como la estudiosa que acabo de otra cosa tiene sus límites. Al fin y al cabo, ¿qué hizo Rilke? Escri-
citar trata, naturalmente, de Rosalind Krauss- afirma en un
bió el poema. Su poema nos habla, al menos, de cómo una obra
-se
estudio de la obra de Cindy Sherman. No era así como yo veiala de arte puede atraparnos y preguntarnos qué somos, y con qué
deberemos conformarnos finalmente, dadas nuestras dimensiones
obra de Sherman: da la casualidad de que siento cierta predilec-
humanas. "Eres lo que comprendes,, le dice la tremenda Erdgeista
ción por las reacciones "subjetivas, románticas y poéticas,, y tengo
Fausto, quien se encoge ante su presencia. Ésta podría ser, en sí,
ia sensación de aprender mucho de arte cuando ieo esa clase de
crítica, como también me pasa, por supuesto, cuando leo los es- una respuesta "subjetiva, ronántica, poética, al poema de Rilke.
critos de la propia Krauss o los de su mentor, del que renegó, Cle- También podríamos mirar bajo el capó del poema, y reconocer su
estructura de soneto. Pero st el poema no produce en el lector algo
ment Greenberg, sobre ejempios concretos de obras de arte. Pien-
so, por ejempio, en la profunda reacción del poeta Rrlke ante un semejante al efecto que la escultura luvo en el poeta, es que algo
ha fallado.
iorso arcaico de Apolo. Rilke describe una curva descendente en
Veamos ahora la otra clase de conocimiento, cada vez más im-
eltorso de la figura, muy lejos del espíritu de una observación for-
malista. La curva conduce hasta Ia zona genitalde la figura muti- portante para el mundo del arte desde el declive dei modelo for-
lada, sin que en verdad importe que ios genitales fueran arÍanca- malista, en cuyo debilrtanriento participÓ en parte. Vemos el arte
dos tiempo atrás, con afán iconoclasta, o talvez para obtener un como alusión a y expresión de la vida interior de una cultura.
talismán sexual. Los genitales de piedra son tan irrelevantes para Deambulando en cierta ocasión por el Rijksmuseum de Amster-
la experiencia de Rilke como la cabeza de la estatua, asimismo dam, me encontré abriéndome paso entre grupos de peregrinos
perdida. No vemos los ojos de la figura, pero de un modo u otro cognitivos que habiaban distrntas lenguas y, de prtlnto, me di cuen-
ta de que si estaban allí no era tanlo para una contemplación de-
nos sentimos observados por la tqtalidad de su cuerpo: "Porque
no ha,v aquí ni un lugar que no te pueda ver". Y por eso mismo, sinteresada como para adquirir informaciÓn y experiencia. de ma-
no ha,v en ella ningún lugar que nosea genital: el torso expresa, nera muy parecida a nuestros predecesores del siglo xwll en el
todo é1, tal poderosa energía sexual que el poeta se ve a sí mis- grand tour. ¿Para qué querían ese conocimiento? Pues bien, esos
mo como un ser extremadamente débil e inferior. Ante la irresis- turistas dei siglo >x aprendían toda clase de cosas acerca de la cul-
tible fuerza del dios, ai poeta no ie resta sino preguntarse qué cla- tura holandesa delsiglo xlu. Un guía comentó el retrato de un ma-
se de hombre es él mismo. Si hrera mujer tendríamos la sensación, trimonio, del que aprendí mucho sobre cómo se representaba eI
creo, de que ha de cambiar de amante, o de que se ha desperta- amor matrimonial en aquellos días. Pero al final tuve la sensación
do en ella algo que sólo un dios sería capaz de satisfacer. El "De- de que a los holandeses se ies trataba como a una tribu, igual que

bes cambiar tu vida, que cierra el poema es el aplastante pensa- a los isleños de Trobriand. Pensé entonces en la tribu americana,
a ia que yo pertenezco. Ningún cuadro, sin embargo, explica me-
miento consecuencia de haberse visto a sí mismo desde la
películas, las sll-
perspectiva del cuerpo deldios. lor qué significa vivir la cultura americana que las

18t
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com,la música popular, los bailes, el vestuario, los peinados, los el Metropolitan Museum of Alt, compuesta únicamente por foto-
automóviles, la fontanería, las guías para el sexo y parala inver- grafiasa g1afitamaño de Harlem acompañadas por música del cot-
sión bursátil, todos esos sistemas semióticos que definen nuestra tn Club. La exposición fue sumamente controvertida. Los artistas
lorma de vida. En una entrevista pubiicada en un periódico de de Harlem se indignaron. LaJewish Defense League se indignó por
1915, Dr"rchamp dijo 1o siguiente: las insinuaciones antisemíticas del catálogo . La critica se indignó
porque un gran mllseo de arte se hubiera convertido en un anexo
Las capitales del Viejo Mundo se han esforzado durante cientos áel museo de historia natural. Pe¡o'de eso va el segundo modelo.
de años para dar con 1o que constituye el buen gusto y podría de- Antropologiza e]iafte. Sin embargo, en este sentido el arte no re-
cirse que han encc-rntrado el cenit del mismo. Pero ¿cómo no se da sulta más útil que los libros de cocina, las polaroids, el catálogo de
cuenta la gente de io aburrido que es? [...] Si América comprendie-
Sears Roebu ck. ¿Paraqué Sirve entonces un museo de arte, reple-
ra que el arte europeo está acabado y que América es
-muerto- to de objetos frágiles y costosos coieccionados por distintas per-
el país dei arte del futuro... ¡Mira los rascacielos! ¿Puede mostrar
sonas ricas para sus gustos privados, y ofrecidos al público a cam-
Europa algo más bel1o? Nueva York es en sí una obra de arte, una
bio de beneficios fiscales?
obra de arte total...

Y, por supuesto, dijo la célebre frase según 1a cual la gran con-


Er poorR DE TR{NSFoRNIAcIÓN oer ¿nre
tribución de América a \a civilización era \a f.ontaneria moderna.
Recientemente se celebró una exposición tirulada Kitcbm and
Hay una imagen de Barbara Kruger, imponente como todas
Bathroom/TÍte Aesthetics of Waste. Nlostraba la evolución de esas
las suyas e inquietante vista en su contexlo, instalada en el vesti
dos estancias fundamentales en elmodemo ámbito doméstico, des-
bulo inferior del Wexner Center for the Arts, en la Ohio State Uni-
de que los electrodomésticos hicieran su aparición justo a tiempo
versity. En el1a una mujer se lleva las manos ala cabeza, como la
para sustituir a los criados. Los anuncios de los años treinta y cua-
figura que grita en el célebre cuadro de Munch. unas let¡as blan-
renta no se cansaban de enseñar esposas joviales con bonitos de-
cas sobre un rectángulo rojo preguntan: "¿Por qué estáis aquí?'Las
lantales que llenaban lavadoras, hacían café, usaban la tostadora,
preguntas de Kruger siempre nos desestabilizan, sobre todo cuan-
servían a sus maridos. En el baño todo eran superficies duras y bri-
do la artista las encadena.
llantes, fáciles de limpiar. N abrir los armarios o la nevera brotaba Aquí nos pregunta: ¿per^ maÍ-ar el tiempo? ¿Para ensanchar
el espectáculo de las comidas preparadas, que aliviabanla carga \ Jestro mundo? ¿Para me)orar \'uestra vida social? No son motivos
del cocinar: bastaba añadir aguay calentar. El cont¡a.luz femrnista
despreciables. Cuando me instalé en Nueva York por p{metavez'
nos muestra en cambio a ias mujeres como esclavas domésticas, lo
era casi seguro que podías conocer a alguien agradable frente al
que tal vez conecte la cocina con la pinrura de Hopper, que mues-
Guernicade Picasso, que entonces estaba en el Museum of NIo-
tÍaún América más solitaria. Pero nada es más revelador en nin- dern Art. Era antes del auge de ios bares o de los anuncios perso-
gún aspecto que esos anuncios de las revistas femeninas, o que las nales en la New York Rwieu' of Books. ¿Hacia el arte aigo más que
instalaciones de 1os baños y los electrodomésticos de las cocinas. darle cierta pátina elevada alluga¡ garantizando que quienes nos
A efectos prácticos, eso significa que sería posible explicar la encontrábamos seríamos, probablemente, personas afines? ¿O bien
cultura americana sin poner en la exposición ni una sola obra de nos daba algo con lo que romper elhielo comentándolo en su pre-
arte, como en la famosa muestra de 1969 Haflem on m4t Mind, en sencia? Hay una historia de Don de Lillo sobre un ligue, no mu,v

186 r87
Sería maravilloso que pudiéramos contestar con sinceridad
a

las preguntas de Kruger diciendo: estamos aqtí pata ser transfor-


mados. Hemos venido hasta aquí para convertirnos en personas
po-
distintas. Lo cr-ral me devuelve al tema de mi conferencia, "Ei
que la
der de transformación del arte'. Así las cosas' es innegable
un efecto que el arte eier-
transformación, o algo pareciclo a ella, es

ce ocasionalmente en quienes con é1 se tropiezani Y, efl mi


caso'

fui un invitado demasiado bueno, finalmente, como para no seña-

lar esta verdad con la enseñanza del arte.


y tratx de relacionarla
Lin
Yo había estado pensando, casualmente, en la obra de Maya
Vietnam Veterans' Memorial.Aunque la obra posea una compleli-
dad relacionada con el lugar donde está emplazada, con sus cir-
ducla
cunstancias y con la tragedia y la memoria' paÍa mí no cabe
de que su belleza, como he propuesto en elcapítulo 4' está
inter-
quie-
namente relacionada con ei profundo efecto que ejerce en
en quienes
nes acuden a ella parallorar a sus muertos' pero también
de arte profun-
simplement e van aexperimentarla como una obra
da. Mayalin describió recientemente cómo se loqó laidea
del mo-
en su mente y me pareció especialmente peftinente ob-
numento
servar que ésta surgió de un semrnario esrudiantil sobre arquilectura
Nlall'
funerurin en Yale y de una visita en grupo de los alumnos al
enwashingtonD.C.Estevínculoconlaescueladeartecomoins-
tema
ürución legitimaba, pues, el concepto de transformación como
para laocasión que estábamos ceiebrando'
Es difícil saber cuántos esnldiantes están destinados a
ejercer

este poder de transformacrÓn. De la escuela saldrán, principal-


Ftcun¡ 18. Barbara kttger, Untitled (\Yhy Are Ybu Here?), 1L)9I. ,n.nü, ios profesionales artísticos que 1a sociedad necesita: dise-
¿ Para ser transforntados?
ñadores y profesores, fotógrafos y cineastas, aftesanos y dibujan-
tes. pero ¿cuántos de mis estudiantes de filosofía serán
un día
platones, Kants o \flittgensteins? cuando uno habla de filosofía en
fehzla verdad, que nos habla de un hombre y une mujer que se
llama,
ponen ahablar --qlle no pueden evitar ponerse a hablar- en Llna un contexto educativo, lo hace en términos de lo que Hegel
habiando de arte, su "vocaciÓn más alta"' Aun así' el Vietnam Ve'
galeúa donde se exhibe L7 October, 1978, de Gerhard Rrchter, que
terans' Memorial se mantiene como un desafío a todo el
comple-
representa la muerte en prisión de unos mrembros de la banda
jo de actitudes frente a las obras de arte como objetos con el que
Baader-N{einhof. Si significa lo mismo paratrque para mí, parecen
inicié esta discusiÓn. Más aún: cleo que el Llemorialsimboliza
e1
pensar los personajes, enronces quizá, sólo quizá, exista la espe-
que el arte desempeña en ia mayoría de nuestras
vidas' in-
runza de un lazo más proftindo. papel

