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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ECONOMÍA
LICENCIATURA EN ECONOMÍA

Ensayo Final INAE

GONZÁLEZ CANCINO FRANCISCO JAVIER


Introducción

El presente documento tiene como objetivo analizar los cambios y desafíos que ha
enfrentado el sector agrícola e industrial en México durante el periodo neoliberal, que se
extendió desde 1980 hasta 2020. Durante este periodo, se implementaron políticas que
buscaban liberalizar y abrir la economía al comercio internacional, lo que tuvo un impacto
significativo en la agricultura y la industria del país.

En el caso del sector agrícola, la eliminación de políticas proteccionistas y la reducción del


apoyo gubernamental generaron desigualdades y dificultades para los pequeños y
medianos productores, así como una dependencia de las importaciones. La liberalización
comercial significó que los agricultores mexicanos se enfrentaron a la competencia de los
productos agrícolas importados, que eran más baratos que los producidos en el país. Esto
hizo que muchos agricultores mexicanos perdieran su mercado y tuvieran que abandonar la
actividad. Además, la liberalización comercial significó que México se especializó en la
producción de productos agrícolas de exportación, como frutas y verduras, en detrimento de
la producción de granos básicos como el maíz y el frijol. Esto hizo que México se convirtiera
en un importador neto de granos básicos, lo que tiene importantes implicaciones para la
seguridad alimentaria del país.

En el caso del sector industrial, se experimentó una diversificación en la producción y una


mayor integración en las cadenas de valor globales, pero también enfrentó desafíos en
términos de competitividad y participación en el PIB del país. La liberalización comercial
significó que las empresas mexicanas se enfrentaron a la competencia de las empresas
extranjeras, lo que generó una presión para reducir costos y mejorar la eficiencia. Esto llevó
a una reestructuración de las empresas y a una mayor flexibilidad laboral, lo que tuvo un
impacto negativo en los trabajadores.

En este contexto, se hace necesario analizar las políticas y estrategias que se han
implementado en ambos sectores y proponer medidas que promuevan un desarrollo
sostenible y equitativo en el futuro.

Los pequeños productores

Durante el periodo neoliberal en México, que abarca desde los años 80 hasta la actualidad,
el sector agrícola ha enfrentado numerosos desafíos y cambios significativos en su
estructura y funcionamiento. Uno de los principales cambios fue la eliminación de políticas
proteccionistas que limitaban la competencia y la entrada de productos extranjeros al
mercado nacional. A través de la firma de tratados de libre comercio y la adopción de
políticas de liberalización económica, se buscó fomentar la competencia y la eficiencia en el
sector agrícola y en la economía en general.

Sin embargo, este proceso de liberalización económica tuvo un impacto negativo en el


sector agrícola, especialmente en los pequeños y medianos productores, que enfrentaron
dificultades para competir con los productos importados y para acceder a tecnologías y
recursos financieros necesarios para modernizar su producción. Además, la falta de
políticas públicas adecuadas para apoyar a este sector ha contribuido a la migración de
productores hacia otros sectores de la economía.

Durante el periodo neoliberal, la liberalización comercial y la reducción del gasto público en


políticas de apoyo al sector agrícola en México, generaron una competencia desleal para
los productores nacionales frente a los productos importados, que a menudo contaban con
subsidios en sus países de origen. Esto generó una disminución en los precios de los
productos agrícolas nacionales, que impactó negativamente en los ingresos de los
productores, especialmente en los pequeños y medianos productores que no contaban con
la capacidad para modernizar su producción y hacerla más eficiente.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), entre 1994 y 2018, el
índice de precios de los productos agropecuarios en México se mantuvo relativamente
estable, con un promedio anual de variación del 3.3%. Sin embargo, en algunos años se
registraron bajas significativas en los precios, como en el año 2016, donde hubo una
disminución del 10.2% en comparación con el año anterior.

En cuanto a los ingresos de los productores, el mismo informe del INEGI indica que el
ingreso promedio de los agricultores en México se ha reducido en un 60% en los últimos 25
años, pasando de $3,522 pesos mensuales en 1994 a $1,414 pesos mensuales en 2019.
Esta disminución en los ingresos de los productores agrícolas podría estar relacionada con
la caída en los precios de los productos agrícolas.

Además, la falta de políticas adecuadas para el sector agrícola generó una migración de
productores hacia otros sectores de la economía, lo que a su vez disminuyó la producción
agrícola en el país. Por otro lado, el modelo neoliberal priorizó el desarrollo de la industria y
el sector de servicios, relegando al sector agrícola a un segundo plano, lo que limitó el
acceso de los productores a tecnologías y recursos financieros necesarios para modernizar
su producción y hacerla más competitiva.

La falta de políticas públicas adecuadas para apoyar al sector agrícola en México ha sido
una de las principales causas de la migración de productores hacia otros sectores de la
economía. Por ejemplo, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre 2003 y 2013, la población rural en México
disminuyó en un 7%, mientras que la población urbana creció en un 16%.
Esta migración puede ser atribuida en parte a la falta de apoyo gubernamental para la
modernización y diversificación del sector agrícola, lo que ha limitado las oportunidades
para los pequeños productores. Además, la migración también puede ser vista como una
forma de escape para aquellos productores que han sido incapaces de hacer frente a la
competencia extranjera y al aumento de los costos de producción.

De acuerdo con las proyecciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO) de México,
se espera que la relación de población campo-ciudad en México continúe disminuyendo.
Según sus proyecciones, en 2021 la población rural representaba el 24.2% de la población
total, mientras que la población urbana representaba el 75.8%. Para 2030, se espera que la
población rural disminuya al 20.3% de la población total, mientras que la población urbana
aumente al 79.7%. Esta tendencia refleja el proceso de urbanización en curso en México,
donde cada vez más personas se mudan de las áreas rurales a las ciudades en busca de
empleo y mejores oportunidades.