189
188
cluso cuando casualmente somos miembros del establisbffient cog- seo. Sus imágenes se bañan en el río de la vida, arman ruido, cosa
nitivo del arte. En su notable lifuo Lapintura como arte,Pichard que en parte explica por qué la imagen que realizó para el Wex-
\&bllheim 1o dice claro: "Muchos historiadores del aftelutilizanuna ner Center es un tanto desconcertante e ingrata , y hasfa subversi
psicología que, caso de quc la aplicaran a sus propias vidas, les va. No quiere que estudiemos sus obras como objetos. Lo que quie-
dejaría alfinal de un'día cualquiera sin amantes, sin amigos o sin re es que sus obras nos ayuden a cambiar nuestras vidas para
entender nada de cómo había sucedido esto o aquello,. Basta con mejor, que nos tratemos unos a otros con más dignidad. Pero en-
que pensemos en algunas obras bastante comunes y lo que signi- tonces ¿qué le queda al museo? Los objetos de Kruger entran en la
frcan para nosotros, y nos daremos cuenta de que mucho de lo vida a través de la tienda de regaios, en forma de tazones de café
que se escribe y enseña sobre arte, sencillamente, no sirve para ex- y grancies bolsas que llevan sus mensajes políticos a las calles y a
plicar ese significado. Mi propia vida se ha visto transformada por las encimeras de las cocinas. Pero ¿realmente es eso lo que que-
la lectura de Proust o HenryJames, que han hecho de mí alguien remos del arte y, en este caso, del museo?
muy distinto de quien habria sido si no les hubiera leído o si no
hubiera oído hablar de ellos. La novela de Proust está llena de per-
sonajes que ven sus vidas en términos de cuadros, historias, me- ¿Qú quienrN Los MUSEos o¡.qnr¡?
lodías, fragmentos de arquitecn-ira, jardines, ensayos. Quedan trans-
figurados, o así me lo parece, cuando se ven a sí mismos En un artícuio muy comentado del Illew York Times' la crítica
enmarcados por dichas obras. Pero cualquiera de nosotros puede Roberta Smith lanzaba una pregunta no muy distinta a la de Kru-
contar cómo cambió su vida gracias a una película o una obra de ge¡ dirigida estavez no a los visitantes de los museos sino a los
teatro o. incluso, un ejemplo de arte visual de 1o más humilde. NIe propios museos. F,n lugar de ¿por qué estáis aquí?, lo que pregun-
acuerdo de la modernísrma protagonista de una de las novelas de ta Smith es: ¿qué quieren los museos de arte? l{o es casual que su
Nlargaret Alw'ood, que se conmovía hasta las lágrimas ante una sim- pregunta paraftaseeel célebre "¿qué quieren las mujeres?" de Freud'
ple copia de unos campesrros feiices cosechando hortalizas en Chi- La pregunta le parece especialmente urgente en un momento en
na en tiempos de Mao. el que los museos parecen "querer ser cualquier cosa menos mu-
¿Sirv'en de algo estas reflexiones ante el polémico interrogan- seos de arte,. Entiendo que lo que le preocupa el desarroiio
-y
te de Kruger? ¿O su pregunta se dirige al museo en tanto que es- de su texto lo confirma- es que los museos de arte quieran ser.
tablishment cognitivo, no tan distinto, si bien 1o pensamos, de la en tanto que instituciones, io que Barbara Kruger quiere que sea
propia universidad, sobre todo en 1o referente a su rama huma- el arte. Quieren que el modo en que muestran el ane cambie las
nística, que carece de respuestas especialmente satisfactorias ala vidas de sus usuarios. Creo que a eso se refiere Smith con 1o de
la preocu-
pregunta de por qué ios estudiantes deberían pagar elevadas ma- "cualquier cosa menos museos de arte". En mi opinión,
trículas para estudiar las obras de arte como objetos? ¿Qué tienen pación de Smith refleia la transiciÓn desde el primer modeio de
realmente que decir los directores de los centros de enseñanza su- museo como centro de conocimiento al segundo modelo, de ver
perior acerca de "El poder de transformación del arte' sin refugiar- el museo como un lugar donde aprendemos a entender el arte a
se en ese discurso edificante del que precisamente surge dicha ex- verio como un iugar donde empleamos el arte para aprender so-
presión? Nos damos cuenta de que Kruger lucha, poméndose a ella bre las culturas de las que el arte forma parte: del arte como fin al
misma como ejempio, para que exista un arte que, en expresión arte como medio. Soy de una generaciÓn que fue al museo como
de Claes Oldenberg, haga algo más que apoltronarse en algún mu- si de un santuario se úataÍa, en ei que uno simplemente se re-

190 r97
creaba contemplando lo que allihabia, sin preocuparse demasia- California de quién?, Como las de Kruger, estas preguntas preten-
do de aprender. El museo en el que crecí era un lugar tranquilo y den desestabilizamos, como mínimo si somos califomianos. La ex-
vacío, con cuadros fascinantes en marcos dorados. Nunca miré de- posición quería demostrar que la califomia presentada en el arte
masiado bajo el capó y mis conocimientos de historia eran dema- no era necesariamente la california que realmente vivían todos los
siado escasos para relacionar lo que veía con sucesos lejanos. Ver habitantes de California. Ello ia convertía, pues, en una crítica im-
a(te eÍa, hasta cierto punto, como ieer libros. Nunca pregunté por plícita al arte. La exposición ofrecía a los californianos un espejo
qué estaba ahí el museo, ni quién lo pagaba. Si alguien me hubiera en el que verse reflejados. Era un espejo roto, o una sociedad rota'
preguntado, en el espíritu de Barbara Krugeq .¿por qué estás aquí?,, En cierto modo, ei museo se convertía en un agente para trans-
no creo que hubiera podido contestar nada concreto. Habría sido formar a sus espectadores en críticos frente a la sociedad que fi-
como responder a por qué paseaba por la playa.Era otro de los nanciaba el museo. Los contribuyentes podrían preguntarsei ¿paft
placeres de la vida: ni más ni menos. Imposible, sin embargo, lle- eso pagamos nuestros impuestos? ¿Para eso debe utilizarse el arte?
gar muy lejos con los ayuntamientos, y no digamos ya con los or- Los comisarios estaban preguntando, como mínimo, si los im-
ganismos federales para el fomento de las artes, sin justificaciones puestos debían ir en su totalidad a financiar un arte que sólo re-
mejores que ésa, presentaba a una parte de la poblaciÓn del estado. ¿Y no había que
Smith ponía el ejemplo de una exposición instructivamente i.pr.r.ntu, a todas las partes? ¿No sÓlo el arte de la clase media
cont¡overtida, Made in California: Art, Image, and ldenlity, 1900- bianca, sino el de chicanos, negros, chinos y japoneses, que tam-
2000, instalada en el Los Angeles County Nfuseum para festejar el bién son California?
fin de siglo. La muestra aspiraba-a situar el arte y los artistas en un fuIade in Californiatenía sus méritos, pero me deprimía pen-
contexto histórico, político, social y económico concreto,, según el sar en ella. Nfe deprimía porque ponía muchas obras de arte que
prefacio al catáIogo de la exposición, escrito por la directora del me gustan en una perspectiva que no te¡ia nada que ver con el
LACMA, Andrea Rich. Lo que la exposición hizo, en efecto, fue por qué me gustaban. Las convertía en especímenes panlas cien-
affencar las obras de arte de la posición privilegiada que ocupa- cias sociales, en productos de una clase y raza detetminadas. No
ban en la sociedad, tratándolas como a un sector más de 1a culru- era ése elmodo en que yohabía pensado y escrito acercz de los
ra visual. un sector que expresa la sociedad de la que forman par- cuadros de Richard Diebenkorn, o los de Joan Brown o Elmer Bis-
te pero sin diferenciarse de otros sectores de la cultura visual chof o Richard Ameson o Robert Irwin o Ed Kienholz' Como neo-
californiana: ia ropa. las casas, los coches. las carreteras. Era Cali- yorquino, me siento muy orgulloso del arte de la Escueia de Nue-
fornia tratada del mismo modo que el museo de Historia Natural va York. Pero no lo considero "nuestro' arte. Creo que pertenece
trata Borneo o Nueva Guinea, utilizando ei arte como índice cul- al mundo. Probablemente, Made in californiaefa un ruego tácito
tural. Los visitantes de Nueva Guinea o Borneo de planetas en favor del muiticulturalismo artístico, una forma de decir que
-o
distantes- podían usar ia exposición como un modo de averiguar existen muchas Californias, no sólo los mundos artísticos de la Bay
cómo vivían los calfornianos en su exótica cultura. Los críticos po- Area y Los Ángeles.
dían deci¡ y obviamente dijeron, que las obras de arte no son me- IJnavezplanteé estas cuestiones en una charia que di para
ros artefactos y que tratadas como tales es situar a quienes las con- una organización de directores de museos, usando algunas ideas
templan en una relación errónea con lo que ven. No tardaré en de Hegeique siempre me han parecido valiosas. El concepto cen-
voiver a eso, pero ahora también quiero señalar ios interrogantes, trat de Hegel es el Geist, que literaimente se traduce como'espíri-
estilo Kruger, que formularon los comisarios: -¿Qué California,, "¿La n, tEirtt), aunque el término inglés esté demasiado asociado con

r92 193
las comunicaciones ultraterrenas como para capturar lo que él qui- pectiva, inmediatamente comprendieron que es así como ven. Pero
so decir. Traduzcamos, pues, Geist simplemente como .espíritu, no tenían el menor interés en emplearla paft sus propios fines ar-
(mind).t Hegel distinguía el "espíritu subjetivo" --el espíriru que se tísticos, porque no tenía nada que ver con el modo en que el arte
vincula con elcuerpo de un modo incomprendido y posiblemen- se inscribe en su cultura. Sus ojos eran como los nuestros. Pero el
te, como sostiene el filósofo Colin N{cGinn, incomprensible- de
"espíriru obletivo'de China era distinto del de ia Florencia del qtat
lo que él llamaba espíritu obietitto. Éste consiste en todos los ob- trocento.
jetos, prácticas e instituciones que en conjunto definen una forma Hegel tenía otro concepto del espíritu: era lo que él llamaba
de vida realmente vivida. Son productos delespíritu y no de la na- Bpíritu Absoluto, Para é1, el Espíritu Absoluto tenía tres "momen-
turaleza, y son interiorizados por aqtiellos que han sido educados tos,: el arte,la religión y la filosofía. El arte hacía palpables los va-
en el comportamiento vital. Una forma de vida lo bastante com- lores más elevados del espíritu humano y, en cierto sentido, mos-
pleja como para que los seres humanos puedan vivirla siempre traba a los seres humanos lo que para ellos signiiicaba el ser
contendrá algo que podamos concebir como arte, sea cual sea el portadores de dichos valores. Traducía las creencias religiosas en
significado que le atribuyan aqr-rellos en cuyas vidas figura. El es- imágenes sensibles. Así pues, el templo y la catedral expresaban
píritu objetivo se ofrece como concepto para el "modelo del arte sus culturas, pero hacían algo más que eso: expresabanla visión
como índice culrural,, y para el multiculturalismo. Es una idea que del mundo según la que víviala gente de esas culturas. Así que,
hizo suya como iconología el profesor Panofsky, quien, si mal no con ello, el arte desempeñaba una función filosófica. EI arte era
recuerdo, puso como ejemplo saludar alzando elsombrero como filosofía en forma desplazada. Es sabido que Hegel creía que el
una vía de acceso a nuestro sistema de significados, 1o cual le lle- arte ya no tenía esta posibilidad, porque había sido superado por
va a preguntarse cuál puede ser para ei iconóiogo el propósito del la filosofía para aquellas personas que ya no necesitaban imáge-
arte que lo distinga de los demás elemenros del lenguaje de la cul- nes ilustrativas para comprender sus proposiciones. Es su célebre
tura. incluso la perspectiva era, pata Panofsky, una forma simbó- tesis del "Fin deiArte", a la que con frecuencia me he referido en
lica. La perspectiva representa determinada decisión cultural, la de estas páginas, y una de cuyas variantes he discutido en mis pro-
representar espacialmente el mundo objetivo en términos de una pios escritos.
recesión ordenada de ob¡etos en el espacio. Pero eso no convier- Ei modo en que yo veo el fin del arte no es, sin embargo,
te ia perspectiva en una convención, porque de hecho nosotros como el de Hegel, puesto que yo no creo que el arrehaya sido su-
percibimos el mundo en perspectiva; vemos realmente converger perado por la filosofía. Cuando se ocupa de las grandes cuestio-
los raíles del t¡en en el horizonte. Nuestro sistema óptico está con- nes prácticas humanas, la filosofía es sencillamente un desastre.
figurado de este modo. La perspectiva fue descubiertaen ei senti- Cuando pienso en esos retÉtos holandeses de matrimonios en
do de que Brunelleschi aprmdiócómo mostrar las cosas del modo el retrato que de 1os Amolfini hiciera Van Eyck- y 1o comparo con
-o
en que reaimente son vistas. Aun así, mostrarias de ese modo fue 1o que han dicho los fiiósofos sobre el matrimonio, casi siento ver-
una decisión cultural. Cuando a los chinos les explicaron la pers- gúenza de mi disciplina. Kant, que no sabía nada del matrimo-
nio como estado vivido, lo definió enla fuIetafísica de las costun't-
bres como -la unión de dos personas de diferentes sexos cuyo
1. La distinción terminológica trnada aqui por Danto no üene senüdo en castellano;
en la bibliografía castellana, el Geisr hegeliano se ha traducido siempre como "espíritu,, sin
objeto es la mutua posesión de por vida de los órganos sexuales
que se den tan marcadamente las connotaciones sobrenaturales a las que el autor alude. del otro,,lo cual más parece una broma grosera en una boda de
Como "espíritu" lo t¡aducimos, pues, en el rexto (N. del ¡.) baja estofa que una proposición ponderada sobre la metafísica del