El hecho de que la población rural represente un porcentaje menor de la población total en


México, implica que hay menos personas dedicadas a la producción agrícola y a la actividad
económica en el campo. Esto puede tener varias consecuencias para la economía nacional,
por ejemplo:

Dependencia de las importaciones: Al haber menos producción agrícola nacional, se vuelve


necesario importar más productos del extranjero para cubrir la demanda interna de
alimentos. Esto puede tener un impacto en la balanza comercial y en la economía en
general, ya que se está enviando dinero al exterior para comprar bienes que podrían ser
producidos en el país.

Desigualdad económica: Si la población rural tiene menos acceso a empleos y


oportunidades económicas, esto puede contribuir a la desigualdad económica en el país.
Además, si los beneficios de la producción agrícola se concentran en manos de grandes
empresas o propietarios de tierras, esto puede agravar la brecha económica entre ricos y
pobres.

Abandono del campo: La migración de población rural hacia las ciudades puede generar un
abandono del campo y una disminución de la producción agrícola en algunas regiones del
país. Esto puede tener consecuencias negativas en términos de seguridad alimentaria y de
protección del medio ambiente, ya que la agricultura sostenible y la conservación de los
recursos naturales requieren de una presencia y cuidado constante en las áreas rurales.

La balanza comercial del sector agrícola mexicano ha sido deficitaria en los últimos años, es
decir, el valor de las importaciones de productos agrícolas supera al valor de las
exportaciones. Según datos del Banco de México, en 2020 las importaciones de productos
agrícolas sumaron 30.6 mil millones de dólares, mientras que las exportaciones alcanzaron
un valor de 26.5 mil millones de dólares, generando un déficit de 4.1 mil millones de dólares
en la balanza comercial agrícola.

Esto se debe en parte a la competencia de productos agrícolas más baratos provenientes


de otros países, así como a la falta de inversión en tecnología y en la modernización de la
producción agrícola en México. A pesar de esto, el sector agrícola sigue siendo una fuente
importante de empleo y de generación de divisas para el país.

Otro factor que ha afectado al sector agrícola en este periodo ha sido la concentración de la
propiedad de la tierra y la explotación de los recursos naturales a gran escala por parte de
empresas nacionales e internacionales. Esta tendencia ha generado desigualdades en el
acceso y control de los recursos naturales, así como en la distribución de la riqueza
generada por el sector agrícola.

La concentración de la propiedad de la tierra y la explotación a gran escala de los recursos


naturales por parte de empresas nacionales e internacionales ha sido un factor que ha
afectado al sector agrícola en México. Según datos del Censo Nacional Agropecuario 2017,
el 1% de las unidades de producción en el país controla el 45% de la superficie total
cultivable, lo que muestra una concentración significativa de la propiedad de la tierra.
Además, empresas nacionales e internacionales han adquirido grandes extensiones de
tierra para la producción de cultivos de exportación, lo que ha llevado a la expulsión de
comunidades campesinas y a la pérdida de biodiversidad y recursos naturales.

Esta situación ha sido objeto de críticas por parte de organizaciones sociales y ambientales,
que señalan la necesidad de una reforma agraria y de políticas públicas que promuevan la
agricultura familiar y la producción sustentable de alimentos. Además, se ha cuestionado la
falta de regulación y control sobre las actividades de empresas transnacionales que operan
en el país, lo que ha llevado a violaciones de derechos humanos y ambientales.
A pesar de estos desafíos, el sector agrícola ha logrado mantener su importancia en la
economía mexicana, aportando una importante cantidad de empleos y generando divisas
por la exportación de productos agrícolas. Además, ha habido esfuerzos por parte del
gobierno y de organismos internacionales para apoyar la modernización y diversificación del
sector agrícola, así como para fomentar prácticas sostenibles de producción.

políticas públicas para el sector agrícola en el periodo neoliberal

Durante el periodo neoliberal en México, se implementaron políticas económicas que


promovían la liberalización del mercado y la eliminación de barreras comerciales, lo que
tuvo un impacto negativo en el sector agrícola. La falta de políticas públicas adecuadas para
apoyar a este sector fue uno de los principales problemas que enfrentaron los productores
agrícolas.

En lugar de implementar políticas que protegieran a los pequeños y medianos productores,


se promovió la entrada de productos agrícolas extranjeros a precios más bajos, lo que
generó una competencia desigual para los productores nacionales. Además, se redujeron
los apoyos gubernamentales para el sector, incluyendo los subsidios para la compra de
insumos y maquinaria, la construcción de infraestructura y la investigación y desarrollo de
tecnologías para la producción agrícola.

La falta de políticas adecuadas también se manifestó en la ausencia de medidas para


mejorar la distribución y comercialización de los productos agrícolas, lo que ha sido un
obstáculo para que los pequeños y medianos productores puedan acceder a los mercados
nacionales e internacionales. La falta de apoyo a la producción de cultivos básicos como el
maíz y el frijol, que son esenciales para la alimentación de la población y la seguridad
alimentaria, también ha sido un problema.

En general, la falta de políticas públicas adecuadas ha sido un factor clave en la


disminución de la competitividad del sector agrícola mexicano, lo que ha afectado
negativamente a los productores y a la economía en general.

Durante el periodo neoliberal en México, el sector agrícola no recibió la atención necesaria


por parte del gobierno y se implementaron políticas que favorecieron a otros sectores de la
economía en detrimento del sector agropecuario. Se eliminaron aranceles y barreras
comerciales, lo que permitió la entrada de productos extranjeros a precios más bajos, lo que
impactó negativamente en los precios de los productos agrícolas nacionales.

Además, los pequeños y medianos productores no contaron con el apoyo necesario para
modernizar su producción y hacer frente a la competencia internacional. La falta de
inversión en infraestructura rural, como carreteras y sistemas de riego, también afectó
negativamente la producción agrícola.

La falta de políticas públicas adecuadas también se reflejó en la falta de acceso a créditos y


programas de apoyo para los productores, lo que dificultó la adopción de tecnologías
modernas y la mejora de la calidad de los productos agrícolas. Esta falta de apoyo también
ha llevado a la migración de productores a otras áreas de la economía.