194 195
eso, precisamente, tratala forma de la uanitas. A menudo se pre-
matrimonio. Claro que Kant añade, a esta caracterización reduc-
senta como bodegón en el que una calavera aparece rodeada de
cionista, que la procreación no lo es todo "porque de ser así el ma-
bellos objetos que el cuadro pretende decirnos que son vanos' son
trimonio se disolvería de motu proprio cuando la procreación ce-
distracciones, son efímeros. El término uanitas significa "nada" Y
sara,, pero nunca ofrece una versión positiva que pueda servir de
por supuesto el cristianismo nos exhorta a no distraernos, por más
goia a las personas de una época como la nuestra cuando la pro-
tentaciones que haya, y afliat nuestro pensamiento en el otro mun-
creación y 1o que él caracteriza (en iatín, por supuesto) como ¿¿sru
do. De ahí el vínculo entre bellezay muerte. En la exposición este
membron¿m et facultatum sexualium alterius tampoco se encuen-
vínculo se extiende a obras muy distintas de ias uanitas holande-
tran, aunque ahora eso no venga al caso, del todo en el centro de
sas del siglo xl'ti. Hay, por ejemplo, una obra de Felix Gonzales-
la cuestión, ya que ambos son opcionales para las parejas que to-
Torres consistente en dos relojes idénticos, que marcan sincróni-
davía contemplan la opción del matrimonio. Un buen amigo que
camente el tiempo. Son relojes muy modernos' como los que
durante una época lnrajó la idea del suicidio me pidió que le in-
podríamos ver en una cocina o en un aula escolar, aunque nunca
dicara algún texto filosófico que pudiera ayudarle a decidir si de-
á pur.t. ¿Quién necesita dos relojes? Podríamos compararlos, cla-
bía seguir con vida, y yo no supe qué decirle. Lo que hace la filo-
ro, pero ¿de cuál nos fiaríamos? Que sean dos significa que Gon-
sofía es tratar de poner el todo dentro de una especie de cáscara
zales-Torres nos los está presentando como 'readlmado' De he-
de nuez metafísica. Pero realmente aspira a la universalidad.
cho, Tones nos está contando algo sobre el amor y el matrimonio.
A los directores de museos les hablé de una exposición que
estuve comentando con un joven comisario, exposición que para
uno de los relofes deiaráde funcionar antes que el otro. Para é1 el
tiempo se detendrá antes que para su compañero. Sería bonito que
mí era un ejemplo de lo que podría significar pensar el arte como
algo que hace 1o que trata de hacer, o debería fratar de hacer, la
filosofía, pero de un modo concreto, mediante lo que Hegel des-
deñaria como objetos sensibies. En principio el comisario tituló su
exposición El tema de la uanitas m el a'rte contemporaneo, pero
había empezado a pensar en cambiar el título por el de Medita-
ciones sobre la belleza y la muerte. Existe, como he tratado de de-
mostrar, un vínculo entre belleza y muerte siempre que mediante
Iabelleza damos significado a la muerte, como en las ceremonias
funerales, con flores, músicas y hermosas palabras riruales. Kant
escribe que para expresar convenientemente la muerte se requie-
re un "genio beiio". Es posible qüe la belleza dote de significado a
la vida de un modo muy parecido, como si su existencia fuera lo
que le dieruvalidez.lJnavez escribí sobre una tankattbetana que
muestra la muerte de Buda. El Buda muere en un jardín, en un her-
moso pabellón, rodeado de plantas, en un belio día. Se despide
del mundo en la cúspide de su belieza, que es cuando un buda
elegiría morir: esa belleza del mundo que hace que las personas FIcuna 19. Felk Gonzaies-Tones, Lrnhtled (Perfect Loum), 1991
Uno morirá antes que el otro
normales aplacen el cumplimiento de sus metas más elevadas. Y de

19,-
196
los dos se detuvieran en el mismo instante, como una pareja mu-
riendo al unísono. El amante de Gonzaies-Tores había muerto de
sida, como a él mismo le sucedería no mucho después. Es un mo-
numento y, a la vez, un recordatorio de la idea de .hasta qtre la
muerte nos sepale, que está inscrita en nuestro concepto del sig-
nificado dei matrimonio. Es una obra de arte conmovedoray de
gran ternura. Una "meditación". Pero, en cuanto "meditación", que
es un género del filosofar, conecta con los grandes misterios de la
vida y el significado de lo humano. Resulta interesante ver los dos
relojes como uanitas. Nos a¡rda a comprender por qué necesita-
mos que el arte contemporáneo aborde estas cuestiones para los
hombres y mujeres contemporáneos. Las formas difieren de cultu-
ra en culrura, pero los problemas trascienden las diferencias cul-
turales. Toda cultura tiene su propio modo de tratar con la muer-
te, o una estrategia para lidiar con el sufrimiento. Y creo que a eso
justamente se refiere el concepto de Espíritu Absoluto: conecta el
arte de una culfura dada con la humanidad en el sentido más am- Frcr,'nt 20. Joachim \Xtewael, Las bodas de Peleo y Tetis, 167Q.

t./n mortal entre inrtnortales.


piio del término.

otro sobre lapiezaque estaban contemplando. Elegí un cuadro de


Lqs osR{s DE ARTE co¡iio srcNIFIcADos ENcARNADos uno mis aftistas predilectos, el manierista hoiandés Joachim V1e-
waei. La obra de Vtewael contiene un punto de locura y sin duda
Yo utilizo un modelo que no es ninguno de los dos presenta- es una excentricidad mía que, a la que se me presenta la ocasión,
dos al iniciar este capítulo. Es el modelo de los significados en- haga siempre 1o posible por contemplar alguno de sus cuadros. El
carnados. Como crítico de arte acudo a él una y otra vez, tratan- museo de la RISD posee un gran Vtewaei, que representa las nup-
do de expresar el significado de una obra daday el modo en que cias de Peleo y Tetis, para lamayoria de los americanos un tema
ese significado se encarna en el objeto material que la transporta. más bien desconocido.
NIe interesa conocer el pensamiento que la obra expresa de un EI cuadro no está en muy buenas condiciones, en parte a cau-
modo ho verbal. Debemos esforzarnos en captar el pensamiento sa de la restauración a la que fue sometido. Se aprecia que está
de la obra, basándonos en cómo está organizada. Quisiera ahora bellamente pintado, aunque de momento me reservo cualquier
dar un ejempio dei procedimiento que me gusta seguir. opinión eslética, salvo decir que es exuberantemente -{uizás ex-
Elmuseo de la Rhode Island Design School de Providence de- quisitamente- manierista.
cidió celebrar su 125 aniversario invitando a una serie de personas Siempre que me abstraigo ante una de las obras sesgadas y
a escribir un texto breve sobre alguna de las obras de su colección crípticas de \fltew-ael trato de sentirme rnterpelado como pafie
que admiraran especialmente. La idea era poner los textos junto a del escaso y refinado público para quien debió de pintar el autor.
la obra descrita, para que los visitantes pudieran leer la opinión de Un público que prefería que el significado del arte permanecie-

r98 799
ra oculto aunque accesible, razónpor la cual los cuadros de Vte- La pareianupcial ocupa el lugar de honor en una festiva mesa
wael son elegantes laberintos, tejidos de sutiles referencias y alu- con frutos, copas y flores; el resto de invitados son dioses y diosas.
siones que ponían a prueba la cultura de sus patronos y adula- Ello nos da una razón profunda de que Peleo aparezca tan enveje-
ban su sofisticación. El pintor sabía que estarían al tanto de las cido. É1es el único del cuadro que va a envejecer, elúnico que mo-
historias y que, en Las bodas de Peleo y Tetis, conocerianla cau- rirá. Los demás son inmortales. Luego el cuadro es una extraña for-
sa del emparejamiento de los novios y quiénes eran los invita- ma de uanitas. La poetisa Satb dijo que por los dioses sabemos que
dos, así como por qué valialapena pintar dicho tema. Me gusta la muerte es mala, pues de ser buena los propios dioses morirían'
imaginar a un grupo de refinados hombres y rnujeres holande- Los dioses poseen cuelpos bellos y iuveniles y viven sin temer aque-
ses, pertenecientes, históricamente hablando, a la aristocracia de llo que nosotros tememos cada diade nuestras breves vidas'
los Países Bajos, sentados a una mesa, vistiendo trajes tan ele- Los holandeses, que conocían a Ovidio, sabían cuál iba a ser
gantes como el propio cuadro, cuestionando las interpretaciones el terrible desenlace. Todos los dioses, menos uno, habían sido in-
de los demás como nosotros hacemos con una película o nove- vitados a la celebración. Elinvitado no invitado diosa de la
-Eris,
la. Su mesa sería un bodegón de migajas y peladuras de fruta, discordia- está a punto de arrojar una manzana dorada sobre la
con las copas medio vacías. En una de las paredes de la sala, el mesa. En ella está inscrito: ,A la más bella'. Pero ¿cuál de las dio-
cuadro de \Ttewael resplandece bajola luz de las velas y del ho- sas es? ¿Juno la diosa del poder, Minerva la diosa de la sabiduría o
gar reflejada en espejos y lustrosas alacenas, en perlas y faldas de venus la diosa del amor erÓtico? Todos sabían lo que vendría lue-
satén; entre ellos es como una visión de paz y de placer.Huy, go: un mundo desgarrado, donde la edad de oro la que dio-
-en
como en el cuadro, un perro que duerme, indiferente a los brin- ses y mortales se desposaban entre ellos y se sentaban a compar-
dis ocurrentes, a los cumplidos manieristas al anfitrión y la anfi- tir los ágape s- caíairremediablemente hecha pedazos. De hecho,
triona y al júbiio que siempre suscita el tema del matrimonio. ésta fue la úldma ocasiÓn en la que dioses y mortales se sentafon
Hombres y mujeres saben que la astuta Tetis se metamorfoseó en a una misma mesa. ¡si alguien pudiera detener a Eris! Es típico de
una serie de formas terroríficas antes de ceder ante Peleo y que 1as composiciones manieristas que la figura centrai cueste de iden-
ti.flicar. En eI Patsaje con caída cle icaro, de Bruege.1, Ícaro es un
di-
los grandes dioses permrtieron a Peieo mortal- casarse con
la bella ninfa
-un
del mar sólo porque el hijo de ella estaba destina- minuto par de piernas que podrían pertenecer a un bañista, un
do a ser más fuerte que su padre. De hecho, el hijo de ambos iba detalle secundario. Un labrador es ia figura que ocupa e1 primer
a ser Aquiles, el gran héroe, un dios casi, que no sería mortal más término, pero el cuadro no trata de éi excepto en tanto que per-
que de forma tangencial, aunque decisiva. Pero ¿por qué parece manece abstraído en lo suyo, por completo ignorante deltremen-
Peleo mucho más viejo que su deiiciosa esposa? Todo un mun- do fracaso de un niño que se precipita desde los cielos. El niño
do se abre aquí a la especulación procaz y a las indirectas en voz había querido imrtar a un dios y se ahogó en el inten-
-Apolo-
baja.Y aún otra broma: vayabirria de hijo sería el que no pu- to. ¿quien de las figuras es Ens? ¿DÓnde está la manzana de la dis-
diera superar a este representante de la tercera edad que sé está cordia? ¿Y qué significa este relato de una última cena para noso-
del
quedando calvo. De hecho, Peleo hasta se me parece un poco: tros, que esmmos aquí sentados en nuestro castillo' en la cima
alguien podría burlarse de mí diciendo que lo que me gusta del mundt, disfrutando de lo bueno de ia vida: el arte, el vino, los
cuadro es que muestre a un hombre de mi edad y aspecto ro- manjares sabrosos y 1a compañía de los nuestros?

deando con el brazola cintura de una lindísima jovencita, ambos ¿Es bello elcuadro? Bueno, sin duda lo es según los patrones
desnudos como paganos. con que el manierismo definía labelleza, elegante y ornamental'

207
200
como los dioses y diosas que muestra \ítewael. Sr,r belleza es in- 7. BELLEZAY SUBLIMIDAD
terna, del mismo modo en qtre más arriba sostuve que lo eran los
cuadros plntados por Matisse en su período de Niza. Los cuadros
pertenecían en sí a la realidad que Matisse pintó. Si los gráciles y
eSbeltos inmortales poseyeran cuadros, éstos se parecerían a ios
de Wtewaei. ¿Es una obra de arte transformadora? Para ser since-
ro, no lo sé. Pero sí sé que, si ha de transformar a sus espectado-
res, éstos deberían ver en ella algo más que un ejemplo de la cla-
se de cuadro con que le gustaba rodearse a la clase aristocrática
holandesa de Utrecht a finales del siglo xw. Y no puedo imaginar
cómo sería mirar debajo del capó del cuadro sin conocer su signi-
ficado. El significado es, creo, filosófico y se relaciona intemamente En 1948, Tlte Tiger's Eye revista dedicada a la lite-
-iÑuyente
con sus espectadores. Pone sus vidas en perspectiva. Les está con- ratLlra y las artes- publicó un simposio titulado "Seis opiniones so
tando algo que, en realidad, ellos ya saben. bre: ¿qlré es lo sublime en arte?,. Pocas cosas dignas de menciÓn se
habianescrito al respecto desde las lecciones sobre estética de He-
gel en la década de 1820, pero a los editores de la revista, muy prÓ-
ximos al movimiento expresionista abstracto; debió de pareceries
que algo en el mundo de la pinrura se estaba moviendo y obligaba
ahablar de la sublimidad. Ent¡e los participantes, dos de las figuras
más intelectuales dei movimiento, Robert Motherwell y Barnett
Newman: este último contribuyó con un texto escrito con una pa-
sión y convicción que se t¡ansmite perfectamente ya desde el título:
"Lo sublime es ahora'. A principios de ese mismo año, al parecer el
día en qtre cumplía 43 aircs ---eI 29 de enero de 794*-,Newman
habiarealizado lo que él mrsmo iuzgaba un paso decisivo, no sÓlo
en su obra pictórica sino en la pinlura como tal: una obra que aca-
baría ürulando Onemmt LMe parece incuesüonable que para New-
man esta obra se relacionaba con la grandeza transmitida por la idea
de 1o subiime. Era, hasta cierto punto, un logro demasiado trascen-
dental menos para éI- como para que se lo considerase me-
-a1
ramente bello; de hecho, ni siquiera era seguro que lo fuera. Déca-
das más tarde, el pensador posmoderno Jean-Frangois Lyotard
escribiría que "ia lógica de la vanguardiahalla sus axiomas... en la
estética de lo sublime'. Y viendo cÓmo polariza Newman los dos
conceptos, queda claro que no veía posibilidad alguna de hallar los
axiomas de su arte en ia estéüca de 1o bello. Si debía existir una es-