Según el informe del Banco Mundial titulado "México: Desafíos para el desarrollo del sector
agropecuario", publicado en el año 2000, durante el periodo neoliberal, el gobierno de
México redujo significativamente el apoyo a los productores agrícolas, particularmente a los
pequeños y medianos, y disminuyó la inversión en infraestructura rural. Como resultado, los
productores enfrentaron dificultades para modernizar sus sistemas de producción y mejorar
su productividad, lo que les dificultó competir con los productos importados. El informe
también destaca la necesidad de aumentar la inversión en infraestructura rural, incluyendo
carreteras y sistemas de riego, para mejorar la competitividad del sector agrícola.

la tierra en el periodo neoliberal

Durante el periodo neoliberal en México, la concentración de la propiedad de la tierra se


agudizó debido a políticas que favorecían a grandes empresas nacionales e internacionales
en detrimento de los pequeños y medianos productores. En lugar de apoyar a la agricultura
familiar, se promovió el modelo agroindustrial basado en la producción de cultivos para la
exportación, como la floricultura, la producción de berries y la agroindustria alimentaria.
Este modelo ha llevado a una mayor desigualdad en la distribución de la tierra y una mayor
vulnerabilidad de los pequeños productores, quienes se han visto desplazados por las
grandes empresas que controlan el mercado. Además, la explotación intensiva de la tierra
en este modelo ha generado problemas ambientales, como la degradación del suelo y la
pérdida de la biodiversidad.
El acceso a la tierra sigue siendo un problema para muchos campesinos y comunidades
rurales, ya que la propiedad de la tierra está concentrada en manos de grandes propietarios
y empresas, mientras que la demanda de tierra para la producción de alimentos y la
agricultura familiar sigue siendo alta. Esto ha llevado a conflictos por la tierra y la falta de
seguridad jurídica en la tenencia de la misma.

Según el Censo Nacional Agropecuario de 2007 del Instituto Nacional de Estadística y


Geografía (INEGI), el 2,2% de los productores agrícolas en México controlaba el 71,7% de
las tierras cultivables. Además, el 69,4% de los productores agrícolas tenían menos de
cinco hectáreas de tierra, pero solo controlaban el 17,6% de las tierras cultivables. Estos
datos muestran una alta concentración de la propiedad de la tierra en un pequeño grupo de
productores, lo que puede indicar una política que favorece a los grandes productores en
detrimento de los pequeños y medianos.

algunos datos que respaldan la afirmación de que pequeños y medianos productores se han
visto desplazados por grandes empresas en el sector agrícola:

Según el Censo Nacional Agropecuario 2017, en México existen 4.6 millones de unidades
de producción agropecuaria, de las cuales el 75% son menores a 5 hectáreas. Sin embargo,
estas unidades de producción representan solamente el 23% de la superficie agropecuaria
total del país. Por otro lado, las unidades de producción mayores a 100 hectáreas, que
representan solamente el 0.6% del total de unidades de producción, concentran el 54% de
la superficie agropecuaria total del país (INEGI, 2017).

Según el informe "Concentración de la tierra y acaparamiento en México" del Observatorio


de Conflictos Rurales en México, entre 1992 y 2018, la superficie media de las unidades de
producción agropecuaria aumentó de 14.4 hectáreas a 18.8 hectáreas, mientras que la
superficie de las unidades de producción menores a 5 hectáreas disminuyó en un 22%.
Además, el informe señala que el 1% de las unidades de producción más grandes controla
el 50% de la superficie agropecuaria del país.

En el sector agroalimentario, algunas grandes empresas han aumentado su participación en


el mercado en detrimento de pequeños y medianos productores. Por ejemplo, en el sector
de la producción de pollo en México, el 67% del mercado está controlado por las tres
empresas más grandes, lo que ha dificultado la entrada de nuevos productores al mercado
(ProMéxico, 2017).

La privatización de los recursos naturales, incluyendo la tierra, ha sido un elemento central


de la política económica neoliberal. Además, las políticas de liberalización del mercado han
favorecido a las grandes empresas agroindustriales en detrimento de los pequeños y
medianos productores, lo que ha contribuido a la concentración de la propiedad de la tierra
en manos de unos pocos.
Para comprobar esto con datos, podemos citar el informe "El campo mexicano en el siglo
XXI", publicado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República en 2016. En
este informe se señala que el 80% de las tierras agrícolas del país están en manos del 20%
de los propietarios, lo que refleja una alta concentración de la propiedad de la tierra.
Además, se señala que la agricultura campesina e indígena, que representa el 80% de las
unidades de producción agrícola en el país, sólo utiliza el 27% de las tierras cultivables.
Esto sugiere que hay una gran demanda de tierra por parte de los pequeños productores,
pero que la mayoría de la tierra cultivable está en manos de grandes propietarios y
empresas.
Asimismo, el informe destaca que la falta de seguridad jurídica en la tenencia de la tierra es
un problema importante para los campesinos y las comunidades rurales, y que esto ha
llevado a conflictos por la tierra en muchas partes del país. Estos datos respaldan la idea de
que el modelo neoliberal ha contribuido a la concentración de la propiedad de la tierra y a la
falta de acceso a la misma por parte de los pequeños productores.

Antecedentes al periodo 1982-2022

La agricultura ha sido una actividad fundamental en la economía de México desde tiempos


prehispánicos, cuando los pueblos originarios cultivaban maíz, frijol y otros cultivos básicos.
Sin embargo, a lo largo de los siglos, la forma en que se ha organizado la producción
agrícola ha cambiado significativamente, al igual que el papel que ha jugado en el desarrollo
económico del país.

A principios del siglo XX, México era un país predominantemente agrícola, con una
economía basada en la producción y exportación de materias primas. Durante este periodo,
el gobierno mexicano implementó una serie de reformas y políticas destinadas a modernizar
la producción agrícola y aumentar la productividad del sector. Entre las reformas más
importantes se encuentran las siguientes:
La Reforma Agraria de 1915: Esta reforma buscaba la redistribución de la tierra para los
campesinos y la creación de pequeñas parcelas para la producción agrícola. Sin embargo,
la implementación de esta reforma fue limitada y se concentró en la región norte del país.