202 203
En la América de mediados del siglo lx, y especialmente en Nue-
va York, los intelecruales de vanguarüav{tan'inevitablemente el mun-
do en términos de oposiciÓn polar. Sin duda eso era consecuencia de
haber crecid o con el ManiJbsto comun&a, enel que la sociedad apa-
rece radicalmente escindida en "dos grandes ciases hostiles y enfren-
tadas entre sí: burgr-resía y proletariado'. El subtexto de "Vanguardia y
kitscb,,de Greenberg, por ejemplo , erala lucha entre dos filosofías in-
compatibles de la cultura que él identificaba respectivamente con
el fascismo (= kitscb) y el socialismo (= vanguardia). Philip Rahv,
editor de la influyente Partisan Reuiew, donde se había publicado
el ensayo de Greenberg, dividía a los escritores americanos en dos
tipos opuestos, "rostros pálidos y pieles rojas', ejemplificados, res-
pectivamente, por HenryJames y Walt llhitman. Newman no pudo
resistirse a poner lo sublime en contraste polar con lo bello:

La invención de la belleza por parte de los griegos, esto es, ei


que postularan la belleza como ideal, ha sido la pesadilia de las fi-
losofías del arte y la estética en Europa. El narural deseo del hom-
bre de expresar en las artes su relación con el Absoluto se confun-
dió e identificó con el absolutismo de las creaciones perfectas -<on
el fetiche de la calidad-, por 1o que el artista europeo se ha visto
implicado sin cesar en la lucha moral entre la noción de belleza y el
deseo de sublimidad.

Con la misma ineluctabiiidad, Newman ve la historia del arte


como una lucha estética entre, de un lado, -ia exaltación a encon-
trar en la forma perfecta" y, de otro, 'el deseo de destruir la forma'
en el que la forma pueda ser informe'. Newman sostiene que "el
Frcunr 21. Barnett Newman, Onement I, 1948. impulso dei arte modemo es destruir labelleza', que precisamen-
Mas alla de la mera belleza. te ha sido el argumento de este libro.

tética para Onement I, nada por debajo de 1o sublime iba a bastar.


Como ya señalé, existe gran cantidad de cualidades estéticas ade- Lo st-auMe a\{EzucAllo
más de labelleza. Ninguna plantea, sin embargo, el desafío alabe-
ileza que supone lo sublime y quisiera cerrar mi discusión sobre el Newman enmarcó la polaridad entre belleza y sublimidad den-
abuso de labelleza con este úkimo capírulo de su historia. tro de otra polaridad, la existente entre Europa y América' "El fra-

?04 205
caso del arte europeo en alcanzar lo sublime se debe a ese ciego mostrado, James hace que encargue, como quien compra camise-
deseo... de construir un arte dentro de un esquema del ideal grie- tas, media docena de copias de un surtido de viejos maestros a una
go de beileza., El arte europeo "ftre incapaz de alejarse de la ima- linda y joven copista que le toma por loco, pues, como ella mis-
ginería renacentista de figuras y objetos de otro modo que no fue- ma observa, "Yo pinto como un gato".
ra distorsionándolos o negándolos por completo en favor de un Por una deliciosa coincidencia histórica, Barnett Newman
mundo vacío de formalismos geométricos,. "Estoy convencido de ---otro "hombre nuevo,- visita el Louvre por primera vez en I)68,
que aquí, en América, algunos de nosotros, libres del peso de la justo un siglo después. A diferencia del protagonista jamesiano,
cuitura europea, estamos encontrando la respuesta al negarnos en este Newman juega con ventaja: ha leído a Clement Greenberg y
redondo a que el arte tenga algo que ver con la cuestión de la be- ha vivido ya una etapa surreaiista. Por tanto, es capaz de decirle
lleza y dónde encontrarla,. Esta oposición entre Europa y América a su guía un tanto condescendiente pierre
reaparece en Robert Nlotherwell, de hecho el único americano del Schneider- que contemple
-el crítico francés
La batalla de San Romanode Uccello
movimiento que había visitado Europa y que, de entre los maes- como "un cuadro moderno, un cuadro plano, y también puede ex-
tros de la Escuela de Nueva York, era quien en términos de sensi- piicar por qué el San Sebastián de Mantegna, aun traspasado por
bilidad estaba más en deuda con cierta cultura europea. Fue Mo- flechas, no sangra más de lo que loharía un trozo de madera. A su
therwell quien inventó el término "Escuela de Nueva york" para juicio, La baka de la Mefusade Géricault está tan "del revés, como
distinguir lo que él y sus colegas estaban haciendo de la "Escuela una mesa de Cézanne ("Posee la clase de espacio moderno que
de París,. En una importante entrevista de 1968, Motherwell dijo: nadie esperaría con esta clase de retórica,). 1', en general, el "hom-
"Considero que una de las grandes aportaciones americanas al arte bre nuevo' es capaz de enseñarles a los estetas europeos un par
moderno son los grandes formatos. Se ha discutido mucho sobre de cosas sobre cómo hablar de los "viejos maestros,, guiándoles,
si se los debemos a Poilock, Still, Rothko y hasta a Newman... El de paso, para contemplar su propio trabajo, inextricable incluso
tono suruealista y las cualidades literarias quedaron atrás, y se fue para muchos de sus contemporáneos de la Escuela de Nueva york.
transformado en algo plásüco, misterioso y sublime. Ningún pari- En Rembrandt, por ejemplo, Newman ve "todo ese marrón, con un
sino es un pintor sublime, ni tampoco monumental,. haz de luz cayendo en medio, como en mi propia purtura". Su guía,
Quisiera cerrar mi pequeño cat^Iogo de oposiciones volvien- el crítico Pierre Schneider, europeo hasta la méduia, quiere ver en
do a Rahv. "Mientras el piel roja se enorgullece de su americanis- Newman a un piei roja, "un noble salvaje con un disftaz protector
mo, paÍa el rostro pálido éste es fuente de infinitas ambigüedades., con el que, como el hurón, quiere que le dejen en paz,haciéndo-
QuizáJames fuera un rostro pálido, pero siempre anduvo en bus- se pasar por un buscador de petróleo'.
ca de la alegoría moral del americano inocente, cultural y moral-
mente, ent¡e los sofisticados (y corruptos) europeos. No pudo re-
sistirse a bautizar al protagonista de su noveia El arnencano, de ExcEorR ToDA MEDIDA DE Los sENTrDos
1877, con ei aiegórico nombre de "Newman,. En 186g, este
"hom-
bre nuevo" viaja en peregrinación culrurai al Viejo Mundo t¡as ha- Ya en el siglo rn.u, la bellezase había puesro a la defensiva
cer fortuna fabricando tinas de lavar; James se divierte a costa de cuando ei concepto de 1o sublime entró por primera vez en la con-
su protagonista inflingiéndole un .dolor de cabeza estético, en el ciencia ilustrada a través de la traducción realizada por Boileau de
Louvre, donde empieza la historia. "Sé muy poco acerca de los cua- un texto sobre el tema escrito por un oscuro retórico llamado Lon-
dros o de cómo fueron pintados,, reconoce Newman; para d,e- gino, y dela Inuesttgaciónfilosófica sobre el origm de nt¿estras ideas

206
207
de lo sublime y lo bello, del estadista irlandés Edmund Burke. En la contemplando la luna, el crítico de arte del New Yorker, Peter Schjel-
Ilustración la belleza se había vinculado indisolublemente al gus- dahl, expresó sus reservas ante la utilidad crítica del término. [o
to, y un gusto cultivado era la marca definitoria del refinamiento sublime, escribe, es "como noción filosófica un eterno cajón de sas-
estético. La educación estética implica que existan normas suscep- tre que lleva más de dos siglos tratando de empezar a signtficar
tibles de ser aprendidas, como sucede en la educación moral, aun- algo convincente sin haberlo logrado aún". Y a continuación opta
que en ambos casos se espera que un día el discípulo pueda an- por afectar una sublime ignorancia ai respecto: "Como adjetivo de
dar por su cuenta y ser capaz de saber cuándo algo es bello o uso común, quien utiliza correctamentela palabra no es Immanuel
coffecto, respectivamente, gracias al buen gusto adquirido en cada Kant sino Frank Loesser: "El compartimiento tiene aire acondicio-
caso. Newman tenía toda ia razónal relacionar la idea de la belle- nado y la atmósfera es sublime"'. Nada que sacudiera a toda una
za con la perfección . La marca de lo sublime, en cambio, es el éx- culfura y en especiai a una tan autocomplaciente como lo fue la
tasis o entbusiasnxos. Estos términos o, mejor, sus equivalentes, si- Ilustración, pudo haber significado algo tan vacío e inocuo. Pero
guen desempeñando un papel en el vocabulario de la valoración veamos ahora un buen ejemplo de cómo se empleaba realmente
estética. De nosotros mismos decimos que una obra de arte nos ei término en los usos comunes del siglo xr,ru. Abígail Adams, en
"enloquece, o "arrebata'o nos .entusiasma, o nos "aplasta", y eso 1775, descrlbe en una carta a su marido el ruido de los cañones
va mucho más allá de un simple placer que nos haría juzgarlaper- contemplados desde la cima de ia colina Penn, en Boston. -Su fra-
fecta.La lectura de Longino hizo que el público culto del siglo >nnr gor me pareció uno de los más Grandiosos de la Naturaleza y en
se preguntara por qué su arte nunca les elevaba por encima de sí verdad es de la Especie de 1o Sublime. Ahora es un rugido ince-
mismos, justo el significado de la palabra "éxtasis,, y de ahí que la sante. ¡Cuán fatales, sin embargo, son las ideas unidas a ese soni-
idea de lo subiime entrara en colisión con la esfera del gusto como dol ¿Cuántos de nuesrros amados compatriotas tendrán que caer?"
una fuerza perturbadora, de manera muy semejante al modo en De hecho, lo Sublime tiene que ver con el miedo en el texto de
que el dios Dioniso invadia Tebas en ia inquietante obra de Euri Burke, como hasta cierto punto en el de Kant, aunque Kant casi
pídes Las bacantes. De repente, \a gracia y labelleza parecieron siempre lo tratase en referencia a sentimientos como la admiración
rníseras e insuficientes. Un comentarista reciente comparó el im- y la veneración, citados en la conclusión de su Crítica de la razón
pacto de Acerca de lo sublime con el de los escritos de Freud en practica, en uno de sus pasajes más célebres:
nuesüa propia época. A1 proponer el sexo como principal motor
de la conducta humana, Freud sembró la inquietud y la incerti- Dos cosas colman el ánimo con un asombro y una veneración
dumbre emocional, dejando a todo el mundo con la sensación de [Beuunderung und Ehrfurcbl] siempre renovados, cuanto con más
que, en términos de promesa orgásmica, algo faltaba en nuestras frecuencia y aplicación reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado
pequeñas vidas civilizadas. Pensemos en el personaje de Thomas sobre mí y la ley moral dentro de mí.
Nlann en fuluerte en Venecia. Labelleza es una fuente de placer;
pero la sublimidad, en arte y sobre todo en la naturaleza, produ- Así pues, una obra de arte sería sublime si suscitara en un su-
ce eso que Burke describió como .la emoción más fuerte que la jeto esta complela mxtura de asombro y veneración, La palabra
mente es capaz de sentir". alemana consta de dos morfemas, que connotan la deferencia y el
Pero ¿en qué consiste exactamente ese sentimiento? En una re- miedo, aunque esta ú1tima apenas se deje notar en su equivalente
seña de algunas imágenes dei pintor romántico alemán Caspar Da- inglés. Kant entendió que, más que un sentimiento por Iabelleza,
vid Friedrich, donde uno o más personajes aparecen de espaldas la receptividad ante io sublime es un producto de la cultura. Sus

208 7nq
nario renacentista de los individuos y los objetos'. El arte que Kant
raíces, sin embargo, -están en la naluraleza humana"' Forma parte
conocía era marcadamente figurativo y, aun siendo capaz de re'
de lo que somos. Longino también dice algo por el estilo:
presentar cosas sublimes, no podía representarlas como tales. Ésta
De un modo u otro nuestra oaturaleza nos induce (bien lo sa- es una de las grandes diferencias entre lo bello y lo sublime: 1o be-

ben los cielos) a no admi¡arnos por los riachuelos, por cristalinos IIo puede ser representado como bello. "Lo sublime en el arte está
y útiles que éstos nos sean, sino por el Nilo y ei Danubio y el Rin, y siempre sometido a la condición de conformidad con la naturale-
más aún por el océano; ni, por supuesto' nos produce más asombro za,, escribe, insistiendo en la teoría mimética del arte que para él
esa llamita que prendemos... que el resplandor de los cuerpos ce- es axiomática. La teoría mimética se fundamenta en una con-
lestes, aunque a veces éstos queden ensombrecidos, ni tampoco so- gruencia de límites, que es la condición del dibujo. Kant especifi-
lemos considerarla fla llamita] más digna de admiración que los crá- ca que.lo bello de la naturaleza corresponde a la forma delobje-
teres del Etna, cuyas erupciones arrastran consigo rocas y montículos to, la cual consiste en la limitación'. Lo subiime, por el contrario,
enteros desde los abismos y hasta arrojan ríos '
-debe buscarse en un objeto sin forma [lo que Adams llama "ilimi-
tado"l, en tanto que se represente en este objeto o con ocasión del
Kant cita ejemplos de este tipo al discutir lo Sublime: mismo la ilimitación, concibiendo además en ésta la totalidad'.
Pensemos en los cuadros de la artista Vija Celmans, que crea
Elevados peñascos suspendidos en el aire y como amenazar.
imágenes de los cielos estrellados o del océano. Son paradigmas
do, nubes tempestuosas reuniéndose en la atmósfera en medio de
de 1o sublime, pues sabemos que describen "totalidades ilimrtadas'.
los relámpagos y el trueno, volcanes desencadenando todo su po-
Y aun así nos cuesta entender sus pinruras como sublimes, sobre
der de destrucción, huracanes sernbrando tras ellos Ia devastación,
el inmenso océano agitado por la tormenta,Ia catarala de un gran
todo porque no suscitan en nosotros ningún sentimiento especial
río, etc. de asombro en términos de escala, lo cual parece requisito de la
subiimidad. Y en parte eso se debe a la escala de los propios cua-
Ivli.infonnante nativa'del siglo n'nr, Abigail Adams, recurrió a dros, que podemos sostener en nuestras manos como si esruvié-
un preciso vocabulario kantiano cuando se embarcó en su primer ramos en casa de un marchanle de ane. t\Iás cerca de esta ídea es-
viaje transoceánico para reunirse con su marldo en Europa' Cuan- tarían las marinas o 1os paisaies mostrados recientemente en 1a
do por fin pudo subir a cubierta después de haber padecido ma- Pennsyivania Academy como ejemplos de "Lo Sublime,{mericano",

reos, dejó esto anotado en su diario: "contemplé el vasto e ilimi- cuadros cuyos creadores suscribianl,a teoría de que Dios se ex-
presa a sí mismo en la naturaleza y lo hace con especial vehe-
tado océano ante nosotros con estupefacción y asombro''
Lo fascinante en Kant es que también nos sintamos "impulsa- mencia en aquellos aspectos de la naturaleza dotados de cierta
grandeza. NIe refiero alallamada Escuela de Hudson River, que
dos por naaxaleza, a adoptar una actitud comparable frente a la
moral, que el filósofo c^racreriza explícitamente hablando del po- floreció a mediados del siglo M y cuyos cuadros de gran formato
der o la f-,terza.que ejerce sobre nosotros, con independencia de solían presentar la nanxaleza en todo su esplendor: ios Andes, las
cataratas del Niágara o el Gran Cañón. Cuadros como éstos ilus-
nuesüos intereses personales. Abigail Adarns, a quien casi siempre
le pesaba más el deber que los intereses y las inclinaciones perso- Íranala perfección Ia canctenzación de lo sublime nalural por par-
nales, habría aceptado a pies juntillas esta idea. Pero ¿dónde en- te de Longino, aunque tengo mis dudas respecto a si en la época

contraúamos en ei afte un poder comparable? Aquí la experiencia de dicho autor pudieron existir pinturas que realizaran io qr"ie é1
kantiaoaqueda muy limitada por lo que Newman llama "el imagi- dice. Es obvio que los artistas de Hudson River recurri.eron al gran

211
2r0
formato para transmitir la veneración y el asombro que inspiraban tivo de que pertenezcaala estética. Respecto a su sublimidad, nos
ias escenas que representaban. hallamos en una situación equiparable a la de aqueilos que Kant
Kant, quien por supuesto jamás visitó Roma, habla no obstante de callficafta de salvajes. Luego tendremos que ver el cielo estrellado
como lo vería cualquier otra persona, dondequiera que fuese e in-
la conftrsión o especie de embarazo que recibe, según cuentan, el dependientemente de su condición cultural. Kant, naturalmente,
que entra por primera vez en la iglesia de San Pedro de Roma. En había escrito sobre la hipótesis de las nebulosas y, según parece,
esto encontramos, en efecto, el sentimiento de la incapacidad de bastabarajó una tesis sobre la vida en otros planetas. De ahí que
nuestra imaginación para formarse una manifestaciÓn de las ideas escriba que cuando contemplemos el cielo estrellado como algo
de un todo; tiene fijo su máximum, y esforzándose en extenderlo, sublime, "no deberemos situar en la base de nuestros juicios con-
recae sobre sí misma, y es lo que nos prodr-rce la satisfacción que
ceptos de mundos habitados por seres racionales ni contemplar los
nos conmueve.
puntos luminosos que vemos llenando el espacio sobre nosotros,
como los soles de estos mundos, moviéndose en círculos apro-
A menudo me ha llamado la atenciÓn qr"re inicialmente elplan
piados a estos últimos,. La sublimidad no tiene nada que ver con
para decorar la Capilla Sixtina fuera pintar Ia bóveda como un cie-
el pensamiento científico.
lo estrellado, 1o cual, anticipándose a Kant, habríasignificado que lo
Para concluir este apunte, esto es lo que dice sobre el océano:
que sucedía en el interior de la capilla sería esa .ley moral dentro
de mí"; de este modo, las referencias internas y externas ofrecerían
parahallar sublime la vista del océano, no nos lo representamos tal
una encarnación arquitectónica de las dos sublimidades. Julio II como lo concibe un espíritu enriquecido con toda especie de cono-
quería algo más .moderno'cuando encargó a MiguelÁngel que cimientos (que no da la inruiclón inmediata), por ejemplo, como un
decorase la bóveda, y a mi entender el techo de la Capilla Sixtina vasto reino poblado de seres acuáticos, o como un gran depósito
constituye un buen ejemplo, al menos en parte, de cómo actúa lo destinado a suministrar los vapores que cargan el aire de las nubes
sublime en el aÍe. Esto es así si consideramos que lo sublime per- en provecho de la tierra [...] es necesario representárselo como ha-
tenece, si puedo tomar prestada la expresiÓn de Viftgenstein, .al cen los poetas, conforme a io que nos muestra la vlsta.
mundo tai y como 10 encontramos", sin conocimiento previo o es-
peciai alguno. NIe explicaré, volviendo durante un instante al cie- Así pues, se refiera a lo que se refiera al decir "cuanto con más
lo estrellado. frecuencia y aplicación reflexionemos sobre Der bestirnte Himmel,,
Ninguna de las cosas que producen asombro sobre las que Kant no puede querer decir.cuanto más conocimiento astronÓml-
Kant escribe en ia conclusión de la Segunda Críticaestán "envliel- co acumuiemos,. Ei asombro sigue siendo cosa del poeta y no del
tas en la oscuridad más aIlá de mi propio horizonte,,. En cambio, científico. El científico, si algo hace, es destruir la sublimidad, como
Kant nos dice: "Las veo ante mí y de inmediato las conecto con mi cuando Newton, para desesperación de Keats, desent¡añó el mis-
propia existencia". Subrayaré la inmediatez en conexión con el cie- terio del arco iris. .La ciencia mata para dlseccionar,, replicó con
lo estrellado, porque Kant quiere decirnos que si hemos de consi- desdén Vbrdsworth. Podría decirse que cuanto más sabemos, me-
derarlo sublime "basta verlo taly como aparece. como una inmensa nos sentimos. La señal de que estamos en presencia de la subli-
bóveda que 1o abraza todo,. Tal y colTto ;tpa.rece significa que io midad es, como en Stendhal, el desvanecimiento. Si mal no re-
veríamos como sublime lndependientemente de nuestra relación cuerdo, aigunas muieres se desmayaron en la exposición paristna
con la historia de la ciencia asÍonómica. Éste es, en parte, el mo- de Gauguin en 1888. Al leer Io que escribió Gaugr-rin de los pin-

273
21,2
tores académicos de su época, que vivían según las normas, per-
debiera haber sido capaz de imaginar algo que cuando menos op-
tase ala candidatura de sublime; en otro aspecto, no. {o podría
cibimos el aroma de lo que debió significar lo sublime en el si-
esos pin- haber imaginado como arte la clase de pinturas que realizaron
glo rm: "Qué seguros que se encuentran en tierra firme
tores acaclémicos, con su trompe I'oeil de la natutaleza' Sólo Newman y Nlotherwell. La posición que ocupaba en ia historia del
nosotros navegamos en nuestro barco fantasma, junto a nuestras arte limitó de forma estricta su imaginación, Debiera, sin embargo,
fantásticas imperfecciones,. haber sido capaz de pensar en maraviilas artísticas, ya que la idea
por primera vezlaCa' delamaravllla sin duda formaba parte de su cultura. Quisiera ocu-
Justo así nos sentimos cuando visitamos
pilla para ver Ia gran obra. ¿Quién puede comprender 1o que allí parme brevemente de esta idea.
lstá pasando? Más importante aún: ¿quién necesita comprenderlo, Cuentan de Nliguel Ángel que fue acometido por Lina extraor-
frente a Ia stúlimidad dela experiencia? El restaurador se enorgu- dinaria visión en el transcurso de una estancia en las canteras de
llecía de haberse aproximado todo 1o posible a "MiguelÁngel como mármol de Canara, adonde acudiÓ en 1503 para elegir piedras para
artista y como hombre, procediendo pincelada a pincelada alolar- ia tumba delpapaJulio II. Nos cuenta su biógrafo Condivi que cier-
go de la enorme extensión de espacio. Pero eso es como un páia- to día
ro nocturno revoloteando bajo los cielos estrellados. No transmite
por ningún lado la sensacíÓn de la sublimidad que preside la obra' vio un peñasco dominando el mar que le inspiró el deseo de tallar
un coloso que fuera un punto de referencia para los marinos desde
Como, a decir verdad, tampoco 1o logra un análisis imagen a ima-
la lejanía, estimuiado sobre todo por la idoneidad de la forma de la
gen de Iabóveda, desde la creación hasta la embriaguez de Noé'
roca que habría de sewir para latalla, emulando a los antiguos' ' y,
No necesilamos saber el plan, por tremendo que éste sea. para sen-
sin duda, de haber tenido tiempo, 1o hubiera llevado a cabo.
tir la sublimidad de 1a pintura. Esta sensación se opone radical-
mente a esos conocimientos de historia delarte que estarían en el
Probablemente a Nliguel Ángel le inspirara ei Coloso de Ro-
mismo plano que la teoría de Los mundos infinitos a ia que se alu-
das, una de ias Siete Maravillas del mundo antiguo: una escultura
de en la Crítica del ju.icio. Entiendo, pues, que en ella está pen-
inmensa que se calcula debió de tener más de 35 metros de altu-
sando Kant cuando dice "conectarla de inmediato a mi propia exs-
ra y que, según la le-venda, flanqueaba la boca de un concurrido
tencia'. Y esto, a su vez, remite a su observación sobre ei vínculo
puefio. Incluso recostado en el suelo era una manvila. "Pocas per-
de la sublimidad con la naruraleza humana y no meramente con
sonas Plinio- pueden rodear con sus brazos el pulgar.'
la cuitura. La sublimidad de las cosas no depende de ningún co- -cuenta
Solemos pensar enla gracra y el equilibrio, en ia belleza y e1
nocimiento especial. d cunosamente, eKiste una analogn entfe esta
cl:xegno, como las virtudes estéticas primordiales en el arte del Re-
idea y la afirmación de Kanr según la cual la experiencia de la be-
nacimiento y también, hasta bastante avanzadala época modema,
lleza no depende de que situemos 1o que experimentamos como
como índices de buen gusto en las bellas artes. Pero la idea del co-
bello bajo un concepto. Nos parece bello antes de saber nada de
loso parece pefienecer a una estética completamente distinta, una
é1, como me pasó a mi alver por primera vez una de Ias Spanisb
estética donde Ia maravllla y el asombro desempeñarían el papel
Elegiesde Motherwell.
En cualquier caso, Kant no debió de conocer nlngún ejemplo
definitorio. Esa otra estética se encarnó, ciertamente, en las Siete
i\faravillas y dejó su impronta en las grandes liguras a¡tísticas del
de sr-rbiimidad en Koenigsberg ni tampoco, si tenemos en cuenta
el modelo renacentista con el que trabaiaba, hubiera podido co- siglo xr,r, sobre todo en Leonardo y Nliguel Ángel, quienes, como
nocerlo, aunque aquí se impone una distinciÓn. En cierto aspecto figuras de la antigua mttología, inadiaban un aura de magos. El co-