La creación del Banco de Crédito Rural en 1926: Este banco tenía como objetivo
proporcionar financiamiento a los campesinos y pequeños productores agrícolas, con el fin
de mejorar la productividad del sector.

La Ley Agraria de 1934: Esta ley estableció la figura de la "propiedad social" de la tierra,
que permitía a los campesinos trabajar la tierra de forma colectiva. Además, se creó el
Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA) para administrar la tierra y fomentar la
producción agrícola.

La implementación de estas acciones en el sector agrícola mexicano demostró el


compromiso del gobierno mexicano con el bienestar de los campesinos y la importancia que
se le otorgaba a la producción agrícola en el desarrollo económico del país. A pesar de los
desafíos que enfrentó la implementación de estas políticas, como la resistencia de los
grandes terratenientes y la falta de recursos, el gobierno mexicano continuó promoviendo
reformas agrarias para mejorar la vida de los campesinos y la productividad del sector.

Durante la década de 1940, el gobierno mexicano implementó políticas de sustitución de


importaciones, conocidas como la Etapa de Industrialización por Sustitución de
Importaciones (ISI). Durante esta época, se buscó fomentar la producción nacional de
bienes y servicios, con el fin de reducir la dependencia del país de las importaciones. En el
sector agrícola, esto se tradujo en la implementación de políticas destinadas a aumentar la
producción nacional de alimentos y reducir las importaciones de productos agrícolas,
también incluían la fijación de precios mínimos para los productos agrícolas y la
implementación de aranceles a las importaciones agrícolas. Estás políticas generaron cierta
dependencia del sector agrícola en el mercado interno y limitaron su capacidad de competir
en el mercado internacional.

Durante la etapa, el sector agrícola tuvo un papel fundamental en el modelo de desarrollo


económico del país. El objetivo principal de la política económica del gobierno era el de
sustituir las importaciones de productos manufacturados por producción nacional, y el sector
agrícola era clave para lograr este objetivo debido a su capacidad de abastecer al mercado
interno.
Uno de los beneficios que tuvo el sector agrícola durante la etapa de la ISI fue un
incremento en la inversión pública en infraestructura rural, lo que permitió la modernización
de la agricultura y la mejora de la productividad. Además, se implementaron políticas para la
protección de los precios de los productos agrícolas, lo que benefició a los productores
nacionales.

Sin embargo, la política de la ISI también tuvo efectos negativos en el sector agrícola. El
modelo de desarrollo económico impulsado por el gobierno favoreció a las industrias
urbanas en detrimento del sector rural, lo que llevó a una concentración de la tierra y a la
migración de la población rural a las ciudades en busca de empleo. Además, la falta de
competitividad y eficiencia del sector agrícola, debido a la protección de los precios y la falta
de incentivos para la innovación y la mejora de la productividad, limitó su capacidad de
competir con los productos importados.

En cuanto a la importancia del sector agrícola en la economía durante la etapa de la ISI, se


observó una disminución en su participación en el Producto Interno Bruto (PIB) y una
creciente dependencia de las importaciones de alimentos. Esto evidencia la falta de una
política agrícola integral que pudiera potenciar el sector y su papel en el desarrollo
económico del país.

En el estudio de José Antonio Romero Sánchez "Evolución del sector agropecuario en la


etapa de la sustitución de importaciones 1960-1982", se destaca que la política de la ISI
tuvo un efecto limitado en el sector agrícola, ya que las políticas implementadas no fueron
suficientes para generar un cambio significativo en la estructura del sector y su capacidad
de competir con los productos importados. Además, el estudio destaca que la política
agrícola de la ISI se centró en la producción de granos básicos y descuidó otros cultivos
como frutas, verduras y hortalizas, lo que limitó la diversificación del sector agrícola y su
capacidad de generar empleo y desarrollo rural.

El estudio de Blanca Rubio V. "Desarrollo capitalista en la agricultura mexicana, 1965-1980"


destaca que durante la etapa de la ISI, se observó una mayor concentración de la tierra y la
producción agrícola, lo que generó desigualdades en el sector. A pesar de que se registró
un aumento en la productividad, esto no se tradujo en un crecimiento sostenible para los
pequeños productores, sino que benefició principalmente a las grandes empresas
agroindustriales.
El modelo ISI también tuvo un impacto en las tasas de cosecha del sector agrícola. Durante
la década de 1960, se registró un aumento en la producción de maíz y otros cultivos
básicos, gracias a la inversión en tecnología y el financiamiento gubernamental. Sin
embargo, esta tendencia se revirtió en la década de 1970 debido a la creciente competencia
internacional y a la falta de inversiones en el sector agrícola.

FUENTE: Elaboración propia con datos de La economía mexicana en cifras: 1982 y 1989

La importancia del sector agrícola para la economía mexicana se mantuvo durante la etapa
de la ISI, ya que continuó siendo un importante generador de empleo y fuente de divisas.
Sin embargo, la concentración de la tierra y la producción agrícola en manos de grandes
empresas agroindustriales limitó la participación de los pequeños productores en la
economía y acentuó las desigualdades sociales.

Evolución productiva durante 1982-2022

La agricultura mexicana en el periodo de apertura comercial, 1983-2006

Durante el periodo neoliberal en México, que se inició en la década de 1980, la política


económica se orientó hacia la liberalización y apertura comercial. La idea era que, al abrirse
al comercio internacional, la economía mexicana se volvería más competitiva y podría
crecer más rápido. Sin embargo, la apertura comercial tuvo un impacto importante en el
sector agrícola, que se había desarrollado bajo un modelo proteccionista durante la etapa
de la ISI. En este ensayo, se analizará la evolución productiva del sector agrícola mexicano
durante el periodo neoliberal, tomando como base el estudio de José Antonio Romero
Sánchez titulado "La agricultura mexicana en el periodo de apertura comercial, 1983-2006".
Antecedentes: crisis de la deuda externa y ajuste estructural

El periodo neoliberal en México se inició en un contexto de crisis económica. En la década


de 1970, el país había experimentado un boom petrolero que permitió financiar el gasto
público y el crecimiento económico. Sin embargo, en la década de 1980, la caída de los
precios del petróleo y el aumento de las tasas de interés internacionales provocaron una
crisis de la deuda externa. México se encontró en una situación de insolvencia y tuvo que
acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener financiamiento.