2ri
214
loso simboliza en cierto modo la visionaria imaginación de Miguel lington Robinson a propósito de un niño prodigio de pueblo. Kant
Ángel, encamada en muchas de sus obras más representativas: el pone en juego estos argumentos en una de sus formulaciones: -Lo
gigantesco Dauid, el inmenso repertorio decorativo que fue des- sublime es 1o que no puede ser concebido sin revelar una facul-
plegando en solitario a lo largo de quince años por el techo de la tad del espíritu que excede toda medida de los sentidos'. Creo que
Capilla Sixtina, o la tremenda visión de ia rumba de Julio, que' en labelleza de Helena cle Troya lue sublime en este sentido. En el
el que talvez sea el mayor encargo escultórico de la época mo- Canto III hay un pasaje muy conmovedor en el que Helena aban-
derna, debía incorporar más de cuarenta figuras a gtan escala' Un dona lo que está tejiendo y se acerca caminando a las puertas de
contemporáneo describiÓ el proyectado monumento ecuestre de Troyaparacontemplar a los guerreros, que se han detenido un ins-
Leonardo a Francesco sforza como -la obra más gigantesca, formi- tante antes de que Menelao, su marido, y Alejandro, su amante,
dable y gloriosa iamás realízada por las manos del hombre"' Leo- combatan por su causa, Justo entonces, los ancianos de Troya es-
nardo trabajó en ella durante quince años y tenía doce braccia de taban reunidos en conseio. "Cuando vieron a Helena, que hacia
altura. ellos se encaminaba, se diieron unos a otros, hablando quedo, es-
He escogiclo a estos coiosos como paradigmas en parte por la tas aladas palabras: "No es reprensible que los troyanos y los aqueos'

inmensidad cle su escala, pero sobre todo porque' como las Siete de hermosas grebas, sufran prolijos maies por una mujer como ésta,
Maravillas habers e realizado la Tumba Juliana. hubiera sido cuyo rostro tanto se parece al de las diosas inmortales".'
-de como meta genefar sentimientos de veneración Podemos imaginar que existiera alguien tan bello como Hele-
la oclava-,tenían
y asombro, a lo que contribuía su escala. Algo es un coloso, por na, pero no podemos imaginar su belleza. Es ésta una de las dife-
ejempio, sólo porque subraya las limitaciones de quienes lo expe- rencias prolundas entre palabras e imágenes. Análogamente' po-
rimentan. si los grandes mandatarios se han representado a sí mis- demos poseer imágenes del Coloso de Rodas, pero ninguna
mos como colosales ha sido, seguramente, para hacer visible la di- rmagen puede mostrarnos su tamaño. En el mejor de los casos nos
ferencia entre ellos y sus súbditos; así en ia efigie sedente de puede dar idea de su escala poniendo a un montÓn de humanos
Constantino el Grande, de unos 10 metros de aitura, cuyos restos diminutos en su base, como hizo Piranesi cuando quiso mostrar lo
todavia nos asombran cuando los contemplamos en Roma' extraordinario de los monumentos de Roma. Pero esto nos de-
Sin embargo, la idea de sublimidad debe convocar algo más l,¡eive a 1os límttes del arte tal y como lo entendía Kant. Al estar
que un gran tamaño: -No concedo demasiada importancia alta- la subiimidad intemamente vinculada altamañoy' desde luego, a la
maño fisico', escribió en cierta ocasión el1ógico Frank Ramsey' "No inmensidad, no puede ser representada. Éste es uno de los pro-
me enorgullece pesar cerca de 110 kg." Resulta fácil entender, pues, blemas de Newman. Las reproducciones en catáiogo de sus pin-
por qué Kant o Burke creyeron necesario agregzf el sentimiento turas más representativas no pueden mostrar su tamaño ni, por tan-
á. t.rro, como condición extra. Los paradigmas literarios de Lon- to, su sublimidad. Es necesario estar frente a eilas y, de hecho'
gino, sin embargo, eran La Itíaday un grun poema de Safo, y nin- bastante cerca de e1las para sentirla. Pero en todo caso, de nuevo,
guno de ellos es terorífico. Pero sí que pueden recordarnos nues- el terror no intervj.ene en ia experiencia. NIi opiniÓn, si a alguien
tras propias limitaciones en caso de que tengamos ambiciones le interesa, es que 1a clase de terror vicario en que pensaban Kant
artísticas, y me parece que el sentimiento de asombro tiene que ver y, sobre todo, Burke, sí que desempeña un papel en el goce hu-
pa-
con 1as limitaciones de esta clase. -Y siguieron contemplándole, y mano: en las historias de fantasmas, las películas de terro¡ 1os
su asombro fue en aumento, porque tan pequeña cabeza pudiese sajes del terror en los parques de atracciones, en el "enlretenímiento
casos
albergar todos los conocimientos que poseía", escribiÓ Edward Ar- popular", por decirlo de alguna manera. Es posible que haya

217
216
en los que la experiencia de lo sublime tenga el sentimiento del Descubrimos que no somos "inteligencias puras" sino criaturas de
tefror como uno de sus componentes, pero no es esencial al con- sentimientos, y no simplemente de sentimientos sino de senti-
cepto del modo en que el asombro sí lo es. Al fin y al cabo, ni el mientos poderosos, como la veneración y el asombro. No es de
cielo estrellado ni la ley moral que llevamos dentro nos provocan extrañar, insistimos, que a Kant se le hiciera necesario escribi¡ una
terror cuando los contemplamos. Dicho sea entre paréntesis, el tercera crítica para conectarnos con los otros dos aspectos de nues-
miedo sigue desempeñando un papel en, precisamente, la teoría tro ser. Y dado que la capacidad para el asombro nos es revelada
posmodema de lo sublime desarrollada por Lyotard, que habla del en este sorprendente pasaje,lo subiime es el contenido dei
-que
sentimiento en cuestión como "una suma de miedo y exaltación". asombro- difícilmente podrá ser un pensamiento de úitima hora
Uno no pr-rede sino preguntarse menos a mí me pasa- con enla Crítica del juicio. Y ei mundo como presencia estética es in-
-ai
qué frecuencia Lyotard debe de haber sentido algo así en presen- separable de lo que somos.
cia de obras artísticas. Si es como el éxtasis, no es posible sucum-
bir a ello varias veces durante una única visita a una galeía de arte.
VIe parece que Lyotard ha sucumbido a la literatura sobre el tema Er n¡tescueniMrENTo DEL HoMBR¡

más que a las experiencias estéticas que realmente haya podido


vivir en rue de Seine, París. Volvamos ahora a Newman. Hay un interesante pasaje en Kant
Resulta difícil no pfeguntarse, por otra pafte, si Kant habría que tiene mucho que ver con la estética del expresionista abs-
escrito la lirica y romántica conclusión de Ia Crítica de la razón tracto:
práctica, de 1788, en la que apela a un vocabulario estético y a
una serie de relaciones que en rigor no tienen cabida en el siste- Pr-rede que no haya pasaje más sublime en el libro de 1os 1u-
ma crítico que él mismo había desarrollado hasta entonces, de no díos que este mandamiento: "No harás para ti imagen tailada, ni nin-
haber sido por el concepto de 1o sublime. El cieio estrellado so- guna figura de lo que hay en ei cielo, o de lo que ha,v sobre la tie-
bre mí y la ley morai dentro de mí pueden en efecto consignarse ¡¡2', €tc. Este solo precepto puede bastar para explicar el en¡usiasmo
a los ámbitos que respectivamente cubren las dos primeras críti- que el pueblo ludío sentía en sus días de prosperidad por su reli-
gión, cuando se comparaba con otros pueblos, o el orgulio que ins-
cas kantianas: el reino de ia naturaleza, podríamos decir, y el rei-
pira el islam.
no de la libertad. Y éstos, a su vez, remiten a las dos grandes fa-
cultades del pensamiento humano: representar el mundo como
un sistema racional, regido por leyes universales, y dictar las le- Esto prohibía, en efecto, a los judíos o a los musulmanes ser
artistas, aunque por supuesto, como todos los Nlandamtentos. fue
,ves que definen universaimenle la conducta moral. El ret¡ato fiio-
sófico que dibujan las dos primeras críticas es el de Lln ser cogni- y sigue siendo quebrantado en ambas religiones. Pero hasm la lle-
tivo y legislativo al mismo tiempo. Pero si el pasaje final represenu gada de la rnodernidad no fue posible ser pinlor sin crear imáge-

parte de nuestra realidad como humanos, entonces el retrato re- nes. En el mejor de los casos, uno podía dedicarse a la decoración,

basa estos límites. El asombro y la veneración son sentimientos única alternativa a la representación que Kant reconoce. Cuadros
que parecen impropios del personaje un tanto austero, e incluso que no fueran imágenes hubieran sido una contradicción en los
gtavel que las dos primeras críticas parecen dar a entender que términos. A la hora de la verdad, esto imposibilitaba Ia realización
somos. Descubrimos así algo fundamentai de nosotros mismos al de cuadros que fueran sublimes. Pero la modemidad inauguró la
contempiar nuestro retrato, algo que el retrato en sí no muestra. posibilidad de una pintura anicónica y, de algún modo, esto posi-

?1c)
218
bilitó la sublimidad como estética factible. Como dijo Newman, .lo encontrado un camino para ser pintor sin quebrantar el Segundo
sublime es ahora". Mandamiento, que únicamente prohíbe las imágenes. Lyotard, por
Newman consideraba su obra decisiva, Onemmt I, como una cierto, trata de incorporar a su análisis de lo sublime la irrepre-
pintura y no como una imagen. El texto delcatálogo de una gran sentabilidad (unpresantability) de su contenido, pero creo que más
exposición dedicada a Newman afirma que Onerrlgnt I.no se re- bien quiso decir que lo sublime es infigurable(unpicturable) 'Por
presenta más que a sí misma", que como pintura se tiene a sí mis- audazmente posmoderna que a Lyotard le pareciera su teoría, es-
ma por tema, No me io creo. No puedo creer que eso que New- taba curiosamente limitada a la pinrura.
man contemplaba en unos términos 1o bastante trascendentales El propio Newman tituló uno de sus cuadros Vir Heroicus Su-
como para merecer un títlrlo así fuera, simplemente, una pintura blimis, cuyo significado, como le explicó a David Sylvester, es -que
sobre la pintura. El cuadro trata de algo que pr-rede decirse pero el hombre puede ser o es sublime en relación con su sensación
no mostrarse, al menos no por medio de imágenes. En generai, el de estar consciente'. Y, si 1o he entendido bien, él creia que su
suftjo.-mmt, se une a un verbo o o .coln- uso de la escala iba dirigido a despertar esa sensación de con-
-como "atone" ^mdow,
mancl"- para el que designa un estado estado de expiación ciencia de uno mismo en relación con sus cuadros: podría decirse
-el
(atonemeni), por ejemplF, o un producto, ¿Qr-ré significa enton- que éstos implican la escala del espectador:
ces "Onemenh,?1 En mi opinión, significa la condición de ser uno,
como en el ensalmo "Dios es uno'. Podría decirse que alude a la Con mi pinfura busco que e[ cuad¡o dé al hombre una impre-
unicidad (oneness) de Dios. Y eso podría ayn-rdarnos a entender sión de lugar: que sepa que está ahí y que, por io tanto, sea cons-
mejor las diferencias entre una imagen y un cuadro. Pensemos, una ciente de sí mismo. En este sentido, ya se relacionaba conmigo mien-
vez más, en la Capilla Sixlina, en la que Nliguel Ángel presenta tras yo realizaba el cuadro, porque en ese sentido yo estaba allí [...]

una serie de imágenes de Dios. Por mucha que sea su grandeza, Cuando estás frente a mis cuadros le das cuenta de tu propia esca-
están limitadas por la restricción de que las imágenes sólo pueden la. Anle mis cuadros, el espectador sabe que está allí' Para mí, esa
impresión de lugar no sólo encierra un misterio sino que tiene algo
mostrar lo visible, y es preciso decidir qué aspecto tendrá Dios.
de hecho metafísico.
¿Cómo representar que Dios es uno? Al no ser una imagen, One-
ment Ino hereda ias limitaciones inherentes a la representación en
Este "misterro,, este "hecho metafísico,, son los que evocan la
imágenes. La pintura abstracta no está desprovista de contenido.
Lo que hace es permitir la presentación de un contenido sin los li escala y elasombro cuando hablamos de 1o sublime. Los estudio-

mites de la representación en imágenes. Por elio, desde el princi- sos hablan de un descubrimiento renacentista del hombre: creo
pio los inventores de la abstracción creyeron que ésta estaba do- que, en consonancia, podríamos habla¡ de un redescubrimiento
tada de una realidad espiritual. Era como si Newman hubiera del hombre en ei expresionismo abstracto. Pero es importante que
entendamos que esos cuadros que implican nuestra existencia no
nos hacen sentir empequeñecidos, como sí nos pasa con ei cielo
1. Encastellano,elsuftlo-mentpuederaducirsecomo-cióno-mierlto.Enlosejem-
estreilado que se extiende sobre nosotros. La escaia del cuadro tie-
plos ingleses citados por Danto, los verbos expi6r, dotar mandardañan,consecuentemente,
los sustan¡ivos expinción, dotación, nxanddmiento. De modo que el neologismo Onement ne como meta inducir en el espectador cierta conciencia de sí mis-
podría traducirse por.Unación" o -Unamiento,. La raducción del término debe por fuerza mo: de ahí su estatus de sublimidad. Impiica ai cuerpo delespec-
ser rambíén un neoiogismo, por lo que no cabe recurrir al ya. existente "unicidad,, cuya co-
tador. sin minialurizarnos porqlle el cuadro sea grande. Lo que
nespondencia en inglés serían los términos legitimados por ei diccionario oneness o t¿ni-
city (N. del t.) Newman quería infundir mediante cuadros como Vir Heroiats Sut'