El FMI impuso un programa de ajuste estructural, que incluyó medidas como la


liberalización comercial, la eliminación de subsidios y la reducción del gasto público. Estas
medidas tuvieron un impacto importante en el sector agrícola, que había dependido del
proteccionismo y los subsidios estatales durante la etapa de la ISI.

La apertura comercial y sus efectos en el sector agrícola

La apertura comercial en México se inició en la década de 1980, pero se profundizó en la


década de 1990, cuando el país firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) con Estados Unidos y Canadá. La idea era que, al abrirse al comercio
internacional, la economía mexicana se volvería más competitiva y podría crecer más
rápido. Sin embargo, la apertura comercial tuvo un impacto importante en el sector agrícola.

En primer lugar, la liberalización comercial significó que los agricultores mexicanos se


enfrentaron a la competencia de los productos agrícolas importados, que eran más baratos
que los producidos en el país. Esto hizo que muchos agricultores mexicanos perdieran su
mercado y tuvieran que abandonar la actividad.

En segundo lugar, la liberalización comercial significó que México se especializó en la


producción de productos agrícolas de exportación, como frutas y verduras, en detrimento de
la producción de granos básicos como el maíz y el frijol. Esto hizo que México se convirtiera
en un importador neto de granos básicos, lo que tiene importantes implicaciones para la
seguridad alimentaria del país.

En tercer lugar, la liberalización comercial significó que el gobierno mexicano eliminó los
subsidios a la agricultura, lo que hizo que los agricultores tuvieran que competir en un
mercado internacional sin apoyo estatal. Esto hizo que muchos agricultores mexicanos
perdieran su capacidad para producir alimentos de manera rentable y, en consecuencia,
abandonaran sus tierras o se mudaran a las ciudades en busca de trabajo.

En cuarto lugar, la apertura comercial también trajo consigo la entrada de productos


agrícolas extranjeros más baratos, lo que provocó una competencia desleal para los
agricultores mexicanos que no podían competir con los precios bajos de los productos
extranjeros. Esto provocó una caída en los precios de los productos agrícolas mexicanos y
una disminución en la producción nacional.

El estudio de Romero Sánchez también destaca que durante la década de 1980 y principios
de la década de 1990, el gobierno mexicano implementó políticas de ajuste estructural
recomendadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que tuvieron un
impacto negativo en el sector agrícola. Estas políticas incluyeron la eliminación de los
controles de precios y las restricciones de importación, lo que permitió la entrada de
productos agrícolas extranjeros a precios bajos y la eliminación de los programas de apoyo
al campo.

Además durante el periodo neoliberal, la inversión pública agropecuaria en México


disminuyó considerablemente. De acuerdo con el estudio de José Antonio Romero
Sánchez, "La agricultura mexicana en el periodo de apertura comercial, 1983-2006", entre
1980 y 1991, la inversión pública agropecuaria cayó de 14% a 8%..
Sin embargo, a pesar de las dificultades mencionadas anteriormente, el estudio de Romero
Sánchez también señala que en la década de 1990, el sector agrícola comenzó a mostrar
signos de recuperación. Esto se debió en parte a las políticas gubernamentales que
fomentaron la inversión en el sector, así como a la entrada de nuevas tecnologías y
prácticas agrícolas más eficientes.

Entre las políticas gubernamentales que fomentaron la inversión en el sector agrícola se


encuentran el Programa Nacional de Solidaridad, que proporcionó apoyo financiero y
técnico a los agricultores para mejorar sus prácticas agrícolas y aumentar la productividad.
También se implementó el Programa de Apoyo a Pequeños Productores, que proporcionó
crédito y capacitación para pequeños productores agrícolas.

Además, la entrada de nuevas tecnologías y prácticas agrícolas más eficientes permitió que
los agricultores mexicanos aumentaran su productividad y mejoraran la calidad de sus
productos. Por ejemplo, la introducción de tecnologías como la agricultura por goteo, la
mecanización agrícola y la producción de invernadero ayudó a mejorar la eficiencia en la
producción de cultivos.

Otro factor que contribuyó a la recuperación del sector agrícola en la década de 1990 fue la
firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, que abrió
nuevos mercados para los productos agrícolas mexicanos y aumentó la inversión en el
sector. Si bien la entrada de productos extranjeros más baratos también tuvo un impacto
negativo en algunos sectores de la agricultura, el TLCAN proporcionó oportunidades para
que los agricultores mexicanos exportaran sus productos y mejoraran su competitividad.

En la década de 2000, el gobierno mexicano continuó implementando políticas para


fomentar el crecimiento del sector agrícola, incluyendo el Programa Especial Concurrente
para el Desarrollo Rural Sustentable, que proporcionó apoyo financiero y técnico a los
agricultores para mejorar la productividad y la calidad de sus productos.

Modificaciones estructurales al marco legal

Luego de la Revolución Mexicana, se llevaron a cabo una serie de reformas agrarias que
buscaban redistribuir la tierra y mejorar las condiciones de vida de los campesinos. Sin
embargo, con el paso del tiempo, estas reformas fueron perdiendo fuerza y se inició una
nueva etapa en la que el sector agrícola comenzó a ser regulado bajo una óptica más
capitalista y neoliberal.

En el texto de Ana de Ita, se analiza cómo la implementación de políticas neoliberales en la


década de los 80 y 90 tuvo un impacto negativo en los campesinos mexicanos, al promover
la privatización y el libre mercado en el sector agrícola. Las reformas agrarias neoliberales
impulsaron la creación de empresas transnacionales y la consolidación de grandes
propiedades, lo que dejó en desventaja a los pequeños productores. Estas políticas también
afectaron a la biodiversidad, al promover la producción de cultivos comerciales en
detrimento de la diversificación agrícola.

Por su parte, Michel Gutelman en su texto "Capitalismo y reforma en México", analiza cómo
la reforma agraria mexicana de la década de los 60, que buscaba la redistribución de la
tierra, se enmarcó en una lógica capitalista de modernización y desarrollo. La reforma
agraria fue vista como una forma de crear una base de recursos humanos y económicos
que pudiera ser utilizada para el desarrollo industrial del país. Sin embargo, la reforma
agraria también implicó un proceso de expropiación y despojo de tierras de los campesinos.

En la actualidad, la agricultura en México sigue siendo un sector de gran importancia


económica y social. Sin embargo, su situación es compleja debido a la presencia de
grandes empresas transnacionales y la competencia global. En este contexto, es necesario
analizar las modificaciones estructurales al marco legal de la agricultura y sus efectos en la
economía, el medio ambiente y la sociedad en general.

Desde la década de los 80 y 90, las políticas neoliberales impulsaron la liberalización del
mercado agrícola, lo que implicó la eliminación de las restricciones a la importación y la
reducción de los subsidios estatales. Estas medidas tuvieron un impacto negativo en los
pequeños productores, que no contaban con los recursos necesarios para competir en un
mercado globalizado. Como resultado, muchos campesinos abandonaron sus tierras y
migraron a las ciudades en busca de empleo.

Además, la liberalización del mercado agrícola promovió la creación de grandes empresas


transnacionales que controlan la producción y distribución de alimentos a nivel mundial.
Estas empresas se benefician de la explotación de los trabajadores agrícolas y de la
sobreexplotación de los recursos naturales, lo que tiene un impacto negativo en el medio
ambiente y la biodiversidad.
En este contexto, es necesario implementar políticas que promuevan la agricultura
sostenible y la diversificación agrícola. Es importante que se tomen en cuenta las
necesidades de los pequeños productores y se les brinde el apoyo necesario para que
puedan competir en un mercado globalizado. Asimismo, es necesario promover la
participación activa de los campesinos en la toma de decisiones y la implementación de
políticas agrícolas.

Es importante mencionar que durante la década de los 80 y 90, las políticas neoliberales no
solo promovieron la liberalización del mercado agrícola, sino también la privatización de
empresas estatales que eran responsables de la producción y distribución de alimentos.

Esta privatización tuvo un impacto negativo en la economía del país, ya que muchas
empresas estatales eran rentables y generaban ingresos para el Estado. Además, la
privatización de empresas como DICONSA, que era responsable de la distribución de
alimentos a precios bajos en áreas rurales y urbanas marginadas, tuvo un impacto negativo
en la seguridad alimentaria de la población más vulnerable.

Por otro lado, es importante destacar que la liberalización del mercado agrícola y la
privatización de empresas estatales no fueron las únicas medidas neoliberales que
afectaron al sector agrícola en México. También se implementaron políticas de ajuste
estructural, que buscaban reducir el gasto público y equilibrar la balanza comercial del país.

Estas políticas de ajuste estructural tuvieron un impacto negativo en el sector agrícola, ya


que implicaron la reducción de los subsidios estatales y la eliminación de programas de
apoyo al campo. Esto afectó especialmente a los pequeños productores, que dependían de
estos subsidios y programas para mantener sus cultivos y mejorar su producción.

En el texto de Michel Gutelman, se menciona que la reforma agraria mexicana de la década


de los 60 se enmarcó en una lógica capitalista de modernización y desarrollo. Esta reforma
agraria buscaba crear una base de recursos humanos y económicos que pudiera ser
utilizada para el desarrollo industrial del país.

Sin embargo, esta visión capitalista de la reforma agraria también tuvo un impacto negativo
en los campesinos, ya que implicó un proceso de expropiación y despojo de tierras.
Además, la reforma agraria no tomó en cuenta la diversidad cultural y la heterogeneidad de
los campesinos mexicanos, lo que provocó conflictos y tensiones en las comunidades
rurales.
En este sentido, es importante mencionar que la implementación de políticas neoliberales
en el sector agrícola ha tenido un impacto negativo en la vida de los campesinos y en la
biodiversidad del país. Sin embargo, también es importante reconocer que la reforma
agraria mexicana de la década de los 60 tuvo sus propios problemas y limitaciones.

En la actualidad, es necesario buscar soluciones que tomen en cuenta la diversidad de los


campesinos mexicanos y que promuevan la sostenibilidad ambiental y la justicia social. Es
importante que se promuevan políticas que fomenten la diversificación agrícola y la
producción de alimentos sanos y nutritivos, así como el fortalecimiento de las redes de
distribución y comercialización locales.

Asimismo, es necesario que se promueva la participación activa de los campesinos en la


toma de decisiones y la implementación de políticas agrícolas. Los campesinos son los
principales productores de alimentos en el país y su experiencia y conocimiento deben ser
valorados y tomados en cuenta en la planificación de políticas agrícolas.