221
220
nunca se convirtió en un objeto a tener en cuenta para un lnven-
tario Ce maravillas.
Entretanto, me fijo en que Nabokov no puede evitar hablar de
algo bello como objeto de la conciencia: un paisaje soleado visto
a través del marco de una ventana. si la conciencia sólo revelara
lo absolutamente repulsivo, nos pregtlntaríamos por qué se nos
clio semejante don. Pero eso nos lieva de r,uelta a los dos mundos
de G. E. Moore trataclos en anteriores páginas de nuestro estudio.
LIn mundo absoiutamente repugnante no sería un mundo en el
que quisiéramos estar conscientes mucho tiempo, ni desde luego
vivir una vida que perdería slr sentido sin la luz del sol' Si yo se-
Frcr,q.c 22. Barnett Newmao, Vir Heroicts Sublimis, 1950-1951. ñalo un cuadro y lo declaro sublime, alguien podría corregirme y
. Ser cowcimtes de nuestra propia escala. clecirme que estoy confundiendo lo bello y 1o sublime. Yo citaría
-en ple-
entonces a Nabokov: contestaría que lo bello ¿slo sublime
na noche del no ser". Kant pone en iuego estas consideraciones en
btimis es el asombro y la veneración por nosotros mismos tal y
la formulación antes señaiada: "Lo sublime es lo que no puede ser
como somos ahora. No puedo dejar de pensar que el concepto
concebido sin revelar una facuitad de1 espíritu que excede toda
que Nevimanandaba buscando era la noción central de Heideg-
medida de los sentidos,. Por mi parte, y no sin malicia, yo podría
ger, el Dasein: ser-ahí y tener conciencia de ello.
añadir: es sublime porque está en la mente dei espectador' La be-
Pero hay otra manera de concebir esta idea, que encuentro
lleza es, para el arte, una opción y no una condición necesaria'
magníficamente expresada en la respuesta que dio el gran nove-
pero no es una opcrón paralavida. Es una condicíón necesaria para
lista ruso Vladimir Nabokov cuando le preguntaron si en la vida le
la vida que nos gustaría vivtr. Y por eso la belleza, a diferencia de
soqprendía algo. Nabokov dijo:
oras cualidades estéticas, lo subiime incluido, es un valor'
La malavilla de 1a conciencia, esa ventana que repentjrlamente
se abre a un paisaie soleado en plena noche del no ser.

La cita me parece sublime y siento que hasta épocas más o


menos recientes ningún filósofo hayahablado de la conciencia con
esta clase de asombro y veneración. Kant, desde luego, no lo hizo.
El cielo estrellado y la ley morai dentro de nosotros eran pare él
ob¡eto de asombro y veneración, sin que llegara nunca a com-
prender que ambos palidecen comparados con el hecho de que é1
sea consciente de ellos, de que el universo, interior y exterior, esté
abierto a algo que es en sí irrepresentable y tal vez inciuso ihinte-
ligible, considerando los límites internos de ia comprensiÓn hu-
mana. No es de extrañar que los filósofos no supieran valorarlo:

223
222

uNryEp*SIDAD DE ANfi OQi", r,


DTÍ'T f'AT'gñA ñETTTD AT
Íxorcn exnrÍrrco Y DE NoMBRES

Adamantics, 123 -belleza


inadecuada, 166-177
Adams, Abigail, 209-211 -belleza
interna, 166-171
Adorno, Theodor, 55 - como antropología, 187
Aflicción ybel\eza,164 -como
conocimiento,lS2
110
Alberti, Leone Battista, * como distinto, 145
Ncibíades, 142 - como racional y sensibie, 143
Nejandro,2lT como significados encarnados,
- 199-202
Apolo,201
Aquiles, 200 como vida interna de la culru-
Arensberg, Walteq 45,146
- ra, I85
tuistóteles, 114 del,25-29
-concepto
Poética. I13 del arte enla antt'
-
Arneson, Richard, 193
-concepto
gua Grecia, 19
funoid, Manhew, 66 de la conveniencia
-cuestión
Arp, Hans,90 ' del, 173
Arte abyecto, 99-100 definición filosófica del,28-29
Arte concepn:al, 62
- definir, 23,27-28
Arte Zotz,41
- a si mismo,56-57
-definirse
Arte: -e interioridad, 122
sesentá, 20-2I,29,36-38, del, 20, 23, 59
-años -filosofía
51,56-57
radical en el,53-54 -findel,27,48,5i,I95
-historia
del,25-26,28
-apertura
en el, 56 filosófica del,59
-autocrítica -historia
clistinta, Ii, 43- del,26
-bellezacomo -identidad
44, i0-i1,72-77, 86-88, I02- de los sesenta, 20
-mediados
I03, 1,37-138, I52, 159-760, i8,175,205-206
-modemo, y la Guerra Fúa,64
I74-1i5,206-223 -moderno
225
modulación en el. 177-178 artística, como intelectual, 49 Berkson, BilI,68 Clair, Jean, 95, 96, 99, 103, 146
- la sociedad, 157,
- como colaboracionista, 173 Beuys, Joseph, 25 Clark,T. J.,176
-p^racambiar
174
- bipotiposisde ia morali- Bildungsroman,26 Coloso de Rodas, 215-246
-como
dad, 89, 98,137-138 Bischof, Elmer, 193 Coloso, ideade,216
de|,28,62
-pluralismo imagen compuesta, 121 Bloom, Leopold,95 Comisario, papel del, 175
político, \55-157, I59, 16r, 17 4
- semántica del, 27
- como
como necesaria pan la vida, Bloomsbury, c'írculo de, 69, 88 Conceptualismo,22-23
-propiedad pragmáticas, 28
propiedades
- 2)1 Blythe, Yl. H: Haiku, 87 Condivi, Ascanio, 215
- (aboutness) universai,72,84 Boileau, Nicolas,207 Conner, Russell, 16-17
-referenciaiidad -como va\or,104,223 Boucher, Frangois: fuIadame Pom- Cook, Capitán,81
del,110-111
-como padour m su tocador,132 Courbet, Gustave, 86
enel,49 contra embeilecimie nto, 114
-significado - de ta, 63-69 Brancusi, Constantin, 45 Cristo crucificado, representación
teoría del, 78, 22
- Institucional del, 61
-destronamiento
estética/artística, Brecht, George, 58 en el arte, 99-100
-Teoría -distinción
r41.-142 Valocbe,60
de, 181-186
-tipos
y belleza, 25-26, 33, 63-64, 67 - un mundo cruel. 170-173
-
Brenson, Michael, 64 Dadá,98-702
- 69, 1.33, t45-746, 757-ri2, 163,
-en
interio¡, 152-153 Breton, André, 89 como efímero, 91
- Briscoe, Ll|y,129
- ante la belleza,
177-r80 interior/exterior, distinción en-
- tre,49 Brown, Joan, \93
-desconfianza
126
-yt6tdiscurso socioeconómico. interioridad, 123 Bruegei, Pieter, 18 la guena,90
- Paisaje con la caída de icaro.
-y
Danto, Arthu¡:
el museo, 107-108 los positivistas lógicos acerca
-y - de |a,22, 43
- 201 Analytical Pbilosopby of His-
-y estética, 35-36, 45, 102'103
l+/-L+r) Brunelleschi, Filippo, 194
- tory, ¿>, E>, bI
filosofía, conexión entre,
-yv3, 195-196 -nafur3l,
ntatraV a¡istica, disünción en- Buda, 196 nispués ctelf,n det arte,50
- Burke, Edmund, 208, 2I6-2f7
- Ia transfiguración del lugar
las cosas reales, distinguir tre, 48-19,70, 105, 157'1i2, -
-yentre el, 110 r77 Inuestigación fílosófica sobre el común, 27, i0,63. 175
peso moral de |a,68, 1,46
- origen de nuestras ideas de lo Mas allá de la caja Brillo, 16
-y lopares
sublime.22-23
6I-62
- politización de la, 90 sublime y lo bello,207
- Ptaying witb tbe Edge.6>
-yy política,indiscernibles, - - A¡t Vorld,, 25,58,6I
180 Reino de la, 105, 110,
- y repugna ncia, 94-96, 103-104 -Tercer
1.r4 Cabanne, Pterre,22, 45
-The
Darw'in, Chades:
- reinos conectados, 127 Caffin, Chades, 131 La expresión de las emociones
A¡tes miméticas, 15, 20-21,, 23
-tres perverso de la, 167-169 Cage,John, 58,87
- en el hombre y los animales,
Artschwager Richard. 62
-usoalticción. 161 Caja Bri1lo, diseño de La,40 96
Alwood, Nlargaret, 190
-y 26-27, 63-64, 68-69, Caja Brillo. Véase\Xlarhol, Andy David, Jacques Louis, 176
Austin, J.L.,66
-Y73 1-arte,
133,1 4i -1 46, -riz, 764-
151, Candelabro, en la Biblia, 1i7-118 Davidson, Donald, 114
Beauvoir, Simone de, 142 165,177-182 Capilla Slrtina, 21,2, 216, 220 Deloye, !lim, 104,
Bell, Vanessa ,69,129 y consuelo ,7 t'0-I72 Celmans, Ytja,2Il Descartes, René, L33, 174
Belleza:
- y diferencias culturaies , 84-85 Cézanne, PauI, 85, 20J Dickie, George,62,63
de la, 89
- lo sublime, 203-205 Chabanel: Nacimiento de Venus, Diebenkom, Richard, 193
-abuso
como distinto, 43, 50, 73-
-yy muerte, 196 1 ,1) Dioniso,2I,208
-afie77,86-87 , ro2-104, 137, riz-
-
Berger,John, 71, 169 Chalfont, Henry: Style \Vars,I5I Dios (Biblia), estética de, 117-118
1t3, ri9-r6r Berkeley, obispo, 706, 1,13 Chavannes, Piene Puvis de,767 Distemper: Dissonant Tbemes in the

226 227
AttoÍtbe 199 G'../r,sición), c<,r¿ales{or¡es, Feli* Dor r¿toJb, filosoffa, 142-143,17t
44 -yfeminismo,125
Eulpides, 21 \ 79i -sob¡e la b€lleza, 107
64 -sobre
Dondero, Geo€e A.,
Dornent, Richard, 167, 168,
- I^^t Bacatxlq 2ú
169
Evoiución, y la minda máiculin¿,
Coodman, Nelson, 57,
cray, Dorian, 80
102 -sobrc
la ciencia, 107-108
la pinora corpor¿I, l1q
86, 125-126 -sobre
D\!ch^mp, Marcel, 76, 22, 42, Greenberg, Clemenr, 56, 65, 77, 84, tm
87 , ltt, 134, 1,45, t46, tú FxistenciáIsras, 57 , 161-162, 184, 20,, zoi
87 sob¡e Rafaei, 138, 141, 144
ba.jando ura esca¡¿- Lxodo (Bibtia),11S cuilleminor, Marie,Ange, 111
-
- Desnudo
ra,137 Bxprcsionismo ab'stracto, f-37, 57,
- Terc€r Reino, 113-114
custo: frlosofi¡s opuesBs del, 119 HeidegSer, Mafin, 222
Caso Richard Mutt,, 45 L33-134,218, 219 ---+n el ¡itual, 119 Helena de Tro,", 110, 217
- F eúe, 45, 47, 4a, M5, t46,
'El 1