Estás reformas neoliberales han dado pie a una alta concentración de superficie
agropecuaria en manos de pocas unidades económicas. Según el Censo Nacional
Agropecuario 2017, en México existen 4.6 millones de unidades de producción
agropecuaria, de las cuales el 75% son menores a 5 hectáreas. Sin embargo, estas
unidades de producción representan solamente el 23% de la superficie agropecuaria total
del país. Por otro lado, las unidades de producción mayores a 100 hectáreas, que
representan solamente el 0.6% del total de unidades de producción, concentran el 54% de
la superficie agropecuaria total del país (INEGI, 2017).
Participación en el PIB

A partir de 1993, se observa la participación del sector industrial en el Producto Interno


Bruto (PIB) de México. A continuación se presenta una tabla con los datos correspondientes
a la participación del sector industrial en el PIB en diferentes años hasta 2018:

Porcentaje de participación del sector industrial en el PIB


Año % de participación en el PIB
1993 37.70%
1994 37.97%
1995 36.06%
1996 37.75%
1997 38.15%
1998 38.42%
1999 37.99%
2000 37.73%
2001 37.09%
2002 36.56%
2003 36.68%
2004 36.65%
2005 36.61%
2006 36.52%
2007 36.03%
2008 35.27%
2009 34.44%
2010 37.71%
2011 37.86%
2012 37.25%
2013 36.40%
2014 37.02%
2015 39.44%
2016 37.55%
2017 36.20%
2018 35.10%

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)

La tabla muestra que la participación del sector industrial en el PIB de México ha


experimentado fluctuaciones a lo largo de los años. Aunque no se dispone de datos para
1980, se puede observar que desde 1993 hasta 2010, la participación del sector industrial
se mantuvo en un rango que oscilaba entre el 34% y el 39%. Sin embargo, a partir de 2010,
se observa una tendencia a la baja en la participación del sector industrial, llegando al
35.10% en 2018.
Esta disminución puede atribuirse a diversos factores, incluyendo la apertura comercial, los
cambios en las políticas económicas y la reorientación hacia sectores de servicios y
tecnología. La competencia internacional y la necesidad de adaptarse a las demandas del
mercado global han sido desafíos para el sector industrial mexicano.

La participación del sector industrial en el PIB de México ha experimentado cambios


significativos desde 1993. A lo largo de las décadas siguientes, la participación del sector
industrial ha experimentado fluctuaciones, pero en general ha disminuido, llegando al
35.10% en 2018.

Durante el periodo analizado, México implementó una serie de políticas de ajuste estructural
que buscaban mejorar la competitividad y promover el crecimiento económico. Estas
políticas incluyeron la apertura comercial, la privatización de empresas estatales y la
liberalización financiera. Si bien estas medidas tenían como objetivo fortalecer la economía
mexicana a largo plazo, también tuvieron implicaciones para el sector industrial en el corto
plazo. Al abrirse a la competencia extranjera, algunas empresas nacionales no pudieron
competir en igualdad de condiciones, lo que llevó a una disminución en su participación en
el PIB.

Para fortalecer el sector industrial y mantener su competitividad, es necesario fomentar la


innovación, mejorar la productividad y promover la competitividad tanto a nivel nacional
como internacional.

Cambios en la estructura industrial

En 1980, la estructura industrial de México se caracterizaba por una fuerte presencia de


sectores tradicionales, como la industria manufacturera pesada y la industria de la
construcción. Estos sectores representaban una parte significativa de la actividad industrial
y generaban empleo en el país.

A lo largo del periodo de 1980 a 2018, se observaron cambios importantes en la estructura


industrial de México. A continuación se presentan algunos datos destacados sobre los
sectores en crecimiento y en declive:

1. Sectores en crecimiento:
a) Manufactura de equipo de transporte: Durante este periodo, el sector de la manufactura
de equipo de transporte, que incluye la producción de automóviles, aviones y componentes
relacionados, experimentó un crecimiento significativo. Este sector se vio beneficiado por la
llegada de inversiones extranjeras y la demanda tanto nacional como internacional.

b) Electrónica y tecnología de la información: Con el avance de la tecnología, el sector de


la electrónica y la tecnología de la información también experimentó un crecimiento
importante. La producción de dispositivos electrónicos, equipos de comunicación y
componentes electrónicos se incrementó considerablemente durante el periodo analizado.

c) Industria de alimentos y bebidas: La industria de alimentos y bebidas se mantuvo como


un sector en crecimiento constante, debido a la demanda interna y a las exportaciones. La
diversificación de la oferta de productos alimentarios y la incorporación de tecnología en los
procesos de producción contribuyeron a su expansión.

2. Sectores en declive:

a) Industria textil y del vestido: Durante este periodo, la industria textil y del vestido enfrentó
diversos desafíos, como la competencia internacional y la subcontratación de producción en
otros países con costos laborales más bajos. Esto resultó en una disminución de la
participación de este sector en la economía mexicana.

b) Industria de la construcción: Aunque la industria de la construcción tuvo momentos de


crecimiento durante el periodo analizado, también experimentó fluctuaciones y períodos de
declive debido a factores económicos y políticos. La inversión en infraestructura y el
desarrollo de proyectos de construcción fueron determinantes en la evolución de este
sector.

Los cambios en la estructura industrial de México reflejan una transformación hacia una
economía más diversificada y orientada hacia sectores de mayor valor agregado y
tecnología. La expansión de sectores como la manufactura de equipo de transporte y la
electrónica ha contribuido a la generación de empleo, a la atracción de inversión extranjera
y al crecimiento económico.

Sin embargo, los sectores en declive, como la industria textil y del vestido, han enfrentado
desafíos en términos de competitividad y han experimentado una disminución relativa en su
participación en la economía. Es importante mencionar que los cambios en la estructura
industrial no son lineales ni homogéneos, y pueden estar influenciados por diversos
factores, como las políticas económicas, la innovación tecnológica y las condiciones del
mercado internacional.

Inversión extranjera directa

En 1980, la inversión extranjera directa (IED) de México fue de aproximadamente 1,622.6


millones de dólares (Banco de México, 2020). En ese momento, el país comenzaba a
abrirse a la inversión extranjera y a fomentar la participación de empresas internacionales
en su sector industrial.

A lo largo de las décadas siguientes, la inversión extranjera directa de México experimentó


un crecimiento significativo. A continuación, se presenta una gráfica con datos sobre la
evolución de la IED en diferentes años hasta 2012:

Inversión extranjera directa en de México (millones de dólares)

Fuente: Banco de México


Se observa que la inversión extranjera directa (IED) en México durante el periodo de 1980 a
1990 mostró niveles iniciales modestos. En 1980, la IED fue de tan solo 1,622.6 millones de
dólares y se mantuvo en cifras similares entre 1982 y 1985. A partir de 1986, los flujos de
inversión extranjera comenzaron a aumentar, con los años 1987 y 1990 registrando los
mejores resultados con 3,877 y 4,978 millones de dólares, respectivamente. Durante esta
década, la tasa promedio anual de crecimiento fue del 11%.

En el periodo de 1991 a 2000, México continuó su proceso de inserción en la economía


internacional mediante la negociación de acuerdos comerciales con organismos
internacionales, así como con países y regiones de diferentes niveles de desarrollo. La IED
acumulada durante esta década alcanzó los 100,093.7 millones de dólares, con un
promedio anual de 10,009 millones de dólares. Los años 1997, 1999 y 2000 destacaron por
tener los flujos de IED más altos, y la tasa de crecimiento promedio anual en este periodo
fue del 18%.

Además, se observa que la década de 2001 a 2010 fue el periodo en el que México recibió
la mayor cantidad de inversiones extranjeras. La IED acumulada durante este periodo fue
de 239,626.6 millones de dólares, con un promedio anual de 23,962.6 millones de dólares.
Los años 2001 y 2007 se destacaron con flujos de 29,961.7 y 31,534.2 millones de dólares,
respectivamente.

Importancia de la inversión extranjera directa en el desarrollo del sector industrial:

La inversión extranjera directa ha desempeñado un papel crucial en el desarrollo y


crecimiento del sector industrial en México. Algunos puntos importantes a destacar son:

1. Transferencia de tecnología: La llegada de empresas extranjeras al sector


manufacturero ha permitido la transferencia de tecnología y conocimientos técnicos
avanzados. Esto ha impulsado la modernización y la mejora de la capacidad
tecnológica de la industria mexicana, fortaleciendo su competitividad a nivel
internacional.
2. Generación de empleo: La inversión extranjera directa ha contribuido a la creación
de empleo en el sector manufacturero. Las empresas extranjeras han establecido
plantas de producción en México, lo que ha generado oportunidades laborales para
la población local y ha contribuido a la reducción de la tasa de desempleo.
3. Integración en cadenas de valor global: La IED ha permitido la integración del sector
manufacturero de México en cadenas de valor globales. Las empresas extranjeras
establecen operaciones en México como parte de su estrategia de producción y
exportación, lo que ha facilitado la participación del país en el comercio internacional
y ha aumentado su visibilidad en el mercado global.

El sector industrial en México experimentó cambios significativos entre 1980 y 2018.


Durante este periodo, el sector industrial mostró su capacidad de adaptación y crecimiento,
convirtiéndose en un importante exportador de productos manufacturados. Las
exportaciones manufactureras aumentaron considerablemente, lo que demuestra la
competitividad de la industria mexicana a nivel global.

En términos de estructura industrial, hubo una diversificación de la producción


manufacturera, con un enfoque en sectores como la electrónica, automotriz, aeroespacial y
alimentaria. Estos sectores experimentaron un crecimiento notable y se convirtieron en
motores importantes de la economía mexicana.

Sin embargo, la participación del sector industrial en el Producto Interno Bruto (PIB) de
México mostró una tendencia a la baja a partir de 2010, lo que puede atribuirse a diversos
factores, como la apertura comercial y la reorientación hacia sectores de servicios y
tecnología. A pesar de los desafíos, la inversión extranjera directa desempeñó un papel
crucial en el desarrollo del sector industrial mexicano, facilitando la transferencia de
tecnología, generando empleo y promoviendo la integración en cadenas de valor globales.

Para fortalecer el sector industrial y mantener su competitividad, es necesario impulsar la


innovación, mejorar la productividad y promover la competitividad a nivel nacional e
internacional. El sector industrial seguirá desempeñando un papel fundamental en el
desarrollo económico de México, y su evolución continuará siendo crucial para el
crecimiento sostenible del país.
Conclusión

El periodo neoliberal en México tuvo un impacto significativo en los sectores agrícola e


industrial del país. En el caso del sector agrícola, la liberalización comercial y la reducción
del apoyo gubernamental generaron desigualdades y dificultades para los pequeños y
medianos productores, así como una dependencia de las importaciones. Por otro lado, el
sector industrial experimentó una diversificación en la producción y una mayor integración
en las cadenas de valor globales, pero también enfrentó desafíos en términos de
competitividad y participación en el PIB del país.

En el sector agrícola, la liberalización comercial y la privatización de empresas estatales


tuvieron un impacto negativo en la economía del país y en la seguridad alimentaria de la
población más vulnerable. Además, las políticas de ajuste estructural implicaron la
reducción de los subsidios estatales y la eliminación de programas de apoyo al campo, lo
que afectó especialmente a los pequeños productores. Es necesario implementar políticas
que promuevan la agricultura sostenible y la diversificación agrícola, tomando en cuenta las
necesidades de los pequeños productores y promoviendo su participación activa en la toma
de decisiones y la implementación de políticas agrícolas.

En el sector industrial, la liberalización comercial y la inversión extranjera directa


desempeñaron un papel crucial en el desarrollo del sector, facilitando la transferencia de
tecnología, generando empleo y promoviendo la integración en cadenas de valor globales.
Sin embargo, la participación del sector industrial en el PIB de México mostró una tendencia
a la baja a partir de 2010, lo que puede atribuirse a diversos factores, como la apertura
comercial y la reorientación hacia sectores de servicios y tecnología. Para fortalecer el
sector industrial y mantener su competitividad, es necesario impulsar la innovación, mejorar
la productividad y promover la competitividad a nivel nacional e internacional.

En ambos sectores, es importante tomar en cuenta las necesidades de los pequeños


productores y promover su participación activa en la toma de decisiones y la
implementación de políticas.
Bibliografía:

Gutelman, M. (1973). Capitalismo y reforma agraria en México.

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sustitución de importaciones 1960-1982.

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neoliberal y el periodo de transición actual. En El capitalismo a inicios del siglo XXI (pp.
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Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Banco de Información Económica.

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