171-172
- 1.53,156 -y esrénc ,3i-X
Exterqlismo, 20, 25
cusron, philip, 66, Hess€, Eva, 126
Hk*ey,D^ve,44,64,155,159
Ezn, Neil Ben,44 rüight, Jonarhan,96 Higgins, Dick Viüet Caro159
-Peine,1,45
readtnades,45,54-55 , Hafniiron, A¡n,183 Hipe¡morfo,l2l
- rea4nnades y eslética,745 lantin-latour, HeNi. lln Coin de Hamlet, t7rl74 Hiroshige, Ando, 149
- y ei ane---sin estéüca, 145 Tabb,1g Harlen on Mf Mind(e\posición), Hirst, Damien,92,94
- Fausto, 185 186 Hobbes, Thomas, 114
Elegias, siSnificado de las, 163-165 Feminismo, y estéúca,724 726 Harvey,lemes,3944,42,47 Hog íh,W¡l',arí, Análiris de la| lx-
Eliot, T. S., 69 Filosofia, 174, 191196 Hearsr, Willian Randolph, (A lbz\ 113
Embellecimiento, 114, lli, 133,
176177 -^n litica,26,5657
intempo¡al, 18, 28
Hegel, c. W F., 29, 70,84-86,
100, 116, 154, 177, 183,
99-
189,
Hoüid"y, ceo.ge, 156
Hopper, Edv/ard, 186
-corno
.-coño pamdigm¿, en esrética, Ilurus,24,58,62 203 Hudson Rivet eso.rcla de,211
128 Ffuxus lrfanifesto, 62 ade como filosoffa, 195 Huebner, Douglas, 62
consider¿ciones polílicrs, 123- FomaliÍno, 1&20, 182'183
- y distiflción ane/mtu- Hume, David, 70, 76,114,146,149
- 125 Foste¡, Hal, 100
-b€lleza
alez ,142 De h IiMa¿ dril65
en la pintu.¿ del Ren cimien Forografla, estérica de la, 130-131 lin del Arre, 143144, 178, 195
- lnLestBadón sabre llx prhci-
- to,179 Frege, Gottlob,23, 177
-* fnfeno enología del espíriha- piasdelawm|15
consideraciones moráles, Freud, Sigmund, 191, 208 26 sobre la bellezz, 139-141
-y116-117 ñalestar de la culturq l3O i Iaflosafa ¿tet
-
Derecba,26, -sobre las ve¡dades morales,
-El - 85
-y simbolismo, 119 ¡riedrich, CasprDaüd,2o8
Enctclrydia de h ciencbunilica- Fry, Roger,22,7t76,57,129,134, d¿ftlrofa
139-l4l
]a bis-
d4 184 137 , 139, t6o, t74, t82
- Ieccionps
toria, 84
de
ícam, 2ol
8ris,201 de,73-74 Lecci.,n4 $brc Ia es¡Aiq 10&
Iconología,194
Errst, Max,89,98
-for¡nalismo
ríon arú Dsígn, ú
- 110 IIía¿4, Lq 216
Espírinr Absoluto, J95
-t sobre arte, 107-108, 1t66, 139, tlustración, 85, 89, 113
Esquilo, 19 Gauguin, Paul, 231 | - 143,173
Estética, 35-36 C,eist, 194
- sobre la bellez, 207
sobre el arte romántico, 122 Ingrel, Jean Auguste Dominiqu€, 74
la fotografia, i3G131 Géric¿ult, Jean-louis-A¡dré-Théo-
- sobre el Espiritu Ab6olu¡o, 195 Inoess, ceorge,13o
-de&llez3., 42-43, 102-104,141 dore| El rapto de la Medasa, - sobr€ el Genr, 193-194 Inienralismo, 19
-yy cultü" negra, 121125 2A7 - elgusto,1l3
- éüc , 725 ' -sobre
lrnr'in, Roben,193
Go€bbe1s, Josef, 181 sobre estética, 48¿9, 141 Isa-ras Giblia), 1i0
-y -
'))c)
228
James, Henry, 190,205 sobre los ejemplos, 143 and ldmnty (exposición), 192- Monro, Thomas, 66
El americano,206
-
Keats, John, 2i3 8,
- La copa dorada,73, 157 Keynes, John Maynard: My Early
193 lvloore, G. 68, 72,88, 139, L49, 223

- Malamud, Alexandre, 41 Arl, Morals, and Religion, 67


Johnson, Philip, 120 Beliefs,6g Malcolm X, 124
-Principia Etbica,70
Joyce, James, !J Kienholz, Ed,I93 Mallarmé, Stéphane, 135
-sobre la belIeza, como bon-
Judson Dance GroLrp, 25,62 Kierkegaard, Soren, 174 Manet, Edouard, 81, 134-135
-dad,88-89
Julio II, papa,212,2l5 King, Rodney, cinta de vídeo de la sur l'berbe,78 Monell, Lady Ottoline, 69
Juno, 201 paliza a, 156-157 - Dqeuner
Oblmpia,74 Nforris, Cha¡ies K., 69
Kitcben and Bathroomlfbe Aestbe- -
fuÍanifiesto comunista, El, 205 Fundamentos para una teoría
Kant, immanuel, 56, 70,72,80-85, tics of Waste(exposición), 186 Manifiesto Dadá,90-9I
- de los signos,784
94-9i , 97 -101 , r23, 125, 129- Kline, Franz, 1JJ Mann, Thomas: Muerte en Venecia, Motherwell, Robert, 98, 203, 206
130,223-223 Koerne¡ Joseph, 99 tbe Spanisb Repu.-
208
- Elegies for
Crítica de la razón práctica, Koma¡ Yitaly,41. blic, 49, 153, 161, 769, 173,
- 209,2r8 Krauss, Rosalind, 184
Mantegna, Andrea,207
Mao Tse Tung, 190 177,2r4
Crítica del jtticio, 7)6 Kruge¡ Barbara,l89-I91
- estética, límites de La, lI2
Mappiethorpe, Robert, 49, 64-65, Museos de arte:

- Metafisica de las costumbres, Ia Bobéme,167


130-131, 1"34, r79
- modelos educacionales para,
- Marat, Jean-PauI, 176 157-158, r82, r93
195 Langer, Susanne K., 36 Nlartinez, Daniel, 155 es lo que quieren, 1!1-
Observaciones sobre el senti- Leonardo da Vinci, 215,216
-qué
- mimto de la fulla y to vtblime, D Lichtenstein, Roy,24
Nlatisse, Amelie, 135 192
Nlatisse, Henri, !1, 1684,69 de financiación para,
eIarte, l39 Lillo, Don de, 187 -temas
-sobre Desnudo azul, 77, 137-138, r57-1i8
sobre el gusto, 11,2-113 Lin, lfaya, 150 - llutt, R., I4>,1i3
- el ornamenio, 117
141, 160, 168
Veterans' fu[emorial, 50, tVIuler con sombrero, 135-137
-sobre -Wtnam - ,

la beileza, 728,753,162, 1j0,152 141, 160 Nabokov, Vladimir, 222-223


-sobre
2r4 Lo Sublime, 209- 211,214 período de Niza, 168-169 Negra, cultura y estética, 724-125
labelleza libre, 111-112 como pertr:rbadoq 208 - aul. 97 -98, 142 Neodadá, 102
-sobre
sobre labelleza y la distinción
- NlcCarth,v, P

- normal/ideal, 1.22 -y elelformato,


tenor,277
216-217
- Bossy Burger,97 Newman, Aifred 8.,97
Newman, Bamen, 36, 206-208, 210,
sobre Ia belleza y la morali-
-yy la conciencia, 222-223 N{cDar¡ah, Fred. 40
- dad,89,122 -
loesser Frank, 209
NIcGinn, Colin, 194 277 ,219-221
McKendrie, John. 131 Onement 1,204,220
labeIleza y las diferen- Longino, 208. 210-211., 216 Nlenelao, 217
- en, 203
-sobre -poiaridades
cias culrurales, 121 Sobre lo sublime,208 Miguel Ángel, 137, 21.2,214-216 sobre labelleza, 743,202,205
la moralidad, 210
-
Loos, Adolf, 118 I)aut4. ¿lo
- labelleza y 1o sublime,
-sobre - -sobre
la muerte, 196 Lopez-Cuici, Ariane, 60, 104 lvlinen'a, 201 204,220
-sobre
- sobre la pinrura co¡poral, 11!, Los Angeles County Nluseum ofArt Minimaiismo,24, j8 la conciencia de sí, 227
tzr (L{Cx,lA), i92 Ntirrda masculina, 126
- sobre
Vir Heroicus Sublimis,221
sobre ia repugnancia, 97-92, -
- 99, r04, r27, r32
L,votard, Jean-Franqois, 203, 221 Nlodernidad: en pinrura, 156-157 Newton, lsaac,213
fotografía, 65 Nietzsche, Friedrich, 21
lo sublime, 208-21,4, N{aciunas, George, 62 -en
lvloisés (Biblia), 117 Nueva York, escuela de, I93,207
-sobre
21,8-219,223 ltade in California: Art, Irnage, Nlonet, Claude, 1j1

230 ¿Jt
Objetivo, espíritu, 193-194 Praxis, 53 Robinson, Edwa¡d Arlington, 216- Stella, Frank, 57
Obra de arte: Prenafaelitas, I33, 17 9 217 Stendhal, 213
como histórica, 49 Protestante, Estética, 84 Romanticismo, 100 Stieglitz, Alfred, 134
- como arte y siruación Proust, Marcel, 68, 72, 87, 752, 190 Rosenberg, Harold, 183 Still, Clyfford, 206
-estatus Rothko, Mark, 206 Stockhausen, Karlheinz, 5 4
hisrórica,49-5I A la sombra de hs mucbacbas
en,49
- enflor,68 Royce,Josiah,26 Sufrimiento, sentimentalización del,
-significado Rumohr, conde de, 100 167
Oldenberg, Claes, 190 El mundo de Gttermantes, T4
Ono, Yoko: Matcb Piece,59
- En busca del tiempo perdido, Ruskin, John, 66, 86, I33, 139, 179 Suzuki, D. T., 58
Ontológico, Argumento, 71
- 148-149 Swinburne, Algernon, 66
Oppenheim, Dennis,24 Puccini, Giacomo, 70 Safo,201-216
Orlan,122 Ia Bobéme,167 Salgado, Sebastiao, 166 Talbot, Fox, 131
Ovidio,201
- Salon des refusés,I8 Tebas, 208
Ozymandias, 165 Ralael : Transfiguración, 738-140, San Agustín,126 Teoría de los Signos, 22, 176
144 Santayana, George, 67-68 Teoría instirr.¡cional del arte, 23-24
Panofska, Erwin, 194 Rahv, Philip, 205-206 Sartre, Jean-P a,¡1, I14, I42 Tercer Reino, 113
Pares indiscernibles, 24-25,6I-62 Raine¡ Yvonne, 62 Schinkel, Karl Friedrich, 107 transformador, 181, 189-
-como
Parlisan Reuiew,Z}5 Ramsey, Frank,276 Schjeldahl, Peter, 209 190

Pater, V'alter66 Readymade al revés, 111 Sch¡eider, Pierre, 207


-feo,
159-161
Peleo, 199-201 fteadymades, i4-5i, 59, II1, 177 Scruggs, Jan,151-152 Tetis, 200
Picasso, Pablo,85, 167-168 disonantes,46 Scruton, Roger, 130 TlteBlind Man (revista),745
161,16i -como Serrano, Andres. ,i7 Tbe Painterljt Pbotograpb (exposi-
belleza, 4i, i9, 89,I1i
-Guernica,
13i -y
Regarding Beattty: Perspectiues on Ia bistoria de la sexuaLidad, ción), 131
-hIa Jolie, - 95
Pictonaiismo, 134 Art since 7950 (exposición), Tbe Tiger's Eye (revista), 203
Pinru¡a: absÍacta, 219-221 Piss Cbrist,95 Tompkins, Calvin, 145
41 -
Sforza, Francesco, 216 Tulp, doctoq 16
en la, 179- Rembrandt, 7I7. 207
-embellecimiento Shakespeare, William, 19 Turismo estético, 129
- La lección de anatomía, 16
180
21.9-221, Renacimiento, pinrura del, 130 Sherman, Cindy, 18,1 Twain, Ivlark, 16
-moderna, Shiff, Richard, 161 Tzara, Tristan, 91
carácter plano, 56, 84 Repugnancia, 95-97
-,v
Piper, Adrian, 124 efte disonante, y bel\eza, 44, Shonogun, Lady Sei: Tbe Pillow
Piranesi, Giovanni Bauista, 217
- 46 Book. IIl Lccello, Paolo: Ia batalla de San
Platón, 21 Silvers, Tony: SÍyle W'ars.751 Romano,207
República,1,64-16i
-y arte,94-96
Repugnancia básica,96 Sizeranne, Robert de: Ruskin et la
- Simposio, I42 Retórica,23 religion de la beauté,67 Vanguardia:
-
Plinio, 215 Rich, Andrea, 192 Smith, Robena, 191 sesenta; 58
-años
Sociedad d.e A:rtistas Independien- oposición polar en, 20t-206
Policleto: Doríforo, 1,22 tuchardson. John. 16--168
tes,77
- sobre Ia beI\eza, 89 uéase
Pollock, Jackson, 135, 206 Richter, Gerhard, 6i, 188
Sócrates, 27, I23-I24
-
!'anguardia Intratable, 22, 9t, 94,
Pop Art. 24-25,57 Rilke, Ralner Nl¿na, 184-185
y el diseño, 40-41 Rimbaud, Arthur, 79-80 Solanis, Vhlerie, 54 101-103, rt7,169
- Ia estéttca,37 Una temporada en el infierno, Steichen, Edw-ard, 131 Vanitas, 197-198,201
-y
Positivismo lógico, 22, 43
- Flatí;ron Building, I37 trhsari, Giorgi o, 56, I58, I82
80 -
233
)1)
Venus, 201 Vhitney Biennal, 28,75i-16I,772,
Verlaine,pau1,79 174,779
Verve¡ Adam,73,757-Ii8 !íilde, Oscar, 80
Víctimas femeninas, historia de la lflilliams, Sue, 161
rep¡esentación,767.768 \flittgenstein, Ludwig, 28, 60-62,
Viso, Olga,44 II8,272
Vitiello, Steven, 53 lliftkower, Rudolph,99
nfófflin, Heinrich, 18
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